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ELECTRA. Benito Pérez Galdos.

Borrador

A los que llevan en el bolsillo la cinta métrica de medir el valor literario de los libros este quizá los
saque de quicio. Una obra literaria, un texto es también un contexto, es decir, la suma de
circunstancias que tienen relación con su creeación y circulación dentro de la sociedad donde se
produce y consume. Una obra literaria es tanto su texto como la lectura de ese texto y esa lectura en
cuanto proceso dinámico está determinada en buena parte por las condicionesde recepción que
tienen lugar tanto a nivel individual, - las circunstancias personales de la lectora o lector-, como
colectivo, -las circunstancias que afectan y caracterizan una época a tiempo histórico determinado.
La significación literaria, cultural y social o la resonancia mediática de una texto puede responder
más a ese conjunto de circunstancias que a quello que tradicionalmente entendemos por sus valores
literarios. Se hablaría así por ejemplo de obras infortunadas, según la terminología de L.V. Austin,
como aquellas que “leídas” en unos momentos desfavorables para que su sentido pueda ser captado
o aceptado en toda su extensión se ven malinterpretadas o malvaloradas. Piénsese por ejemplo en el
caso de las obras de Gongora que a todo lo largo del sigloXIX fueron despreciadas por la institución
crítica española. En otros casos sin embargo pueden tener lugar una condiciones favorables a su
recepción y aceptación hablándose entonces de esas condiciones como “condiciones de felicidad”.
Ejemplos de esto serían tanto la recepción entusiasta con que se recibió la representación de la
Numancia de Cervantes durante el asedio de Madrid por las tropas franquistas en el toño de 1936
como el escándalo político que supuso la obra que ahora proponemos: La Electra de Don Benito
Pérez Galdos.
Si con los Cantos de vida y esperanza de Rubén Dario entendíamos la llegada al siglo XX a la
literatura española creo que bien podríamos afirmar, sin voluntad académica alguna, que con esta
pieza teatral de Galdos se cierra la del siglo XIX que, sin duda, tienen en este autor su referencia
más cumplida. Digamos pronto que desde el mero punto de vista literario, si que esto existe, la
crítica literaria, no encuentra hoy motivos especiales para su encomio. En realidad, cabría hablar de
Electra como de una obra más próxima al los modos de un melodrama de Echegaray – uno de esos
autores que todos sabemos que es muy malo aunque ninguno lo hayamos leído- que al teatro de
Henrick Ibsen que, por semejantes años, levantaba con éxito una dramaturgia con voluntad política.
Porque aquí está el misterio de Electra: cómo puede ser que siendo un texto que no deja de ser el
correspondiente a una típica historia de conflictos de amor y matrimonio, tan propia del “adúltero”

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siglo XIX, su representación haya provocado un fuerte tsunami político en aquella España en la que
generación del 98 estaba empezando a ocupar el escenario literario. Veamos:

El desarrollo argumental del drama podemos resumirlo en clave de Wikipedia: “La protagonista
del drama, Electra, es una joven de dieciocho años de padre desconocido, que, tras la muerte de su
madre, Eleuteria, fue acogida por una tía, Evarista, y su marido, don Urbano (es fácil percibir que
los nombres de los personajes femeninos del drama empiezan por E). Electra conoce al sobrino de
Evarista, Máximo (un científico modelo y perfecto, viudo con dos niños pequeños, y liberal), y se
enamora de él. Confiando sus sentimientos a don Salvador de Pantoja —"tétrico personaje"— este
le 'descubre' a Electra que Máximo y ella son hijos de Eleuteria y por lo tanto hermanos, pero sin
confesarle las relaciones que había mantenido con su madre, fruto de las cuales ella podría ser su
hija. La perfidia del malvado Pantoja lleva a aconsejar a Electra que se recluya en el convento
donde precisamente está enterrada su madre. Lo que no podía imaginar él es que allí se le aparecerá
Eleuteria, para revelarle que los rumores que la atormentan son falsos y aconsejarla abandonar el
convento:"Si el amor conyugal y los goces de la familia solicitan tu alma, déjate llevar de esa dulce
atracción, y no pretendas aquí una santidad que no alcanzarías, Dios está en todas partes..." Al final,
triunfará el "amor sobre el fanatismo, la verdad sobre la mentira, la luz sobre el oscurantismo, el
liberal Máximo sobre el conservador Pantoja."
Lo dicho: un melodrama de tomo y lomo y que si ha encontrado lugar en la selección y propuesta
que este libro ofrece es en razón de sus capacidades para mostrar como el ser de una obra literaria
no está en su texto sino en la lectura de ese texto y como esa lectura incorpora las condiciones de
recepción en que tiene lugar del mismo modo que cualquier entología, canon o selección de textos
lleva incorporado también incorporado su propio pliego de condiciones-
Para que lectura de Electra en toda su “dimensión literaria” se nos haga posible es necesario
incorporar a ella aquellas condiciones de recepción en las que la obra encuentra todo su sentido.
pues es el contexto de la situación desde la que se lee la obra lo que hace que el texto cobre unas
posibilidades de sentido e interpretación que están más allá de las propiedades meramente lingüísto-
literarias del texto siendo por consiguiente necesario tener en consideración el mundo de los
interlocutores.
Valga recurrir de nuevo volver simplemente a la información standar que Wikipedia facilita: “el
agente externo que al parecer más influyó en la desproporcionada repercusión de Electra en la
sociedad española del inicio del siglo XX fue el llamado "caso Ubao", un suceso que había
acaparado la morbosidad de la prensa nacional en los meses anteriores al estreno. Lo constituía el
proceso de Adelaida de Ubao e Icaza, muchacha de familia rica y católica, hija de viuda, que había

