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Realizado por Daniel Medina Arranz con D.N.I.: 11856851Y
La máquina capitalista: desterritorialización:
La aparición del cuerpo capital quiebra de los códigos. Flujos descodificados que manan
sobre el socius y que lo atraviesan de parte a parte. El Estado ya no puede contentarse con
sobrecodificar elementos territoriales ya codificados, debe inventar códigos específicos para
flujos cada vez más desterritorializados (la riqueza, la mercancía, las clases...), debe poner
el despotismo al servicio de la nueva relación de clases; integrar las relaciones de riqueza y
de pobreza, de mercancía y de trabajo. El estado ya no se contenta con sobrecodificar
territorialidades mantenidas y enladrilladas, debe constituir, inventar, códigos para los
flujos desterritorializados del dinero, de la mercancía, de la propiedad privada. Ahora el
Estado debe descodificar los flujos sobre el cuerpo lleno del capitaldinero, reemplazando
los códigos territoriales y la sobrecodificación despótica por una axiomática de los flujos
descodificados (regulación de estos flujos); efectúa el segundo movimiento de
desterritorialización, pero esta vez no se deja subsistir nada de los códigos y sobrecódigos,
porque los descodifica. Se abre, así, la época del cuerpo lleno del capital, y el neurótico
será su entidad producto, aquel que se presta a ser dominado.
¿Pero estos flujos descodificados no existían antes? La respuesta de Deleuze y Guattari es
que, si bien estos flujos descodificados ya existían (claro ejemplo de ello es Roma) es ahora
cuando se produce un encuentro clave: conjunción y reacción del flujo de propiedades que
se venden, flujo de dinero que mana, flujo de medios de producción, por una parte, flujo
de trabajadores que se desterritorializan:
“En el centro de El Capital Marx muestra el encuentro de dos elementos principales: de un lado, el
trabajador desterritorializado, convertido en trabador libre y desnudo, que tiene que vender su fuerza de
trabajo; del otro, el dinero descodificado, convertido en capital y capaz de comprarla.”
En efecto, no bastan flujos descodificados para que el nuevo corte atraviese y transforme el
socius, es decir, para que nazca el capitalista:
“Tomemos el ejemplo de Roma: la descodificación de los flujos de bienes raíces por privatización de
la propiedad, la descodificación de los flujos monetarios por formación de las grandes fortunas, la
descodificación de los flujos comerciales por desarrollo de una producción mercantil, la descodificación
de los productores por expropiación y proletarización, todo está ahí, todo está dado, sin producir por ello
un capitalismo propiamente hablando, sino un régimen esclavista. O bien el ejemplo de la feudalidad:
ahí también la propiedad privada, la producción mercantil, el aflujo monetario, la extensión del
mercado, el desarrollo de las ciudades, la aparición de la renta señorial como dinero o el arriendo
contractual de mano de obra no producen en modo alguno una economía capitalista, sino un
fortalecimiento de las cargas y relaciones feudales, a veces incluso el restablecimiento de una especie de
esclavismo. Es harto conocido que la acción monopolista a favor de las guildas y de las compañías no
favoreció el desarrollo de una producción capitalista, sino la inserción de la burguesía en un feudalismo
de ciudad y de Estado, que consistía en rehacer códigos para flujos descodificados como tales y en
mantener al comerciante, según la fórmula de Marx, “en los poros mismos” del antiguo cuerpo lleno de
la máquina social. Por tanto, no es el capitalismo el que implica la disolución del sistema feudal,
sino más bien a la inversa: por ello fue preciso un tiempo entre ambos.”
¿Cómo se manejará la conjunción de todos los flujos descodificados y desterritorializados?
Con el cuerpo del capital. A través del dominio del capital industrial por encima del capital
financiero y mercantil. “El capitalismo no empieza, la máquina capitalista no es montada,
más que cuando el capital se apropia directamente de la producción, y el capital financiero
y el capital mercantil ya no son más que funciones específicas correspondientes a una
división del trabajo en el modo capitalista de la producción en general. Entonces nos
encontramos con la producción de producciones, la producción de registros, la producción
de consumos pero precisamente en esa conjunción de los flujos descodificados que
convierte al capital en el nuevo cuerpo lleno social, mientras que el capitalismo comercial y
financiero bajo sus formas primitivas se instalaba tan sólo en los poros del antiguo socius
del cual no cambiaba el modo de producción anterior.”
