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Demanda y discurso
Una silla invita a sentarse -el cuerpo se acomoda al objeto, una imagen llama a
ser vista -el ojo regula su funcionamiento para captarla, una idea lleva a ser
pensada y la cognición entera se prepara para poder admitirla. En la medida en
que el objeto, la imagen o la idea poseen una materialidad no es posible que
pasen inadvertidas las cualidades que ellos predisponen a la mente o al
cuerpo. Si no se lograra en cierta medida una adecuación de la subjetividad en
tanto intelección, percepción o cuerpo a esas cualidades, no sería posible
pensar, ni mirar, ni sentarnos. Si esta acomodación que realizamos a las
formas que ideas, imágenes u objetos nos proponen, se produce con cierta
continuidad o persistencia logrando que estemos pensando, percibiendo o
sentándonos repetidamente de una misma manera, la subjetividad genera
disposiciones estables hacia esos patrones.
Un diseñador de sillas podría muy bien argumentar que ella nace de una cierta
consideración morfológica de la posición sedente. Pero lo cierto es que una vez
que la silla está, es nuestro cuerpo quien se adapta no sólo a su forma sino a la
misma idea de que hay que sentarse. Más aún no sólo se adapta a ella, sino
que luego requiere de la silla y del sentarse para otros menesteres, los requiere
permanentemente, se ofusca si en un salón de conferencias no encuentra un
asiento dónde ubicarse. Nos estamos aproximando así, a la consideración de
que desde el interior de una configuración discursiva, sea materializados en
objetos, imágenes o ideas, parecería que se produjeran ciertos “llamados” de
adecuación. Esos llamados van a traducirse o están vinculados a su vez, con
formas de lazo social - o de relación social, en la medida en que se cumple o
se reniega de ellos. Estos llamados constituyen también los canales por donde
la subjetividad se conecta con elementos de una configuración discursiva. Pero
dejemos para más tarde el intento de presentar con más precisión la cuestión
de las adecuaciones de la subjetividad al discurso, y emprendamos una
definición de este último.
1
REITER, A.; “Lenguaje en uso. Enfoque sociolinguistico”; AZ Editora, Bs.As., 1995.
Discurso y enunciados
Todo discurso está vinculado a los sentidos que los hombres y la colectividad
les dan a sus existencias. Sentidos que no necesariamente nacen de una
voluntad de sentido, sino que también son el resultado de la inercia de las
prácticas sociales. De hecho, hablar del sentido es hablar del sentido social, así
como la idea de discurso tratada aquí es la de discurso social. Este no se
identifica con la suma representada por una cosmogonía, ni con la teoría social,
ni con una lista que reconstruye el conjunto de reglas del juego social. El
sentido se actualiza en enunciados particulares al especificar las relaciones
entre las diferentes partes de la vida social -es decir enunciados
circunstanciales que aluden a las relaciones normales. Esa “normalidad”
implica comportamientos globalmente conformes con los tipos de conducta
culturalmente simbolizados, admitidos e instituidos en y por una sociedad dada,
de parte de quienes integran la vida social.
tienen carácter discursivo. Tomando una definición que da Eliseo Verón sobre
discurso - “producción social de sentido” - se ve bien en ella, cómo el sentido
se va constituyendo en distintos sistemas significantes según las diferentes
prácticas; distintos agrupamientos de enunciados ligados a un conjunto amplio
de entidades.
Así por ejemplo: ¿En qué una silla puede emparentarse a un enunciado? En
principio, en que su presencia pareciera estar comunicándonos: “Siéntate”.
¿Cuándo una imagen puede decirnos algo? en tanto se presenta por ejemplo,
como una señal. ¿Por qué un ambiente es capaz de transmitir cierta
predisposición a quienes en él ingresen? Porque la disposición de los objetos,
el mobiliario, las insignias configuran un mensaje.
¿Los procesos físico-naturales comprometen procesos discursivos como los
implicados en una obra literaria? Si, si se hace la aclaración que no nos
referimos a los procesos en sí, sino a las construcciones que hace una saber
científico sobre estos procesos constituyéndolos en objetos observables. La
razón para entender las cosas de esta manera reside en que la noción de
“proceso natural” presupone ciertas categorías de clasificación de la realidad
que no están dadas inmediatamente en nuestra experiencia del mundo exterior,
presuponen todo un sistema de organización dado en este caso por la lógica
de una disciplina como podría ser la Biología, y ese sistema de organización
que se traduce en una trama de enunciados es exactamente lo que nosotros
llamamos discurso -que en este caso particular, toma la forma de un discurso
disciplinar o científico.
