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Batalla de Ayacucho
Coordenadas
13°02′33″S 74°07′54″OCoordenadas:
13°02′33″S 74°07′54″O (mapa)
Beligerantes
Comandantes
Unidades militares
Fuerzas en combate
5.780123-8.5004 soldados 6.90667-9.310178soldados
1-2 piezas de artillería y 14 piezas de artillería y
servidores135 servidores19
Bajas
370 muertos y 609 heridos10 1.800 muertos,1011 700
heridos1011 y 2.000-3.000
prisioneros1213
Índice
1Antecedentes
o 1.1Los sucesos de 1824
1.1.1Tregua en Buenos Aires y motín en el Callao
1.1.2Rebelión de Olañeta
2La Campaña de Ayacucho
o 2.1Orden de batalla
2.1.1Ejército Libertador
2.1.2Ejército Real del Perú
2.1.2.1Europeos en el ejército del virrey La Serna
o 2.2Desarrollo de las acciones
o 2.3La capitulación de Ayacucho
o 2.4Teorías conspirativas sobre la batalla de Ayacucho
3El Alto Perú tras la batalla de Ayacucho
o 3.1El nacimiento de Bolivia
o 3.2Declaración de la independencia de Bolivia
4Reconocimiento a los combatientes
o 4.1Reconocimientos a Sucre
5Notas al pie
6Bibliografía
7Enlaces externos
Antecedentes[editar]
En el año 1820 España entró en una crisis política por el pronunciamiento contra el rey
Fernando VII y la restauración de la Constitución Liberal, apoyada por el general Rafael de
Riego, quien sublevó la expedición de 20.000 soldados para auxiliar a los realistas
de América. Esto acabó para siempre con las expediciones de refuerzos de España, que
desde entonces no se aprestaron para ningún lugar de América, y motivó que los dos
grandes virreinatos, del Perú y de Nueva España, que hasta el momento habían contenido
el avance de la revolución hispanoamericana tomasen caminos opuestos.
En México los monárquicos, afianzados tras destruir a los insurgentes, concluyen su
separación de la España Liberal mediante el Plan de Iguala, los Tratados de Córdoba y el
pacto trigarante. En el Perú, por el contrario, el virrey Pezuela estaba desacreditado por la
derrota de la expedición de Mariano Osorio en Chile y debilitado por la expedición a
Lima de José de San Martín. El virrey absolutista fue derrocado finalmente por el
general José de la Serna el 29 de enero de 1821 en el golpe militar de Aznapuquio, quien
proclamó entonces su adhesión a la Constitución liberal española.
Los independentistas comenzaron en Cerro de Pasco una prometedora campaña para
derrotar al Ejército Real del Perú mandado por el virrey La Serna. Pero los realistas, bajo
una sólida subordinación militar, destruyeron sucesivos ejércitos independientes. El
primero en la batalla de Ica, comandado por los patriotas Domingo Tristán y Agustín
Gamarra. Un año después en las campañas de Torata y Moquegua aniquilaron
la Expedición Libertadora dirigida por Rudecindo Alvarado, retirado José de San Martín
tras la Entrevista de Guayaquil. El año 1823 terminaba con la inesperada destrucción de
otro ejército patriota comandado por Andrés de Santa Cruz y Agustín Gamarra, en otra
campaña abierta sobre Puno, que comenzó con la batalla de Zepita, que ocupó la ciudad
de La Paz el 8 de agosto, consiguiendo llegar a Oruro en el Alto Perú. El virrey La Serna
terminó la campaña de Zepita desbandando las tropas aisladas de Santa Cruz
y recuperando Arequipa tras batir a Antonio José de Sucre, quien reembarcó a los
colombianos el 10 de octubre de 1823.
Finalmente, lo que restaba de optimismo se apagaba por las acusaciones de traición
contra los presidentes peruanos José de la Riva Agüero y José Bernardo de Tagle. Riva
Agüero deportó diputados del Congreso del Perú y organizó un congreso paralelo
en Trujillo, y luego de ser declarado reo de alta traición por el Congreso del Perú15 fue
desterrado a Chile. En cambio Torre Tagle buscaba firmar una paz sin batallas con el
virrey La Serna, por lo cual fue a entrevistarse con los realistas. Este acto fue considerado
por Simón Bolívar como traición. Tagle dispuso que todas las fuerzas a su mando
apoyaran a Bolívar para hacer frente al enemigo, mientras éste buscaba capturarlo para
fusilarlo.16 José Bernardo de Tagle encontró refugio con los realistas en la asediada
fortaleza del Callao.
