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NATURALEZA JURIDICA DE LOS PACTOS PARASOCIALES *

Leonardo José Tota Urdaneta **

Carlos David Atencio Blackman ***

Resumen

El propósito del presente artículo es determinar la naturaleza jurídica de los pactos


parasociales, se aplicó una metodología descriptiva con diseño documental. Se concluyó
que los pactos parasociales contienen las reglas del gobierno corporativo de sociedades
mercantiles, que vienen a regular las relaciones entre los socios pactadas por unanimidad.
Se trata de un contrato que puede celebrarse entre todos o algunos de los accionistas, con
el fin de completar, modificar o concretar, en sus relaciones internas, las reglas legales y
estatutarias que la rigen. Estableciendo así que la naturaleza de estos pactos es la de ser
un verdadero contrato
Palabras claves: Pacto parasocial, sociedad, contratos, accionistas.

LEGAL NATURE OF THE PARASOCIAL PACTS

Abstract

The purpose of this article is to determine the legal nature of parasocial agreements. It was
applied a descriptive method with documentary design.
It was concluded that parasocial agreements contain corporative government’s rules of
commercial societies and those rules come to regulate relationships between members that
have been accorded in consensus. Parasocial agreements are contracts that can be
celebrated between all the members or just between some of them to complete or change
inner relationships, legal rules and statutory. It was obtained as result that the legal nature
of parasocial agreements is contractual.
Keywords: Parasocial Pacts, society, contracts, shareholders.

* Este artículo Científico fue realizado como Trabajo Especial de Grado para la obtención del Título de
Abogado, de la Escuela de Derecho adscrita a la Facultad de Ciencias Políticas, Administrativas y Sociales
de la Universidad Rafael Urdaneta, bajo la supervisión del Abg. Carlos David Atencio Blackman, en la
Ciudad de Maracaibo, estado Zulia, República Bolivariana de Venezuela.
** Abogado Leonardo Tota, egresado de la Universidad Rafael Urdaneta en el año 2020. Dirección de
Correo Electrónico: l.tota7@gmail.com
*** Abogado Carlos David Atencio Blackman, Correo Electrónico: atenciocarlosuru@gmail.com

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Sección I. Introducción:

Debido a que el Derecho Mercantil es un derecho cambiante, donde se crean nuevas pautas

o nuevas regulaciones, nacen los llamados Pactos Parasociales que son aquellos acuerdos

realizados al margen del texto básico de la regulación de una sociedad mercantil (el acta

constitutiva), este pacto a su vez puede realizarse por los accionistas de la sociedad o entre un

grupo de accionistas con un grupo de terceros, siendo este un tipo de contrato entre los socios.

El presente artículo pretende abordar el estudio de los pactos parasociales y determinar la

naturaleza jurídica de estos mismos en el derecho comercial venezolano, investigando acerca de

su naturaleza jurídica en nuestro ordenamiento jurídico para determinar de qué tipo contractual

es este acuerdo, y, a su vez tratar de encuadrarlo en las formas de contratos que son conocidas

en Venezuela y su aplicación dentro de las sociedades mercantiles venezolanas.

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1. Negocio Jurídico

Gete, (2001: 528); establece que:

“El negocio jurídico está formado en esencia, por una o más declaraciones de
voluntad, el querer del individuo (la voluntad interna) y la declaración, es decir, la
manifestación o exteriorización de aquella. Se trata de una declaración dirigida a
la producción de un efecto determinado que, en cuánto es reconocido o sancionado
jurídicamente, deviene jurídico.”

De la definición anterior, se destaca el papel de la voluntad del individuo y la

exteriorización del mismo, que resulta ser de gran relevancia, puesto que, a partir de ello, el

negocio jurídico estipulado comienza a surtir efectos en el mundo del derecho para que se

reconozca y se proteja la autorregulación de los intereses propios de los contratantes, ya sea,

además, con la concurrencia de otros requisitos.

Al respecto, Garrido, (2017: 2); tipifica lo siguiente:

“El negocio jurídico se basa en la autonomía de poder modificar, crear o extinguir,


relaciones jurídicas. En el derecho privado, la autonomía de la voluntad se dará
siempre que no vaya contra la ley, moral y orden público.
El medio permite a las personas establecer las reglas jurídicas que ellos tengan por
conveniente.”

