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UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR ORREGO

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN


ESCUELA PROFESIONAL DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

RESEÑA DE LECTURAS DE SESIÓN DE CLASE DE TEORÍAS DE LA


COMUNICACIÓN 1- SEMANA 13
ASIGNATURA:

TEORÍAS DE LA COMUNICACIÓN 1

EQUIPO NO:

03

DOCENTE:

HUGO AGUIRRE CASTAÑEDA

INTEGRANTES:

AGUIRRE OJEDA, SEBASTIÁN ANTONIO

ANAYA MONTENEGRO, DANITZA

BARRANTES LOAYZA MARÍA XIMENA

CALLE HERNÁNDEZ CLARITA DANIELA

CORTEZ LEÓN FABIANA LOURDES

FIESTAS ECHE NAYELI

IBARRA BOLAÑOS PAOLA ANTUANET

LADINES ECCA EDGAR WILLIAM

LAYNES ALZAMORA CARLOS MANUEL.

VALDEZ GARRIDO LORENA


Lectura 1: EL CORAZÓN DE LOS ESTUDIOS CULTURALES: CONTEXTUALIDAD,
CONSTRUCCIONISMO Y COMPLEJIDAD

Últimamente lo referente a estudios culturales ha ganado cierto prestigio en la sociedad,


esto como un punto que puede ser adoptado o atacado. Ha rotado por diferentes lugares
geográficos, además también en el ámbito político y disciplinario, sin embargo, mucho antes
de este prestigio adquirido, ya se venían realizando diferentes estudios culturales., algunos
no nombrándose de esa forma o sin desear lo que es la identidad compartida, salieron a
brote luego de la segunda guerra mundial. Con sinceridad se puede admitir que estos
estudios significan una tarea riesgosa al momento de definirlos, cualquiera de estas
definiciones es cambiante y susceptible de no incluir a alguien con la intención de situarse
en los estudios culturales.
Sin embargo, hay riesgos que se pueden llegar a tomar, ya que no existe nada que pueda
evitar se conviertan en la última apropiación administrativa, de igual forma también
perdiendo lo que ellos contribuyen en términos político-intelectuales. Es así como el autor
de este texto tiene la esperanza de que el mismo se lea como la proyección futura
prospectiva para tomar y un proyecto.
El autor de este texto no considera que aquellas investigaciones referentes a los estudios
culturales traten acerca de cultura, ya que él cree que, aunque la cultura sea un pilar
importante para su proyecto. Estos no son el estudio de los textos ya que no esperan lograr
interpretar y mucho menos son la práctica, no abarcan la teoría como una suerte de
metáfora para la inscripción del poder en los textos o en la vida social, o como una garantía
de ello.
El cree que, si se le obligara a hablar de formas más típicas en la sociedad, podría dar inicio
desmembrando los estudios culturales de una forma en la cual plasme que estos tienen el
interés por la descripción y la intervención de formas como las prácticas culturales se llevan
a cabo y de la forma en las que se llevan a cabo en la vida cotidiana de los seres humanos
y las formaciones sociales.
Los estudios culturales se encargan de explorar la forma en la que este mismo proceso se
realiza con las prácticas culturales, estos estudios son de suma importancia para lograr
describir la articulación entre la cultura y la vida cotidiana en la sociedad, analizando así las
estructuras y fuerzas que se encargan de ordenar también el camino seguido por el poder
político y económico.
Aporta de igual forma a investigar e indagar las opciones historias de transformación de las
diferentes realidades vividas por las personas y además las conexiones que hay en las que
se construyen y constituyen las realidades mencionadas, de igual forma estos ocupan un
papel fundamental en las prácticas culturales que se encargan de la construcción de los
contextos en la vida humana, de cómo las relaciones de poder se estructuran por las
prácticas de disuasión y discursivas que constituyen el mundo vivido como humano.
En definición el autor quiere lograr definir al menos algo acerca de la pieza fundamental y
principal de los estudios culturales, como el lado central, para lograr esto, el autor narra dos
historias la primera de ellas concerniente más en su mayoría una autobiografía y causar
impacto mostrando de manera retrospectiva de su deseo por los estudios culturales en base
a lo vivido por él en su estadía en el centro de estudios culturales contemporáneos.
Mientras que por otro lado tendrá la tarea de construir los estudios culturales desde su
compromiso central hacia un contexto radical.
En búsqueda del Centro de Estudios Culturales Contemporáneos.
Richard Hoggart o también llamado Stuart Hall fue el fundador y director del Centro en ese
entonces. El Centro antes mencionado fue creado en base a dos dimensiones, detallando
que fue bajo el contexto de la posguerra. Por un lado, tenemos a los aceleradores procesos
de cambio social y sobre todo el impacto que tenían los cambios culturales, los cuales cada
vez se tornaban mucho más visibles y colocaban cierta confusión en la agenda académica y
por otro lado se encuentran los cambios en la institución de la academia y los restos a la
misma, sobre todo las prácticas dadas dentro de la academia, las cuales se planteaban el
reconsiderar lo que vendría siendo una parte de la función del intelectual.
Lo que esta academia transmite es la comprensión de los estudios culturales como
respuesta a una serie de frustraciones y críticas a las prácticas académicas existentes y
como un intento de desarrollar el trabajo de manera diferente.
El director de esta academia había fundado el Centro para hacer realidad su visión
particular de que la cultura, como manera prioritaria la literatura y el arte, pero no dejando
atrás la cultura expresiva en su significado más amplio, ponía a disposición, de aquellos
formatos para hallarlo, él era un tipo distintivo de conocimiento social. Este método, Hoggart
lo describe como poético, metafórico, intuitivo y subjetivo.
Por otro lado, tenemos a William, quién llamó " estructura del conocimiento" a este acceso
privilegiado dado por Hoggart. Para poder producir este conocimiento se requiere de un
radical recuento de " las palabras de la página" dado por "un análisis literario- crítico" que se
entrelazan a lo que Hoggart llamó" leer en busca del tono" lo que abarca la complejidad de
la psicología, cultura y estética y por también " leer en busca de valor" este último lo que
busca es descubrir el complejo campo de valores que se manifiesta. A lo que Hoggart
quería trasladar el análisis del dominio de la alta cultura para así introducirla a la clase.
Luego se fueron incrementando en la academia otros seminarios, como es el seminario de
teoría, bajo la guía de Stuart Hall, aquí se leían textos de teoría sociológica y antropología,
pragmatismo, existencialismo, semiótica, etc. y también de desarrollo el seminario de
investigación, en este seminario surgían interrogantes como por ejemplo ¿Qué significa
entender la cultura en relación con la sociedad, y la sociedad a través de la cultura? Para
Hoggart la cultura da conocimiento de la vida hecha cuerpo, la vida vivida en toda su
complejidad, lo experiencial de la totalidad de la vida o lo que Eliot llamó " el mundo real de
la teología y los caballos".
La cultura nos da acceso a la textura de la vida como es vivirla, en lo que se desarrolla en
un contexto moral e histórico particular, por eso el autor nos dice qué se sentía estar vivo en
cierta época y lugar.
La mayoría de los estudiantes de posgrado estaban involucrados con lo que son los objetos
de estudio ya que podían participar en cuestiones políticas.
Los estudios culturales se propusieron como un tipo de imaginario discursivo en el centro, la
cultura (los símbolos, el lenguaje) eran importantes, al igual que el trabajo intelectual.
La forma más adecuada era realizar el trabajo intelectual :la organización del conocimiento
por disciplinas, la lógica dialéctica (negativa, binaria) de los argumentos teóricos.
Los estudios culturales implican cierto riesgo, reclamaban el riesgo de que se pueda hablar
más allá de las propias competencias disciplinares y en las que se tenían credenciales.
Rechazan lo que es la reducción de la complejidad de la realidad a un solo plano o dominio
de la existencia —sea éste la biología, la economía, la política de estado, las relaciones
sociales y sexuales o incluso la cultura.