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sido sugestionada —según algunas fuentes— por el jesuita padre Cermeño para entrar en un
convento, resolución que la niña Adelaida puso en práctica fugándose de su casa e ingresando en el
convento de Esclavas del Corazón de Jesús. La madre, al conocer la jugada, presentó demanda ante
el juzgado argumentando que la 'captación' se había hecho en razón de la jugosa herencia de la
jovencita y que, además, las dichas Esclavas carecían de existencia legal y no constituían
"estrictamente" una comunidad religiosa. El "caso Ubao" acabó en el Supremo, donde Nicolás
Salmerón, como representante de la posición familiar y aduciendo como razón que Adelaida no
había cumplido la edad legal de 25 años para poder 'tomar estado', pidió la anulación de la
resolución judicial que había fallado en favor del convento, empeñado en retener a la novicia. Hay
que anotar que el letrado que Salmerón tenía enfrente, como abogado de la señorita Ubao, era
Antonio Maura. Todo esto ocurría en diciembre de 1900, un mes antes del estreno de Electra.
Elaboración y estreno. En medio de este clima de tensión social tuvo lugar su estreno, es decir, en
esas condiones que bien podríamos considerar “de infortunio” o de “felicidad” que en cualquier
casodeterminaría la lectura del drama.
Conviene señalar que estas condiciones que intervienen en su o representaciónno no se daban el
mos momentos, verano de 1900, en que Galdos escribe el drama que entregará en octubre de ese
año al empresario teatral Federico Balart, aunque evidentemente , y esto también conviene
señalarlo, el propio fondo político sobre el que el caso Uson se produce , el viejo y todavía presente
conflicto de las dos Españas, es el que acompaña su escritura. No en vano Galdos manifestará al
respecto que “En Electra puede decirse que he condensado la obra de toda mi vida, mi amor a la
verdad, mi lucha constante contra la superstición y el fanatismo, y la necesidad de que olvidando
nuestro desgraciado país las rutinas, convencionalismos y mentiras, que nos deshonran y envilecen
ante el mundo civilizado, pueda realizarse la transformación de una España nueva que, apoyada en
la ciencia y la justicia, pueda resistir las violencias de la fuerza bruta y las sugestiones insidiosas y
malvadas sobre las conciencias.»”

“El drama se convirtió para ella en un emblema de la libertad contra el oscurantismo. Durante los
tumultos que siguieron al estreno, los partidarios de la obra cantaron La Marsellesa o
interrumpieron a los actores para que se escuchara el Himno de Riego, símbolo de la ideología
republicana.”

indica Casalduero:
Doscientas veces se representó el drama en París y luego en provincias.
Los ataques de los clericales franceses fueron también extremadamente

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violentos o desdeñosos, apuntando sobre todo a los defectos artísticos.
Cuando los clericales y reaccionarios se transforman en estetas es signo
de que se ha acertado'*.

'Electra' no ha sido una obra muy representada, excepto en el bando republicano durante la Guerra
Civil…... revisada por Francisco Nieva, se repuso en el teatro Español de Madrid del 10 al 20 de
este mes de junio, esto es, casi ciento diez años más tarde y la crítica no duda descalificarla al
señalar, además de su precipitado y fantasmagórico final, que además de el típico drama naturalista
decimonónico y es, por más, una obra de tesis, esto es, en una exposición en donde el conflicto, más
que surgir de los caracteres y vivencias de los propios personajes, viene determinado por la
idiosincrasia y los fines propagandísticos del autor.

