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Introducción

Una ética profesional y una responsabilidad hacia los clientes y colegas con el fin de
prestarle un mejor servicio en el campo en que se desempeña e integridad de
la información de los métodos empleados para identificar, medir, clasificar y reportar
dicha información.

El auditor debe revisar los sistemas establecidos para asegurarse del cumplimiento de
las políticas, planes y procedimientos, leyes y reglamentos que pueden tener de impacto
significativo en las operaciones e informes y deben determinar si la organización cumple
con ellos.

Así mismos son responsables de determinar si los sistemas son adecuados y efectivos y
si las actividades auditadas están cumpliendo con los requerimientos apropiados.
También deben revisar las operaciones o programas para cerciorarse si los resultados son
consistentes con los objetivos y metas establecidas y si las operaciones o programas se
llevan a cabo como se planearon.

1. El Auditor
Es aquella persona que lleva a cabo una auditoria, capacitado
con conocimiento necesario para evaluar la eficacia de una empresa.
El auditor debe reunir, para el buen desempeño de su profesión características
como: sólida cultura general, conocimiento técnico, actualización permanente,
capacidad para trabajar en equipo multidisciplinario, creatividad, independencia,
mentalidad y visión integradora, objetividad, responsabilidad, entre otras.
Además de esto, este profesional debe tener una formación integral y progresiva.
2. Ética Profesional
La ética profesional del auditor, se refiere a la responsabilidad del mismo para con
el público, hacia los clientes y colegas y los niveles de conducta máximos y
mínimos que debe poseer.
A tal fin, existen cinco (5) conceptos generales, llamados también "Principios de
Ética" las cuales son:
a) Independencia, integridad y objetividad:
El auditor debe conservar la integridad y la objetividad y, cuando ejerce la
contaduría pública, ser independiente de aquellos a quienes sirve.
Los conceptos de la ética profesional, sección ET 52-02 define la
independencia como: "La capacidad para actuar con integridad y
objetividad". Objetividad es la posibilidad de mantener una actitud en
todas las cuestiones sometidas a la revisión del auditor.
El auditor debe expresar su opinión imparcialmente, en atención a hechos
reales comprobables, según su propio criterio y con perfecta autonomía y,
para tal fin, estar desligado a todo vínculo con los dueños, administradores
e intereses de la empresa u organización que audite. Su independencia
mental y su imparcialidad de criterio y de opinión deben serlo, no
solamente de hecho, sino en cuanto a las apariencias también, por lo cual
el auditor debe evitar cualquier entredicho que lo pueda vincular a
situaciones que permitan dudar de tales cualidades.
b) Normas Generales y Técnicas:
El auditor debe observar las normas generales y técnicas de la profesión y
luchar constantemente por mejorar su competencia y la calidad de sus
servicios.
Las normas generales y técnicas son reglas de conducta que exigen la
observancia de las normas relacionadas con la realización del trabajo. Así,
las primeras indican que un miembro a quien mediante otro contador
solicite consejo profesional sobre una cuestión técnica contable o de
auditoria, debe consultar con el otro contador antes de proporcionar ese
consejo a fin de asegurarse de que el miembro conoce todos los datos y
hechos disponibles.
c) Responsabilidades con los clientes:
El contador público debe ser imparcial y franco con sus clientes y servirles
lo mejor que pueda, con interés profesional por los intereses de ellos,
consecuente con sus responsabilidades para con el público y todo esto lo
pondrá de manifiesto a través de independencia, integridad y objetividad.
Una responsabilidad fundamental del contador público es la que se refiere
a la confidencialidad y al conflicto de intereses. La regla 301 (sección ET
301.01) dice que un miembro "...no revelará información confidencial
alguna obtenida en el curso de un trabajo profesional, a menos que
el cliente dé su consentimiento".
d) Necesidad de confidencialidad:
Tanto el sentido común como el concepto de independencia requieren que
sea el auditor, no el cliente, quien decida qué información necesita el
auditor para practicar una auditoria efectiva. En esa decisión no debe
influir la creencia, de parte del cliente, de que cierta información es
confidencial. Una auditoria eficiente y efectiva requiere que el cliente
ponga en el auditor la confianza necesaria para ser sumamente franco al
proporcionar información.
e) Confidencialidad y privilegio:
Con las excepciones indicadas, las comunicaciones entre el cliente y el
auditor son confidenciales; es decir, el auditor no debe revelar la
información contenida en la comunicación sin el permiso del cliente.