Los estudios culturales no son una forma de idealismo radical en el que el mundo en el que
vivimos se pierde entre los significados que nosotros como seres pensantes construimos de
él, más bien apoya la multiplicidad de lo que conocemos. Tratan de aceptar el hecho de que
las cosas son siempre más complicadas de lo que parecen. El mundo es complejo y
cambiante, por eso parecería que se exige hacer más que descubrir constantemente lo que
ya sabemos. Los participantes de este proyecto no querían postergar las dificultades, que
dirigían estas explicaciones básicas a un replanteamiento. Los estudios culturales nos dicen
que las personas intentan realizar toda clase de cosas, pero no siempre sale bien y las
acciones humanas hacen que afrontemos el fracaso. La realidad tiene que ver tanto con los
desarreglos, fracasos, así como fuerzas y posibilidades. Las complejidades son de lo que se
trata la vida. La complejidad también se relaciona con un compromiso político fundamental,
el cambio nunca es bien servido reduciendo la complejidad a la simplicidad. Muchos
proyectos intelectuales contemporáneos repudian esta universalidad, por lo general las
teorías particulares que parecen implicar el relativismo, en el Centro, en seminarios de
teoría e investigación, el pensar el conocimiento contextualmente, plantear un conocimiento
que no pretendía abarcar el mundo. El esfuerzo por hacer que un trabajo contextualiza,
llevarlo a la teoría y la política, y resistir el universalismo epistemológico de la ciencia es el
corazón mismo de los estudios culturales. De la mano con el deseo de universalismo, en
especial en las humanidades está el deseo de la completar. Esto no sólo proporciona la
medida para el estudio, sino que garantiza la política, garantizando que este trabajo sólo
produciría los efectos esperados. El reflejo de ese objetivo es la práctica cada vez más
común de crítica en las humanidades, lo que determinaría nuestra decepción por cualquier
análisis incompleto. Estas fallas definen la complicidad de cualquier análisis incompleto con
los mismos sistemas de poder que se busca entender y desafiar. El trabajo del Centro
parecía anteponerse a estas prácticas. Los estudios culturales rechazaban la idea; la
complejidad del mundo significaba el trabajo y fracaso constante como parte del camino
para ganar experiencias. En el Centro se trataba de aislar las propias pasiones, por una
objetividad intelectual. Los estudios culturales y los pragmáticos querían combinar el rigor
académico junto con la competencia con la pasión social y el compromiso político. Nadie en
el Centro estaba a favor de lo que hacían o que todas las personas debían hacer estudios
culturales, o contar las únicas historias interesantes. Esa modestia muy negada, saca de
contexto el trabajo del Centro. Los estudios culturales tratan de evitar lo que podría llamar la
«hiperinflación de las disciplinas», donde la cultura, la comunicación, reclaman la
omnipresencia, concepto que, se supone, tiene la «respuesta» a todas nuestras preguntas y
problemas. No es común que estos conceptos se definen en algo que no sea de una forma
puramente teórica, sin dejar en claro las consecuencias, es imposible saber cuáles son las
apuestas del argumento. Esta hiperinflación se concluye de varias formas: leyendo cada
trabajo intelectual del agrado de uno como un ejemplo de «x» aun cuando el autor sea o no
consciente de ello; si un autor usa «x» en un momento específico de un argumento de
mayor importancia, leer la totalidad como si ejemplificaba la parte; apropiarse de la
polisemia sin teorizar, que pueda jugarse en las ambigüedades; y aplicar el concepto a un
creciente universo de objetos. El Centro estaba tratando de integrar la convicción en la
importancia del mejor conocimiento, un reconocimiento de lo caótico del mundo por fuera de
las categorías académicas, y un compromiso con la responsabilidad política de los
intelectuales. Esta búsqueda de contra lógicas epistemológicas, de una manera diferente de
hacer el trabajo intelectual, es lo que hay en el Centro.

