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Pozzio, M. R. (2003) Murgas: Cultura, Identidad y Política. Sus nuevos
significados [en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de
La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/
tesis/te.555/te.555.pdf
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1-INTRODUCCIÓN.
Este trabajo surgió a partir de inquietudes diversas. Una de ellas era la de querer
reflexionar sobre algún fenómeno de la cultura que diera cuenta de lo que aquí
hemos denominado “politización cultural”, es decir el proceso a través del cual
ciertos fenómenos del campo cultural se convierten en espacios de compromiso
social y oposición activa al orden vigente. Otra de las inquietudes consistía en
encontrar un objeto de estudio que permitiese el abordaje antropológico y
sociológico, enriqueciéndose de ambas miradas. Por último y como síntesis,
estaba la inquietud de indagar sobre el fenómeno de las murgas; un fenómeno del
folclore que reapareció en la última década dotado de nuevos sentidos y nuevos
actores sociales, expandido y en el caso de nuestra ciudad, de gran visibilidad.
Con estos elementos, interpenetrados y no siempre distinguibles a nivel
consciente, nos aproximamos al campo. Muchas nociones fueron cambiando
durante el proceso de conocimiento e intercambio con los sujetos estudiados;
muchos otros permanecieron, matizados o convertidos en provisorias certezas.
La intención es llegar a una definición que sea descriptiva y no, como en muchos
casos sucede, de tipo normativo. Esta aclaración es válida ya que desde que esta
noción comenzó a ser empleada ( en el siglo XVIII aproximadamente) suscitó
fuertes debates respecto a su significado; debates que se explican por el hecho
de que la noción de cultura penetra directamente en el orden de lo simbólico, en
aquello que se vincula con el sentido, es decir en aquello sobre lo cual es muy
difícil ponerse de acuerdo.
“ […]detrás de los desacuerdos semánticos sobre la justa definición de la palabra se disimulan
desacuerdos sociales y nacionales. Las luchas de definición son, en realidad, luchas sociales,
puesto que el sentido que hay que darle a las palabras proviene de compromisos sociales
fundamentales.” 2
Esta nos lleva a reflexionar sobre algunas otras cuestiones. En primer lugar que
la cultura no puede ser estudiada independientemente de lo social; es decir, las
relaciones culturales se desarrollan en el interior de los diferentes marcos sociales;
no se trata de apuntar paralelismo entre factores sociales, políticos, económicos,
etc. y lo que acontece en el mundo de la cultura, sino de subrayar la
interdependencia de ambos. Tener en cuenta la dimensión social de los
fenómenos culturales no implica verlos como simples “reflejos”, determinados
unilateralmente por lo que acontece a nivel de la estructura social; implica más
bien, tener en cuenta dicha interdependencia sin perder de vista la lógica propia y
relativa autonomía del campo cultural. Siguiendo con Bourdieu, el autor diría que
un artista del campo de la cultura va a estar más condicionado por las leyes
propias del campo que por la estructura global de la sociedad. Relativizando un
poco esta posición, diríamos que va a estar igualmente influenciado por uno y otro.
Esta relativización no es arbitraria, sino que obedece a una realidad diferente a la
analizada por el autor francés. En nuestro país y en el resto del continente, el
campo de la cultura ha estado, en muchas ocasiones, sobreinfluenciado por el
campo de la política, quitándole, tanto desde el Estado como desde los partidos
o movimientos políticos, mucho de la relativa autonomía de la que hablábamos
antes ( Wortmann, 2001).
Como veremos en el apartado siguiente, tanto la cuestión de la cultura como
mediadora entre el orden y el sujeto como la que acabamos de mencionar, nos
llevarán a ver el papel de la cultura en la construcción del consenso o como
espacio de lucha por la hegemonía.
Decíamos al principio que era necesario aclarar una definición de “cultura” debido
a las muchas y posibles significaciones del término. Lo mismo sucede con “cultura
popular”, ya que aquí a la polisemia de “cultura” debe agregársele las muchas
connotaciones del adjetivo “popular” y del concepto compuesto por ambos
términos.
Desde el punto de vista de las ciencias sociales es necesario evitar las miradas
maximalistas que cargan al concepto de juicios valorativos. De esta manera nos
alejaremos de las posiciones que ven a las culturas populares como derivados
empobrecidos de la cultura dominante, como manifestación de la alienación social,
efecto pasivo o mecánico de la reproducción social , careciente de autonomía y
creatividad; pero también de aquellas que con signo positivo y una visión casi
romántica la describen como la cultura auténtica del pueblo, reservorios de la
verdadera tradición, espontáneas y totalmente independientes de la cultura
dominante. Estas dos posiciones describen a las culturas populares de manera
ahistórica y sustancial, sin tener en cuenta ni sus transformaciones e influencias
ni su complejidad, que es uno de los rasgos que las caracterizan.
Así partiremos de la definición de Peter Burke que plantea:
“Respecto a la cultura popular parece preferible definirla inicialmente en sentido negativo como
cultura no oficial, la cultura de los grupos que no formaban parte de la elite, las “clases
subordinadas” tal como las definió Gramsci.” 7
En sintonía con esta definición podríamos agregar las palabras de García Canclini:
“ Lo popular es en esta historia lo excluido: los que no tienen patrimonio o no logran que sea
reconocido o preservado; los artesanos que no llegan a ser artistas, a individualizarse, ni participar
en el mercado de bienes simbólicos “legítimos”; los espectadores de los medios masivos que
quedan afuera de las Universidades y los museos, incapaces de “leer” y mirar la alta cultura porque
desconocen la historia de los saberes y estilos” 8
La murga es, antes que nada, una agrupación de carnaval. Por lo tanto, es
necesario analizar brevemente este fenómeno y recorrer algunas reflexiones que
ha suscitado para enriquecer nuestra mirada sobre una manifestación particular
como la murga, que es el objeto de este trabajo.
El carnaval festejado en Occidente desde la Edad Media reconoce como
antecedentes a las dioysiai griegas y las saturnalias romanas; estas fiestas, donde
eran usuales los festines y el trueque de papeles, por ejemplo, entre amos y
esclavos, van a entroncarse con la tradición católica, de manera que en el período
que va desde el festejo de la Navidad hasta el ayuno de la Pascua, comienza a
celebrarse, con fecha variable, el carnaval cristiano. Fiesta del desborde y la
anarquía donde los pueblos se dedican a los placeres contenidos durante el largo
invierno que acaba. Fiesta que devolverá las cosas a su lugar cuando termine y
comience la etapa del arrepentimiento y el perdón.
El tema del ridículo nos lleva a pensar en una figura de aparición contemporánea
al carnaval, figura emblemática que encarna el espíritu carnavalesco: el bufón.