Fue así que al culminar el año de 1823, a pesar de sus contundentes triunfos realistas en
los anteriores hechos de armas y mientras el recién llegado Bolívar escribía solicitando
refuerzos de Colombia, y preparaba activamente la que sería la campaña final contra el
Ejército Real del Perú, la situación empezaba a tornarse crítica para los sostenedores de la
causa del rey:
"..El virrey la Serna por su parte, sin comunicaciones directas con la Península, con las más
melancólicas noticias del estado de la metrópoli... y reducido por lo tanto a sus propios y exclusivos
recursos pero confiando notablemente en la decisión, en la unión, en la lealtad y en la fortuna de sus
subordinados, aceleraba también la reorganización de sus tropas y se aprestaba a la lucha que
miraba próxima con el coloso de Costa-firme. Un triunfo más para las armas españolas en aquella
situación, haría ondear de nuevo el pabellón castellano con inmarcesible gloria hasta el mismo
Ecuador; pero otra suerte muy distinta estaba ya irrevocablemente escrita en los libros del
destino. .."
Gnrl. Andrés García Camba.17
Sorpresivamente, al comenzar el año 1824, todo el ejército realista del Alto Perú se
sublevó junto al caudillo absolutista español Pedro Antonio Olañeta contra el Virrey del
Perú, tras saberse que en España había caído el gobierno Constitucional. Efectivamente,
el monarca Fernando VII de España y sus partidarios absolutistas, recuperaban el
gobierno apoyados por 132.000 soldados franceses del ejército de la Santa Alianza, que
ocupará España hasta 1830. Rafael del Riego moría ahorcado el 7 de
noviembre de 1823 y los propulsores del movimiento liberal fueron ajusticiados,
marginados o exiliados de España. El 1 de octubre de 1823 el monarca decretaba la
abolición de todo lo aprobado durante los tres años de gobierno constitucional, lo que
anulaba el nombramiento de La Serna como Virrey del Perú. El alcance de la purga sobre
los constitucionales de Virreinato del Perú parecía infalible.
El último virrey del Perú, José de la Serna e Hinojosa, Conde de los Andes.
Olañeta ordena el ataque de los realistas altoperuanos contra los constitucionales del
virreinato peruano.27 La Serna cambió sus planes de bajar a la costa para batir a Bolívar, y
mandó a Jerónimo Valdés con una fuerza de 5000 veteranos a cruzar el río Desaguadero,
lo que se llevó a cabo el 22 de enero de 1824, para dirigirlo a Potosí contra su antiguo
subordinado, Las Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú del oficial
peninsular Andrés García Camba (1846) detallan el trastorno que los sucesos del Alto
Perú produjeron en los cálculos defensivos del virrey. Tras una prolongada campaña en
las batallas de Tarabuquillo, Sala, Cotagaita, y finalmente la Lava el día 17 de agosto de
1824, ambas fuerzas realistas, del Virreinato del Perú (liberales) y de las provincias del
Alto Perú (absolutistas), se diezmaron mutuamente.
