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Escuela de Formación para la Organización Comunitaria

Resumen elaborado para educadores y educadoras populares. Septiembre de 2009

Los Profesores como


Intelectuales
Henry Giroux
Resumen.

GIROUX, H. (1990): Los profesores como intelectuales: Barcelona: Paidós. pp. 171-178 y 209-227
Escuela de Formación para la Organización Comunitaria
Resumen elaborado para educadores y educadoras populares. Septiembre de 2009

LOS PROFESORES COMO INTELECTUALES TRANSFORMATIVOS

Las problemáticas sociales y las reformas educativas que se construyen en la


actualidad representan un amenaza y un desafío para los profesores y profesoras
debido a que no se les consulta e incluye, tanto en los debates, como en la
elaboración de propuestas educativas concretas, ello debido a la falta de
confianza que se les tiene para que den acertadas lecturas y respuestas a las
expectativas de la juventud, de las comunidades y, en general, de las personas
que demandan cambios educativos y culturales. “Allí donde los profesores entran
de hecho en el debate, son objeto de reformas educativas que los reducen a la
categoría de técnicos superiores encargados de llevar a cabo dictámenes y
objetivos decididos por expertos totalmente ajenos a las realidades cotidianas de
la vida del aula” (p. 171).

Por otro lado, el desafío se nos presenta como una oportunidad para la autocrítica
del ejercicio docente y para la organziación con miras a lograr mejoras laborales,
reinventar la formación del profesorado y reivindicar el papel de este colectivo.

Ante esto, se debe, principalmente, plantear proposiciones práctico-teóricas que


nos permitan analizar constantemente la crisis educativa y que al mismo tiempo
fomenten el compromiso del profesorado a su autocrítica; categorías que den
pistas para construir alternativas formativas y laborales más democráticas que
impulsen la voz del colectivo y su papel reflexivo.

Para hacer un mejor análisis de la crisis del profesorado, Henry Giroux propone
dos dimensiones para el debate sobre las condiciones del profesorado y que se
desarrollarán a continuación.

1. Devaluación y deshabilitación del trabajo del profesor

Si bien se pone en duda de la labor del profesorado en emprender propuestas


educativas que respondan la actual crisis educativa por el agotamiento de sus
prácticas, el sistema que desconfía y los excluye de los debates educativos, y que
por ello formula reformas ajenas a las dinámicas cotidianas de los y las docentes,
es quien ha originado ese menoscabo. La educación actual, que responde a
intereses ideo-políticos capitalistas, ha establecido sistemáticamente esas
amenazas que deben superar los profesores y profesoras, y que se basan
principlamente en ideologías instrumentales que profundizan la tecnocracia en la
formación y ejercicio del profesorado, expresadas en:
• Desvinculación de la teoría y la práctica que se manifiesta en una
descontextualización de todo el contenido “impartido” en las aulas, y poca,
por no decir nula, reflexión sobre las práticas que se desarrollan.

GIROUX, H. (1990): Los profesores como intelectuales: Barcelona: Paidós. pp. 171-178 y 209-227
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Resumen elaborado para educadores y educadoras populares. Septiembre de 2009

• Estandarización del conocimiento para su control, y que se ve reflejado


cuando el educador o educadora da la misma clase por años, asumiendo
que todos y toda aprendemos igual y que, por tanto, debemos arrojar
resultados de aprendizaje específicos y estimados.
• Devaluación del trabajo crítico e intelectual, tanto del profesorado como del
estudiantado, y que podemos notar en ese desinterés en involucrar a estos
colectivos en el diseño de políticas educativas.

El sistema que ha generado el deterioro el rol del profesor y de la profesora, que


ha minimizado sus funciones, se basa en un razonamiento instrumental que les es
impuesto desde su formación como docentes y que se expresa en programas
formativos conductistas que parcelan el conocimiento, anula las emociones y la
capacidad reflexiva, y enfatiza lo cuantitativo en todos los ámbitos y saberes. Un
ejemplo de ello es cómo se ha enquistado el método científico con primacía ante
lo social, que nos dice constantemente que todo debe ser medible, verificable,
objetivo, certero, controlable, neutral e inanimado.

