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Alejandra Bermudez Jiménez

Universidad Libre de Colombia


Seminario Marx.

ANÁLISIS DE LA TRANSFORMACIÓN DEL SUJETO HISTÓRICO DE MARX


EN LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA LATINOAMÉRICA

Introducción

Hablar de la transición de un único sujeto histórico en la sociedad contemporánea es tener


una concepción única del desarrollo teórico de su noción que ha estado a cargo, por un lado,
de la interpretación de los Marxistas y los críticos sociales. En nuestra América podemos
divisar como después de los procesos coloniales y poscoloniales el levantamiento del
movimiento social se ha ido configurando con la participación de múltiples actores en su
totalidad que difieren de ser la clase obrera, por ejemplo, en eventos recientes el
levantamiento indígena y campesino en diversos territorios, o incluso en la convergencia de
los movimientos estudiantiles desde e mayo del 68 vemos que a sí mismos no se reconocen
como clase obrera, pero su conciencia identitaria si se reconoce como masa transformadora
a medida que el capitalismo realiza nuevos saltos.

De este modo, la intención del actual trabajo es analizar la transición y surgimiento de los
sujetos históricos, o para la trasformación, que emergen de las actuales condiciones dadas
por el capitalismo y neoliberalismo en América Latina. Con ello, se considerará como esta
variedad de actores implican la creación de una subjetividad que incluya a los excluidos y
que debe conducir a la asimilación de la humanidad como sujeto en sí. La exigencia más
determinante para el resultado final es que este sujeto histórico sea capaz de actuar sobre su
realidad concreta y no se base en objetivos fundamentales universales.

1. El ascenso de la burguesía: caracterización del proletariado como sujeto


histórico
La historia de la humanidad es, ciertamente, la historia de sujetos luchando por sus derechos,
transformándose para así recuperarlos de las manos de quienes han ejercido el poder sobre
ellos, hay que decir de antemano, que la historia de la humanidad ha sido la de la explotación
de los unos sobre los otros. Así, a medida que las contradicciones del capital han aparecido
encarnadas en quienes lo acumulan, el sujeto histórico de la revolución fue visto por vez
primera por los ojos del filósofo Karl Marx desde una perspectiva económica y política.

Para el actual fin, a saber, el de esbozar la configuración y caracterización de lo que Marx


conoció como proletariado, usaremos dos de sus obras, la primera, desde el análisis de la
coyuntura del ascenso de la burguesía en el 18 Brumario de Luis Bonaparte; segundo, desde
la causalidad y objetivación del proletariado en el Manifiesto del Partido Comunista.
De las diversas coyunturas analizadas por Marx en El dieciocho Brumario (entre las cuales
se encuentra la transición de la situación en Francia con Napoleón) se analiza que la
contradicción de las clases devienen de una estructura y se encuentran en presencia
permanente, como lo son las que surgen entre capital y trabajo, capital y renta de la tierra;
que estas se manifiesta determinantemente en la pugna las clases que convergen del
conflicto, no basta para explicar aquellas, sino que diversos factores de carácter estructural
que intervienen pueden volverse determinantes a partir de su comprensión como subproducto
histórico. De este modo nos interesa la incidencia de las rupturas entre sociedad civil y estado,
que en este caso se centrará en el periodo revolucionario entre 1848 y 1851. Es punto de
partida porque en esta Revolución se manifestaron las contradicciones que estarán presentes
en todo el período –hasta el 2 diciembre de 1851-, así como las fuerzas políticas que
intervinieron, en especial la consolidación del proletariado en la pugna histórica en la
configuración del proletariado (y su rol después de la revolución industrial) como sujeto
sublevado a la venta de su fuerza de trabajo a las industrias pertenecientes a la burguesía.
Entonces, se comprende que la evolución de la estructura de la división de la sociedad de
clases es clara a partir del levantamiento de la Burguesía después y durante la revolución
francesa y en los posteriores levantamientos, en donde si bien la burguesía conviene su
asentimiento, hay un único actor que continua en la decadencia de su agobio: el proletariado
que es quizá no tan descrito en su forma más homogénea y que puede llegar a interpretarse
como un “sujeto en general”.

Como plantea Engels en el prólogo, las luchas históricas son expresión de la lucha de clases
y están condicionadas por el grado de desarrollo de la situación económica, no obstante, lo
que logra definir las transiciones de la vivencia del ascenso de la burguesía es en su
fundamento la correlación de fuerzas que se acrecentó a medida que su fuerza política se
propulso a partir del desplazamiento de las demás clases sociales. Dichas relaciones de
fuerza son quienes dan homogeneidad a la concepción de la clase como una categoría que
además de ser comprendidas desde su noción política, inciden primeramente desde su
configuración por la estructura económica. En consecuencia, Marx hace aparecer lo
económico de dos maneras principales, desde lo económico en tanto está representado por
un periodo de auge comercial e industrial hasta abril de 1851 y otra de crisis hasta octubre de
1851.

Fue precisamente Marx el primero que descubrió la gran ley que rige la marcha de la
historia, la ley según la cual todas las luchas históricas, ya se desarrollen en el terreno
político, en el religioso, en el filosófico o en otro terreno ideológico cualquiera, no
son, en realidad, más que la expresión más o menos clara de luchas entre clases
sociales, y que la existencia, y por tanto también los choques de estas clases, están
condicionados, a su vez, por el grado de desarrollo de su situación económica, por el
carácter y el modo de su producción y de su cambio, condicionado por ésta.( Marx,
2003. Pág. 12)
El interés de Marx por estudiar esa coyuntura estaba asociado a la mención que había ya
realizado sobre el papel del proletariado entre 1848 y 1851 en donde se había insistido en
colocar al proletariado como la única clase revolucionaria, capaz de romper las cadenas de
la dominación burguesa; sin embargo, ante esta coyuntura analizado años después, Marx
reafirma que las condiciones materiales de existencia del proletariado no habían madurado,
solamente en Francia esta clase mostraba un grado más elevado de desarrollo político.