El mérto de Electra descansa a mi entender en esa doble capacidad de significación: por un lado
como ejemplo de como la literatura va más alla de lo textual y por otro como retrato de una época
en la que Espña trata de salir deel axfisiente poder de la Iglesia católica. Todo un trayecto que habrá
de encontrar nuevas atenciones a lo largo de la literatura española del siglo XX.

El poco peso que tienen estos argumentos para la crítica académica hace que desde esos ámbitos se
pretenda, con poca inistencia, subrayndo sus valores literarios señalando que se trata de: “habrá que
convenir en que se trata de una obra compleja, cuya significación no se agota en la interpretación
exclusivamente ideológica o en la indagación de las circunstancias históricas que rodearon su
accidentado estreno.

Decíamos que a los que llevan en el bolsillo la cinta métrica de medir los valores literarios este libro
los iba a sacar de quicio. Pero no nos importa: no estamos aquií para averiguar quien la tiene más
larga.

………………………..

“B P Galdos: “En Electra puede decirse que he condensado la obra de toda mi vida, mi amor a la
verdad, mi lucha constante contra la superstición y el fanatismo, y la necesidad de que olvidando
nuestro desgraciado país las rutinas, convencionalismos y mentiras, que nos deshonran y envilecen
ante el mundo civilizado, pueda realizarse la transformación de una España nueva que, apoyada en
la ciencia y la justicia, pueda resistir las violencias de la fuerza bruta y las sugestiones insidiosas y
malvadas sobre las conciencias.»”

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La noche del estreno

Cuenta Baroja en sus Memorias que la mayoría de los escritores jóvenes se habían conjurado en
defensa de Galdós y su obra, de tal modo que en la noche del estreno ocupaban localidades
estratégicas. "Comenzó el drama en medio de una gran expectación. El público temía que pasara
algo. En uno de los momentos en que aparece un fantasma, Azorín me agarró del brazo, y vi que
estaba conmovido. Cuando el joven ingeniero (Máximo) derriba a Pantoja, Maeztu, desde el
paraíso, con voz tonante, dio un terrible grito de ¡Abajo los jesuitas!"13

Cuando tras varias interrupciones de orden o solicitando al autor, cayó el telón al final de la obra,
"el frenesí se apoderó del sector adicto de los espectadores, que eran mayoría. Los hombres se
pusieron en pie y gritando, agitaban sus sombreros (entre ellos, en la tercera fila, el exministro
Canalejas. Muchas señoras, desde sus asientos, agitaban sus pañuelos. Otros testimonios apuntan
que Valle-Inclán lloró durante la representación..." Al parecer no faltaron los enfrentamientos entre
luises y jóvenes anticlericales, pero no llegaron a las manos. Los reporteros del diario El País
(Baroja y Maeztu entre ellos), uno de los más radicales de la prensa madrileña de la época, recogían
opiniones entre el público asistente con vistas al número extraordinario que se publicaría al día
siguiente del estreno. Unamuno, que no estuvo presente en este estreno pero leyó la crítica de El
Imparcial del 1 de febrero, escribió una carta a Galdós felicitándole y deseándole muchas noches de
éxito.nota 5

Las crónicas publicadas en El Día, El Correo y La Correspondencia de España, recogieron con


pareja fantasía periodística el paseo de la numerosa —y en cantidades variables— comitiva que,
concluida la función, acompañó a Galdós hasta su domicilio en la calle de Hortaleza en un nocturno
y escandaloso desfile.11
Consecuencias y respuestas varias
Caricatura en Don Quijote, donde se representa a Galdós ensartando con una pluma-lanza —
denominada Electra— a un clérigo y una monja.

Las noticias, crónicas y demás batallas literarias y periodísticas que siguieron al estreno de Electra
podrían formar un volumen aparte en la bibliografía de Galdós. Como se ha narrado, resulta notable
que entre la lista de protagonistas, antes, durante y tras la representación, estén algunos de los
miembros esenciales de la Generación del 98, entonces jóvenes exaltados, como Pío Baroja, Azorín
y Ramiro de Maeztu.

El éxito político-literario del melodrama galdosiano llenó el Teatro Español de un público


compuesto tanto por ministros del gobierno como por obreros de la sociedad "El Porvenir del
Trabajo", sita en la cercana calle del Horno de la Mata. En provincias, los entusiasmos y los
sabotajes no pudieron evitar la creciente popularidad de Electra que, según datos de la prensa
contemporánea, había vendido veinte mil ejemplares en toda España al mes y medio de su estreno
(y que en vida de Galdós llegarían a los cien mil). La obra se tradujo aquel mismo año de 1901 al
alemán, holandés y portugués, y más tarde en Estados Unidos, al inglés en tres versiones distintas; a
ello había que añadir las ediciones en Argentina y México.

