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EL NEGOCIO JURÍDICO

El negocio jurídico es la declaración o acuerdo de voluntades, mediante el cual


el individuo o los individuos se proponen conseguir un resultado jurídico de carácter
autorregulador de los propios intereses, que el ordenamiento jurídico reconoce y
protege, ya sea por el solo hecho de la voluntad o voluntades declaradas, ya sea,
además, con la concurrencia de otros requisitos.

El negocio jurídico fue obra de la doctrina alemana del siglo XIX en su labor de
construcción de un sistema científico de Derecho, para solucionar los problemas
prácticos que se daban en las diversas declaraciones de voluntad; mediante la
formulación de la categoría científica "negocio jurídico", se pretendía establecer un
conjunto de criterios que permitieran resolver los problemas citados. Mientras que en el
Derecho alemán fue positivada, el Derecho civil positivo español es ajeno al negocio
jurídico; por tanto, respecto de él, el negocio jurídico es una categoría doctrinal que
tiene valor sistemático y didáctico, pero de escasísima utilidad práctica.

Por lo demás, dada la gran heterogeneidad de los supuestos que ha de abarcar, es


fácil comprender que, construir el concepto de negocio jurídico y expresarlo mediante
una definición es tarea ardua, plagada de dificultades. La enunciada arriba, pretende
acoger las dos líneas doctrinales dominantes que parten, respectivamente, de la idea de
declaración de voluntad y del principio de la autonomía privada, de la idea de la
autorregulación de los propios intereses por los individuos, pues ambas aproximaciones
son correctas y, por tanto, complementarias.

Caracteres del negocio Jurídico:

1. Es un acto jurídico y por ello un acto de voluntad; más caracterizado porque el


contenido de la voluntad es decisivo y regulador de los efectos jurídicos que
produce; éstos se originan ex voluntae, no ex lege, a diferencia de los actos no
negociales semejantes a los negocios jurídicos.
2. El negocio jurídico tiene doble valor: es título y fundamento de relaciones
jurídicas y establece reglas de conducta. Por ello cabe distinguirlo de aquellas
declaraciones de voluntad que afectan la relación negocial, pero que carecen de
independencia y de fundamento de dicha relación negocial, como son los actos
de cumplimiento o actos debidos y los actos.
Requisitos de existencia

Los requisitos de existencia de los negocios jurídicos son la manifestación de


voluntad y el objeto (sin que importe el que sea lícito o no). Un sector de la doctrina
considera que también es necesaria para la existencia de los negocios una causa y las
solemnidades esenciales cuando la ley así lo requiera.

Requisitos de validez Los requisitos de validez son:

1. Capacidad de ejercicio
2. Voluntad libre de vicios
3. Objeto Lícito
4. Causa lícita
5. Inmediatos

Algunos sostienen que las solemnidades que la ley impone a ciertos actos también
son requisitos de validez como también lo es la ausencia de lesión.

UBICACIÓN DEL NEGOCIO JURÍDICO EN EL CAMPO DE LOS ACTOS


JURÍDICOS

Negocio jurídico es todo acto jurídico hecho con la manifestación de voluntad


del agente. Al contrario del acto jurídico, depende de la voluntad expresa del agente,
generalmente porque tiene que cumplir un objetivo previsto en la ley, por ejemplo
contratos.

El acto jurídico es el acto humano voluntario o consciente, y lícito, que tiene por
fin inmediato establecer entre las personas relaciones jurídicas, crear, modificar,
transferir, transmitir, conservar, extinguir o aniquilar derechos. El acto jurídico produce
una modificación en las cosas o en el mundo exterior porque así lo ha dispuesto el
ordenamiento jurídico.

