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La protección jurídica del medio ambiente


como derecho colectivo:
una apuesta por la dignidad humana

Carlos José Lasprilla Villalobos*

Resumen
El presente texto corresponde a una investigación realizada en
Fecha de aceptación: 3 de Septiembre de 2012

el marco del estudio del Derecho Ambiental como asignatura


Fecha de recepción: 10 de Agosto de 2012

de pregrado en la Universidad Javeriana. Al reflexionar sobre el


derecho colectivo al medio ambiente en el sistema colombiano,
se exploran los orígenes históricos del derecho ambiental, sus
consecuencias en Colombia y las consideraciones para la protección
del medio ambiente, como derecho colectivo al medio ambiente
sano, en la Constitución colombiana de 1991. Luego de evaluar la
aplicación práctica de la protección a través de la jurisprudencia, se
afirma a modo de conclusión que la protección del medio ambiente
contribuye a la construcción de la dignidad humana.

Palabras clave: derecho ambiental, derecho constitucional,


protección de derechos, derechos colectivos, acciones populares,
dignidad humana.

* Estudiante de noveno semestre de Derecho en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá,


Colombia.

Univ. Estud. Bogotá (Colombia) N° 9: 211-234, enero-diciembre 2012

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Environment protection as a collective


right: a commitment with the human rigth
Abstract
This paper is the product of the research regarding the study of
Environmental Law in the undergraduate Law Studies course at
Javeriana University Law School. After pondering the subject of the
collective right to the environment in the Colombian legal system,
the historical origins and consequences are considered, as well as
the considerations for the environmental protection resulting from
the collective right to a healthy environment from the Colombian
Constitution of 1991. After analyzing the actual protection given
by judicial decisions, this paper concludes with the way in which
protecting the environment contributes to the consolidation of the
human dignity.

Key words: environmental law, constitutional law, right’s


protection, collective rights, popular actions, human dignity.

1. Introducción
Se afirma que el jefe Seattle, líder de las tribus indígenas norteamericanas
Duwamish y Suquamish, a propósito de la propuesta del gobierno de los
Estados Unidos para la compra de los terrenos de su tribu por parte del gobierno
americano en el año de 1855, dirigió una carta al presidente Franklin Pierce
donde afirmaba: “Lo que suceda con la tierra tendrá efecto sobre los hijos de la
tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida, él es simplemente uno de sus hilos.
Todo lo que le haga al tejido, se lo hará a sí mismo”1.

Más de ciento cincuenta años después, cuando gracias a los avances a gran
escala en la ciencia y la industria el ser humano puede efectivamente afectar el
equilibrio natural del planeta, y este ha experimentado el periodo más caliente
en cuatrocientos años, la temperatura de los polos ha doblado la del promedio
del resto del planeta en quince años, el ártico amenaza con derretirse para el
verano del año 2040 y grandes cantidades de especies están en riesgo por el

1. El contenido de dicha carta se ha convertido en parte de la cultura popular estadounidense en


materias ambientales, aunque se duda de las circunstancias que la rodean. Véase: Jerry L. Clark,
Thus Spoke Chief Seattle: The Story of an Undocumented Speech, 18, Prologue Magazine, 1
(2012). Recuperado en: www.archives.gov/publications/prologue/1985/spring/chief-seattle.html,
el 1 de marzo de 2012.

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calentamiento global2, entre otros problemas ambientales, cabe preguntarse si


los hijos de la tierra son conscientes de los efectos que tienen sus actividades
sobre la tierra que los sostiene.

Erróneamente hay quienes consideran que el cuestionamiento sobre las


consecuencias ambientales del desarrollo del ser humano en sociedad compete
exclusivamente a la ecología y sus áreas afines. Abordar la situación con miras
al sostenimiento del planeta tierra para garantizar la supervivencia no solo de las
generaciones futuras de seres humanos sino de las demás especias que lo habitan,
debe ser un trabajo integrado de todas las ciencias que, paradójicamente, le han
permitido al ser humano tanto su desarrollo como el perjuicio al medio ambiente
a gran escala.

El derecho no puede ser y no ha sido ajeno a este fenómeno. Desde la


década de los años setenta del siglo pasado, movimientos ambientalistas
internacionales han marcado la pauta en la protección del medio ambiente a
través de la producción normativa ambiental supranacional y han pretendido
positivizar las protecciones para lograr en ellas la fuerza de las normas jurídicas.
Con mayor o menor grado de efectividad, según el caso, los países en general
han adoptado diversas normas y niveles para la protección del medio ambiente,
dando así origen a la disciplina del derecho ambiental.

Sin embargo, y como lo constatan los datos iniciales, el planeta está


cada vez más amenazado y deteriorado, lo que continúa poniendo en riesgo
la supervivencia de la especie humana. Dicha responsabilidad, en buena
medida, le cabe al derecho por no lograr la efectividad de sus cometidos y, en la
medida que el desarrollo inicial de la normativa ambiental se dio en el ámbito
supranacional, los críticos se han valido de la ineficiencia del mismo para criticar
su inaplicabilidad. Empero, no es posible desconocer la participación de cada
país y su regulación ambiental en el declive del planeta; el derecho ambiental
nacional juega un papel primario y es su responsabilidad la contención de las
afectaciones más inmediatas al ambiente.

En este panorama, Colombia ha protegido el medio ambiente siguiendo los


lineamientos internacionales desde la misma década de los años setenta del siglo
pasado, pero dio un salto definitivo en su Constitución de 1991 al consagrar,
desde una perspectiva antropocéntrica, el medio ambiente como un derecho
colectivo y contemplar mecanismos judiciales para su protección.

2. Global Warming Facts, National Geographic News, Junio 14 de 2007. Recuperado en http://news.
nationalgeographic.com/news/2004/12/1206_041206_global_warming.html el 3 de marzo de 2012.

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Por todo lo anterior, y desde el estudio del derecho con pretensión de


compromiso social, resulta conveniente preguntarse cómo ha protegido el
sistema normativo colombiano el derecho al medio ambiente sano, por qué lo
ha hecho de determinada forma y cómo, dentro del marco de la Constitución de
1991, la pretendida adecuada protección al medio ambiente ha contribuido a la
formación y respeto de la dignidad humana.

En atención a todo lo anterior, a través del presente se pretende hacer un


sucinto análisis al análisis del derecho colectivo al medio ambiente sano en el
ordenamiento jurídico colombiano, desde su génesis hasta su práctica.

Con tal fin, y tan solo a modo de contexto, se tocará la formación internacional
del derecho objetivo ambiental y el subjetivo al medio ambiente sano, de los
antecedentes en materia de protección jurídica ambiental en Colombia, de las
razones que llevaron al constituyente colombiano de 1991 a su consagración
como derecho colectivo y a la previsión de un mecanismo judicial para su
defensa, del desarrollo legal de las acciones populares en la ley 472 de 1998 y
su modificatoria Ley 1425 de 2010, y de su ulterior desarrollo3, para terminar
con un análisis de jurisprudencia del Consejo de Estado en materia de derecho
colectivo al medio ambiente..

