Está en la página 1de 82

Miguel

de Unamuno
Textos


12 de octubre de 1936
Unamuno sale de la Universidad de Salamanca tras su enfrentamiento con Millán Astray
X

rica, su reálidad experimentada o las huellas de su vida -actos, Julián Marías - Miguel de Unamuno (1942)
palabras, escritos- permiten contrastar, rectificar, justificar esa
interpretación imaginaria, esa construcCión o recreación que es
el núcleo de todo conocimiento. Éste es el valor que tienen los
documentos, papeles, cartas, relatos que puedan agregarse a la
figura de Unamuno. Los que a lo largo de veirt.ticinco años han Prólogo de la 1.ª edición
llegado a ser conocidos, me parec<1n enriquecer y confirmar, dar
más bulto y consistencia, nl Unamuno que entonces imaginé y
construí intelectualmente partiendo de los te.xtos en que más Hace largo tiempo que se hacía sentir con apremiante urgen-
responsablemente había querido expresarse. Y me parece que cia la necesidad de una revisión filosófica del pensamiento de
se corrobora y aci'ara aquel Unamimo que probablemente más Unamuno. Durante muchos años la masa inquietante y equívoca
,de verdad quiso ser, al qu'e -si me atrevo a decirlo- pretendí de su obra ha venido gravitando sobre la mente española, sin
ayudar a existir históricamente. que se haya podido nunca tomar frente a ella una posición jus-
tificada por una conveniente claridad. Unamuno ha sido un pen-
sador azorante, de difícil aprehensión, lleno de íntimas dificul-
tades, disperso, cruzado por errores filosóficos y religiosos, y I-00
J ULIÁN MARÍAS

Madrid, abril de 1968.. concretamente por una innecesaria heterodoxia que, lejos de
brotar de lo más hondo de su pensamiento, desvirtúa y entor-
pece sus más perspicaces hallazgos. Pero, al mismo tiempo,
existen en su obra geniales adivinaciones y aciertos a los que no
podemos renunciar. Por esto he creído interesante esforzarme
por penetrar el sentido de la obra de don Miguel de Unamuno,
que es, rigurosamente, un problema de filosofía.
J. M.
Madrid, octubre de 1942.
2 EL PROBLEMA MIGUEL DE UNAMUNO 3

de la presencia de los temas filosóficos en la obra literaria de miscuar». 1 Y en su ensayo Sobre la erudición y la critica 2 es-
Unamuno, ni la de la ausencia en ella de los caracteres que so- cribe: «Mis aficiones eran por entonces, y siguen hoy siendo, a
lemos exigir y encontrar en lo que tradicionalmente se entiende . 1)
todo, pero muy en especial a la filosofía y la poesía -hermanas
por filosofía. Interesa, pues, saber cuál es el sentido de la obra gemelas-.» Y en otro lugar nos recuerda que la fe no se siente
de Unamuno, qué podemos buscar y hallar en ella, qué nos dice segura y «busca el apoyo de su enemiga la razón». Este dualismo
en su lengua inquietante y enigmática. Y, ante todo, poner en determina la agonía de que se habla tanto, tal vez para rehuir-
claro la relación en que está con la filosofía y averiguar hasta la; pero no basta tomar noticia de ella y admirarse, sino que
qué punto tienen que hacer la una con la otra. es menester vivirla, o, al menos buscar su fundamento; lo cual
Esta cuestión puede parec·er ociosa. Se está acostumbrado a es, si se mira bien, un modo, y acaso el más íntimo, de revivirla.
pensar, apoyándose en palabras del propio Unamuno, que su Intentemos precisar los términos y el sentido de la cuestión.
obra es paradójica y agónica, llena de contradicción; y se suele 1

uno dejar mecer, con cierta voluptuosidad, en el vaivén men-


tal de esa agonía simplemente contemplada; visión deleitosa,
1

i Dispersión y unidad'' ·
que exime del penoso esfuerzo de poner las cosas en claro. De ,,; ~. "\
·,
este IlJ.Odo, se puede pensar que la obra de Unamuno es y no En Unamuno no se puede encontrar, no ya un sistema, sino
es todas las cosas, o que es todo a la vez; según esta idea, filo- ni siquiera un cuerpo de doctrina congruente, Salta sin cesar
sofía, literatura, poesía, religión estarían luchando y contradi- de un tema a otro, y de cada uno sólo nos muestra un destello.
ciéndose en .cada libro y aun en cada frase; intentar clasificar Parece como si hiciera girar ante nosotros pedrerías que fuesen
a Unamuno sería tan absurdo como vano. Y, en efecto, estos dos heridas un instante por la luz para quedar en seguida otra vez
calificativos convendrían admirablemente si se tratara de una en la sombra y suceder al primer reflejo un brillo distinto. Las I-00
clasificación o encasillamiento; pero el entender así la cuestión afirmaciones de Unamuno no se enlazan nunca entre sí, no se
formulada es lo que es perfectamente absurdo. apoyan unas en otras para fundamentarse y darse mutua jus-
~ tificación. Cada una queda recluida en sí misma, aislada, suelta,
Este problema lo fue también para el propio Unamuno. 1

Constantemente insiste en que nunca ha escrito ni piensa escri- y esto, más que su contenido, es lo que constituye lo que se ha
bir una obra rigurosamente científica; en el momento en que llamado vagamente su arbitrariedad. En vano se buscaría en
va a hablar más de cuestiones metafísicas, en el capítulo VI de las obras de Unamuno, ni siquiera en las que aparecen con ma-
su libro Del sentimiento trágico de la vida, parece vacilar y yores pretensiones intelectuales, ·un proceso lógico coherente,
sentir dudas, y nos advierte: «No quiero engañar a nadie ni dar una fundamentación de cada aserto que permita utilizarlo a su ~'
por filosofía lo que acaso no sea sino poesía o fantasmagoría, vez para elevarse a una nueva verdad. ~· ,.;t
mitología en todo caso.» Pero tampoco estaba muy seguro de Esta caracterización haría pensar en los aforismos y, sin
que no fµese más que poesía, como prueba ese acaso que se embargo, sería un profundo error creer que Unamuno es un
queda arrastrando en su frase, como un remordimiento. Y en escritor aforístico. Afortunadamente, no tiene nada que ver con
mu~hos otros lugares subraya Unamuno el momento científico, eso. El aforismo supone una detención del pensamiento, que se
o al menos de verdadero saber, de sus escritos, y contempla su queda en una afirmación, no para pasar a otra, sino para dejarla
escisión con irónica melancolfa, que encubre mal una punzan- quieta y complacerse un tanto en ella. Este matiz de compla-
te desazón ante el problema: «Nunca pasaré -dice- de un cencia es característico del aforismo: deliberadamente, el es-
pobre escritor, mirado en la república de las letras como intruso critor aforístico corta las raíces de donde le ha brotado su pen-
y, de fuera por ciertas pretensiones de científico, y tenido en el .samiento, para mostrarlo aislado, recortado, ex abrupto, como
imperio de las ciencias por un intruso también, a causa de mis
.1 Amor y pedagogla, epilogo,
pretensiones de literato. Es lo que trae consigo el querer pro- ~ Ensayos, VI.

/"
J
360 MIGUEL D E UNAMUNO A M O R y PEDAGOGIA 361
juzga, de tal modo que en tierra en que un solo mortal conociese resueltos en siglos, de ad.111irable fábrica, pero hecha con adobes".
ei microscopio y el telescopio diputaríanle sus coterráneos por ho~­ y prosigue: ,
bre falto de sentido común cuando les comunicase sus observacio- . -Extravaga hijo mío, extravaga cuanto puedas, que mas vale
nes ;uzcrando ellos a simple vista, que es el instrumento del sentido eso que vagar ; secas. Los memos que llaman extravagante al pró-
co.di.Jn. "'Líbrate, por lo demás, de mirar con microscopio a las jimo ¡cuánto darían por serlo! Que no te clasifiq_uen; haz ;:".r:?º. el
estrellas y con telescopio a un infusorio. Y cuando oigas a alguien zorro que con el jopo borra sus huell~;. desp1stale~: Se ilogi~?
decir que es el sentido común el más raro de los sentidos, apá..-tate a sus ojos hasta que renunciando a, cla~1flc~e se, q1gan:. es :~·
de él; es un tonto de capirote. ¡Zape! -y sacude al gato, que se le Apolodoro Carrascal especie única. Se tú mismo, umco e msus.r- I-01
ba subido a las piernas-. ¿Qué estudias ahora? tulble. No haya entr~ tus diversos actos y palabras. más q1:1e un solo
-Matemáticas. principio de unidad: tú mismo. ,Devuelve cua~qmer sorn~o que a
-¿Matemáticas? Son como el arsénico; en bien dosificada r;· ti venga, sea el que fuere, reforzandolo y prestandole tu trmbre. El
ceta fortifican administradas a todo pasto matan. Y las matema- timbre será lo tuyo. Que digan: "Suena a Apolodoro" como se
ticas combinadas con el sentido común dan un compuesto explosivo dice "suena a flauta" o a caramillo o a óboe o a fagot. Y en esto
y detonante: la supervulgarina. ¿Matemáticas? Uno ... , dc_is ... , tres ... , aspira a ser órgano, a tener los registros todos. ¿Qué te pasa?
todo en serie; estudia historia para que aprendas a ver las_ cosas en -¡Nada, nada ... , siga usted!
proceso, en flujo. Las matemáticas y la historia son dos polos. -Hay tres clases de hombres: los que primero piensan y obran
Detiénese a escribir un aforismo y prosigue: luego, o sea los prudentes; los que obran antes de pensarlo, los
arrojadizos, y los que obran y piensan a la vez, pensando lo que
-Te decía, hijo mío, que no frecuentes mucho el trato con los
hacen a la vez misma que hacen lo que piensan. Estos son los fuer~
sensatos, pues quien nunca suelte un desatino, puedes jurarlo, es
tes. ¡Sé de los fuertes! Y de la ciencia, hijo mío, ¿qué he de decirte
tonto de remate. Una jeringuilla especial para inocular en los sesos
de la ciencia? Lee el aforismo -y le mostró el cartel que decía:
todos un suero de cuatro paradojas, tres embolismos y una utopía, ''El fin del hombre es la ciencia"-. El Universo se ha hecho, fíjate
y estábamos salvados. Huye de la salud gañanesca. No creas en lo
bien, se ha hecho y no ha sido hecho ni lo han hecho: el Universo
que llaman los viejos experiencia, que no por rezar cien padrenues·
se ha hecho para ser explicado por el hombre. Y cuando quede
tros al día le sabe una vieja beata mejor que quien no le reza hace exolicado ...
años. Es más, sólo nos fijamos en el camino en que hay tropiezos. • Irradian los fulgurantes ojos del filósofo, y con tono profético
Y de la otra exneriencia, de la que hablan los libros, tampoco te continúa:
fíes en exceso. ~¡Hechos!, ¡hechos!, ¡hechos!, te dirán. ¿Y qué hay -¡La ciencia! Acabará la ciencia toda por hacerse, merced al
que no lo sea?, ¿qué no es hecho?, ¿qué no se ha hecho de un mo- hombre un catálogo razonado, un vasto diccionario en que estén
do o de otro? Llenaban a...11tes los libros de palabras, de relato de bien. definidos los nombres todos y ordenados en orden genético e
hechos los atiborran ahora; lo que por ninguna parte veo son ideas; ideológico, órdenes que acabarán por coincidir. Cuando se hayan
Si yo tuviese la desgracia de tener que apoyar en datos mis doctri- reducido por completo las cosas a ideas desaparecerán las cosas
nas, los inventaría, seguro como estoy de que todo cuanto pueda el quedando las ideas tan sólo, y reducidas estas últimas a nombres
homb11e imaginarse, o ha sucedido o está sucediendo o suce~erá quedarán sólo los nombres y el eterno e infinito Silencio pronun-
algún día. De nada te servirán, además, los hechos, aun reducidos ciándolos en la infinitud y por toda una eternidad. Tal será el fin
a bolo de<>lutivo por los libros, sin jugo intelectual que en quimo de y anegamiento de la realidad en la sobre-realidad. Y por hoy te
o h ,
ideas los convierta. Huye de los hechólogos, que la hec ologia es baste con lo dicho; ¡vete!
el sentido común echado a perder, echado a perder, fíjate bien,
Apolodoro se queda un instante mirando al maestro y recor-
echado a perder, porque lo sacan de su terreno propio, de aquel
dando tras él a doña Edelmira. ¿Qué es todo esto? Al salir, en la
en que da frutos, comunes, pero útiles. Ni por esto te dejes guiar
.calle, al pie de la puerta, encuéntrase con dos viejas que hablan; la
tanmoco por los otros, por los del caldero de Odín. Son éstos los
de la cesta dice a la otra: "Qué más da, señora Ruperta; para lo
que 'nevan a cuestas a guisa de sombrero, como el dios escandinavo,
que hemos de vivir ... " El mozo recuerda el "iQué mundo, Virgen
un oirran caldero, enorme molde de quesos, ,
cuyo borde les. da en Santísima, qué mundo!", de su madre, y los abrazos de ésta a su
los talones y que les priva de ver la rnz; van con una mmensa ,hermanita Rosa. Y luego se le representa esa muchachuela pálida,
fórmula, en que creen que cabe todo, para aplicarla, pero no en- :clorótica, a la que encuentra casi todos los días cuando va a clase
cuentran leche con que hacer el queso colosal. Es mejor hacerlq .de matemáticas, esa muchachuela que le mira con ojos de sueño.
con las manos. Y acuérdase .en seguida cuando de niño vió a otros niños cojer un
Detiénese para escribir: "La escolástica es una vasta y hermosa · J;IJ.J1fciélago, clavarle a la pared por las alas y hacerle fumar, y
catedral, en que todos los problemas de construcción han sido cómo se gozaban con ello.
260 MIGUEL D E UNAMUNO MI RELIGION Y OTROS ENSAYOS 26t
hacerle el pequeño obstáculo en la garganta que le obliga al es- <??n?eso sinceramente que las supuestas pruebas racionales -la
tornudo. ::::to1og¡ca, la cosmológica, la ética, etc., etc.- de la existencia de
Los hombres que sostienen que de no creer en el castigo eterno v10s no ~~ demue:itran nada; que cuantas razones se quieren dar
del infierno serían malos, creo, en honor de ellos, que se equivocan. de q~e. eXISle un p1'?s _me parecen razones basadas en paralogismos
Si dejaran de creer en una sanción de ultratumba, no por eso se Y petrc10nes de pnnc1p10. En esto estoy con Kant. Y siento, al tratar
harían peores, sino que entonces buscarían otra justificación ideal a de esto,. no poder hablar a los zapateros en términos de zapatería.
su conducta. El que siendo bueno cree en un orden trascendente, N~die ha logrado convencerme racionalmente de la existencia
no tanto es bueno por creer en él cuanto que cree en él por ser de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razona1nientos de
bueno. Proposición ésta que habrá de parecer oscura o enrevesada, los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún
estoy de ello cierto, a los preguntones de espíritu perezoso. que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por 1o menos,
''Y bien, se me dirá, ¿cuál esi tu religión?" Y yo responderé: "Mi creo sreer en El, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y
religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun desp;ies, porgue se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a
a sabiendas de que no he de encontrarla mientras viva; mi religión traves de Cnsto y de la Historia. Es cosa de corazón.
es luchar incesante e incansablemente con el misterio; mi religión Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo
es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la estoy de que dos y dos hacen cuatro.
noche, como dicen que con El luchó Jacob. No puedo transigir con. Si se tratara de algo en que no me fuera la paz de la conciencia
aquello del Inconocible --o Incognoscible, como escriben los pe- Y el consuelo d~ haber nac~do; no me cuidaría acaso del problema;
dantes~, ni con aquello otro de "de aquí no pasará". Rechazo el pe!o C<?~º en el me va m1 vida toda interior y el resorte de toda
eterno ignorabimus. Y en todo caso quiero trepar a lo inaccesible. nu a~1o_n, no puedo aquietarme con decir: ni sé ni puedo saber.
"Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es No se: cierto es; tal vez no pueda saber nunca, pero "quiero" saber.
perfecto", nos dijo el Cristo, y semejante ideal de perfección es, Lo qmero, y basta.
sin duda, inasequible. Pero nos puso lo inasequible como meta y Y me pasaré la vida luchando con el misterio y aun sin espe-
término de nuestros esfuerzos. Y ello ocurrió, dicen los teólogos, ranza d: pei;ietrarlo, porque esa lucha es mi alimento y es mi con-
con la gracia. Y yo quiero pelear mi pelea, sin cuidarme de la suelo. S1, rm . ~nsu~lo. Me he a~stumbrado a sacar esperanza de
victoria. ¿No hay ejércitos y aun pueblos que van a una derrota la desesperac10n nusma. Y no griten: "Paradoja", los mentecatos
segura? ¿No elogiamos a los que se dejaron matar peleando antes y los superficiales. .
que rendirse? Pues ésta es mi religión. No concibo a un hombre culto sin esta preocupación, y espero
Esos, los que me dirijen esa pregunta, quieren que les dé un muy ~~e.a c~~a en el orden de la cultura -y cultura no es lo mismo
dogma, una solución en que pueda descansar el espíritu en su pe- qu~ ~v1hzac1on- de aquellos que viven desinteresados del problema
reza. Y ni esto quieren, sino que buscan poder encasillarme y me- reli~oso en }.U aspecto metafísico y sólo lo estudian en su aspecto
terme en uno de los cuadriculados en que colocan a los espíritus, social o poht1co. Espero muy poco para el enriquecimiento del te-
I-01bis diciendo de mí: "Es luterano, es calvinista, es católico, es ateo, es soro espiritual del género humano de aquellos hombres o de aquellos
racionalista, es místico", o cualquier otro de estos motes, cuyo sen- p~eblos que, por pereza mental, por superficialidad, por cientifi-
tido claro desconocen, pero que les dispensa de pensar más. Y yo c1s~o, o por lo que sea, se apartan de las grandes y eternas in-
no quiero dejarme encasillar, porque yo, Miguel de Unamuno, qmetudes del corazón. No espero nada de los que dicen: "¡No se
como cualquier otro hombre que aspire a conciencia plena, soy d~be pensar en eso!"; espero menos aún de los que creen en un
especie única. "No hay enfermedades, sino enfermos", suelen decir Cielo ,Y un Infierno como aquel en que creíamos de niños, y espero
algunos médicos, y yo digo que no hay opiniones, sino opinantes. todaVIa menos de los que afirman con la gravedad del necio: "Todo
En el orden religioso apenas hay cosa alguna que tenga racio- eso no son sino fábulas y mitos; al que se muere lo entierran v se
nalmente resuelta, y como no la tengo, no puedo comunicarla ló- .acabó". Sólo espero de los que ignoran, pero no se resi<>~aii a~

gicamente, porque sólo es lógico y trasmisible lo racional. Tengo, i~orar; de los que. luchan, sin descanso por la verdad y ponen su
sí, con el afecto, con el corazón, con el sentimiento, una fuerte VIda en la lucha rmsma mas que en la victoria.
tendencia al cristianismo, sin atenerme a dogmas especiales de esta Y lo más de mi labor ha sido siempre inquietar a mis prójimos,
o de aquella confesión cristiana. Considero cristiano a todo el que remo:rerles. el poso del corazón, angustiarlos, si puedo. Lo dije ya
invoca con respeto y amor el nombre de Cristo, y me repugnan fos en nu Vida de Don Quijote y Sancho, que es mi más extensa con.:. ,
ortodoxos, sean católicos o protestantes -éstos suelen ser tan in- fesión a este respecto. Que busquen ellos como yo busco, que
transigentes como aquéllos-, que niegan cristianismo a quienes no luchen como. lucho yo, y entre todos algún pelo de secreto arran-
interpretan el Evangelio como ellos. Cristiano protestante conozco caremos a D10s, y, por lo menos, esa lucha nos hará más hombres
que niega el que los unitarianos sean cristianos. hombres de más espíritu. ,
I-02
Fue un gran escritor. Pero conviene decir que era vasco, y que su GRACIA Y DESGRACIA DE LA
castellano era aprendido. Él lo reconocía y lo declaraba con Grgullo,
mas acaso no se daba cuenta de lo que esto traía consigo. Aun siendo LENGUA FRANCESA
espléndido su castellano, tiene siempre ese carácter de aprendido, y
si se me quiere entender bien, todo idioma aprendido, el carácter
de lengua muerta. De aquí muchas particularidades de su estilo.
Cuando escribimos o hablamos en nuestra lengua, nuestra atención
atraviesa los vocablos sin reparar en ellos, como nuestra vista el vidrio
de la ventana, para :fijarse en el parque. Con la lengua aprendida
no pasa lo mismo. El vocablo se interpone entre nosotros, y nuestro
pensamiento hace constar su presencia y nos obliga a atenderlo.
En suma, nuestra mente tropieza con la palabra en cuanto tal. De
aquí la frecuencia con que Unamuno da espantadas an.te los voca-
blos y ve en ellos más de lo que en su uso corriente -en que desapa-
recen transparentes- suelen significar. A su valor usual prefiere su

L
sentido etimológico, y esto le induce a darles mil vueltas y a sacar A. situación en que, tal vez, aparecen con más ev¿.dencia las virtud.es
del vientre semántico de cada vocablo serpentinas de retruéca..."'1.os y y limitaciones de cada lengua es la del escrl.tor que lucha con
otros juegos de palabras. Ahora bien, esta propensión etimológica los traductores de su obra. Como es natural, desde su punto de
a la manera de Unamuno es característica de quien escribe o habla -vista interesado, el carácter que primero advierte es la dosis de blan-
en su idioma aprendido. Unamuno sabía mucho, y mucho más ·de .dura o de dureza, de maleabilidad o de rigidez que cada ~engua
lo que aparentaba, y lo que sabía, lo sabía muy bien. Pero su preten- posee. Hay idiomas inhospitalarios que no toleran la menor_ infrac-
sión de ser poeta le hada evitar toda doctrina. En esto también se -ción de los usos en que consisten: por ejemplo y más que runguno,
diferencia su generación de las siguientes, sobre todo de las que vienen, el francés. Nadie lo diría cuando contempla, por decirlo así, desde
para las cuales la misión inexcusable de un intelectual es ante todo fuera, esta lengua: todo en ella es suavidad, gracia, .ªl?ilidad, faci1:i-
tener una doctrina taxativa, inequívoca y, a ser posible, formulada ·<lad. ¡Qué delicia -piensa uno- poder hablar o e~cnbu: ~!1- leng:ia1e
en tesis rigorosas, fácilmente inteligibles. Porque los intelectuales tal! Pero todo lo que ad extra tiene aspecto de vu:tud vive ad zntra
no estamos en el planeta para hacer juegos malabares con las ideas merced a una férrea disciplina. Esos encantos de la lengua francesa
y mostrar a las gentes los bíceps de nuestro talento, sino para encon- ese deben a que es inexorable. ,. .
trar ideas con las cuales puedan los demás hombres vivir. No somos Por el contrario, la lengua alemana acepta en amplislma medida
juglares: somos artesanos, como el carpintero, como el albañil. las deformaciones que se le quieran imponer: como el buche de la
La voz de Unamuno sonaba sin parar en los ámbitos de España gallina aguanta casi todo lo que se le eche, el grano de trigo y el
desde hace un cuarto de siglo. Al cesar para siempre, temo que pedrusco. En cambio, le faltan aquellos garbos.
padezca nuestro país una era de atroz silencio. Los idiomas tienen sus fronteras, sus limites y en ellos su aduana.
Al ser traducido al francés, nota, por lo pronto, el autor que la
La Nación, de Buenos Aires, 4 de enero de r937. mitad de su equipaje queda detenido y con inge:nua sorpresa adviert~
que en esa lengua maravillosa no se pueden decu: muchas cosas. ¡As1,
en redondo! Impreca, suplica usted, hace usted ver que no se puede
prescindir de decir aquello, que es para usted cuestión de vida o
muerte literaria expresarlo... Todo es inútil. El traductor, corté~,
pero impasible, le responde a usted: «En francés no se . puede de~u:
eso». Y lo más sorprendente del caso es que se queda tan tranquilo
267
UNAMUNO EN LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA 49
48 UNAMUNO

concepción de la realidad como identificación de todas las determinaciones y Luigi Pareyson. Y es que, según opinan algunos, es muy difícil sacar
opuestas, no se refiere a una negación estricta de tan básico principio invulneradas las afirmaciones de la filosofía católica usando exclusiva~
ontológico. Unamuno en este aspecto ha traspasado todos los límites. De mente métodos existencialistas.
ahí que sea casi imposible aquilatar los pormenores de su pensamienfo Pero esto ahora no importa para nuestro objeto. Lo que pretendíamos
y solamente puedan describirse dos o tres motivos fundamentales de su notar es que Miguel de Unamuno, el único español que, no como filósofo
c-oncepción del mundo, gracias a la intensidad y vehemencia del senti~ propiamente. dicho, sino como literato influído y tal vez también influ~· I-03
miento, que, aun no queriéndolo él, le obligaba a manifestarse .en una yente, entra en el m.ovimiento del existencialismo moderno, camina siem~
misma actitud. · pre en la dirección anticatólica. Confesamos que no está entre los ateos
Por todas estas razones, convenimos en que Unamuno no tiene méritos y negadores de cualquier trascendencia¡ pero todas las soluciones pr~
para figurar en una historia de la f ilos·of ía, aunque pudiera citarse su puestas por él a la existencia están en pugna con las doctrinas fundamen~
nombre junto al de aquellos dramaturgos,. novelistas y literatos en gene~ tales del catolicismo. Por eso, aunque le reconozcamos otras cualidales Y
ral que han sentido más o menos profundamente la influencia del existen~ otros méritos, no queremos rec-onocerle los de genuino filósofo español.
tencialismo, Vito A. Bellezza le recuerda en compañía de Ibsen, En primer Jugar, porque no fué propiamente filósofo, y después, porque
A. Strindberg, Johan Bojer, R. Kassner, T. Mann, J. Joyce, Fr. Kafka, _ su pensamiento no fué .auténticamente español.
T. Wilder, J. P. Sartre, A. Camus y J. Anouilh 4 •
Todos los escritores nombrados son extranjeros. No es esta la única
vez que aparece Unamuno representando el pensamiento español en
revistas y asambleas internacionales. En este hecho se esconde un equi~
voco .malintencionado. Afortunadamente hasta hoy, el genuino pensa~
miento español es católico. Nunca han faltado en España satélites de las
grandes herejías¡ pero heresiarcas, .apenas han existido, y los mismos
pensadores c•ontaminados de la heterodoxa ideología moderna han signi~
ficado, en el conjunto de la historia española, una realidad despreciable.
Es por lo que decimos que el pensamiento español auténtico es, gracias
a Dios, todavía católico, y que no puede representarle un escritor tan
abiertamente ,sectario como Miguel de Unamuno.
Dentro del campo existencialista se están abriendo camino dos direc~
ciones opuestas. Una es la dirección laica, generalmente atea y neopa~
gana, y otra, la dirección católica, es decir, la de aquellos filósofos que,
manteniéndose fieles al método existencialista y a casi todos J.os puntos
de su programa, trabajan por conciliar sus aspiraciones con la filosofía
perenne del cristianismo. Son más los pensadores existencialistas que
siguen la primera dirección, ya sean completamente ateos y partidarios
del neohumanismo cerrado a toda salida trascendente, ya admitan la
posibilidad de llegar, en fuerza de sus métodos, al conocimiento de la
existencia de Dios. Existencialistas católicos, o pertenecientes a la se-
segunda dirección que señalábamos, no son actualmente gran número;
Suelen citarse, entre otros, Gabriel Marcel, Peter Wust, Josef Sellmair

' Cfr. GUERRERO: Dos nuevos libros sobre Unamuno, ein "Razón y Fe (1943), p. 531.

\
-------·-----·-----·-·-·

" · d, y sus tontas di·


l 'scopado holan es, · al des·
viani que de epl l"celibato ·edesiást1co y ,
errMatlorca, o las !5uías locales. lJnamm:io sale per- vagaciones en tornJº. ªto no conmoverían ya ald roas
diendo. -· - -· . · - . d padre acm . tiempos e es·
- '.Ya había perdido; antes de. comenzar. Los histo- ~~dac1~ifado de los feligreses. En ~san. más diñciles
. rfadores de mañana, al hacer un recuento de la <cvida - a or lib de Unamuno V lt ·re·
tudiante, los ros d 1 Aretino o los de ? ai • ·
il'.ltelectllal» española del · siglo xx, habrán de con-·. de .conseguir que los . e como si fuese dmannta
.clufr. que .don Miguel fue un meteoro_ a la vez previ- .
1e
leíamos ª· escond1d~s, d . pólvora de traca,
sible. y absurdo, pero, -en última instancia, «inútil». y de dinamita, na a. andaban
Su paso por esti;t geografía, pese a su actividad, pese ideológica. . . do y las nueces qu~ i-
a lo sumo. Mucho rm ' iado nocivas. Digo <;noc .
a __ su ingenio, pese a sus anécdotas · memorables d" o no eran demas ul . convencional.
~dramáticas algunas, des~e Fuerteventw:a -a Sala,- por roe l d con el vocab a;no don M.i-
vas» de acuer o . . Quién lee hoy a, .
manca-:, pese a sús amistades, que entre nosotros y ahí está el resultad~ <. nistas a sueldo de um- .
abraZaron a Maragall y a Pete Corommes, ~e de l '> Ni siquiera los :spa son individuos ca-
una notoria esterilidad. Cada d_ía que pase, afortu- gue . orteamericanas, qu<? 'ltltna variante
mi.damente, Unamuno quedará más lejos: .tan lejos
.Conio Suárez, Gracián o el infante don.·Juari Manuel,
\ ;:r;;~a::~e~r lo '11:~0sed~r::;:e~;~g~IBcante nI;~~:
o Ínás,-aun. Al fin y- al cabo, ocurre que la huinaní~ del peor i;i~us~~ la Edad M~dia ... y se co
carpetoveton1co . ,
I-04 _dad hisp,ánica,.a trancas y barr~cas, .sin confesarlo . ·U arouno? . Un «show» espora-
· tanto como ·.desea, trata de abandonar su trad!cio-· t}J4 . de. <. n • B utista, _en efecto: , camino en-
-nal residencia en las cuevas -de Altamira. Unamuno Conchitael ªelo de la dehesa. Hara ~~ía don Mar-
~s el filósofo de_ las Hurdes, y reincido. en buscar
· una expresión gráfica, tal vez escandalosa. Las Hur• .·
dico y coi: bl! hiperbóreas» -corno arena nústicos
tre _las «nieéndez Pelayo-: sangre y sou~enir roás .
des, para Ja gente de mi edad; son todo un emble- celmo Men d . Quijote y sancho, un 1 mar de :nues-
ma: una monstruos.a .concentración d¡:: miseria, ve- · y pícaros, ºP: en a ·visitar el sol y e di . , n siropá-
los que v1en . tual eru c10 , .
· cina.s con seis dedos en cada mano, don: Pedro Se- para . . bien será una even de una tesis doc-
gura, viajes·. regios con . el doctor M¡:iráñón, el des- . t~o es~oik~rica, desde la plataforro;nidos. y hasta al-
tierra del. otro doctor, Albiñaha .... Unamuno nunca tica y o uecia o en los Estados . le citará, en un
salió de sus· Hurdes. Don José Ortega,_ mientras tan· tqral, en ~ sta yanqui de lá rama hif P§on los «festiva-
to, fabricaba:, para su Espectador; las deliciosas,. cur- gún ens~'i~nsibÍeroente orname~ta hos de la iocalid.ad,
silísimas páginas de la ~cConversación en el golf o la ~asg~eºla cultura. Pero los m1:1c ~de lado. Lo dejan.
idea del dh.arma» .. : ( eoss\ectores. militantes, lo ~~PJarre~cindible. A losb «pro-
· Lo más grotesco. de fa. peripecia es que, hace l d · les es JJ.•~ ha er ca-
treinta años, y menos, don Miguel seguía siendo ob- Ni les agra a, ni obvias. A" los otros, pord ser una
. por razones . . n.o pasa e
jeto de drásticas condenas, esta vez multiplicadas; gres»,. Lo l en defimtiva, gran escri·
Los teólogos indígenas ya no estabán. a la _altura de . ducado. . cua '. el de ·unamuno es ~n o más
injusticia~ Don M1gu l Arcipreste de Rita, pepr eda
su tradición, y los funcionarios civiles no se distin- N tanto como Y , María de er .
guieron tampoco por su ·inteligencia·. Quien se. ani" tor. iº duque de Rivas o don Jo:eañola tendrían que ._,. . ,
_me- hoy a hojear La agonía del cristianismo descu~ que .e sados en la literatura e p , Unamuno me
brirá.que; en sus especulaciones religiosas, don Mi- ., Los intere . Personalmente, a m1,
revisar el caso.. 19
.guel de Una:muno está más cerca del .
.cardenal Otta-
l ..
·:,'. .·.j
. ..
·' ·.

.;:-·
- oharse a su gusto, .cosa que no estaba a mi alcance .
;esultaban bastante injustificadas. No im . t Lo L EL RUEDO IB:ÉRICO
q.ue cuenta ~s la posibilidad de ·que un podoº~r~Úr
rtamente apzlotados, mis artículos d . .ª-
vai: para facilitar la otra polémica ez:efe~~nc;a szr-
. quien me lea consigo mismo '. . po en:zca de
tearnientos. Ntfnl:a he prete:Zdféi%ª:;zr de mis plan:
en ,estos asuntos ni en nin 'n . ener r~ón>>,. ni
becilidad Za d · · gu otro. esta gloriosa zm-
. e¡o a quienes se dedica f .
1fLente a estar en posesión d l n pro eswnal-
plq: Mussolini el ·Mussoli . e a «verdad,>. Por ejem-.
. O don Améric~ Castro y ~~~~¡«ha. sempre ragione». «Contra Unamuno ... » Convenía empezar por don
noz, que se disputaban ar ell audw Sa1}che~ Albor- Miguel. Cuando publiqué en «La Vanguardia>> el .ar"
ª la comedia intelectuaf
m •t -y no
o. ?...Es igual; Frente tículo El caso de don Miguelhubo las .protestas pre-
l e, me propuse levantar l r ¡jintelectual- en t ra-, 'Visiblel?,. inás una salida de pie de banco a cargo de
objeciones. Mi deseo es a ze re de unas cuantas . un· antropoide que, caritativamente, deseo olvidar.
ese nivel: al nivel de una que sea1: aprovechables a
.Desde luego, Unamuno fue UIJ. gran tipo, y me par~ce
gente meditación de cad nec~sª1:ª' cautelosa y ur-
fa
Mi invitación consiste en cua · J?zgo: de cada cual.
que, viene en seguida.
haberlo dicho y redicho en el escrito en cuestión.
·Mis objeciones, por otro lado, no podían ser más ele-.
mentales: las que le pondría cuálquier. vecino. con
·J. F. cara y ojos. ¿Hará falta alegar las que :le puso Lu-
. · kács?. Y eso que, a Lukács, el aspecto. «nacionalista» .
3-IV-1975, Sueca. . del irracionalismo· · unamuniano · se le escapaba. .En ·
Con Balmes como excusa intenté remachar el clavo,
p~ro esta vez la repulsa me. llegó desde el ·ángulo
opuesto. La patriotería catalanoide, con la añadidura
·de una cierta infusión clerical, se rebeló contra lo
que consideraron. una ofensa a la sagrada memoria
del filósofo de Vic y a la entera diócesis a qu~ estuvo
incardinado. ~Tomaron el rábano por las hojas, estos
\.
señores. Subrayé, sí, que Balmes.no fue precisamente
un Hegel, lo cual resulta de una evidencia absoluta.
Sólo que Jo qué a mf me interesaba, entonces; era la ·
contraposición Balmes-Unamuno. Enfrentándose c<:m
El criterio del reverendo, don Miguel p'rofuió aquella ·
genial estupidez de «prefiero desbarrar con ingenio J-O~
a acertar con ramplonería». Él nunoá. se propuso
«acertar>;, en efecto: ¿para qtié? Cultivó el '«ingenio»
a secas, y de ahí la prillante versatilidad de SUS' e~a­
boraciones literarias_ e ideológicas. En un ·punto, sin
8
9
DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 175
174 MIGUEL D E UNAMUNO
miedo irracional, pero ... Sí, pero ... Eppur si muove! Y seguirá mo-
problema. Esto de la inmortalidad del alma, de la persistencia de Ja viéndose. ¡Corno que es la fuente de todo movimiento!
conciencia individual, no es racional, cae fuera de la razón. Es como Mas no creo esté del todo en lo cierto el hermano Kierkegaard,
problema, y aparte de la solución que se le dé, irr~cional. ~acional­ porque el mismo pensador abstracto, o pensador de abstracciones,
mente carece de sentido hasta el plantearlo. Tan mconceb1ble es la piensa para existir, para no dejar de existir, o tal vez piensa para
inmortalidad del alma, como es, en rigor, su mortalidad absoluta. olvidar que tendrá que dejar de existir. Tal es el fondo de la pasión
Para explicarnos el mundo y la existencia -Y tal es la ~b~a de Ja del pensamiento abstracto. Y acaso Hegel se interesaba tan infini-
razón-, no es menes.ter supongamos ni que es mortal 111 _mmortal tamente como Kierkegaard en su propia, concreta y singular exis-
nuestra alma. Es, pues, una irracionalidad el solo planteamiento del tencia, aunque para mantener el decoro profesional del filósofo del
supuesto problema. . Estado lo ocultase. Exigencias del cargo.
Oigamos al hermano Kierkegaard, que nos dice: "Donde pre- La fe en la inmortalidad es irracional. Y, sin embargo, fe, vida
y razón se necesitan mutuamente. Ese anhelo vital no es propiamente
cisamente se muestra el riesgo de Ja abstracción, es respecto al pro-
blema de la existencia, cuya dificultad resuelve soslayándola, jac- problema, no puede tomar estado lógico, no puede formularse en
tándose luego de haberlo explicado todo. Expiica la inmortalidad proposiciones racionalmente discutibles, pero se nos plantea, como
se nos plantea el hambre. Tampoco un lobo que se echa sobre su
en general, y Jo hace egregiamente, identificándola con la eternidad; presa para devorarla o sobre la loba para fecundarla puede plan-
con la eternidad, que es esencialmente el medi't· del pensamiento. Pero tearse racionalmente y como problema lógico su empuje. Razón
que cada hombre singularmente existente sea inmortal -que es preci- y fe son dos enemigos que no pueden sostenerse el uno sin el otro.
samente la dificultad-, de esto no se preocupa la abstracción, no le Lo irracional pide ser racionalizado, y la razón sólo puede operar
interesa; pero la dificultad de la existencia es el interés del exis- sobre lo irracional. Tienen que apoyarse uno en otro y asociarse.
tente; al que existe le interesa infinitamente existir. El pensa- Pero asociarse en lucha, ya que la lucha es un modo de asociación.
miento abstracto no Je sirve a mi inmortalidad sino para matarme En el mundo de los vivientes, la lucha por la vida, the struggle
en cuanto individuo singularmente existente, y así hacerme inmor- far life, establece una asociación, y estrechísima, no ya entre los que
tal, poco más o menos que a la manera de aquel doctor de se unen para combatir a otro, sino entre los que se combaten mu-
Holberg, que con su medicina quitaba la vida al paciente, pero le tuamente. ¿Y hay, acaso, asociación más íntima que la que se traba
quitaba tambien Ja fiebre. Cuando se considera un pensador abs- entre el animal que se come a otro y éste que es por él comido, entre
tracto que no quiere poner en claro y confesar la relación que hay el devorador y el devorado? Y si esto se ve claro en Ja lucha de
entre su pensamiento abstracto y el hecho de que él sea existente, los individuos entre sí, más claro aún se ve en la de los pueblos. La
nos produce, por excelente y distinguido que sea, una impresión guerra ha sido siempre el más completo factor de progreso, más aún
cómica, porque corre el riesgo de dejar de ser hombre. Mientras un que el comercio. Por la guerra es como aprenden a conocerse y,
hombre efectivo, compuesto de infinitud y de finitud, tiene su efec- como consecuencia de ello a quererse, vencedores y vencidos.
tividad precisamente en mantener juntas esas dos y se interesa in- Al cristianismo, a la locura de la cruz, a la fe irracional en que
finitamente en existir, un semejante pensador abstracto es un ser el Cristo había resucitado para resucitarnos, le salvó la cultura he-
doble, un ser fantástico que vive en el puro ser de la abstracción, Y lénica racionalista, y a ésta el cristianismo. Sin éste, sin el cristia-
a las veces Ja triste figura de un profesor que deja a un lado aquella nismo habría sido imposible el Renacimiento; sin el Evangelio, sin
esencia abstracta como deja el bastón. Cuando se lee la vida de un San Pablo, los pueblos que habían atravesado la Edad Media no
pensador así -cuyos escritos pueden ser excelentes-, tiembla uno habrían comprendido ni a Platón ni a Aristóteles. Una tradición
ante Ja idea de lo que es ser hombre. Y cuando se lee en sus escri- puramente racionalista es tan imposible como una tradición pura-
tos que el pensar y el ser son una misma cosa, se piensa, pensando mente religiosa. Suele discutirse si la Reforma nació como hija
en su vida, que ese ser que es idéntico al pensar, no es precisamente del Renacimiento o en protesta a éste, y cabe decir que las dos cosas,
ser hombre." (Afsluttende uvidenskbelig Efterskrift, capítulo Ill.) porque el hijo nace siempre en protesta contra el padre. Dícese tam-
¡Qué intensa pasión, es decir, qué verdad encierra esta amarga bién que fueron Jos clásicos griegos redivivos los que volvieron a
invectiva contra Hegel, prototipo del racionalista, que nos quita 1a hombres como Erasmo, a San Pablo y al cristianismo primitivo, el
fiebre quitándonos la vida, y nos promete, en vez de una inmorta- más irracional; pero cabe retrucar diciendo que fué San Pablo,
lidad concreta, una inmortalidad abstracta, como si fuese abstracta, que fué la irracionalidad cristiana que sustentaba su teología cató-
y no concreta, el hambre de ella, que nos consume! lica, lo que les volvió a los clásicos. "El cristianismo es lo que ha
Podrá decirse, sí, que muerto el perro se acabó la rabia, y que llegado a ser -se dice-, sólo por su alianza con la antigüedad,
después que me muera no me atormentará ya esta hambre de no mientras entre los coptos y etíopes no es sino una bufonada. El Is-
morir, y que el miedo a la muerte, o mejor dicho, a la nada, es un
110 MIGUEL DE UNAMUNO
DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 111
Cúmplenos decir, ante todo, que la :filosofía se acuesta más a la
poesía que no a la ciencia. Cuantos sistemas filosóficos se han fra- Dios, pero al Dios de la conciencia, al Autor del orden moral, al
guado como suprema concinación de los resultados finales de las Dios luterano, en fin. Ese salto de Kant está ya en germen en la
ciencias particulares, en un período cualquiera, han tenido mucha noción luterana de la fe.
menos consistencia y menos vida que aquellos otros que represen- El un Dios, el Dios racional, es la proyección al infinito de
taban el anhelo integral del espíritu de su autor. fuera del hombre por definición, es decir, del hombre abstracto,
Y es que las ciencias, importándonos tanto y siendo indispensa- del hombre no hombre, y el otro Dios, el Dios sentimental o vo-
bles para nuestra vida y nuestro pensamiento, nos son, en cierto sen- litivo, es la proyección al infinito de dentro del hombre por vida,
tido, más extrañas que la filosofía. Cumplen un fin más objetivo, es del hombre concreto, de carne y hueso.
decir, más fuera de nosotros. Son, en el fondo, cosa de economía. Kant recostruyó con el corazón lo que con la cabeza había
Un nuevo descubr.imiento científico, de los que llamamos teóricos, abatido. Y es que sabemos, por testimonio de los que le conocieron
es como un descubrimiento mecánico, el de la máquina de vapor, Y por testimonio propio, en sus cartas y manifestaciones privadas,
el teléfono, el fonógrafo, el aeroplano, una cosa que sirve para algo. que el hombre Kant, el solterón un si es no es egoísta, que profesó
Así, el teléfono puede servirnos para comunicarnos a distancia con filosofía en Koenigsberg a fines del siglo de la Enciclopedia y de
la mujer amada. Pero ésta, ¿para qué nos sirve? Toma uno el tran- la .diosa ~azón, ,er~ un hombre muy preocupado del problema.
vía eléctrico para ir a oír una ópera, y se pregunta: "¿Cuál es en Qu1er_o decir del umco verdadero problema vital, del que más a las
este caso más útil, el tranvía o la ópera?" entranas nos llega, del problema de nuestro destino individual y
La filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción personal, de. la inmortalidad del alma. El hombre Kant no se resig-
unitaria y total del mundo y de la vida, y como consecuencia de esa naba a monr del todo. Y porque no se resignaba a morir del todo
concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta dió el salto aquel, el salto inmortal, de una a otra crítica.
una acción. Pero resulta que ese sentimiento, en vez de ser conse- Quien lea con atención y sin antojeras la Crítica de la raz6n
cuencia de aquella concepción, es causa de ella. Nuestra filosofía, prdctica, verá que, en rigor, se deduce en ella la existencia de Dios
esto es, nuestro modo de comprender o de no comprender el mun- de la, i?mortalidad del alma, y -no ésta de aquélla. El imperativo
do y la vida brota de nuestro sentimiento respecto a la vida misma. categonco nos lleva a un postulado moral que exige a su vez en el
Y ésta, como todo lo afectivo, tiene raíces subconcientes, inconcien- orden teleológico, o más bien escatológico, la inmortalidad del alma
tes tal vez. Y para sustentar esta inmortalidad aparece Dios. Todo lo demás e~
No suelen ser nuestras ideas las que nos hacen optimistas o pe- escamoteo de profesional de la filosofía.
simistas, sino que es nuestro optimismo o nuestro pesimismo, de ori-
gen fisiológico o patológico quizá, tanto el uno como el otro, el que El hombre Kant sintió la moral como base de la escatología,
hace nuestras ideas. pero el profesor de filosofía invirtió los términos.
El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se Ya dijo no sé dónde otro profesor, el profesor y hombre Gui-
haya dicho que es un animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que llermo James, que Dios para la generalidad de los hombres es el
de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no productor de inmortalidad. Sí, para la generalidad de los hombres,
la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. mcluy~ndo al hombre Kant, al hombre J¡¡mes y al hombre que traza
Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el can· estas lmeas que estás, lector, leyendo.
grejo resuelva ecuaciones de segundo grado. Un ~ía, hablando con un campesino, le propuse la hipótesis de
Y así, lo que en un :filósofo nos debe más importar es el hombre. que hubiese, en efecto, un Dios que rige cielo y tierra. Conciencia
Tomad a Kant, al hombre Manuel Kant, que nació y vivió en ~el Universo, pero que no por eso sea el alma de cada hombre
Koenigsberg a fines del siglo XVIII y hasta pisar los umbrales del XIX. mmortal en el sentido tradicional y concreto. Y me respondió: "En-
Hay en la filosofía de este hombre Kant, hombre de corazón y de tonces, ¡,para qué Dios?" Y así se respondían en el recóndito foro
cabeza, es decir, hombre, un significativo salto, como habría dicho de su conciencia el hombre Kant y el hombre James. Sólo que al
Kierkegaard, otro hombre -¡y tan hombre!-, el salto de la Crítica 3;ctuar como profesores tenían que justificar racionalmente esa ac-
de la razón pura a la Crítica de la razón práctica. Recostruye en titud tan poco racional. Lo que no quiere decir, claro está, que
sea absurda.
ésta, digan lo que quieran los que no ven al hombre, lo que en
aquella abatió. Después de haber examinado y pulverizado con su Hegel hizo célebre su aforismo de que todo lo racional es real
análisis las tradicionales pruebas de la existencia de Dios, del Dios Y todo lo real racional; pero somos muchos los que, no convencidos
aristotélico, que es el Dios que corresponde al r,"' o v 1C o/, ti: t x óv, del por Hegel, seguimos creyendo que lo real, lo realmente real es irra-
Dios abstracto, del primer motor inmóvil, vuelve a recostruir a cion3:1: que la ra~?n costruye sobre. irracionalidades. He~el, gran
defimdor, pretend10 recostrulf el umverso con definiciones, como
112 MIGUEL D E UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGJCO DE LA VIDA 113

aquel sargento de Artillería decía que se costruyen los cañones finito, sino indefinido. Es decir, que tú, yo y Spinoza queremos no
tomando un agujero y recubriéndolo de hierro. morirnos nunca y que este nuestro anhelo de nunca morirnos es
Otro hombre, el hombre José Butler, obispo anglicano, que nuestra esencia actual. Y, sin embargo, este pobre judío portugués,
vivió a principios del siglo xvm, y de quien dice el cardenal ca- desterrado en 1'as nieblas holandesas, no pudo llegar a creer nunca
tólico Newman que es el hombre más grande de la Iglesia angli- en su propia inmortalidad personal, y toda su filosofía no fué sino
cana, al final del capítulo primero de su gran obra sobre la analogía una consolación que fraguó para esa su falta de fe. Como a otros
de la religión (The Ana!ogy aj Religian), capítulo que trata de la vida les duele una mano, o un pie, o el corazón, o la cabeza, a Spinoza
futura, escribió estas preñadas palabras: "Esta credibilidad en una le dolía Dios. ¡Pobre hombre! ¡Y pobres hombres los demás!
vida futura, sobre lo que tanto aquí se ha insistido, por noco que Y el hombre, esta cosa, ¡,es una cosa? Por absurda que parezca
satisfaga nuestra curiooidad, parece responder a los propósitos todos la pregunta, hay quienes se la han propuesto. Anduvo no ha mucho
de Ja religión tanto como respondería una prueba demostrativa. En por el mundo una cierta doctrina que llamábamos positivismo, que
realidad, una prueba, aun demostrativa, de una vida futura, no sería hizo mucho bien y mucho mal. Y entre otros males que hizo, fué
una prueba de la religión. Porque el que hayamos de vivir después el de traernos un pénero tal de análisis que los hechos se pulveri-
de la muerte es cosa que se compadece tan bien con el ateísmo y zaban con él, reduciéndose a polvo de hechos. Los más de los que
que puede ser por éste tan tomada en cuenta como el que ahora el positivismo llamaba hechos no eran sino fraP.:mentos de hechos.
estamos vivos, y nada puede ser, por tanto, más absurdo que argüir En psicoloda su acción fué deletérea. Hasta hubo escolásticos me-
del ateísmo que no puede haber estado futuro." tido~ a literatos -no digo filósofos metidos a poetas, porque poeta
El hombre Butler, cuyas obras acaso conociera el hombre Kant, y filósofo son hermanos gemelos, si es que no la misma cosa-
quería salvar la fe en la inmortalidad del alma, y para ello la hizo que llevaron el análisis psicológico positivista a la novela y al dra-
independiente de la fe en Dios. El capítulo primero de su Ana- ma, donde hay que poner en pie hombres concretos, de carne y
logía trata, como os digo, de la vida futura, y el segundo. del go- hueso, y en fuerza de estados de conciencia, las conciencias desapa-
bierno de Dios por premios y castigos. Y es que, en el fondo, e! recieron. Les sucedió lo que dicen sucede con frecuencia al exami-
buen obispo anglicano deduce la existencia de Dios de la inmorta- nar y ensayar ciertos complicados compuestos químicos orgánicos,
lidad del alma. Y como el buen obispo anglicano partió de aquí, vivos, y es que los reactivos destruyen el cuerpo mismo que se trata
no tuvo que dar el salto que a fines de su mismo siglo tuvo que dar de examinar, y' lo que obtenemos son no más que productos de su
el buen filósofo luterano. Era un hombre el obispo Butler, y era composición.
otro hombre el profesor Kant. Partiendo del hecho evidente de que por nuestra conciencia
Y ser un hombre es ser algo concreto, unitario y sustantivo, desfilan estados contradictorios entre sí, llegaron a no ver claro
es ser cosa, res. Y ya sabemos lo que otro hombre, el hombre Benit0 la conciencia, el yo. Preg:untarle a uno por su yo es como pre-
Spinoza, aquel judío portugués que nació y vivió en Holanda a guntarle por su cuerpo. Y cuenta que al hablar del vo hablo del
mediados del siglo XVII, escribió de toda cosa. La proposición sexta yo concreto y personal, no del yo de Fichte, sino de Fichte mismo,
de la parte IU de su Etica, dice: zmaquaeque res, quantum in se del hombre Fichte.
est. in szw esse perseverare conatllr; es decir, cada cosa, en cuanto Y lo que determina a un hombre, lo que le hace un hombre,
es en sí, se esfuerza por perseverar en su ser. Cada cosa, en cuanto uno y no otro. el que es y no el que no es, es un principio de
es en sí, es decir, en cuanto sustancia, ya que, según él, sustancia es unidad y un principio de continuidad. Un principio de unidad pri-
id quad h se est et per se cancipitur, lo que es por sí y por sí se mero, en el espacio, merced al cuerpo, y luego en la acción y en
concibe. Y en la siguiente proposición, la séptima, de la misma parte, el propósito. Cuando andnmos, no va un pie hacia ad~bnte y el
añade: canatus, qua zmaquaeque res in suo esse perseverare conatur, otro hacia atrás; ni cuando miramos mira un ojo a1 Norte y el
nihil est praeter ipsius rei actualem essentiam; esto es, el esfuerzo otro al Sur, como estemos sanos. En cada momento de nuestra
con que cada cosa trata de perseverar en su ser no es sino la esencia vida tenemos un propósito, y a él cospira la sinergia de nuestras
actual de la cosa misma. Quiere decirse que tu esencia, lector, la acciones. Aunque al momento siguiente cambiemos de propósito.
mía, la del hombre Spinoza, la del hombre Butler, la del hombre Y es en cierto sentido un hombre tanto más hombre cuanto más
Kant y la de cada hombre que sea hombre, no es sino el conato, unitaria sea su acción. Hay quien en su vida no persigue sino un
el esfuerzo que pone en seguir siendo hombre, en no morir. Y la solo propósito, sea el que fuere.
otra proposición que sigue a estas dos, la octava, dice: conatus, Y un principio de continuidad en el tiempo. Sin entrar a dis-
qua unaquaeque res in sua esse perseverare canatur, nullum tem- cutir -discusión ociosa- si sov o no el que era hace veinte años,
pus finitum, sed indefinitum invalvit; o sea, el esfuerzo con que es indiscutible, me parece, el hecho de que el que soy hoy proviene.
cada cosa se esfuerza por perseverar en su ser, no implica tiempo por serie continua de estados de conciencia, del que era en mi
117
116 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA

dedicación sin objeto, suelen también hablarnos del derecho a la inmortal de que os decía, todo eso no es más que .una bat~lla por
vida. ¿Y qué es el derecho a la vida? Me dicen que he venido a la conciencia. Si la conciencia no es, como ha dicho algun i:en-
realizar no sé qué fin social; pero yo siento que yo, lo mismo que sador inhumano, nada más que un relámpago entre dos etermd.a-
cada uno de mis hermanos, he venido a realizarme a vivir. des de tinieblas, entonces no hay nada más execrable que la exis-
, , ' tencia.
S 1, s1, lo veo; una enorme actividad social, una poderosa civi-
Alguien podrá ver un fondo de contradicción en todo .c1:1anto
lización, mucha ciencia, mucho arte, mucha industria, mucha mo-
ral, y luego, cuando hayamos llenado el mundo de maravillas in- voy diciendo, anhelando unas veces la vida inatacable, y d~cie.~d~