Normalmente, sin embargo, esa información no es "privilegiada". La
información es privilegiada si el cliente puede impedir que un tribunal o
dependencia del gobierno tenga acceso a ella mediante un citatorio u
orden de comparecencia.
f) Información Confidencial:
Los auditores y su personal tienen iguales responsabilidades que
la administración en cuanto al manejo de la información confidencial: no
utilizarla para provecho personal, ni revelarla a quienes pudieran hacerlo.
Esas responsabilidades están claramente comprendidas en las
estipulaciones generales del código de ética profesional.
g) Conflicto de intereses:
El temor de algunos clientes de que sus secretos les sean comunicados a
los competidores es tan grande que se niegan a contratar a auditores entre
cuyos clientes figure un competidor. Otros quedan satisfechos con
la seguridad de que el personal encargado de su trabajo no tenga contacto
con el personal del competidor. El precio de obtener tan alto grado de
confidencialidad es la pérdida de los beneficios de una experiencia en el
ramo que pueden aportar los auditores familiarizados con más de una
empresa dentro del mismo giro. La experiencia indica que el riesgo de que
se filtre información que tenga valor competitivo es sumamente bajo.
h) Responsabilidades con los colegas:
Aunque no hay actualmente reglas de conducta específicas que gobiernan
la responsabilidad de un contador público con sus colegas, los conceptos
de ética profesional establecen el principio fundamental de cooperación y
buenas relaciones entre los miembros de la profesión. La sección ET 55.01
expresa que un contador debe "tratar con sus colegas en forma de que no
disminuya su reputación y bienestar". Además, al ofrecer sus servicios, no
tratará de desplazar a otro contador en forma que lo desacredite. De
manera que, si bien la competencia entre auditores es fuerte,
sus acciones deben estar gobernadas por la cortesía profesional debida a
los colegas.
i) Responsabilidad legal
Son muchas las responsabilidades generales por la profesión derivadas de
estipulaciones legales.
j) Responsabilidad ante los clientes:
El auditor tiene una relación contractual "de carácter derivado" con su
cliente; en esta circunstancia es claro, de acuerdo con el derecho común,
que el profesional es responsable ante su cliente por negligencia en grado
simple y, en consecuencia, también lo será por negligencia en grado grave
o por fraude. Por muchos años los auditores han tenido buen cuidado de
hacer saber claramente a sus clientes que una auditoria normal de estados
financieros no lleva la intención de descubrir desfalcos e irregularidades
similares y así, el no hacerlo no puede ser motivo para demandarlo según
la "Responsabilidad por fraudes y actos ilegales".
k) Responsabilidad ante terceras personas:
El problema de la responsabilidad ante terceras personas,
conceptualmente, es equilibrar el derecho que razonablemente tiene el
auditor de protegerse contra reclamaciones de personas desconocidas (y
algunas veces innumerables), de quienes el auditor no tiene razón para
sospechar que contarán con los resultados de su trabajo por un lado, y por
el otro, lo que se considera como una importante política del Estado de
proteger a todas esas terceras personas que confían en los estados
financieros dictaminados contra los efectos adversos de la práctica
profesional.
3. Papel del T.S.U en Informática Dentro de la Auditoria
El técnico superior en informática debe ser técnicamente idóneo, y tener las
habilidades y los conocimientos necesarios para realizar el trabajo como auditor.
Deberá planificar el trabajo de auditoria para satisfacer los objetivos y para
cumplir con las normas aplicables de ética profesional. Debe recibir
la supervisión apropiada para proporcionar la garantía de que se cumpla con los
objetivos de la auditoria y que se satisfagan las normas aplicables de auditoria
profesional. También deberá obtener evidencia suficiente, confiable, relevante y
útil para lograr de manera eficaz los objetivos de la auditoria.
4. Normas de Auditoría Generalmente Aceptadas
Acercándonos un poco más al trabajo de auditoría, las Normas de Auditoría
Generalmente Aceptadas (NAGA) son los principios fundamentales de Auditoría
a los que deben enmarcarse su desempeño los auditores durante el proceso de
Auditoría. Al cumplir con estas normas se garantiza la calidad del trabajo
profesional del auditor.
Las NAGA hacen referencia a las habilidades y cualidades que debe tener el
Contador Público, la calidad de su trabajo y aspectos de ética en su profesión. Las
normas se clasifican en normas personales y normas de ejecución. Como se
menciona en el Boletín 2010, las normas personales son aquellas cualidades que
debe asumir el auditor dentro del trabajo o proyecto que realiza; estas normas son:
entrenamiento técnico, cuidado y diligencia, independencia de auditor. Las
normas de ejecución son más específicas, ya que regulan la forma en que debe de
trabajar el auditor durante el proceso de
Auditoría. Se podría decir que el propósito de las normas de ejecución es contar
con evidencia suficiente para tener un fundamento claro al dar la opinión sobre la
situación financiera en la que se encuentra la entidad económica que está
auditando; algunas de estas normas son: planeación y supervisión, estudio y
evaluación del control interno, obtención de evidencia suficiente.