Lo que nos interesa destacar en este punto es además que las prácticas
sociales y los enunciados que ellas muestran, casi siempre incluyen o dan
consistencia a ciertas categorías de sujeto. En otras palabras, la presencia de
ciertas significaciones sobre la subjetividad, consensuadas en una sociedad o
grupo, se correlaciona, da lugar o hace desaparecer ciertas “prácticas
sociales”.
2
LACAN, J.; “El Reverso del Psicoanálisis”. Paidós, Bs.As., Argentina, 1992.
Sujeto y discurso
Lo propio del sujeto es introducirse en una cultura que aparece a la vez como
el límite y la condición de su existencia singular. Podríamos preguntarnos en
primer lugar qué es lo que constituye lo específico de un discurso particular,
considerando que sea cual fuere el lugar que ocupase el sujeto en la sociedad,
todos los que pertenecen a ella llevan de algún modo su marca. Se trata de
circunscribir y reconocer qué tipo de relaciones estables o de maneras de
operar instaura cada discurso, y las marcas que deja en quienes se supeditan a
sus juegos. Más allá de esto, en el enfrentamiento o en el encuentro entre el
sujeto y el discurso debe prevalecer nuestra atención en ¿Cómo responde el
sujeto a las demandas que el discurso propone? El Psicoanálisis ha vinculado
esto a las diferentes posiciones del sujeto frente a la demanda, aunque la
noción de demanda que allí se indica es más que una demanda social, una
demanda inconsciente relacionada a los referentes simbólicos que han
constituido al sujeto. De cualquier manera, tomando esta idea psicoanalítica,
puede hablarse de una demandas sociales que instalan los discursos y se
tratará de identificar diferentes posiciones del sujeto respecto a ese espacio de
exigencias-sugerencias-normatividades delimitado por lo discursivo. En nuestro
desarrollo, cabría intentar una serie de posiciones: Hay sujetos dentro y
confundidos al discurso, otros “entre” discursos. Hay quienes se encuentran en
el margen, en el borde. También quienes están fuera del espacio discursivo
hegemónico, pero vinculados a una marginalidad discursiva productiva.
Finalmente quienes están absolutamente fuera de cualquier discurso.
Así también puede haber quienes hagan lazo fuera del discurso social, dando
lugar a lo “alternativo” o a lo “marginal”. Lazo social fuera de discurso equivale
a lazo social fuera de las reglas de juego: No hay aceptación de la demanda,
del llamado, pero de hecho puede haber la constitución de una nueva forma de
alienación. El sujeto que queda fuera de discurso de cualquier manera no
reconoce las sanciones desde el lugar del Otro, no lo toma al Otro -o al
discurso- como referencia.
que arrastra, lleva implícito una idea de sujeto. Por lo tanto no hay una idea
única, un modelo exclusivo de lo que es la subjetividad. De hecho se ve con
claridad aquí, que la idea de hombre, psiquismo o subjetividad no es
universalizable ni homogénea; cada movimiento al menos presenta la dualidad
entre aquella subjetividad que se pretende reivindicar y la que se trata de
abandonar. Ahora, si bien no existen representaciones universalistas de
subjetividad, sin embargo, dentro de universos discursivos determinados se
pueden hacer estudios sobre el sujeto supuesto -sujeto de discurso-construido
por ese discurso en un estado de sociedad dado. Es decir, para cada caso
comprender qué concepción implícita de subjetividad puede identificarse. No
existen universales macrosociales estructurantes del psiquismo, y si se
construyen en relación a un discurso o realidad objetiva dada, tiene ésta que
ser perfectamente situada. Aún así todo grupo social, cae en una especie de
espejismo que consiste en ver a los sujetos desde sus propias categorías de
apreciación, cayendo a veces en la falacia de pretender poseer la única, la
mejor, o la universal concepción de sujeto. En realidad más allá de estos
narcisismos colectivos, la subjetividad o los constructos discursivos que sobre
ella se hacen, se presenta como algo plural, polifónico, heterogéneo.