De lo anterior, es importante aclarar, que en el acuerdo de voluntades con que los particulares

o contratantes se proponen conseguir un resultado que conlleve a consecución de la adquisición,

modificación o extinción de un derecho subjetivo, que el mundo jurídico considera digno de su

especial tutela, sea en base sólo a la misma declaración o estipulación, o que sea completado con

otros hechos o actos jurídicos.

En consecuencia, y según lo estipulado con anterioridad, se infiere que, el negocio

jurídico es aquella exteriorización de voluntad en dónde los individuos disponen, bien sea

adquiriendo, modificando o extinguiendo intereses propios para la resolución de problemas

prácticos que pudiesen suscitar, determinando su contenido o alcance de la relación negocial

de la cual deviene.
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1.1.Clasificación:

1.1.1. Negocio Unilateral:

Según Gete, (2001: 530), el negocio jurídico unilateral es aquel en el que interviene una sola

parte o posición jurídica (así, el testamento, la aceptación, y repudiación de la herencia, etc.).

Resulta de gran relevancia acotar, que en este tipo de negocio jurídico se exige solamente la

declaración de voluntad de una de las partes, que es tomada como base para la producción de

sus respectivos efectos jurídicos, en dónde la voluntad no es constitutiva, sino que en su lugar,

resulta ser reguladora; tal es el caso del testamento, en dónde el “llamado” si no manifiesta la

voluntad de aceptar la herencia, no sería denominado “heredero”, y, por ende, como es de

esperarse, no recibiría parte alguna de la herencia.

Aunado a ello, Melich (2012: 5), establece, que el negocio jurídico unilateral es el que resulta

de una sola declaración de voluntad y produce efecto “ex uno latere”, independientemente de

la aceptación ajena y aun en contra de la voluntad ajena, en dónde conseguimos como ejemplo

claro la renovación de un mandato, mismo que se encuentra establecido en el artículo 1706 del

Código Civil Venezolano, según el cual el mandante puede revocar el mandato siempre que

quiera.

Debe advertirse que no toda declaración unilateral de voluntad constituye un negocio

jurídico, porque hay casos en la que la declaración de voluntad no basta, sino que se exige otra

declaración de voluntad que se combine con ella para que efectivamente se produzca un negocio

jurídico, por ejemplo: la oferta simple de contratar exige la aceptación, dispuesta en el artículo

1137 del Código Civil Venezolano que según la cual:

“El contrato se forma tan pronto como el autor de la oferta tiene conocimiento de
la aceptación de la otra parte.
La aceptación debe ser recibida por el autor de la oferta en el plazo fijado por esta
o en el plazo normal exigido por la naturaleza del negocio.
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El autor de la oferta puede tener por válida la aceptación tardía y considerar el
contrato como perfecto siempre que él lo haga saber inmediatamente a la otra parte.
El autor de la oferta puede revocarla mientras la aceptación no haya llegado a su
conocimiento. La aceptación puede ser revocada entre tanto que ella no haya
llegado a conocimiento del autor de la oferta.
Si el autor de la oferta se ha obligado a mantenerla durante cierto plazo, o si esta
obligación resulta de la naturaleza del negocio, la revocación antes de la expiración
del plazo no es obstáculo para la formación del contrato.
La oferta, la aceptación o la revocación por una cualquiera de las partes, se
presumen conocidas desde el instante en que ellas llegan a la dirección del
destinatario, a menos que éste pruebe haberse hallado, sin su culpa en la
imposibilidad de conocerla.
Una aceptación que modifica la oferta, tendrá únicamente el valor de una nueva
oferta.”

El mismo autor establece que los negocios unilaterales se clasifican en recepticios y no

recepticios.

a) Recepticio:

“Es aquel que está dirigido a un destinatario determinado, y, por tanto, solo existe
jurídicamente cuando llega al destinatario, tal como es el despido de un trabajador.
Por eso se explica que tales negocios sean revocables mientras no lleguen a
conocimiento del destinatario y que, por el contrario, a partir de este momento,
resulten irrevocables.”

