AÑO lxxX Nº 164 DIRECTOR: JORGE HORACIO ALTERINI Tomo La Ley 2016-E

BUENOS AIRES, argentina - miércoles 31 DE agosto DE 2016 ISSN 0024-1636

El consumidor en el Código Civil y Comercial

Francisco A. Junyent Bas y María Constanza Garzino

SUMARIO: I. El nuevo Código.— II. Las “categorías” de consumidor.— III. El fundamento de la tutela del consumidor.— IV. El nuevo esquema legal del Código Civil y Comercial
y el fundamento de la Comisión redactora de su Anteproyecto .— V. Una primera aproximación a la temática: nuestra opinión.— VI. Las personas jurídicas como consumidores.—
VII. Las pautas doctrinarias con relación a la categorización de la persona jurídica como consumidor.— VIII. Reflexiones finales.

El Código Civil y Comercial y la cleo duro de tutela. También es considerable el be-
neficio en cuanto a la coherencia del sistema, por-
ley 24.240 extienden su política sobre que hay reglas generales sobre prescripción, cadu-
las relaciones de consumo, con el ob- cidad, responsabilidad civil, contratos, del Código
Civil que complementan la legislación especial
jetivo de atender a las necesidades de proveyendo un lenguaje normativo común...”.
los consumidores, al respeto a su dig-
b) Lo más destacable es la incorporación de
nidad, salud, seguridad, así como tam- los principios y reglas básicas del derecho del
bién a la protección de sus intereses consumidor a la regulación unificada en aten-
ción a la tradición que tiene en nuestro país el
económicos, buscando transparencia y Código.
armonía en las relaciones de mercado
c) Con la incorporación del derecho del
y teniendo en cuenta el reconocimiento consumidor al nuevo Código resulta patente
de la vulnerabilidad del consumidor que hay algunos aspectos antes regulados en
la Ley de Defensa del Consumidor (LDC) que
que posee derechos de rango constitu- han quedado absolutamente confirmados, así
cionales, art. 42 de la Const. Nacional. como otros han sido modificados.
d) En consecuencia, actualmente el marco
jurídico del consumidor está conformado por:
I. El nuevo Código la Constitución Nacional y Tratados Interna-
cionales, la ley especial 24.240 de Defensa del
I.1. La incorporación del derecho del consumi- Consumidor  , el Código Civil y Comercial, y
dor al Código unificado demás regulaciones nacionales, provinciales y
municipales que refieran a los derechos de es-
a) El Código Civil y Comercial (CCyC), al tos sujetos vulnerables, todo lo cual conforme
abordar la temática relativa al derecho del Bonel Tozzi (1) enmarca a esta normativa en el
consumidor, ha introducido modificaciones re- ámbito de los “derechos sociales”.
levantes en la materia.
I.2. El “doble” esquema normativo
La Comisión redactora del Anteproyecto de
Código fundamentó la inclusión del derecho e) El Código incorpora la temática específi-
del consumidor en la regulación en los siguien- camente en los artículos 1092 a 1122, como así
tes términos: “...se propone incluir en el Código también reformula los artículos 1, 8, 40 bis y el
Civil una serie de principios generales de protec- 50 de la ley 24.240 mediante el denominado:
ción del consumidor que actúan como una “pro- “Anexo II - Ley 26.994”.
tección mínima”, lo que tiene efectos importantes:
En materia de regulación, ello implica que no hay f) En el Título III, del Libro Tercero, el
obstáculos para que una ley especial establezca nuevo ordenamiento regla los aspectos
condiciones superiores. Ninguna ley especial en centrales de la relación de consumo. En el
aspectos similares puede derogar esos mínimos sin art. 1092 del Código se define correctamen-
afectar el sistema. El Código, como cualquier ley, te la relación de consumo, en los siguientes
puede ser modificado, pero es mucho más difícil términos: “es el vínculo jurídico entre un pro-
hacerlo que con relación a cualquier ley especial. veedor y un consumidor”, de manera tal que
Por lo tanto, estos “mínimos” actúan como un nú- reconoce que la cadena de comercialización
que se articula en una economía de mercado
no sólo tiene como causa-fuente el contrato
(expresamente consagrado en el art. 1093 del
CCyC), sino también hechos o actos jurídicos
mediante los cuales una persona “cierra” el
circuito productivo.
g) De tal modo, se confirma que el víncu-
lo jurídico entre proveedor y consumidor, es
más amplio que la relación contractual, tal
como ya se había reconocido en la Constitu-
ción Nacional y en la LDC con la reforma de
la ley 26.361.
h) Con respecto a la figura del consumidor,
el art. 1092 señala que ésta comprende a: “toda
persona física o jurídica que adquiera o utilice
en forma gratuita u onerosa, bienes o servicios
como destinatario final, en beneficio propio o de
su grupo familiar o social. Queda equiparado al
consumidor quien, sin ser parte de una relación de
consumo, como consecuencia o en ocasión de ella,
adquiere o utiliza bienes o servicios, en forma gra-
tuita u onerosa, como destinatario final, en benefi-
cio propio o de su grupo familiar”.
i) Por su parte, el art. 1093, al reglar el con-
trato de consumo, individualiza al proveedor
como: toda persona humana o jurídica, y/o em-
presa, que actúa profesional u ocasionalmente
como productora de bienes o prestadora de
servicios, pública o privada, noción que debe
integrarse con el art. 2 de la Ley 24.240 (LDC)
y con los arts. 1094 y 1095 del CCyC.
La figura del proveedor se corresponde con
la prevista en la ley 24.240, constituyendo el
polo activo de la relación de consumo, incorpo-
rando expresamente a la figura de la empresa,
y manteniendo la posibilidad que sea persona
física o jurídica, de carácter público o privado.
Tal como señala Sozzo, (2) proveedor es
quien, por su posición en el mercado, se dedi-
ca a la fabricación, distribución, comerciali-
zación de bienes y servicios para después de
transformarlos, reinsertarlos en el mercado
como bienes de consumo. El autor citado
describe la gran heterogeneidad de la figura
del proveedor en cuanto se dedica al monta-
je de productos, a la construcción, transfor-
mación, concesión de marca y prestación de
servicios.
I.3. Una problemática singular
Desde esta perspectiva una problemática
especial se plantea en la concepción de la figu-
ra del consumidor en sus diversas tipologías,
ya que el Código Único limita su noción, al
excluirse tanto de los arts. 1092 y 1093, como
del reformulado art.  1 de la LDC, a quien se
encuentra “expuesto a una relación de con-
sumo”, que había sido incorporado por la
ley 26.361.
Sin perjuicio de la afirmación precedente,
cabe advertir que la figura del “expuesto” se
traslada a las “prácticas abusivas” y, concre-
tamente, el art.  1096 al hablar del ámbito de
aplicación no sólo refiere a los consumidores
directos o indirectos reconocidos dentro del
ámbito de la relación de consumo, sino que
hace extensible a los que se “exponen” a dicha
vinculación.
a) En esta oportunidad, nos proponemos
abordar exclusivamente la relación de consu-
mo y, especialmente, la conceptualización de
la figura del consumidor, que ha resultado aco-
tada por la nueva formulación legislativa, todo
lo cual ya aparejó un debate en la doctrina, en
especial, sobre la eventual exclusión del “bys-
tander” (3) y a la posibilidad de que la persona
jurídica sea calificada como consumidor.
b) A los fines de un correcto análisis del im-
pacto de la reforma introducida por el Código
Civil y Comercial a la noción de consumidor,
vale antes realizar un breve repaso de su evo-
lución en el derecho argentino.
continúa en página 2

DOCTRINA Discriminación. Negativa a afiliar a un sistema de salud al grupo familiar del actor por
El consumidor en el Código Civil y Comercial tener una hija con Síndrome de Down. Mayores costos en la atención de la discapacidad.
Francisco A. Junyent Bas y María Constanza Garzino............................................................ 1 Denuncia ante el INADI. Conducta encuadrada en la ley 23.592. Derecho al trato igualita-
rio. Derecho a la salud. Procedencia del daño moral. Rechazo del planteo de prescripción.
Inaplicabilidad del Código Civil y Comercial de la Nación ( CNFed. Civ. y Com.)...................9
CORREO
NOTA A FALLO
ARGENTINO

CENTRAL B
El rigor formal como capital simbólico negativo: ¿La fuerza de la forma?
Nicolás Diana................................................................................................................................ 7 Conciliación laboral. Suspensión de la prescripción motivada por la instancia obli-
gatoria ante la instancia administrativa. Plazo de seis meses (CNTrab.)........................... 11
FRANQUEO A PAGAR
CUENTA Nº 10269F1

jurisprudencia
Exceso ritual. Reclamo de diferencias salariales. Impugnación de decretos. Instancia panorama QUINCENAL
administrativa. Acceso a la justicia (CS).............................................................................. 7 Corte Suprema de Justicia de la Nación...................................................................................12
2 | miércoles 31 DE agosto DE 2016
El consumidor
en el Código Civil
y Comercial
viene de tapa
II. Las “categorías” de consumidor
II.1. Introducción
La doctrina y la jurisprudencia fueron elabo-
rando las diversas categorizaciones en torno a
la figura del consumidor que se receptan en la
legislación patria.
En este sentido, con motivo de las XXII Jor-
nadas Nacionales de Derecho Civil, en la “Co-
misión de Derecho Interdisciplinario: Derecho
del Consumidor”, llevadas a cabo en Córdoba
en el año 2009, se concluyó respecto al consu-
midor que:
“En el ámbito de la ley 24.240, conforme su
actual redacción, quedan amparados en la pro-
tección legal:
a) Quien asume el rol de contratante al ad-
quirir un bien o servicio, actuando como des-
tinatario final, sea la contratación a título gra-
tuito u oneroso;
b) Quien utiliza bienes o servicios sin ser
parte sustancial de un contrato de consumo,
generalmente por estar vinculado familiar o
socialmente con el adquirente;
c) Quien se expone a una relación de consu-
mo, a un peligro derivado de la misma o quien
resulta efectivamente afectado. La noción
comprende, entre otras situaciones, a: 1) Los
sujetos indeterminados expuestos a prácticas
comerciales; 2) Los sujetos expuestos a los
defectos de seguridad de los productos y ser-
vicios incorporados al mercado por el provee-
dor” (4).
Por su parte, Hernández (5) define las tres
alternativas nominando el primer caso como
el de “consumidor directo”, en atención a que
existe entre las partes una relación contrac-
tual y/o convencional, aun cuando se trate de
contratos realizados en masa y/o de adhesión,
verbigracia las adquisiciones en los centros de
compras; la adquisición de automóviles en con-
cesionarias, las operaciones de crédito, los ser-
vicios domiciliarios, la contratación de seguros
y otro tipo de operaciones similares. El autor
sostiene que este concepto se deriva del art. 1º,
primer párrafo de la LDC y que al refiere tam-
bién el art. 1093 del CCyC.
{ NOTAS }
Especial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723)
(1) BONEL TOZZI, Sofía L., “Categorías jurídicas y
derechos sociales. Un caso: los consumidores. Nueva
norma, reconocimiento y lenguajes”, El Foro de Córdoba,
Nº 180, Año XXV, Córdoba, Advocatus, 2015, p. 49.
(2) SOZZO, Gonzalo, “La nueva delimitación del ám-
bito de funcionamiento en la protección del consumi-
dor”, Personas Humanas. Revista de Derecho Privado y
Comunitario, 2015-3, Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2015,
p. 473.
(3) SOZZO, G., ob. cit., p. 457 y ss.; BAROCELLI, Ser-
gio S., “Ámbito de aplicación del derecho del consumi-
dor”, en Derecho del Consumidor, El Derecho, Colección
Código Civil y Comercial, Buenos Aires, 2016, p. 39 y ss;
SHINA, Fernando, “Las relaciones de consumo en el
nuevo Código Civil y Comercial. La resurrección del bys-
tander”, el dial.com - D2A, publicado el 01/04/201; SO-
BRINO, Waldo, “En el nuevo Código Civil y Comercial
las víctimas de accidentes de tránsito siguen sin ser con-
sideradas consumidores en relación al seguro de respon-
sabilidad civil”, elDial.com - DC1E2E; TAMBUSSI, Car-
los E., “Un Código nuevo con ataques viejos. La reforma
y unificación de los Códigos Civil y Comercial versus la
involución de la Ley 24.240”, en: MJ-DOC-6072-AR/
MJD6072.
En el segundo caso se presenta el “usuario
o consumidor material o fáctico”, que puede ser
parte del ámbito familiar o social del consumi-
dor propiamente dicho, y que se caracteriza
por ser aquel que sin convención expresa “uti-
liza los bienes o servicios”. El autor señala que
la fórmula es amplia, y que debe entenderse
referida a los meros usuarios materiales del
producto o servicio, que no se han vinculado
directamente con el proveedor, o bien de los
terceros beneficiarios de algún derecho com-
prendido en la relación de consumo celebrada
por otro (6).
En esta línea, alguna doctrina entiende que
la distinción entre la utilización de los vocablos
“usuario” y “consumidor”, no se limita ni redu-
ce a una mera polémica o discusión semántica.
Así, se destaca que el consumidor adquiere
servicios que se consumen, extinguen por su
mero uso, y bienes o cosas que pueden o no ser
consumibles.
Por otro lado, el usuario es aquel que usa un
servicio que no se agota ni consume — servicio
público— por su uso, sino que se renueva, o el
que usa bienes que no le pertenecen (7).
El tercer caso refiere a la persona denomi-
nada “expuesto a una relación de consumo” que
ha sido definida como “el tercero ajeno a la
relación que sufra un daño como consecuencia
o en ocasión de una relación de consumo, por
causa de la acción de cualquiera de los pro-
veedores, sus dependientes, las personas que
se encontraren bajo su tutela o cuidado y los
consumidores en la relación de consumo” (8).
II.2. La identificación de diversas clases o tipos
de consumidor
Sobre la base de las consideraciones expues-
tas, realizaremos un intento de delimitación de
cada una de las alternativas existentes en el
derecho del consumidor argentino, a fin de fa-
cilitar la tarea de identificación de los diversos
sujetos previstos legislativamente, articulando
la Ley Especial de Defensa del Consumidor
con los nuevos textos incorporados por el nue-
vo Código.
II.2. a. El consumidor “directo”
El consumidor directo, reglado en el art. 1 de
la ley 24.240, es receptado de manera análoga
en el Código cuando en el art. 1092 lo concep-
tualiza como: “persona humana o jurídica que
adquiere o utiliza, en forma gratuita u onerosa
bienes o servicios, como destinatario final, en be-
neficio propio o de su grupo familiar o social”.
La doctrina lo denomina “contratante de un
bien o servicio que se adquiere como destina-
tario final” y que, tal como ya citamos, Hernán-
(4) Conclusiones Jornadas Nacionales de Derecho Civil,
Comisión de Derecho Interdisciplinario: Derecho del
consumidor, disponibles en: http://www.derechocivilcba.
com.ar/conclusiones.html.
(5) HERNÁNDEZ, Carlos A., “Relación de consu-
mo”, Capítulo V.1., en Tratado de Derecho del Consumidor,
LA LEY, Buenos Aires, 2015, t. I, p. 418; y HERNÁNDEZ,
Carlos A. - FRUSTAGLI, Sandra A., “Proyecciones del
Régimen de Protección al consumidor sobre el derecho
privado”, Ponencia en las XXII Jornadas Nacionales de
Derecho Civil, Comisión de Derecho Interdisciplinario,
Córdoba, septiembre 2009, t. 5, p. 30.
(6) HERNÁNDEZ, C., ob. cit., p. 418.
(7) LOWENROSEN, Flavio, “Derecho del consumi-
dor”, Edic. Jurídicas, Buenos Aires, 2008, t. II, p. 85.
(8) GARRIDO CORDOBERA, Lidia - BAROCELLI,
Sergio Sebastián, “El sujeto expuesto a una relación de
consumo”, Ponencia en las XXII Jornadas Nacionales de
Derecho Civil, Comisión de Derecho Interdisciplinario”,
Córdoba, septiembre 2009, t. 5, p. 31.
(9) HERNÁNDEZ, C. - FRUSTAGLI, S., ob. cit.
(10) BAROCELLI, Sergio S., “Ámbito de aplicación
del derecho del consumidor”, en Derecho del Consumidor,
El Derecho, Buenos Aires, 2016, p. 47.
(11) ALVAREZ LARRONDO, Federico M., “Los cen-
dez y Frustragli (9) lo denominan “consumidor
en sentido estricto”, pues, existe entre las
partes una relación convencional, por lo que
también puede ser denominado “consumidor
directo”.
Cabe destacar que las características de
ser “destinatario final, en beneficio propio o
de su grupo familiar o social”, son las que lo
constituyen como consumidor definitivo. Es
el “Endverbraucher” del derecho alemán, y
ello porque los bienes o servicios los adquiere
o utiliza como último receptor de la cadena
de producción, vale decir, sin ser objeto a pos-
teriori de reventa o reinserción en el merca-
do (10).
En una palabra, la causa-fin de la adquisi-
ción de la adquisición debe ser la satisfacción
de las necesidades personales del consumidor
y su familia o grupo social.
II.2.b. El consumidor “indirecto”
La ley equipara al consumidor antes descrip-
to al llamado “consumidor indirecto” o “usua-
rio no contratante” o “consumidor fáctico” o
“consumidor conexo”, definido en el segundo
párrafo del art. 1 de la LDC y del art. 1092 del
CCyC en los siguientes términos: “...quien sin
ser parte de una relación de consumo, como conse-
cuencia o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bie-
nes o servicios como destinatario final, en beneficio
propio o de su grupo familiar o social”.
La doctrina (11) refiere generalmente a los
destinatarios finales de la prestación originada
con el proveedor en virtud de un vínculo con el
otro co-contratante, y que casi siempre están
vinculados familiar o socialmente con el adqui-
rente.
A modo de ejemplo, Barocelli (12) señala que
son consumidores indirectos aquellos que be-
neficiarios de contratos a favor de terceros,
como en las hipótesis de extensión de tarje-
tas de crédito, usuarios de medicina prepaga
que comprenden al grupo familiar del titular,
beneficiarios de un seguro de riesgo de traba-
jo o seguros de vida obligatorios, el fiador de
una deuda que se considera de consumo, entre
otros supuestos.
De igual modo, se encuentran incluidos en
la noción de consumidor los integrantes del
círculo familiar y social del contratante propia-
mente dicho, que consumen las cosas adquiri-
das por aquél, pudiendo considerárselos en la
primera categoría.
Vale destacar que estos consumidores o
usuarios no son quienes adquirieron directa-
mente el bien o servicio, pero al formar parte
del círculo final de este último se los equipara
tros comerciales ante el derecho del consumo argenti-
no”, en PICASSO - VÁZQUEZ FERREYRA, Ley de De-
fensa del Consumidor, LA LEY, 2009, t. I, p. 603.
(12) BAROCELLI, S., ob. cit., p. 50.
(13) HERNÁNDEZ, C., “Tratado de Derecho del Con-
sumidor”, ob. cit., p. 418.
(14) BAROCELLI, S., ob. cit., p. 49; HERNÁNDEZ, C.,
ob. cit., p. 422.
(15) CS, “Mosca, Hugo Arnaldo c. Buenos Aires, Pro-
vincia de (Policía Bonaerense) y otros s/ daños y perjui-
cios”, 5/4/2007.
(16) CNCiv., sala C, “F., H. S. c. Carrefour s.a. y otro
s/ daños y perjuicios”, 25/08/2010; CCiv. y Com. 8a Nom.
Córdoba, “Hernández, Andrés Roberto c. Hipermercados
Libertad S.A.”, 28/5/2009; CNCiv. Sala C, “Pasarelli, Ma-
risa Paula c. Disco S.A.”, 24/2/2011, AR/JUR/5190/2011,
en la que se resolvió que: “La sociedad explotadora de
un supermercado es responsable en los términos de la
ley 24.240, por los daños sufridos por una clienta...”.
(17) CCiv. y Com. 6a Nom. Córdoba, “Llufriu, César
Osvaldo c. Ibáñez, Edvino Arcángel - Ordinario - Daños
y perj. - Accidentes de tránsito - Recurso de apelación”,
expte Nº 00865104/36, 10/2/2010; CNCiv., sala D, “Pin,
Silvana Carina c. Ferrant S.R.L”, 11/12/2008, en donde
se resolvió que: “el propietario de un local bailable debe
a él, quien utiliza o disfruta del bien o servicio
como destinatario final.
En el ámbito de esta categoría se ubica el de-
nominado “usuario”, en dos sentidos: a) como
“consumidor”, ya sea directo o indirecto, pero
de servicios, y de allí la característica del que
se deriva su nombre, y que incluye los servicios
bancarios, de turismo, etc., así como también a
los servicios públicos; y b) quienes, sin haber
contratado directamente, por formar parte del
círculo familiar o social, aparecen legitimados
en similar carácter al consumidor directo, de-
nominado por Hernández (13) como “beneficia-
rio de la relación de consumo”.
II.2. c. El expuesto a una relación de consumo
Con base en una construcción jurispruden-
cial, que fue receptada por la ley 26.361, se
incorporó la figura del consumidor “expuesto
a una relación de consumo”, que no es ni con-
sumidor ni usuario en sentido estricto, pero se
encuentra en una situación particular que lo
conecta con una relación de consumo.
La doctrina (14) brinda una noción de sujeto
expuesto como la de aquellos que, sin haber
adquirido o utilizado directamente un bien
o servicio introducido en el mercado por los
proveedores, sufrían o estaban en peligro de
sufrir un daño o lesión en sus derechos, como
consecuencia de una acción u omisión origina-
da en una actividad encaminada a satisfacer
la demanda de bienes o servicios para desti-
no final de los consumidores o usuarios, com-
prendiendo tanto a potenciales consumidores
frente a prácticas de mercado, como también
a víctimas no contratantes de daños por defec-
tos de productos o incumplimiento del deber
de seguridad.
En el derecho comparado existen diversos
antecedentes en el Código de Defensa del Con-
sumidor de Brasil, art. 2, 17 y 19, que es el que
tomó como modelo nuestro legislador, la Di-
rectiva Nº 85/374 de la Comunidad Económica
Europea, en materia de responsabilidad por
productos defectuosos, así como en el derecho
judicial anglosajón de donde toma el nombre
de “bystander”.
En nuestro país, el concepto del consumi-
dor expuesto fue construido a partir del caso
“Mosca” (15), resuelto por la Corte Suprema de
Justicia, que luego se extendió a otras alterna-
tivas como, por ejemplo, en el caso de indivi-
duos que concurren a centros de compras (16),
locales bailables (17), espectáculos deportivos,
y que por razones de vinculación con el con-
sumidor y/o usuario quedan “expuestos” a di-
cha relación, lo que ha sido ratificado en otros
precedentes jurisprudenciales (18). También
se incluyen bajo esta figura las personas que
responder por los daños padecidos por un cliente que fue
agredido físicamente por otro dentro de su comercio,
pues dicha agresión por parte de un tercero no puede
ser alegada como caso fortuito y con aptitud para exo-
nerar de responsabilidad al titular de la discoteca por el
incumplimiento de su obligación de seguridad, dado que
no es un tercero extraño, exterior o que quede fuera de la
actividad o marco de control del empresario”.
(18) CNCiv., sala L, “M., J. J. c. Catedral Alta Patago-
nia S.A s/ daños y perjuicios”, 20/04/2010, oportunidad
en la que la Cámara resolvió: “la obligación de seguri-
dad tiene como acreedor no sólo a quien participa de un
entretenimiento o juego (en locales o patios de juego de
un centro comercial), sino también a cualquier persona
meramente asistente o acompañante (“Osorio c. Alto
Palermo” [Fallo en extenso: elDial.com - AA3E87], RCyS
2007-1015). De allí que cualquiera que ingrese al ámbito
territorial de la concesión está amparado por las normas
a que se está haciendo referencia, como lo está quien pa-
sea por un centro comercial, a pesar de que no compre o
consuma cosas o servicios”; CNCiv., Sala H, “Sánchez,
Jesús Abel c. Los Constituyentes S.A. de Transportes y
otros s/ daños y perjuicios”, 30/11/2011, en donde tam-
bién se reconoció de manera expresa la figura del consu-
midor expuesto o “bystander”.

