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Estructura o partes de la Constitución Política

Se entiende por estructura interna de la Constitución Política, a la relación


interconectada de los de los diversos elementos normativos que animan la
vida del Estado, posibilitando el desarrollo integral de la persona humana,
así de las instituciones que hagan falta para defenderla y dignificarla.
Con esta nomenclatura jurídica se alude pues, a la finalidad de la
Constitución, a su contenido, a sus principios orientadores, a su preámbulo,
a su parte dogmática, económica, orgánica y a su apéndice
.En el preámbulo, el legislador constituyente establece los fundamentos
que dan sustento filosófico al contenido normativo de la Constitución. Tales
fundamentos pueden ser teológicos, sociológicos, históricos, orgánicos y
legislativos.
Los preámbulos :
El concepto de preámbulo procede de preámbulos, un vocablo latino que
se refiere a aquello que “se sitúa delante”. El preámbulo, por lo tanto, es
una especie de prefacio o prólogo que se pronuncia antes de iniciar una
exposición o un discurso.

“El preámbulo de la Constitución explica las bases en las que se sustentan


las leyes”.
En el ámbito del derecho, el preámbulo es la introducción que precede a las
normas que forman parte de una ley o de una constitución y también se
conoce con el nombre de exposición de motivos o considerandos. Por lo
general se considera que el preámbulo no está incluido en la normativa,
aunque contribuye a su interpretación.
La razón por la cual se elabora un preámbulo surge de la necesidad de que
las normas expuestas después de él no parezcan haber sido creadas de
manera arbitraria, ya que permite esgrimir los motivos que llevaron a su
sanción, ahondar en su finalidad y en los motivos por los cuales fueron
concebidas. En muchos casos, este prefacio adquiere la forma de
un programa que se pone en marcha a partir del establecimiento de las
normas que le siguen.
En el preámbulo, el legislador tiene la libertad de abordar ciertos puntos de
vista coyunturales o políticos que no puede incluir en la norma. La tradición
indica que el preámbulo no posee una validez a nivel normativo; no debe
ser cumplida de manera obligatoria y ni siquiera los tribunales o los jueces
deben acatar su contenido, como sí el resto del documento que encabezan.
La jurisprudencia de cada país puede interpretar el sentido del preámbulo
de su Constitución de una manera distinta, aunque todos tienden a
compartir que, como se expone en el párrafo anterior, no tiene un valor
normativo. En España, por ejemplo, quedó establecido en el año 1990 que
su contenido no puede ser usado para considerar el carácter constitucional
de una acción; por otro lado, Colombia estableció en 1992 lo contrario, o
sea, que cualquier ley que viole los objetivos o los principios de su
preámbulo debe ser considerada inconstitucional.
Esto demuestra que no es del todo correcto afirmar que el preámbulo
carece absolutamente de validez; por el contrario, luego de mucho tiempo
de debates al respecto, los expertos en la materia llegaron a la conclusión
de que este texto representa una fuente importante a la hora de intentar
interpretar una norma. Dado que el legislador es la misma persona que
dicta la ley y que redacta el preámbulo, ambas parten de los mismos puntos
de vista y necesidades, y contienen estructuras similares en su redacción.

En consecuencia los preámbulos son declaraciones cortas que preceden al


texto constitucional, definiendo las bases sobre las que este se sustenta.
No posee carácter vinculante, pero su texto inspira al autor de la Carta
Política, al legislador ordinario, al magistrado jurisdiccional, al funcionario
público, al ejecutivo empresarial, al estudioso, al jurisconsulto y al
ciudadano común, a la hora de interpretar y aplicar las normatividad
constitucional a sus labores específicas.

Ejemplo de preámbulos:

Preámbulo De La Constitución De La Nación Argentina.

" Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en


Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias
que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto
de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior,
proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los
beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para
todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino,
invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos,
decretamos y establecemos esta Constitución para la Nación Argentina ."
Preámbulo de la Constitución Política del Perú.

"El Congreso Constituyente democrático, invocando a Dios todopoderoso,


obedeciendo el mandato del Pueblo peruano y recordando el sacrificio de
todas las generaciones que nos han precedido en nuestra Patria, ha resuelto
dar la siguiente Constitución: ."