Como afirma Balandier, al bufón ya no hay que buscarlo en la corte, sino en la
calle, en la máscara del Rey Momo. El bufón es el encargado de señalar, a través
de la ironía, aquello que nadie dice; tiene una función catárquica, transgrede, pero
en el orden de lo ritual; la actuación del bufón es una vindicación de la libertad,
pero una libertad que actúa por procuración. Al igual que el carnaval, tiene una
función ambivalente.
La festividad del carnaval es, según el autor, vivida como una segunda vida del
pueblo, una parodia de la vida ordinaria. Por eso sitúa al carnaval en las fronteras
entre el arte y la vida, ya que no es más que la vida misma presentada a través
de los elementos del juego, del “como si…”, que instala en un lapso de tiempo
determinado ( el carnaval en la Edad Media duraba aproximadamente tres meses),
la vigencia de un orden subvertido, patas para arriba, grotesco y exagerado.
El carnaval realiza y representa el contra-orden, la inversión de los roles y las
jerarquías. Pero sólo por unos días... Este aspecto dual es objeto de debates.
Muchos autores han señalado que, como todo ritual, el carnaval, con su desborde
programado, contribuye al reforzamiento del orden, operando como una válvula
de seguridad (Vidart, 1997) .Por eso lo consentían la Iglesia y los amos de
esclavos en los carnavales coloniales. Sin embargo, por la grieta de libertad
propuesta en el carnaval, a veces se filtraban las revueltas. El caso paradigmático
es el carnaval de Romans, en Francia, durante los festejos del año 1580. En ese
caso, falló la función terapéutica de liberación de las tensiones sociales: el
carnaval se convirtió en un arma política y provocó el estallido campesino.
Claro que el carnaval es más bien la metáfora, la necesidad de burlarse del orden
de las cosas ante la certidumbre de no poder transformarlas. Por eso, cuando el
carnaval finaliza, el orden se refuerza, ya que todo orden, para permanecer,
precisa de su anverso, el desbarajuste, para así, luego de éste, renacer fortalecido.
En la tensión entre estas dos posturas, en la ambivalencia misma, es donde
conviene situarse, para volver desde allí a encontrarse con la murga, con su
denuncia cantada desde la alegría, con la crítica cáustica con forma de sonrisa,
con su presencia festiva que divierte y reclama, condena y danza, saltinbanquea
y organiza.
La propuesta es que las diferentes miradas sobre el carnaval nos permitan volver a las manifestaciones
particulares de éste y entre ellas, a la murga, con una lente especial que enriquezca nuestra propia mirada.
Ante todo, como ya dijimos, que nos permita analizar los múltiples y variados significados del fenómeno.
3- APARTADO METODOLÓGICO.
Este trabajo está basado en una investigación de campo llevada a cabo entre los
meses de febrero y junio de 2002; meses durante los cuales asistí a los ensayos
de los días viernes de la murga platense “Tocando Fondo” (TF). La murga ensaya
dos veces por semana (martes y viernes); la elección del día corresponde a que
es el viernes el ensayo donde, por lo general, concurre el mayor número de los
integrantes; también, se da el hecho que las actuaciones de la murga son
usualmente los fines de semana, de manera que los viernes anteriores a la
actuación el ensayo era más intenso, se trabajaba más y con mayor nivel de
compromiso de parte de los integrantes.
Antes de comenzar es bueno tener en cuenta que la murga tiene una historia,
cuyo comienzo podríamos fechar tentativamente a principios del siglo XX. SIn
embargo, como agrupación de carnaval, la historia de la murga debe comenzar a
rastrearse en los orígenes de las manifestaciones del carnaval en nuestro país. Y
antes de esto, es conveniente describir a grandes rasgos las características de los
carnavales americanos.
El carnaval llega a América junto con la conquista. Las zonas colonizadas por las
potencias latinas (España, Portugal, Francia) serán las que “heredarán” este
festejo que, en un comienzo, tiene las mismas características del Carnaval
festejado en la Europa Occidental durante la Edad Media.
El carnaval europeo “trasplantado” al continente pronto se tornará una realidad
bien distinta; producto de la mezcla, el sincretismo y la fusión con las diversas
creencias indígenas y las poblaciones africanas esclavizadas, las distintas
situaciones geográficas y climáticas, el carnaval dará lugar a múltiples carnavales
en permanente proceso de hibridación.
Así, entre los más característicos, se distinguen los de la costa colombiana, los
quiteños y la costa de Ecuador, el carnaval de Oruro, los carnavalitos andinos, los
carnavales góticos en el área de colonización francesa ( Montreal, Nueva
Orleáns), carnavales bahianos y cariocas, y los del área rioplatense
(básicamente urbanos, ligados sobre todo a Buenos Aires y Montevideo).
EL CARNAVAL DE BUENOS AIRES.
En nuestro país, el festejo del carnaval va a estar siempre bajo la atenta mirada
de las autoridades, llegando a prohibirse determinado tipo de festejo en varias
oportunidades. Esta voluntad de normatizar y limitar este espacio de expresión es
una cuestión de Estado desde épocas tan lejanas como el virreynato. Esto hace
decir a Jones y Nacci que se trata de la intención, por parte de los gobiernos de
“ en términos foucaultianos, de vigilar y castigar, restringiendo la subversión del
orden durante unos días para que permanezca vigente el resto del año” 1.
Al recelo de las autoridades se le sumará otra constante; es el hecho de que, en
la mayor parte de su historia, el carnaval fue manifestación clara de lo que sucedía
en la sociedad argentina, como si en el festejo cristalizaran tendencias y
movimientos; como veremos, este rasgo se potencia en unos momentos más que
en otros, pero, de todas maneras, podríamos decir que detenernos en el análisis
de esta fiesta es una forma de operar un corte semiótico de la sociedad argentina.
Al respecto, A. Martín escoge una frase de Sarmiento muy reveladora:
“El pueblo se muestra tal cual es en estos días de desorden autorizado, más puede medirse su
estado de moralidad y cultura en medio de las locuras del carnaval, que en los comicios públicos
o en los actos íntimos de la vida” 2
Ya durante la colonia comienzan a manifestarse los que serán dos de los rasgos
predominantes del festejo del carnaval: la música y los juegos con agua.
La música era la de los tambores de la población negra, cuyo toque acompañaban
con figuras de baile y coreografías que mucho tenían que ver con su cultura
africana original. De allí surge la denominación candombe, que es un vocablo del
idioma bantú y significa perteneciente o propio de los negros. Los negros esclavos
se agrupaban según sus naciones originarias y bailaban al son de los tambores
durante horas, llegándose a retar entre agrupaciones rivales. Pronto, este tipo de
danza escandalizó a la población criolla y alentó temores políticos. El Virrey Vertiz
fue el primero en prohibir el toque de tambor y la danza de los negros, de modo
que el candombe se trasladó a lugares cerrados y casi clandestinos.