(Un ejemplo claro de ello, es el legado porque el instituido como legatario debe aceptarlo

para asumir esa cualidad).

b) No recepticio:

“Es aquel que no va dirigido a un determinado destinatario, por lo que su eficacia


es independiente de su comunicación a determinada persona, y por lo mismo,
resulta irrevocable en beneficio del interés social en la certeza de las relaciones
humanas; así ocurre con la oferta pública de recompensa.”

Y que, según el artículo 1139 del Código Civil Venezolano:

“Quien promete públicamente remunerar una prestación o un hecho, no puede


revocar la promesa después que la prestación o el hecho se han cumplido. La
revocación hecha con anterioridad debe fundarse en una justa causa y hacerse
pública en la misma forma que la promesa, o en una forma equivalente.
En este caso, el autor de la revocación está obligado a reembolsar los gastos hechos
por aquéllos que, de buena fe y antes de la publicación de la revocación, han
comenzado a ejecutar la prestación o el hecho, pero sin que la suma total a
reembolsar pueda exceder del montante de la remuneración prometida. La acción
por reembolso de los gastos prescribe a los seis meses de la publicación de la
revocación.”

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Sin embargo, el testamento, que constituye un negocio unilateral mortis causa no

recepticio, es esencialmente revocable, por cuanto el legislador en tal caso, habida cuenta

de que se trata de una disposición a título gratuito, considera preponderante el interés del

declarante en reservarse hasta el momento de su muerte la libertad de cambiar de

beneficiario.

Con base a lo anterior, se infiere que, el negocio jurídico unilateral recepticio es aquel

en el que una persona en particular necesita tomar conciencia de la declaración de

voluntad de la otra persona, para que esta misma pueda ser surtir sus determinados efectos

jurídicos, debido a que, si la declaración de voluntad no llega a la esfera de conocimiento

del destinatario, no existirá jurídicamente. Tal es el caso de la revocación del contrato de

mandato.

En su lugar, se establece que el negocio jurídico unilateral no recepticio, es aquel en

virtud del cual el conocimiento por parte de un sujeto sobre la respectiva declaración de

voluntad del otro, resulta irrelevante para los fines de la producción de sus efectos

jurídicos deseados, tomando como base que no va dirigido a un sujeto determinado, por

lo cual, el mismo puede ser revocable.

1.1.2. Negocio Bilateral:

Con base a Melich (2012: 8), el negocio jurídico bilateral, es aquel que resulta de dos o más

declaraciones de voluntad y que produce efectos para todas las partes. El ejemplo claro de este

tipo de negocio es el contrato.

De la definición del autor prenombrado, se destaca que es necesaria que la condición de la

voluntad de las partes coincida en el mismo objeto, denominándose este mismo como: un

acuerdo entre partes, en dónde posteriormente surtirá efectos entre los mismos, procurando

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siempre la obtención de ventajas recíprocas en los derechos y obligaciones previamente

pactados al momento de la celebración de este tipo de negocio jurídico.

En su lugar, Gete (2001: 530), tipifica que: es el que está formado por dos partes y que

contiene más de una declaración de voluntad. Su esencia se encuentra en el acuerdo de

voluntades de las partes intervinientes.

De la noción anteriormente expuesta, se define que el negocio jurídico bilateral resulta ser el

que está conformado por la declaración de voluntad de dos o más sujetos, teniendo como base

el acuerdo entre sus consentimientos para la consecución del provecho recíproco en cuánto a los

derechos y obligaciones pactados con unanimidad, que no sería más que obtención del conjunto

de intereses iguales.

2. Contrato

Partiendo de lo establecido previamente, se destaca que según el artículo 1133 de Código

Civil Venezolano, un contrato es una convención entre dos o más personas para constituir,

reglar, transmitir, modificar o extinguir entre ellas un vínculo jurídico.

Asimismo, según el diccionario jurídico elemental de Guillermo Cabanellas, se define el

contrato como un sinónimo de convención. Sobre este punto, la convención es un acuerdo de

voluntades cuyo efecto puede constituir, o no, una obligación; es decir, que el contrato sería una

especie de convención hecha con el fin de obligarse.

