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1
Introducción
general. No menos puede decirse de la máscara cuyos orígenes son más antiguos
estrategia narrativa, puede ubicarse ya en Las mil y una noches y que, merced al
Existen varios trabajos en los que se ha ganado un gran terreno y que resultan,
hemos seleccionado tres que a nuestro parecer son importantes y, por tanto,
1
CARREÑO, Antonio. La dialéctica de la identidad en la poesía contemporánea. La persona, la máscara.
Editorial Gredos. Madrid, España. 1982.
2
acerca de la creación del otro y las mutaciones de la identidad en la poesía del
siglo pasado, constituye para nosotros un referente y una base obligada para el
debe tomarse como referente y base para estudiar las formas en que se crean
<<los otros>> en la novela. Todo esto será, finalmente, aplicado a una serie de
obras cuyo tema y estrategia narrativa son susceptibles de ser analizados desde
Dicho esto, cabe preguntarse ¿cómo y cuáles son las estrategias narrativas
primera pregunta sólo podrá ser resuelta al final de nuestra reflexión, la segunda,
inventario total de las estrategias usadas por el artista para crear esos <<otros>>,
mucho menos dar explicación a las infinitas posibilidades que se generarían, sin
2
DÄLLENBACH, Lucien. El relato Especular. Editorial Visor. Madrid. España. 1991.
3
TACCA, Óscar. Las voces de la novela. Editorial Gredos. España. 1989.
3
embargo, si es factible, siguiendo la línea propuesta por las novelas a analizar,
extraer dos formas concretas que, a nuestro modo de ver, son la raíz de las
correspondientemente.
disciplina, nos permite tender lazos entre esta y disciplinas como el psicoanálisis,
la lingüística, el análisis del discurso, la semiótica, la filosofía, ente otras. Todo con
4
I
La máscara y el enmascaramiento
5
I.I La literatura y la máscara.
Para nadie es un secreto que la idea de “el otro” y todas sus implicaciones, no solo
en literatura sino además en “la vida del espíritu”, estimuló en Miguel de Unamuno
una inmensa producción. Testimonio de ello son algunos de sus títulos en los que
Unamuno, él solo crea un puente entre los ecos del simbolismo y la modernidad
donde “el otro” aparece como resultado lógico de toda una construcción
atormentado, reconociendo, sin decirlo, que él era más que uno, que era para sí
6
El poeta cuestiona la veracidad de su ser, se asume parte de un todo que él
Reconoce que él es más que uno. Al mirar desde afuera a su interior, se lamenta
mismo. Baudelaire, por cuya voz transita la voz de los simbolistas, reconoce que
su cuerpo, ese cuerpo, no es más que un recipiente, una bóveda que contiene una
Fue también Baudelaire quien, estudiando el ser del poeta, reconoce y acepta su
7
activo y fecundo. Quien no sabe poblar su soledad no sabe tampoco estar solo en
Pero, como hemos dicho, la conciencia del otro, mejor, la conciencia de otros en
understand myself, but I am always conscious of myself as two”. Ese “no puedo
Antes también, que Unamuno, Valery, Conan Doyle, Stevenson y una multitud,
en que se crean esos otros, expresión natural de un ser fragmentado, son aún
4
BAUDELAIRE, Charles. Las Flores del mal. Los Paraísos Artificiales. El Espleen de París. Bruguera. España.
1975. Pág. 82, 148, 375.
5
Si bien resulta de suma importancia dar una explicación al por qué de la fragmentación y creación de
“otros”, el presente trabajo se limitará a explicar el cómo sucede esto en la literatura. La explicación del
fenómeno requiere de un volumen completo, volumen que hará parte de una serie de trabajos que se
enmarcan dentro del simboanálisis. Para el simboanálisis sugiero ver ARGÜELLO, Rodrigo. Introducción al
simboanálisis. Editorial Net Educativa. Bogotá. 2009.
8
vagas y se han asumido como conocidas y explicadas en la demostración del por
qué. Sin embargo, aunque existe un gran corpus teórico que da cuenta de las
formas en que “lo otro” o “los otros” se manifiestan en la literatura, la brecha sigue
son estas las únicas posibles. La primera de ellas es aquella visión en la que se
propuesta narrativa.
9
I.II La máscara-el enmascaramiento: los otros y la re-presentación.
raíz de una cultura de la cual también surge, cultura que exalta la realidad
como cosa concreta, generando desde su interior (el propio del sujeto y el de la
paradójicos.
Nótese que sujeto proviene de la misma raíz que subjetividad, es ilógico, por
6
Para una profundización en el tema de las transiciones y la mascarada sugerimos ver los trabajos de
Mircea Eliade, especialmente Mito y Realidad. ELIADE, Mircea. Mito y Realidad. Barcelona. Edit. Labor. 1992.
10
del sujeto representado, enmascarado, cuyo interior está compuesto por una
reflexión sobre sí mismo (ese es, sin duda, el sentido primero de la expresión)
“En las mascaradas y ensoñaciones que se han celebrado en mi interior a lo largo de mi vida, he
tenido varios nombres; pero para los otros he tenido uno solo. Silenciosamente he sido el capitán
Ahab, Orfeo o Estragón esperando Godot y, sin ir tan lejos, también he usurpado el nombre de un
vecino, de un amigo, de un adversario, de cualquiera con quien, en un determinado momento,
necesitara cambiar mi papel; pero para los otros he tenido únicamente un nombre, que me
7
adjudicaron sin pedir y que me ha acompañado sin tregua en el transcurso de los días”
sí mismo) sobre las muchas máscaras que asume. La persona, Argullol es, las
necesidad. Cabe afirmar que es más Ahab, Orfeo o Estragón, sujetos ficticios
Argullol, nombre que le fue impuesto y que sirve, a lo sumo, para sintetizar esa
7
ARGULLOL, Rafael. Visión desde el fondo del mar. Edit. Acantilado. 2010.
11
representar para ser representado, y su representación, Mobie Dick para el
“Todos los objetos visibles, hombre, no son más que máscaras de cartón. Pero en todo
acontecimiento, en el hecho viviente, hay siempre algo desconocido, aunque razonante, que proyecta
su sombra desde detrás de las máscaras que no razonan. Si el hombre quiere golpear ¡qué golpeé a
través de la máscara! ¿Cómo puede el prisionero abrirse paso, si no es a través de la pared? Para
8
mí, el cachalote blanco es esa pared, traída ante mí. A veces pienso que es lo único que existe”
mientras tanto no es más que sombra oculta bajo ese objeto, máscara que no
razona, investida de alma propia, anima (da vida) al sujeto Ahab y le justifica.