Adicionalmente la presente investigación, en su aspecto normativo, no se


circunscribe exclusivamente a la exploración de las Leyes 472 de 1998 y 1425
de 2010. Aunque su objeto principal sean dichas manifestaciones normativas,
resulta imposible desconocer que son tan solo un eslabón más en el entramado
de disposiciones tendientes a garantizar la adecuada protección de los derechos
de los ciudadanos de acuerdo a la Constitución de 1991. El estudio de la Ley 472
de 1998 permite entender que dicha protección opera de forma bidireccional
en un sistema compuesto por sus inescindibles elementos normativos que se
entretejen y operan de forma vertical y horizontal.

3. Si bien el artículo 88 de la Constitución y el artículo 4 de la Ley 472 de 1998 definen como


colectivos una serie de derechos, dentro de los cuales podría resultar relevante para la perspectiva
ambiental el análisis del derecho a “El goce de un ambiente sano, de conformidad con lo
establecido en la Constitución, la ley y las disposiciones reglamentarias” (literal a, Ley 472
de 1998) y el derecho a “La existencia del equilibrio ecológico y el manejo y aprovechamiento
racional de los recursos naturales para garantizar su desarrollo sostenible, su conservación,
restauración o sustitución. La conservación de las especies animales y vegetales, la protección
de áreas de especial importancia ecológica, de los ecosistemas situados en las zonas fronterizas,
así como los demás intereses de la comunidad relacionados con la preservación y restauración
del medio ambiente;” (literal c, Ley 472 de 1998), el presente documento se enfoca en concreto
sobre la protección al medio ambiente sano como derecho colectivo.

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En el sentido vertical, se entiende que la Ley 472 de 1998 desarrolla el


artículo 88 de la Constitución y a su vez, diferentes disposiciones administrativas
la desarrollan (más en un sentido procesal que sustancial, acuerdos del Consejo
Superior de la Judicatura en su Sala Administrativa para garantizar la cumplida
ejecución de la ley). Así, bajo la teoría de las fuentes del derecho y el positivismo
jurídico planteado con rigor desde Kelsen, la subordinación de las disposiciones
normativas a la jerarquía del sistema, en virtud de los artículos 4º y 230 de la
actual Constitución colombiana, permite identificar con claridad la forma en que
los principios constitucionales descienden e iluminan el ordenamiento jurídico
subsiguiente.

De forma complementaria, y refiriéndose esta vez al sentido horizontal, las


acciones populares y de grupo que regula la ley en cuestión son tan solo otros de
los mecanismos de protección constitucional al ciudadano que ofrece la Carta
de 1991, pues esta entendió que tan importante protección debía darse por parte
de un conjunto. Como lo expresa el ex constituyente Esguerra Portocarrero al
referirse a los mecanismos de protección de raigambre constitucional: “[...]
hoy en día conforman un conjunto más o menos integrado y ordenado. Es el
conjunto que componen todas las herramientas de tipo jurídico concebidas y
dispuestas con el fin de afianzar y resguardar los derechos fundamentales a fin
de que no devengan en lánguidos discursos teóricos”4.

Posteriormente, se procede al estudio de la Ley 472 de 1998 a través de su


abordaje sistemático e integral con miras a entender con claridad la ubicación
de los mecanismos judiciales de protección de los derechos colectivos, las
acciones populares, su ubicación en el ordenamiento jurídico y sus efectos en la
protección del derecho al medio ambiente sano.

Para terminar, se exponen una serie de conclusiones en torno a la totalidad


de la normatividad analizada y el compromiso de Colombia en la protección al
medio ambiente.

2. La formación del derecho ambiental


y del derecho al medio ambiente
Si bien la historia da cuenta de diferentes acciones tendientes a la protección de lo
que hoy en día se entendería como el medio ambiente tales como el tratamiento

4. Esguerra Portocarrero, Juan Carlos (2005). La Protección Constitucional del Ciudadano, 12.
Primera edición, Legis, Bogotá.

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de aguas lluvias en Roma, los experimentos sobre la calidad del agua de Bacon
y Leeuwenhoek durante el renacimiento y el esfuerzo de recuperación de los
bosques tutelares de Rio por parte del emperador Dom Pablo Segundo en el
Brasil durante el siglo XIX5, la concepción de medio ambiente como objeto
de protección solo puede producirse, de acuerdo a Crawford, luego de la
segunda mitad del siglo XX con la conjunción de cinco hechos o características
determinantes; (i) la revolución industrial y la producción de residuos a gran
escala, (ii) el papel de la Segunda Guerra Mundial al incentivar la producción
y desarrollo de compuestos químicos sintéticos derivados en su mayoría de
petroquímicos, (iii) la migración masiva, a nivel mundial, de poblaciones hacia
los centros urbanos, (iv) el crecimiento exponencial de la población mundial
y (v) la concientización colectiva de la población sobre la relevancia de la
conservación del ambiente6.

Ya desde una perspectiva estrictamente normativa, la posibilidad de protección


jurídica del medio ambiente o al menos de sus elementos se le debe originalmente
al derecho internacional7. Desde los tratados internacionales bilaterales de finales
del siglo XIX (convenciones relativas a la pesca, a la protección de las aves
migratorias, a la protección de especies animales inofensivas al hombre y a las
aguas fronterizas8) se avanzó hacia la creación del primer organismo internacional
dedicado a temas ambientales, la Unión Internacional para la Protección de la
Naturaleza9 en 1948 y la realización de la Conferencia de las Naciones Unidas
para la Conservación y Utilización de Recursos10.

5. Crawford, Colin (2009). La promesa y el peligro del derecho medioambiental: los retos, los
objetivos en conflicto y la búsqueda de soluciones, en Derecho ambiental y justicia social, 30
(Colin Crawforde, 1a. ed., Siglo del Hombre Editores, Universidad de los Andes, Pontificia
Universidad Javeriana.
6. Crawford, Colin (2009). La promesa y el peligro del derecho medioambiental: los retos, los
objetivos en conflicto y la búsqueda de soluciones, en Derecho ambiental y justicia social, 42
(Colin Crawforde, 1a ed., Siglo del Hombre Editores, Universidad de los Andes, Pontificia
Universidad Javeriana.
7. Reconocido el derecho internacional como el mecanismo principal de protección, además de
una contribución notable y significativa, según la doctrina francesa. Véase: Laurence Boisson
de Cazournes, Richard Desgagné, Makane Moïse Mbengue et Cesare Romano, Protection
internationale de l’environnement, 12 (Editions A. Pedone, Paris, 2005).
8. Sands, Philippe (2004). Principles of International Enviromental Law, 28. Cambridge University,
Cambridge.
9. IUPN por sus siglas en inglés (International Union for the Protection of Nature), como una
organización internacional especializada dentro de la Organización de las Naciones Unidas.
10. UNCCUR por sus siglas en inglés (United Nations Conference on the Conservation and Utilisation
of Resources), con objetivos como el análisis del uso y conservación de los recursos naturales,
la educación para la conservación otros. Véase Philippe Sands, Principles of International
Enviromental Law, 32 (Cambridge University, Cambridge, 2004).