La población criolla se divierte con “guerrillas carnavalescas” que consistían en
arrojar proyectiles (porotos y garbanzos, huevos de gallina o avestruz) a los
transeúntes y mojarlos con vejigas de animal infladas con agua. Esta práctica, que
ayudaba a aliviar el calor estival, era calificada por los intelectuales de la época
como costumbre de “bárbaros” (Kartun, 1975).
Con Rosas en el poder, el candombe vuelve a ser permitido y las naciones negras
se organizan bajo su patrocinio. Las coplas ensalzan al gobernador.
“ El es neglo bosalona/ pelo neglo fedelá/ y agladecilo a la Patlia/ que le dio la libeltá/ Esi neglo
cada noche/ sueña con Don Juan Manuel/ y luego de mañanita/ otla vesi hablando de él”3
Un cañonazo a las doce del mediodía indicaba el comienzo de los juegos de agua
en la ciudad, que se daban por terminados a las seis de la tarde.
Después de Caseros, sin embargo, los festejos por el carnaval vuelven a ser
prohibidos, prohibición que dura hasta 1868, cuando se permite el desfile de
corsos por primera vez desde la caída de Rosas. En esta nueva etapa hacen su
aparición las Sociedades de Negros, que no son más que agrupaciones de
jóvenes blancos porteños disfrazados de negros.
“Los dueños de la ciudad recuperada apelaron al carnaval para expresar la incertidumbre
y el terror frente a los violentos cambios sociales. Los señoritos de la élite disputaron en la calle
misma su lugar preeminente, apelando a la sátira y la ridiculización de las naciones negras.” 4
El esplendor de este carnaval se extiende durante casi cuarenta años. Entre las
décadas del veinte y el treinta comienza a decaer. Algunos autores plantean la
proletarización e ideologización (existían agrupaciones anarquistas) de algunas
agrupaciones de carnaval como uno de los motivos de que los festejos se alejaran
de los palcos oficiales. Como en todo fenómeno, no hay una única explicación,
pero podemos pensar el en hecho de la disminución de la ola inmigratoria de
ultramar, la “argentinización” de los hijos de dichos contingentes, la década infame
del fraude electoral, etc, como factores que ayudan a vislumbrar un por qué.
Lo cierto es que, desde 1930, el núcleo aglutinante de las agrupaciones de
carnaval pasó a ser el barrio y en particular, algunas de las instituciones
La representación artística de la murga se basa en tres momentos: desfile de
entrada, canciones, retirada. Abren el desfile el estandarte, que en letras brillantes
lleva escrito el nombre de la agrupación, año de fundación y el año en curso.
También suelen llevarse banderas, abanicos gigantes y lanzallamas. Desfilan
primero los niños (llamados mascotas), luego los jóvenes y por último, la banda
con los instrumentos de percusión, acompañados por los directores de baile. La
vestimenta es otro de los signos identificatorios de cada grupo y uno de los
elementos que distinguen a la murga como heredera del candombe: los trajes
confeccionados en tela brillante (raso o satén) con corte de levita son una
reminiscencia de los trajes de los amos que, durante el carnaval, los esclavos
tomaban para disfrazarse, dándolos vuelta y dejando a la vista el revés.
Todo esto nos puede llevar a pensar que fue esa adhesión al régimen lo que
provocará que en los sucesivos gobiernos, el carnaval callejero y en especial las
murgas fueran sistemáticamente prohibidas, prohibición que abarcó el similar
período que la proscripción al peronismo. Sólo en dos años de gobiernos
dictatoriales ( 1968 y 1980) fueron permitidos los corsos en el desfile oficial de la
Municipalidad de Buenos Aires en la Avenida de Mayo.
Más arriba describimos junto con Vidart a las murgas como una de las formas de
festejo de carnaval más discursivas. Este elemento sumado al carácter siempre
en tensión, pero siempre presente, del carnaval como transgresión subversión y
burla de lo instituido; y el componente fuertemente popular que siempre la
distinguió, hace de la murga, como ya dijimos, un espacio a ser vigilado desde el
poder y en caso necesario suprimido. Es decir, cuando ni siquiera las restricciones
en el espacio y el tiempo bastan para contener las energías renovadoras del
carnaval, el carnaval como festejo del pueblo, debe ser prohibido.
Sin embargo, más allá de los gobiernos de turno, dictatoriales o no, la murga como
manifestación y festejo barrial del carnaval porteño mantuvo gran vigencia.
El humor, las anécdotas subidas de tono y la sátira política eran una constante.
Sin embargo, el año 1976 es una bisagra en esta historia.
El gobierno militar impuesto ese año, en su objetivo de disciplinar por todos los
medios a la sociedad argentina, prohibió el festejo en los espacios públicos y por
medio de un decreto ( el 21.329 firmado por Videla, Harguindeguy y Bardi), eliminó
el feriado de lunes y martes de carnaval. Las anécdotas de los murgueros de ese
entonces relatan cómo la policía iba a reprimirlos y buscaba para llevarse a los
cantores, por cuya voz se oía la crítica. Las canciones de hoy denuncian lo
sucedido. En todas las murgas hay una canción a los desaparecidos. Las murgas
del sur de la Capital Federal ( Los amantes de la Boca, Los verdes de Montserrat
y Pasión Quemera) le cantan en conjunto a Cacho y el Negro, dos murgueros de
la zona, desaparecidos por “pensar y sentir distinto”.
“ Quizá el odio se llevó tu cuerpo pero tu risa se quedó acá y le hace burlas al olvido”
“ En las esquinas del sur suenan vientos de voces, son los pibes que no están, los de aquellos
murgones”
En 1989 se produce un hecho inédito: por primera vez una institución de la Cultura
Oficial reconoce como artistas a los murgueros. El Fondo Nacional de las Artes
auspicia una convocatoria para conformar una Federación, proyecto que si bien
no prosperó deja sentado un precedente muy importante.
Comenzada la década del noventa la historia de la murga cobra un nuevo vigor.
En el año 1991, Coco Romero, un conocido murguista, va a generar un taller de
murga desde el Centro Cultural Rojas, convocando para eso a viejos y
experimentados murguistas como Nariz Pérez y Tato Serrano (esta experiencia
reconoce como antecedente la convocatoria del Fondo Nacional de las Artes). Es
la primera vez que surge una murga de Taller y se llama “Los Quitapenas”; en
1996 graban una obra con actuación y en 1998 unos arreglos musicales junto a
Viejos Murgueros que se llamó “Con el corazón en juego”.
Muchos coinciden en que es ése el motivo de que el movimiento murguero se
relanzara y comenzaran a surgir nuevas agrupaciones, renacieran algunas viejas
y sobre todo, se produjera el acercamiento a la murga de un nuevo público
participante. Tanto es así que en seis años surge M.U.R.G.A.S.
