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EL MISTERIO
DE LA CREACIÓN ARTÍSTICA

STEFAN ZWEIG
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El misterio de la creación artística

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Stefan Zweig

De todos los misterios del universo, nin-


guno más profundo que el de la creación.
Nuestro espíritu humano es capaz de com-
prender cualquier desarrollo o transforma-
ción de la materia. Pero cada vez que surge
algo que antes no había existido —cuando
nace un niño o, de la noche a la mañana,
germina una plantita entre grumos de tie-
rra— nos vence la sensación de que ha acon-
tecido algo sobrenatural, de que ha estado
obrando una fuerza sobrehumana, divina. Y
nuestro respeto llega a su máximo, casi di-
ría, se torna religioso, cuando aquello que
Stefan Zweig (1881-1942) fue un gran aparece de repente no es cosa perecedera.
escritor y admirable conferencista. Nacido Cuando no se desvanece como una flor, ni
en Viena, Zweig desarrolló una importante fallece como el hombre, sino que tiene fuer-
y profusa trayectoria literaria. Escribió no- za para sobrevivir a nuestra propia época y
velas psicológicas y de aventuras, ensayos a todos los tiempos por venir —la fuerza de
biográficos (era un especialista en este tipo durar eternamente, como el cielo, la tierra y
de textos), relatos breves, y fue crítico litera- el mar, el sol, la luna y las estrellas, que no
ria. Hombre cultivado y cosmopolita, vivió son creaciones del hombre, sino de Dios—. A
en el corazón de la brillante Viena del primer veces nos es dado asistir a ese milagro, y nos
tercio de siglo, llegando a hacer la elegía fú- es dado en una esfera sola: en la del arte. Les
nebre de dos figuras capitales de la cultura consta a todos que año tras año se escriben y
europea: Sigmund Freud y Rainer María publican diez mil, veinte mil, cincuenta mil
Rilke. Tras viajar intensamente por Europa libros, se pintan cientos de miles de cuadros
a expensas de su rica familia, volvió a Vie- y se componen cientos de miles de compases
na donde conoció a Kippenberg, el editor de música. Pero esa producción inmensa de
que publicaría su inmensa obra. Debido a libros, cuadros y música no nos impresiona
su postura pacifista, Zweig se exilió en Suiza mayormente. Nos resulta tan natural que los
durante la Primera Guerra Mundial. Crítico autores escriban libros, como que luego los
feroz del nazismo, en 1935 decidió instalar- encuadernen y los libreros, por último, los
se en Londres. Durante la Segunda Guerra vendan. Es éste un proceso de producción re-
Mundial, queriendo alejarse lo más posible gular como el hornear pan, el hacer zapatos
de la Europa tomada por los nazis, marchó y el tejer medias. El milagro sólo comienza
a Brasil. Allí, en la ciudad de Petrópolis, de- para nosotros cuando un libro único entre
primido, desarraigado y convencido del in- esos diez mil, veinte mil, cincuenta mil, cien
evitable triunfo de Hitler, se suicidó junto a mil, cuando uno solo de esos cuadros incon-
su antigua secretaria y segunda esposa, Lot- tables sobrevive, gracias a su entelequia, a
te, en 1942. Zweig tenía 61 años. Dejaba una nuestro tiempo y a muchos tiempos más. En
obra rigurosa, muy amena e increíblemente este caso, y sólo en éste, nos apercibimos, lle-
popular. Su entierro en Río de Janeiro con- nos de veneración profunda, de que el mila-
gregó a miles de personas y tuvo honores de gro de la creación vuelve a cumplirse aún en
jefe de Estado. nuestro mundo.
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Es ésta una idea subyugante. He aquí un La belleza de las estrellas no ha sufrido

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hombre o una mujer. Tienen el mismo as- mengua porque nuestros sabios hayan pro-
pecto que cualquier otro, duermen en camas curado calcular las leyes de acuerdo con las
como las nuestras, comen sentados a la mesa, cuales aquéllas se mueven, ni la majestad del
van vestidos como nosotros. Lo encontramos firmamento ha perdido nada de su grandeza
en la calle, acaso frecuentábamos el mismo porque procuraran medir la velocidad de los
colegio que él, y hasta puede darse el caso rayos con que su argentino brillo llega hasta
de que hayamos sido compañeros de banco; nuestros ojos. Al contrario, esas investigacio-
exteriormente, ese hombre no se distingue nes nos han hecho aparecer más maravillosos
en nada de nosotros. Pero de pronto ese solo todavía los milagros del cielo, el sol, la luna
hombre da cumplimiento a algo que nos y las estrellas. Lo mismo reza para el firma-
está negado a todos nosotros. No vive sólo mento espiritual. Cuanto más nos esforzamos
el tiempo de su existencia propia, porque lo por profundizar en los misterios del arte y del
que creó y realizó sobrepasa la existencia de espíritu, tanto más los admiramos por su in-
todos nosotros y la vida de nuestros hijos y conmensurabilidad. No tengo yo noticias de
nietos. Ha vencido la mortalidad del hom- deleite y satisfacción más grandes que reco-
bre y ha forzado los límites en que, por lo co- nocer que también le es dado al hombre crear
mún, nuestra vida propia queda encerrada valores imperecederos, y que eternamente
inexorablemente. quedamos unidos al Eterno mediante nues-
tro esfuerzo supremo en la tierra: mediante
Ahora bien, ¿cómo realizó aquel hombre el arte. Visto superficialmente, no ha hecho
ese milagro? Llevando a cabo simplemente gran cosa, pero bendecido por el genio, ha
aquel acto divino de la creación, en virtud del realizado algo que destruyó la fuerza, por lo
cual surgía algo nuevo de la nada. Su cuerpo demás inexorable, de lo perecedero. Ha crea-
terrenal, su espíritu terrenal han creado algo do algo que es más persistente que la made-
indestructible, y el esfuerzo repentino de ese ra que toco, más persistente que la piedra de
solo hombre nos ha permitido convivir con que está construida esta casa, más durade-
el arcano más profundo de nuestro mundo, ro, sobre todo, que nuestra propia vida. Por
el misterio de la creación. ¿En mérito de qué medio de él, lo inmortal se ha hecho visible
encantamiento, de qué magia, consigue tal a nuestro mundo transitorio. ¿Cómo puede
hombre superar los límites del tiempo y de suceder tal milagro en nuestro mundo, que
la muerte? Consideremos primero la forma parece haberse tornado tan mecánico y siste-
meramente exterior de su acción. Si ha sido mático? ¿En virtud de qué magia pósase de
músico, compuso unas cuantas notas de la vez en cuando tal rayo de eternidad en me-
escala de tal manera que forman una melo- dio de nuestras ciudades y de nuestras casas?
día nueva, que luego se grava en la memo- Creo que no hay entre todos ustedes uno solo
ria de cientos, de miles y aun de millones que no se hubiera preguntado una y otra vez
de hombres, despertando en todos ellos la consciente e inconscientemente cómo nacen
misma sensación de una armonía nueva. Si tales obras inmortales, ya sea porque en una
ha sido pintor, creó con los siete colores del galería de arte haya estado frente a la obra
espectro, y mediante la distribución peculiar de un Rembrandt, un Goya, un Greco, ya sea
de luces y sombras un cuadro que, después porque un poema haya conmovido las pro-
de haberlo visto por primera vez, nos ha fundidades de su alma o porque escuchara
resultado inolvidable. Si ha sido poeta, no con el alma abierta una sinfonía de Mozart o
hizo más que reunir unos pocos centenares de Beethoven.
de palabras —unos pocos centenares de los
cincuenta o cien mil que constituyen nuestro Creo que han de ser pocos los que no ha-
idioma— de tal manera que resultó de ello yan formulado la pregunta: ¿”Cómo podía un
un poema inmortal. hombre igual a mí, un simple mortal, formar
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esa obra inmortal con unos pocos colores, obra de arte. No nos es dado descifrar este,