La parte dogmática de la Constitución

Es la que recoge el orden de valores que responde la Constitución, los


principios constitucionales que son esenciales para la comprensión del
orden jurídico general y los derechos fundamentales que la Constitución
reconoce y protege. En la parte dogmática también se encuentran
determinadas declaraciones generales que se agotan en su propia
formulación (Ejemplo: La capital del Perú es Lima).
No en todas las Constituciones hay parte dogmática, pero siempre hay
parte orgánica. Lo normal en los países de nuestro entorno geográfico y
cultural es que existan ambas partes. La parte dogmática suele ir antes que
la parte orgánica pero el orden de los factores es aquí irrelevante. Hay
determinadas Constituciones cuya parte dogmática está fuera de la misma,
así por ejemplo en Francia las distintas Constituciones que se han sucedido
en el tiempo incorporan como parte dogmática la famosa Declaración de
Derechos del Hombre y el Ciudadano de la revolución francesa que suele
figurar a modo de preámbulo del texto constitucional. En la Constitución
americana de 1787 la parte dogmática está constituida por las diez primeras
enmiendas a la Constitución que se incorporaron a la misma en 1791 como
consecuencia de la exigencia planteada por algunos Estados federados con
motivo de su ratificación.

La parte dogmática de las Constituciones que se sucedieron en Europa en


la época de la monarquía constitucional pura o régimen doctrinario planteó
el problema de su consideración o no como efectivo Derecho. En efecto, el
valor de la ley como voluntad general y norma emanada de los parlamentos
situó a la misma en la cúspide de la jerarquía normativa mientras que los
preceptos de la Constitución se contemplaban como un conjunto de
objetivos y programas cuya transformación en Derecho efectivo y válido
requería de la intermediación de la ley. Es decir, se produjo el predominio
del concepto material de Constitución frente al concepto ideológico, en
cuya aplicación la Constitución era, recordamos ahora, la norma reguladora
de los procesos políticos en el seno del Estado y, en todo lo demás, era más
bien una declaración de intenciones que la ley se encargaría de perfilar y
ultimar. Esta situación se mantendrá hasta la cuarta oleada de
constitucionalización, producida tras la segunda guerra mundial, en la que,
como sabemos, se vuelve al concepto ideológico que conlleva la supremacía
de la Constitución y su carácter de Derecho inmediatamente válido y
aplicable. Terciando en esta polémica, la doctrina constitucionalista italiana
acuñó una diferenciación dentro de la parte dogmática entre dos tipos de
normas:
+ Normas preceptivas de una Constitución
Las normas preceptivas serían aquellas que constituyen Derecho válido e
inmediatamente aplicable, sin que intermediación de cualquier otra norma
para tener eficacia. Además se consideran que son normas que tienen un
contenido esencial que no está disponible para el legislador ordinario, es
decir que éste no tiene más remedio que respetar y que, por lo tanto
constituyen Derecho inmediatamente aplicable con independencia o no de
que se produzca una legislación de desarrollo del precepto constitucional.
Finalmente ese contenido esencial se considera tan importante que suele
establecerse que el desarrollo de la norma constitucional hay que hacerlo
mediante un procedimiento legislativo especial en el sentido de ser un
procedimiento agravado respecto al procedimiento legislativo ordinario.
+ Normas programáticas en una Constitución
Las normas programáticas son normas que constituyen Derecho válido,
pero no directamente aplicable, porque requieren la promulgación de una
ley que es la que hace factible el cumplimiento efectivo de la norma
programática. Precisamente este problema de la no aplicabilidad directa es
el que cuestiona su carácter de Derecho. Pero si decimos que constituyen
Derecho válido es porque aunque no sean directamente aplicables sí que
sirven de pauta interpretativa del ordenamiento jurídico; porque son
normas que suponen un mandato al legislador para que haga la
correspondiente ley; y porque son normas cuya existencia disipa cualquier
duda posible sobre la constitucionalidad de determinadas leyes que, caso
de no existir la norma programática, podrían ser reputadas como
inconstitucionales. (Ej. Si no hubiese una norma programática que
estableciese el derecho a la seguridad social, cualquier ley que lo
estableciese, al imponer unas cotizaciones obligatorias de empresarios y
trabajadores podría ser inconstitucional, debido al elemento confiscatorio
que conlleva).

Tanto las normas preceptivas como programáticas constituyen hoy día


Derecho válido y real. Es decir son efectivas normas jurídicas. La diferencia
entre una y otras está en su aplicabilidad directa o indirecta.