(Murgas Unidas Recuperando y Ganando Alegría Siempre), un movimiento en el
que se agrupan muchas de las principales murgas (la mayoría porteñas), cuyos
objetivos son defender los derechos de los murgueros (en este sentido,
inspirándose en la murga uruguaya que tiene su representación gremial desde
1956) y organizar la lucha por la recuperación de los feriados del carnaval, que, a
pesar del regreso de la democracia, no fueron restituidos al calendario. El único
reconocimiento es el del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que por medio
de una ordenanza convierte a las murgas en patrimonio cultural de la ciudad. Las
murgas (en su tipo porteño) proliferan a lo largo y ancho del país, convocando a
nuevos participantes y nuevo público. Referido a esto queda planteada la cuestión
del intercambio de experiencias y realidades económicas y sociales muy
diferentes, pero unidas por la pasión por el carnaval.
“Imaginate un murguero de un barrio de Buenos Aires hablando de las levitas de raso y la galera,
junto con los cartoneros de Berisso que hacen los bombos con tachos de basura” 10
5- EN EL CAMPO:
1 Nos referimos a las murgas conformadas desde los tradicionales Centro-Murgas porteños.
En la mayoría de las murgas hoy, el componente barrial no es la identidad
aglutinante por excelencia. Quizá, por tradición, en Capital Federal la cuestión del
barrio se siga respetando más que en otros lugares, como en La Plata. Lo cierto
es que aquí las murgas no se identifican (en general) con un barrio o una zona,
más allá de que tengan una plaza o un lugar de ensayo de referencia. Los
participantes eligen la murga por motivos diversos, pero en general, no predomina
lo relativo a la cercanía o la identidad barrial.
La mayoría de las murgas de La Plata ensaya dos veces por semana durante todo
el año. En general, comienzan ensayando al aire libre, básicamente en plazas.
Pero a la intemperie se está al arbitrio del tiempo y de las quejas de los vecinos
que, sobre todo al principio de este proceso, no entendían qué sucedía con tanto
ruido. A este respecto, la tolerancia ha ido aumentando, aunque no todo lo que se
desearía. Siempre hay alguna queja que entorpece el desarrollo del ensayo. Por
esta razón, en general, se ensaya al caer la tarde. Hoy, la mayoría de las murgas
han conseguido un lugar fijo de ensayo bajo techo. Se trata de lugares públicos
cedidos especialmente, como pueden ser escuelas, clubes, la República de los
Niños o el campo de deportes de la UNLP. Durante los ensayos se despliega la
cotidianeidad de la murga, se hacen y deshacen amores y amistades, se baila, se
discute, se aprende.
Tocando Fondo ensaya en la Escuela nº 8 “Domingo Faustino Sarmiento” y la
solidaridad de los directivos de la escuela en permitir ceder el espacio para los
ensayos es explicada por los murgueros como resultado de su compromiso con
la defensa de la escuela pública y lo público en general.
Una última cuestión respecto al funcionamiento es la forma en que las murgas
abren su convocatoria para sumar participantes. La mayor parte del tiempo, están
abierta. Así, durante los ensayos, quienes quieren formar parte se pueden
presentar. Respecto a las admisiones, no hay límites ni de edad ni de condición
social ni nada. No discriminar es uno de los lemas básicos. Cualquiera que tenga
ganas puede devenir murguero. Hay un proceso de aprendizaje necesario,
siempre a cargo de alguien experimentado que asume la tarea. Luego de este
período, en que el aspirante aprende a bailar e internaliza las reglas básicas de
convivencia que cada murga practica, comienza la etapa de la confección del traje
propio para estrenar el día de la primera actuación.
Mientras más numerosa sea una murga, mejor, ya que es importante la cantidad
como efecto visual al momento del desfile. El tamaño de una murga es parámetro
de su importancia y peso. Pero hubo ocasiones en que ciertas murgas debieron
restringir el acceso por un tiempo determinado ya que la gran afluencia de
aspirantes superaba las posibilidades de enseñarle a todos por igual.
En la actualidad, las murgas mantienen la actividad durante todo el año. Esto hace
que muchas sean las presentaciones y actuaciones. A grandes rasgos podemos
distinguir entre las actuaciones propias, que por lo general se desarrollan en
plazas; y aquellas ligadas a invitaciones o compromisos que ciertas murgas han
asumido como propios.
En este último sentido, el caso de Tocando Fondo es paradigmático, siendo una
murga que se ha embarcado en la defensa de determinadas causas en forma
activa. Entre las normas de conducta que se han planteado sus integrantes está
la de no colaborar con partidos políticos o entes estatales, porque entienden que
asumir compromisos con ellos implica de alguna manera avalar la política que han
estado llevando a cabo, con la cual no están de acuerdo. El compromiso, en todo
caso, es con lo público, “con lo que es nuestro”, como la educación, la salud, etc.
Podríamos afirmar que las causas con las cuales se han involucrado
corresponden más al ámbito de la sociedad civil, de manera que, el compromiso
asumido con ellas implica cierta coordinación con los movimientos sociales que
las enmarcan. Así, han colaborado con Rosa Bru, madre del desaparecido
estudiante de Periodismo Miguel Bru; con las víctimas del Gatillo Fácil; con
organizaciones de DD.HH como Madres de Plaza de Mayo, Abuelas e HIJOS. En
el último tiempo han asistido a festivales organizados por Asambleas Barriales,
así como también se han solidarizado con el movimiento piquetero. Ellos explican
las razones del compromiso de la murga:
“Luchamos por la alegría, que es un derecho de todo ser humano. En el tiempo
en que vivimos es claro que desde el poder político se quiere imponer lo contrario.
Luchar por la alegría, desde la alegría, es luchar por un estado de felicidad y
justicia individual y colectiva que no es el que vivimos. “
Así, la verdadera alegría es posible en otro orden de cosas. Luchar por ese orden,
se enmarca en la defensa de la alegría como derecho, que es a la vez el derecho
de no tener hambre, de vivir en una sociedad justa y solidaria, donde ningún otro
derecho básico sea violado. Todo lo que atente contra este derecho así formulado,
es digno de reclamo y protesta.
Estas cuestiones son las que motivan que muchos de los murgueros describan su
actividad como una especie de “militancia”; otros dicen que estando en la murga
canalizan cierta necesidad de “participación social” que no encuentra otros lugares
donde realizarse.
El perfil que estos compromisos asumidos le han dado a la murga es lo que
básicamente la diferencia de otras. Por eso quien hoy se acerca sabe de ese perfil
y muchas veces, por el mismo es que la elige. Sin embargo, hay que aclarar que
si bien en La Plata es la única con estas características, existen muchas murgas
en Capital Federal y el Gran Buenos Aires que comparten con Tocando Fondo la
cuestión del compromiso social; cuestión que se ha ido extendiendo sobre todo a
partir de este último verano con la confluencia en el “carnaval de la protesta” de
murgas porteñas, piqueteros y asambleístas. En este sentido es ilustrativo el
hecho de que muchos vecinos que se quejaban del ruido producido por la murga,
después de la experiencia “cacerolera”, hayan comenzado a solidarizarse con ella.
