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ISSN 2591-569X

S E P A R A T A
Segunda Época
año XVI / nº 23 / diciembre de 2018

El arte colonial y sus derivas

Ricardo González / Imágenes domésticas y perspectivas culturales

Agustina Rodríguez Romero / Miguel Galas de los Ríos y Leonardo Flores:


la comitencia de un cura doctrinero en el marco de las visitas al Obispado
de La Paz (fines del siglo XVII)

Pablo Montini / José de Bikandi, el primer conservador de museos


de Rosario (1930-1932)

Lucio Piccoli / Olvidar el neocolonial: empatía y experiencia del espacio


como nuevas claves de interpretación de los escritos y composiciones urbanas
de Ángel Guido

Centro de Investigaciones del Arte Argentino y Latinoamericano


Facultad de Humanidades y Artes
Universidad Nacional de Rosario
Ricardo González*/ Imágenes domésticas y perspectivas culturales1

El culto doméstico cristiano


La metabolización de las formas artísticas europeas introducidas en
América por la conquista constituye uno de los aspectos más significativos del
desarrollo cultural colonial. En primer lugar, porque estando enmarcada en
reelaboraciones apoyadas en la visión propia, el proceso introdujo una gran
variedad de formas de apropiación marcadas, cada una, por el sustrato cultural
americano preexistente. Pero también por el hecho de que ese repertorio
“artístico” se encuadraba en una ideología específica –la cristiana– que al
mismo tiempo ponía a la vista y potenciaba sus ideas y sobre todo sus valores
mediante su representación simbólica. La iconografía y los programas que
cubrían los muros de las iglesias y las capillas domésticas eran inescindibles de
la concepción moral y de las alternativas de la salvación para las que operaban
y como era de esperar su difusión en contextos culturales ajenos a esa
problemática requería, para que pudiesen seguir siendo significativas, ponerse
al servicio de o al menos incluir, otras expectativas.
Quizás como consecuencia de este imperativo moral omnipresente
en la cultura europea, el cristianismo terminó condicionando y dando forma
a gran parte de la experiencia, incluyendo los aspectos particulares de la
vida. Los conceptos y las mecánicas que guiaban la conducta cristiana fueron
integrados desde la Baja Edad Media a la vida privada mediante la nueva
socialización de las formas de culto y de devoción operadas por las cofradías
y por las órdenes de vida activa y constituyeron así una pauta permanente en
Centro de Investigaciones del Arte Argentino y Latinoamericano la práctica social. El síntoma más evidente de este desarrollo lo constituye la
Facultad de Humanidades y Artes organización normativa de formas determinadas de acción presentes en las
Universidad Nacional de Rosario constituciones o estatutos de las hermandades, que definían con precisión
ISSN 2591-569X –creciente desde el siglo XVII– los compromisos asumidos por los cofrades
al ingresar mediante una fórmula prefijada. Estas acciones apuntaban al culto
Director: del patrono, pero también al ejercicio de la caridad en el terreno social
Guillermo Fantoni
(enterramiento de pobres, asistencia a enfermos u hospitales, visitas a presos,
Coordinación editorial:
ayuda a menesterosos) y conformaban una rutina consensuada y compartida
Elisabet Veliscek de vida cuyo cumplimiento garantizaba, o al menos eso se esperaba, un
posicionamiento más acomodado en relación con el Juicio Final. El espacio
Comité de Asesores Externos: físico de estos programas era la capilla en la iglesia, el altar propio y el retablo
Roberto Amigo, José Emilio Burucúa, Silvia Dolinko, Ana Longoni, donde se ubicaba la imagen del patrono, a menudo identitariamente empática
Laura Malosetti Costa, Mariano Mestman, Marcelo Nusenovich, Marta Penhos, con los hermanos, pero el complemento de las misas y funciones colectivas,
Irina Podgorny, Gabriela Siracusano, Diana Wechsler, Clementina Zablosky.
destinado a dar permanencia y regularidad a la presencia religiosa en la
Correspondencia:
experiencia, era la devoción privada, es decir, la traslación al ámbito particular
Dorrego 124 de algunas de las formas en que se expresaba en los templos la latría.
2000 Rosario Las formas materiales que tomó el culto familiar fueron de la capilla con
Argentina entidad arquitectónica propia y ornamentada por artistas a la simple imagen
e-mail: adrianayguillermo@express.com.ar dispuesta sobre una mesa, pero en todo caso un rasgo permanente fue el de
crear un espacio diferenciado del ámbito corriente en el que, con materiales
Portada: José de Bikandi, Retablo peruano, s/f, óleo s/tela, Colección Museo
ricos o modestos, pero no comunes, las imágenes fuesen contenidas o
Castagnino+Macro, Rosario.
1
separadas del continuo espacial y los objetos ordinarios. Nichos, vitrinas y portátiles convivían con nichos de imagen única, también ellos comúnmente
repisas fueron las formas más simples de montar una escena especial que las decorados o pintados convenientemente con elementos tradicionales del
contuviese. El adorno, fuera en forma de tallas y ornamentos artísticos o en repertorio ornamental.
sencillas composiciones de flores u objetos que remedasen los inaccesibles, Estas formas de culto privado arraigadas en la Europa tardo-medieval y
por ejemplo, por su condición de ser brillantes, sumados a telas, plantas y renacentista pasaron a América con los conquistadores una vez establecidos
manteles, daban carácter especial al sitio de la imagen en la casa. Naturalmente como colonos, como parte de la reproducción de las formas culturales y
este carácter especial era metáfora o expresión de la riqueza particular que se los hábitos establecidos en el nuevo territorio. Los museos americanos de
desprendía de la virtud que daba al personaje sagrado la propiedad modélica arte colonial conservan numerosas piezas que atestiguan la presencia de la
que se pretendía emular. Era el sitio de la oración, los ruegos y las expectativas devoción doméstica en forma de imágenes, nichos y retablos portátiles y en
de una vida venturosa bajo su tutela, pero, sobre todo, el sitio en que la la ciudad brasilera de Ouro Preto el Museo del Oratorio está íntegramente
empatía que la imagen propiciaba motorizaba la conciencia y el control sobre dedicado a piezas de este tipo producidas en la colonia portuguesa. También
las acciones y las conductas amenazadas siempre por la sombra del pecado los documentos atestiguan la presencia de nichos con imágenes en las casas.
que llevaba a la condenación. Nuestras investigaciones sobre la documentación testamental en la ciudad
de Buenos Aires, han dado cuenta de numerosas posesiones particulares. A
modo de ejemplo: el abogado y asesor virreinal Claudio Rospigliosi tenía una
imagen de la Virgen en un nicho de nogal con tres vidrios dispuesto sobre una
mesa;3 Juan de San Martín,4 además de una capilla doméstica en su estancia
contaba con varias imágenes en la sala de su casa, entre ellas una Pura y Limpia
Concepción en un nicho de madera con una corona de plata. El comerciante
Pablo Ruiz de Gaona tenía en su dormitorio un retablo dedicado a la Virgen
del Rosario flanqueda por San Francisco y San Domingo. Los 125 pesos
que valía muestran que era una obra de dimensiones reducidas.5 El maestre
de campo Juan Antonio Valdés poseía una escultura de Nuestra Señora de
1. Urna con Crucifixión, Museo
Copacabana en un nicho de plata.6 Dos cuestiones que conviene resaltar:
de Arte Sacro, Bogotá la presencia de imágenes religiosas, preferentemente escultóricas, tocaba a
todos los estamentos de la sociedad colonial y su valor artístico y material,
2. Urna-retablo de la Inmaculada
Concepción, Museo de Arte
así como las condiciones de su exposición, variaban fuertemente según los
Sacro, Bogotá recursos del propietario pero remedaban, con los medios disponibles, la
estética imperante. Quien no podía comprar un manto de tisú de oro o
Si la imagen no era única, la forma de exposición podía ordenarse según plata, lo hacía con una tela más barata pero que guardase alguna característica
ciertos patrones que sin necesidad de constituir un verdadero programa o similar, quien no podía pagar un nicho con tallas doradas, las reemplazaba con
desarrollo sistemático de un tema, como ocurría en los grandes retablos de los ornamentos de hojalata y flores pintadas y telas menos costosas tomaban el
templos, permitiesen una visualización y organización adecuada del conjunto. lugar de los brocados en los mantos y manteles.
El modelo de estas composiciones eran los retablos difundidos en consonancia En sitios de población española y criolla, como lo era la ciudad de Buenos
con el establecimiento de lugares particulares de culto en las iglesias con el fin Aires, esta producción y este modo de presentación de las imágenes no tenía
de brindar una estructura material que jerarquizase y pautase la lectura de los diferencias conceptuales con lo que se hacía en España o en otros centros
programas iconográficos expuestos.2 Llevados a escala doméstica permitían americanos. Los museos de arte colonial de todos los centros americanos
desplegar en el ámbito cotidiano una estructura presentativa de imágenes conservan testimonios de este culto particular en forma de obras que han
similar a las que, en gran escala, ocupaban las capillas y los testeros de las llegado hasta nosotros: en el Museo de Arte Sacro de Bogotá se conservan
iglesias. Esta estructura, simplificada a un par de cuerpos y tres calles, permitía varias piezas neogranadinas, bien en forma de nicho único, como la bella
agrupar varias imágenes con cierta lógica y conservaba los rasgos centrales Crucifixión enmarcada por una custodia, jarrones con flores y ornamentos
del género: una disposición en grilla siguiendo una estructura más o menos similares a los empleados en los retablos |fig. 1|, bien en forma de pequeño
clásica de ordenamiento de los registros, un nicho central para la imagen titular retablo, como el que presenta a la Inmaculada Concepción en medio de
y un aparato ornamental dirigido a poner de relieve algunos puntos centrales dos registros de arcos flanqueados por columnas salomónicas ocupados por
del conjunto y como dijimos, a dotarlo de un carácter distintivo. Los retablos santos |fig. 2|. En el Museo Universitario Charcas hay igualmente algunos

2 3
una solución relativamente poco común en el mundo hispanoamericano pero
que aparece con frecuencia en el luso–brasilero, habiendo en el mencionado
Museo minero varios ejemplos de este tipo denominados oratorios–bala, los
que generalmente conservan, pese a su estructura cilíndrica, la disposición de
registros y calles típica |fig. 5|. Otro ejemplo, para mostrar la universalidad del
uso de estas piezas domésticas es el retablito dedicado a San José del Museo
Bogarín de Asunción del Paraguay |fig. 6| que muestra al santo con el Niño
enmarcado por una movida boca trilobulada y una cornisa ondulante mientras
que las puertas, a modo de calles, están divididas en dos registros, el superior
con ángeles y el inferior con santo Domingo y san Francisco, todos pintados.
Como se aprecia rápidamente a través de los ejemplos expuestos, la
iconografía de estas piezas no difería de la corriente en las iglesias en el mundo
hispanoamericano. Sus temas centrales eran la Virgen, particularmente en las
3. Urna-retablo de la Inmaculada Concepción, Museo Charcas, Sucre advocaciones de Nuestra Señora del Rosario, patrona de la orden dominicana
y la Inmaculada Concepción, patrona de los franciscanos, ambas sumamente
populares tanto en España como en Portugal y sus respectivas colonias en
los siglos XVII y XVIII, la patrona franciscana a la sombra de la disputa contra-
reformista, así como Cristo ligado a su Pasión, que con los Misterios conformaba
el ciclo más común en las representaciones de la época, obviamente dirigido
a poner de relieve el papel sacrificial y salvífico de Jesús como argumento
principal de modelización moral. Cristo y María son acompañados en estos
retablitos por los santos más populares de las órdenes franciscana, dominicana
y jesuítica: representantes o fundadores de los institutos de regulares que
ayudaron a expandir la doctrina, incluso en América, así como algunos de los

4. Urna-retablo del Cristo de la Columna, Museo Charcas, Sucre

pequeños retablitos como el dedicado a la Inmaculada Concepción rodeada


por santos pintados en cartelas lobuladas |fig. 3| o el más elaborado del
Cristo de la Columna |fig. 4|, cuya factura guarda indudable relación con
los modelos andaluces y particularmente con la obra de Gaspar de la Cueva,
escultor sevillano que trabajó el Potosí y Sucre en el tercio central del siglo
XVII. Está dominado por la imagen pregnante de Cristo, de buena talla, en una
hornacina con ornamentación de lengüetas similar a la empleada en los retablos
y presenta las imágenes laterales sobre repisas encuadradas por elementos
propios de la decoración arquitectónica. Tanto las piezas neogranadinas como
las altoperuanas muestran claramente la afinidad de concepción con los retablos
de la época, constituyendo el nicho principal el sitio de exposición de la imagen
titular y ordenando las calles laterales en registros que remedan la estructura
de los cuerpos arquitectónicos de escala mayor, con columnas de fuste recto
o salomónico según el momento de que se trate. Como curiosidad, el del
museo bogotano tiene planta circular y las alas laterales siguen por lo tanto la
forma curva para cerrarse sobre la base central. La planta circular o elíptica era 5. Urna-retablo, Museo du Oratorio, Ouro Preto

4 5
héroes cristianos vinculados directamente a la vida y el ministerio de Jesús caso es el que ofrece la documentación del Marquesado de Tojo del Archivo
como la Verónica, San José, varios de los apóstoles y algunos de los primeros Histórico de Jujuy, en uno de cuyos legajos consta el pedido que hiciera Juan
mártires como el Bautista y Bárbara. Como era común en la narrativa José de Campero y Herrera al obispo de Tucumán para poder llevar consigo
cristiana, ponen a la vista la historia, con sus ejemplos de sacrificio y entrega, y utilizar un retablo portátil en sus viajes:
el de Cristo en primer lugar, las virtudes morales encarnadas en los santos, los
ángeles que protegen a la humanidad y luchan contra el mal y naturalmente Asimismo se ha de sacar de su Santidad Buleto perpetuo para que el
advocaciones marianas relacionadas preferentemente con la disputa con la dicho dn. Juan José Fernández Campero de Herrera y sus sucesores
herejía protestante. Constituían el repertorio clásico de la historia cristiana en dichas haciendas puedan traer y andar con su Altar portátil, para que
actualizado según el debate del momento. sus capellanes, que son o fueren le digan Misa por todos los parajes que
anduviere de Obispado y Arzobispado y en particular en sus Haciendas
y tierras.8

No sabemos cómo sería el retablo portátil del Marqués ni qué imágenes


contenía, pero a juzgar por las obras que albergaban sus capillas y su propia
casa en Yavi o las encargadas para San José de Chiquitos que se conservan,
no dudamos en afirmar que se inscribiría en la producción de tipo española
que desarrollaban en Potosí y Sucre los seguidores de Gaspar de la Cueva
según los patrones sevillanos. También en Brasil, había diferentes variantes de
oratorios de viaje además de los llamados “bala” que mencionamos. Algunos
eran de colgar y acompañaban las peripecias del camino a lomo de burros y
mulas; otros, llamados de faltriquera, eran de pequeño formato y podían ser

6. Urna de San José, Museo Bogarín, Asunción

Del mismo modo que la iconografía, la concepción plástica de estas


esculturas se encuadraba en las fórmulas y pautas representativas de la
modernidad europea, particularmente en las imágenes principales trabajadas
según los prototipos comunes con un lenguaje naturalista y expresivo que
se extiende cómodamente en la tridimensión y detalla los gestos con un
sentido de interpretación teatral. Las miradas ensimismadas o vueltas hacia el
cielo, los despliegues de los paños, las cuidadas anatomías y el movimiento
que recorre las figuras y hace reverberar la luz siguen sin hesitar las formas 7. Crucifixión, Museo de Arte Sacro,
establecidas por el estilo para la representación de los cuerpos y de los Bogotá
sentimientos religiosos, aún en escala reducida, como lo muestra el detalle
de las imágenes de Cristo presentadas |figs. 7 y 8|. 8. Cristo de la Columna, Museo Charcas, Sucre,
detalle
Todas estas piezas destinadas al uso privado, pueden considerarse un
género que es el de las urnas domésticos y los retablos portátiles. Esta última llevados envueltos en los bolsos de los muleros o aún, como su nombre
denominación no alude simplemente al hecho de que pueden ser cambiados lo indica, en los bolsillos. En todo caso, constituían tanto un equipamiento
de lugar sino a que, independientemente de su uso en las viviendas, eran para la oración como una especie de amuleto portátil.
también empleados como elemento paralitúrgico7 en los viajes donde servían Resumiendo lo dicho hasta aquí: los retablos domésticos o portátiles,
para montar una escena propicia a la oración y aún, si el viajero contaba como los nichos que albergaban imágenes religiosas formaban parte de
con capellán, para acompañar la celebración de la misa. Un ejemplo de este la ideología devocional cristiana llevada al terreno de la vida privada y

6 7
servían a sus fines exponiendo las representaciones comunes del repertorio las actividades y las formas de la vida cotidiana. La puna jujeña, como gran
iconográfico de la época en el contexto español, realizadas según los patrones parte del altiplano boliviano, constituye un caso particular de pervivencia de
estilísticos vigentes luego del Renacimiento. Cómo ocurrió con el conjunto las formas religiosas tradicionales y por eso, un interesante caso de estudio
de las formas artísticas traídas o impuestas por los europeos, estos pequeños del modo en que esta continuidad de la devoción doméstica cristiana se
nichos y retablos pasaron a formar parte de la vida cotidiana de los americanos, reprodujo en contextos de cultura indígena, no solo en la dimensión de las
así criollos como negros e indígenas y, como era de esperar, sufrieron en este grandes celebraciones colectivas conocidas, como la Semana Santa de Yavi o
tránsito modificaciones profundas, tanto en la selección iconográfica y la factura la fiesta de la Asunción en Casabindo, sino en el terreno de la intimidad y la
de las imágenes, como en sus condiciones de exposición. Lo mostraremos vida privada.
estudiando un conjunto de pequeños retablos y urnas (según la denominación Fuera de las iglesias, en las casas, las imágenes de la Puna se situaban
andina) propios de la puna jujeña y el sur de la actual Bolivia. en pequeñas capillas u oratorios o bien en las mismas viviendas comúnmente
dentro de pequeños edículos concebidos según la tradición de los altares
domésticos europeos según tres modelos básicos cuyas formas variaban
de sencillos cajoncitos a elaboradas arquitecturas, a veces decoradas
con columnas, pretiles, pináculos y remates de diferentes formas que le
conferían el carácter de un pequeño edificio decorado y las emparentaban
simbólicamente con los templos. (a) Los vidriados, comúnmente de planta
más o menos cuadrada podían tener todas sus caras o solo la puerta de
vidrio, y son derivación de los nichos coloniales, comunes en los interiores de
las residencias. Tenían el carácter de pequeñas arquitecturas e incluían el uso
de elementos decorativos del repertorio clásico como pilastras, ménsulas,
perillones, balaústres, molduras y cornisas, común en las urnas más antiguas
de la zona, que pueden datarse en el siglo XIX, pero que algunos realizadores
más recientes, como Hermógenes Cayo, han retomado en composiciones
de la segunda mitad del siglo XX |figs. 9 y 10|. Sus urnas muestran sobre el
cuerpo vidriado, a modo de ático, un variado despliegue de arcos, pequeños
edículos y distintos cuerpos oblongos a modo de pináculos góticos11 y
10. Hermógenes Cayo, urna vidriada
están terminadas con pintura ornamental de motivos fitomorfos o florales
estilizados. El espacio interno es relativamente cómodo y permite, como
veremos, el aditamento de diversos elementos. (b) Las urnas de paredes
9. Hermógenes Cayo, urna vidriada
ciegas |figs. 11 y 12| son corrientemente de planta rectangular, con la boca
sobre una de las caras mayores y escasa profundidad de cuerpo, en donde
El culto doméstico en el contexto cultural de la Puna de Jujuy
suelen colocarse varias imágenes yuxtapuestas, aunque también las hay de
La adopción de las imágenes cristianas por las poblaciones andinas fue
planta cuadrada. Suelen tener puertas que se rebaten poniendo a la vista
temprana y en cierta forma espontánea, en razón de su concepción religiosa
relieves o pinturas y que flanqueando el nicho dan al conjunto el aspecto
abierta a una pluralidad de dioses, propios o ajenos, como lo muestran las
de un retablo de cuerpo único y tres calles. Los nichos son casi siempre
expansiones étnicas antes de la llegada española y la incorporación a los
reducidos y un tanto oscuros debido a la opacidad de las paredes y a la
panteones locales de sus huacas y deidades, aún, como lo consigna Acosta, en
presencia de elementos de cerramiento como arcos o cenefas que limitan
el templo del Sol en Cuzco.9 Por esta razón, no debe resultar extraño el culto
la entrada de luz y la observación es siempre frontal. (c) Un tercer tipo lo
a los santos o a la Virgen, bien que, como veremos, en un marco conceptual
constituyen las piezas compuestas según una estructura más compleja de
diverso al original.10 Las formas devocionales transmitidas tradicionalmente
calles y cuerpos al modo de los retablos en miniatura, mediante el desarrollo
perduraron en la época republicana y se proyectaron hasta la actualidad,
de diversos registros tanto en la calle central como en las puertas o calles
especialmente en contextos alejados de las ciudades marcadas por la vida
laterales, como lo muestran los tres retablitos dedicados a la Virgen que
moderna constituyendo un verdadero género popular que hace tanto a la
presentamos |figs. 13 a 16|. Son, con más propiedad, versiones populares
factura de las imágenes como a la de sus continentes y desde ya a los usos
de los retablos coloniales en sus variantes portátiles, donde las características
y prácticas celebratorias en que toman parte. Naturalmente estas prácticas
de la organización expositiva reiteran las fórmulas tradicionales de la grilla en
excedieron el terreno puramente eclesiástico para proyectarse en los espacios,
8 9
pequeña escala. En los pequeños oratorios domésticos compuestos de un
sencillo local de adobe techado a dos aguas |figs. 17 y 18| o en las casas,
las urnas se disponen a menudo en conjuntos, sobre nichos especialmente
construidos o bien sobre mesas. En algunos casos, como en el oratorio-taller
de Hermógenes Cayo en Miraflores |figs. 19 y 20|, la arquitectura adopta
reminiscencias de las edificaciones coloniales en forma de arcos, arquivoltas y
bardas de cerramiento.
En todas estas estructuras sencillas, el ornamento es un componente
central, sea en forma de los elementos propios de la decoración arquitectónica
mencionados, que en las urnas cerradas suelen ser representados mediante
pintura sobre los arcos, puertas, jambas, enjutas y frontones imitando fustes
salomónicos, palmetas, molduras y dentículos |figs. 21, 22 y 23|, como en
la policromía de base que cubre con vivos colores saturados fuertemente
contrastados las superficies de paredes y puertas, sobre las que se despliega
el repertorio de jarrones, flores, tallos y hojas pintadas |figs. 24 y 25|. Ambas
formas, la utilización sencilla de decoración clásica, como la de plantas y flores,
forman parte de la tradición cristiana y de sus reelaboraciones andinas, pero
aquí adoptan un carácter francamente popular derivado de la arquitectura
local y de las pinturas murales que decoraban las iglesias en el siglo XVIII. El
uso del color es expresionista y desprejuiciado y combina matices saturados
de azules, fucsias, rojos, morados, verdes y amarillos en contrastes violentos
|fig. 26| siguiendo el gusto que se manifiesta igualmente en tejidos, ropas y
los adornos. Este uso del color contribuye, al estar tratado de modo plano y
geométrico en los fondos, a desnaturalizar la representación y a crear zonas
internas en las puertas aislando y recortando las figuras allí dispuestas |figs. 11
y 12|. No podemos sin embargo afirmar que esta haya sido una característica
11. Urna de Fancisco Calisaya, Yavi
original de las urnas, ya que las piezas más antiguas que conservan su pintura
original suelen tener de un cromatismo más sobrio, aunque también hay que
considerar que el color original ha sido apagado por el tiempo.

Las imágenes
Las imágenes que habitan estos receptáculos son de diferente carácter
y están hechas con técnicas variadas, pero en general comparten una clara
preferencia por la frontalidad, hecho que resulta natural considerando su
modo de implantación dentro de las urnas que en cierto modo reitera la
situación de las imágenes en los retablos. Sin embargo, pese a esta limitación,
tanto en el arte español como en el producido en los virreinatos siguiendo
los modelos europeos, el barroco implicó la manifestación expresa de la
tridimensionalidad y de la continuidad espacial en la composición dinámica y la
gestualidad de los cuerpos, hecho que morigeró notablemente la frontalidad
precedente. Esto no ocurre en la producción popular de la Puna, donde
las imágenes siguen disponiéndose de modo hierático, estáticas frente al
espectador. Los paños no flotan en el aire, las miradas no buscan el cielo ni
los ojos del devoto y el volumen total de las piezas se aplana en profundidad 12. Urna cerrada dedicada a San Juan Bautista y San Ramón, Yavi Chico
tratándose a menudo de una especie de relieves exentos.
10 11
Parece evidente que este gusto por la geometría y la frontalidad no se formas americanas |fig. 28|.13 Se trata de una reminiscencia de esas formas
debe exclusivamente a limitaciones técnicas sino a la manifestación de una “ahusadas” y lejanamente figurativas que los cronistas y los extirpadores de
estética propia que se puede seguir desde la concepción formal de las huacas o idolatrías asignaban a los “ídolos” de los indios y que los llevó a confundir la
deidades andinas de diferente orden –pero particularmente las pertenecientes huaca propia de los incas –Huanacauri– con una simple peña en las afueras de
a los ancestros ligados al origen que ocupaban un lugar primordial en los Cusco.14 Significativamente, y como lo señala Bernabé Cobo, eran aquellas
cultos locales–12 hasta la producción escultórica colonial de carácter indígena huacas que más devoción concitaban las que más se alejaban del naturalismo
en el Virreinato del Perú y que expresaba la vigencia de las formas simbólicas o presentaban rasgos monstruosos, pese a que en otros géneros escultóricos,
como el ornamental, los artistas y artesanos americanos se mostraban diestros
en su capacidad de representación mimética.15 Esta hermetización de las figuras
se producían por medio del uso de los mantos, tallados o reales en las imágenes
de vestir –comúnmente de María– convertidas por medio de la triangulación
de sus vestidos en una especia de montaña |fig. 29|, espacio típicamente
sagrado en los Andes. La identificación se hace explícita en la conocida Virgen
del Cerro de la Casa de la Moneda |fig. 30| y en varias más existentes en
colecciones privadas que ponen a la vista esta fusión conceptual.16 Igualmente,
las imágenes modeladas o pintadas sobre las puertas de las urnas, reiteran este
gusto por el emblocamiento global de las figuras mediante formas–marco que
las comprenden y regularizan sus contornos, como lo muestran los evangelistas
pintados en las puertas de la urna de Francisco Calisaya en Yavi |fig. 11 y 12|.
Es de notar que en el caso de las figuras pintadas se recurre usualmente a
modelos escultóricos representados bidimensionalmente (como ocurría con
13. Urna retablo dedicada a las imágenes de devoción de María en España) eliminando así la inclusión –
la Virgen de Pomata, cerrado,
Barrancas pensable en una pintura– de entornos contextuales o narrativos que darían un
14. Urna retablo dedicada a
tono más mundano o cotidiano a la imagen. Los planos de color y las formas
la Virgen de Pomata, abierto, ornamentales de encuadre colaboran, como dijimos, a su aislamiento visual.
Barrancas

15. Urna retablo dedicada a la


la Virgen de la Candelaria, Yavi
La iconografía de los altares domésticos en la Puna
Chico Estas continuidades formales tenían su correlato en la concepción
misma de la religiosidad, esto es, en el carácter asignado a los personajes
sobrenaturales y a su modo de inserción en la experiencia, ciertamente muy
diversa de la que implicaba el culto de Jesús, María y los santos en los contextos
y las concepciones religiosas tradicionales recontextualizadas en el marco de cristianos tradicionales. La selección de personajes representados, es decir, el
la ideología cristiana y del ritual. La “desanatomización” o el alejamiento del tipo de absorción iconográfica efectuada sobre el repertorio general cristiano,
naturalismo de las imágenes barrocas españolas o portuguesas representados es el primer indicador de estas sobrevivencias andinas, o si se quiere de los
por piezas importadas o producidas localmente por artistas formados en los cambios operados, si se las mira desde la óptica europea. Realicé en los años
círculos de fines del siglo XVI y comienzos del XVII, lleva al emblocamiento 90 un estudio de iconografía cuantitativa sobre un conjunto de 100 urnas
frontal y aperspectívico de los cuerpos, como se aprecia, por poner un caso, populares de la Puna de Jujuy existentes en los pueblos de Susques, Barrancas,
en la comparación del San Bruno de Manuel Pereira con el San Ramón Rinconada, Santa Catalina, Yavi, Yavi Chico, Portillos, Inti Cancha, Tambillos,
anónimo de Livi-Livi |fig. 27| en el que solo las cabezas y las manos remiten a Cochinoca, Casabindo, Miraflores y Abrapampa.17 La separación de diferentes
la representación de las alternativas físicas mientras que los hábitos y los mantos grupos de personajes cristianos arrojó el siguiente resultado porcentual.18
enmarcan la forma segmentándola del desarrollo del espacio y reprimiendo
cualquier rasgo o gestualidad particular. Cristo María Santos Santas Total

Este proceso constituye una secuencia regular que conduce paso a paso Cantidad de imágenes 13 34 100 7 158
del verismo teatral de los prototipos europeos a las muchas veces enigmáticas Porcentaje 88.22 21.55 63.29 4.43 100

