Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
GRUPO: 2018V
ORTOPEDIA DEL SIGLO XIX
A principios del siglo XIX, la independencia política del país trajo una serie de cambios no
sólo en lo político y social, sino también en las ciencias, y en el caso de la medicina fue
muy especial. En este siglo, el médico comenzó con la tarea de investigar la enfermedad
bajo el concepto de causa y efecto convirtiendo la medicina en verdadera ciencia donde
se dedicarían los más grandes clínicos y médicos de la época bajo tres mentalidades
médicas sucesivas y complementarias: 1) La mentalidad anatomoclínica o lesional, 2) La
mentalidad fisiopatológica o procesal y 3) La mentalidad etiopatológica o causal, dando
como resultado la construcción de un nuevo saber médico en México. El año 1833 es
significativo en la evolución de la medicina mexicana debido a la fundación del
Establecimiento de Ciencias Médicas que fusionó la medicina con la cirugía.
Rafael Lavista descubrió una nueva forma de la amputación de la segunda falange del
índice de la mano derecha, entre otros, comenzaron a interesarse por la cirugía del
sistema músculo-esquelético, aportando con sus enseñanzas e investigaciones al
surgimiento y desarrollo de la ortopedia nacional. La especialidad más cultivada fue la
cirugía de huesos que se transformó al momento en que la anestesia, la asepsia y
antisepsia se aplicaron en las salas de operaciones eliminando los tres principales
obstáculos que se oponían al progreso de la cirugía: la hemorragia, el dolor y la infección.
En el caso de las fracturas expuestas, debido a que el dolor que representaba la salida
del hueso fuera de las carnes (músculo y piel) era insoportable, de inmediato el cirujano
realizaba la amputación de la extremidad; al tener la anestesia, se pudo controlar el dolor,
la antisepsia permitió que en las lesiones expuestas, se pudiera evitar la infección, con lo
cual se intentó bajo anestesia primero estabilizar, luego rectificar, para después abrir entre
los músculos con el fin de alinear los huesos y reparar los músculos, y tras haber hecho la
cirugía, lavar la herida con soluciones antisépticas; la fuga de sangre (hemorragia), fue
una de las principales preocupaciones de los cirujanos al momento de operar y el shock
hipovolémico, producto de esta pérdida constante al practicar amputaciones o en fracturas
abiertas. Ensayando varios métodos para contenerla, se adoptó la del cirujano francés
Ambrosio Paré (1510-1590) quien re-introdujo el uso de la ligadura inmediata de los
vasos, técnica que sería adoptada y modificada en los siguientes años por médicos y
cirujanos de todo el mundo entre los que se encuentra el médico guanajuatense Eduardo
Liceaga; tuvo la habilidad de ligar la arteria femoral en un joven de 26 años al practicarle
una operación en la ingle derecha con el fin de retirarle un aneurisma (dilatación que se
produce en las paredes de los vasos sanguíneos formándose un globo de sangre) que se
había formado a causa de una caída.
Por primera vez en el mundo, la medicina científica demostraba que las enfermedades no
eran producto de una alteración del principio vital, sino que su origen era ocasionado por
una lesión en las células de los seres vivos, siendo necesario utilizar el método
experimental con el objetivo de no sólo observar, sino de estudiar y conocer las causas
que alteraban las funciones vitales de los organismos. Esta labor fue gracias a los
trabajos de Marie Franqois Xavier Bichat (1771-1802) y René Laennec (1781-1827),padre
de la neumología moderna. Por lo tanto, cuando se trató de modernizar la enseñanza de
la medicina en México, se tomó como modelo el plan francés. El Establecimiento de
Ciencias Médicas, conocida tiempo después como Colegio de Medicina (12 de noviembre
de 1834) y como Escuela Nacional de Medicina (18 de agosto de 1843), empezó a
funcionar en el ex-convento de Betlemitas con un plan de estudios integrado por 11
materias entre ellas las quirúrgicas, y diez profesores entre los que se encontraba Manuel
Eulogio Carpió, Pedro Escobedo “fundador de la cirugía mexicana” y Francisco
Rodríguez-Puebla. En los primeros días de su apertura, recibió físicamente instrumentos,
planchas de mármol de disección, y cadáveres, así como algunos de sus profesores
comenzaron a integrarse a la estructura del dicho Establecimiento fusionándose las
carreras de medicina y cirugía en una sola titulación con un programa que contemplaba,
entre otros elementos dentro de la clase de cirugía externa que impartió el doctor Pedro
del Villar cirujano romancista, los aspectos de cirugía de los huesos con lo cual podemos
indicar que se daba los primeros pasos de lo que en el siglo XX sería la especialidad de
ortopedia. En los cursos de patología médica y quirúrgica, los alumnos estudiaban las
enfermedades del aparato locomotor, lesiones traumáticas, afecciones de los músculos y
los tendones; de los nervios, los huesos y las articulaciones, de los miembros superior e
inferior y del cráneo. En clínica quirúrgica de Pediatría, los estudiantes practicaban la
ortopedia. En ella, los estudiantes aprendían las características del crecimiento y
desarrollo físico del niño sano, a reconocer las afecciones infantiles e invalidantes de los
huesos, de las articulaciones y del sistema muscular, y a tratar las malformaciones
congénitas en los infantes con la ayuda de vendas y aparatos ortopédicos.