Las normas personales, como ya se mencionó, son aquellas cualidades que debe
contar el auditor; una de estas normas es la independencia. La independencia del
auditor es un concepto ampliamente discutido en la normatividad del contador
público, ya que es la base fundamental de la confianza en el trabajo de Auditoría.
Se discute el concepto de independencia desde la perspectiva de la normatividad
y las condiciones para que esta se dé. Además de ser una norma personal, la
independencia es un postulado en el Código de Ética Profesional; ahí se menciona
que al expresar un juicio profesional, el Contador Público debe sostener un criterio
imparcial y tener libertad sin ningún conflicto o interés de por medio.
5. Independencia del Auditor
La independencia del auditor está completamente ligada a la ética profesional. El
IMCP destaca que es un requisito a cumplir en el marco de las normas personales
del Contador Público. Se puede decir que un auditor es independiente cuando sus
juicios se fundan en elementos objetivos; y no es independiente cuando su juicio
u opinión está influida por consideraciones de orden subjetivo. En pocas palabras,
el auditor debe ser independiente al emitir su opinión sin tener ninguna presión
política, religiosa, o familiar por mencionar algunas; además de no relacionar
sentimientos personales o interés del grupo al que pertenece.
Un auditor siempre pondrá en juego su independencia al momento de realizar la
auditoría de cualquier entidad económica. Debe caber en el contador la prudencia
de mantener en limpio su imagen profesional, libre de restricciones o limitaciones
que se le presenten por hechos externos. El auditor es ético cuando es
independiente y da fe pública a la información financiera de la empresa que está
auditando; esto le da confianza a todas las partes relacionadas y credibilidad al
propio auditor sobre el trabajo que está realzando.
Dicho de otra manera, para que un auditor sea independiente debe ser objetivo en
la opinión que declara sobre la información financiera correspondiente. La
independencia de criterio es una cualidad y una actitud mental en la cual se debe
encontrar el auditor; no solamente debe “ser independiente”, sino también
“parecer independiente”, esto quiere decir que debe cuidar su imagen ante el
usuario de la información que está auditando al igual ante los demás interesados
como lo son los bancos, proveedores, los trabajadores, el estado, etcétera.
Existen circunstancias que obligan al auditor a perder su independencia e
imparcialidad para expresar una opinión sobre información financiera. Algunos
de estos casos puede ser cuando el auditor es pariente consanguíneo o cónyuge
del propietario o socio principal de la empresa que se encuentra auditando; este
caso puede ser de gran controversia cuando se presente, ya que por instancias se
pierde la credibilidad del Contador Público al emitir su opinión porque es lógico
que al tener esa relación tan cercana con el dueño de la empresa, se infiere que
tendrá esa presión familiar al beneficiar al mismo y no actuará éticamente en su
profesión.
Algunos casos que ponen en juego la independencia del auditor son: cuando
percibe durante más de tres años consecutivos de un solo cliente más del 33% de
sus ingresos u otra proporción menor que aun siendo menor, sea significativa del
total de sus ingresos; otro caso es cuando el auditor recibe por cualquier motivo,
participación directa sobre los resultados de la empresa que contrató sus servicios
de auditoría, en esta circunstancia se infiere que la transacción que lo beneficie
dependerá de la opinión que brinde.
En todo lo relacionado con su trabajo el auditor debe tener independencia mental,
para garantizar imparcialidad y objetividad en sus juicios. En la ejecución de su
examen y en la preparación de sus informes, debe proceder con diligencia
profesional. Esta actitud mental permite al auditor actuar éticamente con libertad
respecto a su juicio profesional, para lo cual debe encontrarse libre de cualquier
presión que limite su imparcialidad en la consideración objetiva de los hechos.
6. Delitos de la confidencialidad del auditor
Algunos contables y auditores valen más por lo que callan que por lo que cuentan.
Por ello, en su caso, la habilidad de guardar silencio es un bien especialmente
cotizado por las empresas que les contratan. Y para asegurar su discreción, les
hacen firmar contratos de confidencialidad que, de saltárselos, facilitan las
reclamaciones por vía judicial.
Los empleados que revelan información contable de su empresa pueden perder su
puesto de trabajo. La cuestión está en determinar si los datos contables son
considerados secretos de empresa y si revelándolos el trabajador incurre en
conductas ilícitas. El artículo 54.2.d del Estatuto de los Trabajadores permite al
empresario despedir a un empleado en caso de transgresión de la buena fe
contractual y abuso de confianza, y en este apartado se podría encuadrar una
conducta como la violación de secretos contables.