La dicotomía ente sujeto, mejor, persona y máscara deja de ser tal y pasan,
ambos, a ser términos iguales. Así las cosas, debemos definir, desde ya, esas
multiforme).
con esta al teatro. El teatro, además del rito, es, sin duda, el lugar natural de la
términos:
8
MELVILLE, Herman. Mobie Dick. Edit. Oveja Negra y RBA. Bogotá 1982.
12
“A su derivación latina, como artificio teatral, refiere el término Sebastián de Cobarruvias en
Tesoro de la lengua Castellana o Española (1611). <<Es un rostro o una cara
contrahecha>>, escribe, <<para disimularse los que se representan en el teatro>>. Y
continúa: “Los muy antiguos se disimulaban untándose el rostro con la hezes del vino o con
9
bermellón, y después con hojas de higuera”
ocultarlo para sustituir al sujeto y re-crear otro que puede ser impuesto o igual.
Pero hemos dicho antes que persona y máscara se confunden, los términos, de
“Por medio de la persona (del griego prospon) se diferencia el que escribe del que, como voz, se
personifica en la composición lírica. Tal dramatización (personare significa sonar a través de la
oquedad abierta) la articulan las varias voces que algunos textos, intencionalmente, ponen en juego
(las llamadas dramatis personae), diferente del instrumento que le confiere virtualidad de ser: el
10
autor”
No es difícil concluir, entonces, que la máscara viene a ser esa oquedad abierta a
través de la cual suena la voz que deja de pertenecer a la persona para pasar a
9
Tomado de: CARREÑO, Antonio. La dialéctica de la identidad en la poesía contemporánea. La persona, la
máscara. Editorial Gredos. Madrid, España. 1982. Pág. 15.
10
Ibíd. Pág. 16.
13
máscara. La máscara adquiere, así, un carácter simbólico, el cuerpo se convierte,
de nuevo, en un recipiente que contiene, ya no uno, sino dos o más personas que
se expresan y complementan.
14
II
mismo
“Es algo terrible estar solo, sí que lo es, claro que sí, pero no bajes tu máscara
hasta que tengas otra máscara preparada debajo, todo lo terrible que quieras,
pero máscara”.
Katherine Mansfield
15
II.I Enmascaramiento y evasión, una visión paranoide.
crearse para alcanzar, de una vez por todas, aquello que, en principio, le resulta
“es la máscara la continua presencia de nuestra animalidad y de nuestra muerte: una imagen de la
trágica comedia que, como actores, nos toca representar. Se asocia de este modo con el destino
apocalíptico de quien la representa. Se instituye como imagen del caos, de la incertidumbre y del
terror: del cambio súbito que amenaza la vida humana. La máscara es búsqueda y huída, evidencia y
12
ocultación”
11
Según el autor “El hombre convive dentro de una realidad limitada, si bien consciente del más allá (el
absoluto) que le es ajeno. Y surge de él un deseo de abarcarlo: de poseer la otra realidad superior. En esta
contienda el yo se pasa queriendo ser otro”. ORTEGA Y GASSET, José. Obras completas (1941-1946). Revista
de Occidente. Madrid. 1947. VI. Pág. 491.
12
BATAILLE, Georges. Ouvres complétes II. Ecrits posthumes, 1922-1940. Editions Gallimard. 1970. París.
Francia. Tomado de: CARREÑO, Antonio. La dialéctica de la identidad en la poesía contemporánea. La
persona, la máscara. Editorial Gredos. Madrid, España. 1982. Pág. 45.
16
Al aceptar las palabras de Bataille, y las de Ortega y Gasset, debemos concluir
de interacción, un modelo de sí mismo, una forma que, tal vez, no existe, en cuya
nuevas exigencias” 13. Tal sería el caso, también, de Pessoa, quien, si seguimos la
línea del otro como evasión, a través de sus heterónimos evade y desfigura su
que ya no es Pessoa:
13
CARREÑO, Antonio. La dialéctica de la identidad en la poesía contemporánea. La persona, la máscara.
Editorial Gredos. Madrid, España. 1982. Pág. 26.
14
Para ahondar en la distinción de las voces del poema y del poeta T.S. Eliot. <<The Three voices of Poetry>>
en On Poetry and Poets. New York. 1957. Y WELLEK, René y WARREN, Austin. Teoría literaria. Trad. de José
María Jimeno. 4ª edición. Gredos. Madrid. 1969.
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Desde su escritorio, el poeta se descubre enmascarado; esa es su realidad.
Álvaro quien escribe los versos “me conocieron enseguida por quien no era”
máscara, exterior, y concluye que esta ha dejado de ser máscara para pasar a
negatividad ante la fijación del texto, y la misma voz de Álvaro Campos, ante quien
momento.
considerarse:
“Estoy hoy dividido entre la lealtad que le debo / a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa
16
real por fuera, / y la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro”
15
Óp. Cit. Antonio Carreño. 111.
16
PESSOA, Fernando. Antología mínima. Poemas de Álvaro Campos. Traducción de Miguel Ángel Viqueira.
Ediciones 29. 1996. Pág. 125-129.
18
La relación entre interior y exterior es, también, la relación entre sueño y realidad.
Era un niño que soñaba / un caballo de cartón. / Abrió los ojos el niño / y el caballito no vio. / Con un
caballito blanco / el niño volvió a soñar; / y por la crin lo cogía… / ¡Ahora no te escaparás! / Apenas lo
hubo cogido, / el niño se despertó. / tenía el puño cerrado. / ¡El caballito voló! / Quedose el niño muy
serio / pensando que no es verdad / un caballito soñado. / Y ya no volvió a soñar. / Pero el niño se
hizo mozo / y el mozo tuvo un amor, / y a su amada le decía: / ¿Tú eres de verdad o no? / Cuando el
mozo se hizo viejo / pensaba: Todo es soñar, / el caballito soñado / y el caballo de verdad. / Y
cuando vino la muerte, / el viejo a su corazón / preguntaba: ¿Tú eres un sueño? / ¡Quién sabe si
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despertó!”
“Las fronteras mínimas ente la realidad física y el sueño (no menos realidad que la primera) se
presenta en el primer poema de “Parábolas”. La digresión octosilábica se inicia con el sueño del niño
–tan solo sueño- que, repetido a través de varias edades, y hasta en los mismos umbrales de la
muerte, concluye con el axioma calderoniano de que los sueños “sueños son”. Es decir, la realidad
es siempre otra, y la escisión entre el ser y lo aparente, o entre el principio o el fin (niñez/vejez) es tan
18
solo una figuración”
17
MACHADO, Antonio. Maestros de la Literatura universal. España II. Editorial la Oveja Negra. 1984.