12 13
Como vemos, la representación del conjunto de santos es aquí y nombres particulares consignan los cronistas. Se trata, nuevamente, de una
mayoritaria con poco menos de los 2/3 del total, porcentaje que invierte la reminiscencia andina aplicada al corpus de la iconografía cristiana, que resulta
relación entre este grupo y Cristo y María en contextos sujetos a supervisión filtrado por los cambios de interés relativos al tipo de beneficios esperados
eclesiástica directa, como Buenos Aires o las Misiones Jesuíticas, donde los del vínculo con los personajes sagrados, hecho que aparece explicitado en
resultados arrojan una preeminencia de ca. 60 a 40 (en ambos, aunque con las imágenes de las urnas adjuntando a la representación del santo la de sus
otras connotaciones distintivas) en favor de María y su hijo.19 El desagregado protegidos, como se aprecia en este caso de Casabindo que presentamos |fig.
del grupo de santos contiene otras sorpresas, la más importante, el hecho 31|. Aparecen aquí varias “irregularidades”, que sin embargo son comunes
de que esa notable cantidad de representaciones está dedicada en altísimo en la Puna. Por empezar, el hecho de que el titular de la urna, Mateo según
grado a unos pocos personajes. se desprende de la bolsa de monedas que sujeta, atributo que alude a su
El desglose de las imágenes de los santos muestra un criterio de profesión de recaudador de impuestos –aunque mi informante lo identificó
selección iconográfica sumamente perfilado hacia San Antonio, Santiago y como “Marcos”–, no ostenta el símbolo que le corresponde, un hombre
San Juan Bautista, que juntos representan el 64% del total. alado, sino el propio de Lucas –un buey–, convertido así en protector del
ganado vacuno. Su compañero Antonio, además de asignársele las llamas
Santo Cantidad Porcentaje a su cuidado es acompañado por un pequeño pastor negro, que según mi
San Antonio de Paula 29 29 informante Celedonio Vázquez, de Corral Blanco (Susques) es “el pastor de
Santiago 19 19 las llamas” y que forma parte de su séquito en la zona. El Bautista ejerce en
San Juan Bautista 16 16 cambio su patronazgo sobre las ovejas con más ortodoxia.
San José 6 6
San Lucas 5 5 Advocación Cantidad Porcentaje
San Francisco 5 5 La Candelaria (Copacabana) 8 22.85
San Ramón 4 4 Rosario (Pomata) 6 17.14
San Roque 3 3 María 5 14.28
San Juan Evangelista 3 3 Del Valle 5 14.28
San Marcos 2 2 De Luján 3 8.57
San Pedro 2 2 Dolorosa 1 8.57
San Agustín 2 2 Inmaculada 1 8.57
Santo Domingo 2 2 Guadalupe 1 8.57
San Isidro 1 1 Belén 1 8.57
Sin identificar 1 1 Del Carmen 1 8.57
Total 100 100 Perpetuo Socorro 1 8.57
De Lourdes 1 8.57
Las razones de esta preferencia abrumadora no son difíciles de Piedad 1 8.57
descubrir y es expuesta por los mismos propietarios de las urnas.20 Radica en Total 35 100
la consideración de estos personajes como protectores de ciertos ganados
que son en el orden presentado, las llamas, los caballos (y eventualmente La imagen de María, con algo más de 1/5 de las representaciones, es
los chivos) y las ovejas. Las razones de estas atribuciones o poderes están en igualmente un fuerte objeto de devoción, si bien como señalamos, en un
parte inspiradas por los tipos iconográficos coloniales en los que los animales grado menor al que presentan otros contextos a pesar de su vinculación o
implicados formaban parte de las representaciones (en el caso de Santiago en identificación con la popular Pachamama.21 Es de interés que la advocación más
su versión como Matamoros). El poder de Antonio para proteger las llamas representada, la Virgen de la Candelaria, lo es en relación con su imagen en
es en cambio misterioso y quizás inspirado por pinturas del episodio de la el templo de Copacabana en el lago Titicaca, centro regional de devoción que
mula arrodillada ante la eucaristía que portaba el santo portugués. En todo ocupó el lugar de un antiguo santuario prehispánico y que en cierta manera
caso, lo que nos interesa señalar es que esta predilección implica expectativas marca una continuidad celebratoria o, para usar la afortunada expresión de
ligadas a la cultura regional, donde los distintos tipos de ganado y de cultivos Verónica Salles-Rees, la recontextualización de la sacralidad ancestral.22 Como
tuvieron entidades sobrenaturales protectoras asignadas cuyas características lo muestra el cronista agustino Alonso Ramos Gavilán al relatar su historia,23 la

14 15
imagen figura la adopción del culto por la población indígena representada por
el mismo artífice Francisco Tito Yupanqui, a través de un complejo proceso
que incluyó mandatos inspirados, técnicas de formación artística, disputas de
carácter estético donde las diversas perspectivas plásticas parecen subyacer y
competencias entre los ayllus urin y anan y las respectivas cofradías que los
agrupaban. De ese complejo cruce de intenciones deliberadas y espontáneas
surge la imagen de Nuestra Señora de Copacabana, que tendrá amplia difusión
regional y proyectará su marianismo americanizado en una vasta escena
geográfica y temporal que llega a los santeros populares republicanos del
sur del altiplano boliviano–argentino. Su vecina dominicana, Nuestra Señora
del Rosario de Pomata, también adscripta a milagros y sucesos maravillosos
capaces de emular los de la Virgen de los agustinos, ocupa el segundo lugar en
las preferencias, apuntalando la idea de una selección ligada a los movimientos
devocionales regionales antes que a la encarnación de conceptos teológicos o
relatos que dominaban las iconografías europeas en las figuras de la Inmaculada
Concepción, Nuestra Señora de los Dolores o las mismas advocaciones de
la Candelaria y del Rosario en su forma original. Mediante el proceso de
americanización, las narraciones en torno a los hechos milagrosos producidos
por sus imágenes constituirán una historia sustituta que tomará el lugar de
sus antiguos relatos reformulando en una clave más cercana y propia las
fórmulas teológicas, los eventos evangélicos o las apariciones que fundaban
las advocaciones marianas europeas. Contrariamente, la figura de Cristo, no
tiene tanta difusión en la zona y fuera de las crucifixiones es relativamente
popular sólo como Justo Juez.
El segundo indicador de este desplazamiento es la implantación de
las imágenes en las urnas o nichos que describimos. A diferencia de lo que
ocurre en los retablos, cuyas hornacinas ponen a la vista las imágenes de
un modo ostensible, los santos y las vírgenes de nuestras urnas populares
son virtualmente sepultadas en un desordenado aluvión de objetos, flores o
adornos de la más variada índole |fig. 32|. Sus componentes están alejados
de la tradición ornamental o metafórica cristiana y son más bien segmentos de
la vida real introducidos en el espacio sagrado del nicho: plumas, algodones,
estampitas, flores de plástico, dinero, facturas, medallas, pedazos de tejido,
lana, cuentas, en fin, casi cualquier objeto capaz de aportar bien un sentido
ornamental, bien de representar algo deseado o valorado |fig. 33 y 34|. La
primera implicancia de esta disposición es plástica y tiene que ver con el cambio
de las condiciones de exposición de las esculturas, ahora formando parte de
16. Urna retablo dedicada a la Virgen, oratorio Mamani, Santa Catalina
un conjunto donde es muchas veces difícil discernir la obra de los agregados.
Indudablemente opera aquí, como ocurría en la configuración misma de las
imágenes, una estética que tiene poco que ver con el naturalismo moderno
europeo y que sacrifica la percepción de la forma al interés de los elementos
agregados o, dicho de otro modo, que halla en esa superposición una forma
más sugestiva para sus fines.
A la vista de esta acumulación de objetos significativos en las urnas, no
se puede evitar pensar en las ofrendas que según los cronistas se quemaban

16 17
o enterraban en los rituales debidos a las huacas. Se componían de los más rosario y la novena, con danzas en torno a hogueras de tola y “cuarteadas” en
variados objetos y materiales: chicha y coca en primer lugar, pero también las que se descuartiza un cordero mientras se adora la imagen y unos bailarines
maíz, quinua, papas, frutas, cebo de víbora, coa, cuises, plumas de ñandúes con máscaras de toros y caballeros hacen sus reverencias a María y Lucía junto
y otros pájaros, conchas marinas, vestidos y tejidos, vajillas, adornos, polvos a emplumados hombres suri (ñandú). Las danzas se prolongan en la noche y
de colores, piedras, plata y oro a lo que se agregaba sangre de sacrificios con continúan desde temprano con saludos al Ángel y a la Virgen, procesiones y
que se untaban las huacas.24 Aunque no existía una relación necesaria entre bendición de los corrales, comida comunitaria y nuevas danzas y cuarteadas.
ofrenda y expectativa, era común que los objetivos rituales se reprodujesen en Se acaba con una “chaya” junto a un pozo donde se entierra y quema una
los elementos seleccionados para realizarla, esperando la retribución: con maíz tola olorosa llamada coa o coba junto con incienso, coca, comida y cigarrillos,
se pedía maíz, con llamas, llamas, con las conopas25 de los cuises, cuises y con arrojando chicha y cerveza, elementos que pertenecen en varios casos (coa,
el mullo,26 agua, en un doble espejo que integraba realidad y construcciones coca, chicha, comida) a la tradición ofrendática regional, del mismo modo que
mentales, prácticas y simbolismo. Es claro que el contexto del culto a María,
Cristo y los santos cristianos es sumamente diferente, pero sin embargo la idea
de proveer a estos personajes con capacidades sobrenaturales de un ajuar
de elementos deseados –tanto por el oferente como, supuestamente, por
el receptor– acompañando el ceremonial con rogativas similares a las que se
dirigían a las deidades americanas plantea una situación de significación análoga
en el tipo de vínculo que se pretende establecer con los poderes del más allá.
Sepultadas bajo los aditamentos, las imágenes deslíen su identidad plástica para
integrarse a ese conjunto de deseos materializados en objetos. Poco parece
quedar del sentido moralizante que la exhibición de la virtud ponía en las
narraciones que acompañaban la vida de los santos y que el naturalismo de la
plástica pos-renacentista encarnaba al vivo, según se les pedía a los escultores 20. Oratorio de Hermógenes Cayo, Miraflores
que trabajaran sus tallas.
Finalmente, esta afinidad conceptual en el tratamiento y las expectativas 19. Oratorio de Hermógenes
Cayo, Miraflores
sujetas al culto quedan a la vista en el análisis de la pragmática, esto es, en el
estudio de los contextos de uso en que las imágenes dispuestas en las urnas el enterramiento de lo ofrecido y el uso del fuego como medio transformador
adquirían performatividad. Las celebraciones populares de los santos por de la ofrenda. La comparación de esta celebración con la fiesta de la Señalada,
dedicada a la marca del ganado descripta por Juan Antonio Carrizo en la década
de 1920,7 muestra de un modo sorprendente la afinidad entre los secuencias,
elementos y fines de ambos eventos.28

Diversidad de miradas, pluralidad de culturas


En los distintos niveles en que hemos analizado la reelaboración popular
de las imágenes y su entorno, así como en las expectativas dirigidas a ellas y
en los procedimientos empleados para desarrollar el culto se percibe la misma
tendencia a transformar el corpus original proveniente de la tradición cristiana
17. Oratorio de Francisco Calisaya, Yavi 18. Oratorio dedicado a Santa Lucía, afueras de
Casabindo española en un aparato ritual adaptado a las concepciones andinas y motivado
por el tipo de pedidos que caracterizaban el ceremonial dedicado a las huacas:
la población de la Puna jujeña mezclan aún hoy sin reparos las oraciones y
la benevolencia meteorológica, el multiplico del ganado y el rendimiento de las
procesiones cristianas con los mecanismos propios del culto andino en un
cosechas. Como se difumina el naturalismo barroco en las herméticas formas
proceso sincrético donde apenas es posible distinguir las particularidades
de las imágenes, se desdibujan las narraciones hagiográficas que hacían de los
de cada uno. Hace unos años recogí descripciones de la ceremonia que
santos héroes modélicos destinados a presentar encuadradas históricamente
se realiza en las afueras de Casabindo en homenaje a Santa Lucía, patrona
acciones apoyadas en el universo valorativo de la moral cristiana y hacerlas
de un pequeño oratorio doméstico en el campo. La secuencia de acciones
así asimilables y operativas para la comunicación y la imitación. Estos cambios
desarrolladas a lo largo de dos días (del 12 al 13 de diciembre) mezclan en un
modifican también el modo en que el adorno opera sobre las imágenes,
continuo la tradicional ceremonia cristiana del vestido de la Virgen y el rezo del
18 19
24. Decoración floral de puertas de diversas
urnas de la Puna

21. Arcos y remates de diversas urnas de la Puna

25. Decoración floral de puertas de diversas


urnas de la Puna

22. Jambas decoradas y comunas de 23. Elementos decorativos de


diversas urnas de la Puna diversas urnas de la Puna

20 21
reemplazando la tradicional metáfora del oro y la luz, signos de la sacralidad y la perspectivas e intereses de quienes las reelaboran. Así, las imágenes cristianas
virtud, por una variedad de elementos tanto propios de los rituales regionales fueron natural pero firmemente integradas en la visión religiosa de los Andes,
como provenientes del entorno actual, que de ese modo se introduce ligada desde que sabemos a la órbita de la obtención de recursos para la vida
representando las necesidades que los destinatarios deberán atender: ya no y por eso consustancial al conjunto del proceso social y cultural y al modo de
exclusivamente las cuestiones agrarias, sino también las relativas al dinero o a
las cuentas, a la producción comercializable, a los textiles y las lanas.
En resumen: la pervivencia de la cultura andina en los enclaves menos
integrados al circuito de producción capitalista y a los modos organizativos y
concepciones de la sociedad industrial, da continuidad a lo que creo puede
considerarse, desde el establecimiento mismo del orden colonial, una
verdadera interacción multicultural. La religión fue la clave de bóveda de esta
comprensión divergente de un mismo corpus de ideas, patrones y personajes, 28. Desanatomización de la figura en imágenes de
San Francisco y San Juan Bautista de la Puna de Jujuy
es decir, de la resignificación del cristianismo en clave andina. El punto
muestra, en los evidentes límites del adoctrinamiento cristiano, la profunda
cesura que separa todavía al mundo indígena de la cultura occidental, pero 27. Manuel Pereyra, San Bruno, Cartuja de Miraflores.
San Ramón, Iglesia de Livi-Livi
también, la existencia de ciertos espacios comunes de intercambio donde
los signos impuestos operaron y pudieron ser recodificados en una nueva concebir el vínculo entre la vida de los hombres y el espacio sobrenatural. Las
dimensión, atravesando los límites de las formas simbólicas activas a un lado preocupaciones morales y el fomento de ciertos valores que subyacen en la
y otro de la frontera que separa ambas semiosferas. Los dos procedimientos, iconografía y el discurso cristiano dejan así lugar a una visión pragmática del
la adopción espontánea y la reelaboración en clave propia fueron parte del culto, dirigida a mejorar las condiciones de la vida y alejada de la problemática
proceso cultural de asimilación de la cultura europea desde los primeros del pecado y la condenación. Muchas de las formas propias del culto cristiano,
tiempos coloniales. Ya en 1552 las ordenanzas del virrey Mendoza prohibían incluidas las cofradías, tuvieron una sincera aceptación, tanto en el período
en México a los indios no autorizados por el gremio la confección espontánea colonial como en la época republicana31 pero era una asimilación apoyada en
de imágenes,29 donde debe entenderse que esta existía y en cierta forma es la perspectiva de comunidades tradicionalmente ritualizadas y que se fundía
análogo el empeño de Tito Yupanqui por imponer la imagen de la Candelaria inexorablemente con la mirada propia. En cierta forma el proceso llevó tanto
que hiciera en Potosí contra la voluntad del obispo y de los cuerpos de a una andinización del cristianismo como a la cristianización de los indígenas.
españoles.30 Cómo lo enunció el jesuita extirpador de idolatrías Pablo de Arriaga en
Para terminar, el arte colonial y sus derivaciones populares que llegan 1621 al dar por sentada la estabilidad de las religiones locales en el Perú, los
hasta la actualidad nos ofrecen un ejemplo del modo en que la circulación pobladores de los Andes estaban “repitiendo las cosas que aprendieron con la
de las ideas, las concepciones y los rituales, como una materia viva, son leche y que son conformes a su capacidad y inclinación”.32
trasladados y reformulados según las diversas experiencias culturales y las
Notas
*
Instituto de Teoría e Historia del arte Julio E. Payró, Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad de Buenos Aires.
1
Este trabajo recoge parcialmente algunos estudios previos que se citan
oportunamente. Todas las fotos que acompañan el texto fueron tomadas por
el autor.
2
González, Ricardo, “Retablos y predicación” en IV Jornadas de Estudios e
Investigaciones. Imágenes-Palabras-Sonidos-Prácticas y reflexiones, Instituto de
Teoría e Historia del Arte “Julio E. Payró”, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad de Buenos Aires, 2000 y “Los retablos barrocos y la retórica
cristiana” en Actas del III Congreso Internacional de Barroco Iberoamericano,
Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, 2001.
3
AGN, Sucesiones, legajo 8136.
4
AGN, Sucesiones, legajo 8413.
26. Urna dedicada a la Piedad, Santa Catalina 5
AGN, Sucesiones, legajo 7785.
22 23
6
AGN, Sucesiones, legajo 8736.
7
Estrictamente hablando, es decir en relación con el ritual, los retablos no
deben considerarse un elemento litúrgico, ya que no son precisos para la
ejecución del mismo. Sin embargo, como la palabra “litúrgico” tiene alcances
diferentes, de un modo más general podría discutirse esta afirmación.
8
Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Marquesado de Tojo, Carpeta 123,
fl. 4v. Nichos conteniendo imágenes aparecen también en los inventarios de
las carpetas 145 y 243.
9
Acosta, José de, Historia natural y moral de las Indias, Madrid, R. Anglés
imp.,1894 (1590), t. 2, p. 46.
10
González, Ricardo, “El cristianismo y la religiosidad andina”, en Caretta,
Gabriela y Zacca, Isabel, Derroteros de la construcción de religiosidades. Sujetos,
instituciones y poder en Sudamérica, siglos XVII al XX, Tucumán, CONICET,
UNSTA, CEPHA, 2012, pp. 431-447.

29. Virgen de Belén, Susques

11
Es interesante la relación que Jorge Prelorán sugiere en la película que dedica
al imaginero de la Puna poco antes de su muerte (https://www.youtube.
com/watch?v=pXbxAft_q7M, 1967) entre las portadas neo-románicas que
Hermógenes observa en su viaje a Buenos Aires y el portal de su casa-taller de
Miraflores y quizás un vínculo análogo pueda imaginarse para las decoraciones
30. Virgen del cerro, Casa de la Moneda, Potosí
de algunas de sus urnas.
12
Para un panorama de los distintos tipos de huacas, su materialidad y espacios
de culto, así como la importancia relativa de las huacas generatrices, ver
mi trabajo “Tradición y cambio en la estética andina. Huacas y dioses en las
crónicas del Perú”, en Segundas Jornadas Estudios e Investigaciones en Artes
visuales y música, Buenos Aires, Instituto de Historia y Teoría del Arte Julio

24 25
Payró, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1996, pp. 22
Salles-Reese, Veronica, From Viracocha to the Virgin of Copacabana.
93-105. Representation of the Sacred at Lake Titicaca, Austin, University of Texas
13
González, Ricardo, Imágenes de dos mundos. La imaginería cristiana en Press,1997, pp. 53.
la puna de Jujuy, Buenos Aires, Fundación para la Investigación del Arte 23
Ramos Gavilán, Alonso Historia de Nuestra Señora de Copacabana, La Paz,
Argentino-Telefónica, 2003, pp. 242-243. Academia Boliviana de la Historia, 1976 (1621).
14
Cobo, Bernabé, Historia del Nuevo Mundo, Sevilla, editado por Marcos 24
Son numerosas las referencias de los cronistas y extirpadores de idolatrías
Jiménez de la Espada,1890 (1653), t. 4, p. 36. a los rituales y sus elementos. Enumero aquí algunas que considero
15
Cobo, Bernabé, Historia del Nuevo Mundo, Sevilla, editado por Marcos representativas: Arriaga, op.cit., p. 16, 24, 25, 26, 27 y 29, Huamán Poma
Jiménez de la Espada,1890 (1653), t. 3, pp. 345-346. de Ayala, Nueva crónica y buen gobierno, Lima, 1957 (1615), t.1, p. 420 y
16
Gisbert, Teresa, Iconografía y mitos indígenas en el arte, La Paz, Gisbert, 443, Cobo, op.cit., t.1, p. 473 y 484, t. 2, p. 85 y 235, t. 3, p. 256, Molina,
2008 (1980), pp. 17-22.
17
La ubicación de las urnas de donde proviene el listado de personaje se
puede ver en González, 2003, pp.166-170.
18
González, Ricardo, Imaginería popular y vida en la Puna, en Boa. Boletín
de Arte, Facultad de Bellas Artes, Universidad Nacional de La Plata, La Plata,
1993, pp. 66-67.
19
Puede verse en González, Ricardo, “Relato, cultura, historia: absorción
selectiva y metabolización iconográfica en el arte colonial sudamericano”
en Actas del VI Congreso Internacional de Etnohistoria Buenos Aires, 2005.
Este trabajo tiene algunas modificaciones en el modo de cálculo que varían
levemente pero no desmienten esta afirmación.
20
González, 2003, op.cit., pp. 171-172.
21
La identificación de María con deidades telúricas femeninas se da en otras 32. Santiago con flores ornamenta-
regiones americanas, como ocurre en México con la figura, conceptualmente les, Casabindo
33. Hermógenes Cayo, urna con 34. Hermógenes Cayo, Crucifi-
cercana a la madre tierra andina de Tonantzin. La capilla de Santa María San Ramón, San Juan Bautista y San xión con diversos aditamentos,
Tonantzintla, cerca de Cholula, con su apabullante ornamentación de José, Casabindo Cochinoca

querubines, chiles y follajes es el santuario de esta representación mariana


que ya en su nombre funde la deidad mexicana con la madre de Jesús. Cristóbal de (del Cuzco), “Destrucción del Perú” en Las crónicas de los Molina,
Lima, 1943 (1553), pp. 27–28, 37 y 83, Cieza de León, Pedro, La crónica
del Perú, Madrid, 1941 (1553), p. 256, Lizárraga, Reginaldo de, Descripción
colonial, Buenos Aires, 1928 (1600), p. 70.
25
Deidades particulares o domésticas que los cronistas asimilan a los dioses
lares y penates romanos.
26
Conchas marinas utilizadas para los rituales acuáticos.
27
Carrizo, Juan Antonio, Cancionero popular de Jujuy, Tucumán, 1934.
28
González, Ricardo, “Arte y poder en el mundo andino” en Arte y poder,
Buenos Aires, Centro Argentino de Investigadores de Arte, 1993.
29
Toussaint, Manuel, Pintura colonial en México, México, UNAM, 1982, p.
218.
30
Ramos Gavilán, op.cit., pp. 124-125.
31
González, Imágenes de dos mundos, op.cit., pp. 130-132 y 180-181.
32
Arriaga, op.cit., p. 46.

31. San Mateo, San Antonio de Padua y San Juan Bautista con el ganado que protegen

26 27
Agustina Rodríguez Romero* / Miguel Galas de los Ríos y Leonardo Flores:
la comitencia de un cura doctrinero en el marco de las visitas al Obispado
de La Paz (fines del siglo XVII)

Es mucho lo que resta aún por estudiar del patrimonio artístico surandino
del periodo colonial.1 En general, las obras más conocidas y estudiadas son
aquellas que se encuentran en las colecciones de museos e iglesias de las
ciudades más importantes de Bolivia, Argentina y Chile. Sobre las pinturas en
particular, muchas permanecen inadvertidas debido a que forman parte del
patrimonio de templos menos frecuentados. Ante esta situación, consideramos
que resulta necesario profundizar en el estudio de las obras que permanecen
en su emplazamiento original, es decir, en los muros de los templos del altiplano
andino. Por un lado, tal abordaje permitirá apreciar el fundamental entramado
de imágenes que construye el ambiente sacralizado de dichos templos,
al tiempo que echará luz acerca de los lazos que se establecen entre los
espacios cercanos y sus respectivos programas iconográficos. En esta ocasión,
pretendemos dar cuenta de los primeros avances sobre una investigación en
torno a los templos del Obispado de La Paz y sus conjuntos pictóricos a fines
del siglo XVII.2 En particular, buscamos indagar en las estrategias desde las
cuales las imágenes fueron concebidas y apropiadas por los distintos actores
sociales en este espacio geográfico.
En relación con estos objetivos, destaca el momento en que la sede
episcopal de La Paz estuvo a cargo de Juan Queipo de Llano y Valdés. Nacido
en Asturias en 1642 en el seno de una familia noble, fue electo obispo de La
Paz en el año 1680 y en 1694 fue designado arzobispo de La Plata.3 Si bien
aún resta ahondar en la figura del obispo, las fuentes dan cuenta del particular
interés de este prelado por la administración de las fábricas de los templos bajo
su cargo. En la ciudad de La Paz fue un activo promotor de la construcción de la
Catedral, edificio que fue finalizado en 1692 gracias a sus donaciones personales
y a la gestión orientada a recaudar fondos entre encomenderos e indios de la
diócesis.4 Por otra parte, una de sus primeras acciones como arzobispo de
La Plata fue gestionar el dorado del retablo mayor, de los colaterales y del
púlpito de la catedral de dicha ciudad.5 El obispo también fue reconocido por
la atención que prestó a su oficio pastoral al cumplimentar con tres visitas al
obispado de La Paz en los años 1683, 1687 y 1690. Estas visitas produjeron una
importante cantidad de documentos, conservados actualmente en el Archivo
Arzobispal de La Paz.6
Más allá de la gran cantidad de fuentes que refieren a su actividad, el
nombre de Queipo de Llano aparece asociado directamente a un conjunto
de pinturas. En la cartela de la pintura sobre el Purgatorio, de la serie sobre las
Postrimerías de la iglesia de Carabuco, consta lo siguiente (Fig. 1):

El año 1669 por el mes de Noviembre entro aser cura en este pueblo
el Br. Joseph de Arellano quien con deboto selo adorno la Capilla Mayor
hizo el coro y compro el órgano y estos quatro quadros por mano de

29
Joseph Lopez de los Rios maestro Pintor quelos acabo el año de 1684
que fue promovido el dicho cura a la Mayor de Chucuyto por el Illmo
Señor Doctor Don Joan Queipo Llano de Valdes Obispo de la Ciudad
de la Paz mi Señor del Consejo de su Mgd que Dios gua.7

La creación de estas pinturas en el marco de las visitas pastorales da


cuenta de la importancia que daban los curas doctrineros al adorno del templo
con el objetivo de salir airosos del escrutinio.8 Esta estrategia en torno a las
imágenes podía, además, facilitar la promoción hacia doctrinas de mayor
jerarquía, como fue el caso de José de Arellano al ser promovido a la doctrina
mayor del pueblo de Chucuito, que correspondía al templo de San Pedro.9
Efectivamente, Arellano recibió una visita el día 20 de julio de 1683, en
el marco de la campaña promovida por Queipo de Llano. La comitiva estuvo
encabezada por el visitador Juan Antonio Eguaraz y Pasquier. La preparación
previa, y un tanto urgente, del templo antes de la visita queda probada en el
análisis de la memoria de los gastos de fábrica del templo de Carabuco, escrito
que se les requería a los curas para cumplimentar con los documentos que
debían ser informados.10 El detalle de los gastos comienza en el año de 1676,
fecha de la última visita a la doctrina.11 En esos ocho años –entre 1676 y 1683–
los gastos registrados resultan cotidianos y vinculados al funcionamiento del
templo, como la compra de cera, óleos, incienso y otros consumos menudos.
Los importes anuales anotados van desde los cincuenta a los ochenta pesos.
Ahora bien, las últimas dos hojas de este anexo registran una gran
cantidad de gastos realizados en el año 1683. Allí se anotan, entre otros
desembolsos, la compra de una palia bordada por catorce pesos, una pieza de
ruan por noventa, la hechura de dos albas, cinco manteles y de un sobrepelliz
por veintidós. Se registra la compra de seis mil tejas y la reparación de las
goteras por ciento cuarenta y cuatro pesos, el aderezo de llaves nuevas para la
iglesia, sacristía, baptisterio y alacena de los santos óleos por once, y el pago al
maestro cantor por cincuenta. Los expendios mencionados hasta aquí superan
ampliamente lo registrado en años anteriores. Pero los pagos más importantes
se vinculan con los “cuatro lienzos grandes” de la iglesia.12 Solo la hechura
1. José López de los Ríos de las pinturas se registra en cuatrocientos pesos, mientras que la confección
Purgatorio, Carabuco, 1684, óleo s/ lienzo.
Foto: Carlos Rúa de los marcos y bastidores, y la compra de clavos y alcayatas suman cerca
de doscientos pesos más. Estas últimas dos hojas del anexo se encuentran
firmadas por Arellano con fecha del 19 de julio de 1683, es decir, un día antes
de que comenzara la visita pastoral.
Como podemos ver en la documentación analizada, las visitas imponían
una puesta a punto de los templos y de los ornamentos. Tal como indicaban
las constituciones sinodales de Lima, “Los Curas de las Parrochias procurarán
tener sus yglesias bien adornadas, y con buenos ornamentos haciendo que se
aderecen los que estuvieren maltratados e indecentes”.13 Como ha señalado
Gabriela Siracusano para el caso de Carabuco, nada más llamativo para
adornar los templos y ser considerado un cura diligente que grandes lienzos
de pintura programática, estrategia que siguiera José de Arellano al encargar al