La parte orgánica de la Constitución


Es la parte de la Constitución que regula el conjunto de los órganos en que
se articula el poder del Estado y su funcionamiento. Constituyen Derecho
válido e inmediatamente aplicable, sin perjuicio de la existencia de leyes de
desarrollo. Se ocupan básicamente de los siguientes seis supuestos:

+ Normas referidas al establecimiento y regulación de los órganos de


poder
Las normas que se refieren al establecimiento y regulación de los órganos
de poder determinan su existencia y estatuto jurídico.

+ Normas reguladoras del proceso de elección de los titulares que


detentan los órganos de poder
Las normas que regulan el proceso de elección de los titulares que detentan
los órganos de poder: cómo se forman el Congreso y el Senado, cómo se
produce el nombramiento y cese de un Gobierno, cómo se articula el
gobierno del poder judicial, etc. Recogen tanto la designación como la
sucesión de dichos titulares.

+ Normas que regulan las relaciones entre los órganos del poder
Unas Constituciones las establecerán de una forma y otras la establecerán
de otra. Según sean las relaciones entre los órganos de poder, estaremos
en presencia de una u otra forma de gobierno.

+ Normas que regulan la forma del Estado


Estas normas regulan, con mayor o menor extensión según las distintas
Constituciones, la forma del Estado: bien un Estado unitario, un Estado
federal, autonómico, etc.

+ Normas que regulan las situaciones de excepción


Se trata de prever aquellos supuestos en que determinadas normas
constitucionales pueden dejar de aplicarse por la posible existencia de
situaciones de excepción, desde catástrofes naturales a situaciones de
guerra.

+ Normas que regulan la propia reforma de la Constitución


La Constitución regula los poderes constituidos y fuera de ella y como autor
de la misma se encuentra el poder constituyente. Pero éste prevé en la
propia Constitución su actuación como poder constituyente constituido
mediante el cual se puede cambiar la Constitución sin necesidad de un
proceso de ruptura.

Esta parte orgánica necesita siempre una legislación de desarrollo, porque


la Constitución lo que hace es establecer unos elementos orgánicos
esenciales, pero no puede, obviamente, recoger todos los aspectos
organizativos ya que en ese caso las Constituciones serían unas normas de
extensión inacabable. Así, por ejemplo, una Constitución establecerá la
existencia del parlamento como poder del Estado; nos dirá como se
constituyen, quienes la forman, cuáles son sus cometidos etc. Pero luego la
organización del trabajo parlamentario requerirá que se promulguen los
reglamentos de las cámaras (que tendrán valor de ley). O la Constitución
establece la existencia del gobierno, como se forma y cuáles son sus
poderes; pero luego habrá que promulgar una ley que se ocupe
pormenorizadamente de organizar el funcionamiento del gobierno, etc.

En todo caso las normas constitucionales orgánicas son directamente


aplicables con independencia de que se promulgue o no la legislación de
desarrollo, que obviamente debe respetar lo dispuesto en la norma
constitucional. Pero según la extensión con que la norma constitucional
orgánica regule un órgano de poder estaremos ante una distinción de
órganos que supone una cierta relevancia. Y así distinguiremos entre
órganos constitucionales, que son aquellos cuya regulación constitucional
es lo suficientemente detallada como para que su funcionamiento se
produzca aunque no exista en parte legislación de desarrollo. Se trata
obviamente de los órganos más importantes: Jefatura del Estado;
Gobierno; Parlamento; órgano de gobierno del Poder Judicial; Tribunal
Constitucional y órganos de relevancia constitucional, que son aquellos que
la Constitución establece y a los que asigna determinados cometidos pero
cuya regulación y funcionamiento se remiten a una ley de desarrollo
denominados organismos autónomos: Defensor del Pueblo, , etc.

Parte económica de la Constitución.


Algunos autores consideran una parte económica en los textos
constitucionales, señalando que está compuesta por aquel conjunto de
normas y principios reguladores de los distintos institutos, mediante los
cuales el hombre produce, distribuye, hace circular, comercializa y consume
los bienes y servicios indispensables para la subsistencia. Aquí se tratan
temas tales como el ambiente y los recursos naturales, propiedad, tributos,
presupuesto, moneda, banca, agricultura, comunidades campesinas y
comunidades nativas.
El apéndice constitucional.

En esta se fija las normas accesorias, complementarias, finales o


transitorias. Son normas interpretativas y disposiciones referentes a la
fecha de su entrada en vigencia, a la modificación y derogación de las leyes
que se opongan a la Constitución; se pueden referir igualmente a la
ratificación de tratados En lo tocante a la forma de exposición de su
estructura normativa, esta puede presentarse en títulos, capítulos,
artículos, incisos, literales y numerales, amén de otras modalidades
pertinentes.