Según Gete (2001: 534):

“El contrato, en sentido amplio, es aquel acto de autonomía privada dirigido a


producir una mutación en la realidad jurídica a través de la concurrencia de las
declaraciones de voluntad de dos o más personas.
En sentido estricto, el contrato se ciñe, exclusivamente, al ámbito del derecho
patrimonial. El contrato es aquel acuerdo de voluntades dirigido a la producción,
modificación o extinción de relaciones obligatorias.”

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Con base a lo anterior, resulta acertado establecer que el contrato es un acuerdo de voluntades

entre dos o más personas capacitadas para ello, que permite crear, reglar, modificar y extinguir

derechos y obligaciones que responde a la disposición natural del hombre a establecer a través

de su consentimiento pactos que representen beneficios mutuos para la consecución del

aprovechamiento del mismo.

Ahora bien, resulta importante acotar que existen diferentes tipos de contratos, y que,

siguiendo el hilo de la investigación en curso, se destaca la figura de los nominados e

innominados.

2.1. Contratos Nominados:

Gete (2001: 558), establece que los contratos nominados o típicos son aquellos que

encuentran una regulación específica y concreta en la ley.

De la opinión dada por Gete, se infiere que, ordinariamente este tipo de contrato son los que

poseen nombre propio según el derecho, es decir, que los mismos cuentan con su nombre

específico en el conjunto de leyes de la cual se trate su regulación. Tal es el caso del contrato de

compraventa, mandato, permuta, entre otros; el cual se encuentran regulados por el Código Civil

Venezolano, en nuestro caso.

Messineo (1979: 450), estipula que los contratos nominados, están dotados de una causa

típica que caracteriza la respectiva disciplina.

Por todo ello, resulta acertado estipular que un contrato típico sería el que cuenta con una

regulación específica y nombre establecido dentro del ordenamiento jurídico del cual se trate,

lo cual conlleva al esclarecimiento de los límites de cada uno de estos acuerdos con el fin de

proteger los derechos y fijar las obligaciones de las personas que celebren este tipo de

convenciones, bien sean naturales o jurídicas.

2.2. Contratos Innominados:

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Con lo establecido por Melich (2012, 46) de la figura de contratos nominados e innominados

se desprende la consideración de los contratos atípicos en Venezuela, el Código Civil en su

artículo 1140 prevé dicha existencia de los contratos innominados o atípicos haciendo constar

la posibilidad de celebrar aquellos contratos que no tengan denominación especial o que no sean

susceptibles de clasificarse en ninguna categoría de los contratos establecidas por el Código

Civil, Código de Comercio o por otras leyes especiales.

Según esto, al lado de los contratos que son llamados nominados o típicos (arrendamiento,

prenda, deposito, etc.), existirían otros contratos atípicos cuya organización sería totalmente

dejada al arbitrio de los contratantes, como podría ser el caso de los pactos parasociales.

Cuando se trata de interpretar un concreto y singular contrato que no coincide con ninguno

de los tipos expresamente reglamentados en los códigos, se hace trata de subordinarlo a un

contrato típico o de combinarlo con alguno de estos contratos. En efecto, se da frecuentemente

el caso de que las partes realicen acuerdos que no encajan en ninguno de los tipos contractuales

preestablecidos legalmente, bien porque el intento practico perseguido por ellas no corresponde

a ninguna de las regulaciones de intereses que son habituales en la sociedad que operan tales

tipos para combinar los fines o intentos prácticos que tienden a realizar dichos tipos, no se han

limitado a establecer entre tales elementos vínculos externos que permitan la subsistencia de

cada tipo como contratos distintos separados entre sí, cada uno con su propia causa, sino que los

que han sido fusionados entre sí, formando con todos ellos una sola unidad, un contrato único,

caracterizado por la unidad del intento práctico que se persigue con la íntegra combinación.