Antes la inscripción comercial monetaria no disponía de un cuerpo propio y se insertaba tan
sólo en los intervalos del cuerpo social preexistentes. El comerciante no cesaba de jugar por
territorialidades mantenidas, para comprar allí donde es barato y vender donde es caro.
Antes de la máquina capitalista, el capital mercantil o financiero sólo está en una relación
de alianza con la producción no capitalista, entra en esta nueva alianza que caracteriza a
los Estados precapitalistas. En una palabra, la maquina capitalista empieza cuando el
capital cesa de ser un capital de alianza para volverse fijativo. El capital se vuelve capital
filiativo cuando el dinero engendra dinero o el valor de una plusvalía, “valor progresivo,
dinero siempre brotando y creciendo, y como tal capital... El valor se presenta de pronto
como una substancia motriz de sí misma y para la cual mercancía y moneda sólo son
formas puras. Distingue en sí su valor primitivo y su plusvalía, del mismo modo que Dios
distingue en su persona el padre y el hijo y que ambos forman sólo uno y son de la misma
edad, pues sólo por la plusvalía de diez libras las cien primeras libras avanzadas se
convierten en el capital” (Marx). Sólo en esas condiciones el capital se convierte en el
cuerpo lleno, el nuevo socius o la cuasicausa que se apropia de todas las fuerzas
productivas.
El capital:
En nuestra sociedad última contamos como socius el capital, cuerpo que llena la superficie
de inscripción o de registro. El capital llega tras las ruinas del estado despótico, en una
época en la que la tierra ya no basta, y tampoco la tiranía del déspota. Lo que va primar es
la descodificación y la desterritorialización los flujos. Ahora lo que va a inscribir todas las
fuerzas y elementos de producción (sociales y deseantes, técnicas y humanas) va a ser el
encuentro de dos clases de flujos: el flujo descodificado de producción (bajo el concepto de
capitaldinero) y el flujo descodificado del trabajo bajo la forma del “trabajador libre”. La
descodificación de los flujos, la desterritorialización del socius es la tendencia más
esencial del capitalismo.
El capital surge a través de una relación diferencial, a través de la cual la plusvalía de
código se sustituye por una plusvalía de flujo. “Es la relación diferencial DY/DX, en la que
DY deriva de la fuerza del trabajo y constituye la fluctuación del capital variable y en la que
DX deriva del capital mismo y constituye la fluctuación del capital constante. La relación
diferencial expresa el fenómeno fundamental capitalista de la transformación de la
plusvalía de código en plusvalía de flujo. Que una apariencia matemática reemplace aquí
a los antiguos código significa, simplemente, que asistimos a una quiebra de los códigos y
de las territorialidades subsistentes en beneficio de una máquina de otra clase, que
funciona de otro modo. Ya no es la crueldad de la vida, ni el terror, sino un despotismo
post mortem, el déspota convertido en ana y vampiro.
“El capital es trabajo muerto que, semejante al vampiro, sólo se anima chupando el trabajo vivo, y su
vida es tanto más alegre cuanto más succiona.” (Marx)
La civilización capitalista se define por la descodificación y la desterritorialización de los
flujos. Todos los procedimientos son buenos. La privatización de los bienes, de los medios
de producción, pero también de los órganos del propio “hombre privado”; la abstracción de
las cantidades monetarias, pero también de la cantidad de trabajo; la ilimitación de la
relación entre el capital y la fuerza del trabajo, y también entre los flujos de financiación y
los flujos de rentas o medios de pago; la forma científica y técnica tomada por los mismos
flujos de código; la formación de configuraciones flotantes a partir de líneas y de puntos sin
identidad discernible. La historia monetaria reciente, el papel del dólar, los capitales
emigrantes a corto plazo, las monedas flotantes, los nuevos medios de financiación y de
crédito, los derechos especiales de giro, la nueva forma de las crisis y de las especulaciones,
jalonan el camino de los flujos descodificados.