Bolívar, en comunicación con Olañeta, aprovechó el desmontaje del aparato defensivo
realista para "movernos en todo el mes de mayo contra Jauja", y enfrentarse a José de
Canterac aislado en Junín el 6 de agosto de 1824. Dio comienzo entonces una incesante
persecución con la consecuente deserción de 2.700 realistas, que seguidamente
engrosaban las filas independientes. Finalmente el 7 de octubre de 1824, con sus tropas a
las puertas del Cuzco, Bolívar entregó al general Sucre el mando del nuevo frente de
batalla, que recorría el curso del río Apurímac, y se retiró a Lima para tomar de la capital
más empréstitos para sostener la guerra en el Perú, y recibir una división colombiana de
4.000 hombres despachada por [[Francisco de Paula Santander ]] que no llegaría sino
después de Ayacucho.28
La Campaña de Ayacucho[editar]
jefe de estado mayor Agustín Gamarra José de Canterac, jefe de estado mayor
primer ayudante de campo Francis Burdett
O'Connor
División Valdés
División del Perú (Izquierda), jefe de Batallón del Centro (ex-Azángaro); jefe: Felipe
división José de La Mar Rivero
Batallón Cantabria; jefe: Antonio Tur
Batallón de Línea número 1, jefe Francisco de Batallón Voluntarios de Castro; jefe: José
Paula Otero Hugue
Batallón de Línea número 2 (Trujillo), jefe Batallón 1.º del Imperial Alejandro (ex-
Ramón Gonzales Extremadura); jefe: Francisco Palomares †
Batallón de Línea número 3 (Callao), jefe
Miguel Benavides
Batallón de la Legión Peruana, jefe José María
Plaza División González Villalobos
División Monet
División 2º de Colombia (Derecha), jefe
de división José María Córdova Batallón Guías del General (del Alto Perú);
jefe: Joaquín Bolívar
Batallón Bogotá, jefe León Galindo Batallón 2.º del regimiento del Cusco; jefe:
Batallón Voltígeros, jefe Pedro Guash Francisco Villabase †
Batallón Pichincha, jefe Manuel León. Batallón Burgos; jefe: Juan A. Pardo
Batallón Caracas, jefe José Leal Batallón Victoria (ex-Talavera); jefe: Manuel
Sánchez
División de Caballería, jefe de división William Batallón Infante don Carlos (ex-Real de
Miller Lima); jefe: Mariano Cucalón †
2 escuadrones de Húsares de
Junín, jefe Isodoro Suárez División Ferraz (caballería)
Existe un debate en torno a las cifras de combatientes ya que la cifra de realistas del parte
de batalla de Sucre se tomó en realidad del listado militar español capturado con el
número de hombres al salir del Cuzco. Pero hay que tener presente que unos y otros
comenzaron la campaña con un estado inicial de fuerza de ejércitos (8500 independientes
vs. 9310 realistas) que disminuyeron su número en las semanas siguientes de campaña,
hasta el mismo día de la batalla (5780 independientes vs. 6906 leales) por las razones
expuestas anteriormente. En el campo de batalla los realistas sumaban 5876 infantes y
1030 de caballería.
Batalla de Ayacucho
Ejército Libertador[editar]
Nuestra linea formaba un ángulo; la derecha, compuesta de los batallones Bogotá, Boltijeros,
Pichincha y Caracas, de la primera division de Colombia, al mando del señor general Córdova. La
izquierda de los batallones 1.° 2.° 3.° y legion peruana, con los húsares de Junin, bajo el ilustrisimo
señor general La Mar. Al centro, los granaderos y húsares de Colombia, con el señor general Miller;
y en reserva los batallones Rifles, Vencedor y Bargas, de la primera division de Colombia, al mando
del señor general Lara.
Parte de la batalla de Ayacucho
Nótese que el mariscal Sucre omite mencionar en el parte a los Granaderos a Caballo del
Río de la Plata. El general Miller en su Memoirs of General Miller: in the service of the
republic of Peru da la composición completa de las fuerzas al mando de Sucre:
División Cordova (en la derecha): Bogota, Caracas, Voltigeros, Pichincha.
Caballeria, Miller (al centro): Regimientos Hussares de Junin, Granaderos de Colombia, Hussares
de Colombia, Granaderos a Caballo de Buenos Aires.
Division La Mar (flanco izquierdo): Legión, N° 1, N° 2, N° 3.
Division Lara (en reserva): Vargas, Vencedores, Cazadores.40
El dispositivo organizado por los planes de Canterac preveía que la división de vanguardia
de Valdés rodease en solitario la agrupación enemiga, cruzando el río Pampas para fijar
en el terreno a las unidades de la izquierda de Sucre, lo que se realizaba en la primera
fase de la batalla. Mientras, el resto del ejército realista descendía frontalmente desde el
cerro Condorcunca, abandonando sus posiciones defensivas y cargando contra el grueso
del enemigo al que esperaba encontrar desorganizado, quedarían en reserva los
batallones Gerona y Fernando VII dispuestos en segunda línea para ser enviados a donde
fueran requeridos.
