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TRABAJO PRÁCTICO

Carrera: Profesorado de Educación Secundaria en Geografía

Instituto: Instituto Superior del Profesorado “Dr. Antonio Sobral”

Curso: 3º año

Asignatura: Filosofía

Profesor: Coschica, Jorge

Título del trabajo: “Los profesores como intelectuales”

Alumno: Calore, Nahuel Ciro

Año: 2019
Consigna

Elaborar un resumen de algún autor presentando su enfoque en la educación, el rol del


estado, la concepción del hombre y la sociedad.
Realizar una reflexión personal.
El autor elegido es Henry Giroux “Los profesores como intelectuales”

Introducción
Giroux traspasa los límites de la pedagogía crítica al centrar su interés en la necesidad vital
de conectar la reforma educativa con la potenciación de la voz de profesores y
estudiantes. El pedagogo norteamericano incorpora las intuiciones más valiosas de la
pedagogía crítica a una teoría más amplia y práctica de la enseñanza escolar, teoría que
contempla las escuelas como esferas públicas democráticas comprometidas con la tarea
de educar a los estudiantes en el lenguaje de la crítica, la posibilidad y la democracia. En
opinión de Giroux, un elemento esencial de este tipo de educación es la habilidad del
profesor para actuar como intelectual transformativo y servirse de la pedagogía crítica
como una forma de política cultural.
Tanto política como pedagógicamente, el verdadero mérito de Giroux ha consistido en
desenmascarar la desigualdad estructurada de los intereses personales que compiten
dentro de un orden social.
Los Profesores como Intelectuales trata sobre como los profesores deben cambiar su
mentalidad de servicio a los curriculum escolares que solo forman profesionales dedicados
a cumplir el modelo de economía capitalista y consumista que se ha impuesto como
consecuencias de las políticas neoliberales de la globalización a América Latina.

Los Profesores como Intelectuales


Sin lugar a dudas, los profesores tenemos una gran tarea por delante, debemos, tal como
plantea Giroux, “transformarnos en Intelectuales al servicio de la educación” y no seguir
siendo meros técnicos u obreros al servicio del actual sistema educativo.
El trabajo de Giroux en su libro que se analiza en este ensayo, nos da una noción del papel
del educador, del educando y de quienes creen son los llamados a ofrecer las políticas de
la educación, basado en 16 puntos o capítulos, donde nos brinda una crítica de los
factores implícitos y explícitos que juegan a la hora de asumir este reto de convertirnos en
Profesores Intelectuales. Algunos de los postulados resultan muy interesantes: el repensar
el lenguaje de la instrucción escolar; la dinámica del curriculum formal y del oculto; el
nuevo analfabetismo del conocimiento; la cultura y el poder en la política de la educación
y la política del encasillamiento.

Repensar el lenguaje de la instrucción escolar


Al repensar el lenguaje, el autor hace referencia a cambiar la manera de impartir la
enseñanza. La ideología conservadora ha formado hasta ahora una sociedad dominada
por los intereses de algunos en detrimento de otros. Tenemos una cultura dominante y
una subordinada. Es decir que deben surgir nuevas teorías de la práctica educativa, para
ofrecerles a los estudiantes una educación que los transforme en ciudadanos activos y
críticos y no en simples trabajadores que hacen continuo el modelo actual de la economía.
Como plantea Giroux, las escuelas han de empezar a ser vistas y estudiadas como lugares
a la vez de instrucción y de cultura.
Giroux hace un llamado para profesores y administrativos en cuanto se refiere a que en
lugar de preocuparse por el dominio y perfeccionamiento del uso de sus metodologías,
deben enfocarse más bien en el problema de la educación examinando sus propias
perspectivas acerca de la sociedad, las escuelas y su liberación.
Explica que una de las amenazas a las que tiene que hacer frente los docentes de las
escuelas públicas es el creciente desarrollo de ideologías instrumentales que acentúan el
enfoque tecnocrático tanto en la formación del profesorado como de la pedagogía del
aula.
Este modelo se caracteriza que hay expertos en currículo, en instrucción y en evaluación,
los que llevan adelante la tarea de pensar. Mientras que los docentes son los meros
ejecutores de esos pensamientos. Los programas de adiestramiento de los profesores
resultan de hecho contraproducentes tanto para la naturaleza de la enseñanza como para
los estudiantes.
A los futuros profesores se les enseñan metodologías que parecen negar la necesidad
misma del pensamiento crítico.
En lugar de aprender a plantear cuestiones acerca del principio subyacente a los
diferentes métodos pedagógicos, a las técnicas de investigación y a las teorías educativas,
los estudiantes se entretienen a menudo en el aprendizaje del «cómo enseñar», con «qué
libros» hacerlo, o en el dominio de la mejor manera de transmitir un cuerpo dado de
conocimientos.
Así pues, las racionalidades tecnocrática e instrumental actúan dentro del campo mismo
de la enseñanza y desempeñan un papel cada vez más importante en la reducción de la
autonomía del profesor con respecto al desarrollo y planificación de los currículos y en el
enjuiciamiento y aplicación de la instrucción escolar.