30 31
pintor José López de los Ríos las cuatro pinturas grandes sobre el tema de las
Postrimerías. En esta ocasión, quisiéramos profundizar en estos encargos de
grandes conjuntos de imágenes en el marco de las visitas pastorales a partir
de la relación establecida entre el pintor Leonardo Flores y el cura doctrinero
Miguel Galas de los Ríos.
La figura del maestro pintor Leonardo Flores ha atraído la atención de
los historiadores del arte colonial. Una serie de cartas –conservadas en el
Archivo Arzobispal de La Paz– presentan los informes que dirigía al presbítero
Miguel Galas de los Ríos, su comitente, acerca de la actividad desarrollada
entre los años 1683 y 1684.15 Esta documentación, junto con la mención de
su nombre en los libros de cuentas de ciertos templos de la zona, lo presenta
como un artista muy requerido a fines del siglo XVII.
El relevamiento de los templos mencionados en la documentación
permitió delimitar un primer corpus de imágenes que, luego del estudio
iconográfico y formal llevado a cabo por Teresa Gisbert y José de Mesa,
fue ampliado a partir de la atribución de otros conjuntos de pinturas. Se lo
ha caracterizado por el modo ampuloso de representar los atuendos de las
figuras, así como las plumas en los tocados y las joyas que aparecen a modo
de broches que decoran la ropa. Los rostros, ovalados y sonrojados, son más
bien esquemáticos en la mayoría de sus obras.16
Leonardo Flores, al igual que su contemporáneo Melchor Pérez de
Holguín, desempeñó un papel fundamental en la escritura de la historia del
arte de Bolivia. La cantidad de fuentes primarias que lo menciona así como la
posibilidad de analizar su quehacer artístico a partir de un importante corpus
de imágenes resultó inusitada en relación con la información concerniente a
otros pintores de la zona.
Flores es descripto en los documentos como vecino de la ciudad de
La Paz, por lo que fue considerado criollo o mestizo por algunos autores.17
Si bien Mesa y Gisbert remarcan lo “incorrecto y vetusto del lenguaje” de
sus escritos, consideramos que se trata de un individuo que es capaz de
escribir cartas enteras de su puño y letra, con una caligrafía clara y, además,
se muestra conocedor de las fórmulas de cortesía esperables para la época.18
Sus obras han sido localizadas en diferentes templos del obispado de
La Paz, como los de los pueblos de Yunguyo, Guaycho (hoy conocido como
Puerto Acosta), Ilabaya, Italaque, Collana y Cohoni (Fig. 2). La cantidad de
pinturas relevadas para cada espacio –por su mención documental o por su
presencia actual en los templos– permite establecer que Leonardo Flores fue
contratado para la creación de varias pinturas por templos, es decir, para la
elaboración de programas iconográficos que dieran a los conjuntos un sentido
coherente y unificado. Estas series de imágenes presentes en los templos del 2. Leonardo Flores
Collao fueron interpretadas como un discurso visual en el que primaba una Santiago matamoros, Ilabaya, ca.
1683, óleo s/lienzo. Foto: Carlos
función didáctica y devocional. Sin embargo, y como pretendemos demostrar,
consideramos que su creación estuvo también vinculada a sustentar la posición
de los curas en el marco de las visitas pastorales de fines del siglo XVII.19
Si bien muchos de los cuadros de estos conjuntos creados por

32 33
Leonardo se han perdido o han sido robados –motivo por el cual resulta José, su hijo, es el protagonista de una historia repleta de aventura y drama,
difícil reconstruir de modo fehaciente la lógica detrás de estos programas– que es abordada con las escenas del Recibimiento de los hermanos de José en
hemos observado la preeminencia de temas del Antiguo Testamento en su Egipto y del Descubrimiento de la copa de José en el saco de Benjamín. Además
producción.20 La selección de imágenes para la creación de estos conjuntos de estas cuatro obras, se encuentran dos pinturas de la vida de David –­ David
se sustentaba, como es sabido, en ediciones europeas de biblias ilustradas. En y Goliat y la Muerte de Absalón­– y otra sobre el tema Ester ante el rey Asuero.
muchos de estos impresos, el texto cedió terreno a imágenes didácticas, y se Otro conjunto de pinturas atribuido a Flores es el del templo de San
transformaron en biblias de imágenes. Estas representaciones, que abordaron Bartolomé de Cohoni, un poblado a poco más de cincuenta kilómetros al
los temas veterotestamentarios en toda su complejidad, fueron apropiadas en sudeste de La Paz. Estas pinturas presentan una iconografía heterogénea pero
América como modo de asegurar la correcta exégesis visual del texto bíblico. en algunos puntos resulta muy cercana a la de Italaque.23 Se preservan nueve
A modo de ejemplo podemos mencionar el Thesaurus Sacrarum Historiarum pinturas, siete escenas del Antiguo Testamento y dos del Nuevo. En relación
publicado por Gerard de Jode en 1579 –y con ediciones posteriores–, así con los temas veterotestamentarios, encontramos que el protagonista en
como las series grabadas por Philippe Galle y Hieronymus Cock a partir de las este templo es el Rey David, héroe bíblico por antonomasia y representado
creaciones de Maarten van Heemskerck, de mediados del siglo XVI (Fig. 3).21 en cuatro pinturas. La primera, David y Goliat, representa dos escenas: a la
Uno de los conjuntos más importantes de la producción de Flores es derecha la decapitación de Goliat, y a la izquierda, David carga orgulloso la
cabeza del gigante. Detrás de estas dos escenas, el ejército de Israel acomete
sobre los filisteos que huyen tras la muerte de su campeón. El segundo asunto
refiere al Regreso triunfal de David quien, estandarte en mano, encabeza el
grupo de jinetes y soldados en el sector superior izquierdo de la pintura (Fig.
4). Delante de ellos, las mujeres de Israel celebran con música y danzas la
victoria del pueblo elegido sobre los filisteos. En primer plano se desarrolla
otra escena que ha sido interpretada como el momento en que Saúl le entrega
su espada a David antes de la batalla con Goliat. Sin embargo, este hecho no
concuerda temporalmente con el asunto de esta pintura y nuestra propuesta
es que se trata de otro personaje que entrega sus armas a David: el príncipe
Jonatán quien, luego de la victoria de David, le obsequia manto, vestido,
espada, cinturón y arco, este último objeto sostenido por el soldado detrás
de ambas figuras. La tercera pintura aborda el tema de la ofrenda de comida
de Abigaíl al ejército de David, y la cuarta, la Muerte de Absalón, el hijo del rey,
en manos de Joab (Fig. 5). La composición y elementos iconográficos de este
cuadro se reproducen en el mencionado templo de Italaque así como en el de
Ilabaya. La Muerte de Absalón así como la Proclamación de David de este último
templo, también han sido atribuidas al pincel de Flores.
Además de estos temas relativos a la vida de David, en Cohoni se
encuentran representados los temas de la Toma de Jericó, Judith y Holofernes,
3. Maerten de Vos (inventor), Johannes y Esther ante el rey Asuero. En las pinturas sobre las heroínas bíblicas, Flores
Wierix (grabador), Gerard de Jode (editor) representa a las mujeres con todos los detalles característicos de su pincel:
Muerte de Absalom, en Gerard de Jode, Thesaurus sacra-
rum historiarum veteris testamenti, Amberes, 1585. ropas ampulosas con diseños textiles elaborados, gran cantidad de broches en
su vestimenta y tocado, plumas en su pelo y un rostro pequeño, de facciones
el que se encuentra en la iglesia de San Miguel en el poblado de Italaque, delicadas. En relación con la escena de Esther, no resulta habitual que ésta
al noreste del lago Titicaca. Lamentablemente, solo ocho lienzos del pintor se desarrolle fuera del palacio del rey. Resulta interesante notar que entre la
sobrevivieron a un incendio sucedido en el templo en el año 1957 por lo que multitud conmocionada por la decisión de Asuero de matar a los israelitas,
resulta difícil avanzar sobre el sentido del conjunto aunque resulta claro que los podemos identificar a Mardoqueo que observa a su sobrina y a Amán, que
protagonistas son Jacob y su hijo José.22 El primero, personificación del pueblo se dirige hacia Mardoqueo para castigarlo. Nuevamente, la escena es muy
hebreo, es representado en dos pinturas: las escenas del Sueño de Jacob y la similar a la de Italaque por lo que, junto con la de David y Goliat y la muerte
Lucha con el ángel, dos temas característicos de la historia de este patriarca. de Absalón son tres las pinturas que se repiten en ambos sitios y dan cuenta

34 35
4. Leonardo Flores
Regreso triunfal de David, Cohoni, ca.
1683, óleo s/lienzo. Fotografía: María
Isabel Álvarez Plata

36 37
de los vínculos entre los conjuntos. el curato de Quiabaya, donde permaneció hasta 1683, año en que se le otorgó
Esta repetición de temas es característica del uso de estampas como el curato y doctrina de Italaque. Finalmente, en 1683, se hizo cargo del curato y
modelo por parte de Flores, sin embargo, el artista da cuenta de una doctrina de Cohoni y en 1692 figura también a cargo de la doctrina de Collana.
apropiación creativa de los modelos. De las pinturas analizadas en Cohoni se Además de estos diferentes cargos ocupados como doctrinero, Galas de
podrían trazar correspondencias con modelos grabados en el caso la Toma los Ríos cumplió otras funciones para el obispado de La Paz, como comisario
de Jericó y de la Muerte de Absalón con las imágenes del Thesaurus sacrarum de la Santa Cruzada de las provincias de Chucuito y Larecaja, vicario y juez
historiarum, y la pintura de Judith y Holofernes con las estampas de Jean Cousin eclesiástico de las provincias de Larecaja y Omasuyo, comisario del Santo
en Figures des histoires de la Saincte Bible, 1646, o la publicación de La Saincte Oficio de la Inquisición y, por último, contador mayor de cuentas de la visita
Bible Françoise de 1621 (Figs. 3 y 5).24 del obispado. Tal como figura en los documentos, Galas de los Ríos trabajó con
El conjunto del templo de Collana también fue atribuido a Leonardo sucesivos obispos como Martín de Montalvo, Gabriel de Guilléstegui y Juan
Flores. Según Mesa y Gisbert los cuadros tienen la misma inspiración que Queipo de Llano y Valdés.
los de Italaque. Identificado como un conjunto sobre la monarquía hebrea, De los derroteros de Galas de los Ríos se desprenden otros datos más
presenta los temas de la Muerte del rey Ela, el rey Ezequías manda cortar allá de los puntualizados por Mesa y Gisbert, esto es que el cura no sólo era
los bosques y destruir la serpiente de bronce, otra escena que tiene como visitador del obispo Queipo de Llano –hecho que se confirma en los registros
protagonista al rey Jeroboam y la Toma de Jericó. de la visita al pueblo de Guaycho– sino que estuvo a cargo de las doctrinas de
Ahora bien, hasta aquí hemos revisado algunos de los conjuntos tres templos en los que se encuentran pinturas atribuidas a Leonardo Flores:
atribuidos a Flores, su iconografía y la apropiación de fuentes grabadas. Sin Italaque, Cohoni y Collana.28 Por otra parte, son justamente estos tres templos
embargo, este enfoque sobre la figura del artista y el estudio de los conjuntos los que poseen programas iconográficos similares en tanto presentan imágenes
de pinturas de su autoría nos han alejado de la posibilidad de identificar las sobre temas del Antiguo Testamento, motivos que resultan muy particulares
estrategias religiosas y políticas detrás de estos encargos y, en particular, por la selección y combinación de asuntos. En este sentido, y en relación con la
de los comitentes de estas imágenes. José de Mesa y Teresa Gisbert han documentación analizada, podríamos confirmar el vínculo entre el cura Miguel
postulado, para el caso de las pinturas del templo de Italaque así como las Galas de los Ríos y el pintor Leonardo Flores para la creación de conjuntos
de Guaycho, la comitencia del obispo de La Paz, Juan Queipo de Llano, por pictóricos para estas tres iglesias. Por otra parte, la afirmación acerca de la
intermedio de su visitador Miguel Galas de los Ríos.25 Hasta el momento, no comitencia directa del obispo Queipo de Llano sobre las pinturas de Italaque
se ha profundizado en la trayectoria de estas figuras y en la relación con la podría ser puesta en duda. Veamos qué es lo que dicen los diversos documentos
creación de estos programas que, como hemos visto, presentan un recorte acerca de la participación de Galas de los Ríos en la ornamentación de la iglesia
particular en relación con la iconografía veterotestamentaria seleccionada. En de Italaque y de la comitencia de sus pinturas.
este sentido, consideramos necesario indagar en la documentación relativa Se desprende de las fuentes que Galas de los Ríos se hizo cargo de
al artista y al cura doctrinero ya que el caso de Leonardo Flores resulta la doctrina de Italaque luego de la visita pastoral de 1683, ya que quien es
fundamental no sólo para el análisis de la trayectoria de un pintor reconocido mencionado en el informe es Joseph Ramirez Carrasco. Tal como señalan las
que presenta un importante corpus de imágenes identificable sino para fuentes, una de las primeras acciones de Galas es encargar los grandes lienzos
el estudio del accionar de sus comitentes, elemento que tampoco resulta para la iglesia. El estudio de la memoria de los gastos del templo de Italaque
común para el panorama de la historia del arte colonial surandina. y de las cartas escritas por el pintor Leonardo Flores en 1684 –documentos
Abordemos entonces la figura del licenciado Miguel Galas de los insertados dentro de la documentación relativa a la visita pastoral de 1687–
Ríos, natural de los reinos de España y llegado a territorio americano evidencia la compra de materiales por parte del cura y sus ayudantes.29 Como
como capellán del Marqués de Mayo antes de 1668.26 Desde su arribo al han señalado Mesa y Gisbert, el intercambio de cartas se debe al hecho de que
Virreinato del Perú, Galas recorrió el territorio del obispado de La Paz como Flores crea las pinturas en el pueblo de Guaycho y hacia allí envía Galas de los
consecuencia de los diferentes sitios en los que cumplió funciones. A partir de Ríos el dinero correspondiente a los sucesivos pagos, los cuales se cotejan por
los informes de oficio y parte de su labor, realizados en 1672, 1675 y 1692, la memoria de los gastos y el acuse de recibo por parte del pintor en algunas de
podemos reconstruir los caminos recorridos por el clérigo.27 En 1667 fue sus misivas. En una de las cartas dirigidas a Galas de los Ríos el pintor solicita el
nombrado cura interino del beneficio del pueblo de Palca y al año siguiente envío de los materiales necesarios para el encargo, como colores y bastidores
cumplía funciones como secretario de gobierno, notario público eclesiástico bien empalmados con esquineros de metal.30 En otra correspondencia, en este
y secretario de cámara del obispo de La Paz, Martín de Montalvo. En 1669 caso sin remitente registrado, el pintor se lamenta por la demora ocasionada
fue nombrado cura, vicario y juez eclesiástico del pueblo de San Juan de por el mal clima y acusa recibo de treinta sabanillas y cincuenta y cinco baras
Acora, donde recibió una visita en 1672. En 1674 permutó este beneficio por de arpillera. Flores solicita dos bastidores más para concluir la labor de cuatro

38 39
5. Leonardo Flores
Muerte de Absalon, Cohoni, ca. 1683,
óleo s/lienzo. Fotografía: María Isabel
Álvarez Plata

40 41
lienzos así como “pitta o hilo grueso para las costuras y trapos de ruan el Altar mayor de Architectura primorosa y tambien el cuerpo de la
para remendar tantos abujeros como ti[ene] la arpillera”.31 Además de los Iglesia de pinturas y la sacristia de ornamentos y los altares frontales
materiales para el pintor, en la memoria de los gastos se deja constancia de los costeandolo de sus propios bienes por no tener la fabrica (de que
movimientos vinculados al pago para la realización de los marcos y bastidores, ha sido mayordomo) efectos conque poderlo hacer por cuya causa
además de los materiales necesarios como maderas, tablas, clavos, tachuelas alcanzo a la dicha fabrica en siete mil trecientos y treinta y nuebe pesos
y alcayatas.32 y quatro reales.37
Junto con el registro de gastos y recibos dirigidos a Galas de los Ríos, y la
constancia de la solicitud y envío de materiales, el cura resulta muy minucioso Es de destacar que los gastos vinculados a estas acciones desinteresadas
al señalar su participación en el encargo de las obras en los templos que se encuentran relacionados de manera exclusiva con la ornamentación de
habían estado bajo su responsabilidad en los informes de oficio y parte. En la los templos, como las pinturas de Carabuco e Italaque, lienzos, lámparas
copia de la sentencia de Juan Antonio de Eguaraz y Pasquier acerca de la visita y ornamentos en Cohoni, Collana y Mecapaca, y el retablo, las pinturas,
de Quiabaya de 1683 –que consta en la información de 1692– se señala lo ornamentos y altares de Guaycho. Tal como hemos mencionado, el accionar
siguiente: “Y en lo tocante a la administración de la fabrica de la Yglesia que en pos de solventar el ornamento de los templos de su propio bolsillo fue un
corrio por su quenta averla administrado con mucho celo y suplido de su casa ejemplo instalado previamente por el propio obispo Queipo de Llano.
por ser muy pobre la dicha fabrica de lo necesario para la mayor decencia del Resta aún mucho por avanzar en la indagación acerca del pintor Leonardo
culto divino…”33 Flores, el cura Galas de los Ríos y los motivos detrás de las selecciones de
En el año de 1687, Galas recibe la visita pastoral en la doctrina de temas veterotestamentarios para los tres templos en los que trabajaron el
Italaque y se declara su intervención en el encargo de “lienzos muy grandes”, pintor y el cura doctrinero.38 Por otra parte, resulta necesario profundizar en
al igual que en el caso de Carabuco: “…y por la quenta que a dado de la la política en relación con la ornamentación de los templos bajo el obispado de
administración de la fabrica de dicha iglesia que como mayordomo mayor de Juan Queipo de Llano. Se desprende de lo analizado hasta aquí que Galas de
ella fue a su cargo el tiempo referido parece aver suplido de sus bienes alguna los Ríos y otros curas doctrineros coincidieron en estrategias comunes frente a
cantidad por averse aplicado a adornar la iglesia con lienzos muy grandes con las visitas pastorales y gestionaron activamente en pos de alcanzar la condición
sus marcos por estar quando entro a servir dicha doctrina sin la decencia de decencia requerida por los visitadores para los templos. Asimismo,
necesaria…”34 buscaron destacar su gestión en relación con la ornamentación de las iglesias
Finalmente, y en relación con las doctrinas de los pueblos de Cohoni, y enfatizaron acerca del pago personal realizado en algunos momentos. En el
Collana y Mecapaca, Eguaraz y Pasquier remarca que, “…a sido muy celoso caso de Galas, sus informes dan cuenta de que su proceder fue muy valorado
en el culto de su Iglesia teniendo muy adornadas de lienzos lamparas y por los visitadores. En todos los informes y visitas analizados se concluye con
ornamentos y de todo lo necesario para su decencia las de este pueblo, el de otra fórmula al parecer usual: “…que su Mag[esta]d que Dios guarde le honre
Collana y anejo de Mecapaca, y que a sido buen administrador de los vienes con alguna prevenda de las Iglesias de este Reyno y de que entre tanto su
de dichas iglesias y de su fabrica a las quales hace alcance.”35 señoria ilustrisima le ascienda a mayores puestos por la buena quenta que a
Encontramos en estas declaraciones varias fórmulas que parecen dado siempre de lo que a sido su cargo…”39
haber sido constantes a la hora de dar prueba del buen accionar de los curas
doctrineros. Por un lado, el hecho de encontrar la doctrina “sin la decencia Notas
necesaria”, lo que implicaba para el cura dedicarse a la dificultosa empresa *
Centro de Investigación en Arte, Materia y Cultura (Instituto de Investigación
de reponer las faltas de los doctrineros anteriores. Por otra parte, se registra en Arte y Cultura “Dr. Norberto Griffa”, Universidad Nacional de Tres de
la indicación de que estas acciones fueron costeadas “de sus bienes” o “de Febrero) y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
su casa”. Como hemos visto, esta fórmula también aparece registrada en la 1
Esta investigación se desarrolla en el marco del Proyecto Fondecyt 1.150.974,
cartela de la pintura de Carabuco en el caso de Arellano y también como CONICYT, Chile: “Tensiones entre política eclesiástica y participación de
la ha postulado Astrid Windus para el caso de Jerónimo Cañizares Ybarra, la comunidad en las pinturas murales del siglo XVIII de los obispados de
cura y vicario de la doctrina de Ilabaya, en el mismo obispado.36 Otro caso Arequipa, Cuzco, La Paz y La Plata”, Director: Fernando Guzmán; y del
similar surge del mencionado informe de la visita de la doctrina de Guaycho, Proyecto SID UNTREF 32/416A, “Espacios de pintura y poder: estrategias
fulminada contra Diego Fuentes de Aliaga, en el año 1683: locales en la producción de imágenes sobre lienzo y muro en los templos
del sur andino colonial (fines del siglo XVII-siglo XVIII)”, Directora: Agustina
…aviendo hallado la Iglesia quando entro aser Cura de dicho Pueblo Rodríguez Romero.
pobre y sin algun aliño la ha adornado con un retablo dorado en
2
La necesidad de estudios sobre esta área en particular ya era señalada por
el matrimonio Mesa en 1953. Cfr. Mesa, José de y Teresa Gisbert de Mesa,
42 43
“Noticias para la historia del arte en La Paz” en Anuario de Estudios Americanos, Loayza, Curas y vicarios de esta doctrina de Italaque y contra los Lis[encia]dos
n° 10, enero de 1953, pp. 171-208. Juan Carrasco y Rafael Ramirez Carrasco sus ayudantes, Junio 30 de 1687”,
3
García Guintanilla, Julio, Historia de la Iglesia en La Plata, Obispado de los Cabildo Catedral 2, Tomo 11, Archivo Arzobispal de La Paz, fols. 42r a 46r.
Charcas, 1553-1609, Arzobispado de La Plata, 1609-1825, Sucre, s.d., 1964, 19
Mesa y Gisbert, Holguín y la pintura Virreinal en Bolivia, op.cit., p. 82.
pp. 223-227. 20
El análisis de estas imágenes fue publicado previamente en Rodríguez
4
“Real Cédula a don Juan Queipo de Llano y Valdés, arzobispo de la iglesia Romero, Agustina, “Pinturas del Antiguo Testamento: un pasado remoto para
metropolitana de la ciudad de la Plata, en la provincia de los Charcas”, Archivo nuevos creyentes”, en Stratton-Pruitt, Suzanne L. (ed.), El arte de la pintura en
General de Indias, ES.41091.AGI/23.3.721//CHARCAS,417,L.7,F.158V-159R. Bolivia colonial, Philadelphia, Saint Jospeh’s University Press, 2017, pp. 211-32.
5
“Carta acordada del Consejo a don Juan Queipo de Llano y Valdés, 21
Thesaurus sacrarum historiarum Veteris Testamenti, elegantissimis imaginibus
arzobispo de la Plata”, Archivo General de Indias, ES.41091.AGI/23.3.721// expressum excellentissimorum in hac arte virorum opera: nunc primum in lucem
CHARCAS,417,L.8,F.72R-72V. García Quintanilla, op.cit., p. 226. editus (Anvers: Sumptibus atque expensis Gerardi de Jode, 1585). Para las
6
Agradecemos al director del Archivo Arzobispal de La Paz, el profesor estampas de van Heemskerck véase Hollstein, F.W.H., The New Hollstein: Ducth
Norman Reyes Dávila por su guía y asistencia en la consulta de este archivo. and Flemish etchings, engravings and woodcuts, 1450-1700, M. van Heemskerck,
7
José López de los Ríos, Purgatorio, 1684, óleo s/ lienzo, Iglesia de Carabuco, Part I, Amsterdam, Sound & Vision Publications, 1993, y Hollstein, F.W.H., The
Bolivia. New Hollstein: Ducth and Flemish etchings, engravings and woodcuts, 1450-1700,
8
Siracusano, Gabriela, “Notas para detener el ‘escándalo’: fiesta, color e M. van Heemskerck, Part II, Amsterdam: Sound & Vision Publications, 1994.
idolatría en el Virreinato del Perú”, en Siracusano, Gabriela (ed.), La paleta del 22
Cejudo Velázquez, Pablo, Colorista del Collao: una biografía de Italaque
espanto: color y cultura en los cielos e infiernos de la pintura colonial andina, San y del pintor Leonardo Flores, La Paz, Talleres Gráficos Bolivianos, 1966, pp.
Martín, UNSAM Edita, 2010, pp. 97-109. 73-74. Las pinturas de Italaque fueron estudiadas y reproducidas por Mesa
9
Cf. Siracusano, Gabriela (ed.), La paleta del espanto, op.cit.; Siracusano, y Gisbert, Holguín y la pintura Virreinal en Bolivia, op.cit., pp. 80-81; y por
Gabriela, “Las pinturas de las Postrimerías de Carabuco”, en Stratton-Pruitt, Corvera, Marcela, El Antiguo Testamento en el arte del virreinato peruano, Lima,
Suzanne L. (ed.), El arte de la pintura en Bolivia colonial, Philadelphia, Saint Universidad Nacional de San Marcos, 2009, pp. 100-101.
Jospeh’s University Press, 2017, pp. 347-64. 23
María Isabel Álvarez Plata P., María Isabel, “Diversidad de imágenes en el siglo
10
“Visita y escrutinio fulminado contra el Br. Joseph de Arellano Cura y Vicario XVII: el caso de Cohoni”, en Entre cielos e infiernos: memoria del V Encuentro
de esta Doctrina de Carabuco, Julio 20 de 1683”, Cabildo Catedral 4, Tomo Internacional sobre Barroco, AA.VV., La Paz, Fundación Visión Cultural, 2010,
6, Archivo Arzobispal de La Paz. pp. 203-12.
11
Ibidem, ff. 69Fr-70Av. 24
Jean Cousin, Les figures des histoires de la saincte bible, Paris, Guillaume Le Bé,
12
Idem. 1646; Pierre Frizon, La Saincte Bible françoise selon la vulgaire latine, Paris, Jean
13
Constituciones sinodales del Arçobispado de los Reyes en en el Piru, En los Richer y Pierre Chevalier, 1621. Cfr. Project for the Engraved Sources of Spanish
Reyes, por Francisco del Canto, 1614, f. 56v. Colonial Art (PESSCA), https://colonialart.org/archives/subjects/old-testament/
14
Siracusano, “Notas para detener el ‘escándalo’…”, op.cit. other-heroes-heroins-and-villains/other/3160a-3160b?searchterm=3160.
15
“Visita y escrutinio secreto fulminado contra el Lis[encia]do Don Miguel Consultado 12/3/2017.
Galas de los Ríos el Lis[encia]do Don Nicolas de Loayza, Curas y vicarios 25
Mesa y Gisbert, Holguín y la pintura Virreinal en Bolivia, op.cit., p. 80 y ss.
de esta doctrina de Italaque y contra los Lis[encia]dos Juan Carrasco y Rafael 26
Miguel Galas de los Ríos es el nombre con el que el clérigo figura en la
Ramirez Carrasco sus ayudantes, Junio 30 de 1687”, Cabildo Catedral 2, documentación consultada. Algunos autores lo presentan con el apellido
Tomo 11, Archivo Arzobispal de La Paz, fols. 42r a 46r. Galaz de los Ríos. El Marqués de Mayo, Fadrique Plunqueto y Bohórquez,
16
Mesa, José de, y Teresa Gisbert, Holguín y la pintura Virreinal en Bolivia, es mencionado por Mendiburu en relación con los incidentes relativos a
La Paz, Juventud, 1977; Stratton-Pruitt, Suzanne, “El arte de la pintura en la sublevación de Laykakota en 1668. Mendiburu, Manuel de, Diccionario
la Bolivia Colonial, 1600-1825”, en El arte de la pintura en Bolivia colonial, histórico-biográfico del Perú. Tomo 2, Lima, Imprenta de J. Francisco Solis,
Philadelphia, Saint Jospeh’s University Press, 2017, pp. 24-25. 1876. Disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/diccionario-
17
Mesa y Gisbert, Holguín y la pintura Virreinal en Bolivia, op.cit., p. 77. historicobiografico-del-peru-tomo-segundo--0/html/. Consultado 14/9/2018.
18
Idem. Por nuestra parte hemos observado que los escritos de Flores 27
“Informaciones: Miguel Galas de los Ríos”, 1672, Archivo General de Indias,
presentan una misma caligrafía que se corresponde con la firma completa ES.41091.AGI/23.9//LIMA,260, N.11; “Informaciones: Miguel Galas de los Ríos”,
de su nombre y apellido. Al finalizar sus misivas las firma “B.L.M. de Vmd”, 1675, Archivo General de Indias, ES.41091.AGI/23.3.664//CHARCAS,98,
fórmula que corresponde a “beso la mano de vuestra merced”, junto con “su N.13; “Informaciones: Miguel Galas de los Ríos”, 1692, Archivo General de
amigo” o “su criado que le estima”. “Visita y escrutinio secreto fulminado contra Indias, ES.41091.AGI/23.3.669//CHARCAS,100, N.11; ES.41091.AGI/23.9//
el Lis[encia]do Don Miguel Galas de los Ríos el Lis[encia]do Don Nicolas de
44 45
LIMA,260, N.11
28
En esa visita se señala que le sobrevino un accidente al señor visitador “y
por no detenerla dio comision verbal al Licenciado Don Miguel Galaz de los
Ríos para que la hiziese”. “Visita y escrutinio fulminado contra el Dr. Diego
Fuentes de Aliaga Cura y Vicario de la Doctrina del Pueblo de Guaycho, Julio
23 de 1683”, Cabildo Catedral 4, Tomo 6, Archivo Arzobispal de La Paz, f.
31r.
29
“Visita y escrutinio secreto fulminado contra el Lis[encia]do Don Miguel
Galas de los Ríos el Lis[encia]do Don Nicolas de Loayza, Curas y vicarios
de esta doctrina de Italaque y contra los Lis[encia]dos Juan Carrasco y Rafael
Ramirez Carrasco sus ayudantes, Junio 30 de 1687”, Cabildo Catedral 2,
Tomo 11, Archivo Arzobispal de La Paz.
30
Ibidem, fol. 42r.
31
Ibidem, fol. 45r.
32
Ibidem, fols. 23r-23v y 32v.
33
“Informaciones: Miguel Galas de los Ríos”, 1692, Archivo General de
Indias, ES.41091.AGI/23.3.669//CHARCAS,100, N.11; ES.41091.AGI/23.9//
LIMA,260, N.11, fols 4r-4v.
34
Ibidem, fol. 6r.
35
Ibidem.
36
Astrid Windus, “Putting Things in Order: Material Culture and Religious
Communication in the Bolivian Altiplano (Seventeenth Century)”, en Image-
Object-Performance: Mediality and Communication in Cultural Contact Zones of
Colonial Latin America and the Philippines, Astrid Windus y Eberhard Crailsheim
Münster, Waxmann Verlag, 2013, pp. 241-61.
37
“Visita y escrutinio fulminado contra el Dr. Diego Fuentes de Aliaga Cura
y Vicario de la Doctrina del Pueblo de Guaycho, Julio 23 de 1683”, Cabildo
Catedral 4, Tomo 6, Archivo Arzobispal de La Paz.
38
Sobre la apropiación local de temas vetertestamentarios cf. Rodríguez
Romero, Agustina, “Jeremías contra las huacas, El Antiguo Testamento
y la idolatría en textos e imágenes”, en Salles-Reese, Verónica y Carmen
Fernández-Salvador, Autores y Actores del Mundo Colonial, Nuevos Enfoques
Multidisciplinarios, Quito, Universidad San Francisco de Quito-Colonial
Americas Studies Organization-Georgetown University, 2009, pp. 61-67
39
“Informaciones: Miguel Galas de los Ríos”, 1692, Archivo General de
Indias, ES.41091.AGI/23.3.669//CHARCAS,100, N.11; ES.41091.AGI/23.9//
LIMA,260, N.11, fol. 6v.

