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03/05/2022 20:53 El pensamiento de Miguel de Unamuno — Espagnol

El pensamiento de Miguel de Unamuno


Par Carlos Benguigui : Master TLEC - Université Lumière Lyon 2
Publié par Christine Bini le 23/06/2012
En una época en la que el pensamiento hispano se divide entre la vieja tradición
escolástica y las nuevas tendencias europeas influenciadas por el krausismo, el
pensamiento de Don Miguel de Unamuno irrumpe como un nuevo impulso creador. Su
obra constituye un nuevo hito, al rechazar una expresión sistemática y asumiendo su
propio carácter contradictorio...

Sommaire

1. 1. La sinrazón tiene razones que la razón desconoce


2. Del sentimiento trágico de la vida
3. Sed de eternidad
4. La condición trágica
5. La apuesta de Unamuno
6. Notas
2. Bibliografía
1. 1. Estudios sobre Unamuno
2. Enlaces

En una época en la que el pensamiento hispano se divide entre la vieja tradición escolástica
y las nuevas tendencias europeas influenciadas por el krausismo, el pensamiento de Don
Miguel de Unamuno irrumpe como un nuevo impulso creador. Su obra constituye un nuevo
hito, al rechazar una expresión sistemática y asumiendo su propio carácter contradictorio.
Unamuno forma parte de aquella generación conocida como la del 98, surgida con la
independencia cubana, momento en el que los intelectuales españoles se plantean cuál sería
el destino de la nación. Es así que Don Miguel plantea su existencialismo quijotesco en
donde la imaginación lucha contra sus monstruos, donde la razón reconoce sus límites y
renuncia a su autosuficiencia instalándose así una tensión perpetua con las potencias vitales.

La sinrazón tiene razones que la razón desconoce

Es por todos conocido el famoso incidente que enfrentó a Don Miguel de Unamuno y al
General Millán Astray en la universidad de Salamanca, y que ensalzó al primero como uno de
los grandes defensores de la universidad española frente a la tiranía franquista. El 12 de
Octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, de la cual Unamuno era el

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rector, cuando se llevaba a cabo la inauguración del año académico, el General pronunció
las palabras de: “¡Viva la muerte!”, a lo cual Unamuno respondió con sus célebres palabras:
– “¡Este es el templo de la inteligencia, y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros
estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el
proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis.
Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque
convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón
y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España. He dicho”.
(1)
– Dicho incidente marcó el final de los días de Unamuno, viéndose obligado a recluirse. Ello
no ha impedido que ambos bandos de la guerra civil reclamen su memoria, que lo reclamen
como uno de los suyos. Y es precisamente el carácter contradictorio de la obra del pensador
bilbaíno, donde la contradicción es asumida, lo que ha dado pie a no pocos malentendidos.

Del sentimiento trágico de la vida

En su monografía Meyer recoge como la obra de Unamuno ha sido interpretada en los más
diversos sentidos: “un paso más hacia la pérdida de la fe” “una aberración protestantoide”,
“el testimonio emotivo pero desesperado de un apologista del afuera”, etc. (2) De este modo,
puede correrse el riesgo de desatender la concepción del ser como ser contradictorio que la
sostenta, como ser cuyo estatus esencial es la contradicción, tachando así el pensamiento
del hombre miguel de Unamuno como inconsistente o superfluo. Leer Unamuno supone
situarse en una estructura antitética del pensamiento donde, más allá del pensamiento
hegeliano, el elemento dialéctico final de la síntesis permanece en suspensión. No puede
acusarse a nuestro autor por dicha tensión de contradicciones, por dicho «proceso rítmico
de contradicción», es «imposible considerar a Unamuno inconsistente con respecto a sus
objetivos y medios y de reprocharle no haber dado los consejos necesarios para la
interpretación de sus contradicciones» (3). Es por tanto la labor del lector vivir la tension de
contradicciones desde una confrontación dialéctica, teniendo siempre presente este hecho
en su lectura.
– Así encontramos en La locura del Doctor Montarco la tensión sin esperanza de resolución
entre el «instinto de conservación» y el «instinto de invasión». En Del sentimiento trágico de la
vida, dicha tensión se plantea, como ha señalado François Meyer, entre el «serse» y el «serlo
todo», donde Unamuno plantea su apuesta pascaliana «¡ O todo o nada!».
– El punto de partida de Unamuno es el cuerpo, no comienza ni por lo humano ni por la
humanidad (adjetivo simple y adjetivo substantivado) sino por el sustantivo: el hombre
(concreto) «de carne y hueso». Este último es considerado como el agente y el paciente de la
filosofía, entendida ésta última como más cercana de la poesía que de la ciencia. La filosofía
es engendrada según Unamuno por un sentimiento trágico; ella es producida por este
sentimiento antes que productora de él. Unamuno sugiere una raíz inconsciente de dicho
sentimiento trágico , existiría un fondo más allá de la consciencia que determinaría el
pensamiento. Se trata de un fondo afectivo que transforma al animal en «el hombre de carne
y hueso», un fondo irracional sobre el cual la racionalidad se construye. En Unamuno
encontramos una divisa contraria a la hegeliana: «lo real, lo realmente real, es irracional» (4).
Sobre dicho fondo se construye el cuerpo que no quiere morir nunca.

