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Expresada a través de la naturaleza, acto creativo de Dios que permite conocerlo como un
Dios que ama. En la creación el hombre descubre a Dios que sale por primera vez de su misterio
(Pacomio & Mancuso, 1999).
“Se refiere a todas las peripecias que constituyen la historia de Israel: la llamada de
Abrahan con las promesas de la tierra y de un pueblo” (Pacomio & Mancuso, 1999, p.860), “los
Patriarcas cuyos relatos populares religiosos que quieren hacer compartir la experiencia de un
Dios de tipo particular, ya que ella fundamenta la experiencia de Israel como pueblo creyente”
(Pié-Ninot, 1992, p.1236). En la Revelación mosaica, Israel ha conocido a Yavé en la historia,
experimentando su poder libertador en Egipto, demostrando su potestad ilimitada sobre la
naturaleza y utilizándola para la salvación de su pueblo (plagas de Egipto, paso del mar, teofanía
del Sinaí), su soberanía es universal (Latourelle, 1999, p.31). “Al revelar su nombre a Israel por
mediación de Moises, Dios revela no solo que existe, sino que es el único Dios y único salvador:
«Yo soy el que soy» (Éx.3, 14)” (Pié-Ninot, 1992, p.1236). […] Dios toma partido por Israel, que
se convierte en su elegido y su aliado. La liberación, la elección, la alianza y la ley, forman un todo
indivisible […] Las «palabras de la alianza», o «las diez palabras» (los debaraim: Éx 34,28),
expresan el exclusivismo del Dios de Israel y sus exigencias morales del Dios «Santo» que se alía
con un «pueblo santo»” (p.1237).
Se da por medio de algunos hombres que pronuncian oráculos o realizan signos y que son
llamados a expresar las palabras de Yavé, escuchar o rechazar su palabra, es escuchar o rechazar
a Yavé mismo. “La revelación profética recorre las grandes etapas de la historia de Israel, como la
alianza, la Torá y la fidelidad a Yavé” (Pacomio & Mancuso, 1999, p.860). “El profeta está metido,
inmerso en la historia de su tiempo, y en la actualidad de esa historia Dios le revela su voluntad y
su designio de salvación” (Latourelle, 1999, p.37).
En la plenitud de los tiempos, la Palabra de Dios se hace carne y toma un cuerpo humano en
la persona de Jesús de Nazaret, esta revelación es “definitiva y completa” (Dei Verbum, 4), en
Jesús, Dios revela todo su misterio (Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo), es decir, su dimensión
Trinitaria, la unicidad de la naturaleza divina. El Hijo, es el cumplimento pleno de las promesas
que Dios hizo en la antigua alianza, sellando con su pueblo una nueva alianza que perdurará por
siempre; solo el Hijo podía Develar el misterio de Dios, pues comparte con el Padre la misma
naturaleza. Dios ha entrado en la historia del hombre, “esto significa que la verdad comunicada y
expresada por la revelación se ha dado una vez y para siempre, pero tiene necesidad de ir
creciendo” (Pacomio & Mancuso, 1999, p.861), hasta alcanzar el fin de los tiempos, el momento
escatológico.
Nuevo Testamento: la Revelación está “marcada” por el “acontecimiento que ha tenido
lugar entre las dos alianzas: “Muchas veces y en muchas maneras habló Dios en otro tiempo a
nuestros padres por ministerio de los profetas; últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo”
(Hebreos, 1,1)” (Latourelle, 1999, p. 45), Jesucristo, cumbre y plenitud de la Revelación. En el
Nuevo Testamento, por la variedad de términos utilizados por los autores sagrados, se puede
evidenciar una cierta claridad en el significado de la revelación de Dios. Sin embargo, no aparece
tampoco un término que abarque dicha realidad en su totalidad (Izquierdo, 2002, p.59).
Tradición Sinóptica: la acción reveladora de Cristo viene identificada con los verbos:
Predicar: se predica el Reino de Dios realizado por Jesucristo, el mesías esperado; y la conversión
como medio para entrar en él. Enseñar: Jesús enseña con una autoridad única, es Dios. “Aparece
ligado a instruir sobre los misterios de la fe y los preceptos de la vida moral”
(Izquierdo, 2002, p. 60).