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Sin embargo, es tan solo a partir de la Conferencia del Medio Ambiente


Humano en Estocolmo, en junio de 1972 (cuando por primera vez se realiza
una conferencia internacional consagrada exclusivamente a la protección del
medio ambiente en una escala universal)11 que se inicia una acción susceptible
del calificativo de sistemático hacia la protección del medio ambiente, a pesar
de la no obligatoriedad para los Estados Parte de sus decisiones.

En el nivel comunitario europeo, por ejemplo, se aprecia cómo aunque el


tratado constitutivo de la Unión Europea –Tratado de Roma de 1957–, no hiciera
referencia alguna a la protección del medio ambiente, los Jefes de Estado y
Gobierno de los países europeos prometieron en la Cumbre de París de octubre
de 1972 la realización de una acción comunitaria para la protección del medio
ambiente, que devino en la aprobación del primer Programa Plurianual de medio
ambiente en noviembre de 197312.

Resulta aun más relevante para el objeto del presente documento la


exploración de cómo la influencia internacional, nacida de la citada Conferencia
de Estocolmo, desciende a la normatividad colombiana. Ello se da, sin duda y
al igual que en otros demás países, a través de la constitucionalización de las
premisas derivadas de dicho encuentro, lo que implica a la postre la expedición
de disposiciones de nivel legal y administrativo, así como la creación de
instituciones, todas medidas tendientes a la protección del medio ambiente bajo
los postulados de la Conferencia13.

Resulta particularmente importante la exploración de las constituciones


europeas para fines de la comprensión del fenómeno colombiano, habida
cuenta de la gran influencia que la Constitución colombiana tuvo de estas
expresiones del poder constituyente primario del viejo continente. Según Ruiz-
Rico Ruiz, pueden distinguirse dos etapas de penetración del ambientalismo
a las constituciones europeas; en las constituciones de la posguerra y en las
mediterráneas de las década de los setenta14.

11. Laurence Boisson De Cazournes, Richard Desgagné, Makane Moïse Mbengue et Cesare
Romano, Protection internationale de l’environnement, 1 (Editions A. Pedone, Paris, 2005).
12. Plaza Martín, Carmen (2005). Derecho Ambiental de la Unión Europea, 43. Tirant lo Blanch,
Valencia.
13. Tal como lo afirma Claudia Rojas al explorar el impacto de la cumbre de Estocolmo, en Claudia
María Rojas Quiñonez, Evolución de las características y de los principios del derecho ambiental
y su aplicación en Colombia, 42. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2004.
14. Ruiz-Rico Ruiz, Gerardo (2000). El derecho constitucional al Medio Ambiente, Tirant lo Blanch,
Valencia.

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Frente a las primeras, resulta posible el rastreo de algún ámbito de protección


al ambiente en la tutela del paisaje “paessagio” en el artículo 9° la Constitución
italiana de 1947, la protección de los recursos supeditada a la voluntad federal
en el artículo 74 original de la Constitución alemana de 1949 e incluso la
protección del individuo, la familia y las condiciones para su desarrollo en la
Constitución francesa de 195815.

En contraste, las constituciones que dicho autor llama “mediterráneas”


incluyen por primera vez la generación de derechos sociales y culturales; la
Constitución de Portugal de 1976 incorpora una concepción tridimensional del
derecho al medio ambiente, al entenderlo como derecho subjetivo, como deber
individual de conservación y como imposición a los poderes públicos16. Así
mismo, la Constitución Griega de 1974 con la obligación estatal de conservar
el ambiente en su artículo 24 y la Española con el derecho al medio ambiente,
consagrado en el artículo 45 de la Carta, enfocado a la corrección de los
desequilibrios del sistema económico-social17.

3. El derecho legal al medio ambiente en


Colombia antes de la Constitución de 1991
Si bien hoy en día en el ámbito colombiano hablar de derecho ambiental en
buena medida es desarrollar derecho constitucional, la regulación y protección
de los elementos constitutivos del medio ambiente por parte de normas jurídicas
en Colombia no es obra exclusiva de la Constitución de 1991.

Temprano en la República el libertador Simón Bolívar, dictó el Decreto del


Gobierno de 3 de julio de 182918, en la ciudad de Guayaquil. En este, luego de

15. Ruiz-Rico Ruiz, Gerardo (2000). El derecho constitucional al medio ambiente, Tirant lo Blanch,
Valencia.
16. De hecho el autor, sostiene que el artículo 52.3.1 de la Constitución Portuguesa consagra la
previsión de “mecanismos de acceso a los tribunales de justicia de los particulares y grupos
o asociaciones, en orden a reclamar la tutela judicial frente a las agresiones que se pueden
llevar a cabo contra el medio natural.” Gerardo Ruiz-Rico Ruiz, El derecho constitucional al
Medio Ambiente, 32 (Tirant lo Blanch, Valencia, 2000). La disposición constitucional expresa:
“Artículo 52. […] 3. Se otorga a todos, personalmente o mediante asociaciones de defensa de
los intereses en causa, el derecho de acción popular, en los casos y en los términos previstos por
la ley, incluyendo el derecho a reclamar en favor del lesionado o lesionados la correspondiente
indemnización, especialmente para: 1. Promover la prevención, el cese o la persecución judicial
de las infracciones contra la salud pública, los derechos de los consumidores, la calidad de vida,
y la preservación del medio ambiente y del patrimonio cultural.[…] ”.
17. Ruiz-Rico Ruiz, Gerardo (2000). El derecho constitucional al medio ambiente, 122. Tirant lo
Blanch, Valencia.
18. Publicado en la Gaceta de Colombia número 432 del domingo 27 de septiembre de 1829.

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reconocer la propiedad pública de los bosques de la República, el escaseo de la


madera y la necesaria conexión entre la satisfacción de la necesidad de madera y
la protección de los bosques, decretó una serie de medidas –dentro de las cuales
se incluyen una suerte de primigenia licencia ambiental– para la protección de
la madera como materia prima de los buques de guerra.

Luego, el Código Civil de 1886, fundado en el concepto de propiedad


privada del Código chileno que a su vez se surtía del Código Civil francés
napoleónico de 1803, dispuso en varios de sus artículos medidas tendientes a la
protección de recursos naturales, claramente desde la perspectiva del respeto a
la propiedad privada19 limitada tan solo por la ley o la utilidad común20. Así, por
ejemplo, en los artículos 994 sobre contaminación del aire, 918 sobre fuentes
de aguas y 892 y 893 sobre manejo de las propiedades ribereñas, se evidencia
una somera protección de algunos recursos naturales estatales, pero nunca en
contravía del derecho de propiedad privada y el paradigma de no intervención
estatal propio del Estado de derecho del momento21.

La evolución de la legislación de los recursos hasta el derecho ambiental


como sistema22 ha estado marcada por importantes hitos en legislativos durante
el siglo XX, dentro de los cuales sin duda el más relevante es la autorización
del Congreso de la República al Presidente a través de una ley de facultades
extraordinarias (Ley 23 de 1973) para la expedición de un código de recursos
naturales y el resultante Código de Recursos Naturales Renovables (decreto
2811 de 1974). Por primera vez se sistematizó un conjunto de normas que
garantizaran el uso de recursos comunes no renovables23.

