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DERECHO CIVIL 5: CONTRATOS

EL CONTRATO
Y EL ACTO JURÍDICO
MÓDULO

04
Curso:Derecho civil 5: contratos
Módulo: El contrato y el acto jurídico

© Universidad Privada del Norte, 2021


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Contenido

1. Diferencias de contrato y acto jurídico 3


1.1. Los presupuestos y requisitos 3
1.2. Los elementos y requisitos 3
2. Estructura del contrato: Consentimiento y forma del contrato 4
3. Objeto del contrato: La relación jurídica patrimonial 5
4. Contrato sobre bienes ajenos, futuros, embargados, en litigio 6
5. Conclusiones 7
Bibliografía 8
DERECHO CIVIL 5: CONTRATOS

1 DIFERENCIAS DE CONTRATO Y ACTO JURÍDICO

El contrato se considera, desde el punto de vista legal, un acuerdo de dos o más voluntades para
crear, regular, modificar o extinguir una relación jurídica patrimonial. Su definición se asemeja a
la definición dada por el artículo 140 del Código Civil que define al acto jurídico; diferenciándose
el contrato del acto jurídico, en principio, sólo por el número de voluntades y por el tipo de
relación jurídica que se constituye.

Como se sabe, un acto jurídico puede consistir en una, dos o más manifestaciones de voluntad y
las relaciones jurídicas que se pueden constituir pueden ser patrimoniales o extrapatrimoniales;
sin embargo, el contrato siempre requiere de dos o más manifestaciones de voluntad y siempre
tratará sobre relaciones jurídicas patrimoniales. Cabe resaltar que no constituyen las únicas
diferencias entre el contrato y el acto jurídico, ya que de ser así, podríamos llegar a la simple
conclusión de que el contrato es una especie del acto jurídico, y que por consiguiente, debería
regirse bajo las reglas del acto jurídico; lo cual, como hemos desarrollado en los módulos
anteriores no resulta acertado, ya que los contratos, si bien se rigen por normas del acto jurídico,
contienen normas jurídicas específicamente para el caso de un contrato, con principios propios
y como parte de una teoría general de contratos autónoma.

Como muestra de esta autonomía, tenemos lo dispuesto por el artículo en 1404 del Código Civil,
que establece, inclusive, que la licitud y las obligaciones objeto de contrato (o la posibilidad del
mismo, en el caso de contratos sujetos a condición o plazo suspensivo) será apreciado no al
momento de su celebración, que sería la lógica aplicable según la Teoría del Acto Jurídico, sino
que será apreciado al momento de que se cumpla tal condición o al vencimiento del plazo
(aspecto que es establecido sólo en tanto y en cuanto se trate de un contrato).

De esta manera, se advierte que los contratos tienen sus propios presupuestos, elementos y
requisitos.

1.1. Los presupuestos y requisitos:

Los presupuestos de un contrato son dos, los sujetos y los objetos.

En el caso de los sujetos, estos conforman la parte de un contrato, como puede tratarse por
ejemplo de la parte «vendedora» y la parte «compradora» en un contrato de compra-venta,
quienes son titulares de situaciones jurídicas y constituyen centros de imputación de situaciones
y relaciones jurídicas. Las partes, además, deben tener algunos requisitos tales como la
capacidad, la determinabilidad y la legitimación. En el caso de los objetos, estos deben ser
entendidos como todo bien jurídico en sentido amplio, que permita satisfacer las necesidades a
través de negocios jurídicos y cuyos requisitos serán la licitud, determinabilidad y posibilidad
(Beltrán Pachcco & Campos García, 2009).

1.2. Los elementos y requisitos:

Los elementos del contrato son tres, la manifestación de voluntad, la causa y la forma.

En el caso de la manifestación de la voluntad, ésta se diferencia del acto jurídico porque no es


únicamente la sumatoria de dos voluntades, sino que se trata de una sola voluntad conjunta, en

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donde se combinan dos o más voluntades para constituir una sola, que es expresada en el
contrato. Debe cumplirse, además, que dicha voluntad no adolezca de vicio alguno.

La causa, constituye el propósito práctico perseguido por los sujetos, o la función económica que
ha tenido, el cual se desprenderá de lo expresado en el negocio; y la forma como aquella técnica
de comunicación social con la que se manifiesta la voluntad, la cual puede ser facultativa o
impuesta (Beltrán Pachcco & Campos García, 2009).

Por otro lado, los elementos para la validez de un contrato se asemejan, pero difieren de los
elementos de validez del acto jurídico, especialmente en el caso de los contratos típicos en cuyo
caso se ha establecido la necesidad de algún elemento para su validez; o cuando, aun siendo
atípico, la regulación general de los contratos ha establecido requisitos adicionales para su
validez.

En efecto, un acto jurídico será válido siempre que cumpla con los requisitos de validez
establecidos en el artículo 140 del Código Civil; sin embargo, por ejemplo, un contrato de compra
venta no solo debe cumplir con dichos requisitos, sino también con las normas establecidas en la
parte general de los contratos con relación a la coincidencia de voluntades, como la necesaria
determinación de las partes del bien objeto de compra venta, como del precio; lo cual
determinará la validez y existencia del mismo.