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con unas pocas notas, con unos cuantos cen- el misterio más luminoso de la humanidad;
tenares de palabras? ¿Qué sucedió en su inte- acaso no podamos más que comprobar su
rior en esas horas de la creación y cuán mis- sombra terrenal. No estamos en condiciones
teriosas deben de ser esas horas?” Creo que de participar del acto creador artístico; sólo
todos ustedes se han preguntado esto alguna podemos tratar de reconstruirlo, exactamen-
vez, y hasta me atrevo a afirmar que carece te como nuestros hombres de ciencia tratan
de capacidad para comprenderla en verdad de reconstruir, al cabo de miles y miles de
todo aquel que, en presencia de una obra de años, unos mundos desaparecidos y unos as-
arte grande, no se formule tal pregunta. Por tros apagados.
este motivo, nos deberíamos acercar a toda
obra de arte con una doble sensación. Por Procurémoslo. Y espero que ustedes no to-
una parte, deberíamos sentir, con una sensa- marán a mal si a ese efecto empleo un método
ción de gran humildad, que se trata de algo que a primera vista les parecerá poco adecua-
extraterrenal, de un milagro; pero al mismo do; me refiero al método de la criminología.
tiempo deberíamos esforzarnos también por Bien se me alcanza que la criminología es la
comprender con toda nuestra fuerza espiri- ciencia que se emplea para descubrir críme-
tual cómo pudo ese milagro divino lograrse nes: un asesinato o un robo u otro atentado
por un ser humano. Pues la máxima virtud cualquiera contra el bienestar de la comuni-
del espíritu humano consiste en procurar ha- dad, mientras que nosotros nos hemos pro-
cerse comprensible a sí mismo lo que en un puesto investigar el esfuerzo supremo y más
principio le parece incomprensible. noble del que es capaz la humanidad: la crea-
ción artística. Y, sin embargo, en el fondo, el
Queda entonces por saber si somos capa- problema es el mismo, pues tanto en el caso
ces de imaginarnos cómo han nacido las gran- del asesinato como en el de la génesis de una
des obras de arte que conmueven a nuestra obra de arte, nos cabe reconstruir una acción
alma. ¿Podemos imaginarnos lo que ha acon- cuya realización no hemos presenciado. Pues
tecido en el alma de un Shakespeare, de un bien, ¿cuál es el caso ideal en la criminología?
Cervantes, de un Rembrandt, mientras crea- Para el juez, el caso ideal es aquél en que el
ban sus obras imperecederas? A ello puedo autor —el asesino o ladrón— se presenta es-
contestar rotundamente “No, es imposible. pontáneamente ante el tribunal para recono-
No podemos imaginárnoslo.” La concepción cer su crimen y describirlo en todos sus por-
de un artista es un proceso interior. Tiene lu- menores. En el caso de semejante confesión
gar en el espacio aislado e impenetrable de su voluntaria, la policía o la justicia está dis-
cerebro, de su cuerpo. La creación artística es pensada de toda investigación ulterior. Para
un acto sobrenatural en una esfera espiritual nuestro problema —el saber cómo el artista
que se sustrae a toda observación. Tan impo- creó su obra de arte inmortal—, la solución
sible nos resulta explicar el elemento prístino ideal consistiría también en que el artista nos
de la fuerza creadora, como en el fondo nos expusiese el arcano de su creación en todas
es imposible decir qué es la electricidad o la sus etapas y estados, es decir, en que el poeta
fuerza de gravitación o la energía magnéti- nos quisiera decir cómo ha venido formándo-
ca. Todo cuanto podemos hacer se reduce a se su poema inmortal, y el músico a raíz de
comprobar ciertas leyes y formas en que se qué incentivos o inspiraciones había obra-
manifiesta aquella ignota fuerza elemental. do. Semejante información clara por parte
Por eso no quiero despertar en ustedes espe- del artista haría superflua toda investigación
ranzas demasiado grandes. Prefiero decirles ulterior sobre el arcano de la creación y, por
desde el comienzo: Toda nuestra fantasía y consiguiente, también esta conferencia mía.
toda nuestra lógica no pueden facilitarnos Sería lo más natural que aquél que come-
sino una idea insuficiente del origen de una tió un acto explicara ese acto y sus motivos,
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que aquél que creó una gran obra de arte ex- observarse a sí mismo mientras se halla en el