19. Consagrado inicialmente en el artículo 669 del Código Civil como el derecho “real en una cosa
corporal, para gozar y disponer de ella arbitrariamente, no siendo contra ley o contra derecho
ajeno”.
20. Muy a tono con las disposiciones de los artículos 4° y 17° de la Declaración de los Derechos del
Hombre y el Ciudadano sobre los derechos inalienables y, entre ellos, la propiedad.
21. González Villa, Julio Enrique (2006). Derecho Ambiental Colombiano, tomo I, 42. Universidad
Externado de Colombia, Bogotá.
22. En las cuatro etapas, según las describe Horacio Rosatti, (que pueden a su vez describir el
proceso colombiano) a saber, (i) regulaciones normativas de recursos naturales específicos, (ii)
derechos subjetivos de recursos naturales específicos, (iii) derecho de los recursos naturales en
general y (iv) el surgimiento del derecho ambiental, a lo cual bien cabría complementar con la
constitucionalización de las premisas, en una tentativa quinta etapa. Véase: Horacio D. Rosatti,
Derecho Ambiental Constitucional (Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2007).
23. En buena medida gracias a la influencia de leyes similares en Inglaterra, Suecia, Estados Unidos,
Rumania, y Dinamarca. Julio Enrique González Villa, Derecho Ambiental Colombiano, tomo I,
68. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2006.

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4. ¿Por qué los derechos colectivos


en la Constitución de 1991?
Desde la perspectiva de la Constitución de 1886, el Estado colombiano se
instituía bajo la figura doctrinal de un “Estado de derecho”, caracterizado
por “una fría elaboración de esquemas de organización del poder en ramas,
creación de controles, de garantías ciudadanas formales”24.

Como resultado de lo que había sido una turbulenta evolución constitucional


durante el siglo XIX, de las ideas de un liberalismo jurídico criollo empecinado
aún en la protección vehemente de los derechos individuales del ciudadano25
y de las necesidades de unificación de la nación de final del siglo XIX26, la
Constitución de 1886 no prestó mayor atención a la consagración y garantías de
derechos diferentes a los, ya para el momento, clásicos y observados desde la
revolución francesa de 1789.

De esta forma, el Título III “De los derechos civiles y garantías sociales”
contemplaba una serie de principios generales y protección a: la libertad, seguridad,
inmunidad, propiedad, religión, educación, imprenta, correspondencia, industria
y propiedad, petición, reunión, asociación y estado civil27, en lo que pareciera
ser la subsunción del factor humano en el imperativo de unión nacional y, por
consiguiente, protección de la institucionalidad del Estado.

En ese panorama, la limitación al derecho de propiedad era difícilmente


justificable, menos aún en el inexistente concepto del medio ambiente.
Precisamente, no resultaba concebible estipulación alguna del tenor protector
del medio ambiente y menos de este como derecho colectivo, pues el concepto
de propiedad como derecho “fundamental” (si así puede llamárselo debido a su
importancia en la época) privada (e incluso del Estado) se regía más bien por los

24. Rodríguez Tobo, Javier (2008). La Corte Constitucional y el Control de Constitucionalidad en


Colombia, 254, 3a ed., Ediciones Ibáñez, Bogotá.
25. Igualdad, libertad de prensa, reunión, opinión y asociación y propiedad, entre otros, según
manifestó en su momento y en diferentes intervenciones el principal redactor de la Constitución
de 1886, Miguel Antonio Caro. Véase: Miguel Antonio Caro, Estudios Constitucionales, primera
edición, Editorial Iqueima, Bogotá, 1951, págs. 53-58
26. Véase: Hernando Valencia Villa, Cartas de Batalla: una crítica al constitucionalismo
colombiano, 165-170, primera edición, Panamericana Editorial, Bogotá, 2010; Luis Carlos
Sáchica, La contrarrevolución restauradora de 1886, en Historia Constitucional de Colombia
Siglo XIX, tomo I, 273-331. Jaime Vidal Perdomo, primera edición, Academia Colombiana de
Jurisprudencia, Bogotá, 2010.
27. Restrepo Piedrahita, Carlos (2004). Constituciones Políticas Nacionales de Colombia, 3a. ed.,
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, págs. 387-430.

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límites casi intactos que el derecho romano había determinado en su uso, frutos y
disposición28 y mal que bien se mantenían en el Código Civil (adoptado del Código
Civil de Cundinamarca de 1859 inspirado en las redacciones de Andrés Bello).

La Constitución de 1886 fue sistemáticamente reformada a lo largo del siglo


XX logrando matizar su carácter individualista y abriendo la puerta para que el
influjo de las ideas sobre Constitución dominantes en cada momento iluminase
la norma superior del ordenamiento colombiano. Así, el establecimiento de la
propiedad como una función social (Acto Legislativo 1 de 1936), la extensión
del derecho activo y pasivo al sufragio al género femenino (Acto Legislativo 3
de 1954) o la modificación tendiente a permitir la elección directa de alcaldes
(Acto Legislativo 1 de 1986) son todas muestras de cómo el texto de 1886 cedió
ante nuevos influjos constitucionalistas de orden mundial.

Para 1991, en atención a la acumulación de hechos que generaron el


establecimiento de una Asamblea Nacional Constituyente y la consecuente
derogatoria de la Constitución de 188629, la nueva Constitución recogió
el influjo alemán del “Estado social de derecho” en su concepción según
Herman Heller, para el cual el término igualdad se deja de tratar de manera
estrictamente formalista en las relaciones reales de poder y se aborda el sentido
material, dándole a los débiles una protección especial que los equilibra con los
socialmente favorecidos a partir de un Estado interventor30.

Bajo el paradigma guía del Estado social de derecho, traducción


institucional de la garantía de la dignidad humana31 como fin principal del

28. Al respecto véase el estudio de los derechos reales en el derecho romano de Petit en: Eugène
Petit, Tratado elemental de Derecho Romano, primera edición, Ediciones Esquilo, Bogotá, 2002,
pág. 230.
29. Véase: Manuel José Cepeda Espinosa, Polémicas Constitucionales, 1ra ed., Legis, Bogotá, 2007.
30. Sobre el concepto de Estado social de derecho véase: Pablo Lucas Verdú, La lucha por el Estado
de derecho (Publicaciones del Real Colegio de España, Bolonia, 1975).
31. En el sistema constitucional colombiano todas las instituciones orgánicas responden a necesidades
de los elementos de la parte dogmática (como lo desarrolla la sentencia T-406 de 1992 de la Corte
Constitucional M.P. Ciro Angarita Barón). Además, se incorpora el elemento del Estado social
de derecho como aquella particular concepción dogmatico-jurídica que explica la necesidad de
intervención del Estado en la realidad social, bajo una serie de parámetros legales predefinidos,
con miras a alcanzar el respeto por la dignidad de las personas como centro del Estado social
de derecho. Véase: Jesús González Pérez, La dignidad de la persona, 17-28 (Real Academia de
Jurisprudencia y Legislación, Madrid, 1986). Gregorio Peces-Barba, La dignidad de la persona
desde la Filosofía del Derecho, 38-64 (Dykinson, Madrid, 2003). Leopoldo Uprimny, La dignidad
de la persona humana en el Derecho Público Contemporáneo, en Liber Amicorum en Homenaje
a Jaime Vidal, 100 (1a ed., Academia Colombiana de Jurisprudencia, Bogotá, 2009).