concurren a grandes centros de compras, su-
permercados o shopping malls y que, aun sin
haber llegado a adquirir ningún bien o servicio,
sufren algún tipo de daño como caída en esca-
lera, resbalón en el piso, o algún tipo de robo,
como puede ser incluso de su automotor (19), o
a quien sin haber solicitado servicios bancarios
se ve dañado por un fraude a su persona (20).
Todos estos ejemplos, según las circunstan-
cias de tiempo, lugar y modo, permiten pre-
dicar la existencia de sujetos expuestos a una
relación de consumo.
En definitiva, antes de la vigencia del Código
Civil y Comercial la noción de consumidor ya
había superado con creces el ámbito contrac-
tual que preveía la ley 24.240 en su redacción
originaria, para incorporar definitivamente al
usuario y al expuesto a una relación de consu-
mo, en una extensión del concepto originario
con la consecuente ampliación de los legitima-
dos activos a requerir la tutela del plexo con-
sumeril.
II.3.d. El “subconsumidor”
Una conceptualización del consumidor que
no surge de la ley, pero que ha merecido tra-
tamiento doctrinario, es la figura de la persona
particularmente vulnerable (21).
En esta línea, Hernández ha dicho (22) que la
realidad revela que en ocasiones la debilidad
del consumidor medio suele verse incremen-
tada ante circunstancias particulares que, de
modo temporal o permanente, aquejan intrín-
secamente al individuo, como son los supues-
tos de enfermos, niños, ancianos, y personas
con capacidades especiales, a resultas de lo
cual concurren en una misma persona, y en
idéntico contexto relacional, diferentes expre-
siones de debilidad que demandan estándares
especiales de tutela. Esta noción tiene expresa
recepción en la jurisprudencia local en diver-
sos fallos (23).
En este sentido, el art. 39 del Código de De-
fensa del Consumidor brasileño considera
como práctica abusiva el hecho de prevalerse
de la “ignorancia, edad, salud, o condición so-
cial del consumidor”, para imponerle determi-
nados productos o servicios.
Así, el autor citado entiende que este concep-
to también se infiere del nuevo Código atento a
que reconoce de modo trasversal la pluralidad
de vulnerabilidades que pueden afectar a una
persona humana, en clave con las exigencias
impuestas por la propia Constitución Nacional
y los tratados de Derechos Humanos, arts. 1 y 2
del CCyC.
III. El fundamento de la tutela del consumidor
III.1. Origen y consolidación del derecho del con-
sumidor
El derecho de los consumidores y usuarios
surge como una necesidad nacida del principio
de solidaridad social frente a la clásica teoría
liberal del derecho, que concebía a las partes
en los contratos como sujetos racionales, con
igual capacidad negocial.
Alterini (24) explica que el estatuto de defen-
sa de los consumidores nació para regular al
hombre situado en un determinado rol, pues si
bien las normas de índole patrimonial, civiles
y comerciales, correspondían al “ius volunta-
{ NOTAS }
(19) Fallo reciente con vigencia del Código Civil y Co-
mercial, y aplicando la figura del bystander: CCiv. y Com.
San Martín, sala I, “Samojluk, Alejandro Miguel c. Coto
CICSA s/ daños y perjuicios”, 16/07/2015, La Ley Online,
AR/JUR/30087/2015.
(20) CFed. Córdoba, sala A, “Aguirre, Daniela del
Valle c. Banco Cetelem Argentina S.A. s/ Ley de defen-
sa del Consumidor”, 23/06/2015, La Ley Online, AR/
JUR/24353/2015.
rium”, en cambio, las normas del derecho del
consumidor pertenecen al “ius cogens”, pues,
son de orden público, tendiente a resguardar a
una de las partes, así como a mantener el equi-
librio interno del contrato, fijando un mínimo
y un máximo de protección. El autor recuerda
que si bien este tipo de relación se encontra-
ba sometida al derecho comercial, hoy se ha
impuesto un nuevo régimen, donde lo que se
tutela son justamente las relaciones de consu-
mo, dando lugar al nacimiento de un estatuto
especial que penetra trasversalmente todo el
ordenamiento jurídico.
Farina (25) señala que en la relación de con-
sumo la supuesta igualdad negocial entre las
partes constituye una ficción y nadie piensa
que el consumidor pueda quedar librado a su
suerte dentro de esta compleja realidad que lo
coloca en una situación de desequilibrio.
Mosset Iturraspe (26) expresa que el objetivo
de la tutela del consumidor tiene como direc-
triz central el diferente poder de negociación y
conocimiento que tiene el proveedor por sobre
el consumidor y/o usuario.
Barocelli (27) sostiene que el derecho del
consumidor se erige como un sistema de nor-
mas principio lógicas, de orden público y fuen-
te constitucional, con carácter esencialmente
protectorio de la parte débil y vulnerable, tal
como se reconoce tanto en el derecho compa-
rado como en nuestro propio ordenamiento.
En definitiva, el derecho del consumidor
tiene como epicentro a la persona humana, en
cuanto consumidora, conforme los valores y
principios constitucionales, teniendo en cuen-
ta los tratados internacionales de derechos
humanos y articulando lo que la doctrina deno-
mina el “diálogo de fuentes”.
III.2. El sistema protectorio
La tutela especial surge de todo el plexo
consumeril, consagrando en la Constitución
Nacional, en el Código Civil y Comercial y en
la LDC, en el principio “in dubio pro consumi-
dor”, art. 3 de la LDC, y arts. 1094 y 1095 del
CCyC, que se integra, entre otras, con las si-
guientes directrices: la obligación de informa-
ción, art. 4 de la LDC y arts. 1100 del CCyC, las
condiciones previsibles y normales de uso de
las cosas y servicios, que respeten las instruc-
ciones y normas para garantizar su seguridad,
art. 5 y 6 de la LDC, la prohibición de prácti-
cas publicitarias engañosas, art. 8 de la LDC, y
art. 1001 del CCyC, el trato digno y equitativo,
art. 8 bis, y art. 1097 del CCyC, etc.
De las normas citadas la doctrina derivan
los principios especiales y tuitivos: protectorio,
de sustentabilidad, de no regresividad, de irre-
nunciabilidad a los derechos por el carácter de
orden público de la ley, de buena fe, de digni-
dad y de realidad.
IV. El nuevo esquema legal del Código Civil y Co-
mercial y el fundamento de la Comisión redactora
de su Anteproyecto
IV.1. La restricción en la “categoría de consumi-
dor”: la exclusión del “bystander”
Una vez delimitadas en los títulos anteriores
las categorías que incluye el consumidor, cabe
referirse especialmente a la restricción de la
noción del “expuesto” producida por el nuevo
régimen legal.
(21) HERNANDEZ, C., “Tratado de Derecho del Con-
sumidor”, ob. cit., p. 414.
(22) HERNÁNDEZ, C., ob. cit., p. 414, con cita de: CA-
VANILLAS MUGICA, Santiago, “La protección del sub-
consumidor en la normativa sobre responsabilidad civil
por productos o servicios defectuosos”, en: Estudios so-
bre consumo.
(23) SC Mendoza, “Bloise de Tucci, Cristina c. Super-
mercado Makro S.A.”, 2/7/2002, LLGran Cuyo, 2002-
En relación con la figura del bystander,
la Comisión redactora del Anteproyecto de
Código Civil y Comercial aclaró, en sus Fun-
damentos, que: “Estas definiciones receptan
las existentes en la legislación especial, depu-
rando su redacción y terminología conforme a
observaciones efectuadas por la doctrina. En
especial cabe mencionar la figura del “consumi-
dor expuesto”, incluido en la ley especial dentro
de la definición general de consumidor. Ello ha
sido una traslación inadecuada del Código de
Defensa del Consumidor de Brasil (artículo 29),
que contempla esta noción en relación con las
prácticas comerciales, pero no como noción ge-
neral. Como se advierte, la fuente si bien amplía
la noción de consumidor, la limita a quien se
halla expuesto a prácticas abusivas, lo que apa-
rece como absolutamente razonable. En cambio,
la redacción de la ley 26.361 carece de restric-
ciones por lo que su texto, interpretado literal-
mente, ha logrado una protección carente de
sustancialidad y de límites por su amplitud. Un
ejemplo de lo expuesto lo constituye el hecho de
que alguna opinión y algún fallo que lo recepta,
con base en la frase “expuestas a una relación
de consumo”, han considerado consumidor al
peatón víctima de un accidente de tránsito, con
relación al contrato de seguro celebrado entre el
responsable civil y su asegurador. La definición
que surge del texto constituye una propuesta de
modificación de la ley especial. De todos modos,
y tomando como fuente el artículo 29 del Código
de Defensa del Consumidor de Brasil, la hemos
reproducido al regular las “Prácticas abusi-
vas”, ya que, en ese caso, su inclusión aparece
como razonable”.
Esta argumentación ha traído aparejadas
diversas opiniones en torno a la supuesta reu-
bicación del “expuesto”.
Tanto el texto del Código, como el “Anexo”,
sólo adoptan dos de las tres alternativas de
consumidor previstas en la ley 24.240 y, con-
secuentemente, “pareciera eliminarse” de la
concepción de uno de los sujetos amparados
bajo la vigencia de la LDC con la modificación
de la ley 26.361. Concretamente, se elimina la
última parte del art.  1 de la LDC que rezaba:
“...y a quien de cualquier manera está expues-
to a una relación de consumo”, sobre el que ya
hemos hecho referencia.
De lo dicho se sigue que el sujeto o consumi-
dor denominado “bystander” quedaría exclui-
do de la protección legal, restringiendo nue-
vamente la noción a los casos de consumidor
directo e indirecto, como regla general.
Sin embargo, el consumidor expuesto o
“bystander” sí queda incluido en el art. 1096
del CCyC, que regula el ámbito de aplicación
de las prácticas abusivas, al señalar que: “las
normas de esta sección son aplicables a todas
las “personas expuestas” a las prácticas comer-
ciales, determinables o no, sean consumidores o
sujetos equiparados conforme a lo dispuesto en el
art. 1092”.
De tal modo, a pesar de la exclusión expresa
del bystander de la noción de consumidor (art. 1
de la LDC y art. 1092 del CCyC), también se en-
cuentra tutelado por el plexo consumeril en el
citado art. 1096.
En definitiva, entre el nuevo artículo 1 de la
LDC, el art. 1092 y el art. 1096 del CCyC, apare-
ce una construcción compleja, de cierta ambi-
güedad, que ya justifica nuevos debates sobre
el alcance de la figura.
726; CS, “E.R.E. c. Omint S.A. de Servicios”, 3/1/2001,
LA LEY, 2001-E, 18.
(24) ALTERINI, Atilio, “Los pilares del contrato mo-
derno”, RCyS 2008-130.
(25) FARINA, Juan, prólogo a: RINESSI, Antonio J.,
“Relación de consumo y derechos del consumidor”, As-
trea, Buenos Aires, 2006, p. IX.
(26) MOSSET ITURRASPE, Jorge, “Introducción al
derecho del consumidor”, Revista de Derecho Privado y
miércoles 31 DE agosto DE 2016 | 3
IV.2. El debate en la doctrina
A partir de la vigencia del nuevo Código, y
consecuentemente, de la exclusión del bystan-
der del art. 1 de la LDC y del art. 1092 del nuevo
ordenamiento, los autores especializados han
polemizado sobre el alcance del nuevo orde-
namiento.
Hernández (28) opina que aunque la solu-
ción resulte opinable, y por lo tanto sujeta
a los márgenes de una razonable política le-
gislativa, la finalidad del proyecto fue evitar
interpretaciones muy amplias; y en especial,
para combatir las prácticas comerciales abu-
sivas. También reconoce que un debate com-
plementario lo constituye la determinación
del eventual funcionamiento de la figura en
casos donde está comprometida la seguridad
de los productos y servicios incorporados al
mercado por el proveedor, o de las cosas a
través de las cuales la relación de consumo se
establece, con especial cita del caso “Mosca”
de la Corte Suprema, a lo que el autor afir-
ma que la respuesta parece evidente, máxime
cuando el sistema del Código reconoce impor-
tantes instrumentos preventivos en la teoría
general de la responsabilidad civil, dirigidos a
evitar el daño.
Por su parte, Barocelli (29) entiende que el
“expuesto” no ha sido “eliminado” sino “reubi-
cado” en el art. 1096 del CCyC, todo lo cual exi-
ge profundizar en el concepto de prácticas co-
merciales abusivas. Entiende que la noción de
expuesto continúa comprendiendo tanto a los
consumidores potenciales, como a las víctimas
de daños que no tienen un vínculo contractual
con el proveedor, sea el daño originario por el
incumplimiento del deber de seguridad o por
un defecto del producto o servicio, especial-
mente fundamentado en la falta de informa-
ción sobre riesgos y daños; por consiguiente,
opina que el concepto no ha sufrido morigera-
ción alguna, sino que han sido pulidas ciertas
indefiniciones.
Shina (30) sostiene, con apoyo en la opinión
de Farina, que: “La noción de tercero expuesto,
desde sus orígenes, estaba destinada a romper
la idea de un contrato para llenar de contenido
social a las relaciones de consumo”.
El autor señala que no le convence el argu-
mento de la Comisión redactora de que hubo
una inadecuada traducción del art.  29 del
Código de Consumo de Brasil, y que el pre-
cepto de la ley 26.361 era adecuado, pues, su
intención era lograr que un mayor número
de personas se vieran amparadas atento a su
vulnerabilidad. Enfatiza que: “en una econo-
mía a gran escala todos somos consumidores.
Hoy el derecho del consumidor es un estatuto
de ciudadanía del mercado, ratificando que el
art. 1 de la LDC protegía a todos los ciudada-
nos del mercado expuestos al consumo y sus
vicisitudes”.
Agrega (31) que la finalidad del precepto mo-
dificado era proteger a víctimas ajenas a una
contratación, pero causalmente vinculadas
con un hecho que les ocasionó un daño, y no
duda en señalar que la norma era verdadera-
mente revolucionaria y progresista, en grado
tal que el propio Lorenzetti se había expresa-
do positivamente por la tutela del consumidor
bystander.
continúa en página 4
Comunitario Nº 5, Santa Fe, 1999, p. 7.
(27) BAROCELLI, S., ob. cit., p. 51.
(28) HERNÁNDEZ, C., “Tratado de derecho del con-
sumidor”, ob. cit., ps. 424 y 425.
(29) BAROCELLI, S., ob. cit., p. 51.
(30) SHINA, F., ob. cit.
(31) Con cita de LORENZETTI, Ricardo L., “Consu-
midores”, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2009, p. 127.
4 | miércoles 31 DE agosto DE 2016
viene de PÁGINA 3
En definitiva, Shina opina que la restricción
de la legitimidad de las personas que pueden
invocar la LDC se explica en tanto el “melo-
drama” montado alrededor del bystander tiene
una única explicación: el instituto perjudicaba
al sector integrado por las compañías de segu-
ro. Además no se priva de afirmar que le pare-
ce absolutamente razonable y justo que las víc-
timas de accidente de tránsito tengan acción
directa contra las aseguradoras, de conformi-
dad al art. 1716 del CCyC (32).
A su vez, Sozzo (33) señala que el texto de
la ley 26.361 estuvo orientado por un espíritu
de ampliación del ámbito de aplicación de la
ley 24.240, receptado por la Corte en el leading
case “Mosca”. Luego de analizar el derecho
comparado, expresa que el rediseño del nuevo
ordenamiento requiere que la tutela del con-
sumidor en sus diversas actuaciones guarde
un adecuado equilibrio y, por ello, la Comi-
sión redactora suprimió la figura del sujeto
expuesto.
El autor citado expresa que basta leer el
nuevo art. 1 de la LDC y el art. 1092 del CCyC
para advertir que el fundamento fue corregir
el uso indeterminado que los operadores del
campo legal estaban ensayando de esa figura,
evitando con ello que el principio tutelar pier-
da precisión.
Desde otro costado, Sigal (34) pone de re-
lieve las incoherencias del art. 1096 del CCyC
cuando refiere a las personas expuestas a las
prácticas comerciales, pero que concluye con
la frase: “sean consumidores o sujetos equipa-
rados a lo dispuesto en el art. 1092”. Así, afirma
que el texto es contradictorio, pues el expuesto
no es consumidor ni sujeto equiparado, todo lo
cual demuestra la incoherencia del precepto.
En este sentido expresa que los argumentos
que sustentan la eliminación del consumidor
expuesto no resultan convincentes, pues la
realidad avala la figura hoy derogada y hace
referencia a una traslación inadecuada del
Código de Defensa del Consumidor brasileño
que soslaya el verdadero alcance que la propia
Corte Suprema había otorgado a la noción en
el caso “Mosca”.
En definitiva, Sigal entiende que una correc-
ta interpretación constitucional en orden a los
principios de “progresividad” y “no regresividad”
permite mantener el criterio del precedente
del Alto Cuerpo Federal y, consecuentemente,
mantener la tutela del expuesto, superando las
limitaciones y contradicciones que contiene el
art. 1096.
Desde otra perspectiva, Wajntraub (35), al
comentar el art. 1092 del CCyC, destaca que la
figura del bystander provocaba enormes incer-
tidumbres acerca del verdadero alcance del
estatuto consumerista, desvirtuando muchas
veces el objeto que éste tiene en mira. Y agrega
que también debía atenderse situaciones que
no justifican la aplicación de una normativa
que tiene como fundamento la asimetría de las
partes que integran las relaciones de consumo.
Por otro lado, Tambussi (36) expresa que la
exclusión del expuesto de la noción de consu-
{ NOTAS }
(32) En este sentido, SHINA cita a Moeykens, quien
señaló que: “es sabido que en Argentina, a diferencia de
lo que ocurre en otros países, no se reconoce acción di-
recta al damnificado en el contrato de seguro contra la
aseguradora, quien sólo puede hacerla comparecer a jui-
cio citándola en garantía”.
(33) SOZZO, G., ob. cit., p. 478 y 484.
(34) SIGAL, Martín, “Contratos de consumo”, en
Código Civil y Comercial de la Nación, RIVERA, Julio C.
- MEDINA, Graciela (Directores), La Ley, Buenos Aires,
2014, p. 731.
(35) WAJNTRAUB, Javier, “Comentario a los
midor implica disminuir la amplitud de aplica-
ción del régimen tuitivo del consumidor, como
también genera asimetría legislativa en el ám-
bito del Mercosur, ya que tanto Brasil como
Uruguay receptan legislativamente esta figu-
ra, avanzándose entonces en contra del propó-
sito de unificación legislativa del Acuerdo de
Santa María de 1996.
V. Una primera aproximación a la temática: nues-
tra opinión
V.1. Las “ambivalencias” del expuesto a las
prácticas comerciales
Luego del repaso de los antecedentes de los
sujetos incluidos en la noción de consumidor
en nuestro derecho, del análisis de la modifica-
ción producida por el Código unificado y de las
opiniones doctrinarias existentes al respecto,
corresponde analizar la situación jurídica ac-
tual del sujeto bystander o expuesto a una rela-
ción de consumo.
En los fundamentos de la ley 26.361, que in-
corporó el sujeto expuesto a la LDC, se justi-
ficó que: “Hay numerosas situaciones en que la
tutela legal se proyecta —y debe proyectarse— a
la etapa precontractual; más aún, la normativa
establece obligaciones puntuales a los proveedores
en dicha etapa. Por citar algunas de las más des-
tacadas, podemos aludir al deber de información
del artículo 4º; al vínculo obligacional que crea
la oferta para quien la emite, en el artículo 8º; la
necesaria confección y entrega de presupuesto de
ciertos servicios contemplada en el artículo 21; la
prohibición del artículo 35 de formular cargos por
productos o servicios no solicitados. Empero, no
siempre legitima de manera expresa al potencial
consumidor para reclamar por su interés particu-
lar vulnerado. Por ello, se propone equiparar en
el carácter de consumidores a quienes, sin estar
involucrados en una relación de consumo propia-
mente dicha, estén expuestos a ella” (37).
En primer lugar, resulta llamativo, e incluso
contradictorio, que en los Fundamentos del Có-
digo la Comisión redactora del Anteproyecto
señale que se incorporan los principios y de-
rechos del consumidor, a fin de reforzarlos, y
para asegurar los beneficios de la ley especial,
tal como señalamos supra, pero que dentro de
esta incorporación modifique la noción de con-
sumidor prevista en la LDC; y lo haga de modo
restrictivo.
Por su parte, tampoco se justifica la limi-
tación de la noción de consumidor, cuando el
propio Código expresamente incorpora los
principios: “in dubio pro consumidor”, en los
arts. 7, 1094 y 1095, el de “protección al consu-
midor”, en el art. 1094, a lo que se suman los
principios de “progresividad” y el de “no regre-
sión”.
En este sentido, pareciera que la intención
del legislador ha sido que el expuesto tutelado
sea simplemente el “consumidor potencial”, es
decir, el sujeto que se encuentra encaminado a
ingresar a una relación de consumo, cualquie-
ra sea la vía (presente o ausente).
Por su parte, tal como lo señala Hernández y
también el resto de la doctrina que hemos cita-
do (38), se discute si quedan dentro del marco
protectorio las personas que son afectadas por
defectos de seguridad en los bienes o activida-
arts. 1092 a 1122”, en LORENZETTI, Ricardo L. (Direc-
tor), Código Civil y Comercial Comentado, t. VI, Rubinzal
Culzoni, Santa Fe, 2015, p. 233.
(36) TAMBUSSI, C., ob. cit.
(37) Disponible en: https://es.scribd.com/doc/15830574/
Ley-26-361-Antecedentes-Parlamentarios-Argentina, con-
sultada 10 de mayo de 2016.
(38) HERNÁNDEZ, C., ob. cit., y demás doctrina cita-
da en el punto IV.2.
(39) En especial se destaca la opinión de: SOBRINO,
Waldo A.R., “¿Se aplica la ley de seguros a los consumi-
dores?”, La Ley Online: AR/DOC/3976/2014.
des que comercializa el proveedor, indepen-
dientemente de la relación de consumo.
V.2. Las víctimas de los accidentes de tránsito
Desde otro costado, no cabe duda alguna de
que el aspecto más controvertido lo constituye
la situación de las víctimas de accidentes de
tránsito, pues mientras algunos los considera-
ban “expuestos” a la relación de consumo en-
tre la compañía de seguros y el asegurado (39),
otros entendían que tal interpretación resulta
demasiado extensiva.
Este es el ejemplo que brinda la comisión
redactora a fin de justificar la exclusión del
bystander: la víctima de accidentes de tránsito
como expuesta a la relación de seguro entre el
dañador y su compañía, que se trata de un caso
particularmente debatido en la doctrina —sólo
minoritariamente se acepta— y casi inaplicado
por la jurisprudencia.
En este sentido, no puede ignorarse el pre-
cedente de la Corte en la causa “Buffoni”, (40)
del que se deriva que, en función del principio
del efecto relativo de los contratos, las vícti-
mas como “sujetos expuestos” a la relación de
consumo encuentran limitada la cobertura al
contrato asegurado entre la compañía asegu-
radora y el asegurado. Esta es la interpreta-
ción correcta que cabe hacer del mencionado
precedente, máxime a la luz del derecho com-
parado que llega, en algunos casos, a otorgarle
acción directa al damnificado en contra de la
compañía aseguradora (41).
En este sentido, hemos señalado que Shina (42)
se pronuncia directamente por la viabilidad de
la acción directa de las víctimas de accidentes
de tránsito en contra de las aseguradoras, por
aplicación del art. 1716 del CCyC.
Por otra parte, con la exclusión genérica
del bystander producida por el CCyC, no sólo
se deja de lado a estas víctimas de accidentes
de tránsito (que en nuestro país no tienen ac-
ción directa contra la aseguradora; y que son
los principales destinatarios del contrato de
seguro, por resultar sus beneficiarios, todo lo
cual habilitaría a considerarlos como consu-
midores indirectos), sino, también, otra serie
de sujetos que pueden sufrir daños derivados
de una relación de consumo y que no nece-
sariamente derivan de una práctica abusiva,
único supuesto expresamente contemplado
en la normativa.
A modo de ejemplo de estos supuestos pode-
mos mencionar los sujetos que no adquirieron
ningún bien o servicio en establecimientos co-
merciales como supermercados, shopping cen-
ters, galerías de compras, etc. y que resultan
damnificados por accidentes, caídas, resbalo-
nes, e incluso robos en el lugar (43).
De allí, que la mayoría de los autores que
hemos citado entiende que la tutela no sola-
mente se da en caso de prácticas comerciales
abusivas, sino también comprende aquellas
hipótesis en donde se viola el deber de seguri-
dad del consumidor expuesto a una relación de
consumo, pronunciándose por la vigencia del
fallo “Mosca”.
En estos supuestos no existe publicidad
engañosa ni práctica abusiva, sino en la ma-
(40) CS, “Buffoni, Osvaldo Omar c. Castro, Ramiro
Martín”, Daños y Perjuicios, 8/4/2014, La Ley 2014-144.
(41) GARZÓN GARCÍA-ESPAÑA, José, –“El ejercicio
de la acción directa contra las aseguradoras y su defen-
sa”, elDial.com - DC2112, Publicado el 26/05/2016.
(42) SHINA, F., ob. cit.
(43) A modo de ejemplo se pueden citar los siguien-
tes fallos: CNCiv., sala E, “M.N.S. c. Alto Palermo S.A.
y otro s/daños y perjuicios”, 07/04/2015, La Ley Online,
AR/JUR/4096/2015; CCiv. y Com. Junín, 2012/05/24,
“Montiel, Gabriela Alejandra c. Día Argentina S.A. s/ da-
ños y perj.por del. y cuasid. sin uso autom.”, 24/05/2012,
yoría de aquellos los daños derivan del incum-
plimiento del deber de seguridad (art. 42 de la
Constitución Nacional y art. 5 de la LDC) por
parte de los proveedores, por lo que con la nue-
va modificación no estarían protegidos por el
régimen tuitivo del derecho del consumidor,
lo que ha sido resulto por la jurisprudencia en
números supuestos sin consistir en supuestos
de exceso o extralimitación de la figura legal
del consumidor.
V.3. Una primera reflexión sobre el tema
Aun con la actual redacción del art. 1 de la
LDC y del 1092 del CCyC, consideramos que
en todos los supuestos donde se viola el deber
de seguridad, el damnificado, expuesto a una
relación de consumo, igualmente se encuentra
protegido, pues su presencia en establecimien-
tos comerciales ya significa el disfrute de un
servicio gratuito como el de observar los pro-
ductos, poder advertir si existen nuevas ofer-
tas, comparar precios con los de otros estable-
cimientos, etc., lo que también conlleva la obli-
gación de seguridad por parte del proveedor.
Vale destacar que estos sujetos “aceptan”
la oferta de concurrir a los establecimientos
comerciales a fin de conocer los bienes o ser-
vicios que se comercializan, incluso e indepen-
dientemente de que luego no los adquieran.
De igual modo, también corresponde incluir
a las víctimas de accidentes en la medida que
se encuentren expuestas a una relación de con-
sumo, tal como se resolvió en el conocido caso
de la niña lesionada por la tabla de snowboard
en un centro de sky (44).
Por otro lado, no resulta ajustado a la reali-
dad el fundamento de la aplicación extensiva
injustificada del sujeto expuesto o bystander
por la jurisprudencia, lo que se temía con la
modificación producida por la ley 26.361, todo
lo cual se acredita con el repaso de los fallos en
los que se aplicó la figura durante 8 años, en to-
dos con criterio sumamente restrictivo —ver
jurisprudencia citada al analizar la figura del
expuesto—.
Desde otro costado, del análisis de la regu-
lación también se advierte una contradicción
específicamente en la redacción de la última
parte del art. 1096 del CCyC que, luego de in-
cluir a “...todas las personas expuestas a prác-
ticas comerciales, determinables o no...”, agre-
ga: “sean consumidores o sujetos equiparados
conforme a lo dispuesto en el art. 1092”.
En consecuencia, a pesar de la criticable re-
dacción, la norma debe interpretarse de modo
sistémico, en función de los fundamentos del
derecho del consumidor, y especialmente, con
base en el principio interpretativo del “in dubio
pro consumidor”, art. 1094 del CCyC y art. 3 de
la LDC. Así, cabe afirmar que el legislador pre-
tendió incluir en la protección de las prácticas
abusivas tanto a todas las personas expuestas
como también a los consumidores directos o
indirectos previstos en el art.  1092 del orde-
namiento.
Por último, consideramos relevante el cri-
terio y fundamento que la Corte utilizó para
incluir en la tutela protectoria del consumidor
al Sr. Mosca, aun antes de la incorporación del
bystander a nuestro derecho positivo.
AR/JUR/20875/2012; CCiv. y Com. San Martín, sala
I, “Samojluk, Alejandro Miguel c. COTO CICSA s/
daños y perjuicios”, 16/07/2015, La Ley Online, AR/
JUR/30087/2015.
(44) CNCiv., sala L, “M., J. J. c. Catedral Alta Pata-
gonia S.A s/ daños y perjuicios”, 20/04/2010. En dicha
oportunidad se señaló que: “...la obligación de seguridad
tiene como acreedor no sólo a quien participa de un en-
tretenimiento o juego (en locales o patios de juego de un
centro comercial), sino también a cualquier persona me-
ramente asistente o acompañante...”.