Los estudios culturales británicos con el trabajo de Jim Carey, el profesor en los Estados
Unidos, a quien Stuart Hall me envió diciendo que era la única persona que conocía que
estuviera intentando hacer estudios culturales en los Estados Unidos en esa época.

Los estudios culturales como contextualidad radical

Hall es, en una serie de entrevistas recientes, bastante explícito sobre la «perspectiva
intelectual» de los estudios culturales como una interrogación de contextos. Los estudios
culturales parten del supuesto de la racionalidad, que comparten con otros proyectos y
formaciones.Ningún elemento puede aislarse de sus relaciones, aunque esas relaciones
puedan cambiarse, y estén cambiando constantemente, los estudios culturales representan
así el compromiso con la apertura y la contingencia de la realidad social donde el cambio es
lo dado o la norma.

Hall dice: Si sólo se hubiera tomado la raza como un asunto negro, se habría visto el
impacto de la ley y las políticas de orden en las comunidades locales, pero nunca se habría
visto el grado en que la raza y el delito eran un prisma para una crisis mucho mayor. Hall
siempre ubica, contextualiza, su trabajo en la raza, como cuando afirma: «Nunca he
trabajado sobre la raza y la etnicidad como un tipo de subcategoría. Siempre he trabajado
sobre la formación social en conjunto que es racializada», el contextualismo radical está
encarnado en el concepto de articulación. La articulación nombra tanto los procesos básicos
de la producción de la realidad, de la producción de contextos y del poder, como la práctica
analítica de los estudios culturales.

Las relaciones que se han establecido por la operación del poder, en los intereses de
ciertas posiciones de poder, la lucha para cambiar el contexto involucra la lucha por
entender esas relaciones y, cuando sea posible, articularlas. Los estudios culturales
funcionan en lo que Stuart Hall describe como la lógica de «no garantías», que Paul Gilroy
ha llamado «anti-antiesencialismo». El esencialismo representa una lógica de garantías;
asume las relaciones que constituyen la existencia social e histórica. En las posiciones
esencialistas, las respuestas están garantizadas y todo se junta de antemano.

Los estudios culturales construyen teorías y descripciones políticas y contextuales sobre


cómo se hacen, deshacen y rehacen los contextos. Esa articulación que exige una
deconstrucción y reconstrucción, llamado construccionismo, es una versión de los estudios
culturales. A pesar de ser constituida y construida constantemente, no le quita valor de
realidad.
Apoyando al construccionismo, rechazamos la dicotomía radical como lo dice el autor sobre
otros autores que apoyan los dominios de la realidad. Los estudios culturales consideran
que las prácticas discursivas importan porque son esenciales para la construcción de los
contextos específicos y las formas de vida humana. Pues los seres humanos viven en un
mundo que es creado por ellos mismos, y ese mundo se ha construido mediante prácticas
que construyen y transforman las realidades discursivas y no discursivas (ambas
materiales) en forma simultánea e íntimamente interconectada. Se está construyendo una
organización del poder mediante esa desarticulación y la rearticulación de relaciones
necesarias o innecesarias pero ambas garantizadas, tomando la cultura como punto de
partida y de ingreso al complejo balance de fuerzas construidas por las relaciones de ésta
con la sociedad. Los estudios culturales intentan desplegar la teoría de manera estratégica
para ganar el conocimiento necesario para describir el contexto en formas que puedan
permitir la articulación de nuevas o mejores estrategias políticas tratando de hacer una
desviación en lo empírico hasta lo concreto intentando comprender tal contexto.
El objeto de los estudios culturales es un contexto donde se desarrolla y aborda diferentes
prácticas culturales de una sociedad. Así mismo, dichas prácticas culturales son los lugares
dónde se pueden desarrollar y darse diferentes cosas que permitan averiguar los aspectos
culturales de una sociedad. Los estudios culturales están comprometidos o relacionados
con el trabajo teórico que se debe llevar para un estudio social, pero no solo eso si no que
en este estudio se basa en la economía y la política mencionando que, son las dimensiones
más relevantes en el estudio de los fenómenos sociales. Los estudios culturales consideran
el poder como una organización compleja y contradictoria, en múltiples ejes y dimensiones
que no puede reducirse una a otra, además tienen un interés permanente en la manera
como el poder infiltra, contamina, limita y posiciona las posibilidades que tienen las
personas de vivir sus vidas en formas dignas y seguras.
Por otra parte, los estudios culturales se enfocan en cómo se producen las realidades
específicas, entendidas como contextos.