A los profesores se les quiere reducir a técnicos, a expertos en currículum,


instrucción y evaluación (proletarización); así se les aparta de los procesos
de liberación y reflexión (intelectuales). Ante este hecho es preciso
reaccionar, el profesor debe combinar la reflexión y la práctica académica
con un fin, el formar ciudadanos reflexivos y críticos; debe convertirse en un
intelectual transformativo orgánico que interprete constantemente el
mundo y lo dote de sentido, compartiendo su esfuerzo con otro.

Si bien existe por un lado el curriculum formal de la enseñanza, que según los críticos de la
pedagogía no resuelve los problemas actuales de nuestro tiempo al haber formado
personas pasivas entrenadas para trabajar en los puestos que la cultura dominante ha
creado para perpetrarse en el poder, existe también por otro lado implícitamente el
curriculum oculto que configura la forma de ser y de actuar de las personas cuando se
enfrentan a la vida de manera independiente y pasan a formar parte de la sociedad.

El nuevo analfabetismo del conocimiento


Giroux nos explica cuando nos plantea que hay una "cultura de masas y ascenso del nuevo
analfabetismo”, que estamos siendo bombardeados por un sin número de estímulos
auditivos y visuales que nos inducen de manera inconsciente hacia la subordinación a la
cultura dominante de poder del consumismo y del ocio, donde la televisión es la principal
forma de dominación de nuestra conciencia y forma de ver la vida. Han convertido a la
sociedad en espectadora y pasiva por excelencia, donde se muestra abiertamente la
distinción de clases, sexo, religión y política. La televisión no da lugar a detenernos a
pensar en lo que estamos viendo y escuchando, simplemente porque no tenemos ese
tiempo para hacerlo, de esa manera lo que escuchamos y vemos lo damos por sentado y
verificado la mayoría de las veces, lo cual no ocurre cuando leemos un libro y podemos
detenernos a pensar cual es el mensaje que quiere transmitirnos el escritor.
La cultura y el poder en la política de la educación
Giruox realiza una analogía con las ideas liberadoras de Paulo Freire como crítico radical
de la educación. Entiende que Freire combina el «lenguaje de la crítica» con el «lenguaje
de la posibilidad».
Para entender cómo es que la cultura y el poder están presentes en la política de la
educación, surge la cuestión que ignoran los educadores tradicionales: ¿cómo conseguir
que la educación sea tan significativa que se convierta en crítica y liberadora?
El poder es para Freire una fuerza negativa y a su vez positiva, porque puede reprimir pero
también es una herramienta para esforzarse y luchar por un mundo mejor.
Para Freire, la cultura es la representación de experiencias vividas en el contexto de unas
relaciones desiguales de grupos en una sociedad. Pero a su vez la cultura es una forma de
producción que ayuda a través del lenguaje a transformar la sociedad. En este sentido, la
cultura está íntimamente relacionada con el poder y está arraigada en el papel del Estado
y en la política de la educación. Las escuelas no son únicamente lugares de instrucción
sino de transmisión y reproducción de una cultura dominante. Esto tiene que ver con la
subordinación de los educadores al modelo establecido a seguir en el statu quo,
mostrándose incapaces de asumir una actitud crítica y liberadora. Y aquí el Estado, por
medio de sus concesiones selectivas y políticas de titulación académica y poderes legales,
influye en la práctica escolar a favor de determinadas ideologías dominantes.
La escuela cumple la función de instruir, de transmitir conocimientos de una cultura
común, de una racionalidad limitada e incompleta; en definitiva, la escuela es un centro
de reproducción social de una cultura dominante, produce trabajadores obedientes para
el capital industrial.
En esta escuela reproductora surgen contradicciones que tienen su origen en la resistencia
de los grupos sociales marginados por la cultura dominante. La escuela debe cambiar; lo
que es una pasiva aceptación cultural o una resistencia cultural mal orientada, debe
transformarlo en conciencia política y acción social.
Para Giroux, la idea central es actuar como intelectuales transformativos y cruzar los
límites impuestos por los poderes que configuran en gran parte nuestros contextos
sociales y profesionales. El trabajo de los enseñantes debe ser de modo crítico y
transformador.
Profesores como intelectuales transformativos
La idea es pensar a los profesores como intelectuales transformativos. Toda actividad
humana implica alguna forma de pensamiento y existe la capacidad humana de integrar
pensamiento y práctica. Así Giroux propone pensar a los profesores como profesionales
reflexivos de la enseñanza. La categoría de intelectual resulta útil porque ofrece una base
teórica para examinar el trabajo docente como una tarea intelectual, en contraposición a
una definición puramente instrumental o técnica.
Este modelo critica al racional instrumental, en donde los docentes son meros ejecutores.
Los profesores deben ejercer activamente la responsabilidad de plantear lo que enseñan,
sobre la forma y los objetivos generales. Tienen que desempeñar un papel responsable en
la configuración de los objetivos y las condiciones de la enseñanza escolar, dice Henry
Giroux. Y propone pensarlos como activos y reflexivos, con funciones sociales dentro de
una sociedad libre y democrática. Es interesante ver a las escuelas como lugares
económicos, sociales, culturales ligados al poder y el control. Son lugares de luchas
simbólicas y no son neutrales, por eso es imposible concebir al docente como neutral. El
intelectual transformativo tiene la necesidad de conseguir que lo pedagógico sea más
político y lo político más pedagógico.
Si los profesores han de educar a los estudiantes para ser ciudadanos activos y críticos,
deberían convertirse ellos mismos en intelectuales transformativos.
 Hacer lo pedagógico más político significa insertar la instrucción escolar directamente
en la esfera política, al demostrarse que dicha instrucción representa una lucha para
determinar el significado y al mismo tiempo una lucha en torno a las relaciones de
poder.
 Hacer lo político más pedagógico significa servirse de formas de pedagogía que
encarnen intereses políticos de naturaleza liberadora; es decir, servirse de formas de
pedagogía que traten los estudiantes como sujetos críticos.
De esta manera, los profesores necesitan desarrollar un discurso que conjugue el lenguaje
de la crítica con el de la posibilidad, de tal forma que se reconozca la probabilidad de
introducir cambios, de pronunciarse contra las injusticias económicas, políticas y sociales
(dentro y fuera de la escuela) y de esforzarse por crear las condiciones que permitan a los
alumnos convertirse en ciudadanos con conocimientos y valores adecuados para luchar,
en donde la desesperanza resulte poco convincente y la esperanza algo práctico.
Conclusión y reflexión personal
Giruox como crítico de la enseñanza tiene la intención de que los y las profesoras
tomemos el papel de intelectuales en la formación y transformación de sociedad.
Concuerdo con esa idea. Un intelectual tiene la capacidad de integrar pensamiento y
práctica y por lo tanto puede participar y tener una postura crítica respecto a la realidad
en la que vive y forma parte.
La parte intelectual nos brinda la posibilidad de ser reflexivos, críticos y podemos
entregarnos como docentes a esta noble profesión aportando a la sociedad actual y que
jugando papel importante para proyectar una sociedad más justa y equitativa, donde
todos seamos capaces de unirnos, donde las personas seamos críticas, racionales,
creativas, igualitarias y sin ningún tipo de opresión. Donde no haya la injerencia de
culturas dominantes que solo sirven para dividir las clases.
Que la educación como tarea de los profesores transformativos sirva para contribuir a la
resolución de problemas sociales, económicos y políticos, que incentiven la mente de
individuos que desean aportar algo a este mundo y que hasta ahora pueden haber sido
excluidos del modelo simplemente por esa distinción de clases y ese individualismo que
nos condena a vivir en la desigualdad social, lo cual se refleja en la escuela. Por eso
concuerdo con la idea de generar un tipo de docente no neutral frente a la realidad,
llamado a reflexionar y a dar sentido a la reflexión.
Para ello es necesario examinar las fuerzas ideológicas que llevaron a la tendencia de
reducir a los profesores a la categoría de técnicos especializados. El desarrollo de
ideologías instrumentales acentúan el enfoque tecnocrático y a los futuros profesores se
les enseñan metodologías que parecen negar la necesidad misma del pensamiento crítico
y siendo reducidos a simples ejecutores de los diseños curriculares basados en estas
racionalidades tecnocráticas.