En este sentido, el Alto Cuerpo le brindó
la tutela tuitiva aun sabiendo que no era un
“consumidor potencial”, pues Mosca nunca
tuvo intención de ingresar al estadio de fútbol
a disfrutar del evento deportivo, sino que, por
el contrario, se encontraba en el lugar a raíz
de otro contrato celebrado con su cliente, es
decir, como consecuencia de un servicio de
transporte de remise, que no se vincula direc-
tamente con el partido.
De tal modo, consideramos incluidos en la
figura del “expuesto a prácticas comerciales”,
art. 1096 del CCyC, a los consumidores poten-
ciales con miras a ingresar a una relación de
consumo, como así también a las víctimas aje-
nas a la relación de consumo pero que sufren
un daño como consecuencia de aquélla.
En definitiva, si bien no compartimos la eli-
minación de la figura del bystander de la noción
de consumidor, pues se trata de una restric-
ción a su tutela, consideramos que éste man-
tiene vigencia, aun cuando sea más limitada,
y será necesario analizar caso por caso para
definir si el sujeto en cuestión engasta en dicha
figura.
En este sentido, la noción de práctica abu-
siva es amplia y comprensiva de supuestos de
violación a la oferta, la publicidad, el trato dig-
no y equitativo, el derecho a la información y a
la salud del consumidor, etc.
En síntesis, la restricción del “bystander”
del ámbito consumeril implicaría una restric-
ción infundada, que beneficia a ciertos secto-
res de la sociedad, pero que afecta los derechos
de los consumidores y usuarios más débiles.
VI. Las personas jurídicas como consumidores
VI. 1. El enunciado normativo y sus modifica-
ciones
Desde la redacción originaria de la
ley 24.240, el texto legal incorporó a la perso-
na jurídica como posible consumidor, pese a lo
cual, su calificación como tal resultó cuestiona-
da tanto por la doctrina como por aplicación
jurisprudencial.
Por su parte, de los fundamentos de la
ley 26.361 se sigue que expresamente se pre-
tendió mantener su inclusión y protección bajo
la LDC con los requisitos legales de la no in-
corporación del bien o servicio adquirido a su
cadena de producción o comercialización.
Expresamente se señaló: “...se mantiene la
exclusión tuitiva de la ley 24.240, de Defensa del
Consumidor, para los proveedores que adquieren
o utilizan bienes o servicios para integrarlos a
otros bienes o servicios que ellos a su vez provee-
rán. Pero se limita la exclusión a los proveedores
que incorporan esos bienes o servicios como insu-
mo directo de otros bienes o servicios y a los que
los incorporen en cualquier concepto, cuando no
tengan características de micro, pequeñas o me-
dianas empresas, o similares, en los términos de la
ley 25.300, de mipymes, y sus reglamentaciones.
La exclusión de la protección especial se basa en
los necesarios conocimientos que un proveedor tie-
ne o debería tener del negocio que maneja y de sus
intimidades, pudiendo ser excluido también por su
ostensible poder negocial en razón de la magnitud
del giro de la empresa. Siendo así las cosas, se pre-
{ NOTAS }
(45) Disponible en: https://es.scribd.com/doc/15830574/
Ley-26-361-Antecedentes-Parlamentarios-Argentina, con-
sultada 10 de mayo de 2016.
(46) GALGANO, Francesco, “Il Diritto Privato fra co-
dice e constituzione”, Bologna, 1999, 2a ed., p. 21.
(47) La jurisprudencia ha expresado que resulta de
aplicación la LDC respecto de “la adquisición de un au-
tomóvil por una persona física a través de un plan de
ahorro, y para ser utilizado para servicio de taxi, ya
que la situación de ésta es la de quien adquiere el bien
en beneficio propio y de su grupo familiar como medio
de ingresos y subsistencia y la prestación de servicios
sume acotada la asimetría informativa, y como
consecuencia de ello la asimetría negocial, en lo
que a información se refiere, en unos casos, y en
su poder empresario integral, en otros, y por ende
acotada asimismo su vulnerabilidad contractual.
Hasta ahora, al amparo del artículo 2º del decre-
to reglamentario 1798 del 13 de octubre de 1994 y
siguiendo un criterio económico contable de que
toda operación empresarial forma parte del giro
de la empresa, se ha entendido que la adquisición
de cualquier producto o servicio por un provee-
dor termina, finalmente, incorporado al proceso
de producción o comercialización, y por lo tanto
debe estar excluida de la ley 24.240, de Defensa
del Consumidor. Esto, que puede ser cierto acerca
de los bienes estrechamente relacionados con los
que el proveedor produce o comercializa, no lo es
respecto del amplio universo de todos los demás.
Poniendo un ejemplo recurrente, puede decirse que
un productor de tornillos podrá y deberá conocer
acerca del acero con que los fabrica, pero no tiene
por qué saber de los muebles, ni del equipo de aire
acondicionado, ni de la papelería, ni de los alimen-
tos, ni de la telefonía, ni de tantas otras cosas o ser-
vicios que adquiere para utilizar en su fábrica. En
estos casos, la asimetría y vulnerabilidad del, por
así llamarlo, proveedor consumidor viene siendo
idéntica a la del consumidor común. Por ello, como
se ha dicho, se propicia limitar esta exclusión res-
pecto de las operaciones referidas solamente a los
insumos directos destinados a ser integrados en
otros procesos de provisión. En otro orden, si bien
es cierto que estas situaciones podrían replicarse
en empresas de gran magnitud, no es menos cierto
que las mismas disponen o tienen capacidad para
contar con los más variados y suficientes recursos
(económicos, científicos y tecnológicos, jurídicos,
contables, etcétera) para encarar sus contrata-
ciones desde una posición de negociación suficien-
temente sólida, por lo que, en esta circunstancia,
no se considera menester que sean alcanzadas por
este estatuto del consumidor final, cualesquiera
sean las causas de las adquisiciones o locaciones
de bienes y servicios que realicen” (45).
En definitiva, no cabe duda que la LDC in-
cluye la posibilidad de que las personas jurí-
dicas sean consumidores, lo que ha resultado
confirmado por la inclusión del derecho del
consumidor en el nuevo Código que no alteró
este criterio.
En consecuencia, cabe destacar que los le-
gisladores tuvieron una nueva oportunidad
para excluirlas del régimen tuitivo, si así lo
hubieran considerado, pese a lo cual mantuvie-
ron la inclusión de las personas jurídicas como
posibles consumidores.
A fin de determinar si una persona debe
ser calificada como consumidor, no cabe duda
alguna que la primera directriz central que
aparece con nitidez de la lectura del art. 1 es la
causa-fin del acto de consumo, como la contra-
tación o utilización de las cosas nuevas o usa-
das para “destino final” y “en beneficio propio
o del grupo familiar o social”, tal como ya se
señaló supra.
Dicha directriz debe objetivarse en pautas
concretas, de manera tal que no se trata de lo
que el sujeto entiende o quiere desde el punto
de vista subjetivo, sino que debe concretarse
objetivamente por su propia finalidad.
La doctrina explica que los criterios que
han informado las definiciones de consumidor
a terceros no reviste entidad para excluirlo del carác-
ter de consumidor”, C1a Civ. y Com. La Plata, sala III,
29/3/2007, “Hernández Daniel c. Ancona S.A y otros”,
JA 29/8/2007.
(48) CNCom., “Artemis Construcciones S.A c. Diyon
y otros”, Ordinario, Fallo 21/11/2000, El Dial.
(49) LOWENROSEN, Flavio, “Derecho del consumi-
dor”, Edic. jurídicas, Buenos Aires, 2008, t. II, p. 138.
(50) CCont. Adm., Sala I, “Angel Estrada y Cía.
S.A. c. Secretaría Energía y Puertos”, El Dial, AA
273; CS, publicado en: SJA 3/8/2005, cita online:
35001443.
se han ordenado entre subjetivos y objetivos,
siendo estos últimos los que prevalecieron, tal
como sucedió hace un siglo con los criterios de
calificación del “acto de comercio” (46).
VI. 2 Los parámetros jurisprudenciales
El carácter de “consumidor final”, que se de-
fine por el destino de la adquisición, no debe
ser analizado con base en el elemento subje-
tivo, es decir, el motivo personal que llevó al
sujeto a consumir, sino objetivamente por la
confrontación de la compra o uso con el desti-
no del bien o servicio.
En el caso de la persona humana resulta mu-
cho más sencillo definir esta calidad de consu-
midor o usuario final (47). Por el contrario, en el
caso de las personas jurídicas la “objetivación”
de dicho parámetro no resulta de fácil configu-
ración, y de allí que la nota característica de la
“debilidad estructural” propia de los contratos
en masa y/o de adhesión que da lugar a la figu-
ra del consumidor o usuario, como aquel que
no tiene capacidad de negociación frente al
proveedor, requiera una característica de este
último —una pauta objetiva—, como la “pro-
fesionalidad” del proveedor frente al carácter
“profano” del consumidor, aun cuando sea una
persona jurídica.
En el caso “Artemis” (48) se resolvió que
cabe considerar como consumidores a los
efectos de la ley 24.240: “...a aquellas personas
físicas o jurídicas que adquieren, utilizan o dis-
frutan bienes o servicios como destinatarios
finales, resultando indistinto que se efectúe a
título personal, familiar, social o de su círculo
íntimo; resultando, en cambio, excluyente que
el propósito final no sea disponer del bien o
servicio con carácter profesional...”.
En el caso relacionado, se trataba de una
empresa constructora que adquirió un vehícu-
lo para el transporte de sus obreros, no siendo
su actividad habitual la comercialización de
vehículos.
Lowenrosen (49) explica que en el caso se
advierte que la empresa no adquirió el rodado
bajo el amparo del conocimiento técnico que
pudiera exhibir un comerciante habitual, sino
que ingresó en la relación de consumo con la
desnudez y debilidad jurídica, técnica y ope-
rativa que porta una persona usuaria, esto en
atención a su desconocimiento sobre un tema
que no es su actividad habitual, ni su medio
usual de subsistencia.
A lo dicho, cabe agregar que el automotor
no fue incorporado a la cadena de comerciali-
zación, es decir, ni a la producción ni a la dis-
tribución del objeto propio de la empresa, lo
que resulta trascendental para determinar la
calificación como consumidor.
En idéntica línea, en la causa “Ángel Estra-
da” (50) se sostuvo que, por excepción, puede
ser beneficiario de los derechos del usuario
el comerciante, fabricante o industrial que es
usuario de un servicio público.
VI. 3. La definición de pautas objetivas
Con miras a encontrar parámetros o pautas
objetivas que definan cuándo una persona jurí-
dica actúa como consumidora y, por lo tanto,
(51) RIVERA, Julio César, “Interpretación del dere-
cho comunitario y consumidor, Dos aportes de la Corte
de Luxemburgo”, LA LEY, 1998-C, 518.
(52) LIMA MÁRQUEZ, Claudia - LORENZETTI, Ri-
cardo L., “Las normas de protección al consumidor, en
Contratos de Servicios a los consumidores”, Rubinzal
Culzoni, Santa Fe, 2005, p. 503.
(53) MOSSET ITURRASPE, Jorge - WAJNTRAUB,
Javier H., “Ley de defensa del consumidor, ley 24.240 y
modificatorias”; GOZAÍNI, Osvaldo Alfredo, “Protec-
ción procesal de usuarios y consumidores”, Santa Fe,
Rubinzal Culzoni, 2010, p. 40.
miércoles 31 DE agosto DE 2016 | 5
puede ampararse en la ley 24.240, nos intro-
ducimos en el análisis de los distintos aspectos
relativos a la aludida categorización, buceando
tanto en el quehacer doctrinario como juris-
prudencial.
VI. 3. a. Una calificación funcional
Rivera (51) explica que el consumidor no es
un “status subjetivo permanente”, sino que
dicha “calificación” es atribuida a quien actúa
de determinada manera, y a quien actúa exclu-
sivamente como tal, es decir, que la condición
de consumidor debe analizarse con relación al
caso concreto.
Por otro lado, en el caso concreto, un pará-
metro para determinar si una persona es o no
consumidor deriva de analizar su “actividad
habitual”, es decir, si es habitualmente consu-
midor o habitualmente comerciante.
Otro criterio es el que deriva del uso que se
le otorga al bien o servicio. En este sentido,
Lima Márquez y Lorenzetti explican que el
destinatario final es “aquel destinatario fácti-
co y económico, sea él una persona jurídica o
física” (52).
VI. 3. b. La profesionalidad o idoneidad técnica
y la relación estructural
La especialización técnica de la persona jurí-
dica no permite excluirla del carácter de con-
sumidora y/o usuaria, pues la profesionalidad
del proveedor y el desconocimiento de quien
adquiere un bien o servicio se configura según
el área del mercado y la función en la que actúa
en el caso concreto.
No cabe duda de que la relación de debilidad
estructural de la persona jurídica también se
puede configurar de igual modo para el caso
de las personas humanas que con respecto a
otras personas jurídicas, por ejemplo, empre-
sas multinacionales o que ejercen monopolio
en el mercado.
Mosset Iturraspe y Wajntraub (53) desta-
can que, si bien el derecho del consumidor se
funda en el diagnóstico de la existencia de una
relación de desequilibrio entre las partes, no es
menos real que muchas situaciones jurídicas
que se encuadran en esa situación “no gozan
hoy de la armadura de la legislación tuitiva de
los consumidores”.
En definitiva, la amplitud de la noción de
consumidor no va a estar dada solamente por
dicha relación estructural, sino también por la
desigualdad congénita del vínculo jurídico que
constituye un elemento que debe ser reforzado
en la medida que las empresas que contratan
masivamente hayan impuesto su “idoneidad
técnica” y su posición dominante en el merca-
do frente a otra persona jurídica.
VI. 3. c. El destino final del bien o servicio
La persona jurídica podrá ser considerada
consumidora, siempre que tenga en miras el
“valor de uso” (54) de lo adquirido, pues, de lo
contrario, cuando dicha adquisición sea por
su “valor de cambio”, previsto antes en el art. 8
continúa en página 6
(54) La jurisprudencia resolvió que: “no resulta extre-
mo controvertido que la actora adquirió a título onero-
so un automotor cero km. Con la finalidad de utilizarlo
en su propio beneficio, para satisfacer las necesidades
de la empresa comercial, en particular la necesidad de
traslado de su representante legal y del cuerpo de pro-
fesionales para la supervisión de las obras en ejecución.
Es decir, como consumidor o destinatario final del bien,
sin el propósito de disponer de éste para integrarlo en
procesos de producción. Éste es el alcance protector que
emana de los artículos 1 y 2 de la ley 24.240, que torna ne-
cesario armonizar la expresada finalidad con la calidad
6 | miércoles 31 DE agosto DE 2016
viene de PÁGINA 5
inc. 1 y 2 del Código de Comercio, quedará ex-
cluida de la tutela especial.
Cabe reiterar las clásicas enseñanzas de
la doctrina comercialista cuando enseña que
el comerciante, en este caso el proveedor, es
toda persona que hace profesión de la compra
y venta de mercadería, ex art. 2 del anterior Có-
digo de Comercio.
Lorenzetti (55) puntualiza que para definir si
el empresario es consumidor, además del cri-
terio restrictivo de la interpretación, cabe dis-
tinguir entre bienes de capital y de consumo.
En este aspecto, expresa que el criterio adop-
tado en el “Uniform Commercial Code” de los
Estados Unidos es separar los bienes que son
usados para producir otros bienes, de los que
son usados para satisfacer una utilidad fami-
liar o social.
El jurista citado expresa que: “es el destino
el que califica al acto” y da como ejemplo una
empresa que utiliza un automóvil para viajes
de placer de sus ejecutivos, o es adquirido por
una empresa que transfiere autos a terce-
ros (56).
Álvarez Larrondo (57) entiende que las per-
sonas jurídicas, en principio, adquirirán bienes
para integrarlos en procesos de producción o
comercialización o servicios de terceros, pero
que no puede dejar de analizarse aquellos ca-
sos en que la adquisición o utilización de un
bien o servicio no sólo escapa a su objeto social
propiamente dicho, sino que tiene una finali-
dad de uso específica.
VI. 3. d. El dimensionamiento empresario
Por otro lado se ha señalado que debe tener-
se en cuenta el dimensionamiento de la empresa
que consume el producto o servicio, pues, de
tratarse de un “megaemprendimiento”, su
capacidad de compra y su propia fuerza en el
mercado le permite negociar en iguales condi-
ciones, pese a la falta de conocimiento técnico
específico en el área de la adquisición puntual
del servicio o producto, por lo que quedaría ex-
cluida la posibilidad de amparo en el régimen
consumeril.
En caso contrario, si la empresa que ad-
quiere un bien o servicio se encuentra en una
posición de inferioridad frente a su proveedor,
entonces le será más difícil negociar en igual-
dad de condiciones, y en muchos casos podrá
encontrarse en similares de condiciones que
una persona física que contrata por adhesión
a cláusulas predispuestas, sin ningún poder de
estipularlas ni modificarlas, sin información y
en condiciones de debilidad estructural.
{ NOTAS }
de destinatario final que ostenta Artemis S.A., por esen-
cia, el consumidor...”, CNCom., sala A, 21/11/2000, “Arte-
mis Construcciones S.A. C. Diyón S.A. y otro”, LA LEY,
2001-B, 839.
NOTA A FALLO
Exceso ritual
Reclamo de diferencias salariales. Im-
pugnación de decretos. Instancia admi-
nistrativa. Acceso a la justicia.
Véase en página 7, Nota a Fallo
Hechos: Varios agentes del Poder Ju-
dicial provincial reclamaron el pago de
diferencias salariales, aportes y contri-
buciones y el cumplimiento de lo estable-
En definitiva, habrá que valorar la situación
que cada empresa —como proveedora y como
consumidora— tiene en el mercado de que se
trata, para poder determinar si existía igual-
dad de condiciones a los fines de las negocia-
ciones, que haga innecesario el amparo de la
LDC respecto a una de las partes.
El tema se vuelve complejo y difícil, pues se
advierte que no basta el carácter de profesio-
nalidad como única pauta para calificar al con-
sumidor o usuario, debiendo también tenerse
en cuenta la posición que cada una de las par-
tes tiene en el mercado según el dimensiona-
miento de las empresas.
Con fundamento en el art. 2 de la LDC todos
aquellos que adquieran un bien o servicio en su
carácter de comerciantes o empresarios que-
darán igualmente protegidos por la LDC siem-
pre que el bien o servicio no sea incorporado
de manera directa en la cadena de comerciali-
zación, quedando excluidos de la enumeración
del art. 8 del anterior Código de Comercio.
VII. Las pautas doctrinarias con relación a la ca-
tegorización de la persona jurídica como consu-
midor
Lowenrosen (58) entiende que cabe definir al-
gunas pautas a los fines de determinar cuándo
la persona jurídica actúa como consumidor o
usuario, enumerando entre ellas las siguientes:
a) cuando adquiere bienes o servicios que no
hacen a su actividad habitual y que no tienen
por fin ser industrializados ni reinsertados en
el mercado comercial;
b) cuando la adquisición se realiza en inferio-
res condiciones de capacidad cognitiva, técni-
ca y operativa que la del proveedor;
c) cuando están sometidas a un prestador
que brinda un servicio público monopólico, y
es evidente la necesidad de tutelar al usuario
bajo un régimen de derecho público, sin impor-
tar su naturaleza jurídica, en orden a la situa-
ción de cautividad en que se encuentra.
En estos casos, el autor citado entiende que
la persona jurídica debe ser reputada con-
sumidor o usuario, pues su adquisición, al no
relacionarse con su actividad, la coloca en la
ubicación del profano que se encuentra fren-
te a un profesional especializado que permite
predicar el “desequilibrio” característico de la
relación de consumo.
Por su parte, Santarelli (59) afirma que la
posibilidad de considerar consumidor a la
persona jurídica introduce un debate sobre
los límites de la profesionalidad y, en especial,
la necesidad de remitirse al objeto central de
la explotación comercial, de manera tal que
(55) LORENZETTI, Ricardo Luis, “Tratado de los
contratos”, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2004, t. 1, p. 154.
(56) LORENZETTI, ídem.
(57) ÁLVAREZ LARRONDO, Federico, “Las per-
cido por la Constitución de la Provincia
de Jujuy con respecto al modo en que debe
fijarse la retribución de los empleados
judiciales. Existieron diversos decretos
del Poder Ejecutivo local que acordaron
incrementos salariales instrumentados
como adicionales con carácter no remune-
rativo y no bonificable. La demanda fue
rechazada por extemporánea. Para deci-
dir así, el Superior Tribunal de Justicia
provincial tuvo en cuenta que las normas
no fueron impugnadas oportunamente,
conforme al Código Contencioso Admi-
habrá consumo cuando no hay “reventa de lo
adquirido”.
El autor citado entiende que también las
personas jurídicas pueden ser víctimas del po-
der contractual, por nuestra parte diríamos de
la fuerza del mercado, cuando no se configura
una situación de profesionalidad en el ámbito
de su actividad, y además la adquisición de
bienes queda fuera del objeto comercial de la
persona jurídica.
De todo lo analizado en los apartados ante-
riores, cabe puntualizar que para que una per-
sona jurídica pueda considerarse consumidora
y/o usuaria, deben darse las siguientes pautas
objetivas:
a) la debilidad estructural concebida en tér-
minos de profesionalidad, es decir, idoneidad
técnica;
b) que la adquisición o la utilización del bien
o del servicio sea con destino final, es decir,
que constituya un “valor de uso”, que no se in-
corpore directamente a la cadena de produc-
ción y comercialización; y
c) la relación de dimensionamiento empresa-
rio entre proveedor y adquirente o usuario, de
manera tal que permita predicar el desequili-
brio que justifica la tutela del plexo consumeril.
De tal manera compartimos la opinión de Ál-
varez Larrondo, quien señaló que las personas
jurídicas y los comerciantes ven ahora amplia-
do el campo de supuestos en el que podrán re-
vestir el carácter de consumidores y, en conse-
cuencia, bregar por la protección de la ley (60).
VIII. Reflexiones finales
De lo expuesto en las consideraciones pre-
cedentes podemos derivar las siguientes re-
flexiones:
1. El Código Civil y Comercial y la ley 24.240,
extienden su política sobre las relaciones de
consumo, con el objetivo de atender a las ne-
cesidades de los consumidores, al respeto a su
dignidad, salud, seguridad, así como también
a la protección de sus intereses económicos,
buscando transparencia y armonía en las re-
laciones de mercado y teniendo en cuenta el
reconocimiento de la vulnerabilidad del consu-
midor que posee derechos de rango constitu-
cionales, art. 42 de la Const. Nac.
2. Se ha debatido la noción de “consumidor”,
y la de quienes integran tal categoría y son
objeto de protección del régimen consume-
ril, lo que llevó a la doctrina y jurisprudencia
a pronunciarse en diversos sentidos, antes y
después de la reforma tanto de la ley 26.361,
como del Código Civil y Comercial, dentro de
sonas jurídicas ¿son consumidores?”, LA LEY, 2001-B,
1165.
(58) LOWENROSEN, Flavio, ob. cit., p. 139.
(59) SANTARELLI, F., ob. cit.
nistrativo, y, por lo tanto, quedaron fir-
mes. Interpuesto recurso extraordinario
y la queja ante su denegación, la Corte
Suprema de Justicia de la Nación dejó sin
efecto la decisión.
La sentencia que rechazó, por extem-
poránea, la demanda de varios emplea-
dos del Poder Judicial de la provincia
de Jujuy, en reclamo de diferencias
salariales con base en decretos del go-
bierno local, vulneró el derecho de ac-
ceso a la justicia, pues con fundamento
los que la doctrina y jurisprudencia incluye al
consumidor: directo, indirecto, expuesto a la
relación de consumo y subconsumidor.
3. Si bien una lectura literal del art.  1092 y
del modificado art. 1 de la LDC pareciera limi-
tar la del “expuesto” a la relación de consumo
y las prácticas abusivas (art. 1096 del CCyC), la
interpretación del sistema de derecho, que no
se confunde con la ley (a tenor de los arts. 1, 2
y 3 del CCyC), conlleva sostener que la figura
comprende no solamente a consumidores po-
tenciales, sino también a aquellos expuestos a
violaciones al deber de seguridad por parte de
los proveedores.
4. La articulación de la ley 24.240 y del CCyC
se deriva que el estatuto consumeril compren-
de tanto a la persona humana, como también a
la jurídica, tal como lo confirma su inclusión en
los arts. 1092 y 1093 del CCyC, sin perjuicio de lo
cual, resulta necesario establecer la “objetiva-
ción” de los parámetros de la tutela consumeril.
5. Una persona jurídica puede considerarse
consumidora y/o usuaria, si se dan las siguien-
tes pautas objetivas:
a) la debilidad estructural, concebida en tér-
minos de profesionalidad, es decir, idoneidad
técnica;
b) que la adquisición o la utilización del bien
o del servicio constituya un “valor de uso” que
no se incorpore directamente a la cadena de
producción;
c) la relación de “dimensionamiento” empre-
sario entre proveedor y adquirente o usuario,
de manera tal que permita predicar el desequi-
librio que justifica la tutela del plexo consumeril.
6. El derecho del consumidor, hoy conforma-
do por la Constitución Nacional, la ley 24.240 y
el Código Civil y Comercial, exige para su apli-
cación del denominado “diálogo de fuentes”
entre ellos, y de una interpretación sistémica
y armónica con la doctrina y jurisprudencia
nacional que vino desarrollándolo desde 1993,
de conformidad a los arts.  1, 2 y 7 del nuevo
Código, con especial acento en los principios
tuitivos de este régimen especial. l
Cita on line: AR/DOC/2288/2016
MÁS INFORMACIÓN
Cao, Christian Alberto - Gamarra, Gonzalo, “La
relación de consumo en el Código Civil y Comercial de la
Nación”, RCCyC 2015 (noviembre), 249.
 Barocelli, Sergio Sebastián, “Principios y ámbito de
aplicación del derecho del consumidor en el nuevo Códi-
go Civil y Comercial”, DCCyE 2015 (febrero), 63.
(60) ÁLVAREZ LARRONDO, Federico, “El impacto
procesal y de fondo de la nueva ley 26.361 en el Derecho
del Consumo”, en Sup. Esp. Reforma de la ley de defensa
del consumidor, LA LEY 01/01/08, p. 25.
en que había transcurrido el plazo pre-
visto por el Código Contencioso Admi-
nistrativo para impugnar los actos de
alcance general omitió tener en cuenta
que, a los efectos de agotar la instancia
administrativa, los actores habían ini-
ciado el reclamo previo y, tras el silen-
cio, presentaron pronto despacho an-
tes de interponer la demanda en sede
judicial, por lo que el requisito de que
sea declarada la nulidad de los actos
por ellos exigido deviene en un exceso
ritual.

