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TEMA 1.
LA REVELACIÓN
La Revelación. Naturaleza de la Revelación; Dios se revela en la creación; el Dios que elige; la palabra
reveladora; frutos de la revelación.
1. NATURALEZA DE LA REVELACIÓN
1.1. Introducción
Un Dios que habla a los hombres. El Dios de la Biblia es un Dios que entra en comunicación con los hombres y les
habla. Bajo modalidades diversas, la Biblia describe la iniciativa tomada por Dios de comunicar con la humanidad por
medio de la elección del pueblo de Israel. Dios hace oír su Palabra, sea directamente, sea sirviéndose de un portavoz.
1.2. Antiguo testamento
Dios se manifiesta a Israel como Aquél que le habla. La palabra divina toma la forma de promesa hecha a Moisés de
hacer salir de Egipto al pueblo de Israel (Ex 3,7-17), promesa que está en continuidad con las que había hecho a los
patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob para sus descendientes. 46 Es también la promesa que recibe David en 2 Sa 7,1-17
sobre un descendiente que le sucederá en el trono.
Después de la salida de Egipto, Dios se compromete con su pueblo en una alianza en la que toma dos veces la
iniciativa (Ex 19 24; 32 34). En ese contexto, Moisés recibe de manos de Dios la Ley, designada a menudo como "
palabras de Dios ",47 que él debe transmitir al pueblo.
Como portador de la palabra de Dios, Moisés será considerado como un profeta48 y aún más que un profeta (Nu 12,6-
8). A lo largo de la historia del pueblo, los profetas son conscientes de transmitir la palabra de Dios. Los relatos de
vocaciones proféticas muestran cómo la palabra de Dios aparece, se impone con fuerza e invita a una respuesta.
Profetas como Isaías, Jeremías o Ezequiel reconocen la palabra de Dios como un acontecimiento que ha marcado su
vida.49 Su mensaje es mensaje de Dios; acogerlo es acoger la palabra de Dios. Aunque choca con resistencias por obra
de la libertad humana, la palabra de Dios es eficaz: 50 es un poder que actúa en el corazón de la historia. En el relato de
la creación del mundo por Dios (Gn 1), se descubre que para Dios decir es hacer.
1.3. Nuevo testamento
prolonga y profundiza dicha perspectiva. En efecto, Jesús actúa como predicador de la palabra de Dios (Lc 5,1) y
recurre a la Escritura; es reconocido como profeta, 51 pero es más que un profeta. En el Cuarto Evangelio, el papel de
Jesús se distingue del de Juan Bautista por la oposición entre el origen terrestre del segundo y el origen celestial del
primero: " El que viene del cielo [ ] da testimonio de lo que ha visto y oído, [ ] aquel a quien Dios ha enviado habla
palabras de Dios " (Jn 3,31.32.34). Jesús no es un simple mensajero; ha dejado transparentar su intimidad con Dios.
Comprender la misión de Jesús, es tener conciencia de su condición divina. " Yo no he hablado por mí mismo “, dice
Jesús; " lo que yo he hablado, lo he dicho como el Padre me lo ha dicho a mi " (Jn 12,49.50). A partir de este vínculo
que une a Jesús con el Padre, el Cuarto Evangelio confiesa a Jesús como el Logos, " la Palabra ", que " se ha hecho
carne " (Jn 1,14).
El principio de la Carta a los Hebreos resume perfectamente el camino recorrido: Dios que " en otro tiempo había
hablado a los padres por los Profetas ", " nos ha hablado a nosotros por su Hijo " (He 1,1-2), aquel Jesús del que nos
hablan los Evangelios y la predicación apostólica.
2. DIOS SE REVELA EN LA CREACIÓN
“La palabra creación expresa el modo como según la revelación bíblica el mundo y todas sus realidades tienen en Dios
su origen, su fundamento originario y su meta definitiva. Por consiguiente, puede designar, en sentido activo, la acción
creadora de Dios y, en sentido pasivo, la totalidad del mundo” (sacramentum mundi, Enciclopedia Teológica,
editorial Herder, Barcelona, 1982. Tomo 2. Pag. 4.)
La creación de todo lo que existe es un acto de bondad y de amor por parte de Dios 1. El mundo aparece como
“fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado y liberado por Cristo” 2.
El centro de la creación es el hombre, obra de un Dios bondadoso, tal como lo expresa el Midrash: “Soy bondadoso y
perseverante y estoy dispuesto a crear al hombre a pesar de sus fallas” 3. Dios no necesitaba crear porque en sí mismo
contiene todas las perfecciones, pero crea al hombre porque lo ama a pesar de sus limitaciones.