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Estado32, la Constitución de 1991 retoma la mayoría de los derechos ya


estipulados en la anterior; propiedad, libertad de oficio, igualdad, seguridad
jurídica y democracia representativa, entre otros, y los complementa con
dos grandes bloques; derechos económicos, sociales y culturales, y derechos
colectivos dentro de los que finalmente se entiende consagrado el derecho
colectivo al medio ambiente sano (todo ello sin perjuicio de la calificación
de fundamentales que adquieren los derechos tanto de forma general
como coyuntural sin importar a cuál de los tres grupos pertenezcan, y que
determina su efectividad judicial a través de los mecanismos consagrados en
la Constitución para tales fines).

Frente a los derechos económicos, sociales y culturales bien vale decir que
son el resultado concreto de las teorías intervencionistas desarrolladas a partir
de las revoluciones de corte socialista de principios del siglo XX. Sin caer en
el extremo del comunismo o el socialismo, la Constitución de 1991 entiende
que para la construcción de la dignidad humana se requiere ya no a un estado
gendarme y tímido a la intervención, sino uno decidido a la superación de las
grandes brechas sociales que afectan la calidad de vida de las personas. Así, la
consagración constitucional del derecho a la salud (artículo 49), a la vivienda
digna (art. 51), al trabajo (art. 25), de los derechos familiares (art. 42), de los
niños (art. 44), la seguridad social (art. 48), entre otros, revela la intención del
constituyente de generar un Estado responsable ante el pueblo por la superación de
las desigualdades (entre otros fines del Estado consagrados en el artículo 2º de la
Constitución). Dadas las difíciles situaciones de orden económico, social y humano
en el país, este tema de los derechos económicos y sociales ha sido ampliamente
desarrollado y estudiado por la institucionalidad con especial ahínco33.

No puede decirse lo mismo, desafortunadamente, frente a los derechos


colectivos. Si bien cuentan igualmente con su consagración expresa en el
texto constitucional, lo cual rompe cualquier paradigma en materia de historia
constitucional colombiana, su noción y aplicación ha sido sustancialmente

32. Lo cual sin duda es obra de la influencia dogmática de las Constituciones Italiana de 1947 (en sus
artículos 1º a 3º sobre todo), Alemana de 1949 (en su artículo 1.1 referente a la sagrada dignidad
del hombre como parámetro del Estado, entre otros) y Española de 1978 (en su artículo 10.1) en
el texto de la Constitución colombiana de 1991.
33. Tómense, por ejemplo, las construcciones que ha realizado inicialmente la Corte Constitucional
y luego Ejecutivo junto con el Congreso frente al tema de los desplazados (Leyes 387 de 1997
y 1190 de 2008, junto con la sentencia T-025 de 2004 de la Corte Constitucional), habeas data
(Sentencia C-1108 de 2008 y Ley 1266 de 2008) y salud (Ley 100 de 1993, con sus reformas
incluidas las de 2011, y sentencia T-760 de 2008 de la Corte Constitucional).

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inferior a aquella de los tipos de derechos enunciados anteriormente34. Esto


puede deberse, tal vez, a la diferencia en su titularidad (ya no el individuo sino
la comunidad) que junto con su carácter difuso (son derechos diferentes entre sí)
y el sentido comunitario que implican.

5. La consagración constitucional del derecho


al medio ambiente sano y su protección judicial
Para el año de 1991 Colombia contaba con un sistema legal de protección de los
recursos naturales enfocado hacia la conservación de los mismos y del ambiente.
Sin embargo, las circunstancias históricas que determinaron la expedición de la
Constitución de 1991 llevarían a que la Asamblea Nacional Constituyente de tal
año diera a luz una “Constitución Ecológica”35.

En el desarrollo de dicha Asamblea, la convicción de los constituyentes y


de los proyectos aportados por la mayoría de los ciudadanos parecía tan firme
en torno a la necesidad de protección del derecho al medio ambiente, dentro de
la categoría de lo que ya se percibía como derechos colectivos36, y su garantía
a través de una acción judicial, que como consta en las Gacetas de la Asamblea
Nacional Constituyente las ponencias relevantes para el tema condensaban ya
ambas proposiciones. Es decir, en varias de las proposiciones para la nueva
Constitución se trata como dos caras de la misma moneda la protección del
derecho colectivo al medio ambiente37.

34. Analizado desde la perspectiva cuantitativa en la utilización de los mecanismos procesales


naturales para la protección de cada tipo de derechos, es claro que el carácter informal de la
acción de tutela se ha prestado para que se hayan instaurado más de tres millones de tutelas
(Relatoría de la Corte Constitucional), mientras que las acciones populares no han superado las
50.000 (Registro de Acciones Populares de la Defensoría del Pueblo) CFR.: Néstor Raúl Correa
Henao, Derecho Procesal de la Acción Popular, 29, 1a ed., Grupo Editorial Ibáñez, Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, 2009.
35. Nominada como tal por la Corte Constitucional colombiana en razón a la copiosa cantidad de
disposiciones relativas a la protección del medio ambiente. Sentencia T-411 de 1992, Magistrado
Ponente Alejandro Martínez Caballero.
36. Dicha percepción es descrita por Esguerra Portocarrero, testigo fiel de los hechos al ser él mismo
constituyente en dicha oportunidad. Véase: Juan Carlos Esguerra Portocarrero, La Protección
Constitucional del Ciudadano, 206, 1a ed., Legis, Bogotá, 2005.
37. Se resalta como línea formativa del actual artículo 88 de la Constitución el proyecto 62 “Derechos
colectivos, medio ambiente y acciones populares” por los constituyentes Guillermo Perry,
Horacio Serpa y Eduardo Verano (publicado en la Gaceta 22), el “Informe de ponencia” de los
constituyentes Iván Marulanda, Guillermo Perry, Jaime Benítez, Angelino Garzón, Tulio Cuevas
y Guillermo Guerrero (publicado en la Gaceta 46), el “Informe Ponencia para Primer debate en
la Plenaria” de los mismos constituyentes (publicado en la Gaceta 58). Véase: Defensoría del
Pueblo, Acciones Populares Documentos para el debate (Defensoría del Pueblo, Bogotá, 1994).

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Finalmente, en materia procesal, el Constituyente consagró las acciones


populares junto a las de grupo, en el artículo 88 de la Constitución, de seguro
tomando como influjo el antecedente de la actio popularis del derecho romano38
y de la consagración de acciones populares y municipales en el Código Civil de
1886 (artículos 1005 y 2350)39.