,
dustriales, de grandes fábricas, de caminos, de museos, de biblio- otras que esta vida no tiene el ;alor que _se le, da. ¿~ontrad1ccion.
tecas, _caeremos agotados al pie de todo eso, y quedará, ¿para quién? ·Ya lo creo! ¡La de mi corazon, que dice si, y m1 cabeza, que
¿Se hizo el hombre para la ciencia, o se hizo la ciencia para el ~ice no! Contradicción naturalmente. ¿Quién no recuerda aquellas
hombre? ' palabras del Evangelio:' "¡Señor, creo; ayu d~ a r:i1.· mere
· du rd
i a di"?
· ·
"¡Ea!" -exclamará de nuevo el mismo lector-. volvemos a ¡Contradicción!, ¡naturalmente! Como. que solo vi-:1mos de contr~­
aquello del Catecismo: "Pregunta. ¿Para quién hizo Dios el mun- dicciones, y por ellas; como que la vida es tragedia, Y la trage~ia
do? Respuesta. Para el hombre". Pues bien, sí, así debe responder es perpetua lucha, sin victoria ni esperanza de ella; es contradic-
el hombre que sea hombre. La hormiga, si se diese cuenta de esto ción.
y fuera persona, conciente de sí misma, contestaría que para la Se ·trata, como veis, de un valor afectivo, y contra los valor~s
hormiga, y contestaría bien. El mundo se hace para la conciencia, afectivos no valen razones. Porque las razones no son nada mas
para cada conciencia. que razones, es decir, ni siquiera son verdades. Hay definidores
Un alma humana vale por todo el universo, ha dicho no sé de esos pedantes por naturaleza y por gracia, que me hacen el
quién, pero ha dicho egregiamente. Un alma humana, ¿ch? No una efecto de aquel señor que va a consolar a un padre_ que acab~ de
vida. La vida ésta no. Y sucede que a medida que se cree menos perder un hijo muerto de repente en la flor de s~s an~s, Y le dice:
en el alma, es decir, en su inmortalidad conciente, personal y con- "¡Paciencia, amigo, qu_e ~odos tenemos qu_e moi;1rnos!. ¿O~ ~hoca­
creta, se exagerará más el valor de la pobre vida pasajera. De aquí ría que este padre se irntase contra sei:1c1ante impertmencia. Por-
arrancan todas las afeminadas sensiblerías contra la guerra. Sí, uno que es una impertinencia. Hasta un ax10ma puede llegar ~ ser en
no debe querer morir, pero de la otra muerte (1 ). "El que quiera ciertos casos una impertinencia. Cuántas veces no cabe decir aque-
sal:'ar su vida la perderá", dice el Evangelio; pero no dice el que llo de
qmcra salvar su alma, el alma inmortal. O que creemos y quere- Para pensar cual tú, sólo es preciso
mos que lo sea. no tener nada más que inteligencia (1 ).
Y todos los definidores del objetivismo no se fijan, o mejor
dich<:>, n? quieren fijarse en que al afirmar un hombre su yo, su Hay personas, en efecto, que ,parecen no pensar más, que con
conciencia personal, afirma al hombre, al hombre concreto y real, el cerebro, o con cualquier otro organo que sea el especifico para
afirma el verdadero humanismo- que no es el de las cosas del pensar; mientras otros piensan con todo el cuerpo y toda ~1 alma,
hombre, sino el del hombre-, y al afirmar al hombre afirma la con Ja sangre, con el tuétano de los. huesos, con el corazon, ~on
conciencia. Porque la única conciencia de que tenemos conciencia los pulmones, con el vientre, con la vida. Y _las gentes que no pien-
es la del hombre. san más que con el cerebro, dan en defimdores; se hacen profe-
El mundo es para la conciencia. O mejor dicho, este para, sionales del pensamiento. ¿,Y sabéis l? que _es _;in profesion~l? ¿Sa-
esta noción de finalidad, y mejor que noción sentimiento, este sen- béis lo que es un producto de la diferenc1acion del_ trabajo?
timiento teleológico, no nace sino donde hay conciencia. Concien- Aquí tenéis un profesional del boxeo. Ha aprendido a dar i:u-
cia y finalidad son la mis.ma cosa en el fondo. ñetazos con tal economía, que reconcentra sus fuerzas en el pune-
Si el sol tuviese conciencia, pensaría vivir para alumbrar a los tazo, y apenas pone en juego sino los mú~~ulos pr~cisos para obte~er
mundos, sin duda; pero pensaría también, y sobre todo, que los el fin inmediato y concretado de su accion: dernbar al adversan?·
mundos existen para que él los alumbre y se goce en alumbrarlos Un voleo dado por un no profesional, podrá no tener tanta ~?cacia
y así viva. Y pensaría bien. objetiva inmediata; pero vitaliza mucho más al que lo da, t:ac1endole
Y toda esta trágica batalla del hombre por salvarse, ese inmortal poner en juego casi todo su cuerpo. El uno es ~n punetaz~ de
anhelo de inmortalidad que le hizo al hombre Kant dar aquel salto boxeador; el otro, de hombre. Y sabido es que los hercules de circo,

1
but the death to be renounced ist the death of the soul. se!!iin la versión
mglesa, revisada Por el autor. Ma deve valer l'altura marte l'etema en la 1 Final de un soneto inédito del autor según nota de la versión italiana.
italiana. (N. del E.) ' ' (Nota del Editor.)
118 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 119

que los atletas de feria, no suelen ser sanos. Derriban a los adver- Todo eso de que uno vive en sus hijos, o en, sus obras: o en
sarios, levantan enormes pesas, pero se mueren o de tisis o de dis- el Universo, son vagas elucubraciones con que solo se satisfacen
pepsia. los que padecen de estupidez afectiva, que pueden ser, por lo de-
Si un filósofo no es un hombre, es todo menos un filósofo; es, más, personas de una cierta eminencia cerebral. Porque puede uno
sobre todo, un pedante, es decir, un remedo de hombre. El cultivo tener un gran talento, lo que llamamos un gran talento, Y ser un
de una ciencia cualquiera, de la química, de la física, de la geo- estúpido del sentimiento y hasta un imbécil moral. Se han dado
metría, de la filología, puede ser, y aun esto muy restringidamcnte casos. . .
y dentro de muy estrechos límites, obra de especialización diferen• Estos estúpidos afectivos con talento suelen declf que no ~~rve
ciada; pero la filosofía, como la poesía, o es obra de integración, querer zahondar en lo inconocible :c:i dar coces c~:mtra el agu116n.
de concinación, o i;¡o es sino filosofería, erudición pseudo-filosófica. Es como si se le dijera a uno a qmen le han temdo que amputar
Todo conocimiento tiene una finalidad. Lo de saber para saber una pierna que de nada le sirve pensar en ello. Y a todos nos falta
no es, dígase lo que se quiera, sino una tétrica petición de prin- algo; sólo que unos Jo sienten y o~rss ?º· O hacen como que no
cipio. Se aprende algo, o para un fin práctico inmediato, o para lo sienten, y entonces son unos h1pocntas. ..
L completar nuestros demás conocimientos. Hasta la doctrina que
nos aparezca más teórica, es decir, de menos aplicación inmediata
a las necesidades no intelectuales de la vida, responde a una ne-
Un pedante que vió a Solón llorar la muerte de un h1;0, le
diio: "·Para qué lloras así, si eso de nada sirve?" Y el sabio le
re;pondió: "Por eso precisamente, porque, no sirve". Claro es~á que
cesidad -que también lo es- intelectual, a una razón de. econo- el llorar sirve de algo, aunque no sea mas que de de~ahogo_. pero
mía en el pensar, a un principio de unidad y continuidad de la bien se ve el profundo sentido de la respue~ta de Solon al 1mper:
conciencia. Pero así como un conocimiento científico tiene su fina- tinente. Y estoy convencido de que resolvenamos muchas cosas St
lidad en los demás conocimientos, la filosofía que uno haya de saliendo todos a la calle, y poniendo a luz nuestras penas, que acaso
abrazar tiene otra finalidad extrínseca, se refiere a nuestro destino resultasen una sola pena común, nos pusiéramos en comun a llo-
todo, a nuestra actitud frente a la vida y al universo. Y el más rarlas y a dar gritos al cielo y a llamar a Dios. Aunque no nos oyese,
trágico problema de la filosofía es el de conciliar las necesidades que sí nos oiría. Lo más santo de un templo es que es el 11;1gar a
intelectuales con las necesidades afectivas y con las volitivas. Como que se va a llorar en común. Un M_iserere, cantado en comun por
que ahí fracasa toda filosofía que pretende deshacer la eterna y una muchedumbre azotada del destmo, vale tanto como una filo-
trágica contradicción, base de nuestra existencia. ¿Pero afrontan sofía. No basta curar }a peste, hay. que, saber llorar~a. ¡Sí, h~.j' que
todos esta contradicción? saber llorar! Y acaso esta es la sab1duna suprema. (,Para que. Pre-
Poco puede esperarse, verbigracia, de un gobernante que alguna guntádselo a Solón. . .
vez, aun cuando sea por modo oscuro, no se ha preocupado del Hay algo que, a falta de otro nombre, llamaremos -~l sentlmte~to
principio primero y del fin último de las cosas todas, y sobre todo trágico de la vida, que lleva tras sí tod~ una, concepc1on de la vida
de los hombres, de su primer por qué y de su último para qué. misma y del Universo, toda una filos?fi.a mas o menos formulada,
Y esta suprema preocupación no puede ser puramente racio- más o menos conciente. Y ese sentim1ento pueden tenerlo, Y lo
nal, tiene que ser afectiva. No basta pensar, hay que sentir nuestro tienen, no sólo hombres individuales, sino pueblo~ enteros. Y ese
destino. Y el que, pretendiendo dirijir a sus semejantes, dice y pro- sentimiento, más que brotar de id:as, las deter;rnna, aun ~uando
clama que le tienen sin cuidado las cosas de tejas arriba, no me- luego, claro está, esas ideas reacc10nen sobre el, con:o!:JOrandolo.
rece dirijirlos. Sin que esto quiera decir, ¡claro está!, que haya Unas veces puede provenir de una enfermeda~ a~venticia, de :una
de pedírsele solución alguna determinada. ¡Solución! ¿La hay acaso? dispepsia, verbigracia; pero otras veces es costituc10na1. Y no s1rve
Por lo que a mí hace, jamás me entregaré de buen grado, y hablar, como veremos, de hombres sanos e insanos. Aparte de no
otorgándole mi confianza, a conductor alguno de pueblos que no haber una noción normativa de la salud, nadie ha probado que el
esté penetrado de que, al conducir un pueblo, conduce hombres, hombre tenga que ser naturalmente alegre. Es más: el hombre, por
hombres de carne y hueso, hombres que nacen, sufren, y, aunque ser hombre, por tener conciencia, es ya, :especto al burro o a un
no quieran morir, mueren; hombres que son fines en sí mismos, no cangrejo, un animal enfermo. La conciencia es una enf:rmedad. ,
sólo medios; hombres que han de ser los que son y no otros; hombres, Ha habido entre los hombres de carne y hueso e1emplares ti-
en fin, que buscan eso que llamamos la felicidad. Es inhumano, picos de esos que tienen el sentimiento trágico de la vida. Ahor~
por ejemplo, sacrificar una generación de hombres a la generación recuerdo a Marco Aurelio San Agustín, Pascal, Rousseau, Rene,
que le sigue cuando no se tiene sentimiento del destino de los sa- Obermann, Thomson (1), Leopardi, Vigny, Lenau, Kleist, Amiel,
crificados. No de su memoria, no de sus nombres, sino de ellos 1 James Thomson, author of "The City of Dreadthful Night. Nota del
mismos. autor en la versión inglesa. (N. del E.)
DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 163
162 MIGUEL DE UNAMUNO
sí ~ismos, Y \In.os a otros". ToGo lo vital es irracional y todo lo ..,
racional. Ni salva al anhelo de inmortalidad, sino que lo disuelve rac10nal es. antivital, porque la razón es esencialmente escéptica.
y hunde, el agnosticismo o doctrina de lo inconocible, que cuando Lo racional, en efecto, no es sino lo relacional· Ja razón se .
ha querido dejar a salvo los sentimientos religiosos ha procedido limita a relacionar elementos irracionales. Las matediáticas son la
siempre con la más refinada hipocresía. Toda la primera parte, y ú?ica ci:ncia perfecta en cuanto suman, restan, multiplican y di-
sobre todo su capítulo V, el titulado "Reconciliación" -entre la viden numeros, pero no cosas reales y de bulto; en cuanto es la
razón y la fe, o la religión y la ciencia se entiende-, de los Pri- más formal de las ciencias. ¿Quién es capaz de extraer Ja raíz cúbica
meros Principios, de Spencer, es uri modelo, a la vez que de su- de este fresno?
perficialidad filosófica y de insinceridad religiosa, del más refinado Y, sin ~r:ibargo, n~cesitamos de la lógica, de este poder terrible,
cant británico. Lo-inconocible, si es algo más que lo meramente para. i:rasm1tir pensamientos y percepciones y hasta para pensar y
desconocido hasta hoy, no es sino un concepto puramente negativo, percibir, porque pensamos con palabras, percibimos con formas.
un concepto de límite. Y sobre eso no se edifica sentimiento nin- P_ensar es hablar uno consigo mismo, y el habla es social, y so-
guno. ciales son el pensamiento y la lógica. Pero ¿no tienen acaso un
La ciencia de la religión, por otra parte,¡> de la religión como contenido, una materia individual, intrasmisible e intraductible? ¿Y
fenómeno psíquico individual y social, sin entrar en la validez no está aquí su fuerza?
objetiva trascendente de las afirmaciones religiosas, es una ciencia Lo que hay es que el hombre, prisionero de Ja lógica, sin Ja
que, al explicar el origen de la fe en que el alma es algo que puede cual no piensa, ha querido siempre ponerla al servicio de sus an-
vivir separado del cuerpo, ha destruído la racionalidad de esta helos, ,Y .sobre to~o del fundamental anhelo. Se quiso tener siempre
creencia. Por más que el hombre religioso repíta con Schleierma- a l'.1 l.og1ca, y !ilªs en la Edad Media, al servicio de la teología y
cher: "La ciencia no puede enseñarte nada, aprenda ella de ti", la iunsprudencia, que partían ambas de lo establecido por la auto-
por dentro le queda otra. ridad.. L.a lógica no se pr~puso basta muy tarde el problema del
Por cualquier lado que la cosa se mire, siempre resulta que conoc1m1ento, el de la vahdez de ella misma, el examen de los
la razón se pone enfrente de ese nuestro anhelo de inmortalidad per- fundamentos metalógicos.
sonal, y nos le contradice. Y es que, en rigor, la razón es enemiga , . "La teología occidental -escribe Stanley- es esencialmente
de la vida. log1ca en su forma y se basa en la ley; la oriental es retórica en la
Es una cosa terrible la inteligencia. Tiende a la muerte como forma y se basa en la filosofía. El teólogo latino sucedió al abogado
a la estabilidad la memoria. Lo vivo, lo que es absolutamente ines- romano; el teólogo oriental, al sofista griego" (1).
table, lo absolutamente individual, es, en rigor, ininteligible. La Y todas las elucubraciones pretendidas racionales o lógicas en
lógica tira a reducirlo todo a identidades y a géneros, a que no apoyo ,de nuestra hambre de inmortalidad, no son sino abogacía y
sofistena.
tenga cada representación más que un solo y mismo contenido en
cualquier lugar, tiempo o relación en que se nos ocurra. Y no hay ~º. propio Y .c~racterístico de la abogacía, en efecto, es poner ...1
nada que sea lo mismo en dos momentos sucesivos de su ser. Mi la log1ca al serv1c10 de una tesis que hay que defender, mientras
idea de Dios es distinta cada vez que la concibo. La identidad, que el método, rigu~osamente científico, parte de Jos hechos, de los
es la muerte, es la aspiración del intelecto. La mente busca lo dato.s que la realidad nos ofrece para llegar o no llegar a conclusión.
muerto, pues lo vivo se le escapa; quiere cuajar en témpanos Ja Lo import~nte es plantear bien el problema, y de aquí que el pro-
corriente fugitiva, quiere fijarla. Para analizar un cuerpo, hay que greso consiste, no pocas veces, en deshacer lo hecho. La abogacía
menguado o destruirlo. Para comprender algo, hay que matarlo, supone siempre una petición de principio, y sus argumentos todos
enrigidecerlo en la mente. La ciencia es un cementerio de ideas son, ad probandum. Y la teología supuesta racional no es sino abo-
gacia.
muertas, aunque de ellas salga vida. También los gusanos se ali-
mentan de cadáveres. Mis propios pensamientos, tumultuosos y . La .te<;>l?gía par~e d~l dogma, y el dogma, oo·¡p.a, en su sen-
agitados en los senos de mi mente, desgajados de su raíz cordial, tido . pnmitivo Y mas directo, significa decreto, algo como el latín
vertidos a este papel y fijados en él en formas inalterables, son ya P!aczt.um, lo que ha parecido que debe ser ley a Ja autoridad le-
cadáveres de pensamientos. ¿Cómo, pues, va abrirse Ja razón a la gislativa. De este concepto jurídico parte la teología. Para el teó-
revelación de la vida? Es un trágico combate, es el fondo de la logo, como p~ra el abogado, el dogma, la ley, es algo dado, un
tragedia, el combate de la vida con la razón. ¿Y la verdad? ¿Se punto de J?artida que n.o se discute sino en cuanto a su aplicación
vive o se comprende? Y a su mas recto sentido. Y de aquí que el espíritu teológico 0
No hay sino leer el terrible Parménides, de Platón, y llegar a 1
Arthur Penrhyn Stanlcy, Lectures mz the History of the Eastem Church
su conclusión trágica de que "el uno existe y no existe; y él y todo [lecture I, sect. lll].
lo otro existen y no existen, aparecen y no aparecen en relación a
D E UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRA(}[CO DE LA VIDA 165
164 MIGUEL
. . . d mático mientras el espíritu es- tertulianesco, de credo quia absurdum, que en rigor quiere decir:
abog adesco sea en su prmc1p10 og.
. 'fi ramente rac10na , es ,
l ' escéptico oxs;i;nxo'
' credo quia consolans, creo porque es cosa que me consuela.
trictamente c1~nt1. co, pu - en su rincipio, porque e_l otro sen- No, para la razón, Ja verdad es lo que se puede demostrar que
esto es, investigativo. ~ ?-nado ue Aene hoy más cornenteme~te, es, que existe, consuélenos o no. Y la razón no es ciertamente una
tido del té:mino esceptlc1sm~, e~c~lo y de incertidumbre, ha nacido facultad consoladora. Aquel terrible poeta latino Lucrecio, bajo cuya
el de un sistema de duda, edr
l' · aboga esco e '
d la razón del abuso del dog-
' l d
aparente serenidad y ataraxia epicúrea tanta desesperación se cela,
del empleo teo og1co o. l l de autoridad, el placitwi;, ~ og~ decía que la piedad consiste en poder contemplarlo todo con alma
matismo. El querer aplicar a eytrapuestas necesidades practica~, es serena, pacata posse mente 011111ia tueri. Y fué este Lucrecio el
ma a distintas y a las veces co~icismo de duda. Es la abogacia,, o mismo que escribió que la religión puede inducirnos a tantos males:
lo que ha engendrado el, escep - a desconfiar de la razon, tantum religio potuit suadere malorwn. Y es que la religión, y
lo que es igual, la te?log_1a, ~a ¿~:n~i~s~~~estigativa, escéptica en el sobre todo la cristiana más tarde fué, como dice el Apóstol, un
Y no la verdadera
. ..
ciencia, a
y directo de es e er
t t' mino que no camina a una
, . ,t . escándalo para los judíos y una locura para los intelectuales (I Cor.,
sentido pnmit1vo . d . a ensayar una hipo es1s. I, 23). Tácito llamó a la religión cristiana, a la de la inmortalidad
. ta m proce e smo , l' . mo
solución ya prev1s , . de Santo Tomás, el c as1;~ - del alma, perniciosa superstición, exitialis superstitio, afirmando que
r Tomad la Summa Tneologzca,
, numento d e l a e .
t ología --esto es, e ª <
d l '~bogacía- catohca, y
'
rimero la tesis: utrum ... s1 a
• t l cosa
.
envolvía un odio al género humano, odium generis humani.
Hablando de la época de estos hombres, de la época más genui-
, abridla por dondeqmera. Lo p ºd i' obi"eciones: ad primum s1c namente racionalista, escribía Flaubert a madame Roger des Genet-
odo· en segm a as t
es así o de otro m ' l objeciones: sed contra es ... tes estas preñadas palabras: "Tiene usted razón; hay que hablar con
proceditur; lue~o las respue~;~ ~b~s acía. y eri el fondo ~~ una respeto de Lucrecio; no le veo comparable sino a Byron, y Byron
0 respondeo dzandwn. · · P , dg argumentos hallareis una no tiene ni su gravedad ni la sinceridad de su tristeza. La melancolía
d la mayona e sus t .
gran parte, acaso e . ' more scholastico con es e. s1- antigua me parece más profunda que la de los modernos, que sobren-
falacia lógica que puede dexpre:ar~~cho sino dándole esta exphca- tienden todos más o menos la inmortalidad de más allá del agujero
logismo: Yo no compren o es ~renderlo, luego ésta tiene que _ser negro. Pero para los antiguos este agujero negro era el infinito mis-
ción; es así que tengo que coi:n prenderlo. La verdadera cien~ mo; sus ensueños se dibujan y pasan sobre un fondo de ébano in-
su explicación. O me qu~d~ sm cor;gnorar la abogacía ni duda m mutable. No existiendo ya los dioses, y no existiendo todavía Cristo,
cia enseña, ante todo, ~ u ar y a a solución'. hubo, desde Cicerón a Marco Aurelio, un momento único en que el
1 cree que ignora. Necesita de un upone más o menos a con- hombre estuvo solo. En ninguna parte encuentro esta grandeza; pero
li- A este estado de ánimo en que se s luciÓn acompaña aquello lo que hace a Lucrecio intolerable es su física, que da como positiva.
conocer una so ' . 1 ,f
ciencia, que tenemos que . Coºed cualquier libro apo oge ico, Si es débil, es por no haber dudado bastante; ha querido explicar
de las funestas consecuencias. J ,. con qué frecuencia os ¡concluir!" (I).
es decir, de teol~gía abogad~~ca,. y";~~~:tas consecuencias de e~ta Sí, Lucrecio quiso concluir, solucionar y, lo que es peor, quiso
encontráis con ep1grafes que. IC~~estas de una doctrina probaran, hallar en la razón consuelo. Porque hay también una abogacía anti-
doctrina". y las consecu~ncias f u esta pero no que es falsa, porque teológica y un odium antiheologicum.
a lo sumo, que esta doctrma es un 1~ ue más nos conviene. La
falta probar que lo verdadero r~ien :;º es más que un piadoso
Muchos, muchísimos hombres de ciencia, la mayoría de los que
se llaman a sí mismos racionalistas, Jo padecen.
identificación de la verdadEt ydes sur Blaise Pascal, dice: "De lals El racionalista se conduce racionalmente, esto es, está en su pa-
deseo A Vinet, en sus u ~ a la naturaleza humana, a pel mientras se limita a negar que la razón satisfaga a nuestra ham-
· ·.d d e trabajan sm cesar ·d más
dos neces1 a es qu , 1 más universalmente sentl ~ Y. ' bre vital de inmortalidad; pero pronto, poseído de la rabia de no
1
de la felicidad no ~s so o a ino ue es también la mas im~e­ poder creer, cae en la irritación del odium antitheologicum, y dice
costantemente expe:1mentada, sólo s~nsitiva; es intelectual. No ~olo con los fariseos: "Estos vulgares que no saben la ley, son malditos".
riosa. y esta ne~es1clad n.~ es s el es íritu (1 ), es una nece~I~~d Hay mucho de verdad en aquellas palabras de Soloviev: "Presiento
P ara el alma, smo tamb1en para d 1 p verdad." Esta propos1c1on la proximidad de tiempos en que los cristianos se reúnan de nuevo
. h forma parte e a . ., ro
la dicha. La d ic a . . . la vérité, es una propos1c1on p. - en las catacumbas porque se persiga la fe, acaso de una manera me-
última. le bonheur fazt partze de . t'fica ni de razón pura. Meior nos brutal que en la época de Nerón, pero con un rigor no menos
·
fundamente ab oga d ese a , pero no cien tI de la dicha en un senf Ido refinado, por la mentira, la burla y todas las hipocresías."
, decir que la verdad forma par e
sena . El odio anti-teológico, la rabia cientificista -no digo científica-
, rit aunque acaso fuera me¡or
l Traduzco aquí por espíritu el france~s~:~ v~z felicidad correspon?e por 1
Gustave F!aubert, Correspondance, Troisieme serie (1854-1869), París,
traducir inteligencia. Así ,com(tº1 t~:ZP~~o~~ dicha), ni necesidad a besom. MCMX.
entero al bonheur frances a
170 MIGUEL DE UNAMUNO
DEL SENTIMIENTO 1kAGICO DE LA VIDA 171

de saber y conocer la verdad; pero la ciencia no satisface nuestras


hasta que bajo el Ecuador rendida
a las llamadas del calor que huye, necesidades afectivas y volitivas, nuestra hambre de inmortalidad,
la ajada prole una mujer tan sólo y lejos de satisfacerla, contradícela. La verdad racional y la vida están
tenga, y un hombre, en contraposición. ¿Y hay acaso otra verdad que la verdad racional? . ,
que erguidos entre trozos de monta_ñas, Debe quedar, pues, sentado, que la razón, la razón humana, den-
en muertos bosques, lívidos, con OJOS
vítreos te vean, sobre inmenso hielo, tro de sus límites, no sólo no prueba racionalmente que el alma sea
, ¡oh, sol, ponerte! (1). inmortal y que la conciencia humana haya de ser en la serie de los
tiempos venideros indestructible, sino que prueba más bien, dentro
¿Pero es posible trabajar en alg? s~rio. Y. duradero, ~lvidando de sus límites, repito, que la conciencia individual no puede persistir
el enorme misterio del Universo y sm mqumrlo? ¿Es posible con- después de la muerte del organismo corporal de que depende. Y esos ~
templarlo todo con alma serena, . según la piedad lu~rec~ana, pen- límites, dentro de Jos cuales digo que la razón humana prueba esto, O
sando que un día no se ha de refteiar eso todo en conciencia humana son los límites de la racionalidad, de lo que conocemos comproba-
alguna? · L · damente. Fuera de ellos está Jo irracional, que es Jo mismo que se
"¿Sois felices?", pregunta Caín en el poema byromano a uc1- le llame sobre-racional que infra-racional o contra-racional; fuera
fer, príncipe de los intelectu~les, y és~~ le _responde: "Somo~ pode- de ellos está el absurdo de Tertuliano, el imposible del certurn est,
rosos"· y Caín replica: "¿Sois felices? , Y"' entonces el ~ran mtelec- quia impossibile est. Y este absurdo no puede apoyarse sino en la l
tual le' dice: "No; ¿lo eres tú?" Y más ~del~nte e_ste mismo Luzbel más absoluta incertidumbre. -4
dice a Adah hermana y mujer de Cam: · Esco1e ~ntre el Amor La disolución racional termina en disolver la razón misma en
y la Ciencia, ~ues no hay otra elección". Y en ~ste m1s:no estupendo el más absoluto escepticismo, en el fenomenalismo de Hume o en
poema, al decir Caín que el árb?} de la ciencia del bien Y del 1:1ª1 el contingencialismo absoluto de los Stuart Mill, éste el más conse-
era un árbol mentiroso, porque no sabemos nada, _Y su"prometida cuente y lógico de los positivistas. El triunfo supremo de la razón,
ciencia fué al precio de la muerte", Luzbel le rephca: Pu~de ser también analítica, esto es, destructiva y disolvente, es poner en duda
que la muerte conduzca al más alto conocimiento". Es declf, a la su propia validez. Cuando hay una úlcera en el estómago, acaba
nada. . . dº 1 d B éste por digerirse a sí mismo. Y la razón acaba por destruir la va-
En todos estos pasaje~ donde he tra~ucid? c1enc1a, ice ?r t lidez inmediata y absoluta del concepto de verdad y del concepto
ron Knowledge, conocimiento; el frances sc1ence y el aleman W1s- de necesidad. Ambos conceptos son relativos; ni hay verdad ni hay
senschaft, al que muchos enfrentan la wisdom -sagesse franc:esa ,Y necesidad absolutas. Llamamos verdadero a un concepto que con-
weisheit alemana- la sabiduría. "La ciencia llega, pero_ la s_ab1duna cuerda con el sistema general de nuestros conceptos todos, verdade-
se retarda. y trae un pecho cargado, lleno de triste expenencia, avan- ra a una percepción que no contradice al sistema de nuestras per-
zando hacia la quietud de su descanso." cepciones; verdad es coherencia. Y en cuanto al sistema todo, al con-
junto, como no hay fuera de él nada para nosotros conocido, no cabe
Knowledge comes, but Wisdonz lingers, a11d h.e bears a ~ad:n breas!, decir que sea o no verdadero. El universo es imaginable que sea en
Full of sad experience, moving toward the st1l/ness of hzs 1est.
sí fuera de nosotros, muy de otro modo que como a nosotros se nos
aparece, aunque ésta sea una suposición que carezca de todo sentido
dice otro lord, Tennyson, en su Locksley Hall. ¿Y qué es esta s~bi­
racional. Y en cuanto a Ja necesidad, ¿la hay absoluta? Necesario
duría, que hay que ir a buscarla p~incipalmente en los poetas, deian-
no es sino lo que es y en cuanto es, pues en otro sentido más tras-
do la ciencia? Está bien que se diga, con Matthew ~rnold -ei: su
cendente, ¿qué necesidad absoluta, lógica, independiente del hecho
prólogo a los poemas de Word~worth-:-, que la poe,sia es la rea~1dad
de que el universo existe, hay de que haya universo ni cosa alguna?
y la filosofía la ilusión; la razon es siempre la razon, Y la realidad,
la realidad, lo que se puede probar que existe fuera de nosotros, El absoluto relativismo, que no es ni más ni menos que el es-
cepticismo, en el sentido más moderno de esta denominación, es el
consuélenos o desespérenos. . , .
No sé por qué tanta gente se escandalizo o hizo que se escan- triunfo supremo de la razón raciocinante.
dalizaba cuando Brunetiere volvió a proclamar la bancar:~~a de la Ni el sentimiento logra hacer del consuelo verdad, ni la razón
ciencia. Porque la ciencia, en cuanto sustitutiva de _la rehg1on, Y_ la logra hacer de Ja verdad consuelo; pero esta segunda, la razón, pro-
razón en cuanto sustitutiva de Ja fe, han fracasado s1em:Pre. La _Cien- cediendo sobre la verdad misma, sobre el concepto mismo de la
cia podrá satisfacer, y d~ hecho ~a~isface en una medida creciente, realidad, logra hundirse en un profundo escepticismo. Y en este
nuestras crecientes necesidades log1cas o mentales, nuestro anhelo abismo encuéntrase el escepticismo racional con la desesperación
sentimental, y de este encuentro es de donde sale una base -¡terri-
1 La traducción es mía, y figura en mi tomo de Poesías. ble base!- de consuelo. Vamos a verlo.
Julián Marías 1

18 EL TEMA DE UNAMUNO MIGUEL DE UNAMUNO


19

casos excepcionales- queda definida en sus grandes rasgos en viva de Unamuno- la filosofía se impone la exigencia de llegar
un momento de su vida, que puede oscilar entre los treinta y a esta idea y a este uso de la razón. Desde la fenomenología de
los cincuenta años. Después de esa fecha, las ideas adquiridas Husserl hasta la analítica de la existencia de Heidegger, pasan-
se incorporan, ciertamente, a su haber intelectual, pero ya con do por la teoría de la percepción del prójimo de Scheler, se han
otra categoría; no son ideas vivas, que informen su mente, sino dado pasos decisivos en esta dirección. Y tal vez los más explí-
cosas sabidas, objeto de conocimiento, pero no principios efica- citos y claros han sido los de Ortega, que postula temáticamen-
ces que _le sirvan para comprender desde ellos la realidad. Una- te, frente a la razón matemática o eleática, que ha dominado
muno nació en 1864; la Vida de Don Quijote y Sancho es de la filosofía desde Grecia hasta el racionalismo, una razón histó-
1905; todavía en ella no está constituida íntegrainente la: men- rica o vital. (La expresión impresa más clara y precisa de su
talidad de su autor; pero en 1912 publica su libro -capital en pensamiento se encuentra en su libro Historia como sistema.)*
una dimensión- Del sentimiento trágico de la vida; tenía en- Pero sobre esto tendremos que volver en otro lugar.
tonces Unamuno cuarenta y ocho años, y estaba ya definido su Para U11_a.:~-~!1C>i pues, ..razón y vida se oponen, y el instru-
pensamiento; de ese estadio no pudo pasar en lo sustancial. La mento racional es incapaz de abrirse a lo viviente sin enrigide-
obra filosófica de Scheler, de Heidegger o de Ortega, en la me- cerlo y matarlo. La razón no puede llegar al hombre de carne y
dida en que pudo conocerla -en sus ·escritos no es fácil encon- hueso y satisfacer su necesidad de saber si ha de morir del todo
trar alusiones a ella-, hubo de quedar para él inoperante, o no. Pero Unamuno se da cuenta de que tampoco se puede es-
fuera de su pensamiento vivo. Es enormemente dificil superar " .·1 coger uno de los dos términos para quedarse sólo con él y aban-
en la .madurez o al llegar a los confines de la ancianidad el donar el otro. «Razón y fe -dice- son dos enemigos que no
nivel general del propio pensamiento; es penoso y poco accesi- pueden sostenerse el uno sin el otro.. Lo irracional pide ser ra-
ble ser el sucesor de sí mismo; y ésta es la tragedia intima de E.!9.~~Hzado, y .:~~a.~~P.:....sól9 puede operm~-sobre-io.Trracional.»
algunos filósofos, sobre todo de aquellos tan perspicaces para Y luego: «La vida no se puedesostener-sfoo sobre--Ia·-;;~·ó;;:, y
adivinar el próximo futuro, que sienten que su obra, apenas la razón a su vez no puede sostenerse sino sobre fe, sobre vida,
escrita, y aun antes de acabar de formularse, exige dar un paso siquiera fe en la razón.» Aquí palpa Unamuno, certeramente,
más, esencialmente distinto del que ha consumido el tenso es- !!_~ará~te~ esencial de la vida, que es su exigencia de raciona-
fuerzo de su vida. Jülfilh cumplida o no. El hombre necisiTas.abeÍ:··aqué atenerse,
Para Unarnuno,__fª~.Qn~~-~1-~!~.J.2.go, __~~~arni~nto disct:t~~- necesita una certeza evidente acerca de las cuestiones que de
-·~-~Y9J. y, corno consecuencia de ello, el mismo discurso, el decir. verdad le importan, aquellas que le son menester para vivir.
En rigor: !~--~-~~fa~~y]-~.i!!_acio~al c_oinciden para él; y corno Y a esto es a lo que más propiamente se puede llamar rázón.
el lógos, en este sentido, s~ refi~re a lo genérico y .Pe.rnrn.n.ente, Por eso la «cuestión única» de Unamuno es, en efecto, problema
l,.
rio éabe aplicarlo a la realidad vital individual, y ésta resulta para los hombres tod,os, y no queda descartada en modo alguno
8 bis indecihfo ... Unarnuno. entiende la razón··:ccnno--Ta facultad . de por la fe. b_~!.~.~!! la yida perdurable es. una convicción en que
.. _apres~r~ en fórmulas ª-.jas_Y- univ;rsai-;~ sus obf~t;~y-·-~-u-;;do s: apoya la existencia del cristiano; Eero !!.9_~Q.~!!Y.i? sino antes
IstüS';corilo acontece. coii" la vida humana, son por su·--es.elicfii bien plantea, el problema de preguntarse racionalmente qué es
indivi<l~-Ui~-5··-y--caffi.hi~n)~~,-~(;~iiS.!'ª~raque··-¡~-·ra~§~--~º es apt~ l.ª-.Yida. :¡?erdt7rabf{;ycóñio""eSi}OSi~;-<lel mismo-modoqÜe la
parii1iegaí~- á elfos. 'üiiarnuno no se plantea siquiera la posibili- fe en Dios no elimina la teología, sino justamente lo contrario:
da-d 'Cle ·neg-3.r a·--ofra idea de la razón, según la cual la· niisJón la religión es el motor de ~a especulación teológica. Y, por otra
de ésta sería aprehender la realidad -no este o aquel tipo\de parte, Unamuno ve bien que la razón no es un puro juego men-
ella-, tal corno es, es decir, no imponiéndole un molde tornaijo tal, sino que tiene que arraigarse en la vida misma y en una fe,
de una esfera parcial de la realidad, sino adaptándose a su ín-
tima contextura .. :Hoy -Pero no en el tiempo de la formación * Cf, también mis libros La Escuela de Madrid (Obras, V). Introducción a la Fi-
losofia (Obras, 11) y 01·tega, Circunstancia y vocación (1960).
122 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 123

Ha·11:2~ avílp(l);wt i:o·1 2tllswt opqo•rwt 'f"J:;2t, "todos los hombres se verdad por la verdad misma, las necesidades de la vida fuerzan y
empeñan por naturaleza en conocer". Así empieza Aristóteles su tuercen a la ciencia a que se ponga al servicio de ellas, y los hom-
Metafísica y desde entonces se ha repetido miles de veces que la bres, mientras creen que buscan la verdad por ella misma, buscan
curiosidad o deseo de saber, lo que según el Génesis llevó a nuestra de hecho la vida en la verdad. Las variaciones de la ciencia de-
primera madre al pecado, es el origen de la ciencia. penden de las variaciones de las necesidades humanas, y los hom-
Mas es menester distinguir aquí entre el deseo o apetito de bres de ciencia suelen trabajar, queriéndolo o sin quererlo, a sa-
conocer, aparentemente y a primera vista, por amor al conocimiento biendas o no, al servicio de los poderosos o al del pueblo que les
mismo, entre el ansia de probar del fruto del árbol de la ciencia, pide confirmación de sus anhelos.

,
y la necesidad de conocer para vivir. Esto último, que nos da el ¿Pero es esto realmente un peso muerto y una grosera materia
conocimiento directo e inmediato, y que en cierto sentido, si no de la ciencia, o no es más bien la íntima fuente de su redención?
pareciese paradójico, podría llamarse conocimiento inconcientc, es El hecho es que ello es así, y torpeza grande pretender rebelarse
común al hombre con los animales, mientras lo que nos distingue contra la condición misma de la vida.
de éstos es el conocimiento reflexivo, el conocer del conocer mismo. El conocimiento está al servicio de la necesidad de vivir, y
Mucho han disputado y mucho seguirán todavía disputando los primariamente al servicio del instinto de conservación personal. Y
hombres, ya que a sus disputas fué entregado el mundo, sobre el esta necesidad y este instinto han creado en el hombre los órganos
origen del conocimiento; mas dejando ahora para más adelante lo
que de ello sea en las hondas entrañas de la existencia, es lo ave-
del conocimiento, dándoles el alcance que tienen. El hombre ve,
oye, toca, gusta y huele lo que necesita ver, oír, tocar, gustar y
..J
riguado y cierto que en el orden aparencial de las cosas, en la oler para conservar su vida; la merma o la pérdida de uno cual-
vida de los seres dotados de algún conocer o percibir, más o menos quiera de estos sentidos aumenta los riesgos de que su vida está

,
brumoso, o que por sus actos parecen estar dotados de él, el cono- rodeada, y si no los aumenta tanto en el estado de sociedad en
cimiento se nos muestra ligado a la necesidad de vivir y de procu- que vivimos, es porque los unos ven, oyen, tocan, gustan o huelen
rarse sustento para lograrlo. Es una secuela de aquella esencia mis- por los otros. Un ciego solo, sin lazarillo, no podrfa vivir mucho
ma del ser, que, según Spinoza, consiste en el conato por perseverar tiempo. La \n.ec«:ií'~es otro sentido, el verdadero sentido común.
indefinidamente en su ser mismo. Con términos en que la concre- El hombre, pues, en su estado de individuo aislado, no ve, ni
ción raya acaso en grosería, cabe decir que el cerebro, en cuanto oye, ni toca, ni gusta, ni huele más que lo que necesita para vivir
a su función, depende del estómago. En los seres que figuran en lo y conservarse. Si no percibe colores ni por debajo del rojo ni por
más bajo de la escala de los vivientes, los actos que presentan ca- encima del violeta, es acaso porque le bastan los otros para poder
racteres de voluntariedad, los que parecen ligados a una conciencia conservarse. Y los sentidos mismos son aparatos de simplificación,
más o menos clara, son actos que se enderezan a procurarse sub- que eliminan de la realidad objetiva todo aquello que no nos es ne-
sistencia al ser que los ejecuta. cesario conocer para poder usar de los objetos a fin de conservar
Tal es el origen que podemos llamar histórico del conocimiento, la vida. En la completa oscuridad, el animal que no perece acaba
sea cual fuere su origen en otro respecto. Los seres que parecen por volverse ciego. Los parásitos, que en las entrañas de otros ani-
dotados de percepción, perciben para poder vivir, y sólo en cuanto males viven de los jugos nutritivos por estos otros preparados ya,
para vivir lo necesitan, perciben. Pero tal vez, atesorados estos co- como no necesitan ni ver ni oír, ni ven ni oyen, sino que, converti-
nocimientos que empezaron siendo útiles y dejaron de serlo, han dos en una especie de saco, permanecen adheridos al ser de quien
llegado a costituir un caudal que sobrepuja, con mucho, al ne- viven. Para estos parásitos no deben de existir ni el mundo visual
cesario para la vida. ni el mundo sonoro. Basta que vean y oigan aquellos que en sus en-
Hay, pues, primero, la necesidad de conocer para vivir, y de trañas los mantienen.
ella se desarrolla ese otro que podríamos llamar conocimiento de lujo Está, pues, el conocimiento primariamente al servicio del instin-
o de exceso, que puede a su vez llegar a costituir una nueva ne- to de conservación, que es más bien, como con Spinoza dijimos, su
cesidad. La curiosidad, el llamado deseo innato de conocer, sólo se esencia misma. Y así cabe decir que es el instinto de conservación
despierta y obra luego que está satisfecha la necesidad de conocer el que nos hace la realidad y la verdad del mundo perceptible, pues
\9 para vivir; y aunque alguna vez no ~ucediese así en las condiciones
actuales de nuestro linaje, sino que la curiosidad se sobreponga a la
del campo insondable e ilimitado de lo posible es ese instinto el que
nos saca y separa lo para nosotros existente. Existe, en efecto,
necesidad y la ciencia al hambre, el hecho primordial es que la cu para nosotros todo lo que, de uno o de otra manera, necesitamos co-
riosidad brotó de 1a necesidad de conocer para vivir, jy éste es el nocer para existir nosotros; la existencia objetiva es, en nuestro co-
peso muerto y la grosera materia que en su seno la ciencia lleva; nocer, una dependencia de nuestra propia existencia personal. Y na-
y es que aspirando a ser un conocer por conocer, un conocer la die puede negar que pueden existir y acaso existan aspectos de la rea-
124 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO T>RAGICO DE LA VIDA 125
lidad desconocidos, hoy al menos, de nosotros, y acaso inconocibles, mundo invisible e intangible, percibido por el sentido íntimo que
porque en nada nos son necesarios para conservar nuestra propia vive al servicio del instinto de perpetuación?
existencia actual. La sociedad humana, como tal sociedad, tiene sentidos de que
Pero el hombre ni vive solo ni es individuo aislado, sino que es el individuo, a no ser por ella, carecería; Jo mismo que este indivi-
miembro de sociedad, encerrando no poca verdad aquel dicho de duo, el hombre, que es a su vez una especie de sociedad, tiene sen-
que el individuo, como el átomo, es una abstracción. Sí, el átomo tidos de que carecen las células que le componen. Las células cie-
fuera del universo es tan abstracción como el universo aparte de los gas del oído, en su oscura conciencia, deben de ignorar la existencia
átomos. Y si el individuo se mantiene por el instinto de _conserva- del mundo visible, y si de él les hablasen, lo estimarían acaso crea-
ción, la sociedad~ debe su ser y su mantenimiento al instinto de per- ción arbitraria de las células sordas de la viista, las cuales, a su vez,
petuación de aquél. Y de este instinto, mejor dicho, de la sociedad. habrán de estimar ilusión el mundo sonoro que aquéllas crean.
brota la razón. Mentábamos antes a los parásitos que, viviendo en las entrañas
La razón, lo que llamamos tal, el conocimiento reflejo y refle- de los animales superiores, de los jugos nutritivos que éstos prepa-
xivo, el que distingue al hombre, es un producto social. ran. no necesitan ver ni oír, y no existe, por tanto, para ellos, mundo
visible ni sonoro. Y si tuviesen cierta conciencia, y se hicieran cargo
Debe su origen acaso al lenguaje. Pensamos articulada, o sea de que aquel a cuyas expensas viven cree en otro mundo, juzg~-­
reflexivamente, gracias al lenguaje articulado, y este lenguaje brotó ríanlo acaso desvaríos de la imaginación. Y así hay parásitos sociaíes,
de la necesidad de trasmitir nuestro pensamiento a nuestros prójimos. como hace muy bien notar míster Balfour (1), que, recibiendo de la
Pensar es hablar consigo mismo, y hablamos cada uno· -consigo mis- sociedad en que viven los móviles de su conducta moral, niegan que
mo gracias a haber tenido que hablar los unos con los otros, y en la creencia en Dios y en otra vida sean necesarias para fundamentar
la vida ordinaria acontece con frecuencia que llega uno a encontrar una buena conducta y una vida soportables, porque la sociedad les
una idea que l;mseaba, llega a darle forma, es decir, a obtenerla, sa- ha preparado ya los jugos espirituales de que viven. Un individuo
cándola de la nebulosa de percepciones oscuras a que representa, gra- suelto puede soportar la vida y vivirla buena, y hasta heroica. sin
cias a los esfuerzos que hace para presentarla a los demás. El pen- _creer en manera alguna ni en Ja inmortalidad del alma ni en Dios;
samiento es lenguaje interior, y el lenguaje interior brota del exte- pero es que vive vida del parásito espiritual. Lo que llamamos sen-
rior. De donde resulta que la. razón es social y común. Hecho pre- timiento del honor es, aun en los no cristianos, un producto cris-
L ñado de consecuencias, como hemos de ver.
Y si hay una realidad que es, en cuanto conocida, obra del ins-
tiano. Y aún dio-o más, y es: que si se da en un hombre la fe en Dios
unida a una vida de pureza y elevación moral, no es tanto que el
tinto de conservación personal y de los sentidos al servicio de éste, creer en Dios le haga bueno, cuanto que el ser bueno, gracias a
¡.no habrá de haber otra realidad, no menos real que aquélla, obra, Dios, Je hace creer en El. La bondad es la mejor fuente de clari-
en cuanto conocida, del instinto de perpetuación, el de la especie, videncia espiritual.
y al servicio de él? El instinto de conservación, el hambre, es el fun- No se me oculta tampoco que podrá deeírseme que todo esto
damento del individuo humano; el instinto de perpetuación, el amor, de que el hombre crea el mundo sensible y ama el ideal, todo lo de
en su forma más rudimentaria y fisiológica, es el fundamento de la las células ciegas del oído v las sordas de la vista, lo de los parásitos
sociedad humana. Y así como el hombre conoce lo que necesita co- espirituales, etc., son metáforas. Así es, y no pretendo otra cosa sino
nocer para que se conserve, así la sociedad o el hombre, en cuanto discurrir por metáforas. Y es que ese sentido social, hijo del amor,
ser social, conoce lo que necesita conocer para perpetuarse en so- padre del lemmaie y de la razón y del mundo ideal que de él surge,
ciedad. no es en el fondo otra cosa que lo que llamamos fantasía o imagi-
Hay un mundo, el mundo sensible, que es el hiio del hambre, nación. De la fantasía brota la razón. Y si se toma a aquélla como
y hay otro mundo, el ideal, que es hijo del amor. Y así como hay una facultad que fragua caprichosamente imá11:enes, preguntaré qué
sentidos al servicio del conocimiento del mundo sensible, los hay es el c;ipricho, y en todo caso también Jos sentidos y la razón yerran.
también, hoy en su mayor parte dormidos, porque apenas si la con- Y hemos de ver que es esa facultad íntima social, la imagina-
ciencia social alborea, al servicio del conocimiento del mundo ideal. ción que lo personaliza todo, la que, puesta al servicio del instinto
Y ¿por qué hemos de negar realidad objetiva a las creaciones del de perpetuación, nos revela la inmortalidad del alma y a Dios, sien-
amor, del instinto de perpetuación, ya que se lo concedemos a las do así Dios un producto social.
del hambre o instinto de conservación? Porque si se dice que estas Pero esto para más adelante.
otras creaciones no lo son más que de nuestra fantasía, sin valor
objetivo, ¿no puede decirse igualmente de aquellas que no son sino 1
The Poundatirms of Belief. bein_r;: Notes lntroductory to the study of
creaciones de nuestros sentidos? ¿Quién nos dice que no haya un Theology, by the Rigth Hon. Arthur James Balfour. [London, 1895, cap. IV.]
DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 127
126 MIGUEL DE UNAMUNO
las artes de que debía valerse para atraer a su casa amantes, que le
Y ahora bien: ¿para qué se filosofa?, es decir, ¿para qué se in- pidió ella al filósofo que fuese su compañero de caza, aovíl-~er.cc·r¡t;.
vestiga los primeros principios y los fines últimos de las cosas? ¿Para su alcahuete, en una palabra (1). Y es que, de hecho, en arte de_ al-
qué se busca la verdad desinteresada? Porque aquello de que todos cahuetería, aunque sea espiritual, suele no pocas veces convertirse
los hombres tienden por naturaleza a conocer, está bien; pero ¿para la filosofía. Y otras, en opio para adormecer pesares. ,
qué? Tomo 2,l azar un libro de metafísica, el que encuentro mas a
Buscan los filósofos un punto de partida teórico· o ideal a su tra- mano, Time and Espace, a Metaphysical Essay, de Shadwort~ H.
bajo humano, el de filosofar; pero suelen descuidar buscarle el pun- Hodgson (2); lo abro, y en el párrafo quinto del primer capitulo
to de partida práctico y real, el propósito. ¿Cuál es el propósito !J.l de su parte primera, leo: "La metafísica no es, p!op1_amente hablan:
hacer filosofía, al pensarla y exponerla luego a los semejantes? do, una ciencia, sino una filosofía; esto es, una c1enc1a ~t:yo fin esta
¿Qué busca en ello y con ello el filósofo? ¿La verdad por la ver- en sí misma, en la gratificación y educación de Jos espmtus que la
dad misma? ¿La verdad para sujetar a ella nuestra conducta y de- cultivan, no en propósito alguno ex~er~~, tal c~mo el de, fundar un
terminar conforme a ella nuestra actitud espiritual para con la vida arte conducente al bienestar de la vida . Exammemos e:>L.:,. Y _vere-
y el universo? mos primero que la metafísica no es, hablando con propiedad
La filosofía es un producto humano de cada filósofo, y cada fi- -properly speaking-, una ~ien~ia, "esto es", th~t is, que es ~na
lósofo es un hombre de carne· y hueso que se dirije a otros hombres ciencia cuyo fin etc. Y esta ciencia, que no es propiamente una cien-
de carne y hueso como él. Y haga lo que quiera, filosofa, no con la cia, tiene su fin' en sí, en la gratificación y edu~ación de los espíritus
razón sólo, sino con la voluntad, con el sentimiento, con la carne y que la cultivan. ¿En qué, pues, que_d_amos? ¿Tiene s"?- fin en s1, o es
con los huesos, con el alma toda y con todo el cuerpo. Filosofa el su fin gratificar y educar a los espmtus que la cult!van? ,i? lo uno
hombre. -- o lo otro! Luego añade Hodgson que el fin de la metaf1s1ca no es
y no quiero emplear aquí el yo, diciendo que al filosofar filo- propósito alguno externo, como el de f_unda~, un arte ~o.nducente al
sofo yo y no el hombre, para que no se confunda este yo concreto, bienestar de la vida. Pero es que la gratific:i-cion del espm~ d~ a~uel
circunscrito, de carne y hueso, que sufre de mal de muelas y no en- que cultiva la filoso~ía, ¿no es p;~te ~el ~1enest~r de s1;1 vida. Fiiese
cuentra soportable la vida si la muerte es la aniquilación de la con- el lector en ese pasaie del metafis1co mgles, y d1game s1 no es un te-
ciencia personal, para que no se le confunda con ese otro yo de ma- jido de contradicciones. .
tute, el Yo con letra mayúscula, el Yo teórico que introdujo en la Lo cual es inevitable cuando se trata de fiiar humanamente eso
L filosofía Fichte, ni aun con el Unico, también teórico, de Max Stir-
ner. Es mejor decir nosotros. Pero nosotros los circunscritos en es-
de una ciencia, de un conocer, cuyo fin esté en sí mismo, eso de 1;1-n
conocer por el conocer mismo, de un alcanzar la verdad por la mis-

r pacios.
¡Saber por saber! ¡La verdad por la verdad! Eso es inhumano.
Y si decimos que la filosofía teórica se endereza a la práctica, la ver-
dad al bien, la ciencia a la moral, diré: y el bien ¿para qué? ¿Es
ma verdad. La ciencia no existe, sino en la conciencia personal, 'f
gracias a ella; la astronomía, las matemáticas, no tienen otra reali-
dad que Ja que como conocimiento tienen las mentes de los q1:1e l~s
aprenden y cultivan. Y si un día ha de acabarse toda conc1en~ia
acaso un fin en sí? Bueno no es sino lo que contribuye a la con- personal sobre la tierra, si un día ha de volver ~ _la nada, es decir,
servación, perpetuación y enriquecimiento de la conciencia. El bien a la absoluta inconciencia de que brotara el espmtu humano, Y no
se endereza al hombre, al mantenimiento y perfección de la so- ha de haber espíritu que se aproveche de toda nuestra c~encia acu-
ciedad humana, que se compone de hombres. Y esto, ¿para qué? mulada, ¿para qué ésta? Porque no se debe per~er ~e vista que ~l
"Obra de modo que tu acción pueda servir de norma a todos los problema de la inmortalidad personal del alma implica el porvemr
hombres", nos dice Kant. BÍen, ¿y para qué? Hay que buscar un de la especie humana toda.
para qué. Esa serie de contradicciones en que el inglés cae, al querer ex-
En el punto de partida, en el verdadero punto de partida, el prác- plicarnos lo de una ciencia cuyo fin está en sí misma, es fácilmente
tico, no el teórico, de toda :filosofía, hay un para qué. El filósofo fi- comprensible tratándose de un inglés que ante todo es hombre. Tal
losofa para algo más que para :filosofar. Primum vivere, deinde phi- vez un especialista alemán, un filósofo que haya hech,o de la filo·
losophari, dice el antiguo adagio latino, y como el filósofo antes que sofía su especialidad, y en ésta haya ente:rad?, matandola a~tes,
filósofo es hombre, necesita vivir para poder filosofar, y de hecho fi. su humanidad, explicara mejor eso de la ciencia, cuyo fin esta en
Iosofa para vivir. Y suele filosofar, o para resignarse a la vida o para sí misma, y lo del conocer por conoce~. , ,
buscarle alguna finalidad, o para divertirse y olvidar penas, o por Tomad al hombre Spinoza, a aquel 3ud10 portugues desterrado en
deporte y juego. Buen ejemplo dy esto último, aquel terrible iro- 1 lvfem. IH, XT. 15. N0ta de la versión italiana. (N. del E.)
nista ateniense que fué Sócrates, y de quien nos cuenta Jenofonte, 2 Part I, cap. I, párrafo 5. (N. del E.)
en sus Memorias, que de tal modo le expuso a Teodota la cortesana
1138 MIGUEL DE UNAMUNO O T R O S ENSAYOS 1139