El negocio jurídico como acto jurídico afecta a una situación jurídica, a una
relación jurídica. Como acto de autonomía privada, el negocio jurídico puede crear,
modificar y extinguir una relación jurídica y, en general, determinar su contenido; a la
relación jurídica creada por el negocio jurídico suele denominarse relación negocial. En
la práctica, debe distinguirse el negocio como acto de la relación negocial como
situación; por ejemplo, el arrendamiento de la relación arrendaticia, el contrato de
trabajo de la relación laboral, etc.
Los actos jurídicos pueden ser:

1. Lícitos

Son los hechos voluntarios no prohibidos por la ley. Cuando el hecho voluntario
lícito tenga como fin inmediato producir efectos jurídicos será denominado “acto
jurídico” Es lo que modernamente recibe el nombre de negocio jurídico.

2. Ilícitos

Estos últimos son, a su vez:

a) Culposos:

Son los constituidos por manifestaciones de voluntad o conductas inicialmente


compatibles con la ley (es decir, lícitas), pero cuya ejecución descuidada, temeraria o
carente de pericia, origina responsabilidades civiles de resarcimiento de daños y
perjuicios.

b) Dolosos:

Son las manifestaciones de voluntad o conductas en las que el agente causa


intencionalmente un daño o transgrede deliberadamente la norma legal.

De esa naturaleza son:

a) El abuso de derecho.
b) La recepción de mala fe del pago indebido.
c) Los delitos y las faltas intencionales.

En el acto jurídico su autor no busca deliberadamente las consecuencias de


derecho; y que dichos actos jurídicos pueden ser lícitos o ilícitos, es decir, que el
contenido de las consecuencias del acto jurídico, lo determina exclusivamente la ley.
Por el contrario, el contenido de las consecuencias del negocio jurídico, lo determina la
voluntad de la persona o las personas que lo celebran, desde luego sin lesionar o
transgredir la ley.

CLASIFICACIÓN DEL NEGOCIO JURÍDICO

1. Unilateral: Es aquel negocio jurídico que es puesto en marcha por un solo


sujeto tal es el caso del testamento la aceptación y repudiación de la herencia el
legado y la emancipación.
2. Bilateral: Intervienen dos partes y se dice por lo regular que los negocios
jurídicos bilaterales son de carácter patrimonial en los cuales se refiere que a una
oferta se le adhiera una aceptación.

ELEMENTOS ESENCIALES Y ACCIDENTALES DEL NEGOCIO JURÍDICO

1. Elementos Esenciales: Son aquellos que representan el mínimo de requisitos


que las partes han de acordar en el momento que contrata, ejemplo: precio,
mercancía en un contrato de compraventa.
2. Elementos Naturales: Son aquellos que como su nombre lo indica van de
acuerdo con la naturaleza del contrato jurídico y se pueden aplicar durante un
procedimiento siempre y cuando tenga por fin un arreglo ejemplo: un convenio
en un divorcio voluntario, un allanamiento o una cumplimentación.
3. Elementos accidentales: Son aquellos incidentes que le dan a un contrato un
camino diverso al establecido.

INTERPRETACIÓN Y PRUEBA DEL NEGOCIO JURÍDICO

INTERPRETACIÓN
Ideas Preliminares
Cuando una persona realiza un acto del que se derivan consecuencias jurídicas y
éstas son las deseadas por ella, se dice que estamos ante un negocio jurídico. El negocio
jurídico por excelencia es el contrato, aunque pueden serlo también, a título de ejemplo
y sin carácter exhaustivo: el testamento, la adopción, el matrimonio, la constitución de
una hipoteca, etc.

La interpretación es una actividad dirigida a averiguar el sentido de una


declaración o comportamiento negocial, y sus efectos jurídicos. De la misma manera
que existen reglas que disciplina interpretación de las normas jurídicas tienen que existir
reglas que gobiernen la interpretación de los negocios jurídicos
.
Sin embargo, cuando se interpreta una norma jurídica el intérprete debe limitarse
a liberarla de dudas y oscuridades; mientras que cuando se interpreta un negocio
jurídico, quien lo hace, además de eliminar las eventuales dudas, debe tratar de
encontrar la voluntad de la persona o personas que dieron lugar al mismo.
Por ello, mientras la interpretación de la ley tiene un carácter general, la
interpretación del negocio jurídico debe realizarse en conexión con el propósito de sus
autores. La interpretación negocial ha de hacerse de acuerdo con unas reglas jurídicas
que han de estar preestablecidas. Las reglas generales sobre interpretación de los
negocios jurídicos están recogidas en el Código civil, y una sola norma sobre la
interpretación testamentaria.

