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VEN, SEÑOR, NO TARDES

para vivir el tiempo de Adviento

Monitor: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta,
entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (Ap. 3, 20). Hermanos En este tiempo de
preparación para el gran acontecimiento de la llegada de Jesús, El Mesías que viene a
salvarnos, nos reunimos para orar en comunión en esta Hora Santa. Nos ponemos de pie.
CANTO DE ENTRADA:
Ministro: Adoremos y demos gracias en cada momento
Todos: al Santísimo Sacramento
Padre Nuestro …
Ave María …
Gloria …
Momento de un profundo silencio para meditar.
Ministro: Señor Jesucristo, creemos firmemente que te encuentras presente en el Santísimo
Sacramento del altar, te amamos con todo el corazón y con toda el alma. Deseamos
ardientemente tu llegada a nuestros corazones. Ya queremos celebrar la Navidad porque
queremos escuchar tu voz y la voz de tu Padre. Ya queremos que vengas por segunda vez
porque queremos contemplar a tu Padre cara a cara contigo y bajo la acción del Espíritu
Santo. Estamos aquí haciendo un espacio de silencio tan necesario entre el ruido del diario
ir y venir de estos días del Adviento. ¡Ven Señor Jesús!
Lector 1: Lectura de la carta de san Pablo a los Filipenses. Flp. 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario,
se anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así,
actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una
muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre -sobre-todo-
nombre”; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en
el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Momento de un profundo silencio para meditar.
CANTO
Momento de un profundo silencio para meditar.
Monitor: Ante Jesús Eucaristía, recordemos ahora algunos conceptos del Adviento y
meditemos en ellos:
Lector: ¿Qué es el tiempo del Adviento?
Lector: Es el tiempo en que esperamos con alegría el nacimiento del Niño Jesús: La Navidad.
“La Iglesia actualiza esta espera del Mesías; participando en la larga preparación de la
primera venida del Salvador; los fieles renuevan el adviento y deseo de su segunda venida”.
Lector: ¿Cuánto tiempo dura el período de Adviento?
Lector: Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad; en los cuales nos preparamos
espiritualmente para el nacimiento del Niño Jesús.
Lector: ¿Quién anunció antiguamente el Nacimiento de Jesús?
Lector: Lo anunciaron los profetas.

Lector: ¿Quién fue el profeta del Señor, que fue enviado para preparar su camino?
Lector: Fue San Juan Bautista. Precediendo a Jesús “con el Espíritu y el poder de Elías (Lc
1,17). Juan el Bautista da testimonio de Él mediante su predicación, su bautismo de
conversión y finalmente con su martirio.

Lector: ¿Qué acontecimiento importante ocurre después del cuarto domingo de adviento?
Lector: La Navidad. “Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre; unos
sencillos pastores son los primeros testigos del glorioso acontecimiento. La Iglesia no se
cansa de cantar la gloria de
esa noche.
Lector: ¿Quién nos orienta y dirige para continuar celebrando este acontecimiento?
Lector: Nuestros sacerdotes que incansablemente participan en ello y que además son
personas consagradas a Dios para el servicio de sus hermanos en las diferentes
comunidades, como continuadores de la misión salvadora de Jesús.
Lector: ¿Qué podemos hacer en este tiempo de Adviento para que no nos falten
sacerdotes?
Lector: Promover las vocaciones y hacer oración para que Dios mueva esos corazones.
Monitor: En el silencio interior contemplemos al Dios hecho hombre y alimento en esta
Hostia Santa.
Momento de un profundo silencio para meditar.
Si está presente el sacerdote o el diácono, se das la bendición como de costumbre; de otra
manera, se hace la reserva.
Letanía ante Jesús Sacramentado:
Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Canto de salida:
"Jesús viene"... HORA SANTA 5 Adviento

Canto inicial para exponer el Santísimo:

Ministro: Adoremos y demos gracias en cada instante y momento


Todos: Al Santísimo Sacramento.

Padre Nuestro.
Ave María.
Gloria. (Se repite todo esto tres veces, según la tradición).