Como complemento en una clara sinergia, la Asamblea Constitucional de


1991 consagró también el derecho sustancial del artículo 79 de la Constitución,
derecho subjetivo personal al goce de un medio ambiente sano, que recoge
toda la evolución del concepto de medio ambiente tanto a nivel nacional como
internacional y, en particular, el concepto de desarrollo sostenible del informe
Burtland “Nuestro Futuro Común” de 1987, la Constitución brasileña de 1988 en
su artículo 225 (que consagra el derecho a un medio ambiente sano) y sobre todo
el acceso de los constituyentes a los documentos preparatorios de la Convención
de Rio que se llevaría a cabo el año siguiente40.

6. El desarrollo legal: las acciones populares


en la Ley 472 de 1998 y la Ley 1425 de 2010

6.1. Ley 472 de 1998


El ordenamiento jurídico colombiano cuenta a partir de la Constitución de 1991,
como se ha visto, con la consagración de un amplio catálogo de derechos y
libertades de los que ahora son titulares no solo los ciudadanos sino todas las
personas, dentro de los que se incluye el derecho colectivo al medio ambiente.
Sin embargo, y en consonancia con lo que indicó en su momento Bobbio, el
reto de los ordenamientos contemporáneos frente a los derechos no está en su
consagración sino en su protección41. Por ello, para el Constituyente de 1991,

38. Esguerra Portocarrero, Juan Carlos (2005). La Protección Constitucional del Ciudadano, 197,
1a ed., Legis, Bogotá.
39. Henao Hidrón, Javier. Derecho Procesal Constitucional, 60 (2ª ed., Temis, Bogotá 2006); Jorge
Enrique Martínez Bautista & Lucely Díez Bernal, Acciones Populares, el Ministerio Público
en la defensa del medio ambiente¸ 3 (Ediciones Doctrina y Ley, Bogotá, 1999); Néstor Raúl
Correa Henao, Derecho Procesal de la Acción Popular, 21 (1a ed., Grupo Editorial Ibáñez,
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2009) y; Juan Carlos Esguerra Portocarrero, La
Protección Constitucional del Ciudadano, 200 (1a ed., Legis, Bogotá, 2005).
40. Correa Henao, Néstor Raúl. Derecho Procesal de la Acción Popular, 29 (1a ed., Grupo Editorial
Ibáñez, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2009); Juan Carlos Esguerra Portocarrero,
La Protección Constitucional del Ciudadano, (1a ed., Legis, Bogotá, 2005) y; Julio César Rodas
Monsalve, Fundamentos Constitucionales del Derecho Ambiental Colombiano, 27 (Ediciones
Uniandes, Bogotá, 1995).
41. Norberto Bobbio citado por Juan Carlos Esguerra Portocarrero, La Protección Constitucional
del Ciudadano, VII, Primera edición, Legis, Bogotá, 2005.

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fue menester disponer de un sistema adecuado de protección de los derechos


colectivos con el fin de garantizar su efectividad y vigencia.

Solo así se explica el ahínco de la Constituyente de proveer al ciudadano de un


sistema de mecanismos que permitiese la materialización de los derechos recién
consagrados como clave para la materialización del Estado social de derecho,
de tal forma que (siguiendo la tesis sistémica de Esguerra42 ya enunciada en el
análisis de lo referido como sentido normativo horizontal) consagró la presunción
de buena fe (artículo 83 de la Constitución), el recorte de la potestad reglamentaria
(artículo 84 constitucional), la acción de tutela (artículo 86 de la Carta), la
acción de cumplimiento (artículo 87 constitucional), las acciones populares
y de grupo (artículo 88 inciso 1º y 2º, respectivamente de la Constitución), la
responsabilidad patrimonial del Estado y la repetición contra el funcionario
(artículo 90 de la Carta), la acción pública de inconstitucionalidad (artículo 241.4
constitucional), la excepción de inconstitucionalidad (derivada de la supremacía
de la Constitución en su artículo 4º) y la suspensión provisional de los Actos
Administrativos (artículo 238 de la Constitución), todos mecanismos judiciales o
que derivan en estos, tendientes a la garantía de los derechos ciudadanos.

La previsión del artículo 88 frente a las acciones populares, dentro de


una reserva de ley, definiendo con carácter enunciativo una serie de derechos
colectivos dentro de los cuales se encuentra el ambiente, hizo que posteriormente
el Congreso de la República expidiera la Ley 472 de 1998, publicada el 6 de
agosto del mismo año en el Diario Oficial, “Por la cual se desarrolla el artículo
88 de la Constitución Política de Colombia en relación con el ejercicio de las
acciones populares y de grupo y se dictan otras disposiciones”43. En esta norma,
el legislador consagró en el artículo 4° la enunciación de los derechos colectivos
e incluyó en el literal a) el medio ambiente sano.

Así, para su protección, es posible acudir a la jurisdicción a través de la


acción popular para reclamar la protección de este derecho colectivo. La acción
en comento se ha definido como “el proceso judicial, constitucional y autónomo

42. Esguerra Portocarrero, Juan Carlos (2005). La Protección Constitucional del Ciudadano,
primera edición, Legis, Bogotá.
43. Debe agregarse que la Ley 472 de 1998 fue objeto de una revisión previa de constitucionalidad
en algunos de sus apartes por parte de la Corte Constitucional, la cual no avaló las objeciones
presidenciales por razones de inconstitucionalidad al proyecto de Ley N° 05/95-024/95-084/95
Cámara acumulado-10/96 Senado “Por la cual se desarrolla el artículo 88 de la Constitución
Política de Colombia en relación con el ejercicio de las Acciones Populares y de Grupo y se
dictan otras disposiciones”. (Sentencia C-036 de 1998, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.

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para proteger los derechos colectivos con una triple finalidad: normalmente
prevenir, a veces restituir y excepcionalmente indemnizar”44, y se caracteriza
por (i) ser acciones públicas por razón de defender intereses colectivos, (ii) ser
gratuitas, (iii) ser imprescriptibles, (iv) ser principales y directas al no requerir
trámite previo de ningún tipo, (v) ser titular un número mínimo de 20 ciudadanos,
(vi) ser competente el juez contencioso administrativo (en caso de ser originada
la vulneración en una entidad estatal o servidor público) o el juez ordinario
civil (en caso de generarse esta en la actividad de un particular) del lugar de los
hechos, (vi) tener un trámite prioritario (solo superado por el del habeas corpus
y la tutela), (vii) traducirse en una sentencia que coacciona al demandado a que
para la acción o realice la acción no realizada que garantice la continuidad del
derecho en vigencia45.

6.2. La reforma de la Ley 1425 de 2010


y su análisis de exequibilidad
Bajo la lógica inspiradora del legislador de la Ley 472 de 1998, se estableció
en sus artículos 39 y 40 un incentivo de carácter económico al demandante
de una acción popular46. Dicha disposición, como consta en la exposición de
motivos de la ley de acciones populares47, buscaba motivar el interés ciudadano
desde el ejercicio de la libertad de configuración legislativa del cual es titular el
Legislador bajo el esquema constitucional colombiano.