46 47
Pablo Montini* / José de Bikandi, el primer conservador de museos de
Rosario (1930-1932)

En Argentina, la museología ha avanzado muy poco en investigar la


historia de su objeto de estudio y de los agentes que han formado parte
de la institucionalización y profesionalización de las prácticas museísticas. A
diferencia de los llamados museólogos, los historiadores del arte con rigor
académico han podido suplir esta falta analizando y develando los pasos de la
conformación histórica del campo museológico. En Rosario, se ha estudiado
el arduo proceso de institucionalización de los museos públicos de la ciudad,
el trabajo de artistas y directores en la gestión del museo, el rol de los
coleccionistas en la formación del patrimonio público y el lugar de privilegio
que obtuvieron las exposiciones en la legitimación del arte moderno.
En este trabajo, nos preguntamos sobre la aparición en Rosario de la figura
del artista-restaurador con cierta cualificación para conservar una obra de
arte. Si bien desde el inicio de la década de 1910 la restauración de pinturas
había sido una práctica usual entre los coleccionistas de arte con cierto grado
de profesionalismo –como Juan B. Castagnino– la figura del restaurador se
hace presente públicamente en la ciudad con la institucionalización del Museo
Municipal de Bellas Artes (MMBA). En 1930, a una década de creación,
se expresa por primera vez la necesidad de establecer una competente
administración museal mediante la profesionalización de las prácticas
específicas del museo y de su personal. La funcionarización de los servicios
y el establecimiento de un marco administrativo burocrático fue un hecho
decisivo en aras de la obligación de sostener una gestión institucionalizada, más
permanente y disciplinada. La falta de control sobre su creciente colección,
el edificio inapropiado, el mal estado de conservación de algunas obras y
la necesidad de incorporar nuevas prácticas museológicas para la gestión y
producción de exposiciones, catálogos e inventarios fueron uno de los tantos
problemas que hacían necesario crear el cargo de conservador de museo.
Por esta razón, en 1931, mediante una disposición de la Comisión Municipal
de Bellas Artes (CMBA), José de Bikandi es elegido para cubrir el puesto
de conservador con el mandato de “proceder al cuidado y restauración de
las obras de arte y de colaborar en el arreglo y ubicación de las mismas,
organización de salones, etc.”1
Precisamente, nos centraremos en la actuación de este pintor vasco
radicado en Argentina en 1926. Poco se ha investigado sobre su obra y
sobre sus actividades vinculadas a la docencia y al campo de la restauración.
Sus reseñas biográficas contienen datos erróneos cuando se refieren a su
estancia en Rosario. En nuestro caso, la investigación tomará dos caminos.
Por un lado, descubrirá su actuación pública como conservador del MNBA
y también privada como restaurador de colecciones entre 1930 y 1932. Este
estudio revelará los índices de profesionalización de los agentes del campo
museológico y del coleccionismo local, que buscaron en las prácticas de este
artista formado en diversas academias europeas la solución a los problemas

48 49
vinculados a la conservación de obras de arte y a la gestión de colecciones. una dinámica colonia hispana, que no sólo fortalecía las llamadas cadenas
También, posibilitará dar cuenta de la diversa valoración aplicada en las migratorias, sino que actuaba como valedora de la producción artística
prácticas de restauración al arte europeo y al arte americano colonial. Por el peninsular para demostrar su éxito económico y social. Por tanto, no resulta
otro, se aproximará a su producción artística y las relaciones establecidas con casual que en 1926 su primera exposición en el país se haya realizado en
la escena del arte local antes de su partida definitiva a la ciudad de Buenos la galería Witcomb, protagonista de la difusión y comercialización del arte
Aires en 1932. español en nuestro medio desde finales del siglo XIX.
En sus primeros años de residencia en Buenos Aires, si bien continuó
De Europa a Rosario participando en exposiciones realizadas en Madrid, como la de artistas
José Benito de Bikandi y Echaniz nació en Ondarroa (Provincia de vascongados en el Museo de Arte Moderno en 1926 y la Exposición
Vizcaya, País Vasco, España) en 1894.2 Considerado una promesa para el Nacional de Bellas Artes de 1929, fue insertándose en la escena artística
arte vasco, siendo muy joven recibió el apoyo del pintor Ignacio Zuloaga, local mediante su concurrencia a los salones nacionales de 1928 y 1929.
quien sorprendido por su destreza lo animó a dejar el oficio de carpintero Sin embargo, el contacto establecido con el arquitecto Hilarión Hernández
para dedicarse de lleno a la pintura. En los primeros años de formación en la Larguía posibilitó en 1929 la radicación de Bikandi en la ciudad de Rosario,
Escuela de Artes y Oficios de Bilbao en la especialidad de pintura recibió el posiblemente asegurándole un rol protagónico en el creciente mercado
aliento de otros importantes pintores, como los Zubiaurre, conmovidos por de arte local y una inserción plena en el medio artístico, que proseguía su
el manejo del dibujo y el color que volcaba en la representación del paisaje, proceso de institucionalización con el desarrollo del salón anual y con las
las tradiciones y el pueblo de su región. actividades planificadas por la CMBA para el MMBA.6
Luego de su exitosa exposición individual en la Asociación de Artistas
Vascos, con el aval de Zuloaga, Hermenegildo Anglada Camarasa, Aurelio En la expansión del Museo
Arteta, Gustavo de Maetzu, José, Alberto y Ricardo Arrue obtiene en 1921 de Desde octubre de 1928 cuando Antonio F. Cafferata fue nombrado
la Diputación de Vizcaya una pensión para realizar estudios complementarios presidente de la CMBA se vislumbra un mayor interés en la gestión del
en Madrid, Roma y París. Tres años más tarde logró exponer sus obras Museo a partir de “una fuerte renovación institucional”. A partir de esa fecha
en el Salon d’Automne de París, actuando también en el Salón de la Société y hasta octubre de 1930, “las energías estuvieron puestas principalmente
des Artistes Indépendants. En la capital francesa donde, se dice, que había en tareas reorganizativas: se implementó una nueva disposición de la
entablado amistad con Pablo Picasso recibió su mayor formación en pintura y colección, se elaboró y editó un catálogo y se retomó la discusión en torno
en Roma se puso en contacto con el arte de la cerámica. a la ubicación del futuro museo dentro del Parque Independencia”. También,
Según su colega, Mauricio Flores Kaperotxipi, Bikandi había “viajado entendiendo al museo como un centro de investigación y conocimiento, se
mucho” y “viajado bien”, tanto que los museos más importantes de Madrid, París dispuso la apertura de la “biblioteca de arte”, que rápidamente se expandió
y Roma no tenían secretos para él.3 Sus numerosas exposiciones individuales por donaciones, intercambios y algunas adquisiciones.7
siempre aparecen en su biografía coronadas por el éxito. Los críticos de arte,
como Juan de la Encina, elogiaban sus trabajos y los pintores más exigentes,
como Juan de Echevarría, le adquirían obras para sus colecciones particulares.
En 1925, fue consagrado en la capital española en los salones del Museo de
Arte Moderno, donde sus 24 obras presentadas obtuvieron la ponderación
unánime de la crítica de arte madrileña, llevándolo a mostrar en forma
paralela en la Casa Nancy los estudios preparatorios de aquellos trabajos.4 Las
indudables condiciones de “colorista”, su despreocupación por los problemas
parisinos de orden “geométrico o seudocientífico” o “plástico-metafísicos” y
una personalidad que marcaba la imposibilidad de “imitar a nadie” fueron sus
méritos más destacados para determinar la evolución de este joven pintor.5
A poco de haber dado ese paso fundamental en su carrera artística,
a los 31 años decidió embarcarse en el puerto de Bilbao con destino a Museo Municipal de Bellas Artes de
Rosario, 1929.
Buenos Aires. Seguramente, atraído como otros tantos artistas españoles
Antonio Cafferata (director), Catálogo
por las mejores condiciones profesionales que se planteaban en la próspera General Museo de Bellas Artes de Rosario,
Argentina agroexportadora, con necesidades suntuarias importantes y con 1era. Edición, Rosario, 1929.

50 51
Aunque los nuevos criterios de exhibición y de selección de las obras en fue autorizado para que consulte y obtenga la colaboración de “técnicos
las salas del museo implementados por Cafferata fueron duramente criticados filatélicos” con el fin de establecer su cotización “con fines de una financiación
por la prensa, la publicación del primer catálogo general indicó no sólo la futura”.15 Por otro lado, se buscó definir la situación de las obras enviadas por
intención de mostrar el crecimiento de la colección sino la decisión de otorgar la CNBA nombrando como representantes a Hernández Larguía y a Guido
al museo un nivel organizativo más especializado. Este catálogo presentaba Castagnino para gestionar ante Atilio Chiappori, director del MNBA, “el
públicamente al museo, con la inclusión en la primera página del acta de préstamo o donación de obras de arte existentes en depósito en el Museo
fundación y con el detalle de las obras que componían su colección a la que Nacional, como también de la selección de las que antes fueron remitidas a
se incorporaba los préstamos realizados en 1919 y 1922 por la Comisión esta Comisión, debiendo devolverse aquellas cuya exhibición en el Museo no
Nacional de Bellas Artes (CNBA) de obras pertenecientes al acervo del juzgaren convenientes”.16
Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA).8 Además, le sirvió a Cafferata para La política establecida en torno a la colección implicó también tener
autonominarse como director del museo, situación que mostró la destacada en cuenta su estado de conservación. La Comisión consideró, a una década
atención que le había otorgado al desarrollo de las prácticas específicas de la de inaugurado el museo, “la conveniencia de restaurar algunos cuadros” cuyo
institución. estado de conservación era “malo”, proponiéndole al artista José de Bikandi
Entre ellas, el interés por el registro y documentación de la colección que “estudiase la cuestión y pase un presupuesto a la comisión sobre el costo
continuó desde finales de 1930 en la siguiente formación de la CMBA bajo a que pueden ascender esos trabajos, y en caso de considerarlo aceptable la
la presidencia de Fermín Lejarza. Su crecimiento estaba determinado por las proposición, encomendarle al mismo Sr. Bikandi la realización de esa obra”.17
adquisiciones anuales realizadas en los salones y por un sostenido ingreso de Esta nueva situación pone en evidencia la aparición por primera vez en la
donaciones que se sumaron al incremento exponencial que había tenido en ciudad de la figura del restaurador con “una cualificación determinada y un
1925 con el legado de la colección de arte argentino de Juan B. Castagnino ámbito de trabajo específico, en el marco de la colección pública, es decir, en
(24 óleos) y con la donación del amplio (267 obras) y heterogéneo conjunto el museo, a raíz de una demanda social, de una exigencia de profesionalidad
(óleos, grabados, acuarelas, dibujos y estampas) reunido por Carlos Carlés.9 por parte de una institución pública”.18 La propia evolución del museo, con sus
Por la importancia del extinto coleccionista y por el peso que adquiriría la nuevas políticas de gestión de sus colecciones, marcó el ritmo para la aparición
familia Castagnino con sus constantes aportes económicos para solventar de personal cualificado para la conservación y la restauración.
las adquisiciones en los salones este conjunto fue registrado y exhibido de Esta demanda orientó la elección del pintor vaso, en primera instancia
forma casi permanente.10 Sin embargo, la colección de Carlés por su número como restaurador y luego como un profesional de museo que atendió a las
y heterogeneidad fue poco tenida en cuenta, tal como se manifiesta en las tareas técnicas que exigía la especialización de la institución. José de Bikandi,
escasas y selectivas entradas que había tenido en el catálogo general de 1929.11 respondió con profesionalismo demostrando su idoneidad en el cargo a partir
Por esto, acompañando el propósito de dar un mayor nivel institucional de diversas acciones. En primer lugar, tuvo la capacidad de elaborar informes y
al museo la CMBA advirtió la necesidad de elaborar un programa en torno documentación. A poco de ser convocado remitió a la CMBA un presupuesto
al manejo y control de la colección. Entre las primeras medidas se propuso para “la restauración, refrescado y limpieza de los cuadros existentes en el
elaborar un nuevo inventario, tratando de continuar con el objetivo de la museo”.19 En él revelaba la aptitud para argumentar la idoneidad de las
anterior Comisión de asegurar la colección procurando obtener su valor, en un intervenciones a realizar a partir de haber efectuado una evaluación previa del
contexto de expansión del mercado de arte y de las transacciones con obras estado de conservación de la colección:
de artistas argentinos.12 La realización de un “inventario definitivo consignando
todos los datos posibles de cada obra, como ser, precio de adquisición, año Revisados prolijamente, uno por uno, todos los cuadros, son 44 de ellos
de ingreso al Museo, donaciones, medida, procedimiento, premios obtenidos, que necesitan restauración y varios reentelados muy urgentes.
etc.)” fue asignada a Víctor Avalle, Hilarión Hernández Larguía y José Gerbino, Cien telas necesitan un refrescado por estar muy resecas y perdida la
tesorero y vocales de la CMBA.13 El control de la colección evidenciaba la frescura primitiva estando expuestas a cuartearse. En ellas habrán de
intención de establecer un nuevo criterio para la misma donde posiblemente hacerse algunos retoques y reparación de roturas de clavos, etc.
el arte argentino tendría un lugar aún más destacado. Doscientas telas más, hasta donde yo entiendo pueden ser colocadas en
Por un lado, este orden implicaba una selección o depuración. el museo, tiene necesariamente que ser lavadas y desinfectadas […].20
Hernández Larguía sostenía que en el museo existían obras que no tenían
“valor alguno para el mismo y que podrían ser vendidas o donadas”.14 Entre Además de ofrecer capacidad presupuestaria, de materiales, tiempo y
estas piezas de baja calidad o que no correspondían a un museo de arte se trabajo a desarrollar, en el primer informe reforzó su profesionalismo sugiriendo
destacaba una colección de estampillas, por la que tiempo después Lejarza la conveniencia de crear “un puesto de director técnico o conservador de

52 53
museo”. Su proposición fue aceptada por la CMBA incorporándolo como expositores del Salón de París entre 1897 y 1898. La colección brindaba
personal de la institución con el “cargo de ‘conservador’ con obligación de además una importante documentación, generalmente cartas donde los
proceder al cuidado y restauración de las obras de arte de pertenencia del artistas le comentaban o dedicaban la obra. Ante esta situación, Bikandi,
Museo y de colaborar en el arreglo y ubicación de las mismas, organización tomó la decisión de instalar en el reverso de las piezas restauradas estos
de salones, etc., mediante el sueldo de doscientos pesos”.21 “documentos” y retiró las “estampillas” que se encontraban pegadas en los
A partir de su nominación –que lo llevó a solicitar la nacionalidad sobres de las cartas o en los soportes originales.27
argentina– estudió los factores de conservación del edificio del museo,
estableciendo las primeras medidas de protección para combatir algunos
de los problemas y los agentes de deterioro generados por el propio
establecimiento. Su plan posiblemente haya sido consensuado con los
miembros de la CMBA encargados de la refacción de la sede del museo
que requería una ampliación del área de exposición y la creación de nuevos
espacios técnicos.22 Las nuevas construcciones consistieron en la habilitación
de dos zaguanes como salas y la creación de una nueva donde antes se
encontraba un patio abierto central y otra entre la secretaría y la biblioteca.
En la terraza, atendiendo a las necesidades del conservador se construyó
Intervención realizada por José
una “gran sala para depósito y taller de restauración de cuadros”.23 La de Bikandi sobre el dorso de una
refuncionalización también implicó una mejor presentación de las salas al obra de la colección de Carlos
Carlés donada al Museo Munici-
revestirlas con arpilleras y dotarlas de “luz cenital”, cuidando además que la pal de Bellas Artes de Rosario.

luz no revistiera problemas para la visibilidad y para la conservación de las


obras al colocársele toldos en las claraboyas.24 Las obras del MMBA eran las más destacadas de la colección,
Los trabajos de restauración, realizados entre marzo y octubre de pertenecían al renombrado pintor argentino Fernando Fader. A las ocho
1931, se establecieron mediante la elaboración de un orden de prioridades pinturas que componían la serie de la Vida de un día, les aplicó “compresas”
de actuación frente a las individualidades de la colección y su estado de y las reenmarcó. A otra de sus telas, posiblemente Las cabras, le practicó
conservación. Con un breve informe remitido a la CMBA demostró su una “alta conservación” mediante la “restauración, retoque, allanado general
idoneidad al señalar la aplicación de los diversos procedimientos y materiales de grietas y extracción de sellos, cambio de bastidor y patinado del marco”.
empleados en las obras, de la materialidad y las técnicas con que fueron Precisamente, está última intervención demuestra el especial interés que
realizadas las pinturas y del valor que tenían dentro de la colección. Su tenían para Bikandi los marcos, que no sólo adaptó y confeccionó en un
intervención estuvo concentrada en veintitrés óleos, dos pasteles y un importante número, sino que también patinó (45) “con el fin de que los
dibujo, ocho formaban parte del préstamo realizado en 1919 por el MNBA cuadros ganen en su expresión” y para la conveniencia que le brindaba “la
pertenecientes a la donación de Ángel Roverano y al legado de Parmenio amplia luz cenital” del museo.28
Piñero, nueve a la donación de la colección de Carlos Carlés y el resto al Para estos trabajos requirió de un ayudante que lo asistiera en las
patrimonio del Museo.25 La mayoría de las piezas eran óleos de pequeño labores del taller tanto para la confección de marcos como para el montaje
formato, sobre tabla o tela, realizados por pintores europeos del siglo XIX. de las nuevas salas, mostrando la amplitud e importancia de su actuación
La primera intervención sobre este conjunto consistió en una “limpieza y en la sede del museo y en el local prestado a la CMBA donde se realizaron
refrescado” para luego emplear distintos procedimientos según el estado y la diversas exposiciones temporales.29 Básicamente, lo que sobredimensionó
materialidad de cada pieza. No faltaron los “retoques”, el “allanado de grietas”, las tareas de Bikandi fue la falta de presupuesto de la CMBA, que la obligó
la “restauración”, el “fijado” y la aplicación de diversas técnicas relacionadas a la suspensión del “Salón Anual” de 1932, a establecer nuevas salas en el
con la protección como “el barnizado a ceronis”, al “ámbar”, “semi-mate”, a museo, a exhibir parcialmente y por rotación la colección por falta despacio y
“fijador” y a la “cera y brea”.26 a programar exposiciones en el nuevo local “que interesaban al público” con
La restauración de las obras de la donación Carlos Carlés respondió el fin de conformar una asociación “Amigos del Museo” para la obtención
a su perfil diferenciado. Un gran conjunto de óleos, dibujos, pasteles, de fondos.30
acuarelas y reproducciones de pequeño formato que llegaron por vía postal A pesar de las penurias económicas, la CMBA había incrementado
dedicadas al coleccionista y Director General de Correos y Telégrafos de su interés por la especialización del Museo y mostraba preocupación por
la Nación por un amplísimo rango de artistas contemporáneos, casi todos los problemas de orden museológico. Tal como se puso en evidencia
54 55
en el rechazo de la propuesta realizada por el concejal Luis Coussirat de artistas, las decisiones en torno a temas artísticos y estéticos de la ciudad y la
destinar la casa y la colección de Antonio Cafferata, recientemente fallecido, organización de los salones y de las exposiciones temporarias. Acompañando
para establecer un museo de historia y bellas artes. Para los miembros de la esta decisión y en un claro retroceso institucional se aprobó la supresión
Comisión crear el “Museo Cafferata” resultaba, además de “lo inoportuno del cargo de conservador del museo, propiciando la partida de Bikandi del
de nombrar con nombre propio al museo”, inviable por lo inapropiado del museo y también de la ciudad.
edificio y por no mantener la especificidad de la colección.31
En paralelo a esta defensa de la autonomía de las “Bellas Artes” se planteó
la profesionalización de las prácticas del personal del Museo, seguramente
apoyados en los conocimientos que les brindaba el “conservador” y artista
vasco. En febrero de 1932, a poco de que Hernández Larguía se hiciera cargo
de la presidencia de la Comisión, se le encargó a Bikandi y a Sigfrido Mazza
–secretario del museo– la confección de un “reglamento interno destinado
a determinar las atribuciones y responsabilidades del personal del Museo”.32
Las actividades fueron cada vez más intensas bajo el programa
delineado por la CMBA. Como “conservador” del Museo, junto Hernández
Larguía y Gerbino, fue el encargado de seleccionar para la colección la obra
del “malogrado” pintor rosarino Augusto Olivé que su familia había ofrecido
en donación.33 También estuvo al frente de la política de rotación de obras y
de la formación de diversas salas. Entre ellas, la “Sala de dibujos” para la cual
tuvo que limpiar, reforzar, fijar e instalar “35 obras entre acuarelas, temples,
sanguíneas y pasteles”, y la “Sala de Grabados” para la que se encargó de
la construcción de un “pie” para la exposición. Del mismo modo se ocupó
del diseño y el montaje de la exhibición de la colección de medallas, llevó
adelante el control del inventario, se encargó de confeccionar los rótulos
identificatorios (“156 plaquitas impresas con distintos nombres”) y cumplió
con la devolución y el traslado de obras.34
En el local de la calle Córdoba, se hizo a cargo del montaje (construcción
de “bastidores”) y la gestión (préstamo, registro, traslados y devoluciones) de
las exposiciones mensuales que tuvieron una importante acogida en el público
Planta del Museo Municipal de Bellas Artes de Rosario, 1931.
local, conformadas con obras de artistas, coleccionistas y marchantes.35 Allí
desde mayo a noviembre de 1932 realizó y posiblemente hasta confeccionó
Con los pintores amigos
los catálogos de las exposiciones de: Foujita (34 obras), “Pintura italiana
En 1930, Augusto Schiavoni terminaba Con los pintores amigos, una
antigua” (32 obras), “Artistas locales” (65 obras), “Pintura española antigua”
de las pinturas más emblemáticas de la historia del arte de Rosario. Para
(24 obras), “Pintura colonial Sud Americana” (64 obras), Fray Guillermo Butler
muchos historiadores esta obra definida como autorretrato, retrato de grupo
(29 obras), Fernando Fader (92 obras), “Pintura antigua de los Países Bajos”
o cuadro-manifiesto caracteriza una de las formas de socialización de los
(15 obras) y de “Grabados de Mario A. Canale” (38 obras).36
primeros artistas modernos de la ciudad, quizás la más importante, asentada
A pesar del desarrollo de estas actividades, algunas muy exitosas como
en la actuación de grupos de amigos.37 Estos intercambios y agrupamientos
el XIII Salón de 1931, la CMBA continuó arrastrando los constantes problemas
les permitieron a algunos artistas poder insertarse en el medio artístico local.
presupuestarios que se iban profundizando por no contar con un subsidio
En este caso, Schiavoni contaba con la complicidad, copa de vino mediante,
permanente y con un edificio adecuado. En febrero de 1933 sus miembros en
de su gran amigo Manuel Musto, del reconocido y polifacético Alfredo Guido,
pleno, luego de elaborar una memoria de su actuación, decidieron presentar
y del recién llegado a la comunidad artística rosarina, el pintor vasco José
su renuncia. La falta de apoyo estatal y privado había llevado a sugerir el
de Bikandi que llevaba una identitaria chapela. Seguramente fueron estos
nombramiento de un funcionario público como “Director del Museo” para
pintores rosarinos quienes promovieron la inserción de Bikandi en la ciudad.
que sólo se ocupara de mantener la institución abierta, dejando de lado el
Sin dudas, la relación con el medio artístico local se fue ampliando cuando
proyecto de la academia de bellas artes, la asistencia a las agrupaciones de
tuvo la posibilidad de mostrar sus habilidades y conocimientos mediante la
56 57
presentación de sus obras en diversas exposiciones, la participación en el
Salón de Otoño y en el trabajo obtenido en el Museo. En julio de 1930,
el semanario ilustrado Sábado dirigido por Julio Vanzo y Alfredo Laborde
destacó en su primer número, a través de la reproducción de una obra, su
exposición de frescos que habían tomado como tema al Tango.38 Con una
técnica hasta ese momento poco transitada por los pintores locales y con
un tema muy atractivo logró el respeto de muchos artistas y un muy buen
nivel de ventas.39 La valoración se hizo evidente con la donación realizada
al MMBA por Rosa Tiscornia de Castagnino en abril de 1931 de una de sus
obras presentadas en la mencionada exposición.
Formando parte del personal del museo tuvo una diversificada
actuación en el XIII Salón de Otoño, que se planteaba como una novedad en
cuanto a su convocatoria con un jurado de “clasificación” y no de “admisión”.
En un local alquilado para la ocasión, la presentación de las obras en base a la
clasificación realizada por el jurado, según la calidad y las diversas tendencias
de los trabajos, resultó una innovación que obtuvo una exitosa respuesta
por parte de los artistas con 416 obras presentadas y del público con 36.601
visitantes.40 En el certamen, Bikandi, que participó con dos óleos, fue elegido
como jurado de “clasificación” por el voto de los artistas, reemplazando a
Alfredo Guido tras ganar el sorteo realizado entre él y Atilio Chiappori por
contar con igual número de votos.41
Además, para complementar el certamen los miembros de la CMBA
le propusieron a Alfredo Guido, a modo de homenaje, la presentación del
mural realizado para Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 que había
sido donado recientemente por Gobierno Nacional a la Escuela Normal Nº
2. El pintor rosarino, que se hallaba en la provincia de Córdoba, encontró en
primera instancia “de suma dificultad la colocación y distribución” de las telas
sin su presencia proponiendo la exposición de esas “decoraciones” cuando
él retorne a la ciudad una vez terminado el Salón en el mismo local.42 Sin
embargo, en una nueva nota Guido creyó conveniente que se encargue
la instalación del mural a Bikandi por considerar a su amigo “un hombre
práctico en ese oficio”, expresando la valoración que tenían sus prácticas
como montajista.43
La amistad entablada con Guido se tradujo en un trabajo conjunto que
terminó promoviendo la especialización de Bikandi como ceramista y que lo
Augusto Schiavoni llevó a ocupar el cargo de profesor en esa materia en la Escuela Superior de
Con los pintores amigos, 1930, óleo s/tela,
Colección Museo Castagnino+Macro, Rosario Bellas Artes “Ernesto de la Cárcova” en la ciudad de Buenos Aires cuando el
artista rosarino fue elegido a comienzos de 1932 director de la institución. En
1931, los dos artistas realizaron a pedido del intendente municipal y presidente
de la CMBA, Fermín Lejarza, la ornamentación con cerámicas policromadas
de los bancos instalados en el Rosedal del Parque de la Independencia,
destacados en las crónicas periodísticas por “relacionar y divulgar la psicología
literaria, la flora y la fauna de nuestro país” mediante la representación del
Martín Fierro.44 Muchos de estos trabajos diseñados por Guido y producidos
en cerámica por Bikandi también fueron instalados en diversas residencias

58 59
particulares.45 Otros fueron presentados en la “Exposición de artistas locales”
organizada en junio de 1932 por la CMBA formando parte de un conjunto de
cerámicas realizadas en colaboración con Luis Rovatti. Allí también expuso de
manera individual el óleo Jacarandá y un Paisaje vasco de porcelana.46
Evidentemente, su actuación en el campo artístico local reveló su
compromiso para con los artistas y el museo. La “confraternidad” con los
artistas locales se puso de manifiesto cuando contribuyó con una de sus
obras en el remate organizado en los salones de “La artística” por un grupo
de artistas, entre los que se encontraban Alfredo Guido, Augusto Schiavoni,
Abraham Vigo, Alfredo Guttero, Lino E. Spilimbergo, Antonio Berni, Julio
Vanzo, Manuel Musto, Alberto Lagos y José Malanca, para proveer de fondos
al pintor y grabador Gustavo Cochet para el viaje que emprendería a España.47
También, a poco de ser relevado del cargo de conservador, teniendo en
cuenta el valor de las obras de algunos artistas y de las necesidades de otros,
formó parte de un “grupo de simpatizantes” que donaron al MMBA el dibujo
Fille endormie de Foujita y el óleo Horas de reposo de Juan Sol.48
Exposición José de Bikandi en galería Witcomb,
en Cinema para todos, a. 2, n. 49, Rosario, 2
Un restaurador de estilo de agosto de 1930.
Las exposiciones organizadas a lo largo de 1932 por la CMBA en base
a las colecciones privadas de Rosario pusieron nuevamente de manifiesto
la relación profesional entre José de Bikandi y Alfredo Guido. En agosto de
ese año sus hermanos, José y Ángel Guido presentaron una colección de 64
pinturas del período colonial, buscando “guiar al aficionado en ese delicado
problema de entender ampliamente el arte colonial” y dispensar “más de una
satisfacción estética al avisado y buen gustador de arte”.49 La exposición fue
considerada por la prensa como “un verdadero acontecimiento” por ser la
primera vez que se exhibía en la ciudad un conjunto tan numeroso de obras
coloniales que se destacaban por su calidad artística y valor “documental”,
encontrándose en ella representadas las escuelas cuzqueña, limeña, potosina,
quiteña y “criolla” de los siglos XVII y XVIII.50
Esta colección revelaba como el sostenido propósito de Ángel Guido
de revalorizar el arte colonial había generado cierta demanda entre “los
gustadores del arte” locales poniéndolos en contacto con un mercado
que contaba entre sus particularidades el estar vinculado al expolio, el
robo, el saqueo, la legislación deficiente, la escasa conciencia patrimonial y
la pobreza. Tampoco se encontraba en ese momento definida la frontera
entre marchante, anticuario, crítico, historiador del arte y arqueólogo, las
valoraciones deontológicas y éticas eran muy laxas. Por esto, muchas de las
obras del período colonial que llegaban a Rosario para su comercialización
eran un producto del tráfico, muchas veces ilícito, de bienes artísticos de la
región andina. Así había sucedido en 1928 con las 27 pinturas pertenecientes
al Salón Leonardo descubiertas por uno de sus “avisados expertos” en la
humilde habitación de un “turco” recogidas durante sus “correrías” por las
comarcas de Perú y Bolivia.51 Su venta en la galería Witcomb de Buenos
Aires –con la visita del presidente Alvear incluida– mostraba la demanda del José de Bikandi
Desnudo, óleo, XIII Salón Rosario, 1931, cat. exp.