Además, el trabajador por cuenta ajena, con cargos como los de auditor o contable,
está obligado a mantener silencio por mandato legal del artículo 5.a del mismo
texto, según el cual el empleado tiene el deber básico de cumplir con las
obligaciones concretas de su puesto, de conformidad con las reglas de la buena fe
y la diligencia.
Una sentencia del Tribunal Superior de Galicia del pasado 23 de noviembre hace
mención a estos artículos del Estatuto de los Trabajadores en un caso en el que da
por bueno el despido de un trabajador por reenviarse a dos direcciones personales
de email y con copia oculta un total de 196 correos electrónicos con información
confidencial de la empresa.
a) Consecuencias
Aunque la ley penal no regula el delito de violar el secreto de la
contabilidad, está indirectamente penado dentro de los delitos relativos al
mercado y los consumidores y al descubrimiento y revelación de secretos.
El artículo 200 del Código Penal castiga al que descubra, revele o ceda
datos reservados de personas jurídicas, sin consentimiento. Las penas
pueden ser de uno a cuatro años de prisión, además de la multa y la
inhabilitación profesional.
A los que se apoderen de datos o documentos con el fin de descubrir un
secreto de empresa, la pena que se les puede aplicar oscila entre los dos y
los cuatro años de prisión, además de la multa, según el artículo 278 del
Código Penal.
La difusión, revelación o cesión de un secreto de empresa llevada a cabo
por quien tenga legal o contractualmente obligación de guardar reserva, se
castiga con prisión de dos a cuatro años, pero si es en provecho propio la
pena se reduce.
Si la razón de guardar secreto tiene un objetivo ilícito, ya sea desde el
punto de vista penal o desde el administrativo, no tiene por qué ser
protegido y su revelación por parte de un trabajador no tendría por qué
conllevar ningún castigo.
En concreto, en este caso se trataba de información confidencial y sensible
no sólo de la empresa, sino también contenido de carácter privado de otros
trabajadores, como sus certificados médicos o sus partes de trabajo, así
como el cuadrante de las vacaciones del personal. Se da la situación,
además, de que el asalariado tenía firmadas cláusulas de confidencialidad
con la empresa.
El despido, que primero fue declarado nulo por el juzgado de instancia, ha
recibido el visto bueno del alto tribunal gallego precisamente por
considerar que la conducta del empleado, que ya había acumulado diversas
sanciones, «es contraria a aquellas reglas básicas de la lealtad y honradez,
con claro abuso de confianza en el desempeño del trabajo». Según dice la
sentencia, este comportamiento implica un incumplimiento contractual
grave y culpable que merece la máxima sanción de despido, tal y como
establece el artículo 54.2.d del Estatuto de los Trabajadores.
Casos como éste se dan con relativa frecuencia en las empresas, pero el
problema es determinar qué se entiende por secretos de empresa y si en
ellos se incluye la información contable. Bajo este concepto no sólo se
encuentran los secretos puramente industriales o técnicos, sino también los
datos comerciales, los de capital intelectual y los económico-financieros,
según señala el profesor Miguel Ángel Villacorta, en un artículo de
Revista Contable.
b) Carácter reservado
En principio, una información es secreto de empresa cuando tiene carácter
reservado, existe voluntad de mantenerla oculta por parte de su titular y
posee valor para un rival. Para que reciba este calificativo, la información
revelada tiene que tener entidad suficiente para lesionar la capacidad
competitiva de la empresa.
En cuanto a quién debe mantener el secreto, en opinión de Villacorta, lo
más adecuado es considerar a todos los sujetos que tengan una relación
laboral con la empresa, entre los que se incluye a los contables y los
directivos de este departamento.
Respecto al tiempo que el trabajador debe respetar la confidencialidad de
la información, la doctrina de los tribunales se contradice. Por un lado,
algunas sentencias defienden que sólo es obligatorio mantener silencio
mientras se trabaje para la empresa en puestos como encargado, empleado
u obrero, mientras que otros fallos ven insuficiente limitarlo al período de
relación laboral.
La cuestión aquí es qué sucede si un empleado decide dejar el trabajo
voluntariamente para poder revelar secretos. Villacorta señala que en estos
casos se deberá valorar la importancia y trascendencia del secreto y la
necesidad de endurecer la posición de los tribunales cuando un trabajador
extinga su relación laboral precisamente para comerciar con la
información confidencial.