Los desórdenes, manifestaciones y en algunos casos altercados públicos que producía el estreno y
representación de la obra, sirvieron de pretexto para su prohibición en varias diócesis, acompañada
de encendidas pastorales a cargo de los obispos con la consigna general de "el liberalismo es
pecado",14 o que ver y oír Electra era pecado mortal.11 Ha quedado noticia de maniobras para

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comprar todos los boletos de la representación (por uno u otro bando), sobornos para suspender la
función, intentos de soborno a los actores, o sabotaje de taquillas (como ocurrió en el estreno en la
localidad zamorana de Toro.11 También proliferaron las peticiones de protección para jesuitas y
edificios de dicha orden, ante la beligerancia de exaltados de muy distintas clases sociales (los
estudiosos del proceso incluyen en las listas a personajes como Ramiro de Maeztu y Blasco
Ibánez).nota 6

En Las Palmas de Gran Canaria, patria chica de Galdós, el Teatro Tirso de Molina, tras el estreno de
Electra en 1902, pasó a llamarse Teatro Pérez Galdós, nombre que en el siglo XXI aún conservaba.

Electra también viajó a América, visitando varias capitales del continente (en Buenos Aires se
representó simultáneamente en tres salas distintas), y llegó hasta Manila, en Filipinas. En Europa,
visitó Alemania, Rusia, Austria, Italia y Bélgica. París, donde el tema de Electra se consideró en
principio anacrónico, vio cómo se estrenaba finalmente en 1904 por empeño personal del propio
autor.nota 7
Trama
Acto quinto

La protagonista del drama, Electra, es una joven de dieciocho años de padre desconocido, que, tras
la muerte de su madre, Eleuteria, fue acogida por una tía, Evarista, y su marido, don Urbano (es
fácil percibir que los nombres de los personajes femeninos del drama empiezan por E). Electra
conoce al sobrino de Evarista, Máximo (un científico modelo y perfecto, viudo con dos niños
pequeños, y liberal), y se enamora de él. Confiando sus sentimientos a don Salvador de Pantoja
—"tétrico personaje"— este le 'descubre' a Electra que Máximo y ella son hijos de Eleuteria y por
lo tanto hermanos, pero sin confesarle las relaciones que había mantenido con su madre, fruto de las
cuales ella podría ser su hija. La perfidia del malvado Pantoja lleva a aconsejar a Electra que se
recluya en el convento donde precisamente está enterrada su madre. Lo que no podía imaginar él es
que allí se le aparecerá Eleuteria, para revelarle que los rumores que la atormentan son falsos y
aconsejarla abandonar el convento:

"Si el amor conyugal y los goces de la familia solicitan tu alma, déjate llevar de esa dulce
atracción, y no pretendas aquí una santidad que no alcanzarías, Dios está en todas partes..."
Electra (final de la escena Novena del Quinto y último acto)

Al final, triunfará el "amor sobre el fanatismo, la verdad sobre la mentira, la luz sobre el
oscurantismo, el liberal Máximo sobre el conservador Pantoja."14
Conviene apuntar aquí que muchos de los que corearon la Electra de Galdós, se desdijeron más
tarde de sus opiniones para lamentar las bajas pasiones despertadas en la chusma y el oportunismo
político de su autor. Uno de los primeros fue Azorín, que tras una reflexión publicada en Madrid
Cómico estuvo a punto de ser agredido por el impetuoso Maeztu. También se desdijeron Baroja y
Unamuno en pasajes de sus respectivas memorias. Hay noticia, publicada en El Liberal de que
Menéndez y Pelayo aplaudió al final de la obra, bien que en opinión de Ortiz-Armengol es más
probable que lo hiciera para escapar de las iras de los exaltados que conocían sus auténticas
convicciones.
Ángel Berenguer, en su estudio sobre Los estrenos teatrales de Galdós en la crítica de su tiempo,
recoge la opinión de El Socialista, que lejos de unirse a la algarada general critica a los jaleadores
con estas palabras:

"Menos voces y más actos, menos gritar y más hacer, menos radicalismos en las frases y más en
la acción. Dejemos de ser histéricos para ser hombres sanos, equilibrados y llenos de voluntad."

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………………………….Anagnórisis en la Electra de galdos.. Juan Carlos Iglesias Zoido. Bulletin
Hispanique Tomo 108 n.º 2, 2006. https://www.academia.edu/1555368/_Anagn
%C3%B3risis_en_la_Electra_de_Gald%C3%B3s_Bulletin_Hispanique_108_2006_459-474

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