A partir lo dicho hasta aquí hay que hacer una aclaración, pues el peso lo
hemos puesto sin duda en los referentes discursivos de la subjetividad, y
podría parecer que la subjetividad no es más que el producto de una
adaptación a esos referentes. Nada más equivocado. Es en el campo de las
significaciones dominantes desde donde la subjetividad humana halla sus
referentes, pero no es allí donde en el mejor de los casos debe permanecer a
perpetuidad. Pues precisamente lo que se puede atribuir como más subjetivo
en un ser humano es aquello que paradojalmente más se aleja de sus
referencias, más aparece frente a éstas como una invención propia. Punto en
Tal vez sea interesante seguir algunos de los razonamientos que Guattari
desarrolla sobre la eficacia, por ejemplo de la poesía: reside ésta básicamente
en la capacidad de provocar rupturas activas, procesales, en las entrañas de
las tramas significativas y denotativas semióticamente estructuradas. A partir
de esas rupturas, se introducen nuevos universos de referencia. Cuando dicha
función poética se desencadena efectivamente en una superficie enunciativa
determinada -es decir, situada desde un punto de vista histórico y geopolítico-
se instala como un foco mutante de autoreferencialización y de
autovalorización. Es por eso que debemos considerarla siempre desde dos
ángulos: como ruptura molecular, bifurcación imperceptible y susceptible de
subvertir la trama de prolijidades dominantes, la organización de lo “ya
clasificado”, o si se prefiere: el orden, el orden de lo clásico. Para aprehender
los recursos últimos de esa producción -estas rupturas de sentido
autofundadoras de existencia- la poesía, hoy tiene quizás más que enseñarnos
que las Ciencias Económicas y las Ciencias Humanas juntas. Gautari llega a
proponer que los paradigmas psicológicos cientistas deberían ser
El Sujeto supuesto
Lamamos “sujeto supuesto” a aquel constituido a partir de las figuras que se
construyen sobre la subjetividad en el interior de los discursos. Plantear una
búsqueda del sujeto supuesto implica indagar por ejemplo, en textos
normativos - reglamentos, decretos, programas, etc - aquello que aparezca
directamente vinculado a un “deber ser”, a una identidad socialmente
idealizada, a las expectativas subjetivas de un movimiento histórico, etc.
Identidad presente en la trama del texto, en la forma de ideas que se dejan
traslucir sobre lo que es el sujeto. Ideas que parecen definir una cierta
categoría de subjetividad, tal como las novelas delinean sus personajes de
ficción.
Una de nuestras metas será intentar realizar un análisis desde las ciencias
psicológicas, desde el Psicoanálisis o desde la Arqueología del saber respecto
de sus contribuciones a la constitución de figuras de la subjetividad. Más aún y
principalmente, acercarnos a la reflexión sobre cómo se correlacionan estos
modelos o inciden sobre la conformación de concepciones y prácticas referidas
a lo pedagógico, a lo ético, a lo terapéutico, etc. Acercarnos a planteos sobre si
a partir de ellas se puede realizar alguna reflexión sobre las distintas prácticas
(de enseñanza-aprendizaje, terapéuticas, etc).
Para nueva revisión de este cuadernillo, ver lo marcado en amarillo, que son
párrafos que se pueden rescatar para avanzar en la escritura:
Agregar Bibliografía:
ANGENOT M. y ROBIN R.; “Pensar el discurso social”. Facultad de Humanidades y
Arte; U.N.R.
Ahora, habíamos explicado en clase pasada ¿Qué son los enunciados?: Significantes que
enuncian algo sobre algo. Enunciados que generan formas de representación. Por eso
también los llamamos “representaciones sociales” (Colectivas, o consencuadas). Y además
porque enuncian algo sobre algo también los tratamos como “significaciones sociales”.
GRAFICO 10 y 11
Tenemos entonces enunciados que generan formas de representación, que cuando son
compartidas serían “representaciones sociales” (significaciones sociales). Ellos toman la
forma mental de imágenes que condensan un conjunto de significados; sistemas de
referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede, e incluso dar un sentido a lo
inesperado; categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y los
sujetos con los que tenemos algo que ver. Categorías que nos permiten orientarnos en
nuestro entorno social y material, y dominarlo. Las representaciones sociales son un poco
de todo esto junto. Constituyen una manera de interpretar y de pensar nuestra realidad
cotidiana, una forma de conocimiento social.
Podríamos hablar largamente de cuáles son las funciones que cumplen las R.P.,
mencionesmos sólo algunas:
- hacer que lo extraño resulte familiar y lo invisible, perceptible. Lo que es desconocido e
insólito conlleva una amenaza, ya que no tenemos una categoría con la cual clsificarlo. Las
R.P. propveen esas categorías que tranquilizan el alma.
- .....etc
2) Significados etimológicos.
Es posible ver aquí que el límite entre unas y otras formas de representación es difuso.