DERECHOS HUMANOS Y DERECHOS FUNDAMENTALES.


Cuando hablamos del Derecho, una de las primeras cosas en las que
pensamos son los “Derechos Humanos “. Posterior a la Segunda Guerra
Mundial, la comunidad internacional y la sociedad en general fue
aprendiendo, conociendo y valorando lo que hoy en día entendemos como
la gama de derechos que son inherentes e inalienables de la persona, y
que de forma meramente enunciativa están plasmados en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y otros tratados.

Sin embargo, en conjunto con la evolución y el establecimiento de una


mayor gama de derechos, se han establecido otras formas de denominar a
esta lista. Desde Derechos Fundamentales a Derechos Constitucionales,
garantías individuales, y otras formas de llamar a estos derechos se han
establecido en la actualidad. Las más confundidas son los Derechos
Humanos y los Derechos Fundamentales.

Derechos Humanos y Derechos Fundamentales

Concepto de Derechos Humanos

Un concepto básico para el estudio del Derecho, existen varias


concepciones de lo que se puede entender como Derechos Humanos. De
acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas, pueden definirse como:

(…) Son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna
de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra
condición (…) Estos derechos corresponden a todas las personas, sin
discriminación alguna.
Por lo que, de acuerdo a las Naciones Unidas, estos son los derechos
inherentes al ser humano. Nacemos con estos derechos, y no puede existir
discriminación alguna al momento de hacerlos valer. Ahora bien, otra
percepción de lo que los Derechos Humanos es la que posee el escritor
Héctor Faúndez en su libro El Sistema Interamericano de Protección de los
Derechos Humanos – Aspectos Institucionales y Procesales, donde los
describe como:

Los derechos humanos pueden definirse como las prerrogativas que,


conforme al Derecho Internacional, tiene todo individuo frente a los órganos
del poder para preservar su dignidad como ser humano, y cuya función es
excluir la interferencia del Estado en áreas específicas de la vida individual,
o asegurar la prestación de determinados servicios por parte del Estado,
para satisfacer sus necesidades básicas (…)
Esto quiere decir que estos son los derechos que posee una persona y que
puede exigir al Estado. Nosotros entonces podemos definir al Derecho
Humano como el conjunto de derechos inherentes a la persona y que el
Estado debe respetar, preservando su dignidad como humano y sin
distinción ni discriminación alguna.

Características principales

Ahora bien, los derechos humanos poseen una cierta cantidad de


características que los distinguen y que son de necesaria explicación para
comprender su amplitud e importancia. Entre estas características está el
que son universales e inalienables, interdependientes e indivisibles, y por
último iguales y no discriminatorios.

Se consideran derechos universales puesto que no se refieren a un grupo


en específico, sino al ser humano en general, y todos los Estados deben
garantizarlos. Son inalienables ya que no podrán suprimirse si no se dan las
circunstancias y se cumplen las garantías procesales. Un ejemplo de esto
son las sentencias de privación de la libertad, las cuales restringen el
derecho a la libertad.

Los derechos humanos son interdependientes e indivisibles, ya que la


privación de uno de los derechos afecta de forma negativa a los demás. Por
último, son iguales y no discriminatorios ya que se aplican a todas las
personas, sin distinción de sexo, raza, color, y así sucesivamente.

Concepto de Derechos Fundamentales

Por Derecho Fundamental entendemos a aquellas facultades que posee


una persona y que son reconocidas a través del ordenamiento jurídico
vigente y que le permite el gozar de un derecho, realizar un acto, o el
demandar su cumplimiento por el Estado.

Otra forma de ver a los Derechos Fundamentales es el considerarlos


aquellos derechos inherentes a la persona y que son reconocidos
legalmente y protegidos a través de garantías procesales. Es decir, son
garantías jurídicas que protegen a la persona, individual o colectivamente,
contra acciones del Estado. Los autores consideran a los Derechos
Fundamentales como los Derechos Humanos positivisados, por ser
enmarcados en el ordenamiento jurídico de un Estado.

Diferencias entre ambas concepciones

Aun cuando las definiciones de Derechos Humanos y derechos


fundamentales se complementen, y los autores consideren a este último
como los derechos humanos positivisados, existen diferencias marcadas
entre ambas concepciones. A continuación les explicaremos algunas de
ellas:

- Territorio
Cuando hablamos de Derechos Humanos, su aplicación no tiene territorio
alguno, puesto que su característica principal es la de ser universales. Esto
quiere decir que, aun cuando la persona no se encuentre en su territorio
normal (lugar de su residencia), puede solicitar que se le garantice su
derecho.