En las otras murgas de la ciudad este rasgo no está presente, pero de alguna
manera se da cierta participación social cuando, por ejemplo, algunas de ellas van
a actuar a hospitales, institutos de menores, comedores, escuelas, etc. Aquí el
compromiso no estaría enmarcado en causas sociales articuladas y
representadas por algún tipo de movimiento, pero sí con determinado imaginario
social que valora lo público y solidario. Respecto a eso, las murgas que han
decidido no asistir a las marchas plantean que ir implicaría un gran desgaste para
el grupo, a la vez que no asistir es una forma de respetar la heterogeneidad de los
integrantes, muchos de los cuales irán de todas formas, pero a título personal. En
las murgas que directamente no están de acuerdo con este tipo de
manifestaciones se detecta el mismo resquemor que tienen grandes sectores de
la sociedad para con los asuntos públicos, resquemor entendido desde mi punto
de vista por la crisis de credibilidad de la política y sus representantes.
Como decíamos al principio, las murgas tienen sus propias actuaciones, que son
las sentidas como más importantes y para las que se preparan largo tiempo. Por
lo general, el proceso de armado de la actuación es de tipo colectivo, todos
participan con sus ideas y demuestran un alto nivel de responsabilidad respecto a
la concreción de los objetivos fijados.
El escenario de estas actuaciones es, por lo general, las plazas. No es raro un fin
de semana encontrarse en una plaza cualquiera con una murga en plena
actuación. Anunciadas con algunas semanas de antelación con carteles que los
mismos integrantes salen a pegar por la ciudad, la actuación en las plazas es el
momento central de contacto con el público, la presentación de la murga por
excelencia.
De alguna manera, la elección de este espacio es una opción por la revalorización
del espacio público; una forma de hacer ver y connotar positivamente los espacios
de interacción ciudadana, de encuentro y esparcimiento; todas ideas que han sido
poco a poco desprestigiadas por la privatización o abandono de los espacios
públicos urbanos, que en la mayoría de las ciudades se manifiesta en la existencia
de zonas para ricos y zonas para pobres. Actuar en la plaza es actuar para todos.
Es hacer pública la circulación de los bienes culturales, es distribuir y democratizar.
La murga, como el antiguo carnaval, vuelve a la calle; para verla, nadie debe pagar
entrada.
A estas actuaciones suelen concurrir, a grandes rasgos, dos tipos de público: los
seguidores, que ya conocen a la murga y quieren verla en acción; y los que la ven
por primera vez y no saben nada de ella. Los últimos son los que se acercan por
el ruido, para ver qué pasa y que, generalmente, tiene la idea de la murga como
comparsa. Luego, en el desarrollo de la actuación, y sobre todo, en el momento
de la crítica, se “enganchan”. La crítica produce entre la gente una sonrisa de
complicidad; como dicen muchos murgueros “a través del humor entran un
montón de cosas que, en realidad, no son para reírse”. Son esos momentos donde
se produce una verdadera comunicación, un ida y vuelta; la gente parece sentir
que la murga dice cosas que ellos también piensan, o más bien, cosas que quieren
y precisan escuchar. En este sentido la actuación en la plaza es reivindicada por
los murgueros:
“ Mucha gente que por ahí nada que ver, va, escucha, se ríe y un montón de cosas
entran, le quedan, como las decís en forma de canción, a veces poéticamente,
parece que no lo estuvieras diciendo, pero lo decís igual.” La plaza contribuye a
la heterogeneidad del público. Hay familias enteras, jóvenes y ancianos con las
más diversas situaciones sociales. Algunos rememoran recuerdos de la infancia,
de viejos carnavales. En otros, en cambio, es clara la necesidad de alegrarse, de
reír y disfrutar. Porque si hay algo que queda claro en las actuaciones es que la
murga contagia. El contagio se transmite con la música, pero también a través de
las miradas. Los murgueros bailan y miran fijo a su público, buscan la mirada, la
sostienen e interpelan. Entre la fascinación de los más chicos y la descarga de los
más grandes, por momentos da la sensación que la frontera con el público es
difusa, casi imperceptible. En realidad, no existe; y eso es lo que hace al encanto
que la murga despierta entre la gente.
Algunos de los participantes de Tocando Fondo ( que han tenido o tienen
participan en agrupaciones, partidos o sindicatos) rescatan la participación en las
plazas desde un sentido muy original, a la vez que ciertamente político. Para ellos,
el cantar lo que cantan y decir lo que dicen en un ámbito donde cualquiera puede
escucharlos es una manera de salirse de los espacios de militancia política
tradicional donde “todos pensamos más o menos lo mismo y somos los mismos
de siempre” y llevar ese mensaje a oídos que de otra forma no estarían dispuestos
a escuchar ciertas consignas. Ir a la plaza es acercarse, para ellos, a ese ente
abstracto pero tantas veces aludido que se designa con el nombre de pueblo.
Podríamos denominar esta tarea como una “evangelización”, la distribución de un
mensaje que por su forma y contenido se enmarca en la lucha hegemónica en el
sentido gramsciano del término.
Una de las actuaciones privilegiadas por las murgas de la ciudad y que articula en
algún sentido, los dos tipos de actuaciones de las que hablábamos antes es la
Marcha Carnavalera.
En el año 1997 surgió desde Tocando Fondo un proyecto que consistía en
convocar a las murgas de La Plata y del resto del país para hacer un gran desfile
por la ciudad para reivindicar la lucha por el feriado del carnaval.
El proyecto prosperó y en diciembre de ese año se realizó la primer “Marcha
Carnavalera”. En ese entonces desfilaron por calle siete tres murgas ( Tocando
Fondo y Los Sospechosos del Barrio de La Plata y Pasión Quemera de Capital
Federal); año tras año la convocatoria se fue haciendo más numerosa y en la
última marcha desfilaron aproximadamente quince murgas.