El capitalismo es la única máquina social que se ha construido como tal sobre flujos
descodificados, imperando una axiomática de las cantidades abstractas en forma de
moneda. Pero descodificar no quiere decir comprender un código y traducirlo, es sobre
todo destruirlo en tanto que código (lo que hace que el psicoanálisis sea tan apreciado):
“El capitalismo libera los flujos de deseo, pero en condiciones sociales que definen su límite y la
posibilidad de su propia disolución, de tal modo que no cesa de oponerse con todas sus fuerzas
exasperadas al movimiento que le empuja hacia su límite.”
Muerte de la escritura. Se imponen los flujoesquizia:
Nos encontramos con un lenguaje no significante (flujo fónico, gráfico, gestual, flujo
eléctrico) que funciona mediante conjunción de una sustancia con otro flujo. Estas figuras
son signos no significantes, cortes de flujo, esquizias que forman imágenes por su reunión
en un conjunto. Las figuras, es decir, las esquizias o cortesflujos, no son del todo
“figurativas” en sí mismas; llegan a serlo sólo en una constelación particular que se deshace
en provecho de otra.
La burguesía como clase única:
Desde el punto de vista de la axiomática capitalista no hay más que una sola clase con
vocación universalista, la burguesa, según la cual el único fin es la riqueza abstracta, y su
realización bajo otras formas que la del consumo. Tenemos una clase dominante que no
pone la máquina a su servicio, sino que es la sirviente de la máquina.
“La esclavitud generalizada del Estado despótico al menos implicaba señores y un aparato de
antiproducción distinto de la esfera de producción. Pero el campo de inmanencia burgués, tal como es
definido por la conjunción de los flujos descodificados, la negación de toda trascendencia o límite
exterior, la efusión de la antiproducción en la producción misma, instaura una esclavitud incomparable,
una servidumbre sin precedentes: ya ni siquiera hay señor, ahora sólo esclavos mandan a los esclavos, ya
no hay necesidad de cargar el animal desde fuera, se carga a sí mismo. No es que el hombre sea el
esclavo de la máquina técnica, sino esclavo de la máquina social, ejemplo de ello es el burgués, que
absorbe la plusvalía con fines que, en su conjunto, no tienen nada que ver con su goce: más esclavo que
el último de los esclavos, primer siervo de la máquina hambrienta, bestia de reproducción del capital,
interiorización de la deuda infinita. Yo también soy esclavo, tales son las nuevas palabras del señor.
Marx: “El capitalista sólo es respetable en tanto que es el capital hecho hombre. En ese papel está
dominado, como el atesorador, por la pasión ciega por la riqueza abstracta, el valor. Pero lo que en uno
parece manía individual en el otro es efecto del mecanismo social del que tan sólo es un engranaje”.
El burgués tiene el pleno derecho de decir, refiriéndose a la organización misma de su
axiomática: sólo hay una máquina, la del gran flujo mutante descodificado, cortado de los
bienes, y una sola clase de siervos, la burguesía descodificante, la que descodifica las castas
y los rangos y saca de la máquina un flujo indiviso de renta, convertible en bienes de
consumo o de producción, en los que se basan los salarios y las ganancias. En una palabra,
la oposición teórica no radica entre dos clases, pues es la noción misma de clase, en tanto
que designa el “negativo” de los códigos, lo que implica que no haya más que una. La
oposición teórica radica en otra parte: entre los flujos descodificados tal como entran en
una axiomática de clase sobre el cuerpo lleno del capital, y los flujos descodificados que se
liberan tanto de esta axiomática como del significante despótico, que franquean este muro
y este muro del muro, y manan sobre el cuerpo lleno sin órganos. La oposición surge entre
la clase y los fueraclase. Entre los siervos de la máquina y los que la hacen estallar hacen
estallar sus engranajes. Entre los límites interiores relativos y el límite exterior absoluto (el
esquizo)”.
Realizado por Daniel Medina Arranz con D.N.I.: 11856851Y