Desde el punto de vista de la protección del derecho al medio ambiente, el


incentivo podía resultar una figura ambivalente, pues si bien el incentivo podía
atraer muchas denuncias sobre irregularidades en el país (que como se sabe
gracias a la minería ilegal, el tráfico de especies y la deforestación industrial, son
el día a día del país), resulta también posible que ante la burocracia que implica
la denuncia y ninguna contraprestación a cambio, el potencial demandante dude
en interponer la acción.

44. Germán Palacio Sarmiento, citado por Correa en Néstor Raúl Correa Henao, Derecho Procesal
de la Acción Popular, 19, 1a ed., Grupo Editorial Ibáñez, Pontificia Universidad Javeriana,
Bogotá, 2009.
45. Características tomadas de la Ley 472 de 1998 y su sistematización por Esguerra y Henao, en
Néstor Raúl Correa Henao, Derecho Procesal de la Acción Popular, 29. 1a ed., Grupo Editorial
Ibáñez, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2009, y; Juan Carlos Esguerra Portocarrero,
La Protección Constitucional del Ciudadano, Primera edición, Legis, Bogotá, 2005.
46. De acuerdo a la normatividad mencionada, este incentivo oscilaba entre 10 y 150 salarios mínimos
legales mensuales vigentes y, para casos de acciones populares sobre moral administrativa el
incentivo consistía en la recepción del 15% del dinero recuperado por la entidad pública en razón
a la acción.
47. Publicada en la Gaceta del Congreso número 493 de 1995.

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Sin embargo, luego de diez años de la puesta en marcha de la figura a través


de su regulación legal, y a los ojos del gobierno nacional, las acciones populares
se habían convertido “en un negocio de unos cuantos, que se han dedicado a
viajar a lo largo y ancho del territorio nacional presentando acciones populares,
buscando unos reconocimientos desmedidos en detrimento del erario público y
especialmente de los entes territoriales”48, en razón a su incentivo económico.

Por esta razón, y a pesar de la controversia que se generó en torno a la


proposición, el Gobierno Nacional presentó al Congreso de la República un
proyecto de ley por medio del cual se eliminaba el incentivo económico de las
acciones populares49, que devino en la Ley 1425 de 2010 “Por medio del cual se
derogan algunos artículos de la Ley 472 de 1998 acciones populares y de grupo”.

La Corte Constitucional, en sentencia C-630 de 2011 M.P. María Victoria


Calle Correa decidió sobre la demanda presentada en contra de la Ley 1425 de
2010 en uso de la acción pública de inconstitucionalidad.

El Tribunal, luego de analizar si el incentivo económico constituía un


factor de progresividad en la protección de los derechos colectivos y la supuesta
vulneración del principio de igualdad y equidad de las cargas públicas por el
desequilibrio entre demandante y demandado en los procesos derivados de la
acción popular, encontró infundados los argumentos de violación de la norma
constitucional y añadió que “la supresión del incentivo económico que se
reconocía al actor de acciones populares, corresponde al legítimo ejercicio
de la potestad de configuración legislativa de que goza el Congreso de la
República que comprende de manera general, la facultad para derogar las
leyes y específicamente, de la delegación expresa contenida en el artículo 88
de la Carta, para regular íntegramente las acciones populares. La medida
legislativa estudiada (suprimir el incentivo) es un uso legítimo de la facultad de
configuración y regulación del Congreso de la República, pues no contempla
una carga irrazonable y desproporcionada para las personas que ejerzan su
derecho a interponer una acción popular”50.

En todo caso, cabe preguntarse desde la ética y la moral si las costumbres


de los ciudadanos colombianos a hacia la protección de los derechos colectivos

48. Exposición de motivos del proyecto de Ley 056 de 2009, Cámara “por medio de la cual se
derogan algunos artículos de la Ley 472 de 1998 - Acciones Populares y de Grupo”.
49. Que junto con su exposición de motivos se publicaron en la Gaceta 622 de 2010 del Congreso de
la República.
50. Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-630 de 2011, M.P. María Victoria Calle Correa.

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por el solo hecho de hacerlo y no tener que mediar ninguna contraprestación


individual, con lo que se puede pensar en la evolución hacia la protección primaria
de derechos fundamentales para la colectividad que derechos fundamentales
privados desde la misma sociedad.

7. Algunos pronunciamientos jurisprudenciales


De acuerdo a las previsiones de la Ley 472 de 1998, las referidas acciones
populares que se interpongan en contra de entidades públicas serán conocidas
por la jurisdicción de lo contencioso administrativo. En este orden de ideas,
el Consejo de Estado, como órgano de cierre, ha tenido la oportunidad de
pronunciarse en varias ocasiones sobre el derecho colectivo al medio ambiente.
En primera instancia, al explorar el caso de una empresa de aguas que vertía sus
desechos y permitía filtraciones a la laguna fuente de una comunidad indígena,
el Consejo de Estado realiza una caracterización y definición del concepto del
derecho al medio ambiente sano de la siguiente manera:

“Desde el punto de vista constitucional, el medio ambiente involucra


aspectos relacionados con el manejo, uso, aprovechamiento y
conservación de los recursos naturales, el equilibrio de los ecosistemas, la
protección de la diversidad biológica y cultural, el desarrollo sostenible,
y la calidad de vida del hombre entendido como parte integrante de ese
mundo natural”51.

Así mismo, el referido Tribunal no solo ha disertado sobre la protección el


medio ambiente como derecho colectivo, sino que además se ha encargado de
exigir el cumplimiento de acciones concretas por parte de quienes vulneran los
derechos colectivos al medio ambiente. Cabe resaltar parte de su decisión en
el sonado caso del Archipiélago de San Andrés. En dicha oportunidad sostuvo:
sobre las “medidas urgentes”

“La Sala considera que es necesario delimitar las “medidas urgentes”


decretadas por el a quo, a fin de que no se evada su cumplimiento, por
lo cual se ordenará a las demandadas llevar a cabo un plan de acción
conjunto en el que se organicen mesas de trabajo, a fin de llegar a acuerdos
concretos sobre los siguientes asuntos: Control de la contaminación
[…], Seguimiento de los procesos por violación de normas ambientales

51. Consejo de Estado, República de Colombia, sentencia del 18 de marzo de 2010. C.P. María
Claudia Rojas Lasso.

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[…], Acciones conjuntas para evitar contaminaciones […] Programa de


Recuperación de manglares[…]”52.

Yendo más allá, el Consejo de Estado se ha encargado de precisar con


acierto la forma en la cual el derecho colectivo al medio ambiente sano no
solo se compone de lo relativo al entorno natural sino también a un adecuado
paisaje para la colectividad. Sobre la contaminación visual y extendiendo los
parámetros base de protección, afirmó el Consejo de Estado:

“Empero, el concepto de medio ambiente sano, no alude únicamente al


deterioro de la flora, fauna atmósfera, y de los recursos hidrológicos,
entre otros, sino también hace referencia a la contaminación visual, que
puede perjudicar el espacio público, la integridad del medio ambiente, y
la calidad de vida de los habitantes del país”53.

