El negocio jurídico fue obra de la doctrina alemana del siglo XIX en su labor de
construcción de un sistema científico de Derecho, para solucionar los problemas
prácticos que se daban en las diversas declaraciones de voluntad; mediante la
formulación de la categoría científica "negocio jurídico", se pretendía establecer un
conjunto de criterios que permitieran resolver los problemas citados. Mientras que en el
Derecho alemán fue positivada, el Derecho civil positivo español es ajeno al negocio
jurídico; por tanto, respecto de él, el negocio jurídico es una categoría doctrinal que
tiene valor sistemático y didáctico, pero de escasísima utilidad práctica.
1. Capacidad de ejercicio
2. Voluntad libre de vicios
3. Objeto Lícito
4. Causa lícita
5. Inmediatos
Algunos sostienen que las solemnidades que la ley impone a ciertos actos también
son requisitos de validez como también lo es la ausencia de lesión.
El acto jurídico es el acto humano voluntario o consciente, y lícito, que tiene por
fin inmediato establecer entre las personas relaciones jurídicas, crear, modificar,
transferir, transmitir, conservar, extinguir o aniquilar derechos. El acto jurídico produce
una modificación en las cosas o en el mundo exterior porque así lo ha dispuesto el
ordenamiento jurídico.
El negocio jurídico como acto jurídico afecta a una situación jurídica, a una
relación jurídica. Como acto de autonomía privada, el negocio jurídico puede crear,
modificar y extinguir una relación jurídica y, en general, determinar su contenido; a la
relación jurídica creada por el negocio jurídico suele denominarse relación negocial. En
la práctica, debe distinguirse el negocio como acto de la relación negocial como
situación; por ejemplo, el arrendamiento de la relación arrendaticia, el contrato de
trabajo de la relación laboral, etc.
Los actos jurídicos pueden ser:
1. Lícitos
Son los hechos voluntarios no prohibidos por la ley. Cuando el hecho voluntario
lícito tenga como fin inmediato producir efectos jurídicos será denominado “acto
jurídico” Es lo que modernamente recibe el nombre de negocio jurídico.
2. Ilícitos
a) Culposos:
b) Dolosos:
a) El abuso de derecho.
b) La recepción de mala fe del pago indebido.
c) Los delitos y las faltas intencionales.
INTERPRETACIÓN
Ideas Preliminares
Cuando una persona realiza un acto del que se derivan consecuencias jurídicas y
éstas son las deseadas por ella, se dice que estamos ante un negocio jurídico. El negocio
jurídico por excelencia es el contrato, aunque pueden serlo también, a título de ejemplo
y sin carácter exhaustivo: el testamento, la adopción, el matrimonio, la constitución de
una hipoteca, etc.
La interpretación contractual
Nuestro Tribunal Supremo entiende que ambos criterios han de ser concurrentes en
la interpretación de un contrato, sin que deba darse, como regla general, preferencia a
uno sobre otro. El Tribunal Supremo también ha considerado que si el contenido de un
contrato aparece expresado con claridad, según la literalidad del mismo, no necesita ser
interpretado.
Ahora bien, si las palabras utilizadas dejan duda sobre la intención de los
contratantes, prevalecerá la intención común de las partes sobre la letra. Para indagar
esta voluntad común de las partes deberá atenderse a los actos de los contratantes
anteriores, coetáneos y posteriores al contrato:
Actos anteriores son los denominados tratos preliminares.
Actos coetáneos son los que dan lugar al nacimiento del contrato y vienen
determinados por el encuentro de voluntades de las partes.
Actos posteriores son los que comprenden la realización de las prestaciones
derivadas del contrato.
Si a pesar de lo hasta aquí expuesto, no puede ser precisada la intención de las partes
al contratar, hay que dar al contrato el sentido más adecuado para que produzca efecto.
La intención de los contratantes es indivisible, por lo que no puede encontrarse en una
cláusula aislada de las demás, sino en el todo orgánico que constituye el contrato. Si son
las palabras y no las cláusulas las que pueden tener distintos significados, serán
entendidas en el sentido que sean más conforme con la naturaleza y el objetivo del
contrato:
Por naturaleza hay que entender el tipo negocial (no es lo mismo si nos
encontramos en una compraventa, que si estamos ante un arrendamiento o un
préstamo), y
Por objeto, en este supuesto, hay que entender la finalidad del contrato.
A la hora de interpretar un contrato hay que tener en cuenta también “los usos o la
costumbre del país”. Entendiendo por país, a estos efectos, el lugar geográfico de
celebración del contrato y no el lugar de su ejecución.
Esta regla limitada es básica en la economía moderna donde una parte importante de
la contratación se realiza a través de unas condiciones uniformes y preestablecidas que
una empresa o grupo de empresas presenta a sus posibles clientes, sin que exista una
negociación entre las partes sobre las cláusulas del contrato. Estas condiciones
uniformes y preestablecidas se denominan “condiciones generales de la contratación”, y
a los contratos así celebrados se les llama “contratos de adhesión”.