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Asombro (Filosofía): Origen, Concepto y en Qué Consiste

Por Amparo Iribas


El asombro en filosofía es el sentimiento que ilumina la mente, permitiéndole al ser humano
salir de entre las sombras con respecto a su propia existencia, la del entorno y la del universo.
Junto con la observación y la contemplación de lo que nos rodea, es lo que permite encontrar
las respuestas a lo que desconcierta el intelecto del hombre.
De ese modo, se llega a la verdadera sabiduría. Platón considera que el asombro es
fundamental porque gracias a este aparece la investigación por los primeros principios, y así
nace el pensamiento filosófico. Esta herencia platónica fue retomada por otros pensadores
posteriores, como Aristóteles, y mucho más cerca en el tiempo, Heidegger.

Origen
El concepto de asombro nace en la Antigua Grecia y tiene sus fundamentos en dos posturas. La
primera es la de Platón, para quien el asombro es el que permite que se revele la verdad. Es lo
que disipa la sombra encontrando la luz original; una vez hallada se convierte en el sentido de
la existencia.

Para Aristóteles
Discípulo de Platón, Aristóteles también trata el tema del asombro. Para él la filosofía no nace
de un impulso del alma; por el contrario, las cosas se manifiestan y se convierten en
instigadoras de problemas, de modo que impulsan al hombre a investigar.
A la presión que ejercen dichas problemáticas Aristóteles las denomina en su Metafísica “la
coerción de la verdad”. Es esta coerción la que no permite que el asombro quede en una
respuesta, sino que se ve sucedido por otro asombro y otro más. De manera que, una vez que
se ha iniciado, no se puede detener.
Ese asombro, admiración o thaumazein posee tres niveles, tal como lo especifica en
su Metafísica:
1- El que ocurre ante las cosas que se presentan inmediatamente entre las extrañas.
2- El asombro ante cuestiones mayores, tal como las particularidades del Sol, la Luna y los
astros.
3- El que sucede frente al origen de todo.
También sostiene que el hombre tiene en su naturaleza el deseo de saber; este lo lleva hacia lo
divino. Sin embargo, para que esta fuerza lleve a alcanzar la verdad, debe realizarse
racionalmente. Esto es de acuerdo con reglas lógicas y lingüísticas.
Encuentro con la verdad
Entonces, el asombro es una experiencia que permite el encuentro con la verdad. Esto puede
ocurrir desde observar el mar al atardecer hasta ver una célula en un microscopio. Ambos
hechos se manifiestan en todo su esplendor cuando se descubren a los sentidos.

De este modo, Heidegger afirma que la verdad se trata de des-ocultar o des-cubrir la realidad
que se encuentra velada. Es decir, se descorre un velo que permite llegar a la iluminación.

Por otra parte, considera que el asombro es espontáneo. No obstante, puede aparecer a partir
de una prolongada preparación, que se puede realizar no solamente sobre la realidad, sino
sobre el ser humano mismo.
Esto implica que el asombro en filosofía pone al descubierto, más que la realidad oculta, la
confusión propia en la que se encuentra el hombre, específicamente en los procesos
relacionados con la percepción y la individualización.

El asombro vulgar es cuando encuentras la respuesta en algo común, de la vida cotidiana. El


asombro filosófico es cuando encuentras la respuesta a algo un poco más "complicado" que lo
cotidiano, como la pregunta sobre algo existencial.

El asombro vulgar o asombro trivial se define como el descubrimiento de una respuesta que
generalmente inquieta a varias personas (también puede ser solo una) y suele estar
relacionado con cosas materiales, por ejemplo: descubrir por qué un balón rebota. Esto causa
un asombro o sorpresa y a eso se le llama asombro trivial.

El asombro filosófico es parecido, pero va dirigido a cosas más personales e individuales,


inquietudes que uno pueda tener de uno mismo, dudas existenciales que uno descubre.

El saber científico se diferencia en que es exacto pero suficiente, porque una respuesta de una
pregunta te lleva a la pregunta de otra, mientras que el saber filosófico es inexacto pero
suficiente, pero es personal de cada individuo. El saber vulgar o sentido común es lo que te
permite saber que el agua moja o el fuego quema, ningún ser carece de este y es
imprescindible a la hora de razonar, es un ejercicio espontaneo de la razón. La filosofia engloba
todos los saberes de la ciencia, es decir para saber filosofia tienes que tener una base mínima
en matemáticas, política y otros aspectos...

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