Sed de eternidad

A través de la obra de Unamuno se encuentra dispersada una reflexión en torno a una sed de
eternidad insaciable, ante la cual se encuentra el carácter inevitable de la muerte. Es el caso
de su poema La Guadañina:
«Era la guadañina colorada,
fresca y alegre;
guadañando cantaba,
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y luego en el descanso
al compás afilando la guadaña.
De su frente morena
el sudor se enjugaba
con el revés de la morena mano;
la sacudía luego, sosegada,
e iba el sudor aquel a ser refresco
de alguna flor poco después segada,
mientras en su cáliz una rubia abeja
de las últimas mieles le libaba.
Caían flores entre el heno; en tanto
la guadañina canta que te canta.
Era fresca y alegre, buena moza,
por el sol tostada;
rollizos brazos para un dulce sueño,
después de amar ¡qué almohada!
Y aquella boca de amapola ardiente
de que el canto brotaba
¡qué boca para besos
de los que al cuerpo dejan sin el alma!
Y el seno palpitante,
al compás del vaivén de la guadaña,
¡qué fuente de beber
la sé encendida de la eterna calma!,
¡de la eterna calma!
Era fresca y alegre, buena moza;
¡llamábanle la Muerte!» (5)
Se trata de una temática que atraviesa la totalidad de su obra, de Vida del Quijote a El espejo
de la muerte. En Del sentimiento trágico, dicha sed parte de un fondo de irracionalidad
donde se construye un cuerpo que no quiere morir, sino que como para Spinoza, se trata de
un cuerpo afectivo marcado por el conatus, una potencia que lleva a cada ser a afirmarse, a
serse y a serlo todo. Un cuerpo que resiste a ser reducido a simple hecho , a una realidad
positiva sometida al principio de no contradicción; una realidad, un «yo» constituido por la
contradicción.
El «yo» es para Unamuno un cuerpo viviente que no quiere morir nunca. Un cuerpo individual
determinado por la memoria y un cuerpo colectivo determinado por la tradición. El principio
de identidad se construye para Unamuno por la triada: ser, pensar, sentir; una toma de
conciencia que lanza al hombre concreto a su condición trágica, al deseo de infinitud de un
cuerpo que intenta afirmarse en tensión con su finitud. Afirmarse «afirmarse con la sangre,
con el tuétano de los huesos, con el corazón, con los pulmones, con el vientre, con la vida»
(6), ser con la vidaTiene que integrarse la vida en el pensamiento, pero no de un modo
puramente vitalista, puesto que la propia vida implica el conflicto sin esperanza de victoria
por ninguna de las partes involucradas entre lo intelectual y lo afectivo.

La condición trágica

El sentimiento trágico es una ausencia de todo pueblo y de todo individuo, una ausencia que
convierte al hombre en animal enfermo. Un animal enfermo de progreso y de vida,
enfermedad que ha llevado a este animal a ser un cuerpo que almacena cuerpos muertos.
Una enfermedad integrada en el organismo más allá de la distinción entre sano y enfermo, ya
que el “hombre sano”necesita una pizca de sinrazón enferma que encienda su razón. Es una
enfermedad trágica, enfermedad de no querer morirse nunca de la que la propia razón
precisa para ser ella misma. Para Unamuno el conocimiento depende de la vida, surge de
dicha enfermedad en tanto que lujo al transformado en necesidad al servicio del conatus. El
conocimiento del individuo no concibe a éste como una abstracción solipsista, sino que se
plantea desde la relación del individuo con la sociedad. La razón es social, no es un
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elemento privado, surge de la relación interpersonal posibilitada por el lenguaje. Mientras que
el individuo se funda en su conatus, su esfuerzo por perseverar en su ser contradictorio – el
hambre oara Unamuno – la sociedad se funda en el amor entendido como instinto
imaginativo de perpetuación. No obstante, la distinción entre individuo y sociedad no es
estricta ya que para Unamuno el individuo aislado constituye al mismo tiempo una sociedad
auto-trascendente.
«No pretendo otra cosa sino discurrir por metáforas» (7). No se trata de una exposición
racional, sino contra-racional donde el «hombre filosofa» (8). Una exposición donde el
hombre vive, después filosofa. En su vivir se le despierta al hombre el deseo de vivir para
siempre. De dicho deseo, la filosofía aparece en la historia de la humanidad como
contestación. Cuando se pregunta por el sentido de «por qué» filosofía, se pregunta en
realidad «para qué» filosofía, respuesta que en Unamuno viene dad bajo la forma de un
«porque no quiero morirme del todo y quiero saber si he de morirme o no definitivamente»
(9). Aparece así una antitética del pensamiento entre lo vital anti-racional y lo racional anti-
vital, tensión en la cual se sitúa la filosofía. Habría por tanto que revisar lo que fue la filosofía
durante la Modernidad a partir de aquel discurso «de estufa, y de estufa alemana» de aquel
filósofo francés «que se proponía ganar el cielo» (10), teniendo como punto de partida la
vida, una vida que se desea para siempre.