Durante los años de 1848 a 1851, la sociedad francesa asimiló, y lo hizo mediante un
método abreviado, por ser revolucionario, las enseñanzas y las experiencias que, en
un desarrollo normal, lección tras lección, por decirlo así, habrían debido preceder a
la revolución de febrero, para que ésta hubiese sido algo más que un estremecimiento
en la superficie. Hoy, la sociedad parece haber retrocedido más allá de su punto de
partida; en realidad, lo que ocurre es que tiene que empezar por crearse el punto de
partida revolucionario, la situación, las relaciones, las condiciones, sin las cuales no
adquiere un carácter serio la revolución moderna. (Marx,2003, Pág. 17)

Sabemos con certeza que lo que legitima el poderío de la burguesía es entonces su capacidad
de acumular y aprehender a la propiedad privada abalado por un estado que se cimenta desde
la categorización de su interés como clase, entonces, ¿qué es lo que caracteriza al
proletariado? Pues bien, empecemos por recordar que el proletariado es encarnado en aquel
momento por la clase obrera el grupo de trabajadores industriales asalariados, los
responsables de la creación de la riqueza (del burgués) de una sociedad a partir de la pérdida
de su libertad. El Marx de las vivencias de París, siente la incertidumbre generada por la
atmósfera problemática de la época, que veía consolidarse rápidamente una nueva realidad
económico-social con la clase trabajadora parisina, con sus condiciones de trabajo y de vida.

La autodeterminación de la clase proletaria incide en su absoluto en la transformación


económica-social del estado de cosas; En los Manuscritos Económico Filosóficos, Marx
definiría la comprensión del proletariado como una clase nueva, resultado del proceso
histórico de los oprimidos, ya que su miseria derivaba de sus condiciones de trabajo mismas.
Se trataba de la demostración de una de las principales contradicciones de la sociedad
burguesa: “el obrero se empobrece tanto más cuanto mayor es la riqueza que produce, cuanto
más su producción crece en potencia y en extensión” ( Marx, 1968, Pág. 104) , y si bien en
esta obra se están dando las primeras pautas de la labor de la clase obrera y su consolidación
en la lectura materialista de la historia -pues esta es una obra posterior- a partir de ese
momento concreto, es en Manifiesto del partido comunista en donde encontraremos su razón
de ser.

El Manifiesto del Partido Comunista enfoca las características originarias de formación, los
rasgos estructurales, la función social e histórica, los procesos de emancipación y la toma de
conciencia del sujeto histórico como una masa con el potencial de la transformación social a
partir de la abolición y superación del capitalismo, aun siendo consiente que para la estructura
capitalista este no es siquiera un individuo. Lo que podemos percibir en su potencial como
sujeto de la transformación es que a distinción de las demás concepciones del estado en donde
el individuo para estar abstraído de su realidad, vemos como en el manifiesto Marx logra
definir cómo se materializa la potencialidad del sujeto encarnada en su identidad teórico-
práctica compatible con los hechos, que empujan al escenario histórico a seres humanos de
carne y hueso, surgidos de la inmundicia del capitalismo y que se yuxtaponen como el
verdadero opositor estructural de la superestructura que es al mismo tiempo deslegitimado
por esta misma,” el autor nos dice, “de todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía,
sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van
denigrando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio,
es su producto más peculiar” (Marx, 2011, Pág. 36)
El carácter del proletariado es entonces su misión como clase, la de abolir la burguesía y
labrar el comienzo de un nuevo proyecto en donde las condiciones materiales hagan justicia
histórica y, por tanto, determine su propia dominación como clase oprimida, nuestro autor
nos dice,

Una vez que el curso del desarrollo haya desaparecido las diferencias de clase y se
haya concentrado toda la producción en manos de los individuos asociados, el poder
público, hablando propiamente, es la violencia organizada de una clase para la
opresión de otra. Si en la lucha contra la burguesía el proletariado se constituye
indefectiblemente en clase; (…) en cuanto clase dominante, suprime por fuerza las
viejas relaciones de producción. (Marx, 2011, Pág. 56)

La caracterización del sujeto histórico se halla pues en la tensión creada por la lucha de clases,
a saber, su configuración es resultado de la historia misma, primeramente, por el ejercicio
ejercido por la burguesía sobre el obrero, la revolución industrial, y la dispersión y falta de
unidad entre obreros. No obstante, dicha tensión entre clases no surge pues de meras
condiciones abstractas dadas por supuestos comportamientos violentos connaturales a la
sociedad civil, sino que en tanto el estado coexiste por y para la legitimación de la propiedad
privada, entonces la emergencia del proletariado se da por las propias condiciones materiales
que la estructura capitalista le da, y como resultado, su transición emana del derecho legítimo
al levantamiento en contra de su directa represión, a saber, esto lo traducimos como la
superación de la enajenación humana.

Ahora bien, el transito del sujeto revolucionario no emana de por si en la actitud somera de
cada individuo; otra de sus caracterizaciones es que el individuo proletario y su labor es
entendida desde su organización como clase, es decir, la conciencia de su función se entiende
por encima de cualquier acto en solo unos pocos escenarios geopolíticos, su función está dada
porque su identidad traspasa las líneas imaginarias de los mapas y representa los intereses
universales de la emancipación en su conjunto como movimiento internacionalista que su
antecedente fue separado por la intención capitalista de la contienda por una competencia
salarial que no le permite ver en su individualidad que el otro padece las mismas condiciones
de vida que él mismo, pues justamente, el problema que Marx y Engels no se reduce a las
condiciones económicas – que es una base- de las clase proletaria, sino que "Según la
concepción materialista de la historia, el elemento determinante de la historia es en última
instancia la producción y la reproducción en la vida real.(…) . os reflejos de todas esas luchas
reales en los cerebros de los combatientes: teorías políticas, jurídicas, ideas religiosas y su
desarrollo ulterior hasta convertirse en sistemas de dogmas, también ejercen su influencia
sobre el curso de las luchas históricas y en muchos casos preponderan en la determinación
de su forma” (Carta de Engels a José Bloch (21 de septiembre de 1890)).

2. Los nuevos sujetos históricos.

2.1 Los Contextos del surgimiento de los sujetos para occidente


Desde tiempos inmemorables se han presentado levantamientos de reclamo por la posición a
la cual determinadas colectividades sociales se ven sometidas, no obstante, en las transiciones
económicas y con la maduración del capitalismo, nace- desde la contradicción de capital y
trabajo- el proletariado como sujeto con las condiciones de existencia necesarias para hacerle
frente a la estructura que ejerce sobre si el poder, y como Marx afirmaría, al surgir en el seno
mismo de las luchas, la nueva clase se transformó en sujeto histórico; pasó de ser “una clase
en sí a una clase para sí”, que se fue consolidado y transformando a medida que fue
organizándose y autoderminandose , entonces, ¿a partir de qué momentos empezamos a
hablar de otros sujetos históricos además del afamado proletariado encarnado en la clase
obrera?