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plicara cuándo, cómo y de qué modo había estado apasionado de la creación. El artista
obrado. Pero, por desgracia, nos hallamos no es capaz de observar su propia mentalidad
frente a un fenómeno extraño y es que todos mientras trabaja, como no es capaz de mirar-
esos hombres creadores, tanto poetas y pin- se por encima de su propio hombro mientras
tores como músicos, casi nunca nos revelan escribe. Para volver, pues, a nuestra compa-
el secreto de su creación. Hace un siglo ya, ración criminológica, el artista se parece más
el gran poeta norteamericano Edgar Poe se al culpable de un crimen pasional, es decir a
lamentaba porque poseemos tan pocos in- aquel tipo de asesino que comete su acción
formes autobiográficos de artistas, y en su en un arrebato de ciego apasionamiento y
ensayo sobre The philosophy of composition que luego dice la pura verdad cuando ante el
comienza observando: juzgado depone: “En realidad no sé por qué
lo hice, ni puedo describir cómo lo hice. Vino
Yo mismo he pensado muchas veces cuán in- sobre mí repentinamente. No estaba con mis
teresante habría de ser un artículo en que un cinco sentidos. No estaba en mis cabales.”
autor —si fuera capaz de ello— nos describiera
con todos los detalles cómo una de sus creacio- ¿Cómo?, objetarán ustedes, mis amables
nes alcanzó paso a paso el estado definitivo de oyentes, ¿el artista no estaría en sus cabales,
la perfección. no sería dueño de sus cinco sentidos, mien-
Muy a pesar mío, no soy capaz de decir por qué tras produce las obras más hermosas? Impo-
jamás ha sido entregado al mundo semejante sible. Y quizá me explico mejor diciéndoles
informe. que no está con sus propios sentidos, que
no es dueño de su propia razón, pues toda
Como ustedes ven, hace ya un siglo, el creación verdadera sólo acontece mientras el
más grande poeta de América se lamentaba artista se halla hasta cierto grado fuera de sí
porque, hablando en términos de criminolo- mismo, cuando se olvida de sí mismo, cuan-
gía, poseemos tan pocas confesiones de los do se encuentra en una situación de éxtasis.
creadores sobre el misterio de la creación. Y permítanme ustedes recordarles en esta
Declara expresamente que no sabe expli- oportunidad que la palabra griega ekstasis
car ese problema. Debo rogarles que no me no significa otra cosa que “estar fuera de sí
juzguen pretencioso si ahora, por mi parte, mismo”.
procuro darles una contestación. El hecho
mismo de que poseamos tan pocas confesio- Ahora bien; si el artista está “fuera de sí
nes sobre el origen de una obra artística es mismo” mientras produce, ¿dónde se en-
en realidad sorprendente. ¿De quién habría- cuentra? La contestación es muy simple.
mos de esperar informes exactos sobre el Está en su obra. Mientras crea, no está en su
acto de la creación, sino del creador mismo? mundo, en nuestro mundo, sino en el mundo
¿No es la observación y la autoobservación de su obra, y por esto mismo es incapaz de
en verdad la principal condición previa de observarse a sí mismo. Un poeta, por ejem-
un poeta? Los poetas, los escritores, nos des- plo, que en un sombrío día de invierno des-
criben en sus libros, con fuerza maravillosa y cribe, apoyado en el recuerdo, en sus versos,
con pormenores magistrales, cualquier via- un paisaje primaveral iluminado por suaves
je que hacen, toda aventura que les sucede, rayos de sol y con árboles verdeantes, no se
cada sentimiento que los agita. ¿Por qué no halla en ese instante con su alma dentro de
nos explican, pues, la experiencia más im- sus cuatro paredes, ni junto a su mesa de es-
portante de su vida? ¿Por qué no nos des- critorio. Ante su ojo no hay invierno, sino que
criben su modo de crear? Esto debe de tener ve con su mirada espiritual la clara primavera
una razón determinada, y esta razón consiste y siente sus vientos cálidos. En el momento
en que el artista no tiene tiempo ni lugar de en que Shakespeare escribió las palabras que
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hace decir a Otelo, no estaba espiritualmen- de Balzac entró sin anunciarse en el estudio

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te en Londres, sino en la Venecia de un si- de éste. Balzac, quien a la sazón estaba tra-
glo atrás, y no vivía sus emociones propias, bajando en una novela, dio media vuelta, se
sino las de un hombre inventado, de Otelo, levantó de golpe, tomó al amigo del brazo en
el moro, y sus celos. Es, pues, perfectamente un estado de suprema exaltación, y exclamó
natural que un poeta se olvide totalmente de con lágrimas en los ojos: “¡Qué horror! La du-
sí mismo mientras con todos sus sentidos y quesa de Langeais ha muerto.” Su visitante lo
pensamientos vive en un carácter imaginario. miró perplejo. Conocía bien a la sociedad de
Y ese estado de la concentración absoluta, París, pero nunca había oído mencionar tal
no es un elemento secundario de la creación, duquesa de Langeais, y en realidad, tampo-
sino que constituye el elemento ineludible, la co existía una duquesa de ese nombre; no era
verdadera médula de nuestro secreto. El ar- sino una de las figuras de la novela de Balzac,
tista sólo puede crear su mundo imaginario quien, en el instante de entrar el amigo, des-
olvidándose del mundo real. cribía la muerte de aquélla. Tenía esa muerte
tan presente como si la hubiera visto con sus
En el ejemplo clásico de Arquímedes propios ojos, y aun no había despertado de su
aprendimos, en el colegio ya, la intensidad sueño productivo. Sólo cuando se apercibió
que puede alcanzar ese olvido de sí mismo, de la sorpresa de su visitante, se dio cuenta
esa existencia fuera del mundo verdadero. que se hallaba nuevamente en el otro mundo,
Ustedes han de acordarse: ...Cuando la ciu- en el de la realidad.
dad siciliana de Siracusa, al cabo de largo
sitio, fue conquistada, y los soldados, pene- Basten estos dos ejemplos para demostrar-
trando en ella, empezaban a saquearla, uno les hasta qué grado el artista puede olvidarse
de ellos entró en la casa de Arquímedes. Ha- de sí mismo y del mundo durante la creación,
lló al gran matemático en medio de su jardín, no de otro modo que el creyente durante la
donde con un bastón dibujaba figuras geomé- oración, que el soñador durante el sueño. A
tricas en la arena. Apenas lo distinguió, el causa de ese ensimismamiento absoluto, re-
asesino se abalanzó sobre él con la espada sulta luego incapaz de describir el proceso
desnuda, pero el pensador ensimismado en de la creación artística. En efecto, él no sabe
sus problemas, sólo murmuraba, sin volver la de qué modo ha procedido, incluso hay veces
cabeza: “No alteres mis círculos”. En su es- que ni siquiera sabe lo que ha producido. El
tado de concentración creadora, Arquímedes artista no miente cuando alguna vez se pre-
sólo se había apercibido de que algún extraño gunta a sí mismo, asombrado ante su propia
pudiera destruir las figuras geométricas que obra perfecta: “Realmente ¿fui yo quien creó
acababa de dibujar en la arena. No sabía que esto? ¿Cuándo hice esto? ¿Cómo lo hice? No
aquel pie era el de un soldado dispuesto a es posible que yo mismo haya hecho todo
saquear y asesinar, no sabía que el enemigo esto.” Y pueden ustedes creerlo; muchas ve-
había ocupado ya la ciudad, no había oído las ces el artista realmente ignora lo que en ese
fanfarrias marciales ni los gritos de los ven- instante le ha venido a la pluma o al pincel.
cedores, ni los estertores de sus compatriotas ¡Déjenme ustedes darles dos breves ejemplos
asesinados. No se daba cuenta de la amenaza en este sentido!
que se cernía sobre su propia vida, pues en
aquel instante de extrema concentración no Al final de su larga vida, cuando Goethe,
se hallaba en Siracusa, sino en su problema a los ochenta años, coleccionaba sus poemas,
matemático. Prueba es ésta de la intensidad le ocurrió la pequeña desgracia de acoger en-
que la concentración espiritual pude alcanzar tre sus producciones primeras dos poemas de
en grandes hombres creadores. Permítanme otro autor, plena y sinceramente convencido
ofrecerles otro ejemplo más, correspondiente de que él mismo los había escrito diez lustros
a tiempo más moderno. Cierto día, un amigo atrás.
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Ya no sabía él lo que era de su propiedad y quisiera contestar esto: no confundamos la