Bajo este panorama, la pedagogía como saber práctico-teórico de naturaleza


reflexiva, se ha convertido en una mera disciplina aplicada y desdibujada entre la
psicología, la sociología, la estadística o la antropología.

Sustentada en estos planteamientos, la concepción del profesor y la profesora es


vista como instrumento de enseñanza de contenidos preparados por otros, con
metodologías que hagan “eficientes” el proceso de “aprendizaje”, convitiendo la
experiencia educativa en un acto de producción masiva de contenidos y
aptitudes. Como nos dice Giroux, “En lugar de aprender a reflexionar sobre los
principios que estrcuturan la vida y la práctica del aula, a los futuros profesores
se les enseñan metodologías que parecen negar la necesidad misma del
pensamiento crítico” (p. 174). Pensamiento crítico para el análisis estrcutural de
los problemas educativos y las realiades locales, para la reflexión de las propias
prácticas pedagógicas, y para la participación en su proceso de formación.

El ejercicio de la docencia bajo estos parámetros se convierte en la transmisión de


conocimientos, la descontextualización de las prácticas, el ejercicio de acciones
punitivas que violentan la dignidad de los y las estudiantes con el argumento de
“mantener la disciplina”. Como expresiones de estas afirmaciones, en la
educación venezolana podemos encontrar bastos ejemplos:
• Se consideran razones para expulsar las inasistencias e impuntualidades sin
investigar las causas del asunto ¿cómo se trasladan los y las estudiantes
hasta la escuela? ¿si tienen qué vestir o qué comer?
• Los estudiantes disciplinados son los del uniforme impecable, los que
permanecen callados sin cuestionar instrucciones, los que siguen las

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normas y están permanente silencio.


• No se analizan (y mucho menos se generan propuestas) los problemas que
se dan en la escuela y fuera de ella como, por ejemplo, las relaciones
violentas y, por el contrario, las aulas son espacios donde se promueve la
discriminación y exclusión del diferente, del feo, del raro, de que tiene
alguna discapacidad.
• El éxito de la actividad educativa se basa en la no deserción, en mantener
una matrícula elevada sin importar los mecanismos para lograrlo, e
ignorando a quienes se quedan afuera.
• El profesorado se traduce en un autómata ejecutor de órdenes, que anula
sus sentimientos y el de sus estudiantes, que tienen que “dar el ejemplo”
ante la sociedad mientras se convierte al pasar de los años en alguien más
autoritario, que minimiza su profesión y reduce hasta la anulación su
autonomía.

Los diseños curriculares basados en estas racionalidades tecnocráticas e


instrumentales, tienden a legitimar lo que el autor denomina “pedagogías
basadas en la gestión”:

... porque los problemas las cuestiones centrales referentes al aprendizaje


se reducen a un problema de gestión, que podríamos enunciar así: “Cómo
asignar los recursos (profesores, estudiantes y materiales) para conseguir
que se gradúe el mayor número posible de estudiantes dentro de un
espacio de tiempo determinado?” El postulado teórico subyacente que
guía este tipo de pedagogía es el que la conducta de los profesores
necesita ser controlada y convertida en algo coherente y predecible a
través de diferentes escuelas y poblaciones estudiantiles (...) El efecto es
que no sólo se descalifica a los profesores y se les aparta de los procesos
de deliberación y reflexión, sino que, además, la naturaleza del
aprendizaje y la pedagogía del aula se convierten en procesos rutinarios.
(p. 175).

Anulando la diversidad de clase, historia lenguaje y cultura de los y las


estudiantes mientras se asume que las mismas estrategias didácticas, métodos
de evaluación y contenidos sirven para todos y todas, termina operando la
educación instrumental que ejercen los profesores y profesoras tecnócratas, que
finalmente quedan reducidos a instrumentos sin voz ni pensamiento genuino, y
desmoralizados para exigir reinvindicaciones y derechos laborales.