A menudo, los trabajadores que se llevan información confidencial de la
empresa lo hacen con la intención de entregársela a la competencia o crear
su propio negocio valiéndose de esos datos. Estas situaciones entran
directamente en el terreno de la competencia desleal. La legislación de este
ámbito considera desleal «la divulgación o explotación, sin autorización
de su titular, de secretos industriales o de cualquier otra especie de secretos
empresariales a los que se haya tenido acceso legítimamente, pero con
deber de reserva, o ilegítimamente».
La historia corporativa está plagada de ejemplos de problemas de
utilización de información confidencial. Uno de los casos más sonados en
España se produjo a comienzos de los noventa, cuando el ejecutivo José
Ignacio López de Arriortúa fue acusado por General Motors, años después
de ser fichado por Volkswagen, de apoderarse ilícitamente de documentos
de la compañía y de revelar secretos a la firma alemana. Tras años de
demandas y litigios, los grupos firmaron un acuerdo en 1997 por el que
VW pagaría 100 millones de dólares (77 millones de euros) a GM y le
compraría repuestos por 1.000 millones.
c) Empleados que se convierten en cómplices por no denunciar
La lealtad hacia la empresa de un trabajador puede flaquear por muchos
motivos, pero la situación se vuelve especialmente delicada cuando el
empleado es consciente de que es su jefe quien, por ejemplo, es
responsable de un delito contable. Cuando existe este tipo de conflictos, la
ley es clara y el deber de denunciar un delito prevalece sobre cualquier
tipo de cláusula de confidencialidad que un empleado se vea obligado a
firmar.
En caso contrario, se puede ver implicado al ser cómplice por omisión e,
incluso, puede terminar imputado si se demuestra que era consciente de
que existía una práctica delictiva y que podría haberse detenido o evitado
si hubiera hablado antes. Existen algunas excepciones que no obligan a
primar el deber de denunciar, según Bernardo del Rosal, catedrático de
Derecho Penal y of counsel del departamento de Litigios y Arbitrajes de
Clifford Chance.
Por ejemplo, no está claro qué ocurre cuando al hacer público un delito el
empleado se está auto inculpando porque ha participado activamente en
esa conducta. En delitos patrimoniales no violentos, tampoco hay
obligación de delatar cuando se trata de un familiar. En cuanto a los pasos
a seguir, Bernardo del Rosal explica que lo normal es acudir al director de
cumplimiento normativo, una figura cada vez más popular pero que
todavía no tienen implantada la mayoría de las empresas.
También se puede utilizar los canales de denuncia confidencial que han
establecido muchas empresas, como una línea ética a raíz de los cambios
introducidos en el Código Penal y que reconocen la responsabilidad de las
compañías por los delitos que los empleados cometen en su nombre.
Cuando no existen estos canales o hay sospechas de que la compañía no
cesará su práctica y sólo se logrará el despido, la mejor opción es acudir a
la policía, a un juzgado de guardia o al Ministerio Fiscal, apunta el experto
de Clifford Chance.
Hay que contar con la posibilidad de que la investigación concluya que no
hay delito. Legalmente, no hay problema, siempre y cuando no se
denuncie falsamente, basta con tener un indicio racional y una sospecha
fundada para acudir a las autoridades. Aunque eso no evitará el despido,
al menos sí se considera improcedente, ya que el empleado delator ha
actuado conforme marca la ley.
7. Dolo
a) Auditoría, fraudes y errores
Un fraude es una maniobra intencional efectuada con el propósito de
perjudicar a alguna persona en beneficio de su autor.
Un error es una acción desacertada o equivocada o no intencional.
La responsabilidad primaria por la prevención y detección de fraudes y
errores recae sobre los administradores del ente.
Es razonable exigir que un auditor responda por su negligencia en el caso
de no descubrir los fraudes y errores que un trabajo bien planificado y
ejecutado debería poner en evidencia, pero no es razonable exigir al
auditor que detecte todos los fraudes y errores, pues el propósito de la
auditoría no es éste sino la emisión de una opinión o juicio técnico acerca
de la aplicación de ciertas normas contables. Además, algunos fraudes son
preparados y ocultados tan cuidadosamente o incluyen falsificaciones que
pueden pasar inadvertidas al auditor que no es un experto en la
autenticación de documentos.
Un fraude puede ser cometido por los administradores del ente, por los
empleados o por terceros. Los fraudes que interesan a los auditores son los
que tienen efectos sobre la calidad de los estados contables examinados,
particularmente:
I. Los que resultan de su falseamiento para engañar a sus usuarios,
que pueden involucrar:
II. La manipulación, alteración o falsificación de registros contables
o de la documentación que respalda el contenido de los estados
contables.
III. La omisión o exposición inadecuada de hechos, operaciones u
otras informaciones significativas.
IV. La aplicación incorrecta y deliberada de las normas de medición y
exposición contable.