Es que el campo de acción del capitalismo no se reduce sólo a su incidencia económica, en


tanto controla y se asocia a otro modo de poder, termina configurando al estado, abre campo
para el ejercicio de las tradiciones más conservadoras, enlaza los sentimientos morales de la
sociedad y legitima el derecho a la conquista de cuerpos y territorios. No es extraño que a
medida que el capitalismo avanza y se reinventa, se amplíen dadas sus contradicciones el
espectro de sujetos para la transformación. El salto de la transición del contexto de Marx a la
revolución Bolchevique estuvo mediado por características de lucha y caracteres del sujeto
similares a las determinadas por el filósofo.

La Revolución Rusa representa la culminación de propuesta de un proyecto en donde se


superaran desde un principio las contradicciones con el estado anteriormente instaurado, la
conquista del estado por parte de un partido obrero que intentará, mediante el establecimiento
de una dictadura del proletariado, crear la nueva sociedad socialista en Rusia para el transito
histórico al comunismo, y desde allí incitar al movimiento obrero de todo el mundo, pero es
necesario ver críticamente que para 1917 este no fue un triunfo de la masa proletaria como
colectividad, sino que el proceso de insurrección fue el acto de una minoría decisiva de
trabajadores, los que eran miembros o próximos del partido bolchevique y que luego
conjugarían las tesis por la cuales se regiría su proyecto. Una vez se instaura el proceso
transitorio económico, se hace necesario ampliar la producción, se impone alcanzar el nivel
de la producción de los grandes países capitalistas, es decir, hablamos de una fase la
industrialización en masa desde la producción de “las masas revolucionarias”. Aún en medio
de su triunfo, se reanuda, cada día con mayor aspereza, la lucha de clases. Se agravan los
males de una revolución proletaria contenida dentro de las fronteras nacionales y rodeada de
países capitalistas, se concretaron las ideas y se crearon las instituciones, si bien la
potencialidad que define a la revolución es la fuerza de la organización proletaria, la sumisión
burocrática empieza a configurar a sujetos enajenados por quienes ahora asumen el poder, y
que en cambio de transformar las condiciones absolutas y elevar al máximo la condición
revolucionaria de las masas, iguala sus deseos a los de que causaba su anterior situación. Los
debates al interior del proyecto ruso como un proyecto netamente partidista llevarían, en
parte, a la degradación del proyecto mismo y la reducción de la acción del sujeto, pero los
vicios del partido son lectura de otro momento.

A medida que la historia continúo dando sus giros reflexivos, el mundo se expandía al
unísono de las tensiones entre la consolidación de la URSS y el proyecto imperialista del
capitalismo, y así, es necesario dar otro salto, justo al cómo las coyunturas políticas
despiertan a otros actores a leer su sociedad, que dados sus fundamentos destapan el disfraz
bajo el cual la sociedad occidental fue cimentando el progreso social y el desarrollo
económico poniendo el velo en los ojos de quienes creen son libres en sus propias vivencias
diarias, la falacia del progreso capitalista instauro en los sujetos – como diría Marcuse-
necesidades ficticias a las cuales reducimos la existencia misma del ser.

El capitalismo ha buscado la reinvención de nuevos espacios en su afán expansionista, ¿cómo


puede esto darnos claridad sobre la salida de los nuevos actores al escenario? Mayo del 68,
o conocido como el Mayo Francés (que incide en lo movimientos latinoamericanos del
mismo año), es una de las trasgresiones históricas en donde tales sujetos se empiezan a hacer
visibles, entre los cuales encontramos la organización masiva como rezago de la unión
estudiantil que empezó su marcha en años anteriores. Además de responder a la violencia
institucionalizada, a la explotación, y a una moral hipócrita de la sociedad del progreso, que
aun en su llamado progreso re arraiga aún más a las estructuras; las masas estudiantiles
tienden a establecer una avanzada hacia el socialismo sin métodos de vanguardia y a pensarse
desde el ejercicio la autonomía y emancipación por medio del poder popular.

Parte de los principios de su organización punta a superar gobiernos corruptos mantenidos


por las clases explotadas, o mediadas por lo que el Marxista Ernest Mandel, llamaría las
contradicciones del neocapitalismo y las y posibilidades objetivas de acciones
revolucionarias del proletariado occidental. En definitiva, los estudiantes en su accionar no
hacen más que aplicar una praxis que se realiza fuera de las burocráticas organizaciones
partidarias tradicionales de vanguardia por la cabeza de unos pocos que habían olvidado la
necesidad del establecimiento de la voz de las bases. En una época como esta que contiene
signos revolucionarios, aflora un sentido distinto de la educación: como cambio radical que
trasciende el ámbito escolar o los muros universitarios para expandirse por la comunidad, el
conservadurismo academicista y la proliferación de una sociedad pensada desde la búsqueda
de la emancipación vía la unión de diversos actores que fueron sumándose, fue una variopinta
aparición de experiencias sociales que multiplicó las formas de acción, las iniciativas, las
innovaciones en la lucha por el socialismo .

2.2 Se abren las perspectivas desde la teoría


Entonces, además de ser problemática la óptica de la conformación organizada de los actores,
también nos podríamos cuestionar qué debe vivir un sujeto como individuo para
comprenderse a sí mismo en su contexto determinado, es decir a qué debe apelar un individuo
para comprenderse en sí como sujeto histórico para la trasformación. Marcuse, en su obra El
hombre Unidimensional escrita en la década de los 60 argumenta que la razón tecnológica se
transforma en razón de la política, hecho importante a dilucidar, ya que comprende un nuevo
horizonte de análisis dentro de la práctica de la ideología capitalista.

Más allá de las desavenencias que Marcuse tiene con muchos planteamientos marxistas en
temas económicos y sociales, es importante ver su análisis acerca de la ideología capitalista,
media una sociedad que limita la libertad del ser humano, donde éste se ve condicionado por
la misma, y sólo puede exigir lo que se le permite exigir en medio de la imposición
homogénea una serie de necesidades artificiales, que sólo buscan un confort y no una
superación, y así queda encadenado el individuo a ésta sociedad, que es capaz de reducir al
individuo a una pieza mercantil, es la producida por la moderna sociedad industrial, casi
opuesta a lo que procuraban las primeras revoluciones industriales. Esta sociedad capitalista,
es la sociedad unidimensional.