Comunión Espiritual:

Señor Jesucristo, a quien esperamos siempre en nuestras vidas, creemos firmemente que
te encuentras presente en el santísimo sacramento del altar y que quieres venir a nuestro
encuentro cada día, te amamos con todo nuestro corazón y deseamos ardientemente
recibirte, pero como no podemos hacerlo en este momento sacramentalmente, te
suplicamos que vengas espiritualmente a nuestro corazón... (breve silencio) y porque ya te
hemos recibido, no permitas, Jesús, que jamás nos apartemos de Ti. Amén.

CANTO:
Lectura para meditar:
Sabiendo que Jesús viene, que ya está cerca, debemos de ir delante de la gente que nos
rodea, iluminándola con la antorcha de estos momentos de Adoración con los que
queremos preparar la llegada del Salvador.
Todos debemos ser luz del mundo; nos lo dice Jesús a quien esperamos para que venga a
iluminar nuestras vidas. Por ahí se dice que si no puedes ser estrella, seas al menos una
pequeña y sencilla vela encendida que alumbre el corazón: ¡pero hay que ser luz!
El que ama a los demás y el que ama de verdad, puede preparar el camino del Señor
iluminando el corazón de quienes le rodean, invitándolos a vivir en esperanza la alegre
espera del Señor.
inventa el arte de acercarte a los tuyos en este Adviento y revelarles a Cristo que ya viene a
salvarnos. Allí tienes una guía para saber si amas o no, si tu amor es verdadero o ficticio y
así podrás celebrar el gozo de la Navidad. En un momento de silencio traigamos ante la
presencia del Señor a todos los nuestros y a los más alejados de Dios.
Momentos de silencio.
Oración dirigida:
Señor Jesús que vienes a salvarnos y nos llamas a preparar el camino de tu llegada: ¿Qué
quieres que vea con mis ojos?, ¿qué quieres que hable con mi lengua?, ¿qué quieres que
haga con mis manos?, ¿qué quieres que piense con mi cabeza?, ¿qué quieres que ame con
mi corazón?, ¿en qué quieres que emplee mi tiempo, mi dinero y mis facultades?, ¿cómo
cumplo tus mandamientos?, ¿cómo comparto la vivencia de este Adviento a los que me
rodean?
Señor Jesús que vienes a salvarnos: Te adoro como a mi Dios. Te obedezco como a mi
Señor. Te amo como a mi Padre. Te temo como a mi juez. Te pido como a mi Dador. Te doy
gracias como a mi bienhechor. ¡Ven pronto Señor! Amén.

CANTO:
Momentos de silencio para meditar.
Lectura para meditar:
Cristo viene a salvarnos y para ello quiere necesitar de brazos y pies, de bocas y lenguas, a
fin de poder llegar a todas las personas y que todos le conozcan y le amen.
Cristo sabe que cuenta con nosotros; cuenta con nuestras lenguas, para la comunicación
del Evangelio y la extensión de la Iglesia de Dios; cuenta con nuestros pies, para seguir a
nuestros hermanos más alejados, a fin de que para ellos también llegue Navidad y vuelvan
al buen camino; cuenta con nuestros ojos, para poder detectar los ambientes en los que se
necesita hacer espacio para dar cabida a la presencia del Señor; cuenta con nuestro
corazón, para prender el fuego de su amor en nuestro alrededor y recibirle con fe ahora en
Navidad o cuando regrese lleno de gloria al final de los tiempos.
Sobre todo, Cristo quiere contar con nuestra entrega; con una entrega sin límites ni
restricciones; con una entrega desprovista de egoísmos. Cristo quiere contar con que
nosotros vamos decir siempre que “sí” a su llamado, como lo hizo María. Él espera ese "sí"
que en la fe renovamos ahora frente al Señor Sacramentado y que ya no se lo vamos a
retirar; Cristo cuenta con ese "sí" que debemos darlo cuando Él nos lo pida, aún cuando
implique dolor y humillación. Cristo quiere contar con nosotros, siempre que se nos pida un
pequeño favor, un pequeño servicio de caridad, un pequeño trabajo apostólico, por difícil
que nos parezca. Solo así llegará el a reinar en cuantos son los corazones de los habitantes
del mundo.

Momentos de Silencio para la reflexión personal.


