Está en la página 1de 4

La Lección Inaugural [resumen]

de Roland Barthes

Poder

Cuando se habla de poder, tendemos a pensar en el poder político o económico, el


cual detentan unos pocos dominantes mientras que existen muchos dominados. Sin
embargo, existe una pluralidad de poderes que se encuentran dentro de todas las
áreas de la vida social: en el deporte, en los juegos, en las conversaciones
cotidianas, etc.

Esto se debe a que el poder se encuentra en la lengua, y la lengua está presente


en todas las interacciones sociales. Por eso, el poder nunca se termina, siempre
está presente.

Lengua

Según Barthes, el poder está inscripto en la lengua, es una característica propia de


la lengua. En ella habita un poder que nos obliga a pensar/decir del modo que es
más usual para una sociedad, no nos permite pensar otra cosa. Por ejemplo: si
alguien dice que se sospecha de que un diputado robó dinero de los ciudadanos,
rápidamente tendemos a pensar que es verdad; no lo ponemos en duda, sino que
hay un poder que nos domina y nos lleva a aceptar que es cierto. Otro caso es
cuando hablamos de comunicación y lo primero que se nos viene a la cabeza es
“depende del contexto”

No es que alguien ejerce el poder hablando, sino que el poder está en la palabra;
no favorece al que habla, sino que el que habla es dominado por el poder.

El hecho de utilizar la lengua implica realizar una clasificación. En este sentido, la


lengua es fascista porque nos obliga a decir, nos obliga a clasificar. Por ejemplo:
uno está siempre obligado a elegir entre masculino y femenino, no está permitido
lo neutro. También estamos obligados a marcar nuestra relación con el otro
mediante el tú o el usted, se nos niega la suspensión afectiva o social.
Si bien no es la lengua en sí la que nos condiciona, somos prisioneros de las
estructuras mentales que solo son posibles desde la lengua.

¿Cómo ingresa el poder en la lengua? Mediante dos operaciones:

-Autoridad de la aserción: el uso del lenguaje suele ser para afirmar algo. Ahí hay
una cierta autoridad. En términos generales, no dudamos o preguntamos, sino que
afirmamos.

-Gregariedad de la repetición: (gregario=grupo) no solo afirmamos, también


repetimos lo que dicen otros. Tendemos a parafrasear las sentencias que nos
parecen ciertas. Por ejemplo: si uno vive en una casa donde se compra La Nación,
para uno eso es un diario. En cambio, si crecimos con Crónica, La Nación nos va a
parecer un diario de la clase alta.

El hombre pasa a ser esclavo de la lengua, nadie puede escapar a su poder, porque
no es posible pensar o comunicarnos si no es mediante el uso de la lengua.

Solamente se puede escapar al dominio de la lengua mediante trampas que son


posibles en el campo de la literatura.

Literatura (creatividad)

Si bien no se puede escapar al poder, se lo puede engañar por un momento. Barthes


llama literatura a toda práctica de escribir, utiliza como sinónimos literatura,
escritura o texto. Dice que gracias a la literatura, el escritor (sin importar sobre
qué esté escribiendo) tiene la oportunidad de desplazarse de la lengua.

La literatura no es la trampa, sino que constituye un espacio propicio para hacerle


trampas a la lengua mediante la creatividad. Esas trampas creativas pueden ser:
encontrarle nuevos sentidos a las palabras, escribir de un modo inusual, crear
nuevas articulaciones entre las palabras, nuevos modos de decir.

Esos momentos de revolución creativa duran un corto tiempo, hasta que comienzan
a ser repetidos, y se cae otra vez bajo el dominio del poder (por ejemplo, cuando
las mujeres comenzaron a usar pantalón o cuando se estrenó la famosa escena de
matrix; luego se convirtieron en habituales, pero en su momento fueron
novedosas).

Hay tres fuerzas dentro de la literatura:

1) Mathesis

La lengua alberga todos los saberes, habla de todas las ciencias. No asume el saber,
sino que los saberes circulan por ella. No dice que sepa algo, sino que sabe de algo.
La escritura hace posible los saberes porque las palabras permiten la existencia de
las cosas tal como son.

2) Mímesis

Es la fuerza de la representación. La literatura intenta mimetizarse con lo real,


pretende representar la realidad. Sin embargo, le resulta imposible porque la
literatura es unidimensional, solo cuenta con palabras; mientras que la realidad es
pluridimensional, tiene sonidos, colores, aromas, etc.

La literatura posee una función utópica, todo el tiempo intenta alcanzar la


coincidencia con lo real y nunca lo logra. Pero justamente porque nunca lo alcanza,
el hombre sigue haciéndola crecer. Si la literatura alcanzara la realidad, en ese
mismo momento perdería su sentido.

Para lograr escapar del poder el escritor debe obcecarse (recurrir a la parte de la
lengua que aún resiste a los discursos estandarizados) o desplazarse (colocarse en
un lugar inesperado o inusual para la lengua).

3) Semiosis

La tercera fuerza es propiamente semiótica porque se enfoca en los signos de la


lengua (o sea, las palabras). Consiste en actuar los signos, es decir, cambiar su
sentido, en lugar de destruirlos.

Semiología
Barthes estudia semiología porque quería criticar la moralidad de su época. Quería
desarmar la lengua para modificar el pensamiento de su época. Luego funda una
semiología no solo crítica, sino iniciadora de ideas.

Para Barthes, la semiología surge a partir de la deconstrucción de la lingüística.

La semiología es negativa y activa:

Negativa o apofántica porque niega que el signo sea positivo, fijo, ahistórico y
acorporal, en resumen, niega que el signo sea científico. Los signos no se definen
por lo que son sino por lo que no son. Un signo por sí mismo no es nada.

Este apofantismo (apofántico es que afirma o niega algo) tiene dos consecuencias:

1. La primera es que la semiología no puede ser ella misma un metalenguaje.

2. Además, la semiología tiene una relación con la ciencia, pero no es una


disciplina.

Activa porque es una disciplina de segundo orden. Su razón de ser es ayudar a otras
disciplinas. No constituye una ciencia en sí misma, sino que tiene por objeto prestar
servicios a las ciencias ayudándolas a comprender la realidad.

También podría gustarte