La desublimación institucionalizada parece ser así un aspecto de la «conquista de la


trascendencia» lograda por la sociedad unidimensional. Del mismo modo que esta
sociedad tiende a reducir e incluso a absorber la oposición (¡la diferencia cualitativa!)
en el campo de la política y de la alta cultura, lo hace en la esfera instintiva. El
resultado es una atrofia de los órganos mentales adecuados para comprender las
contradicciones y las alternativas y, en la única dimensión permanente de la
racionalidad tecnológica, la conciencia feliz llega a prevalecer. (Marcuse,2003,
P.109)
El ser humano que se encuentra inmerso en esta sociedad, está a su vez sometido a la misma,
no por la fuerza, como sucedía en las sociedades feudales, sino por la burocracia y la
administración de las industrias de ella. Esta neo-esclavitud se ve ligada, no al gasto de
energía muscular, sino a la tecnología misma, donde el ser humano se encadena a la
producción tecnológica en masa, en sus palabras,

“el progreso tecnológico va acompañado de la racionalización progresiva e incluso


de la realización de lo imaginario. Tanto los arquetipos del horror como los del placer,
de la guerra como de la paz, pierden su carácter catastrófico. Su aparición en la vida
de los individuos ya no pertenece a las fuerzas irracionales; sus aspectos modernos
son elementos de la dominación tecnológica y están sujetos a ella.” (Marcuse, 2003,P.
277)

Este cambio de ser humana media así el hábito en el diario de todos los que se someten a
dicha sociedad. En sus conclusiones se plantea una negación total a todo lo que existe: la
administración, la burocracia, y la democracia, la técnica y la propaganda debe desaparecer
para poder instaurar una sociedad coherente con el desarrollo humano. Es una especie de
revolución, en la que el ser humano debe rebelarse de todo lo que ya está instaurado. Todos
deberían unirse para negar total y socialmente lo que existe.

Su postura nos permite comprender que lo que caracteriza fundamentalmente la


configuración de un nuevo sujeto, es la conciencia de por si como colectividad de su estado
de cosas, una lectura de los acontecimientos que atraviesan en sus vidas cotidianas, que, si
bien son resultado de las contradicciones históricas de las estructuras que han ido madurando,
no padecen de la misma forma las condiciones de explotación que sus ·antecesores”, no
porque estas se hayan visto superadas, sino porque ahora se manifiestan y viven desde
diversas formas que no solo contienen en si la forma del trabajo, como lo fue para el caso de
la clase obrera industrializada. Es decir, no se está procurando afirmar que disten del
proletariado, sino que el mismo proletariado se transforma al unísono de la yuxtaposición de
su padecimiento histórico traducido en el avance de la tecnología en la modernidad pos-
industrializada. No obstante, la crítica fundamental que realiza Marcuse a la sociedad
unidimensional, es decir, a la sociedad moderna- posmoderna, indica que ésta es capaz de
asimilar cualquier forma de oposición que surja al interior de sí misma, y por tanto no existe
ningún movimiento individual ni colectivo capaz de oponérsele o de socavar sus raíces
estructurales, sino solo de manera parcial.

Pero la lucha por una solución ha sobrepasado las formas tradicionales. Las
tendencias totalitarias de la sociedad unidimensional hacen ineficaces las formas y
los medios de protesta tradicionales, quizás incluso peligrosos, porque preservan la
ilusión de soberanía popular. Esta ilusión contiene una verdad: «el pueblo» que
anteriormente era el fermento del cambio social, se «ha elevado», para convertirse en
el fermento de la cohesión social. En este fenómeno, más que en la redistribución de
la riqueza y la igualdad de clases se encuentra la nueva estratificación característica
de la sociedad industrial avanzada. (Marcuse, 2003 P. 285)
Sin más, no podemos ajustarnos a los pocos análisis que exponemos, que aunque permiten
analizar mejor la categoría de la características con la cuales podemos hablar de nuevos
sujetos, estas no comprenden un análisis absoluto de los actores que ha mediado más allá de
como incide el estado de cosas en cada territorio; y puesto que pueden llegar a socavar la
caída absoluta de la intención transformadora, podríamos aseverar que son las condiciones
que circundan a nuestros sujetos y median directamente en su modo de coexistir con los
demás dan como resultado, su confluencia en un mismo espacio y por ende, la posibilidad de
organizarse y gestionar los cambio, a saber es quizá en el aspecto de su organización en donde
el sujeto considera y refleja su conciencia y la proyecta en su futura labor.

Hay entonces dos elementos que resaltar, el sujeto revolucionario propuesto en la URSS
comprobó la capacidad de la fortaleza de su masa, pero se vio sujeto a las tensiones del
avasallamiento de su propio partido, y también de la correlación de fuerzas políticas y
económicas del exterior que querían echarlo abajo. El nuevo sujeto histórico que se fue
conformando en los años posteriores se extiende al conjunto de los grupos sociales sometidos
no solo por sus condiciones de clase, sino también por sus rasgos de raza, género y las
variables con la cuales se oculta el capitalismo para cambiar el piso en el cual se moviliza.
Los nuevos sujetos históricos contienen en su órgano primario tanto a los sujetos de antiguos
movimientos sociales como aquellos que o bien estaban ahí y habían sido omitidos, o a
aquellos que va escupiendo la propia reinvención del capital en su forma renovada: el
neoliberalismo.

Romper las murallas de la transformación hace referencia directa al reconocimiento a lo largo


de la historia de los otros actores y su fuerza. En consecuencia, hay dos categorías que deben
ser analizadas la de quiénes forman como colectividad, o cómo pueden formar parte de
nuestros diversos actores.
Es evidente que una vez los movimientos de vanguardia desean universalizar un solo
proletariado (el de la organización bolchevique) como única clase manifiesta legitima
excluyen de ante mano las pluralidades populares sometidas en la historia. Para Hardt y
Negri, en su obra Imperio podemos encontrar un mediano acercamiento a la transformación
de clase obrera. Negri parte de los análisis marxistas acerca de lo social, y encontramos desde
un primer momento la necesidad de llevar a cabo una revisión de la ortodoxia marxista sobre
el concepto de sociedad, amparado en la premisa de que los cambios en el tejido histórico
exigen, asimismo, un cambio de método, es decir, hace referencia a como la cuestión de la
construcción positiva del método de Marx corresponde a una situación real caracterizada por
las relaciones de producción del siglo XIX, lo que nos obliga entonces a tener una lectura
propia de nuestro escenario social y sus actores y que en caso del análisis de los dos autores
se materializan en la concepción de la vivencia del imperio, y como en este confluyen los
debates sobre la biopolitica (término tomado de Foucault) y los resultados del mercado
mundial y los antagonismos históricos que a pesar de manifestarse se reinventan en su
antagonismo :

