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SIGMUND FREUD Y EL PSICOANÁLISIS

Sigmund Freud médico neurólogo austriaco, una de las figuras mas influyentes e intelectuales
quizás, el pensador más famoso, polémico y carismático de la psicología del siglo XX.
Sus teorías y su trabajo han dejado una huella importante en el modo en el que durante décadas se
han dado explicaciones sobre el desarrollo en la infancia, la personalidad, la memoria,
la sexualidad o la terapia. Muchos psicólogos han sido influenciados por su obra, mientras otros han
desarrollado sus ideas en oposición a él.
Hoy en día, la psicología científica se desarrolla al margen de las ideas de Sigmund Freud. Sin embargo,
eso no le resta valor histórico a este investigador.
Freud es el padre del psicoanálisis, un método que tiene como objetivo el tratamiento de enfermedades
mentales. El psicoanálisis freudiano es una teoría que intenta explicar el comportamiento de los seres
humanos y se basa en el análisis de los conflictos sexuales inconscientes que se originan en la niñez.
Esta teoría sostiene que los impulsos instintivos que son reprimidos por la conciencia permanecen en
el inconsciente y afectan al sujeto. El inconsciente no es observable por el paciente: el psicoanalista es
quien debe volver accesibles dichos conflictos inconscientes a través de la interpretación de los sueños,
los actos fallidos y la asociación libre.
El concepto llamado “asociación libre”, trata de una técnica que busca que el paciente exprese, durante
las sesiones de terapia, todas sus ideas, emociones, pensamientos e imágenes tal y como se le
presentan, sin restricciones ni ordenamientos. Tras esta apertura, el psicoanalista debe determinar qué
factores, dentro de esas manifestaciones, reflejan un conflicto

PSICOANALISIS

El propósito de este ensayo es abordar lo que es el psicoanálisis bajo una cuestión y contexto de crítica,
argumentación y de postura ética. Se pretende plasmar lo abordado en la materia y en lo que en general
he aprendido, experimentado y conocido sobre el psicoanálisis. Esto me llevara a tratar de argumentar
acertadamente ciertos ideales y de poner en juego los conocimientos que he obtenido, de intentar
refutar ciertas cuestiones que al psicoanálisis le son efectuadas y tratar en base a esas refutaciones las
cuestiones que solidifican la importancia del psicoanálisis.

"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos" (Cortazar, 1963). Este
pequeño pasaje nos puede dar una idea clara de dos dicotomías: 1.- Con lo que el sujeto tiene que
lidiar estando destinado a regirse por dos dimensiones conjuntas (la realidad colectiva y el inconsciente)
y 2.- Con el hecho de que deseo y ley resume y ciertamente rige todas las cosas que le conciernen
directa o indirectamente a lo largo de su existencia, siendo puntos culminantes los momentos donde el
goce se hace presente y finalicen en un recuerdo digno de reproducir o una oscura y empalagosa treta
del superyó - tiránico. El psicoanálisis es algo que nos viene a explicar y pragmatizar bajo estas
premisas, una misión que muchos se han dedicado a cuestionar, pero lo más importante es que ha sido
para otros el eslabón perdido entre lo que el sujeto sabe de sí, pero que no conoce.

Cortázar juega muy acertadamente con esta situación. Las dualidades con las que el sujeto siempre
lidia no se buscan y sin embargo mediante el deseo buscan andar para encontrarse, en este sentido
Freud remato este escenario con la invención del inconsciente. Sin embargo, el psicoanálisis a lo largo
de su existencia ha sido criticado por no congeniar con el delirio de que el tiempo debe ser más estrecho
que el cambio, que debe adelantársele e incluso predecir la dialéctica constante que día a día la gente
experimenta. Si bien en nuestro continente el ritmo y el estilo de vida global cumple con la situación
anteriormente citada, queda claro que el padre del psicoanálisis al visitar Estados Unidos de América
solo pudo decir que "América es una equivocación gigantesca" (Freud en Casafont, 2001, pág. 80).
Precisamente Freud se refería a este delirio colectivo, a este ideal de la masa donde pareciera que lo
humano se desease automatizado, como una causa-efecto entre evocación y concepción.

Esta diferencia es crucial a la hora de hablar sobre que se hace en psicoanálisis, donde la arqueología
del sujeto cumple con ciertos axiomas psíquicos que Freud mas allá de describirlos, mediante la técnica
se encargo de tabularlos en la vida anímica de quienes se recostaron en su diván. Muchos opinan que
el psicoanálisis "no va al grano" o que "es lento y redundante", lo que nos lleva a pensar y demostrar
dos cosas:

1.- Existe una concepción de un sujeto "descompuesto" o, para términos de la psicología


medico/científica "trastornado" al que hay que arreglar o al que hay que pasarlo a un estado anterior.
2.- Existe un deseo colectivo e incluso ontológico de llenar un hueco. De tapar una fuga, de amalgamar
una iancia. Delirio colectivo que los resultados de la praxis psicológica solo han provocado que el ser
humano clone un pedazo de si a una realidad colectiva que no conoce del todo y lo peor de todo, que
no cuestiona y que en última instancia, no le pertenece.
Al momento en que retomamos el Edipo y el complejo de castración no podemos dejar pasar lo que
Braunstein nos dice sobre lo que estos dos fenómenos y escenarios psíquicos inscriben en la vida del
sujeto:

La elección de objeto se basa en una extraña premisa: la renuncia al objeto, una renuncia que se impone
al sujeto mediante la amenaza de la castración. La declinación, la resignación, es obligada y hace de
los objetos consecutivos objetos que fallan, objetos cuya esencia es la falla, objetos que –no importa
cuan erguidos aparezcan- son monumentos al hoyo que envuelven (Braunstein, 1994).