60 61
campo historiográfico del arte colonial para tratar de colocar su colección
entre los coleccionistas y aficionados estadounidenses.
El interés centrado en jerarquizarla para su posterior comercialización
incluyó a la exposición organizada por la CMBA, brindándole a José de Bikandi
la posibilidad de hacerse cargo de la “conservación” de esta numerosa serie
de pinturas. Un arduo trabajo, puesto que la colección manifestaba uno de
los problemas que generaba el tráfico de la pintura colonial, en este caso
vinculado al estado de conservación de las piezas. Ninguna poseía los marcos
originales ni sus bastidores, habían sido dobladas, cortadas y fragmentadas,
sólo contenían las escasas referencias en torno a su procedencia.
No fue una tarea fácil, apremiado por el tiempo, por su número y por
su mal estado tuvo que ensayar diversos procedimientos para convertir a esta
colección en un producto digno de ser comercializado. Contaba a su favor el
hecho de encontrarse frente a obras de arte colonial que eran más factibles
de ser intervenidas y manipuladas que las de arte europeo, más reconocidas y
sobrestimadas por los coleccionistas. En muchos casos todavía eran adquiridas
no por su valor estético o histórico sino por su función devocional o decorativa.
El mismo Ángel Guido en su residencia particular, a mediados de la década de

José de Bikandi
El bergamasco, óleo, XIII Salón Rosario,
1931, cat. exp.

mercado de arte nacional e internacional de estas “vetustas y conmovedoras


reliquias coloniales”, que paradójicamente, tenía como fin que los “británicos
y aún más los Yankees” [sic], ante “la indiferencia de los poderes públicos y
la apatía de los nativos en materia de arte”, no trataran de “apoderarse y
sacar toda reliquia artística, despojando así a los americanos del sur de un
adecuado material histórico para reconstruir la vida, los sentimientos y las
modalidades de la épocas coloniales”.52
El conjunto de los hermanos Guido “traído recientemente del norte”,
posiblemente mediante un encargo realizado a un agente intermediario
del mercado del arte colonial, como lo demostraba la letra G que tenían
pintadas en el dorso las telas, reflejó también el interés de los coleccionistas Exposición de confraternidad con el
estadounidenses por el arte hispanoamericano en pleno apogeo del Mission artista Gustavo Cochet, en Cinema para
todos, Rosario, a. IV, n. 171, sábado 3 de
Revival Style. Su posible destino era señalado por la prensa lamentando diciembre de 1932, p. 6.

que esta colección, que tenía “un alto valor educativo” para Rosario, iba a
salir “del país de origen para engrosar alguna colección norteamericana”.53 1920, por la simple posesión de un marco del siglo XVIII había plegado un
Por esa fecha, Ángel Guido acababa de obtener la beca de estudio de la fragmento del San Juan Bautista transformándolo en una Cabeza de Cristo.54
Fundación Guggenheim, cuyo plan consistía en revelar la aplicación del estilo En este caso, sus criterios de restauración dependieron de las dimensiones
colonial desde 1920 en Estados Unidos, estudiar las misiones jesuíticas de y del estado de conservación de cada obra. Las telas presentaban una
California y el empleo moderno de este estilo en el Departamento de Bellas suciedad considerable, signos de abrasión, ondulaciones, pliegues, manchas,
Artes de la Universidad de California en la sede de Los Ángeles (UCLA). quemaduras, desgajamientos, roturas, agujeros, parches “originales” y mermas
Evidentemente, Guido pretendía utilizar su prestigio y sus contactos en el importantes. En la mayoría, luego de la limpieza y el “refrescado” utilizó restos
62 63
de telas del mismo conjunto que fueron repintados para ser aplicados como por el restaurador fueron instaladas en marcos con un diseño moderno
parches. Los repintes, engrandamientos, añadidos y pátinas fueron realizados para que, al igual que la colección Guido, fuesen exhibidas en el local de la
bajo cierta subjetividad estética. A diferencia del trabajo realizado en el MMBA CMBA.56
en todas las obras, sin tener en cuenta sus particularidades, empleó para su La exposición de la colección de Hernández Larguía, a diferencia
protección una capa de barniz resinoso aplicado mediante brocha. de la nula repercusión que tuvo en la prensa local, fue ponderada desde
A las telas de formato medio o pequeño que evidenciaban claramente Buenos Aires por la revista Plástica rescatando al arte colonial como “un
su carácter de fragmento, casi un tercio de la colección, con una técnica meritorio y copioso legado que hicieron nuestros ascendientes”. En esta
similar al marouflage las adhirió mediante el uso de cola a un tablero de crónica anónima fechada en Rosario, posiblemente realizada por el mismo
madera, colocando en todo su perímetro una cinta engomada de papel para Hernández Larguía, se tomaba posición con respecto al arte colonial
una mejor terminación y adaptación a los marcos. Esta intervención pone en señalando los problemas que traía aparejada su desvalorización en nuestro
evidencia el deterioro que sufrían las telas coloniales al ser expoliadas, muchas país. Para él, este “tesoro” sudamericano al no haber sido apreciado ni
comprendido afectaba notoriamente su conservación, se hallaba destruido
más que por el paso de los años por “la falta de cultura” de quienes lo
heredaron directamente, por la emigración llevada adelante por “afición
de lo exótico de los turistas y por la codicia de los traficantes”.57 Por estas
razones, el trabajo de Bikandi se planteaba como una necesidad ya que era
muy raro encontrar obras “intactas” que no hayan sido destruidas, repintadas
Detalle del dorso de la tela de La
Santísima Trinidad con la inscrip-
ción de la letra G como marca
de pertenencia de los hermanos
Guido.

Detalle de la etiqueta pegada en el


bastidor de La Santísima Trinidad.

de ellas eran recortadas en diversas partes para multiplicarlas con el fin de


generar una mayor ganancia. La colección contenía una Calavera que había
pertenecido a un Santo y un San Juan Bautista a una tela de mayor tamaño.
Además, esta técnica resultaba más rápida y económica que construirle
bastidores a cada una y otorgaba una mayor comodidad para su transporte.
En cuanto a los marcos colocados para la ocasión, resulta llamativo
que no hallan sido del período colonial o realizados bajo ese estilo en
pleno desarrollo del estilo neocolonial, eran unos simples listones biselados
de madera de pino patinados de color marrón más cercanos al estilo art
déco. A pesar del marcado contraste con las intervenciones efectuadas
para el MMBA, el trabajo realizado por Bikandi sobre la llamada colección
“Guido” fue destacado en las crónicas locales, manifestando que había sabido
“conservar la pureza de cada obra” gracias a “la devoción” sentía por el arte.55
El artista y restaurador vasco también se ocupó de la colección de
pintura “Colonial Sud-Americana” de otro de sus “amigos” y miembro de la
CMBA, el arquitecto Hilarión Hernández Larguía. Un conjunto de 24 obras,
que poseía las mismas características que las de la colección de los hermanos
Guido. Aunque de menor formato, las telas también evidenciaban recortes
y faltantes. En algunos casos, una Cabeza de Obispo fundador (San Agustín)
tenía mermada su mitra y Nuestra Señora de la Merced su corona. Por lo que
Anónimo, La Santísima Trinidad, primera
Bikandi volvió a descartar el uso de bastidor, adhiriéndolas sobre un tablero mitad del siglo XVIII óleo s/tela, escuela
mestiza, Potosí, Colección Museo Marc.
de madera para aprovechar al máximo su extensión. Las telas intervenidas Ex colección Guido.
64 65
o “burdamente” restauradas.
Precisamente, se ponderaba la formación de pequeñas colecciones
como las rosarinas, que poseían obras que llegaban de Perú y principalmente
de Bolivia puesto que de las tallas y las pinturas que se encontraban en el
territorio argentino solo quedaban las “atribuidas a grandes artistas bien
cotizados”, lo demás había sido “destruido o profanado”. Era un deber de
las “autoridades de los museos” y de los “poderes públicos” adquirir y reunir
estos conjuntos para que historiadores, sociólogos, arqueólogos y artistas
“desentrañen de ellos los elementos necesarios para cimentar nuestra cultura
artística y alejarnos un poco de las modas europeas”. Este pedido se cumplió
en Rosario con la creación del Museo Histórico Provincial cuando Julio Marc,
su gestor, logró en 1938 los fondos para adquirir la colección Guido que por
razones que se desconocen no pudo ser vendida en el exterior ni en la galería
Müller de Buenos Aires en 1935. La colección llegó con algunos de los marcos
realizados por Bikandi, aunque a diferencia de los trabajos de restauración
realizados en el MMBA, donde a partir de sus informes podemos conocer los
procedimientos aplicados sobre las obras, nada ha quedado documentado de
su trabajo de índole privada. Con los años, algunas piezas de esta colección
fueron restauradas por los artistas rosarinos que continuaron con su trabajo,
como Luis Ouvrard y Gustavo Cochet. Recién en 1993 se emprendió un
programa de restauración sostenido en el tiempo, primero con la selección
de nueve obras realizada por el Prof. Héctor Schenone para ser restauradas
e investigadas por el Taller de Restauro de Arte (TAREA) con el patrocinio de
la Academia Nacional de Bellas Artes y la Fundación Antorchas, labor que se
continuó en 2006 cuando fueron enviadas otras tres al Centro de Producción
e Investigación en Restauración y Conservación Artística y Bibliográfica
Patrimonial (TAREA) de la UNSAM y en 2011 otras cinco bajo un proyecto
de investigación de la Agencia Nacional de Promoción Científica dirigido por
la Dra. Gabriela Siracusano.58
En cuanto al MMBA, pasaron muchas décadas para que la institución
volviera a preocuparse por contar dentro de su planta con un personal
encargado de la conservación de su colección. Los trabajos de restauración
fueron encargados a profesionales que realizaban su trabajo en el ámbito
privado, alguno de ellos también artistas, que no dejaron la documentación
pertinente sobre lo ejecutado en las obras de la colección pública, acrecentando
la labor llevada adelante en tan sólo dos años por José de Bikandi.

Notas
*
Museo Histórico Provincial de Rosario “Dr. Julio Marc", Escuela Superior de
Museología de Rosario.
1
CMBA, “Conservador del Museo”, Libro de actas, Acta N º 166, Rosario, 12
Anónimo, Piedad, siglo XVII, óleo s/tela, área de marzo de 1931, p. 148. Archivo Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B.
surandina, Colección Guido. Aquí se percibe
el mal estado de conservación de la obra y la
intervención de José de Bikandi.
Castagnino” (AMMBAJBC).
2
Goikoetxea, Rosana, José Benito Bikandi, el color en movimiento (1894-1958),
Bilbao, Bizcaiko Gaiak, 1999.

66 67
3
Flores Kaperotxipi, Mauricio, Arte vasco, Buenos Aires, Editorial vasca Ekin,
1954, p. 77.
4
Alcántara, Francisco, “Exposición de José Bicandi” en El Sol, Madrid, jueves
3 de diciembre de 1925, p. 4.
5
Echevarría de, Juan, “La exposición Bicandi en el Palacio de Bibliotecas y
Museos” en El Heraldo de Madrid, Madrid, martes 15 de diciembre de 1925,
p. 5. Encina de la, Juan, “Exposición Bicandi” en La Voz, Madrid, martes 15 de
diciembre de 1925, p. 1. Lezama de, Antonio, “Exposición José Bicandi” en
La Libertad, Madrid, 1 de enero de 1926, p. 5.
6
El pintor Luis Ouvrard refiriéndose a su labor como restaurador remarcó
como antecedente el trabajo realizado por Bikandi y la relación de amistad
mantenida por el pintor vasco con Hernández Larguía y Alfredo Guido. Fan-
toni, Guillermo, “Aproximación a la historia de vidas: conversaciones con Luis
Ouvrard” en Anuario, n. 11, segunda época, Escuela de Historia, FHyA, UNR,
Rosario, 1985, p. 316.
7
Aunque por proposición de Cafferata se le dio a la biblioteca un carácter
de “semi-pública” para otorgarle mayor seguridad. Príncipe, Valeria, “Cómo
fundar un museo. La construcción de un espacio institucional para el arte” en
Montini, Pablo et. al, De la Comisión Municipal de Bellas Artes al Museo Cast-
agnino. La institucionalización del arte en Rosario, 1917-1945, Buenos Aires,

Anónimo, La Virgen Santísima, siglo


XVIII, óleo s/tela adherido a soporte
de madera, Cuzco (Perú), Colección
Museo Marc. Ex colección Guido.

Fundación Espigas-Fundación Castagnino, 2011, p. 57.


8
Allí se registraba a los autores y su nacionalidad, los títulos, las técnicas, las di-
mensiones, las fechas de ejecución y el año y la forma de ingreso a la colección
(adquisiciones, donaciones y legados). Cafferata consideró “necesario imprimir
un catálogo con los nombres de los cuadros y esculturas del Museo, para ser
entregados a los visitantes” como se encontraba previsto “por todos los mu-
Anónimo, Calavera (fragmento), siglo seos del mundo”. CMBA, “Catálogo impreso”, Libro de actas, Acta Nº 143,
XVIII, óleo s/tela, área surandina,
Colección Museo Marc. Ex colección Rosario, 16 de enero de 1929, p. 103, AMMBAJBC

68 69
9
La selección y primera clasificación de la colección de Carlés fue realizada 156, Rosario, 21 de marzo de 1930, p. 128-129. AMMBAJBC.
a pedido de la CMBA por Alfredo Guido, Manuel Musto y Rubén Vila Ortiz. 13
CMBA, “Inventario General”, Libro de actas, Acta N º 164, Rosario, 28 de
10
Sobre la colección Castagnino y la forma de ingreso al museo: Montini, Pab- octubre de 1930, p. 145, Archivo Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B.
lo, “Del coleccionismo al mecenazgo. La familia de Juan B. Castagnino en la Castagnino” (AMMBAJBC).
concreción de su legado, 1925-1942” en Montini, Pablo et. al, De la Comisión 14
CMBA, “El Señor Hernández Larguía manifiesta”, Libro de actas, Acta N º
Municipal de Bellas Artes al Museo Castagnino. La institucionalización del arte 173, Rosario, 21 de octubre de 1931, p. 163, AMMBAJBC.
en Rosario, 1917-1945, op. cit. 15
CMBA, “Estampillas”, Libro de actas, Acta N º 179, Rosario, 6 de abril de
11
La colección de Carlos Carlés a su pedido fue donada por sus hermanos 1932, p. 172, AMMBAJBC.
luego de su muerte en 1925. La familia Carlés exigió a la CMBA que fuera ex- 16
CMBA, “Gestiones ante la Comisión Nacional de Bellas Artes”, Libro de
puesta en una sala individual del Museo Municipal de Bellas Artes con el nom- actas, Acta N º 165, Rosario, 28 de noviembre de 1930, p. 147, AMMBA-
bre del coleccionista. La CMBA la aceptó dejando constancia “de que por el JBC.
momento serán provisoriamente colocadas en las mejores condiciones que 17
CMBA, “Restauración de cuadros”, Libro de actas, Acta N º 164, Rosario,
lo permita la actual casa del museo y hasta tanto sea construido el edificio que 28 de octubre de 1930, p. 146, AMMBAJBC.
la comisión proyecta para su instalación definitiva”. Sobre la colección Carlés: 18
Ruiz de Lacanal, María Dolores, El conservador-restaurador de bienes cul-
López Carvajal, María de la Paz y Spinelli, María E., “La colección de dibujos turales. Historia de una profesión, Madrid, Editorial Síntesis, 1999, p.127.
del museo” en Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”+Macro, 19
José de Bikandi, “Presupuesto enviado al presidente de la Comisión Mu-
Papeles reencontrados. Conservación y catalogación de la colección de dibujos nicipal de Bellas Artes, Dr. Fermín Lejarza”, Rosario, 10 de febrero de 1931,
del Museo Castagnino+Macro, Rosario, Ediciones Castagnino+Macro, 2008, AMMBAJBC.
pp. 13-14. 20
Ibídem.
12
A mediados de 1930, Cafferata había gestionado ante la “Compañía Sud 21
CMBA, “Conservador del Museo”, Libro de actas, Acta N º 166, Rosario,
América Terrestre y Marítima “una prima de “2,50 por mil” para el seguro 12 de marzo de 1931, p. 148, AMMBAJBC.
contra todo riesgo de las obras de la colección. Con este fin, se ordenó a la 22
A cargo de la refacción estuvieron los arquitectos y constructores más re-
secretaría hacer, mediante un inventario, el cálculo aproximado del valor de nombrados de la ciudad y vocales de la CMBA, Hilarión Hernández Larguía,
las obras existentes en el museo tomando como base, probablemente para José Gerbino y Víctor Avalle.
reducir su valor, los precios que figuraban en las actas. Este pudo haber sido 23
CMBA, “Planta del Museo de Bellas Artes de Rosario” en XIII Salón Ro-
el motivo por el cual la nueva Comisión lo consideró inadecuado. CMBA, sario. Pintura, escultura, grabado, dibujo, cat. exp., Rosario, 8 de julio a 8 de
“Seguro contra todo riesgo de las obras del Museo”, Libro de actas, Acta N º agosto de 1931, p. 335.
24
CMBA, “Gasto”, Libro de actas, Acta N º 166, Rosario, 12 de marzo de
1931, p. 148, AMMBAJBC.
25
Las obras restauradas de la colección del MNBA del préstamo efectuado
en octubre de 1919 fueron: Detti, César, Árabe, 1873, óleo s/tabla, 23 x 16
cm. Donación Ángel Roverano (DAR). Agrassot, Joaquín, Saliendo del templo,
óleo s/tabla, 19 x 14 cm. DAR. Gourieu, Carlos, Retrato de un obispo, 1851,
óleo s/cartón, 23 x 17 cm. Jourdain, Roger, Un aragonés, 1869, óleo s/tabla,
43 x 26 cm. DAR. Simons, M., El encantamiento del fuego, óleo s/tela, 59 x
102 cm. DAR. Groegaert, Georges, Paisaje con figuras, óleo s/tabla, 16 x 45.
DAR. Domingo, Francisco, Paisaje con dos retratos, óleo s/tabla, 61 x 50 cm.
DAR. Rosales y Martínez, Eduardo, Cabeza de hombre, 1860, óleo s/ tela, 40
x 31 cm. Legado Parmenio Piñeiro.
26
CMBA, “Taller de restauración”, Libro de actas, Acta N º 173, Rosario, 21
Anónimo, San Pedro Nolasco, óleo s/tela, de octubre de 1931, p. 162-163. AMMBAJBC
Pintura Colonial Sud-Americana de la
colección del arquitecto Hilarión Hernández
27
Las nueve obras restauradas de la colección Carlés fueron: Pomey Bal-
Larguía.
lue, Therese, Figura, óleo s/tabla, 22 x 16 cm. Segantini, Giovanni, Croquis,
Anónimo, Cabeza de Obispo Fundador, óleo
s/tela, Pintura Colonial Sud-Americana de la Carbón, grafito y lápiz s/papel, 20.9 x 16.3 cm. Sisley, Alfred, Village de Saint
colección del arquitecto Hilarión Hernández Mammes, c. 1898, pastel, 30 x 41 cm. Lucas y Villaamil, Eugenio, Figura de
Larguía.

70 71
mujer, óleo s/tabla, 54 x 37 cm, Pajetta, Victor Pietro, Establo, 1898, óleo s/ Tornquist, Francisco Llobet, Teodoro Harffen, entre otros. CMBA, “Memo-
tela, 35,2 x 57,5 cm. Lonblad, Emilia, Figura, óleo s/tela, 51 x 39 cm. Hemery, ria”, Libro de actas, Acta N º 190, Rosario, 3 de febrero de 1933, pp. 186-187.
E., Cabeza, óleo s/tela, 46 x 35 cm. Angele Blanche Denvil, Retrato de mujer, AMMBAJBC.
óleo s/celuloide, 8 x 10 cm. Artigue, Anciana sentada, pastel, 75 x 10 cm. 37
Giunta, Andrea, “La Sociedad de los artistas de Rosario” en Museo Munici-
28
José de Bikandi, “Presupuesto enviado al presidente de la Comisión Munic- pal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, La sociedad de los artistas. Historias y
ipal de Bellas Artes, Dr. Fermín Lejarza”, op.cit. debates de Rosario, cat. exp., Rosario, Museo Municipal de Bellas Artes “Juan
29
CMBA, “Empleado del taller”, Libro de actas, Acta N º 177, Rosario, 19 de B. Castagnino”, 2004. Florio, Sabina, Los hermanos Schiavoni. Legado y vigen-
marzo de 1932, p. 168-169. AMMBAJBC. cia, cat. exp., Rosario, Fundación Osde, 24 de abril al 17 de junio de 2012.
30
La falta de espacio para exhibir la totalidad de la colección se puso en ev- María Eugenia Spinelli, “Augusto Schiavoni: un artista de culto” en Museo
idencia con el rechazo al ofrecimiento del pintor Emilio Caraffa de donar un Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, Schiavoni, cat. exp., Rosario,
conjunto de obras de su autoría con la condición de que fueran expuestas Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, Rosario, s/f. Malosetti
en conjunto. También con la demanda judicial llevada adelante por Nicolás Costa, Laura, Yo, nosotros, el arte, cat. exp., Buenos Aires, Fundación Osde,
Amuchástegui para que se cumpla el cargo exhibición de la donación realiza- 27 de febrero al 3 de mayo de 2014.
da en 1929 del retrato de su madre pintado por Emilia Bertolé. Si bien los 38
S/A, “Actualidades” en Sábado. Semanario ilustrado, n. 1, a. 1, Rosario, 16 de
miembros de la CMBA explicaron el problema a las autoridades municipales agosto de 1930, s/p.
y al demandante, este fue desestimado por los letrados municipales obligando 39
Tal como reflejan las publicaciones de la época su exposición fue un ver-
a instalar esta obra de grandes dimensiones en el “pasillo nº 2 del museo”. Cf. dadero suceso, así también lo reflejó en una nota gráfica la revista Cinema.
CMBA, “Emilio A. Caraffa”, Libro de actas, Acta N º 180, Rosario, 27 de abril S/A, “Actualidad gráfica” en Cinema, Rosario, a. II, n. 49, sábado 2 de agosto
de 1932, p. 173. AMMBAJBC. Prieto, Verónica, “La colección Amuchástegui” de 1930, p. 12.
en Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”+Macro, Papeles 40
Además, en su inauguración el Salón contó con la presencia del “Presidente
reencontrados. Conservación y catalogación de la colección de dibujos del Museo del Gobierno Provisional y la del Interventor Nacional”. El éxito se puso en
Castagnino+Macro, op.cit., pp. 104-105. evidencia con la venta de su catálogo que llegó a 441 ejemplares. CMBA, “XIII
31
CMBA, “Museo Cafferata”, Libro de actas, Acta N º 189, Rosario, 15 de Salón”, Libro de actas, Acta N º 173, Rosario, 21 de octubre de 1931, p. 159.
noviembre de 1932, p. 183. AMMBAJBC. 41
Junto a Bikandi actuaron como jurados, Hilarión Hernández Larguía repre-
32
CMBA, “Proyecto de reglamento interno”, Libro de actas, Acta N º 175, sentando a la CMBA y Manuel Musto como artista designado por la Comis-
Rosario, 16 de febrero de 1932, p. 165. AMMBAJBC. ión. CMBA, “Jurado”, Libro de actas, Acta N º 171, Rosario, 17 de junio de
33
Luego de realizada una “selección provisoria” Alcira Olivé junto a sus her- 1931, p. 157.
manos, poniendo en evidencia la falta de espacio para exhibición, decidió 42
En paralelo al ofrecimiento realizado a Alfredo Guido, la CMBA también
conservar en su poder esas obras hasta que el museo estuviera en condi- había solicitado la autorización a Dolores Dabat, directora de la Escuela Nor-
ciones de colgarlas en su totalidad. CMBA, “Donación Olivé”, Libro de actas, mal Nº 2, quien aceptó “gustosa” siempre que fuera previo al de su autor.
Acta N º 168, Rosario, 23 de abril de 1931, pp. 151-152. AMMBAJBC. Alfredo Guido, “Carta al presidente de la C. M. de Bellas Artes Dr. Fermín
34
Planilla de gastos, febrero de 1932. AMMBAJBC. Lejarza”, Los Cocos, 16 de junio de 1931. AMMBAJBC.
35
La concurrencia fue registrada en las dos primeras exposiciones: Foujita 43
Guido, Alfredo, “Carta al presidente de la C. M. de Bellas Artes Dr. Fermín
28.080 y Pintura antigua italiana 7.645 visitantes. Las exposiciones de pintura Lejarza”, Los Cocos, 20 de junio de 1931. AMMBAJBC
antigua italiana, española y de los países bajos como la de pintura colonial fue 44
S/A, “La decoración de nuestros jardines” en El Constructor Rosarino, a. VI,
realizada con las obras de propiedad de Rosa Tiscornia de Castagnino, del n. 100, Rosario, febrero de 1932, s/p.
Salón Leonardo de Dante Mantovani, Pablo Recagno, Domingo Benvenuto, 45
En la residencia del Dr. Teodoro Fracassi proyectada por Ángel Guido y
Adela E. de Casas, Alfredo Rouillón, José María Settier, Rafael Candia, Fer- donde Alfredo Guido había instalado en 1927 en su comedor un importante
nando Chiesa, Cleofe A. Lupi, Gustavo Cochet, Ángel, Alfredo y José Guido, mural, Bikandi instaló un trabajo en cerámica realizado en Buenos Aires junto
entre otros. Fernando Arranz.
36
Para la instalación, organización y realización de estas nueve exposiciones se 46
CMBA, Exposición de artistas locales, Rosario, junio de 1932. (cat. exp.)
invirtió 4.705 pesos, los “Amigos del Museo” colaboraron con 1.665 pesos. El 47
Pesquera, Tulio, “Acto de confraternidad entre artistas” en Cinema para
gasto promedio por exposición fue de 294 pesos a excepción de la Fader que todos, Rosario, a. IV, n. 171, sábado 3 de diciembre de 1932, p. 6.
más gestiones y presupuesto (2.350 pesos) demandó posiblemente porque 48
De la donación del dibujo de Foujita participaron también Guido Castagni-
muchas de las obras pertenecían a coleccionistas porteños, como Eduardo no, Hilarión Hernández Larguía, Eduardo Barnes, Fermín Lejarza, y del óleo

72 73
de Juan Sol, los arquitectos Ermete di Lorenzi y José Micheletti, y los artistas
Demetrio Antoniadis, R. Calatroni y M. A. Velasco. CMBA, “Memoria”, Libro
de actas, Acta N º 190, Rosario, 3 de febrero de 1933, p. 184-185.
49
Guido, Ángel, “Presentación”, Exposición de pintura colonial sud americana.
Colección particular, cat. exp., Rosario, CMBA, agosto de 1932.
50
S/A, “Exposición de Arte Cristiano Colonial. Se inaugura hoy con el auspicio
de la Comisión Municipal de Bellas Artes” en La Capital, Rosario, domingo 14
de agosto de 1932, p. 12.
51
Sobre Dante Mantovani y sus estrategias comerciales relacionadas con el
arte colonial: Montini, Pablo, “Exposiciones de arte colonial: identidad, histo-
riografía y mercado en Santa Fe, 1940-1941” en IV Jornadas de Exposiciones
de Arte argentino y Latinoamericano. Prácticas curatoriales: museos, circulación,
legitimación y espectáculo, Buenos Aires, Sede Centro Cultural Borges de la
UNTREF, 2013.
52
Salón Witcomb, Exposición de lienzos coloniales y obras clásicas organizada
por el Salón Leonardo, cat. exp., Buenos Aires, septiembre de 1928, s/p.
53
S/A, “Exposición de pintura colonial auspiciada por la Comisión de Bellas
Artes” en La Capital, Rosario, miércoles 17 de agosto de 1932, p.12.
54
En un examen realizado por equipo de conservación e investigación del
MHPR “Dr. Julio Marc” sobre una obra del siglo XVII que llegó al museo
bajo la catalogación de Guido como Cabeza de Cristo se descubrió una tela
del mayor tamaño que revelaba una iconografía diferente (San Juan Bautista),
adosada y plegada sobre un soporte rígido (cartón). Este era un fragmento
de un proyecto arquitectónico realizado por Guido posiblemente para su
residencia particular en 1924. Cf. Montini, Pablo (coord.), Anales del Museo
Histórico Provincial, op.cit., p. 90-94.
55
S/A, “Exposición de pintura colonial auspiciada por la Comisión de Bellas
Artes” en La Capital, Rosario, miércoles 17 de agosto de 1932, p.12.
56
CMBA, 8ª. Exposición de artes plásticas, Pintura colonial Sud-Americana (de
la colección del arquitecto Hilarión Hernández Larguía), cat. exp., Rosario, julio
de 1936.
57
S/A, “A propósito de una exposición realizada en las salas de la Comis-
ión Municipal de Bellas Artes” en Plástica, n. 9, Buenos Aires, septiembre de
1936, p. 9.
58
Cf. Burucúa, José Emilio et.al, Tarea de diez años, Buenos Aires, Fundación
Antorchas, 2000. Siracusano, Gabriela, “Imágenes, palabras y mensajes en
dos lienzos del Museo Histórico Provincial Dr. Julio Marc”, en Montini, Pablo
(coord.), Anales del Museo Histórico Provincial, n. 1, Rosario, Ministerio de In-
novación y Cultura de Santa Fe, 2011.