Habiendo alcanzado el nivel mundial, el desarrollo capitalista se enfrenta


directamente con la multitud, sin mediaciones. Por ello la dialéctica, o, en realidad la
ciencia del límite y su organización, se evapora. La lucha de clases, empujando al
Estado-nación hacia su abolición y avanzando más allá de las barreras alzadas por él,
propone la constitución del Imperio como el lugar del análisis y el conflicto. Sin esa
barrera, entonces, la situación de lucha es completamente abierta. Esta es la condición
fundamental de toda teoría política del comunismo. (Negri, 2002 Pág. 212)
Vemos aquí en la última cita que se menciona la categoría de multitud, y es en su significado
que deseamos enfocarnos. Para los dos autores, Negri y Hardt, La multitud se manifiesta
como un uso de contrapoder en relación al imperio, que, como ya se mencionó, es la forma
que adopta el capitalismo en la posmodernidad. Dicho contrapoder se presenta en tres
momentos, primero, como resistencia frente al viejo poder. Segundo, como insurrección de
un nuevo poder. Tercero, como potencia constituyente del nuevo poder. No obstante, el
contrapoder de masas y el poder que constituye su ejercicio no presentan un carácter
homólogo, pues lo que Negri plantea realmente son formas diversas de libertad colectiva en
flujo con las rutas de los flujos globales de la transformación de los procesos productivos
dominantes (llamados hibridación y mezcla constante) que incluso, en los lugares de “tercer
mundo” son producto de procesos de colonización; es decir,

Con la subsunción real de la sociedad bajo el capital, los antagonismos sociales


pueden erupcionar como conflictos en cada momento y en cada término de
producción e intercambio comunicativo. El capital se ha vuelto un mundo. El valor
de uso y todas las demás referencias a los valores y procesos de valorización que
fueron concebidos como externos al modo capitalista de producción se han
desvanecido progresivamente. La subjetividad está sumergida enteramente en el
lenguaje y el intercambio, pero eso no significa que ahora sea pacífica. El desarrollo
tecnológico basado en la generalización de las relaciones comunicativas de
producción es u motor de la crisis, y el intelecto general productivo es cuna de
antagonismos. Crisis y declinación no se refieren a algo exterior al Imperio sino a lo
más interno a él. (Negri y Hardt, 2002 Pág. 336)

Para estos dos autores, cualquiera que padezca desde las nuevas condiciones, luchará al lado
del trabajador, en la media en que aquél es el sujeto práctico de la explotación. No obstante,
Esta lucha común atraviesa la vida y construye subjetividad como una propiedad común. En
definitiva, como advierte Hardt y. Negri en su prefacio a Imperio, “la geografía de estos
poderes alternativos, la nueva cartografía, aún no ha sido trazada, o más bien, está comenzado
a ser diseñada hoy a través de las resistencias, las luchas y los deseos de la multitud” (Negri,
2002, Pág. 5) y es en el concepto de multitud, donde encontramos la posible unidad de
nuestros nuevos sujetos históricos, no obstante, tal propuesta está atravesada por una
complicación, si según Negri y Hardt es la hibridación y la mezcla constante lo que otorga a
la multitud su capacidad de transformar el sistema, no resultaría muy sorprendente que los
propios prebostes del Imperio, aquellos a quienes la desigualdad más favorece, los que
trataran por todos los medios de alienar a la multitud desproveyéndola de su activo más
importante, y haciéndole creer que lo que les hace más fuertes (la mezcla) es lo que les pone
en peligro, o que incluso, permita a sus actores volverse parte de la multitud para atacar desde
adentro la propia multitud.
3. Ópticas de América Latina y conformación de nuevos sujetos para la
transformación social
Después de analizada la teoría desde la posibilidad de hablar de nuevos sujetos históricos,
podemos connotar que no solo podemos afirmar que es un hecho que estos han atravesado
las barreras de la ortodoxia ideología y han saltado a sus escenarios, sino que también se
amplía la posibilidad de afrontar de dónde surgen y como lo hacen. De modo que, en este
apartado, se procura dar cuenta de cuáles han sido esos sujetos que han salido de su
aislamiento intencional en Nuestra América, como también introduciremos otra perspectiva
del este sujeto, no siendo contemplados solo desde lo histórico – siendo producto de y para
ella- sino, desde el entendimiento como actores de transformación, y en lo más fundamental
de su surgimiento.

3.1 Desde el 68 nuestro americano, ¿quiénes salen al escenario?


Mayo del 68, como se mencionó antes, es sin duda una de las coyunturas políticas que más
grandes que ha vivido Nuestra América, logró configurar la subjetividad de los
levantamientos populares del movimiento social desde los golpes históricos que se
germinaban desde los giros de los gobiernos represivos de una derecha que hacia juego a la
hegemonía del creciente discurso capitalista en nuestros territorios.

Entre las grandes acciones que surgen de las categorías anteriormente analizadas, quiénes
forman la colectividad en el imaginario de los escenarios latinoamericanos, crecen desde las
heridas de hechos históricos concretos que se empiezan a vivir después de los 70s, actos de
represión, asesinato, y vulneración de derechos se empiezan a vivir una vez el bloque de
poder que desea mantener el estatus quo, juega sus cartas para no permitir la avanzada de
nuevos imaginarios políticos, e incluso, de arrebatar los procesos que empezaban a germinar
desde la implementación de estados socialistas, como pasa en Chile con la dictadura de
Pinochet que traería consigo la tensión y póstumo escenario de resistencia para que actores
que no habían sido vistos, se mantuvieran en el escenario.

Diversos episodios de levantamiento popular germinaron, maduraron o crecieron entre los


60s-70s,

una vez se ejecuta la matanza en la Plaza de las Tres Culturas, en la Ciudad de México,
el 2 de octubre, que dio finalidad a las masivas protestas estudiantiles contra el
régimen que asesinó a cientos de jóvenes para que no perturbaran la realización de
los Juegos Olímpicos, inaugurados días después de la masacre de Tlatelolco. Pero, si
bien México tiene una de los hechos más divulgados y visibilizados por la magnitud
de su horror, en Argentina sucedía el Cordobazo, movimiento obrero que empujaba a
la dictadura de Videla al abismo. En Colombia, durante el gobierno de Carlos Lleras
Restrepo se intentaba crear una política reformista en sintonía con la Alianza para el
Progreso, por lo cual necesitaba el apoyo del campesinado para promover una
reforma agraria que “neutralizara” a los terratenientes, reaccionario al menor cambio.
Para tal fin se impulsó el establecimiento y creación de la Asociación Nacional de
Usuarios Campesinos (ANUC), que en su criterio debía "institucionalizar las
relaciones del Estado con las clases populares, en particular con el campesinado, que
en la década del 60 ". No obstante, el campesinado aprovechó la oportunidad para
desprenderse de la tutela del Gobierno reformista de Lleras. En una clara ruptura con
los terratenientes y también con el Gobierno que intentaba conciliar intereses
antagónicos, ocuparon 645 fincas de grandes propietarios en los últimos meses de
1971. ( Artículo, “DOSSIER 1968: Latinoamérica en el año de la Revuelta Global)