Colombia.
18
CARREÑO, Antonio. La dialéctica de la identidad en la poesía contemporánea. La persona, la máscara.
Editorial Gredos. Madrid, España. 1982. Pág. 86.
19
ya a confundir ambos planos. En consecuencia, se cuestiona, frente a la verdad
realidad.
A quien escribe se impone ese <<otro>> que, como máscara, permite la visión de
sí mismo en cada línea. Diferente sin embargo de quien, como autor empírico,
alterado y ambiguo.
20
II.II La máscara como ideal.
Antes veíamos como la máscara surge como forma de evasión (Machado) o como
yo. Esto, sin embargo, depende del prisma a través del cual sea visto.
través de la construcción del otro, de un alter ego (otro yo). De hecho, la inercia
primera del cuerpo nos obliga a ver al otro, a lo otro, antes de mirarnos a nosotros
mismos, de allí que el descubrimiento del vidrio pulido, del espejo, sea uno de los
alteridad resulta necesaria. Asumir la máscara del otro y verlo como otro yo
“La imagen del yo vista en el retrato o en el espejo, el llamado “el estadio del espejo” de Jaques
Lacan, constituye para éste el primer esbozo del trazado psíquico del yo. A través de la percepción
visual del “otro”, adquiere el infante conciencia de su forma, que ilusoriamente le anticipa la unidad
19
Al respecto conviene mirar el capítulo que Rodrigo Argüello dedica al análisis de las implicaciones del
espejo en la construcción de subjetividad. ARGUELLO, Rodrigo. Las proyecciones de Prometeo. Fractalia
ediciones. Bogotá. 2011.
21
del cuerpo de la que aún carece. Tal forma, a modo de segunda identificación, viene a ser el “yo
20
ideal”. Y a partir de este instante el “yo” se constituye en “otro”: el alter ego”
las cosas, la conciencia del otro es anterior a la conciencia del yo, la idealización
aceptar que el alcance de un ideal, sea cual sea su naturaleza, implica siempre un
impuesta por la realidad, ante la crudeza de lo que en plano objetivo (usamos esta
nunca hay una división entre estos dos estadios), como en los sueños, puede
20
LACAN, Jaques. Ecrits. Editions Du Seuil. Paris. 1966. Tomado de CARREÑO, Antonio. La dialéctica de la
identidad en la poesía contemporánea. La persona, la máscara. Editorial Gredos. Madrid, España. 1982. Pág.
22.
22
Podría alegarse que los ejemplos citados hasta ahora expresan, claramente, una
impotencia creadora (es decir, una impotencia que crea) frente a la realidad
un deseo; no se presenta siempre como una sublimación contra los instintos. Puede ser la
21
sublimación para un ideal”
escribe los versos “me conocieron enseguida por quien no era” constatando en la
lo que para él, la persona Fernando Pessoa, es una verdad ineludible, “cuando
21
BACHELARD, Gastón. El agua y los sueños. Fondo de cultura económico. 1973. Pág. 5.
23
exterior, y concluye que esta ha dejado de ser máscara para pasar reemplazarlo
ante la fijación del texto, y la misma voz de Álvaro Campos, ante quien Pessoa
Fausto:
“Solo tienes conciencia de uno de tus impulsos. ¡Ojalá nunca la tengas del otro! Dos almas, ¡ay!,
anidan en mi pecho, y la una pugna por separarse de la otra; apegase ésta firme en árida ansia de
amor, con órganos de clavija, a este mundo…; levantase aquella briosamente del polvo, rumbo a las
regiones de los altos vuelos. ¡Oh, si es que en el aire hay espíritus, que graviten entre tierra y cielo,
bajad de esa dorada bruma y llevadme a una nueva y abigarrada vida! ¡Oh si tuviera yo, por lo
menos, un mágico manto, que me llevase a exóticos países, lo reputaría el más preciado de todos los
23
arreos y no lo cambiaría ni por el mismo manto de un rey!”
Expresan, por un lado, la impotencia y, por el otro, las ansias. Ante la limitada (si
22
Óp. Cit. Antonio Carreño. 111
23
GOETHE, Johann Wolfang. Fausto. Trad. Rafael Cansinos Assens. Círculo de lectores. 1980. España.
24
idealización, de él parte dicha idealización y el otro, ese que después será
realidad.
Este tipo de personificación burla la realidad, expande sus límites y expresa otro
por lo visto hasta ahora, puede ser nuerotizante y evasivo, o logro psicológico.
través del tiempo y el espacio (otros tiempos y otros lugares). Esa relación de
“En las mascaradas y ensoñaciones que se han celebrado en mi interior a lo largo de mi vida, he
tenido varios nombres; pero para los otros he tenido uno solo. Silenciosamente he sido el capitán
Ahab, Orfeo o Estragón esperando Godot y, sin ir tan lejos, también he usurpado el nombre de un
vecino, de un amigo, de un adversario, de cualquiera con quien, en un determinado momento,
necesitara cambiar mi papel; pero para los otros he tenido únicamente un nombre, que me
25
adjudicaron sin pedir y que me ha acompañado sin tregua en el transcurso de los días”
El triunfo o el fracaso del otro puede ser, entonces, el triunfo o fracaso del yo, no
24
LONDON, Jack. El vagabundo de las estrellas. 1973. Pág. 5. Tomado de: ARGUELLO, Rodrigo. Las
proyecciones de Prometeo. Fractalia ediciones. Bogotá. 2011. Pág. 192.
25
ARGULLOL, Rafael. Visión desde el fondo del mar. Edit. Acantilado. 2010.
25
fracaso del yo y viceversa (hasta ahora hemos abordado ambas formas), todo
patíbulo. Hay que acoger, sin embargo, la otra visión, aquella no neurotizante,
“Quien vive en armonía consigo mismo, con su demonio, vive en armonía con el universo; pues
ambos, el orden universal y el orden personal no son sino expresiones y manifestaciones diferentes
Cassirer devela una de las características del yo: la contención. Aunque ya varias
26
CASSIRER, Ernest. Antropología filosófica. FCE. Bogotá. 1945. Pág. 24.
