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E. Fernández-Álvarez
Estereotipias primarias vs secundarias y sus posibles efectos derivados.
En el siguiente artículo el autor llama la atención sobre los posibles efectos de las
estereotipias, que por el tiempo y energías consumidas limitarían el desarrollo psicomotor;
y por su frecuencia han de tener efectos secundarios, derivados, tal y como sucede con
los sujetos normales que repiten una actividad motora altamente automatizada, como
pueden ser distonías o cambios en la extensión de los territorios corticales,
somatosensiorales y motrices.
Nosotros venimos defendiendo en este blog la importancia de actuar sobre la ecolalia,
como recurso disponible para la rehabilitación del lenguaje generativo. Destruir
interfiriendo, limitar o transformar las emisiones ecolálicas, para eliminar la estructura
estereotípica de ese acto inscribiéndolo en un nuevo sistema funcional, es una de las
estrategias de la rehabilitación.
La estructura de los actos motores del pianista consumado y la del niño con diagnóstico
de TEA que "se lava las manos" o "hace calceta" o cruzar con fuerza ambas manos y
brazos sobre el pecho, al tiempo que se inclina la mandíbula hacia abajo y,
ocasionalmente, se abre la boca y se saca la lengua, se distinguen por la ausencia de
sentido de las segundas, pues el niño no realiza esos actos como representación
simbólica de lavar o hacer calceta. Nosotros le damos ese nombre para entendernos, y
dotamos, ficticiamente, a esos actos de un significado del que carecen.
Es importante comprender que la dinámica general de la rehabilitación de las funciones
sensoriales y motoras deben considerarse como procesos específicos de desarrollo y que
esos procesos dependen en parte de la clase de tarea a la que sometemos al sujeto. Así
si le pedimos a un paciente con lesión periférica en una extremidad superior, lesión que
limita la amplitud de sus movimientos y le pedimos que ejecute la acción de los tres
modos siguientes: 1) levante la mano, 2) levante la mano, pero sobre un fondo en el que
hay marcas que indican mediante distintos niveles de amplitud, de modo que él controla el
rendimiento de su acción y 3) levante la mano y coja el objeto situado ahí arriba, resulta
que las amplitudes del movimiento aumentan al inscribirse el acto, cada vez, en sistemas
funcionales diferentes. Es importante, por tanto, poner al paciente en relación con su
defecto de un modo significativo, dotando de sentido a cada una de las tareas de
entrenamiento.
E. Fernández-Álvarez