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Principios de aprendizaje

La experiencia de aprendizaje con juegos que deseo describir se llevó a cabo en el año 2016, cuando formé
mi primer colectivo cultural en la Ciudad de México. Es ahí donde comencé a utilizar los juegos de rol como
una herramienta que nos permite acercarnos como personas al mirarnos cara a cara y crear conjuntamente
una historia de forma oral en donde cada uno interpreta un personaje dentro de una historia que va
desarrollando un master o director de juego.

Concretamente quiero centrarme en una experiencia de juego que implementamos en la Universidad


Autónoma de la Ciudad de México, con los alumnos de diversas carreras, en donde retomamos los
elementos de la pastorela y los traslada a la mesa de juego, donde cada participante toma el rol de un
pastorcito, un diablo o un animalito. La finalidad de este proyecto promover el patrimonio cultural inmaterial
(en este caso la tradición de las pastorelas en México) y fomentar en los participantes la creación oral de
historias a partir de su propia cultura e identidad. Esto lo observamos cuando algunos participantes, que
eligieron ser el diablito, se describieron con una marcada influencia del anime y manga y otros, por el
contario, se describían como los personajes que atemorizaban el imaginario de los pueblos, como la figura
del perro negro con ojos rojos o el charro negro que se aparece por las noches en las calles de México.

Por lo anterior considero que el Principio de Identidad ha imperado n sólo en este ejercicio, sino en los otros
que hemos emprendido con la herramienta del juego de rol narrativo.

Otro principio que a mí me parece sumamente interesante y que he puesto en práctica es el Principio de
Moratoria Psicosocial. En este sentido he puesto a los jugadores en situaciones donde pueden elegir hacer el
bien y el mal dentro de una historia narrada colectivamente, pero se le hacer ver a ese jugador la
consecuencia de sus actos. El hacer tal o cual acción es sólo una simulación en un espacio que no transgrede
las leyes de “lo real”. Cuando termina la sesión se guardan los dados y las hojas de juego y cada quien vuelve
a su vida normal. La experiencia es lo que al final queda en cada jugador, no así las consecuencias negativas
de una mala decisión.

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