Anónimo, Nuestra Señora de la Merced,


siglo XVIII, óleo s/tela, escuela cuzqueña,
Ex colección Hilarión Hernández Larguía.

74 75
Lucio Piccoli* / Olvidar el neocolonial: empatía y experiencia del espacio
como nuevas claves de interpretación de los escritos y composiciones
urbanas de Ángel Guido

Introducción
Dentro del muy amplio elenco de arquitectos argentinos que durante
las primeras décadas del siglo XX lanzaron una mirada retrospectiva hacia
el pasado colonial americano en búsqueda de la inspiración necesaria para
afrontar la crisis del eclecticismo que asolaba a su disciplina desde fines del siglo
anterior, la figura de Ángel Guido se destaca como una de las más rutilantes.
Frente al carácter romántico de los preliminares ejercicios de relevamiento
patrimonial à la John Ruskin llevados a cabo por Johannes Kronfuss y Pablo
Hary durante sus primeros viajes al interior del país o en comparación con
el más tradicional espíritu barroco andaluz en función del cual se orientaba
la producción de Martín Noel, por nombrar sólo algunos ejemplos, las
exploraciones de Guido efectivamente descuellan. Y esto se debe no
únicamente a la relativa complejidad teórica y al lugar eminentemente central
dentro del campo cultural desde el cual fueron formuladas, sino, antes bien, al
grado de audacia al que el elemento de fusión en el proceso creativo parecía
estar dispuesto a llegar, ejemplificado en su obra magna por la operación de
montaje de un rascacielos, una capilla de indios, una fuente, un teatro griego y
un propileo, de modo paradigmático.
Pero a pesar o, precisamente a causa de esas singularidades que lo
caracterizan como un exponente extraordinario del revival, la prioridad que en
la bibliografía existente sobre Guido suele asignársele a la matriz de pensamiento
de fusión “euríndica” y al vínculo directo con el nacionalismo cultural, presenta
una serie de complicaciones que, en esta ocasión, se quieren eludir muy
deliberadamente. Por una serie concreta de razones historiográficas que
atañen sobre todo a la historia de la arquitectura y se analizan detalladamente
en el primer punto de este ensayo, la filiación constante con el pensamiento
de Ricardo Rojas ha contribuido a que, no pocas veces, la obra de Guido se
asocie con las connotaciones reaccionarias y conservadoras de esta versión
del discurso nacionalista.
De un modo que procura continuar con el espíritu de los pocos
trabajos que, sorteando dicha tendencia generalizada, ya han señalado la
originalidad de la operación modernista que Guido desempeñó en el proceso
de profesionalización de la arquitectura y el urbanismo en Argentina, nuestra
propuesta alternativa consiste en enfatizar el carácter eminentemente plural de
este intelectual a partir de un análisis de la recepción histórica de un conjunto
de ideas estéticas centroeuropeas.1 Formulada en términos más cercanos a
la estética y la teoría de la arquitectura que al discurso técnico acerca de la
planificación urbana, la hipótesis de trabajo considera que una serie inexplorada
e interesante de representaciones en torno a la experiencia del espacio
arquitectónico emerge en la obra escrita y proyectual de Guido como resultado
de la apropiación original de lo que se conoce como Einfühlungstheorie [teoría

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de la proyección sentimental o, siguiendo la traducción inglesa (empathy), de Esa sensibilidad ibérica de amplios alcances y muy diversas
la empatía]. Como se intentará demostrar en el segundo punto, el desarrollo manifestaciones en la cultura latinoamericana, se articula puntualmente en
histórico de esos debates decimonónicos en clave estética y psicológica a Argentina en dos instancias: en primer lugar, con la representación nostálgica
propósito de los mecanismos de la empatía y percepción visual de las formas e idealizada del pasado que cierto sector de la oligarquía porteña –Wilde, V.
había proporcionado las condiciones necesarias para formular la sintaxis López, Calzadilla, Bilbao, etc.– había elaborado a fines del siglo XIX en torno
moderna de la disciplina. al tópico de la ‘Gran Aldea’ y, en segundo lugar y con mayor claridad aún, en
Para desentrañar la coherencia interna de la lógica particular con el marco de la crítica coyuntura socio-política del centenario de la revolución
la que Guido leyó esos debates se procede, en tercer lugar, a analizar los de Mayo en 1910 y de los nuevos americanismos dinamizados por la Reforma
canales de transmisión de esas ideas y el modo en que ellas repercutieron en Universitaria en 1918. En el seno de la cultura urbana se perfila, de este
distintos momentos de su obra escrita, pero haciendo énfasis, más que nada, modo, un doble núcleo de preocupaciones determinado tanto por la crisis
en una contribución suya que fue publicada en 1943 en la revista tucumana que aquejaba a la disciplina arquitectónica en el plano internacional, como por
Sustancia, bajo el título “Estética filosófica del espacio en el urbanismo”.2 A la alarmante circunstancia sociopolítica de las grandes ciudades argentinas a
partir de las hipótesis que estructuran este texto prácticamente desconocido, principios de siglo XX:
se ilustra la original evolución de las reflexiones en torno a la percepción del
espacio y la forma que emergen durante la etapa final de su carrera como la crisis del academicismo a nivel internacional ha instalado desde
arquitecto y urbanista, estableciendo, en la medida de lo posible, rupturas finales de siglo en la propia Academia de Beaux-Arts francesa, bajo la
y continuidades con el debate correspondiente en sede centroeuropea. En influencia de las teorías de Taine, la necesidad de desarrollar ‘estilos
cuarto y último lugar, se ofrece un corolario práctico de la evolución teórica nacionales’ como contrapartida de la indiferenciación ecléctica; pero
de esas ideas a partir del análisis de un sector determinado de su producción en Buenos Aires ese problema se agrava, porque también las elites
material: los centros cívicos proyectados para los ejes monumentales en los de las colectividades extranjeras comparten esa necesidad […]. Esto
planes reguladores de Rosario, Tucumán y Salta. significa que el problema de los argentinos no puede resolverse con
el genérico reclamo caracterizador de los ‘estilos nacionales’: aquí hay
1. Los límites del modelo neocolonial que encontrar un estilo de los argentinos, imponiéndolos a las otras
La reivindicación de prácticas y discursos arquitectónicos del período figuraciones.5
de dominación colonial española en América que ha dado en llamarse
neocolonial es un fenómeno estético surgido entre fines del siglo XIX Los modelos de recuperación del legado arquitectónico colonial que
y principios del XX, de amplias dimensiones y rasgos muy diversos. En los protagonistas del debate en torno al estilo nacional elaboraron como
ese sentido, se ha demostrado que, a pesar de las notables diferencias, la respuesta a los males del cosmopolitismo, reconocían sensibles diferencias
revalorización del Mission Style californiano por figuras como la de Sylvester que no dejaron de causar polémicas discusiones en las páginas de las revistas
Baxter, reconocía en la apropiación de la filosofía positivista de Hippolyte especializadas de la joven disciplina. De esta forma, mientras personajes como
Taine y su plástica noción de ‘carácter’, matrices teóricas comunes con las Leopoldo Lugones, Martín Noel y Johannes Kronfuss estaban dispuestos a
exploraciones de otros arquitectos como Martín Noel.3 Mientras en Estados considerar los antecedentes coloniales americanos para la fundación del nuevo
Unidos la revalorización del legado cultural hispánico ha de pensarse como canon, el viejo maestro Alejandro Christophersen entendía que esas obras
una alternativa al cosmopolitismo de las grandes ciudades elaborada por eran demasiado “modestas, debido a que los colaboradores [de los jesuitas]
los movimientos Arts and Crafts de inspiración ruskiniana, en el mundo no eran artistas sino simples artesanos, a menudo elegidos entre los indios
hispanoparlante, en cambio, las reivindicaciones estéticas y morales articuladas del país“ y sostenía, en cambio, la necesidad de remitirse a las tradiciones
en torno a lo ibérico denunciaban la ‘crisis espiritual’ del momento, a la vez ibéricas andaluzas.6 Más allá de la heterogeneidad de posiciones respecto al
que procuraban fundar una ‘nueva sensibilidad’ antiutilitaria y antianglosajona. neocolonial dentro del campo disciplinar, lo que importa destacar es que ese
En este sentido, la derrota de España a manos de la nueva potencia mundial gesto que elude la consideración de las experiencias espaciales y temporales
estadounidense y la consecuente pérdida de las últimas colonias de ultramar más próximas era llevado a ultranza hasta el punto de afirmar que:
en Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898, representan el punto inicial de un
complejo proceso de exaltación de la tradición latina y cristiana heredada nada podemos hacer en la Capital, librados al entusiasmo de la
de la ‘madre patria’, que es llevado a cabo por los jóvenes intelectuales especulación y de la codicia humana, pero queda el suburbio, quedan
latinoamericanos para posicionarse críticamente frente a los modelos los pueblos veraniegos, queda la estancia. Ahí está la espaciosa
hegemónicos del positivismo y el liberalismo laicizante.4 campiña, en la Pampa; allí donde no hay límites, donde la línea extensa

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de los campos se confunde con el horizonte tranquilo […].7 cosmopolita y desmemoriada su camino errado y hace docencia
sobre aquello que debe recordar; la planta de la casa y el diseño de
En esta serie de reflexiones que perfilan los orígenes de la dimensión sus interiores en cambio intenta plasmar en ideas contemporáneas el
antiurbana del neocolonial se apoyó un sector de la historiografía posterior concepto de ‘museo’ que debía impregnar esta casa-manifiesto.9
para subrayar la supuesta incapacidad técnica y conceptual del lenguaje a la hora
enfrentar los problemas y desafíos que presentaba la realidad metropolitana De esta manera, la operación crítica instalaba en el seno de la
del centenario. De esta forma, se ha tendido a pensar el neocolonial como genealogía oficial de la historiografía de la arquitectura la figura de un Guido
un fenómeno de renovación estética condicionado desde el principio por signada por el nacionalismo y el conservadurismo, en un gesto que a partir
contradicciones de difícil solución: de ese momento condicionaría sensiblemente la interpretación de su obra
en los términos de una arquitectura parlante, reduciéndola a la categoría de
[…] si el espacio público de la ciudad burguesa se presenta como una mecanismo accesorio de las ideas de Ricardo Rojas.
polifonía insoportable, el cocoliche vuelto piedra, lo que ofrece el Sin lugar a dudas, esa filiación directa con el nacionalismo cultural
neocolonial con sus alusiones historicistas son más imágenes, dobla que parece alcanzar su punto apoteótico sobre el final de su producción
la apuesta del eclecticismo por un hipereclecticismo. […] Pero ni se con la erección del Monumento a la Bandera (1957) y su desempeño como
aproxima a una respuesta utilizable en el campo del lenguaje en la rector interventor de la UNL durante el peronismo (1948-1950), existe y
ciudad porque la propia tradición de la disciplina arquitectónica lleva a fue estratégica y deliberadamente explotada por Guido, quien hizo cuanto
una aporía de la que el neocolonial no se hace cargo: si en plena crisis estuviera a su alcance por ratificarla a lo largo de su extensa producción escrita,
de los lenguajes académicos se puede acudir al clima, los materiales, presentándose siempre como un discípulo del gran maestro de la Eurindia.
el lugar para buscar un núcleo duro donde anclar un estilo nacional, Pero si se pone en suspenso, al menos por un momento, la radicalidad
al mismo tiempo esas referencias son mudas, todavía no constituyen que las contradicciones de la vida política y cultural en Argentina asumen a
lenguaje, envían al futuro.8 mediados del siglo XX, para retornar de un modo distinto a la reflexión sobre
ese período particular que a grandes rasgos puede definirse en torno a las
Pero es importante dejar en claro que aquí no se trata de desarticular décadas del veinte y treinta, se revela claramente que existe allí, entre la crisis
una forma particular de entender el neocolonial y su relación con el del eclecticismo y el ascenso del racionalismo, una muy rica cantera digna de
fenómeno urbano, sino antes bien de entender las razones historiográficas ser explorada en los términos de su especificidad histórica.
por las cuales la figura de Guido se encuentra aún tan fuertemente anclada
en esa tradición nacional de la producción arquitectónica. Los orígenes de esa 2. Proyección empática y movimiento: el urbanismo como obra de arte
vinculación tan persistente habría que buscarlos, en realidad, en el modo en espacial, la arquitectura como configuración del espacio
que fue formulado uno de los procesos de renovación más importantes de Al afirmar en la Crítica a la razón pura (1781) que el espacio no era una
la historiografía de la arquitectura en Argentina a fines de la década de 1980: propiedad inmanente de las cosas, sino una representación a priori del sujeto
de conocimiento, Kant había realizado la primera y fundamental operación
es posible […] diferenciar dos claras etapas en la historiografía ‘oficial’ de lo que puede caracterizarse como un giro antropológico del espacio. El
de la arquitectura: la que organiza sus motivos en torno al Centenario objeto de nuestras preocupaciones lo constituye, en realidad, un segmento
y los ‘pioneros’ Kronfuss, Guido y Noel principalmente; y la que se de la segunda instancia de ese proceso histórico que remite a la amplia y
estructura con Mario J. Buschiazzo y el Instituto de Arte Americano diversa serie de discusiones teóricas que emergieron como yuxtaposición
cristalizando en sus Anales. Así se arma –en tanto construcción de la psicología experimental y la estética, durante la segunda mitad del siglo
historiográfica– la línea fuerte, institucional, de la disciplina; la que XIX en los países germanoparlantes de Europa central. Es en la interacción
desde la óptica de nuestro tema aparece como objeto privilegiado, constante de estas dos jóvenes disciplinas y a partir de la experimentación
ya que es la que proveerá los fundamentos portantes de ‘lo nacional’ y el análisis de los distintos estímulos sensomotrices que intervienen en la
haciéndose una con ellos. […] Tal programa [de revalorización de percepción de los fenómenos, sobre todo los visuales, que irá pergeñándose
las expresiones culturales americanas y de búsqueda de lo propio] una nueva conciencia acerca de la belleza: la Einfühlungstheorie.
puede leerse con la mayor transparencia en su propia casa [la de La misma postula que el goce estético se encuentra condicionado
Rojas], proyectada por Ángel Guido en 1927. La secuencia de por los términos de una transferencia o proyección de sentimientos y estados
fachadas (réplica de la Casa de Tucumán –entonces demolida– al anímicos que, al ser ejecutada en el instante de la contemplación, determina
frente, seguido de portal barroco americano) le recrimina a la ciudad una incorporación o reconocimiento empático –una Einfühlung– del sujeto en

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el objeto artístico. El grado de placer que la forma artística puede proporcionar hecho, una de las preocupaciones centrales de la famosa obra Construcción de
se encuentra directa y proporcionalmente relacionado con el esfuerzo que el ciudades según principios artísticos que el vienés Sitte escribió en 1899.13 Allí se
organismo debe afrontar en su percepción. Si bien es cierto que los primeros analizaban las formas y disposición espacial de plazas, edificios, monumentos y
registros del verbo reflexivo en alemán sich einfühlen (‘sentir empáticamente’ calles a mano de numerosos y muy diversos ejemplos de ciudades europeas de
o ‘compenetrarse con algo’) remiten al romanticismo de Novalis, es necesario la antigüedad clásica, el renacimiento y el barroco. Preocupado por las radicales
dejar en claro que los padres fundadores de la Einfühlungstheorie en el siglo transformaciones urbanas que ciudades como París o Viena habían sufrido
XIX, no concebían la naturaleza como un ente animado, sino que por el durante la segunda mitad del siglo XIX, el objetivo de Sitte era encontrar una
contrario se referían a ella en un sentido casi positivista como “el reino mudo clave de entendimiento común, un patrón estructural pasible de ser detectado
de la necesidad”.10 Esto es importante para disipar cualquier tipo de asociación en todos los casos del pasado que explicara las causas del efecto benéfico que
entre esta metodología y una mera transacción de sentimientos y pasiones ellos producían en el individuo. De este modo, frente a los problemas estéticos
irracionales en tanto y en cuanto se trata, antes bien, de una operación que e incluso psicológicos de “agorafobia” que suscitaban, por ejemplo, las enormes
Theodor Lipps define en los términos de una auto-objetivación del individuo, plazas de la Ring-Strasse vienesa, su manual aconsejaba un tipo de diseño en
la cual no se reduce necesariamente al orden orgánico y natural de la realidad.11 el que ellas fueran contempladas como unidades espaciales de contención,
“Lo bello no es una cosa, sino un acto” es la célebre afirmación de de dimensiones no desproporcionadas y con un centro libre de obstáculos.
Friedrich Theodor Vischer que condensa el sentido de la Einfühlungstheorie y Frente al enfoque reduccionista de gran parte de la historiografía del siglo
señala, a su vez, la importancia histórica que la misma reviste para la estética XX que ha tendido a considerarlo como un mero romántico y exponente
de la modernidad: el viraje de una noción estática de belleza anclada en los del conservadurismo en materia de planificación urbana, nuevos estudios han
signos y en las propiedades objetivas de la obra, hacia otra más bien dinámica demostrado que su interés por descifrar la correcta relación a establecerse
y activa basada en la percepción sensorial de la experiencia por parte del entre el tamaño, escala y proporción de las plazas y los edificios circundantes
individuo que supone no sólo la construcción del mundo observado, sino estaba profundamente influenciado por los elementos científicos de la fisiología
además su animación [Beseelung] en un sentido demiúrgico.12 y la psicología de la percepción y, consecuentemente, con los mecanismos de
En esta segunda instancia de radicalización del subjetivismo cognitivo el percepción empática del espacio característicos de la Einfühlungstheorie.14
giro antropológico del espacio iniciado por Kant obtiene su legalidad a través de August Schmarsow, por su parte, elaboró una noción de empatía que aban-
los aportes de Johannes Müller, Hermann von Helmholtz, Hermann Lotze y donaba deliberadamente la esfera wölffliniana del sentimiento formal [Formge-
Wilhelm Wundt, por nombrar sólo algunos de los representantes más ilustres fühl] en dirección a la del sentimiento espacial [Raumgefühl]:
de la fisiología y la psicología experimental durante la segunda mitad del siglo
XIX. Porque si bien ya desde los tiempos de Vitruvio la constitución física del tan pronto como a partir de los residuos de nuestra experiencia sen-
cuerpo humano había servido para establecer los principios fundamentales sorial a la cual suministran sus aportes las sensaciones musculares de
de la armonía y la proporción en el arte, la Einfühlungstheorie es la primera nuestro físico, la sensibilidad de nuestra piel como la construcción de
versión del antropomorfismo cuya legitimidad reposa en la fundamentación todo nuestro cuerpo, se fusiona el resultado que denominamos nues-
científica del estudio del cuerpo y la mente. tra forma de contemplación espacial, […] tan pronto como hemos
En este contexto dos figuras ameritan una mención especial, en aprendido a sentirnos a nosotros mismos y sólo a nosotros como centro
la medida en que en sus obras puede vislumbrarse claramente una de las de ese espacio, cuyos ejes de dirección se intersecan en nuestro interior,
formas más representativas y originales en que estas discusiones acerca está dado el valioso núcleo, fundamentado, por así decirlo, el capital
de la percepción del espacio repercuten sobre el urbanismo y la teoría de de la creación arquitectónica […]. Sentimiento y fantasía espacial instan
la arquitectura: Camillo Sitte y August Schmarsow. Prestar atención a la a una configuración espacial [Raumgestaltung] y buscan su satisfacción
particular elaboración de los mecanismos de proyección empática en sus en un arte; lo llamamos arquitectura y podemos denominarla en ale-
obras es interesante porque, por un lado, allí radica la clave que permite mán, sin vacilar, configuradora de espacio [Raumgestalterin].15
postular –por primera vez– la experiencia espacial como especificidad de
la disciplina arquitectónica; por otro lado, porque determinados rasgos de La novedad de la perspectiva de Schmarsow no estriba únicamente en
esa misma forma de concebir la relación entre cuerpo del individuo, espacio plantear, de un modo más complejo y abstracto que Wölfflin, la experiencia
de la ciudad y arquitectura se encuentran también presentes, como se del espacio como especificidad de la disciplina, sino en la incorporación de una
intentará demostrar, en la obra de Ángel Guido y pueden contribuir a nuevas dimensión clave que no había sido tenida en cuenta hasta ese momento, a
interpretaciones de la misma. saber, el movimiento:
El efecto que el espacio urbano provoca en el observador es, de
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ya las denominaciones lingüísticas que utilizamos, como expansión, la transición de un modo de percepción táctil a otro visual.18 Más preocupado
extensión, dirección, indican la actividad del sujeto que continúa ac- por la distancia existente entre el individuo y el objeto de contemplación,
tuando, el cual transfiere de inmediato su propia sensación del movi- Riegl restringía la observación a un punto de vista fijo que omitía la presencia
miento a la forma espacial estática y no puede expresar las relaciones corporal y el movimiento del sujeto en el espacio. Por esa misma razón, afir-
de ésta con él de otra manera que imaginándose él mismo en movi- maba en Spätrömische Kunstidustrie (1901) que la dimensión de profundidad
miento, calculando el largo, ancho, profundidad, o atribuyendo a las emergía recién con las formas del Panteón romano y la basílica longitudinal,
rígidas líneas, superficies, cuerpos, el movimiento que sus ojos, sus mientras que la profusión de columnas sin propósito estructural de los tem-
sensaciones musculares le indican, aún cuando él, inmóvil, atisbe las plos egipcios era la prueba tanto de la corta distancia de observación que
medidas. La formación espacial [Raumgebilde] es obra humana y no determinaba un tipo de percepción táctil, como de la imposibilidad histórica
puede permanecer inerte como fría cristalización ante el sujeto de de los pueblos de la antigüedad de representar la profundidad del espacio.
creación y goce.16 Schmarsow, por el contrario, señalaba que para los egipcios la tercera dimen-
sión surgía precisamente a partir del efecto que la sucesión de esas columnas
Entonces, si por un lado la posición primordial del hombre erecto suscitaban sobre el cuerpo del individuo que avanzaba por los patios del tem-
con los brazos pendientes a los costados confiere la idea de la altura y, por plo, subrayando, de este modo, la importancia del movimiento y la capacidad
el otro, la constitución simétrica y apareada del organismo –ojos, manos– el de la arquitectura de formular históricamente distintos patrones rítmicos que
principio del ancho, es sólo a través del desplazamiento del cuerpo dentro del se despliegan, al igual que los de una composición épica o musical, mediante
espacio, asevera Schmarsow, que las imágenes bidimensionales originalmente el desplazamiento del sujeto a través de los espacios interiores de un edificio.19
percibidas en reposo van trocándose sucesivamente hasta proporcionar la En el contexto de estas discusiones en torno a la relación de tipo
sensación de profundidad. De este modo, la teoría de la arquitectura co- empático que se establece entre el organismo físico y ambiente construi-
mienza a distanciarse de los principios vitruvianos de firmitas, utilitas, venustas do, la espacialidad y el movimiento fueron perfilándose como dos variables
y de la concepción historicista de la disciplina en tanto arte circunscripto a decisivas que transformarían radicalmente la teoría del arte y la arquitectura
la composición plástica de las fachadas y otorga, en cambio, cada vez más durante el transcurso del siglo XX. Acerca de algunas de las características es-
protagonismo al problema de la experiencia y uso del espacio por parte del pecíficas que asumió el proceso histórico de transferencia de esas ideas hacia
individuo que lo habita: el universo hispanoparlante y de su particular repercusión en la obra escrita y
material de Ángel Guido, procuran dar cuenta los párrafos siguientes.
sólo en la dimensión de la profundidad y en todo el despliegue es-
pacial que junto a ella se desplaza comprendemos el agrado de una 3. La recepción de la Einfühlungstheorie en la obra escrita de Guido
disposición arquitectónica a través de la mano humana, el valor de la Y lo fatal es, lector, que hoy por hoy
configuración espacial en sí. […] La raíz psicológica de la arquitectura no existe más que una estética: la alemana.
se encuentra en la tercera dimensión. En la producción de la verdadera Pues bien, la estética alemana contemporánea gravita
profundidad espacial que el sujeto humano asimila como habitante o casi íntegramente en un concepto que se expresa en
visitante estriba lo esencial.17 un término sin directa equivalencia castellana: la Einfühlung.
Ortega y Gasset, 1911.20
En esta valoración positiva de un espacio vitalmente definido por so-
bre la forma artística silente, Schmarsow encuentra los fundamentos para po- Puedo salir y entrar en mi estructura anatómica
sicionarse originalmente dentro de la tradición del formalismo estético. Como con la misma facilidad con que el río pasa y se va,
sugiere el acápite en la introducción de este texto, es en torno a la manifes- el viento penetra en las casas y huye.
tación de la sensación espacial [Raumgefühl] en tanto concepción del mundo De ahí que, involuntariamente, me incorpore en cualquier cosa:
[Weltanschauung] de las distintas civilizaciones a lo largo del tiempo que Sch- persona, canilla, pañuelo, bastón, catedral, trigo, plegaria
marsow organiza su propia representación de la historia del arte y la arquitec- Onir Asor, 1954.21
tura. Esto significa un deliberado contrapunto, como ya ha sido mencionado,
frente a la tesis wölffliniana de una historia del arte como proceso diacrónico La preponderancia que las ideas estéticas centroeuropeas manifiestan
de las distintas capacidades de percepción formal [Formgefühl], pero también en el particular posicionamiento teórico de Guido frente a la crisis del eclec-
frente a la de Alois Riegl que explicaba las transformaciones históricas como el ticismo remite, en una primera instancia, a la figura de Ortega y Gasset y al
desarrollo evolucionista de la voluntad artística [Kunstwollen] y el resultado de efecto de actualización que implicó su obra para el desarrollo del campo cul-