toque se encadenaban los anteriores toques, hasta fraguar así un Este desdoblamiento de su persona recordóle otra escena de p~­
alma de efluvios y de recuerdos en tomo a aquellas humildes cosas sajero desdoblamiento de sí mismo, de la que. no se acordaba ~m
útiles. Tenía libros amantes, agradecidos, recordadizos, pues cada escalofríos y fué cuando, mirándose a la rmrada en un espejo,
vez que al azar los abriera, abríansele siempre entre las mismas llegó a ve:se como a otro; se contempló cual sombr.~, inconsistente,
páginas, ofrendándole el mismo pasaje siempre, el más regalado, como fantasma impalpable, y a tal punto le sobreco310 ª'l;uello, que
el más intenso, el más avivador que tenían. Y al releerlo resurgían se llamó en voz baja por su nombre. Y su voz le sono a voz de
del ámbito de aquella celda, de sus entrañas, los fugitivos momen- otro, a voz que surgía del espacio, de lo invisible, del misterio im-
tos todos en que otras veces lo leyera y vibraba su alma a lo largo penetrable. Carraspeó luego, se toe?, ,sintió el latir del c~razó~, que
del tiempo, remontando la vibración al pasado, hasta ir a perderse apresuraba su marcha. Y nunca olvido ya aquella escena molv1dable.
donde se pierde la conciencia con ella. Por el balcón de la celda Ahora no era lo mismo ni mucho menos, pero era algo que se
columbrábanse tan sólo, tras los rojos tejados a trechos verde- le parecía. ¿Había él escrito aquello? ¿Era él. el mismo que ~uien
gueantes de líquenes, la~ nubes del poniente que encandecía el sol lo escribiera? ¿No habría en él más de _un su1eto? ¿No llevan~ ,en
en su caída. Allí, más cerca, al borde del tejado frontero, brotaba sí legión de almas dormidas las unas baJO las otras? ¿No dormman
en el canalón la pobre uva de gato, cuyas tiernas florecillas chu- en los limbos de su sesera las almas de sus antepasados todos? ¿Le
paban jugos del poso de saborra que las aguas llovedizas arañaban verían lo¡; demás como él se veía, o muy de otro modo, y estaría
a la recocida arcilla de las tejas. En verano, las palomas del cam- haciendo y diciendo lo que creía hacer y ~ecir? , . ,
panario vecino bajaban a arrullarse en el tejado, y al borde de él Esta última idea, idea absurda y desatmada, vema obses1onan-
picoteaban el fruto de las uvas de gato, mientras sesgaban los ne- dole hacía tiempo, y le acongojaba, porque se decía: "Esto es una
gros arrejáqueles el aire. Otras veces paseaban el tejado, conto- locura, no más que una locura." -
neándose, los gatos ondulantes. Y también en ello había descansado Ocurríale en efecto con sobrada frecuencia, mientras iba tran-
su mirada: también el espontáneo jardincillo del canalón, y las quilo por la 'calle, pens~r esto: "¿Y si mientras yo cr~o ir tr~~quilo
palomas, los vencejos y los gatos eran suyos y eran a la vez de lo y formlfil estuviera en realidad dando piruetas, o hac1en~o nd1c~l~s
otro; también, mientras los asía con su vista, habían cursado sus contorsipnes, o cometiendo actos vergonzosos? Esa ammadve~10n
pensamientos más íntimos. que hada mí noto en éste .Y aquél, ¿no será porque les, he dicho
Se encerró allí en su celda, como ostra en su concha; dió a su cosas que ignoro haberles dicho, o porque cuando he creido darles
mente suelta, y sin espolearla ni embridarla dejóla a su albedrío. la mano les he hecho algún gesto de impudencia o desdén c,on
Vagabundeó un rato desflorando pasajeras ideas mientras revolo- ella? Cuando me figuro estar diciendo una cosa, ¿no estarán oyen-
teaba por los lomos de los libros, adivinando nombres famosos y dome otra muy distinta y acaso contraria?
títulos de prestigio. Después fué recojiéndose, agazapándose en el La obsesión de este absurdo le desasosegaba, le malhumoraba,
cuerpo a que animaba y de que se servía, y luego el brazo de ese hacíale dudar de la salud y firmeza de su r.azón y emplear t~do el
cuerpo recojió un papel y sus ojos lo recorrieron. vigor de autosugestión de que era capaz para desecharla de s1.
Era el ruidoso manifiesto que tanto había dado que hablar; era Con un vigoroso esfuerzo se sacudió el terco absurdo, pero
el famosísimo escrito en que él, él mismo, el que estaba entonces volviendo a la extrañeza de su propio escrito.
arrellanado en su sillón de vaqueta, vació su espíritu. Se puso a Antaño, largo tiempo ha, había sido ~n decidid? deter1!1-inis~a,
leerlo, y a medida que lo leía invadíale un extraño desasosiego. ni siquiera toleraba que se le hablase del libre albedno: tan rrrac10-
No, aquello no era suyo, aquello no había querido él escribir, no nal le parecía este supuesto. Pero luego, estudiando. 1!1-ás el asunto,
era aquello lo que había pensado y creído, no era lo que había habíasele quebrantado aquella cerrada fe determ1msta; y ahora,
escrito. Y, sin embargo,-no cabía duda: aquello, aquello que veía cuando le encontramos arrellanado en el sillón de su celda, ante
ahora tan extraño, aquello fué lo que escribió y con lo que más su manifiesto ha echado la cuestión de determinismo o libre al-
bedrío a la cÍlla de la metafísica, adonde raras veces baja. Ya no
r renombre había ganado. Volvió a leerlo.
No, no comunica uno lo que quería comunicar -pensó-;
apenas un pensamiento encarna en palabra, y así revestido sale al
cree que la ciencia ha llegado a poner en claro tal cuestión, sino
que se enreda siempre en una petición de principio. _Mas lo que
mundo, es de otro, o más bien no es de nadie por ser de todos. sí siente lo siente más que lo piensa, es que por muy libre que uno
La carne de que se reviste el lenguaje es comunal y es externa; sea dentro de sí, en cuanto tiene que exteriorizarse, manifestarse,
engurruñe el pensamiento, lo aprisiona y aun lo trastorna y contra- hablar y obrar, comunicar con los prójimos, en cuanto tien~ .que
hace. No, él no había querido decir aquello, él nunca había pen- servirse de su cuerpo o de otros cuerpos, queda atado a las ngidas
sado aquello. leyes de ellos, es esclavo. Mis actos -piensa- no son. nunca ex-
Pué singular y desasosegador el efecto que le produjo leerse. clusivamente míos: si hablo, he de disponer de un aire que no
como a un extraño, leer sus escritos como si lo fueran de otro. es mío para que mi voz se produzca; y ni aun mis cuerdas vocales
L
1i40 MIGUEL DE UNAMUNO O T R O S ENSA yos 1141

son en rigor mías, ni es mío el lenguaje de que he de valerme si los dos otro cualquier idioma humano en que pudieran ~~tenderse,
quiero que me entiendan, y lo mismo me ocurre si escribo, si pego, fueron en el vagón solos, el uno frente a la otra, m1!,andose Y
si beso, si me bato. Y agrega: "Es que yo mismo, ¿soy mío?" Y ~ ratos sonriéndose. y fué una larga y tirada co_nversac1on rr:uda.
le vuelve, zumbando, la obsesión atormentadora. Cuando él pensaba algo afectuoso y dulce h,acia su compan~ra,
Hay algo que no hemos incorporado y hecho nuestro, y mucho sonreía ésta, y cuando le cruzaba el pe;ho a}gun anhelo poco hm-
que nos es extraño por completo; y entre ambos términos extremos, pio, el ceño de la extranjera se fruncia. Oians~. acaso el uno al
todo lo que es en parte nuestro y en parte no lo es. Nuestra vida es otro sin saber ellos mismos que lo oyesen, el baur acorn~asado de
un continuado combate entre nuestro espíritu, que quiere adueñarse los ~orazones, que batían al unísono al rato d~ estarse mir'.1nd? los
del mundo, hacerle suyo, hacerle él, y el mundo, que quiere apo- ojos; mas sin duda se mezclaban .Y confundian las respiraciones
\lerarse de nuestro espíritu y hacerle a su vez suyo. Y o -piensa de sus almas. Porque el alma respira. ,
nuestro hombre- quiero hacer al mundo mío, hacerle yo, y el Respira el alma. ¿Por qué no discurrir con _me~~foras? ,
mundo trata de hacerme suyo, de hacerme él; yo lucho por perso- Nuestro hombre se puso a pensar en la respirac1?n Y como el
nalizarlo, y lucha él por despersonalizarse. Y en este trágico com- aire, penetrando en las. celdillas de los pulmones, aireaba l_a sa:1=
bate, porque sí, el tal combate es trágico, tengo que valerme de gre este ambiente interior de nuestro cuerpo. Es la sustancia ma
mi enemigo para domeñarle, y mi enemigo tiene que valerse de terlal del 'mundo -pensaba- que circula, dent~o n~estr?; es el
mí para domeñarme. Cuanto digo, escribo y hago, por medio de mundo diluído y hecho nuestro. Y de aqm paso a 1magmarse a
él tengo que decirlo, escribirlo y hacerlo; y así al punto me lo modo de una aireación espiritual de nuestr~ men~e, Y el mundf
despersonaliza y lo hace suyo, y aparezco yo otro que no soy. de los colores, las formas, los sonidos, las impresiones todas, d_-
¡Miserable menester el de escribir! ¡Lastimoso apremio el de luído en ella. , ,, d ··
tener que hablar! Entre dos que hablan, media el lenguaje, media Pero esto son metáforas, nada más que , metaioras -;-se 130,
el mundo, media lo que no es ni uno ni otro de los interlocutores, y se ana- 'd"10' al punto- .· "·Metáforas?
& ., y ¿que no
. es metafora?
• 1 La-
y ese intruso los envuelve, y a la vez que los comunica los separa. ciencia ~e construye con lenguaje, y el lengua¡e e_s esencia i;ieme
¡Si fuera posible ir creando el lenguaje a medida que se habla lo metaÍÓrito. Materia, fuerza, espíritu, !~: memona ... , metaforas
pensado! ... todo. Cuando los que se tienen por pos1tlvIStas trat3;.n. de barrer l~s
Sin duda es la palabra más perfecta que la escritura por ser metáforas de la ciencia, bárrenlas con escoba metafonca, Y vuelv...,n
. menos material, porque las vibraciones del aire se disipan y se a llenarla de metáforas."
pierden, mientras quedan los trazos de la tinta; sin duda, el f la tus De aquí pasó a revolotear con su mente en torno a ui.; t~ma
vocis, coi:no todo lo que es fugitivo, lleva más rica compañía, or- que le era especialmente favorito, y es el tema de ~a supenondad
questación más completa, y el escrito, como todo lo que cuaja, d.e lo que llamamos imaginación sobre todas las demas llamadas fa-
queda escueto. Mas, aun así, ¡si se pudiera trasmitir el pensamiento cultades del espíritu, y la mayor excelencia de los poetas sobre los
puro, sin más palabra que aquellas vaguísimas y esfumadas en que hombres de ciencia y los de acción. . . .
se apoya dentro del alma! El entenderse de palabra o por escrito Mil veces había. deplorado esa, bárbara mtr~ns1gencia de los
es comunicación accidental, no sustancial. más de los espíritus con los que tema que c_omumcarse;, aunque no
Mira nuestro hombre a las nubes del poniente que allí se mues- sustancial, sino accidentalmente; esa tnst~ mcompreI_Is1on de todo
tran como carmenadas por el viento, invisible marraguero, y ve que parecer que no fuese el de ellos; esa rid1cula ;reencia de que hay
él sol, en su caída, las encandece. Y piensa en la comunión sustan- doctrinas que uno tiene por absurdas, que solo pueden pr,ofesar
cial de los espíritus, en el entenderse por presencia espiritual tan los espíritus perturbados o desquiciados .. y t?do ell? -soha de··
sólo. Una vez, al oír un canto popular entonado por un zagal, y cirse- no es más que falta de imaginac10n, mcapac1dad p:ira re-
que le llegaba cernido en el perenne follaje de las pardas encinas, presentarse las cosas, siquiera pasajeramen~e, c?mo el pro¡1mo ~,e
estremecióse y sintió corno si oyera voces de otro mundo, no de las representa; es sequedad de mollera. ¡Cua;i le3os de. aquel a~pn­
otro mundo que se tienda allende el nuestro, sino de otro mundo simo espíritu del gran Goethe, que se ~entia a un, tiempo de.1st~,
que dentro del nuestro palpita; era como voces que brotaran de panteísta y ateo, y en cuya mente cup1er~r; la ma~ . honda c01~,­
!as entrañas rnismas de las cosas, como canto del alma de las en- prensíón del paganismo con una comprens10n hond1s1rna del cns-
cinas, de las nubes, de los guijarros, de la tierra o del cielo. ¿Dónde tianismo ! Pero Goethe fué un poeta, el. poeta; ;in. verdadero J
había oído antes aquello? ¿Quién sabe? Tal vez una noche, mien- radical poeta y no un miserable discurndor didactlco o dogma-
tras dormía, pasó jun~ó a él el zagal cantando su canción, y la tico de esos ~ue creen marchar más segu~os c~anto más last~e de
canción brezó el sueño de su sueño, hundiéndoselo en las fuentes lógica formal lleven a cuestas de la inteligencia y cuanto mas se
de la vida. Otra vez se encontró, durante un viaje, con una extran- árrastren por la baja tierra del pensamiento, pegados al suelo de la
jera que ni sabía su idioma, ni él sabía el de ella, ni ninguno de tradición o de los sentidos.
MIGUEL J) E L' N A i\f U N O p o E s l A s 241

se. ha de bañar un día cuando vuelva


al seno del oceano
de que surgió, perdida nubecilla,
que el viento de rechazo
POR DENTRO (l) me trajo al alma,
donde le doy amparo.

l
n
¿ES que acaso conoces tú la angustia
úe sei:tir tu regazo ¡OH, no poder dar luz a las tinieblas,
sacudido de un ser que desconoces voz al silencio,
y sin poder librarlo? que mi dolor cantara
¿Ha sentido tu espíritu en congo1a d salmo del misterio!
los apuros de un parto ¡Oh, no poder decir Jo que se muere
que no da a luz y queda entre dolores en sagrado secreto,
como un esfuerzo vano? ante-<; de haber nacido,
¿S~bes lo que es sentir tus pensamientos en el sepulcro-cuna de lo eterno!
agitarse en la sombra, por debajo, í.Dónde está vuestro aroma de ambrosía,
y no verles los ojos ¡oh, flores del invierno!,
ni de su voz sentir el dulce llanto? que antes de abrir al Sol vuestras corola~
¡,Tener dentro del: alma hijos que viven --(¡dulce consue1o!-
atormentados, volvisteis a Jos campos
que te piden la luz y tú no logras a que la Muerte baña con su riego?
darles descanso! ¡Cantar lo que no cabe
Algo grande se agita en mis entrañas, ni en palabras ni en tonos es mi empeño,
algo que es soberano, y decirte, mi amor, aquí, al oído.
algo que vive mi oorazón entero.
con un vivir oscuro y abismático. con su ritmo, sin música. ni letra,
Y ¿no será mejor que allí lo deje con todo su silencio!
sin al mundo sacarlo, Terrible e.<> la palabra
y que viva su vida de tinieblas y su poder, poder de mal agüero.
en hermético arcano, Muere en ella la idea cuando nace,
sin cobrar voz ni forma enterrada en su cuerpo,
sin tener que encarna e~ cuerpo extraño? como muere al dar frnto,
Pues extraño a toda alma es todo cuerpo: del todo nuestro anhelo.
iodo pensar callado, · Que al tocarte mi fiebre en ti despierte
así que toma voz y habla a Jos hombres la fiehre de tu seno,
del mundo en el teatro y se fund:::in así nuestros ardores
pierde la oscuridad en 'que guardaba en un mismo deseo.
todo el celeste encanto Calla, mi a.mor, cierra tu boca fresca,
de su virtud fiuída, que así te quiero;
y es cual duro guijarro, donde dejó su huella la palabra
en vez de ser esencia vaporosa no anida bien el beso.
que del Sol a los rayos Calla, que hay otro mundo
por dentro de1 que vemos,
v t;n"E;;re poema ,ha si,do_ traducido al ingl~s J?Ol" E!canor L. Turnbull. ¡9 52 :
(N. clel ~.)te de el _,e1sps 81-137- al 1tahano, pnr Oreste Macrí, 1952
un mundo en el que tejen las tinieblas
y es todo cielo. J
M 1 G U t,· L
D E U N A ,\f li /V (1
() s ¡ A s 24.\

lt>ajo el grito común su propia queja,


IP'ªrn no oírla.
j';;
'i:
Buscan, pobres, olvido,
huscan hrcgando en ia común porfía.
¡. PO RR E •1 P,~-, t,.,¡ adormecer sus penas,
buscar la dicha · e; ' que crcc.s en (¡¡ lt•cun. ochar fuera la vida
;:Jira cómo te lÍeva v a.ca.llar las domésticas cuesliDnes
lie ~u mano la vida ... ! ~('11 el huero fragor de las políticas.
Sueñas la iiherlad, perdido el .se""'· No hagas caso a los homhres
. -. 'i .
Y te imaginas que se .iuntan y gn,an, .
que ella ha de hacerte homhre. hojas sus gritos son que el v1cn:o lleva
mas ¡ay de ti aquel día mientra en silencio su dolor radica.
en . que en sus braz-0s caigas y en tu ¡;.:3ch,, Baja, pues, al silencio
~;·ienle, así que caigas, el enigma! v espern a qnc el dolor allí te rinda.
· u corres tras de un hito,
1!1<:s hay t_m Dios que dentro tuyo hahi!<L
que es qmen te lleva.
quien tu suerte enca~1ina, 1V
Y ese tu Dios en <'lro bla;Ko tiene
puesta Ja mira, · JES el dolor la fuente
y mientras crees alL.arte a tus e;<;frella" dle ane Ja vida hrota~
a fas suyas te guía. es eÍ dolor 1a flor de Jo divino
;,\les e~;a muchedumbre ·:·;;; la corona
9ue con foror se agita? ddi infinito anhelo.
1)an todos una voz. todos · es (A: dolor el heso de la boca
_
Ja lJan d era es la misma. un gntn~ ,Je nuestra eterna Ivfadre
mas si es urw Ja queja í1a que en el ciclo llora.
son muchas las heridas: Cuando calla el Dolor Ple oye a la Muerte
-::ada cual con la suya fas alas tenebrosas
que c_ela en sí, Y del mundo de;;conífo. f>atir en los profundos
Lanzaronse a Ja plaza cual si fuesen las olas
buscando de sus penas mc<licinn. del mar de Ja ilusión en que los seres
huyendo sus pesares. sin rumbo hogan;
por no veme en la sirna donde se mecen, frágiles harguillas,
de la miseria las fugitivas formas,
la soledad hu'ycndo de sí mismos. dionde esas que llamarnos leyes se alzan
huscando olvido en la rev•¡01t,, ¡·7, c:ual escarpadas rocs.s
.. 7 . ..,·,~el.
V 'l. 1(,d.
l todos braman a una en eme buscando aquéllas su refugio
Y a todos ciega les s<Jcude la ira 1Nonto perecen rotas.
Y cada cual ignora ' Í".s el dolor dd árhol de la vida
:,~ que a su hermano el corazón le mina. fa savia vigorosa:
No hagas caso a los hombres cuando e! m11ndo va a hundirse en la inconciencia.
q_ue se juntan y gritan; Dios ~urge y sopln!
sr una endecha da el coro ~, es su propio d0lor. dolor intenso
de cantares distintos va tejida. -0:.me a las almas azota,
Y cada cual encubre ,,' las almas buscando algún alivio
dentro el alma intranquila ~e revuelven ansiosas
Y hacen el mundo,
que así resulta ser del dolor ohra.
244 MIGUEL o E s J A s
D E U N A u ¡\" o p

¡El, _do1or o la nada! Muere dentro del alma toda pena,


i Quien
n· ~ . ten"ª
t.~ ,,. cora-, ,. . .
cL-OTI venga y csci.J'a' estéril e infecunda,
~!Ce 11 n rcíran ant: gu 0 · J' • si tocándole otra alma dolorosa
s·in . '" Y 1nste: '"Un clavo.
; "'"'~ a <?'!TO clavo"' y toda no le mete la suya.
'ª cii::nc;a del do!0r en él ·'\P- encierra;
es la corona
Por eso te decía que callaras,
v así, en silencio, muda,
de'. saber que en su pecho dolorido clejirncs que tu pena poco a poco,
qmen padeció atesora. desde la hondura
~~tarns una pena de ese tu corazón que cual el mío
sol" con otrn hatc la eterna angustia .
:;i
.. •
ésta es rniÍs'
~ h-.. ,.
pura y g··..
- 1 n1fi'.; divina,
s1 dncc, te subiese a la boca
~1 esw es mas honda, y en invisible y silenciosa espuma
Y ~uanto más lo sea o.e vertiera en la mía y en un canto
mas lle':'~ en sí sustancia d orohásemos su fruta.
pucrl:-t ciivirw. e congoja, · No hago casD del mundo que en 1a plaza
por donde se cnt··a
y allí . ¡. b r n a mrneladae ¡ , o]oria se agita y mete bulla,
. ' ~n ·''S razos de tu Madre "' -·: . creyendo que sus penas ildormece
!,oh,, nu aima sufridora!, . etc, na. con esas luch:is:
pnümd~1te . a las aln'as' q1.1e sufrieron sufre y brega sin tino,
como tu, en una sola no sabe Jo qne busca,
col'.~<:l~ción, las hígrimas y tú para él, mi alma. sólo tienes
~eci~Hras que de sus oi0s lloran. esta pa.labra: ¡nunca!
·· e~a vuesíro consuelo · /\ dar voces vacías,
~¡maros en las ;m~as ¡ pobrecilíos!, se juntan.
e las eternas lagrmias~ , que curan y gritan y más gritan,
~or fi n t?da congoja, y sus penas ocultan,
JillCS en lo eterno del dolor arv· y piden no sé qué que ni ellos sahen
l'a a . , i Jn(1
aunque crean saberlo en su locura.
" 'mm gura se borra
y Ja . " . . •
m1s_na deJa al miscrnhlc Lejos de esos afanes
du'.zura muy sabrosa. que al mundo abrnman
Metcte en tu do!,or V en e, 1 trnhaia casemos nuestras penas en silencio,
por c>c¡irrfar Ja brnza. y de este fuerte enlace acaso 8Urja
frnto consolador que les devuelva
cuando yazgan en murria,
sepultados del tedio en lo profundo.
cuando 1a vida sufran,
cuando toquen lo vano de su empeñ0
, ¡,NO te acuerdas, mi amor que 'e 1 . y deseen haber muerto en Ja cuna.
como en mi seno luchan , , cccia les devuelva la savia de este fruto
p_or darse ~· luz oscuros pensamientos la entrañable du ]zura
sm voz y sm figura? · que 11eva en sí Ja pena qne a1 casarse
Son mis dolores, hijos desdichado consiguió hacerse en e1 amor fecunda.
q U"'ill
~ i. ueren en Ja cuna,
•·· S

cuando no logran que de fuera a ellos


0tros acudan
Y 1os llamen: los saquen, 1ios ahracen.,
con e 11os se confundan .
y en dolorosa conmnió~ besfodo~e
frutos de amor produzcan. . , ,,
/Í s
p () s
:2-Hi MIGUEL f)b' UNAMl!NO
p()f cima de los rnu;1d~s,
abrázate ª e<]Ja Y cada. el silencio
e 'O. 11 cm.0 ,.<l~ va mi amor; en
J .b, -~ de la pena guarda;
1a dulce urn lv_ , harl(l te diic.
callcmo& ya, mi arno1, 1,,
voy a callarme. -· 1 ·ca1Ja,
vr

Y basta, adiós, es hora de callarnos.


van ya muchas palabras;
adiós, mi amor, volvamos al silencio: , • ) l"\A i.'.S.
/\ l.'fh.Or'<.!\ 1 -
P, mnUAL (l)

voy a callarme ... calla!


Un día más que fué, ¿lo sabes? noche'.
pero vendrá mañana, , ..., AS , Di,,s que al fin se fué la
·(n,ACL • d. · .. · ¡ 1 a1ma
y no será otro día, te aseguro. if . , 1 noche en que su1 ü!l a e
~e uc a ' . '~
pues en nuestra alma .. f lindas horns trascuJT1,1..
l )nr in ce • ' · · _.. •
todos los días son un solo día, . . j río "lC <le~p!'.1 1.a,
El cclcstia r?·~ " -
como todas las penas, aunque tantas. -<le \a gracrn e1 r ocío--. -
son una sola pena, - . · , lle"ª a ¡3 s entr::ina>.
ct'n frescura qi.e "' ,~"lo adormecida,
una sola, infinita, soberana, C .üau, ~to en nocturno st. •
,. - sn 1~tlr n1enguaüO~
,.
la pena de vivir llevando ai Todo, y e1 corazon en , ... '" , ~
temblando ante la Nada. , fría ci alma yazga~ .
El tiempo muere ante el dolor supremo. mas , le bañara piadoso
con roas an1or .. · :,
en él se anega el ansia; . 1 , 1 de 1· 1 "racia,
el celcstrn. rocil . -' · ·' "'. 1e c1 cielo.
es el dolor eternizado d único 'D ºll torrn' cuapndo dese. 1
que cura del que mata. ~ r~íre,cando sn inmort<lil anhe.o.
Cuando el pueblo judío e1i el Desierto
contra Dios murmuraba,
fastidiado del pan que era livi2:'10, , «us negrt11·as.
Lt noche ya pase: coi: ·. , n h ...
fastidiado del agua, · -. nl v 111 1stenos«. n ..c e.
serpientes ardorosas sobre ellos l<l cspirrn , ; - l;1s ,horas trascurrían
en cuyo oc.o ''.' d ,, disolverse
va el Señor y desata; infecundas corncn o " .
y morían mordidos por la boca , ,¡ eterno ahismo. , .
de la cruel alimaña. c.1 c. - , el rPstro pa 1ido,
Tan shlo de 1a iuna . . f1 .
Se fueron a Moisés llenos de angustia. , l;i luz manso ie icJo.
del r0 d re d e " ' . , d'
confesaron su faita, ¿on ~1'.1 triste mirada me mfun ia
Moisés oró al Señor y a su mandado
una serpiente de metal les Jabra r iacentera tristeza·;:. ,,, , . lechosa
Su lnmhre ¡11c1anc~~11 ~·" J
y ante el pueblo rendido - 11 ea '.·1 1ni
h ,1. ll<h
0

'
carnpma
. d "1' 1erte-
sereno Ja levanta. 1: ·d 7 de rcs1gn::i a " '- ' ·
en .iVI _e., r~ uc mis campos.
Y a !a serpiente de metal erguida hajo ella pare,,,a q • , .
quien quiera la mirara, ¡~~ campos de mi espmtu_'. 1,

de las otras de carne y moridcras con pesar aspiraban a ]¡¡ ,Mu<1.


~ibre quedaba. : , doh' a 1a vez .. ·
ten11cn . - ,. h·1,1a e~ :4 de m:1:,1'.
Al dolor de metal que siempre dura. _- rno .1 Jin¡énez de llundain~ 1..;c '\ \~ : ; que y1Jcr1i,
dolor que nunca pasa, 1 En una carta de Un;ini~: ;,J:t mfts ínthn::i · 1a ni ns 11b" '1' <'1•• Tan1b.lCi:
l

mira cuando te muerdan los dolores


. j pne'1<1 C0ffi0 ' .' ]"
1899. cahíi.ca a es _:i :~si' cordiales en s1rnbo isn,o
'

¡0 más d;ike tk mi~ ci~;hiicada en Re 1-;str1 N110va, 0 ·


f
t nne V llC U OS , '
qn~ no HeglÍ a ;;cr a'-1.
que comen y que matan; '
le anuncia q11e seia P
¡abrázate al dolor eternizado, (N. del E.)
abrázate a Ja cruz que se levanta
252 MIGUEL D E UNAMUNO VIDA DE DON QUIJOTE Y SANCHO 253

que resucitó al tercer día, y que volverá a la tierra en carne mortal <ladera, y que el mismo Don Quijote, envolviéndose en Cide Hamete
y a hacer de las suyas. Y volverá cuando Sancho, agobiado hoy Benengeli, se la dictó a Cervantes. Y aun llego a sospechar que mien-
por los recuerdos, sienta hervir la sangre que acopió en sus andan- tras he estado explicando y comentando esta vida, me han visitado
zas escuderiles, y monte, corno dije, en Rocinante, y revestido de secretamente Don Quijote y Sancho, y aun yo sin saberlo, me han
las armas de su amo, embrace el lanzón y se lance a hacer de Don desplegado y descubierto las entretelas de sus corazones. .
Quijote. Y su amo vendrá entonces y encarnará en él. ¡Animo, Y he de añadir aquí que muchas veces tenemos a un escritor
Sancho heroico, y aviva esa fe que encendió en ti tu amo y que por persona real y verdadera e histórica, por verle de carne y hueso,
tanto te costó atizar y afirmar, ¡ánimo! y a los sujetos que finge en sus ficciones no más sino por de pura
Y no se cu~nta milagro que hiciese después de muerto, como fantasía, y sucede al revés y es que estos sujetos lo son muy de
se cuenta del Cid que ganó la batalla siendo cadávez, y se cuenta veras y de toda realidad y se sirven de aquel otro que nos parece
de él además que estando muerto también y queriendo un judío de carne y hueso para tomar ellos ser y figura ante los hombres.
tocarle la barba, que en su vida nadie se la tocó Y cuando despertemos todos del sueño de la vida, se han de ver a
este respecto cosas muy peregrinas y se espantarán los sabios al ver
Antes que a la barba llegue, el buen Cid había empuñado qué es la verdad y qué es la mentira y cuán errados andábamos al
a la su espada Tizona, y un palmo la habfa sacado.
El judío que esto vido, muy gran pavor ha cobrado· pensar que esa quisicosa que llamamos lógica, tenga valor alguno
tendido cayó de espaldas, amortecido de espanto. ' fuera de este miserable mundo en que nos tienen presos el tiempo
y el espacio, tiranos del espíritu.
Cosas muy peregrinas conoceremos allí respecto a la vida y a
Don Quijote no sé que haya ganado batalla después de muerto. la muerte, y allí se verá cuán profundo sentido tiene la primera
y sé que muchos judíos osan tocarle la barba. De Don Quijote no parte del epitafio que en la sepultura de Don Quijote puso Sansón
se sabe que haya hecho milagro alguno después de muerto, pero Carrasco, y que dice:
¿no basta con los que hizo en vida, y no fué perpetuo milagro su
carrera de aventuras? Cuanto más que, corno recordaba el P. Ri- "Yace aquí el hidalgo fuerte
vadeneira en el capítulo final .de su tantas veces citada obra al ha- que a tanto extremo llegó
bla~~os de los. milagros que Dios hizo por San Ignacio, entre los de valiente, que se advierte
nac10os de mu¡er no se había levantado, al decir del Evangelio. que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte."
otro mayor que San Juan Bautista, y con todo eso dice de él el
Evangelio mismo que no hizo milagro alguno. Y si el piadoso bió-
grafo de Loyola tiene por el mayor milagro de éste la fundación de Y así es, pues Don Quijote es. merced a su muerte, inmortal:
la Compañía de Jesús, ¿no hemos de tener nosotros por el milacrro la muerte es nuestra inmortalizadora.
mayor de Don Quijote el que hubiese hecho escribir la historia "'de Nada pasa, nada se disipa, nada se anonada; eternízanse la más
su vida a un hombre que, como Cervantes, mostró en sus demás pequeña partecilla de materia y el más débil golpecillo d.e fuerza,
trabajos la endeblez de su ingenio y cuán por debajo estaba, en el y no hay visión, por huidera que sea, que no quede refleiada para
orden natural de las cosas, de lo que para contar las hazañas del siempre en alguna parte. Así como si al pasar por un punto, en el
Ingenioso Hidalgo, y tal cual él las contó, se requería? infinito de las tinieblas, se encendiera y brillara por un momento
No cabe duda sino que en El Ingenioso Hidalgo Don Quijote todo lo que por allí pasase, así brilla un momento en nuestra cor~­
de la Mancha que compuso Miguel de Cervantes Saavedra se mos- ciencia del presente cuando desfila de lo insondable del porvenir
tró éste muy por encima de lo que podríamos esperar de él iuz- a lo insondable del pasado. No hay visión ni cosa ni momento de
gándole por sus otras obras; se sobrepujó con mucho a sí mis;.no. ella que no descienda a las honduras eternas de donde salió y allí
Por lo cual es de creer que el historiador arábigo Cide Hamete se quede. Sueño es este súbito y momentáneo encendimiento de Ja
Benengeli no es puro recurso literario, sino que encubre una pro- sustancia tenebrosa, sueño es la vida, y apagado el pasajero fulgor
funda verdad, cual es la de que esa historia se la dictó a Cervantes desciende su reflejo a las honduras de las tinieblas y allí queda y
otro que llevaba dentro de sí, y al que ni antes ni después de ha- persiste hasta que una suprema sacudida lo reenciende para siem-
berla escrito, trató una vez más: un espíritu que en las profundi- pre un día. Porque Ja muerte no triunfa de la vida como la muerte
d~des. de su alma habitaba. Y esta inmensa lejanía que hay de Ja de ésta. Muerte y vida son mezquinos términos de que nos valemos
h1stona de nuestro Caballero a todas las demás obras que Cervantes en esta prisión del tiempo y del espacio; tienen ambas una raíz co-
esc~ibió, este pa!e_ntísimo y espléndido milagro es la razón principal mún y la raigambre de esta raíz arraiga en la eternidad de lo in-
-s1 para ello hiciesen, que no hacen falta razones, miserables siem- finito: en Dios, Conciencia del Universo.
pre- para creer nosotros y confesar que la historia fué real y ver- Al acabar la historia colgó el historiador su pluma y le dijo:
98 P L-A. TÓ N
ION O DE LA POESÍA - 99
decidir en qué c;:s bueno o mal rap- . se .alaban <Je practicar. Nos dicen
soda. - . . · que, semejantes a las abejas,. VU:elan para .que .no nos quede la más pe- lugar-mismo donde pasa la escena?
loN.-Nada tengo que oponer a aquí. y allá por los jardines y ver- queña duda de que si bien estos be- loN.-jLa prueba que me pones
lo que dices, Sócrates. Sin embargo, geles de . las musas, y. que recogen ·llos poemas son humanos y hechos . a la vista es patente, Sócrates! Por-
puedo asegurar que soy yo, entre y extraen de las. fuentes de miel los por l;i mano .del hombre, son, sin , que si he de hablarte con franqueza,
todos los hombres, el _que habla versos que nos cantan. En esto· di- embargo, divinos y obra de los dio- te aseguro que cuando declamo al-
·mejor y con · más .facilidad sobre cen la verdad, porque el poeta es ses, y .que los poetas no son más gún pasaje patético, mis ojos se lle-
Bornero, y que cuantos me escuchan un ser alado, lig.ero y sagrado, in- que sus. intérpretes, cualquiera que nan de lágrimas, y que cuando re-
c~nvienen en lo bien que hablo; capaz de producir mientras el en- sea el qios que los posea. Para ha- cito .algún trozo terrible o violento,
zmentras que nadf,l puedo. decir so- tusiasmo no le arrastra y le · hace cernos conocer esta verdad, el dios se me erizan los cabellos y palpita
bre los demás poetas. Dime, yo te salir de sí mismo. Hasta el momen- ha querido cantar con toda inten- mi corazón.
lo suplico, .de dónde puede proce- !º de la inspiración todo hombre. es ción la oda más bella del mundo SócRA,TES.-jPero qué, Ion! ¿Di-
der esto. impo~ente :para hacer versos y pro- por boca del poeta más mediano. remos que un hombre está en su
¿No. crees tú que tengo razón, mi sano juicio cuando, vestido con un
' SócRATES.-Eso es lo que quiero nunciar oraculos. Como Io.s poetas querido Ion?
examinar, y quiero exponerte mi no componen merced al .arte, sino traje de diversos colóres y llevando
pensamiento. Ese talento que tie- por una inspiración divina, y dicen loN..-Sí, ¡por Zeus!, tus discur- una corona de oro, llora eri medio
nes de hablar bien sobré Homero, sobre diversos objetos muchas co- sos, Sócrates, causan en mi alma de los . sacrificios y de. las fiestas, ·
no es en ti un· efecto del arte, como s~s Y. muy bellas, tales como las que una profunda impresión, y rrie pa. aunque no haya· perdido ninguno de
d7cfa a~t~s, · sino que es no sé qué tu dices sobre Homero, cada uno rece que los poetas, por un .favor sus adornos, o cuando, en compañía
virtud divma que te. transporta, vir- de ellos sólo puede sobresalir en la divino, son para con nosotros los de más de veinte mil amigos, se le "
.tud .semejante a la piedra que Eu- clase de composición a que le arras- intérpretes de los dioses. ve sobrecogido de terror, a pesar.
rípides ha llamado magnética, y. que tra la musa .. Uno sobresale en el SócRATEs.-¿ Y vosotros los rap- de no despojarle ni hacerle nadie
los más llaman, piedra Heraclea: ditirambo, otro en _los elogios, éste sodas no sois los intérpretes de los ningún daño?
Esta piedra, no sólo atrae los ani- en .las canciones destinadas · al bai- poetas? · · loN.-No, ciertamente, Sócrates,
ll?s de hierro, sino que les comu- le, aquél en los versos épicos~ y otro loN.-También es cierto. puesto que es · preciso decirte la
nica la virtud de producir el. mismo en los yambos, y todos son media- SócRATEs.-¿Luego sois vosotros verdad.
efecto y de atraer otros ·anillos de n?,s fuera del gé~ero de su inspira- los intérpretes de los intérpretes? SÓCRATES.-i,Sabes .tú si trasmi-
suerte que se'- ve algunas veces una cion, porque es esta y nó el arte la loN.-Sin Contradicción. tís los mismos sentimientos al alma
larga cadena de trozos de hierro y que preside a su trabajo. En efecto, · SócRATEs.-Vamos, respóndeme de. vuestros espectadores?
de anillos suspendidos .los unos de si supiesen hablar ·bien, gradas_ al Ion, y no me ocultes nada de lo loN.-Lo sé muy bien .. Desde la
los otros, y todos estos anillos sa- arte, en un solo género, sabrían· que· te voy a preguntar. Cuando re- tribuna, donde estoy. colocado, los
~an su virtud de esta piedra. En igualmente hablar bien en todos los citas, como conviene, ciertos versos veo habitualmente llorar, dirigir· mi-
igual forma, la musa inspira a los demás. El objeto que Dios se pro- heroicos, y conmueves el· alma de radas amenazadoras y temblar como
poetas, éstos comunican .a otros. su pone al privarles del sentido y ser- los espectadores, ya cantando a Odi- yo con la narración· de lo que oyen.
entusiasmo y se forma una cadena virse de ellos como ministros, a ma- seo en el momento en que lanzán- Y necesit~ estar muy atento a los
de inspirados. No es mediante el nera de los profetas y otros adivi- . dose al umbral de su palacio se da movimientos que en ellos se pro- .
~rte.. si~<;> por el entusiasmo y la nos inspirados, es que, al oírles nos- a conocer a los pretendientes de <lucen, porque si_ los hago llorar, yo
-~n~pirac10n,. que los buenos poetas otros, tengamos entendido que no Pené~ope y derrama a sus pies una me reiré y cogeré el dinero;- mien-
ep1cos componen sus bellos poemas. son ellos. los que dicen cosas tan multitud de flechas/ o ya a Aqui- tras que si los hago reír, yo lloraré
Lo mismo sucede .con los poetas lí- maravillosas, puesto que están fue- les arrojándose sobre Héctor,5 o y perderé el -dinero que esperaba.
ricos. Semejantes a los coribantes, ra de su buen sentido, sino que son cualquier otro pasaje conmovedor - SócRATEs.-¿Ves ahora cómo el
que no danzan sino cuando están . los órganos de la divinidad que nos ' de Andrómaca, de · Hécuba o de espectador es el último de estos ani-
fuera de sí mismos, los poetas no hablan por. sil boca. Tínnicos de Príamo,6 ¿te dominas, o estás fuera llos, que, como yo , decía, reciben
están con la sangre fría cuando com- Cálcide es· una prueba bien patente de ti mismo? llena tu alma de en- los unos de los otros la virtud que
ponen sus preciosas odas, sino que. de ello. _No tenemos de él más pie- tusiasmo ¿no -te imaginas estar pre- les. comunica la piedra Heraclea?
desde el momento en que toman el za en verso, que sea digna de tener- sente a las acciones que recitas, y · El rapsoda, .tal como tú, el actor,
tono de la armonía y el ritmo, en~ se en cuenta, que su Peán s que todb que te encuentras en Itaca o delan- es el anillo intermedio, y el primer
tran en furor y se ven al'.l"astrados e~ mundo canta, la oda: más pre- 18bis te de Troya, en una palabra, en el anillo es el poeta mismo. J;>or medio
.· por un entusiasmo igual al de las ciosa que se ha hecho jamás y .que, de estos anillos el dios atrae el alma
·bacantes, que .en sus movimientos como dice él mismo, es re~lmente 4 Odisea. (Golección "Sepan cuan- de los hombres por donde quiere, .
y embriaguez sacan de los ríos le- una producción de lás músas. Me tos ... " Editorftal Porrúa, S. A.) R. haciendo pasar · su virtud de los.
XXII. ¡·
che y miel, y cesan de sacarlas .en ·parece que la divinidad nos ha de- 5 Ilíada. · (Colección "Sepan cuan- unos a los otros, y lo mismo que
el. momento en que cesa su· delirio, jado ver en él un ejemplo patente, tos ... " Editorial Porrúa, S. A.) XXII sucede con la piedra imán, está pen:-.
-1-s.í es, que_ el alina de los poetas 311. ' diente de él una larga cadena de ·
lmcos hace realmente lo que éstos 3 Oda en honor de Apolo. 6 Ilíada. (Id,) XXII, 405, 431, 437, coristas, de maestros de capilla, de
515: submaestros, ligados por los lados a
283
282 MIGUEL DE VNAMVNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA
en que se ve todo lo profundamente trág~~o de la ~omedia !1u-
la flor a~aso de su espíri!u, sus doctrinas racionales de moral, pero .mana, la figura de Nuestro Seño~ Don Qm¡ote, el _Cnsto espanol,
no la raiz, no lo soterrano, no lo irracional." en que se cifra y encierra el alma mmortal. de es~e mi pueblo. 1?-~aso
. ?Por qué pren_dió aq1;1Í, en Españ~, el krausismo y no el hege- la pasión y muerte del Caballero de la Tnste Figura es.}ª pas1on Y
hai:ismo o el k~ntismo, siendo estos sistemas mucho más profundos, muerte del pueblo español. Su muerte y su resurrecci~n: Ya hay
racional Y filosoficamente, que aquél? Porque el uno nos le trajeron una filosofía, y hasta una metafísica qu~jo~esca, Y un:3- _lo~1ca Y una
con raíces. El pensamiento :filosófico de un pueblo o de una época ética quijotescas también, y una rehgi,os1dad -:e~1g1os1dad ~~t6-
es como _su flo~, es aquello que está fuera y está encima; pero esa lica española- quijotesca. Es la filosofra, es la l~g1ca, es la_ etica,
flor, o, s,i se quiere, f~uto, toma sus j~gos de las raíces de la planta, es la religiosidad que he tratado de esbozar Y mas de sugenr que
Y l~s ~aices, q~~ estan dentro y estan debajo de la tierra, son el de desarrollar en esta obra. Desarrollarlas racionalmente, no; la
sentnmento rehgi?;~o. El pensamiento filosófico de Kant, suprema
flor de la evoluc10n mental del pueblo germánico, tiene sus raíces locura quijotesca no consiente la lógica _científica. . ,
y ahora, antes de concluir y despedirme de mis Iec~?res, que-
e? el sentimiento religioso de Lutero, y no es posible que el kan- dame hablar del papel que le está reservado a Don Qut¡ote en la
tISmo, sobre todo en su parte práctica, prendiese y diese flores y
10 frutos en pueblos que ni habían pasado por la Reforma ni aéaso
podí~n pasar por ella. El kantismo es protestante, y nosotros, los
tragicomedia europea moderna.
Vamos a verlo en un último ensayo de éstos.
espanoles, somos fundamentalmente católicos. Y si Krause echó
aquí algunas raíces -más que se cree, y no tan pasajeras como se
supone- es porque Krause tenía raíces pietistas, y el pietismo
como lo demostró Ritschl en la historia de él (Geschichte des Pie~
tismus), ~iene. ,raíces ~spe~íficamente. cató~icas y significa en gran Xll
parte la mvasion o mas bien la persJStencia del misticismo católico
~n el. seno del , racionalismo protestante. Y así se explica que se
CONCLUSION
Krausizaran aqm hasta no pocos pensadores católicos.
Y puesto que los españoles somos católicos, sepámoslo o no DON QUIJOTE EN LA TRAGICOMEDIA EUROPEA
lo sepamos, queriéndolo o sin quererlo, y aunque alguno de nos- CONTEMPORANEA
otros presuma de racionalista o de ateo, acaso nuestra más honda ¡Voz qlle clama en el desierto!
lab<?r de cultura y, lo qu~ vale más que de cultura, de religiosidad
-s1 es que no son lo mismo-, es tratar de darnos clara cuenta (Isaías, XL, 3.)
de ese nuestro catolicismo subconciente, social o popular. Y esto
es lo que he tratado de hacer en esta obra.
Lo que llamo el sentimiento trágico de la vida en los hombres FUERZA me es ya concluir, por ahora al menos, estos en-
Y ei: los pueblos es po~ lo menos nuestro sentimiento trágico de sayos, que amenazan convertírseme en e~ cuento de nunca ªC:ª~ar.
la v~da, el ~e los .esp~noles y el pueblo español, tal y como se Han ido saliendo de mis manos a la impr~nta e.n una casi ~m­
refleJa e3 mi conc1enc~a,. que es una conciencia española, hecha provisación sobre notas recojidas durante anos, sm ?aber temd~
en Espana. Y este sentimiento trágico de la vida es el sentimiento presentes al escribir cada ensayo los que le precedieron. Y as1
mismo cató}i~o de ella, pues el catolicismo, y mucho más el po- irán llenos de contradicciones íntimas -al menos aparentes-, como
P1;1lar, es traipc~. El pue?I? ab?rrece la comedia. El pueblo, cuando la vida y como yo mismo.
Pil:'lto, el senonto, _el distmgmdo, el esteta, racionalista si queréis, Mi pecado ha sido, si alguno, el haberlos exorn,ado en ex~eso
qmere darle comedia y le presenta al Cristo en irrisión diciéndole: con citas ajenas, muchas de las cuales parecerán tra1das con cierta
".¡1!e a~uí el ho_mbre!", se. am~tina y grita: "¡Crucifícalc! ¡Cru- violencia. Mas ya lo explicaré otra vez. _
c1f1cale! No qmere comedia, smo tragedia. Y lo que el Dante Muy pocos años después de haber andado Nuestro Senor Don
el gran católico, _llamó comedia divina, es la más trágica tragedi~ Quijote por España, decía?os Jaco?o ~oehme (Aur~ra, cap. XI,
L que se haya escnto.
Y como he querido en estos ensayos mostrar el alma de un
párrafo 75) que no escribia una h1stona que le hubiesen contado
otros sino que tenía que estar él mismo en la batalla, y en ella en
español y en ella el alma española, he escatimado las citas de es- gran 'pelea donde a menudo tenía que ser vencido como todos los
critores españoles, prodigando, acaso en exceso, las de Jos de otros hombres, ~ más adelante (párrafo 83) añade que? aunque tenga
países. Y es que todas las almas humanas son hermanas. que hacerse espectáculo del mundo y del d~mom~, le q~eda la
Y hay una figura, una figura cómicamente trágica, una figura esperanza en Dios sobre la vida futura, en qmen qmere arnesgarla
776 MIG.UEL D E UNAMUN TORNO AL CASTICISMO 777

ticismo castellano, y de haber aparecido antes de trazar yo las , ~onflicto entre pasto1es y labradores, digan lo que quieran
pagmas que forman este volumen, es seguro que llevarían toques ,s tecmcos a los que no se les cae de la boca lo de la armonía
de que hoy carecen. El Hampa de Salillas, por otra parte, nos trae· .ue e1?-tre agric~ltura y zoot~cnia debe existir, todo esto es de pri-
una explicación de nuestro picarismo, del espíritu andariego y era importancia para exphcarnos nuestra historia interna o me-
trashumante de la casta castellana, que me parece una de las más que interna, íntima. Basta ver a un charro con su cinto' de me-
felices concepciones de la Sociología. Además, después de 1895 di : vaca, la prenda más ü:npropia para doblarse a coger la man-
en fijarme en las diferencias que imprime en los pueblos el que :. . a, basta verle con su aire y porte de jinete parí!- comprender
éstos hubieran sido en sus mocedades, y durante siglos, labradores ~ue, es de raza de ganaderos, de pastores. Y si luego se recorre las
o pastores, y cuánto puede sacarse para la psicología del castellano ¡cj,ehesas, con su monte alto y bajo, y acá y allá, espaciadas, tal
el hecho de que su espíritu sea espíritu de ganadero más que de '.~µal besana y campo de labor de arado, se afirma uno en ello.
labrador. · mo ni son labradores de sangre, ni la tierra son vegas que a
El pueblo judío, pueblo de pastoreo, se percató tan a hondo del Q · se pr~sten, sucede que quince o veinte familias apenas pro-
alcance de semejante diferencia, que en la leyenda que encarnó su zcan mas que una sola en una hacienda dada, y no produciendo
concepción de la historia humana hace arrancar ésta de la ene- s · no les sobra mayoi' margen para la renta, de donde el caso
miga entre pastores y agricultores. De los dos primeros hijos que .que el amo desahucie y eche a familias enteras y borre pueblos
Adán tuvo, el uno, Oaín, fué labrador, y el otro, Abel, pastor; los eros para quedarse con un solo rentero que consumiendo me-
frutos del labrador no eran aceptos a Dios como las ofrendas del le dé más renta. He aquí el origen de la despoblación siste-
pastor, y lleno aquél de envidia mató a su hermano; el primer cri-
men fué un fratricidio: la muerte que el cultivador de los cam-.· bien caracteriza Martín S. A. Hume a:I español cuando
pos dió al guardador de ganado. Y los hijos de Caín, el malo, eI de en el cap~tul~ "'.Il de su libro· The spanish .people, que
labrador, el fratricida, fueron los que primero fundaron una ciu• \1><•,.~,_,..,"'.J' neto continuo siendo, como ha sido siempre, agricultor
dad: Henoc. En este relato hay que admirar dos cosas, y son: la :necesidad y pastor por vocación, cuando no era soldado" (the
una el poner en el comienzo ya de la historia la disensión entre· p,ur~ Spar1;iard continued, as he had always been, an agriculturits
los sedentarios labradores y los pastores errantes y peregrinos, y t:·:~by.:v,ecessity and a shepherd by choice when he was not a soldier).
la otra el cargar el primer homicidio que en la tierra se cometió,, :;',;{X el qu~ es pastor por vocación, por tradición y por herencia, es
no a la lucha por la subsistencia, sino a envidia, pues al ver Caím :.:•6!»cosa sabida, antes que encorvarse a la esteva se mete a buhonero
que el Señor miraba con agrado a su hermano y no a él, "ensa;.' : :\:i~ m,erch~J.?.te. ~ndariego, a aventurero o a conquistador. Si se bus~
ñóse en gran manera y decayó su semblante". (Génesis, IV, 5.) . sa.se la filiacmn de nuestros conquistadores en América estoy segu-
Ambos vislumbres del ingenio judaico se corroboran en nuestra ;ro que se hallaría que los más de ellos eran, como Hernán Cortés
historia y psicología españolas. :Y..:Pizarro, de tierras de dehesas y de montaneras, y no de las pin-
Salillas, en su Hampa, traza la etiología del picarismo arran-1 g~es Y mollares huertas; que eran pastores y no huertanos. El odio
cando de la pobreza de nuestro suelo, que, dando mezquiná base: :.:arusmo del castellano al morisco no cn<o arrancara de otra razóll'
de sustento, obliga a la vagabundez. De aquí aquellos desgraciados, t:~ra ~I odio .de los hijos de Abel a los de Caín, porque también lo~
andariegos, en continua: lucha con la miseria y el hambre, cuando' : ,.¡¡behnos odian y envidian.
"así como el valor del paladín fué reemplazado por la astuta co~: . Y estamos en el segundo agudo vislumbre del relato mosaico:
bardía del ratero, así la guerra contra monstruos y encantadores .' de la envidia. AltamiJ:a, en su Psicología del pueblo español,
sucumbió al común conflicto contra el hambre y la sed", según ,Q,ice: ·
dice Frank Wadleigh Chandler (Romances of Rrgueri, New York,, J:/,;,Ji'<: "Este defecto, no ~ólo ¿bservado por Masdeu, sino también por
1899). Esa misma pobreza de suelo es lo que oí:nigó durante siglos, ::{'.i·~?rner y otros ~p~logistas, me parece rea:l y exacto en sus dos ma-
a mantenerlo dedicado, en las mesetas centrales, a pastos y montes ¡):;~es!acm~es P!lllcipa:les, a saber: la envidia y menosprecio de lo . ,.
más que a tierras labrantías y de pan llevar. Y el pastoreo era en \:;,::.propio (simbolizados. en la célebre caricatura de la cucaña, y fla-
gran parte de trashumancia. Todavía hasta hace poco todos los' ,l;;:~flª.dos en los conocidos versos de Bartrina) y el aprecio excesivo,
años, allá por los meses de junio y fines de setiembre, despertaban :,:;::,a;.01os cen-ados, de t~do lo extranjero". Y Reclus, y con él otros,
a mis hijos por las mañanas haciéndoles saltar de la cama para ir t·: ponderan nues~ra va~1dad. En el fondo la divisa de Don Quijote
a recrearse en la contemplación del espectáculo, los sones de las: 1~~a,la de Rodrigo. Anas: "¡Muera yo! ¡Viva mi fama!'', y en Dul-
esquilas de las ovejas merinas que paraban frente a casa, en un, :c,PJIIea nunca he ~isto más que la Gloria, aunque ni siquiera se le
descanso ele la antigua cañada. Y esto de las cañadas y veredas,; . ,, pasase por las mientes a C~1 vantes tal simbolismo. Lo malo es que
y del antiguo consejo de la Mesta, con toda la cola que traía, y >.·'/·.~se a:lto y exagera~o aprec10. que de nosot;os mismos hacemos, y
el informe sobre la ley agraria de Jovellanos, y cuanto: toca aj. . , ~a sed de ser temdos y estimados por mas que los otros, no se
i
:
D E UNAMUNO EN TORNO AL CASTICISMO 779
778 M I G U E L
nos de una firme y robusta fe en • las más heterogéneas; tratábase de llamar la atención del público, y
acompaña, al presente al m_e fuerzas Queremos que se nos so· ·además no me paré a que mis ideas se yeldasen y asentaran y cua-
nosotros mismos Y en nuestr~s . t ~ara ello· fundamos nuestras "iaran formando pasta. En el mismo ensayo di los motivos de mi
brestime más sin hacer, ~ere~1m1e: os sino en' gracia. de elección. 0, i · ·. conducta.
pretensiones no en . mendto eso~d~~~ fanfarrón sentía de un modo ·. 1··': · ,,/ Abusé algo en lo de negar a la ciencia todo carácter nacional
"Cualquier aldeano iletra o o de su fe· que los espa· '; . ·:¡ ·: ':. o .poco menos, y el correcti.vo a ello lo ofrece el discurso que leí
criatura aparte a causa ' d tr
vago que era una, .sión más alta que la acor~a a a o os '·' r ..en los Juegos Florales de Cartagena este año, y que pronto daré
ñoles y su rey teman ~na ~o millones de españoles vivos, el p~r­ · : ·' a luz con otros cuatro discursos (1).
hombres; y que entre os o , . dividualmente a los ojos de Dios \ >· ' En el tercer ensayo decía que nuestro valor es valor de toro.
ticular Juan o Pedro aparecia, m eloso ortodoxo de todos"' dice :,,;>:·Ahora, a la vista de la depresión y apocamiento de ánimo a que
y de los hombres, como ~l ~~~~o IX Je su obra citada, al tra~ar ••:.~!}· después del desastre colonial hemos venido a dar, hay quien sos-
Martín S. A. Hume en e cap ~ y recuerdo lo que un anngo pecha que ni el valor toruno nos queda, sino mansedumbre boyuna,
de la época de Carlos I de Espana. b de él y mío excelente •.. ', muy útil para ceñirnos a la coyunda del arado.
suele decirme de otro amjgo d~ amd~s~u casta. "El r~conoce en - · · · ~. t En otro pasaje digo que "de todos los países católicos acaso
ejemplar, éste, nuestro ~o~~:~~m1!~s elegancia, .más ~ondad, más · haya sido el más católico nuestra España castiza". Hoy no sus·
otros mas talento, m c ' ted quiera pero el se cree, en · cribiría semejante afirmación, soltada así tan en redondo, sino que
energía de carácter .. ~, todo ~o que u~ llos". Esa extraña idea de :")a ,mondaría y cercenaría por no pocos cantos y esquinas, empe-
conjunto y de por s1, supenor a . to os ~ de mérito de nacimiento : .zando por quitarle el núcleo. Y menos habría de repetir lo de que
una propia superioridad de gracia. y .nd d que ni ~e razona ni se ·:" ' 'µuestro pueblo fué pueblo de teólogos, porque no se ha de llamar
· · · 'n de una supenon a d
y no de a d qms1c10 ' lo otro esa idea que arranca e ' '.' tales a los expositores, glosadores y comentadores de teología. Teó-
justifica ni se funda en ~sto o e~. "ndi~iduality of Spaniards uni- •. .·.; logo es el que hace teología y no el que la explica y defiende, y
lo que Hume llama the mtrospec zve z oca fe en sí mismo cuando donde hay pocos herejes hay pocos forjadores de ortodoxia tam-
da, por incoherente que ello parezca, a !iginaria de envidias y d~ bién, aunque haya corchetes y agarraderos, de ella.
de producirs~ , en obras lse trat~ e~eme quedar por debajo de s1 La afirmación de que San Francisco de Asís no se cuidó
ruindades. Dmase que e ~scogz o . apenas de convertir herejes es un manifiesto error histórieo.
\ . mismo si actúa y se despliega en obras. En lo que insistiría y reinsistiría y remacharía y volvería a
remachar hoy es en lo de la ñoñez y ramplonería de nuestra lite-
\ . 1b . Hasta en el lenguaje yo no sé si la prensa u otra máqui-
' . · h b , entretejido en mi a or s1
Estas " otras cons1derac1ones a na t volumen· pero en' na .cualquiera ha sellado una "hórrida miseria", como la llama
" h 1 t d10
· s que ocupan es e '
hubiese rehec. o os es u d"1 f 1 ta no la que di a luz hace : Martínez Ruiz. Es una lengua uniforme, achatada, la misma para
tonces habría resultad?d un~ ~bia t ~ ~0m; estaba hasta sin corre- · ·todos, vaga en su aparente precisión, esquiva dé\ toda expresión
siete años. He prefen o e1~~ a n \os números d~ La España Mo- .fuertemente individualizada, retusa a abrirse a la gracia del decir
girla. Va, pues, c~mo apa~c~o ~e caótico de digresivo, de frag' dialectal de nuestros campos. ,Da grima oír lo que de la gramá-
derna, con todo o que de e ncluído.' No he querido quitarle tica dicen todos los gramaticaleros caza-gazapos. Entran ganas de
mentario, de esbozado y . ,e no co ' gritarles: ¡Al cuerno con v\iestra corrección y vuestro . aliño!
frescura para ?::rle coh:_1on. los más de mis trabajos poste' es cosa vista, parece que los escritores correctos, aliñados,
En estas paginas. est en ger~e!-1 ue me lee- y aquí podrán hablados están cerrados a cal y canto a toda idea opulenta
riores -los más conocidos~ d~a~u~~%c~nsecuente cÓmo ha sido rebosante vida; no dicen más que memadas de sentido común.
ver los paz¡suatos que me ac cé or sentar de antemano. rompe el ·cascabullo de &us bien ajustadas frases y resultan és-
tarea desarrollar p~tos qu~ e~~f des~stre de Cuba y Filipinas, como muchas avellanas, hueras.
Escribí estas pagmas an;\·nson y Don Quijote, entre el que En can1bio abulté, y no poco, lo de la hipertrofia de nuestra
tes del enco_n~r?nª~? entre ~~ndo en un islote y el que se em: ···.conciencia histórica. No, ni nuestra historia sabemos, contentán·
creó una c1v1hzac1on Y un · , y antes de la muerte con tres o cuatro tópicos de la leyenda que pasa por tal.
peñó .en enderezar el mundo en que v1vrn, ¡Y por supuesto, de lo que yo llamaba entonces intra-historia,
Cánovas. ºb' tonces para corregir las pruebas pizca! No ha mucho abrió el Ateneo de Madrid una informa-
Al releer lo que escn l e:~fümadiones y juicios que no
imprenta, me encuentro. con
Es el titulado "España y los españoles", incluido en el volumen de
pasen sin cierto correctr':'º· yo La tradición eterna tiene escritos unamunianos así tituladm Madrid, Aguado, Clásicos y maestros,
· l gar el pnmer ensa ., d 1955, p. 277-300. (N. del E.)
En pnmer l u que enfusé y embutí una porc1on e
de totum revo utum en

