Está en la página 1de 2

CICLO A

 MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos y hermanas: Seguimos adelante con el tiempo de Adviento. ¡Bienvenidos,
bienvenidas! Si los otros domingos nos llamaban a estar en vela y a reanimar
nuestra esperanza, en este Tercer Domingo de Adviento, llamado “Gaudete”, la
invitación es: “Esten alegres”. Es, por tanto, un día que nos invita a la alegría. El
nacimiento del Hijo de Dios está ya más cerca. La fiesta de la Navidad ya casi las
tocamos con la yema de los dedos. Todo ello es motivo para respirar felicidad y
alegría. Quien es capaz de alegrarnos el corazón y dar sentido y sabor a nuestras
vidas es Aquel a quien esperamos. Él quiere, hoy, revelarnos los signos de su
presencia. Él, a través de su Palabra, de la Comunidad y del Pan compartido, se
hace presente para aquellas personas que tengan dispuesto el corazón y lo quieran
recibir. ¡El Señor está ya CERCA! Con gozo del que nos llena Dios este día,
comencemos esta celebración, de pie y entonemos el canto de entrada.
 MONICIÓN PARA EL RITO DE LA CORONA DE ADVIENTO
Encendemos el cirio rosa para manifestar nuestra alegría de tener un Dios tan
misericordioso. En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. Preparen sus caminos, porque ya
se acerca. Al encender estos tres cirios, queremos manifestarte Señor, nuestro
deseo de recibir tu luz, porque Tú eres el verdadero astro que ilumina toda tiniebla; y
expresamos nuestra disponibilidad para ser testigos y portadores de tu luz. ¡Ven
pronto, Señor!
 LECTURA DEL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS (35, 1-6. 10)
El profeta Isaías anuncia a los exiliados el pronto retorno a la patria y usa un
lenguaje simbólico y poético. Anima así al pueblo a confiar y esperar la liberación
salvadora de Dios. Isaías describe la liberación y el regreso con imágenes de la
naturaleza, signos de la actuación divina. Escuchemos.
 SALMO 145 “VEN, SEÑOR, VEN A SALVARNOS. VEN, SEÑOR, VEN A
SALVARNOS”
El salmo 145 dirige a Dios una súplica muy confiada, acentuando la "opción
preferencial" de Dios por los pobres. Mostremos nuestra confianza en Dios cantando
todos: “VEN, SEÑOR, VEN A SALVARNOS. VEN, SEÑOR, VEN A SALVARNOS”
 LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO (5, 7-10)
El apóstol Santiago recurre a un ejemplo de la vida ordinaria para apoyar su
exhortación: el labrador espera pacientemente el fruto del trabajo. El labrador ara y
siembra, abona y cuida la tierra, y espera la lluvia y, luego, la cosecha. El apóstol
exhorta a mantenerse firmes en la espera del Señor. Escuchamos su reflexión.
 † LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SAN MATEO (11, 2-11)
En este relato evangélico se nos presenta a Juan, el Bautista, encarcelado e
interrogándose acerca de Jesús; de ahí que envía a dos de sus discípulos a
preguntarle si él es el Mesías esperado. Jesús responde con el lenguaje simbólico
de los signos que hablan por sí solos y dan respuesta a los interrogantes de Juan.
De pie y entonemos juntos el aleluya para escuchar el santo Evangelio.

 MONICIÓN PARA LA PRESENTACIÓN DE OFRENDAS


Hermanos, mientras llevamos al altar el Pan y el Vino, con el canto manifestemos
nuestra alegría de llevar a Dios la vida nuestra, con todo el bien que hay en el
mundo.

Compartamos el fruto de nuestro trabajo y apoyemos al sostenimiento de nuestra


Parroquia. Aportemos con desprendimiento en la colecta.

 MONICIÓN PARA LA COMUNIÓN


Vayamos cantando a comulgar, porque así celebramos fraternalmente la alegría de
recibir la vida del hijo de Dios glorificado, que quiso ser nuestro pan.

Y para aquellos hermanos y hermanas que no puedan recibir a nuestro Señor


Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar, recemos y meditemos esta oración
en el silencio de nuestro corazón:

Creo Señor mío, que estás real y verdaderamente en el Cielo y en el Santísimo


Sacramento del Altar, te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte
dentro de mi alma, pero ya que no puedo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al
menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y
me uno todo a Ti. Tú no te ausentes de mí. Te suplico, Señor mío, que la ardiente y
dulce fuerza de tu amor, embargue toda mi alma, a fin de que muera de amor por Ti,
así como Tú te dignaste a morir de amor por mí. Amén.

 MONICIÓN DE DESPEDIDA
Ahora vayamos con el compromiso de llevar alegría a un mundo sumido en la
tristeza y desesperanza. Compartamos la alegría de haber recibido al Señor, a quien
esperamos.

También podría gustarte