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lo que no lo era. O un ejemplo tal vez más fla- inspiración artística con la creación, la obra
grante todavía: En los últimos años de su vida, artística. Vivimos en un mundo material, y
Corot, el gran pintor impresionista francés, sólo somos capaces de comprender lo que se
lograba por sus cuadros precios tan elevados ofrece visiblemente a nuestros sentidos. Para
que unos pintores jóvenes y pobres inventa- nosotros, una flor no es flor todavía mientras
ron la industria de falsificar “Corots” de la permanece encerrada en su capullo y mien-
primera época y venderlos como auténticos. tras su germen yace aún bajo tierra, sino que
Cierto día se ofrecieron a un comerciante de lo es sólo cuando se despliega visiblemente
objetos de arte tales “Corots” primitivos, cuya en forma y color.
autenticidad le parecía dudosa. Entonces ese
merchant d’art tuvo una ocurrencia muy na- De igual modo, solamente logramos com-
tural. Se dijo: “Es muy fácil comprobar si esos prender una melodía cuando llega a ser audi-
cuadros han sido pintados por Corot o no. ble, pero no así cuando nace en el cerebro de su
Hay un hombre en el mundo que tiene que creador; sólo comprendemos el pensamiento
saberlo: y es el maestro Corot mismo.” Tomó de un filósofo cuando ha sido pronunciado y
su sombrero, fue a ver al anciano maestro y una estatua cuando está formada. Toda crea-
le mostró las dos telas. Corot las miró largo ción debe materializarse, debe convertirse en
rato, meneó la cabeza y dijo finalmente: “Pue- materia, para que la comprendamos. Hasta la
de ser que sean mías, puede que no lo sean. poesía más preciosa ha de quedar escrita pri-
He pintado tantísimos cuadros y ha pasado mero en lápiz o tinta y sobre papel; un cuadro
tanto tiempo desde que pinto de esa manera, ha de quedar pintado sobre tela o madera;
que yo mismo ya no lo sé.” una estatua, modelada en mármol o bronce.
Para resultarnos terrenalmente comprensi-
Ustedes compartirán seguramente mi pa- ble, la inspiración de un artista tiene que to-
recer cuando digo que para nuestra investiga- mar formas materiales. Aquí encuentro, por
ción sobre la génesis de la obra de arte, el pro- fin, la oportunidad para conducirles un poco
pio artista que la ha creado resulta un testigo más cerca del proceso de la creación artística,
harto inseguro. Nos vemos por lo mismo ante pues es precisamente ese instante breve de la
la necesidad de volver sobre nuestros méto- transición, cuando la idea artística pasa a la
dos detectivescos. Pues bien; ¿qué hace la po- realización artística, el que a veces podemos
licía en el caso en que un malhechor se niega a observar. Aquí se nos abre una rendija estre-
informar sobre su acción? Prosigue indepen- cha para el estudio del artista, y así como las
dientemente la búsqueda de más material, y impresiones digitales del criminal ofrecen a
lo hace en el propio lugar en que se cometió la policía cierta posibilidad para reconstruir
el crimen. Trata de reconstruir el hecho y sus el crimen, así hallamos la posibilidad de des-
fases, basándose en huellas que el autor acaso cubrir algo del secreto del artista mediante
ha dejado en el lugar del crimen: impresiones las huellas que deja al realizar su tarea. Esas
digitales, objetos olvidados. ¡Hagamos noso- huellas que el artista deja en el lugar de su
tros otro tanto! acción son sus trabajos previos; los primeros
esquemas que el pintor hace de sus cuadros,
Pero, preguntarán ustedes tal vez, ¿cómo los manuscritos y borradores del poeta y del
podemos hallar huellas en el lugar donde se músico. Estas son las únicas huellas visibles,
realiza la creación artística? ¿No es ése un el hilo de Ariadna que nos permite encontrar
proceso invisible, no tiene por escenario un nuestro camino de regreso en ese laberinto
lugar inaccesible, el cerebro del artista? ¿No misterioso. Y por fortuna encontramos tales
indica ya la mera palabra “inspiración”, ins- documentos precisamente de nuestros artis-
piratio, bien a las claras que el proceso de la tas más grandes. Poseemos los esquemas de
creación artística es algo inmaterial? A ello Miguel Angel, Rembrandt, el Greco y de Velá-
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quez para sus grandes cuadros. Poseemos los hasta su habitación para poder anotar con su