119.475 — CS, 14/06/2016. - Cormenzana, Al-
fredo E. y otros c. Estado Provincial s/ cobro
de salarios.
[Cita on line: AR/JUR/35434/2016]
Dictamen de la Procuradora Fiscal de la
Nación:
-I-
El Superior Tribunal de Justicia de la Pro-
vincia de Jujuy revocó la sentencia de la ins-
tancia anterior y, en consecuencia, hizo lugar
a la excepción de caducidad planteada por la
Provincia de Jujuy —demandada en autos—
y rechazó la demanda promovida por los
actores —agentes del Poder Judicial— por
considerarla extemporánea.
Para así decidir, el tribunal tuvo en cuenta
que los decretos dictados por el Poder Ejecu-
tivo local sobre cuya base se liquida el salario
de los peticionarios no fueron impugnados
oportunamente y, por lo tanto, quedaron fir-
mes. Añadió que el reclamo administrativo
deducido por los actores con fundamento en
la ley 5238 no se ajusta al plazo de caducidad
previsto por el art. 7º del Código Contencio-
so Administrativo para impugnar los actos
de carácter general. Concluyó que cuando el
acto atacado se mantiene incólume, no resul-
ta lógico que la Administración sea condena-
da al pago de una suma de dinero a la que los
reclamantes no tendrían derecho en tanto el
acto administrativo no ha sido revocado
El rigor formal como capital simbólico negativo:
¿La fuerza de la forma?
SUMARIO: I. Introducción. — II. Rigorismo formal, ritualismo inútil: ¿Regla o excepción? — III. ¿Habilitación de instancia v. ritualismo inútil? —
IV. ¿Colofón?
Nicolás Diana
I. Introducción
El fallo en comentario es interesante desde
muchos planos.
Uno de ellos atiende a una cuestión no
menor y que hace a la realización del valor
justicia en un caso en el que, si no fuera por
la revisión del máximo tribunal federal, la ac-
ción incoada por empleados judiciales en las
que se discute el carácter y la naturaleza de
distintos adicionales salariales, hubiera que-
dado sepultada localmente —sin revisar el
fondo de la pretensión— con sustento formal
en una interpretación contraria a la tutela ju-
dicial efectiva. (1)
Consecuencia de ello, el caso nos invita a
una reflexión —aunque más no sea tangen-
cial— sobre la necesariedad del rol revisor de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
por vía del recurso extraordinario federal, en
causas en las que, pese a transitarse todo el
periplo local de apelaciones, efectivamente
la interpretación judicial y constitucional no
{ NOTAS }
Especial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723)
(1) Al respecto ver, entre otros: BRUNO DOS SAN-
TOS, Marcelo A., “El caso ‘Losicer’: Una esperada de-
cisión de la Corte Suprema que reconoce la garantía de
obtener el pronunciamiento en un plazo razonable en los
procedimientos sancionatorios,” LA LEY, 2013-F, 223;
DIANA, Nicolás, “El transcurso del tiempo y la tutela ad-
-II-
Disconforme con esta decisión, los actores
interpusieron el recurso extraordinario que
fue denegado y dio origen a la presente queja.
En lo sustancial, aducen que la sentencia
es arbitraria por cuanto impide, sobre la base
de cuestiones meramente formales, que sea
materia de juzgamiento el derecho a obtener
las diferencias salariales reclamadas en fun-
ción de lo establecido por normas constitu-
cionales. Al respecto, señalan que el tribunal
interpreta erróneamente el alcance de la ac-
ción promovida pues del escrito de demanda
surge que se reclama el pago de diferencias
salariales, integración de aportes y contribu-
ciones, como así también el reconocimiento
de los derechos consagrados por los arts. 147
y 170, apartados 1º y 3º, de la Constitución
provincial.
Añaden que aquella interpretación asigna
a los decretos dictados por el Poder Ejecu-
tivo el carácter de inmutables e irrevisables
ante la justicia al concluir que el plazo para
impugnarlos es de treinta días en los térmi-
nos del art. 7º del Código Contencioso Admi-
nistrativo. Sostienen que, de este modo, se
omite considerar que la “habitualidad” que
debe acreditarse con respecto a los adicio-
nales creados es incompatible con el plazo
mencionado, máxime cuando algunos agen-
tes se incorporaron al Poder Judicial con
posterioridad al dictado de los actos que
crearon los adicionales con carácter no re-
munerativo.
se corresponden con el test de admisibilidad
formal de acceso a la jurisdicción.
Las cuestiones apuntadas, atienden, en
prieta síntesis, al hecho, para nada relativo,
de que “el contenido práctico de la ley que
se revela en la sentencia es la culminación
de una lucha simbólica entre profesionales
dotados de competencias técnicas y sociales
desiguales”. (2) El efecto jurídico de las reglas
se patentiza, lamentablemente, en sentencias
que cumplen formalmente con la estructura
de una decisión judicial pero que, puestas al
escrutinio de los principios que dicen alcan-
zar, entran en crisis junto con los principios
invocados y con la idea ficcional que las con-
sidera el fruto de las normas puras del dere-
cho.
El formalismo racional que toda sentencia
judicial aspira alcanzar se termina acercan-
do, en nuestra práctica forense doméstica,
en algunos casos, al formalismo mágico de
los rituales y de los procedimientos arcaicos
de adjudicación, perdiendo también parte del
ministrativa y judicial efectiva,” DJProcesal 2012 (sep-
tiembre), 1-09-12, p. 16; y sus citas.
(2) BOURDIEU, Pierre, “Elementos para una so-
ciología del campo jurídico”, en BOURDIEU, Pierre -
TEUBNER, Gunther, La fuerza del derecho, Bogotá, Fa-
cultad de Derecho de la Universidad de los Andes, 2000,
p. 180
Por otra parte, señalan que, a diferencia de
lo que sucede en el orden nacional, la legisla-
ción de la Provincia demandada no contiene
disposición alguna que contemple el sistema
de impugnación indirecta de los actos de al-
cance general, motivo por el cual correspon-
de efectuar la reclamación administrativa
previa dentro del plazo de prescripción que
establece el código de fondo.
-III-
Si bien las decisiones de índole proce-
sal y de derecho público local resultan, en
principio, ajenas a la instancia extraor-
dinaria en virtud del respeto debido a las
atribuciones de las provincias de darse sus
propias instituciones y regirse por ellas
(Fallos: 305:112; 313:548; 324:2672, entre
otros), entiendo que en el sub slite cabe
hacer excepción a dicha regla, en tanto la
resolución impugnada incurre en un injus-
tificado rigor formal que atenta contra la
garantía de defensa en juicio consagrada
por el art.  18 de la Constitución Nacional
(Fallos: 315:2690; 323:1084, entre otros) y
omite ponderar argumentos conducentes
para una adecuada solución del litigio (Fa-
llos: 304:1397; 316:2477).
Asimismo, considero que aun cuando la
resolución impugnada no reviste el carác-
ter de sentencia definitiva, resulta equipa-
rable a tal, toda vez que impide la conti-
nuación del pleito y causa un gravamen de
insusceptible reparación ulterior (Fallos:
330:1389).
prestigio alcanzado por esa misma eficacia
simbólica del derecho más racional, ponien-
do más fuerza y fundamento en el ritual por
el ritual mismo. (3)
El agotamiento de la instancia administra-
tiva (y del administrado) como paso previo a
acceder a la instancia judicial se dispersa y
pierde en las finalidades aparentes e invoca-
das por pacífica jurisprudencia, en las que las
reglas establecidas para el culto y la ceremo-
nia (4) de la demandabilidad plena del Estado
siguen siendo oscuras, no en sus términos,
mas sí, ocasionalmente, en su aplicación. (5)
II. Rigorismo formal, ritualismo inútil: ¿Regla o
excepción?
Se ha sostenido que no debe incurrirse
en el excesivo rigorismo formal cuando ello
conduce a la frustración del valor justicia,
siempre que no se refiera a reglas que son
fundantes del Estado de Derecho. Esto es así,
porque estas últimas son esenciales para que
los ciudadanos, cualquiera sea su poderío o
debilidad; su riqueza o pobreza; sus conoci-
mientos o ignorancia, se sientan juzgados de
modo igualitario, y no según la voluntad de
(3) BOURDIEU, P., op. cit., ps. 180-181.
(4) Refraseando el término “rito” (Diccionario de la Len-
gua Española, 23ª ed., http://dle.rae.es/?id=WWY3A7w).
(5) Por todos, ver: D’ ARGENIO, Inés, “La Justicia ad-
ministrativa en Argentina”, 2ª ed., Buenos Aires, Astrea,
2006.
(6) Voto en disidencia de los Dres. Zaffaroni y Loren-
miércoles 31 DE agosto DE 2016 | 7
-IV-
A mi modo de ver, asiste razón al apelan-
te en cuanto afirma que lo resuelto por el
a quo vulnera el derecho de acceso a la jus-
ticia, pues el rechazo de la demanda con fun-
damento en que resulta extemporánea por
haber transcurrido el plazo de, treinta días
previsto por el Código Contencioso Adminis-
trativo para impugnar los actos de alcance
general importa una decisión contraria a la
continuidad y sustanciación de la causa, lo
cual lesiona las garantías de debido proceso
y defensa en juicio (art. 18 de la Constitución
Nacional).
En efecto, de las constancias de la causa
surge que los actores —agentes del Poder
Judicial provincial— reclaman el pago de
diferencias salariales, pago de aportes y con-
tribuciones y el cumplimiento de lo estable-
cido por la Constitución local con respecto
al modo en que debe fijarse la retribución
de los empleados judiciales (art. 170, aparta-
dos 1º y 3º), con fundamento en que diversos
decretos del Poder Ejecutivo acordaron in-
crementos salariales instrumentados como
adicionales con carácter no remunerativo y
no bonificable, lo que resulta inconstitucional
en tanto se lesiona el derecho a obtener una
remuneración íntegra y completa.
No obstante el carácter de los derechos en
debate, el máximo tribunal local hizo lugar
continúa en página 8
quien tiene poder sobre ellos. (6) ¿Cuáles son
las reglas fundantes del Estado de Derecho?
¿Quién las define?
¿Hay igualdad procesal cuando una de las
partes es el Estado (nacional o local)? Defini-
tivamente no. Lo que corta transversalmente
estas causas judiciales, regidas por el derecho
administrativo (nacional o local), es el interés
público. Es ese interés, el que justifica en ma-
yor o menor medida una serie de prerrogati-
vas que no pueden ser abusivas ni obstruc-
tivas del acceso a la justicia, por cuanto “el
derecho de ocurrir ante un órgano judicial en
procura de justicia, consagrado en el art. 18
de la Constitución Nacional no se encuentra
satisfecho con la sola previsión legal de la po-
sibilidad de acceso a la instancia judicial, sino
que requiere que la tutela judicial de los dere-
chos en cuestión resulte efectiva; esto es, que
sea oportuna y posea la virtualidad de resol-
ver definitivamente la cuestión sometida a su
conocimiento. Así lo reconocen los tratados
internacionales con jerarquía constitucional
a partir de 1994 (art. 75, inc.  22) entre los
cuales cabe citar a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (arts. 8 y 25.2.a) y
al Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (art. 14.1)”. (7)
continúa en página 8
zetti, “Ravecca, José Hilario c/ Romaical S.R.L. y otros”,
Fallos, 329:3764 (2006).
(7) CS, “Pedraza, Héctor Hugo c. ANSeS s/acción de
amparo,” Fallos: 337:530 (2014). En 2012, en “Losicer”, la
Corte Suprema había ya señalado que “el art. 75, inc. 22
de la Constitución Nacional que reconoce con jerarquía
constitucional diversos tratados de derechos humanos,
8 | miércoles 31 DE agosto DE 2016
viene de PÁGINA 7
a la excepción de caducidad de la instancia
opuesta por la demandada sobre la base de
que debieron deducir la impugnación previs-
ta por el art. 7º del Código Contencioso Admi-
nistrativo en el plazo de treinta días a contar
desde la publicación en el Boletín Oficial de
las normas que dispusieron el pago de los
adicionales.
Al resolver de este modo, el tribunal omi-
tió tener en cuenta una circunstancia que se
presenta como decisiva para la correcta solu-
ción del pleito, toda vez que, a los efectos de
agotar la instancia administrativa, los acto-
res habían iniciado un reclamo administrati-
vo previo en los términos del art. 4º, apartado
IV, de la ley local 5238 y, tras el silencio de las
autoridades provinciales, presentaron pron-
to despacho antes de interponer la demanda
en sede judicial para obtener el cobro de las
diferencias salariales. En consecuencia, el
criterio interpretativo sustentado en la sen-
tencia, que requiere la previa declaración de
nulidad de los actos de alcance general como
viene de PÁGINA 7
La actividad dispendiosa inútil (8) en una
interpretación contraria al principio in du-
bio pro actione conlleva necesariamente una
denegación de justicia y de la tutela judicial
efectiva de los derechos de quienes sí recla-
maron en sede administrativa contra el de-
creto impugnado, no obteniendo respuesta
expresa alguna a dicho reclamo. La tutela ad-
ministrativa y judicial efectiva requiere, por
sobre todas las cosas, que no se prive a nadie
arbitrariamente de la adecuada y oportuna
tutela de los derechos que pudieren eventual-
mente asistirle, sino por medio de un proceso
o procedimiento conducido en legal forma
que concluya con el dictado de una sentencia
o decisión fundada, según se trate. (9)
Un adecuado servicio de justicia compa-
tible con el propósito de preservar el dere-
cho de defensa debe prescindir —siempre
y en todos los casos— del rigorismo formal
excesivo y vacío de contenido. (10) Excesos
y vacíos que, lamentablemente, marcan una
tendencia reversible en la jurisprudencia lo-
cal, de la mano de la función pedagógica de la
Corte federal.
En tal sentido y como hipótesis cuadra
indicar que si el proceso civil, entre dos
partes privadas, con sustento en la tutela
judicial efectiva no puede ser conducido en
términos estrictamente formales; (11) con
mayor razón en todo proceso judicial en el
que el Estado es parte (demandada) no se
puede caer en el abuso procesal del mero
homenaje a un ritual, las más de las veces,
{ NOTAS }
obliga a tener en cuenta que el art. 8, inc. 1 del Pacto de
San José de Costa Rica, referente a las garantías judi-
ciales, prescribe no sólo el derecho a ser oído sino tam-
bién el de ejercer tal derecho con las debidas garantías
y dentro de un plazo razonable; y a su vez, el art. 25 al
consagrar la protección judicial, asegura la tutela judi-
cial efectiva contra cualquier acto que viole derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución Nacio-
nal, la ley o la Convención, aun cuando tal violación sea
cometida por personas que actúen en ejercicio de sus
funciones oficiales” (Fallos: 335:1126). Dichas normas in-
teramericanas, de aplicación directa a la legislación ar-
gentina sujetas al control de convencionalidad por parte
de nuestros jueces, establecen: Art. 8. Garantías Judi-
ciales. 1. Toda persona tiene el derecho a ser oída, con las
debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un
juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido con anterioridad por la ley, en la sustenta-
condición para el reconocimiento del derecho
a que sus remuneraciones sean liquidadas
con ajuste a las normas constitucionales apli-
cables, revela claramente un exceso ritual
que invalida el pronunciamiento apelado.
En este sentido, entiendo que constituye
una exigencia irrazonable y violatoria del de-
recho de defensa la impugnación dentro de
los treinta días de publicación de cada una de
las normas que crearon los adicionales cuyo
carácter se ha cuestionado puesto que, tal
como señalan los apelantes, su habitualidad
y permanencia sólo se verifican con las liqui-
daciones que efectúa la administración a lo
largo del tiempo.
En tales condiciones, la conclusión del
a quo de considerar que los actores debieron
interponer el recurso que prevé el art. 7º del
Código Contencioso Administrativo para la
impugnación de los actos de alcance general
dentro del plazo de treinta días contados a
partir de su publicación en el Boletín Oficial
en la inteligencia de que se cuestionan los
actos que crearon los adicionales, constituye
una decisión de injustificado rigor formal y
oscuro o inútil, pero que obstruye el acceso
a la revisión plena de la acción u omisión ad-
ministrativa. (12)
III. ¿Habilitación de instancia vs. ritualismo in-
útil?
Desde antaño, y no sin críticas, se ha ex-
presado jurisprudencial y doctrinariamente
que la finalidad del reclamo administrativo
previo es producir una etapa conciliatoria
anterior al pleito; dar a la Administración la
posibilidad de revisar el caso; salvar algún
error y promover el control de legitimidad
de lo actuado. La exigencia de la reclama-
ción administrativa previa tiene por objeto
sustraer a los entes estatales de la instancia
judicial en una medida compatible con la
integridad de los derechos, evitando juicios
innecesarios, y constituye una facultad que
puede ser renunciada y de la que se puede
prescindir, como excepción y en supuestos
justificados como, por ejemplo, cuando se ad-
vierte la ineficacia cierta del procedimiento,
pues son inadmisibles las conclusiones que
conducen a un injustificado rigor formal y
que importan un ilógico dispendio adminis-
trativo y jurisdiccional. (13)
Lo que se está decidiendo en la habilitación
de la instancia es la suerte del justiciable “en
el acceso a la justicia, mas no el resultado del
pleito y mucho menos los posibles fundamen-
tos de la sentencia a dictarse [...] Es por ello
que en supuestos de duda rige el principio
‘pro actione’ por el que debe estarse a favor
de tal habilitación con el fin de resguardar la
garantía de la defensa en juicio de los dere-
chos”. (14)
ción de cualquier acusación penal formulada contra ella,
o para la determinación de sus derechos y obligaciones
de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carác-
ter...Art. 25. Protección judicial. 1. Toda persona tiene
derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro
recurso efectivo ante los jueces o tribunales competen-
tes, que le ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o
la presente Convención, aun cuando tal violación sea co-
metida por personas que actúen en ejercicio de sus fun-
ciones oficiales. 2. Los Estados partes se comprometen:
a) A garantizar que la autoridad competente prevista
por el sistema legal del Estado decidirá sobre los dere-
chos de toda persona que interponga tal recurso; b) A
desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y c) A
garantizar el cumplimiento, por las autoridades compe-
tentes, de toda decisión en que se haya estimado proce-
dente el recurso.
comporta una exégesis de las reglas aplica-
bles contraria al principio in dubio pro accione
rector en la materia que vulnera la garantía
constitucional de defensa en juicio (art. 18 de
la Constitución Nacional), la cual requiere
que no se prive a nadie arbitrariamente de la
adecuada y oportuna tutela de los derechos
que pudieran eventualmente asistirle sino
por medio de un proceso conducido en legal
forma y que concluya con el dictado de una
sentencia fundada (Fallos: 299:241; 326:4681,
entre otros).
En virtud de lo expuesto, considero que lo
resuelto guarda nexo directo e inmediato con
las garantías constitucionales que se invocan
como vulneradas (art.  15 de la ley 48), por
lo que corresponde su descalificación como
acto jurisdiccional válido en los términos de
la doctrina sobre arbitrariedad de senten-
cias.
-V-
Opino, por lo tanto, que corresponde hacer
lugar a la queja interpuesta, dejar sin efecto
la sentencia apelada en cuanto fue materia
Debe memorarse, al respecto, que “En este
sentido no puede dejar de recordarse que el
exceso de rigor formal —que sin dudas se con-
figuraría si no se reconociera al administrado
la posibilidad de prescindir del reclamo en
aquellos supuestos excepcionales en los que,
como en el sub slite, se ha comprobado de modo
manifiesto la oposición de la Administración—
resulta incompatible con las reglas del debi-
do proceso y el adecuado servicio de justicia
(conf. Corte Sup., doct. de Fallos 311:700 Ver
Texto y 2177” Ver Texto, 317:1579, entre otros),
máxime atendiendo al derecho a la tutela judi-
cial efectiva consagrado en diversos tratados
de jerarquía constitucional (conf. art.  XVIII,
Declaración Americana de los Derechos y De-
beres del Hombre Ver Texto, art. 8” Ver Texto,
Declaración Universal de Derechos Humanos,
y art. 8 Ver Texto, Pacto de San José de Costa
Rica, arts. 8” Ver Texto y 25 Ver Texto, Con-
vención Americana sobre Derechos Huma-
nos) (...). A este respecto es adecuado traer a
colación que “la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos de la Organización de los
Estados Americanos ha sostenido que el de-
recho a la tutela judicial efectiva “impide que
el acceso a la justicia se convierta en un desa-
gradable juego de confusiones en detrimento
de los particulares. Las garantías de la tutela
judicial efectiva y el debido proceso imponen
una interpretación más justa y beneficiosa en
el análisis de los requisitos de admisión a la
justicia, a tal punto que por el principio pro
actione hay que extremar las posibilidades de
interpretación en el sentido más favorable al
acceso a la jurisdicción”. (15)
En lo referente al caso que se anota vale
preguntarse: ¿Se advierte, en el dictamen
(8) Arg. Fallos. 315:1691 (1992).
(9) Fallos: 310:1819 (1987).
(10) Fallos: 305:419 (1983).
(11) Por cuanto no se trata ciertamente del cum-
plimiento de ritos caprichosos, sino del desarrollo de
procedimientos destinados al establecimiento de la ver-
dad jurídica objetiva, que es su norte (v. Fallos: 238:550
(1957); 301:725 (1979).
(12) De lo contrario se caería en un ritualismo inútil,
dilatorio, estéril, obstructivo de la intervención judi-
cial, dilatando injustificadamente el acceso a la justicia
(v. PERRINO, Pablo E., “El derecho a la tutela judicial
efectiva y el acceso a la jurisdicción contencioso admi-
nistrativa”, Revista de Derecho Público, 2003-1, Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, ps. 257 y ss.)
(13) Fallos. 332:1629 (2009), con cita de Fallos:
312:1306, 2418 (1989); 314:725 (1991); 324:3335 (2001).
(14) CNFed. Contenciosoadministrativo, sala II, “Cal-
de recurso extraordinario y devolver las ac-
tuaciones al tribunal de procedencia a fin de
que se dicte una nueva conforme a derecho.
Buenos Aires, 18 de febrero de 2016. — Laura
M. Monti.
Buenos Aires, junio 14 de 2016.
Considerando:
Que esta Corte comparte y hace suyos los
fundamentos y conclusiones del dictamen de
la señora Procuradora Fiscal de la Nación, a
los que corresponde remitir en razón de bre-
vedad.
Por ello, y de conformidad con el referido
dictamen, se hace lugar a la queja, se decla-
ra procedente el recurso extraordinario y se
deja sin efecto la sentencia apelada. Vuelvan
los autos al tribunal de origen a fin de que,
por quien corresponda, se dicte un nuevo
pronunciamiento con arreglo al presente.
Notifíquese, agréguese la queja al principal
y, oportunamente, remítase. — Ricardo L. Lo-
renzetti. — Elena I. Highton de Nolasco. — Juan
C. Maqueda.
de la Procuradora Fiscal, que hace propio
la sentencia de la Corte Suprema, la inefi-
cacia cierta del procedimiento local a los
fines del agotamiento de la instancia ad-
ministrativa? ¿Eran realmente inadmisi-
bles las conclusiones de dicho dictamen en
cuanto a que lo contrario hubiera conduci-
do a un injustificado rigor formal, impor-
tando un ilógico dispendio administrativo
y jurisdiccional y, con ello, una denegación
de justicia?
Entendemos, como posibles respuestas a
ambas preguntas, que existen al menos dos
circunstancias postuladas en el meditado
dictamen de la Dra. Laura Monti y que no
pueden soslayarse, porque hacían a la solu-
ción del caso:
(i) Los demandantes habían incoado previa-
mente un reclamo administrativo previo, el que
no fue resuelto.
Mediante la ley provincial 5238, en espe-
cial su art. 4º, se dispuso —en el ámbito de la
Provincia de Jujuy— la aplicación del cap. IV,
arts. 6º y sucesivos de la ley 25.344, con suje-
ción —en lo que al presente interesa— a lo
siguiente:
“...IV. La Administración Pública provincial,
centralizada, descentralizada o sus entidades
autárquicas no podrán ser demandadas judi-
cialmente sin previo reclamo administrativo
dirigido al Poder Ejecutivo provincial, por inter-
medio del Ministerio, Secretaría General de la
Gobernación o autoridad superior de la entidad
autárquica que corresponda, con excepción de
los siguientes supuestos:
zar S. A. c. Estado nacional -Ministerio de Economía y
Obras Públicas-,” (con nota de GORDILLO, Agustín,
“Nuevos argumentos para la innecesariedad del recla-
mo administrativo previo”), LA LEY, 1996-A, 633, y cita
de CNFed. Contenciosoadministrativo, sala II, “Shapiro
Electrocivil S.R.L. c. Administración General de Puer-
tos s/cobro de australes” y “Zarategui, Horacio y otros
c. Estado nacional s/nulidad de acto legislativo”, senten-
cias del 22/IV/93 y 3/XII/85, respectivamente.
(15) Conf. Informe nº 105/1999, caso 10.194, 29/IX/99,
caso “Narciso Palacios c. Argentina,” citado en CNFed.
Contenciosoadministrativo, sala IV, “Bejarano, Nicanor
N. y otros v. DGFM s/empleo público,” del 30/X/01, re-
cordado en: GORDILLO, Agustín - DANIELE, Mabel
(directores), Procedimiento administrativo, LexisNexis,
Buenos Aires, 2006, 2ª ed., ps. 328-329.