Los espacios-problema de los estudios culturales:


A lo largo del tiempo se creyó que los estudios culturales y sus problemáticas tienen una
ideología compleja y que todo es contextual. Estos son más que eso, estos estudios buscan
contextualizarse radicalmente ante aquella interrogante, desafío que nos planteamos,
impulsado a responder.
Los estudios comienzan reconociendo que el contexto ya está estructurado, no sólo por
razones de fuerza y poder, sino también por voces de rabia, desesperanza y esperanzas
políticas. Esto no quiere dar a entender que el análisis deba o vaya a terminar en el mismo
lugar, sino que conscientemente tratan de adquirir la caótica y dolorosa realidad del poder,
como funciona por fuera y por dentro de la academia a la práctica sin reducir su lógica.
Para Stuart Hall (1990), los estudios culturales en realidad comienzan con el debate sobre
la naturaleza del cambio social y cultural en la Gran Bretaña de la postguerra. Un intento de
abordar la ruptura de la cultura tradicional, en especial de las culturas de clase tradicionales,
comenzó registrando el impacto de nuevas formas del poder adquisitivo y la sociedad de
consumo en la misma estructura jerárquica y piramidal de la sociedad británica. Tratando de
confrontar la fluidez y el impacto desestabilizador de los medios de masas y de una
sociedad de masas emergente en esta vieja sociedad de clases europea, registraron el
impacto cultural del ingreso, por tanto tiempo diferido, del Reino Unido al mundo moderno.
Pero existe, por así decirlo, otro lado del contexto, que concierne a la universidad y sus
prácticas de producción de conocimiento. Como ha escrito Stuart Hall (1990), al menos una
parte del contexto que determina el surgimiento de los estudios culturales en los años
setenta fue una crisis de la universidad. Esa crisis se definió de manera más patente con el
creciente poder de un estrechamente definido modelo científico de conocimiento, y el
consecuente ascenso del «cientificismo» como ideología en todas las esferas culturales,
políticas y económicas. Pero también involucraba una compleja serie de desarrollos que
ponían en duda las ciencias sociales (en una emergente crítica remanente a su seudo-
objetividad y a la facilidad con la que eran cooptadas para ponerse al servicio de las
operaciones de las relaciones de poder existentes) y las humanidades (en una crítica más
amplia a su irrelevancia, elitismo y esoterismo cada vez mayores).
Por otro lado, Newton, no dice que este desafío fundamental fue planteado especialmente
en el contexto de la postguerra, principalmente por el estatus y el poder en continua
expansión de la ciencia, y más específicamente, por la creciente percepción (si no el
reclamo por parte de las ciencias —constituidas como el cientificismo y el positivismo—) de
que las ciencias duras o de laboratorio constituían la única vía de conocimiento válida.
Hall siempre pone su trabajo sobre la raza en contexto, como cuando dice que nunca ha
trabajado sobre la raza y la raza como subgénero. El resultado, por supuesto, es que
cualquier discusión sobre cuestiones raciales y étnicas no puede separarse de la
configuración social específica en la que tiene lugar y aborda la discusión de Hall.
Esta contextualidad radical se encarna en el concepto de expresión. La articulación nombra
tanto los procesos básicos de producción real, la producción de contexto y fuerza, como las
prácticas analíticas de los estudios culturales. Es la práctica o transformación de crear,
decodificar y recrear relaciones y contextos, construir nuevas relaciones a partir de viejas o
no relaciones, y rastrear La articulación requiere reestructuración y reconstrucción, primero
hay que ver que lo que parecen ser ondas simétricas o unidades sin capas o hendiduras se
han formado a partir de partes diferentes y dispares, al igual que la apariencia de
enderezamiento. Esto significa que las coincidencias en sí se han eliminado y ahora deben
redescubrirse en una posible división.
El emparejamiento comienza con el descubrimiento de la heterogeneidad, la diferencia y la
fracción en los agregados. Pero no puede quedarse ahí, al negar la crítica, porque la
heterogeneidad nunca es heterogeneidad pura y simple. Siempre se reorganizan en otros
totales. Es una función del poder social, y si no se une a esta lucha, al tratar de pensar en
las posibilidades de reorganización, entonces los estudios culturales abandonaran el sentido
mismo de posibilidad política que los impulsa. Los estudios culturales intentan difundir la
teoría y la investigación estratégicamente para obtener el conocimiento necesario para
describir contextos de manera que permitan el desarrollo de nuevas o mejores estrategias
políticas.
Han tomado lo que Marx llamó “desviación por la teoría” para dar una nueva y mejor
descripción de la misma, pasando de lo experimental a lo concreto, donde siempre se
concibe esto último. Pero también tuvieron que recorrer el contexto práctico y empírico para
continuar con la teoría. Intentan llegar a una mejor comprensión del contexto con el que
comenzaron o que pueden predecir sobre una base puramente teórica basándose en
preguntas y requisitos clave.
Los estudios culturales no pretenden redescubrir lo que ya sabemos, es por eso que
finalmente es posible hacer preguntas importantes sobre política, y por qué la política y la
estrategia solo pueden lograrse después de los estudios culturales.