2 ESTRUCTURA DEL CONTRATO: CONSENTIMIENTO Y FORMA DEL


CONTRATO

El elemento fundamental del contrato es el consentimiento, el cual está conformado por las
declaraciones de voluntad coincidentes de las dos o más partes contratantes y no por sus
respectivas voluntades internas. De esta manera, se comprueba que al ser el consentimiento la
coincidencia de las voluntades declaradas de las partes contratantes deberá exigirse para la
validez del contrato todos los requisitos concernientes a la estructura de la declaración de
voluntad negocial (Taboada Córdova, 1997).

El consentimiento debe ser comprendido de dos maneras distintas. La primera, como voluntad
conjunta o acuerdo de voluntades; y la segunda, como mecanismo a través del cual se produce
dicha voluntad conjunta (De la Puente y Lavalle, 2017).

Con relación a esta segunda manera, la estructura del contrato está conformada por la forma y
contenido que tendrá la voluntad conjunta de las partes.

Y en cuanto a la forma, por regla general, el contrato puede tener la forma que las partes
consideren a bien emplear, ya sea verbal, escrita u otra forma. Sin embargo, en el caso de
contratos solemnes, el ordenamiento jurídico peruano exige el uso de una determinada forma
para otorgar validez al contrato, de modo que, en estos casos, las partes deberán adoptar la
forma prescrita bajo sanción de nulidad.

Respecto al contenido del contrato, cuando éste se da por escrito, la práctica más generalizada
en la contratación civil y mercantil respecto al contenido del contrato es la utilización de un
preámbulo y de las cláusulas. En el preámbulo se realiza una breve introducción, en el identifica
a los contratantes y se precisa el nombre del contrato, en caso de tenerlo. Posteriormente se

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indicarán las cláusulas o pactos, los que sirven para ordenar el contenido del contrato, en el que
se establezcan tanto disposiciones con algún efecto jurídico, como aquellas disposiciones que
contengan algunas especificaciones del contrato, como el lugar del cumplimiento de la
prestación, la oportunidad del cumplimiento, entre otros. Se debe tener en cuenta que,
conforme a lo establecido por el artículo 169 del Código Civil, las cláusulas son interpretadas por
medio de las otras, atribuyéndose a aquellas que fueran dudosas el sentido que resultara del
conjunto de ellas (De la Puente y Lavalle, 2017).

3 OBJETO DEL CONTRATO: LA RELACIÓN JURÍDICA PATRIMONIAL

El artículo 1402 del Código Civil establece expresamente que el objeto del contrato consiste en
crear, regular, modificar o extinguir obligaciones.

El contrato, al ser un genuino acto o negocio jurídico, está destinado a crear una relación jurídica
de naturaleza patrimonial que viene a ser la relación contractual a la que se han integrado las
obligaciones generadas por el contrato. Esta misma relación contractual es susceptible de
regularse, modificarse o extinguirse por voluntad de las partes, lo que acarrea, además de la
creación de las obligaciones, su regulación, modificación o extinción (Vidal Ramírez, 2010).

Al respecto, las obligaciones son aquellos vínculos o relaciones jurídicas entre acreedor y
deudor, que permiten al primero de ellos exigir el cumplimiento de la prestación a la que se ha
obligado el segundo y cuya naturaleza es patrimonial. En este sentido, resulta indispensable
definir la relación jurídico patrimonial para poder determinar claramente el objeto del contrato.

Entonces, la relación jurídica es toda situación que se establece entre dos o más personas para
un determinado fin o interés, el cual es digno de protección por el ordenamiento jurídico. Una
relación jurídica es patrimonial cuando versa sobre bienes o intereses que poseen naturaleza
económica, al ser objeto de valoración de manera objetiva; siendo dichos bienes su objeto
(Díez-Picazo, 1996).

Dentro de las relaciones jurídicas patrimoniales se encuentran los derechos reales y los derechos
obligacionales o personales; estos son claramente distinguibles ya que los primeros resuelven
una situación de atribución de bienes y oponibilidad a terceros; mientras que los derechos
obligacionales son únicamente oponibles a las partes, quienes deben de cooperar para lograr
que las prestaciones se cumplan íntegramente.

Con relación a los contratos, éstos tienen como objeto una relación jurídica patrimonial cuya
naturaleza será siempre obligacional. Si bien es cierto, un sector de la doctrina nacional ha
sostenido que el contrato permite la constitución de derechos reales, se debe tener en cuenta
que el contrato, por su sola celebración, no podrá constituir en todos los casos derechos reales,
ya que éstos se establecerán conforme a las reglas de atribución de bienes reguladas por el
ordenamiento jurídico peruano.