a) La anestesia
Ya que al fin existía un método para volver insensible una región limitada del cuerpo, sin
pérdida general del conocimiento y sin riesgo para los órganos vitales. Fue en este
momento que los cirujanos de huesos comenzaron a desarrollar destrezas anatómicas
cada vez más complejas, buscando no amputar, ya que tenían todo el tiempo que la
anestesia les permitía. Estos cirujanos se dieron cuenta que, si resecaban (cortar)
fragmentos de huesos o estructuras sin cortar por completo brazos, antebrazos, piernas y
muslos, podían salvar la vida de la persona y llevar una vida digna; naciendo consigo la
cirugía conservadora. El ilustre queretano, José María Barceló Villagrán fue el primero en
América Latina en realizar 13 de agosto de 1869 en el Hospital de San Pablo, una
resección de hombro manifestando que desde 1840 hasta 1869, nunca vio una resección
de hombro, pues se acostumbraba la amputación.
b) La asepsia en México
El descubrimiento de los rayos X permitió a la ortopedia identificar con mayor facilidad las
enfermedades de los huesos, así como su tratamiento. Al principio, las radiografías de la
lesión mostraban finísimas fracturas o astillamiento de un hueso, y las radiografías
tomadas después del tratamiento sirvieron para asegurarse de que el hueso había
quedado bien alineado y estabilizado. Cuando se dio a conocer en la prensa el
descubrimiento, se encontraba en Alemania el potosino don Luis Espinosa y Cuevas,
dueño de una cuantiosa fortuna, hombre muy culto y entusiasta de los progresos y
técnicas, quien adquirió una máquina de Roentgen que llevó a su ciudad de San Luis
Potosí el 19 de febrero de 1896. Ese mismo año fue utilizado con éxito para extraer un
proyectil de arma de fuego. Por ser de interés crucial se menciona el hecho de que con el
aparato que adquirió el ingeniero potosino Espinosa Cuevas, los doctores Daniel García y
Javier Espinosa y Cuevas realizaron las primeras arteriografías en cadáver en el
continente americano. Los primeros médicos en realizar actividades de ortopedia fueron
cirujanos generales que, por las expectativas promovidas por las transiciones sanitarias
en curso y las nuevas demandas de la sociedad (buscar médicos que dedicaran su
conocimiento y destreza a tratar un solo tipo de enfermedades), centraron su interés en
las enfermedades y lesiones de carácter ortopédico. Uno de ellos fue el médico poblano
Luis Hidalgo y Carpio (1818-1879), que durante los 26 años de servicio en el Hospital de
San Pablo (Juárez), realizó 28 desarticulaciones escapulo-humerales, todas en adultos,
excepto dos que fueron niños de una edad aproximada de 12 años, y que de ellos, 25 se
practicaron en hombres y 3 en mujeres.190 Fue el segundo médico en realizar con éxito
en América Latina la desarticulación coxo-femoral (separación de la cabeza del fémur de
la fosa de la cadera sin necesidad de cortar el hueso), el 14 de agosto de 1864 en el
Hospital de San Pablo.
Rafael Lavista (1839-1900). Aunque sus especialidades fueron la cirugía de los ojos y de
las vías urinarias, practicó amputaciones y la desarticulación de las más grandes
articulaciones como la coxo-femoral, y no sólo esto, también se le atribuye el haber
descubierto la amputación de la segunda falange del índice de la mano derecha y el haber
perfeccionado la curación por el método de Guerín. Lavista fue un cirujano experimentado
que conocía a la perfección la anatomía, fisiología y fisiopatología de cada uno de los
dedos que iba a ser tratado, así como el dominio de la técnica quirúrgica en cuestión.
En 1878, Eduardo Liceaga Torres (1839-1920), atendió casos de mal vertebral de Pott por
osteítis central de los cuerpos de las vértebras dorsales en un joven de 17 años.
Ramírez V y Viesca C. “La cirugía del fin del régimen colonial a la conformación del
México independiente”. en Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social,
Vol.48, núm. 5, 2010.
Galli L. Nuevas indagaciones acerca de las fracturas de rótula y de las enfermedades que
con ellas tienen relación. (1795). Madrid: Imprenta Real.