La apuesta de Unamuno

A partir de este punto Unamuno propone su apuesta filosófica «¡ o todo o nada!» (11),
apuesta que propone dos figuras contradictorias, el serse, donde se plantea la revisión del
pensamiento cartesiano, y el «serlo todo», desafío al pensamiento hegeliano. Unamuno se
instala en la imposibilidad del «suicidio ontológico», de pensarse como no siendo, la
angustiosa experiencia del ser contradictorio donde «serlo todo» se encuentra en
contradicción con el «serse» - «voluntad de ser sin fin» (12). Se trata de una consciencia del
ser que plantea el conflicto entre nuestra propia consciencia de finitud y nuestro deseo de
infinitud. El conflicto entre un todo que pretende escapar de la nada - «serlo todo»- y la
finitud confrontada a su deseo - «serse»-. Dichos serse y serlo todo «aparecen en Unamuno
como ligados necesariamente el uno al otro en una estructura dialéctica coherente de modo
tal que uno no puede afirmarse sin el otro» (13). La condición trágica donde el «hombre que
filosofa» agoniza.
Frente a dicho deseo de eternidad, este amor, este «ser para siempre», y hasta incluso «ser
Dios», Unamuno no quiere dormirse. No se trata del amor sin medida por la vida – joie de
vivre – que conduzca a una sed de muerte, sino de un deseo de no querer morir, de vivir para
siempre en su ser. La creencia en la inmortalidad del alma aparece en Unamuno como una
idea regulativa que pare del amor propio, el cristianismo a olvidado el «ámate a ti mismo» en
beneficio del «ama a tu prójimo como a ti mismo». Para que la relación con el otro tenga
lugar, el punto de partida es el amor propio, de tal manera que el otro viva en mi, que sea
como yo mío. Se trata de una filosofía del hombre fuerte, inversión de las fuerzas
nietzscheanas donde domina el deseo de perpetuidad. Tiene lugar una «lucha por la
supervivencia del nombre» que anima toda empresa artística, pura vanidad y orgullo. Hay
que enfrentarse con los grandes nombres del pasado, levantarse frente a ellos, siendo en
dicho levantamiento donde Unamuno transforma la idea de paternidad literaria: cuando el
autor da su obra al público pierde sus derechos de propiedad, no puede hablarse de robo.

Notas

1 - Meyer. F : L'ontologie de Miguel de Unamuno, Presses Universitaires de France, Paris,


1953, VII
2 - Ibíd, XII
3 - Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos (1912),
Alianza Editorial, Madrid, 2003, p. 58

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4 - Miguel de Unamuno : Obras completas V, Ediciones de la fundación Juan Antonio de


Castro, Madrid 202, p. 1056.
6 - Unamuno S.T., p. 34
7 - Ibíd, p. 47
8 - Ibíd. p. 48
9 - Ibíd. p. 52
10 - Ibíd, p. 54
11 - Ibíd p. 58
12 - Meyer, op. Cit. p. 4
13 - Ibíd, p. 9

Bibliografía
Miguel de Unamuno, Obras Completas, 16 volumes.

Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, Madrid, 913.
Vida de Don Quijote y Sancho, Madrid, 1905.
Como se hace una novela, Madrid, 1927.
San Manuel Bueno, mártir, Madrid, 1933
El espejo de la muerte, Madrid, 1913

Estudios sobre Unamuno

Meyer, François, L'ontologie de Miguel de Unamuno, Paris, 1953.


Guy, Alain, Unamuno et la soif d'éternité, Paris, 1963.
Marías, Julián, Unamuno, Madrid, 1943
Cecilia Lafuente, Avelina, Antropología filosófica de M. de Unamuno, Sevilla, 1983

Enlaces

Peset Mariano. Unamuno, rector de Salamanca. In: Bulletin Hispanique. Tome 104, N°2,
2002. pp. 883-904.
Vídeo La aventura del pensamiento:

1ª parte: http://www.youtube.com/watch?v=swneQdkUY0M
2ª parte: http://www.youtube.com/watch?v=NNlCLchMtYM
3ª parte: http://www.youtube.com/watch?v=DOLfjfsD34o
&feature=relmfu

Pour citer cette ressource :

Carlos Benguigui, "El pensamiento de Miguel de Unamuno", La Clé des Langues [en ligne],
Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), juin 2012. Consulté le 03/05/2022. URL:
http://cle.ens-lyon.fr/espagnol/litterature/litterature-espagnole/auteurs-
contemporains/miguel-de-unamuno

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