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manuscritos de Beethoven y Mozart y Bach pluma rápida el movimiento de una sonata
y otros de Calderón y Montaigne. Podemos completamente acabado. Con Schubert ocu-
observar, pues, hasta cierto grado cómo se rría otro tanto. Schubert podía estar sentado
han ido formando las obras que conocemos y con unos amigos en una habitación, hojear
admiramos cual perfectas. Gracias a esos tes- un libro y encontrar en el mismo una poesía,
timonios podemos volver a situarnos en las levantarse de pronto, dirigirse a una pieza
horas de la génesis artística y acercarnos hu- contigua y volver al cabo de diez o quince mi-
mildemente al profundo arcano de las crea- nutos o sea al cabo exactamente del tiempo
ciones de artistas y pensadores. que se necesita para llenar cuatro o cinco ho-
Investiguémoslo ahora: Concurramos a jas con notas. Se sentaba entonces al piano y
un museo o una biblioteca, a uno de esos lu- tocaba para los amigos la canción que acaba-
gares donde se conserva el material tan va- ba de componer, uno de aquellos lieder que
lioso de esquemas y manuscritos; hagámonos aún hoy, después de cien años, se cantan en
mostrar borradores de Mozart, Beethoven y todos los países.
Bach, croquis de grandes pintores, originales
de dramas y poesías, y veamos si el aspecto de Así trabajaba Mozart, así creaba Juan Se-
esos manuscritos no nos revela acaso una ley bastián Bach, así también Rossini, quien era
común en el secreto del artista. capaz de terminar una ópera en quince días;
y con ello creen ustedes tal vez haber recono-
Investiguemos el modo de crear del mú- cido ya el arcano de la creación artística. De
sico, antes de considerar el del escritor o del acuerdo con los ejemplos que les he presen-
pintor. Contemplemos en primer término tado, el gran artista parece asumir una acti-
unos cuantos manuscritos de Mozart para tud meramente pasiva durante la creación. El
ver cómo el genio tal vez más grande de la genio de la inspiración dicta, y el artista no
música creaba sus obras. Veamos primero el es en verdad más que el escribiente, el ins-
manuscrito de una sonata famosa en su for- trumento. No necesita trabajar, luchar, esfor-
ma perfecta y luego, para comprender mejor zarse por su trabajo, sino que le basta copiar
el proceso de su formación, preguntemos si obedientemente lo que se le acerca como en
existe acaso un borrador anterior de esa obra un sueño divino. No trabaja en absoluto; algo
de la mano de Mozart. Con sorpresa nos en- trabaja dentro de él y en su lugar.
teramos de que no hay tales borradores pri-
meros de Mozart. Todos los manuscritos que Pero no nos precipitemos, comprometién-
de él poseemos están escritos con la misma donos con una fórmula tan seductora, según
mano fácil, ligera, graciosa, en un solo trazo, la cual el artista siempre sería nada más que
de modo que casi cobramos la impresión de el ejecutante de una orden superior. Echemos
que le habían sido dictados. En efecto, los primero un vistazo sobre los manuscritos de
contemporáneos nos informan de que Mo- Beethoven. ¡Qué contraste tan sorprendente
zart nunca había trabajado en el sentido del nos ofrecen! En esos manuscritos desorde-
esfuerzo y de la dedicación. No le hacía fal- nados, casi ilegibles —¡cada uno de ellos, un
ta buscar la melodía; la melodía venía a él; campo de batalla!— ya no encontramos ni un
no tenía necesidad de pensar y construir, adarme de la facilidad divina que Mozart te-
los pasajes se unían unos a otros casi auto- nía para producir. Vemos que Beethoven no
máticamente, como en un juego. La creación era un hombre que obedecía a su genio, sino
musical era para ese genio algo tan carente que luchaba por él, encarnizadamente, como
de esfuerzo, algo tan poco absorbente, que Jacob con el ángel, hasta que le concediera
al mismo tiempo que jugaba al billar con los lo último y supremo. Mientras en el caso de
amigos era capaz de trabajar interiormente; y Mozart nunca vemos trabajos preparatorios
cuando luego salía del café, le bastaba llegar y apenas uno que otro apunte y noticia, cada
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sinfonía de Beethoven exigía gruesos tomos al compositor fanático dedicado a su tarea,