La organización de la marcha demanda a la murga un tiempo considerable;
podemos decir que desde principios de la primavera comienzan los preparativos
para éste, que es el gran evento de las murgas en la ciudad. Tocando Fondo , que
es la murga anfitriona, realiza talleres internos para realizar la convocatoria; de allí
surge el proyecto de la marcha; una vez aprobado el proyecto se giran las
invitaciones al resto de las murgas; el paso siguiente es la realización de
asambleas inter-murgas, donde terminan de afinarse los últimos detalles. Tener
en cuenta este proceso es importante, ya que son muchas las cosas que hay que
tener resueltas, como por ejemplo, pedir los permisos para el corte de las calles,
recaudar los fondos necesarios, conseguir alojamiento para los integrantes de las
murgas que vienen de otras ciudades, etc. A su vez, en cada localidad, las murgas
realizan actividades para asegurar su asistencia a la marcha; no olvidemos que la
última vez, además de las murgas de Capital y el Gran Buenos Aires, vino un
grupo de una de Trelew y dos murgas enteras desde Mar del Plata.
estipularía el orden de cada una de ellas en el desfile, dar comienzo a la marcha. Desde plaza Italia hasta la
plaza San Martín fueron pasando entre muchas otras las murgas Matadores de Tristezas, Gambeteando el
empedrado, Los que quedamos, Los Kilmes, La Venganza de los Pobres, Espíritu Cascacabelero, Los
Murguientos, además de las murgas platenses. Fueron casi dos horas de desfile hasta que, caída la tarde,
todos los murgueros, sin distinciones de agrupación y bajo cualquier estandarte, se pusieron a bailar juntos
frente al pasaje Dardo Rocha. Toda la cuadra de 50 entre 6 y 7, esquina tradicional de festejos políticos y
futboleros que, semanas más tarde, en la noche del 19 de diciembre, se vería igualmente colmada de gente;
toda la cuadra fue el escenario de un gran baile murguero. El público colmaba las escalinatas del pasaje
para presenciar la fiesta y muchos eran los que, improvisando saltos, se mezclaban entre las murgas para
bailar.
En un alto del baile, los organizadores de la marcha leyeron las consignas; las
murgas fueron poco a poco presentándose, cantando en el micrófono estrofas de
sus canciones. Luego, al compás de los bombos, se realizó la quema de un
muñeco que representaba al rey Momo. Mientras el muñeco ardía, se reanudó el
baile, ante la mirada perpleja de muchos, azorados ante tanto despliegue después
de horas de marchar y saltar.
Después de la marcha, las murgas hicieron su propia fiesta en la Escuela nº 8,
escenario de los ensayos de Tocando Fondo . Esa noche las murgas invitadas
durmieron en la República de los Niños y al día siguiente, ahí mismo, se realizaron,
por primera vez en la historia de las marchas carnavaleras, talleres de intercambio
de experiencias entre las murgas. La idea de estos talleres es, además de reforzar
el lazo entre las distintas agrupaciones, dar a conocer el aprendizaje llevado a
cabo por cada una durante el año, intercambiar información, opiniones, técnicas y
sobre todo, enriquecerse mutuamente a partir del conocimiento de realidades e
historias distintas. Los talleres eran: de baile, de historia del carnaval, de
maquillaje, de percusión y percusión con el cuerpo, de actuación y producción.
Después de toda una tarde de confraternizar, llegó la hora de la despedida, que
como en todo carnaval, lleva en sí la promesa de la vuelta y el re-encuentro.
Las canciones
Así, tenemos por un lado, explicitación y por el otro, poesía; combinación que
produce una gramática paródica, llena de énfasis y relativismo, lo cual hace que
todos se sientan reflejados, que la canción exprese la “voz del pueblo”. Esto hace
decir a Fito Bompart, un murguero con cuarenta años de experiencia, que el cantor
de la murga es como “un pregonero”.
El fustigar a través de la palabra cantada o enunciada en una glosa es un rasgo
común y constitutivo de las murgas, lo que hace que desde siempre hayan sido
“las inquisidoras urbanas de las malas conductas de los poderosos”(Vidart, 1997).
Rasgo que se encuentra presente también, como veremos, en las murgas de La
Plata.
Somos la murga…” 3
El lenguaje del tango, el uso de palabras del lunfardo y el léxico popular es muy
común en las canciones murgueras. Esto potencia la complicidad con el público,
la comprensión inmediata. Si a esto le sumamos el uso de melodías ya conocidas,
veremos cómo muchas de las canciones de la murga se “pegan” rápidamente y
se hacen fáciles de recordar.
Los temas de las canciones son muy amplios y algunos varían de murga en murga;
salvo aquellas que tratan sobre el carnaval y la alegría, sobre la lucha por la
recuperación del feriado de carnaval, que son comunes a todas. Encontramos
aquí repetidas menciones al rey momo, a los carnavales de antaño, a la alegría
necesaria que la murga viene a ofrecer, al repiquetear de los tambores, al espíritu
de la fiesta, a los bailes, la locura, la serpentina, las lentejuelas, las máscaras, etc.
También tenemos un gran número de canciones que son como crónicas de
costumbres, muchas veces basadas en experiencias directas de la vida en el
barrio y la ciudad o con personajes arquetípicos, que, aquí también en algunas
ocasiones, coinciden con los del tango. Son el laburante, el loco, el borracho, la
viuda, los pibes del barrio, la enamorada. Es usual, en estos casos, el tono
picaresco:
“Una parejita oculta en un terreno baldío, se
disputaba dos cosas, dos cositas a saber: Ella le
pedía al novio: “casate de una vez conmigo”; Y él le
aclaraba los tantos: “yo sólo quiero coo..” …orriendo me
fui de ahí […] ”.
Muchas de estas canciones recuperan la tradición de la juglaría, sosteniendo
grandes relatos de cosas sucedidas hace tiempo, en el límite entre lo verídico y lo
legendario. El tono mítico, hasta misterioso, nos introduce en la historia. El
contenido de estas canciones a veces coincide con ciertas leyendas urbanas,
cosas que la gente cuenta, pero que nadie sabe bien cómo, cuándo ni a quién
ocurrieron.
La otra cara de la denuncia son las canciones que levantan consignas contra todo
aquello que la crítica ha señalado.
“ Y gritarle al enemigo, que divide, que nos manda que nos quiere hacer callar/
Que en la olla de este pueblo, se cocina un sentimiento, de justicia y libertad”
“Esta murga los invita , a que levanten los brazos/ para luchar entre todos/por un mundo mejor”
Por último es necesario ver el proceso a través del cual estas canciones se
construyen. En general, quien quiera y se atreva puede escribirlas. Luego, entre
todos se aprobará su uso e inclusión en el cancionero de la murga para las
próximas actuaciones. Aquí, el proceso es individual y lo más común es que sean
siempre más o menos las mismas personas las encargadas de escribir las
canciones.
En una ocasión se dio en Tocando Fondo una gran discusión en torno a la
utilización de una palabra en una canción, que decía en una de sus estrofas
“popular”. La mayoría estaba de acuerdo en su uso, pero había quienes decían
que esa palabra tenía distintas significaciones, según quien la dijera. “Popular” era
para la persona que discutía, que no era de La Plata sino de la Patagonia, todo lo
vinculado a la soberanía; pero, replicaba que aquí estaba vinculada al peronismo
y con eso no estaba de acuerdo. La anécdota es ilustrativa de la importancia que
dan los murgueros a aquello que dicen; también, de todas las situaciones que
genera el sostenimiento de un proyecto colectivo de este tipo. Sin atemorizarse
con ello, esta murga ha emprendido, desde hace un tiempo, la generación de
talleres para armar la próxima actuación grupalmente. El proceso de creación
queda así en manos de todos. Esta forma, pensada para que aquellos que no se
atrevían a participar de esta instancia se animen a hacerlo, genera largas
discusiones, dilatando los tiempos. A pesar de estos detalles, defienden el
sistema por la riqueza de posibilidades e ideas que abre, y por la experiencia que
esta construcción colectiva significa individual y grupalmente.