Queda claro que la autorreflexión concreta, si los estudios culturales llegasen a responder
las limitaciones ,las limitaciones o incluso la razón del contexto, teniendo está el material
para su estudio siguiendo con un contexto específico. Se concluye también que el estudio
cultural no debe tener un discurso llamativo con el fin de librar de responsabilidad a su
analista, que este no da la sensación de ya estar concluido y permita al analista realizar un
verdadero estudio basándose en sus propias investigaciones y no sólo guiado por una maya
ya establecida se llega a concluir también que, es un error tratar de realizar un correcto
estudio sin experimentaciones y conocimientos concretos, no se puede confundir este
estudio con conceptos de interpretación propia , ya que esto afectaría la verdad que es el
punto más importante en este tipo de estudios, por ese motivo se deben utilizar solo
conocimientos concreto y conocimiento empírico, ya que así se reafirma el concreto y con
ayuda del empírico se pueden complementar o hasta desarrollar nuevos conceptos Una de
las características más llamativas de este estudio es que esta llega cuestiona la necesidad
de su propia práctica, por ese motivo este estudio acepta que existe un desplazamiento de
sus efectos, restando importancia a su estudio, ya que se a demostrado que muy pocas
veces estos efectos están donde deberían estar, es como si lo encontraras donde uno
menos se lo espera , son algo impredecibles.

Se entiende que la investigación de este estudio no tiene como finalidad, salvar a alguien,
esta solo es una propuesta, con la finalidad de lograr construir un mejor lugar donde vivir, ya
que este estudio trata de contar una buena historia o una verdadera historia , ya que un mal
aprendizaje cultural pudo caer en un mal manejo político, aunque no se sabe a ciencia
cierta si una historia bien contada pueda recaer en una buena política o no, los cambios son
impredecibles por así decirlos.
LECTURA 2: FUNDAMENTOS Y CARENCIAS DE LOS ESTUDIOS CULTURALES
LUENGO CRUZ

La cultura popular en la sociología


El fenómeno de lo que es la cultura popular ha constituido un apartado o campo
relativamente nuevo para la sociología convencional ya que ha tenido poca legitimación
como objeto de estudio en el campo de las ciencias sociales. Adorno y Horkheimer
formularon la tesis más influyente en el área de la cultura de masas, el cual se convirtió en
una de las causas fundamentales en la caída de la sociedad capitalista, fue por ello que la
sociología desarrolló una actitud contradictoria hacia lo popular. Por otra lado, en estos años
la sociología se orientó hacia la aplicación prioritaria de modelos empíricos y dejó de lado el
interés por la cultura y en lo que respecta a las últimas dos décadas han marcado un punto
de desviación. En este caso la cultura popular ha pasado de ocupar un puesto marginal en
la vida académica a ser foco de interés no ya sociológico sino interdisciplinario.
Este interés renovado por el ámbito de la cultura popular y las implicaciones
epistemológicas que su análisis plantea a la sociología justifica la relevancia de la tradición
de las culturas studies, de la misma forma que fueron concebidos en el momento de su
gestión.
Y en lo que sigue trata de analizar las categorías teóricas de la propuesta británica.
Intentando llevar a cabo una reflexión teórico-crítica que vaya más allá de la exposición de
ideas, por lo cual el objetivo es mostrar los presupuestos teóricos que originaron la tradición
culturalista y, a partir de ahí, revelar las carencias que han hecho de los estudios culturales
un programa "débil" desde el punto de vista de una sociología cultural.
La diferencia entre los enfoques racionalistas y los enfoques idealistas, es que el primer
enfoque consideran que la cultura responde mecánicamente a fuerzas externas, mientras
que el segundo enfoque realzan la dimensión interna, subjetiva de la cultura. Otra de las
diferencias en base a la postura colectivista o individualista es que para los teóricos
colectivistas, los patrones culturales preceden a los hábitos culturales del individuo, ya que
a su vez dependen de una estructura social preexistente que dirige la producción y
recepción colectiva de la cultura mientras que los teóricos individualistas creen que la
culturales consecuencia de una opción individual.
Aquí podemos encontrar los siguientes términos:
- Industria cultural o cultura de masas vs Arte: la cultura de masas representa el punto de
degradación al que ha llegado el arte sometido al mercado. Estamos hablando de la
presuposición de racionalidad y colectividad pero también de la presuposición idealista e
individualista.
- Cultura y "sociedad de masas": La cultura "de masas" no existe como tal. En la sociedad
de masas proliferan los objetos de entretenimiento, que se asemejan a los productos de
consumo y que no responden al estatuto cultural. Su presuposición es no realista.
- "Arte de masas": El arte de masas representa la creación de un nuevo arte, más allá del
arte moderno, el cual es capaz de movilizar políticamente a las masas. Su presuposición es
ideal - colectivista.
- "Arte popular" : Las manifestaciones contemporáneas de la cultura popular, como es el
cine, expresan valores genuinos que recuperan el contacto de la obra con su público,
aspecto olvidado por el arte moderno. Su presuposición es al igual que la anterior ideal-
colectivista.
- "Cultura popular": La cultura popular es escenario central de la lucha por el poder en la
sociedad. No sólo manifiesta el poder del capitalismo dominante y el modo en el que esté
confirma su situación privilegiada. Su presuposición es racional- colectivista.
Por otro lado tenemos a Frankfurt, Arendt y la crítica moderna.
Los teóricos de Frankfurt observaron que la racionalidad económica extendía sus modos de
hacer previsión, cálculo y éxito en la obtención de beneficios materiales. Por lo cual la
propia cultura se convirtió en medio de alimentar el sistema del capitalismo moderno,
teniendo como significado eficacia, cálculo y predicción. Es así como Adorno y Horkheimer
entendieron que la manipulación técnica de unas formas masivas difería radicalmente del
modo en el que el artista manipula la materia prima según un principio intrínseco a la obra.
El arte del mercantilizado :la del bien del consumo esto se debe que se sustituye las
cualidades estéticas para fijarse eternamente a la lógica comercial.y por eso la cultura
popular se mezclaba con la publicidad. En ambos, el lenguaje visual revestía de realismo el
contenido ideológico del producto y transformaba reiterativamente en lo que son los fetiches
de la vida cotidiana.
Según Adorno y Horkheimer, la evasión y el divertimento constituyeron las formas del placer
estético.
El consumo es la pretensión instrumental que la sociedad moderna impuso al arte. La
industria cultural sometió a los objetos culturales a una necesidad social—producir para
consumir, y consumir para seguir produciendo ya que esto permitirá que la cultura
permaneciera esencialmente ligada a la economía de mercado.
La conformación entre el arte y la cultura de masas estaría relacionado con las teorías
modernistas como lo explican los autores : D. MacDonald y C. Greenberg son los autores
que representan Norteamérica, se caracterizaron por su postura cercana al presupuesto
ideal - individualista. Ya que decían ellos que el arte debía concebirse al margen de la
sociedad, como esfera y autónoma. Se basaron en la crítica en la singularidad, subjetividad
universalidad o desinterés, características de lo que describe Kant en el juicio estético.