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de trabajos preliminares, que a veces abar- suspirando, blasfemando, golpeando con el
caban años enteros. En sus libros de trabajo pie, porque la idea que se le presenta sigue
pueden comprobarse con claridad las distin- y sigue negándose a hallar y tomar la forma
tas etapas de sus proyectos, su trayectoria ideal soñada. Así pasan días y días, a veces
hacia la perfección. He aquí, primero, sus semanas y semanas. Sólo después de infini-
anotaciones de bolsillo, que siempre llevaba dad de trabajos preliminares de esa especie
consigo en sus amplios faldones y en los que redacta el primer manuscrito de una sonata,
de vez en cuando trazaba unas cuantas notas y luego el segundo, con modificaciones. Pero
con un gran lápiz grueso —un lápiz como, aún no está conforme: introduce cambio tras
por lo demás, sólo suelen usarlo los carpin- cambio aun en la obra grabada, y bien sabe-
teros—. Les siguen otras notas que no tienen mos que después de la primera obertura de
relación alguna con las anteriores; en esos li- su ópera Fidelio escribió una segunda, y des-
bros de trabajo de Beethoven todo forma un pués de la segunda, todavía la tercera, insa-
caos tremendo; es como si un titán hubiera tisfecho aún y siempre ansioso de un grado
tirado bloques montañosos, impulsado por la superior de perfección.
ira. Y en efecto, Beethoven sólo lanzaba sus
ideas tal como acudían a él, sin ordenarlas, Estos primeros ejemplos ya demuestran
sin hacer la tentativa de construirlas en se- cuán enormemente distinto puede ser el acto
guida arquitectónicamente, como Mozart, de la creación artística en dos genios de igual
o Bach, o Haydn. En él era mucho más len- rango cual Mozart y Beethoven, y qué perfec-
to el proceso de la composición, mucho más tamente distinto es el estado en que esos dos
dificultoso, diría: menos divino, pero mucho hombres se hallaban durante el rapto crea-
más humano. Los contemporáneos nos han dor. Mientras que en el caso de Mozart tene-
dado noticias claras sobre su modo de traba- mos la sensación de que el proceso creador
jar. Corría horas enteras a campo traviesa, es un estado bienaventurado, un cernirse y
sin fijarse en nadie, cantando, murmurando, hallarse lejos del mundo, Beethoven debe de
gritando salvajemente, ora marcando el rit- haber sufrido todos los dolores terrenales de
mo con las manos, ora lanzando los brazos al un alumbramiento. Mozart juega con su arte
aire en una especie de éxtasis; los campesinos como el viento con las hojas; Beethoven lucha
que de lejos le veían, lo tomaban por loco y con la música como Hércules con la hidra de
lo esquivaban con cuidado. De vez en cuan- las cien cabezas; y la obra de uno y otro pro-
do se detenía y registraba con el lápiz unas duce la misma perfección, la obra de ambos
cuantas de esas notas, apenas legibles, en su nos brinda la misma dicha inefable.
cuadernillo de apuntes. Luego de haber llega-
do a su casa, se sentaba a su mesa y trabajaba Contemplemos ahora en las letras el mis-
y componía poco a poco esas ideas musicales mo contraste de la producción que acabo de
aisladas. En tal estado surgía otra forma del tratar de señalar en su extremos máximos
manuscrito, hojas de un tamaño mayor, ge- dentro de la esfera musical. Recordemos
neralmente escritas ya con tinta y en que se cómo nacieron dos de los más famosos poe-
presenta la melodía con sus primeras varia- mas de la literatura universal, dos poesías
ciones. Pero está lejos aun de haber encon- que han de acudir seguramente sin más ni
trado la forma precisa. Borra líneas enteras, más al recuerdo de la mayoría de ustedes:
a veces hasta páginas completas, con rasgos una poesía europea, la Marsellesa, de Rouget
salvajes, de modo que la tinta salpica ensu- de Lisle, y otra norteamericana, El cuervo, de
ciando toda la hoja, y empieza de nuevo. Mas Edgar Poe. El autor de la Marsellesa no fue
sigue sin quedar satisfecho. Vuelve a cambiar en rigor de verdad ni poeta ni compositor.
y a enmendar; a veces arranca en medio de la Fue oficial técnico del ejército francés y pres-
escritura media página, y es como si se viera taba servicio en Estrasburgo. Cierto día llegó
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la noticia de que Francia había declarado la la precisión y consecuencia de un problema

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guerra a los reyes europeos en nombre de la matemático”. Dice que cada efecto era cui-
libertad. Al instante, toda la ciudad cayó en dadosamente meditado, y que nada había
una embriaguez de entusiasmo. Por la tarde sido dejado a cargo del azar; mientras en el
de ese mismo día, el alcalde ofreció a los ofi- caso de Rouget de Lisle se formó un poema
ciales del ejército un banquete. Y como por de una plumada, como al vuelo, en esta otra
azar supo que Rouget de Lisle poseía talento poesía no menos hermosa, todo está monta-
bastante para componer versos fáciles y fáci- do y compuesto, trozo a trozo, como en una
les de comprender, le propuso que compu- máquina complicada, palabra por palabra,
siera a la ligera una marcha-canción para las vocal por vocal, consonante por consonante,
tropas que debían dirigirse al frente. Rouget todo a fuerza de trabajo, fatigoso, frío, lógico.
de Lisle, el oficial insignificante, prometió ha- Y, milagrosamente, el resultado es el mismo,
cer lo mejor posible. El banquete duró hasta pese a la diferencia de los dos métodos: un
muy pasada la medianoche, y sólo entonces poema perfecto.
Rouget de Lisle volvió a su aposento. Había
hecho mucho honor al vino y participado di- Detengámonos por un instante en este
ligentemente en las conversaciones. Muchas punto. Acabamos de hacer conjuntamente
palabras de los discursos guerreros revolotea- nuestra primera comprobación. Hemos ob-
ban todavía dentro de su cabeza frases aisla- servado que todo acto de creación artística
das, como le jour de gloire est arrivé o allons, requiere una condición previa, que es la con-
marchons!— Apenas hubo llegado a su casa, centración. Además, hemos comprobado que
se sentó y bosquejó unas cuantas estrofas, a debe existir uno u otro de dos elementos con-
pesar de que nunca había sido un poeta cabal. trarios, o lo inconsciente o lo consciente, la
Luego sacó su violín del armario y ensayó una inspiración divina o el trabajo humano.
melodía para acompañar aquellas palabras, a
pesar de que nunca había sido un compositor Pero ahora debo hacerles una confesión.
de verdad. A las dos horas, todo estaba listo. Para hacerme comprender más fácilmen-
Rouget de Lisle se acostó a dormir. A la ma- te pequé de exagerado, y representé los dos
ñana siguiente llevó a su amigo, el alcalde, la casos, el de la alada inspiración pura y el del
canción creada que, sin modificación alguna, consciente trabajo penoso, de un modo más
sigue siendo al cabo de siglo y medio, el him- extremo del que en verdad les corresponde.
no de Francia. Sin saberlo, y sin proponérse- En realidad, los dos estados suelen estar mez-
lo, un hombre perfectamente mediocre había clados misteriosamente en el artista. No bas-
creado, en virtud de una inspiración única, ta que el artista esté inspirado para que pro-
una de las poesías y una de las melodías in- duzca. Debe, además, trabajar y trabajar para
mortales del mundo. O, para ser más exacto, llevar esa inspiración a la forma perfecta. La
no fue él precisamente quien producía ese fórmula verdadera de la creación artística no
milagro, sino que lo fue el genio de la hora, es, pues, inspiración o trabajo, sino inspira-
pues, a partir de aquel instante, nunca más ción más trabajo, exaltación más paciencia,
logró un poema de verdad, ni melodía real deleite creador más tormento creador. Cada
alguna. Fue una inspiración única, que había artista posee la idea presente como un sueño,
elegido por órgano a un hombre cualquiera ¿y quién pudiera decir de dónde proceden las
por perfecta casualidad. ideas? ¿Quién podría decir de qué profundi-
dades de la naturaleza humana o de qué altu-
Y ahora el ejemplo contrario: Edgar Poe, ra del cielo proceden esos rayos divinos que
un verdadero poeta nato y genial, refiere que de repente resplandecen en el artista? Pero
creó la más famosa de sus poesías, El cuer- sólo resplandecen por instantes con ese brillo
vo, sin inspiración alguna y que, al contra- maravilloso. Luego se apagan y entonces co-
rio, la compuso palabra por palabra, “con mienza para el artista la tarea de reproducir
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esa visión interior, única. Procura entonces día, sin detener la pluma. Goethe, el gran au-