1
1• 1
MIGUEL D E UNAMUNO TRADICION ETERNA
782
castiza movición del alma de nuestro pueblo. Habrá que esper~r a
que se serenen y encalmen un poco, tanto los. que se _encalabn~an
y tapan los oídos al oír el nombre de anarqm~1!1º -¡lag~rto! 1la-
garto!_::.., como los que fingen ponerse frenetlcos al orr el del
carlismo. Habrá que esperar a que entren en seso los· que creen
en la impiedad reinante o en que avanza la ola ne~a , de la reac-
ción los que esperan o temen de judíos, mason~s, 3esmtas o anar-
quistas, los que sueñan el espantajo de mómtas secretas o de
acuerdos del Gran Oriente, todos los que creen en tramoya~ Y en
potencias oscuras y tenebrosas. Por mi parte estoy_ c':nvenc1do de
que ni hay más cera que la que arde, m puede atnb1prsenos a los
hombres segundas intenciones cuando nos contentanamos ~on la
1

primera. Lo único que veo que si no avanza. tampoco se retira de


España es la ola de la ñoñez, de la ~lgandad Y de la ramplo-
nería en que hemos venido a ~aer perdido lo que de fuerte, aun,
que tosco, tenía nuestro casticismo. TOMO aquí los términos castizo y casticismo en la mayor am-
Salamanca, setiembre de 1902, plitud de su sentido corriente.
Castiza deriva de casta, así como casta del adjetivo casto, puro.
Se aplica de ordinario el vocablo casta a las razas· o variedades
puras de especies animales, sobre todo domésticas, y así es como
se dice de un perro que es de "buena casta", lo cual, originaria-
mente, equivalía a decir que era de raza pura, íntegra, sin mezcla
ni mesticismo alguno. De este modo, castizo viene a ser puro y
sin mezcla de elemento extraño. Y si tenemos en cuenta que lo
castizo se estima como cualidad excelente y ventajosa, veremos
cómo en el vocablo mismo viene enquistado el prejuicio antiguo,
fuente de miles de errores y daños, de creer que las razas llamadas
puras y tenidas por tales son superiores a las mixtas, cuando· es ,
cosa probada por ensayos en castas de animales domésticos y por
la historia además, que si bien es dañoso y hasta infecundo a h •;'t
larga todo cruzamiento de razas muy diferentes, es, sin embargo, .,
fuente de nuevo vigor y de progreso todo cruce de c'astas donde
las diferencias no preponderen demasiado sobre el fondo de común ..1
1,·;
analogía. i
·,,
'.i·.'·.1·
' ' Se usa lo más a menudo el ca¡lificativo de castizo para designar
a la lengua y al estilo. Decir en España que un escritor es castizo
1 es dar a entender que se le cree más español que a otros.
1:·:·1 Escribe claro el que ·concibe o imagina claro; con vigor, quien
11
· con vigor piensa, por ser la lengua un vestido trasparente del pen-
., 1 samiento; y hasta cuando uno, preocupado con el deseo de hacerse
: 1
estilo, se Jo forma artificioso y pegadizo, delata un espíritu de ar-
'· i
: 1 tificio y pega, pudiendo decirse de él lo que de las autobiografías,
que aun mintiendo revelan el alma de su autor. El casticismo del
.lenguaje y del estilo no son, pues, otra cosa que revelación de un
pensamiento castizo. Recuerde a este propósito el lector cuáles son,
entre los escritores españoles de este siglo, los que pasan por más
castizos y cuáles por menos, y vea si entre aquellos no predominan
los más apegados a doctrinas üadicionale~ de vieja cepa castellana,
784 MIGUEL D E ',\¡;; N T oR N o A L e A sTl el sM o 785

y entre los otros, los que, dejándose penetrar de cultura extraña, >Jidad nacional. El río, jamás extinto, de la invasión europea en
apenas piensan en castellano. ·:¡, /c}:n¡estra patria aumenta de día en día su caudal y su curso, y al
Pienso ir aquí agrupando las reflexiones y · sugestiones que '.i presente está de crecida, fuera de madre, con dolor de los moli-
me han ocurrido pensando t.n torno a este punto del casticismo, '. neros a quienes ha sobrepasado las presas y tal vez mojado la
centro sobre que gira un torbellino de problemas que suscita el :. !:harina. Desde hace algún tiempo se ha precipitado la europeiza- 1
estado mental de nuestra patria. Si las reflexiones que voy a apun- , dón, de España; las traducciones pululan que es un gusto; se lee -....1
tar logran sugerir otras nuevas a alguno de mis lectores, a uno solo, :\ en:tre cierta gente lo extranjero más que lo nacional, y los críticos
y aunque sólo sea despertándole una humilde idea dormida en · de más autoridad y público nos vienen presentando literatos o
su mente, una sola, mi trabajo tendrá más recompensa que la de <: '· . pensadores extranjeros. Ailgunos hay que han hecho en este sen-

haber intensificado mi vida mental, porque a una idea no hay >tido; por la cultura nacional más que en otro cualquiera, abrién-
que mirarla por de fuera, envuelta en el nombre para abrigarse . donos el apetito de manjares de fuera, sirviéndonoslos más o me- ,...
y guardar la decencia; hay que mirarla por de dentro, viva, ca- no~ ad~rezado~ a la española. Y hasta Menéndez y Pelayo, "es· t
liente, con alma y personalidad. Sé que en el peor caso, aunque panal mcorreg1ble, que nunca ha acertado a pensar más que en
estas hojas se sequen y pudran en la memoria del :;:;ctor, formarán :castellano" (así lo cree él por lo menos, cuando lo dice), que a
en ella capa de mantillo que abone su:s concepciones propias.
Lo má;:; de lo que aquí lea le será familiarísimo. No importa.
Hace mucha falta que se repita a diario lo que a diario de puro
J0s veintiún años, "sin conocer del mundo y de los hombres más
JJ.Ue lo que dicen los libros'', regocijó a los molineros y surgió
a la vida literaria defendiendo con brío en La Ciencia Española
,3
, :la causa del casticismo, dedica lo mejor de su. Historia de las

,,
sabido se olvida, y piense el lector en este terrible y fatal fenÓ'
r meno. Me conviene advertir, ante todo, al lector de espíritu nota-
riesco y silogístico, que aquí no se prueba nada con certificados ·
idoos estéticas en España, su parte más sentida, a presentarnos la
·. cultura europea contemporánea, razonándola con una exposicióo J
históricos ni de otra clase, tal como él entenderá la prueba; que aperitiva. Cada vez se cultivan más las lenguas vivas; hay mu-
esto no es obra de la que él llamaría ciencia; que aquí sólo halla· chos ya que casi piensan en ellas, y aun cuando prescindamos de
ría retórica el que ignore que el silogismo es una mera figura de los efectos que han dado ocasión a que corra por ahí y se utilice

.., ...
L dicción. Me conviene también prevenir a todo lector rel>pecto u.n Diccionario de galicismos, nos hallamos a menudo con escri-
a las afirmaciones cortantes y secas que aquí leerá y a las con- tores que escriben francés traducido a un castellano de regular
tradicciones que le parecerá hallar. Suele buscarse la verdad com- .corrección gramatical.
pleta en el justo medio por el método de remoción, vía remotionis, "¡Mi yo, que me arrancan mi yo!", gritaba Michelet, y una
por exclusión de los extremos, que con su juego y acción mutua cosa análoga gritan los que, con el agua al cuello, se lamentan
engendran el ritmo de la vida, y así sólo se llega a una sombra de .. de la crecida del río. De cuando en cuando, agarrándose a una
verdad, fría y nebulosa. Es preferible, creo, seguir otro método: :;mata ide la orilla, lanza algún reacio conminaciones en esa lengua
el de afirmación alternativa de los contradictorios; es preferible .de largos y ampulosos ritmos oratorios que parece se hizo de en-
hacer resaltar la fuerza de los extremos en el alma -tlel lector .cargo para celebrar las venerandas tradiciones. de nuestros mayo-
para que el medio tome en ella vida, que es resultante de lucha; ... res, la alianza del altar y el tro:r+o y las gloria.e; de Numancia, de
Tenga, pues, paciencia cuando el ritmo de nuestras reflexiones .. las Navas, de Granada, de Lepanto, de Otumba y dt;' Bailén.
tuerza a un lado, y espere a que en su ondulación tuerza al ·. :;· Más bajo, mucho más bajo \y no en tono or~torio, no deja
otro y deje se produzca así en su ánimo la resultante, si es que .de oírse a las veces el murmullo 'de los despreciadores sistemático~
lo logro. ;de lo castizo y propio. No faltan entre nosotros quienes, en el seno
Bien comprendo que este proceso de vaivén de hipérboles arran· de. la confianza, revelan hiperbólicamente sus deseos, manifestan-
ca de defecto mío; mejor dicho, de defecto humano; pero ello . :do un voto análogo al que dicen expresó Renán cuando iban los
da ocasión a que el lector colabore conmigo, corrigiendo con su 'alemanes sobre París, exclamando: "¡Que nos conquisten!" Esta-
serenidad el mal que pueda encerrar tal procedimiento rítmico de :ría, sin duda, pensando entonces el historiador del pueblo de 15-
L contradicciones. .rael en aquella doctrina con tanto amor puesta por él de realce, en
.aquella doctrina de anarquismo y de sumisión de que fué profeta
·Jeremías en los días del rey Josías, al pedir que los israelitas se
I .,sometieran al yugo de los caldeos para que, purificados en la
esclavitud y en el destierro de sus disensiones y vicios intern~,
ELEVANSE a diario en España amargas quejas porque la cul- ' pudieran llegar a ser el pueblo de la justicia del Señor.
tura extraña nos invade y arrastra o ahoga lo castizo, y va za. ·· · Mas no hace falta conquista, ni la conquista purifica, porque,
pando poco a poco, según dicen los quejosos, nuestra persona- 'a su pesar y no por ella, se civilizan los pueblos. No hizo falt-a
786 MIGUEL DE UNAMUNO EN TORNO AL CASTICISMO 787

que los alemanes conquistaran a Francia; sirvió la paliza del 70 d~ porque guardan su cadáver, se alían a los herederos de los que le
ducha que hiciera brotar y secarse las corrupciones del Segundo combatieron, y se alían a éstos para ahogar el alma de la libertad
Imperio. Para nosotros tuvo un efecto análogo la francesada. El que el manchesterismo desencadenó, así conspiran a un fin los
Dos de Mayo es en todos .sentidos la fecha simbólica de nuestra que piden muralla y los que piden conquista. Querer enquistar a
regeneración, y son hechos que merecen meditación detenida, he- la patria y que se haga una cultura lo más exclusiva posible, ca-
chos palpitantes de contenido, el de que Martínez Marina, el teo- lafateándose y embreándose a los aires colados de fuera, parte del
rizante de las Cortes. de Cádiz, creyera resucitar nuestra antigua error de creer más perfecto al indio que en su selva caza su
teoría de las Cortes mientras insuflaba en ella los principios de comida, la prepara, fabrica sus armas, construye su cabaña, que
la Revolución francesa, proyectando en el pasado el ideal del por- al relojero parisiense que, puesto en la selva, moriría acaso de
venir de entonces; el de que un Quintana cantara en clasicismo hambre y de frío. Hay muchos que llaman preferir la felicidad
francés la guerra de la Independencia y a nombre de la libertad a la civilización el buscar el sueño; hay muchos en cuyo corazón
patria, libertad del 89, y otros hechos de la misma casta que resuena grata la voz de la tentación satánica que dice: "O todo
éstos. La invasión fué dolorosa; pero para que germinen en un o nada".
34 suelo las simientes no basta echarlas en él, porque las más se Es cierto que los que vau de cara al sol están expuestos a que
pudren o se las comen los gorriones; es preciso que antes la
reja del arado desgarre las entrañas de la tierra, y, al desgarrarla,
los ciegue éste, pero los que caminan de espaldas por no perder
de vista su sombra de miedo de perderse en el camino, ¡creen que 3
suelen tronchar flores silvestres, que, al morir, regalan su fragan- la sombra guía al cuerpo!, están expuestos a tropezar y caer de 6
cia. Si el arador es un Burns, se enternece y dedica un tierno bruces. Después de todo, aun así caminan hacia adelante, porque
recuerdo poético, una lágP..ma cristalizada, a la pobre margarita el sol del porvenir les dibuja la sombra del pasado.
segada por la reja; pero sigue arando, y así sus prójimos sacan
de su trabajo pan para el cuerpo y reposo para el alma, mientras
la margarita, podrida en el surco, sirve de abono.
Lo mismo los que piden que cerremos o poco menos las fron-·
teras y pongamos puertas al campo, que los que piden más o II
menos explícitamente que nos conquisten, se salen de la verdadera
realidad de las cpsas, de la eterna y honda realidad, arrastrados
por el espíritu de anarquismo que llevamos todos en el meollo PIDEN algunos ciencia y arte españoles, y éste es el día en 3
del alma, que es el pecado original de la sociedad humana, pecado
no borrado por el largo bautismo de sangre de tantas guerras.
que, después de oírles despacio, no sabemos bien qué es ello...
¡Se llama ciencia a tantas cosas y a tantas se llama arte! Dicen
7
Piden un nuevo Napoleón, un gran anarquista, los que tiemblan los periódicos que la ciencia dice esto o lo otro cuando habla un
de las bombas del anarquismo y mantienen la paz armada, fuen- hombre, ¡como si la ciencia fuera un espíritu slj.ll.to!, y aunque
te de éL nadie, si se para a pensar, cree en tan grosera blasfemia, las gen-
Es una idea arraigadísima y satánica, sí, satánica, la de creer tes no se paran de ordinario a pensar y arraigan en la impunidad
que la subordinación ahoga la individualidad, que hay que resistir- los disparates. Los más atroces, .aquellos de que se apartan todos
se a aquélla o perder ésta. Tenemos tan deformado el cerebro, si los ven desnudos, sirven de base a los razonamientos de todos,
35 que no concebimos más que ser o amo o esclavo, vencedor o ven-
cido, empeñándonos en creer que la emancipación de éste es la
dan vida a argumentos y seudo-razones que engendran, a su vez,
violencias y actos de salvajismo.
ruina de aquél. Ha llegado la ceguera al punto de que se suele A todos nos enseñan lo que es ciencia, y lo olvidamos al
llamar individualismo a un conjunto . de doctrinas conducentes a mismo tiempo que lo estamos aprendiendo, en un solo acto. Ol-
la ruina de la individualidad, al manchesterismo tomado en bruto. vidamos que la ciencia es aigo. vivo, en vías de formación siempre,
Por forfuna, la esencia de éste cuando nació potente fué el soplo con su fondo formado y eterno y §U proceso de cambio.
de la libertad y la desaparición de las trabas artificiales, de las De puro sabido se olvida que la representación del mundo no
cadenas tradicionales; aquel "dejad hacer y dejad pasar" que pre- es idéntica en los hombres, porque no son idénticos ni sus ambien-
dicaron los economistas ortodoxos traerá la ley natural que ellos tes ni las formas de su espíritu, hijas de un proceso de ambientes.
buscaban, la verdadera y honda ley natural social, la que ha Pero si todas las representaciones son diferentes, todas son tra-
producido la sociedad misma, su ley de vida, la ley de solidaridad ducciones de un solo original, todas se reducen a unidad, que <:i
y subordinación. Más que ley natural, es ésta sobrenatural, porque no los hombres no se entenderían, y esa unidad fundamental de
eleva la naturaleza al ideal, naturalizándola más y más. Pero así las distintas representaciones humanas es lo que hace posible el
como los que hoy se creen legítimos herederos del manchesterismo lenguaje y con éste la ciencia.
788 MIGUEL D E UNAMUNO TORNO AL CASTICISMO 789

Como cada hombre, cada pueblo tiene su representación pro· cualitativa a la cuantitativa. En un tiempo la verdadera
pia y en la ciencia se distingue por su preferencia a tal rama o científica era la matemática; la física ha entrado en e]
tal método, pero no puede en rigor decirse que haya ciencia na· realmente científico cuando subordinándose a ·la mecánica
cional alguna. Todo lo que se repita y vuelva a repetir el trivia· se ha hecho matemática y se ha pasado de la alquimia
lísimo lugar común de que la ciencia no tiene nacionalidad, todo a la química al reducir la previsión cualitativa de cambios químicos
será poco, porque siempre se lo olvidará de puro sabido y siempre ·,··a previsión cuantitativa según peso, número y medida. Este pro-
se hará ciencia para cohonestar actos de salvajismo e injusticia; lo han descrito a las mil maravillas Whewell y Spencer. Re-
¡Cuánto no ha influído la suerte de la AJsacia y la Lorena en el el lector sus enseñanzas, medite un rato acerca de ellas
cultivo de la sociología en Francia y Alemania! La obra de Malthus,
¿no tuvo como razón de ser el propinar un bálsamo a la concien- medida que la ciencia, pasando de la previsión me~~mente
cia turbada de los ricos? El proceso económico o el político expli• a la cuantitativa, va puri:ficá~dose de la conc;pc10n vul-
can el proceso de sus ciencias respectivas. ¡Cuán lejos estamos de se despoja poco a poco del lengua1e vulgar, que solo expresa
la verdadera religiosidad, de la pietas que anhelaba Lucrecio, d~ ""º'uu"""'''" para revestirse del racional, científico, que tiende a e:--
poder contemplarlo todo con alma serena pacata pos~e amnia mente presar lo cuantitativo. Los castizos nombres agua fuerte? sosa, pie-
tueri! (1). dra infernal, salitre,. aceite de vitriolo, evocan en qmen conoce
Si hablamos de geometría alemana o de química inglesa, de• cuerpos la imagen de u~ conjunto de cualidades, ~uyo ,cº!1º-

,,... cimos algo, ¡y no es poco decir algo!, pero decimos más si habla~
mos de filosofía germánica o escocesa. Y decimos algo porque la
ciencia no se da nunca pura, porque la geometría y más que ella
la química y muchísimo más la filosofía, lleva algo en sí de
pre-científico y de sub-científico, de sobre-científico, como se
de intra-científico en realidad, y este algo va teñido de materia .
nacional. Esto en filosofía es enorme, ·es el alma de esa conjun- , '
;cimiento es utilísimo en la vida, pera: los noll!?~es ac!~º nitnc~,
carbonato sódico, nitrato d~ plata, nitrato potaszco, aczdo sulfu-
rico despiertan una idea más precisa de es~s cuerpos, marcan su
composición, y no ya estos nombre~,. las formulas que apenas se
.agarran al lenguaje vulgar por un hrhllo'. H_NO., NaC02 , AgNO.,
KNOs H2SO. suscitan un concepto cuantztatzvo de esos cuerpos. El
que c~noce ~l vinagre' como C.H.02 y el espíritu de vfno como
ción de la ciencia con el arte, y por ello tiene tanta vida, por •· · c.HsOH sabe de éstos, científicamente, más que el que solo los co-
estar preñada de intra-filosofía. Y es que, como el sonido sobre , noce po; el nombre vulgar y castizo. ¡Cuán preferible es la !ór1,11u1a
el silencio, la ciencia se asienta y vive sobre la ignorancia viva. ',' C H (OH) a este terminacho híbrido de lengua vulgar y científica,
Sobre la ignorancia viva, porque el principio de la sabiduría es \, ·, m~t<Jhidro;ibencina! Y a en la distinción lingüística entre ácido sul-
saber ignorar; sobre la viva y no sobre la muerta como quieren · ,. furoso y ácido sulfúrico iba un principio de distinción científica;
asentarla los que piden ciencia de proteccionismo. Y aquí tolere el pero ¡cuánto mayor es ésta en la diferencia de fórmulas H2SO~ Y
lector que dejando por el pronto suspendido este oscuro cabo sueltq: H,S04 ! Como el cardo corredor, así los conceptos científicos cuan-
prosiga el hilo de mis reflexiones. • do rompen el lazo que los lataba a las r~íces e!lterradas i::n el

'-•e La representación brota del ambiente, pero el ambiente mismo


es quien le impide purificarse y elevarse. Aquí se cumple el mis-
terio de siempre, el verdadero misterio del pecado
condenación de la idea al tiempo y al espacio, al cuerpo.
la
suelo en que nacieron, es cu1ndo pueden, hbres, rr a esparcir su
simiente por el mundo. ¡Si todas las ciencias pudieran hacerse un
álgebra universal, si pudiéramos prescindir en la economía P_olí-
tica de esas condenadas palabras de valor, riquezl!, renta, cap·¡tal,
vemos que el nombre, cuerpo del concepto, al que le da vida ·, etcétera, tan preñadas de vida, pero tan corrompidas por pecado
carne, acaba por ahogarle muchas veces si no sabe redimirse. , original! Un álgebra les serviría de bautismo a la vez que extraería-
mismo modo la ciencia, que arrancando del conocimiento mos ciencia de su fondo histórico, metafórico.
ligado al ambiente exclusivo y nacional, empieza sirviéndose Aquí tenemos la ventaja del empleo de la lengua griega en el
lengua vulgar, moriría si poco a poco no fuera redimiéndose, ""'ª11· ·u,·:c ,tecnicismo científico, que estcln en griego ios vdcablos y . que
do su tecnicismo según crece, haciéndose su lengua universal cm1- .. ·•fl1.··:1-. · perdiendo el peso de la tradiciói; permitan el vuelo. de la idea.
forme se eleva de la concepción vulgar. A no ser por el latín, ¿Que esto es abogar por la formula y contra la idea? ¡Como
no hubiera habido filosofía escolástica en la Edad Media; al si las fórmulas no tuvieran vida! ¡Como si una nube que descansa

,
tín ui:llversal y muerto debió su cuerpo y su pecado en un risco no tuviera más vida que el risco mismq! ¡Nebulosid~­
también. des! ... De ellas baja la lluvia fecundante, ellas llevan a que s~ sedi-
Un conocimiento va entrando a ser científico conforme mente en el valle el detritus de la roca. Cuando no se cree mas que
hace más preciso y organizado, conforme va pasando ~n la vida de la carne, se camina a la muerte .

1 De rerum natura, libro V, verso 1.203. (N. del E.)


.· · ¡Qué· hermoso fué ac;¡.uel gigai~tesco esfuerzo de Hegel, el. último
titán, para escalar el cielo! ¡Que hermoso fue aquel traba¡o her-
41
790 MIGUEL D E UNAMUNO EN TORNO AL CASTICISMO 791
cúl~o por encerr~r el mundo todo en fórmulas vivas, por escribir El arte no puede desligarse de la lengua tanto como la cien-
el algebra del universo! ¡Qué hermoso y qué fecundo! De las ruinas cia, ¡ojalá pudiera! Hasta la música y la pintura, que parece~ ser
d~ ~quella torre, aspiración a la ciencia absoluta, se han sacado más universales, más desligadas de todo laconismo y temporahsmo,
c1m1entos f:ªra la. ciencia positiva y sólida; de las migajas de Ja lo están y no poco; su lengua no es universal ~ino en cierta medid~,
mesa hcge1iana viv~n l?s que más la denigran. Comprendió que en una medida no mayor que Ja de la gran hteratura. El arte mas
el mundo de la ciencia son formas enchufadas unas en otras algébrico, la música, es alemana o francesa o italiana.
formas de formas Y formas de estas formas en proceso inacabable' En la literatura, aquí es donde Ja gritería es mayor, aquí es
Y 5mso _lev_antarnos al cenit del ~iclo de nuestra razón y desde ¡~
fo~ma sup1em~_,hacernos descender. a la realidad, que iría puri-
~candose :i:. ab11endose a nuestros OJOS, racionalizándose. Este sue-
no del Qm3ote de la filosofía ha dado alma a muchas almas aun-
que le pas~ !º que al barón de Münchhausen, que quería s~carse
~el pozo ~irandose de las orejas. Tenía que hablar una lengua
donde los proteccionistas pelean por lo castizo, aquí donde má5
se quiere poner vallas al campo. Dicen que nos invade la litera-
tura francesa, que languidece y muere el teatro nacional, etcéte·
ra, etc. Se alzan lamentos sobre la descastación de nuestra lengua,
sobre la invasión del barbarimno. Y he aquí otra palabra pecadora,
corrompida. Al punto de oírla, asociamos el barbarismo al sentido
,
l lengua nac10nal, y el lenguaje humano es pobre para tal empresa'
que_ era la empresa nada menos que de hacernos dioses. Fué
-u.icen algunos-:- la revelación del satanismo (l), y luego ha
corriente y vulgar de bárbaro; sin querer, inconcientemente, supo-
nemos que hay algo de barbarie en el barbarismo, que la invasión
de éstos lleva nuestra lengua a la barbarie, sin recordar -que
venido el convertirse Nabucodonosor, que quiso ser dios, en bestia también esto se olvida de puro sabido- que Ja invasión de los
Y andar hozando el suelo para extraer raíces de que alimentarse bárbaros fué el principio de la regeneración de la cultura europea
Esta es una atroz blasfemia en que nos detendremos más adelante: ahogada bajo la senilidad del impc~io decadente. Del mismo modo,
¡Formas enchufadas unas en otras, formas de formas y for- a una invasión de atroces barbansmos debe nuestra lengua gran
n;ias _de estas formas en proceso inacabable es el mundo de Ja parte de sus progresos, verbigracia, a la invasión del barbarismo
c1enc1a, en ~ue se busca lo cuantitativo de que brotan las cualida·· krausista, que nos trajo aquel movimiento tan civilizador en Es-
~es! Pero s1 dent1:0 de las. formas se halla la cantidad, dentro de paña. El barbarismo será tal vez lo que preserve a nuestra lengua
e.sta hay u~a cuahda?, lo mtracuantitativo, el quid divinum. Todo del salvajismo, del salvajismo a que caería en manos de los que
tiene entranas, todo tiene un dentro, incluso la ciencia. Las formas nos quieren en la selva donde el salvaje se basta. El barbarismo
qr;e vemos fue_:a tienen un dentro como le tenemos nosotros, y
~s1 com,o no sol~ ~os c:oi:iocemos, sino que nos somos, ellas son.
¿,De q?e nos servira defmir el amor, si no lo sintiéramos? ¡Cómo
produce al pronto una ficbre, como la vacuna, pero evita la viruela.
Por otra parte, son barbarismos los galicismos y los germanismos
actuales, y ¿no lo eran acaso los hebraísmos de fray Luis de León,
.J
se <;1lv1da q~e I~~. cosas son, que tienen entrañas! Cuando oigo Ja los italianismos de Cervantes o el sinnúmero de latinismos de
queia de n:1 pro11mo, que para el ojo es una forma enchufadora nuestros clásicos? El mal no está en la invasión del barbarismo,
de otr~~, siento dolor en mis entrañas y a través del amor, Ja sino en lo poco asimilativo de nuestra lengua, defecto que enva-
revelac1on del ~cr. A través del amor llegamos a las cosas con nece a muchos.
nu~stro sr;r propio, no con la mente tan sólo, las hacemos prójimos, El arte por fuerza ha de ser más castizo que la ciencia, pero
Y ae aqm brota el arte, arte que vive en todo hasta en la ciencia hay un arte eterno y universal, un arte clásico, un arte sobrio
porque en el conocimiento mismo brota del ;er de que es form~ en color local y temporal, un arte que sobrevivirá al olvido de los
la . ment~, porque no hay luz, por fría que parezca, que no lleve costumbristas todos. Es un arte que toma el ahora y el aquí como
chispa oe calor.
puntos de apoyo, cual Anteo la tierra para recobrar a su contacto
Por natural. in~tinto y por común sentido comprende todo el fuerzas; es un arte que intensifica lo general con la sobriedad
mu:1do .que. al de~II art: cas·tizo, arte nacional, se dice más que al y vida de lo individual, que hace que el verbo se haga carne y
dec1~ ~zcncza cast1z~, .czen_cia, nacional, que si cabe preguntar qué habite entre nosotros. Cuando se haga polvo el musco de retratos
se e11t1~nd_e p~r. quzmzca mgiesa o por geometría alemana, es mu- que acumulan nuestros f otó¡;.-afos, retratos que sólo a los parientes
ch? mas :ntehg1ble. y claro el hablar de música italiana, de pin- interesan, que en cuanto muere el padre arranca de la pared el
tru a espm;ola, d~ lzteratura francesa. El arte parece ir más asido hijo el del abuelo para ech::n lo al Rastro, cuando se hagan polvo,
al ser Y este mas ligado que la mente a la nacionalidad y digo vivirán los tipos eternos. A ese arte eterno pertenece nuestro Cer-
parece porque es apariencia_ '
vantes, que en el sublime final de su Don Quijote señala a nuestra
i ~or serlo, admjran a Hegel los que adoran a Satanás al revés los qu• España, a Ja de hoy, el camino de su regeneración en Alonso
en realrdad. creen en un<l: especie de divinidad de que son dos fo~as ·Dio~ Quijano el Bueno; a ése pertenece porque de puro español llegó
Y el Demomo, los absolutistas que creen lo más lógico dentro del l"b l.
el anarqmsmo. I era 1smo,
a una como renuncia de su españolismo, llegó al espíritu universal,
al hombre que duerme dentro de todos nosotros. Y es que el fruto
792 MIGUEL D E UN A MU EN TORNO AL CASTICISMO 793

de toda sumersión hecha con pureza de espíritu en la tradición, de. ; :. de lugar común, que siendo viva se repite tambi~n , c?m,? cosa
todo examen de conciencia, es, cuando la gracia humana nos toca,:.: ::;·muerta, y es la frase de "el presente momento histonco . ¿Ha
arrancarnos a nosotros mismos, despojarnos de la carne individua!,. :•.'.''pensado en ello el lector? Porque al hablar de un mome~to pre-
mente, lanzarnos de la patria chica a la humanidad. ··' ··sente histórico se dice que hay otro que no lo es, y as1 es en
Dejemos esto, que a ello volveremos más despacio. Volveremo~ ·•· . .·.·verdad. Pero si hay un presente histórico, es por haber una ti;a-
a mirar el costumbrismo, el localismo y temporalismo, la invasión / .dición del presente, porque la tradición e~ la sustancia de la bis.tona.
de las minucias fotográficas y nuestra salvación en el arte /';, Esta es la manera de concebirla en vivo, como. ~a sustanc1_a de
Reproduciré y comentaré aquel divino capítulo de Don .,, . Ja::historia, como su sedimento, como la revelac1on de lo mtra·
que debe ser nuestro evangelio de regeneración nacional. , ::.'•histórico, de lo inconciente en la historia. Merece esto que nos
retenga al lector de seguirme la aparente incoherencia que · detengamos en ello.
reina; espero que al fin de la jornada vea claro el hilo, y '1.rno1m1' ••••....··"· Las olas de la historia, con su rumor y su espuma que rever-
¡es tan difícil y tan muerto alinear en fila lógica lo que se ibera al sol ruedan sobre un mar continuo, hondo, inmensamente
en círculo! ' rPás hondd que la capa que ondula sobre un mar silencioso Y
a cuyo último fondo nunca llega el sol. Todo lo que cuentan. a
diario los periódicos, la historia toda del "presente m~n;iento his-
tórico'', no es sino la superficie del mar, una superf1c1~ q~e se
hiela y cristaliza en los libros y registros, y una vez cnstahzad~
m así una capa dura no mayor con respecto a la vida intra-histórica
· ' esta pobre c~rteza en que vivimos . ;o~ relación ~I inmenso
ardiente que lleva dentro. Los penod~cos . nad'.1 dicen de la
SI no tuviera significación viva lo de ciencia y arte =1Ja.1iu1100, silenciosa de los millones de hombres sm h1stona que a todas
no calentarían esas ideas a ningún espíritu, no habrían >horas del día y en todos los países del globo se levantan a _una
hombres, hombres vivos, peleando por lo castizo. del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silen-
Pero mientras no nos formemos un concepto vivo, fecundo, labor cotidiana y eterna, esa labor que como la de la~ ma-
de la tradición, será de desviación todo paso que demos hacia dréporas suboceánicas echa las bases sobre q_ue se alzan los ~slotes
adelante del casticismo. , de.la historia. Sobre el silencio augusto, decia, se apoya Y vive el
t8 Tradición, de tradere, equivale a "entrega", es lo que pasa sonido· sobre la inmensa .humanidad silenciosa se levantan los
de uno a otro, trans, un concepto hermano de los de transmisión, que m'eten bulla en la histpria. Esa vida intra-histórica, sile~ciosa
traslado, trasipaso. Pero lo que pasa queda, porque hay algo que y , continua como el fond? . ~ismo del ~~~' es la sustancia del
\. sirve de sustento al perpetuo flujo de las cosas. Un momento progreso, la verdadera trafüc1on, la tradic10n eterna, no la tra-
el producto de una serie, serie que lleva en sí, pero no es el , dición mentida que se suele ir a buscar al pasado enterrado en
un calidoscopio. Para los que sienten la agitación, nada es nuevo ,libros y papeles y monumentos y piedra~. . "
bajo el sol, y éste es estúpido en la monotonía de los días; para Los que viven en el mundo, en la h1stona, atados al ~r~sente
los que vi ven en la quietud, cada nueva mañana trae una frescu: ni.omento histórico", peloteados por las olas en la superf1c1e del
ra nueva. 'mar donde se agitan náufragos, éstos no creen más que en las
Es fácil que el lector tenga olvidado de puro sabido que mien, t~mpestades y los cataclismos seguidos _de calmas, éstos creen que
tras pasan sistemas, escuelas y teorías, va formándose el sedimen· puede interrumpirse y reanudarse la vida. Se ha hablado much~
to de las verdades eternas de la eterna esencia; que los ríos que de una reanudación de la historia de España, y lo que la reanudo
van a perderse en el mar arrastran detritus de las montañas y én parte fué que la historia brota de la no historia, 9,Ue las ola~
' forman con él terrenos de ciluvión; que a las veces una crecida son olas del mar quieto y eterno. No fué la restau~ac1on de 187:i
barre la capa externa y la corriente se enturbia, pero que, sedi, lo que reanudó la historia de Esp:aña; fueron los :rmllones de; hom-
mentado el limo, se enriquece el campo. Sobre el suelo compacto bres que siguieron haciendo lo mismo que antes, aquellos millones
y firme de la esencia y el arte eternos corre el río del progreso para los cuales fué el mismo el sol después que el de ~ntes del
que le fecunda y acrecienta. 29 de setiembre de 1868, las mismas sus labores, los mismos los
Hay una tradición eterna, legado de los siglos, la de la ciencia .·. cantares con que siguieron el surco de la arada. Y no reanudaron
y el arte universales y eternos; he aquí una verdad que hemos en realidad nada porque nada se había roto. Una ola no es .otra
dejado morir en nosotros repitiéndola como el Padrenuestro. , agua que otra, es la misma ondulación que c<;irre por el ~:usll1;o

t Hlay una tradición eterna, como hay una tradición del pasado
y una tradición del presente. Y aquí nos sale .al paso otra frase se hacen sordos al silencio. Vamos a ver: ¿cuantos gn aron e 1
ip.ar. ¡Grande enseñanza la del 68! Los que ,viven e~t la h1s t~~~
'
794 MIGUEL D E UNAMUNO EN TORNO AL CASTICISMO 795
¿A cuántos les renovó la vida aquel "destruir en medio del es- de la humanidad, ~n fin, ~el hombre, del verdadero hombre, del
truendo lo existente", como decía P:rim? Lo repitió más de una l~gado de _la_ e~pec1e! ¡Que empeño por entronizar lo seudo-ori-
vez: ¡Destruir en medio del estruendo los obs•táculos! Aquel bu- gmal, lo distmt1vo, la mueca, la caricatura, lo que nos viene de
llanguero llevaba en el alma el amor al ruido de la historia; pero fuera! Damos más valor_ a la acuñación que al oro, y, ¡es claro!,
si se oyó el ruido es porque callaba la inmensa mayoría de los menudea el f~so. Prefenmos el arte a la vida, cuando la vida más
españoles, se oyó el estruendo de aquella tempestad de verano oscura Y humilde vale infinitamente más que la más grande obra
sobre el silencio augusto del mar eterno. de arte.
En este mundo de los silenciosos, en este fondo del mar, debajo J?ste mism? ~~or que, P?r buscru;, lo diferencial y distintivo,
de la historia, es donde vive la verdadera tradición, la eterna, dofilllla a los mdiVIduos, domma tamb1en a las clases históricas de
en el presente, no en el pa%do, muerto para siempre y enterrado los pueblos.l'." ~sí ~omo es l~ -yanidad individual tan estúpida que,
en cosas muertas. En el fondo del presente hay que buscar la con tal de ongmalizarse y dIStmguirse por algo, cifran muchos su
tradición eterna, en las entrañas del mar, no en los témpanos del orgullo en ser más brutos que los demás, del mismo modo hay
pasado, que al querer darles vida se derrit<;n, revertiendo sus aguas P.ueblos que se vanaglorian de sus defectos. Los caracteres na-
al mar. Así como la tradición es la sustancia de la historia, la c~ona~es de que se envanece cada nación europea son muy de or-
eternidad Jo es del tiempo, la historia es la forma de la tradición dmano sus defectos. Los españoles caemos también en este pecado.
como el tiempo la de la eternidad. Y buscar la tradición en el
pasado muerto es buscar la eternidad en el pasado, en Ja muerte,
buscar la eternidad de la muerte.
La tradición vive ·en el fondo del presente, es su sustancia,
46 la tradición hace posible la ciencia, mejor dicho, la ciencia misma N
es tradición. Esas últimas leyes a que la ciencia llega, la de la
persistencia de la fuerza, la de la uniformidad de la naturaleza,
no son más que fórmulas de la eternidad viva, que no está fuera HAY un ejército que desdeña la nadición eterna, que descansa
47 del tiempo, sino dentro de él. Spinoza, penetrado hasta el tuétano en ~l p:esente de la . I;l_umanidad, y se va en busca de lo castizo
de su alma de lo eterno, expresó de una manera eterna la esencia e hzstonco de la tradic10n al pasado de nuestra casta mejor dicho
del ser, que es la persistencia en el ser mismo. Después lo han de la casta ,que_ nos prece~i? e!l. este suelo. Los más 'de los que s~
repetido de mil maneras: "persistencia de la fuerza", "voluntad llaman a s1 rmsmos trad1c1onalistas, o sin llamarse así se creen
de vivir", etc. tales, no ven la tradición eterna, sino su sombra vana en el pa-
La tradición eterna es lo que deben buscar los videntes de ~ado. Son gentes qu~ por huir _del ruido presente que les aturcle,
todo pueblo, para elevarse a la luz, haciendo conciente en ellos mcapaces de sumer~rr.se en el silencio de que es ese ruido, se re-
lo que en el pueblo es inconciente, para guiarle así mejor. La tra- c:eai;i en ecos_ y retm!mes de sonidos muertos. Desprecian las. cons-
dición eterna española, que al ser eterna es más bien humana que tituciones for1adas mas o menos :filosóficamente a la moderna fran-
48 española, es la que hemos de buscar los españoles en el presente ces_a, Y se agarran a las forjadas históricamente a la antigua es-
vivo y no en el pasado muerto. Hay que buscar lo eterno en el panola; se J;>urlan de los que quieren. hacer cuerpos vivos de las
aluvión de lo insignificante, de lo ~norgánico, de lo que gira en nube~, Y qmeren hacerlos de osamentas; execrando del jacobinismo,
torno de lo eterno como cometa errático, sin entrar en ordenada son. iacobmo~. Entre ell_os, más que en otra parte, se hallan los
constelación con él, y hay que penetrarse de que el limo del dedicados a ciertos estudio~ :1J~ados históricos, de erudición y com-
:río turbio del presente se sedimentará sobre el suelo eterno y pulsa, de donde sacan legit;innsmos y derechos históricos y esfuer-
permanente. zos por escapar a la ley Vlva de la prescripción y del hecho con-
La tradición eterna es el fondo del ser del hombre mismo. sumado, y sueños de restauraciones. .
El hombre, esto es lo que hemos de buscar en nuestra alma. Y ¡Lástima ~e ejército! En él hay quienes buscan y compulsan
hay, sin embargo, un verdadero furor por buscar en sí lo menos datos en archivos, recolectando papeles, resl!citando cosas muertas
humano; llega la ceguera a tal punto, que llamamos original a ei:_ buena h<;ra, haciendo ?i?liografías y catálogos, y hasta catá-
lo menos original. Porque lo original no es la mueca, ni el gesto, loºos de catalogos, .Y descnb1endo la cubierta y los tipos de un li-
ni la distinción, ni lo original: lo verdaderamente original es lo ori- b~o, .dese_nterrando mcunables y perdiendo un tiempo inmenso con
ginario. la humanidad en nosotros. ¡Gran locura la de querer des- perdid~ rrreparable. Su labor es útil, pero no para ellos ni por
pojarnos del fondo común a todos, de la masa idéntica sobre ellos, smo a ,8~ pesar; su labor es útil para los que la aprovechan
que se moldean las formas diferenciales, de lo que nos asemeja y con otro espmtu.
une, de lo que hace que seamos prójimos, de la madre del amor, Tenía honda razón al decir el señor Azcárate que nuestra cul-
796 MIGUEL D E UNAMUNO EN TORNO AL CASTICISMO 797