San Juan: no aparecen los términos predicar, enseñar, misterio, evangelio; la Revelación
viene concebida en relación con el testimonio. “En virtud de su misión reveladora, que se arraiga
en su vida misma en el seno de la Trinidad, Cristo habla y da testimonio: es el Hijo que da a
conocer al Padre (Juan 1,18), el testigo que declara lo que ha visto y oído, y un testigo fiel
(Apocalipsis 1,5; 3,14)” (Latourelle, 1999, p.80). Es decir, para San Juan, “Cristo es el Logos
encarnado, que da testimonio del Padre y da a conocer la verdad” (Izquierdo, 2002, p. 60).
1.2 LA REVELACIÓN EN LA PATRISTICA: PRINCIPIOS:
Principios:
Muy cerca de la Palabra revelada, del misterio pronunciado y la salvación otorgada; la inspiración
divina continúa su obra, la cual impetuosamente comunicada por los apóstoles no desfallece, sino
que alimenta y elabora la teología de los primeros Padres de la Iglesia. Teología discursiva que
salva pero que también revela. Dicha revelación es mantenida y perpetuada por los Padres de la
Iglesia en 6 principios. A saber:
1. Los dos testamentos. Unidad y progreso: El Dios del Antiguo testamento y del
Nuevo testamento son el mismo Dios. En su autenticidad, función y amor de salvación para el
hombre manifestado en las diferentes etapas de la Revelación (la creación, las teofanías, la ley, los
profetas, la encarnación). Dios desde antiguo no irrumpe con el desarrollo cotidiano de la historia,
por el contrario, se revela progresivamente en la capacidad y necesidad del mismo hombre.
2. La teología del Logos: Los Padres de la Iglesia para hacer el evangelio accesible a
los paganos toman las categorías filosóficas del platonismo y el estoicismo y adaptan el mensaje
con la reflexión del logos; pues el Jesús de la historia se identifica con el Logos, aquel que ha
permanecido desde siempre y su capacidad de ser lo hace eterno. Logos que nos enseña cómo
hacernos hijos de Dios. De allí que los padres conciban la revelación como un proceso
soteriológico.
En la edad media la Revelación es equivalente a la Sagrada Escritura, pues esto dio lugar a
lo que se llamó un “biblicismo Fundamental” como punto de referencia de la única verdad, esto
sumado al concepto de revelación como contenido, ahora bien, la teología en el medioevo
fundamentó una noción formal acerca de la Revelación, que afirma desde la Teología Tomista,
que Dios supera la Razón Humana, por lo tanto prevalece las nociones bíblicas preliminares y
avanza hacia su misma naturaleza, como también se afirma que es sobrenatural. En síntesis, la
naturaleza de la revelación es de carácter sobrenatural y su contenido está en la Sagrada Escritura,
esto significa que no hay contienda entre Revelación – Razón (Rendón, Agosto 1 de 2017,
comunicación personal).
En conclusión, se da una relación adversa entre Revelación – Razón, puesto que la fe pone al límite
a la razón, porque el hombre no es capaz con su intelecto a la hora de interiorizar los presupuestos
de la fe, pero hay que aclarar que para Santo Tomás la fe es razonable y que viene en su ayuda
para complementarla.
Un puesto singular en este largo camino corresponde a santo Tomás, no sólo por el
contenido de su doctrina, sino también por la relación dialogal que supo establecer con el
pensamiento árabe y hebreo de su tiempo. En una época en la que los pensadores
cristianos descubrieron los tesoros de la filosofía antigua, y más concretamente
aristotélica, tuvo el gran mérito de destacar la armonía que existe entre la razón y la fe.
Argumentaba que la luz de la razón y la luz de la fe proceden ambas de Dios; por tanto,
no pueden contradecirse entre sí.
El evangelio nos ha sido dado de manera progresiva: anunciado por los profetas,
promulgado por Cristo y predicado por los Apóstoles. De esta manera, el evangelio es la
única fuente de toda verdad saludable y de toda disciplina de costumbres. Este evangelio
se contiene en los libros inspirados de la Sagrada Escritura y en las Tradiciones no
escritas. El Concilio recibe con igual piedad y respeto la Sagrada Escritura y la Tradición
(Ruiz, 1994, p. 97).