La voz de los protagonistas
En este apartado nos proponemos escuchar lo que ellos mismos dicen acerca de
lo que significa la murga en su vida y sus reflexiones acerca del fenómeno. Resulta
interesante saber cómo conocieron a la murga y por qué motivo se acercaron a
participar.
“Son un montón los que conocieron a la murga en la Marcha Carnavalera. Yo no.
La vi por primera vez en un acto-homenaje por los desaparecidos de la facultad
de Bellas Artes. Y me re enganché, desde lo ideológico y lo artístico” María. (21)
T.F.
Muchos de los integrantes que son estudiantes universitarios conocieron a la
murga en situaciones similares. Otros la conocieron y se acercaron por un amigo,
un familiar o compañero.
“ Mi mamá vino a hacer una invitación y yo la acompañé y vi todo y me encantó.
Por suerte estaba abierta la inscripción.” Leila (12)
Acerca del por qué de su acercamiento, las motivaciones son diversas y hay tantas
respuestas como individuos, pero elegimos aquellas que dan cuenta, en términos
generales, de dicha diversidad.
“ Porque me pareció una expresión artística muy completa, que une baile, canto,
percusión y el trabajo social con la gente” Ana (28)
“ Un poco para estar en grupo, para pertenecer a un grupo con el que se pueda
hacer algo.” Marcelo ( 38)
“ Por intriga. Mi hermana dijo que quería estar en una murga entonces yo también.
Y porque me encanta bailar.” Malena (12)
“Yo creo que la gente que se acerca lo hace por motivos diversos. Cada uno tiene
el suyo y difiere del de otro. Es mucha gente, con distintas edades, distintos
intereses, eso es lo que pasa, y a la vez, eso es lo bueno, por lo que la gente se
identifica con la murga” Cecilia (27)
Luego quisimos indagar sobre el significado que la murga tenían en sus vidas y
nos dijeron palabras como alegría, militancia, desenchufe ( Rina, 46 ); pasión,
crecimiento, aprendizaje ( Ana, 28); una gran familia (Micaela, 16); la forma de
vida elegida ( Lino, 43); amigos y compañerismo ( Malena).
Ser un murguero es un signo distintivo, un modo de identificación que connota
prácticas que van más allá de la actividad concreta en la murga. Ante la constante
apelación a la identidad murguera, quisimos saber de qué se trataba para ellos.
“ Para mí un murguero es alguien que asume una búsqueda desde la alegría y el
compartir con otros” Ana (28)
“ Para ser murguero no es necesario bailar en la murga, es necesario sentir la
murga, eso que se lleva adentro” Laura (19)
Les propusimos que nos enumeraran las cualidades de la murga que
ellos destacarían para invitar a alguien a participar.
“ Por la gente, el baile, la pasión, el espacio que uno encuentra, sea para cantar,
bailar, tocar, escribir, crear o simplemente compartir” Laura.
“ Yo les diría que la murga es muy divertida, emocionante y te podés hacer de
muchos amigos.” Malena.
“Invitaría a todo aquel que está de acuerdo con nuestra lucha, la lucha por la
alegría, por otro mundo que no es este sino el que soñamos” Lino.
Otros directamente dicen que la mejor forma de invitar a alguien a participar es
llevarlo a una actuación y dejar que se contagie de la energía y el mensaje de la
murga.
Acerca de los mensajes de la murga y de la interacción de los mismos con el
público, plantean que “… permean a un nivel poético, integral, universal. No es
que por que la murga diga “milicos de mierda” la gente se va a ir pensando eso,
pero sí entra la alegría, ver que la gente puede poner el cuerpo, puede trabajar,
puede transformarse, organizarse. Eso llega porque vibra.” Ana (28)
“ Lo bueno es saber qué estamos diciendo, para quiénes lo estamos diciendo y
qué queremos que piensen de nosotros y qué queremos dar a los demás. Eso
está claro.” Emilia (35).
También nos explicaron, desde su punto de vista, el re-surgimiento de la murgas
en la última década.
“Es un poco una moda, en muchas murgas es sólo la moda. Pero cuando pase,
van a quedar los que sentimos otra cosa y no estamos sólo por la moda” Ana(
17)
“ Por el tema de alegrarse, olvidarse un poco de la política y los temas de
actualidad. Ahora es eso, buscar la alegría, porque no creo que estemos en un
país donde está todo bien. Entonces, es como un escape de eso” Victoria ( 17).
“ Lo del re-surgimiento es relativo. Hace cinco años pensábamos que iba a ser
super masivo y ahora vemos que hay murgas que se abren y se cierran, la
participación cesó un poco o se estancó. Por eso creo que es un poco una moda,
como la de las cosas antiguas.” Cecilia.
“ Resurge en el momento de un vacío. No hay muchos lugares donde la gente se
pueda juntar y aprender algo gratis, antes estaban los clubes, las sociedades de
fomento, ahora no. Además está el descreimiento grosísimo de la dirigencia
política. En la murga se aprende a opinar, a expresarse, es un nivel embrionario,
pero sirve, se necesita.” Ana (28)
Las opiniones difieren, pero todos acentúan por igual la necesidad de encontrar
espacios alternativos, sea para “desenchufarse”, sea para participar. La cuestión
de la “moda” está muy presente, sobretodo en lo que hace al acercamiento de los
más jóvenes. Si bien es cierto que hace unos dos o tres años esto se notaba
mucho más, nadie critica que se acerquen por ello. Es un mecanismo evaluado
como válido para que más y más gente conozca el fenómeno de la murga; una
vez operado este descubrimiento, la motivación originaria del acercamiento deja
de importar, y el aprendizaje operado en los sujetos desde que están o pertenecen
a la murga pasa a ser lo principal. Constantemente aludían al cambio que había
significado en sus vidas.
“ A mí me abrió mucho la cabeza. Antes no me ponía a pensar sobre determinadas
cosas, como el gobierno, la sociedad y todo eso.” Ana (17)
“ La murga te exige coherencia del dicho al hecho. Cuando alguien se involucra,
sabe que hay derechos, responsabilidades, obligaciones. Entonces lo que dice no
es una palabra vacía. Eso de empezar a ser más coherente después lo trasladás
a otros ámbitos de tu vida” Emilia.