En la misma sentencia se aporta una interesante consideración sobre la


ponderación entre los derechos colectivos y la iniciativa privada, del siguiente
tenor:

“Deben armonizarse, de un lado, el derecho de todas las personas a


gozar de un ambiente sano y, de otro, los derechos individuales a la libre
iniciativa privada, a usar la propiedad privada y a aprovechar los medios
de comunicación”54.

Adicionalmente, se ha pronunciado dicho Tribunal sobre la importancia del


control efectivo de las obligaciones ambientales de los particulares por parte de
las entidades estatales encargadas, pues a través de su ejecución se garantiza,
en buena medida, el derecho al medio ambiente. Así, conminó, por ejemplo,
a la Contraloría y al entonces Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo
Territorial al cumplimiento de sus deberes como presupuesto para la protección
del derecho colectivo al medio ambiente sano:

“En consecuencia, en opinión de la Sala la negligencia en el seguimiento


y control por parte de la autoridad ambiental ante el incumplimiento

52. Consejo de Estado. República de Colombia, sentencia del 24 de noviembre de 2011. C.P. María
Elizabeth García González.
53. Consejo de Estado. República de Colombia, sentencia del 16 de junio de 2011. C.P. María
Claudia Rojas Lasso.
54. Consejo de Estado. República de Colombia, sentencia del 16 de junio de 2011. C.P. María
Claudia Rojas Lasso.

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de la referida obligación a cargo de las empresas de hidrocarburos


beneficiarias de las licencias ambientales, constituye una seria amenaza
a los derechos colectivos al medio ambiente sano y a la existencia
del equilibrio ecológico y el manejo y aprovechamiento racional de
los recursos naturales para garantizar su desarrollo sostenible, su
conservación, restauración o sustitución”55.

Complementa además el Consejo de Estado:

“[L]a Sala considera que la conducta endilgada al Ministerio de Ambiente,


Vivienda y Desarrollo Territorial representa una seria amenaza a los
derechos colectivos al medio ambiente sano y a la existencia del equilibrio
ecológico, por cuanto no contribuye a paliar la grave degradación de las
cuencas hídricas y frustra la expectativa de la comunidad relacionada con
el urgente desarrollo de programas de preservación y recuperación de las
fuentes hídricas”56.

En definitiva, este breve análisis jurisprudencial permite evidenciar


la forma en que el Consejo de Estado es un engranaje fundamental en el
sistema de protección del derecho colectivo al medio ambiente al ser el que
conoce directamente de las acciones populares contra las entidades estatales.
Adicionalmente, el hecho de proferir sus pronunciamientos como consecuencia
de una acción iniciada por cualquier ciudadano han empoderado a la colectividad
en la consecución de la protección al medio ambiente.

8. Conclusiones
Partiendo de la categórica afirmación que realiza la ya mencionada sentencia
T-406 de 1992 de la Corte Constitucional colombiana en el sentido del
condicionamiento de toda institución jurídica estatal a la efectiva protección de
los derechos de los ciudadanos como fin último del Estado social de derecho que
consagra la Constitución colombiana en su artículo 1º y desarrolla a lo largo de
toda su extensión, se podría afirmar con acierto que en todo nivel normativo, el
establecimiento y desarrollo de la categoría sustancial y dogmática de “derechos
colectivos” y dentro de ellos el “derecho al medio ambiente sano”, así como del

55. Consejo de Estado. República de Colombia, sentencia del 8 de junio de 2011. C.P. Jaime Orlando
Santofimio.
56. Consejo de Estado. República de Colombia, sentencia del 8 de junio de 2011. C.P. Jaime Orlando
Santofimio.

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La protección jurídica del medio ambiente como derecho colectivo:... 231

mecanismo procesal de la “acción popular”, no es más que la concreción de la


protección de la dignidad humana del ciudadano.

Bajo la perspectiva del poder normativo de lo fáctico, la preocupación por


el medio ambiente se ha constituido en un tema de relevancia durante las últimas
décadas dando paso a importantes mecanismos nacionales y transnacionales que
custodian su bienestar, y se ha hecho necesario el establecimiento de normativas
que protejan y garanticen la adecuada conservación del medio ambiente, a la par
de gestarse una conciencia global en dicho sentido.

Pues bien, la forma en que el ordenamiento jurídico colombiano recoge


dicha tendencia ha modificado las concepciones tradicionales y aparentemente
inamovibles referentes a los derechos de propiedad, sobre todo, al establecer
cargas y responsabilidades ecológicas tendientes a la conservación del ambiente
en relación con dicho derecho.

Además, el ordenamiento ha consagrado como tal el derecho subjetivo


fundamental (asumir que el ordenamiento prevé el derecho al medio ambiente
sano como fundamental es adelantarse en el tiempo a la definición que como tal
haga la jurisprudencia de la Corte Constitucional pues si bien en este instante no
resulta tan claro, es indudable que la evolución de los conceptos de protección
constitucional llevarán más temprano que tarde a una expresión categórica
en dicho sentido por el mencionado órgano) al medio ambiente sano, y ha
permitido que el ataque al medio ambiente se considere la violación y negación
de un derecho (que por demás, y ahora desde una perspectiva procesal, cobra la
naturaleza de uno colectivo en cabeza de la sociedad y cuya violación afecta a
sus integrantes).

Con todo, el mecanismo procesal de las acciones populares que establece


el artículo 88 de la Constitución y desarrolla la Ley 472 de 1998, por sus
características ya esbozadas, puede no resultar un adecuado medio de protección
para el pequeño segmento que resultan ser los derechos colectivos en el gran
panorama fáctico y extrajurídico que debe respetar los derechos fundamentales
y la Constitución si no se toma en el conjunto de mecanismos que la misma prevé
para la protección del ciudadano, de allí la importancia de su interpretación
sistemática.

Bajo el sistema de principios y valores del ordenamiento colombiano,


además de ser la propiedad una función social con una función ecológica, el
medio ambiente es una apuesta por la calidad de vida de las personas que, si
bien se analiza desde una perspectiva ecocentrista o una antropocentrista, se

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materializa en el compromiso no solo del Estado sino además de la sociedad


y los agentes económicos por su conservación para la garantía de la calidad de
vida del ciudadano.

Finalmente, y aunque pareciera paradójico en un texto consagrado al análisis


jurídico de una figura de esta misma índole, la conclusión escapa al mundo
del derecho. Más allá de las normas, llámense como se llamen y ubíquense en
cualquier nivel de jerarquía, si su objeto, esto es la conducta humana, no se
dirige efectivamente a la conservación del medio ambiente sano, las futuras
generaciones verán con desaliento cómo las decisiones erróneas tomadas por
la presente las condenaron a una existencia sin calidad de vida privándolas de
lo que hoy se llama derecho al medio ambiente sano forzándolos a enfrentar
la siempre presente conclusión del jefe Seattle con el que se empezara esta
disertación: “La vida ha terminado. La supervivencia comienza ahora”.

Es, entonces, el compromiso por la conservación de la especie humana en


condiciones de dignidad a través de su medio ambiente.

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