Aunque no utiliza el término “revelación”, sino “evangelio” (Ruiz, 1994, p. 97). En fin,
Trento enseña que la Revelación, denominada “evangelio”, es la doctrina anunciada por los
profetas, promulgada por Cristo (Sagrada Escritura), transmitida por los Apóstoles (Tradición) y
conservada en la Iglesia (Magisterio).
Adentrándonos un poco más en la edad moderna, vemos cono hito principal la Ilustración
en conjunto con el racionalismo, se dio una grave contraposición entre los conceptos de la
Revelación natural (la razón) y la Revelación sobrenatural (la fe), esto lleva a afirmar al
racionalismo que: no existe la Revelación sobrenatural, anteponiendo la lógica y la sola razón, en
este caso es aceptada exclusivamente la revelación natural solamente, esto bebe del pensamiento
de Descartes y sus seguidores, pero no descartan la posibilidad de la revelación sobrenatural
(Rendón, Agosto 1 de 2017, comunicación personal).
También el racionalismo creo un semi racionalismo, que intentó conciliar las dos
revelaciones, pero a pesar de estos valiosos intentos no se conciliaron estos dos modos de ver la
revelación, puesto que se afirmaba que Dios se reveló de manera sobrenatural para completar la
revelación natural, puesto que había quedado incompleta, a este postulado la Iglesia no lo acepto,
porque Dios nunca necesitó de una revelación sobrenatural para ser perfecto, además los semi
racionalistas fueron vetados entre los que se encuentran Gunther y Hermes. Otros en sus
infructuosos intentos se volvieron luteranos y por tanto fidelistas (Rendón, Agosto 1 de 2017,
comunicación personal).
1. Idealismo: Hegel, defiende la revelación Natural porque Dios es captado por la razón
2. Deísmo: aceptan la revelación natural infaliblemente
3. Al llegar por esa vía a conclusiones que resultaban, en ocasiones, inconciliables con la
fe, se producían crisis y se abrían paso, como ya había ocurrido en el protestantismo
liberal, planteamientos en los que se postulaba una separación entre el dato histórico y el
objeto de fe. La separación entre el hecho exterior (historia) y el hecho interior (fe,
experiencia), permitía una autonomía absoluta tanto a la investigación crítica como a la
experiencia. Pero el precio que se pagaba por ello era, en último término, la disolución de
la fe (Izquierdo, 2008 p. 167).
Para esto el Concilio Vaticano I en el año de 1870 responde a toda esta problemática.
1.5 LA REVELACIÓN EN EL CONCILIO VATICANO I (1870). REVELACIÓN
DESDE LA RAZÓN
Rene Latourelle (1995), comenta que los documentos eclesiales del Concilio Vaticano II y
la doctrina allí contenida enseñan con relación a la revelación los siguientes aspectos
fundamentales:
1. La revelación es una acción en la que toda la Trinidad se hace participe. El Padre tiene
la iniciativa, el Verbo encarnado, media y el Espíritu mueve el corazón del hombre y lo
inclina a Dios. La Revelación es iniciativa de Dios para el hombre (p. 390).
2. Dios entabla un diálogo con el hombre a lo largo de la historia, por lo que la Revelación
es una palabra a la que se responde desde la fe. La Revelación se realiza por la unión
íntima de obras y palabras. La Revelación alcanza en Cristo su máxima concentración.
Cristo revela al Padre a través de los recursos de la expresión humana (p. 391).
3. La Revelación comienza en los albores de la humanidad y se va realizando a lo largo
de la historia, alcanzando su término y perfección en Jesucristo, quien es el mediador y
plenitud de la Revelación. Los apóstoles han transmitido a la Iglesia el evangelio que
Cristo proclamó (p.392).
4. Hay verdades que el hombre desde su razón puede comprender, pero los misterios
escondidos en Dios solamente pueden ser conocidos por la revelación positiva, ya que
superan la inteligencia humana y creada. Estos misterios no son contrarios a la razón; por
la analogía se pueden conocer, pero no comprender del todo, estos son misterios que solo
el Espíritu conoce (p.393).
5. La Revelación es conocida con diversos nombres, sin embargo, se distingue de
cualquier otro saber humano, es doctrina de salvación, es un mensaje que mantiene viva
la esperanza (p.393).