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tural en la Argentina de principios de siglo XX.22 Durante ese período y en un analizadas y permite pensar de otra manera algunos rasgos típicos de los escri-
contexto intelectual dominado fuertemente por el positivismo, el pensador tos de Guido como, por ejemplo, la relativa brevedad de sus intervenciones
español que había estudiado previamente en distintas ciudades de Alemania teóricas, la verbosidad excesiva de su estilo, el modo vago e impreciso en
con Hermann Cohen, Paul Natorp y Georg Simmel se convirtió en el princi- que se reproducen muchos de los contenidos e incluso la serie de errores
pal traductor y difusor de la Lebensphilosophie y el neokantismo en el mundo menores en cuanto a las atribuciones biográficas de los pensadores reseña-
hispanoparlante. Fundado en 1923, su proyecto editorial Revista de Occidente dos.28 Esos equívocos han de ser leídos antes bien como indicios que iluminan
representó el principal mecanismo de transmisión de esas ideas renovadoras, la especificidad histórica del fenómeno y aportan la valiosa clave de que su
en el cual se dedicó, entre otras cosas, especial atención a determinados pro- discurso sobre la modernidad resulta impensable si no se considera aquella
blemas y textos claves de la Einfühlungstheorie.23 otra experiencia fundamental para la historia de la cultura occidental, pero
Esta vertiente fue especialmente importante durante la fase más tem- situada al margen de los centros paradigmáticos de la modernización europea:
prana de la producción teórica de Guido, quien como joven arquitecto for- la Viena finisecular. En el modo mesurado en que los impulsos de renovación
mado en la universidad de Córdoba durante el proceso de Reforma Univer- del canon estético y el respeto por el valor de la tradición parecían converger
sitaria saludaba con gran entusiasmo la “nueva sensibilidad” que pregonaba en el Jugendstil vienés, Guido vislumbraba para Latinoamérica una alternativa
el vitalismo orteguiano. Prueba de ese optimismo con el que se asociaba la viable frente a los planteos radicales del modernismo que caracterizaban tan-
reflexión sobre la propia circunstancia la constituyen dos escritos de la década to la variante francesa y ‘maquinólatra’ encarnada por Le Corbusier, como el
del veinte que surgen como resultado de su participación en el III. Congreso ‘materialismo’ y ‘mecanicismo’ que representaban en Alemania las figuras de
Panamericano de Arquitectos y que fueron publicados bajo los títulos de Ori- Walter Gropius y el Bauhaus.29 Por este motivo, la temprana admiración de
entación espiritual de América en el arte y La arquitectura hispanoamericana a los rasgos abstractos y el uso de los nuevos materiales en la obra de los se-
través de Wölfflin.24 Aunque circunscripta aún a la dimensión formal del análisis cesionistas Josef Hoffmann, Joseph Maria Olbrich, Otto Wagner va trocando
de los estilos y a un tipo de percepción más bien plástica y bidimensional de en la inclinación recurrente a identificar en Viena –y no en Berlín, Múnich o
las obras, se elabora allí una original reinterpretación del barroco latinoame- Berna– el núcleo intelectual y artístico de la totalidad del ámbito germanopar-
ricano a partir de la apropiación teórica de los cinco famosos pares polares lante europeo.
de conceptos con los que Heinrich Wölfflin había explicado los estilos del A partir de considerar esta incursión oblicua de Guido en los de-
renacimiento y el barroco.25 bates teóricos sobre la percepción empática de las formas artísticas han de
Distinto es el caso de Concepto moderno de la historia del arte. In- abordarse entonces las distintas representaciones del espacio que emergen
fluencia de la Einfühlung en la moderna historiografía del arte, un breve trata- paralelamente a su progresivo involucramiento con los problemas de la plani-
do estético de casi doscientas páginas publicado diez años más tarde que sí ficación urbana. En ese preciso sentido es que el desconocido ensayo “Esté-
acusaba un conocimiento y manejo de los debates teóricos germanoparlantes tica filosófica del espacio en el urbanismo” aporta una serie de claves que
mucho más amplio y preciso. Los mecanismos de proyección empática eran permite cuestionar la exclusividad tradicionalmente asignada a la perspectiva
presentados allí no sólo como la clave de una nueva forma de concebir los organicista del urbanismo científico francés a la hora de pensar el problema
fenómenos estéticos, sino también como el modo más apropiado y ‘moder- del espacio en el resto de su obra. En ese texto se alojan –como en una caja
no’ de escribir su historia. En efecto, frente al positivismo de Hippolyte Taine o de resonancia–, muchas de las ideas teóricas desarrolladas más arriba, pero
Banister Fletcher y al materialismo de Gottfried Semper, Guido ponderaba la reverberando de un modo singular:
actitud de “proyectarse sentimentalmente, de ese connubio, de ese placente-
ro viaje ‘mediúmnico’”26 y establecía en torno a ella una amplía genealogía de el espacio que puede ser plástico o de ámbito– está condicionado al
pensadores en la que el interés original por las obras de Wölfflin y Worringer ser. Es categoría ontológica y el ser o yo se circunscribe e inscribe en la
se hacía extensivo a las de Alois Riegl, August Schmarsow, Max Dvorak, Paul forma, sea esta maciza o hueca. Cuando la demanda técnica es satis-
Frankl, Adama van Scheltema, Albert Erich Brinckmann, etc. No obstante, hay fecha, comienza el artista a distribuir, ordenar, jerarquizar masas –en
que observar que este nuevo acceso más profundo a las discusiones teóricas arquitectura– y ámbitos –en urbanismo– con un sentido tectónico
tampoco fue directo a través de las correspondientes fuentes originales en modelador. Se proyecta sentimentalmente, mágicamente, simbólica-
alemán, sino que estuvo condicionado siempre por la lectura de bibliografía mente (‘Einfühlung’) en aquellas plásticas para modelarlas conforme a
secundaria atribuible a Walter Passarge, Ernst Meumann y, sobre todo, Milou- su estructura espiritual, sentido social concepto de mundo (Weltans-
tine Borissavlievitch y Victor Basch.27 chauung).30
Esto constituye un factor de importancia no menor que subraya la
naturaleza particularmente excéntrica del proceso de recepción de las ideas En primer lugar, se destaca el protagonismo asignado al espacio en

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oposición a la preocupación por el análisis de las formas bidimensionales que XVIII, XIX y XX–, explicando de qué modo particular el problema del espa-
caracterizaba los escritos de las décadas anteriores. El estudio de la compo- cio fue abordado en cada una de ellas. Es evidente que la noción de historia
sición y ornamentación de las fachadas y los muros, cede entonces ante el que articula ese relato teleológico poco tiene que ver con el determinismo
nuevo interés por el diseño y organización de los recintos que ellos definen. biologicista de la relación entre hombre y medio que articulaba el discurso
Son notables, en ese mismo sentido, las similitudes entre los distintos verbos médico de Poëte y Della Paolera sobre el espacio urbano, sino antes bien con
utilizados para definir la función del arquitecto –“distribuir, ordenar, jerarqui- la idea de cosmovisión [Weltanschauung] en el mismo sentido utilizado por
zar, modelar el espacio”– y la voz alemana gestalten (otorgar forma, configurar, Schmarsow. Sobre ella se deposita la certidumbre de que las lecciones que se
diseñar, estructurar, modelar) presente en la ya mencionada fórmula de Sch- pueden extraer de una historia contada desde la perspectiva del sentimiento
marsow, Architektur als Raumgestalterin. espacial [Raumgefühl], exceden ampliamente la esfera de incumbencias de la
arquitectura:

[…] es frente a ese espacio que deseamos meditar un poco […]. De


su esclarecimiento podremos deducir ciertos rasgos o acentos señe-
ros, que permitirían descubrir, en parte por lo menos, esa vincula-
ción curiosísima entre el espacio y concepto de estado, entre espacio
y democracia, espacio y teocracia, espacio y totalitarismo, espacio e
imperio, etc. […] El espacio tiene jerarquía estética trascendente […].
Las grandes y pequeñas composiciones de espacios urbanísticos en
la historia, son plásticas vinculadas, umbilicalmente, al auténtico ser
histórico-social.31

Esa gran capacidad heurística conferida al espacio en tanto categoría


de interpretación de lo real se presenta en los términos de la búsqueda de una
fórmula de sentido primigenia, un rasgo típico de la cultura alemana de entre-
guerras que tuvo en Argentina, a través de la presencia de Ortega y Gasset, el
conde Keyserling y Waldo Frank, entre otros, una especial repercusión en las
formas de reflexionar sobre la relación cultura-territorio durante toda la pri-
1. Sustancia. Tribuna continental de la cultura Provinciana, n° 15/16,
junio-julio de 1943, Tucumán mer mitad del siglo XX.32 La respuesta a los interrogantes de esa búsqueda la
encuentra Guido en una figura en particular que utiliza como nexo conductor
En segundo lugar, resulta evidente que esa operación que evoca el de sentido a lo largo de todo su relato: el partido imperial. La mayor o menor
desplazamiento del Formgefühl de Wölfflin por el Raumgefühl de Schmar- presencia de los “grandes ejes de composición monumentales” en cada una
sow, aparece también aquí íntimamente relacionada con la metodología de de las coyunturas analizadas representa un indicador histórico a través del cual
la Einfühlung. Aunque permeada aún fuertemente por el vitalismo de Ortega sería posible explicar –aunque el modo concreto de hacerlo no se explicite
–“proyección sentimental, mágica y simbólica”– que poco tenía que ver con el nunca del todo– distintos aspectos de la relación entre espacio, conciencia
original sentido positivista de la Einfühlung en tanto auto-objetivación del indi- social y poder político:
viduo, la relación empática del individuo con las formas artísticas y el ambiente
construido es, de todos modos, la noción clave a través de cuya elaboración En Luis XIV, en Napoleón y […] en las modernas dictaduras florece-
Guido arriba a la importancia de la experiencia espacial. rán esos grandes partidos monumentales, como una suerte de afir-
Pero que él estaba dispuesto a llevar esta nueva dimensión hasta el mación, espontánea o calculada, de su poderío […]. Y así veremos
límite de las posibilidades epistemológicas lo demuestra, sobre todo, el des- a los espacios urbanísticos modelarse y remodelarse a través de la
pliegue concreto del ejercicio historiográfico en el que consiste todo el ensa- historia, bajo la dirección de aquellas conciencias o subconsciencias
yo: un esbozo de la historia universal desde la perspectiva de la espacialidad. sociales. Grandiosos y prepotentes en los grandes imperios, en las
A lo largo de nueve apartados, se repasan las distintas instancias tradicional- grandes teocracias. Pintorescos y bellamente matizados en las demo-
mente utilizadas para narrar el desarrollo evolutivo de la civilización occidental cracias o pretensión de las mismas. Humildes y discretos en las épocas
–Egipto, Grecia, Roma, edad media cristiana, Renacimiento, Barroco, siglos medievales del cristianismo.33

88 89
¿Pero de dónde proviene en verdad el interés por esa configuración caracterización del tratamiento del espacio en la cultura egipcia:
espacial en particular que tanta importancia revestía para el tipo de análisis
histórico propuesto? La fecha relativamente avanzada de su publicación no aquella predisposición en sobreestimar, repetimos, la vida después de
debería desestimar la posibilidad de que el escrito recuperara distintos as- la muerte y el singular escamoteo de la realidad, proporcionólo aque-
pectos que ya venían siendo ensayados por Guido con cierta anterioridad lla solemnidad estilizada en todos sus actos, objetivada, por sus arqui-
en el marco de la cátedra de Historia de la Arquitectura que dirigía desde el tectos, en esas grandes alineaciones plásticas de templos. El primer
año 1924. Al menos así lo sugiere la lectura de los programas de ese curso, ‘gran partido monumental’ aparecido en la historia del urbanismo, lo
cuyos contenidos y periodizaciones estaban casi idénticamente estructurados es, sin duda, en el Egipto […]: un eje kilométrico organiza las plásticas
e introducían ya las nociones de ‘Hombre histórico arquetipo’, ‘Cosmovisión –sea de ámbito o de masas– en forma obstinadamente simétrica. Una
del hombre histórico’, ‘Proyecciones en la arquitectura’, ‘Voluntad de forma exactitud rebuscada refinadamente, en las dos masas que equilibran el
en las culturas’, etc.34 Más concretamente en torno al concepto de partido, conjunto. Una solemnidad de ámbito lograda admirablemente. En ese
se destacan las exploraciones que incorporó tanto en la materia Urbanismo, espacio, prestigiado por masas casi escenográficas, podríamos decir,
cuya titularidad asumió en 1934 luego de la renuncia de Della Paolera, como atravesaba el séquito cortesano presidido por el faraón. El arquitecto
en la elaboración final del expediente urbano del Plan Regulador de 1935: y el urbanista egipcios supieron captar esa demanda creando espa-
cios que, mirando subterráneamente, son aquel estado de conciencia
quizás la mayor discordancia se diera entre el modelo de ‘plan sin pla- del hombre arquetipo poseído de esa curiosa psicología espiritualista.
no’ de Della Paolera y el evidente énfasis en el partido como núcleo La conciencia del poder divino del faraón y la creencia en su pro-
de la operación de Guido en busca de una unidad perdida, si bien pia divinidad, fueron motivos modeladores de aquellos espacios que,
desde una complejidad que lo alejaba de los ejes y jerarquías del parti superficialmente observados, parecieran soluciones técnicas para el
Beaux-Arts. El Plan Regulador y de Extensión de Rosario supuso la cómodo tránsito de la muchedumbre encabezada por los sacerdotes
victoria –provisional– del segundo y la voluntad no sólo de considerar e iniciados dirigiéndose hacia el templo flanqueado por los dos típicos
la aglomeración y sus problemas como un todo comprehensivo, sino obeliscos.37
de proponer una imagen totalizadora de la ciudad ideal dentro de 30
años.35 La importancia que Schmarsow había atribuido dentro de la Ein-
fühlungstheorie al modo en que los distintos ejes de dirección, pero sobre
La lúcida advertencia de Rigotti acerca de los síntomas de una búsque- todo la dimensión de la profundidad, estructuran el cuerpo y su movimiento
da de unidad perdida y la incompatibilidad entre la figura de partido imperial en el espacio es, entonces, una de las variables con la que es necesario rela-
y la tradición Beaux-Arts remite, en realidad, directamente a la genealogía de cionar el interés histórico de Guido por el rol de los grandes esquemas axiales
las ideas que aquí se quiere demostrar. Guido leía, en efecto, el problema del en el diseño arquitectónico.
espacio desde fuentes muy distintas a la del urbanismo científico francés y por El otro aspecto del proceso de circulación de estas ideas que resulta
esa razón su interés en los grandes ejes de composición monumentales deber muy significativo para pensar en la historia de la espacialidad según Guido
ser puesto en relación con al menos dos aspectos de las discusiones teóricas también se encuentra relacionado con la singularidad atribuida al caso de la
revisadas hasta ahora. arquitectura egipcia y con la ya mencionada búsqueda de claves de interpre-
Uno de ellos está vinculado con el modo ya aludido en el que los de- tación de lo real –en este caso la del espacio– que tanta importancia revistió
bates en torno a la percepción empática de las formas artísticas y la importan- para la cultura de Weimar y, a su modo, también para la argentina durante
cia atribuida al movimiento del cuerpo dentro de los edificios, coadyuvaron en las primeras décadas del siglo XX. Dentro del elenco de intelectuales que
el caso puntual de Schmarsow al planteo de la espacialidad como experiencia participaron de esa búsqueda por la forma original y primigenia de sentido
fundamental de la arquitectura. En su disputa contra la Kunstwollen de Riegl y [Urformel], cuyos orígenes en la tradición alemana se remontaban al interés
su concepción del arte egipcio como paradigma de la percepción háptica, se de Goethe por la morfología de la naturaleza, se destaca un protagonista fun-
vio que la argumentación de Schmarsow se basaba más bien en un análisis del damental que, a pesar de no provenir de las filas del arte ni de la arquitectura,
uso interno de los templos de esa civilización, a partir del cual postulaba una supo establecer a través del insólito éxito editorial cosechado por su principal
noción de arquitectura en los términos de sucesiones de patrones rítmicos de obra algunas de las figuras de pensamiento más influyentes en los modos de
movimiento dentro del espacio.36 Es exactamente la misma preocupación por interpretar y escribir acerca del espacio. La decadencia de Occidente. Bosquejo
la relación entre el modo de habitar el edificio y el desplazamiento que los de una morfología de la historia universal (1918-1922) de Oswald Spengler fue,
individuos llevan a cabo en su interior la que Guido manifiesta en su propia en efecto, un best-seller europeo que gracias a la traducción y difusión de

90 91
Ortega y Gasset tuvo una amplia e inmediata repercusión en los círculos durante las últimas décadas del XIX. El posicionamiento conceptual especí-
intelectuales latinoamericanos de principios de siglo XX.38 Por ello mismo, a fico de Guido con respecto al problema de la espacialidad ha de rastrearse,
pesar de que al concebir su historia del espacio veinte años después Guido entonces, en la particular fusión que se produce entre el exitoso registro de
haya procurado astutamente, mediante la omisión de citas y referencias, la crítica cultural spengleriana y los debates teóricos acerca de la percepción
borrar las huellas de su propia escritura, la impronta de Spengler se deja empática de las formas y el espacio, cuya deriva histórica hacia el mundo his-
corroborar de un modo incuestionable: panoparlante hemos tratado de esbozar.

el alma egipcia se veía caminando por una estrecha senda de la vida, 4. La experiencia del espacio en los centros cívicos de los planes regula-
implacablemente prescrita, al término de la cual había de presentarse dores de Rosario (1935), Tucumán y Salta (1939)
ante el juez de los muertos. […] Tal era su idea del sino. La existencia Toda gran composición, en la historia, constituye
egipcia es la de un caminante que marcha en una dirección, siempre una armoniosa sistematización plástica que
la misma. Todo el lenguaje formal de su cultura está hecho para dar constela un conjunto ‘espacial’ que rodea al espectador.
realidad sensible a este único motivo. […] su símbolo primario puede No es el espectador quien gira alrededor del monumento,
designarse con la palabra camino. Es ésta una manera muy extraña sino que es la espacialidad de éste la que cerca al observador mismo.
de acentuar, en la esencia de la extensión, tan sólo la dirección de la Ángel Guido, 1957.40
profundidad, y el pensamiento occidental puede difícilmente com-
prenderla. Los templos-sepulcros del Antiguo Imperio, no tienen, Las reflexiones de Guido en torno a la experiencia del espacio que,
como la mezquita y la catedral, un espacio interior distribuido en según se ha visto en los apartados anteriores, emergen como resultado de una
partes, según un sentido profundo, sino una serie rítmica de espa- experimentación teórica progresiva con distintos aspectos de la Einfühlungs-
cios. El camino sagrado arranca de la portada, junto al Nilo, y pasan- theorie no son elucubraciones abstractas que se encuentran aisladamente en
do por corredores, vestíbulos, patios, arcadas y salas de columnas, sus textos, sino que, por el contrario, se inscriben de un modo concreto en
estrechándose cada vez más, llega a la cámara mortuoria. Los tem- muchos rasgos de su obra material. Un breve repaso que identifique puntual-
plos del Sol, en la V dinastía, no son tampoco ‘edificios’ propiamente mente esas marcas en los proyectos de gran escala que Guido había diseñado
dichos, sino un camino rodeado de grandes piedras. Los relieves y para reconfigurar el espacio urbano de Rosario y otras dos ciudades del norte
las pinturas siempre están colocados en serie, obligando al espec- argentino permitirá demostrar que las ideas estéticas que hemos analizado
tador a seguir en una determinada dirección. […] Para el egipcio, desempeñaban un rol central y activo que no ha sido del todo considerado
la experiencia íntima de la profundidad, que determinaba para él la por análisis previos.
forma cósmica, acentuaba de tal suerte la dirección, que el espacio El Plan Regulador y de Extensión de Rosario es tradicionalmente con-
en cierto modo permanecía en trance de continua realización. […] El cebido como uno de los hitos más importantes del proceso de estabilización
‘camino’ significa al mismo tiempo el sino y la tercera dimensión. […] disciplinar y profesional del urbanismo en Argentina, cuya historia se ha defi-
el egipcio, marchando en procesión, vive el espacio en cierto modo nido a partir del protagonismo desempeñado por Carlos M. Della Paolera,
como si sus elementos estuviesen aún desunidos.39 la fundación en Rosario de la primera cátedra universitaria de urbanismo en
1929 y el primer congreso nacional celebrado, sobre la misma materia, en
Los paralelismos entre los extractos de Guido y Spengler son tan 1935.41 El plan implicaba un tipo de indagación ‘científica’ sobre el territorio
evidentes que tornan innecesario cualquier tipo de acotación explicativa. de la ciudad que procuraba recabar una cantidad muy amplia y diversa de
Tampoco importa demasiado la forma imprecisa y teóricamente poco con- información como, por ejemplo, índices demográficos, locación de activida-
sistente en que Spengler se refiere al problema de la espacialidad en la ar- des económicas, industriales, educativas, distribución de salarios y distintos
quitectura egipcia. El énfasis ha de ser más bien puesto en cómo las asocia- costos del suelo, esquemas del tráfico y del transporte, etc. La recopilación y
ciones de sentido establecidas entre ‘camino’, ‘sucesión rítmica de espacios’, clasificación sistemática de todos estos datos configuraban el expediente ur-
‘profundidad’, ‘forma cósmica’ y ‘sino’ aluden a un razonamiento particular bano, un diagnóstico a partir del cual las decisiones relativas a la intervención
sobre la cultura y la sociedad que concebía el paisaje, la arquitectura y el es- y planificación deberían revelarse de un modo claro y evidente en el que no
pacio en general como su punto de partida fundamental. De esta forma, en había lugar para la incertidumbre. En tanto síntesis objetiva de esas prácticas
el seno del discurso spengleriano se articulaba no sólo el interés histórico por y discursos médicos sobre el territorio urbano, el plan era la manifestación
la cultura material egipcia, sino también distintos aspectos que habían estruc- visual de una concepción organicista de la ciudad que atribuía especial valor al
turado las discusiones académicas sobre la teoría del arte y la arquitectura concepto de milieu, una categoría central del biologicismo francés que había

92 93
sido introducida en Argentina por Della Paolera, el primer urbanista sudame- en la fuente que permitan pensar en los posibles efectos y usos de los nuevos
ricano diplomado en París. espacios proyectados por parte de los individuos que lo utilizan? ¿Pueden las
Ahora bien, ¿qué sucede con esta forma bidimensional y ‘desde arri- nociones de profundidad y movimiento que la figura de la empatía introduce
ba’ de interpelar el plan si incorporamos las variables relacionadas con los me- en la teoría de la arquitectura, a las cuales Guido accede a través de los ca-
canismos de percepción empática del espacio? ¿Qué tipos de indicios existen nales de circulación históricos ya comentados, ayudar a reinterpretar el plan
regulador en función de otras referencias y núcleos de sentido?
Sin lugar a dudas, desde el punto de vista funcional y técnico que los
estudios existentes han priorizado, la piedra de toque del proyecto era la re-
configuración del sistema ferroviario pergeñada originalmente por el ingeniero
Adolfo P. Farengo con el propósito de liberar la ciudad del ‘doble cinturón de
acero’ que entorpecía el tráfico e impedía el normal crecimiento y conexión
de la misma con el paisaje fluvial del Paraná. No obstante, la importancia que
Guido depositaba en sus textos sobre la noción de partido imperial redirige
la atención hacia dos elementos de un considerable valor simbólico y repre-
sentativo en las reformas proyectadas, sobre los que se ha reflexionado muy
poco: las dos grandes avenidas en dirección Este-Oeste y Norte-Sud que
atravesarían el centro de la ciudad.
Mientras que el trazado de la avenida Norte-Sur, a pesar de sus casi
idénticas dimensiones y de coincidir con una de las líneas subterráneas pro-

3. Fotografía aérea del centro de Rosario


con detalle de los dos ejes monumentales
proyectados en el plan regulador

yectadas, respondía más bien a las necesidades del tráfico vehicular, la arteria
Este-Oeste se destacaba como un verdadero eje monumental

de 40 metros de ancho, [para el cual] se proyecta la instalación de


un verdadero sistema de centros monumentales que tendrán, por
consiguiente, como eje o elemento de unión a la citada arteria. Estos
2. Plan Regulador y de Extensión, Rosario (1935)
centros, de orden monumental, serán cuatro y estarán dispuestos,

94 95
de Este a Oeste, en el siguiente orden: 1. Conjunto del Monumento esa tradición de diseño urbano según ‘principios artísticos’ a través de Werner
a la Bandera y accesos de estación Fluvial próxima a construirse; 2. Hegemann, el crítico alemán de arquitectura y urbanismo que visitó Buenos
Centro Comercial alrededor del cruce de las dos grandes avenidas Aires, Rosario y Mar del Plata en 1931 (fig. 6). Es cierto que en las conferencias
Este-Oeste y Norte Sud; 3. Avenida y Teatro Municipal y zona de que dictó durante su estadía no se abordó principalmente el problema estéti-
recreaciones públicas (localización de cinematógrafos, salas de espec- co, sino más bien el relacionado con la alarmante congestión urbana y la falta
táculos, restaurants, ‘dancings’); 4. Gran Estación Central Ferroviaria y de espacios verdes que manifestaban las ciudades argentinas, promoviendo
su marco como terminación Oeste de la gran Avenida eje del sistema la aplicación de diversos mecanismos legales y administrativos para regular la
de conjuntos monumentales proyectados. Este partido de grandes altura de las edificaciones en el centro de las ciudades.43 Sin embargo, Hege-
composiciones, escalonadas sobre la futura gran Avenida Monumen- mann ya había demostrado previamente ser un gran conocedor y difusor de
tal de Rosario, consagraría con nobles formas plásticas los aspectos
más representativos e influyentes en la historia y la vida de nuestra
ciudad.42

Según puede apreciarse en las fotos correspondientes a la maqueta


de la avenida (figs. 4 y 5), el diseño de los distintos cuerpos volumétricos de-
nota una concepción de sistema, es decir, un cuidadoso empeño en calibrar
no sólo las relaciones espaciales que se establecen entre cada uno de los
elementos constructivos, sino también el consecuente efecto visual que el
conjunto general suscita en el observador que ha de transitarlo. La articula-
ción de las cuatro instancias mencionadas en el extracto citado puede ser per-
fectamente interpretada, entonces, como la orquestación de una secuencia
temporal de patrones rítmicos, según se ha visto con anterioridad en los casos
de Schmarsow o Spengler a propósito del análisis del templo egipcio. De un
modo muy similar, se organizaba en torno a la dimensión de la profundidad y 6. Werner Hegemann (4to desde la der.) y
sobre un mismo eje tanto el despliegue de una cuádruple serie de ‘actos ar- Ángel Guido (3ero desde la izq.) en Rosario,
1931
quitectónicos’, como un tipo de percepción espacial basada en el movimiento
del individuo de uno de los extremos hacia el otro. Resulta, pues, evidente la obra de Sitte en Estados Unidos a través de la publicación en conjunto con
que Guido no concebía la tarea del urbanista sólo como una operación cien- Elbert Peets del American Vitruvius, un atlas enciclopédico de diseño urbano
tífica y técnica sobre la ciudad, sino también como una de índole artístico en que no sólo ponía las enseñanzas sitteanas por primera vez a disposición de
la que el problema de la percepción del espacio asumía central importancia. público anglófono, sino que además actualizaba y readaptaba las ideas del
Aunque se desconocen fuentes que atestigüen un interés y conoci- maestro vienés en función de algunos de los elementos más característicos
miento de mano directa por parte de Guido acerca de la obra de Camillo de la realidad urbana americana: la estructura cuadriculada y regular de la grilla
Sitte, sí es posible pensar en la incursión de algunos rasgos constitutivos de y el rascacielos.44
De un modo notable que da cuenta del carácter versátil y a la vez
complejo de su genio, Hegemann explora el potencial de esos elementos
americanos autóctonos, pero manteniendo intacto el propósito original de
Sitte acerca de crear plazas como espacios cerrados y que contengan al indi-
viduo.

Plazas and even streets, like beautiful rooms, may have many win-
dows with fine views but they cannot do without strong frames and
boundary lines. In looking at a building one wants more than a feeling
of distance; one wants to have the feeling of being related to the building
4 y 5. Maquetas de la Avenida Central Este-Oeste
del plan regulador de Rosario which means that there must be links and lines of connection, other than
the floor, between the building and oneself. These connections must be
96 97
created by side walls. […] Without this intimate connection the feeling
of scale and proportion is interfered with.45

Esa relación íntima entre el edificio y el cuerpo del individuo a la que


Hegemann se refiere es la manifestación directa de la experiencia del espacio
característica de la Einfühlungstheorie y el principal fundamento sobre el que
reposa su criterio compositivo. A partir de considerar la trama particular que
esos distintos vínculos espaciales definen en cada contexto, se explora el valor
cívico que, por ejemplo, puede suscitar el emplazamiento del rascacielos a
través de combinarlo inteligentemente con edificios de menor altura, simples
y uniformes que, ya sea rodeándolo o precediéndolo, recalquen su impor-
tancia simbólica en la estructura oblonga de la grilla (figs. 7 y 8).
Aunque con resultados diferentes en cada caso, es la misma metodo-
logía la que se encuentra detrás de los distintos diseños en altura que Guido
proyectaba a lo largo del eje monumental del Plan Regulador. El que más se
destaca es, por supuesto, el del aún no construido Monumento a la Bandera,
cuyo rascacielos se erige en el centro del parque, rodeado por otros edifi-
cios menores y de regular tamaño. Otro de los conjuntos monumentales de
características muy similares que se aprecia en las imágenes de la maqueta,

8. Seis grupos de centros cívicos (plantas y vistas


de pájaro), ilustrados en American Vitruvius

7. Seis grupos de centros cívicos (plantas y vistas de pájaro), ilustrados en American Vitruvius

98 99
inmediatamente luego del Monumento, corresponde a un centro comercial se remontan a las propuestas de reorganización ferroviaria de mediados de
para el cual se sugiere la década del veinte, el expediente en sí fue redactado diez años después,
en 1935. A esa altura, como ya ha señalado Rigotti, el involucramiento de
la instalación […] de cuatro grandes construcciones en torre tipo Farengo y Della Paolera en otras tareas brindó a Guido la oportunidad de
‘rascacielo’ que marcarán fuertemente el cruce de las dos grandes incorporar importantes cambios que alterarían sensiblemente la forma final
avenidas proyectadas en pleno corazón de la ciudad. Dos grandes del proyecto.48 En la medida en que la mayoría de esas transformaciones
edificios que cruzarían la Avenida Este-Oeste contribuirán a cerrar están relacionadas con la experiencia de estudios en Estados Unidos que,
el marco de la plaza allí formada y limitarían en el horizonte las líneas financiado por la beca Guggenheim, el rosarino llevó a cabo entre fines de
de la perspectiva de dicha avenida. Estos edificios –los únicos de esa 1932 y principios de 1933, resulta altamente probable considerar también en
magnitud permitidos en la ciudad– deberán ser convenientemente ese contexto su familiarización con el American Vitruvius y muchos de los ele-
reglamentados y darían cabida a numerosas instalaciones de la gran mentos del repertorio norteamericano allí ponderados, como el mission-style
actividad comercial presumible para Rosario futuro.46 californiano, las grandes ferias, la figura del campus, los park-systems, etc.
En esto se basa el hecho notable de que la preocupación por el valor
También es la culminación del eje la que acontece, de modo notable, cívico que determinadas configuraciones espaciales están en condiciones de
en el seno de un espacio cerrado y en cual domina la soberbia presencia de generar no se detecte únicamente en el plan para Rosario, sino en los que
otro edificio de dimensiones monumentales y carácter ascensional, la Gran fueron además confeccionados posteriormente para las ciudades de Tucu-
Estación Única de Pasajeros, en función del cual llega a afirmarse que mán y Salta, en el año 1939. En ambos casos y también asociados al trazado
de un partido monumental (fig. 10), se destacan dos diseños de plazas muy
Todas las precauciones que se tomen para asegurar el aspecto agra- similares que articulan el desarrollo del valor simbólico del eje e interrumpen
dable de esta importante entrada a Rosario están justificadas, por ser la homogeneidad agobiante de la grilla a través del mismo recurso compo-
la impresión de ese primer contacto con la ciudad lo que más influye sitivo à la Sitte: el emplazamiento circundante de los distintos edificios de
y se graba en el recuerdo de los viajeros y turistas.47 carácter cívico como palacios de gobierno, museos, correos y bibliotecas en
torno al espacio central de la plaza de un modo que contiene, envolviéndolo,
A pesar de que no existan planos ni fotos que permitan apreciar de- al individuo que la habita (figs. 11 y 12).
masiados detalles del resto de los episodios del eje monumental, el hecho de
que en la memoria del Plan se los denomine a menudo como ‘centros cívicos’
evoca sugestivamente el título de la obra de Hegemann (civic art) y refuerza
la hipótesis del eventual rol tutelar que ese libro haya podido desempeñar
al respecto. No hay que olvidar que, si bien los orígenes del plan regulador