La coyuntura que se vivía en su creciente acrecentamiento, dio el escenario para que,


apropiándose de su realidad y contexto, se levantaran nuevos sujetos colectivos, o bien se
fortalecieran, nuevas organizaciones políticas y sociales se crean, es el período en el que se
activaron los pueblos originarios, los afroamericanos, pero también los campesinos y
estudiantes, y las guerrillas que o bien ya habían dado sus primeros pasos, o aquellas que
siguieron el ejemplo de cuba. En la coyuntura que se conforma confrontando los resultados
de las relaciones de poder mediadas principalmente por los acumulados históricos de las
opresiones de clase, pero también de género, de raza y etnia, todos atravesados por el
acumulado de la colonialidad. 1968 queda de este modo marcado por una serie de
acontecimientos que son propiamente latinoamericanos, que, con una herencia extraída de
otras orillas del mundo, se moldearon a nuestras necesidades, que siguen siendo tan vigentes
como en aquel entonces. Pero también, como la cultura neoliberal cultiva y multiplica la
alienación podemos comprenderlo en tanto en esta situación, crece la crisis de identidad, se
quiebra la solidaridad entre los pueblos construidas, pierden credibilidad los instrumentos de
organización y representación existentes y aumenta la sensación de indefensión.

Estos sujetos de los cuales procuramos hablar en nuestros territorios, han estado atravesados
por sus luchas, y así fueron tomando diversos rumbos, que continuando con la premisa en
la cual el capitalismo se transforma, incluso se mimetiza al interior de la multitud, como lo
ha sido a partir de su legitimación democrática en los gobiernos neoliberales que empezaron
a abrirse paso después de estos años, entonces podemos asegurar que las tensiones se fueron
modificando de modo que los sujetos, mediados por la trasformación de si, continuaron
manifestándose en diversos escenarios, que este caso, además de los levantamientos
populares de carácter “insurgente”, han estado centrados en la movilidad social .

Desde los 70 a los 90, se aplicaron las políticas neoliberales en la región


latinoamericana. América Latina se convirtió en el primer laboratorio de
experimentación del neoliberalismo. Efectivamente, desde los inicios de los 70 los
sucesivos golpes de estado y la instauración de sangrientas dictaduras militares en el
Cono Sur abrieron paso a la aplicación del nuevo recetario económico marcado por
el más duro pensamiento conservador norteamericano. Particularmente en Chile a
partir de la dictadura de Pinochet (1973), y poco más tarde en la Argentina dictatorial
(1976), comenzó una transformación estructural del régimen económico-social
anterior. (Espeche, 2003, pág. 4)

A saber, que leyendo desde estas perspectivas nuestro problema, podríamos aseverar que las
dos categorías analizadas en el anterior parágrafo, no son suficientes para delimitar el
contorno en el cual se encuentra a la fundamentación del cómo, y a dónde van los sujetos en
América Latina. En palabras de Houtart, el sujeto histórico debe estar atravesado por la
multiplicidad de actores, de ser “popular y plural”, la “multitud “de la cual hablan Hardt y
Negri da a la clase obrera conservará un papel importante, pero compartido. Este sujeto será
democrático, no únicamente por su meta, sino por el proceso mismo de su construcción. Él
será multipolar, en los varios continentes y en las diversas regiones del mundo. Se tratará de
un sujeto en el sentido pleno de la palabra, incluyendo la subjetividad redescubierta,
abarcando todos los seres humanos, constituyendo la humanidad como sujeto real.

Por otro lado, los años 90s, para Espeche, se despliega en América Latina un nuevo ciclo de
protestas sociales que se basaron en el cuestionamiento del crecimiento del proyecto
neoliberal. Vale señalar que, en este marco histórico, se da el levantamiento zapatista a
principios de 1994. Este ciclo de levantamientos y protestas fue un reflejo de la tensión
producto de la crisis creciente del modelo económico del liberalismo, como también de sus
esferas políticas y sociales. En consecuencia, en el norte de nuestro hemisferio, un grupo de
otro(as) que hacen parte de los sujetos olvidados por cualquier levantamiento, alzaban su
legitimidad ante la necesaria reinvención de nuevas formas de re existencia revolucionaria,
reivindicando la necesaria imagen y fuerza de los pueblos originarios del sur de Méjico.
De este modo, es necesario denotar que en tanto los movimientos sociales no surgen por sí
mismos, sino son las circunstancias sociales, políticas y económicas las que enmarcan su
aparición que conlleva no sólo el cuestionamiento, sino la sustentación de las instituciones
políticas; por lo que su emergencia puede resultar, y de hecho en la mayoría de los casos lo
es, favorable para un sector de la población. Uno de estos escenarios lo confirmamos en la
aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que siendo un movimiento indígena
reactualiza el debate en torno a los derechos de los pueblos originarios de América Latina,
de su reconocimiento y el reconocimiento legítimo de posesión sobre sus territorios
cooptados por el gobierno. Este proceso permite la comprensión de como la rebelión zapatista
mostró la realidad de miseria y exclusión sobre la que se asienta el proyecto neoliberal que
afectaba a las comunidades indígenas del sur de Méjico; se puso en evidencia cambios
sociales que se venían gestando en la sociedad mexicana desde hacía al menos cuatro décadas
y que venían cuestionando sobre todo la relación estado – sociedad.

Porque nuestra palabra, dicen los zapatistas, nuestro canto y nuestro grito es para que
no mueran más los muertos. (...) Nos quieren quitar la historia para que en el olvido
se muera nuestra palabra. No nos quieren indios. Muertos nos quieren. Para el
poderoso nuestro silencio fue su deseo. Callando nos moríamos, sin palabra no
existíamos. Luchamos para hablar contra el olvido, contra la muerte, por la memoria
y por la vida. Luchamos por el miedo a morir la muerte al olvido. La palabra se hace
soldado para no morirse en el olvido. Para vivir se muere la palabra, sembrando para
siempre en el vientre del mundo. Naciendo y viviendo nos morimos (Segunda
Declaración de la Selva Lacandona, 1994).