V. Las apropiaciones ilegales de activos, incluyendo:
VI. La interceptación y el desvío de cobranzas.
VII. El hurto de bienes.
VIII. El pago de bienes y servicios no recibidos.
IX. La adquisición de bienes y servicios a precios mayores de los de
mercado.
X. La venta de bienes y servicios a precios menores a los de mercado.
Medidas a adoptar ante la detección de un fraude o error
I. Revisión del planeamiento
Ante la detección de un fraude o un error importante con aptitud
para afectar significativamente los estados contables, el auditor de
éstos deberá aplicar procedimientos que le permitan establecer si
tal afectación realmente existe.
En particular deberá considerar si el caso encontrado puede
considerarse único o si su repetición es posible o probable.
Deberá revisar además la planificación de la auditoría y la
confianza depositada en las informaciones que le suministran los
administradores y empleados del cliente.
II. Comunicación al cliente
Los fraudes, fueren significativos o no, y los errores importantes
de los que se tome conocimiento deben ser informados a la
administración del cliente.
Simultáneamente debería requerirse que ésta profundice la
investigación del hecho e informe sus resultados al auditor por
escrito.
El receptor de la comunicación debería estar en un nivel de
organización que sea superior al de los participantes en la comisión
del fraude o error de forma tal que le otorgue el poder suficiente
para ordenar, supervisar y monitorear la investigación del caso.
III. Comunicación de fraudes a las autoridades o al público
El auditor debe cumplir con las normas legales que le obligan a dar
información sobre los fraudes encontrados a determinados
organismos o al público. Si ellas no existieren, debería tener
presente su obligación de conservar el secreto profesional.
IV. Evaluación del impacto sobre el informe de auditoría
Una vez que las investigaciones sobre un fraude hayan sido
completadas por el cliente y que sus resultados hayan sido
revisados por el auditor, éste podrá evaluar el impacto del problema
sobre los estados contables y solicitar al cliente las correcciones
que fueran necesarias para que éstos queden preparados de acuerdo
con las normas contables del caso.
La eventual negativa del cliente a practicar ajustes significativos o
a los estados contables dará lugar a un informe adverso o con
salvedad determinada.
Si el cliente se negase a investigar los efectos del caso o si la
investigación no finalizase o no brindase resultados confiables, al
auditor podría resultarle imposible la determinación de los efectos
contables del fraude o error. En éste caso podría corresponder una
abstención de opinión o la emisión de un informe con salvedad
indeterminada.
V. Eventual discontinuidad del servicio
Si las particularidades del fraude detectado pusieran en tela de
juicio la integridad de los administradores del cliente, o si éste se
negase a aceptar el informe del auditor, el profesional debería
analizar la posibilidad de discontinuar su servicio, no sin antes
consultar con un abogado las implicancias que ésta suspensión
podría acarrearle y la forma de comunicar la decisión al cliente.
VI. Documentación
Los pasos anteriormente indicados deberían ser debidamente
documentados por el auditor.
Consecuencias de la mala praxis del auditor
El auditor que ejecute su trabajo o informe con negligencia o dolo
debe asumir consecuencias acorde con los perjuicios que su
accionar ocasione o pueda llegar a causar. Ellas pueden surgir de:
 Decisiones de los organismos a cuyo cargo esté la
vigilancia del ejercicio profesional (consecuencias
profesionales emergentes de una responsabilidad
profesional)
 La aplicación de leyes civiles que obligan que obligan a
pagar indemnizaciones por perjuicios (consecuencias
patrimoniales derivadas de una responsabilidad civil)
 Sentencias penales aplicadas por actuaciones delictivas, en
cuyo caso existiría una responsabilidad penal que podría
tener consecuencias personales (prisión), patrimoniales
(multas y resarcimiento de daños) y profesionales
(inhabilitación temporal o definitiva del título)
VII. Elementos de la Responsabilidad Profesional
Las normas que determinan la existencia de responsabilidad
profesional son aquellas relacionadas con el ejercicio de la
profesión:
 Ley 20.488 (relativa al ejercicio profesional de las Ciencias
Económicas)
 El código de ética.
 Las normas auditoría.
El incumplimiento a estas normas será lo que podrá generar una sanción
referida a la responsabilidad profesional.
El control del ejercicio profesional es realizado por los mismos
profesionales, por los encargados de llevarlos a cabo son los Consejos
Profesionales de Ciencias Económicas de cada jurisdicción a través del
tribunal de disciplina respectivo. Las penas dependen de cada consejo.