Sucre se dio cuenta inmediatamente de la arriesgada maniobra, que resultaba evidente en
la medida que los realistas se encontraban en una pendiente, imposibilitados de camuflar
sus movimientos. El coronel español Joaquín Rubín de Celis, que mandaba el Regimiento
primero del Cuzco, y que debía proteger el emplazamiento de la artillería, que aún se
encontraba despiezada y cargada en sus mulas, se adelantó impetuosamente al llano muy
prematuramente, interpretando defectuosamente órdenes directas del Virrey "se arrojó
solo y del modo más temerario al ataque" donde su unidad fue destrozada y él mismo
muerto en el decisivo contraataque de la división de Córdova, que entonces avanza en
compactas formaciones de línea, y que con un fuego eficaz también empuja atrás a los
dispersos tiradores de la división de Villalobos, acabados de descender en formaciones
de Guerrilla. La división de Córdova, apoyada por la caballería de Miller, acometió
directamente a la masa desorganizada de tropas realistas que sin poder formar para la
batalla descendían en hileras de las montañas, fue en este ataque que el general José
María Córdova pronunció su famosa frase "División, armas a discreción, de frente, paso de
vencedores".
Viendo el descalabro que había sufrido su izquierda, el general Monet, sin esperar que su
caballería formara en el llano, cruzó el barranco y a la cabeza de su división se lanzó sobre
la de Córdova logrando formar en batalla a dos de sus batallones pero prontamente
atacado por la división independentista fue envuelto antes que el resto de sus tropas
pudieran formar también en batalla. Durante estas acciones Monet fue herido y tres de sus
jefes muertos. Los dispersos de su línea arrastraron en su retirada a las masas de
milicianos. La caballería realista al mando de Ferraz cargó sobre los escuadrones
enemigos que acosaban la izquierda de Monet, pero que apoyados por el vivo fuego de su
infantería causaron una enorme cantidad de bajas en los jinetes de Ferraz cuyos
sobrevivientes fueron obligados a volver grupas y retirarse del campo de batalla.
En el otro extremo de la línea, la segunda división de José de La Mar apoyada por el
batallón Vargas de la tercera división de Jacinto Lara detuvieron juntas la acometida de los
veteranos de la vanguardia de Valdés que se habían lanzado a tomar la solitaria casa
ocupada por algunas compañías independentistas, las cuales fueron arrolladas en
principio y obligadas a retroceder, y serían reforzadas por la carga de los Húsares de
Junín bajo la dirección de Miller y luego por los granaderos a caballo volvieron al ataque,50
al que se sumaría luego la victoriosa división de Córdova.
El Virrey La Serna y demás oficiales intentaron restablecer la batalla y reorganizar a los
dispersos que huían y el mismo general Canterac dirigió la división de reserva sobre la
llanura. Sin embargo los reclutados de los batallones Gerona no eran los mismos que
habían vencido en las batallas de Torata y Moquegua, pues durante la rebelión de Olañeta
habían perdido a casi todos sus veteranos e incluso a su antiguo comandante Cayetano
Ameller. Esta tropa compuesta por soldados forzados a combatir se dispersó antes de
enfrentar al enemigo siguiéndole luego tras una débil resistencia el disminuido batallón
Fernando VII. A la una de la tarde el virrey había sido herido y hecho prisionero junto a
gran número de sus oficiales, y aunque la división de Valdés seguía combatiendo en la
derecha de su línea, la batalla estaba ganada para los independentistas. Las bajas
confesadas por Sucre fueron 370 muertos y 609 heridos mientras que las realistas fueron
estimadas en 1.800 muertos y 700 heridos, lo que representa una elevada mortandad en
combate.
Denis Auguste Marie Raffet - Memorable y decisiva batalla de Ayacucho en el Perú. 1926
Con los diezmados restos de su división Valdés logró retirarse a las alturas de su
retaguardia donde se unió a 200 jinetes que se habían agrupado en torno al general
Canterac y a algunos pocos dispersos de las derrotadas divisiones realistas cuyos
desmoralizados soldados en fuga llegaron incluso a disparar contra los oficiales que
intentaban reagruparlos. Con el grueso del ejército real destruido, el mismo virrey en poder
de los patriotas, y su enemigo Pedro Antonio Olañeta ocupando la retaguardia, los jefes
realistas optaron por la capitulación tras la batalla.
