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SISTEMA DE PARTIDOS NO COMPETITIVOS. Giovanni Sartori.

Una comunidad política sigue las normas de la competencia cuando en el momento


de las elecciones casi todos, sino todos los escaños se disputan entre dos o más
candidatos el puesto.

¿Cuán mínima puede ser la competencia de modo que siga siendo significativa?

Si hay enfrentamiento con los candidatos del partido predominante sin temor y con
igualdad de derechos entonces la competencia es significativa, cualquiera sea su
resultado. Pero de no disputarse los escaños, no significa que forzosamente el
sistema no sea competitivo, puede ser subcompetitivo. La distinción entre no
competitivo y subcompetitivo puede ser sutil peor es crucial.

Una situación subcompetitiva supone que si un candidato no encuentra oposición


se debe a que simplemente no merece la pena oponerse a él. Si es así, el titular de
una circunscripción segura sigue estando expuesto a las normas de la competencia,
esto significa en la práctica, que siempre puede surgir un oponente.

Una comunidad política dispone de un sistema competitivo cuando en el momento


de las elecciones todos los escaños se disputan entre dos o más candidatos al
puesto.

Las situaciones no competitivas se producen cuando un candidato a un cargo no


encuentra oposición. Un sistema es no competitivo si no se permiten elecciones
disputadas. En estos sistemas a adversarios y oponentes se les priva de igualdad
de derechos políticos, se les ponen impedimentos, se emplea la amenaza o incluso
se sanciona por atreverse a decir lo que se piensa.

Los sistemas de partidos no competitivos son los sistemas de partido único y los de
partido hegemónico.

Partido único:

En estos sistemas de partido sólo existe y sólo se permite que exista un partido, por
eso la propia denominación de sistema de partidos es conflictiva aquí.
El partido único veta tanto de hecho como de derecho todo tipo de pluralismo
partidista, sólo él puede existir.

Los estados de partido único son más o menos opresivos, más o menos intolerantes
y más o menos extractivos. Esto equivale a decir que las comunidades políticas
unipartidistas varían mucho unas de otras en cuanto a la intensidad de la represión
y del control coercitivo.

Teniendo en cuenta la intensidad decreciente en la coacción y represión se puede


hablar de unipartidismo totalitario, unipartidismo autoritario y unipartidismo
pragmático.

El unipartidismo totalitario representa el grado más elevado de omnipresencia,


movilización y control monopolista del partido sobre toda expresión vital de los
ciudadanos. Por definición, el partido totalitario es un partido muy ideológico y fuerte.

El régimen autoritario carece de una ideología fuerte y de una capacidad de


movilización comparable.

El unipartidismo pragmático carece de la legitimación de una ideología y, por lo


tanto, dispone de menores capacidades coercitivas. Ello implica que se ve
impulsado a intentar políticas de absorción, es decir, su relación con los grupos
externos tiende más bien a ser agregadora que destructora.

Además, al carecer casi por completo de ideología, el partido único pragmático es


más flexible y un tanto pluralista.

Partido hegemónico:

Se trata de un sistema de partido que se centra en un partido y, sin embargo,


contiene una periferia de pequeños partidos secundarios considerados de segunda
clase.

Estos partidos de segunda clase pueden ser una mera burla, una fachada vacía.
Sin embargo, estos partidos secundarios y periféricos pueden tener su importancia
en algunos aspectos de fondo.
Si esto ocurre, todavía nos encontramos lejos de un sistema de partido
predominante, esto es, de una pauta pluralista sub competitiva, pero sí que nos
encontramos con un sistema no competitivo de partido hegemónico.

El partido hegemónico no permite una competencia por el poder. Se permite que


existan otros partidos, pero como partidos de segunda clase a los que, sin embargo,
no se les permite competir con el partido hegemónico en términos antagónicos ni
en pie de igualdad.

La alternancia no sólo no se produce sino que no es posible que se produzca. Esto


implica que el partido hegemónico seguirá en el poder tanto si gusta como si no.

Mientras que el sistema pluralista de partido predominante sigue sometido a las


condiciones que conducen hacia la responsabilidad de gobierno (posibilidad de
expulsión del cargo), en el caso del partido hegemónico esto no existe.

No existe ninguna sanción que comprometa al partido hegemónico a actuar con


responsabilidad: cualquiera que sea la política seguida por éste no se puede poner
en tela de juicio su dominación. Un sistema de partido hegemónico decididamente
no es un sistema multipartidista, sino, en el mejor de los casos, un sistema en dos
niveles en el cual un partido tolera y asigna a su discreción una parte pequeña de
su poder a grupos políticos subordinados.

El sistema de partido hegemónico pude dar la apariencia de que la política en su


interior es competitiva pero no lo es al no permitir el enfrentamiento abierto ni el
disenso efectivo. Los partidos de fuera no pueden jamás convertirse en los partidos
de dentro y su oposición es una oposición tolerada.

Por lógica no puede darse un partido hegemónico totalitario ya que lo totalitario sólo
encajaría en un régimen de partido único, pero sí puede haber un tipo más o menos
autoritario de partido hegemónico.

En los regímenes de partido hegemónico los partidos satélites pueden recibir incluso
puestos administrativos, parlamentarios y gubernamentales de manera que se
perfeccione una simulación de pluralismo. Esto se hace para aplacar a la oposición
al régimen permitiendo una cierta y controlada expresión.

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