Oración dirigida:
Oh, Señor Jesús que ya vienes a nuestro encuentro: Cuando yo dude, aconséjame. Cuando
caiga en el error, desengáñame. Si me pierdo, encuéntrame. Si caigo, levántame. Si me
desanimo, aliéntame. El día en que muera, llévame contigo. Oh, Señor Jesús: Cuando yo te
llame, escúchame. Cuando te ofenda, perdóname. Cuando yo te deje, búscame. Cuando yo
te olvide, recuérdame. Cuando te pida, dame. Cuando te pueda servir, anímame.
Amén.

CANTO:

Lectura para meditar:


El Dios del Evangelio no es el Dios gélido de la razón. La causa primera de la filosofía. El
primer motor de la metafísica. El Dios inmutable e impasible. El Dios interesado o
comerciante. El Dios almacenero. El Dios policía. No, Dios no es nada de lo que acabamos
de mencionar. Dios no es así, Dios es “Alguien” que, en su Hijo Jesucristo, a quien
anhelamos, viene a nuestro encuentro en la debilidad de nuestra carne.
El Dios del Evangelio es el Dios cálido, padre, hermano y amigo de todos los hombres. Es
Dios providente que cuida de sus hijos. Es Dios que ama tanto a la humanidad, que viene a
nuestro encuentro para salvarnos y nos espera a cada uno de nosotros con los brazos
abiertos para perdonarnos o premiarnos. Es Dios Padre que nos a su Hijo en la Eucaristía y
que quiere repartir entre todos nosotros en rebanadas infinitas el pan de la felicidad. Es
Dios Hijo que mure para salvarnos. Es Dios Espíritu Santo que nos consuela y nos llena de
amor. Este es el Dios del Evangelio.
Momentos de silencio para la reflexión personal.

Oración dirigida (Basada en el Libro de los Salmos):

El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. Aclamemos
al Señor todos los habitantes de la tierra, sirvamos al Señor con alegría y preparemos su
llegada en nuestros corazones. Entremos en su presencia con aclamaciones, sabiendo que
el que se acerca para salvarnos es nuestro Dios, que Él nos hizo y somos suyos, que somos
su pueblo y sus ovejas, que formamos su rebaño. Entremos por sus puertas dando gracias,
por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre. El Señor es bueno, su
misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. Amén.
CANTO:
Lectura para meditar:
No hay cosa que Cristo nos recomiende tanto en su Evangelio como la unión entre todos los
cristianos; es que el mundo necesita siempre del testimonio de unidad que nosotros los
cristianos debemos darle, a fin de llegar a conseguir que todos los hombres caigan en la
cuenta de que somos hermanos y, en consecuencia, nos tengamos como hermanos, nos
respetemos como hermanos y nos ayudemos como hermanos. El tiempo del Adviento es un
tiempo privilegiado para acrecentar esta unidad preparándonos a vivir la Navidad. Parte
importante de nuestra tarea misionera en el Adviento es trabajar por la unidad preparando
así la llegada del Señor que nos hace hermanos.
Momentos de silencio para la reflexión personal.
Canto.
Lectura para meditar:
Cristo dice en el Evangelio que Él es la Luz. El que no lo sigue, camina en tinieblas, con todas
las angustias e incertidumbres que llevan consigo las tinieblas. El que no sigue a Cristo, no
halla explicación para muchas cosas de la vida. Se siente embargado por mil problemas sin
solución. Se le plantean centenares de interrogantes a los que nada ni nadie puede
responder. En cambio, cuando Cristo aparece en la vida, es como cuando se hace la luz, uno
encuentra en Él la paz, la seguridad, la orientación. ¡Ven Señor a iluminar nuestras vidas!
¡Ven Señor para que yo pueda iluminar las vidas de los demás! Amén.

CANTO:
Señor permite que te hable hoy
Del dulce encuentro que me cambió
La hora feliz en que yo escuché,
Tus palabras de amor.

Dime cuándo pudo suceder,


Si en la luz que el sol vierte al surgir
O cuando el calor me hace vivir,
O fue en la noche al volver.

¿Fue cuando una rosa deshojé,


O en la fuente el agua que bebí;
O fue en el calor del dulce hogar,
Donde por fin te miré?
No fue en las horas de ilusión,
Sino al decidir mirarme bien;
Como amigo, en mi alma te encontré

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