26
Hace ya varios siglos que Alejandro Dumas padre presentó a la luz su Conde de
manera directa y precisa, con un toque de sutil fantasía en ambos casos, el estado
“Las más terribles desventuras, los más crueles sufrimientos, el abandono de todos los que me
amaban, la persecución de los que no me conocen, he aquí la primera parte de mí vida. Luego,
inmediatamente después, el cautiverio, la soledad, la miseria. Después el aire, la libertad, una fortuna
brillante, tan fastuosa, tan desmesurada, que a no ser ciego he debido pensar que dios me la enviaba
en sus grandes designios. (…) Como los aventureros capitanes que se embarcan para un viaje
peligroso, para una osada expedición, preparé víveres, cargué armas, reuní los medios de ataque y
defensa habituando mi cuerpo a los ejercicios más violentos, mi alma a las cosas más rudas,
ejercitando mi brazo en dar muerte, mis ojos en ver sufrir, mis labios a la sonrisa ante los aspectos
más terribles. De bueno y confiado y olvidadizo que era, me hice vengativo, disimulado, perverso, o
más bien impasible como la sorda y ciega fatalidad. Entonces me arrojé por el sendero que me
estaba abierto, franqueé el espacio, llegué al término. ¡Horror para los que he hallado en mi
27
camino!”
caso, dividir la obra entre la vida de Edmond Dantés y las aventuras de El Conde
27
DUMAS, Alejandro. El Conde de Montecristo. EMU. 2007. Pág. 365-366.
27
construcción del otro y conocemos, de primera mano, las causas que llevaron al
construcción del otro, la venganza. Como antes decíamos, la naturaleza del ideal
del ideal lo que resulta en una de las dos formas de la personificación. El yo-
del logro sicológico, cuando decíamos que este tipo de personificación burla la
Mientras construye su yo (el otro para Dantés), Montecristo es, al mismo tiempo,
el destino de la novela. Como en ningún otro caso, el triunfo del Conde reside en
la máscara.
“¡Ea, pues, hombre degenerado! ¡Ea, rico extravagante! ¡Ea, tú que duermes despierto! ¡Ea,
visionario omnipotente! ¡Ea, millonario invencible!, recuerda por un instante la funesta perspectiva de
la vida miserable y hambrienta. Repasa los caminos por donde la fatalidad te ha lanzado, o la
desgracia que te ha conducido, o la desesperación que te ha recibido. Bastantes diamantes, oro y
ventura brillan hoy en los cristales del espejo en donde Montecristo mira a Dantés. Oculta esos
diamantes, pisa ese oro, borra esos rayos. Rico, vuelve a hallar al pobre; libre, vuelve a encontrar al
preso; resucitado, vuelve a reconocer el cadáver. (…) Y poco a poco, como las fuentes secadas por
el estío, cuando se amontonan las nubes de otoño, que se humedecen paulatinamente y comienzan
28
a caer gota a gota, el conde de Montecristo sintió igualmente caer sobre su pecho la antigua hiel
28
extravasada que había otras veces inundado el corazón de Dantés”
El triunfo del Conde es también su fracaso, después del viaje sobre sí mismo, tras
Dantés, la nobleza del joven es el ideal nunca perdido, regresa sobre el yo inicial
para validarlo, limpio de toda vileza, pues el Conde fue el instrumento de Dantés
ejemplo, presenta un ejemplo contundente del tipo en Caminos del espejo 29:
sea en “el país del viento” o nombrada como “un alba luminosa”. Es, en todo caso,
28
Ibíd. Pág. 368-369.
29
PIZARNIK, Alejandra. La extracción de la piedra de la locura y otros poemas. Visor. 1992. Pág. 29.
29
la realización de un ideal. La sublimación ejerce su potencia creadora y le permite
quiere decir esto que sean mutuamente excluyentes, es más, es difícil encontrar
una en un estado puro, las más de las veces conviven ambas en una relación de
30
III
La mise en abyme
31
III.I El germen de la teoría.
Ya antes hemos dicho que el lugar natural de la máscara, además del rito, es el
teatro (que es otro rito). Si somos estrictos, diremos que es el escenario. Dado
otro en el mismo lugar que habita el yo) está representada en lo que A. Gide
“Me complace no poco el hecho de que una obra de arte [escribe Gide en 1983] aparezca así
trasladado, a escala de los personajes, el propio sujeto de esta obra. Nada lo aclara mejor, ni
determina con mayor certidumbre las proporciones del conjunto. Así, en ciertos cuadros de Memling
o de Quentin Matzys, un espejito convexo y sombrío refleja, a su vez, el interior de la estancia en que
se desarrolla la escena pintada. Así en las Meninas de Velázquez (aunque de modo algo diferente).
Por último, dentro de la literatura, en Hamlet, la escena de la comedia; y también en muchas otras
obras- En Wilhelm Meister, las escenas de marionetas o de fiesta en el castillo. En La caída de la
casa de Usher, la lectura que le hacen a Roderick, etc. Ninguno de estos ejemplos es absolutamente
adecuado. Mucho más lo sería, mucho mejor lo expresaría lo que quise decir en mis Cahiers, en mi
Narcisse y en La Tentative, la comparación con el procedimiento heráldico consiste en colocar,
30
dentro del primero, un segundo <<en abyme>> [abismado, en abismo]”
30
A. GIDE. Journal 1889-1939. Gillmard, Pléiade. Pág. 41. París. 1948. Tomado de: DÄLLENBACH, Lucien. El
relato Especular. Editorial Visor. Madrid. España. 1991. Pág. 15.
32
Hay entre las líneas de Gide algo a lo que debemos prestar atención: no es la obra
“Debo mi primer contacto preciso con la noción de infinito a un envase de cacao de marca holandesa,
materia prima de mis desayunos. Un lado del envase venía decorado por la imagen de una
campesina, fresca y sonrisueña, con cofia de encaje y con un envase idéntico en la mano, decorado
por la misma imagen. Caí presa de una especie de vértigo al imaginar esta infinita serie de una
31
imagen idéntica que se reproducía un número ilimitado de veces (…)”
Aunque no podemos negar que en la imagen del envase (y de muchas otras del
tipo) encontramos una idea del procedimiento explicado por Gide, es la naturaleza
del fenómeno, la forma en que sucede lo que capta la atención del novelista, de
allí que no haya dado nombre al resultado sino al proceso, mise en abyme.
La idea de abismarse indica caer sobre sí mismo, en ese sentido ya se genera una
suele expresarse a través de la obra dentro de la obra, en las cuales hay una
creado. Esto nos lleva, de nuevo, a una pregunta por el yo, el del personaje, y a su
31
LEIRIS, M. L’Age d’homme. Gillmard. París. 1964. Pág. 38. Tomado de DÄLLENBACH, Lucien. El relato
Especular. Editorial Visor. Madrid. España. 1991.
32
Ya antes habíamos mencionado que nuestro interés es estudiar el interior de la obra. Cuando decimos “el
creador al interior de la obra” no nos referimos al autor empírico, nos referimos al personaje creador. Proust
es, en este caso, un ejemplo que encuadra perfecto en nuestra definición.