Entonces, ¿qué encontramos en el EZLN el surgimiento de un “nuevo sujeto para la


transformación”? El primer elemento es la confirmación para finalización de la década que
de las tensiones y las crisis o se reafirman los sujetos, o aparecen y luchan por su
reconocimiento, a saber, con ello poder afirmar que quizá el reconocimiento de la clase
obrera como único sujeto potencial de la transformación llegó a una crisis en tanto no logra
por su mismo sustento abarcar la multiplicidad y pluralidad de los sujetos y contextos, con
ello, esta crisis de los actores sociales típicos puede identificarse en el agotamiento de sus
estructuras tradicionales y en el desgaste de los sistemas clásicos de funcionamiento, o en
donde sus estructuras organizativas han fallado al poseer lecturas limitadas del dominio de
las acciones que se ejercen en la rupturas del estado de cosas que acontece. La segunda, que,
a distinción del sujeto revolucionario reivindicado por Marx, tergiversada por las vanguardias
de izquierda, estos sujetos populares no necesariamente radican su conciencia identitaria ni
a una raíz ideológica de forma literal, como el comunismo, el anarquismo o el socialismo, ni
tampoco se han levantado desde las líneas dadas por caracteres partidistas, , es decir, que los
zapatistas y mucho de los actores que han mediado en los levantamientos populares que han
surgido después del 68 han tendido a una ruptura en las formas tradicionales de organización,
y a una transformación y resignificación de las matrices ideológicas que las líneas
anteriormente mencionadas pueden aportarles.

3.2 aproximación a la teoría de los sujetos populares de nuestra américa


Como se mencionó en un principio la intención no es deslegitimar la figura del proletariado
como sujeto histórico, ni tampoco la de no darle ubicación en América Latina a la clase obrera
en tanto nuestro territorio ha sobrepasado la transicionalidades del desarrollo de la industria,
las tecnologías, la tecnificación de los procesos productivos, sino la de poder hablar de las
luchas obreras desde su historicidad en un espacio tiempo en concreto, que con sus
acumulados dio herramientas en el camino a las insurrecciones de las otredades, las luchas
populares han derivado en un espacio en donde se ha conjugado diversas y nuevas formas de
resistencia para la liberación de la misma pluralidad de sujetos que componen su
movilización. Como propone Isabel Rauber,

El valor fundamental inicial de estos espacios ha sido el de constituirse en ámbito de


encuentro de movimientos sociales, de actores nuevos y viejos, que no tenían entre sí
mayores vínculos, y avanzar –sobre esa base- hacia la toma de conciencia colectiva
acerca de la necesidad de construir articulaciones sectoriales e intersectoriales
nacionales, regionales y globales, en camino hacia la constitución de lo que algún día
será un sujeto social revolucionario global. (Rauber, 2006, P.110)
Si bien Rauber resalta el papel histórico que ha desempeñado la clase obrera, como actor
central de la lucha contra el capital, hace referencia a la necesidad de pensar en el papel
social actual de diversos actores partiendo que el conservadurismo de amplios sectores de la
clase, de las organizaciones sindicales, que llega incluso a la complicidad con los derroteros
del capital, indica claramente que, en la actual relación capital-trabajo, la clase no desempeña
la función revolucionaria de años anteriores, pero también, se debe partir que, siguiendo el
postulado en el cual Marx propone que el problema central de quehacer teórico y practico es
la búsqueda de la superación de la enajenación humana, entonces es necesario aprehender
que la enajenación también ha trascendido las contradicciones sujeto- clase, y así, en tanto
la labor directa es poner fin a su situación de enajenación por el capital, lucharía para liberarse
y, con su liberación, pondría también fin, necesariamente, a todas las enajenaciones derivadas del
funcionamiento del capital, pero, también, en tanto hay una ruptura con formas tradicionales con el
quehacer teórico- político, liberarse de todo dogma y todo vicio que han traído diversos procesos
revolucionarios consigo.

La necesidad de hablar de nuevos sujetos es, la de confirmar que nada es estático en la


historia, que en constante dialogo de las trasformaciones necesarias, y de la necesidad de
continuar haciendo frente a cada una de las estructuras de opresión, los sujetos, esos que
siempre han estado en nuestra América aparecen para deshegemonizar cada vez que incluso
la propia institucionalización de nuestras luchas ha procurado inicializar a los actores que no
desean sumarse a ir detrás de la vanguardia revolucionaria de intelectuales. En lo
mayormente esencial, hablar de los sujetos populares es hablar de la posibilidad de sumar
cada sujeto que se ha visto en el sometimiento y la reducción de la miseria que abunda en el
proyecto capitalista, es tener la posibilidad de, siguiendo la tesis de Marx, afirmar que solo
quien es negado en su propia existencia posee el derecho de reclamar por su existencia.
Es evidente que el debate sobre el sujeto histórico en América Latina posee diversas
perspectivas, pero sobre toda cosa, busca superar toda abstracción en donde el sujeto no sea
comprendido en su categoría más general y si desde la más concreta, como lo concibe Rauber,
desde su “orientación respecto de su condición sociopolítica y las posibilidades de su acción
socio transformadora” (Rauber,2006, P. 113) y en efecto, poder superar las dicotomías
hegemónicas impuestas por las tradiciones epistémicas revolucionarias que se han exportado
desde las latitudes históricas europeas que cayeron en el desprecio absoluto de las
potencialidades de otros sectores sociales, e ignoraron desde su lecturas las condiciones
históricas, económicas, sociales y políticas que habían atravesado América Latina desde la
poscolonia y colonia.
Dada la conciencia de la relegación de otros actores a meros papeles secundarios, en América
Latina y en consonancia con las coyunturas vividas desde el 68 hasta nuestros días se
fragmentó la idea de la lucha desde la perspectiva partido-clase, en donde la organización de
pueblos originarios, pueblos negros y otros sectores deseaban suprimir la jerarquía en la cual
se veían subordinados desde los partidos y sus lecturas soviéticas del marxismo y la
organización.

En América Latina los partidos «de la clase» no solo nacieron separados de la clase,
sino también del pueblo (indio, negro, mulato, mestizo, criollo) oprimido, explotado
y marginado, cuyos sectores son también integrantes del sujeto potencial de las
transformaciones sociales radicales en los distintos países. Y todo esto pone en tela
de juicio, una vez más, el paradigma instalado en el pensamiento marxista
predominante, acerca del sujeto (social y político) del cambio. (Rauber, 206, P.136)

Entonces, ¿quién es el o los sujetos de América Latina? Debemos empezar por reconocer que
no existe un solo actor, y que tampoco este pueda por sí mismo conducir una sola
trasformación, es decir que lo que encontramos es un sujeto articulado por la pluralidad de
las diversas identidades que atraviesan al ser social y que constituyen un sujeto popular que
hace referencia a lo realmente decisivo de todo proceso posible de transformación en tanto
articula las luchas desde abajo y desde toda opresión, desde sus conocimientos, sus
herramientas, y experiencias históricas, y que, en palabras de la autora, se refiera a los
hombres y las mujeres del pueblo que con su participación cuestionadora y su enfrentamiento
protagónico al sistema irán decidiendo cuáles cambios habrán de hacer, y los llevarán a cabo
sobre la base de su voluntad y su determinación de participar en el proceso. (Rauber, 2006,
p. 119) Así, el sujeto popular es la resultante de un modo (político) de la transversalidad de
actores sociopolíticos diversos capaces de diseñar, organizar y proyectar con un sentido
estratégico la disputa por la transformación radical de la sociedad hacia la concreción de sus
objetivos, de la superación de la dominación hegemónica, y de luchar para hacerla realidad
construyendo y acumulando desde abajo el poder propio necesario para ello.