EJEMPLOS:
- El sentido social del término lectura era equivalente en un principio al de hablar, y la
idea de texto no se diferencia del libro ni de sus lecturas.
EJEMPLOS:
- Con el pasaje de la cultura oral a la escrita, aparecen nuevas categorías de sujeto:
lectores y escritores.
(Quiénes dicen lo que dicen sobre la lectura, por qué lo dicen, que intensiones están detrás
de ello, etc)
A la vez los enunciados se enlazan entre sí componiendo enormes tramas que llamamos a
veces “imaginarios colectivos”.
actitudes sobre el trabajo con otros miembros de la comunidad, pero comprendo lo que
otros miembros predican sobre ello.
.........................
Construcción de verosimilitud:
. Realidad es una construcción disvcursiva.
. Distancia entre “realidad” y “representación” (Las leyes o reglas del discurso son un
“juego de representaciones”, pero no la “realidad”.)
. Todo discurso refiere no sólo a la realidad sino a otros enunciados o discursos. Lo cierto
es que el discurso tiene efectos concretos en la realidad.
...................................
Discurso y Goce
En todo discurso están inmiscuidas y se distribuyen formas de satisfacción o insatisfacción,
todo discurso distribuye las relaciones entre el placer, el amor y el goce.
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Cada época, cada estado de una sociedad dada, produce sus propias formas específicas de
malestar3 y satisfacción, tanto como define los objetos apetecibles o aborrecibles,
incidiendo ello en la preferencia de las personas respecto de un sinúmerode elecciones....
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Para concluir
Como quiera que se entienda el término “discurso” designa un objeto real, una realidad
que quizás no pueda ser captada ni medida con exactitud. Una realidad para la cual algunos
han buscado otras palabras para definirla, “cultura”, “imaginario colectivo”(Castoriadis),
“estrutura social objetivada” (P.Bourdieu). Que corresponde al hecho global y estadístico -
e intuitivo- de que para diferentes grupos humanos hay diferencias de actitud o de
comportamiento -también de “mentalidad”- , cuya existencia es imposible de negar.
A poco de avanzar sobre su estudio queda a luz que esta organización de lo decible se
articula no sólo en base a relaciones de sentido sino también a relaciones de fuerza, y si
bien todo discurso como lugar, está cargado de significaciones y poderes, no por ello es
3
bien conocido.
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un texto en circulación en el interior de un ámbito discursivo respeta ciertas condiciones de
circulación. El sentido del texto deriva de mecanismos discursivos que lo preforman. La
superficie retórica de los textos o conjuntos de textos o enunciados son una manifestación
del discurso social, pero digamos que además y más precisamente el discurso social se
manifiesta en los basamentos presuposicionales que establecen la aceptabilidad de dichos
textos. El discurso social incide en la producción histórica de la aceptabilidad, dando
estatuto y realidad social a ciertas prácticas y creencias.
Asì como es posible ubicar figuras como las del “desecupado” o el “subempleado” que
resultan las consecuencias de los sistemas económicos, también hay que impulsar los
procesos contraios: que la semiotización económica se vuelva dependiente de factores
psicológicos colectivos, hecho que es posible cobstatar en la sensibilidad de las bolsas de
valores frenbte a las fructuaciones de la opinión pública.
3)
. Pérdida del valor de la oposición individuo-sociedad.
Por supuesto, esta claro que frente a otras prácticas sociales o campos discursivos, a esta
generación de supuestos sobre la subjetividad que proponen las Psicologías, se le atribuye
un basamento “científico”. Hay que considerar también que ciertas ideas o prácticas a
veces toman implícitamente y sin darse cuenta, otras vulgarizando, las mismas
construcciones que la ciencia hace sobre el psiquismo, la conducta o el pensamiento. Es el
punto donde estas concepciones se hacen populares y llevan a la gente a lograr nuevas
formas de comprenderse a si mismos. Lo inverso también se cumple y es que partiendo de
la realidad observada se producen nuevos conocimientos. Esto es tal vez lo que se pretende
con ustedes.....
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Análisis de textos, prácticas, discursos, informaciones, documentos ... y las figuras de
sujeto que predican, predefinen o sobre las que se sustemnctan.
Se proveen herramientas para descubrir qué concepciones y prácticas, en un contexto
sociocultural dado, quedan implícitamente definidas o correlacionadas a los presupuestos o
figuras de subjetividad que esos contextos han construído y reproducen.
Analisar cuáles son las disposiciones estables de sentir, hacer maneras de pensare o
conocer que son incorporados por los sujetos. Cómo lo social se hace cuerpo y psiquismo.