33
III.I La enunciación como forma de abismamiento del yo
identificarse con el discurso que lo contiene, es más, existe solo en virtud de dicho
puede referirse a X, a lo sumo el resultado será Xx. Lo que varían son las formas
particularmente son considerables desde este análisis aquellos en los que se dice
y lo representante.
Algunos ejemplos de lo dicho fueron ya citados por Gide, aún así, podemos sumar
a estos El Quijote, El Decamerón, Las mil y una noches, entre muchos otros. Luis
Landeros, por ejemplo, ofrece una muestra magistral del tema en su obra Juegos
principal, Gil, crea una vida paralela que desemboca en lo que podría ser el
33
LANDERO, Luis. Juegos de la edad tardía. RBA Editores. Barcelona, España. 1993.
34
rutinario, decide un día inventar un personaje que, para él, representa un ideal
sale de las manos” obligándolo a construir una vida, una profesión y toda una serie
de aventuras para su amigo Gregorio, al punto de tener que escribir una biografía
“Me pide mi amigo Faroni, a quien tantas cosas debo, entre ellas la vida allá en Bagdad, que
prologue sus versos de juventud, y he de decir que esto no supone para mí un compromiso por el
contrario un honor. Y sin embargo, ¡menudo papeleo en la oficina nocturna de la inspiración hablar
de Faroni! Porque por un lado su talento artístico y su valía humana lo convierten en una de las
figuras más apasionantes de nuestra época (…), pero por otro, ¿quién es ese ser tan infausto y
misterioso del que nadie sabe nada cierto salvo unos pocos elegidos, entre los que hay que destacar
a su gentil y no menos infausto biógrafo, Gregorio Olías? ¿Qué decir de él si las blasfemias no lo
34
hieren y los halagos no lo alcanzan?”
discurso y el decurso de la obra, “a quien debo tantas cosas, entre ellas la vida
34
Ibíd. Pág. 221.
35
es quien nos expone las cualidades de Faroni, voz que, sin embargo, pertenece a
“Era el Bachiller, aunque se llamaba Sansón, no muy grande de cuerpo, aunque muy socarrón; de
color macilenta, pero de muy buen entendimiento; tendría hasta 24 años; carirredondo, de nariz chata
y de boca grande, señales todas de ser de condición maliciosa y amigo de donaires y de burlas,
como lo mostró en viendo a don Quijote, poniéndose delante dél de rodillas, diciéndole:
-deme vuestra grandeza las manos, señor don Quijote de la Mancha; que por el hábito de San Pedro
que visto, aunque no tengo otras órdenes que las cuatro primeras, que es vuesa merced uno de los
más famosos caballeros andantes que ha habido, ni aún habrá, en toda la faz de la tierra. Bien haya
Cide Hamete Benengeli, que la historia de vuestras grandezas dejó escrita, y rebién halla el curioso
que tuvo cuidado de hacerlas traducir de arábigo en nuestro vulgar castellano, para universal
35
entendimiento de las gentes”
por Cide Hamete Benengeli nos topamos con que sus personajes se refieren a la
obra que estamos leyendo y que, más aún, han salido en procura de que las
aventuras de esta obra lleguen a buen término. La ruptura del marco de la obra
vuelve hacia su interior a través del vínculo con su exterior, la caída puede ser
infinita, cobran sentido las palabras de M. Leiris antes citadas, “Caí presa de una
especie de vértigo al imaginar esta infinita serie de una imagen idéntica que se
35
CERVANTES, Miguel. Don Quijote de la Mancha. Edición y notas de Francisco Rodríguez Marín. Espasa
Calpe, “Clásicos castellanos”. Madrid. 1962. Tomo V. Pág. 67. Capítulo III de la segunda parte. Tomado de
DÄLLENBACH, Lucien. El relato Especular. Editorial Visor. Madrid. España. 1991. Pág. 106.
36
Óp. Cit. 1994.
36
En este punto es menester detenernos para hacer cierta claridad. Ya antes hemos
cambio, la obra es vehiculada por un “sujeto sin más contenido que la enunciación
Benveniste logró ver que existe, en el acto comunicativo, del habla o la escritura,
más que dos sujetos que intervienen, cuando menos podemos hablar de cuatro
sujetos que intervienen, dos exteriores, las instancias productora y receptora (los
sujetos propiamente dichos), y dos interiores, los sujetos creados a través del
nos queda que toda expresión textual se sustenta en la producción del otro creado
37
DÄLLENBACH, Lucien. El relato Especular. Editorial Visor. Madrid. España. 1991. Pág. 95.
38
BENVENISTE, Émile. Problemas de lingüística general. Silgo Veintiuno editores. 1999. España. Pág. 85.
37
sobre sí mismo en función del otro, el desdoblamiento es una forma de actuación
sobre sí mismo que re-crea al sujeto (a partir del discurso) para presentarse ante
el otro que, no está de más decirlo, es también una proyección hecha por el yo. El
y vehiculada por un lector, “su entidad se sitúa no en el plano del enunciado, sino
“El enunciado es exclusivamente verbal, mientras que la enunciación coloca al enunciado en una
situación que presenta elementos no verbales: el emisor, el que habla o escribe; el receptor, el que
40
percibe; y el contexto en que esta articulación tiene lugar”
“No puede actuarse sobre una cosa sin que esta cosa ejerza un efecto retroactivo sobre el sujeto
agente (…), no es en las relaciones con los demás sino sobre uno mismo. El sujeto agente es uno
mismo, la cosa retroagente es el sujeto que uno se imagina. Lo que propongo, pues, es un método
41
de acción indirecta sobre uno mismo; y no es sino el relato”
39
TACCA, Óscar. Las voces de la novela. Editorial Gredos. Madrid. 1989. Pág. 68.
40
TODOROV, Tzvetan. <<Poétique>>, Qu’est-ce que le estruturalisme. Seuil. París. 1968. Pág. 108. Ibíd. 71.
41
Óp. Cit. Pág. 21.
38
Tenemos entonces que la realidad da privilegio al otro creado quien, merced a la
dinámica propia de la lengua, ostenta la cualidad de ser real, más aún que la ya
muchas veces mencionada instancia productora. Qué otra cosa quieren expresar
“-El Padre. – (Con dignidad, pero sin altanería.) Un personaje, caballero, siempre puede preguntarle
a un hombre quién es. Porque un personaje tiene realmente una vida suya, marcada por caracteres
suyos, por los cuales es siempre “alguien”. Mientras que un hombre –y ahora no me refiero a usted-,
42
un hombre, en general, puede no ser “nadie” .
efímero del autor empírico, rompe el marco de la obra, cae en abismo, al aludir a
42
PIRANDELLO, Luigi. Seis personajes en busca de autor. Traducción de Esther Benítez. Editorial Sol 90.