La interpretación contractual

Al ser el contrato el negocio jurídico por excelencia y al ser sus reglas


interpretativas aplicables, con carácter general, a todo negocio jurídico, expondré en
este apartado el principal contenido de las mismas y el alcance que les ha dado la
jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo.

Para ello conviene precisar que un contrato es un acuerdo de voluntades de dos o


más personas dirigido a crear obligaciones entre ellas. La tarea del intérprete de un
contrato, generalmente un Juez (o bien, un árbitro, si se acude al arbitraje), es compleja,
ya que debe tratar de encontrar la concreta voluntad de las partes.

El intérprete ha de realizar una función que es al mismo tiempo subjetiva y objetiva:


 subjetiva en cuanto ha de indagar en la voluntad interna de cada contratante; y,
 objetiva al tener que determinarla voluntad declarada de las partes.

Nuestro Tribunal Supremo entiende que ambos criterios han de ser concurrentes en
la interpretación de un contrato, sin que deba darse, como regla general, preferencia a
uno sobre otro. El Tribunal Supremo también ha considerado que si el contenido de un
contrato aparece expresado con claridad, según la literalidad del mismo, no necesita ser
interpretado.

Ahora bien, si las palabras utilizadas dejan duda sobre la intención de los
contratantes, prevalecerá la intención común de las partes sobre la letra. Para indagar
esta voluntad común de las partes deberá atenderse a los actos de los contratantes
anteriores, coetáneos y posteriores al contrato:
 Actos anteriores son los denominados tratos preliminares.
 Actos coetáneos son los que dan lugar al nacimiento del contrato y vienen
determinados por el encuentro de voluntades de las partes.
 Actos posteriores son los que comprenden la realización de las prestaciones
derivadas del contrato.

Si a pesar de lo hasta aquí expuesto, no puede ser precisada la intención de las partes
al contratar, hay que dar al contrato el sentido más adecuado para que produzca efecto.
La intención de los contratantes es indivisible, por lo que no puede encontrarse en una
cláusula aislada de las demás, sino en el todo orgánico que constituye el contrato. Si son
las palabras y no las cláusulas las que pueden tener distintos significados, serán
entendidas en el sentido que sean más conforme con la naturaleza y el objetivo del
contrato:

 Por naturaleza hay que entender el tipo negocial (no es lo mismo si nos
encontramos en una compraventa, que si estamos ante un arrendamiento o un
préstamo), y
 Por objeto, en este supuesto, hay que entender la finalidad del contrato.

A la hora de interpretar un contrato hay que tener en cuenta también “los usos o la
costumbre del país”. Entendiendo por país, a estos efectos, el lugar geográfico de
celebración del contrato y no el lugar de su ejecución.

Dentro de lo que hemos denominado interpretación objetiva, que es la que trata de


determinar la voluntad declarada de las partes, y de acuerdo con los principios de
equidad y de buena fe contractual, se impone al intérprete la siguiente limitación: “Las
cláusulas oscuras de un contrato no pueden favorecer a la parte que hubiese ocasionado
la oscuridad”. Cláusulas oscuras son las que propician una interpretación tanto de signo
favorable como desfavorable para una de las partes.

Esta regla limitada es básica en la economía moderna donde una parte importante de
la contratación se realiza a través de unas condiciones uniformes y preestablecidas que
una empresa o grupo de empresas presenta a sus posibles clientes, sin que exista una
negociación entre las partes sobre las cláusulas del contrato. Estas condiciones
uniformes y preestablecidas se denominan “condiciones generales de la contratación”, y
a los contratos así celebrados se les llama “contratos de adhesión”.

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