10. Gran Avenida Central –partido


imperial– del plan regulador de
Tucumán (1939)

En un sensible contraste con la verticalidad del rascacielos y de las dis-


tintas torres, las alturas bajas y regulares del resto de los cuerpos volumétricos
en ambos modelos suscitan, efectivamente, una impresión de constancia y
9. Gran estación única de pasajeros. Nótense las homogeneidad ratificada en este caso mediante un recurso clásico como la
similitudes entre la disposición de los volúmenes recova, cuya feliz integración al contexto americano también había sido ad-
en este diseño y la correspondiente a los centros
cívicos del American Vitruvius. vertida y minuciosamente desarrollada por Hegemann en un apartado ad hoc
100 101
del American Vitruvius.49 Por ello, más allá de las razones de estilo que Guido
consideraba apropiadas para el embellecimiento de las ciudades coloniales
del norte argentino, es en realidad esa posibilidad de conferirle al diseño de la
calle una impronta uniforme pero que habilita un desarrollo en altura indivi-
dual y que, además, “defiende a los objetos expuestos en vidrieras y al peatón
durante seis meses del año del sol canicular norteño, [la razón por el cual] las
recovas cumplen una misión auténticamente funcional”.50

Reflexiones finales
Con el propósito de explorar determinados segmentos de la obra
de Ángel Guido de un modo que deliberadamente eluda la preponderancia
explicativa que en la bibliografía existente suelen asumir los tópicos de fusión
‘euríndica’, arquitectura neocolonial y nacionalismo cultural, este análisis de

13. Uso envolvente de recovas en el centro


cívico de la Piazza Livorno, ilustrado en
American Vitruvius

historia intelectual ha depositado el foco en la dimensión transnacional del


proceso de recepción de la Einfühlungstheorie.
Frente a la concepción de su obra como mera traducción de las ideas
de Ricardo Rojas en una arquitectura parlante, antimoderna y conservadora
o como fruto de un regionalismo incapaz de hacer frente a los desafíos de la
gran ciudad, se ha procurado llamar la atención acerca de la existencia de una
representación del espacio original y compleja, en la que aspiraciones cien-
tífico-racionales de transformación y análisis del territorio coexisten con una
voluntad interpretativa formulada en registro histórico-cultural. A través de
las conexiones con las figuras de Hegemann y Sitte, se ha llamado la atención
acerca del rol activo que desempeñaban las ideas estéticas relacionadas con la
figura de la empatía en el proceso de planificación urbana, el cual hasta ahora
había sido explicado casi exclusivamente en función del urbanismo científico
francés.
Podría entonces postularse que es efectivamente mediante las explo-
raciones con distintos aspectos de la Einfühlungstheorie, como Guido logró
distanciarse cada vez más de la percepción bidimensional e iconográfica de
los elementos compositivos de la fachada, para arribar a un entendimiento
de la arquitectura fundamentalmente basado en la experiencia del espacio
que suscita el edificio en el cuerpo del individuo: una concepción teórica que
no difería radicalmente, al menos en este aspecto, de la que ostentaban los
paladines del movimiento moderno. Lejos de pretender establecer filiacio-
nes intelectuales indiscriminadas, se trata más bien de reconocer los impulsos
encontrados y las tensiones de sentido que caracterizan esta experiencia de
modernidad periférica.
Frente a una suerte de dualismo disciplinar entre historia del arte e his-
11 y 12. Centro histórico Monumental de Tucumán y Plaza 9 de julio de Salta
toria de la arquitectura que, la mayoría de las veces, ha ofrecido de un modo
102 103
escindido el perfil de un Guido arquitecto o ingeniero, historiador o urbanis- 4
Cfr. Terán, Oscar, “El primer antiimperialismo latinoamericano” en En busca
ta, se ha intentado aquí reinstalar el carácter plural y complejo de su figura en de la ideología argentina, Buenos Aires, Catálogos Ed, 1986, pp. 85-97.
tanto intelectual modernista. Del análisis de los mecanismos de proyección 5
Gorelik, Adrián, La grilla y el parque. Espacio público y cultura urbana en Bue-
empática han surgido nuevas perspectivas sobre las representaciones cultu- nos Aires, 1887-1936, Buenos Aires, Ed. Universidad Nacional de Quilmes,
rales del espacio urbano elaboradas por Ángel Guido, que acreditan, entre 1998, p. 224.
otras cosas, la necesidad de seguir reflexionando acerca de la importancia 6
Christophersen, Alejandro, “La arquitectura colonial y su origen” en Revista
histórica que las ideas estéticas centroeuropeas revisten para el modernismo de Arquitectura, SCA, Buenos Aires, marzo/abril 1917, p. 40.
latinoamericano. 7
Christophersen, Alejandro, Ibidem, p. 40.
8
Gorelik, Adrián, La grilla y el parque…, p. 225-226. Con el propósito de
Notas señalar esas restricciones del lenguaje, pero en los términos técnicos y

Lateinamerika-Institut (Freie Universität Berlin) concretos de la aplicación de algunos de sus elementos, se ha afirmado que “el
1
Cfr. Rigotti, Ana María, Las invenciones del urbanismo en Argentina (1900- sistema ‘neocolonial’ tenía sus límites más rígidos en las cuestiones del carácter
1960). Inestabilidad de sus representaciones científicas y dificultades para su y la escala. Apto para resolver pequeñas residencias suburbanas, parecía fuera
profesionalización, Rosario, UNR Editora, A&P Ediciones, Colección tesis doc- de sitio en el centro de la ciudad, en medio del tráfago metropolitano. Por otra
torales I, 2014; “Monumento a la Bandera en Rosario. Síntesis de búsquedas parte, el juego de los elementos decorativos finamente trabajados recortados
excéntricas en la modernidad argentina” en Actas de las Primeras Jornadas de sobre grandes planos bastos se dificultaba en la medida en que el edificio
Historia y Cultura de la Arquitectura y la Ciudad: Grandes obras de la arquitec- crecía en dimensiones, y especialmente en altura.” en Liernur, Jorge F., Arqui-
tura en la Argentina (1910-1980). Historia, estética y teorías de la arquitectura, tectura en la Argentina del siglo XX. La construcción de la modernidad, Buenos
Buenos Aires, UTDT, 2011; Rigotti, Ana María y Adagio, Noemí “Ángel Guido Aires, Fondo Nacional de las Artes, 2001, p. 148. O, de modo más drástico
en Jorge Francisco Liernur y Fernando Aliata, Fernando (comps.), Diccionario aún, que “el neocolonial puede desde luego considerarse ligado al arielismo (y
de Arquitectura en la Argentina, Clarín, Tomo e/h, Buenos Aires, 2004; Ada- con ello a una reacción arcaizante frente a la modernización), pero no debería
gio, Noemí Elogios del rascacielos. Registros del mito americano (1929-1936), dejar de verse eminentemente enlazado al nacionalismo xenófobo encarnado
inédito; “‘¡Hay que salvar a la arquitectura que se hizo atea!’ Ángel Guido más brutalmente en la Liga Patriótica o en las figuras de Falcón y Uriburu” en
y su apuesta a la dimensión artística de la disciplina” en Block, n° 1, Buenos Liernur, Jorge F., “El discreto encanto de nuestra arquitectura 1930/1960”, en
Aires, 1997; Fedele, Javier, “Capítulo 3. La alternativa científica y estética para Summa n° 223, Buenos Aires, 1986, p. 68.
apropiarse del río. Rosario, 1935” en El río en la ciudad del plan, Santa Fe, Ed. 9
Gorelik, Adrián y Silvestri, Graciela, “Lo ‘nacional’ en la historiografía de la
Universidad Nacional del Litoral, 2011, pp. 89-121. arquitectura en la Argentina: el peso de una tradición” en Historiografía ar-
El presente artículo fue confeccionado en base a los resultados de la tesis de gentina (1958-1988). Una evaluación crítica de la producción histórica argentina,
maestría Piccoli, Lucio, Empatía y experiencia del espacio La recepción latino- Buenos Aires, Comité Internacional de Ciencias Históricas, 1990, p. 176. Para
americana de las ideas estéticas centroeuropeas en los escritos y composiciones una reconstrucción más amplia de estos debates disciplinares y del carácter
urbanas de Ángel Guido, Maestría en Historia y Cultura de la Arquitectura y fuertemente programático de las intervenciones del grupo renovador véase,
la Ciudad, Universidad Torcuato Di Tella, 2018, inédita. Algunos aspectos Gorelik, Adrián y Silvestri, Graciela, “Arquitectura e ideología: los recorridos
relacionados con esa investigación fueron publicados en Piccoli, Lucio, “Ángel de lo ‘nacional y popular’” en Revista de Arquitectura, Buenos Aires, SCA,1988,
Guido y la Einfühlungstheorie: nuevas claves para reflexionar en torno al pens- pp. 50-61. Una vez más: estos señalamientos no han de interpretarse como
amiento territorial a partir del problema de la percepción de la forma y el un cuestionamiento al espíritu crítico que animó aquel debate historiográfico
espacio” en Rastrear memorias: Rosario, historia y representaciones sociales, –por otra parte, harto legítimo–, en el que el neocolonial y la figura de Guido
1850-1950, Rosario. UNR Ed., 2017, pp. 59-85. en sí no constituían precisamente el objeto central de la disputa. Se trata, en
2
Guido, Ángel, “Estética filosófica del espacio en el urbanismo” en Sustancia. cambio, de reparar en los efectos secundarios que la importante discusión
Tribuna continental de la cultura Provinciana, n° 15/16, Tucumán, junio-julio de tuvo sobre las interpretaciones posteriores acerca de esos temas.
1943, pp. 534-535. 10
La expresión das stumme Reich der Notwendigkeit corresponde a Friedrich
3
Liernur, Jorge F., “¿Arquitectura del Imperio español o arquitectura criolla? Theodor Vischer (1807-1887). La obra de Novalis donde aparece el verbo
Notas sobre las representaciones ‘neocoloniales’ de la arquitectura producida sich einfühlen por primera vez es “Die Lehrlinge zu Sais” (1798/1799). Cfr. Ro-
durante la dominación española en América” en Anales del Instituto de Arte bin Curtis, “Einführung in die Einfühlung” en Curtis, Koch (comps.), Einfühlung.
americano e investigaciones estéticas ‘Mario J. Buschiazzo’, n° 27/28, Buenos Zu Geschichte und Gegenwart eines ästhetischen Konzepts, München, Wilhelm
Aires, 1989/1991. Fink Verlag, 2008, p. 20.

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11
Los mecanismos de la empatía son interpretados por Wilhelm Worringer 20
Ortega y Gasset, José, III. Simpatía y abstracción [1911] compilado bajo el
de un modo sensiblemente distinto al de Lipps. Esta diferencia es una cuestión título Arte de este mundo y del otro en Obras Completas tomo I (1902-1916),
central, no sólo por el insólito éxito editorial y la importancia histórica que Revista de Occidente, Madrid, 1966 [ed. Orig.: 1946] p. 192.
para el surgimiento de las vanguardias artísticas de principios de siglo XX 21
Asor, Onir, La ciudad del puerto petrificado. El extraño caso de Pedro Orfanus,
tuvo la obra de Worringer Abstraktion und Einfühlung (1907), sino también Rosario, Editorial Litoral, 1954, pp. 18-19. Onir Asor (anagrama de rosarino)
por su gran repercusión en el mundo hispanoparlante, a través de las traduc- es el pseudónimo bajo el cual Guido había publicado su primer escrito en
ciones de Ortega y Gasset. Cfr. White, Geoffrey, “Worringer´s Abstraction 1922, un libro de poemas titulado Caballitos de mi ciudad. En la dinámica
and Empathy: Remarks on its reception and on the rhetoric or its criticism” cíclica que la deriva final de su producción describe hacia el registro liter-
en Invisible cathedrals: the expressionist art history of Wilhelm Worringer, Penn- ario han de reconocerse, no sólo los efectos de la derrota y el consecuente
sylvania, Pennsylvania State University Press, 1995, p. 24; Müller-Tamm, Jut- desplazamiento de las esferas institucionales que para Guido representa la
ta. Abstraktion als Einfühlung. Zur Denkfigur der Projektion in Psychophysiologie, renovación de la Escuela de Arquitectura de Rosario a manos de Jorge Ferrari
Kulturtheorie, Ästhetik und Literatur der frühen Moderne, Rombach Freiburg im Hardoy luego de la Revolución Libertadora, sino también los vestigios de su
Breisgau, 2005, p. 217. interés y convicción acerca de la capacidad de animación [Beseelung] demiúr-
12
Wagner, Kerstin, “Die Beseelung der Architektur. Empathie und architekto- gica del espacio que albergaba en su seno la metodología de la Einfühlung.
nischer Raum” en Einfühlung. Zu Geschichte und Gegenwart…, op.cit., p. 49. Cfr. Fedele, Javier, El río en la ciudad del plan, op.cit., p. 144; Montini, Pablo,
13
Sitte, Camillo, Construcción de ciudades según principios artísticos, Barcelona, “La ciudad del puerto petrificado” en Las batallas por la identidad: visiones de
Ed. Canosa, trad. Emilio Canosa, 1926. [Ed. Orginial Der Städte-bau nach Rosario, Rosario, Ed. Municipal de Rosario, 2014, pp. 133-163.
seinen künstlerischen Grundsätzen. Ein Beitrag zur Lösung moderner Fragen der 22
Cfr. Medin, Tzvi, Ortega y Gasset en la cultura hispanoamericana, México,
Architektur und monumentalen Plastik unter besonderer Beziehung auf Wien, Fondo de Cultura Económica, 1994; López Campillo, Evelyne, La Revista de
Viena, Ed. Guido Graeser, 1899]. Occidente y la formación de minorías (1923-1936), Madrid, Taurus, 1972.
14
Cfr. Reiterer, Gabriele, AugenSinn. Zu Raum und Wahrnehmung in Camil- 23
La cita del acápite corresponde a una reseña crítica del estudio de Worrin-
lo Sitte Städtebau, Salzburg/München, Verlag Anton Pustet, 2003; Porfyriou, ger Formprobleme der Gotik que Ortega publica casi inmediatamente luego de
Heleni, “Camillo Sitte: optically constructed space and artsitic city building” la edición de la obra original en alemán en 1911. En distintos escritos utilizó
en Kirsten Wagner y Jasper Cepl (comps.), Images of the body in Architecture. tanto la noción de la Einfühlung, como diversos aspectos de las discusiones
Anthropology and built space, Tübingen/Berlin, Ed. Ernst Wasmuth, 2014, pp. en torno a la percepción visual de los fenómenos estéticos para sus propias
166-188. reflexiones acerca de la historia del arte. Cfr. Ortega y Gasset, José, “Med-
15
Schmarsow, August, Das Wesen…, op.cit., s/p. El subrayado es nuestro. itaciones del Quijote” [1914] en Obras Completas, tomo I, op.cit., pp. 347 y
16
Schmarsow, August, Ibidem. 349; “Sobre el punto de vista en las artes” en Revista de Occidente, n°8, 1924,
17
Schmarsow, August, “Der Werth der Dimensionen im menschlichen Raum- pp. 129-148. Bajo su iniciativa también se publicaron las obras de Wölfflin,
gebilde” en: Berichte über die Verhandlungen der Königlich-Sächsischen Gesell- Heinrich, Conceptos fundamentales en la historia del arte, Madrid, Calpe, 1924;
schaft der Wissenschaften zu Leipzig. Philologisch-Historische Klasse, tomo 48, Worringer, Wilhelm, La esencia del estilo gótico, Madrid, 1925; Roh, Franz,
Leipzig, 1895, p. 55. El subrayado en el original. Realismo Mágico. Postexpresionismo. Problemas de la pintura europea más reci-
18
Schwarzer, Michael, “The emergence of the architectural space: August ente, Madrid, Revista de Occidente, 1927.
Schmarsow´s Theory of ‘Raumgestaltung’” en: Assemblage, n° 15, Agos- 24
Guido, Ángel, Orientación espiritual de la arquitectura en América, Rosario,
to 1991, MIT PRESS, pp. 55-56. Mallgrave, Francis, Ikonomou, Eleftherios, Talleres Gráficos La Tierra, 1927; La arquitectura hispanoincaica a través de
“Introduction“ en: Empathy, Form, and Space. Problems in german aesthetics, Wölfflin, Rosario, Talleres Gráficos La Tierra, 1927. Una y otra vez a lo largo
Santa Monica, Getty center for the History of Art and Humanities, 1994, pp. de su carrera citará Guido estos dos artículos para adjudicarse el hecho de
63-64. haber sido el primero en realizar ese tipo de interpretación del arte latino-
19
Cfr. Schwarzer, Michael, “The emergence of the architectural space…”, americano. En un gesto que devendría típico de su estrategia de promoción
op.cit., pp. 56: “para Schmarsow la esencia de la arquitectura reside en la intelectual, el contenido de los textos será reutilizado en otras publicaciones
generación de patrones rítmicos –culturalmente estimulados- de movimiento prácticamente hasta el final de su producción escrita, sin recibir casi ningún
a través de espacios interiores cerrados, pasajes y patios. Áreas transicionales tipo de elaboración ni profundización teórica.
entre espacios son de excepcional importancia para su teoría. Aberturas es- 25
Wediggen, Tristan, “Hispano-Incaic Fusions: Ángel Guido and the La-
paciales, hacia uno o más lados, marcadas por paredes o columnas, aumentan tin American Reception of Heinrich Wölfflin”, Art in Translation, 2017, web:
las relaciones espaciales a través de vincular y combinar espacios interiores”. [http://dx.doi.org/10.1080/17561310.2015.1058018]. Weddigen caracteriza,

106 107
en efecto, este fenómeno de recepción como uno de los primeros y más 31
Guido, Ángel, “Estética filosófica del espacio en el urbanismo”, op.cit, p. 534.
importantes procesos de transferencia de conocimiento estético europeo ha- El subrayado en el original.
cia Latinoamérica y reconstruye con precisión sus principales características, 32
Gorelik, Adrián, “Mapas de identidad. La imaginación territorial en el en-
sobre todo aquellas relacionadas con las redes de traducción involucradas. Sin sayo de interpretación nacional: de Ezequiel Martínez Estrada a Bernardo
embargo, no considera el problema acerca de cómo en la metodología de Canal Feijóo” en: Prismas. Revista de historia intelectual, n° 5, Buenos Aires,
la Einfühlung (de cuya aplicación Wölfflin era uno de los principales represen- Ed. UNQ, 2001, p. 286.
tantes) y en la recepción correspondiente se alojaban las claves para formular 33
Guido, Ángel, “Estética filosófica del espacio en el urbanismo”, op.cit, pp.
una nueva experiencia del espacio y, por consiguiente, de la arquitectura y el 534-535.
arte en el siglo XX. 34
Cfr. programa de estudios correspondiente a Historia de la Arquitectura.
26
Guido, Ángel, Concepto moderno…, op.cit., p. 78. Primer curso, año 1936, p. 1. El diseño de los contenidos se mantuvo prác-
27
A partir de las fuentes del Ibero-amerikanisches Institut relacionadas con la ticamente inalterable hasta el año 1948, momento en el cual Guido asumió
presencia de Guido en Berlín en 1938, se sabe que éste no leía ni hablaba el cargo de Rector de la Universidad Nacional del Litoral y fue reemplazado
en alemán [GSTA PK I. HA Rep. 218 nr. 10, 519. Carta de Ingeborg Richarz a en su función docente por Pedro Sinópoli. La gran mayoría de los textos
Wilhelm Worringer, 10/11/1938]. Por esa razón y a pesar de que las citas de teóricos publicados por Guido eran utilizados en sus cursos de Historia de la
Concepto Moderno… no aportan mayor información bibliográfica que nombre Arquitectura. Lo mismo ocurría con los planes reguladores de su autoría cor-
del autor y título del volumen, es probable que haya utilizado la traducción de respondientes a Rosario, Salta, Tucumán y San Juan que formarían parte de la
la obra de Walter Passarge hecha por por Emilio R. Sadia y editada en 1932, bibliografía obligatoria de la cátedra Urbanismo, bajo su dirección a partir de
bajo el título Filosofía de la historia del arte en la actualidad, por el Sindicato 1934. La mutua correspondencia entre su actividad como docente e investi-
Exportador del Libro Español (SELE) en Madrid. Se intuye que el manual de gador es otra perspectiva desde la cual hay que considerar necesariamente la
Ernst Meumann Introducción a la estética actual corresponda a la traducción producción escrita de Guido.
José J. De Urries y Azara, editado en Madrid en 1923 y por el grupo editorial 35
Rigotti, Ana María, Las invenciones del urbanismo…, op.cit., p. 86. Subrayado
Calpe, del cual Ortega formaba parte. Sin embargo, a pesar de su francofobia en el original.
exorbitante, Guido sí dominaba escrita y oralmente el francés, por lo cual 36
“La totalidad del templo egipcio es una composición espacial para una se-
no es aventurado suponer la lectura directa de Les théories de l´Architecture cuencia de impresiones temporalmente larga que puede ser comparada sol-
(1926) de Miloutine Borissavlievitch y las contribuciones de Victor Basch en amente con música o composiciones épicas y dramáticas. La percepción del
el volúmen La philosophie allemande au XIXe siècle (1912) editado por Charles templo es una serie de actos, especialmente si la actuación de la experiencia
Andler, ambos citados por Guido extensa y directamente en francés en su procede aquí desde ningún otro punto de vista que no sea el del torso huma-
propio libro. Esta hipótesis se sustenta, además, en el hecho de que no se ha no. Completamente diferente es el templo griego con sus filas de columnas
dado con traducciones al español de estos textos que precedan la publicación alrededor de la forma construida de modo oblongo alrededor del espacio
de Concepto Moderno… interior. Aquí el exterior es el punto principal. Es como si un patio del templo
28
Es notable la propensión recurrente que Guido manifestaba a atribuir –fal- egipcio con sus columnas sobre el lado interno de la pared del recinto estu-
samente– la procedencia vienesa a muchos de los pensadores que admiraba. viera dado vuelta desde el interior al exterior. Aquí [en el templo griego] se
Así lo demuestra no sólo el caso de sus libros enviados como regalo para el trata verdaderamente de un edificio de volúmenes corporales examinables
intelectual suizo con la dedicatoria “Para el sabio maestro vienés, Prof. Enrique pero determinado, asimismo, por la preponderancia del largo por sobre la
Wölfflin […]“ como ha señalado Weddigen en el artículo citado, sino también dimensión de la profundidad.” Schmarsow, August en “Grundbegriffe der
su introducción a la obra de Schmarsow, quien había nacido en la comunidad Kunstwisseschaft” [1905] citado en Schwarzer, Michael, “The emergence of
de Vellahn al norte de Alemania: “sería no hacer justicia, si pretendiéramos the architectural space…”, op.cit., p. 56.
cerrar este capítulo […] sin dedicar aunque fuera un breve bosquejo a la obra 37
Guido, Ángel, “Estética filosófica del espacio en el urbanismo”, op.cit., pp.
de otro eminente maestro vienés: August Schmarsow. Schmarsow, colega y 535-536.
continuador de Riegl, fué un gran propulsor de la teoría de la ‘voluntad de 38
En 1923, el mismo año en que se reeditaba por primera vez la obra en
forma’” cfr. Guido, Ángel, Concepto moderno de la historia del arte. Influencia alemán, aparecía en la colección ‘Biblioteca de ideas del Siglo XX’ de Calpe
de la Einfühlung en la moderna historiografía del arte, Rosario, 1937, p. 137. que dirigía Ortega –la misma que meses después editaría Conceptos funda-
29
Guido, Ángel, Concepto moderno…, op.cit., p. 53. mentales… de Wölfflin–, la traducción de García Morente del primer tomo
30
Guido, Ángel, “Estética filosófica del espacio en el urbanismo”, op.cit, p. 533. de La decadencia de Occidente. Indicio del gran entusiasmo suscitado entre
El subrayado en el original. el público lector hispanoparlante es la casi inmediata aparición, en el número

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15 de la Revista de Occidente en septiembre de 1924, del capítulo ‘Pueblos y doctor Werner Hegemann, Publicación oficial de la Municipalidad de Rosario,
razas’ perteneciente al segundo volumen de la obra. Allí estaban contenidas, 1931, pp. 39 y 12 respectivamente. La metodología empleada a propósito
como señala Adrián Gorelik, muchas de las imágenes spenglerianas que más de las imágenes expuestas en las conferencias constituye otra similitud inte-
potententemente influirían en un amplio abanico de interpretaciones tanto resante con el American Vitruvius: para fundar sus argumentos, Hegemann
científicas –Tristes trópicos de Lévi-Strauss–, como ensayísiticas –Radiografía de mostró deliberadamente una gran cantidad de fotos y dibujos correspondi-
la Pampa de Ezequiel Martínez Estrada y De la estructura mediterránea argen- entes a lugares y épocas muy diversas entre sí. Al intercalar representaciones
tina y Teoría de la ciudad argentina de Bernardo Canal Feijóo–. Cfr. Gorelik, gráficas de casos locales, europeos y norteamericanos, del pasado y del pre-
Adrián, “Mapas de identidad…”, op.cit., p. 287 y ss. sente, sin responder a ningún tipo de lógica lineal, retomaba evidentemente
39
Spengler, Oswald, La decadencia de Occidente. Bosquejo de una morfología la idea del thesaurus que había utilizado en la introducción de la obra en co-
de la historia universal, Madrid, Calpe, 1923, pp. 284-285. Subrayado en el laboración con Peets. Esta figura, a su vez, se corresponde, ni más ni menos,
original. con la metodología sitteana de rastrear transhistóricamente en los ejemplos
40
Guido, Ángel, Monumento a la bandera. Gran parque nacional de la bandera, analizados del pasado una clave artística universal presente en todos los ‘bue-
Club de Leones, Rosario, 1957, p. 24. nos’ diseños urbanos. Cfr. Hegemann, W. y Peets, E., American Vitruvius…,
41
Rigotti, Ana María, Las invenciones del urbanismo…, op.cit. op.cit., cfr. pp. xxv y xxvi.
42
Guido, Ángel, “Capítulo VI. Urbanización de zonas especiales y de conjun- 45
Hegemann, Werner y Peets, Elbert, American Vitruvius…, op.cit., p. 27.
tos monumentales” en Plan Regulador y de Extensión. Memoria descriptiva y 46
Guido, Ángel, Plan Regulador y de Extensión…, op.cit., p. 59.
justificativa, Rosario, 1935, p. 58. 47
Guido, Ángel, ibidem, p. 62. Rigotti ya ha señalado las analogías entre esta
43
Sobre la vida y obra de Hegemann en general cfr. Calibi, Donatella, “Wer- estación y la Grand Central Station de Nueva York en Rigotti, Ana María, Las
ner Hegemann, o dell´amiguità borghese dell´urbanistica” en Casabella n° 428, invenciones del urbanismo…, op.cit., pp. 77 y 78.
Año XLI Septiembre de 1977; “Werner Hegemann: Der gerettete Christus” 48
Rigotti, Ana María, Las invenciones del urbanismo…, op.cit., pp. 74 y ss.
en Casabella n°437, Junio de 1978, Año XLII; Crasemann Collins, Christiane, 49
Hegemann, Werner, “Street Arcades and Colonnades” en American Vitru-
Werner Hegemann and the search for universal urbanism, New York, W.W. vius…, op.cit., pp. 187-198.
Norton & Co., 2005; Flick, Caroline, Werner Hegemann (1881-1936). Stadt- 50
Guido, Ángel, Reargentinización edilicia por el urbanismo, Buenos Aires,
planung, Architektur, Politk – ein Arbeitsleben in Europa und den USA, K.G. Amigos de la ciudad, 1939, p. 16.
Saur, München, 2005. Sobre la importancia de la visita de Hegemann a la
Argentina para el desarrollo de la cultura urbana de ese país cfr. Liernur, Jorge
Francisco, “Juncal y Esmeralda, Perú House, Maison Garay: fragmentos de
un debate tipológico y urbanístico en la obra de Jorge Kalnay” en Anales del
Instituto de arte americano e investigaciones estéticas’Mario Buschiazzo’ n° 25,
1987; Gorelik, Adrián, La grilla y el parque. Espacio público y cultura urbana en
Buenos Aires, 1887-1936, Buenos Aires, Ed. Universidad Nacional de Quilmes,
1998, p. 355 y ss.; “Werner Hegemann” voz en Diccionario del Diccionario
de Arquitectura en la Argentina en Liernur, Jorge Francisco y Aliata, Fernando
(comps), Clarín, Tomo e/h, Buenos Aires, 2004; Rigotti, Ana María, Las inven-
ciones del urbanismo…, op.cit., pp. 66-72.
44
Hegemann, Werner, Peets, Elbert, American Vitruvius: an architect´s hand-
book of civic art, New York, 1988 [Ed. orig. 1922]. A pesar de que Hegemann
no menciona el American Vitruvius en ninguna de sus conferencias en Ar-
gentina, esa obra sí constituye la clave desde la cual hay que necesariamente
interpretar algunos tópicos centrales como, por ejemplo, su ponderación del
“venerable sistema del damero para la subdivisión económica de terrenos
llanos pero […] con grandes arterias de tráfico” o las críticas “a las costosas
diagonales simétricas [del plan Bouvard] que en lugar de resolver el proble-
ma, contribuyen a complicarlo, creando dificultades nuevas e insolubles” cfr.
Hegemann, Werner, Problemas urbanos de Rosario. Conferencias del urbanista

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Centro de Investigaciones del Arte
Argentino y Latinoamericano
Universidad Nacional de Rosario

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