Colección Premios Nobel. Pág. 107.
39
III.III El relato especular
“1. Órgano (resulta más eficaz hablar de procedimiento) por el que la obra se vuelve sobre sí misma,
la mise en abyme se manifiesta como modalidad de reflejo.
3. Evocada mediante ejemplos tomados de diferentes ámbitos, constituye una realidad estructural
43
que no es exclusiva ni del relato literario ni de la literatura en sí” .
4. Debe su denominación a un procedimiento heráldico que Gide, con toda certeza, descubrió en
1891.”
las condiciones de los personajes y del relato mismo y, plantea, por otro lado, el
43
Óp. Cit. 1991. 15-16.
40
espacio común. Así, la relación microcosmos (el personaje)-macrocosmos (la
abyme cobra sentido en cuanto son estos quienes sostienen los universos
Ahora bien, puede argumentarse que los personajes se instituyen como tales solo
en tanto hacen parte de una obra. Tal argumento no es rebatible (hay una relación
conductor de la obra son las voces que la habitan, toda obra literaria es una obra
incluso cuando no tenemos descripción alguna de esta nos hacemos una imagen
con un narrador del tipo extradiegético solemos, la mayoría de las veces, atribuirle
la identidad del autor empírico. “Para nosotros, tanto más que un mundo, la novela
registro” 44
44
TACCA, Óscar. Las voces de la novela. Editorial Gredos. Madrid. 1989. Pág. 16.
41
Pero la sensación no determina la estructura, ¿a qué tipo de obra nos referimos
42
podemos hablar de mise en abyme, “es mise en abyme todo enclave que guarde
Como bien lo describe Óscar Tacca, en estos casos podemos hablar de una
la obra misma y obtenemos, de mano de uno de los personajes (de primera mano,
incluso mínimas:
46
“Hoy escribo estas páginas en el Río Negro, río sugestivo que los naturales llaman Guainía”
La línea pertenece a Arturo Cova, con esta nos adhiere al proceso mismo de la
misma ventaja frente al lector que el escritor fuera de la obra, las sucesiones y
“En aquellos casos, como se ve, puede hablarse de una fenomenicidad de la escritura: ella es un
acto real, que tiene un lugar en un espacio y un tiempo bien determinados. Dentro del relato, están
45
DÄLLENBACH, Lucien. El relato Especular. Editorial Visor. Madrid. España. 1991. Pág. 16.
46
RIVERA, José Eustasio. La Vorágine. Losada. 1970. Pág. 246.
43
las circunstancias mismas de su escritura. (En un sentido menos restricto, cuando el enunciado trata
47
de sí mismo, Todorov habla de enunciado reflexivo)”
espejo se ha convertido en el símbolo per se del proceso, por ello la forma más
apropiada para referirse a la obra macho sea relato especular. La obra macho es,
ante todo, una obra reflejo, mejor, una refracción de la obra hembra. En la obra
a la obra hembra, como hemos dicho, no es en las partes donde la mise en abyme
“Tal como lo utilizan los autores, sin problematizarlo, el término mise en abyme agrupa un conjunto
de diversas realidades. Estas últimas, como en Gide, se reducen a tres figuras esenciales, que son la
reduplicación simple (fragmento que tiene una relación de similitud con la obra que lo incluye), la
reduplicación hasta el infinito (fragmento que tiene una relación de similitud con la obra que lo
incluye, y que a su vez incluye un fragmento que tiene una relación de similitud…, y así
sucesivamente) y la reduplicación apriorística (fragmento en que se supone que este incluido la obra
47
TACCA, Óscar. Las voces de la novela. Editorial Gredos. Madrid. 1989. Pág. 118.
44
que lo incluye). Dado que las tres reduplicaciones pueden, todas ellas, y en cierto sentido,
relacionarse con una u otra modalidad del reflejo especular, queda claro el valor emblemático y
unificador de que se haya investido el espejo para numerosos críticos”
narrativa:
Reduplicación simple:
de Inéz, de Carlos Fuentes. Una narra la historia de Inéz Prada, cantante lírica
(tales son los fonemas, aparentemente primitivos, con los que se da nombre al
hasta llegar a romper los límites de su culpa a través de la palabra, del grito (que
“Te acercas con tu grito a las bestias y a las aves que serán en adelante tu única compañía, poseída
otra vez de un movimiento interno impetuoso al que le das una voz ululante y selvática, marina,
montañesca, fluvial, subterránea: tu canto, a-nel, te permite huir del desorden brutal de tu vida entera
aniquilada de un solo golpe por actos que tú no controlas ni entiendes, pero de los que te hacen
culpable, los sumas todos y eliminas a la madre cuadrúpeda del bosque, al bello esposo que fue tu
45
hermano, al hermano mayor dueño del poder y muerto antes de morir por la muerte que poseyó en
48
vida (…)”
“Y entonces la voz de Inéz Prada pareció convertirse primero en eco de sí misma, en seguida en
compañera de sí misma, al cabo en voz ajena, voz de una potencia comparable al galope de los
corceles negros, al batir de las alas nocturnas, a las tormentas ciegas, a los gritos de los
condenados, una voz surgida del fondo del auditorio, abriéndose paso por las plateas, primero entre
la risa, en seguida el asombro y al cabo el terror del público de hombres y mujeres maduros,
engalanados, polveados, rasurados, bien vestidos (…), sus mujeres escotadas y perfumadas,
blancas como quesos añejos o frescas como rosas fugaces, el público distinguido del Convent
Garden ahora puesto de pie, dudando por un momento si esta era la audacia suprema del excéntrico
director francés (…), capaz de conducir al extremo la representación de una obra sospechosamente
49
<<continental>>, por no decir <<diabólica>>”
alegoría que le permite extender lazos desde la obra macho a la obra hembra y
narrativa, nos es entregado por partes: la obra dentro de la obra, una parte dentro
totalidad estructural, la obra hembra solo nos devela su sentido completo cuando
del tipo: X=Y si, y solo si, Y se refiere a X. De allí que hagamos énfasis en la
48
FUENTES, Carlos. Instinto de Inéz. Alfaguara. México. 2000. Pág. 114.
49
Ibíd. Pág. 130.
46
interpretación de la obra como un todo. A-nel representa una visión de Inéz, en
La reduplicación apriorística:
50
Ilustración 1.