Esto quiere decir que la lucha popular debe estar mediada por un proceso de concientización
que se esfuerza vía sus actos por superar las condiciones a las cuales se ven sometidas quienes
confluyen allí, esto se traduce en la liberación del sujeto, y esto no es menos que los pueblos
que lo componen. A saber, el sujeto es diverso, incluye una diversidad de identidades que
articulan conjuntamente un proyecto de acuerdo a sus intereses en contra del bloque de poder
hegemónico, y mediante el reconocimiento de la diversidad de identidades se genera también
la posibilidad de nuevas concepciones de praxis revolucionaria, es decir que, todas las
emancipaciones posibles y necesarias nacen de las prácticas sociales de quienes, siendo
conscientes de su opresión, van buscando e intentando maneras diversas de luchar que
apuntan a suprimirla. Por ello no es posible pensar en las emancipaciones desde afuera del
movimiento social que protagoniza la resistencia. La transposición de sujetos históricos a
sujetos populares conscientes de si y de sus contextos implica asumir el desafío de la
autonomía como un proyecto que apunta a la superación de las situaciones de dependencia,
de alienación, a la construcción de espacios propios en donde se recobra la identidad
histórico-cultural.
En consecuencia, hablar de sujetos populares incide en hablar de rupturas en los
antagonismos presentes hasta el momento, eso incluye en el modo en el cual se concibe qué
es un sujeto histórico, que es imprescindible, si abandonamos viejas concepciones,
entenderlo desde el sujeto para la trasformación, es decir, que el pueblo como sujeto para la
trasformación puede y debe jugar un papel decisivo en el proceso emancipador y depende de
nosotros la posibilidad de tal.

4. Posibles conclusiones

1.Respectando a la teoría de Marx y su propuesta sobre el sujeto histórico comprendemos la


necesidad de analizar la realidad de los contextos y sus necesidades; A saber, la de identificar
y asumir la capacidad de los sujetos y sus trasformaciones; así, por ejemplo, reconocer que
al son de los lugares donde habitan los sujetos de revolucionarios, también los hacen los
sujetos populares.

2. La confluencia de actores móviles de los territorios nuestro americano han conformado


una masa que en su unidad comprueba que después de los procesos históricos de la colonia
y pos- colonia arrojó consigo el nacimiento de sujetos populares mediados por la tensión del
poder mantenido en el statu quo de una clase dirigente.

3. Ante las coyunturas políticas que ha vivido América latina se ha demostrado que hay una
fuerte contradicción entre partido- movimiento social. Con ello, se hace referencia a la
evidente tensión que surge de las tradiciones de vanguardia marxistas- leninistas y su nula
perspectiva frente a otros actores; o incluso, a que si hay reconocimiento de las mismas están
son encasilladas en la lectura de si como sujetos proletarios- clase obrera, y no se comprenden
desde su origen y estructuras que atraviesan sus opresiones.

4. El hecho de reconocer el sujeto popular como el resultante de la unión de diversos actores


sociales, implica abrir nuestros modos de leer, crear y transformar una teoría de la praxis que
acepte los otros relatos epistémicos presenten en los sujetos y comunidades que encarnan al
sujeto popular.

5.El sujeto popular nos permite comprender el modo en el cual los sistemas económicos
imperantes se renuevan para producir nuevas formas de ejercer su poder y control, pero al
mismo tiempo, surgen con él resistencias que moldean sus luchas al unísono de sus
opresiones.
6. Entre octubre y noviembre del presente año hemos podido vivenciar un estallido de la
movilización social en América Latina. Las contradicciones y los acumulados que son
resultado del proyecto neoliberal han hecho que con sus ejecuciones los actores sociales se
levanten, y con ellos, podemos visualizar a los sujetos que allí confluyen; En ecuador, el
movimiento indígena campesino exigió se bajara el alza al alza de la gasolina, pero esta, fue
solo la cerilla que prendió, in incendio, el gobierno de Lenin Moreno procuraba realizar una
serie de reformar con las que múltiples sectores perdían derechos ganados; En chile, lo que
empezó como un inconformismo respecto al alza del tiquete del metro se convirtió en la
chispa que le permitió a miles de chilenos salir y pedir un cambio constitucional al mismo
tiempo que la renuncia del presidente Piñera. En ambos casos, la confluencia y unidad de los
diversos sujetos populares crea una coyuntura en el orden establecido, los movimientos
sociales cuentan con objetivos en los cuales se definirán los roles y la propia reproducción
del nuevo sujeto para la transformación.

Referencias
Karl, Marx (2003) Dieciocho brumarios de Luis Bonaparte. Madrid: Fundación Federico
Engels
Karl, Marx (1968) Manuscritos Economía y Filosofía. Madrid: Alianza.

Karl, Marx (2011) Manifiesto del partido comunista. México: Centro de Estudios Socialistas
Carlos Marx
Mandel, Ernest (1979), El capitalismo Tardío. México: ERA.
MARCUSE, H (1993), El hombre unidimensional. Barcelona: PLANETA-AGOSTINI

Negri, Hardt, Michel y Antonio Negri 2002 Imperio, trad. de Eduardo Sadier, Paidós,
Buenos Aires [original en inglés: Empire, The Harvad University Press, Cambridge, 2000.

Espeche, Carlos Ernesto. Los nuevos sujetos de la protesta social y sus reivindicaciones.
Las demandas de participación popular frente al desafío de una profundiazación de la
democracia en América Latina. CLACSO. 2003

Houtart, François (2006), Los movimientos sociales y la construcción de un nuevo sujeto


histórico. San José: DEI, Departamento Ecuménico de Investigaciones.

EZLN, Cuarta Declaración de la Selva Lacandona, 1994. Tomado de:


https://radiozapatista.org/?page_id=20278

Rauber, Isabel (2006) Sujetos políticos: rumbos estratégicos y tareas actuales de los
movimientos sociales y políticos en América Latina. Santo Domingo: Pasado y presente XXI,
2006

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