Los Derechos Fundamentales, por otro lado, son aquellos establecidos en


las normas de un Estado en específico, con mecanismos de garantía y
limitaciones que la misma Ley le otorga. Un ejemplo perfecto para la
explicación de esta diferencia es el derecho al sufragio.

Todos poseemos el derecho humano a votar, y sin importar donde estés


ese derecho es inherente a tu persona, sin embargo, como derecho
fundamental está limitado a un territorio en específico, y tiene condiciones
que se deben cumplir para poder ejercerlo, tales como la mayoridad, la
nacionalidad, el establecer tu residencia en el exterior y bajo una embajada
en específico (ejemplo del voto de los nacionales en el extranjero).

- Nacimiento

Como ya explicamos, los Derechos Humanos son inherentes a la persona y


nacen para ella al momento de considerarse como tal, es decir, al momento
de nacer. Estos nacen con la persona y mueren con ella, existen por el mero
hecho de la naturaleza humana. Los derechos fundamentales nacen al ser
incorporados estos derechos naturales (derecho humano) al ordenamiento
jurídico de un país, ya sea la Constitución o las leyes.

- Característica principal

Por mucho que los Derechos Fundamentales estén constituidos de


Derechos Humanos, no todos los Derechos Humanos son derechos
fundamentales. Esto es debido a que la característica principal de los
Derechos Humanos es el ser inherentes a las personas, y la característica
principal de un derecho fundamental es su establecimiento en el
ordenamiento jurídico.

Se insiste en que los ordenamientos jurídicos internos y los organismos


encargados de la producción de leyes deben hacer todos los esfuerzos
posibles por adoptar progresivamente el cumulo de Derechos Humanos en
constante evolución en el ámbito internacional dentro de sus sistemas.

Fundamento

El derecho humano está fundamentado en la naturaleza humana,


inherente a la persona, cuyos principios son obtenidos a través de métodos
racionales impuestos al individuo en sociedad, tales como el derecho a la
libertad, a la vida, o a la libertad de expresión. Los derechos fundamentales
están fundados en las leyes, con las condiciones y limitantes que el
legislador decidió establecer en las mismas.

Conclusión

Podemos decir que los Derechos Humanos son aquellos derechos


inherentes al ser humano y que el Estado debe respetar, preservando su
dignidad como humano y sin distinción ni discriminación alguna.
Los Derechos Fundamentales, por su parte, son las facultades que posee
una persona y que son reconocidas a través del ordenamiento jurídico
vigente y que le permite el gozar de un derecho.
El DEBER CONSTITUCIONAL

 La noción de deber constitucional es sumamente controvertida.


Desde luego, se trata de una noción considerablemente
minusvalorada en comparación con la de derecho constitucional. Así
puede observarse cuando, a nivel comparado, se confronta el escaso
número de investigaciones relativas a la primera, con el elevadísimo
número de investigaciones relativas a la segunda. La misma situación
se replica en el derecho nacional, en el que la mayoría de las
investigaciones en el ámbito del derecho constitucional se centra en
los derechos y solo un reducido de artículos se dedica al estudio de
los deberes3. También esta situación se presenta a nivel de manuales
y tratados de derecho constitucional, en los que el tratamiento de los
derechos constitucionales es considerablemente más profundo y
extenso que el de los deberes constitucionales.
 Hay una sencilla explicación para este fenómeno: mientras que los
derechos constitucionales parecen fortalecer la posición de los
particulares frente al poder estatal, los deberes constitucionales
parecen debilitarla. Históricamente, ello no siempre ha sido así. Al
contrario, por muchos siglos los deberes constituyeron la base del
orden social, sin que se les percibiera como intrínsecamente
opresivos o abusivos. Solo una vez que el peso de esos deberes -
fueran imperiales, clericales, feudales, monárquicos o estatales- sí se
tornó opresivo y abusivo, comenzó a gestarse un cambio de
paradigma. Bajo esta perspectiva, los derechos fundamentales
pueden entenderse como el resultado de una lucha histórica contra
aquellas opresiones y abusos. Es así como actualmente se afirma que
los deberes son potencialmente peligrosos, que son contrarios a la
dignidad humana o que desempeñan roles repugnantes.
 Mas, que a nivel teórico exista cierto recelo frente a la figura de los
deberes constitucionales no significa que estos no tengan cabida en
el constitucionalismo contemporáneo. De hecho, no es raro
encontrar en la mayoría de los textos iusfundamentales de esta
época una que otra referencia a los deberes y responsabilidades de
cada cual. Y aunque ellas son considerablemente más escasas que las
normas sobre derechos fundamentales y su valor normativo puede
ser variable, su existencia no puede ser negada. Pero quizás lo más
destacable es que, fuera de cualquier referencia textual a los
deberes, una serie de figuras y doctrinas constitucionales de gran
aceptación en el ámbito académico y jurisprudencial introducen
consideraciones relativas a los deberes.
 Corresponde entonces dilucidar qué se quiere decir cuando se habla
de deberes constitucionales. Entre otras cuestiones, esto implica
determinar cuáles son los rasgos distintivos de estas figuras, cuáles
son las nomenclaturas en uso para hacer referencia a ellas y quiénes
son los destinatarios de las normas sobre deberes constitucionales.
 ACEPCIONES DE LA NOCIÓN DE DEBER CONSTITUCIONAL
 En un sentido amplio, los deberes constitucionales pueden ser
entendidos como "todas las conductas o actuaciones que la
Constitución impone o dirige formalmente a los individuos o a los
ciudadanos".