1
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, Librería Editrice Vaticana 1997 n°
16.
2
CONCILIO VATICANO II, Gaudium et Spes, n° 2.
3
R. M. WEISSMAN, El Midrash dice: el libro del Bereshit. Editorial Bnei Sholem. Buenos Aires 1994. Pág.
44.
2.1. La Revelación
“Muchas veces y de varios modos habló Dios por boca de sus santos profetas, pero al fin de estos días nos ha
hablado por medio de su Hijo” (Hb 1,1-2). Estas palabras determinan la diferencia esencial entre la revelación del AT
y del NT., pues la cualidad esencial de toda revelación bíblica es que por ella nos habla Dios y, a la vez, se reveló por
medio de sus profetas, ya que estos eran en efecto eran la boca de Dios; y se les estaba confiada la palabra de Yahvéh.
La revelación es la palabra de Dios definida a la historia, y como palabra fiel, historia de la palabra de Dios en el
hombre.
La escritura del Antiguo Testamento no piensa en Dios mediante categorías abstractas. Dios solo es conocido si él se
da a conocer, si quiere revelarse (Dt 4, 32ss), porque se ha manifestado a Israel (Sal 147, 19s). (sacramentum mundi,
Enciclopedia Teológica, editorial Herder, Barcelona, 1982. Tomo 6. Pag.80)
Dios revela su voluntad en la Ley. Se ve claro que esta forma de revelar se extiende como algo permanente y continuo
a lo largo del tiempo. El Antiguo Testamento considera la historia como una firme y constante manifestación de Dios,
pues Él se revela como Señor justo y clemente en la elección, gobierno y protección de su pueblo, en el gobierno del
mundo y su soberanía sobre todos los pueblos. Como promesa para todos los hombres de Israel y para todos los
pueblos.
Dentro del Nuevo Testamento la revelación se da a través del Hijo de Dios y por Él es única, tanto en el sentido de
que Jesús es el único mediador de la revelación como en el que Él, en su persona, su doctrina y su obra redentora
forman un objeto único de la revelación. “Jesús es la revelación de Dios porque trae el cumplimiento de todas las
promesas; pero lo trae en una historia de salvación cuyas obras, como obras de Dios, se extienden desde el Antiguo
Testamento hasta la acción decisiva de la reacción de Jesús, en la que a su vez se anticipa la resurrección –todavia
venidera- de los creyentes en la revelación.” (sacramentum mundi, enciclopedia teológica, editorial Herder,
Barcelona, 1982. Tomo 6. Pag. 85.)
Las expresiones paulinas para significar la revelación, son sobre todo apocalípticas (apocaliptein, propiamente
revelador, y faneroin (poner de manifiesto, dar a conocer, mostrar). Pues la terminología paulina sobre este tema
“misterio”- que estuvo “oculto” y ahora se ha “revelado” y por ende da “sabiduría” espiritual- no fue tomada de las
religiones helenísticas de misterios, sino que pueden explicarse perfectamente por el lenguaje del judaísmo posterior
sobre la sabiduría y el género apocalíptico4.
Los diferentes relatos sobre la creación no pretenden hacer una narración cronológica, sino mostrar a Dios como
creador del mundo y del hombre5.
La tesis que domina todo el libro del Génesis y toda la Sagrada Escritura es Gn 1, 1 que relata el acto de creación
divina: “En el principio Dios creó el cielo y la tierra”. La bondad de la creación es tan grande que se repite siete veces,
constituyendo uno de los estribillos (Gn 1, 4-31). Pero la afirmación de Dios creador recorre toda la Sagrada Escritura,
como en (Ex 14, 21), donde Dios tiene poder sobre el viento y el mar. Además se confiesa a Dios como aquel que ha
hecho el cielo y la tierra 6. La acción creadora funda y asegura la salvación esperada, expresada en la oración y los
oráculos proféticos7.
El Dios que crea el mundo y también crea al hombre (Gn 2, 7) y le da un dominio sobre la creación, además de
mostrar su solicitud por él.
Importante es también la afirmación de 2 Mac 7, 28, en la que madre de los siete hermanos exhorta al último: “Yo te
conjuro, hijo mío, mira el cielo y la tierra, contempla todo lo que hay en ellos y reconoce que Dios no los ha creado a
partir de las cosas existentes” cuya traducción en latín es “peto nate aspicias in caelum et terram et ad omnia quae in
eis sunt et intellegas quia ex nihilo fecit illa Deus et hominum genus”. De hecho se deduce que Dios ha creado todo,
ex nihilo, es decir de la nada. Asimismo, la fe en un Dios creador, victorioso de las fuerzas del cosmos pasó a ser
inseparable en un Dios salvador del Pueblo de Israel y de cada individuo.