La disciplina del contrato innominado varía según cuál sea la forma de vinculación de los

elementos que integran el concreto y singular contrato en cuestión. Cuando el contrato del caso

resulte de la combinación aparente de diversos acuerdos, a cada uno de los cuales hayan dado

las partes calificaciones que corresponden a contratos típicos, estas calificaciones pueden servir

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de auxilio cuando los fines prácticos perseguidos por las partes se identifiquen con el fin

atribuido por el legislador al respectivo contrato típico invocado, pero deberán desecharse en

cada caso que resulten incompatibles con el intento practico de las partes. En algunos casos se

podría todavía disociar el contrato complejo en sus elementos para aplicarles las reglas legales

que corresponden a cada uno de ellos separadamente, pero en otra tal disolución desnaturalizaría

la voluntad de los contratantes.

Al respecto, Gete (2001: 553):

“Los contratos innominados o atípicos son los que no están regulados de modo
particular, al ser fruto del ejercicio de la autonomía privada de las partes. Son
contratos nuevos cuya normación debe indagarse a través de la búsqueda de la
voluntad de las partes y las reglas generales de los contratos. Para su validez es
necesario que en ellos concurran los elementos que delimitan el concepto de
contrato y se respeten los límites del artículo 1255 del Código Civil Venezolano.”

Con base a lo anterior, es importante acotar que se entiende por contrato innominado o

atípico, aquel acuerdo que no se incluye en los tradicionales, es decir, que sin adaptarse a los

que tienen nombre en ley, lo celebran las partes dando uso de su libertad de contratar, y que

constituyen un caso específico en cuanto a su forma o causa, respondiendo a las lagunas o

situaciones no previstas.

3. Los efectos del contrato frente a los terceros:

Los efectos del contrato según Melich (2012: 655):

“Son aquellas consecuencias que un contrato valido y eficaz produce sobre la


precedente situación jurídica, tal como lo establece el Artículo 1133 del Código
Civil cuando refiere que el contrato es un acuerdo de voluntades a la constitución,
reglamentación, transmisión, modificación o extinción de u vinculo jurídico entre
las personas que lo celebran.
El efecto del contrato se refiere siempre a una relación obligatoria. Este efecto
obligatorio significa que, en virtud del contrato, por lo menos una de las partes
queda legalmente vinculada a observar una conducta determinada, lo cual
constituye ciertamente una limitación a su libertad personal. Ahora bien, en el
sistema jurídico venezolano se ha visto que sin necesidad de que se dé ninguna
conducta adicional por parte del otro sujeto que goza de un derecho real sobre una
cosa y que consciente en transferirlo a su contraparte, el contrato produce un efecto
real, efecto que se opera no solo para las partes stricto sensu, sino también para los
terceros”.

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Sin embargo, estos efectos se pueden tomar en cuenta como válidos si no perjudican a los

ajenos al contrato (como regla general), debido a que estas son personas que no participaron en

dicho acto jurídico o que no se encuentran representados válidamente en el mismo. Por ello,

nadie puede limitar la libertad de otro, ni muchos menos inferir en una esfera jurídica ajena,

imponiéndole obligaciones.

Con base al principio de la relatividad de los contratos, la eficacia del mismo solo produce

efectos entre las partes contratantes, sin embargo, existen algunas excepciones como los casos

de contratos a favor de terceros, en donde una parte conviene que cumplirá la prestación en

favor de un tercero, tomando como ejemplo el contrato de seguro (de vida, específicamente);

otro caso sería el de los acreedores, debido a que el mismo ordinariamente siempre sería una

parte interesada debido a que éste mismo tiene sumo interés en los actos que realice su deudor

en tanto comprometa su patrimonio, ya que es sabido que es la prenda común de los acreedores,

(el ejemplo claro de este caso sería la acción oblicua).

Por ello, nuestro sistema jurídico da la libertad a los particulares para generar sus propias

normas contractuales que regularán relaciones jurídicas específicas entre ellos, y es lógico que

el contrapeso de ese poder jurídico verse sobre la situación a salvo de terceros ajenos al mismo,

a excepción de los supuestos estrictamente previstos en ley en las que estos pueden verse

beneficiados, de manera que no puedan verse afectados por su ejecución.