2. Los profesores como inteletuales transformativos

Como alternativa a un ejército de transmisores de conocimiento, Henry Giroux

GIROUX, H. (1990): Los profesores como intelectuales: Barcelona: Paidós. pp. 171-178 y 209-227
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propone un colectivo organizado de profesores como intelectuales


transformativos.

La categoría de intelectuales es planteada por Giroux desde la siguiente


perspectiva:
• Superar la concepción de los y las docentes como técnicos o
instrumentistas para mirarlos como sujetos reflexivos del mundo, las
realidades educativas y sus acciones en ella.
• Propone categorías y prácticas político-pedagógicas que les permite ser
intelectuaes, críticos.
• Rescata el papel de los profesores y profesoras en la elaboración,
validación, desarrollo y evaluación de las pedagogías que ellos mismos
utilizan y aprueban.

Como nos dice Giroux, “Al contemplar a los profesores como intelectuales,
podemos aclarar la importante idea de que toda actividad humana implica alguna
forma de pensamiento” (p. 176), y el reconocerse ello en el ejercicio educuativo
de los profesores y pofesoras, como “profesionales reflexivos de la enseñanza”,
trae consigo una responsabilidad desafiante como lo es plateas cuestionamientos
y propuestas a sus objetivos y condiciones de enseñanza y de trabajo, pero
también a la sociedad misma donde ejercen su labor, “... entonces, la categoría
de intelectual sirve para relacionar el objetivo de la educación de los profesores,
de la instrucción pública y del perfeccionamiento de los docentes con los
principios mismos necesarios para desarrollar una ordenación y una sociedad
democráticas” (p. 176).

Si se pretende mirar de otra forma al profesorado, y ellos mismos superen


prácticas reduccionistas e instrumentalistas, necesariamente ello implica
cuestionar y transformar la sociedad y el modelo que ha genorado su
tecnocratización, y que limita su ejercicio intelectual. Para ello se deben reonocer
los aspectos político-ideológicos contenidos en las funciones del docente como
instrumento para reproducir el sistema de dominación, o como sujeto activo de
subversión.

Como plantea Giroux, “Con esta perspectiva en la mente, quiero extraer la


conclusión de que, si los profesores han de educar a los estudiantes para ser
ciudadanos activos y críticos, deberían convertirse ellos mismos en intelectuales
transformativos” (p. 177), y ello implica reconocer y tomar postura ante las bases
ideológicas que sustentan los discursos en el proceso educativo, las relaciones de
poder-conocimiento que se imponen, las luchas poíticas y de valores, las
interpretaciones del mundo, la historia y el cómo se conoce que se dan en las
escuelas. Espacios que no son para nada neutrales o apolíticos y, como nos dice

GIROUX, H. (1990): Los profesores como intelectuales: Barcelona: Paidós. pp. 171-178 y 209-227
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Giroux, ni los profesores, ni quienes les imponen discusos lo son.

Finalmente, Giroux nos explica la categoría transformación de los profesores y


profesoras como intelectuales proponiendo:

Hacer lo pedagógico más político:


• Incluir discusiones y propuestas sobre los asuntos públicos, de la comunidad
y de la vida diaria.
• Develar las luchas de poder conocimiento que se dan en los espacios
formativos.
• Insertar reflexiones y acciones para superar las injusticias y desigualdades.

Hacer lo político más pedagógico:


• Desarrollar prácticas pedagógicas desde intereses políticos liberadores.
• Generar pensamiento reflexivo en los y las estudiantes con miras a que
ejerzan la ciudadanía crítica.
• Problematizar el conocimiento y el mundo.
• Establecer relaciones dialógicas e inclusivas que permitan llevar luchas
equitativas para la dignidad de las personas.

Lejos del profesor o profesora pasivo, obediente y autómata ante la experiencia


educativa, Giroux nos propone ejercer el justo derecho-deber de tomar posición
ante las injusticias, relacionarnos de manera dialógica con el otro y la otra,
generar desde la escuela y demás espacios formativos el cuestionamiento del
mundo para la formación crítica de ciudadanos, ciudadanos transformadores.

GIROUX, H. (1990): Los profesores como intelectuales: Barcelona: Paidós. pp. 171-178 y 209-227

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