tura del siglo XVI debió de interrumpir9e cuando la hemos oividado; la desdeñada por los desenterradores tradicionalistas, desdeñada
tenía razón contra todos los desenterradores de osamentas. En lo hasta tal punto de ceguera que hay hombre de Estado que se que-
que la hemos olvidado se interrumpió como historia, que es como ma las cejas en averiguar lo que hicieron y dijeron en tiempos pa-
quieren resucitarla los desenterradores, pero lo olvidado no muere, sados los que vivían en el ruido, y pone cuantos medios se le al-
sino que baja al mar silencioso del alma, a lo eterno de ésta. canzan para que no llegue a la historia viva del presente el rumor
Cuando nos invade una ciencia más o menos moderna, sea la de los silenciosos que viven debajo de ella, la voz de hombres de
filología, por ejemplo, al ver citar a alemanes, franceses, ingleses o carne y hueso, de hombres vivos. _
italianos, alza la voz un desenterrador y pronuncia el nombre de Todo cuanto se repita que hay que buscar la tradición eterna
Hervás y Panduro, que aun así sigue olvidado, porque lo que en en el presente, que es intra-histórica más bien que histórica, que
él había de eterno se nos viene con la ciencia, y lo demás no vale Ia·historia del pasado sólo sirve en cuanto nos llega a la revelación
el tiempo que se pierde en leerlo. El que perdí leyéndolo no lo del presente, todo será poco. Se manifiestan esos tradicionalistas de
recobraré en mi vida. acuerdo con estas verdades, pero en su corazón las rechazan. Lo
Toda esa falange que se dedica a la labor utilísima de recojer y que les pasa es que el presente les atirrde, les confunde y marea,
encasillar insectos muertos, clavándoles un alfiler por el coselete porque no está muertó, ni en letras de molde, ni se deja agarrar
para ordenarlos en una caja de entomología, con su rotulito enci" como una osamenta, ni huele a polvo, ni lleva en la espalda cer-
ma y darnos luego eso por lo que no es, toda esa falange salta de tificados. Viven en el presente como sonámbulos, desconociéndolo
49 gozo cuando se le figura que un hombre de genio, que sabe sacar e ignorándolo, calumniándolo o denigrándolo sin conocerlo, inca-
a las osamentas la vida que tienen, ahoga bajo esa balumba de paces de descifrarlo con alma serena. Aturdidos por el torbellino
dermatoesqueletos rellenos de paja algo de la tradición eterna. ¡Con de lo inorgánico, de lo que se revuelve sin órbita, no· ven la armo-
qué gozo infantil han recibido la obra de Taine, que creen en su nía siempre in fieri de lo eterno, porque el presente no se somete
ceguera ha de contribuir a ahogar el ideal de la Revolución fran- al tablero de ajedrez de su cabeza. Le creen un caos; es que los
cesa! No ven que si esa obra ha hallado eco vivo es por ser una árboles les impiden ver el bosque. Es en el fondo la más triste
revelación de la tradición eterna purificada, no ven que de ella csguera del alma, es . una hiperestesia enfermiza que les priva de
sale más radiante el 93. ¿Hay cosa más pobre que andar buscando ver el hecho, un solo hecho, pero un hecho vivo, carne palpitante
con chinesco espíritu senil las causas históricas del protestantismo, de la naturaleza. Abominan del presente con el espíritu senil de
50 un enjambre de pequeñeces muertas, mientras vive el protestantis-.
mo purificado, mientras su obra persiste? ¡Buscar los orígenes his-
todos los l.audatores temporis acti; sólo sienten lo que los hiere, y,
como los viejos, culpan al mundo de sus achaques. Es que la dócil
tóricos de lo que tiene raíces intra-históricas con la necia idea sombra del pasado la adaptan a su mente, siendo incapaces de
de ahogar la vida! ¡Gran ceguera no penetrarse de que·Ia causa adaptar ésta al presente vivo; he aquí todo: hacerse medida de las
es la sustancia del efecto, que mientras éste vive es porque vive cosas. Y así llegan, ciegos del presente, a desconocer el pasado
aquélla! en .que hozan y se revuelven. ·
Mil veces he pensado en aquel juicio de Schopenhauer sobre la Se los conoce en que hablan con desdén del éxito, del divino
escasa utilidad de la historia y en los que lo hacen bueno, a ía éxito, único que a la larga tiene razón, aquí donde creemos tenerla
vez que en lo regenerador de las aguas del río del Olvido. Lo todos; del éxito que, siendo más fuerte que la voluntad se le rinde
cierto es que los mejores libros de historia son aquellos en que cuando es ésta constante, cuando es la voluntad eténia, m:adre de
vive lo presente, y si bien nos fijamos, hemos de ver que cuando la fe y de la esperanza, de la. fe viva, que no consiste en creer lo
51 se dice de un historiador que resucita siglos muertos, es porque
les pone su alma, los anima con un soplo de la intra-historia eter-
que no vimos, sino en creer lo que no vemos; maldicen al éxito,
que· para la siega de las ideas espera a su sazón, tan sordo a las
na que recibe del presente. "Se oye el trotar de los caballos de invocaciones del impaciente como a las execraciones del despe-
los francos en los relatos merovingios de Agustín Thierry", me thado. Se les conoce en que creen que al presente reina y gobier-
dijeron, y, al leerlos, lo que oí fué un eco del alma eterna de la
humanidad, eco que salía de las entrañas del presente.
na la fuerza oprimiendo al derecho; se les conoce en su pesimismo.
Hay que ir a la tradición eterna, madre del ideal, que no es
51
Pensando en el parcial juicio de Schopenhauer, he pensado en otra cosa que ella misma reflejada en el futuro. Y la tradición bis
la mayor enseñanza que se saca de los libros de viaje que de los eterna es tradición universal, cosmopolita. Es ·combatir contra ella,
de historia, de la trasformación de esta rama del conocimiento en es querer destruir la humanidad en nosotros, es ir a la muerte,
sentido de vida y alma, de cuánto más hondos son los historia~ empeñarnos en distinguirnos de los demás, en evitar o retardar
dores artistas o filósofos que los pragmáticos, de cuánto mejor nos nuestra absorción en el espíritu general euiopeo moderno. Es me-
revelan un siglo sus obras de ficción que sus historias, de la va- nester que pueda decirse que "verdaderamente se muere y verda-
nidad de los papiros y ladrillos. La historia presente es la viva y deramente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno"; que esos "cuen-
798 MIGUEL D E UNAMUNO LA, CASTA HISTORICA.-CASTILLA
~?s" vi~jos que desentierran de nuestro pasado de aventuras, y que
han sido verdaderos en nuestro daño, los vuelva nuestra muerte,
con ayuda del cielo, en provecho nuestro". Para hallar la humani-
52 d~d en nosotros y llegar al pueblo nuevo conviene, sí, nos estu-
diemos, porq?e lo accidental, lo pasajero, lo temporal, lo castizo,
de P:Uº sublimarse y exaltarse se purifica destruyéndose. De puro
~spanol, Y por su hermosa muerte sobre todo, pertenece Don Qui-
jote al. mundo. No hag_am~s nuestro héroe a un original a quien
53 no le srrva ante la conciencia eterna de la humanidad toda la labor
q?e en torno a su sombra hagan los entomólogos de la historia,
ru la que hagan los que ponen sobre nuestras cualidades nuestros
defectos, toda esa falange que cree de mal gusto de ignorancia
Y mandado recojer el decir la verdad sobre esa son=ibra y de muy
buen tono burlarse del himno de Riego. '
Volviendo el alma con pureza a sí, llega a matar la ilusión ma-
dre del pecado, a destruir el yo egoísta, a purificarse de sí mÍsrúa,
de su pasado, a anegarse en Dios. Esta doctrina mística tan llena PARA llegar, lo mismo un pueblo que un hombre, a conocerse,
de ver~a~ -yiva en su ~imbolismo, es aplicable· a los pu;blos como tiene que estudiar de un modo o de otro su historia. No hay intui-
a los mdiVIduos. V olVIendo a sí, haciendo examen de conciencia ción directa de sí mismo que valga; el ojo no se ve si no es con un
estudiándose ~ buscand<? ei;i. su historia la raíz de los males qu~ espejo, y el espejo del hombre moral son sus obras, de que es hijo.
sufren, se purifican de s1 nnsmos, se anegan en la humanidad eter- Al árbol se le conoce por sus frutos; obramos según somos, y del
52 na. Por el examen de su conciencia histórica penetran en su intra- conocimiento de nuestras obras entramos al de nosotros mismos,
historia y se ~all~n de veras. Pero ¡ay de aquel que al hacer exa- con la misma marcha que al de nuestros prójimos por las suyas,
m~~ de_ conciencia se . complace en sus pecados pasados y ve su puesto que, en resolución, no es cada cual más que el primer pró-
ongmalidad en las pasiones que le han perdido, pone el pundonor jimo de sí propio. Mas como esta inferencia de nuestras obras a
mundano sobre todo! nuestro carácter es de todos los días, apenas nos damos cuenta de
El estudio ~e 11!- propia historia, que debía ser un implacable ella, creyendo conocemos intuitivamente, de modo directo. Y, sin
exa,men de con~iencia, se t~ma, por desgracia, como fuente de apo- embargo, ¡cuántas veces no se dice uno a sí mismo: "no me creí
logias Y apologias de verguenzas, y de excusas y de disculpaciones capaz de tal cosa", o "no me reconozco", "soy otro"!
Y compone_ndas con la conciencia, como medio de defensa contra Si vas a saltar una zanja sin conocer previamente cuánto saltas,
la perutencia. regeneradora. Apena leer trabajos de historia en que lo haces con el encojimiento del miedo y caes; mas si ejercitándote
se llama glonas a nuestras mayores vergüenzas, a las glorias de que en gimnasia habías medido tus fuerzas, saltas con valor, co~ ~ono­
purgamos; en que se J:iace jactancia de nuestros pecados pasados; cimiento de ti mismo, que éste es el valor verdadero, conoCllllento
en que se tra? de disculpar nuestras atrocidades innegables con de sí mismo. La misma utilidad que la gimnasia para la vida cor-
las de otros. Mientras no sea la historia una confesión de un examen poral tiene el examen de conciencia para la espiritual y el estudio
de c?ncienci~~ no servirá para despojarnos del pueblo viejo, y no sereno de la historia para un pueblo. Estudiando éste se llega al
habra salvac1on para nosotros. carácter popular íntimo, a lo intra-histórico de él.
. La humanidad es la ·casta eterna, sustancia de las castas histó- . Al comprender el presente como un momento de la serie toda
ncas, que se hacen y deshacen como las olas del mar· sólo lo hu- del pasado, se empieza a comprender lo vivo de lo eterno, de que
mano ·es eternamente castizo. Mas para hallar lo h~ano eterno brota la serie toda, aun cuando queda otro paso más en esta COJ?--
hay que romper lo, castizo temporal y ver cómo se hacen y des- prensión, y es buscar la r~6n de ser del "present~ mom~n!º. hi~­
hacen las castas,_ como se ha hecho la nuestra y qué indicios nos lórico", no en el pasado, SlllO en el presente total mtra-histonco ;
da, de su porverur su presente. Entremos ahora en indicaciones que ver en las causas de los hechos históricos vivos revelaciones de la
guien al lector en esta tarea, en sugestiones que le sirvan para ese sustancia de ellos, que es su causa eterna. Pero entre tanto no nos
efecto. sea esto hacedero con ciencia, será utilísima e imprescindible la labor
Febrero de 1895. de los desenterradores y ajustadores de sucesos históricos pasados,
porque es labor de paleontología, luz para enlazar a nuestros ojos las
(Publicado por vez primera en La España Moderna, especies vivas hoy y llegar a la continuidad zoológica. Por las cau-
VII, n. 0 74, Madrid, febrero, 1895, p. 17-40.}
sas se va a la sustancia. Sin el paleontológico hiparión no veríamos
124 MIGUEL DE UNAMUN(J DEL SENTlMIENTÓ l>RAGICO DE LA VIDA 1Í5
lidad ·desconocidos, hoy al menos, de nosotros, y acaso inconocibles, mÚlldo ip.visible. e<intangible, percibido por el sentido íntimo que
porque ·en nada nos son necesarios para cónservar nuestra propüi. ·. vive' al·. servicio ··del instinto de perpetuación?
existencia actual. ·
;•).1La sociedad humana, como tal sociedad, tiene sentidos. ~e 9~e
Pero el hombre ni vive solo ni es individuo aislado, sino que es: el individuo,·· a no se:(·· por ella, carecería: l? mismo. que es~e md1vt-
miembro de sociedad, encerrando no poca verdad aquel dicho de dup, el hompi;e~ que .es a su vez una especie de sociedad, }1ene s~n­
que el individuo, como. el átomo, es una abstracción. Sí, el átomo · tidos' de·; que carecei;i las célula~ q~ le compo°:en. Las celu~as c1~­
fuera del universo es tan abstracción como el universo aparte de los gas ciel oído, .en su oscura conciencia, deben de 1.gnor;i-r la existencia
átomos. Y si el individuo se mantiene por el instinto de conserva~ del' mundo visible, y si de él les hablasen, lo estimanan acaso crea-
ción, la sociedad debe su ser y su mantenimiento al instinto de per- ción arbitraria de Jas células sordas de la vi.Jsta, las cuales, a su vez,
petuación de aquél. Y de este instinto, mejor dicho, de la sociedad,. habrán .de estimar ilusión .el mundo sonoro que aquéllas crean. ~
brota la razón, ..
· •·•· · Mentábamos antes a los parásitos que, viviendo en las entranas
. La razón, ~o .que llamamos tal, el conocimiento reflejo y refle- · de los animales sitperiores, de los jugos nutritivos que éstos prepa-
xivo, el que d1stmgue al hombre, es un producto social. .. ran, no necesitan ver.ni oír, y no existe~ po.r ta?to, para .el.los, mundo
Debe su origen acaso al lenguaje. Pensamos articulada, o sea visible ni sonoro.: Y :;;i tuviesen cierta conciencia, y se hicieran _cargo
reflexivamente, gracias al lenguaje articulado, y este lenguaje brotó de 'qµe aquel a cuyas expensas viven cree ~n otro ~1:1ndo, J';1zga-
de la necesidad de trasmitir nuestro pensamiento a nuestros prójimos; ríanlo ·acaso desvaríos de la imaginación. Y as1 hay par~1~os sociales,
Pensar es hablar consigo mismo, y hablamos cada uno consigo mis- como hace muy bien notar míster Balfour (1 ), que, recib1e~do de la
mo _gracias. a ~ber tenido que hablar los unos con los otros, y en sociedad·en. que viven los móviles de su conducta moral, ruegan que
la vida ordmana acontece con frecuencia· que llega uno a encontrar la creencia en Dios y en otra vida sean necesarias para fun~amentar
una· idea que fuuscaba, llega a darle forma es decir a obtenerla sa- una buena. conducta y una vida soportables, por9ue la soc.1ed~~ les
C~J1dola de la nebulosa de percepciones osc~ras a qu~ representa, 'gra- i ha.preparado ya los jugos espirituales de que viven. Un m?1vtd1:10
c1as a los esfuerzos que hace para presentarla a los demás. El pen- sµelto puede soportar la vida y ~virla b';1ena, y hasta 'h~r01ca, .s~
samiento es lenguaje interior, y. el lenguaje interior brota del exte- creer en manera alguna ni en la mmortahdad del alma ru en D10s,
~or. De donde resu~ta. que laa.áz61i)es social y común. Hecho pre- ¡'·. pero es .'que vive vida del parásito espiri11:1a~. Lo que llamarnos se!1-
nado de consecuencias, como hemos de ver. .. · ti.Íniento '·'del honor es, aun en los no cristianos, un producto ci:;s-
Y si. hay una realidad que es, en cuanto conocida, obra del ins• · tiáno. y 'aún di!!o más, y es: que si se ~a en un hombre la fe en Dios
tinto de conservación personal y de los sentidos al servicio de éste i unida a uná vida de -pureza y elevac1on moral, no es tanto q?e el
¿no habrá de haber otra realidad, no menos real que aquélla, obra: creer en .Dios le .haga bueno, cuanto que el s~r bueno, gracias ~
en cuanto conocida, del instinto de perpetuación, el de la especie, Dios; 'le\ hace creer en El. La bondad es la me1or fuente de clan- ,
Y al servicio de él? El instinto de conservación, el hambre; es el fun- .· videncia:· espiritual. ,
<lamento del individuo humano; el instinto de perpetuación, el amor, i . f:i No se me .oculta tampoco que podrá decrrseme que todo esto
en su forma más rudimentaria y fisiológica, es el fundamento de la de que el hombre crea el mundo sensible y ai;ria el ideal, todo lo. de
sociedad humana. Y así como el hombre conoce lo que necesita co- las célUlas ;ciegas del oído V las sordas de la vtsta, ]o de los parási!OS
nocer para que se conserve, así la sociedad o el hombre, en cuanto espirituales, etc., son -metáforas. Así es, y n.o prete?do ~!ra cosa smo
ser social, conoce lo que necesita conocer para perpetuarse en so- > discuqir •por" metáforas. Yes ,que ese sentido ~octal, hi10 del amor,
ciedad. padre! 4~ .lenguaie y de la razon y del mundo ideal que ~e -él _sur¡?:,
no es en:.e1 fondo otra cosa que lo que llamamos fantasia o rmagi- _. 1
Hay un mundo, el mundo sensible, que es el hiio del hambre, nación. De la fantasía brota la razón. Y si se toma a aquélla ~om<!
Y h~y otro mun_d~>, el ideal, que es hijo del amor. Y así como hay
µIi¡¡¡ .facultad. qt;te fragua caprichos~?1ente imá.genes, pre~tare que
sentt~?s al serv1c10 del conocimiento del mundo sensible, los hay e~. ,el cii.pricho, :Y en todo caso tamb1en los ~en.tidos y ~a razo~ yer!an.
~mb~en, h?Y en su mayor parte dormidos, porque apenas si la con- .,:.+.Y ·.hemos .de, ver. que es esa facultad mtrma soc.ia~, la u~a~na-
ciencia social alborea, al .servicio del conocimiento del mundo ideal. ~iqJJ. .que lo· peri;onaliza todo, la que, J?Uesta al serv1c10 de~ mst~nto
Y ¿por qué hemos de negar realidad objetiva a las creaciones del de perpetuación;. nos ·revela l~ inmortalidad del alma y a D10s, sien-
amor, del instinto de perpetuación, ya que se lo concedemos a las do .¡i.sfDios un producto social.
del hambre o instinto de conservación? Porque si s.e dice que estas
otras creaciones no lo son más que de nuestra fantasía sin valor · · ·•·•Pero esto. para. más adelante.
objeti.vo, ¿no puede decirse igualmente de aquellas que n~ son sino
creac10nes de nuestros sentidos? ¿Quién nos dice que no haya un · i ,· Th~ ·Foundations of Belief,. being Notes lntroductory to the study of
Théology,-by the Rigth Hon. Arthur James '.Balfour. [London, 1895, cap. IV.]
DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 131
130 MIGUEL D E UNAMUNO
que fecunda en verdades, lo ha sido también en confusiones, y es la
rado de la poesía; que se complacía sobre todo en las matemáticas, distinción entre objeto, cogito, y sujeto, sum. Apenas hay distinción ~
a causa de la certeza y evidencia de sus razones, y que veneraba que no sirva también para confun6;,,, Pero a esto volveremos. . '
nuestra teología, y pretendía, tanto como cualquier otro, ganar el Quedémonos ahora en esta vehemente sospecha de que el ansia
cielo, et pratendais autant qu'aucun autre a gagner le ciel. y esta de no morir, el hambre de inmortalidad personal, el conato con que
pretensión, por lo demás creo que muy laudable, y sobre t?do muy tendemos a persistir indefinidamente en nuestro ser propio Y que es,
natural, fué la que le impidió sacar todas las cónsecuencias de la según el trágico judío, nuestra misma esencia, eso es la base afec-
duda metódica. El hombre Descartes pretendía tanto como otro cual- tiva de todo conocer y el íntimo punto de partida personal de toda
quiera, ganar el cielo; "pero habiendo sabido, como cosa muy se- filosofía humana, fraguada por un hombre y para hombres. Y ve- ,,.,,
gura, que no está su camino menos abierto a los más i,gnorantes q~e remos cómo la solución a ese íntimo problema afectivo, solución 'ta a
a los más doctos, y que las verdades reveladas que a el llevan estan que puede ser la renuncia desesperada de solucionarlo, es la que tiñe
por encima de nuestra inteligencia, no me hubiera atrevido a some- todo el resto de la filosofía. Hasta debajo del llamado problema del
terlas a la flaqueza de mis razonamientos, y pe~~sé que para empre1'.- conocimiento no hay sino el afecto ese humano, como debajo de
der el examinarlos y lograrlo era menester tener alguna extraordi- la inquisición del por qué de la causa no hay sino la rebusca del
naria asistencia del cielo y ser más que hombre". Y aquí está el hom- para qué de la finalidad. Todo lo demás es engañarse o querer enga-
bre. Aquí está el hombre que no se sentía, a Dios gracias, en con- ñar a los demás. Y querer engañar a los demás para engañarse a sí
diciones que le obligase a hacer de la ciencia un oficio -metier- mismo.
para alivio de su fortuna, y que no se hacía una profesión de des- Y ese punto de partida personal y afectivo de toda filosofía y
preciar, en cínico, la gloria. Y luego nos cuenta cómo tuvo que ,de-
tenerse en Alemania, y encerrado en una estufa, pdéle, empezo a
de toda religión es el sentimiento trágico de la vida. Vamos a verlo. ..J
filosofar su método. En Alemania, ¡pero encerrado en una estufa!
Y así es un discurso de estufa, y de estufa alemana, aunque el filó-
sofo en ~Ha encerrado, un francés que se proponía ganar el cielo.
Y llega al cogito ergo sum, que ya San Agustín preludiara; pero
el ego implícito en este entimema, ego cogi~o, er¡;;o ego s_um, es un m
ego, un yo irreal o sea ideal, y su sum, su ex1st~nc1_a, ª'.?~ lfreal tam-
EL HAMBRE DE INMORTALIDAD
bién. "Pienso, luego soy", no puede querer dec!f smo pienso, luego
soy pensante"; ese ser del soy, que _se deriva de pi~nso, no es ~3:8
que un conocer; ese ser es conoc~m1ento, mas no ;r;da. _Y lo pnm1- PAREMONOS en esto del inmortal anhelo de inmortalidad, aun-
tivo no es que pienso, sino que vivo, porque tambien viven los que que los gnósticos o intelectuales puedan decir que es retórica lo que
no piensan. Aunque ese vivir no sea un vivir verda~ero. ¡Qué ,de sigue y no filosofía. También el divino Platón, al disertar en su F edón
contradicciones, Dios mío, cuando queremos casar la vida y la razon! sobre la inmortalidad del alma, dijo que conviene hacer sobre ella
La verdad es sum, ergo cogito, soy, luego pienso, aunque no todo leyendas, ¡1.oOoA.0-¡úv.
lo que es piense. la conciencia de pensar, ¿no será ante to~o conc~en­ Recordemos ante todo una vez más, y no será la última, aquello
cia de ser? ¿Será posible acaso un pensamien~o _puro, sm c?ncien- de Spinoza de que cada ser se esfuerza por perseverar en él, y que
cia de sí, sin personalidad? ¿Cabe acaso conocimiento puro sm sen- este esfuerzo es su esencia misma actual, e implica tiempo indefi-
timiento, sin esta especie de materialidad que el sentimiento }e ?res- nido, y que el ánimo, en fin, ya en sus ideas distintas y claras, ya
ta? ¿No se siente acaso el pensamiento y se siente uno a si mismo en las confusas, tiende a perseverar en su ser con duración indefi-
a la vez que se conoce y se quiere? ¿No pudo decir el hombr~ de nida y es sabedor de este su empeño. (Ethice, pars. III, propositio-
la estufa: "Siento, luego soy"; o "quiero, luego soy"? Y sent1Ise, nes VI-IX.)
¿no es acaso sentirse imperecedero? Querer~e, ¿!lo ,es quererse eter- Imposible no es, en efecto, concebirnos como no existentes, sin
no, es decir, no querer morirse? Lo que el tnste 3ud10 de Amste~dam que haya esfuerzo alguno que baste a que la conciencia se dé cuen-
llamaba la esencia de la cosa, el conato que pone en perseverar inde- ta de la absoluta inconciencia, de su propio anonadamiento. Intenta,
finidamente en su ser, el amor propio, el ansia de inmortalidad, ¿no lector, imaginarte en plena vela cuál sea el estado de tu alma en el
será acaso la condición primera y fundamental de todo conocimien- profundo sueño; trata de llenar tu conciencia con la representación
to reflexivo o humano? ¿Y no será, por tanto, la verdadera base, el de la no conciencia, y lo verás. Causa congojosísimo vértigo el em-
punto de partida de toda filosofía, aunque los filósofos, pervertido:; peñarse en comprenderlo. No podemos concebimos como no exis-
por el intelectu~lismo, no lo reco~ozcan ~ . . ., tiendo.
Y fué ademas el cogito el que mtrodu10 una d1stmc10n que, aun-
128 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAG!CO DE LA VIDA 129
Holanda; leed su Etica, como lo que es, como un desesperado poema a quien anhelamos gozar y poseer eternamente, nos libre de este
elegíaco, y decidme si no se oye allí, por debajo de las escuetas y, gnosticismo o intelectualismo clementino!
al parecer, serenas proposiciones expuestas more geometrico. el eco ¿Por qué quiero saber de dónde vengo y adónde voy, de dónde
lúgubre de los salmos proféticos. Aquella no es la filosofía de la re- viene y adónde va lo que me rodea, y qué significa todo esto? Por-
signación, sino la de la desesperación. Y cuando escribía lo de que el que no quiero morirme del todo, y quiero saber si he de morirme
hombre libre en todo piensa menos en la muerte; y es su sabiduría o no definitivamente. Y si no muero, ¿qué será de mí?; y si muero.
meditación, no de la muerte, sino de la vida misma -homo liber ya nada tiene sentido. Y hay tres soluciones: a) o sé que me muero
de nulla re minus quam de marte cogitat et eius sapientiam non del todo, y entonces la desesperación irremediable. o b) sé que no
mortis. sed vitae meditatio est (Ethice, pars. IV, prop. LXVII)-, muero del todo, y entonces la resignación, o -e) ·no puedo saber ni
cuando escribía, sootíase, como nos sentimos todos, esclavos, y pen- una ni otra cosa, y entonces la resignación en la desesperación o ésta
saba en la muerte, y para libertarse, aunque en vano, de este pensa- en aquélla, una resignación desesperada, o una desesperación resig-
miento, lo escribía. Ni al escribir la proposición XLII de la parte V, nada, y la lucha.
de nne "1'l felicidad no es premio de la virtud, sino la virtud misma", "Lo mejor es -dirá algún lector- dejarse de lo que no se pue-
sentía, de seguro, lo que escribía. Pues para eso suelen filosofar los de conocer." ¿Es ello posible? En su hermosísimo poema El sabio
hombres, para convencerse a sí mismos sin lograrlo:-Y este querer antiguo (The Ancient Sage) decía Tennyson: "¡No puedes probar
convencerse, es decir, este querer violentar la propia naturaleza hu- lo inefable (The Nameless), ¡oh, hijo mío!, ni puedes probar el mun-
mana, suele ser el verdadero punto de partida íntimo de no pocas do en que te mueves; no puedes probar que eres cuerpo sólo, ni
filosofías. puedes probar que eres sólo espíritu, ni que eres ambos en uno; no
"¿De dónde venl!o yo y de dónde viene el mundo en que vivo y puedes probar que eres inmortal, ni tampoco que eres mortal; sí.
del cual vivo? ¡.Adónde voy y adónde va cuanto me rodea? ¿Qué hijo mío, no puedes probar que yo, que contigo hablo, no eres tú
significa esto?" Tales son las preguntas del hombre, así que se li- que hablas contigo mismo, porque nada digno de probarse puede
berta de la embrutecedora necesidad de tener que sustentarse ma- ser probado ni des-probado, por lo cual sé prudente, agárrate siem-
terialmente. Y si miramos bien, veremos que debajo de esas pre- pre a la parte más soleada de la duda y trepa a la Fe allende las for-
guntas no hay tanto el deseo de conocer un por qué como el de co- mas de la Fel" Sí, acaso, como dice el sabio, nada digno de probar-
nocer el para qué: no de la causa, sino de la finalidad. Conocida es se puede ser probado ni des-probado.
la definición que de la filosofía daba Cicerón llamándola "ciencia
de lo divino y de lo humano, y de las causas en que ellos se contie- for nothinR wo,.thy pwi-!11~ can be prol'en.
:n..or yet dispro·ren~·
nen, renun divinarwn et humanarum, causarumque quibus hae res
continentu.r; pero, en realidad, esas causas son, para nosotro~. fines.
Y la Causa Suprema, Dios, ¿qué es sino el Supremo Fin? Sólo nos pero ¿podemos contener a ese instinto que lleva al hombre a querer
interesa el por qué en vista del para qué; sólo queremos saber de conocer y sobre todo a querer conocer aquello que a vivir, y a vivir
dónde venimos para mejor poder averiguar adónde vamos. siempre, conduzca? A vivir siempre, no a conocer siempre como e1
Esa definición ciceroniana, que es la estoica, se halla también gnóstico alejandrino. Porque vivir es una cosa y conocer otra, y co-
en aquel formidable intelectualista que fué Clemente de Alejandría, mo veremos, acaso hay entre ellas una tal oposición que podamos
por la Iglesia Católica canonizado, el cual la expone en el cap. V decir que todo lo vital es antirracional, no ya sólo irracional, y todo
del primero de sus Stromatrt. Pero este mismo filósofo cristiano lo racional, anti-vitai. Y ésta es la base del sentimiento trágico de
la vida.
-¿cristiano?-, en el cap. XXII de su cuarto Stroma, nos dice que
debe bastarle al .!!nóstico, es decir, al intelectual, el conocimiento, Lo malo del discurso del método de Descartes no es la duda
previa metódica; no es que empezara queriendo dudar de todo, Jo
la gnosis. y añade: "y me atrevería a decir que por no querer sal-
cual no es más que un mero artificio; es que quiso empezar, pres-
varse escojerá el conocimiento el que lo siga por la divina ciencia
cindiendo de sí mismo, de Descartes, del hombre real de carne ·v
misma: el conocer tiende, mediante el ejercicio, al siempre conocer;
hueso, del que no quiere morirse, para ser un mero p~nsador, est~
pero el conocer siempre, hecho esencia del conocimiento por con-
es, una abstracción. JPero el hombre real volvió v se le metió en la
tinua mezcla y hecho contemplación eterna queda sustancia viva; filosofía. "
y si alguien por su posición propusiese al intelectual qué prefería,
"Le bon se;1s est la chose d11 monde la mieux partagée." Así
o el conocimiento de Dios o la salvación eterna, y se pudieran dar
comienza el Discurso del Método, y ese buen sentido le salvó. ·Y
estas cosas separadas, siendo, como son, más bien una sola, sin va-
sigue hablando de sí mismo, del hombre Descartes, diciéndonos, en-
cilar escojería el conocimiento de Dios". ¡Que El, que Dios mismo,
tre otras cosas, que estimaba rnucho la elocuencia y estaba enamo-
UNAMFNO.-V1l
DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 131
130 MIGUEL DE UNAMUNO
que fecunda en verdades, lo ha sido también en confusiones:. Y: es. ,la
rado de la poesía; que se complacía sobre todo en las matemáticas, distinción entre objeto, cogito, y sujeto, sum. Apenas hay distmc1on
a causa de la certeza y evidencia de sus razones, y que veneraba que no sirva también para confundir. Pero a esto volveremos. .
nuestra teología, y pretendía, tanto como cualquier otro, ganar el Quedémonos ahora en esta vehemente sospecha de que el ansia
cielo, et pratendais autant qu'aucun autre a gagner le ciel. y esta de no morir el hambre de inmortalidad personal, el conato con que
pretensión, por lo demás creo que muy laudable, y sobre todo muy tendemos a persistir indefinidamente en nuestro ser propio Y que .es,
natural, fué la que le impidió sacar todas las consecuencias de la según el trágico judío, nuestra misma esencia, eso es la base afec-
duda metódica. El hombre Descartes pretendía tanto como otro cual- tiva de todo conocer y el íntimo punto de partida personal de toda
quiera, ganar el cielo; "pero habiendo sabido, como cosa muy se- filosofía humana, fraguada por un hombre y para ho1!1-bres. Y Y",e-
gura, que no está su camino menos abierto a los más ignorantes que remos cómo la solución a ese íntimo problema afectivo, soluc1on
a los más doctos, y que las verdades reveladas que a él llevan están que puede ser la renuncia desesperada de solucionarlo, es la que tiñe
por encima de nuestra inteligencia, no me hubiera atrevido a some- todo el resto de la filosofía. Hasta debajo del llamado problema del
terlas a la flaqueza de mis razonamientos, y pensé que para empren- conocimiento no hay sino el afecto ese humano, como debajo de
der el examinarlos y lograrlo era menester tener alguna extraordi- la inquisición del por qué de la causa no hay sino la rebusca del
naria asistencia del cielo y ser más que hombre". Y aquí está el hom- para qué de la finalidad. Todo lo demás es engañarse o querer enga-
bre. Aquí está el hombre que no se sentía,. a Dios gracias, en con- ñar a los demás. Y querer engañar a los demás para engañarse a sí
diciones que le obligase a hacer de la ciencia un oficio -metier- mismo.
para alivio de su fortuna, y que no se hacía una profesión de des- Y ese punto de partida personal y afectivo de toda filosofía y
preciar, en cínico, la gloria. Y luego nos cuenta cómo tuvo que de- de toda religión es el sentimiento trágico de la vida. Vamos a verlo.
tenerse en Alemania, y encerrado en una estufa, poéle, empezó a
filosofar su método. En Alemania, ¡pero encerrado en una estufa!
Y así es, un discurso de estufa, y de estufa alemana, aunque el filó-
sofo en ella encerrado, un francés que se proponía ganar el cielo.
Y llega al cogito ergo sum, que ya San Agustín preludiara; pero
el ego implícito en este entimema, ego cogito, ergo ego sum, es un III
ego, un yo irreal o sea ideal, y su sum, su existencia, algo irreal tam-
EL HAMBRE DE INMORTALIDAD
bién. "Pienso, luego soy", no puede querer decir sino "pienso, luego
soy pensante"; ese ser del soy, que se deriva de pienso, no es más
que un conocer; ese ser es conocimiento, mas no vida. Y lo primi- PAREMONOS en esto del inmortal anhelo de inmortalidad, aun-
tivo no es que pienso, sino que vivo, porque también viven los que .que los gnósticos o intelectuales puedan decir que es retórica lo que
no piensan. Aunque ese vivir no sea un vivir verdadero. ¡Qué de sigue y no filosofía ..También el divino Platón, al disertar en su Fedón
contradicciones, Dios mío, cuando queremos casar la vida y la razón! sobre la inmortalidad del alma, dijo que conviene hacer sobre ella
La verdad es sum, ergo cogito, soy, luego pienso, aunque no todo leyendas, 110Bo"Ao¡e'lv•.
lo que es piense. la conciencia de pensar, ¿no será ante todo concien- ' · Recordemos ante todo una vez más, y no será la última, aquello
cia de ser? ¿Será posible acaso un pensamiento puro, sin concien- de Spinoza de que cada ser se esfuerza por perseverar en él, y que
cia de sí, sin personalidad? ¿Cabe acaso conocimiento puro sin sen- este esfuerzo es su esencia .misma actual, e implica tiempo indefi-
timiento, sin esta especie de materialidad que el sentimiento le pres- nido, y que el ánimo, en fin, ya en sus ideas distintas y. ~lar~s, ya
ta? ¿No se siente acaso el pensamiento y se siente uno a sí mismo en las confusas, tiende a perseverar en su ser con durac1on m~~fi­
a la vez que se conoce y se quiere? ¿No pudo decir el hombre de .nida y .es sabedor de este su empeño. (Ethice, pars. III, propos1tio-
la estufa: "Siento, luego soy"; o "quiero, luego soy"? Y sentirse, nes VI-IX.)
¿no es .acaso sentirse imperecedero? Quererse, ¿no es quererse eter- .· Imposible no es, en efecto, concebirnos como no existentes, sin
no, es decir, no querer morirse? Lo que el triste judío de Amsterdam que haya esfuerzo alguno que baste a que la conciencia se dé cuen-
llamaba la esencia de la cosa, el conato que pone en perseverar inde- ta .de la absoluta inconciencia, de su propio anonadamiento. Intenta,
finidamente en su ser, el amor propio, el ansia de inmortalidad, ¿no lector, imaginarte en plena vela cuál sea el estado de tu alma en el
será acaso la condición primera y fundamental de todo conocimien- profundo sueño; trata de llenar tu conciencia con la representación
to reflexivo o humano? ¿Y no será, por tanto, la verdadera base, el de la no conciencia, y lo verás. Causa congojosísimo vértigo el em-
punto de partida de toda filosofía, aunque los filósofos, pervertidos peñarse en comprenderlo. No podemos concebirnos como no exis-
por el intelectualismo, no lo reconozcan? tii;iµdo.
Y fué además el cogito el que introdujo una distinc~ón que, aun-
DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE. LA VIDA 127
126 MIGUEL DE UNAMUNO
las. artes de que· debía valerse para atraer a su casa amantes, que le
Y ahora bien: ¿para qué se filosofa?, es decir, ¿para qué se in- pidió eila al. filósofo que fuese su compañero de caza, cmvB-r¡pr.ctr¡~,
vestiga los primeros principios y los fines últimos delas cosas? ¿Para su alcahuete, en una palabra (1). Y es que, de hecho, en arte de_ al-
qué se busca .la verdad desinteresada? Porque aquello de que todos cahuetería, aunque sea espiritual, suele no pocas veces convertirse
los hombres tienden por naturaleza a conocer, está bien; pero ¿para la filosofía. Y otras, en opio para adormecer pesares.
qué? Tomo 1al azar un libro de metafísica, el que encuentro más a
Buscan los filósofos un punto de partida teórico o ideal a su tra- mano Time and Espace, a Metaphysical Essay, de Shadworth H.
bajo humano, el de filosofar; pero suelen descuidar buscarle el pun" Hodg~on (2); lo abro, y en el párrafo quinto del primer capítulo
to de partida práctico y real, el propósito. ¿Cuál es el propó.sito ~l de su parte primera, leo: "La metafísica no es, p_ropi_amente hablan;
hacer filosofía, al pensarla y exponerla· luego a los semeiantes? do una ciencia, sino una filosofía; esto es, una ciencia cuyo fin esta
¿Qué busca en ello y con ello el filósofo? ¿La verdad por la ver- en' sí misma; en la gratificación y educación de los espíritus que la
dad misma? ¿La verdad para sujetar a ella nuestra conducta y de- cultivan, no en prop?sito alguno ex~er1!?• tal c~mo el de fundar un
terminar conforme a ella nuestra actitud espiritual para con la vida arte conducente al bienestar de la vida . Exammemos esto. Y _vere-
y el universo? mos primero que la metafísica no es, hablando con propiedad
La filosofía es un product~ humano de cada filósofo, y cada fi- --properly speaking-, una ~ien~ia, "esto es", thlft is, que es ~a
lósofo es un. hombre de carne y hueso que se dirije a otros hombres ciencia cuyo fin, etc.,Y esta cien~ia, ~~e no es pro:p}amente una ~~en­
de carne y hueso como él. Y haga lo que quiera, filosofa, no con la cia, tiene su fin en si, en la gratificac10n y educac10n de los espmtus
razón sólo, sino con la voluntad, con el sentimiento, con la carne y que la cultivan. ¿En qué, pues, qu~d.amos? ¿Tiene s~ fin en sí; o es
~on los huesos, con el· alma toda y con todo el cuerpo. Filosofa el .su fin gratificar y .educar a los espmtus que la cultivan? ,i? lo uno
hombre.
Y no quiero emplear aquí el yo, diciendo que al filosofar :filq- 0 lo otro! Luego añade Hodgson c¡ue el fin de la metaflsica no es
propósito alguno extero9, como el de f:unda: un arte ~o!lducente al
sofo yo y no el hombre, para que no se confunda este yo concreto, bienestar de la vida. Pero es que la gratificación del espmtu de aquel
circunscrito, de carne y hueso, que sufre de mal de muelas y no en- que cultiva. la filosofía, ¿no es P,a:te ~el ~ienest~r de s1:1 vida? Fíjese
cuentra soportable la vida si la muerte es la aniquilación de la con- el lector en ese pasaje del metaf1s1co mgles, y d1game s1 no es un te-
ciencia personal, para.que no se le confunda con ese otro yo de ma- j}do de contradicciones. .
tute, el Yo con letra mayúscula, el Yo teórico que introdujo en la · Lo cuaJ. ,es inevitable cuando se trata de fi1ar humanamente eso
filosofía Fichte, ni aun con el Unico, también teórico, de Max Stir- de una ciencia de un conocer, cuyo fin esté en sí mismo, eso de un
ner. Es mejor decir nosotros. Pero nosotros los circunscritos en es- conocer por el' éonocer mismo, de ~n alcanzar la ".erd~d por la mis-
pacios. ma .verdad.. La ciencia no existe, smo en la conciencia personal, y
¡Saber por saber! ¡La verdad por la verdad! Eso es inhumano. gracias a ella; la. astronomía, las matemáticas, no tienen otra reali-
Y si decimos que la :filosofía teórica se endereza a la práctica, la ver- dad que la que como conocimiento tienen las mentes de los q1:1e l~s
dad al bien, la ciencia a la moral, diré: y el bien ¿para qué? ¿Es aprenden y cultivan. Y si un día ha de acabarse toda conc1en~ia
acaso un fin en sí? Bueno no es sino lo que contribuye a la con- personal sobre la tierra, si un día ha de volver a la nada, es decir,
servación, perpetuación y enriquecimiento de la conciencia. El bien a· lá absoluta inconciencia de que brotara el espíritu humano, Y no
se .endereza al hombre, al mall¡tenimiento y perfección de la so- ha "de haber e$píritu que se aproveche de toda nuestra c~encia acu-

t
ciedad humana, que se compone de hombres. Y esto, ¿para qué? mulada, ¿para qué ésta? Porque no se debe per~er ~ vista que ~l
"Obra de modo que tu acción pueda servir de norma a todos los problema 'de la inmortalidad personal del alma rmphca el porvemr
hombres", nos dice Kant. Bien, ¿y para qué? Hay que buscar un de la especie humana toda.
para qué. ; Esa serie de contradicciones en que el inglés cae, al querer ex-
En el punto de partida, en el verdadero punto de partida, el prác- plicarnos .to de una ciencia cuyo fin está en sí misma, es fácilmente
tico, no el teórico, de toda filosofía, hay un para qué. El filósofo fi- . comprensible tratándose de un inglés que ante todo es hombre. Tal
losofa para algo más que para :filosofar. Primum vivere, deinde phi- .vez. un especialista alemán, un filósofo que haya hecho de la filo-
losophari, dice el antiguo adagio latino, y como el filósofo antes que ·Sofía ·.su especialidad, y en ésta haya ente~rad?, matándola ª?tes,
filósofo es hombre, necesita vivir para poder filosofar, y de hecho fi- :su humanidad, explicara mejor eso de la ciencia, cuyo fin esta en
losofa para vivir. Y suele filosofar, o para resignarse a la vida o para sí·misma, y lo. del conocer pot conocer.
buscarle alguna finalidad, o para divertirse y olvidar penas, o por Tomad al hombre. Spinoza, a aquel judío portugués desterrado en
deporte y juego. Buen ejemplo dy_ esto último, aquel terrible iro-
nista ateniense que fué Sócrates, y de qujen nos. cuenta Jenofonte, . 1 Ml!m'. ::i;rr, XT. 15.. Not.a de la versión italiana. (N. del E.)
' ·.;' ~ Part 1,' cap. I, párrafo 5. (N. del E.)
en sus Memorias, que de tal modo le expuso a Teodota la cortesana
]32 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 133
Ei universo visible, el que es hijo del instinto de conservación, esclavo de su libertad. Este pene<1.miento de que me tengo que morir
me viene estrecho, esme como una jaula que me resulta chica,_ y y el enigma de lo que habrá después, es el latir mismo de mi con-
contra cuyos barrotes da en sus revuelos mi alma; fáltame en él ciencia. Contemplando el sereno campo verde o contemplando unos
aire que respirar. Más, más y cada vez más; quiero ser yo y sin de- ojos claros, a que se asome un alma hermana de la mía, se me hin-
jar de serlo, ser además los otros, adentrarme la totalidad de las che la conciencia, siento la diástole del alma y me empapo en vida
cosas visibles e invisibles, extenderme a lo ilimitado del espacio y ambiente y creo en mi porvenir; pero al punto la voz del misterio
prolongarme a lo inacabable del tiempo. De no serlo todo y por me susurra: "¡Dejarás de ser!'', me roza con el ala el Angel de la
siempre, es como si no fuera, y por lo menos ser todo yo, y serlo muerte, y la sístole del alma me inunda las entrañas espirituales en
para siempre jamás. Y ser todo yo, es ser todos Jos demás. ¡O todo sangre de divinidad.
o nada! Como Pascal, no comprendo al que asegura no dársele un ar-
¡O todo o naCia! ¿Y qué otro sentido puede tener el "¡ser o no dite de este asunto, y ese abandono en cosa "en que se trata de
ser!", To be or not to be, shakesperiano, el de aquel mismo poeta ellos mismos, de su eternidad, de su todo, me irrita más que me
que hizo decir de Marcio en su Coriolano (V, 'ot)'que sólo necesitaba enternece, me asombra y me espanta", y el que así siente "es para
la eternidad para ser dios: he wants nothing of a god but eternity? mí", como para Pascal, cuyas son las palabras señaladas, "un
¡Eternidad! ¡Eternidad! Este es el anhelo; la sed de eternidad es lo monstruo".
que se llama amor entre los hombres, y quien a otro ama es que Mil veces y en mil tonos se ha dicho cómo es el culto a los muer-
quiere eternizarse en él. Lo que no es eterno tampoco es real. tos antepasados lo que enceta, por lo común, las religiones primi-
Gritos de las entrañas del alma ha arrancado a los poetas de los tivas, y cabe, en rigor, decir que lo que más al hombre destaca de
tiempos todos esta tremenda visión del fluir de las olas de la vida, los demás animales es lo de que guarde, de una manera o de otra,
desde el "sueño de una sombra" oxtr1.~ ovap. de Píndaro, hasta el "la sus muertos sin entregarlos al descuido de su madre la tierra todo-
vida es sueño", de Calderón, y el "estamos hechos de la madera paridora; es un animal guardamuertos. ¿Y de qué los guarda así?
de los sueños", de Shakespeare, sentencia esta última aún más trá- ¿De qué los ampara el pobre? La pobre conciencia huye de su pro-
gica que la del castellano, pues mientras en aquélla sólo se declara pia aniquilación y así que un espíritu animal, desplacentándose de!
sueño a nuestra vida, mas no a nosotros, los soñadores de ella, el mundo se ve frente a éste, y como distinto de él se conoce, ha de
inglés nos hace también a nosotros sueño, sueño que sueña. querer otra vida que no la del mundo mismo. Y así la tierra correría
La vanidad del mundo y el cómo pasa, y el amor, son las dos riesgo de convertirse en un vasto cementerio, antes de que los muer-
notas radicales y entrañadas de la verdadera poesía. Y son dos no- tos mismos se remueran.
tas que no pueden sonar Ja una sin que la otra a la vez resuene. El Cuando no se hacía para los vivos más que chozas de tierra o
sentimiento de Ja vanidad del mundo pasajero nos mete el amor, cabañas de paja que la intemperie ha destruído, elevábanse túmulos
único en que se vence Jo vano y transitorio, único que rellena y eter- para los muertos, y antes se empleó la piedra para las sepulturas
niza Ja vida. Al parecer al menos, que en realidad ... Y el amor, so- que no para las habitaciones. Han vencido a Jos siglos por su for-
bre todo cuando lucha contra el destino, súmenos en el sentimiento taleza las casas de Jos muertos, no las de los vivos; no las moradas
de la vanidad de este mundo de apariencias, y nos abre el vislumbre de paso, sino las de queda.
de otro en que, vencido el destino, sea ley la libertad. Este culto, no a Ja muerte, sino a la inmortalidad, m1cia y con-
¡Todo pasa! Tal es el estribillo de los que han bebido de la fuen- serva las religiones. En el delirio de la destrucción, Robespierre hace
te de la vida, boca al chorro, de los que han gustado del fruto del declarar a la Convención la existencia del Ser Supremo y "el princi-
árbol de la ciencia del bien y del mal. pio consolador· de la inmortalidad del alma", y es que el Incorrup-
¡Ser, ser siempre, ser sin término! ¡Sed de ser, sed de s~r más! tible se aterraba ante la idea de tener que corromperse un día.
¡Hambre de Dios! ¡Sed de amor eternizante y eterno! ¡Ser siempre! ¿Enfermedad? Tal vez; pero quien no se cuida de la enfermedad,
¡Ser Dios! descuida la salud, y el hombre es un animal esencial y sustancial-
"¡Seréis como dioses!", cuenta el Génesis (IH, 5) que dijo la ser- mente enfermo. ¿Enfermedad? Tal vez lo sea, como la vida misma
piente a la primera pareja de enamorados. "Si en esta vida tan sólo a que va presa, y la única salud posible, la muerte; pero esa enfer-
hemos de esperar en Cristo, somos los más lastimosos de los hom- medad es el manantial de toda salud poderosa. De lo hondo de esa ,
bres", escribía el Apóstol (I Cor., XV, l 9), y toda religión arranca congoja, del abismo del sentimiento de nuestra mortalidad, se sale
históricamente del culto a los muertos, es decir, a la inmortalidad. a la luz de otro cielo, como de lo hondo del infierno salió el Dante
Escribía el trágico judío portugués de Amsterdam que el hombre a volver a ver las estrellas.
libre en nada piensa menos que en la muerte; pero ese hombre libre e quindi uscimmo a riveder le stelle
es un hombre muerto, libre del resorte de Ja vida, falto de amor, [Inf. XXXlV, 139.]
134 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 135

Aunque al pronto nos sea congojosa esta ~editación de n':1est:a bras de Sénancour, expresivas de la, desesperación católica, no ya de
mortalidad nos es al cabo corroboradora. Reco¡ete, lector, en ti mis- la protestante, cuando hace decir a su Obermann (carta XC): L'hom-
mo, y figú~ate un lento deshacerte de ti mismo, ei: que la lu_:;; se te me est périssab!e. ll se peut; mais périssons en résistant, et, si le néant
apague, se te enmudezcan las cosas y no te den som~o, envo_lv1endote nous est réscrvé, ne faisons pas que ce soit une justice. Y he de con-
en silencio, se te derritan de entre las manos los ob¡etos asideros, se fesar, en efecto, por dolorosa que la confesión sea, que nunca, en
te escurra de bajo los pies el piso, se te desvanezcan com_o_ ei;i des- los días de la fe ingenua de mi mocedad, me hicieron temblar las
mayo los recuerdos, se te vaya disipando todo en nada, )! d~s1pandote descripciones, por truculentas que fuesen, de las torturas del infierno,
también tú, y ni aun la conciencia de Ja nada te quede s1qmera como y sentí siempre ser la nada mucho más aterradora que él. El que sufre
fantástico agarradero de una sombra. . vive, y el que vive sufriendo ama y espera, aunque a la puerta de
He oído contil'r de un pobre segador muerto en cama de hosp_1ta_l, su mansión le pongan el "¡Dejad toda esperanza!", y es mejor vivir
que al ir el cura a ungirle en ~extrernaunció1:1 las manos, s~ res1stia en dolor que no dejar de ser en paz. En el fondo era que no podía
a abrir la diestra con que apunaba unas sucias mo~e~.las, SI~ p_erca- creer en esa atrocidad de un infierno, de una eternidad de pena, ni
tarse de que muy pronto no sería ya suya s~ mai:o m el de s1, mrnmo. veía más verdadero infierno que la nada y su perspectiva. Y sigo
y así cerramos y apuñamos, no ya la mano, smo el corazon, que- creyendo que si creyésemos todos en nuestra salvación de la nada,
riendo apuñar en él al mundo. . . seríamos todos mejores.
Confcsábame un amigo que, previendo, en pleno vigor de salud ¿Qué es ese arregosto de vivir, la joie de vivrc, de que ahora nos
física, la cercanía de una muerte violenta, pensaba en concentrar, la hablan? El hambre de Dios, la sed de eternidad, de sobrevivir, nos
vida viviéndola en los pocos días que de ella calculaba le quedanan ahogará siempre ese pobre goce de la vida que pasa y no queda. Es
par~ escribir un libro. ¡Vanidad de vanidades! , el desenfrenado amor a la vida, el amor que la quiere inacabable,
r Si al morírseme el cuerpo que me sustenta, y al qu~ llam? m~o
para distinguirle de mí mismo, que soy yo, vuelve m1, conciencia
lo que más suele empujar al ansia de la muerte. "Anonadado yo,
si es que del todo me muero -nos decimos-, se me acabó el mun-
a la absoluta ineonciencia de que brotara, y como a la mm les acae- do, acabóse; ¿y por qué no ha de acabarse cuanto antes para que
ce a las de mis hermanos todos en humanida~, .entonces 1:1? es nues- no vengan nuevas conciencias a padecer el pesadumbroso engaño
tro trabajado linaje humano más que una fatid1ca p:oc~s10n de fan- de una existencia pasajera y aparencial? Si deshecha la ilusión del
tasmas, que van de la nada a Ja nada, y el humamtansmo, lo más vivir, el vivir por el vivir mismo o para otros que han de morirse
inhumano que se conoce. también, no nos llena el alma, ¿para qué vivir? La muerte es nuestro
Y el remedio no es el de la copla que dice: remedio." Y así es como se endecha al reposo inacabable por miedo
a él, y se le llama liberadora a la muerte.
Cada vez que considero
que me tengo que morir, Ya el poeta del dolor, del aniquilamiento, aquel Leopardi que,
tiendo Ja capa en el suelo perdido el último engaño, el de creerse eterno.
y no me harto de dormir.
Peri ringanno estremo
¡No! El remedio es considerarlo cara a cara, fija la mira~a en ch'etemo io mi credei.
la mirada de la Esfinge, que es así como se deshace el maleficio de
su aojamiento. , le hablaba a su corazón de !'infinita vanita del tz<tto; vió la estrecha
Si del todo morimos todos, ¿para qué todo? ¿Para que? Es el
¿para qué? de la Esfinge, es el ¿para qué? que nos corroe el meollo hermandad que hay entre el amor y la muerte, y cómo cuando "na-
del alma, es el padre de la congoja, la que nos da el amor de espe- ce en el corazón profundo un amoroso afecto, lánguido y cansado,
juntamente con él en el pecho un deseo de morir se siente". A Ja
ranza. l' mayor parte de los que se dan a sí mismos la muerte, es el amor
Hay, entre los poéticos quejidos del pobre Co"':'.per, unas meas
escritas bajo el peso del delirio, y en _las cuales, cr~yendose blanco d_e el que les mueve el brazo, es el ansia suprema de vida, de más vida,
la divina venganza, exclama que el mfierno podra procurar un abn- de prolongar y perpetuar la vida, lo que a la muerte les lleva, una
vez persuadidos de la vanidad de su ansia.
go a sus miserias.
Trágico es el problema y de siempre y cuanto más queramos
Hell might afford my m.iseries a shelter. de él huir, más vamos a dar en él. Pué el sereno -¿sereno?-
Platón, hace ya veinticuatro siglos, el que en su diálogo sobre la
Este es el sentimieno puritano, la preocupación ,del pe_cado Y de inmortalidad del alma dejó escapar de la suya, hablando de Jo du-
la predestinación; pero leed estas otras mucho mas terribles pala- doso de nuestro ensueño de ser inmortales, y del riesgo de que no
F. Nietzsche

Sobre verdad y mentira


en sentido extramoral
1
En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en
innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales
,
inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de
la "Historia Universal": pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves
respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes
hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con
todo, no habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y
caduco, cuán estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto
humano dentro de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía;
cuando de nuevo se acabe todo para él no habrá sucedido nada, puesto que
J
para ese intelecto no hay ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la
vida humana. No es sino humano, y solamente su poseedor y creador lo toma
tan patéticamente como si en él girasen los goznes del mundo. Pero, si
pudiéramos comunicamos con la mosca, llegaríamos a saber que también ella
navega por el aire poseída de ese mismo pathos, y se siente el centro volante
de este mundo. Nada hay en la naturaleza, por despreciable e insignificante
que sea, que, al más pequeño soplo de aquel poder del conocimiento, no se
infle inmediatamente como un odre; y del mismo modo que cualquier mozo de
cuerda quiere tener su admirador, el más soberbio de los hombres, el filósofo,
está completamente convencido de que, desde todas partes, los ojos del
universo tienen telescópicamente puesta su mirada en sus obras y
pensamientos.
Es digno de nota que sea el intelecto quien así obre, él que, sin embargo,
sólo ha sido añadido precisamente como un recurso de los seres más infelices,
delicados y efimeros, para conservarlos un minuto en la existencia, de la cual,
por el contrario, sin ese aditamento tendrían toda clase de motivos para huir
tan rápidamente como el hijo de Lessing. Ese orgullo, ligado al conocimiento
y a la sensación, niebla cegadora colocada sobre los ojos y los sentidos de los
hombres, los hace engañarse sobre el valor de la existencia, puesto que aquél
proporciona la más aduladora valoración sobre el conocimiento mismo. Su
281
280 MIGUEL D E UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA

de todos. Y cada uno debe contribuir a curarla, por lo que otros Vaciedad y sofistería habrá de ~parecer esto,_ ,bien lo sé. Y se
no hacen. El que Ja sociedad sea culpable agrava Ja culpa de cada me dirá también que hay la ciencia de la pas1on Y que hay }a
uno. "Alguien tiene que hacerlo, ¿pero por qué he de ser yo?; es la pasión de la ciencia, y que es en la esfera moral donde la razon
frase que repiten, los débiles bienintencionados. Alguien tiene que y la vida se aúnan. , . .
hacerlo, ¿por que no yo?, es el grito de un serio servidor del No Jo sé no lo sé, no lo sé ... Y acaso este yo d1c1endo en el
hombre que afronta cara a cara un serio peligro. Entre estas dos fondo, aunq~e más turbiamente, lo . mismo qu~ és?s, los, adver-
sentencias. median siglos enteros de evolución moral." Así dijo mis- sarios que me finjo para tener a qmen combatIT, d1c~n, solo ~ue
tress Anme Besant en su autobiografía. Así dijo la teósofa. más claro, más definida y más racionalmente. N_o lo se, no. lo se .. ·
El que la sociedad sea culpable agrava la culpa de cada uno Pero sus cosas me hielan y me suenan a vaciedad afectiva: .
y es más culpable_ el que más siente la culpa. Cristo, el inocente'. y volviendo a lo mismo, ¿es la virtud ciencia? ¿"f:s la c1~ncia
como conocía me1or que nadie la intensidad de la culpa, era en virtud? Porque son dos cosas distintas. Puede ser ciencia la Vlf~Ud,
un cierto sentido el más culpable. En El llegó a conciencia la di- ciencia de saber conducirse bien, sin que por eso toda otra c~en­
vinidad de la humanidad y con ella su culpabilidad. Suele dar que cia sea virtud. Ciencia es la de Maquiavelo,. y no puede ,decITse
reír a no pocos el leer de grandísimos santos que por pequeñísimas que su virtú sea virtud ,moral . siempre .. Sabido , es'. ade~as, que
faltas, por faltas que hacen sonreírse a un hombre de mundo se no son mejores ni los mas intehgentes, m los mas mstrmdos.
tuvieron por Jos más grandes pecadores. Pero la intensidad d~ Ja No, no, no; ni la fisiología enseña a digerir, ni la lóg~ca a, ~is­
culpa no se mide por el acto externo, sino por la conciencia de currir ni la estética a sentir la belleza o a expresarla, m la etica
e_J_Ia, Y a un? le causa agudísimo dolor lo que a otro apenas si un a ser' bueno. Y menos mal si no enseña a ser hipócrita, porque
h1ero cosqmlleo. Y en un santo puede llegar Ja conciencia moral Ja pedantería, sea de lógica, sea de estética, sea de ética, no es en el
a tal plenitud y agudeza, que el más leve pecado le remuerda más fondo sino hipocresía.
que al mayor criminal su crimen. Y la culpa estriba en tener con- Acaso la razón enseña ciertas virtudes burguesas, pero no hace
ciencia de ella; está en el que juzga y en cuanto juzga. Cuando uno ni héroes ni santos. Porque santo es el que hace bien no por el
comete un acto pernicioso, creyendo de buena fe hacer una acción bien mismo, sino por Dios, por la eternización.
virtuosa, no podemos tenerle por moralmente culpable, y cuando ¡Acaso, por otra parte, la cultura; es decir, la Cultura -¡_oh,
otro cree que es mala una acción indiferente, o acaso beneficiosa, la culturat-, obra, sobre todo, de filosofes y de hombres de cien-
y la lleva a cabo, es culpable. El acto pasa, la intención queda, y cia no la han hecho ni los héroes ni los santos! Porque los santos
lo I?alo del mal acto es que malea la intención, que haciendo mal a se 'han cuidado muy poco del progreso de la cultu_ra _h~mana; se
sabiendas se predispone uno a seguir haciéndolo se oscurece la cuidaron más bien de la salvación de las almas m?1v1duales de
conciencia. Y no es lo mismo hacer el mal que ;er malo. El mal aquellos con quienes convivían. ¿Qué significa, por e1emplo, en la
oscurece la conciencia, y no sólo la conciencia moral sino la con- historia de la cultura humana, nuestro San Juan de la Cruz, aquel
ciencia general, ~a p_síquica. Y es que es bueno cu~nto exalta y frailecito incandescente, como se le ha llamado culturalmente -y
ensancha la conciencia, y malo lo que la deprime y amengua. no sé si cultamente-, junto a Descartes?
Y aquí acaso cabría aquello que ya Sócrates, según Platón
se proponía, y es si la virtud es ciencia. Lo que equivale a deci; Todos esos santos, encendidos de religiosa caridad ha~ia sus
prójimos, hambrientos de e~erni~~ción propia y ajena, que iban a

r si la virtud es racional.
Los eticistas, los de que la moral es ciencia, los que al leer
todas estas divagacio~es dirán: ¡retórica, retórica, retórica!, creerán,
me parece, que la v!ftud se adquiere por ciencia, por estudio ra-
quemar corazones ajenos, mqms1dores acaso, todo~ . esos santos;
¿qué han hecho por el progreso de la cienci,a,_ de la etica? ¿~nvent?
acaso alguno de ellos el imperativ? categ~nco, comr lo., mvent~
el solterón de Koenigsberg, que s1 no fue santo merec10 serlo.
cion~l, y hasta que las matem~ticas nos ayudan a ser mejores. No
lo se; pero yo siento que la V!ftud, como la religiosidad como el Quejábaseme un día el hijo de un gran profeso: de ética, de 1:11:º
anhelo de no morirse nunca -y todo ello es la misma ~osa en el a quien apenas si se le caía de la boca el imperativo ~se'. qu~ v1via
fondo- se adquiere más bien por pasión. en una desoladora sequedad de espíritu, en un vac10 mtenor. Y
. "Pero y; la pasi?n ¿qué es?", se me dirá. No lo sé, o, mejor hube de decirle:
dicho, lo se muy bien, porque la siento, y sintiéndola no necesito "Es que su padre de uste~, amigo mí?, tenía un !ͺ _soterr:iño
defii;iírmela. Es más aún: temo que si llego a defini;la dejaré de en el espíritu, una fresca cornente de antlgu~s cr~encias mfant!les,
sentirla y de tenerla. La pasión es como el dolor y, como el dolor de esperanzas de ultratumba; y cuando_ creia alimentar su ~lma
crea su objeto. Es más fácil al fuego hallar combustible que aÍ con el imperativo ese o con algo parecido, lo estaba en reahdad
combustible fuego. alimentando con aquellas aguas de la niñez. Y a usted le ha dado
192 MIGUEL D E UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 193

que dejarlo de ser un día. Pues toda conciencia lo es de muerte impotencia. Y de este choque entre nuestro conocer y nuestro poder
y de dolor. surge Ja compasión.
, 1.. ~ ~o~ciencia, conscie.ntia, es conocimiento participado, es con- Compadecemos a lo semejante a nosotros, y tan~o más lo com-
~ sentimiento, y con-sentir es com-padecer. padecemos cuanto más y mejor sentimos su semejanza con nos-
El amor personaliza cuanto ama. Sólo cabe enamorarse de una otros. Y si esta semejanza podemos decir que provoca nuestra c?311-
idea personalizándola. Y cuando el amor es tan grande y tan viv.o, pasión, cabe sostener también que nuestro repuesto de con.1pas1on,
y tan fuerte y desbordante que lo ama todo, entonces lo persona- pronto a derramarse sobre todo, es lo que nos l~ace descubnr la se-
liza todo y descubre• que el total Todo, que el universo es Persona mejanza de las cosas con nosotros, el lazo comun que nos une con
también que tiene una Conciencia, Conciencia que a su vez sufre, ellas en el dolor.
compadece y ama, es decir, es conciencia. Y a esta Conciencia del Nuestra propia lucha por cobrar, conservar. y acrecen~ar. la pro-
Universo, que el amor descubre personalizando cuanto ama, es a pia conciencia, nos hace descubrir en los forceicos y mov1m1entos Y
revoluciones de las cosas todas una lucha por cobrar, conservar .º

~
lo que llamamos Dios. ¡:Y así el alma compadece a Dios y se siente
por El compadecida, fe ama y se siente por El amada, abrigando acrecentar conciencia, a la que todo tiende. Bajo los actos de. mis
más próximos semejantes, los demás hombres, si~nto :-º .cons1el!'to

'
~ su miseria en el seno de la miseria eterna e infinita, que es al eter-
) L nizarse e infinitarse la felicidad suprema misma. más bien- un estado de conciencia como es el mio baio mis propios
Dios es, pues, la personalización del Todo, es la Conciencia actos. Al oírle un grito de dolor a mi hermano, mi propio dolor se
eterna e infinita del Universo, Conciencia presa de la materia, y despierta y grita en el fondo de mi conciencia. Y de la misma ma-
luchando por libertarse de ella. Personalizamos al Todo para sal- nera siento el dolor de los animales y el de un árbol al que le arran-
varnos de la nada, y el único misterio verdaderamente misterioso can una rama, sobre todo cuando tengo viva la fantasía, que es la fa-
es el misterio del dolor. cultad de intuimiento, de visión interior.
- El dolor es el camino de la conciencia? y ·es por él cómo los Descendiendo desde nosotros mismos, desde la propia conciencia
, 1 seres vivos llegan a tener conciencia de sí. Forque tener conciencia humana, que es lo único que sentimos por dentro y en que el ~en­
" de sí mismo, tener personalidad, es saberse y sentirse distinto de tirse se identifica con el serse, suponemos que tienen alguna concien-
los demás seres, y a sentir esta distinción sólo se llega por el cho- cia, más o menos oscura, todos los vivientes y las rocas mismas, que
_.. [ que, por el dolor más o menos grande, por la sensación del propio también viven. Y la evolución de los seres orgánicos no es sino una
·' límite. La conciencia de sí mismo no es sino la conciencia de la lucha por la plenitud de conciencia a través del dolor, una costante
propia limitación. Me siento yo mismo al sentirme que no soy los aspiración a ser otros sin dejar de ser lo que son, a romper sus lí-
demás; saber y sentir hasta dónde soy, es saber dónde acabo de mites limitándose.
' ser, desde dónde no soy. Y este proceso de personalización o de subjetivació.n de t?do lo
¿Y cómo saber que se existe no sufriendo poco o mucho? ¿Có- exterior fenoménico u objetivo, costituye el proceso mismo vital de
mo volver sobre sí, lograr conciencia refleja, no siendo por el dolor? la filosofía en la lucha de la vida contra la razón y de ésta contra
Cuando se goza olvídase uno de sí mismo, de que existe, pasa a aquélla. Ya lo indicamos en nuestro anterior capítulo, y aquí lo he-
otro, a lo ajeno, se en-aiena. Y sólo se ensimisma, se vueve a sí mos de confirmar, desarrollándolo más.
mismo, a ser él en el dolor. Juan Bautista Vico, con su profunda penetración estética en el
alma de la antigüedad, vió que la filosofía espontánea del hombre
Nessun maggior do/ore
che ricordarsi del tempo fe/ice era hacerse regla del universo guiado por istinto d'animazione. El
nel/a miseria, lenguaje, necesariamente antropomórfico, mitopeico, engendra el pen-
samiento. "La sabiduría poética, que fué la primera sabiduría de la
hacer decir el Dante a Francesca de Rimini (Infierno, V, 121-123); gentilidad -nos dice en su Scienza Nuova-, debió de comenzar
pero si no hay dolor más grande que el de acordarse del tiempo por una metafísica no razonada y abstracta, cual es la de los hoy adoc-
feliz en la desgracia, no hay placer, en cambio, en acordarse de la trinados, sino sentida e imaginada, cual debió ser la ele los primeros
desgracia en el tiempo de la prosperidad. hombres ... Esta fué su propia poesía, que les era una facultad con-
"El más acerbo dolor entre los hombres es el de aspirar mucho natural, porque estaban naturalmente provistos de tales sentidos y
y no poder nada (rcoA.A.d cppov2ona \l'YJOEvo~ xpauEtv) ", como tales fantasías, nacida de ignorancia de las causas, que fué para ellos
según Herodoto (lib. IX, cap. 16), dijo un persa a un tebano en madre de maravillas en todo, pues ignorantes de todo, admiraban
un banquete. Y así es. Podemos abarcarlo todo o casi todo con el fuertemente. Tal poesía comenzó divina en ellos, porque al mismo
conocimiento y el deseo; nada o casi nada con la voluntad. Y no tiempo que imaginaban las causas de las cosas, que sentían y admi-
es la felicidad contemplación, ¡no!, si esa contemplación significa raban ser dioses ... De tal manera, los primeros hombres de las nacio-
1JNAMUNO.-VI1
7
130 MIGUEL D E UNAMUNO
DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 231
sufre exige nuestro amor, y porque sufrimos nos da el suyo y
cubre nuestra congoja con la congoja eterna e infinita. impotentes para amar y para ser amados, y viven, en su fondo, sin
pena ni glori;i.
Este fué el escándalo del cristianismo entre judíos y helenos,
entre fariseos y estoicos, y éste, que fué su escándalo, el escándalo
No hay verdadero amor sino en el dolor, y en este mundo hay "1
que escojer o el amor, que es el dolor, o la dicha. Y el amor no
de la cruz, sigue siéndoio y lo seguirá aún entre cristianos; el de nos lleva a otra dicha que a la del amor mismo, y su trágico con-
un Dios que se hace hombre para padecer y morir y resucitar por suelo de esperanza incierta. Desde el momento en que el amor
haber padecido y muerto, el de un Dios que sufre y muere. Y esta se hace dichoso, se satisface, y ya no es amor. Los satisfechos, lo~
verdad de que Dios padece, ante la que se sienten aterrados los felices, no aman; aduérmense en la costumbre, rayana en el ano-
hombres, es la revelación de las entrañas mismas del Universo y nadamiento. Acostumbrarse es ya empezar a no ser. El hombre es
de su misterio, la que nos reveló al enviar a su Hijo a que nos tanto más hombre, esto es, tanto más divino, cuanta más capacida·d
redimiese sufriendo y muriendo. Fué la revelación de lo divino del
dolor, pues sólo es divino lo que sufre.
para el sufrimiento, o mejor dicho, para la congoja, tiene. .J
Al venir al mundo, dáscnos a escojer entre el amor y la dicha,
Y los hombres hicieron dios al Cristo, que padeció, y descu- y quercmo8 -¡pobrecillos!- uno y otra: la dicha de amar y el
brieron por él la eterna esencia de un Dios vivo, humano, esto es, amor de la dicha. Pero debemos pedir que se nos dé amor y no
que sufre -sólo no sufre lo muerto, lo inhumano-, que ama, que dicha, que se nos deje adormecernos en la costumbre, pues po-
tiene sed de amor, de compasión, que es persona. Quien no co- dríamos dormirnos del todo, y, sin despertar, perder conciencia
nozca al Hijo jamás conocerá al Padre, y al Padre sólo por el Hijo para no recobrarla. Hay que pedir n Dios que se sienta uno en sí
se le conoce. Quien no conozca al Hijo del hombre, que sufre con- mismo, en su dolor.
gojas de sangre y desgarramientos del corazón, que vive con el ¿Qué es el Hado, qué la Fatalidad, sino la hermandad del amor
alma triste hasta la muerte, que sufre dolor que mata y resucita, y el dolor, y ese terrible misterio de que, tendiendo el amor a la
no conocerá al Padre ni sabrá del Dios paciente. dicha, así que la toca, se muere, y se muere la verdadera dicha
El que no sufre, y no sufre porque no vive, es ese lógico y con- con él? El amor y el dolor se engendran mutuamente, y el amor
gelado ens realissimum, es el primum movens, es esa entidad im- es caridad y compasión, y amor que no es caritativo y comp\aciente,
pasible, y por impasible no más que pura idea. La categoría no no es tal amor. E.;; el amor, en fin, la desesperación resignada.
sufre, pero tampoco vive ni existe como persona. Y, ¿cómo va a Eso que llaman los matemáticos un problema de máximos y
fluir y vivir el mundo desde una idea impasible? No sería sino idea mínimos, lo que también se llama ley de economía, es la fórmula
del mundo mismo. Pero el mundo sufre y el sufrimiento es sentir de todo movimiento existente, esto es, pasional. En mecánica ma- ·