4. Pactos Parasociales

Los pactos parasociales contienen las reglas del gobierno corporativo de estas sociedades,

que vienen a regular las relaciones entre los socios pactadas por unanimidad. Se trata de un

contrato que puede celebrarse entre todos o algunos de los socios y accionistas de la sociedad,

con el fin de completar, modificar o concretar, en sus relaciones internas, las reglas legales y

estatutarias que la rigen.

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Al respecto, Martínez (2017: 26); establece que:

“Los pactos parasociales pueden definirse como aquellos acuerdos celebrados entre
todos o algunos de los socios entre sí, o entre todos o algunos socios y terceros, con
el fin de integrar, completar o modificar algunos aspectos de la vida social al
margen de lo dispuesto en el contrato fundacional.”

La definición anterior exterioriza que si bien es cierto este tipo de acuerdos puede ser

celebrado entre todos o parte los socios de una empresa, misma premisa que supone que el

mismo se perfecciona a través de la autonomía de la voluntad de las partes con el fin de mejorar

o modificar las normas que rigen la sociedad como tal para llegar al funcionamiento ideal de la

misma.

Según Fernández (2007: 167), los pactos parasociales o acuerdos extraestatutarios son las

operaciones negociales entre los socios o con terceros que buscan integrar o modificar la

disciplina societaria.

Ahora bien, Sánchez (2010: 65), los pactos parasociales:

“Son aquellos convenios celebrados entre todos o una parte de los socios de una
sociedad, o entre estos y terceros, dirigidos a modificar, concretar o exceptuar, con
un alcance interno, las reglas jurídicas derivadas de los estatutos o del régimen
legal aplicable. Buscan influir en las relaciones sociales y en la marcha de la
sociedad a la que se refieren.”

De lo anterior, se infiere que, los pactos parasociales resultan ser un acuerdo el cual es

celebrado entre todos o algunos de los socios de una empresa, a través de su consentimiento, es

decir, de su propia voluntad, cuya finalidad es la modificación y mejora de las normas que la

reglan, sin ignorar que el mismo no puede ser contrario a los estatutos ya establecidos, a la ley,

y las buenas costumbres.

Ahora bien, estos pactos se pueden clasificar en diversas categorías:

1- Por sus elementos subjetivos: Existen pactos suscritos por el total de los socios

(asimilados por la doctrina como aquellos acuerdos informales de junta general) y

pactos que firman solo alguno de ellos.

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2- Por sus elementos objetivos: Los pactos suelen clasificarse en: pactos de relación, que

regulan las relaciones entre socios, pactos de organización, que son aquellos que

regulan la organización y funcionamiento de la sociedad, estableciendo el marco

necesario para la toma de decisiones en el desarrollo del negocio. Por ejemplo:

composición del órgano de administración, pactos sobre disolución de la sociedad,

pactos sobre quórums reforzados, etc., pactos de atribución: atribuyen ventajas a la

Sociedad. Por ejemplo: pactos de obligación adicional de financiación a la sociedad

por los socios, pactos de no competencia, etc.

3- Por el tipo de negocio: En el que se adoptan, bien sea en el ámbito de la empresa

familiar (protocolo familiar); en el ámbito de proyectos individuales y concretos

(inmobiliario) o en el ámbito de relaciones societarias complejas tales como las “joint

venture”, en los que la aportación o funciones de los socios difieren en su naturaleza

(por ejemplo: un socio aporta capital y otro el know-how).

4.1.Naturaleza jurídica de los pactos parasociales

Es importante acotar que con respecto a los pactos parasociales, tomando como base que

son acuerdos celebrados entre todos o una parte de los socios de una sociedad, se evidencia

en el mismo el principio de autonomía de la voluntad de las partes, debido a que implica el

reconocimiento de un poder de autorregular los propios objetivos e intereses que las partes

desean, exteriorizando en la misma su naturaleza jurídica.