a) Cuando un acto de alcance particular re-
vista calidad de definitivo y se hubieren agotado
a su respecto las instancias administrativas per-
tinentes en los términos de las Leyes Provincia-
les Nros. 1886 ‘Ley Procesal Administrativa’ y
1888 ‘Código Contencioso Administrativo’.
b) Cuando la omisión en expedirse, trans-
curridos los plazos previstos en el art. 147 de la
ley 1886, impidan totalmente la continuación de
la vía administrativa establecida por la misma
normativa.
V. El reclamo al que se refiere el apartado
anterior versará sobre los mismos hechos y de-
rechos que fueran a invocarse en la eventual
demanda judicial y será resuelto por las auto-
ridades requeridas, quienes deberán emitir pro-
nunciamiento dentro de los noventa (90) días
de formulado el reclamo. Vencido ese plazo, el
interesado requerirá pronto despacho y si trans-
currieran otros cuarenta y cinco (45) días, podrá
aquél iniciar demanda. Los jueces no podrán dar
curso a las demandas judiciales interpuestas sin
comprobar de oficio en forma previa el cum-
plimiento de los recaudos y plazos establecidos
en la presente ley. Los plazos consignados prece-
dentemente reemplazan el establecido en el art. 6
de la ley 1888...”.
Como puede apreciarse, la norma trans-
cripta no reconoce expresamente como vía
impugnatoria autónoma la seguida respecto
a actos de alcance general.
La remisión a la Ley Procesal Administra-
tiva y al Código Contencioso Administrativo
tampoco soluciona el vacío normativo.
La ley 1886 sólo contempla en su Título VII
(“Recursos”) los actos destinados a cuestio-
nar actos de alcance particular. La ley 1888,
en su art.  7º, establece, aunque se trate de
una resolución de carácter general, que el
interesado deberá previamente entablar la
reclamación administrativa, la que deberá
interponerse en el plazo de treinta días a con-
tar desde su publicación en el Boletín Oficial.
{ NOTAS }
(16) “Art. 170.- Retribución. 1. Los magistrados, fun-
cionarios y empleados percibirán por sus servicios una
retribución justa, la que se incrementará adicionalmen-
te conforme a la antigüedad en el ejercicio de su activi-
dad profesional o de funciones judiciales. 3. La retribu-
ción de los magistrados, funcionarios y empleados debe
guardar adecuada proporción con la establecida para
los jueces del Superior Tribunal de Justicia”.
(17) La ley 1886 en su art. 148 dispone que: “La decisión
será ejecutoria cuando sea dada por el gobernador o por
los ministros en su caso...”. Agregando, la ley 1888, en su
art. 2º que: “Para que una decisión administrativa pueda
dar lugar al recurso contencioso-administrativo es nece-
jurisprudencia
Discriminación
Negativa a afiliar a un sistema de salud
al grupo familiar del actor por tener una
hija con Síndrome de Down. Mayores
costos en la atención de la discapacidad.
Denuncia ante el INADI. Conducta encua-
drada en la ley 23.592. Derecho al trato
igualitario. Derecho a la salud. Proceden-
cia del daño moral. Rechazo del planteo
de prescripción. Inaplicabilidad del Códi-
go Civil y Comercial de la Nación.
1. - La demandada debe abonar una indemni-
zación por daño moral al accionante por
la negativa de afiliación de su grupo fami-
liar que comprendía a su hija recién na-
cida con discapacidad, pues su conducta
fue antijurídica, en tanto dañó bienes pro-
tegidos y contrarió el ejercicio funcional
Los demandantes habían incoado el re-
clamo por las diferencias salariales que
hacía al objeto de la demanda ulteriormen-
te incoada, por lo que mal se podía consi-
derar —como se lo hizo localmente— la
vigencia del plazo de caducidad del art. 7º
de la ley 1888 citado, cuando existía una
norma especial (art.  4º, ley 5238) directa-
mente aplicable, efectivamente cumplida y
que garantizaba el acceso a la jurisdicción
de los actores.
(ii) Carácter definitivo de los actos en crisis y
que formaron parte del reclamo previo
Según se desprende del dictamen fiscal,
de las constancias de la causa se colegía que
los actores —agentes del Poder Judicial pro-
vincial— reclamaron administrativamente el
pago de diferencias salariales, pago de apor-
tes y contribuciones y el cumplimiento del
art. 170, ap. 1º y 3º de la Constitución Provin-
cial, (16) con fundamento en diversos decretos
del Poder Ejecutivo provincial que habían es-
tablecido ciertos aumentos bajo el ropaje de
adicionales con carácter no remunerativo y
no bonificable.
Entendemos, por tanto, que un aspecto
que podría haberse profundizado, aunque
más no sea como argumento subsidiario y
no definitorio, es que los decretos, además
de tratarse de actos de alcance general cuya
aplicación se repetía en el tiempo en forma
periódica (y crónica), eran decisiones defini-
tivas que causaban estado, dictadas de oficio
por el Gobernador. (17) Por ello, frente al si-
lencio al reclamo incoado en los términos del
art. 4º, ap. IV de la ley 5238, el único plazo al
cual se encontraba supeditada la demanda
era el correspondiente al plazo de prescrip-
ción. (18)
IV. ¿Colofón?
La tutela judicial efectiva y la aplicación di-
recta del ritualismo inútil como excepción a
reglas inoficiosas en materia de habilitación
sario que sea definitiva y cause estado, y que emane de la
administración en ejercicio de facultades regladas”.
(18) CS, “Biosystems S.A. c. Estado Nacional — Mi-
nisterio de Salud - Htal. Nacional Posadas”, del 11/II/14
que hace propio el Dictamen de la Procuradora Fiscal,
Dra. Laura Monti, publicado con nota de DURAND, Ju-
lio C. en LA LEY, 2014-D, 400.
(19) Ver: GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, “La lu-
cha contra las inmunidades del poder en el derecho ad-
ministrativo (poderes discrecionales, poderes de gobier-
no y poderes normativos)”, Civitas, Madrid, 1983, 3ª ed.;
GORDILLO, Agustín, “Tratado de derecho administra-
tivo y obras selectas”, en La defensa del usuario y del ad-
de los derechos, y existe relación de cau-
salidad entre aquélla y la mortificación
espiritual ocasionada al verse imposibi-
litado de dar cobertura a la niña con las
condiciones elementales para el acceso a
la salud y al pleno desarrollo que le co-
rresponde como persona humana.  en la ley 26.682, sino en el bloque norma-
2. - La decisión de la demandada de negar
afiliación a un grupo familiar que com-
prendía a una niña recién nacida con
Síndrome de Down por el único motivo
de los mayores costos que pudiera com-
portar la atención de la discapacidad
configura una restricción ilegítima que
menoscaba de manera significativa el
derecho al trato igualitario y el acceso
a la cobertura de salud requerida (art. 1,
ley 23.592; art. 26, Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos; art. 24,
Convención Americana sobre Derechos
de instancia implican —como condición ne-
cesaria— la inexistencia de sectores inmunes
al control judicial. (19)
Ha señalado la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, en fecha reciente, que “la inter-
pretación de dispositivos procesales no pue-
de prevalecer sobre la necesidad de dar pri-
macía a la verdad jurídica objetiva, de modo
que su esclarecimiento se vea turbado por un
excesivo rigor formal, incompatible con un
adecuado servicio de justicia y las reglas del
debido proceso, máxime cuando la necesidad
de acordar prevalencia a la primera reconoce
base constitucional —art.  18 de la Constitu-
ción Nacional—”. (20)
Como se ha señalado, no se trata “sólo
de asegurar garantías formales para hacer
efectivo el derecho constitucional al debido
proceso. De una concepción extremadamen-
te ritualista, y además muchas veces incor-
porada y producida por una interpretación
jurisprudencial restrictiva, se derivará ne-
cesariamente una denegación de justicia y
un desamparo que en nada contribuye a la
defensa de los derechos individuales que la
Constitución confiere a la Justicia. Introdu-
cir criterios selectivos para acceder a la jus-
ticia es privar a nuestro juicio de una cober-
tura adecuada a la defensa de los derechos
individuales que el sistema jurídico se propo-
ne fortalecer. De lo que se trata es de formu-
lar técnicas y herramientas conceptuales que
hagan viable la realización de esos intereses
individuales”. (21)
Hacemos propia la idea de que siempre,
ante la duda, se aplica el principio pro actio-
ne, y que el “quid de la cuestión está en apre-
ciar cuándo el reclamo administrativo previo
puede cumplir una función útil como modo
de permitir a la Administración pronunciar-
se en tiempo para tornar a su vez innecesario
el juicio, y cuándo, en cambio, puede consti-
tuir un ritualismo inútil, de resultados estéri-
les, que solamente entorpece el accionar de
unos y otros,” (22) obligando al particular que
ministrado, FDA, Buenos Aires, 2014, t. 2, 1ª ed., cap. XIII.
(20) CS, “IBM Argentina SRL c. Dirección General
Impositiva s/recurso directo de organismo externo”, del
12/IV/16, con cita de Fallos: 327:315.
(21) REJTMAN FARAH, Mario R., “El proceso con-
tencioso administrativo. Algunos debates abiertos,”
LA LEY, 2007-B, 902. Debates que, como vemos siguen
abiertos, y eso hace a la dinámica del derecho (adminis-
trativo
(22) GORDILLO, A. - DANIELE, M., op. cit., p. 329.
(23) Arg. CASSAGNE, Juan Carlos, “Ley de Proce-
dimientos Administrativos. Comentada y anotada”, Ed.
La Ley, Buenos Aires, 2009, p. 486.
Humanos; art. 3, Convención sobre los
Derechos del Niño). 
3. - Las condiciones de admisión (o del recha-
zo) por parte de los sistemas de medicina
prepaga no se generan originariamente
tivo preexistente que nace en la Consti-
tución Nacional y en los tratados de de-
rechos humanos que prohíben toda dife-
renciación que implique un desmedro de
la persona humana y una violación de la
garantía de igualdad ante la ley.  Observaciones: El reclamante es el padre de la niña
4. - Las normas sobre prescripción conteni-
das en el Código de Vélez —en el caso, el
art. 4037— son aplicables a una acción de
daños si el hecho antijurídico sucedió an-
tes de la vigencia del Código Civil y Co-
mercial, pues el daño no es consecuencia
de un acto ilícito sino un elemento cons-
miércoles 31 DE agosto DE 2016 | 9
promueva el reclamo a un dispendio igual-
mente inútil. (23)
El fallo anotado afirma el rol institucional
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
como tribunal de garantías constituciona-
les (24) frente a casos complejos, en los cua-
les la interpretación local de las normas de
acceso a la jurisdicción contenciosoadminis-
trativa no satisfacen los estándares mínimos
tornando al derecho en una mera lucha de
formas y ritos, pero sin contenidos ni finali-
dades que coloquen el interés público en su
posición de equilibrio frente a los derechos y
garantías de los administrados.
La sentencia comentada, finalmente, deli-
mita el espacio judicial en cuanto “creación
de una frontera entre aquellos que están pre-
parados para entrar en el juego y aquellos
que, cuando se encuentran arrojados dentro
de él, quedan de hecho excluidos.” (25) Y en
esa frontera transitada por la Corte Suprema
con la guía precisa de la Procuradora Fiscal,
la fuerza de la forma (26) encuentra un con-
torno igualmente preciso en la tutela judicial
efectiva y el debido proceso, y con ellos, la
realización de la justicia como nota distintiva
del interés público. El deber primario del Es-
tado, “en nuestro tiempo, es la debida obser-
vancia de los derechos humanos, y ahí, preci-
samente, es en donde se conjuga en armonía
el interés público con el individual”. (27)
En el marco de la armonía entre el interés
público y el individual, recordamos que las
normas procesales no se reducen —ni pueden
reducirse— a una mera técnica de organiza-
ción formal de los procesos, sino que, en su
ámbito específico, tienen por finalidad y ob-
jetivo ordenar adecuadamente el ejercicio de
los derechos en aras de lograr la realización
del valor justicia en cada caso y salvaguardar
la garantía de la defensa en juicio. (28) l
Cita on line: AR/DOC/2591/2016
(24) Cfr. BIANCHI, Alberto, “Una meditación acer-
ca de la función institucional de la Corte Suprema,”
LA LEY, 1997-B, 994.
(25) BOURDIEU, P., op. cit., p. 181.
(26) BOURDIEU, P., op. cit., ps. 202 y ss.
(27) Dictamen de la Fiscalía General ante las Cáma-
ras en lo Civil y Comercial Federal y en lo Contencioso
Administrativo Federal de la Capital, de fecha 4/III/16,
en la causa “Xiong, Chunmei c. EN —DNM— s/Recurso
Directo DNM”, Expte. CAF 3851/2015/CA1.
(28) Fallos: 310:870 (1987); 311:2177 (1988); 317:1759
(1994); 319:625 (1996) y 330:5345 (2007).
titutivo de éste y, por tanto, la relación
queda definida en su marco jurídico al
momento de su nacimiento. 
CUANTIFICACIóN DEL DAÑO
El hecho dañoso:
Negativa de un sistema de salud a afiliar al grupo fa-
miliar con una niña discapacitada
Referencias de la víctima:
Componentes del daño:
Daño extrapatrimonial
Daño moral genérico: $30.000.-
continúa en página 10
10 | miércoles 31 DE agosto DE 2016
viene de PÁGINA 9
119.476 — CNFed. Civ. y Com., sala I,
24/05/2016. - H., R. c. Consejo Prof. de Cien-
cias Económicas de la Ciudad de Buenos Ai-
res s/daños y perjuicios.
[Cita on line: AR/JUR/40674/2016]
COSTAS
A la demandada.
INTERESES
Desde el 1/11/2010 y hasta los diez días de la noti-
ficación de la sentencia, tasa del 6% anual, y desde
entonces a la tasa que cobra el Banco de la Nación
Argentina en sus operaciones de descuento de docu-
mentos a treinta días, hasta el efectivo pago.
2ª Instancia.- Buenos Aires, mayo 24 de
2016.
La doctora Najurieta dijo:
1. La sentencia de fs. 269/272 hizo lugar a la
defensa de prescripción deducida por la parte
demandada a fs. 204 y, consecuentemente, re-
chazó la demanda con costas al actor. Para así
resolver, ponderó que debía aplicar las normas
sobre prescripción en casos no contractuales,
a saber, el artículo 4037 del Cód. Civil, calcu-
lando el plazo de dos años desde el acto invo-
cado como ilícito, es decir, desde la negativa a
afiliar al grupo familiar del actor en el Siste-
ma médico SIMECO, que correspondía fijar
al 22 de septiembre de 2010. Desde tal fecha y
hasta la citación a la audiencia de mediación
el 25/10/2012 ya habría transcurrido el plazo
de dos años, con lo cual debía concluir que la
acción promovida por el señor R. H. estaba
prescripta. Por ello, el magistrado rechazó la
demanda con imposición de costas a la parte
actora y reguló honorarios profesionales.
2. Este pronunciamiento fue apelado por la
parte actora a fs.  273, cuyo recurso fue con-
cedido a fs.  274. El memorial de agravios co-
rre a fs. 277/279 y mereció la contestación de
fs. 281/283.
3. El demandante solicita la revocación total
de la sentencia, la declaración de que la acción
no está prescripta y el acogimiento favorable
de su demanda de resarcimiento del daño mo-
ral. Afirma que la decisión del juez a quo es des-
aprensiva y arbitraria pues hace correr el pla-
zo de prescripción desde el momento mismo
de la presentación de la solicitud de afiliación y
no desde el momento en que se configuró el re-
chazo. Afirma que presentó una segunda nota,
con naturaleza de insistencia o revocatoria, y
que hubo un gran retardo en serle respondida,
recién en noviembre 2010, lo que determinó
su decisión de efectuar la denuncia ante el
INADI. Argumenta que cuando este Instituto
emitió el dictamen del 11 de noviembre de 2011,
con sustento en instrumentos internacionales
de derechos humanos, tuvo la certeza de que
había sido víctima de un acto discriminatorio
hacia su hija M. y de que lo amparaba el dere-
cho de promover la presente demanda.
4. Los hechos relevantes de la causa son los
siguientes. La niña M. H. M. nació el 6 de agos-
to de 2010 (fs. 27). Su padre, R. H., matriculado
en el Consejo Profesional de Ciencias Econó-
micas desde 1989 recibió del citado Consejo
una felicitación por el nacimiento de la niña
(fs. 16) y la invitación para aprovechar una pro-
moción en la afiliación del grupo familiar que
corre a fs. 17/18, en tanto concretara la presen-
tación antes del 19/09/2010. El 20 de septiem-
bre tuvo una entrevista con un auditor médico,
munido de la documentación correspondiente,
pero fue informado de que no sería aceptada la
afiliación porque la niña —de 45 días— pade-
cía síndrome de Down. El 22 de septiembre de
2010, el señor R. H. presentó un reclamo escri-
to ante esa negativa oral (nota de fs. 14/15) en
carácter de reconsideración de una decisión
que aparecía como arbitraria. Transcurrió el
tiempo y en noviembre de 2010 (fs. 30), el ac-
tor recibió una nota sin fecha firmada por el
Gerente Dr. C. C., por la que se le sugirió pro-
curar la afiliación de la familia a otras obras
sociales que habían firmado con SIMECO con-
venios para abaratar precios.
El señor R. H. presentó una denuncia contra
el Consejo Profesional de Ciencias Económi-
cas/SIMECO el 5 de noviembre de 2010 ante
el INADI, organismo que, con la participación
de la entidad acusada, dio curso a la denuncia
por conductas discriminatorias. Este trámite
concluyó con el dictamen del 11 de noviembre
de 2011 (fs.  51/56), donde se sostuvo que la
niña M. M. H. había sido víctima de conducta
encuadrada en los términos de la ley 23.592 y
normas complementarias que protegen frente
a actos discriminatorios.
La presente demanda fue deducida el
28/12/2013, siendo la citación a mediación el
25/10/2012.
5. Mi primera apreciación es que la preten-
sión ha sido deducida por el padre de la niña
M. H. por resarcimiento del daño moral pro-
pio (fs.  222), por la mortificación y desconsi-
deración de la entidad demandada —la cual,
cualquiera sea su naturaleza, cumple función
de agente de salud a través del Sistema Médi-
co del Consejo (SIMECO), conf. fs.  17 y ss.—,
que rechazó la afiliación del grupo familiar del
actor en trámites que tuvieron lugar entre los
años 2010 y 2012. Más precisamente, los he-
chos se sucedieron desde la petición que se
ubica entre el 20 y 22/09/2010 a la comunica-
ción por parte del INADI del dictamen emitido
en las actuaciones ME 8305, circunstancia que
sucedió el 13/01/2012 (fs. 130) y no provocó nin-
guna reacción del Consejo.
Se trata pues de una reclamación de resar-
cimiento civil no contractual que se rige por la
ley vigente al momento del hecho antijurídico
dañoso. Ello es así pues el daño no es una con-
secuencia —a ser determinada— de un acto
ilícito sino que es un elemento constitutivo del
mismo y, por tanto, la relación queda definida
en su marco jurídico al momento de su na-
cimiento (conf. Kemelmajer de Carlucci Aída,
“La aplicación del Cód. Civil y Comercial a las
relaciones y situaciones jurídicas existentes”,
Rubinzal-Culzoni 2015, p. 101). Ello significa que
corresponde razonar, tal como lo hizo el señor
juez a quo por el derecho en vigor antes de la
vigencia del nuevo Código Civil y Comercial de
la Nación. En el tema central del agravio —que
lógicamente condiciona todo desarrollo— debe
aplicarse las normas sobre prescripción conte-
nidas en el Código de Vélez Sársfield, más pre-
cisamente, el artículo 4037 que establece un
plazo de prescripción de dos años.
6. Sabido es que, en la materia involucra-
da, el plazo de la prescripción corre a partir
del momento en que ocurre el daño o, si éste
sobreviene un tiempo después, cuando es sus-
ceptible de apreciación por el damnificado y
deviene cierto, de manera que el afectado tiene
a su disposición la acción para hacerlo valer.
Ciertamente, como ha reconocido la jurispru-
dencia en numerosos precedentes, el plazo
de prescripción no puede empezar a correr
antes de que la persona dañada pueda ejercer
la reclamación de su derecho (doctrina de Fa-
llos: 303: 851; 319: 1960 y otras). Adaptando el
principio general “actio non nata non praescri-
bitur” a las circunstancias de esta causa, con-
sidero que el señor H. tuvo que haber agotado
sus tratativas de afiliación y haber recibido
una negativa clara y fehaciente.
Del relato de los hechos relevantes para la so-
lución de este conflicto, destaco que el punto de
comienzo del curso del plazo no puede ubicarse
al tiempo de la nota del 22 de septiembre de 2010
(fs. 14) puesto que allí el actor formuló la petición
de admisión por primera vez por escrito y fue
recibida por el Consejo Profesional de Ciencias
Económicas. A partir de entonces, el actor ha
mencionado una negativa verbal —del señor J.
R.— que no fue demostrada, pero consta una
nota fechada en noviembre de 2010 (fs. 30), que
aparece como respuesta a la petición del señor
H., donde se le sugiere dirigirse a otras obras
sociales prestadoras a precios accesibles. Esta
comunicación es una afirmación de la negativa
a afiliarlo, lo cual evalúo y considero como el fin
de la reconsideración ante el Consejo. Ésa fue la
nota que provocó la decisión de abrir un expe-
diente de denuncia ante el INADI.
A mi juicio, el curso de la prescripción
corrió desde la primera semana de noviem-
bre —tomo el 01/11/2010 pues advierto que la
nota no lleva fecha pero es anterior a la denun-
cia del 05/11/2010— y hasta el 25 de octubre de
2012, fecha en que el Consejo fue notificado de
la audiencia de mediación (tal como reconoce
la parte demandada a fs. 204 y a fs. 282 vta.). La
conclusión es que el plazo de dos años no había
fenecido al tiempo que interesa y, por tanto,
la acción no estaba prescripta. Ello conduce
a revocar la sentencia de primera instancia y
a establecer que la acción de responsabilidad
civil deducida no está prescripta.
7. Debo tratar a continuación el fondo de
la pretensión. Ello es así pues el Tribunal tie-
ne jurisdicción para asumir la decisión de los
aspectos sustanciales del diferendo en tanto
hayan sito planteados en la anterior instancia
(esta Sala, causa 4758/03 del 11/02/2010, consi-
derando 5º; esta Sala, causa 8199/99 fallada el
20/08/2002, considerando 9º, entre otras; Pa-
lacio Lino Enrique, “Derecho Procesal Civil”,
tomo V, Actos Procesales, pp. 459/460).
La parte demanda no ha desconocido que
negó la afiliación del grupo familiar del actor
y, en el expediente administrativo ante el IN-
ADI, sostuvo que se debió a motivo de costos,
porque sus cálculos actuariales se basan en un
esquema costo-beneficio y tienen derecho a no
admitir una afiliación, incluso sin expresión de
causa, pues ninguna obligación asume su parte
antes de firmar el contrato. También sostuvo
que si el aspirante va a generar mayores costos
previsibles, “su parte va a negarse a aceptarlo
en su cartera de afiliados” (fs. 52 vta).
En la contestación de la demanda, la deman-
dada destaca que —al tiempo del conflicto— el
régimen era voluntario tanto para el matri-
culado que buscaba la cobertura de su salud
como para el SIMECO, que tenía derecho a
analizar la solicitud de afiliación y no estaba
obligado a aceptar a cualquier persona. Por no
tratarse de una afiliación compulsiva, sostiene
que siempre su parte debía examinar la ecua-
ción económica para hacer primar la solución
que favoreciera a todos los socios (fs. 198). Afir-
mó: “Nuestro mandante no tenía una obliga-
ción legal (ahora creada por la ley 26.682) de
admitir a todos aquellos que deseen ingresar
a su sistema de medicina, máxime cuando no
existía una ley que obligara a ello” (fs. 197).
El artículo 1º de la ley 26.682 (promulgada el
16/05/2011) establece un nuevo marco regulato-
rio del régimen de medicina prepaga, con obli-
gación de los sujetos comprendidos en cuanto a
las prestaciones, a cubrir “como mínimo en sus
planes de cobertura médico asistencial, el Pro-
grama Médico Obligatorio vigente según Reso-
lución del Ministerio de Salud de la Nación y el
Sistema de Prestaciones Básicas para Perso-
nas con Discapacidad prevista en la ley 24.901
y sus modificatorias” (artículo 7, primer párra-
fo). A su vez, en cuanto a la declaración jurada
de afiliación, se dispone que las enfermedades
preexistentes solamente pueden establecerse a
partir de la declaración jurada del usuario y no
pueden ser criterio del rechazo de admisión de
los usuarios (art. 10, último párrafo).
Creo que éste es el punto central del dife-
rendo: las condiciones de admisión (o del re-
chazo) por parte de los sistemas de medicina
prepaga no se generan originariamente en la
ley 26.682 —que no se hallaba vigente en sep-
tiembre/noviembre 2010— sino en el bloque
normativo preexistente que nace en la Consti-
tución Nacional y en los tratados de derechos
humanos que prohíben toda diferenciación que
implique un desmedro de la persona humana
y una violación de la garantía de igualdad ante
la ley (art. 16 de la Constitución Nacional). En
temas de discapacidad —y la niña M. H. tenía
un certificado que verificaba su discapacidad—
y con sustento en los derechos fundamentales
(art.  26 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos; art.  24 de la Convención
Americana sobre derechos humanos; art. 3 de
la Convención sobre los Derechos del Niño), es-
tán prohibidas todas las formas de discrimina-
ción contra las personas con discapacidad. Los
Estados Partes, incluyendo las autoridades pú-
blicas y muy especialmente los jueces, tienen la
obligación positiva de interpretar los derechos
fundamentales de modo de favorecer el acceso
de los niños y niñas con discapacidad a los ser-
vicios de salud y a la inclusión educativa (art. 7 y
25 de la Convención de Naciones Unidas sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad
y protocolo facultativo, aprobados por la Re-
pública Argentina por ley 26.378, promulgada
en junio de 2008). En este sentido, los Estados
Partes tomarán “todas las medidas necesarias
para asegurar que todos los niños y las niñas
con discapacidad gocen plenamente de todos
los derechos humanos y libertades fundamen-
tales en igualdad de condiciones con los demás
niños y niñas” (art. 7.1. de la citada Convención).
Dicho en otros términos: la Constitución Na-
cional, antes y después de la reforma de 1994,
la Convención sobre los Derechos del Niño
en vigor desde 1990, las leyes 24.754, 24.901 y
23.592, y la jurisprudencia de la Corte Supre-
ma de Justicia de la Nación, conformaban un
bloque normativo vigente en septiembre de
2010, que impedían una decisión de exclusión
de afiliación de un grupo familiar, que com-
prendía una niña recién nacida con discapa-
cidad —grupo al que se le habían ofrecido los
servicios de SIMECO en los días posteriores al
nacimiento—, por el único motivo de los mayo-
res costos que pudiera comportar la atención
de la discapacidad. Existe una antigua y vigen-
te jurisprudencia federal que impone a los jue-
ces el deber de asegurar el ejercicio pleno de
las garantías individuales, como manifestación
de la vigencia del Estado de derecho (doctrina
de Fallos: 239: 459; doctrina de la causa P. 489
XLIV P.L.S. c. Colegio Público de Abogados
de la Capital Federal s/amparo” del 15/11/2011;
esta Sala, causa 859/2012 del 19/11/2015).
Los hechos comprobados en el expediente
revelan que la decisión de no admisión —válida
en otras circunstancias— configuró por las par-
ticularidades del caso, una restricción ilegítima,
que menoscabó de manera significativa el dere-
cho al trato igualitario y al acceso a la cobertura
de salud del grupo familiar integrado por la niña
discapacitada (art. 1º de la ley 23.592).
8. Como corolario de lo expuesto, mi posición
es que la demanda de resarcimiento por daño
moral promovida por el padre de familia, señor
R. H. debe recibir favorable acogimiento, pues se
ha demostrado el acto antijurídico emanado de
la entidad demandada. La conducta ha sido an-
tijurídica porque ha infringido una prohibición
del ordenamiento jurídico, dañando bienes pro-
tegidos y contrariando el ejercicio funcional de
los derechos (conf. Mosset Iturraspe Jorge - Pie-
decasas Miguel, “Responsabilidad por Daños”,
Tomo I, Parte General, Rubinzal Culzoni Edi-
tores, 2016, p. 85). Por lo demás, existe relación
apropiada de causalidad entre esta conducta y
su consecuencia directa que es la mortificación
espiritual por verse imposibilitado de cubrir
a su hija de las condiciones elementales para
el acceso a la salud y al pleno desarrollo que le
corresponde como persona humana. Este daño
tiene indudablemente un componente moral y
esa faceta es la que constituye la pretensión del
actor en esta demanda. En consecuencia, propi-
ciaré admitir el resarcimiento moral y condenar
a la demandada a abonar al actor la suma de
$ 30.000 (calculados a valores actuales).