Hacia una concepción contemporánea de la cultura popular: Benjamin y Panofsky

W. Benjamin definió el ámbito de la cultura popular armonizando con la esfera del arte. La
cultura de masas representaba para él una forma de arte innovadora, capaz de convocar a
masas. Por esto le puso mass art. El agrupó el arte de masas con los intereses económicos
de la burguesía. Destacó el modo en que la producción y todo el consumo de las masas por
las técnicas de la fotografía y fílmica en donde el objeto reproducido perdía su aura y por
tanto, su dimensión artística. El hecho de que este hecho lo vieran masas de gente, causó
que haya un reemplazo de la obra por un modelo idéntico, pero no original. Sin embargo,
las masas prefirieron la copia por su cercanía a la original. El cine trajo con él la caída del
aura del personaje dramático, así como su escenificación. Hamlet apenas superaba la
participación de los actores y su escenografía. En la comparación entre el teatro y el cine
Benajmin incluyó un matiz característico. El destacó otras ideas; no existía un arte puro,
libre de intereses sociales. La imagen de masas es un nuevo modo de la percepción de las
personas. Todo hacía indicar que la transformación del arte en aquella época
contemporánea debía responder a un cambio. El nuevo arte no se comparaba a los relatos,
pinturas o dramas tradicionales. Por lo tanto, el análisis que hizo W. Benjamin fue dirigido a
concretar el nuevo fin, al que responden los objetos esperados. Su nueva meta empezó
eliminando el aura de las obras que la experiencia humana dejaba en las obras de arte. Él
comparó el arte antiguo con una experiencia ritual en la que la obra de arte la que venía a
ser un culto, poseía gran valor de reproducción y la obra de arte poseía ocultamiento de
misterio. Esta virtud se anuló a favor de darle valor a la exhibición de su reproducción
inmediata. Las obras podían ser vistas o calificadas de dos modos; por su valor de
ocultación y valor de exposición. Las obras pasaron de ser un producto de arte a ser
representación política de masas. El análisis de Benajmin sobre el arte contemporáneo
terminó como era de esperarse, en la superación revolucionaria del arte tradicional y
abriendo las puertas a una nueva forma de arte político de las masas. Por esto, el arte de
masas, quedaba subordinado a la sociedad la cual tenía ya una estructura de muchos años.
Por un lado, el arte de masas materializa una acción humana y no solo interese materiales.
El arte tecnológico era una respuesta a la política para conservar los rasgos de dicha
acción. Este contrapunto abre una nueva forma de ver las cosas para W. Benjamín,
considera el arte de masas. Por tanto, ahora lo que busca la política es un principio
constitutivo de sus formas y no solo un valor accidentalmente añadido a sus creaciones.
Benjamin renunció a un planteamiento individual del arte al aspirar y potenciar la sociedad
del arte. Así fue como se acercó a la postura humanística de Panofsky. No como Mc Donald
o Leavis. Él fue un historiador del arte quien vio crear un nuevo tipo de arte llamado arte
popular y mencionó que el cine es un gran medio para desmentir las concepciones
moderna, individuales y autónomas del arte, así como, volverla un repertorio común de la
sociedad.