,,
la carne de la realidad, es sentirse de bulto y de tomo el espíritu, terial y en la social, en industria y economía política todo el pro-
es tocarse a sí mismo, es la realidad inmediata. blema se reduce a lograr el mayor resultado útil posible con c1
r El dolor es la sustancia de la vida y la raíz de la personalidad,
pues sólo sufriendo se es persona. Y es universal, y lo que a los
menor posible esfuerzo, lo más de ingresos con lo menos de gastos,
lo más de placeres con lo menos de dolores. Y la fórmula terrible,
seres todos nos une es el dolor, la sangre universal o divina que trágica de la vida íntima espiritual es, o lograr lo más de dicha
por todos circula. Eso que llamamos voluntad ¿qué es sino dolor? con lo menos de amor, o lo más de amor con lo menos de dicha.
L Y tiene el dolor sus grados, según se adentra; desde aquel Y hay que escojer entre una y otra cosa. Y estar seguro de que
quien se acerque al infinito del amor, al amor infinito, se acerca
dolor que flota en el mar de las apariencias, hasta la eterna con-
goja, la fuente del sentimiento trágico de la vida, que va a posarse al cero de la dicha, a la suprema congoja. Y en tocando a este
cero, se está fuera de la miseria que mata. "No seas y podrás
en lo hondo de lo eterno, y allí despierta el consuelo; desde aquel
más que todo lo que es", dice el maestro fray Juan de los An-
dolor físico que nos hace retorcer el cuerpo hasta la congoja reli-
geles en uno de sus Diálogos de la conquista del reino de Dios
giosa, que nos hace acostarnos en el seno de Dios y recibir allí el (Dial. m, 8).
riego de sus lágrimas divinas.
Y hay algo más congojoso que el sufrir.
La congoja es algo mucho más hondo, más íntimo y más es-
piritual que el dolor. Suele uno sentirse acongojado hasta en medio Esperaba aquel hombre, al recibir el tan temido golpe, haber
de eso que llamamos felicidad y por la felicidad misma, a la que de sufrir tan reciamente como hast::i_ sucumbir al sufrimiento, y
no se resigna y ante la cual tiembla. Los hombres felices que se el golpe le vino encima y apenas si sintió e1 dolor; pero luego,
resignan a su aparente dicha, a una dicha pasajera, creeríase que vuelto en sí al sentirse insensible, se sobrecojió de espanto, de un
son hombres sin sustancia, o, por lo menos, que no la han des- trágico espanto, el más espantoso, y gritó, ahogándose en angustia:
cubierto en sí, que no se la han tocado. Tales hombres suelen ser "¡Es que no existo!" ¿Qué te aterraría más: sentir un dolor que
te privase de sentido al atravesarte las entrañas con un hierro can-
232 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 233
dente, o ver que te las atravesaban así, sin sentir dolor alguno? I~, 7), que el alma de todo no puede estar atada, por aquello
¿No has sentido nunca el espanto, el horrendo espanto, de sentirte mismo -que son los cuerpos o la materia- que está por ella
sin lágrimas y sin dolor? El dolor nos dice que existimos; el dolor atado.
nos dice que existen aquellos que amamos; el dolor nos dice que En esto va incluso el problema todo del origen del mal, tanto
existe el mundo en que vivimos, y el dolor nos dice que existe y del mal ~e culp~ como del mal de pena, pues si Dios no sufre,
que sufre Dios; pero .es el dolor de la congoja, de la congoja de hace sufnr, y s1 no es su vida, pues que Dios vive un ir ha-
sobrevivir y ser eternos. La congoja nos descubre a Dios y nos ciéndose conciencia total cada vez más llena es deci~ cada vez
hace quererle. más Dios, es un ir llevando las cosas todas h;cia sí, un 'ir dándose
Creer en Dios es amarle, y amarle es sentirle sufriente, com- ª. to~o un hacer que la conciencia de cada parte entre en la con-
padecerle. c1enc1a del todo, que es El mismo, hasta llegar a ser El todo en
Acaso parezca blasfemia esto de que Dios sufre, pues el sufri- to?~s ¡i;r;:v1n "" 7to:Jt, según la expresión de San Pablo, el primer
miento implica limitación. Y, sin embargo, Dios, la Conciencia del cnsti~~º· Ma~ de esto, en el próximo ensayo entre la apocatastasis
Universo, está limitado por la materia bruta en que vive, por lo o umon beatifica.
inconciente, de que trata de libertarse y de libertarnos. Y nosotros, P<:Jr ahora, digamos que una formidable corriente de dolor
a nuestra vez, debemos tratar de libertarle de ella. Dios sufre en empuja a unos seres hacia otros, y les hace amarse y buscarse, y
todos y en cada uno de nosotros; en todas y en cada una de las tratar de completarse, y de ser cada uno él mismo y los otros a
conciencias, presas de la materia pasajera, y todos sufrimos en la vez. E~ Dios vive todo, y en su padecimiento padece todo, y al
El. La congoja religiosa no es sino el divino sufrimiento, sentir ªf'.lªr a Dios amamos en El a las criaturas, así como al amar a las
que Dios sufre en mí y que yo sufro en El. cr!aturas Y compadecerlas, amamos en ellas y compadecemos a
El dolor universal es la congoja de todo por ser todo lo demás Dios. El alma de cada uno de nosotros no será libre mientras haya
sin poder conseguirlo, de ser cada uno el que es, siendo a la vez algo esclavo en este mundo de Dios, ni Dios tampoco, que vive en
todo lo que no es, y siéndolo por siempre. ¡La esencia de un ser el alma de cada uno de nosotros, será libre mientras no sea libre
no es sólo el empeño en persistir por siempre, como nos enseñó nuestra alma.
Spinoza, sino, además, el empeño por universalizarse, es el ham- Y_ Jo más inmediato es sentir y amar mi propia miseria mi
bre y sed de eternidad y de infinitud. Todo ser creado tiende no congoja, comp~~ecerme de mí mismo, tenerme a mí mismo a~or.
sólo a conservarse en sí, sino a perpetuarse, y, además, a invadir Y, esta comp~s1on, cuando es viva y superabundante, se vierte de
a todos los otros, a ser los otros sin dejar de ser él, a ensanchar sus m1 ~ los ?~mas, Y del exceso de mi compasión propia, compadezco
linderos al infinito, pero sin romperlos. No quiere romper sus muros a ~1s P;ºJ11;10S. La miseria propia es tanta, que la compasión que
y dejarlo todo en tierra llana, comunal, indefensa, confundiéndose hac1~ m~ m1s1:110 me despierta se me desborda pronto, revelándome
y perdiendo su individualidad, sino que quiere llevar sus muros a la m1sena umversal.
los extremos de lo creado y abarcarlo todo dentro de ellos. Quiere . ~ la ~aridad, ¿qué ~s sino un desbordamiento de compasión?
el máximo de individualidad con el máximo también de personali- 1.Que es smo dol~r refle1ad_o, que sobrepasa y se vierte a compa-
dad, aspira a que el Universo sea él, a Dios. decer los males aienos y e1ercer caridad?
Y ese vasto yo, dentro del cual quiere cada yo meter al Uni- \uan_do el colmo de nuestro compadecimiento nos trae a la
verso, ¿qué es sino Dios? Y por aspirar a El le amo, y esa mi conc1~nc~a d~ _Dios en nosotros, nos llena tan grande congoja por
aspiración a Dios es mi amor a El, y como yo sufro por ser El, la m1sena d1vma derramada en todo, que tenemos que verterla
también El sufre por ser yo y cada uno de nosotros. fuera, y _lo hacemos en forma de caridad. Y al así verterla, senti-
Bien sé que, a pesar de mi advertencia de que se trata aquí mos a1I~10 y l~ c:Julzura dolorosa del bien. Es lo que llamó "dolor
de dar forma lógica a un sistema de sentimientos alógicos, seguirá sabroso la, m1st1ca doctora Teresa de Jesús, que de amores do-
más de un lector escandalizándose de que le hable de un Dios pa- lorosos ~ab1a. Es como el que contempla algo hermoso y siente
ciente, que sufre, y de que aplique a Dios mismo, en cuanto Dios, ~a necesidad de hace~, partícipes de ello a los demás. Porque el
la pasión de Cristo. El Dios de la teología llamada racional ex- impulso a la producc1on, en que consiste la caridad, es obra de
cluye, en efecto, todo sufrimiento. Y el lector pensará que esto del amor doloroso.
sufrimiento no puede tener sino un valor metafórico aplicado a ~entimos, en efecto, una satisfacción en hacer el bien cuando
Dios, como le tiene, dicen, cuando el Antiguo Testamento nos el bien nos ~obra, cuando estamos henchidos de compasión, y es-
habla de pasiones humanas, del Dios de Israel. Pues no caben tamos henchidos de ella cuando Dios, llenándonos el alma nos da
cólera, ira y venganza sin sufrimiento. Y por lo que hace que la d?l?r.osa. ~ensación de la vida universal, del universal ~nhelo a
sufra atado a lo material, se me dirá, con Plotino (Eneada segunda, la divm1Zac1on eterna. Y es que no estamos en el mundo puestos
348 MIGUEL D E UN A MU NDANZAS Y VISIONES ESPAÑOLAS 349

¡Soñar así, lentamente, a la hora de la siesta descansand el vaivén de su mundo, ya que dentro
la mirada en las charcas floridas! Y escribir un lib~o muy larg vivo de mí viviendo en tu bautismo;
sólo perdido en Ti es como me encuentro;
muy largo. Un poema, y si no una historia. Una historia com no me poseo sino aquí, en tu abismo,
aquella dulcísima y apacible Hi&toria de la Orden de San Jerónim que, -envolvüéndome todo, eres mi centro,
que en el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial escribi pues eres Tii más yo que soy yo mismo.
el padre jerónimo fray José de Sigüenza, y es una maravilla de le
gua y, a trechos, de poesía. (Bien haya la "Nueva Biblioteca Sí. Dios es mi yo infinito y eterno, y en :Él y por :Él soy,
Autores Españoles" por habérnosla vuelto a dar.) ¿Hay en ca~t y me muero. Mejor que buscarse a sí es buscar a Dios en sí
llano acaso pasaje de más honda y poética hermosura que el . Y cuando andamos dentro nuestro a la busca de Dios,
la muerte de fray Bernardino de Aguilar, profeso del convent es acaso que nos anda Dios buscando? Pues que le buscas,
de la Murta, de Barcelona, que murió tañendo en el manicordi es que El te busca y le encontraste.
y cantando el salmo Super flumina Babilonis? "No parecía v' "Si me buscas es porque me encontraste
humana, porque penetrava las entrañas con el sentimiento que da. -mi Dios me drce-. Y o soy tu vacío;
a la letra; llegó assi con sus versos hasta el que dize: Quo mientras no llegue al mar no para el río
cantabimu& canticum Domini in terra alieria. Dixolo una vez, t. ni hay otra muerte que a su afán le baste.
Aunque esa busca tu razón desgaste,
nolo a repetir la segunda, y la tercera al~ó los ojos al cielo, y dan ni un punto la abandones, hijo mío, .
un suspiro de lo profundo <;!el pecho, puestas las manos en pues que soy Y o, quien con mi mano guío
tecla, pasó de esta vida a la eterna, porque cantasse el cantar. tus pasos en el coso por que entraste.
Señor en la tierra de los vivientes." (Libro IV, cap. XXVII.) : Detrás de ti te llevo a darme cara,
y eres tú quien te tapas para verme;
¿Encierro el del monasterio? Sí; "encerravase cada uno en. pero sigue, que el río al cabo para;
celdilla o covachuela -nos dice el padre Sigüenza- y desde aq cuando te vuelv:;i.s, ya de vida inerme,
lugar tan estrecho passeava con el alma la anchura de las mora hacia lo que antes de ser tú pasara,
del cielo". Y yo me digo del que otra vida lleva: descubrirás lo que en tu vela hoy duerme."

Alza al correr tan grande polvareda Sí; caminamos de espaldas al sol, es nuestro cuerpo mismo el
que le ciega los ojos, ni le cabe que nos impide verlo, y apenas sabemos de él sino por nuestra
pararse en firme hasta que al cabo acabe ·~qpia sombra, que donde hay sombra hay luz. Detrás nuestro va
donde nunca pensara, pues la rueda
de la fortuna es la que le envereda .estro Dios empujándonos, y al morir, volviéndonos al pasado,
no a ella él; desque perdió la llave .. os de verle la cara, que nos alumbra desde más allá de
del gobierno de sí mismo, no sabe e.stro nacimiento. Esta nuestra eternidad duerme en nuestra
a dónde corre a ir a dar de queda. gilia.
¡Cuánto mejor desde abrigado encierro
libre de polvo y sin temor de yerro . } ,¡Qué bien en una celda como las que en un tiempo formaron_
irreparable pasear la cumbre ¡a· colmena mística de la Granja de Moreruela, meditando o fan-
de la alta serranía de los astros · t~s¿ando estos ·consuélos de esperanza allá, en aquel siglo XIII,
a busca en ella de divinos rastros Óli,ente a San Francisco! ¡Pero en aquel siglo XIII, en aquella poé-
de la increada ·y creadora lumbre!
. Edad Media, mocedad del cristianismo!
Allí es la q;iietud del lago del alma, y sin esa quietud nq Hoy la Granja son ruinas. Lo único que permanece igual es
rece el lago. Oigamos de nuevo a nuestro padre Sigüenza, cu v.erde florido valle, el convento de las resignadas encinas que
nos dice que "andan estas almas senzillas (digámoslo ansí) co igan a los pajarillos, que sin cesar cantan la gloria del Señor,
(<abullidas en Dios y en sí mismas, puestas en una quietud sob .aµtándole le buscan y le encuentran.
n_a, donde no llega turbación de malicia". Esto, a propósito Salamanca, junio de 1911.
siervo de Dios fray Juan de Carrión, llamado el Simple. Y me d
Déjame que en tu seno me zambulla
donde no hay tempestades; como esponja
habrá en Ti de empaparse mi alma, monja
que en el cuerpo, su celda, se encapulla.
Mientras Satán sobre esta mar aúlla
al husmo de almas con que henchir su lonja,
más dulce aquí que jugo de toronja
me es tu agua, Señor. Ni me aturulla
468 MIGUEL D E UN A MU NDANZAS Y VISIONES ESPAÑOLAS 469

Este sueño de piedra entra al alma y cae en ella, dentro de.. con los oídos lo que les suena en su derredor-, y les hace
más dentro de ella: en el alma del alma, en lo que está más . ' con la visión reproducida. Un poema da vista al ciego; un cua-
tro del alma misma, y arrastra a ésta, a nuestra alma, al cimi o da oído al sordo. El Arte funde los sentidos, descendiendo a
de las almas todas, como las olas, pasajeras, al mar de las a. '"que les une a su común cimiento, y ascendiendo a lo que los
¿Es un mar? ¿Es líquido? ¿No es más bien un páramo, una ll e también coronándolos.
un cimiento pétreo de toda laya de edificios para albergar el 'Mi· torre de Monterrey, no ésta que tengo ante los ojos al
samiento humano civil? ¿Y no es cada una de nuestras a1m · de casa en estas mañanas arrecidas y de sol acendrado, cuan-
sil~ar que la vida talla -la talla a golpes, con dolor y goce,' º voy a leer con ellos con mis alumnos -¡lástima de hermosa
od10 y amor, con recuerdo y esperanza- para que forme en la .'á.labra, degradada por' el abtiso oficial!-, al divino P~~t,ón; mi
seo humana, civil, en el templo y casa de nuestro Dios civil ¡me, la que llevo en el cristal de la mente como una vis10n que,
mano? espejada en un lago, al cristalizarse éste, quedase por encantada n;i-a-
Fué ayer,_fué hace un momento; es decir, fué hace más de 'ia en él para siempre, esta mi torre me dice que quien se ~ice
ticinco años -el tercio de una vida bien cumplida- cuando gueda para siempre también. No te importe, alma mí~, lo que d~gas
por vez primera, torre de Monterrey, y me llevas más allá, m. ¡ te dices. ¿Es que eres más que una frase del pensamiento de D10s?
más allá de esos veinticinco años, a cuando, sin haber nacid '· El pensamiento de Dios es la Historia: la .h!-storia huma?ª• la
contemplaba -¿dónde?-, y con ello me llevas de aquí a de ·'storia civil la historia de esta humanidad civll en que Dios se
de veinticinco años, más y alJá, mucho más allá, a cuando, des .'zo hombre: y habitó entre los. hombres, y proclamó .que su rei?o,
de muerto y bien muerto, te siga contemplando, siga yacien, · reino, de Dios esto es, el remo del Hombre, el remo del D10s-
posando en el fondo del mar de las almas esta mi visión JI~mbte no es de este mundo de dolores y goces, de odios y de
que se me acuña en el alma en estas mañanas de rayos de sol'. ~Amores, de recuerdos y de esperanzas. Porque el reino de Dios, el
nidos por la helada. El sueño queda. Es lo único que queda: la ·. '" o del Hombre, es del pensamiento, que está sobre dolor Y goce,
bre odio y amor, sobre recuerdo. y esperanza, aunque c01~ ell~s
sión queda.
El espíritu, cuando sufre o goza, cuando odia o ama, cua _·. haga, como con piedras Ee hacen las torres que en la Historia
recuerda o espera, se hace tierra, se hace agua, se hace fuego · t\edan. El pensamiento de Dios es la Historia; la Historia es lo
hace aire; y la piedra, cuando piensa y piensa civilmente, se ue Dios píensa, lo que va pensando. Y el que vive, de un modo o
espíritu permanente, cuajado, cristalizado, sustantivado. Esta _t ,e, otro, más o menos visible y audible, por dentro de ella que sea,
es un diamante de espíritu. - ;:::.~µ la Historia, vive en el pensamiento de Dios y en él ~e q"!-1eda, y -
¿Y qué dice? No dice nada que no sea ella misma; se dice ;:'. ~e.queda con el pensamiento en Dios. ~ vive en la Histo~a todo
¡;;':@l, que, queriéndolo o sin quererlo, a sabien~as o no, contrrbuy~ a
misma, se proclama inmortal, se afirma. No importa que un te
moto o un bombardeo de guerra humana -que es otro terremot
u otro accidente traído por el odio de la Naturaleza o el de
;;:11¡.¡¡,cerla; todo el que tiene, por oscura y vacilante que sea, conCien-
cia civil. La muerte absoluta es la inconciencia.
J
hombres, abatiéndote a tierra te derrumbe, esparciendo sin .or :,(Y esta mi torre de Monterrey me habla de nuestro Renacimien-
ni concierto tus sillares, torre de Monterrey, porque tu visión .q ·.i9;·del renacimiento español, de la españolidad eterna, hech~_ pie.dra
dará. Quedará hecha cimiento de las almas que te contemplen.;.:;,· ; ~e. visión, y me dice que me diga español y que afirme que si la
Y al alma que te contempla le dices, torre de Mónterrey, 1 q · ··~a es sueño, ,el sueño es lo único que queda, y lo otro, lo que no
dice cuanto decir cabe quien se dice a sí mismo, quien acie - . es. sµeño, no es más que digestión que pasa, como pasan el dolor y
expresar su persona, quien logra ponerse desnudo de espírit ;~(goce, el odio y el amor, el recuerdo y la esperanza. Sí; la vela sin
la luz de helada del mundo civil y se convierte así, para los o s#eño no es más que digest!ón y _respiración, aliento que se va.
en estatua. Lo sumo que pueden ver los hombres es a -· !~ppl0 , aliento, pneuma, anima, spiritus, llamaron a lo que sobre
h.ombre, y si una vez le vieran del todo se lo llevarían consigo ¡íµes~ro cuerpo no es sueño; y el S?plo pasa, pero el sueñ~ queda.
siempre. :.·,;., "¡La vida es sueño!", afirmó el hombre español que crera en lo
Y esta torre y otras torres nos meten al ánimo el ansia torro .e.terno y lo sustancial, y los que no creen en ello dicen en la ne-
tosa de decir lo indecible, de dejar en la alada palabra que -- cedad de su corazón diciendo: "¡La vida es un soplo!" Y la torre
sonora, y pasa, y se pierde, lo que no pasa ni se pierde: la vis 4e Monterrey, mi torre ·de Monterrey, mi torre del renacimiento
que queda. Decir lo que se ve y decirlo de modo que se ¡ ~spañol, de la españolidad renaciente, me dice que la vida no es
oyéndolo; ver lo que se oye: he aquí todo el secreto del Arte:, .soplo que pasa y- se pierde, sino sueño que queda y se gana.
Arte hace ver a los ciegos -y lo son muchos que espejan con· ~¡; Cuando al salir por las mañanas la torre me dice: "¡Aquí estoy!'',
ojos en la mente lo que tienen delante-, y les hace ver con }'.o; mirándola, le digo: "¡Aquí estoy!"
palabra; el Arte hace oír a los sordos -y lo son muchos que res - Salamanca, noviembre de 1916.
110 MIGUEL DE UNAMUNO
DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 111
Cúmplenos decir, ante todo, que la filosofía se acuesta más a la
poesía que no a la ciencia. Cuantos sistemas filosóficos se han fra- Dios, pero al Dios de la conciencia, al Autor del orden moral, al
guado como suprema concinación de los resultados finales de las Dios luterano, en fin. Ese salto de Kant está ya en germen en la
ciencias particulares, en un período cualquiera, han tenido mucha noción luterana de la fe.
menos consistencia y menos vida que aquellos otros que represen- El un Dios, el Dios racional, es la proyección al infinito de
taban el anhelo integral del espíritu de su autor. fuera del hombre por definición, es decir, del hombre abstracto,
Y es que las ciencias, importándonos tanto y siendo indispensa- del hombre no hombre, y el otro Dios, el Dios sentimental o vo-
bles para nuestra vida y nuestro pensamiento, nos son, en cierto sen- litivo, es la proyección al infinito de dentro del hombre por vida,
tido, más extrañas que la filosofía. Cumplen un fin más objetivo, es del hombre concreto, de carne y hueso.
decir, más fuera de nosotros. Son, en el fondo, cosa de economía. Kant recostruyó con el corazón lo que con la cabeza había
Un nuevo descubrimiento científico, de los qué llamamos teóricos, abatido. Y es que sabemos, por testimonio de los que le conocieron
es como un descubrimiento mecánico, el de la máquina de vapor, Y por testimonio propio, en sus cartas y manifestaciones privadas,
el teléfono, el fonógrafo, el aeroplano, una cosa que sirve para algo. que el hombre Kant, el solterón un si es no es egoísta, que profesó
Así, el teléfono puede servirnos para comunicarnos a distancia con :filosofía en Koenigsberg a fines del siglo de la Enciclopedia y de
la mujer amada. Pero ésta, ¿para 'qué nos sirve? Toma uno el tran- la .diosa ~azón, ,er~ un h<:Jmbre muy preocupado del problema.
vía eléctrico para ir a oír una ópera, y se pregunta: "¿Cuál es en Qwer_o decir del unico verdadero problema vital, del que más a las
este caso más útil, el tranvía o la ópera?" entranas nos ll~ga, del. problema de nuestro destino individual y
La filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción personal, de. la mmortahdad del alma. El hombre Kant no se resig-
unitaria y total del mundo y de la vida, y como consecuencia de esa n'.lYª a morir del todo. Y J?Orque no se resignaba a morir del todo
concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta dio el salto aquel, el salto mmortal, de una a otra crítica.
una acción. Pero resulta que ese sentimiento, en vez de ser conse- Quien lea con atención y sin antojeras la Crítica de Za razón
cuencia de aquella concepción, es causa de ella. Nuestra filosofía, práctica, verá que, en rigor, se deduce en ella la existencia de Dios
esto es, nuestro modo de comprender o de ,no comprender el mun- de la, ~ortalidad del alma, y no ésta de aquélla. El imperativo
do y la vida brota de nuestro sentimiento respecto a la vida misma. categonco nos lleva a un postulado moral que exige a su vez en el
Y ésta, como todo lo afectivo, tiene raíces subconcientes, inconcien- orden teleológico, o más bien escatológico, la inmortalidad dei' alma
tes tal vez. Y para sustentar esta inmortalidad aparece Dios. Todo lo demás e~
No suelen ser nuestras ideas las que nos hacen optimistas o pe- escamoteo de profesional de la filosofía.
simistas, sino que es nuestro optimismo o nuestro pesimismo, de ori-
gen fisiológico o patológico quizá, tanto el uno como el otro, el que El hombre Kant sintió la moral como base de la escatología
hace nuestras ideas. pero el profesor de filosofía invirtió los términos. '
El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se . Ya dijo no sé dónde otro profesor, el profesor y hombre Gui-
haya dicho que. es un animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que llermo James, que Dios para la generalidad de los hombres es el
de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no productor de inmortalidad. Sí, para la generalidad de los hombres,
la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. mcluy~ndo al hombre Kant, al hombre James y al hombre que traza
Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el can· est¡;i,s lmeas que estás, lector, leyendo.
grejo resuelva ecuaciones de segundo grado. Un ~ía, hablando con un. campesino, le propuse la hipótesis de -41\
Y así, lo que en un filósofo nos debe más importar es el hombre. que hu1;>1ese, en efecto, un Dios que rige cielo y tierra. Conciencia 11
Tomad a Kant, al hombre Manuel Kant, que nació y vivió en ~el Umverso, pero que no por eso sea el alma de cada hombre t'1!J¡¡¡,
Koenigsberg a fines del siglo XVIII y hasta pisar los umbrales del XIX. mmortal en el sentido tradicional y concreto. Y me respondió: "En-
Hay en la filosofía de este hombre Kant, hombre de corazón y de tonces, ¿para qué Dios?" Y así se respondían en el recóndito foro .J
cabeza, es decir, hombre, un significativo salto, como habría dicho de su conciencia el hombre Kant y el hombre James. Sólo que al
Kierkegaard, otro hombre -¡y tan hombre!-, el salto de la Crítica actuar como profesores tenían que justificar racionalmente esa ac-
de Za razón pura a la Crítica de Za razón práctica. Recostruye en titud tan poco racional. Lo que no quiere decir, claro está, que
sea. absurda.
ésta, digan lo que quieran los que no ven al hombre, lo que en
aquella abatió. Después de haber examinado y pulverizado con su · Hegel hizo célebre su aforismo de que todo lo racional es real
análisis las tradicionales pruebas de la existencia de Dios, del Dios Y todo lo real r'.lcional; pero somos muchos los que, no convencidos
aristotélico, que es el Dios que corresponde al ~UJov 1Co'A.t-ctxóv, del p~r Hegel, segUlIDos creyendo que lo real, lo realmente real, es irra-
Dios abstracto, del primer motor inmóvil, vuelve a recostruir a c1on~; que la r~_?n costrure sobre. irracionalidades. Hegel, gran
definidor, pretend10 recostrurr el umverso con definiciones, como
128 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 129
Holanda; leed su Etica, como lo que es, como un desesperado poema a quien, anhelamos gozar y poseer eternamente, nos libre de este
elegíaco, y decidme si no se oye allí, por debajo de las escuetas y, gnosticismo 9 intelectualismo clementino!
al parecer, serenas proposiciones expuestas more geometrico. el eco ¿Por qué quiero saber de dónde vengo y adónde voy, de dónde
lúgubre de los salmos proféticos. Aquella no es la filosofía de la re- viene y adónde va lo que me rodea; y qué significa todo esto? Por-
signación, sino la de la desesperación. Y cuando escribía lo de que el que no quiero morirme del todo, y quiero saber si he de morirme
hombre libre en todo piensa menos en la muerte, y es su sabiduría o no definitivamente. Y si no muero, ¿qué será de mí?; y si muero,
meditación, no de la muerte, sino de la vida misma -horno liber ya nada tiene sentido. Y hay tres soluciones: a) o sé que me muero
de nulla re minus quam de morte cogitat et eius sapientiam non del todo, y entonces la desesperación irremediable. o b) sé que no
mortis, sed vitae meditatio est (Ethice, pars. IV, prop. LXVII)-, muero del todo, y entonces la resignación, o e) no puedo saber ni
cuando escribía, sentíase, como nos sentimos todos, esclavos, y pen- una ni otra cosa, y entonces la resignación en la desesperación o ésta
saba en la muerte, y para libertarse, aunque en vano, de este pensa- en aquélla, una resignación desesperada, o una desesperación resig-
miento, lo escribía. Ni al escribir la proposición XLII de la parte V, nada,· y la lucha.
de nue "la felicidad no es premio de la virtud, sino la virtud misma", "Lo mejor es -dirá algún lector- dejarse de lo que no se pue-
sentía, de seguro, lo que escribía. Pues para eso suelen :filosofar los de conocer." ¿Es ello posible? En su hermosísimo poema El sabio
hombres, para convencerse a sí mismos sin lograrlo. Y este queret antiguo (The Ancient Sage) decía Tennyson: "¡No puedes probar
convencerse, es decir, este querer violentar la propia naturaleza hu- lo inefable (The Nameless), ¡oh, hijo mío!, ni puedes probar el mun-
mana, suele ser el verdadero punto de partida íntimo de no pocas do en que te mueves; no puedes probar que eres cuerpo sólo, ni
:filosofías. puedes probar que eres sólo espíritu, ni que eres ambos en uno; no
"¿De dónde veni:!O yo y de dónde viene el mundo en que vivo y puedes probar que eres inmortal, ni tampoco que eres mortal; sí,
del cual vivo? ¿Adónde voy y adónde va cuanto me rodea? ¿Qué hijo mío, no puedes probar que yo, que contigo hablo, no eres tú
significa esto?" Tales son las preguntas del hombre, así que se li- que hablas contigo mismo, porque nada digno de probarse puede
berta de la embrutecedora necesidad ·de tener que sustentarse ma- ser probado ni des-probado, por lo cual sé prudente, agárrate siem-
terialmente. Y si miramos bien, veremos que debajo de esas pre- pre a la parte más ·soleada de la duda y trepa a la Fe allende las for-
guntas no hay tanto el deseo de conocer un por qué como el de co- mas de la Fe!" Sí, acaso, como dice el sabio, nada digno de probar-
nocer el para qué: no de la causa, sino de la finalidad. Conocida es se puede ser probado ni des-pr~bado.
la definición que de la filosofía daba Cicerón llamándola "ciencia
de lo divino y de lo ·humano, y de las causas en que ellos se contie- for nothing worthy proving can be proven,
nen, rerum divinarum et humanarum, causarumque quibus hae res nor yet disproven;
_continentur; pero, en realidad, esas causas son, para nosotros, fines.
Y la Causa Suprema, Dios, ¿qué es sino el Supremo Fin? Sólo nos pero ¿podemos contener a ese instinto que lleva al hombre a querer
interesa el por qué en vista del para qué; sólo queremos saber de ·conocer y sobre todo a querer conocer aquello que a vivir, y a vivir
dónde venimos para mejor poder averiguar adónde vamos. siempre, conduzca? A vivir siempre, no a conocer siempre como el
Esa definición ciceroniana, que es la estoica, se halla también gnóstico alejandrino. Porque vivir es una cosa y conocer otra, y co-
en aquel formidable intelectualista que fué Clemente de Alejandría, mo veremos, acaso hay entre ellas una tal oposición que podamos
decir que todo lo vital es antirracional, no ya sólo irracional, y todo
'por la Iglesia Católica cánonizado, el cual la expone enl el cap. V
lo racional, anti-vital. Y ésta es la base del sentimiento trágico de
del primero de sus Stromata. Pero este mismo filósofo cristiano
la vida.
-¿cristiano?-, en el cap. XXII de su cuarto Stroma, nos dice que
Lo malo del discurso del método de Descartes no es la duda
debe bastarle al gnóstico, es decir, al intelectual, el conocimiento, previa metódica; no es que empezara queriendo dudar de todo, lo
fa gnosis, y añade: "y me atrevería a decir que por no querer sal- cual no es más que un mero artificio; es que quiso empezar, pre!l-
varse escojerá el conocimiento el que lo siga por ·1a divina ciencia cindiendo de sí mismo, de Descartes, del hombre real, de carne y
misma; el conocer tiende, mediante el ejercicio, al siempre conocer; hueso, del que no quiere morirse, para ser un mero pensador, esto
pero el conocer siempre, hecho esencia del conocimiento por con- es, una abstracción. Pero el hombre real volvió y se le metió en la
tinua mezcla y hecho ·contemplación ·eterna queda sustancia viva; filosofía. ·
y si alguien por su posición propusiese al intelectual qué prefería, "/,e bon sens est la chose du monde la mieux partagée." A.sí
o el conocimiento de Dios o la salvación eterna,· y se pudieran dar comienza el Discurso del Método, y ese buen sentido le salvó. Y
estas cosas separadas, siendo, como son, más bien una sola, sin va- sigue hablando de sí 1nismo, del hombre Descartes, diciéndonos, en-
cilar escojería el conocimiento de -Dios". ¡Que El, que Dios mismo, tre otras cosas, que estimaba n)ucho la elocuencia y estaba enamo-
UNAMuNo.-VTI
136 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGit:'O DE LA VIDA 137
sea vano, aquel profundo dicho: "¡Hermoso es el riesgo!'', xcüó i; mío, esto es, eterno. No, no es anegarme en el gran Todo, en la
-ráp ó xiv1'iovoc;, hermosa es la suerte que podemos correr de que
Materia o en la Fuerza infinitas y eternas o en Dios lo que anhelo;
no se nos muera el alma nunca, germen esta sentencia del argumento no es ser poseído por Dios, sino poseerle, hacerm~ yo Dios_. sin
famoso de la apuesta de Pascal. dejar de ser el yo que ahora os digo esto. No ~os SlfV~n engamfas
Frente a este riesgo, y para suprimirlo, me dan raciocinios en de monismo; ¡queremos bulto y no sombra de mmortahdad!
prueba de lo absurda que es la creencia en la inmortalidad del ¿Materialismo? ¿Materialismo decís? Sin duda; pero es que nues-
alma; pero esos raciocinios no me hacen mella, pues son ~azones tro espíritu es también alguna especie de materia .º no es. nada.
y nada más que razones, y no es de ellas de lo que se apacienta el Tiemblo ante la idea de tener que desgarrarme de m1 carne; tiemblo
corazón. No quiero morirme, no; no quiero, ni quiero quererlo; más aún ante la idea de tener que desgarrarme de todo lo sensible
quiero vivir siewpre, siempre, siempre, y vivir yo, este pobre yo y material, de toda sustancia. Si acaso esto. merece _el nom?re de
que me soy y me siento ser ahora y aquí, y por esto me tortura el materialismo, y si a Dios me agarro con mis potencias y mis sen-
problema de la duración de mi alma, de la mía propia. tidos todos, es para que El me lleve en sus brazos allende la i;iuerte,
Yo soy el centro de mi universo, el centro del universo, y en
mis angustias supremas grito con Michelet: "¡Mi yo, que me arre:
batan mi yo!" ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo todo s1
mirándome con su cielo a los ojos cuando se me vayan estos a
apagar para siempre. ¿Que me engaño? ¡No me habléis de engaño
y dejadme vivir! " . ., ,
_,
pierde su alma? (Mat., XVI, 26). ¿Egoísmo decís? Nada hay más Llaman también a esto orgullo; hediondo orgullo le llamo
universal que lo individual, pues lo que es de cada uno lo es de Leopardi, y nos preguntan que quiénes som?s, viles ?usanos de ~a
todos. Cada hombre vale más que la hum.a,nidad entera, ni sirve tierra, para pretender inmortalid~d; ¿en sracia de que?. ¿Para. que?
sacrificar cada uno a todos, sino en cuanto todos se sacrifiquen a ¿Con qué derecho? "¿En gracia a que? -preguntais-, l.Y ei;
cada uno. Eso que llamáis egoísmo es el principio de la gravedad gracia a qué vivimos? ¿Para qué? ¿y para qué _somos? !·C'.ºn que
psíquica, el postulado necesario. "¡Ama a tu prójimo como ~ ti_ mis- derecho? ¿y con qué derecho somos?" Tan gratu~to e~ ex1stlf como
mo!", se nos dijo, presuponiendo que cada cual se ame a s1 mismo; seguir existiendo siempre. No hablemos de gracia, 111 de derecho,
y no se nos dijo: "¡Amate!" Y, sin embargo, no sabem_os amarno~. ni de para qué de nuestro anhelo, que es un fin en sí, porque per-
Quitad la propia persistencia, y meditad lo que os dicen. ¡Sacn- deremos Ja razón en un remolino de absurdos. No reclamo derecho
fícate por tus hijos! Y te sacrificas por ellos, por9ue ~on tuyos, ni merecimiento alguno; es sólo una necesidad, lo necesito para
parte y prolongación de ti, y ellos a su vez se sacnficaran por l?s vivir.
suyos, y éstos por los de ellos, y así irá, sin término, un sacr~J1c10 Y "¿quién eres tú?" -me preguntas-, y con Obermann te
estéril del que nadie se aprovecha. Vine al mundo a hacer m1 yo, contesto: "¡Para el universo, nada; para mí, todo!" ¿Orgullo? ¿Or-
y ¿qué será de nuestros yos todos? ¡Vive para la Verdad, ~l ]_31en, gullo querer ser inmortal? ¡Pobres homb:es! Trágico hado, ~in duda,
la Belleza! Ya veremos la suprema vanidad y la suprema msmce- el de tener que cimentar en la movediza y deleznable piedra del
ridad de esta posición hipócrita. deseo de inmortalidad la afirmación de ésta; pero torpeza grande
"¡Eso eres tú!", me dicen con los Upanischadas. Y yo les digo: condenar el anhelo por creer probado, sin probarlo, que no sea
"Sí, yo soy eso, cuando eso es yo y todo es mío y mía la totalidad conseguidero. ¿Que sueño ... ? Dejadme soñar; si ese ~ueño es mi
de las cosas. Y como mía la quiero y amo al prójimo porque vive vida, no me despertéis de él. Creo en el inmortal ongen de este
en mí y como parte de mi conciencia, porque es como yo, es mío." anhelo de inmortalidad, que es la sustancia misma de mi alma.
¡Oh, quién pudiera prolongar este dulce momento y dormirse ¿Pero de veras creo en ello ... ? "¿Y para qué quieres ser inmortal?"
en él y en él eternizarse! ¡Ahora y aquí, a esta luz discreta y difusa, -me preguntas-. ¿Para qué? No entiendo la pregunta, franca-
en este remanso de quietud, cuando está aplacada la tormenta del mente, porque es preguntar la razón de la razón, el fin del fin, el
corazón y no me llegan los ecos del mundo! ¡Duerme el deseo in- principio del principio.
saciable y ni aun sueña; el hábito, el santo hábito, reina en mi eter- Pero de estas cosas no se puede hablar.
nidad; han muerto con los recuerdos los desengaños, y con las
esperanzas, los temores! Cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles que adonde-
quiera que fuese Pablo se concitaban contra él los celosos judíos
Y vienen queriendo engañarnos con un engaño de engaños, y para perseguirle. Apedreáronle en Iconio y en Listra, ciudades de
nos hablan de que nada se pierde, de que todo se trasforma, muda Licaonia, a pesar de las maravillas que en la última obró; le azo-
y cambia, que ni se aniquila el menor cachito de materia, ni se des- taron en Filipos de Macedonia y le persiguieron sus hermanos de
vanece del todo el menor golpecito de fuerza, y hay quien pretende raza en Tesalónica y en Berea. Pero llegó a Atenas, a la noble
darnos consuelo con esto. ¡Pobre consuelo! Ni de mi materia ni de ciudad de los intelectuales, sobre la que velaba el alma excelsa de
mi fuerza me inquieto, pues no son mías mientras no sea yo mismo Platón, el de la hermosura del riesgo de ser inmortal, y allí disputó
182 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 183

~aya en la otra vida infierno para los que aquí se oponen a sus dado a entender se extinguirá y perderáse." A lo cual llaman ahora,
intereses mundanos. Esa repugnante frase de saduceo es digna del con un término científico y muy racionalista, la entropia. Muy bo-
incrédulo adulador de poderosos a quien se atribuye. nito, ¿no? Spencer inventó aquello del homogéneo primitivo, del
No, no es ése el hondo sentido vital. No se trata de una policía cual no se sabe cómo pudo brotar heterogeneidad alguna. Pues
trascendente, no de asegurar el orden -¡vaya un orden!- en la bien· esto de Ja entropia es una especie de homogéneo último, de
tierra con amenazas de castigos y halagos de premios eternos des- estado de perfecto equilibrio. Para un alma ansiosa de vida, lo más
pu~s. de la i:nuerte.. T?d~ ~sto es muy bajo, ~s decir, no má5 que parecido a la nada que puede darse.
polttica, o s1 se qmere, et1ca. Se trata de viv1r.
Y la más fuerte base de la incertidumbre, lo que más hace va-
cilar nuestro deseo vital, lo que más eficacia da a la obra disol-
vente de la razón, es el ponernos a considerar Jo que podría ser He traído hasta aquí al lector que ha tenido la paciencia de
una vida del alma después de Ja muerte. Porque, aun venciendo. leerme a través de un~ serie de dolorosas reflexiones, y procuran-
por un poderoso esfuerzo de fe, a la razón que nos dice y enseña do siempre dar a la razón su parte y dar también su parte al s~n­
qu~ el ~lma no es una función del cuerpo organizado, queda luego timiento. No he querido callar lo que callan otros; he quendo
el imagmarnos que pueda ser una vida inmortal y eterna del alma. poner al desnudo, no ya mi alma, sino el alma humana, sea ella
En esta imaginación las contradicciones y los absurdos se multi- lo que fuere y esté o no destinada a desaparecer. Y hemos llegado
p_lican Y _se l!ega, aca~o, a la conclusión de Kierkegaard, y es que al fondo del abismo, al irreconciliable conflicto entre la razón y
s1 es ternble 'ª mortalidad del alma, no menos terrible es su inmor- el sentimiento vital. Y llegado aquí, os he dicho que hay que aceptar
talidad .
r Pero vencida la primera dificultad, la única verdadera vencido
el obstáculo de la razón, ganada la fe, por dolorosa y en~elta en
el conflicto como tal y vivir de él. Ahora me queda el exponeros
cómo a mi sentir y hasta a mi pensar, esa desesperación puede ser
base de una vida vigorosa, de una acción eficaz, de una ética, de
incertidumbre que ésta sea, de que ha de persistir nuestra con- una estética, de una religión y basta de una lógica. Pero en lo que
c~encia personal después. de _la muerte, ¿qué dificultad, qué obs- va a seguir habrá tanto de fantasía como de raciocinio; es decir,
taculo hay en que nos imagmemos esa persistencia a medida de mucho más.
nuestro deseo? Sí, podemos imaginárnosla como un eterno rejuve-
No quiero engañar a nadie ni dar por filosofía lo que acaso
necimiento, como un eterno acrecentarnos e ir hacia Dios, hacia la
Conciencia Universal, sin alcanzarle nunca, podemos imaginárnos- no sea sino poesía o fantasmagoría,. ,mitología ~n t?do .~aso. _El
divino Platón, después que en su dialogo Fedon _d1scut10. la m-
la... ¿Quién pone trabas a la imaginación, una vez que ha roto la
cadena de lo racional? mortalidad del alma -una inmortalidad ideal, es decir, mentirosa-,
lanzóse a exponer los mitos sobre la otra vida, diciendo que se debe
Ya sé que me pongo pesado, molesto, tal vez tedioso, pero también mitologizar. Vamos, ,;pues, a mitologizar.
todo es menester. Y he de repetir una vez más que no se trata ni
de policía trascendente, ni de hacer de Dios un gran Juez o Guar- El que busque razones, lo q?e estri?ta~ente Jla~a~os tales.
argumentos científicos, considerac10nes tecmcamente. log1cas, pue-
dia civil, es decir, no se trata de cielo y de infierno para apuntalar
de renunciar a seguirme. En lo que de estas reflexiones sobre el
nuestra pobre moral mundana, ni se trata de nada egoísta y per-
sentimiento trágico resta, voy a pescar la atención del lector a an-
sonal. No soy yo, es el linaje humano todo el que entra en juego.
zuelo desnudo, sin cebo; el que quiera picar que pique, mas yo a
es la finalidad última de nuestra cultura toda. Yo soy uno; pero
todos son yos. nadie engaño. Sólo al final pienso recojerlo todo y sostener que
esta desesperación religiosa que os decía, y que no es sino el sen-
¿Recor?á_is el fin de aquel "Cántico del gallo salvaje", que en timiento mismo trágico de Ja vida es, más o menos velada, el fondo
prosa escnb1era el desesperado Leopardi, el víctima de Ja razón,. mismo de la conciencia de los individuos y de los pueblos cultos de
qu~ no logró llegar a creer? "Tiempo llegará -dice- en que este hoy en día; es decir, de aquellos individuos y de aquellos pueblos
Umverso y la Naturaleza misma se habrán extinguido. Y al modo que no padecen ni de estupidez intelectual ni de estupidez senti-
que de grandísimos reinos e imperios humanos y sus maravillosas mental.
acciones que fueron en otra edad famosísima, no queda hoy ni
Y es ese sentimiento Ja fuente de las hazañas heroicas ..
señal ni fama alguna, así igualmente del mundo entero y de las
i~í1nitas vicisitudes y calamidades de las cosas creadas no quedará Si en lo que va a seguir os encontráis con apotegmas arbitra-
n~ ~m solo ve~tigio, sino ~m ~ilencio desn;ido y una quietud profun- rios, con transiciones bruscas, con soluciones de continuidad, con
d1s1ma llenaran el espacio mmenso. As1 este arcano admirable y verdaderos saltos mortales del pensamiento, no os llaméis a engaño.
espantoso de la existencia universal, antes de haberse declarado o Vamos a entrar, si es que queréis acompañarme, en un campo de
María Zambrano El hombre y lo divino 1955

F.L ;\,\CJMIE>.'TO DE LOS DIOSES 33

~- otras no: es algo anterior a las cosas, es una irra·


diación de la vida que emana qe un fonqq d,e.Jpis·
terio¡. es l¡i_ realidad oculta, esco11clic}~.'l'corres_pon-
de, en suma, a lo que lwy llamam,o_s \:~~' · ,
-,, J~<l reafülad _c.,>s lo .~agrado .y.. só1º lo ..5.agra,dQJil.
L_ier_I<:! yJ:~ 9torg;:i.. _Lo demás le pertenece. "Somos
propiedad de los dioses" decía todavía en. el siglo
1v Teognis ele Mégara. Y es preciso recordar cómo
en las viejas culturas, cuyos rastros se conservan hoy
en la mente de algunos pueblos al margen de la
civilización,. todo color, todo ser viyiente, a.ni.mal
o planta, las piedras, lo que. nosotro.s. -:-c.i:vUiiados-
tO
llamamos cualidades, colores, perfumes,_pei:t~n~.;:e ..a
url"cliós. Saber, para estas gentes, es conocer a qué
dios pertenecen las diferentes clases de seres, ele co-
sas y de cualidades: "todo tiene un dueño".
Y es preciso imaginar que tal creencia no se ha
formado posteriormente al descubrimiento de los
dioses -sus dueños- sino que la ha precedido. Se _J
ha debido sentir detrás ele cada especie de cosas
-que no han de coincidir precisamente con las
nuestras, dibujadas por la mente- que aludían a
alguien, a un dueño, a un sefior. Tam.bién ...eLhom·
bre, lejos de sentirse libre, se sen.tía poseído; esda·
vo, sin saber de quien. Porque se sentja mirado· y
perseguido ...Petr-ª~..\cle_JQ_ggi:ªclQ, .... !i~...Ptt!fi_gura un
alguien, dueñ() y pos~sor.. ··-···· ···
·-····Max Scheler en El puesto del hornbre en el cos·
mos describe la situación del hombre como la de
alguien que no tiene un espacio propio, un medio,
una casa. Y bien, al vagar entre todo sin tener un
hueco que le este preparado, proyecta en su alrede·
dor lo que necesitaría para que su vida estuviera
encajada en el medio. Y al no encontrar la verifica-
ción, la adecuada respuesta, siente esta ausencia
como algo positivo; se siente rechazado porque no
st siente amado; perseguido, porque nadie le abre
la puerta de su casa, de ese lugar que necesita, Y
260 LOS PROCESOS DE LO DI\'INO

hombres. Y así es la retirada ele lo divino, bajo


la forma del amor humano, lo que nos mantiene
condenados, encerrados en esta cárcel de la fata·
lidad histórica, de una historia convertida en pe-
sadilla del eterno retorno.
La ausencia del amor no consiste en que, efec-
tivamente, no aparezca en episodios, en pasiones,
sino en su confinamiento en esos estrechos lími-
tes de la pasión individual descalificada en hecho,
en raro acontecer. Y entonces viene a suceder que
aun la pasión individual -personal- queda tam-
bién confinada en forma trágica, porgue queda
sometida a la justicia. El amor vive y alienta, pero
sometido a proceso delante de una justicia que es
implacable fatalidad, ausencia de libertad; el amor
está siendo juzgado por una conciencia donde no
hay lugar para él, ante una razón que se le ha
negado. Y así queda como enterrado vivo, vivien-
te, pero ineficaz, sin fuerza creadora.
M:ís que nunca una némesis parece presidir el
destino de los hombres, es el signo que aparece
en el horizonte cuando el amor no tiene espacio
para su trascender y cuando no informa la vida
humana que le ha rechazado en ese movimiento
de querer librarse de lo divino al mismo tiempo
que quiere absorberlo dentro de sf. Absorber total-
mente a lo divino es una forma de querer librarse
de ello. Y entonces no queda espacio para el tras--
cender del amor que no tiene nada que ligar,
puente sin orillas en que tenderse. No tiene nada
entre que mediar; realidad e irrealidad¡ ser y no
ser, lo que ya es con el futuro sin término, pues
que todo pretende ser real de la misma manera.
La pretendida divinización total del hombre y de
la historia produce la misma asfixia que debió
,
existir cuando, allá en tiempos remotos, el hombre
no alcanzaba a hallar puesto bajo el sol en el e,\\
espacio lleno de dioses, de semidioses, de demo-
PARA UNA HISTORIA DEL AMOR 2GI

nios. Tampoco entonces existía el amor. Extra-


i'íamente el amor nació, como el conocimiento filo·
sófico, en Grecia, en un momento en que los dio-
ses, sin dejar de actuar, permiten aJ hombre buscar
su ser. Pues diríase que siendo el amor, el eros grie-
go, avidez y hambre, fue Jo contrario también
J
¡creador de distancias, de límites, de fronteras en-
tre lo humano y lo divino que unía y mantenía
la distancia! Que daba sentido al padecer de la
vida humana, a la pasión, transformándola en un
acto. Un extra1io dios, humanizador a pes;ar de su
delirio, una divinidad ordenadora del delirio ini-
cial que es toda vida humana, toda historia que
comienza.