Independientemente de quien sea encargado de efectuar el mencionado
control, la responsabilidad profesional muestra aristas que son propias de
la profesión de contador público, y por lo tanto, protege la relación del
profesional, tomado en sentido individual, con la comunidad de
profesionales. Es decir, el bien tutelado es la profesión.
Sin embargo, la relación del profesional con la comunidad de
profesionales no queda en evidencia solamente por el contacto directo
entre los componentes de grupo, sino también por personajes externos: el
respeto por la profesión aparece en la relación del profesional con otros
profesionales, pero también por la relación con sus clientes y con la
sociedad en su conjunto. Por eso, el comportamiento y la disciplina
profesional, normadas en los códigos de ética, contemplan estas relaciones
directas, y la violación de alguna de ellas puede traer, en consecuencia,
sanciones. Esto significa que si un profesional se comporta indebidamente
con un cliente, tendría una sanción profesional no por el perjuicio
perpetrado al cliente, sino porque ese hecho atenta contra la jerarquía
profesional.
Según lo dicho anteriormente, el profesional en Ciencias Económicas que
se desempeña como auditor externo de estados contables puede ser
sancionado por:
I. No haber realizado el examen
II. No poder justificar el examen
III. No haber realizado el examen en función de las normas de auditoría
vigentes
IV. No haber concluido el examen en concordancia con el trabajo
realizado
V. No haber obtenido las conclusiones que deberían haberse logrado
mediante la realización de un trabajo razonablemente correcto
VI. No haber actuado con independencia
VII. No haberse comportado con actitud ética (desde el punto de vista
normativo) con el cliente
Ley 20488. Funciones inherentes al título de contador público
Como hemos mencionado anteriormente, el ejercicio profesional de las
Ciencias
Económicas está regulado por la ley 20.488. La misma, en su artículo 13
hace referencia a las funciones inherentes al título de Contador Público, a
saber:
Se requerirá título de Contador Público o equivalente:
I. En materia económica y contable cuando los dictámenes sirvan a
fines judiciales, administrativos o estén destinados a hacer fe
pública en relación con las cuestiones siguientes:
 Preparación, análisis y proyección de estados contables,
presupuestarios, de costos y de impuestos en empresas y
otros entes.
 Revisión de contabilidades y su documentación.
 Disposiciones del Capítulo III, Título II, Libro I del Código
de Comercio.
 Organización contable de todo tipo de entes.
 Elaboración e implantación de políticas, sistemas, métodos
y procedimientos de trabajo administrativo-contable.
 Aplicación e implantación de sistemas de procesamiento de
datos y otros métodos en los aspectos contables y
financieros del proceso de información gerencial.
 Liquidación de averías.
 Dirección del relevamiento de inventarios que sirvan de
base para la transferencia de negocios, para la constitución,
fusión, escisión, disolución y liquidación de cualquier clase
de entes y cesiones de cuotas sociales.
 Intervención en las operaciones de transferencia de fondos
de comercio, de acuerdo con las disposiciones de la Ley
11.867, a cuyo fin deberán realizar todas las gestiones que
fueren menester para su objeto, inclusive hacer publicar los
edictos pertinentes en el Boletín Oficial, sin perjuicio de las
funciones y facultades reservadas a otros profesionales en
la mencionada norma legal.
 Intervención conjuntamente con letrados en los contratos y
estatutos de toda clase de sociedades civiles y comerciales
cuando se planteen cuestiones de carácter financiero,
económico, impositivo y contable.
 Presentación con su firma de estados contables de bancos
nacionales, provinciales, municipales, mixtos y
particulares, de toda empresa, sociedad o institución
pública, mixta o privada y de todo tipo de ente con
patrimonio diferenciado.
En especial para las entidades financieras comprendidas en la Ley
18.061, cada
Contador público no podrá suscribir el balance de más de una
entidad cumplimentándose asimismo el requisito expresado en el
Artículo 17 de esta Ley. 12.
II. En materia judicial para la producción y firma de dictámenes
relacionados con las siguientes cuestiones:
 En los concursos de la Ley 19.551 para las funciones de
síndico.
 En las liquidaciones de averías y siniestros y en las
cuestiones relacionadas con los transportes en general para
realizar los cálculos y distribución correspondientes.
 Para los estados de cuenta en las disoluciones,
liquidaciones y todas las cuestiones patrimoniales de
sociedades civiles y comerciales y las rendiciones de
cuenta de administración de bienes.
 En las compulsas o peritajes sobre libros, documentos y
demás elementos concurrentes a la dilucidación de
cuestiones de contabilidad y relacionadas con el comercio
en general, sus prácticas, usos y costumbres.
 Para dictámenes e informes contables en las
administraciones e intervenciones judiciales. 6.-En los
juicios sucesorios para realizar y suscribir las cuentas
particioneras conjuntamente con el letrado que intervenga.