9. Este monto generará intereses desde el
01/11/2010 y hasta los diez días de la notifica-
ción de la presente sentencia, a la tasa del 6%
anual, que es la habitualmente utilizada en esta
Sala cuando los montos del resarcimiento han
sido calculados a valores actuales. A partir de
los diez días de notificada esta sentencia, los
intereses se calcularán a la tasa que cobra el
Banco de la Nación Argentina en sus opera-
ciones de descuento de documentos a treinta
días, y hasta el efectivo pago.
Por lo expuesto, expreso mi voto en el senti-
do de revocar la sentencia de fs. 269/272, y ha-
cer lugar a la demanda condenando al Consejo
Profesional de Ciencias Económicas de la Ciu-
dad de Buenos Aires a abonar al señor R. H. la
suma de pesos treinta mil, con intereses liqui-
dados tal como se indica en el considerando 9º
precedente. Las costas del litigio corresponde
que sean impuestas a la parte demandada, a
pesar de que el resarcimiento fue admitido por
un monto menor al reclamado, en virtud de
que el actor ha sido vencedor en el principio de
la responsabilidad y es evidente que la conduc-
ta de la demandada obligó al actor a promover
esta demanda para alcanzar el reconocimien-
to de sus derechos (art. 70, primera parte, del
Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación, texto se-
gún el Digesto Jurídico Argentino).
El doctor Guarinoni adhiere al voto que an-
tecede.
En mérito a lo deliberado en el Acuerdo pre-
cedente, el Tribunal resuelve: revocar la sen-
tencia de fs. 269/272 y hacer lugar a la demanda
condenando al Consejo Profesional de Ciencias
Económicas de la Ciudad de Buenos Aires a
abonar al señor R. H. la suma de pesos treinta
mil ($ 30.000), con intereses liquidados tal como
se indica en el considerando 9º precedente. Con
costas a la parte demandada (art. 70, primera
parte, código de rito). En atención a lo resuelto,
se dejan sin efecto las regulaciones de honora-
rios de fs. 272 y vta. Una vez que se fijen los ho-
norarios de la primera instancia, se procederá
como corresponde en alzada. El doctor de las
Carreras no suscribe la presente por hallarse en
uso de licencia (art. 109 del R.J.N.). Regístrese,
notifíquese y devuélvanse los autos. — María S.
Najurieta. — Ricardo V. Guarinoni.
Conciliación laboral
Suspensión de la prescripción motivada
por la instancia obligatoria ante la instan-
cia administrativa. Plazo de seis meses.
Hechos: La sentencia declaró prescripta la
acción intentada por el trabajador al compu-
tar como plazo total de suspensión del trámi-
te ante el SECLO al lapso que duró esa ins-
tancia. Apelado el decisorio, la Cámara lo
revocó.
La duración de la suspensión de la prescrip-
ción motivada por el trámite ante el Servicio
de Conciliación Laboral Obligatoria se ex-
tiende, en todos los casos, al término de seis
meses, aun cuando las actuaciones ante ese
organismo hayan durado menos tiempo.
119.477 — CNTrab., sala VII, 13/07/2016. -
Nieto, Jesica Vanesa c. Casino de Buenos Ai-
res S.A. Compañía de Inversiones en Entrete-
nimientos S.A. s/despido.
[Cita on line: AR/JUR/47257/2016]
2ª Instancia.- Buenos Aires, julio 13 de 2016.
El doctor Rodríguez Brunengo dijo:
I. La sentencia de primera instancia que de-
claró prescripto el reclamo de autos viene ape-
lada por la parte actora.
También hay recurso de la perita contadora
quien estima exiguos los honorarios que se le
han regulado (v. fojas 799).
II. Discrepa con la decisión del a quo que hizo
lugar a la excepción de prescripción opuesta
por la parte demandada concluyendo que la
acción a la fecha del inicio de la misma se en-
contraba prescripta.
Con ese fin, entre otras cosas, destaca que en
el decisorio se interpretó erróneamente el pla-
zo de suspensión del trámite ante el SECLO,
en tanto el a quo lo limitó al tiempo que duró la
instancia administrativa (v. fojas 801/805).
III. A mi juicio le asiste razón en su planteo.
En efecto, memoro aquí que la Sala VII que
integro en anteriores pronunciamientos (Exp-
te. nro.: 9636/99: “Villarroel, Hernán Silvestre
c. Materfer y otro s/despido”, con primer voto
del suscripto y siguiendo los precedentes de
otros fallos de la misma Sala en sus anteriores
composiciones), adhirió a la tesis restrictiva,
que ceñía la suspensión de la prescripción al
lapso de duración del trámite de la instancia
del SECLO.
Un posterior y meditado análisis del “thema
decidendi” impulsó a esta Sala a adoptar el
criterio amplio, en la Sentencia Interlocutoria
Nº 25.916, de fecha 08/10/2004, Causa Nº 8967:
Autos “Molina, Carlos Eduardo y otros c. Side-
rar S.A. y otros s/ley 22.250”, compartiendo el
Dictamen del señor Fiscal General, quien tam-
bién —rectificando posiciones anteriores— se
inclinó hacia el criterio más extenso, por con-
siderar que la norma del artículo 7º de la ley
Nº  24.635 y su remisión al artículo 257 de la
LCT, deben interpretarse en el sentido de que
el lapso suspensivo motivado por la instancia
obligatoria ante el SECLO, en todos los casos
debe ser de seis meses, aunque el trámite ante
ese Organismo haya concluido en menos tiem-
po. Me explico: La institución de la prescrip-
ción liberatoria en Roma, si bien tiene algún
lejano antecedente en la “poena negligentia”
de la época de la Ley de las XII Tablas, y luego
en el período imperial, recién es receptada for-
malmente entre los casos de extinción de las
acciones “in personam”, mediante una Cons-
titución de Teodosio II, a comienzos del siglo
V (C. 7, 39, 3), en el carácter de “preascriptio
longi temporis”. Debe destacarse que la mis-
ma operaba “ope exceptionis”, (al contrario
de la caducidad, que actuaba “ope legis”), no
aniquilándose el derecho, que pasaba a ser una
obligación natural que permanecía latente, de
modo que si el deudor la pagaba, el pago era
válido y no podía ser repetido, como en cambio
podía serlo en el caso de una obligación cadu-
cada. Cabe puntualizar que en el transcurso
del tiempo, el Derecho Canónico procuró sua-
vizar las rígidas normas del Derecho Romano,
para evitar el uso de la prescripción por parte
de deudores deshonestos.
Ya en nuestro derecho, la doctrina civil cate-
góricamente ha marcado un rumbo, en el sen-
tido de que la procedencia de la prescripción
ha de ser excepcional y que toda inquietud en
torno al plazo o a la existencia de una acción,
debe ser resuelta a favor del término mayor y
de la posibilidad de demandar (conf.: JA, 67:
724; etc.), o sea, de la conservación del dere-
cho. Como bien destaca el señor Fiscal General
en el dictamen producido en el “sub lite”, en ello
coinciden autores como Rezzónico, Argañarás
y Llambías.
Recordemos que la Corte ha dicho: “cuando
existe la duda de si la prescripción se encuen-
tra o no cumplida, debe desechársela, ya que
aquélla tiene como consecuencia la extinción
de la acción, lo que solo corresponde admi-
tir con extrema cautela” (Fallos: 315:2625;
316:132). También que el conocido principio
“lex posteriori derogat priori” es aplicable al
caso, por haber emanado la ley 24.635 de los
mismos órganos legislativos que el Cód. Civil,
y ser aquélla una normativa específica, lo que
conduce a afirmar el imperio preferente del
miércoles 31 DE agosto DE 2016 | 11
Artículo 7º de la Ley 24.635, concordado con el
257 de la L.C.T., por sobre la disposición gené-
! NOVEDADES
rica de la Ley Civil. FONDO EDITORIAL
Por las consideraciones expuestas, me he
expedido oportunamente en el sentido de que
debe interpretarse que la duración de la sus- Tratado de Derecho Civil
pensión de la prescripción motivada por el
trámite obligatorio ante el SECLO se extiende, y Comercial
en todos los casos al término de seis meses,
aun cuando las actuaciones ante dicho Orga- Andrés Sánchez
nismo hayan durado menos tiempo (ver en Herrero
similar sentido, esta Sala in re “Iglesias, Alfre-
do y otros c. Telefónica de Argentina S.A. s/
diferencias de Salarios”, S.D. nro.: 39.658 del
18/10/2006, entre otros).
Asimismo cabe citar aquí que esta Excma. la La Ley
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo
dictó, el 06/06/2006, el fallo plenario 312, “Mar- 8 tomos
tínez, Alberto c. YPF S.A. Part Accionariado
Obrero”, en el cual se concluyó: “1) la citación
para el trámite conciliatorio ante el SECLO no
surte los efectos de la interpelación prevista en
el artículo 3986, segundo párrafo, del CC; 2) en
el contexto del artículo 7 de la ley 24.635, no se
ajusta la suspensión del plazo de prescripción Fundamentos de Derecho
a la duración del trámite conciliatorio, aunque Privado
dure menos de seis meses”. Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
En el caso que nos ocupa, el cálculo del cóm-
puto bienal de la prescripción comienza desde Ricardo Luis
el 06/08/2008 (fecha del despido “ad nutum”), Lorenzetti
suspendiéndose el día 14/06/2010 que es la fe-
cha de inicio del trámite en sede administrati-
va, con lo cual, a la fecha de la suspensión con
motivo de la instancia previa de conciliación
obligatoria ante el SECLO habían transcurrido
1 año 10 meses y 8 días.
La Ley
Así las cosas, tal como se expuso en los con-
siderandos que antecede, a partir del inicio de
la etapa administrativa el cómputo del plazo
de la prescripción se suspende por el lapso de
seis meses (cfme. arg. art. 257 LCT ya cit.), con
lo cual, el plazo se reanudó el 14/12/2010 por
lo que, a partir de la misma, se computariza
el tiempo prescriptivo que resta, por lo que el
plazo venció el 06/11/2011. Derecho Municipal
Quiere decir así que, si la demanda fue pre- Jorge Luis Bastons
sentada el 22/12/2010 el plazo prescriptivo aún
no había vencido, con lo cual, la presente ac-
ción no se halla prescripta.
Voto por revocar el decisorio de grado de-
biéndose remitir al Juzgado que sigue en or-
den de turno para que se dicte un nuevo pro-
nunciamiento (art. 17 inc. 7 del C.P.C.N.C), con AbeledoPerrot
el fin de garantizar la doble instancia y porque
no se da el supuesto susceptible de ser saneado 3 tomos
en la alzada sin lesionar el reseñado principio.
IV. Conforme lo propuesto cabe dejar sin
efecto lo decidido en materia de costas y ho-
norarios de la primera instancia (art. 279 Cód.
Proc. Civ. y Com. de la Nación) y diferir su
resolución para el momento del dictado de la
sentencia definitiva, lo que torna abstracto el Derecho Ambiental
recurso que por sus honorarios articula la pe- 3ª edición
rita contadora.
Propicio así: 1) Revocar la sentencia apelada
Mario F. Valls
en todo lo que ha sido materia de recursos y
agravios. 2) Remitir las presentes actuaciones
al Juzgado Nacional de Primera Instancia nro.
76, sin perjuicio de la compensación corres-
pondiente en el sistema de sorteo y asignación
de causas. 3) Librar oficio al Juzgado Nacional
AbeledoPerrot
de Primera Instancia Nro. 76, con el fin de co-
municar lo resuelto en la presente causa. 4) Di-
ferir el tratamiento de las costas y honorarios
para el momento del dictado de la sentencia
definitiva.
La doctora Ferreirós dijo:
Por compartir sus fundamentos adhiero al
voto que antecede.
Adquiéralas llamando al
0810-222-5253 o en
www.laley.com.ar.
continúa en página 12
12 | miércoles 31 DE agosto DE 2016 Síganos en /thomsonreuterslaley @TRLaLey