¿Que es lo que el psicoanálisis entonces nos quiere decir? Braunstein nos explica y nos confirma lo
que Lacan nos quiso decir respecto a una falta que no existe, que la función y propósito que el sujeto
le atribuye le hace estar en el centro del hoyo en el que está envuelto, y que si a lo largo de su vida ese
fantasma se rige bajo la misma lógica, muy probablemente, tratando de taponear la iancia, además de
abrir una nueva, también se hunde más en la que siempre ha estado. El sujeto entonces desarrolla un
lenguaje por la esencia del objeto, es decir, que hablamos porque hay una falla y por lo tanto hay un
sentido de falta del cual hay una vida entera en cada sujeto para hablarla. El sujeto sufre porque al ser
sexuado y atravesado por el lenguaje le es impregnada la ontología inconsciente del deseo, de una
búsqueda de la falta y su respectivo goce y porque las reglas del juego las pone un agente exterior y
megalómano, la prohibición.

¿Es justo para el sujeto ignorársele tan frenético sufrimiento? ¿Es factible el hecho de no tomar en
cuenta la posibilidad que tiene el sujeto de hablar y hacerse por sí mismo, y continuar con la idea de
que cada sujeto no puede ser algo sin ser hablado por el otro? Con este ultimo cuestionamiento nos
referimos a que, en el momento en el que Freud advirtió el advenimiento de la sombra del final de Edipo
Rey es una amenaza y condena en cada uno de nosotros, la única forma de lograr atravesar dicho
escenario es mediante lo que busca el psicoanálisis: posibilitar la construcción de lo mas único y singular
de sí y de todas las consecuencias que esto envuelve.

Cuando un paciente en nuestra práctica como estudiantes nos viene con una certeza, la intervención
psicoanalítica se encarga de poner de cabeza dicha certeza, de discutirle, de subvertirle, de que
encuentre que la raíz de su sufrimiento mas allá de una certeza es una mera posibilidad realizada y que
esta al mismo nivel y condiciones para ser algo diferente. Invitarlos a que hablen de lo primero que
viene a la mente nos sirve para romper la mera censura de lo inexpresable, de lo que un sujeto que va
a pedir ayuda sabe, pero no sabe que lo dice en todo momento. El trabajo onírico es tanto un vinculo
con el inconsciente como lo es con la transferencia, en cada castración hay un recuerdo intolerable para
el yo, pero no para el inconsciente, el trabajo onírico se encarga de armar las piezas de cada uno de
los síntomas, escenarios y de la propia película de cada uno de nuestros casos.
Freud nos lo comunica en 1912:

"...las reacciones que uno obtiene hacen salir a la luz muchos caracteres de losprocesos inconscientes,
tal como de ellos tenemos notica por el estudio de los sueños. Las mociones inconscientes no quieren
ser recordadas, como la cura lo desea, sino que aspiran a reproducirse en consonancia con la
atemporalidad y la capacidad de alucinación de lo inconsciente (Freud, 1912)

En el caso de la transferencia, cabe decir que Freud escribe algo muy importante a modo de conclusión
respecto a lo que Lacan en su momento le permitió llamarle al psicoanálisis la "clínica de lo real":

"El médico quiere constreñirlo (al sujeto) a insertar esas mociones de sentimiento en la trama del
tratamiento y en la de su biografía, subordinarlas al abordaje cognitivo y discernirlas por su valor
psíquico. Esta lucha entre médico y paciente, entre intelecto y vida pulsional, entre discernir y querer
"actuar", se desenvuelve casi exclusivamente en torno de los fenómenos transferenciales. (Freud,
1912)"

La intervención psicoanalítica por medio de la transferencia, además de colocar la relación y la posición


"sujeto supuesto saber" que se requiere, también busca crear en el paciente la idea y el hecho de que
su vida anímica está muy relacionada con ese entrelazamiento que tiene la pulsión, lo natural y lo
cultural. La vía de la razón y el intelecto producto del establecimiento de un superyó y la vía directa de
lo sexual es puesta sobre la mesa bajo dos cuerpos; el del analizado y el del analista. Cuando en nuestra
practica nos llega un paciente y nos habla desde el lugar de los otros es el momento clave para dirigir
el discurso en el sentido de buscar que el paciente logre verse visto en los escenarios de su sufrimiento.
La transferencia en parte puede surgir bajo esta cuestión, en como el paciente desea ver su lugar en
su sufrimiento. Aunque en la resistencia notamos que "pasa" todo lo contrario.

El psicoanálisis entonces se vuelve atemporal porque, además de que el conflicto entre la ley y el deseo
son perpetuos en la existencia de cada sujeto, su falta nunca es mitigada, es en sí un blanco, un blanco
que ha despertado hasta las más inimaginables manifestaciones ya sean de construcción o de
destrucción; sin embargo, este blanco no existe. Es algo sin dejar de ser siempre algo, un ente que en
su máxima expresión es siempre el otro, y el de su investimento sexual. Y también, al no existir esta
falta el sujeto no tendrá más que vivir para investigar que es y... para quien pasa por el diván que puede
ser en todo momento, en una constancia de algo que viene y que después se va, para dar cabida a una
nueva cosa.

Deseo concluir opinando que el psicoanálisis se ha convertido en un estilo, forma y sistema de


pensamiento para mí. Debido a que no he solo experimentado el psicoanálisis como una asignatura
académica, sino como un analizante, puedo decir que ambas experiencias me han ayudado en la forma
en cómo intervengo a mis pacientes, sobretodo en obtener una "probada" de mi futura practica como
analista, y lo más importante, el poder isomorfizar cada concepto y momento de un análisis para así
poder hacerlo con quien llame a la puerta dispuesto no a conocerse a sí mismo, sino conocer su
inconsciente.

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