7.-Como perito en su materia en todos los fueros. En la
emisión de dictámenes, se deberán aplicar las normas de
auditoría aprobadas por los organismos profesionales
cuando ello sea pertinente.
8. Sanciones
Las características del proceso de determinación de responsabilidad profesional
son muy similares a las que llevarán adelante un proceso penal. Como el bien
tutelado es la comunidad profesional, son los consejos profesionales los que
ejercen el poder de policía del ejercicio profesional, mediante sus tribunales de
disciplina.
El proceso puede originarse por tres medios: por denuncia, de oficio o por
derivación. Cualquier persona o entidad puede realizar una denuncia ante el
Consejo Profesional en el que el auditor se halla matriculado. No es necesario que
se compruebe daño o afectación. También el Consejo Profesional respectivo
puede detectar un hecho susceptible de ser investigado e iniciar un expediente
para realizar la investigación. La derivación, por su parte, deviene cuando un
organismo que ha investigado un hecho informa al Consejo Profesional el avance
o el resultado de su investigación.
Desde ese momento, el proceso avanza sin necesidad de impulso externo, ya que
es la misma profesión, por medio de los Consejos Profesionales, la que está
interesada en la resolución del hecho. Por lo tanto, los mismos tribunales de
disciplina son los que solicitan información e impulsan la causa hasta que ella
finalice con un resultado.
Las sanciones que podrían imponerse a los auditores de estados contables son:
a) Advertencia privada (no trasciende al público) o advertencia pública (a ser
divulgada).
b) Multa.
c) Prohibición temporal para auditar estados contables de entidades con
determinadas características, incorporar nuevos clientes con determinadas
características, ejercer la auditoría o ejercer la profesión contable.
d) Revocación de la autorización para auditar estados contables de entidades
con determinadas características, incorporar nuevos clientes con
determinadas características, ejercer la auditoría o ejercer la profesión
contable.
Si las faltas éticas quedaran impunes, se disminuiría la confianza del público en:
a) Los contadores públicos individualmente considerados.
b) La profesión contable.
c) La efectividad de los códigos de conducta profesional.
d) El accionar de los organismos encargados de vigilar su aplicación.
Los regímenes disciplinarios son, por lo tanto, imprescindibles. Su implantación
obliga a adoptar decisiones sobre éstas cuestiones:
a) Qué conductas profesionales deben ser castigadas.
b) En materia de sanciones: quiénes podrían recibirlas, qué castigo aplicar
ante cada falta ética, cuál debería ser su alcance territorial y qué publicidad
darle.
c) Qué entes deben ejercer la potestad disciplinaria y pueden por lo tanto
aplicar sanciones.
d) Qué mecanismos deberían establecerse para que dicho ente tome noticias
de hechos que podrían configurar faltas éticas.
e) Cuándo deberían iniciarse actuaciones disciplinarias.
f) Qué reglas procesales deberían aplicarse.
9. Recomendaciones
El auditor debe realizar procedimientos diseñados a obtener suficiente y apropiada
evidencia de auditoria, en que puedan todos los elementos hasta la fecha
del informe del auditor que puedan requerir de ajustes o exposiciones en los
estados financieros, hayan sido identificados. Ciertos eventos y transacciones que
ocurren después de cada fin de año, deben ser examinados como parte del trabajo
normal de verificación de auditoria.
Además debe de llevar a cabo una revisión completamente documentada, de
eventos subsecuentes la cual tiene como objetivo de obtener una seguridad
razonable, de que todos los eventos importantes han sido identificados y expuestos
o registrados en los estados financieros.
La revisión debe ser actualizada a una fecha lo más cercanamente posible a la
fecha del informe de auditoría, hablando con la gerencia y
realizando pruebas futuras de ser necesario.
Todos los procedimientos de auditoria emprendidos y las conclusiones alcanzadas
deben estar completamente documentadas las hojas de trabajo deben incluir notas,
detalladas de reuniones, incluyendo quien estaba presente, los asuntos discutidos
y el resto de las discusiones.
10. Conclusión
El auditor tiene la responsabilidad de mantener en completa integridad y
objetividad la información que se le a dado de manera confidencial para poder
llevar a cabo los requerimientos que se le han asignados y ofrecer una mejor
calidad de sus servicios con el fin de que la organización donde esta
desempeñando su labor quede conforme. Y obtener evidencia suficiente,
confiable y útil para lograr de manera eficaz los objetivos de la auditoria. Y tener
responsabilidades que estén claramente comprendidas en las estipulaciones
generales del código de la ética profesional e inculcar normas generales y técnicas
de su competencia.

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