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hacer visible a la humanidad para todos los tor alemán, empezó su drama Fausto cuando
tiempos lo que él mismo vislumbró en un ins- tenía dieciocho años y estampó los últimos
tante de iluminación. El pintor tratará de fijar versos a la edad de ochenta y dos. Ya ven us-
en la materia basta de la tela el cuadro que tedes: tres días en un caso, y más de veinte
ha visto con los ojos del espíritu. El músico mil en el otro.
tratará de retener con el número limitado de
los instrumentos terrenales la sucesión de so- Otro tanto ocurre con la pintura. En los
nidos que le sonaba como en sueños. Siempre últimos años de su vida, Van Gogh pintaba
es el mismo proceso: un sueño se convierte tres y a veces hasta cuatro cuadros por día.
en fenómeno duradero, una idea toma forma, Aun no se había secado el color del uno, y ya
lo inconsciente de un solo hombre genial lle- quedaba terminado el próximo. Y tal vez ha-
ga a la conciencia de la humanidad entera. bría pintado cinco o diez más, si la luz del día
Pero no hay regla ni ley para esa miste- hubiera durado más tiempo. Leonardo, en
riosa transformación química en cada artista cambio, dedicaba a un solo cuadro, su Mona
aislado, ninguno obra igual que el otro, y tal Lisa, dos o tres años, una sola hora o dos por
como ninguna hora de amor se parece sobre día, y algunos días ninguna, porque deseaba
la tierra a otra hora de amor, si bien siempre reflexionar primero sobre cada detalle, cada
se trata de amor, así ninguna obra de crea- matiz. Holbein y Durero trazaban bosquejos
ción se parece exactamente a la otra, a pesar al lápiz y medían la tela con el compás antes
de que siempre se trata de producir. de colocar el primer trazo de color, y necesi-
Por eso tal vez no estaba muy acertado taban meses enteros para concluir un cuadro,
el título de mi disertación, El misterio de la que no por ello era menos perfecto que uno de
creación artística, y quizá habría dicho me- Goya o de Frans Hals, quienes en pocas horas
jor: “los mil misterios de la creación artísti- retenían de modo inolvidable la imagen de un
ca”, pues cada artista agrega al gran arcano ser humano. Lo mismo en la música. El enor-
de la creación uno nuevo: su misterio propio, me Mesías de Händel estuvo bosquejado,
personal. Si quisiera hacer la tentativa de compuesto, instrumentado y perfectamente
describirles, aunque sólo fuera con los rasgos acabado en el término de dieciseis días, mien-
más fugaces, esas diversidades maravillosas tras que Wagner trabajaba años y años en una
de la creación entre los distintos artistas, me ópera; un maestro de la prosa como Flaubert
haría falta retenerles aquí por horas enteras. martillaba y limaba a veces durante horas en-
¡Qué de contrastes sorprendentes, qué de di- teras una sola frase, mientras que Balzac es-
ferencias hallaríamos en la técnica, en el mé- cribe en un solo día cuarenta páginas con tal
todo, en el procedimiento de trabajo de los rapidez que tiene que abreviar las palabras
distintos artistas! ¡Veamos un solo ejemplo mientras escribe e inventar una especie de ta-
de esa diversidad! Estoy convencido de que quigrafía. Cada uno tiene su propio método,
muchos de ustedes se habrán preguntado: su propia rapidez, sus propias dificultades, su
“¿Cuánto tiempo necesita en realidad uno propia facilidad. Y no hay ley del tiempo para
de los grandes dramaturgos para completar el artista: él mismo se crea su tiempo.
uno de sus dramas? ¿Un mes, un año, cinco
años, diez años? ¿Cuánto tiempo necesitaron Y otra pregunta que ustedes acaso se han
Holbein, o Leonardo, o Goya, o el Greco, para hecho también con alguna frecuencia: ¿Es el
pintar sus cuadros más célebres?” A ello sólo artista capaz de crear regular y constante-
puedo contestarles que en el arte no existe mente, o le hace falta una peculiar disposi-
una medida común, que cada artista se toma ción inspirada, un estado de ánimo especial?
su tiempo propio. Para dar un solo ejemplo ¿Es lo creador un estado permanente en el
en cuanto al drama: Lope de Vega era capaz poeta, un estado que le acompaña a través
de escribir un drama en tres días, un acto por de la vida como su sombra, o no es más que
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un estado esporádico, que surge y desapare- dido, y tal como un zapatero entrega en un día