Corresponde al relato sacerdotal, junto con el estribillo “vio Dios que era bueno” (Gn 1, 4.12.18.21.25.31) que en la
creación se ha manifestado el poder, la grandeza y bondad de Dios 14. Dios actúa a través de su palabra poderosa,
instaura el sábado en la historia de la salvación como don de Dios y fin de la creación.
El primero pertenece a un desarrollo avanzado de redacción y ambos están llenos de agudeza y riquezas. No teniendo
intención realista, sino que es necesario una mirada teológica que busca discernir las intenciones de Dios que sirven de
base al mundo y que iluminan los misterios de la condición humana15.
8
GERHARD VON RAD, Teología del AT. Teologías de las Tradiciones Proféticas de Israel, Tomo II. 7ª Edición.
Ed Sígueme. Salamanca 2000. pp. 433-459.
9
Gn 8,21; Sal 74, 16.
10
Gn 2,5ss; 1S12, 17.
11
Sal 22,10;139, 13-15.
12
M. QUESNEL Y P. GRUSON, La Biblia y su cultura. Antiguo Testamento. Editorial Sal Terrae. España 2002.
pp. 40-47.
13
MÜLLER, o. c. n° 17. Pág. 175.
14
KARL HERMANN SCHELKLE, Teología del Nuevo Testamento II, Dios estaba con Cristo. Ed.Herder.
Barcelona 1977. Pág. 32.
15
QUESNEL Y GRUSON, o. c. n° 25. Pág. 39.
Aborda de forma distinta la creación, el texto es anterior al destierro (s. VIII). El horizonte no es el cosmos, sino el
mundo humano cotidiano. El relato está centrado en la creación del hombre y de la mujer. La confección en el último
relato de una túnica de piel es prueba de que Dios sigue mostrándose providente, es decir, solícito a la pareja que ha
creado16.
Según el relato del AT, Yahvéh no solo es el Señor de la historia de Israel y de las naciones, sino el creador del
mundo.
En el Nuevo Testamento se da la nueva creación, pues el que está en Cristo, es una nueva creación: pasó lo viejo, todo
es nuevo18.
La creación del hombre, según el Génesis, fue realizada después de la creación del mundo. Pero la revelación en
Cristo nos trae un nuevo dato expresado en el himno a Dios creador de Ef. 3,10 donde se afirma: “Él nos eligió en la
persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables por él en el amor… éste
es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra”. El hombre ha sido creado desde antes del mundo y ha
sido creado y destinado a participar en Cristo de la divinidad, participación que se realiza en la Iglesia. El himno a
Cristo de San Pablo a los Col 1, 12- 20 lo expresa de forma maravillosa: “Él es imagen del Dios invisible,
primogénito de toda creatura; pues por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e
invisibles, anterior a todo, y todo se mantiene en Él. Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia”
Ese encuentro con Cristo lo transformó hasta tal punto que dice al respecto: “He muerto” (Ga 2, 19; Rm 6). Ha
llegado a ser nuevo, otro, porque ya no vive para sí mismo y en virtud de sí mismo, sino para Cristo y en él. Sin
embargo, con el paso de los años, vio que también este proceso de renovación y transformación continúa durante toda
la vida. Llegamos a ser nuevos si nos dejamos modelar por el Hombre nuevo: Jesucristo. Él es el Hombre nuevo por
excelencia. En él se ha hecho realidad la nueva existencia humana, y nosotros de verdad podemos llegar a ser nuevos
si nos ponemos en sus manos y nos dejamos modelar por él.19
2.3.1. Evangelios
En la predicación sinóptica se alude muy poco a la doctrina de la creación. Está en primer plano la salvación presente,
y la creación solo aparece algunas veces como trasfondo. (sacramentum mundi, Enciclopedia Teológica, editorial
Herder, Barcelona, 1982. Tomo 2. Pag. 9). La afirmación de un Dios creador parece tan clara que no merece
demostración, por ello, en los Evangelios no se hace mucha referencia. Mt 19,4 “¿No habéis leído que aquel que al
principio creó al linaje humano, creó un solo hombre y una sola mujer?” Haciendo referencia a Gn 1, 27, respecto a
la creación del hombre y de la mujer. Mc 13, 19 “el principio de la creación por obra de Dios” y Mt 13, 35 “de
cosas escondidas desde la fundación del mundo”. Asimismo, la predicación de Jesús está impregnada de una
preocupación de Dios por los hombres, desde su alimentación y vestir 20, que hace salir el sol sobre buenos y malos 21.