Panofsky definió el filme en continuidad con la obra de teatro (arte de élite). De hecho, su
testimonio recalcó el error inicial de trasladar obras escénicas a la pantalla, evitando de raíz
la conclusión de Adorno y Horkheiner, y también de los críticos modernos, por la que el
cine, un producto de la cultura popular, se definía en contraposición a la obra de arte, la
obra teatral. La proyección comercial exigía al lenguaje mayor comunicabilidad, a lo que
continuaba el carácter vitalista de la imagen cinematográfica, argumento este autor. La
popularidad y la técnica audiovisual confluyeron en la efectividad del cine como medio de
expresión popular.
A partir de esta lectura, las imágenes estereotipadas de la cultura popular fructificaron en
tipos auténticos. La evolución en manejo de la técnica cinematográfica hizo que esta
manera externa de narrar fuera asumida, internamente, por el carácter temporal de la
imagen, que ya no mostraba el movimiento de forma alegórica, mediante alusiones a su
significado externo, sino simbólicamente. La lectura intrínseca de Panofsky desvelaba la
conexión esencial entre la naturaleza artística del cine y su popularidad.
Su popularidad fue la respuesta social a una concepción moderna de la obra de arte, de un
arte autónomo, aislado de la sociedad. Pero el análisis de Panofsky concluye de modo muy
distinto al de Benjamin. Este idealismo no estuvo reñido con la representación masiva de
afectos comunes, frente al individualismo que motivó la defensa moderna de un arte de
élite.
LA CULTURA POPULAR COMO ESCENARIO DEL PODER:
LOS ESTUDIOS CULTURALES
Las corrientes anteriores constituyeron las líneas fundamentales del debate contemporáneo
en torno a la cultura de masas. La escuela británica se sitúa a caballo entre unos y otros
presupuestos e intentó combinar diferentes perspectivas teóricas y de análisis. Los estudios
culturales incidieron en la fuerza de la colectividad, oponiéndose así a la óptica
individividulista de la crítica moderna de Leavis.Y, a la vez redujeron el colectivo social a la
categoría de clase,pues, a su juicio, esta era la forma básica en la que se estructuró la
sociedad moderna.
La tradición de los estudios culturales puede analizarse en diferentes fases.A finales de los
años cincuenta se gestó a través de la influencia del llamado culturismo, una aproximación
a la cultura popular orientada por cierta aspiración ideal-colectivista.
Los tres procedían de disciplinas humanísticas. Wiliams fue crítico literario y cultural, al igual
que Hoggart.Thompson trabajó en el área de la historia social. Hoggart, además, dirigió el
Centre for contemporary Cultural Studies cuando los estudiantes culturales se
institucionalizaron en Birmingham, a partir de 1964(Storey 1992). Los tres autores
compartieron una visión semejante de la cultura popular. La consideraban como un
elemento crucial para explicar la sociedad contemporánea.
Raymond Williams ofreció la expresión del popular culture contraponiendo la expresión
mass culture para entender que es una manifestación contemporánea, como concepto
social lo definió como alternativa al individualismo de la crítica moderna. La cultura popular
no es más que una constante transformación, va más allá de las tradiciones populares y sus
procesos que las sobreponen. La acepción de cultura popular y el ámbito de los estudios
culturales que esta noción creó respondieron, pues, a este planteamiento en el que la
cultura se ponía a favor de una sociedad, era vista como «masa». Revalorizó así la cultura
de masas, asignándole un nuevo nombre —«cultura popular»— y presentándola a la
sociedad. En su propuesta siguió persistiendo, sin embargo, el antagonismo moderno entre
el arte de élite y la cultura de masas. Al final, terminó contraponiendo dialécticamente la
cultura popular al «Arte».
Se debe tomar en cuenta que las culturas populares presuponen ideologías, además estas
ideologías responden a un proceso de producción de culturas. Dicho proceso respondía
esencialmente a una comprensión materialista de la cultura en la línea de Antonio Gramsci
(1955). La sociedad estaba formada por grupos que compartían determinadas condiciones
materiales e históricas.

El enfoque funcional de la cultura dio prioridad al orden social, en función del cual se ponían
los medios de masas y las formas populares. La sociología experimentó un giro hacia la
cultura, la dimensión cultural se volvió tan necesaria para comprender los fenómenos
sociales en toda su complejidad. Desde la perspectiva hermenéutica, el funcionalismo
reducía el horizonte cultural a la sociedad empírica, los valores de la cultura, a ideas
irreales.
En los aspectos culturales incorporó presupuestos también comunes a los trabajos que
plantean una actitud ambivalente respecto a dicha autonomía de la cultura o culturas
populares. Primero, la cultura siempre presupone un significado ideo-
lógico. Las culturas populares magazines, estilos de música e indumentaria juvenil, si bien
ofrecían ciertos espacios desvinculados del orden social, no obstante, dichos espacios
simbólicos cumplían una función preferentemente ideológica.