viene de PÁGINA 11
El doctor Guisado: No vota (art.  125 de la
ley 18.345).
A mérito de lo que resulta del precedente
acuerdo, el Tribunal resuelve: 1) Revocar la
sentencia apelada en todo lo que ha sido ma-
teria de recursos y agravios. 2) Remitir las
presentes actuaciones al Juzgado Nacional de
Primera Instancia nro. 76, sin perjuicio de la
compensación correspondiente en el sistema
de sorteo y asignación de causas. 3) Librar ofi-
cio al Juzgado Nacional de Primera Instancia
Nro. 75, con el fin de comunicar lo resuelto en
la presente causa. 4) Diferir el tratamiento de
las costas y honorarios para el momento del
dictado de la sentencia definitiva. 5) Opor-
tunamente, cúmplase con lo dispuesto en el
art. 1º de la Ley 26.856 y con la Acordada de la
C.S.J.N. Nro. 15/2013. Regístrese, notifíquese y
devuélvase. — Estela M. Ferreirós. — Néstor M.
Rodríguez Brunengo.
Régimen de consolidación. Créditos
excluidos
El crédito debe ser excluido de la consolida-
ción, dado que la causa de la obligación de in-
demnizar a la reclamante es el proceder irre-
gular del Estado en el cese del vínculo laboral
producido el 11/01/2011, resultando posterior a
la referida fecha de corte de la ley 25.344, ate-
niéndose su cancelación al procedimiento pre-
visto en el art. 170 de la ley 11.672 complemen-
taria permanente de presupuesto.
manda en sede judicial, por lo que el requisi-
to de que sea declarada la nulidad de los actos
por ellos exigido deviene en un exceso ritual.
CS, Santos, Víctor Manuel c. AFIP - DGI,
21/06/2016
Firmantes: Ricardo L. Lorenzetti. — Elena I.
Highton de Nolasco. — Juan C. Maqueda.
Cita on line: AR/JUR/37996/2016