La capitulación de Ayacucho[editar]
Artículo principal: Capitulación de Ayacucho
"Don José Canterac, teniente general de los reales ejércitos de S. M. C., encargado del mando
superior del Perú por haber sido herido y prisionero en la batalla de este día el excelentísimo señor
virrey don José de La Serna, habiendo oído a los señores generales y jefes que se reunieron
después que, el ejército español, llenando en todos sentidos cuanto ha exigido la reputación de sus
armas en la sangrienta jornada de Ayacucho y en toda la guerra del Perú, ha tenido que ceder el
campo a las tropas independientes; y debiendo conciliar a un tiempo el honor a los restos de estas
fuerzas, con la disminución de los males del país, he creído conveniente proponer y ajustar con el
señor general de división de la República de Colombia, Antonio José de Sucre, comandante en jefe
del ejército unido libertador del Perú".
Es el tratado firmado por el jefe de estado mayor realista, Canterac, y el general Sucre al
concluir la batalla de Ayacucho, el mismo 9 de diciembre de 1824. Sus principales
consecuencias fueron varias:
El ejército realista bajo el mando del virrey La Serna renunciaba a seguir la lucha.
La permanencia de los últimos soldados realistas en las fortalezas del Callao.
La República del Perú debió saldar la deuda económica y política a los países que
contribuyeron militarmente a su independencia.
Bolívar convocó desde Lima al Congreso de Panamá, el 7 de diciembre, para la unidad de
los nuevos países independientes. El proyecto fue ratificado únicamente por la Gran
Colombia. Cuatro años más tarde la Gran Colombia, a causa del deseo personal de
muchos de sus generales y de la ausencia de una visión unitaria, terminaría dividiéndose
en las naciones que forman actualmente.
Se rendían los tenientes generales, virrey José de la Serna y José de Canterac,
mariscales Gerónimo Valdés, José Carratalá, Juan Antonio Monet y Alejandro González
Villalobos, brigadieres Ramón Gómez de Bedoya, Valentín Ferraz, Andrés García
Camba, Martín de Somocurcio, Fernando Cacho, Miguel María Atero, Ignacio
Landazuri, Antonio Vigil, Juan Pardo de Zela y Antonio Tur y Berrueta, 16 coroneles, 68
tenientes coroneles, 484 mayores u otros oficiales y 2.000 soldados.11
Teorías conspirativas sobre la batalla de Ayacucho [editar]
Escudo honorífico otorgado a los oficiales que participaron en la Campaña de Perú en 1823-24.
La capitulación ha sido llamada por el historiador español Juan Carlos Losada como "la
traición de Ayacucho" y en su obra Batallas decisivas de la Historia de España (Ed.
Aguilar, 2004), afirma que el resultado de la batalla estaba pactado de antemano. El
historiador señala a Juan Antonio Monet como el encargado del acuerdo: “los
protagonistas guardaron siempre un escrupuloso pacto de silencio y, por tanto, solo
podemos especular, aunque con poco riesgo de equivocarnos” (Pág. 254). Una
capitulación sin batalla se habría juzgado indudablemente como traición. Los jefes
españoles, de ideas liberales, y acusados de pertenecer a la masonería al igual que otros
líderes militares independentistas, no siempre compartían las ideas del rey
español Fernando VII, un monarca firme sostenedor del absolutismo.
Por el contrario el comandante español Andrés García Camba refiere en sus memorias
como, los oficiales españoles apodados más tarde "ayacuchos", fueron injustamente
acusados a su llegada a España: "señores, con aquello se perdió masónicamente" se les
dijo acusatoriamente, -"Aquello se perdió, mi general, como se pierden las batallas",
respondieron los veteranos de la batalla.
Reconocimientos a Sucre[editar]
Bolívar, quien redactó y publicó en 1825 su resumen sucinto de la vida del general Sucre,
único trabajo en su género realizado por él, no escatimó elogios ante la hazaña culminante
de su fiel lugarteniente:
"La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del general Sucre. La
disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina". Las generaciones venideras esperan la
victoria de Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los
americanos el ejercicio de sus derechos, y el imperio sagrado de la naturaleza".
"Usted. está llamado a los más altos destinos, y yo preveo que Usted. es el rival de mi Gloria.
(Bolívar, Carta a Sucre, Nazca, 26 de abril de 1825) ".
"El Congreso de Colombia hizo entonces a Sucre General en Jefe, y el Congreso del Perú le dio el
grado de Gran Mariscal de Ayacucho,".