En efecto, es en atención a que el contrato solo tiene por objeto la constitución de relaciones
jurídicas obligacionales, por lo que está permitido, por ende, la celebración de contratos sobre
bienes ajenos.

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4 CONTRATO SOBRE BIENES AJENOS, FUTUROS, EMBARGADOS Y


EN LITIGIO

Aunque en una primera impresión consideramos que los contratos solo pueden versar sobre
bienes propios o bienes que existen actualmente, o aquellos en los que no hay embargo o litigio;
el artículo 1409 del Código Civil establece que el bien objeto de la prestación, materia de
obligación, puede versar sobre bienes futuros antes de que existan en especie, como también la
esperanza incierta de que existan; así como sobre bienes ajenos, afectados en garantía o
embargados o sujetos a litigio por cualquier causa.

Conforme a lo indicado anteriormente, esta posibilidad obedece a que el contrato únicamente


crea relaciones jurídicas de naturaleza obligacional y no tiene por efecto directo la constitución
de derechos reales, el cual se produce solo en tanto y en cuanto se haya cumplido con la
prestación que consiste en dicha constitución o transferencia de derechos.

De esta manera, no hay impedimento para realizar un contrato sobre bienes ajenos, futuros o de
otra índole, por cuanto el contrato que se celebre respecto a dichos bienes (si bien es cierto
serán válidos y generará el nacimiento de obligaciones) serán ineficaces hasta que se presenten
los requisitos necesarios para ello.

Para el caso de los contratos que versen sobre bienes futuros, se establecen dos supuestos, el de
la venta de bienes que no existe actualmente, pero podrán existir en el futuro, como también
sobre solamente la esperanza de que ellos existan.

En el primer caso, estaremos ante un contrato que versa sobre bienes futuros el cual será
conmutativo; es decir, que solo producirá sus efectos cuando el bien llegue a tener existencia
real; mientras que el segundo supuesto, es uno en el cual el contrato ya tiene completa validez
porque el objeto de la obligación no es en sí el bien, sino la esperanza de su existencia, así llegue
o no llegue a tener existencia, surtirá efectos, constituyendo un contrato aleatorio (Castillo
Freyre, 2010).

Con relación a los contratos sobre bienes ajenos dados en garantía, embargados o litigiosos,
ocurre exactamente la misma situación indicada en los párrafos precedentes; el contrato es, en
efecto, válido, el cual puede ser no solo de compra venta, sino que puede versar cualquier
contrato sobre bienes ajenos como el arrendamiento, donación, comodato, etc. Sin embargo, su
eficacia consistente en la transferencia de propiedad o transferencia de algún derecho real
dependerá de que se cumplan con los requisitos para ello.

En efecto, en el contrato de compra venta de bienes ajenos, para que éste tenga eficacia y se
proceda a la transferencia de la propiedad del bien, resulta indispensable que el vendedor se
convierta en propietario en un determinado momento, para que, a su vez, pueda transferir la
propiedad al comprador; si esto no ocurre, el contrato no podrá conllevar a la transferencia de
propiedad.

Justamente, a partir de ello es que De la Puente y Lavalle (2017) sostiene que debe existir un
plazo entre la celebración del contrato y el cumplimiento de la obligación de transferir la
propiedad del bien a efectos de que durante dicho lapso, el vendedor pueda convertirse en
propietario y pueda cumplir con su obligación de transferir la propiedad del bien
oportunamente.

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Este aspecto, será analizado con mucho más detalle al momento de desarrollar la compra-venta
de bienes ajenos, por cuanto existe una regulación específica para este contrato en nuestro
ordenamiento jurídico.

5 CONCLUSIONES

• Todo contrato es un acto jurídico, pero no todo acto jurídico es un contrato. El contrato tiene
presupuestos, elementos y requisitos propios.

• La estructura del contrato está conformada por la forma y contenido que tendrá la voluntad
conjunta de las partes.

• El objeto del contrato está conformado por la relación jurídica patrimonial de naturaleza
obligacional.

• Los contratos pueden versar sobre bienes futuros, la esperanza incierta de dichos bienes, bienes
ajenos, embargados, dados en garantía y litigiosos; siendo válidos; y en cada caso habrá que
determinarse si han concurrido o no los elementos necesarios para su eficacia.

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BIBLIOGRAFÍA

Beltrán Pacheco , J., & Campos García, H. (2009). Breves Apuntes sobre los Presupuestos y

Elementos del Negocio Jurídico. Derecho & Sociedad (32), pp. 198-211.

Castillo Freyre, M. (2010). Código Civil comentado. Gaceta Jurídica.

De la Puente y Lavalle, M. (2017). El contrato en general. Palestra Editores S.A.C.

Díez-Picazo, L. (1996). Fundamentos del derecho civil patrimonial (5 º ed., vol. 1). Civitas.

Taboada Córdova, L. (1997). El consentimiento y la declaración de voluntad en la doctrina

general del contrato. Lus et veritas (14), pp. 53-61.

Vidal Ramírez, F. (2010). Código Civil comentado. Gaceta Jurídica.

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