CS, Pardo Cabrera, Tyrone s/ extradición - legajo Revocación de la extradición

panorama QUINCENAL
Corte Suprema de Justicia de la Nación
Competencia en la restricción de
capacidad. Juez del domicilio de la
persona con incapacidad
En virtud del cambio de domicilio de la
persona cuya capacidad se encuentra
restringida, corresponde al juez de ese
lugar entender en el proceso, aun cuan-
do éste se inició en 1988, dado lo dis-
puesto en el Cód. Civil y Comercial, que
es de aplicación inmediata.
CS, S. Z., E. s/ determinación de la capacidad,
21/06/2016
Firmantes: Ricardo L. Lorenzetti. — Elena I.
Highton de Nolasco. — Juan C. Maqueda.
Cita on line: AR/JUR/37997/2016
nº 1, 21/06/2016.
La sentencia que hizo lugar a la extradición
Firmantes: Ricardo L. Lorenzetti. — Elena I. debe ser revocada si el juzgador, al resolver
Highton de Nolasco. — Juan C. Maqueda. así, omitió tener en cuenta que el consen-
timiento del requerido estaba sujeto a una
Cita on line: AR/JUR/37995/2016 serie de condicionamientos —posibilidad de
recurrir la condena impuesta y de defensa—
respecto de los cuales nada dijo.
Exceso de rigor formal. Rechazo de
diferencias salariales para empleados CS, Garrido, Carlos Manuel c. EN - AFIP s/ampa-
del Poder Judicial provincial. ro ley 16.986, 21/06/2016.
Firmantes: Ricardo L. Lorenzetti. — Elena I.
La sentencia que rechazó, por extemporánea, Highton de Nolasco. — Juan C. Maqueda.
la demanda de varios empleados del Poder Ju-
dicial de la Provincia de Jujuy, en reclamo de Cita on line: AR/JUR/37998/2016
diferencias salariales con base en decretos del
Gobierno local, vulneró el derecho de acceso a
la justicia, pues con fundamento en que había
Cita on line: AR/DOC/2540/2016
transcurrido el plazo previsto por el Código
Contencioso Administrativo para impugnar
los actos de alcance general omitió tener en
cuenta que, a los efectos de agotar la instancia TEXTO completo de estos fallos
administrativa, los actores habían iniciado el
reclamo previo y, tras el silencio, presentaron www.laleyonline.com.ar
pronto despacho antes de interponer la de-

edictos
Transferencia de Fondo de Comercio. En
cumplimiento del artículo 2, ley 11.867 GUI-
CHET POSADAS ESTEBAN GASTÓN DNI
26.364.703 domiciliado en la calle Carlos
Calvo 3732, piso 2, departamento 8 de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, transfiere
el fondo de comercio de su propiedad rubro
agencias comerciales de empleo, turismo, in-
mobiliaria etc. Con domicilio en la calle Moreno
970, piso 5, Oficina 113, Ciudad Autónoma de
Buenos Aires a GRUPO HG VIAJES SRL CUIT
30714582204 con domicilio en la calle More-
no 970, piso 5, Oficina 113, Ciudad Autónoma
de Buenos Aires libre de toda deuda y grava-
men. Reclamo de ley en la calle Moreno 970,
piso 5, Oficina 113, Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires, dentro del término de ley. Solicitan-
te: GUICHET POSADAS ESTEBAN GASTÓN.
LA LEY: I. 31/08/16 V. 06/09/16
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo
Civil Nº 20, Secretaría única a mi cargo, sito en
Talcahuano 550, 6º piso de esta Ciudad, cita y
emplaza por 30 días a herederos y acreedores
de CARLOS ARIEL CHISLEANSCHI, a efectos
de hacer valer sus derechos. Publíquese por 3
días en el diario “LA LEY”.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 7 de
junio de 2016
Juan Carlos Pasini, sec.
LA LEY: I. 31/08/16 V. 02/09/16
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en
lo Civil y Comercial Federal Nº 8, Secretaría
Nº 15, sito en Libertad 731, 7º piso de Capital
Federal, hace saber que LAURA MARÍA DE
FÁTIMA MOTTA LIMA, nacida el 13 de mayo
de 1959, en Río de Janeiro – Brasil, con D.N.I.
Nº 93.795.975, ha peticionado la concesión de
la ciudadanía argentina, a fin de que los intere-
sados hagan saber a este Juzgado las circuns-
tancias que pudiesen obstar a dicho pedido. El
presente deberá ser publicado por dos veces en
un lapso de quince días en LA LEY.
Buenos Aires, 13 de abril de 2016
José Luis Cassinerio, sec.
LA LEY: I. 31/08/16 V. 31/08/16
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en
lo Civil Nº 96, a cargo del Dr. Juan Perozziello
Vizier, sito en Avda. de los Inmigrantes 1950,
6º piso de esta Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, comunica por 2 días, en los autos: “SU-
CESIÓN DE GLADYS CHARUL PALACIO c/
CORRADO VÍCTOR SALVADOR y OTROS
s/DIVISIÓN DE CONDOMINIO” Expte.
Nº 107644/2004 que el martillero público
Darío Alejandro López (tel. 4778-0366 – 155-
094-8583) rematará el día 5 de septiembre de
2016 a las 11.00 hs. en la Dirección de Subastas
Judiciales de la C.S.J.N. sita en la calle Jean
Jaurés 545 de esta Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires, el inmueble sito en la calle Corvalán
2661/3 entre Echeandía y Zuviría, Unidad Fun-
cional 2, Planta Baja y Unidad Complemen-
taria I, Planta Baja, de esta ciudad, matrícula:
FR I-36001/2, NC: Circ. 1, Secc. 64, Manz. 51,
Parc. 30). (fs. 399/403). Superficie s/Títulos
de la U.F. 2 de 112,30 m2 con un porcentual
de 31,69% y superficie de la U.C I: 89,73 m2.
Según mandamiento de constatación obrante
a fs. 359 y vta. realizado por el Sr. Martillero el
inmueble tiene entrada independiente por el
Nº 2661 de la calle Corvalán, unidad funcional
Nº 2 P. B. y unidad complementaria I de P.B. de
esta Ciudad de Buenos Aires, el que se encuen-
tra ocupado por Dora María Méndez en calidad
de propietaria del 50 % del mismo, según sus
dichos, juntamente con su Sr. esposo Oscar
José Caeiro. Consta de pasillo, pequeño patio
al ingresar, luego living comedor amplio, hall de
distribución al que convergen 1º dormitorio con
placar empotrado y ventana al pequeño patio,
baño instalado, 2º dormitorio con ventana a
un 2º patio descubierto, cocina comedor diaria
con alto y bajo mesada, lavadero cubierto con
puerta que da al pasillo de entrada y saliendo
del lavadero hacia la izquierda se accede al 2º
patio enunciado y hacia los fondos mediante
puertas ventanas sin vidrios se accede a la U.C
I que consta de un amplio patio descubierto
de aproximadamente 8 x 11 mts. Con algunos
canteros y limoneros y puerta reja de caños
que da al pasillo de entrada. En buen estado
de uso y conservación. En relación a las expen-
sas, manifiesta la ocupante que no abonan ni
existen en este inmueble, ya que los espacios
compartidos son mínimos y no se generan
gasto alguno. Cuenta con corriente eléctrica,
agua corriente y gas natural. La venta se realiza
al contado, en efectivo, al mejor postor, ad cor-
pus, en el estado físico y jurídico en que se en-
cuentra. (s/fs. 389). Base: $ 960.000. Seña:
30 %. Comisión: 3 %. Arancel CSJN s/Acord.
10/99: 0,25 %. Sellado de ley. Todo en efectivo
y en el acto del remate. El o los compradores
deberán constituir domicilio dentro del radio
de la Capital Federal, bajo apercibimiento de
que las sucesivas providencias se le tendrán por
notificadas en la forma y oportunidad previstas
por el art. 133 del Código Procesal. No se acep-
tará la compra en comisión y/o la ulterior cesión
del boleto de compraventa con excepción de
aquella en que obre certificación notarial de la
firma de los otorgantes. El adquirente no debe-
rá afrontar las deudas que registre el inmueble
por impuestos, tasas y contribuciones, deven-
gadas antes de la toma de posesión cuando el
monto obtenido en la subasta no alcance para
solventarlos y que no cabe solución análoga
respecto de las expensas comunes para el caso
de que el inmueble se halle sujeto al régimen de
la ley 13.512…” conf. Resolución de la Cámara
Civil en pleno con fecha 18 de febrero de 1999
en los autos “Servicios Eficientes S.A. c/Yabra
Roberto Isaac s/ejecución hipotecaria”. Hágase
saber al martillero el remate deberá realizarse
puntualmente en el horario señalado y que para
el supuesto que —en el acto de subasta— la
postura sea realizada invocando un poder al
efecto, deberá anunciar de viva voz el nombre
del poderdante y deberá, además, acompa-
ñar el documento respectivo al momento de
la rendición de cuentas bajo apercibimiento
de designar una nueva subasta a costa del
martillero. Certificado de dominio de fecha
18/08/16 obrante a fs. 440/45. Certificados
de inhibiciones de fecha 18/08/16 obrante a
fs. 422/39. Segunda copia del título de propie-
dad embargado se encuentra a fs. 265/269.
Adeuda a Rentas Ciudad: según informe de
fecha 17/03/16 obrante a fs. 347 $ 2.013,91; a
OSN (e/I): s/ fs. 307/08 Partida sin deuda al
03/03/16, a A.A.S.A.: s/fs. 322/23 sin deuda
al 04/03/16; a AySA: s/fs. 319 no registra deu-
da al 10/03/16. Exhibición los días 01 y 02 de
septiembre de 2016 de 15 a 17 hs.
Buenos Aires, 22 de agosto de 2016
Mariano Martín Cortesi, sec.
LA LEY: I. 30/08/16 V. 31/08/16

Propiedad de La Ley S.A.E. e I - Administración, Comercialización y Redacción: Tucumán 1471 (C. P. 1050 AAC) Teléfono: 54-11-4378-4765 - Bs. As. Rep. Arg. - Registro Nacional de la Propiedad Intelectual Nº 5074180
Impreso en La Ley, Rivadavia 130, Avellaneda, Provincia de Buenos Aires.