APARICIÓN HISTÓRICA DEL AMOR

Vemos el nacimiento tlel amor en Grecia. El mito


nos lo relata figuradamente, pero el mito no es
más que una versión de su nacimiento, no el naci-
miento mismo. Y, sin embargo, es extraordinaria-
mente significativo el modo como el algo se ma-
nifiesta por primera vez, el modo como se hace
accesible a la condencia.
La aparición del amor no es otra cosa que su
entrada en la claridad de Ja conciencia desde el
mundo circundante. Hacerse cargo de esto supone
detenerse en una ele las más extrañas cohdiciones
de la vida humana, latente en el fondo de todas las
preguntas históricas: el porqué de los acontecimien·
ws q'lle son propios de "la naturaleza humana" no
se han manifestado siempre de aJgün modo, y lo
llegan a ser en un momento determinado, histó-
ricamente. Así el amor que vagaba fuera, enaje·
nando la vida humana, e,ndemoniándola, según las
milenarias y venerables creencias de todos los pue-
blos. Lo que un dia ha dado la cara, y se ha
manifestado en figura, había sido antes realidad
MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 203
202
de trazar una vez más el proceso histórico por el que los pueblos En lo que propiamente se distinguían los dioses de los hombres
han llegado al sentimiento y al concepto de un Dios personal como era en que aquéllos eran inmortales. Un dios venía a ser un hombre
el del cristianismo. Y digo los pueblos y no los individuos aislados, inmortal, y divinizar a un hombre, considerarle como a un dios,
era estimar que, en rigor, al morirse no había muerto. De ciertos
porque si hay sentimiento y concepto colectivo, social; es el de Dios,
héroes se creía que fueron vivos al reino de los muertos. Y éste es
aunque el individuo lo individualice luego. La filosof1a puede tener,
y de hecho tiene, un origen individual; la teología es necesariamente un punto importantísimo para estimar el valor de lo divino.
En aquellas repúblicas de dioses había siempre algún dios má-
colectiva. ximo, algún verdadero monarca. La monarquía divina fué la que,
La doctrina de Schleiermacher que pone el origen, o más bien
por el monocultismo, llevó a los pueblos al monoteísmo. Monarquía
la esencia del sentimiento religioso, en el inmediato y sencillo sen-
y monoteísmo son, pues, cosas gemelas. Zeus, Júpiter, iba en camino
timiento de dependencia, parece ser la explicación más -profunda
de convertirse en dios único, como en dios único, primero del pue-
y exacta. El hombre primitivo, viviendo en sociedad, se sICnte de-
blo de Israel, después de la humanidad y, por último, del universo
pender de misteriosas potencias que invisibleme~tc le rodean; ~e
todo, se convirtió J ahvé, que empezó siendo uno de entre tantos
siente en comunión social, no sólo con sus semeiantes, los <lemas
dioses.
hombres, sino con la Naturaleza toda.animada e inanimada, lo que
Como la monarquía, tuvo el monoteísmo un origen guerrero.
no quiere decir otra cosa sino que Jo personaliza todo. No solo
"Es en la marcha y en tiempo de guerra -dice Robert~on Smith,
tiene él conciencia del mundo, sino que se imagina que el mundo The Prophets of Israel, lect. I (1)- cuando un pueblo nómada sien-
tiene también conciencia como él. Lo mismo que un niño habla
te la instante necesidad de una autoridad central, y así ocurrió que.
a su perro o a su muñeco, cual si le entendiesen, cree el ~alvaje que
en los primeros comienzos de la organización nacional en torno al
le oye su fetiche o que la nube tormentosa se acuer?a. ~e el y le per-
santuario del arca, Israel se creyó la hueste de Jehová. El nombre
sigue. y es que el espíritu del hombre nat:ural, pnm1tivo, no. se ha

.-
mismo de Israel es marcial y significa Dios pelea, y Jehová es en
desplacentado todavía de la naturaleza: m ha 1-i:arca~o ~~ lmdero el Viejo Testamento lahwé Zebahóth, el Jehová de los ejércitos
entre el sueño y la vigilia, entre la realidad y la imagmac1on.
de Israel. Era en el campo de batalla donde se sentía más claramente
No fué, pues, lo divino, algo objetivo, sino I:i- si:~jetividad de la la presencia de Jehová; pero en las naciones primitivas, el caudillo
conciencia proyectada hacia fuera, la personahzac1on del mund~. de tiempo de guerra es también el juez nacional en tiempo de paz."
El concepto de divinidad surgió del sentimiento de ella,. Y el sent'.- Dios, el Dios único, surgió, pues, del sentimiento de divinidad
miento de divinidad no es sino el mismo oscuro y naciente senti- en el hombre como Dios guerrero, monárquico y social. Se reveló al
miento de personalidad vertido a l? de fuera. Ni ca~e .en .~igor decir pueblo, no a cada individuo. Fué el Dios de un pueblo y exigía
fuera y dentro, objetivo y subjetivo, cuando tal chstmc10n no era celoso se le rindiese culto a él solo, y de este monocultismo se pasó
sentida, y siendo, como es, de esa indistinción de ·donde, el sen- al monoteísmo, en gran parte por la acción individual, más filosó-
timiento y el concepto de divinidad pr~c~den. Cuant~ i:1as clara fica acaso que teológica, de los profetas. Fué, en efecto, Ja activida~
la conciencia de la distinción entre lo obietwo y lo sub3ct1vo, tanto individual de los profetas lo que individualizó la divinidad. Sobre
más oscuro el sentimiento de divinidad en nosotros. todo, al hacerla ética.
Hase dicho, y al parecer con entera razón, que el -paganismo Y de este Dios surgido así en la conciencia humana a partir del
helénico es, más bien que politeísta, panteísta. La creencia en mu- sentimiento de divinidad, apoderósc luego la razón, esto es, la
chos dioses, tomando el concepto de Dios como hoy le tomamos, filosofía, y tendió a definirlo, a convertirlo en idea. Porque definir
no sé que haya existido en cabeza humana. Y si por l?anteísrno se algo es idealizarlo, para lo cual hay que prescindir de su elemento
entiende la doctrina, no de que todo y cada cosa es Dios -propo- inconmensurable o irracional, de su fondo vital. Y el Dios sentido,
sición, para mí, impensable-, sin? de que todo :s divino, ?in gran
violencia cabe decir que el pagamsmo era pante1sta. Los dioses no
la divinidad sentida como persona y conciencia única fuera de nos-
otros, aunque envolviéndonos y sometiéndonos, se convirtió en la
sólo se mezclaban entre los hombres, sino que se mezclaban con idea de Dios.
ellos; engendraban los dioses en las mujer~s .mortales, .Y los hom.b~es El Dios lógico, racional, el ens summum, el primum movens,
mortales engendraban en las diosas a semidioses. Y s1 hay scmid10- el Ser Supremo de la filosofía teológica, aquel a que se llega por los
ses, esto es, semihombres, es tan sólo porque lo divino y lo humano tres famosos caminos de negación, eminencia y causalidad, viae
eran caras de una misma realidad. La divinización de todo no era negationis, eminentiae, causalitatis, no es más que una idea de Dios,
sino su humanización. Y decir que el Sol era un dios equivalía a algo muerto. Las tradicionales y tantas veces debatidas pruebas de su
decir que era un hombre, una conciencia hunya~a más o menos existencia no son, en el fondo, sino un intento vano de determinar
agrandada y sublimada. Y esto vale desde el fetrclusmo hasta el pa- 1
ganismo helénico. Lecture 1, pág. 36. London, Black, 1895. (N. de la versión inglesa.)
Galileo Galilei // Saggiatore §6

modo a punto che i caratteri che sono sopra questo foglio, gia mai rispetto al medesimo foglio
non muteranno apparenza di sito, per qualunque grandissima mutazion di luogo che faccia
l'occhio di V. S. Illustrissima che gli riguarda: ma ben uno oggetto posto tra l'occhio e la carta,
al movimento della testa variera l'apparente sito rispetto a' caratteri, sl che il medesimo
carattere ora se gli vedra dalla destra, ora dalla sinistra, ora piú alto, ed ora piú basso; ed in
cota! guisa mutano apparente luogo i pianeti nell'orbe stellato, veduti da differenti parti della
Tena, perché da quello sono lontanissimi; e quello che in questo caso opera la piccolezza
della Terra, e che, facendo i piu lontani da noi minor varieta d'aspetto, ed i piu vicini
maggiore, finalmente per uno lontanissimo la grandezza della Terra non basti a far tal varieta
sensibile. Quello poi che soggiunge accadere conforme alle leggi de gli archi e delle corde,
vegga V. S. Illustrissima quant'ei sia da tali leggi lantano, anzi pure da' primi elementi di
geometría. Egli dice, le due rette AD, BD esser perpendicolari alla AB: il che e impossibile,
perché la sola retta che viene dal vertice e perpendicolare sopra la tangente e le sue parallele, e
queste non vengono altramente dal vertice, né l'AB e tangente o ad essa parallela. In oltre, ei
le domanda parallele, e appresso dice che le si vanno a congiungere nel centro: dove, oltre alla
contradizzione dell'esser parallele e concorrenti, vi e che, prolungate, passano lontanissime dal
centro. E finalmente conclude, che venendo dal centro alla circonferenza sopra i termini
dell'AB, elle sono perpendicolari: il che e tanto impossibile, quanto che delle linee tírate dal
centro a tutti i punti della corda AB, sola quella che cade nel punto di mezo gli e
perpendicolare, e quelle che cascano ne gli estremi termini sono piU di tutte l'altre inclínate ed
oblique. Vegga dunque V. S. Illustrissima a quali e quante essorbitanze avrebbe il Sarsi fatto
prestar l'assenso dal suo Maestro, quando vero fusse cio ch'in questo proposito ha scritto, cioe
che quello abbia seguitate le ragioni e modi di dimostrar di Ticone nel ricercar il luogo della
cometa. Vegga di piu il medesimo Sarsi quant'io meglio di lui, senza adoperar astrologia né
telescopio, abbia penetrato, non diro i sensi interni dell'animo suo, perché per ispiar questi io
non ho né occhi né aneo orecchi, ma i sensi della sua scrittura, i quali son pur tanto chiari e
manifesti, che bisogno non ci e de gli occhi lincei, gentilmente introdotti da! Sarsi, credo per
ischerzare un poco sopra la nostra Academia. E perché e V. S. Illustrissima ed altri principi e
signori grandi son meco a parte nello scherzo, io, per la dottrina di sopra insegnatami da!
Sarsi, non curando molto i suoi motti, me la passero sotto l'ombra loro, o, per meglio dire,
illustrero l'ombra mia col loro splendore.
Ma tornando al proposito, vegga com'egli di nuovo vuol pure ch'io abbia reputato gran
mancamento nel P. Grassi l'aver egli aderito alla dottrina di Ticone, e risentitamente domanda:
Chi ei doveva seguitare? forse Tolomeo, la cui dottrina dalle nuove osservazioni in Marte e
scoperta per falsa? forse il Copernico, dal quale piú presto si <leve rivocar ognuno, mercé
dell'ipotesi ultimamente dannata? Dove io noto piú cose e prima, replico ch'e falsissimo ch'io
abbia mai biasimato il seguitar Ticone, ancor che con ragione avessi potuto fario, come pur
finalmente dovra restar manifesto a i suoi aderenti per l'Antiticone del signar cavalier
Chiaramonte; s1 che quanto qui scrive il Sarsi, e molto lantano dal proposito; e molto piu fuor
del caso s'introducono Tolomeo e Copernico, de' quali non si trova che scrivessero mai parola
attenente a distanze, grandezze, movimenti e teoriche di comete, clelle quali sale, e non d'altro,
si e trattato, e con altrettanta occasione vi si potevano accoppiare Sofocle, e Bartola, o Livio.
Parmi, oltre a cio, di scorgere ne! Sarsi ferma creclenza, che ne! filosofare sia necessario
appoggiarsi all'opinioni di qualche celebre autore, sl che la mente nostra, quanclo non si
maritasse col discorso d'un altro, ne dovesse in tutto rimanere sterile ecl infeconcla; e forse
stima che la filosofía sía un libro e una fantasía cl'un uomo, come l'Jliade e ! 'Orlando furioso,
libri ne' quali la meno importante cosa e che quello che vi e scritto sia vero. Signar Sarsi, la
cosa non ista cosl. La filosofía e scritta in questo granclissimo libro che continuamente ci sta
aperto innanzi a gli occhi (io dico l'universo), ma non si puo intendere se prima non s'impara a
intender la lingua, e conoscer i caratteri, ne' quali e scritto. Egli e scritto in lingua matematica,
e i caratteri son triangoli, cerchi, ed altre figure geometriche, senza i quali mezi e impossibile
a intenderne umanamente parola; senza questi e un aggirarsi vanamente per un oscuro
laberinto. Ma posto pur aneo, come al Sarsi pare, che l'intelletto nostro debba farsi mancipio J
dell'intelletto d'un altr'uomo (lascio stare ch'egli, facendo cosl tutti, e se stesso ancora,
copiatori, Iodera in sé quello che ha biasimato nel signar Mario), e che nelle contemplazioni
de' moti celesti si debba aderire ad alcuno, io non veggo per qual ragione ei s'elegga Ticone,
anteponendolo a Tolomeo e a NicolO Copernico, de' quali due abbiamo i sistemi del mondo
interi e con sommo artificio costrutti e condotti al fine; cosa ch'io non veggo che Ticone abbia
fatta, se gfa al Sarsi non basta l'aver negati gli altri due e promessone un altro, se ben poi non
esseguito. Né meno dell'aver convinto gli altri due di falsita, vorrei che alcuno lo riconoscésse
da Ticone: perché, quanto a quello di Tolomeo, né Ticone né altri astronomi né il Copernico
stesso potevano apertamente convincerlo, avvenga che la principal ragione, presa da i
movimenti di Marte e di Venere, aveva sempre il senso in contrario; al qua.le dimostrandosi iI
disco di Venere nelle due congiunzioni e separazioni dal Sole pochissimo differente in
grandezza da se stesso, e quel di Marte perigeo a pena 3 o 4 volte maggiore che quando e
apogeo, gia mai non si sarebbe persuaso dimostrarsi veramente quello 40 e questo 60 volte
maggiore nell'uno che nell'altro stato, come bisognava che fusse quando le conversioni loro
fussero state intorno al Sole, secando il sistema Copernicano; tuttavia cío esser vero e
manifesto al senso, ho dimostrato io, e fattolo con perfetto telescopio toccar con mano a
chiunque l'ha voluta vedere. Quanto poi all'ipotesi Copernicana, quando per beneficio di noi
cattolici da piu sovrana sapienza non fussimo stati tolti d'errore ed illuminata la nostra cecita,
non credo che tal grazia e beneficio si fusse potuto ottenere dalle ragioni ed esperienze poste
da Ticone. Essendo, dunque, sicuramente falsi li due sistemi, e nullo quello di Ticone, non
dovrebbe il Sarsi riprendermi se con Seneca desidero la vera costituzion dell'universo. E ben
che la domanda sia grande e da me molto brama.ta, non pero tra ramarichi e lagrime deploro,
come scrive il Sarsi, la miseria e calamita di questo secolo, né pur si trova minimo vestigio di
tali lamenti in tutta la scrittura del signor Mario; ma il Sarsi, bisognoso d'adombrare e dar
appoggio a qualche suo pensiero ch'ei desiderava di spiegare, lo va da se stesso preparando, e
somministrandosi quegli attacchi che da altri non gli sono stati porti. E quando pur io
deplorassi questo nostro infortunio, io non veggo quanto acconciamente possa dire il Sarsi,
indarno essere sparse le mie querele, non a.vendo io poi modo né fa.coita di tor via tal miseria,
perché a me pare che appunto per questo avrei causa di querelarmi, ed all'incontro le
querimonie ali ora non ci avrebbon luogo, quando io potessi tor via !'infortunio.
7. Ma legga ormai V. S. Illustrissima. "Et quoniam hoc loco atque hoc ad
disputationem ingressu confutanda ea mihi sunt qure minoris ponderis videntur, illud ab
homine perhumano, qualem illum omnes norunt, expectassem profecto nunquam, ut, vel ipso
Catone severior, lepares quosdam ac sales, apposite a nobis ínter dicendum usurpatos,
fastidiase adeo aversaretur, ut irrideret potius, a.e diceret naturam poeticis non delectari. At
ego, proh, quantum ab hac opinione distabam! naturam poetriam ad hanc usque diem
existimavi. Illa certe vix unquam poma fructusque ullos parit, quorum flores, veluti ludibunda,
non prremittat. Galilreum vero quis unquam a.deo durum existimasset, ut a severioribus
negotiis festiva aliqua eorum condimenta longe ableganda censeret? Hoc enim Stoici potius
est, quam Academici. Attamen iure is quidem nos arguat, si gravissimas qurestiones iocis ac
salibus eludere, potius quam explicare, tentaremus; at vero, rationum ínter gravissimarum
pondera, lepide aliquando ac salse iocari quis vetat? Vetat enimvero Academicus. Non
paremus. Et si illi nostra hrec urbanitas non sapit? Piures habemus, non minus eruditos, quos
delectat. Neque enim hic fuit sensus virorum, et genere et doctrina clarissimorum, qui nostrre
disputationi interfuere, quibus sapienter omnino factum visum est, ut cometes, triste
infaustumque vulgo portentum, placido aliquo verborum lenimento tractaretur, ac prope
mitigaretur. Sed bree Ievia sunt, inquis. Ita est; a.e proinde leviter diluenda."

1"7
202 MIGUEL DE UNAMUNO
DEL SENTIMIENTO .TRAGICO DE LA VIDA 203
.,
de trazar una vez más el proceso histórico por el que los pueblos
han llegado al sentimiento y al concepto de un Dios personal como
el del cristianismo. Y digo los pueblos y no los individuos aislados,
porque si hay sentimiento y concepto colectivo, social, es el de Dios,'
En lo que propiamente se distinguían los dioses de los hombres
era en que aquéllos eran inmortales. Un d~os venía a ser un hom?re
inmortal, y divinizar a un hombre, consider~rle como a un . d10s,
era estimar que, en rigor, al morirse no habia muerto. De ~iertos
héroes se creía que fueron vivos al reino de los muerto~. _Y este es
1-.
aunque el individuo lo individualice luego. La filosofía puede tener,
y de hecho tiene, un origen individual; la teología es necesariamente
colectiva.
un punto important~s~o para ~stimar el, v~or de lo ~lVID?·
En aquellas republicas de dioses habia siempre algun dios ma-
,
-'
ximo, algún verdadero monarca. La monarquía diyina fué la qu~,
La doctrina de Schleiermacher que pone el origen, o más bien por el monocultismo, llevó a los pueblos al moi;o~eisll1;o. Monarq~ia
la esencia del sentimiento religioso, en el inmediato y sencillo sen- y monoteísmo son, pues, cosas gemelas. z:eus,, J?piter, _iba en cammo
timiento de dependencia, parece ser. la explicación más profunda de convertirse .en dios único, como en dios umc?, .pnmero de~ pue-
y exacta. El hombre primitivo, viviendo 'en sociedad, se siente de- blo de Israel, después de la humanidad y, por últnno, del universo
pender de misteriosas potencias que invisiblemente le rodean; se todo, se convirtió J ahvé, que empezó siendo uno de entre tantos
siente en comunión social, no sólo con sus semejantes, los demás
hombres, sino con la Naturaleza toda animada e inanimada, lo que !fiases. .
· ·Como la monarquía, tuvo el monoteísmo. un origen guerr~ro.
no quiere decir otra cosa sino que lo personaliza todo. No sólo "Es en la marcha y en tiempo de guerra -dice Robe1!son SII1;1th,
tiene él conciencia del mundo, sino que se imagina que el mundo The Prophets of Israel, lect. I (1)- cuando un pueblo poma~~ sien-
tiene también conciencia como él. Lo mismo que un niño habla te la instante necesidad de una autoridad central, y as1 ocurr10 que,
a su perro o a su muñeco, cual si le entendiesen, cree el salvaje que en los primeros comienzos de la ,organización naciona! en torno al
le oye su fetiche o que la nube tormentosa se acuerda de él y le per~ santuario del arca, Israel se creyo la hueste de Jehova. El ~ombre
sigue. Y es que el espíritu del hombre natural, primitivo, no se ha mismo de Israel es marcial y significa Dios pele~, y J ehova.,es. en
desplacentado todavía de la naturaleza, ni ha marcado el lindero. el Viejo Testamento Jahwé ZebahOth, el Jehova de los e1ercitos
entre el sueño y la vigilia, entre la realidad y la imaginación. de Israel. Era en el campo de batalla donde se sentía más clarame~te
No fué, pues, lo divino, algo objetivo, sino la subjetividad de la: la presencia de Jehová; pero. ,en la~ nacion~s primitiyas, el caudill~
conciencia proyectada hacia fuera, la personalización del mundo.' de tiempo de guerra es tambien el 1uez nacion8! e.n tiempo ~e. p_az.
El concepto de divinidad surgió del sentimiento de ella, y el senti- Dios el Dios único, surgió, pues, del sentlIDlento de divmidad
miento de divinidad no es sino el mismo oscuro y naciente senti- en el ho~bre como Dios guerrero, monárquico y social. Se revel~ ~
miento de personalidad vertido a 1o de fuera. Ni cabe en rigor decir pueblo, no a cada individuo. Fué el Dios de un pue?lo Y exig1~
fuera y dentro, objetivo y subjetivo, cuando tal distinción no era celoso se le rindiese culto a él solo, y de este monocultlsmo se paso
sentida, y siendo, como es, de esa indistinción de donde el sen- al monoteísmo, en gran parte por la acciói;t individual, más ~?só­
timiento y el concepto de divinidad proceden. Cuanto más clara :fica .acaso que teológica, de los profetas. Fue~ ~n efec_t~, ~a actividad
la conciencia de la distinción entre lo objetivo y lo subjetivo, tanto individual de los profetas lo que individualizo la diV1Illdad. Sobre
más oscuro el sentimiento de divinidad en nosotros. todo, al hacerla ética.
Hase dicho, y al parecer con entera razón, que el paganismo y de este Dios surgido así en la conciencia humana a partir del
helénico es, más bien que politeísta, panteísta. La creencia en mu- sentimiento de divinidad, apoderóse luego la razón, esto es, la
chos dioses, tomando el concepto de Dios como hoy le tomamos, filosofía, y tendió a definirlo; a convertirlo en . id~a. Porque definir
no sé que haya existido en .cabeza humana. Y si por panteísmo se· algo es idealizarlo, para lo cual hay que pr~scmdrr de s~ elem1nto ,
en~ende la doctrina, no de que todo y cada cosa es Dios -propo• inconmensurable o irracional, de su fondo vital. Y el D10s sentido,
sición, para mí, impensable-, sino de que todo es divino, sin la divinidad sentida como persona y conciencia única fuera de nos-
violencia cabe decir que el paganismo era· panteísta. Los dioses no otros, · aunque envolviéndonos y sometiéndonos, se convirtió en la
sólo se mezclaban. entre los hombres, sino que se mezclaban idea de Dios.
ellos; engendraban los dioses en las mujeres mortales, y los '"'~·~'--~· '·,, El, Dios lógico, racional, el ens summum, el primum movens,
mortales· engendraban en las diosas a semidioses. Y si hay se1nic1io.. '!,!1'{< el Ser Supremo de la filosofía teológica, aquel a que se llega por los
ses, esto es, semihombres, es tan sólo porque ·10 divino y lo .uu,.uu..uu. tres famosos caminos de negación, eminencia y causalidad, viae
eran caras de una misma realidad. La divinización de todo no era:
sino su humanización. Y decir que el Sol era un dios equivalía algQ mue(to. Las tradicionales y tantas veces debatidas pruebas d~ su
J
n. egatz.·on.is,. e.minentiae, ca. usalitatis, no es m. ás que .una idea de Dios,
·
decir- que era un hombre, una conciencia humana más o '
exi.Stencia no son en el fondo, sino un intento vano de determmar
'r' , .- ' , '

agrandada y sublimada. Y esto vale desde el fetichismo hasta el


::1, Lecture I, pág. 36. London, Black, 1895. (N. de la versión inglesa.)
ganismo helénico;
204 MIGUEL D E UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 205
su esencia; porque, como hacía muy bien notar Vinet, la existencia conciencia de un artista, que no se sabe de qué naturaleza aprendió
se saca de la esencia; y decir que Dios existe, sin decir qué es Dios su arte.
y cómo es, equivale a no decir nada. La comparación ya clásica con el reló y el relojero es inaplicable
y este Dios, por eminencia y negación o remoción de cualidades a un Ser absoluto, infinito y eterno. Es, además, otro modo de no
finitas, acaba por ser un Dios impensable, una pura idea, un Dios explicar nada. Porque decir que el mundo es como es y no de otro
de quien, a causa de su excelencia misma ideal, podemos decir que modo porque Dios así lo hizo, mientras no sepamos por qué razón
no es nada, como ya definió Escoto Erigena: Deus propter exce- lo hizo así, no es decir nada. Y si sabemos la razón de haberlo así
llentiam non inmerito nihil vocatur. O con frase del falso Dionisio hecho Dios, éste sobra, y la razón basta. Si todo fuera matemáticas,
Areopagita, en su epístola 5: "La divina tiniebla es la luz inac~esi­ si no hubiese elemento irracional, no se habría acudido a esa expli-
ble en la que se dice habita Dios". El Dios antropomórfico y sentido, cación de un Sumo Ordenador, que no es sino la razón de lo irra-
al ir purificándose de atributos humanos, y como tales, finitos y re- cional y otra tapadera de nuestra ignorancia. Y no hablemos de
lativos y temporales, se evapora e.n el Dios del deísmo o del pan- aquella ridícula ocurrencia de que, echando al azar caracteres de
teísmo. imprenta, no puede salir compuesto el Quijote. Saldría compuesta
Las supuestas pruebas clásicas de la existencia de Dios refiérense cualquier otra cosa que llegaría a ser un Quijote para los que a ella
todas a este Dios-Idea, a este Dios lógico, al Dios por remoción, tuviesen que atenerse y en ella se formasen y formaran parte de
y de aquí que en rigor no prueben nada, es decir, no prueban más ella.
que la existencia de esa idea de Dios.
r Era yo un mozo que empezaba a inquietarme de estos eternos
problemas, cuando en cierto libro, de cuyo autor no quiero acor-
Esa ya clásica supuesta pmeba redúcese, en el fondo, a hipos-
tatizar o sustantivar la explicación o razón de un fenómeno, a decir
que la Mecánica hace el movimiento; la Biología, la vida; la Filo-
darme, leí esto: "Dios es una gran equis sobre la barrera últirµa logía, el lenguaje; la Química, los cuerpos, sin más que mayusculi-
de los conocimientos humanos; a medida que la ciencia avanza, la zar la ciencia y convertirla en una potencia distinta de los fenómenos
barrera se retira". Y escribí al margen: "De la barrera acá todo se de que la extraemos y distinta de nuestra mente que la extrae. Pero
explica sin El; de la barrera allá, ni con El ni sin El; Dios, por lo a ese Dios así obtenido, y que no es sino Ja razón hipostatizada y
tanto, sobra". Y con respecto al Dios-Idea, al de las pruebas, sigo proyectada al infinito, no hay manera de sentirlo como algo vivo
en la misma sentencia. Atribúyese a Laplace la frase de que no ha- y real y ni aun de concebirlo sino como una mera idea que con nos-
bía necesitado de la hipótesis de Dios para costruir un sistema del otros morirá.
origen del Universo, y así es muy cierto. La idea de Dios en nada nos Pregúntase, por otra parte, si una cosa cualquiera imaginada,
ayuda para comprender mejor la existencia, la esencia y la finalidad pero no existente, no existe porque Dios no lo quiere, o no lo
del Universo. quiere Dios porque no existe, y respecto a lo imposible, si es que
No es más concebible c1 que haya un Ser Supremo infinito, ab- no puede ser porque Dios así lo quiere, o no lo quiere Dios porque
soluto y eterno, cuya esencia desconocemos, y que haya creado el ello en sí y por su absurdo mismo no puede ser. Dios tiene que
Universo, que el que la base material del Universo mismo, su n:ia- someterse a la ley orgánica de contradicción, y no puede hacer,
teria, sea eterna e infinita y absoluta. En nada comprendemos mqor según los teólogos, que dos más dos hagan más o menos que cuatro.
la existencia del mundo con decirnos que lo creó Dios. Es una peti- La ley de la necesidad está sobre El o es El mismo. Y en el orden
ción de principio o una solución meramente ~erbal_ para encubrir moral se pregunta si la mentira, o el homicidio, o el adulterio, son
nuestra ignorancia. En rigor, deducimos la existencia del Creador malos porque así lo estableció o si lo estableció así porque ello es
del hecho de que lo creado existe, y no se justifica racionalmente la malo. Si lo primero, Dios es un Dios caprichoso y absurdo que es-
existencia de Aquél; de un hecho no se saca una necesidad, o es tablece una ley, pudiendo haber establecido otra, u obedece a una
necesario todo. naturaleza y esencia intrínseca de las cosas mismas independiente
Y si del modo de ser del Universo, pasamos a lo que se llama el de El, es decir, de su voluntad soberana; y si es así, si obedece a
orden y que se supone necesita un ordenador, cabe decir que orden una razón de ser de las cosas, esta razón, si la conociésemos, nos
es lo que hay y no concebimos otro. La prueba esa del orden del bastaría sin necesidad alguna de más Dios, y no conociéndola, ni
Universo implica un paso del orden ideal al real, un proyectar Dios tampoco nos aclara nada. Esa razón estaría sobre Dios. Ni
nuestra mente afuera, un suponer que la explicación racional de una vale decir que esa razón es Dios mismo, razón suprema de las cosas.
cosa produce la cosa misma. El arte humano, aleccionado por la Una razón así, necesaria, no es algo personal. La personalidad la
Naturaleza, tiene un hacer conciente con que comprende el modo da la voluntad. Y este problema de las relaciones entre la razón,
de hacer, y luego trasladamos este hacer artístico y conciente a una necesariamente necesaria, de Dios y su voluntad, necesariamente
DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 207
206 MIGUEL DE UNAMUNO

libre, lo que hará siempre del Dios lógico o aristotélico un Dios capítulo II, 5 y 6), de que hay que creer a nues~ros ~ayores, aun
contradictorio. sin que nos den razones, maioribus autem nostns, etzam nulla ra-
Los teólogos escolásticos no han sabido nunca desentenderse de tione reddita, credere. . .,
las dificultades en que se veían metidos al tratar de conciliar la Sí, supongamos que es universal y costante esa opimon de los
li~erta~ humana con la pr~sencia div~na y el conocimiento que antiguos que nos dice que lo divino penetra a la N a.turale~a Joda,
D10s .tiene d~ lo futuro contmgente y hbre; y es porque, en rigor, y que sea un dogma paternal, 'ltcctpto~ ooEa c~mo, dice ~nstoteles
el D10s racional es completamente inaplicable a lo contingente (Metaphysica, libro VII, cap. VII); eso ~ro?~na solo quv hay un
pues que la noción de contingencia no es en el fondo sino I~ motivo que lleva a los pueblos y a los mdiv1duos -sean todos o
noción de irracionalidad. El Dios racional ' es forzosame~te nece- casi todos o muchos- a creer en un Dios. Pero ¿no es que. hay
sario en su ser y en su Qbrar, no puede hacer en cada caso sino acaso ilusiones y falacias que se fundan en la naturaleza m1s1?-a
lo mejor, y no cabe que haya varias cosas igualmente mejores pues humana? ¿No empiezan los pueblos todos por creer que el Sol grra
entre infinitas posibilidades sólo hay una que sea la más acom~dada en torno de ellos? Y no es natural que propendamos todos a creer
a su fin, como entre las infinitas líneas que pueden trazarse de un lo que satisface nuestro anhelo? ¿J?irem~s ~on. Vf·
Hermann C})
punto a otro sólo hay una recta. Y el Dios racional, el Dios de la "que si hay un Dios, no se ha de1ado sm mdicarsenos de algll;n
razón, no puede menos sino seguir en cada caso la línea recta la modo, y quiere ser hallado por nosotros"?, . .
más conducente al fin que se propone, fin necesario ·como es n~ce­ Piadoso deseo, sin duda, pero no razon en su estncto sentido,
saria la única recta dirección que a El conduce. Y así la divinidad como no le apliquemos la sentencia agustiniana, que tampoco es
. de Dios es sustituída por su necesidad. Y en la necesidad de Dios razón, de "pues me buscas, es que me encontraste", creyendo que
perece su voluntad libre, es decir, su personalidad conciente. El Dios es Dios quien hace que le busquemos. .
que anhelamos, el Dios que ha de salvar nuestra alma de la nada .· Ese famoso argumento del consentimiento supuesto unánrme
el Dios inmortalizador, tiene que ser un Dios arbitrario. ' de los pueblos, que es el que con un seguro instinto más e1?-~learon
los antiguos, no es, en el fondo y trasladado de la colectlv1da~. al
r Y es que Dios no puede ser Dios porque piensa, sino porqlJe
obra, porque crea; no es un Dios contemplativo sino activo. Un
Dios Razón, un Dios teórico o contemplativo ~orno es el Dios
individuo, sino la llamada prueba moral, la que Kant, en su G_ntz~a
de la razón práctica, empleó, la que se saca ~e. r;iuestra conciencia
éste .del racionalis~o teológico,. es un Dios q~e se diluye en su -o más bien de nuestro sentimiento de la d1v1Illdad-, y que no
p~~J?ia con;emplacion. A este Dios corresponde, como veremos, la es una prueba estricta y específicamente racional, sino vital, ':( qu_e
vismn beatífica como expresión suprema de la felicidad eterna Un no puede ser aplicada al Dios lógico, al .ens :u.mm~m, a~ Ser slffii:h-
Dio,s quietista, en fin, como es quietista, por su esencia mism~, la císimo y abstractísimo, al primer motor u;unovil e _unpa~!b~e, al Dios
razon. Razón, en ·fin, que ni sufre ni anhela, slll:o al Dios b10t1co, al Ser
, queda la otra famosa prueba, la del consentimiento, supuesto complejísimo y concretísimo, al Dios paciente que sufre Y anhela
unanrme, de los pueblos todos en creer en un Dios. Pero esta en nosotros y con nosotros, al Padre de Cristo, al que no se puede
ir sino por el Hombre, por su Hijo (v. Juan, XIV, 6), Y cuya re-
prueba no es, en rigor, racional ni a favor del Dios racional que
velación es histórica, o si se quiere, anecdótica, pero no filosófica,
expli;:a el Universo, sino del Dios cordial que nos hace vivir. Sólo
po~iamos llamarla . r3:cional e:r;i el caso de cr,ue creyésemos que la no categórica. ·.
El consentimiento unánime -¡supongámoslo así!- de los pue-
razon es . el c~nsentimiento, mas o menos unanime, de los pueblos,
el sufrag10 umversal, en el caso de que hiciésemos razón a la vox- blos o sea el universal anhelo de las almas todas humanas que lle-
populi que se dice ser vox Dei. gar~n a la conciencia de su humanidad 9.ue quiere ser ·fi?. Y .sen-
tido del Universo, ese anhelo, que no es smo aquella esencia rmsma
Así ~o creía aquel trágico y ardiente Lamennais, el que dijo del .. alma, •,que consiste en su conato por pers~stir . eternamente Y
que la vida y la verdad no son sino un sola y misma cosa -¡oja- porque no se rompa la ;ontinuidad d~ }ª conciencia, nos _llev~ al
lá!-, y que declaró a la razón una, universal, perpetua y santa. Dios. humano, antropomorfico, proyecc1on de n~estra conc1~ncia .a
(Essai sur l'indifference, .IV.ª ~~rt., cap. VIII.) Y glosó el "o hay la Conciencia del Universo, al Dios que da finalidad y sentido hu-
que creer a todos o a nmguno -aut omnibus credendum est aut manos al Universo y que no es el ens summu.m, el primum. mov.ens
n~'!1-in_i-_, . de Lactan~io, y aquello de Heráclito de que toda opi- ni el creador del Universo, no es la Idea-Dios. Es un Dios vivo,
mon md1v1dual es falible, y lo de Aristóteles, de que la más fuerte subjetivo -pues que no es sino la subjetividad objetivada o la per-
prueba e.s .el consentimiento de los homb:¡¡es todos, y sobre todo
lo de ~lm10 (en Paneg. Trajani, LXII), de que ni engaña uno a . i. .<;hristlich. systrp:natische Religion, en el tomo Syst~matische Christlic_he
to~os, m tod~s a uno -nema omnes, neminem ommes fefellerunt-. Religion, de la colección Die Kultur der Gegenwart, editada por el P. Hin-
¡Ojala! Y asi se acaba en lo de Cicerón (De natura deorum, lib. III, neberg.
208 i\1JGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 209

sonalidad universalizada-, que es más que mera idea, y antes que de hambre de aire. Y de la misma manera, Dios mismo, no ya la
razón es voluntad. Dios es Amor, esto es, Voluntad. La razón, el idea de Dios, puede llegar a ser una realidad inmediatamente sen-
Verbo, deriva de El; pero El, el Padre, es, ante todo, Voluntad. tida; y aunque no nos expliquemos con su idea ni la existencia
""lo cabe duda alguna -escribe Ritschl (Rechtfertigung un/ ni la esencia del Universo, tenemos a las veces el sentimiento di-
Versoehnug, III, cap. V)- que la personalidad espiritual de Dios recto de Dios, sobre todo en los momentos de ahogo espiritual.
se estimaba muy imperfectamente en la antigua teología al limitarla Y este sentimiento, obsérvese bien, porque en esto estriba todo lo
a las funciones de conocer y querer. La concepción religiosa no trágico de él y el sentimiento trágico todo de la vida, es un sentí-
puede menos de aplicar a Dios también el atributo del sentimiento miento de hambre de Dios, de carencia de Dios. Creer en Dios es,
espiritual. Pero la antigua teología ateníase a la impresión de que en primera istancia, y como veremos, querer que haya Dios, no
el sentimiento y el afecto. son notas de una personalidad limitada poder vivir sin EL ,
y creada, y trasformaba la concepción religiosa de la felicidad de Mientras peregriné por los campos de la razón~\:'!: 1busca de
Dios, verbigracia, en el eterno conocerse a sí mismo, y la del odio Dios, no pude encontrarle porque la idea de Dios no me· engañaba,
en el habitual propósito de castigar el pecado." Sí, aquel Dios ni pude tomar por Dios a una idea, y fué entonces, cuando erraba
lógico, obtenido via negationis, era un Dios que, en rigor, ni amaba por los páramos del racionalismo, cuando me dije que no debemos
ni odiaba, porque ni gozaba ni sufría, un Dios sin pena ni gloria, buscar más consuelo que la verdad, llamando así a la razón, sin a.n
inhumano, y en justicia una justicia racional o matemática, esto es, que por eso me consolara. Pero al ir hundiéndome en el escepti- ~V
una injusticia. cismo racional de una parte y en la desesperación sentimental de
Los atributos del Dios vivo, del Padre de Cristo, hay que de- otra, se me encendió el hambre de Dios y el ahogo de espíritu me
ducirlos de su revelación histórica en el Evangelio y en la con- hizo sentir con su falta su realidad. Y quise que haya Dios, que
ciencia de cada uno de los creyentes cristianos, y no de razona-
mientos metafísicos que sólo llevan al Dios-Nada, de Escoto Eri-
exista Dios. Y Dios no existe, sino que más bien sobre-existe y
está sustentando nuestra existencia, existiéndonos.
..J
gena, al Dios racional o panteístico, al Dios ateo, en fin, a la Dios, que es el Amor, el Padre del Amor, es hijo del amor
Divinidad despersonalizada. en nosotros. Hay hombres lijeros y exteriores, esclavos de la razón
Y es que al Dios vivo, al Dios humano, no se llega por camino que nos exterioriza, que creen haber dicho algo con decir que
de razón, sino por camino de amor y de sufrimiento. La razón lejos de haber hecho Dios al hombre a su imagen y semejanza,
nos aparta más bien de EL No es posible conocerle para luego es el hombre el que a su imagen y semejanza se hace sus dioses o su
amarle; hay que empezar por amarle, por anhelarle, por tener ham- Dios (1), sin reparar, los muy livianos, que si esto segundo es, como
bre de El, antes de conocerle. El conocimiento de Dios procede del realmente es, así, se debe a que no es menos verdad lo primero. Dios
amor a Dios, y es un conocimiento que poco o nada tiene de ra- y el hombre se hacen mutuamente, en efecto; Dios se hace o se
cional. Porque Dios es indefinible. Querer definir a Dios es preten- revela en el hombre, y el hombre se hace en Dios, Dios se hizo
der limitarlo en nuestra mente, es decir, matarlo. En cuanto tra- a sí mismo, Deus ipse se fecit, dijo Lactancio (Divinarum institu-
tamos de definirlo, nos surge la nada. tionum, II, 8), y podemos decir que se está haciendo, y en el
La idea de Dios de la pretendida teodicea racional no es más hombre y por el hombre. Y si cada cual de nosotros, en el empuje
que una hipótesis, como, por ejemplo, la idea del éter. de su amor, en su hambre de divinidad, se imagina a Dios a su
Este, el éter, en efecto, no es sino una entidad supuesta, y que medida, y a su medida se hace Dios para él, hay un Dios colectivo,
no tiene valor sino en cuanto explica lo que por ella tratamos de social, humano, resultante de las imaginaciones todas humanas que
explicarnos: la luz, o la electricidad, o la gravitación universal, y le imaginan. Porque Dios es y se revela en la colectividad. Y es
sólo en cuanto no se pueda explicar estos hechos de otro modo. Dios la más rica y más personal concepción humana.
Y así, la idea de Dios es una hipótesis también que sólo tiene valor Nos dijo el Maestro de divinidad que seamos perfectos como
en cuanto con ella nos explicamos lo que tratamos con ella de ex- es perfecto nuestro Padre que está en los cielos (Mat., V, 48), y
plicarnos: la existencia y esencia del Universo, y mientras no se en el orden del sentir y el pensar, nuestra perfección consiste en
expliquen mejor de otro modo. Y como en realidad no nos la ex- ahincamos porque nuestra imaginación llegue a la total imagina-
plicamos ni mejor ni peor con esa idea que sin ella, la idea de ción de la humanidad de que formamos, en Dios, parte.
Dios, suprema petición de principio, marra. Conocida es la doctrina lógica de Ja contraposición entre la ex-
Pero si el éter no es sino una hipótesis para explicar la luz, tensión y la comprensión de un concepto, y cómo a medida que la
el aire, en cambio, es una cosa inmediatamente sentida; y aunque una crece la otra mengua; El concepto más extenso y a la par
con él no nos explicásemos el sonido, tendríamos siempre su sen- 1
Dieu a fait l'homme a son image, mais l'homme le lui a bien rendu,
sación directa, sobre todo la de su falta, en momento de ahogo, Voltaire. (Nota del autor de la versión inglesa.)
.,
219
JCO DE LA VID A
218 MIGUEL DE UNAMVNO DEL SENTIMIENTO TRAG ., ..
, l no poder probar la imposwil1dad
rir en una desesperada resignación o en una desesperación resignada que así lo sea. _Bástele a la razon e , .
entregando nuestra alma al alma de la Humanidad, legando nuestra de su existenc1~. ue le haya y es, adema_;;, conduci~se
labor, que lleva el sello de nuestra persona, si esa humanidad hu- Creer en Dios es anhelar q h l y hacer de el nuestro m-
. · · de ese an e o . . .
biera de legar a su vez su alma a otra alma cuando al cabo se ex- Con10 si le hubiera; ·,es vivir h 1 o ]1ambre de d1vm1dad surge
tinga la conciencia sobre esta Tierra de dolor de ansias. Pero ¿,y si D este an e o '
timo resorte de acc1on. e , d J f y la esperanza, la can . ·d ad·,
no ocurre así? la esperanza; de ésta la fe, y e_ '1: ~ de belleza, de finalidad,
Y si el alma de la humanidad es eterna, si es eterna la concien-
cia colectiva humana, si hay una Conciencia del Universo y ésta
' ,
de ese an e
de bondad.
h lo arrancan los scntim1en os
' J
es eterna, ¿por qué nuestra propia conciencia individual, la tuya, Veámoslo.
lector, la mía, nó ha de serlo?
¿En todo el vasto Universo habría de ser esto de la conciencia
que se conoce, se quiere y se siente, una excepción unida a un or- IX
ganismo que no puede vivir sino entre tales y cuales grados de calor,
un pasajero fenómeno? No es, no, una mera curiosidad lo de querer FE, ESPERANZA y CARIDAD
saber si están o no los astros habitados por organismos vivos ani-
mados, por conciencias hermanas de las nuestras, y hay un profun- ·
Sanctiusque ne reverentit:s v1sum
de actis
do anhelo en el ensueño de la trasmigración de nuestras almas por dconim credere quam seire.
los astros que pueblan las vastas lontananzas del cielo. El sentimien- TÁCITO, Gennaiti.a, 34.
to de lo divino nos hace desear y creer que todo es animado, que
la conciencia, en mayor o menor grado, se extiende a todo. Quere-
. a se vuelve a El cuando por
mos no sólo salvarnos, sino salvar al mundo de la nada. Y pant
esto Dios. Tal es su finalidad sentida.
A este Dios cordial o v1~0 ~e l~e~
el Dios lógico o muerto se e, .ª eia ,
d¿ por camino de fe y no de
¿Qué sería un universo sin conciencia alguna que lo reflejase conv1cc1. ·o'n racional o? matematica.
y lo conociese? ¿Qué sería la razón objetivada, sin voluntad ni senti- ¡Y qué cosa es fe. . d 1 doctrina cristiana que se nos
miento? Para nosotros, lo mismo que la nada; mil veces más pavo- Así pregunta el catecismo e ,~ "Creer lo que no vimos". .
roso que ella. , ela y contesta asi. ., nsayo d1-
enseño en 1a escu ' d de años corre]! en un e
Si tal supuesto llega a ser realidad, nuestra vida carece de valor y A lo que hace ya una oc~na no' sino creer lo que no ve-
de sentido. ciendo: "i Creer lo que no. vuno~e c;~er en Dios es, en prim~ra
No es, pues, necesidad racional, sino angustia vital. lo que nos mos" (1). y antes os he dic~o hq ya anhelar la existencia de Dios.
lleva a creer en Dios. Y creer en Dios es ante todo y sobre todo, istancia al menos, querer que e a e, ún el Apóstol Pablo, cuya de-
he de repetirlo, sentir hambre de Dios, hambre de divinidad, sentir La virtud teologal de la fe d~s,_ s glcs d"1squisiciones cristianas so-
l s tra ic1ona , ·'
su ausencia y vacío, querer que Dios exista. Y es querer salvar la finición sirve de b as~ a a ue se es era, la demostrac1on
finalidad humana del Universo. Porque hasta podría llegar uno a bre ella, "la sustancia de !ªs cos~ -~o:~t' -,¡;r;r1¡1~cn:o)v ,/,q¡_or, otJ ~),E-,¡;0¡1E"l•)
" El "'i'T"'llJllLEVmV Ü!~O..; ~' l
de lo que no se v e . '"' . r
l.. _J
resignarse a ser absorbido por Dios si en una Conciencia se funda
nuestra conciencia, si es la conciencia el fin del Universo. (Hebreos, XI, _1). , . el sustento o base de la esperanza~ la
"Dijo el malvado en su corazón: no hay Dios." Y así 'es en ver- La sustancia, o mas bien . y más que conexiona subordma.
dad. Porque un justo puede decirse en su cabeza "¡Dios no existe!" garantía de ella. Lo cual conexiona,º es que esperamos porque cree-
Pero en el corazón sólo puede decírselo el malvado. No creer que la fe a la espera:iza. y de hecho ;orq~e esperamos. Es la esperanza
haya Dios o creer que no le haya, es una cosa; resignarse a que no mos, sino más b1e~ qu~ cr;em~ lo de que haya un Dios que garan-
le haya, es otra, aunque inhumana y horrible; pero no querer que Je en Dios, esto es, ei ard1entv. an _e lo ue nos lleva a creer en El.
haya, excede a toda otra monstruosidad moral. Aunque de hecho ti ce la eternidad de la coic1enc1f, caboq algo compuesto en que entra
los que reniegan de Dios es por desesperación de no encontrarlo. Pero la fe, que. ~s al , ~- y ~ r~cional juntamente con uno afec-
un elemento conoc1tivo, lo,,,1co . ·rracional se nos presenta en
Y ahora viene de nuevo la pregunta racional, esfíngica -la Es-
finge, en efecto, es la razón- de: ¿existe Dios? Esa persona eter-
tivo biótico o sentimental, y en
' d. conocimiento. Y de aqui ª 1 '
nsºf l~nsuperable dificultad de se~
na y eternizadora que da sentido -y no añadiré humano, porque forma el .t lado "La fe" incluído en el tomo I de estas Obras Completas,
no hay otro- al Universo, ¿es algo sustancial fuera de nuestra con- 1 Enctlu ·
ciencia, fuera de nuestro anhelo? He aquí aigo insoluble, y vale más página 962. (N. del E.)
52 MIGUEL D E UNAMUNO VIDA DE DON QUIJOTE Y SANCHO 53

heroísmo, de locura, a todos estos estúpidos bachilleres, curas y a rescatar el sepukro de Don Quijote del poder de los bachilleres
barberos de hoy no se les ocurre sino preguntarse: ¿por qué lo hará? curas, barbero~, duques y canónigos que lo tienen ocupado. Cre¿
Y en cuanto creen haber descubierto la razón del acto -sea o no que se puede mtentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro , & ._
la que ellos suponen- se dicen: ¡bah!, lo ha hecho por esto o por dd Caballero de la Locura del poder de los hidalgos de la Razón. .., 111D
lo otro. En cuanto una cosa tiene razón de ser y ellos la conocen Defenderán, es n~tural, su usurpación y tratarán de probar con ...1
perdió todo su valor la cosa. Para eso les sirve la lógica, la cochina muchas y muy estudiadas razones que la guardia y custodia del se-
lógica. pulcro les corresponde. Lo guardan para que el Caballero no resucite.
Comprender es perdonar, se ha dicho. Y esos miserables nece- A ~stas razon.~s hay que contestar con insultos, con pedradas,
sitan comprender para perdonar el que se les humille, el que con con gntos de pasion, con botes de lanza. No hay que razonar con
hechos o palabras se les eche en cara su miseria, sin hablarles de ellos .. Si tratas de razonar frente a sus razones estás perdido.
ella. Si te preguntan, como acostun1bran, ¿con qué derecho reclamas
Han llegado a preguntarse estúpidamente para qué hizo Dios el el sepulcro?, no les contestes nada, que ya lo verán luego. Luego ... ,
mundo, y se han contestado a sí mismos: ¡para su gloria!, y se han tal vez cua!ldo ni tú ni e1!cs existáis ya, por lo menos en este mundo
quedado tan orondos y satisfechos, como si los nmy majaderos su- de las apariencias (1).
pieran qué es eso de la gloria de Dios. " Y esta santa cruzada lleva una gran ventaja a aquellas otras
Las cosas se hicieron primero, su para qué después. Que me den santas cruzadas de que alboreó una nueva vida en este viejo mundo.
una idea nueva, cualquiera, sobre cualquier cosa, y ella me dirá Aquelios ardientes cruzados sabían dónde estaba el seoulcro de
para qué sirve. Cristo, dónde se decía que estaba, mientras que nuestros' cruzados
Alguna vez, cuando expongo algún proyecto, algo que me pa- no sabrán dónde está el sepulcro de Don Quijote. Hay que buscarlo
rece debía hacerse, no falta quien me pregunte: ¿y después? A estas peleando por rescatarlo.
preguntas no cabe otra respuesta que una pregunta, y al "¿y des- * Tu locura quijotesca te ha llevado más de una vez a hablar-
pués?", no hay sino dar de rebote un "¿y antes?" me del quijotismo como de una nueva religión. Y a eso he de decir-
No hay porvenir; nunca hay porvenir. Eso que llaman el porve- te que esa nueva religión que propones y de que me hablas si
nir es una de las más grandes mentiras. El verdadero porvenir es llegara a cuajar, tendría dos singulares preeminencias. La una, 'que
hoy. ¿Qué será de nosotros mañana? ¡No hay mañana! ¿Qué es de su fundador, su profeta, Don Quijote -no Cervantes, por supu-es-
nosotros hoy, ahora? Esta es la única cuestión. to-, no. estamos se_gur~s de que fuese hombre real, de carne y
Y en cuanto a hoy, todos esos miserables están muy satisfechos hueso, smo que mas bien sospechamos que fué una pura ficción.
porque hoy existen, y con existir les basta. La existencia, la pura Y su otra preeminencia sería la de que este profeta era un profeta
y nuda existencia, llena su alma toda. No sienten que haya más que ridículo, que fué la befa y el escarnio de las gentes.
existir. * Es el valor que más falta nos hace: el de afrontar el ri-
Pero ¿existen? ¿Existen en verdad? Yo creo que no; pues si dículo. El ridículo es el arma que manej::m todos los miserables ba-
existieran, si existieran de verdad, sufrirían de existir y no se con- chilleres, barberos, curas, canónigos y duques que guardan escondido
tentarían con ello. Si real y verdaderamente existieran 'en el tiempo el sepulcro del Caballero de la Locura. Caballero que hizo reír a
y el espacio, sufrirían de no ser en lo eterno y lo infinito. Y ese su- todo el mundo, pero que nunca soltó un chiste. Tenía el alma demr>-
frimiento, esta pasión, que no es sino la pasión de Dios en nosotros, siado grande para parir chistes. Hizo reír con su seriedad. .
Dios que en nosotros sufre por sentirse preso en nuestra finitud y * Empieza, pues, amigo, a hacer de Pedro el Ermitaño y llama
nuestra temporalidad, este divino sufrimiento les haría romper to- a las gentes a que se te unan, se nos unan, y vayamos todos a res-
dos esos menguados eslabones lógicos con que tratan de atar sus catar ese sepulcro que no sabemos dónde está.
menguados recuerdos a sus menguadas esperanzas, la ilusión de su * Verás, cómo así. que el sagrado escuadrón se ponga en mar-
pasado a la ilusión de su porvenir. cha aparecera en el cielo una estrella nueva, sólo visible para los
¿Por qué hace eso? ¿Preguntó acaso nunca Sancho por qué ha- cruzados, una estrella refulgente y sonora, que cantará un canto
cía Don Quijote las cosas que hacía? nuevo en esta larga noche que nos envuelve, y la estrella se pondrá
Y vuelta a lo mismo, a tu pregunta, a tu preocupación: ¿qué en marcha en cuanto se ponga en marcha el escuadrón de los cru-
locura colectiva podríamos imbuir en estas pobres muchedumbres? zados, y cuando hayan vencido en su cruzada, o cuando havan su-
¿Qué delirio? cumbido todos -que es acaso la mentira única de vencer de ,;eras-,
Tú mismo te has acercado a la solución en una de esas cartas con
que me asaltas a preguntas. En ella me decías: ¿no crees que se 1
Los párrafos que siguen? ~~ñalados con un asterisco, fueron suprimidos
podría intentar alguna nueva cruzada? por el autor en la tercera ed1c10n. Los reproduzco siguiendo el texto de la
Pues bien, sí; creo que se puede intentar la santa cruzada de ir segunda, Y el del ensayo original en su primera redacción. (N. del E.)
58 M l G U E L D E UNAM'UNO VIDA DE DON QUIJOTE Y SANCHO 59
jo tus palabras atropelladas, improvisadas, cacofónicas, el temblor No, no te engañas en los accesbs de tu fiebre, en las agonías de
de tu voz dominada por la fiebre; Hay• ocasiones en que puede de- tu sed, en las congojas de tu hambre; estás solo, eternamente solo.
cirse que ni están en un lenguaje determinado. Que cada cual lo No sólo son mordiscos los mordiscos que como tales sientes; lo son
traduzca al suyo. ' . también los que son como besos. Te silban los que aplauden, te quie-
Procura ·vivir en continuo vértigo pasional, dominado por una ren detener en tu marcha al sepulcro los que gritan: ¡adelante! Tá-
pasión cualquiera, Sólo los apasionados llevan a cabo obras verda- pate los oídos. Y ante todo cúrate de una afección terrible que, por
deramente duraderas y. fecundas. Cuando oigas · de alguien que es mucho que te la sacudas, vuelve a ti con terquedad de mosca: cúrate
impecable, en cualquiera ·de los sentidos de esta estúpida palabra, de la afección de preocuparte cómo aparezcas a los demás. Cuídate
huye de él; sobre todo si es• artista.' Así .como el hombre más tonto sólo de cómo aparezcas ante Dios, cuídate de la idea que de ti Dios
es el que. en su vida no ha' hecho ni dicho una tontería, así el artista tenga.
menos poeta; el más· antipoético. -entre los artistas abundan 1as Estás solo, mucho más solo de lo que te figuras, y aun así no
naturalezas antipoéticas- es el artista: impecable, el artista a quien estás sino en camino de la absoluta, de la completa, de la verdadera
decoran con · la· corona de laurel, de ··cartulina, de la impecabilidad soledad. La absoluta, la completa, la verdadera soledad consiste en
los danzantes de la. jeringa. · · no estar ni aun consigo mismo. Y no estarás de veras completa y
Te consume, mi' pobre amigo, una fiebre incesante, una sed de absolutamente solo hasta que no te despojes de ti mismo, al borde
océanos insondables y· sin riberas, un hambre ·de universos, y la ·mo- del sepulcro. ¡Santa Soledad!
rriña de la eternidad. Sufres de la razón. Y no sabes lo que quieres:
Y ahora; ahora quieres ir al sepulcro .del Caballero de la Locura y
deshacerte allí en 'lágrimas, consumirte en fiebre,. morir de sed de Todo esto dije a mi amigo y él me contestó en una larga carta,
océanos, 'de hambre de universos, de morriña de. eternidad. · llena de un furioso desaliento, estas palabras:
Ponte en marcha, solo. Todos los demás ;solitarios irán a tu lado, ''Todo eso que me dices está muy bien, está bien, no está mal;
aunque no los veas. Cada cual creerá ir solo, pero formaréis· bata- pero ¿no te parece que en vez de ir a buscar el sepulcro de Don
llón sagrado: el batallón de la santa ·e inacabable cruzada. Quijote y rescatarlo de bachilleres, curas, barberos, canónigos y du-
,Tú· no. sabes bien, mi buen amigo, cómo los solitarios todos, sin ques, debíamos ir a buscar el sepulcro de Dios y rescatarlo de cre-
conocerse, sin mirarse a las caras, sin saber los unos los nombres yentes e incrédulos, de ateos y deístas, que lo ocupan, y esperar allí,
de los otros, se dan las manos, se felicitan mutuamente, se bom- dando voces de suprema desesperación, derritiendo el corazón en
bean y· se denigran, murmuran entre sí y va cada cual por su lado. lágrimas, a que Dios resucite y nos salve de la nada?" (1).
Y huyen del sepulcro~
Tú no perteneces al catarro, sino al batallón de los libres cru-
zados. ¿Por qué te asomas a las tapias del catarro a ofr lo que en
él se cacarea? ¡No, amigo, no! Cuando pases juntO a un catarro tá-
pate los oídos, lanza tu palabra y sigue adelante, camino del sepul-
. ero. Y que en esa palabra vibren toda tu sed, toda tu hambre, toda
tu morriña, todo tu amor.
Si quieres viVir de ellos, vive para ellos. Pero entonces, mi pobre
amigo, te habrás muerto. · ·
Me acuerdo de aquella dolorosa carta que me .escribiste cuando
estabas a punto ·de sucumbir, de derogar, de entrar en la cofradía.
Vi entonces cómo te pesaba tu soledad, esa soledad que debe ser
tu consuelo y tu fortaleza.
Llegaste a lo. más terrible, a lo más desolador; llegaste al borde
del precipicio de tu perdición: llegaste a dudar. de tu soledad, lle-
gaste a' creerte en compañía. "¿No será -me decías- una mera
cavilación, un fruto de soberbia, de petulancia, , tal vez de locura
esto·· de creerme solo? Porque yo, cuando· me sereno, me veo acom-
pañado, y recibo cordiales·. apretones de manos, voces de aliento,
1
palabra.S de simpatía, todo género de muestras de no encontrarme Este ensayo, publicado en La España Moderna, número 206, Madrid,
febreq¡ 1906, p. 5-17, lo puso su autor al frente de la segunda edición de esta
solo,. ni .mucho menos." Y por aquí seguías. Y te vi engañado y obra,. aparecida en 1914, y desde entonces se reproduce en las ediciones pos-
perdido,· te vi huyendo del sepulcro. teriores.
,,..,·
..