Para Melich (2012: 20), por autonomía de la voluntad de las partes se entiende:

“El poder que el artículo 1.159 del Código Civil reconoce a las voluntades
particulares de reglamentar por sí mismas el contenido y modalidades de las
obligaciones que se imponen. En otros términos: las partes contratantes determinan
libremente y sin intervención de la ley, pero con una eficacia que el propio
legislador compara con la de la ley, los contratos que ellas celebran; y lo hacen
según sus intereses particulares, sin tener que sujetarse a las reglas del Código
Civil, ni en cuanto a las normas específicas que éste trae para cada contrato
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particular. En materia contractual, debe tenerse, pues, como un principio, que la
mayor parte de las disposiciones legales son supletorias de la voluntad de las partes,
esto es, dirigidas tan solo a suplir, el silencio o la insuficiencia de previsión de las
partes”.

De la idea del mencionado autor, se destaca que las obligaciones entre los contratantes tendrán

su fundamento en este principio de autonomía de la voluntad, lo que quiere decir que, los individuos

tienen plena libertad de decidir si contratar o no, tienen total libertad de elección del tipo

contractual; en este hilo, las partes también podrán celebrar libremente contratos atípicos y, las

mismas tienen la capacidad para modificar el contenido y alcance de los contratos típicos.

Sobre este punto, Bomnatí (2011: 16), establece que la naturaleza jurídica de los pactos

parasociales viene amparada por el principio de la autonomía de la voluntad de las partes en el

ámbito contractual. Por ello, es claro resaltar que el ejemplo claro de este principio, sería el de un

contrato, debido a que las partes estipulan el tiempo, modo y lugar en el que serán llevadas a cabo

las obligaciones que derivan del mismo, basándose en reglamentar sus convenios de acuerdo con

sus propios términos.

En su lugar, Gete (2001: 523); establece que:

“Por autonomía de la voluntad, se entiende el ámbito en la esfera de las relaciones


jurídicas económicas entre los particulares.
Tal libertad se otorga para ordenar las relaciones económicas. Esto supone
reconocer que los particulares están investidos de un poder de regulación propio
independiente (autónomo) y que todo el conjunto de la sociedad reconoce valor
normativo o de regla a las determinaciones de la voluntad privada.”

Con base a ello, es importante exteriorizar que, con este principio, las partes tienen una libertad

de poder regular sus relaciones económicas para buscar una mejor relación entre ellas, persiguiendo

el perfeccionamiento a largo plazo de sus reglas privadas, atendiendo al alcance y necesidades que

suscitan entre las partes al momento de celebrar su acuerdo, con base a la adquisición de mejoras

en sus respectivas esferas económicas.

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Por último, se puede tratarla sentencia en fecha 27/10/2016, Exp. Nº AA20-C-2016-000042,

dictada por la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, con la Magistrada

Ponente: Marisela Godoy, que estableció, lo siguiente:

“…el contrato legalmente perfeccionado tiene fuerza de ley entre las partes
(art.1.159); esto significa que es de obligatorio cumplimiento para las partes, so
pena de incurrir en la correspondiente responsabilidad civil por incumplimiento y
en diversas consecuencias que acarrean para dicho cumplimiento. Los contratantes
están obligados a cumplir el contrato del mismo modo que está obligado a cumplir
la ley.”

De la anterior sentencia, se evidencia que este principio resulta ser el reflejo del consentimiento

de los contratantes, por consiguiente, las obligaciones deben ser cumplidas como han sido

pactadas, ya que está referido a la capacidad que tiene el individuo para dictar sus propias reglas

al realizar sus convenios o acuerdos, siguiendo la norma de que no sean contrarias a la ley, el

orden público y las buenas costumbres.

Por todo lo anteriormente expuesto, se dice que la naturaleza jurídica de los pactos parasociales

versa alrededor del principio de la autonomía de la voluntad de las partes, debido a que es tomado

como base de las obligaciones pactadas por los contratantes; y es que, haciendo hincapié en el tema

en cuestión de este tipo de acuerdos, los mismos se encuentran encaminados a la consecución de

la rentabilidad y productividad de la sociedad como tal, de manera que beneficie a la misma, y

mejore su estructura interna y, por ende, las relaciones entre los socios.