47
centro se encuentra la Infanta Margarita, vemos también, fuera del cuadro, a
Felipe IV y su esposa Mariana. El creador rompe los límites del lienzo y mezcla la
Cupido que inquieto nos deja ver, a través del espejo, el rostro de la diosa. Los
reyes y el rostro de la Venus son ese fragmento que se supone debe estar dentro
Ilustración 1
51
Ilustración 2.
48
Ilustración 2
composición y minuciosidad del artista, un pequeño espejo convexo que nos deja
la obra.
52
Ilustración 3. En la pintura flamenca destacan la obra de Barbón García (1375), su Tríptico de Werl, cuyo
módulo central ha desaparecido, se adapta perfectamente a este tipo de reduplicación. Otro tanto sucede
con el San Eloy en su estudio, obra de Petrus Christus (1415), donde, cercano al análisis aquí realizado de la
Tabquería de Pessoa, observamos una escena de la calle y, al mismo tiempo, la composición, en un cuarto,
en la cual se encuentra San Eloy. Un ejemplo más típico es, quizá, el compuesto por el fragmento de El
Jardín de las delicias (El Bosco, 1450), donde se ilustra a una dama desnuda forzada a admirarse en un
espejo colocado sobre las nalgas de un demonio.
49
Ilustración 3
50
Otro ejemplo este tipo de reduplicación es, en la literatura, la representación que
vez este sea el tipo de abismamiento que menos relación guarda con el
un individuo creador.
La representación típica de este tipo de mise en abyme, como bien lo afirmó Gide,
51
son las imágenes del cuáquero o la ya expuesta imagen del envase de cacao. De
hecho, la imagen del matrimonio Arnolfini serviría, también, para este motivo. En la
y una noches, Sherezada cuenta su propia historia, lo que de inmediato nos lleva
a pensar que al contar esta historia desembocará en otra Sherezada que contará
“El anciano está sentado al borde de la estrecha cama, las manos apoyadas en las rodillas, la cabeza
53
gacha, mirando al suelo. No sabe que hay una cámara instalada en el techo, justo encima de él…”
La narración prosigue y Mister Blank (tal es el nombre que el narrador elige, a falta
pistas, desarrolla una historia que, hacia el final de la obra, nos revela lo siguiente:
“A falta de algo mejor que hacer por el momento, Mister Blank decide proseguir sus lecturas. Justo
debajo del relato de Trause sobre Sigmund Graf y la Confederación hay un manuscrito más largo, de
unas ciento cuarenta páginas, que, a diferencia de la obra anterior, anuncia en la primera hoja el
título de la obra y el nombre del autor:
N.R. Fanshawe
Ajá, dice Mister Blank en alta voz. Esto está mejor. A ver si por fin estamos llegando a alguna parte,
después de todo.
53
AUSTER, Paul. Viajes por el Scriptorium. Anagrama. Barcelona. 2007. Pág. 9.
52
“El anciano está sentado al borde de la estrecha cama, las manos apoyadas en las rodillas, la cabeza
54
gacha, mirando al suelo. No sabe que hay una cámara instalada en el techo, justo encima de él…”
aislado en una habitación encuentra una lectura sobre un hombre que, aislado en
una habitación, encuentra una lectura sobre un hombre que, aislado en una
aislamiento son los personajes del novelista (la figura de Paul Auster es anulada)
N.R Fanshawe, quien resulta ser el mismo Mister Blank. El marco de la obra, al
igual que en las Meninas y en la obra de Van Eyck, se rompe confundiendo los
“Creo hablar en nombre de todos sus agentes cuando digo que tiene lo que se merece: ni más ni
menos. Y no hablo de castigo, sino de un acto de suprema justicia y compasión. Sin Mister Blank no
somos nada, pero la paradoja es que nosotros, seres puramente imaginarios, sobrevivimos en la
55
mente que nos creó, porque una vez arrojados al mundo existiremos hasta el fin de los tiempos, y
54
AUSTER, Paul. Viajes por el Scriptorium. Anagrama. Barcelona. 2007. Pág. 180.
55
AUSTER, Paul. Viajes por el Scriptorium. Anagrama. Barcelona. 2007. Pág. 184.
53
por entes de ficción. El enmascaramiento, entonces, establece el abismamiento y
Las opciones, para el caso, indican que tras estos personajes hay otros que
obligan a los personajes a obligar a un autor a sostener la ficción, tras los cuales
“tales inversiones (mise en abyme) sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores
56
o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios” El subrayado es
nuestro.
lengua y el discurso, los marcos de la realidad son rotos, los planos de realidad y
linealidad de la narración.
56
BORGES, Jorge Luis. Otras Inquisiciones. Editorial Sur. Pág. 47. 1952.
54
Lo real en la literatura
Rodolfo Walsh
55
El Móvil
comprende los siglos XX y XXI (sino en toda la historia de la literatura). Sobre todo
que giran en torno al vínculo que guardan una y otra y, más aún, las diferencias
que una narración de ficción tiene respecto a una narración de lo real. Todo esto
nos hace volver sobre la idea de que la literatura, mejor, la ficción está en un plano
y, en otro, la realidad.
Frente a la que discusión sobre lo real y lo ficticio, tenemos que decir que
cualquier cosa que se considere ficticia es ficticia solo en relación con una realidad
56
Antes hemos expuesto una serie de herramientas usadas como mecanismos en la
construcción literaria, a nivel global (de la obra) y particular (del personaje), estos
inquietud e interés por el tema, sirve a efectos de sustentar nuestra tesis. Sin
allí el tema que nos interesa y la forma en que se trata, aún así, será el interés del
lector el que lo lleve a otras obras para sacar sus conclusiones. Por su concisión,
las primeras obras del autor que, entre otras cosas, contiene un gran número de
puede variar de acuerdo a la obra. Cada obra se acerca a la realidad de una forma
57
imposible, puesto que el abanico de las formas en que la literatura trata la
realidad, las formas como se relaciona con ella, es amplio y requeriría del
términos. Ficción deriva directamente del verbo fingir, fictítíus en latín, que
significa aparentar, simular. También deriva de fingir figurar, término este más
realidad, más aún, crear una idea de realidad, reformarla. Definir realidad resulta
más complejo, deviene del latín res, cosa, sin embargo el término es bastante
vago ya que apunta siempre a abarcar aquello que tiene una existencia efectiva y
58
transformar la realidad. Este, sin embargo, es el objeto de muchas obras, incluso
lo que nosotros hemos llamado efecto de confusión. Este efecto consiste en fundir
etimología. El prefijo con que significa reunión, agregación . Fundir, por su parte,
puede provenir de dos verbos latinos, a saber: fundō que significa congelamiento y
punto en que la realidad del autor de la obra “Álvaro” se funde con la realidad de
su personaje “Álvaro”, esto se logra merced a que el autor real de la obra supone
una concepción de realidad por parte del lector, su trabajo es, entonces, manipular
esta realidad de tal modo que se confunda con su obra de ficción. La manipulación
59
Cada día se levantaba puntualmente a las ocho. Se despejaba con una ducha de
culmina la historia con la misma frase. Un poco más nos sugiere Cercas en su
epílogo:
"Podemos caer en la trampa de que las novelas se leen con la lógica del código penal -más que un
reproche la frase parece una licencia- y preguntarnos si El móvil que comienza y, sobre todo,
concluye diciendo <<Álvaro se tomaba su trabajo en serio...>> es obra de Álvaro, del protagonista de
Álvaro o de uno y otro. Pero si en mayor o menor grado es del protagonista, según muy bien cabe
interpretar, a poca costa nos sería lícito inferir que Álvaro no crea a su protagonista, sino que es el
protagonista quien crea a Álvaro; y tal vez continuemos inquiriendo quien nos finge o nos sueña a
58
nosotros lectores" (el subrayado es nuestro).