'1
1j

MIGUEL D E u N A M U N O VIDA DE DON QUIJOTE Y SANCHO 73


72
. , o 'ía corno soberbio, las aventu~as, no en su ministerio heroico. Mas a él le parecieron "dos hermosas
los designios de Dios. No ese. J , lo qu" ,,¡ ·1zar de los cammos le doncellas o dos grn1.:iosas damas, que delante de la puerta del cas-
iba a hacer esto o lo. ~:~o, su~ las be;fü:s depende de la volunt~d tillo -pues por tal tuvo a la venta--- se estaban solazandc'"· ¡Oh
deparase,/ c?mo e'. rnsnnto d estro libre albedrío, <le su caba1lo poder redentor de la locura! A los ojos del héroe, las mozas del
divina mas d~rectament~, qu~- ·1!~ de Loyola, en famosa aventura, partido aparecieron como hermosas doncellas; su castidad se pro-
se dejaba gmar. Tarr_ib1~~J· ¿n:,º,~ar ··ie la inspiración de su cabal- yecta a e~las . y las cas~iga y depura. ~a limpieza de Dulcinea las
de que hablaremos, Se e ,,L. ' e • cubre y llmpia a los OJOS de Don QrnJote.
Y en esto un porquero tocó su cuerno para recojer sus puerco~,

,
gadura. d' . ' Don nuiiot" a los designios de Dios
I 'ct
:~ 0
de }a obPr 1encia ue
' -
'< ' ,_
,;., deb••mos observar Y a mnar
d · ., e•1 su
' y lo tornó Don Quijote por señal de algún enano, y se llegó a la
es 11•1a de las cosas que n.<.1.s -f t a'e ia oPe es c;eua, pues venta y a las trasfiguradas mozas. Llenas éstas de miedo --¿y qué
· ·· b d', ,: a fué de la pe1.. ec a, " 1' • }" . ,1
_. , • arse a pens,a-i ~., 1· e~a
vida. Su o e 1env1, sino miedo ha de criar en ellas su desventurado oficio?-- se iban
' 0 ,,no acomodada. a 1e,
·amás
l se le ocun10 par . ct· ., ll·var cop 10 se2ún Loyo a a entrar en la venta, cuando el Caballero, alzada la visera de pa-
· preseritas"· s» eJO e ,,, ' ~
pelón y descubierto el seco y polvoroso rostro, les habló "con
la aventura que se ie ·- y,b Vd. _ t "OI"O un báculo en mano
· 1' - el per"Pcto o e' 1eü e, y ,. • • •
gentil talante y voz reposada" llamándolas doncellas. ¡Donceilas!
Jebe deiarse .ie var - .l- _ . - , rucifiJ. 0 c¡ue se de Ja volver ae
. ·o o "como un pequeno c ¡Santa limosna de la palabra! Pero ellas, al oírse llamar cosa "tan
de un vie) ' ,. ·- d'fi~qltad al 0 una" · . ,
una parte a otnt s.:11 . '.·~".; nuesfro flamante aventurero, iba ~d- fuera de su profesión, no pudieron tener la risa, y fué de manera,
yendo• ' P
ues, c"1111n,!.1uo d' · rio· ·QL"en tu"
,. . , d- l "' sº1no -
qL'P en ws
•Y
que Don Quijote vino a correrse".
blando consigo mismo y i~i,e:;u .,' b l~~ "1a verdadera historia de He aquí la primera aventura del hidalgo, cuando responde la
venideros tiempos, cuando s.11';a ~ .je¡·11º oue S"!!:Lm nos cuenta risa a su cándida inocencia, cuando al verter sobre el mundo su
1 h., " y touo io L 1 a~ ·1 , vº .
corazón la pureza de que estaba henchido, recibe de rechazo la
mis famosos .1ec us .. · , , Q ." t {'uva locura tira s1ernpre
'} ,.~·¿--Jos~
11 Don L!!JO e. ,,,., • 'b risa, matadora de todo generoso anhelo. Y ved que las desgraciadas
Cervantes, wa mc.1 V m'oi·e y 1-·..,rr·,¡; a que se escn a su
, , . et"rno no ~- ., d :- se ríen precisamente del mayor honor que pudiera hacérseles. Y él,
a su centro, <1 uu~car ~; ,- F é el fondo de pecado, es ecu,
historia en los vemderos "e.11pos. su u enerosa empresa, la de buscar corrido, les reprendió su sandez, y arreciaron a reír ellas, y él a
la raÍ7 hondamente humana, de g d . • po-1 la gloria Pero ese enojarse, y salió el ventero, "hombre que por ser muy gordo era
~ f elln la de empren e1 1<.1.
nombre y ama en "'' 1 hizo ·es natural!, entrañadamente ·l_l-
mismo fondo de pecado a • , 1 ·o' s'1en-pre 1
' •

"n pos de la glona


h muy pacífico", y le ofreció posada. Y ante la humildad del ventero
humillóse Don Quijote y se apeó. Y las mozas, reconciliadas con
.J

mana. To d a v1'd a •ner oica o santa corn v
1 . l No creáis a quienes os igan
d' él, pusiéronse a desarmarle. Dos mozas del partido hechas por Don
temporal o eterna, terrena º. ce_es~ia . sin espe~anza de recompen- Quijote doncellas, ¡oh poder de su locura redentora!, fueron las
1 bien por el bien mismo, ' . u primeras en servirle con desinteresado cariño.
que b uscan e . , ~us almas como cuerpos sm pes_o, p -
sa· de ser ello verdad, senan ~ v acrecentar la especie hu·
'
ramente aparencia · l Para conservar J
. · to del amor entre muier Y
• Nunca fuera caballero
., es. .
1 i, stmto y sen11m1en ., ,_. de damas tan bien servido
mana se nos d 10 e, '1 des obras se nos dio la amc1-
hombre; para enriquecerla con gradn je perfección toca en lo in·
. , ele gloria Recordad a María de Magdala lavando y ungiendo los pies del
c1on - · Lo sobrehumano e et
humano, y en el~o se hunde. en este acto de su primer salida iba Señor, y enjugándoselos con su cabellera acariciada tantas veces
y entre los disparates que f , d lo rimero acordarse de la en el pecado; a aquella gloriosa Magdalena de que tan devota era
nuestro Cabal_lero ensart::~fi;ia ~ueue fe hiz! el 'agravio de despedirle Teresa de Jesús, según ella misma nos lo cuenta en el capítulo IX
princesa Dulcmea, de la , f~ .ento de mandarle no parecer de su Vida, y a la que se encomendaba para que ie alcanzase
y reprocharle con el riguros~ ª. ~n~~m~onquistadera, mas con harto perdón.
ante la su fermosu~a. ,La .g or~cien+e como novicio, se desesperaba El Caballero manifestó sus deseos de cumplir hazañas en ser-
trabajo, y el b1;1en hidaigo, im~el df; "sin acontecerle cosa que de vicio de aquellas pobres mozas, que aun aguardan el Don Quijote
de haber caminado todo aqu ' buen Caballero: lo heroico es que enderece su entuerto. "Pero tiempo vendrá -les dijo- en que
contar fuese". No te desespere eso, nos sobrevengan sin pretender las vuestras señorías me manden y yo obedezca." Y las mozas, que
abrirse a la gracia de Jos sucesos que ' "no estaban hechas a oír semejantes retóricas" y sí soeces groserías,
forzarlos a venir. ; d' de su carrera de gloria "vió, n_o "no respondían palabra"; sólo le preguntaron "si quería comer al-
Mas al caer de este pr.mer.b ia na venta" l!eaando a ella ' a guna cosa". Cesó la risa; sintiéronse mujeres las "doncellas mozas
lejos de l camino p, ,,
·
y
or donde l a u. ,_ '
las ·;imeras personas con que topo e:i
pa tiempo que anoch~c1a . . . '~ p as déstas que llaman del part;-
"' , del partido", y le preguntaron si quería comer. "Si quería comer ... "
Hay todo un misterio de Ja más sencilla ternura en este rasgo que
' el mundo fueron dos muie~ es moz , ras fué su primer encuentro Cervantes nos ha trasmitido. Las pobres mozas comprendieron al
do"; encuentro con dos poores rame
V l DA DE lJ ON Q U lJ O TE. l7 SANCHO 75
M1.GUEL DE U·NA MU NO
74
l'.esponder Don Quijote a una, pregUnta suya "que no traía blanca
Caballero calando hasta. el fondo ~u niñez de espíritu, su inocenci!l porque él nunca· había leído en las historias de. los . caballeros l!fü
heroiCa, y le preguntaron si 9-uena comer. Fu~ron dos pobres pe- d;.mtes que pinguno la hubiese traído", le dijo se engañaba, que
cadoras de por fuerza las pnmeras que se cmdaron .. de .mantener puesto c:aso ."que en las historias 1;10 se escribía, por haberles pa-
r la vida del heroico loco. Las ado;ncelladas m?zas, al ver 3; tan. ~­
traño Caballero debieron de sentirse conmovidas en lo·. ~as hon o
de sus·' injuriadas entrañas, ·en su~. entraña~~ de matermdad, Y, al
r.ecido a los .autores dellas que no era menester escribir una cosa tan
clara y tan ·necesaria .de •traerse, como eran dineros y camisas lim-
pias, no por eso se .había de creer que .no los. trajeran; y así tuviese
6 f sentirse madres, viendo en· Don Qm1ote al. runo,, como las, madr.es a por. cierto ·y averiguado que todos Jos caballeros andantes llevaban
, W sus· hijos, ·le preguntaron maternalmei;ite si quena ~omer. Toda ca- bien herradas las bolsas por, lo que. pudiese sucederles." A lo cual
ridad de mujer, todo beneficio,, toda limosna que rm_de, lo hace por ','prometió ,Don Quijote de hacer Jo que se le aconsejaba'\ pues era
sentirse madre. Con alma ·de madres preguntaron ·~as mozas de} un.loco :o:my razonable. y ante la.intimación de }os dineros nó hay
L partido· a Don Quijote si quería· co~er. Ved, pues,' _si ·las adoncello locura que ;no. se quiebre.
con su locura, pues que toda _mu¡er, cuando se siente madre, · Pero ¿no vive el sacerdote>del altar?, se dirá. Y ¿no es bien que
adoncella. . ·· · . · . ·d ·· h ; h 1 caso de sus hazañas viva el hazañoso? ¡J)ineros y camisas limpias! ¡lm~
Sí quería comer ... "A lo que entien o me ana mue o. a . ·. purezas de la ·realidad! Imptirezas de la realidad; sí; pero a las que
-respondió .Don Quijote-; ·pues el. traba~o y ,feso de l_a,s armas ~o tienen ·que: acomodarse los héroes.· También Iñigo de Loyola -se es-
se puede llevar sin el gobierno de las tripas. Y com10, Y al orr, forzaba· por ·vivir· en verdadero caballero andante a lo divino, tor"
mientras comía, el silbato de cañas de ~ castrador d~ p~ercos, nando, apenas salía ·de enfermedades, a sus acostumbradas aspe-
acabóse de confirmar "que estaba en· algun ·famoso castillo, Y q~e rezas 'de vida,:' "pero al. fin la larga experiencia y un grave dolor
le servían eón música, y que el abadejo eran truchas,_ el pan candial de estómago :que a mepudo le asaltaba -nos cuenta su historiador,
y la.S rameras damas . y el ventero castellano del castillo, Y con es!o libro 1, cap. IX- y la aspereza del :tiempo, que era en medio del
daba por bien empieada su determinación y salid_a'1• Con razon invierno, le ablandaron· un poco para que obedeciese a los conse-
se dijo que nada hay imposib}e para el creyente, m nada como la jos de· sus devotos y ·amigos; los cuales le hicieron tomar dos ropi-
fe sazona: y ablanda el pan mas aspero Y duro. · .· llas. •cortas, de' un i paño grosero y pardillo, para abrigar su ·cuerpo
· "Mas lo que m:ás le fatiga~a .era' el no ;~rse armado caballero, ':/ def mismo paño iuna' 'media, caperuza para cubrir la cabeza".
r parecerle que no se podrrn poner, l~ptrmam~~t~ en aventura PúSos~ 'llJ.egO: Pon Quijote · á vélar las armas en el patio de la
~guna :sin recibir la ord.en de caballena. Y decidio ha~erlo. ·ª
ve,n~a,. la 'luz'. de,; la luna.• y espiado por' los curiosos. y .entró un
arriero i '.~ d!J! agua a 'su recua. Y. quitó fas armas que estaban sobre
fa;'piJa,"j:iues':cuando: hay···que'd¡rr de····b,eber a nue*a .hacienda
aqancamos''clianfo J10S estorbe llegar 'al manantial. Mas rec;ibió su
págó· en 1un füert~''ast~ de 1lanza que lo derribó aturdido. Y a
.• CAPITULO III . oti:o, qu~ iba: lilo .tl).is:r;no, .a~aecióly. iiual. y a. poco empezaron
los c!emas .ameros ·a. a~drear al Caballero, y él a dar voces lla-
Donde se cpmenta Ja gloriosa manera que, tuvo Don Quijote mándoles "soez y. baja canitlla"' .y los llamó. "con tanto brío y. de-
· en armar~e caballero nuedo", que logró atemorizarlos. Poned, pues, alma en vuestras
voces, llamad c;on denuedo y ·brío canalla a los arrieros que arrancan
. vA Alonso Quijano a recibir su caballeresco bautismp de su reposadero las ·armas del ideal para poder abrevar sus recuas,
Don Quijote. y así, ahincó ambos hinojos ~mte el ventero nic1liér1J,ffüfi. y conseguiréis atem.orizarlos.
dole un don, que le fué otorgado, cual fue. el de que le ·. El ventero, temeroso de ,otros males, abrevió la ceremonia, llevó
caballero, y prometiendo velar aquella noche, las armas e]l la "ª'JlLJL"i•''ltS•·. un libro donde "asentaba .la: paja y cebada que daba a los arrieros,
del castillo. y el. ventero "por tener que reir .. aquella noche, .. y. cop un cabo de vela que le traía un muchacho, y con las dos ya
minó de seguirle et humor".• po~ donde se ve que era un? de '"''"v"·'"'".o· dichas· do1;1c~lll!-s'.', ]lizq po:q.erse. de rodillas a Do:t1, Quijote y leyendo
que toman al mundo en esl¡'ectaculo, cosa natu_raJ. en ~1:1:ie~ una devota oració¡i le dió un, golpe y el espaldarazo. El libro en
hecho a tanto trajín y tr!lsiego de yen~es y vrmentes. ¿Como que asentaba la paja y cebada sirvió de Evangelio ritual, y cuando
tomar en espectáculo el mundo quien v:ive en el de una posada etEva,ngelio se c01;1.vierte en puro rito es lo mismo. Un,a de las
donde nadie posa .. de veras? El tener que separarse de µr¡o .,..,,.,..,.,111•.· mozas, ·la.. J'olqsa, toledana,. le ciñó .la .espada deseándole .venturas
conocido y tratado nos lleva a buscar CJ.Ue rel!: tW' li4es, y él le .rogó que. pusiese. Don y, se llamase Doña Tolosa,
Era el ventero un hombre que hab~a comdo m1,1nd~ . y la o:tra m0za, l:i Molinera, antequerana, le calzó 111 espuela "y Je
fechorí~ y cosechando prudencia.' y tan claveteada esta,
U N O VlDA DE DON QUJJOTE Y SANCHO 77
D E u N A M
76 M I G U E L Y al volver a casa, "a acomodarse de todo'', oyó voces salientc:s
'l· y lu"'ªº se salió sin que Je la espesura de un bosque, y se entró por él y vió a un labrador
¡ uio" con e1 a. -0
pasó casi el rnisrno co oq que azotaba a un muchacho "desnudo de medio cuerpo arriba",
le pidieran la costa. un bellaco que harto de reprendiéndole a cada golpe. Y u! ver un castigo se suulc:vó el
Ya le tenemos arruado caba;ler~ p~~oura desvaÚ]a11do a man- espíritu de justicia del Caballero e increpó al b.brador que se to-
vida a salto de mata, a a "' dorcelladas. Tales le
hurtar 1ª por dos rameras ª ' b' d re- maba con quien no podía defenderse, e invitóle a luchar con él,
1 a los viandantes, y . t· lidad en aue ha ian e 1 por ser de cobardes lo que hacía. "Es un mi criado" --respondió
sa va , el mundo de la mmor,;t. . -' ""lla; la Tolosa y a
entraron en , . ;,,- s y graves ecles1<1stJ~,?>· ,__ '.da y Ie .calzaron col! buemts palabras d castigador, contando después cómo le perdía
P renderle canon,ºº d comer· ellas le cineron esp,1 1~ ·1·1·1d"S de ovejas de la manada, y que el castigarle decía el criado lo hacía
· 1 dº eron e " ' · h º\d<>S -:i.Ufl11 '· "' '
Molinera, e i, ~ose con él serviciales y um1 . ~ . ro ia rniseria y su amo por miserable, en lo que mentía, según el amo. "¿JVIiente
espuela, mostran~atal profesión, penetradas de ~~n p -!\~ron adonce- delante de mí, ruin villano? -dijo Don Quijote-. Por el sol que
conti~u~ en s1u gullo hediondo de la d~gradr\ :~nid;d de doñas. 1 nos alumbra que estoy por pasaros de parte a parte con esta lanza.
sin s1qmera e orQui;ote y elevadas por el a a l~r nuestro Caba- Pagadle luego sin más réplica; si no, por el Dios que nos rige, que
lladas por Don J t del mundo enderezado p ºd 'nobres os concluya y aniquile en este punto. Desatadlo luego."
Fué el primert ednotsu~rc)~º dernás que enderezó, ;mc1do,oqbL;~,1ª·1t cerviz ¿Mentir? ¿Mentir delante de Don Quijote? Ante él sólo miente
r-on10 o • - . ·' c1n1ca, u ·"-· quien reprocha de mentira a otro, siempre que el reprochador sea
~~J~r~s -q~e sencillar::1~nte, Si~ º~~~~~~~á~ del hombre, .Y par~ g~~ el más fuerte. En el bajo y triste mundo no les queda de ordinario
l necesidad del v1c10 y a ª. f ia' . Pobres guardactoras e a Jos débiles otra defensa que la mentira contra la fortaleza de los
a a an se resignan a la in am .. ) ue estancándose man-
n'.1-fse el. p hechas sumideros d~ lUJUI ta, qcojer al loco sublnne; fuertes, y así éstos, los leones, han declarado nobles sus armas,
virtud aiena, ' Fueron las primeras en a l de sus manos las recias quijadas y las robustas garras, y viles el veneno de la
charía a las otras. d 11 s le calzaron espue a, y víbora, las patas veloces de la liebre, la astucia del zorro y la tinta
l ciñeron espa a, e a . del calamar, y vilísima la mentira, arma de quien no tiene otra a
e11as, e . camino de la glona. da la del caballero an-
entro enq;~ll~ vela de armas, ¿noL os {;c~~mbién Iñigo, la víspera que acojerse. Pero ¿mentir ante Don Quijote, o mejor dicho, mentir
X a . de füioo de oyo a. ltar de Nuestra a solas con quien sabe la verdad? Quien miente es el fuerte, que
dante de ~nsto,d1a 15'17 -~eló sus armas an~e e1 a., ('ib I ca- teniendo atado y azotando al débil, le echa en cara su mentira.
l N ·dad e __ , 1 p Rivadene1ra 1 • '
de~ a ~V1 Monserrate. Oigá~oslo a " . rbro~ de caballerías que ¿Miente? ¿Y por qué él, Juan Haldudo el rico, al ser cojido en
Senara e '"Como hubiese leido en sus 1 or imitar él, como flagrante delito, va a aumentarlo ejerciendo de acusador, de dia-
pítulo l.:'): , noveles solían velar. ~us armas, e~tación aquel hecho blo? Todo amo que se torna la justicia por su mano tiene que hacer
los caballeros l de Cristo, con espintual repres bres y flacas armas, de diablo para poder tomársela e inventar imputaciones. Siempre
caballero nove elar sus nuevas y al pare:::er_lº ue contra el ene- el fuerte busca razones con que cohonestar sus violencias, cuando
caballero~o chov de verdad muy rica~ y tut~~-~s, tdda aquella noche, en rigor basta la violencia, que es razón de sí misma, y sobran las
m~s e~ e uestra naturaleza se habia v~s 1do' delante de la imagen razones. Es preferible un pisotón a secas, cuando nos lo d::m adrede,
migo e ~ arte de rodillas, estuvo ve an corazón a Ella, llo- que no con un "usted dispense" de añadidura.
partNe ent p1e,S~ñora encomendándose de ~~~~o la enmienda de la Bajó el rico labrador la cabeza -¿y qué iba a hacer ante la
de ues ra
randa amargamen
vida para en adelante.
t~ sus pecados y propom~
,,
verdad que, armada de lanzón, le hablaba amenazadora?-, bajó
la cabeza sin responder, desató al criado y ofreció, so pena de
muerte, pagarle sesenta y tres reales cuando llegaran a casa, pues
no tenía allí dinero. Resistióse el mozo a ir, por miedo a nueva
paliza, mas Don Quijote replicó: "no hará tal, basta que yo se lo
mande para que me tenga respeto, y con que él me lo jure por la
, ,-.. ..
..

CAPITULO IV ley de caballería que ha recibido, le dejaré ir libre y aseguraré


la paga". Protestó el criado, diciendo no ser caballero su amo, sino
Juan Haldudo el rico, vecino de Quintanar, a lo que respondió Don
.1
., e·t ¡··ue«tro ' 11 ero cuando
Cava Quijote que puede haber Haldudos caballeros "y cada uno es hijo
De lo que sucesalió
d zo ' ,
de la venta de sus o-bras"'. Lo de haberle tomado por caballero Don Quijote
r. doS'' dt los consejos vino de que vió "tenía una lanza arrimada a Ja encina adonde
>>ote y acor d ª'1
Q,t.!J , .- d lo estaba arrendada la yegua"; y ¿quiénes sino los caballeros usan
ALIÓ
S1"- de la: venta Don. , ' a casa a proveerse e.
, ,_. determino voherse _ .· . .,- h;ese a tiro lanzas, ni cómo sino por ella va a conocérseles?
del sesudo vencero, d No era un necio qc.c - ··d· d Notemos aquel "no hará ta!, basta que yo se lo mande para
tornar escu ero. - ct~ i,, p•a11 a .
necesario y a '. que admitía las lecciones ~ ·" ~ ..
hecho, sino un ioco .
266 DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 267
MIGUEL D E VNAMUNO
truosidad. Un Dios humano -el único que podemos concebir- no ¿De veras no se pierde? ¿Lo sabía Calderón?
rechazaría nunca al que no pudiese creer en El con la cabeza, y no Y añadía:
en su cabeza, sino en su corazón, dice el impío que no hay Dios, Acudamos a lo eterno
es decir, que. no quiere que le haya. Si a alguna creencia pudiera que es Ja fama vividora,
estar ligada la consecución de la felicidad eterna, sería a la creencia donde ni duermen las dichas
en esa misma felicidad y en que sea posible. ni las grandezas reposan.
¿Y qué diremos de aquello otro del emperador de los pedantes, [Acto III, ese 10.ªJ
de aquello de que no hemos venido al mundo a ser felices, sino a
cumplir nuestro deber? (Wír sínd nícht auf der Welt, um glücklich ¿De veras? ¿Lo sabía Calderón?
zu seín, sondern um unsere Schuldigkeit zu tum.) Si estamos en el Calderón tenía fe, robusta fe católica; pero, al que no puede te-
mundo para algo -um etwas-, ¿de dónde puede sacarse ese para, nerla, al que no puede creer en lo que don Pedro Calderón de la
sino del fondo mismo de nuestra voluntad, que pide felicidad y no Barca creía, le queda siempre lo de Obermann. ]
deber como fin último? Y si a ese para se le quiere dar otro valor,
un valor objetivo, que diría cualquier pedante saduceo, entonces hay
Hagamos que la nada, si es que nos está reservada, sea una in- fl t
justicia; peleemos contra el Destino, y aun sin esperanza de victoria:
que reconocer que la realidad objetiva, la que quedaría aunque la peleemos contra él quijotescamente.
humanidad desapareciese, es tan indiferente a nuestro deber como Y no sólo se pelea contra él anhelando lo irracional, sino obran-
a nuestra dicha, se le da tan poco de nuestra moralidad como de do de modo que nos hagamos insustituibles, acuñando en los demás
nuestra felicidad. No sé que Júpiter, Urano o Sirio se dejen alterar nuestra marca y cifra, obrando sobre nuestros prójimos para domi-
en su curso, porque cumplamos o no con nuestro deber, más que narlos; dándonos a ellos, para eternizarnos en lo posible.
porque seamos o no felices. Ha de ser nuestro mayor esfuerzo el de hacernos insustituibles,
Consideraciones éstas que habrán de parecer de una ridícula vul- el de hacer una verdad práctica el hecho teórico -si es que esto
garidad y superficialidad de dilettante, a los pedantes esos. (El mun- de hecho teórico no envuelve una contradicción in adiecto----- de
do intelectual se divide en dos clases: dilettantes de un lado y pe- que es cada uno de nosotros único e irreemplazable, de que no pue-
dantes de otro.) ¡Qué le hemos de hacer! El hombre moderno es el da llenar otro el hueco que dejemos al morimos.
que se resigna a la verdad y a ignorar el conjunto de la cultura, y Cada hombre es, en efecto, único e insustituible; otro yo no pue-
sino, véase lo que al respecto dice Windelband en su estudio sobre de darse; cada uno de nosotros -nuestra alma, no nuestra vida-
el sino de Holderlin (Praeludien, I). Sí, esos hombres culturales se vale por el Universo todo. Y digo el espíritu y no la vida, porque
resignan, pero quedamos unos cuantos pobrecitos salvajes que no nos el valor ridículamente excesivo que conceden a la vida humana los
podernos resignar. No nos resignamos a la idea de haber de desapa- que no creyendo en realidad en el espíritu, es decir, en su inmor-
recer un día, y la crítica del gran Pedante no nos consuela. talidad personal, peroran contra la guerra y contra la pena de muer-
Lo sensato, a Jo sumo, es aquello de Galileo Galilei, cuando de- te, verbigracia, es un valor que se lo conceden precisamente por no
cía: "Dirá alguien acaso que es acerbísimo el dolor de la pérdida de creer de veras en el espíritu, a cuyo servicio está la vida. Porque sólo
la vida, mas yo diré que es menor que los otros; pues quier.:l se des- sirve la vida en cuanto a su dueño y señor, el espíritu, sirve, y si el
poja de la vida, prívase al mismo tiempo de poder quejarse, no ya dueño perece con la sierva, ni uno ni otra valen gran cosa.
de ésta, mas de cualquier otra pérdida". Sentencia de un humorismo, Y el obrar de modo que sea nuestra aniquilación una injusticia,
no sé si conciente o inconciente en Galileo, pero trágico. que nuestros hermanos, hijos y los hijos de nuestros hermanos y sus
Y volviendo atrás, digo que si a alguna creencia pudiera estar hijos, reconozcan que no debimos haber muerto, es algo que está
ligada la consecución de la felicidad eterna, sería a la creencia en al alcance de todos.
la posibilidad de su realización. Mas, en rigor, ni aun esto. El hom- El fondo de la doctrina de la redención cristiana es que ~ufrió
bre razonable dice en su cabeza: "No hay otra vida después de ésta"; pasión y muerte el único hombre, esto es, el Hombre, el Hijo del
pero sólo el impío lo dice en su corazón. Mas aun a este mismo im- Hombre, o sea el Hijo de Dios, que no mereció por su inocencia
pío, que no es acaso sino un desesperado, ¿va un Dios humano a haberse muerto, y que esta divina víctima propiciatoria 5e murió
condenarle por su desesperación? Harta desgraéia tiene con ella. para resucitar y resucitarnos, para librarnos de la muerte aplicán-
Pero de todos modos tomemos el lema calderoniano en su La donos sus méritos v enseñándonos el camino de la vida. Y el Cristo
vida es sueño: que se dió todo a "sus hermanos en humanidad sin reservarse nada,
que estoy soñando y que quiero es el modelo de acción.
obrar bien, pues no se pierde
el hacer bien aun en sueños. Todos, es decir, cada uno, puede y debe proponerse dar de sí
todo cuanto puede dar, más aún de lo que puede dar, excederse;
[Acto 11, ese. 4. ª]
268 MIGUEL DE UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 269
superarse a sí mismo, hacerse insustituible, darse a los demás para gico de ello a esos oficios de lenocinio en que se gana la vida ven-
recojerse de ellos. Y cada cual en su oficio, en su vocación civil. diendo el alma, en que el obrero trabaja a concien~ia, no .Yª de la
La palabra oficio, officiwn, significa obligación, deber, pero en con- inutilidad, sino de la perversidad social de su trabaJO, fa~nc~ndo el
creto, y eso debe significar siempre en la práctica. Sin que se deba veneno que ha de ir matándole, el arma acaso con que asesmaran a sus
tratar acaso tanto de buscar aquella vocación que más crea uno que hijos. Este, y no el del salario, es el problema más grave. .
se le acomoda y cuadra, cuanto ha de hacer vocación del menester En mi vida olvidaré un espectáculo que pude presenciar ;:n 1~
en aue la suerte o la Providencia o nuestra voluntad nos han puesto. ría de Bilbao, mi pueblo natal. Martillaba a sus orillas no ~e que
El más grande servicio acaso que Lutero ha rendido a la civi- cosa, en un astillero, un obrero, y hacíalo a des.gana, como qmen no
lización cristiana, es el de haber establecido el valor religioso de la tiene fuerzas o no va sino a pretextar su salano, cuando d~~ pront~
propia profesión civil, quebrantando la no~ión monástica y medieval se oye el grito de una mujer: "¡Socorro!" Y era que un mno cayo
de la vocación religiosa, noción envuelta en nieblas pasionales e ima- a la ría. Y aquel hombre se trasformó en un momento, y con una
ginativas y engendradora de terribles tragedias de vida. ¡Si se en- energía y presteza y sangre fría admirables, se alijeró de ropa Y se
trara por los claustros a inquirir qué sea eso de la vocación de po- echó al agua a salvar al pequeñuelo. . . .
bres hombres a quienes el egoísmo de sus padres les encerró de pe- Lo que da acaso su menor ferocidad al mov1mient? so~1a~1sta agya-
queñitos en la celda de un noviciado, y de repente despiertan a la rio es que el gañán del campo, aunque no ga,ne mas m v!va ~eior
vida del mundo, si es que despiertan alguna vez! O los que en un que el obrero industrial o minero, tiene una mas clara ~onc1enc1a del
trabajo de propia sugestión ~e engañaron. Y Lutero, que lo vió de valor social de su trabajo. No es lo mismo sembrar tngo que sacar
cerca y lo sufrió, pudo entender y sentir e1 valor religioso de la pro- diamantes de la tierra. . . .
fesión civil que a nadie liga por votos perpetuos. y acaso el mayor progreso social consiste en una cierta md1fe-
Cuanto respecto a las vocaciones de los cristianos nos dice el renciación del trabajo, en la facilidad de dejar uno para tomar ot:o,
Apóstol en el capítulo IV de su Epístola a los Efesios, hay que tras-
ladarlo a la vida civil, ya que hoy, entre nosotros, el cristiano -sé-
no ya acaso más lucrativo, sino más noble -porque hay t:aba3os '1
más y menos nobles-. Mas suele suceder con triste frecuencia, que
palo o no y quiéralo o no- es el ciudadano, y en el caso en que ni el que ocupa una profesión y no 1~ abandona suele preocuparse "'
él, el Apóstol, exclamó: "¡Soy ciudadano romano!'', exclamaríamos de hacer vocación religiosa de ella, m el que la abandona Y va en
cada uno de nosotros, aun los ateos: "¡Soy cristiano!". Y ello exige
civilizar el cristianismo, esto es, hacerlo civil, dcseclcsiastizándolo,
busca de otra lo hace con religiosidad de propósito. .J
y ¿no conocéis, acaso, casos en que uno, fundad? en que el or-
que fué la labor de Lutero, aunque luego él, por su parte, hiciese '',
ganismo profesional a que pertenece_ y en que trabaja esta 1:11ª! or- : :
iglesia. ganizado y no funciona como debiera, se hurta al cumplimiento
The riglzt man in the right place, dice una sentencia inglesa: el estricto de su deber, a pretexto de otro deber más alto? ¿No_ llaman
hombre que conviene en el puesto que le conviene. A lo que cabe a este cumplimiento ordenancismo y no hablan de burocracia ~ de
replicar: "¡Zapatero, a tus zapatos!" ¡.Quién sabe el puesto que me- fariseísmo de funcionarios? Y ello suele ser a las veces como s1 un
jor conviene a uno y para el que está más apto? i.Lo sabe él mejor que militar inteligente y muy estudioso, que se ha dado cuenta de las
los demás? z.Lo saben los demás mejor que él? 1.Quién mide capa- deficiencias de la organización bé1ica de su patria, y se las ha de-
cidades y aptitudes? Lo religioso es, sin duda, tratar de hacer que nunciado a sus superiores y tal vez al público -:-cumpliendo ~~n
sea nuestra vocación el puesto en que nos encontramos, y, en último ello su deber- se negara a ejecutar en campana una operac1on
caso, cambiarlo por otro. que se le orden;se, por estimarla de escasísima proba~~~idad de buen
Este de la propia vocación es acaso el más grave y más hondo éxito, 0 tal vez de seguro fracaso, mientras no se corn11ese1'. a3uellas
problema social, el que está en la base de todos ellos. La llamada deficiencias. Merecía ser fusilado. Y en cuanto a lo de fanse1srno ...
por antonomasia cuestión social es, acaso, más que un problema de y queda siempre un modo de obed~cer mandando, un_ .~odo de
reparto de riquezas, de productos del trabaio, un problema de re- llevar a cabo la operación que se estima absurda, corr!J1endo s~
parto de vocaciones, de modo de producir. No por la aptitud -casí absurdidad, aunque sólo sea con la propia muerte. Cuando en i:n1
imposible de averiguar sin poneria antes a prueba, y no bien espe- función burocrática me he encontrado alguna vez con alguna dis-
cificada, en cada hombre, ya que para la mayoría de los oficios el posición legislativa que, por su evidente absurdidad, estaba en d~s­
hombre no nace, sino que se hace-, no por la aptitud especial, uso, he procurado siempre aplicarla. Nada hay peor que u~~ pis-
sino por razones sociales, políticas, rituales, se ha venido determi- tola cargada en un rincón, y de la que no se usa; llega un mno, se
nando el oficio de cada uno. En unos tiempos y países, las castas pone a jugar con ella y mata a su padre. Las ley~s en desuso son
religiosas y la herencia; en otros, las gildas y gremios; luego, la má- las más terribles de las leyes, cuando el desuso viene de lo malo
quina, la necesidad casi siempre, la libertad casi nunca. Y llega lo trá- de la ley.
274 MIGUEL D E UNAMUNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 275

nester repetir una vez más estas verdades tan obvias, mil veces y ser perfecto es serlo todo, es ser yo y ser todo~ los demás,
desatendidas y que otras mil vuelven a renacer? es ser humanidad, es ser universo. Y no hay otro cammo para ser
El precepto supremo que surge del amor a Dios y la base de todo lo demás sino darse a todo, y cuando todo sea en todo, todo
toda moral es éste: entrégate por entero; da tu espíritu para sal- será en cada ~no de nosotros. La apocatastasis es más que un en-
varlo, para eternizarlo. Tal es el sacrificio de vida. sueño místico: es una norma de acción, es un faro de altas ha-
Y el entregarse supone, lo he de repetir, imponerse. La ver- zañas. · ..
dadera moral religiosa es en el fondo agresiva, invasora. De donde la moral i°:vasora, dominador~, agresiva, inqm_s1dora,
El individuo, en cuanto individuo, el miserable individuo que si queréis. Porque la candad verdadera es mvasora, y consiste en
vive preso del instinto de conservación y de los sentidos, no quiere meter mi espíritu en los demás espíritus, en darles mi dolor como
sino conservarse, y todo su hipo es que no penetren los demás en su pábulo y consuelo a sus dolores, en desp_ertar con ?Ii inquietud sus
esfera, que no le inquieten, que no le rompan la pereza, a cambio inquietudes, en aguzar su hambre de Dios con mi hambre de El
de lo cual, o para dar ejemplo y norma, renuncia a penetrar él en La caridad no es brezar y adormecer a nuestros hermanos en la
los otros, a romperles la pereza, a inquietarles, a apoderarse de inercia y modorra de la materia, sino despertarles en la zozobra
ellos. El "no hagas a otro lo que para ti no quieras", lo traduce y el tormento del espíritu.
él así: "Yo no me meto con los demás; que no se metan los demás A las catorce obras de misericordia que se nos enseñó en el
conmigo". Y se achica y se engurruña y perece en esta avaricia Catecismo de la doctrina cristiana habría que añadir a las veces
espiritual y en esta moral repulsiva del individualismo anárquico; una más, y es la de despertar al dormido. A las veces por lo me.nos,
cada uno para sí. Y como cada uno no es él mismo, mal puede ser y desde luego, cuando el dormido duerme al borde de una sima, ::1:1:
1

para sí. el despertarle es mucho más misericordioso que enterrarle después


Mas así que el individuo se siente en la sociedad, se siente en de muerto, pues dejemos que los muertos entierren a sus muertos.
Dios, y el instinto de perpetuación le enciende en amor a Dios Bien se dijo aquello de "Quien bien te quiera, te h~rá llorar", Y la
y en caridad dominadora, busca perpetuarse en los demás, peren- caridad suele hacer llorar. "El amor que no mortifica, no merece
nizar su espíritu, eternizarlo, declarar a Dios, y sólo anhela sellar tan divino nombre", decía el encendido apóstol portugués fray
su espíritu en los demás espíritus y recibir el sello de éstos. Es que Thomé de Jesús (Trabalhos de Jesus, parte primera); el de esta
~e sacudió de la pereza y de la avaricia espirituales. jaculatoria: "¡Oh, tengo infinito! ¡Oh, amor eterno que si no tiene~
La pereza, se dice, es la madre de todos los vicios, y la pe- donde abraces y te alargues y muchos corazones a que quemes.
reza, en efecto, engendra los dos vicios: la avaricia y la envidia, lloras!" El que arna al prójimo le quema el corazón, y el corazón
que son, a su vez, fuente de todos los demás. La pereza es el peso como la leña fresca, cuando se quema, gime y destila lágrimas.
de la materia, de suyo inerte, en nosotros, y esa pereza, mientras Y el hacer eso es generosidad, una de las dos virtudes madres
nos dice que trata de conservarnos por el ahorro, en realidad no que surgen cuando se vence a !~ _inerci~ •. a la pereza. Las más de
trata sino de amenguarnos, de anonadarnos. nuestras miserias vienen de avanc1a esp1ntual.
Al hombre, o le sobra materia o le sobra espíritu, o, mejor El remedio al dolor, que es, dijimos, el choque de la concien_cia
dicho, o siente hambre de espíritu, esto es, de eternidad, o hambre en la inconciencia no es hundirse en ésta, sino elevarse a aquella
de materia, resignación a anonadarse. Cuando Je sobra espíritu y y sufrir más. Lo ~alo del dolor se cura con más dolor, con má~
siente hambre de más de él, lo vierte y !o derrama fuera, y al alto dolor. No hay que darse opio, sino poner vinagre Y sal en
derramarlo, se le acrecienta con lo de los demás; y, por el con- la herida del alma, porque cuando te duermas y no sientas ya el!
trario, cuando, avaro de sí mismo, se recoje en sí, pensando mejor dolor, es que no eres. Y hay que ser. No cerréis, pue~, los ojos
conservarse, acaba por perderlo todo, y le ocurre lo que al que a la Esfinge acongojadora, sino miradla cara a cara, y de¡ad que o~
recibió un solo talento: lo enterró para no perderlo, y se quedó coja y os masque en su boca de cien mil dientes ven~nosos Y <;&
sin él. Porque al que tiene, se le dará; pero al que no tiene sino trague. Veréis qué dulzura cuando os haya tragado, que dolor ma~
poco, hasta ese poco le será quitado. sabroso.
"Sed perfectos como vuestro Padre celestial lo es", se nos dijo, Y a esto se va prácticamente por la moral de la imposición
y este terrible precepto -terrible porque la perfección infinita del mutua. Los hombres deben tratar de imponerse los unos a los otro:<.
Padre nos es inasequible- debe ser nuestra suprema norma de con- de darse mutuamente sus espíritus, de sellarse mutuamente las alma~.
ducta. El que no aspire a lo imposible, apenas hará nada hacedero Es cosa que da en qué pensar eso de que hayan llamado a la
que valga la pena. Debemos aspirar a lo imposible, a la perfección moral cristiana moral de esclavos. ¿Quiénes? ¡Los anarquistas! El
absoluta e infinita, y decir al Padre: "¡Padre, no puedo: ayuda a anarquismo sí que es moral de esclavos, pues sólo el esclavo canta
mi impotencia!" Y El lo hará en nosotros. a la libertad anárquica. ¡Anarquismo, no!, sino panarquismo; no
272 MIGUEL DE VNAMVNO DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA 273

Haba aún en su estado de inocencia, dice la Escritura que le puso demás, pero para entregarte a ellos, domínalos primero. Pues no
en él para que lo guardase y lo labrase (Génesis, II, 15). Y de cabe dominar sin ser dominado. Cada uno se alimenta de la carne
hecho, ¿en qué iba a pasar el tiempo en el Paraíso si no lo tra- de aquel a quien devora. Para dominar al prójimo hay que cono-
bajaba? ¿Y es que acaso la visión beatífica misma no es una es- cerlo y quererlo. Tratando de imponerle mis ideas, es como recibo
pecie de trabajo? las suyas. Amar al prójimo es querer que sea como yo, que sea
Y aun cuando el trabajo fuese nuestro castigo deberíamos ten- otro yo, es decir, es querer yo ser él; es querer borrar la divisoria
der a hacer de él, del castigo mismo, nuestro consuelo y nuestra entre él y yo, suprimir el mal. Mi esfoerzo por imponerme a otro,

,
redención, y de abrazarnos a alguna cruz, no hay para cada uno otra por ser y vivir yo en él y de él, por hacerle mío -que es lo mismo
mejor que la cruz del trabajo de su propio oficio civil. Que no nos que hacerme suyo-, es lo que da sentido religioso a la colectivi-
dijo el Cristo: "Toma mi cruz y sígueme", sino "Toma tu cruz y dad, a la solidaridad humana.
sígueme"; cada uno la suya, que la del Salvador él solo la lleva.
El sentimiento de solidaridad parte de mí mismo; como soy
Y no consiste, por tanto, la imitación de Cristo en aquel ideal mo-
sociedad, necesito adueñarme de la sociedad humana; como soy

'º'
nástico que resplandece en el libro que lleva el nombre vulgar del
un producto social, tengo que socializarme, y de mí voy a Dios
Kempis, ideal sólo aplicable a un muy limitado número de per-
sonas, y, por tanto, anticristiano, sino que imitar a Cristo es tomar -que soy yo proyectado al Todo- y de Dios a cada uno de mis
prójimos.
cada uno su cruz,_ la cruz de su propio oficio civil, como Cristo
tomó la suya, la de su oficio, civil también a la par que religioso, De primera intención protesto contra el inquisidor, y a él pre-
y abrazarse a ella y llevarla, puesta la vista en Dios y tendiendo fiero el comerciante que viene a colocarme sus mercancías; pero si
a hacer una verdadera oración de los actos propios de ese oficio. recojido en mí mismo lo pienso mejor, veré que aquél, el inquisidor,
Haciendo zapatos y por hacerlos, se puede ganar la gloria si se cuando es de buena intención, me trata como a un hombre, como
esfuerza el zapatero en ser como zapatero perfecto, como es per- a un fin en sí, pues si me molesta es por el caritativo deseo de sal-
fecto nuestro Padre celestial. var mi alma, mientras que el otro no me considera sino como
Ya Fourier, el soñador socialista, soñaba con hacer el trabajo a un cliente, como a un medio, y su inteligencia y tolerancia no es,
atrayente en sus falansterios por la libre elección de las vocaciones en el fondo, sino la más absoluta indiferencia respecto a mi des-
Y por otros medios. El único es la libertad. El encanto del juego de tino. Hay mucha más humanidad en el inquisidor.
azar, que es trabajo, ¿de qué depende sino de que se somete uno Como suele haber mucha más humanidad en la guerra que no
libremente a la libertad de la Naturaleza, esto es, al azar? Y no en la paz. La resistencia al mal implica resistencia al bien, y aun
nos perdamos en un cotejo entre el trabajo y el deporte. fuera de la defensiva, la ofensiva misma es lo más divino acaso
Y el sentimiento de hacernos insustituibles, de no merecer la de lo humano. La guerra es escuela de fraternidad y lazo de amor;
muerte, de hacer que nuestra aniquilación, si es que nos está re- es la guerra la que, por el choque y la agresión mutua, ha puesto
servada, sea una injusticia, no sólo debe llevarnos a cumplir reli- en contacto a los pueblos, y les ha hecho conocerse y quererse.
giosamente, por amor a Dios y a nuestra eternidad y eternización, El más puro y más fecundo abrazo de amor que se dan entre sí los
nuestro propio oficio, sino a cumplirlo apasionadamente, trágica- hombres es el que, sobre el campo de batalla, se dan el vencedor y
mente, si se quiere. Debe llevarnos a esforzarnos por sellar a los el vencido. Y aun el odio depurado que surge de la guerra es fe-
demás con nuestro sello, por perpetuarnos en ellos y en sus hijos, cundo. La guerra es, en su más estricto sentido, la santificación del
dominándoles, por dejar en todo imperecedera nuestra cifra. La más homicidio; Caín se redime como general de ejércitos. Y si Caín
fecunda moral es la moral de la imposición mutua. no hubiese matado a su hermano Abe!, habría acaso muerto a ma-
Ante todo, cambiar en positivos los mandamientos que en for- nos de éste. Dios se reveló, sobre todo, en la guerra; empezó siendo
ma negativa nos legó la Ley Antigua. Y así, donde se nos diio: el Dios de los ejércitos, y uno de los mayores servicios de la cruz
"¡No mentirás!", entender que nos dice: "¡Dirás siempre la verdad, es el de defender en la espada la mano que esgrime ésta.
oportuna o inoportunamente!", aunque sea cada uno de nosotros, Fué Caín, el fratricida, el fundador del Estado, dicen los ene-
y no los demás, quien juzgue en cada caso de esa oportunidad. y migos de éste. Y hay que aceptarlo y volverlo en gloria del Estado,
donde se nos dijo: "¡No matarás!, entender: "¡Darás vida y la hijo de la guerra. La civilización empezó el día en que un hombre,
acrecentarás!" Y donde: "¡No hurtarás!", que dice: "Acrecentarás sujetando a otro y obligándole a trabajar para los dos, pudo vagar
la riqueza pública!". Y donde: "¡No cometerás adulterio!", esto: a la contemplación del mundo y obligar a su sometido a trabaios
"¡Darás a tu tierra y al cielo hijos sanos, fuertes y buenos!" Y así de lujo. Fué la esclavitud lo que permitió a Platón especular sobre
todo lo demás. la república ideal, y fué la guerra la que trajo la esclavitud. No en
El que no pierda su vida, no la logrará. Entrégate, pues, a los vano es Atena la diosa de la guerra y de la ciencia. Pero ¿será me-
275
274 MIGUEL DE UN A M UN O· DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA

nester repetir una vez más estas verdades tan obvias, mil veces Y ser perfecto es serlo todo, es ser yo Y ser todo~ los demás,
desatendidas y que otras mil vuelven a renacer? es ser humanidad, es ser universo. Y no hay otro cammo para ser
El precepto supremo que surge del amor a Dios y la base de , todo lo demás, sino · darse a todo, y cuando t<?do sea ,en todo, t~~
toda moral es éste: entrégate por entero; da tu espíritu para saP · será en cada uno de nosotros. La apocatastasis es mas que un ~
varlo, para eternizarlo. Tal es el sacrificio de vida. .· sueño místico: es una norma de acción, es un faro de altas a-
Y el entregarse supone, lo he de repetir, imponerse. La ver-' zañas · · · · "d r
dadera moral religiosa es en el fondo agresiva, invasora. D~ donde la moral invasora, dominadora, agresiva, mqm.si o _a, ,
El individuo, en cuanto individuo, el miserable individuo que si queréis Porque la caridad verdadera es' invasora, ':[ consiste en ~. 1.,
vive preso del instinto de conservación y de los sentidos, no quiere meter mi· espíritu en los demás espíritus, en darles ~11. dol?r ~o~~ .-.•
sino conservarse, y todo su hipo es que no penetren los demás en su•'.\ pábulo y consuelo a sus dolores, en desp~rtar con i:ii mqme~ El
in uietudes en aguzar su hambre de Dios con mi hambre e

esfera, que no le inquieten, que no le rompan la pereza, a cambio -
de lo cual, o para dar ejemplo y norma, renuncia a penetrar él en: L q caridad no es brezar y adormecer a nuestros hermanos en la
los otros, a romperles la pereza, a inquietarles, a apoderarse de ' in~rcia y modorra de la materia, sino despertarles en la zozobra
ellos. El "no hagas a otro lo que para ti no quieras", lo traduce. y el tormento del espíritu. · ~,
él así; "Yo no me meto con los demás; que no se metan los demás; A las catorce obras de misericordia, que se ~os. enseno en e1
conmigo". Y se achica y se engurruña y perece en esta avaricia Catecismo de la doctrina cristiana habna que anadrr a las veces
espiritual y en esta moral repulsiva del individualismo anárquico;e l.ll1a más y es la de despertar al dormido. A las veces por lo me?os,
cada u;io para sí. Y como cada uno no es él mismo, mal puede ser i
1
. desde 'luego cuando el dormido duerme al borde de una slffia,
~l despertarle 'es mucho más misericordioso q~e enterrarle después
para si. ,
Mas así que el individuo se siente en la sociedad, se siente en:: de muerto, pues dejemos que los muertos. entierren ª, sus ID;1;1ertos.
Dios, y el instinto de perpetuación le enciende en amor a Dios) Bien se dijo aquello de "Quien bien te qmera, te h~a llorar , Y la
y en caridad dominadora, busca perpetuarse en los demás, peren-.' ;' caridad suele hacer llorar. "El amor que no mortifica, no merece
nizar su espíritu, eternizarlo, declarar a Dios, y sólo anhela sellar<· tan divino nombre", decía el encendido após~ol portugués fray
su espíritu en los demás espíritus y recibir el sello de éstos. Es que'... Thomé de Jesús (Trabalhos de Jesus, parte prlffiera); ~l de. esta
se sacudió de la pereza y de la avaricia espirituales. ' jaculatoria: "¡Oh, tengo infinito! ¡Oh, amor eterno que si no tienes
La pereza, se dice, es la madre de todos los vicios, y la pe- · donde abraces y te alargues y muchos corazones, a que quemes,
reza, en efecto, engendra los dos vicios: la avaricia y la envidia,:'.·. lloras!" El que ama al prójimo le quema e~ corazon, ~ el ~~azón
que son, a su vez, fuente de todos los demás. La pereza es el peso. '.: como la leña fresca, cuando se quema, gime Y d~stila lagrimas.
de la materia, de suyo inerte, en nosotros, y esa pereza, mientras,: y ei' hacer eso es generosidad, una de las dos virtudes m~dr~
nos dice que trata de conservarnos por el ahorro, en realidad no'' que surgen cuando se vence a l~ _inerci~'. a la pereza. Las mas e 4IJt
trata sino de amenguamos, de anonadarnos. : nuestras iniserias vienen de avancia espmtual. . . 1
. Al hoi:ibre, o le sobra Il1;ª~eria o le sobra espíritu, o, mejor. El remedio al dolor, que es, dijimos, el ch:oque de la concien,c1a
dicho, o siente hambre de espmtu, esto es, de eternidad, o hambre : en la inconciencia, no es hundirse en ésta, smo ,elevarse a aque~a
d.e materia, resignaci?n a a;ionadarse. Cuando le sobra espíritu y:. 1
. , Lo malo del dolor se cura con mas dolor, con mas
y sufrrr mas. -
alto dolor. No hay que darse opio, sino poner vmag~e Y
· sal en Aol
siente hambre de mas de el, lo vierte y lo derrama fuera, y al
la herida del alma, porque. cuando te duermas 1'.:. no sientas ya. el
derramarlo, se le acrecienta con lo de los demás; y, por el con~.
trario, cuando, avaro de sí mismo, se recoje en sí, pensando mejor. dolor, es que no eres. y hay q~e ser. No cerreis, pue~, los OJOS
a. la Esfinge acongojadora, sino mrra?J.a ca~a ~ cara, y de1ad que os
J
conservarse, acaba por perderlo todo, y le ocurre lo que al que
r~ci~ió un solo talento:. lo enterró pi:ra no perderlo, y se quedó coja y os. masque en su boca de cien mil dientes ven~nosos Y ~
sm el. Porque al que tiene, se le dara; pero al que no tiene sino trague, Veréis qué dulzura cuando os haya tragado, que dolor mas
poco, hasta ese poco le será quitado. sabroso. . .. ,
''.Sed p~rfectos como vuestro Padre celestial lo es", se nos dijo, ·· .y a esto se va prácticamente P?r la moral de la lffiposicion
y este terrible precepto -terrible porque la perfección infinita del niu.tua, Los hombres deben tratar de lffiponerse los unos a los otros,
Padre nos es inasequible- debe ser nuestra suprema norma de con~ 'de dars~ mutuamente sus espíritus, de sellarse mutuamente las almas.
ducta. El que no aspire a lo imposible, apenas hará nada hacedero' · Es cosa que da en qué pensar eso de que hayan llam~do a la
que valga la pena. Debemos aspirar a lo imposible, a la perfección moral cristiana moral de esclavos. ¿Quiénes? ¡~s anarqmstas! El
a~s<?luta e ~ta, y decir a~ Padre: "¡Padre, no puedo: ayuda a. .anarquismo sí que es moral de. es_clavos, pues .solo el escla:vo c~nta
mi rmpotencia! · Y El lo hara en nosotros. · .a.Ja .libertad anárquica. ¡Anarqmsmo, no!, smo panarquismo, no
283
DEL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA
282 MIGUEL DE UNAMUNO
d ente trágico de la comedia _!lu-
la flor acaso de su espíritu, sus doctrinas racionales de moral, pero en que se ve .todo lo pro~:: Don Quijote, el Cristo espanol,
no la raíz, no lo soterraño, no lo irracional." mana, la figura de ~uestro ~a inmortal de este mi pueblo. ~~aso
¿Por qué prendió aquí, en España, el krausismo y no el hege- en que se cifra y enc1err~ ~all de la Triste Figura es la pas1on y
lianismo o el kantismo, siendo estos sistemas mucho más profundos, la pasión y muerte del . - a ero te su resurrección. Ya hay
racional y :filosóficamente, que aquél? Porque el uno nos le trajeron muerte de~ pueblo espanol. st~~~:rquifQtesca, y un.a .ló~ca y ~a
una filosofía, y hasta ~a me a religiosidad -rehgios1dad ;~ -
con raíces. El pensamiento filosófico de un pueblo o de una época
es como su flor, es aquello que está fuera y está encima; pero esa ética quijotescas t~!Ilb1en, y f filosofía, es la lógica, es la. etica,
lica española- qm3otesca. Es da de esbozar y más de sugerrr que
flor, o, si se quiere, fruto, toma sus jugos de las raíces de la planta,
y las raíces, que están dentro y están debajo de la tierra, son el es la religiosidad que he ~rata ;esarrollarlas racionalmente, no; la
sentimiento religioso. El pensamiento :filosófico de Kant, suprema de desarrollar en esta 0 . ra. 1 l' ica científica. ,
flor de la evolución mental del pueblo germánico, tiene sus raíces locura quijotesca no cons1ent:: a ¡~ edirme de mis lectores, que-
y ahora, antes de concluir y , e p do a Don Quijote en la
en el sentimiento religioso de Lutero, y no es posible que el kan- dame hablar del papel que le esta reserva
tismo, sobre todo en su parte práctica, prendiese y diese flores y . d' europea moderna. ,
frutos en pueblos que ni habían pasado por la Reforma ni aéaso trag1come ia último ensayo de estos.
podían pasar por ella. El kantismo es protestante, y nosotros, los y amos a verlo en un
españoles, somos fundamentalmente católicos. Y si Krause echó
aquí algunas raíces -más que se cree, y no tan pasajeras como se
supone-- es porque Krause tenía raíces pietistas, y el pietismo,
como lo demostró Ritschl en la historia de él (Geschichte des Pie-
tismus), tiene raíces específicamente católicas y significa en gran
xn
parte la invasión o más bien la persistencia del misticismo católico CONCLUSION
en el seno del racionalismo protestante. Y así se explica que se
krausizaran aquí hasta no pocos pensadores católicos. DON QUIJOTE EN LA TRAGICOMEDIA EUROPEA
Y puesto que los españoles somos católicos, sepámoslo o no CONTEMPORANEA
lo sepamos, queriéndolo o sin quererlo, y aunque alguno de nos-
otros presuma de racionalista o de ateo, acaso nuestra más honda l Voz que clama en el desierto!
labor de cultura y, lo que vale más que de cultura, de religiosidad (Isaías, XL, 3.)
-si es que no son lo mismo-, es tratar de darnos clara cuenta
de ese nuestro catolicismo subconciente, social o popular. Y esto
es lo que he tratado de hacer en esta obra. 1. r ahora al menos, estos en-
r Lo que llamo el sentimiento trágico de la vida en los hombres
y en los pueblos es por lo menos nuestro sentimiento trágico de
la vida, el de los españoles y el pueblo español, tal y como se
FUERZA me es ya con; urr, e p~n el cuento de nunca ªC:ª~ar.
sayos, que amenazan co~vertrrsem la im renta en una casi 1?1-
Han ido saliendo de mis m~os ~urante paños, sin haber temdo_
': refleja en nir conciencia, que es una conciencia española, hecha provisación sobre. ~otas reco~~aª~ los que le precedieron. y as1
preséntes al escnbrr .ca~a e, l
'º"L en España. Y este sentimiento trágico de la vida es el sentimiento
mismo católico de ella, pues el catolicismo, y mucho más el po-
pular, es trágico. El pueblo aborrece fa comedia. El pueblo, cuando
Pilato, el señórito, el distinguido, el esteta, racionalista si queréis,
quiere darle comedia y le presenta al Cristo en irrisión diciéndole:
. an' llenos de contrad1cc1ones
rr .
la vida y como yo ~smo: al
1ll lillª
s -al menos aparentes-, como

el haberlos exornado en ex_ceso


Mi pecado ha sido, si guno, al parecerán traídas con cierta
con citas ajenas, muchas ~ie l~s cu es
"¡He aquí el hombre!", se amotina y grita: "¡Crucifícale! ¡Cru- violencia. Mas ya_ lo explic:i-red~~~b:~z.andado Nuestro Señor Don
cifícale!" No quiere comedia, sino tragedia. Y lo que el Dante, Muy pocos an_?s desp?es Jacobo Boehme (Aurora, cap. XI,
el gran católico, llamó comedia divina, es la más trágica tragedia Quijote por Espana, dec~a~os historia que le hubiesen contado
que se haya escrito. párrafo 75), que no escnb1a u:i;a . mo en la batalla, y en ella en
Y como he querido en estos ensayos mostrar el alma de un o.tros sino que tení¡;¡, que estar el, Ill1S ser vencido como todos los
español y en ella el alma española, he escatimado las citas de es- gran ' pelea, donde a roenudo ,tema f que83) añade que, aunque tenga
critores españoles, prodigando, acaso en exceso, las de los de. otros hombres, y más. a~elante (parr·~do del demonio, le queda la
países. Y es que todas las almas humanas son hermanas. que hacerse es:rectaculo ldel . futur~ en quien quiere arriesgarla
:¡1
Y hay una figura, una figura cómicamente trágica, una figura esperanza en Dios sobre a v1 a '

También podría gustarte