Es así como el sistema que ha generado el deterioro del rol del profesor y de la profesora
y que ha minimizado sus funciones, se basa en un razonamiento instrumental que es
impuesto desde la formación como docentes y que se expresa en programas formativos
conductistas que encasillan el conocimiento y la capacidad reflexiva, enfatizando lo
cuantitativo en todos los saberes.
Debemos sustentar la concepción del profesor y la profesora como instrumento de
enseñanza de contenidos con metodologías que hagan eficientes el proceso de
aprendizaje, convirtiendo la experiencia educativa en un acto de producción masiva de
contenidos y aptitudes.
Debemos contrarrestar el modelo del profesor pasivo y obediente frente a la realidad
educativa, porque debemos ejercer el derecho y deber de tomar posición ante las
injusticias, relacionarnos mediante el diálogo con el otro y generar desde la escuela y
otros espacios el cuestionamiento del mundo para la formación crítica de ciudadanos.

Bibliografía consultada

 Giroux, Henry (1988-1990). Los Profesores como Intelectuales. Barcelona: Paidós.


 García, Rolando Cruz. “Los profesores como intelectuales transformadores” Editorial
El siglo de Torreón”. México, 2009.
 http://www.claseshistoria.com/revista/index.htm. Ingrid Noelia Fuentes Valenzuela.
 http://www.dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=117945. Los Profesores como
intelectuales hacia una formación integral de los maestros del siglo XXI.
 https://www.aulaplaneta.com/2017/10/30/recursos-tic/henry-giroux-vision-
educativa-diez-puntos/. Henry Giroux: su visión educativa en diez puntos

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