16
QUESNEL Y GRUSON, o. c. n° 25. Pág. 347.
17
SCHELKLE, o. c. N° 27. Pág. 32.
18
2 Co 5,16 – 17.
19
Benedicto XVI, Homilía de clausura del año Paulino, 28 de junio de 2009.
20
Mt 6, 25-26.
21
Mt 5, 45.
La providencia de Dios se ejerce sobre todos, lo cual hace buscar en sus discípulos el Reino de Dios 22. El mundo es el
lugar donde el hombre espera su salvación.
El cuarto evangelista hace una afirmación contundente, haciendo referencia al Génesis donde se afirma que Dios creo
todo con su Palabra, con su Verbo, “En el principio era el Verbo… el Verbo era Dios” (Jn 1, 1-3), Cristo también es
partícipe de la creación – como lo diremos posteriormente hablando de los escritos paulino – aunque los hombres no
lo recibieron, esto no impide que se realice el plan de salvación de Dios: “tanto amó Dios al mundo que entregó a su
Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” 23. Asimismo, después de la
resurrección, Cristo sopló sobre los discípulos el Espíritu Santo, renovando el acto de la creación del hombre. Con lo
que se afirma que la nueva creación será obra del Espíritu Santo.
2.3.3 Apocalipsis
En el Apocalipsis el final de la historia, la victoria sobre las fuerzas del mal irá acompañada por la aparición de una
nueva creación (22,5). Asimismo, la resurrección de Cristo es entendida como la inauguración de una nueva creación,
más fuerte que el pecado. La resurrección demostró en realidad, que el amor divino había logrado la victoria y
obteniendo para todos el perdón de los pecados y una vida nueva.
El hombre es transformado por la redención en Cristo resucitado y en la consumación escatológica, cuyo centro es el
discurso de los “cielos nuevos y la tierra nueva” (Ap21, 1). Cristo hace todo nuevo “ He aquí que yo hago nuevo todas
las cosas” (Ap21, 5) relacionado a Gn1, 1. Dicho cambio no es la aniquilación de la vieja tierra, sino su
transformación.
El Cántico a Dios de Ap19, 1 – 10 que rezamos en cada una de las cuatro semanas en la que se articula la liturgia de
las Vísperas es llamado “las bodas del Cordero”, donde la meta definitiva – afirma Juan Pablo II – a la que nos
conduce el último libro de la Biblia es el encuentro nupcial entre el Ángel, que es Cristo, y la esposa purificada y
transfigurada, que es la humanidad redimida. La expresión “la boda del Cordero” se refiere al momento supremo de la
intimidad entre la criatura y el Creador, en la alegría y en la paz de la salvación 27
El himno celestial tiene una parte negativa y otra positiva. La negativa se refiere a la ruina de la “ gran prostituta”, de
cuyo interior asolado sube “una humareda por los siglos de los siglos”, como un tiempo subió también de Sodoma y
Gomorra (Gn19, 28).28
La segunda parte se refiere a “las bodas de Cordero”. Los cánticos expresan el ambiente gozoso de una boda; el
triunfo final reviste el aspecto íntimo de la unión total de Cristo y de su Iglesia. A pesar de todas sus debilidades la
Iglesia “se ha Preparado. Se ha mantenido a pesar de todos aquellos que la declararon liquidada. No ha aceptado los
partidos ventajosos que se le ofrecían. Ha rehusado obstinadamente ser la amante del César. Ha guardado fidelidad a
pesar de la tardanza del novio.
Todo el Apocalipsis deja para el marco celestial el resplandor de la Iglesia y el lujo de la liturgia. Mientras se va por el
desierto, camino de la tierra prometida, se lleva el hábito ceñido y el bastón en la mano, para estar dispuestos a la
lucha por la supervivencia (cf. Ex12, 11).se trata, en efecto, del “paso”, de la Pascua del Señor. Es una situación
transitoria. Por eso la Iglesia no debe nunca instalarse ni en el tiempo ni en el espacio. Debe estar siempre en vela y
aguardando el día de su boda, al final de la Historia.
22
Mt 6, 33.
23
Jn 13, 1.
24
Rm 1, 20-21.
25
1, 15-20.
26
Rm8, 14; Jn 3,6; 1P 1, 3-23.
27
JUAN PABLO II, Audiencia General de la Biblia. Herder. Barcelona, 1963.
28
J. M. GONZÁLES RUIZ, Apocalipsis de Juan. Ed. Cristiandad. Madrid 1987. Pág. 178
3. EL DIOS QUE ELIGE
4. LA PALABRA REVELADORA
5. FRUTOS DE LA REVELACIÓN