igual que el novelista, tiene como objetivo crear la obra perfecta, para ello se vale
Álvaro como personaje y autor de su propia obra, ya en este punto la realidad (la
del autor y la del personaje) resultan confusas. Por otra parte, la puesta en abismo
a modo de reduplicación al infinito (la obra que contiene a la obra, que contiene a
la obra, que contiene a la obra...) borran la línea que, al entrar a la obra como
57
CERCAS, Javier. El Móvil. Tusquets Editores. Barcelona. 2003.Pág. 28.
58
Ibíd. Pág. 29.
60
El autor, no conforme con los límites de la ficción, interviene la realidad y la
autor de una novela cuyo personaje es Álvaro, dicho personaje, al igual que el
novelista, tiene como objetivo crear la obra perfecta, para ello se vale de la
Álvaro como personaje y autor de su propia obra, ya en este punto la realidad (la
del autor y la del personaje) resultan confusas. Por otra parte, la puesta en abismo
a modo de reduplicación al infinito (la obra que contiene a la obra, que contiene a
la obra, que contiene a la obra...) borran la línea que, al entrar a la obra como
61
"Comprendió entonces que había una secreta justicia en que pagase por ese asesinato; en realidad,
el matrimonio era sólo superficialmente responsable de él: una mera mano ejecutora. él era el
verdadero culpable de la muierte del viejo Montero. Irene y Enrique Casares habían sido dos
59
marionetas en sus manos; Irene y Enrique Casares habían sido sus personajes"
A esto hemos llamado confusión. El efecto es, sin duda, de sugestión, por ello se
vale enteramente del narrador para alcanzar su objetivo, es por ello que
"Por eso vivir consiste en inventarse a cada paso la vida, en contársela a uno mismo. Por eso la
realidad no es otra cosa que el relato de alguien que está contando, y si el narrador desaparece, la
realidad también desaparecerá con él. De ese narrador pende el mundo. La realidad existe porque
alguien la cuenta. Inventamos constantemente el presente; más aún el pasado. Recordar es inventar
[...] sólo somos capaces de saber lo que pensamos cuando las palabras lo fijan, no lo he
comprendido con claridad sino a medida que escribía estas páginas, a medida que completo esta
60
crónica que, como el mundo, sólo es real porque yo la cuento... "
toda obra de ficción, sea cual sea, tiene lugar solo en la realidad, de lo contrario su
59
Ibíd. Pág. 28.
60
CERCAS, Javier. El vientre de la ballena. Tusquets Editores. Barcelona. 1997. Pág. 2260-261.
62
corresponde al narrador, además, diluir el vínculo que de la obra con la realidad y
reflexión sobre la realidad, una forma de darle sentido y aclarar algunos de sus
duros vacíos.
63
Si bien nuestro análisis ha sido desarrollado a partir de la postura del lector o
analista, es decir, de quien desde fuera mira la obra y ofrece una interpretación de
la misma, conviene anotar que las teorías desarrolladas son, ante todo,
permitirá decir, entonces, que teorizar sobre las mismas, es ofrecer herramientas
para la creación.
la estrategia radica en que aquellas palabras que se usan para expresar “la
verdad” son las mimas que se usan para fingir y, no está de más decirlo, dicha
Tacca:
“…la novela, tanto como una cuestión de planos y perspectivas, es una cuestión de polifonía y
registro: alguien cuenta un suceso, lo hace con su propia voz; pero cita también, en estilo directo,
61
frases del otro, imitando evidentemente su voz, su mímica y hasta sus gestos”
61
TACCA, Óscar. Las voces de la novela. Editorial Gredos. Madrid. 1989. Pág. 29.
64
Cuando le damos a estos procedimientos, entonces, el carácter de estrategias
estas:
la otredad y de la fragmentación.
65
3. Ciñéndonos a la interpretación sensible y delimitando los límites de la
través del discurso ha creado a otro que expresa una realidad diferente a la
realidad, una ilusión: ella también pasa por la alquimia del narrador (…) la verdad <<oral>>
62
de un personaje es una verdad tamizada por el narrador”
abyme).
62
TACCA, Óscar. Las voces de la novela. Editorial Gredos. Madrid. 1989. Pág. 137.
66
Así, la pregunta inicial (¿cómo y cuáles son las estrategias narrativas usadas por
obra.
Ahora bien, la presente es tan solo una propuesta de tipo analítico, debe
reconocerse que una obra artística puede mirarse y, más aún, interpretarse desde
obra. No pretendemos que esta sea la mirada única para el análisis, la nuestra es
de este tipo.
67
Bibliografía
68
- CARREÑO, Antonio. La dialéctica de la identidad en la poesía
contemporánea. La persona, la máscara. Editorial Gredos. Madrid, España.
1982.
- 1
BAUDELAIRE, Charles. Las Flores del mal. Los Paraísos Artificiales. El
Espleen de París. Bruguera. España. 1975.
- ARGULLOL, Rafael. Visión desde el fondo del mar. Edit. Acantilado. 2010.
- MELVILLE, Herman. Mobie Dick. Edit. Oveja Negra y RBA. Bogotá 1982.
69
- PESSOA, Fernando. Antología mínima. Poemas de Álvaro Campos.
Traducción de Miguel Ángel Viqueira. Ediciones 29. 1996.
70
- LANDERO, Luis. Juegos de la edad tardía. RBA Editores. Barcelona,
España. 1993.
- BORGES, Jorge Luis. Otras Inquisiciones. Editorial Sur. Pág. 47. 1952
71