Así mismo, la cultura expresaba directamente posiciones de poder. Explicitar las era el
cometido principal de los trabajos. La interpretación de las formas populares consistía en
señalar el uso ideológico que se hacía de la cultura popular. Las clases dominantes y
subordinadas poseían su propia cultura. Una cultura ascendía sobre otra en el ranking del
poder cultural. Y el grupo de la cultura subordinada se interpretaba a sí mismo en los
términos
prescritos por la ideología dominante.
En los umbrales del siglo XXI la realidad cultural se resiste, en fin, a ser clasificada
en cultura capitalista y cultura obrera, enfrentadas en oposición dialéctica. Bourdieu
(1986a) ha ofrecido una explicación de los gustos populares a través de otras
variables distintas a la clase social. El prisma de lo popular se amplía. Los estudios
sobre comunidades obreras han dado paso al análisis de otros grupos sociales. El
trabajo de M. Gillespie Television, Ethnicity and Cultural Change (1995) ha
planteado cuestiones sobre la construcción de las identidades sociales
diferentes a las viejas preguntas sobre culturas de clase o ideologías políticas. Una
recopilación reciente de estudios sobre medios de comunicación- Media and Cultural
Theory (Curran y Morley, eds., 2006)— parece renovar la perspectiva de los estudios
culturales con nuevos temas y objetivos de análisis.
La «sociología de la cultura» parte de una visión racionalista. La cultura es una
superestructura, ideología o variable dependiente de la estructura social. La razón de
los significados culturales está fuera del propio dominio de la cultura. Dichos
significados reflejan las variables «duras», los factores materiales, «reales» del orden
social. En esta línea de la sociología de la cultura, la escuela de Birmingham fue
incapaz de superar una postura racionalista de la cultura. Tras idas y venidas, el
modelo del materialismo cultural acabó en una reducción de la cultura popular a la
estructura socioeconómica. La perspectiva permaneció siempre en los límites
ideológicos de su crítica a la cultura neoliberal. Al término de su camino, la cultura
popular quedaba abocada a la manipulación ideológica más o menos directa.
La «sociología cultural» adopta una postura idealista. La cultura no es una cosa, sino
una dimensión; es una variable independiente que entreteje la estructura social
desde dentro. Este reconocimiento tajante de la «autonomía cultural» respecto a la
estructura resulta básico para establecer una línea sólida de análisis cultural, en
palabras de Alexander. Desde esta perspectiva, los significados culturales revisten
un poder simbólico capaz de dirigir el deseo de colectividades, decidir sobre las
formas de organizar las instituciones, represen- tar la sustancia moral de las leyes y,
en definitiva, generar los significados y las motivaciones que subyacen en las
variables «duras» de la «sociología de la cultura»: las fuerzas tecnológicas,
económicas, políticas o militares (Alexander, 2003).
La perspectiva de Alexander observa la cultura como un «proceso» (Spillman, 2002).
En este punto se aproxima al planteamiento de los estudios culturales. La cultura no
es sólo una serie de prácticas, costumbres o hábitos sociales ni representa
únicamente un conjunto de formas, artefactos o productos artísticos. Sin embargo,
hacer «sociología cultural» requiere concebir dicho proceso como productor de
significados, afectos, emociones e idealizaciones colectivas (Alexander, 2003). Por el
contrario, lo hemos advertido ya, una sociología de la cultura en la línea de los
estudios culturales concibe el proceso cultural como reproducción de relaciones
sociales, poderes políticos y fuerzas económicas.
El proceso de dominación por el cual una cultura se impone a otra tiene consecuencias para
esta, haciendo que la cultura dominante sea aceptada, negociada o rechazada.
Significa que los medios han sido codificados en el contexto de la cultura predominante.
Luego, el grupo decodificó estos significados en tres patrones de lectura, el primero es la
incorporación de mensajes a su subcultura.
Otros establecen ciertas negociaciones contra ellos con sus propios estándares culturales,
este último estaba en contra de estas connotaciones.
En la década de 1990, Hall propuso análisis orientados al estudio del discurso. El autor
utiliza el término en el sentido en que Foucault define las prácticas de poder o las formas de
discurso que definen patrones de pensamiento en un período determinado.
Hall luego sugiere analizar el discurso popular como un medio para mapear las categorías
mentales de nuestro tiempo y, al hacerlo, identificar las estructuras de poder que las
facilitan. El discurso constituye la posición preconcebida o predestinación del saber del
espectador respecto a la interpretación de tal o cual texto.
La sociología cultural adopta una posición idealista. La cultura no es una cosa, es una
dimensión, es una variable independiente que teje la estructura social desde adentro.
Un reconocimiento claro de la autonomía cultural es esencial para establecer una línea
sólida de análisis cultural. Según esta visión, el significado cultural tiene un poder simbólico
capaz de orientar los deseos de la sociedad, determinando las formas de organizar las
instituciones, representando la naturaleza moral del derecho y, en última instancia, de todo
que crea significados y motivos que subyacen a variables difíciles.
Se concluye que la teoría crítica descubrió un espacio entre el arte y la cultura de masas,
entonces los teóricos pertenecientes a la escuela de Frankfurt siguieron el camino hacia la
crítica moderna de la cultura, culpándola del decaimiento humano y sociedades modernas.
Se propuso que los objetos culturales tuvieran un valor para la sociedad moderna con
intereses económicos.
Esto causó que muchas expresiones de arte sean realizadas sólo con un fin lucrativo, esto
convierte al arte en un mercado con sentido ideológico y dejó de permanecer en el espacio
del arte en sí.
La tradición británica de los estudios planteó como propuesta dejar atrás la idea de
materializar la supuesta cultura popular, pero no fue apoyada, con la excusa de que sus
predecesores habían planteado la idea correcta, y tenían preferencia al pensamiento
lucrativo, diciendo que el poder del mundo depende de la cultura del mercado y la cultura
política , estos estaban a favor de la producción de la cultura popular que no era para nada
del pueblo, contradiciendo así sus propias ideas.

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