“ Desde que estoy en la murga veo las cosas desde otro lugar, o veo cosas que
antes no veía. Además estoy contenido, la murga te contiene. Hay mucha gente
que vino con problemas, distintos problemas y los solucionó estando acá.” Leo
(25).
“ Aprendí a valorar la diversión, la alegría, rescatarla no como algo frívolo, pero sí,
a pesar de todas las cosas malas que pasaron y pasan, aprender a no estar
siempre down. La dramaticidad del tango hay que ponerla en algunas cosas y en
algunos momentos, pero no siempre.” Cecilia.
Nadie se limitó a describir su actividad en la murga como algo puramente artístico,
de manera que nos interesó indagar sobre lo que ellos piensan que canalizan
estando en la murga.
“ Mis ganas de participar, de decir, de criticar. Encontré mucho espacio para eso
y para transformar algunas cosas, como en los talleres en los barrios y escuelas
carenciadas o de chicos discapacitados. Laburar desde ahí, generar algo en el
otro, es hermoso. Como no me siento identificada con otros ámbitos, si voy a una
manifestación, voy como murguera.” María.
“ Canalizo bailando todo lo malo que me pasó en la semana. Si vos venís
contaminado, con mal humor, etc. , contaminás. Y el compañerismo, la solidaridad,
todo eso que tiene la murga hace que lo dejes de lado. Como si hubiera
mecanismos para evitar esa contaminación que uno trae de afuera.” Emilia.
Nombrar es connotar, definir es dotar de sentido; de manera que les pedimos que
nos definieran, en pocas palabras, el fenómeno de la murga.
“ Es una forma alternativa de participar y de divertirse. No es lo que dicen los
medios de cómo hay que divertirse.” Cecilia.
“ Es belleza y representación del pueblo” Ana (17)
“ Un espacio que se multiplica, aprende, traza redes y crece” Ana (28)
“Participación, contención, arte” Leo.
“ Alegría, energía y aprendizaje. Es bárbaro, bárbaro, lo pienso y me emociono”
María.
“ Quizá suene como repertorio de palabras gastadas, pero es así: Amor, alegría y
utopía.” Lino.
6- CONCLUSIONES
Hasta aquí, hemos intentado sumergirnos en el mundo de las murgas que, como
dijimos, es un fenómeno que resurge y adquiere notoriedad a partir de la década
del noventa; un fenómeno de alguna manera renovado y con múltiples
significaciones, muchas de ellas, cualitativamente diferentes a las de las murgas
de antaño. Esto nos lleva a pensar en los elementos que hacen de las murgas de
hoy algo distinto; nos obliga a la búsqueda de las razones que han convertido a
una agrupación típica del carnaval porteño, en un fenómeno que lo excede. Estas
conclusiones no pretender abarcar la amplitud del fenómeno sino echar luz sobre
el mismo a partir de lo elaborado y concluido a raíz de los casos particulares que
hemos estudiado en esta investigación. Por lo tanto, las mismas, en los diversos
aspectos que analiza, no se plantean como generalizables a la totalidad de las
murgas, sino en particular a las que han sido objeto de nuestro estudio.
Si esto es así, entonces hay que preguntarse qué significa que los jóvenes se
acerquen a la murga y qué encuentran en ella. Pero antes, es necesario detenerse
en ver quiénes son esos jóvenes.
Me parece que estos son los jóvenes que se acercan a la murga y en ella
encuentran un espacio desde el cual definirse, comunicarse y participar. La murga
funcionaría como un proyecto propio de agregación social, un lugar donde estar
con un grupo de pares, con los cuales generar proyectos, compartir prácticas e
itinerarios; con quiénes compartir y definirse por oposición a los “otros”, sean otros
grupos, o sea el sistema.
Dijimos más arriba que la juventud como sujeto social implica la adquisición y
construcción de ciertas cosmovisiones propias. Retomando lo que plateaba Da
Matta acerca de cómo los rituales de inversión como el carnaval hablan por
oposición de una sociedad, podemos acercarnos a la idea de que el contenido de
“alegría” que practican y defienden los murgueros sintetiza ese mundo ideal a
partir del cual evalúan y se oponen al mundo social que viven. Así, la alegría como
derecho a vivir en un mundo justo, donde ella misma sea la consecuencia de la
satisfacción de todos los derechos sociales; y la alegría como mecanismo a través
del cual la lucha por eso sería posible, son elementos constitutivos de esa
cosmovisión; cosmovisión que ellos mismos califican como utópica, pero no
ingenua, y que defienden como necesaria.
En la murga se recuperan ciertos lazos de comunidad perdidos y el sujeto se
resocializa; aprendiendo a ser murguero incorpora códigos y valores no siempre
vigentes en la sociedad. Esto nos lleva a pensar en el tipo de adscripción de la
identidad murguera. Pienso que más allá de la cuestión estética, en la elección de
la murga por parte de los jóvenes hay algo más.
No es sólo el compromiso con una causa, asistir a una marcha por los Derechos
Humanos o acompañar un piquete. Es más bien, el estado de asamblea, la
horizontalidad, la autogestión, la forma de expresar opiniones sobre el mundo
social, la necesidad de comunicarlas y hacerlas circular.
Gedisa, Barcelona.
· AUYERO, J.
(1991) “Juventud popular urbana y nuevo clima cultural. Una
aproximación” en Revista Nueva Sociedad, Caracas.
· BALANDIER, G.
(1994) El Poder en Escenas. De la representación del poder al poder
de la representación. Ed. Paidós, Buenos Aires.
· BAJTIN, M.
(1991) La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El
Contexto de Francois Rabelais. Alianza, Madrid.
· COHEN, J.
(1985) “Estrategia o Identidad: Paradigmas teóricos nuevos y
La Plata.
México.
· REGUILLO, R. ( 1998) “ El año 2000: ética, política y estéticas: imaginarios,
Montevideo.
Caracas.
4 Para Bourdieu, un campo son espacios estructurados de posiciones cuyas propiedades dependen de su posición en dichos
78 La llamaremos indistintamente cultura de elite, dominante , oficial o alta cultura, ya que no existe diferencia de contenido
11 Bajtin, M. (1991) La cultura Popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de Francois Rabelais. Alianza,
pag. 101.
1 Lo referido es una generalización de lo que García Canclini plantea en el capítulo 5 de Culturas Híbridas acerca de las
1213 Ibidem.
7 Ibidem. El autor extrajo el texto del diario Orientación, órgano de difusión del PCA, del 24/10/45.
García Canclini, N. (2001) Culturas Híbridas. Paidós, Bs. As. Pag. 27.
9 Martin Barbero (1998) “Jóvenes: Des-Orden Cultural y Palimpsestos de Identidad” en Viviendo a Todas. Siglo del
mexicano” en Viviendo a Toda. Siglo del Hombre Editores, México. Pag. 58.
12 Margulis- Urresti. (1998) Op. cit. Pag. XI.