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ce cual una especie de fiebre espiritual, una exactamente fijado un par de zapatos que le
como inflamación del alma? Y nuevamente ha sido encargado, así ellos entregaban a un
sólo puedo contestarles: sí y no. En muchos príncipe o a un editor en día determinado y a
artistas, lo creador es un estado permanente. precio convenido de antemano, una sonata o
Hay artistas que son absolutamente incapa- una danza o una ópera. Pero esa regularidad,
ces de escribir siquiera una sola línea cuando esa pedantería burguesa, esa exactitud profe-
no se sienten llamados interiormente. El ge- sional, no deben infundir a ustedes dudas con
nio creador les sobrecoge como una tempes- respecto al genio. Aun la paciencia puede ser
tad sagrada y sin él son áridos como campo genial, aun la minuciosidad y el método pue-
sin lluvia. Hasta un músico como Richard den crear lo extraordinario. Por eso repito: el
Wagner sufría semejantes épocas de vacío método no es nada, la perfección lo es todo y
absoluto; durante cinco años en la mitad de resulta insensato disputar sobre cuál de aqué-
su vida, cuando ya había producido Tanhäu- llos sería el mejor. Todo camino que conduce
ser y Lohengrin, se sintió de repente incapaz a la perfección es acertado, y cada artista no
de escribir un solo compás de música. Hubo debe ir más que por uno de esos caminos, el
de esperar cinco años, y se creía para siem- suyo propio. Debe ser creador y maestro de su
pre perdido. Había desesperado ya de poder propio arcano. Para nosotros resulta, desde
jamás volver a comenzar cuando de pronto luego, ventaja enorme el conocer ese camino y
reapareció la inspiración. Le llegó de la noche acechar ese secreto, pues de cada hombre sólo
a la mañana. Había marchado sin sueño y sin sabemos verdaderamente lo que es cuando le
tregua de un lugar a otro, había elaborado el vemos y conocemos dedicado a su trabajo. No
proyecto de su gran tetralogía, ya tenía las pa- basta que en un barco, en el ferrocarril, junto
labras, pero no se atrevía a comenzar la músi- a la mesa, se haya encontrado a un maestro y
ca. Cierta noche había llegado a Spezia y esta- se haya hablado con él. Para saber cómo es,
ba tendido sobre su cama, despierto, cuando hay que haberle visto enseñando a sus alum-
a través de la ventana abierta oía el murmullo nos. De igual modo que sólo tengo nociones
rítmico del mar, y de repente percibió con el acabadas de un arquitecto cuando he visto sus
oído interior el motivo del Rin que fluye, el construcciones y hasta de un zapatero, sólo
motivo que más tarde apareció en el Oro del cuando he visto sus zapatos, ¡cuánto más reza
Rin. En el término de un segundo quedó roto todo esto para el artista que funde lo mejor, lo
el encanto. Hizo las valijas, emprendió el via- más esencial de su yo, en su obra! Un cuadro
je a su casa y empezó a escribir, producir y de Rembrandt resulta para cada uno de no-
producir, sin detenerse. Le había sobreveni- sotros cien veces más impresionante si antes
do el milagro de la inspiración y no dejó la hemos visto los dibujos y los croquis, los esbo-
obra antes de haberle dado cima. zos correspondientes, cuando comprendemos
por qué ha rechazado esto y colocado aquella
Pero ese milagro del estado de ánimo crea- figura en el medio y oscurecido aquella otra.
dor que Wagner hubo de esperar por espacio En tal caso no sólo estamos frente a la obra
de cinco años, se produce en otros músicos concluida, sino que participamos también del
día por día y no les hace falta esperarlo. Es- secreto de su creación, compartimos algo de
tán siempre dispuestos. Tal vez les resulte a las horas, de los pensamientos y visiones de
ustedes molesto pensar o recordar que Bach los grandes muertos, y en vez de solo gozar,
entregaba sus cantatas para el oficio divino participamos también de la dicha y del tor-
dominical semana tras semana, exactamente mento de ese genio.
con la puntualidad misma con que el pastor
de la misma iglesia escribía sus sermones do- Ahora objetarán ustedes, tal vez: ¿No es
minicales. Haydn, Rossini, Mozart y muchos en el fondo atrevido procurar introducirse en
otros de los grandes músicos producían a pe- el taller cerrado del artista? ¿No sería preferi-
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ble destrozar todos sus ensayos y mostrarnos introducirnos en el misterio más íntimo de la

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sólo la obra terminada? ¿No sería mejor que creación artística se pierda por ello nuestro
nos olvidáramos de que esas obras inmorta- respeto por ese misterio.
les han sido producidas por hombres morta-
les y con métodos humanos, no sería mejor La belleza de las estrellas no ha sufrido
admirar esos cuadros, esos libros, esa músi- mengua porque nuestros sabios hayan pro-
ca, como meteoros que se precipitan desde el curado calcular las leyes de acuerdo con las
cielo ignoto? ¿No deberíamos mejor olvidar cuales aquéllas se mueven, ni la majestad del
que esos escritores, pintores y músicos han firmamento ha perdido nada de su grandeza
sido hombres, hombres con defectos huma- porque procuraran medir la velocidad de los
nos, pequeñas vanidades, debilidades de bur- rayos con que su argentino brillo llega hasta
gués, mezquindades, y nos situáramos mejor nuestros ojos. Al contrario, esas investigacio-
ante sus obras, como ante un paisaje maravi- nes nos han hecho aparecer más maravillosos
lloso, sin preguntarnos como se formó? ¿No todavía los milagros del cielo, el sol, la luna
echamos a perder acaso un goce extremo y y las estrellas. Lo mismo reza para el firma-
supremo cuando recordamos una y otra vez mento espiritual. Cuanto más nos esforzamos
que esas obras no fueron donadas a sus crea- por profundizar en los misterios del arte y del
dores por Dios, sino que nacieron de su pro- espíritu, tanto más los admiramos por su in-
pia voluntad, de su trabajo, y que vinieron al conmensurabilidad. No tengo yo noticias de
mundo a veces en medio de la más amarga deleite y satisfacción más grandes que reco-
desesperación? nocer que también le es dado al hombre crear
valores imperecederos, y que eternamente
No pienso así, pues estoy convencido de quedamos unidos al Eterno mediante nues-
que ningún deleite artístico puede ser perfec- tro esfuerzo supremo en la tierra: mediante
to mientras sólo sea pasivo. Nunca compren- el arte.
deremos una obra con sólo mirarla. Donde
no preguntamos, nada aprendemos, y donde [Texto de una conferencia de Stefan Zweig pro-
no buscamos, no encontramos nada. Ningu- nunciada en Buenos Aires (1936) :: Supervisó:
na obra de arte se manifiesta a primera vista W., 2009]
en toda su grandeza y profundidad. No sólo
quieren ser admiradas, sino también com-
prendidas. Cada obra de arte quiere ser con-
quistada, como una mujer, antes de ser ama-
da, más aún, llego hasta decir que no tenemos
ningún derecho moral a contemplar cómoda
y tranquilamente la acción sacrosanta y más
apasionada de otro hombre. Donde el artis-
ta estaba agitado y ha dado de sí lo mejor,
para hacernos accesible su visión, ahí noso-
tros también debemos brindar lo mejor para
comprenderle. Cuanto más nos esforzamos
por penetrar en su misterio personal, tanto
más nos acercamos al arcano de su arte. Y,
créanme ustedes, cuando seguimos, aunque
sea a un solo artista, humildemente, a través
de todas las etapas de sus obras, ese esfuerzo
nos enseña más, con respecto al carácter del
arte, que cien libros y mil conferencias. Pero
sobre todo, no teman ustedes que al procurar

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