6. La Revelación nos viene dada por la Escritura y la Tradición, íntimamente unidas entre
sí, estas son Palabra de Dios, confiada a los apóstoles y transmitida a sus sucesores
(p.394).
7. El oficio de interpretar el depósito de la fe (Escritura y Tradición), pertenece
exclusivamente al magisterio, quien lo guarda, conserva, expone y declara (p.395).
8. La Revelación cuenta con características:
a. Interpersonal: la Revelación sobrenatural es palabra de Dios diálogo y mensaje. La
Revelación es personal y pide respuesta personal en la fe.
b. Gratuita: nace del amor de Dios y es gracia del don que Él mismo comunica.
c. Social: El ser humano no es solo individuo, sino también sociedad. La Revelación es
destinada a toda la humanidad, dirigida a una unidad, a una colectividad. Esta se da por
ministerios, primero a los profetas y apóstoles.
d. Histórica: comienza en los orígenes del mundo, crece a lo largo del Antiguo
Testamento, culmina con cristo y los apóstoles, realizada por Dios a lo largo de los siglos.
e. Encarnada: Se acomoda a las comprensiones de la humanidad. Por la carne de Cristo y
por la carne de sus palabras nos llega el testimonio de Dios.
f. Doctrinal y realista: la Iglesia habla de la Revelación en sentido objetivo, la cual termina
encajándose a la realidad.
g. Salvífica: su propósito es la salvación de todos los hombres. Dios nos habla para
asociarnos a su vida trinitaria. (p.p 395-397)
9. La fe es la respuesta del hombre a la Revelación, a través de ella el hombre asiente lo
que Dios ha dicho y se adhiere a su palabra. Esta respuesta es un don de Dios que ilumina
su inteligencia para creer en la verdad. (p. 398).
El Vaticano I entiende la Revelación desde la razón, por lo cual se caracteriza por una
reflexión de corte más racionalista. Es allí donde se utiliza por primera vez el término Revelación
y en sus intereses, el resultado de la acción reveladora supera la acción reveladora original, por lo
que el objeto de dicha acción está en el contenido de la doctrina de la fe. Para contrarrestar las
teorías panteístas y deístas de la época, el Vaticano I, declara el hecho de la revelación
sobrenatural, su conveniencia y su objeto. De hecho “el Vaticano I se propuso con toda certeza
salvaguardar el sentido bíblico y neotestamentario de la auto manifestación de Dios aportando una
formulación dogmática susceptible de ser reinterpretada de forma trascendental y personalista”
(Izquierdo, 1999, pág. 281).
El contexto que rodea al Vaticano I y, por ende, su respuesta en la Constitución Dogmática Dei
Filius, puede comprenderse en los siguientes puntos: 1. Respuesta al deísmo y progresismo
imperante en la época. 2. Reducir la revelación a un sentimiento religioso universal. 3. Defender
el hecho de la Revelación sobrenatural. Latourelle (1996), indica que “el hombre tiene dos caminos
para conocer a Dios: de una forma ascendente, que parte de la creación, a través de la razón; o
descendente”, donde Dios se comunica al hombre, dándose a conocer a sí mismo, tal como lo
plantea el mismo autor al afirmar que “Dios tuvo la inicativa de la Revelación […],
el hombre por su parte responde a dicha Revelación por su fe, no por la razón y en un sentido
activo, como acción de Dios que desea la salvación del hombre” (p.295).
Contribuciones:
Esta acción revelada de Dios en Jesucristo, media el encuentro entre Dios y el hombre. De
allí que esta realidad comprenda palabras y acciones, obras y doctrinas, conocimiento y voluntad.
Dios se ha revelado en Cristo, pero este acontecimiento se prolonga en la vida, enseñanza y culto
de la Iglesia, por lo que la Revelación sigue teniendo una dimensión escatológica.
Referencias
Feiner, J., Löhrer, M., (1969), Mysterium Salutis. Manual de teología como historia de la
salvación, Madrid, Ediciones Cristiandad.
Esta tesis fue preparada en el 6 de agosto de 2019 por: Hna. Mónica Hincapié, María del Pilar
Mesa, Fray Jesús Bedoya TC, Oscar Daniel Botero, Diácono Laureano Castaño, Fray Silvestre
Bini TC, Fray Helmer Rendón TC, Rvdo. Jhon Camilo Zapata y Juan Pablo Zapata.