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Conclusiones

De la investigación realizada se demostró que, los pactos parasociales en Venezuela son una

innovación en el derecho mercantil y, por lo tanto, en los tipos de contratos que existen en la

normatividad venezolana, puesto que son un tipo de contrato que no cuentan con una regulación

jurídica, es por ello que se adhieren a los tipos de contratos innominados, a diferencia de España

donde si cuentan con una regulación jurídica y, por lo tanto, normativa, en Venezuela estos solo se

guían por no ser contrarios ni al orden público, ni a las buenas costumbres, ni por ser contrarios a

los documentos estatutarios de las sociedades mercantiles que han optado por estos tipos de

acuerdos, para buscar mejorar las relaciones entre los socios o, a su vez, mejorar las relaciones de

la sociedad con los terceros para así, poder generar mayores ganancias y dividendos para la

sociedad o empresa y, por ende, para los socios.

Por otra parte, se concluye que, los negocios jurídicos son aquellas manifestaciones de voluntad

de los individuos para poder modificar, transmitir o extinguir una relación jurídica entre ellos, vital

para que se realice un acuerdo entre las personas que hagan parte de estos negocios que pueden ser

tanto unilaterales, como bilaterales. Los unilaterales son aquellos donde solo una de las partes

manifiesta su voluntad, es por ello, que se toma como ejemplo la manifestación de querer aceptar

o repudiar una herencia, puesto que solo se necesita de una manifestación de voluntad para

consumar este tipo de negocio jurídico, por otra parte, los negocios jurídicos bilaterales son

aquellos donde se necesitan dos o más declaraciones de voluntad para que sean eficazmente

válidos, por lo tanto, los contratos forman parte de este tipo de negocios jurídicos, ya que estos

buscan que dos o más personas o individuos busquen para sí mismos, modificar, reglar, trasmitir o

extinguir una relación entre ellos.

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Es importante acotar que, en Venezuela existen varios tipos de contratos, donde se pueden

denotar los contratos nominados e innominados, siendo los primeros aquellos que están dentro de

las leyes y códigos de la república, teniendo en esos ordenamientos los requisitos necesarios para

que estos sean válidos, no obstante, se deja la vertiente de aquellos contratos que son innominados,

los que no cuentan con una regulación jurídica como tal, pero que tampoco son contrarios a la ley,

o al orden público, ni a las buenas costumbres y por ende, son legales ante el legislador venezolano.

Para que estos contratos sean válidamente eficaces es necesario demostrar que, aunque no estén

presentes en el Código Civil, o en el Código de Comercio, no afectan ni reprochan las buenas

costumbres, por ello se reconoce la autonomía de la voluntad de las partes, este principio es

sumamente necesario al momento de perfeccionar un contrato, tenerlo presente es importante ya

que, los autores lo definen como la base de las obligaciones de los contratantes al momento de

perfeccionar su contrato, es necesario aclarar que, los pactos parasociales buscan perfeccionar y

mejorar las relaciones entre los socios que acuden a él, para así mejorar los dividendos de la

empresa a largo plazo, sin embargo, los pactos parasociales tienen una particularidad, y es que, no

todos los socios que se encuentran en esa sociedad mercantil deben estar dentro de este pacto o

acuerdo, este puede hacerse con un grupo pequeño donde no se agregue al resto, pero, no quiere

decir que no inmiscuya a los que no estén dentro de éstos, ya que si buscan mejorar la relación de

ellos mismos y los ingresos de la empresa de una u otra manera se verán relacionados con el

acuerdo parasocietario, es por ello que, el efecto de este contrato frente a los terceros es sumamente

importante de aclarar, ya que sin este efecto no habría una seguridad para los terceros que no estén

dentro de este acuerdo, pero que de alguna u otra manera les favorece y rara la vez les perjudica

puesto que se busca mejorar las relaciones societarias y empresariales, la rentabilidad y

productividad que beneficia a todos, mejora la estructura interna de la sociedad y por ende, las

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relaciones entre los socios, indistintamente estén dentro o no del pacto parasocial o acuerdo

extraestatutario.

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Referencias bibliográficas

LIBROS:

GETE-ALONSO, María. 2001. “Manual de derecho civil II, derecho de obligaciones,

responsabilidad civil, teoría general del contrato”. Editorial Marcial Pons. Madrid, España.

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