De acuerdo con esta caracterización el rasgo distintivo de los


deberes constitucionales es tener como fuente el texto
constitucional y estar formalmente dirigidos a los particulares. En
consecuencia, quedarían comprendidos dentro de esta concepción
amplia tanto aquellos deberes que la constitución prevé
expresamente, como aquellos que pueden derivarse de aceptar la
doctrina de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales, los
que resultan como reflejo de competencias de los órganos estatales
o de la tradicional tesis de la correlatividad entre derechos y deberes.

 Para otras concepciones ni siquiera es esencial el origen


constitucional de estas figuras, bastando únicamente con que estas
tengan un carácter público y que sean impuestas por la autoridad
estatal a los particulares. Así, los deberes constitucionales han sido
definidos como "aquellas conductas o comportamientos de carácter
público, exigibles por la ley a la persona o al ciudadano, que imponen
prestaciones físicas o económicas y que afectan, en consecuencia, la
esfera de su libertad personal" . Por lo que respecta a su fuente, se
ha dicho que los deberes constitucionales "pueden tener previsión
en normas constitucionales e infraconstitucionales". Incluso hay
quienes extienden esta noción a vinculaciones jurídicas dirigidas a la
autoridad estatal: "El adjetivo 'constitucionales' junto al sustantivo
'deberes' indica comportamientos que el ordenamiento considera
como jurídicamente y/o políticamente apreciables. Estos se dirigen a
los sujetos privados (particular o grupos) o a públicos".
 A la inversa, en sentido estricto, los deberes constitucionales serían
aquellos que satisfacen dos condiciones básicas: "la de ser deberes
por así decir autónomos, no simple consecuencia directa de derechos
o institutos que la Constitución garantiza, o de potestades que
atribuye, y la de pesar por igual sobre todos los ciudadanos (o todos
los sometidos al poder del Estado), no solo sobre quienes se
encuentran en determinada relación con otros" Por consiguiente,
tres figuras quedarían excluidas de esta noción de deber
constitucional:
 (i) los deberes que la constitución impone a ciertos sujetos en razón
de una situación jurídica determinada;
 (ii) los derivados de preceptos atributivos de competencias;
 (iii) los que pudieran surgir de los límites intrínsecos de los propios
derechos, que sean necesarias para armonizar los derechos de los
particulares o que existan como el simple correlato de derechos
ajenos.

 CUESTIONES TERMINOLÓGICAS
 La variedad de acepciones de la expresión deber constitucional,
desde ya, oscurece el tratamiento de estas figuras. Pero, por si eso
no fuera poco, también ocurre que existen diversas nomenclaturas
en uso para hacer referencia a las mismas. Entre las más difundidas
a nivel positivo, académico y jurisprudencial pueden mencionarse las
de deberes de los ciudadanos, de deberes cívicos, de deberes
fundamentales o de deberes humanos. Se plantea entonces la
cuestión de determinar cuáles son los elementos característicos de
cada una de estas categorías y sus diferencias conceptuales. A partir
de este análisis se espera precisar si se trata de terminologías
sinónimas o si, por el contrario, presentan sentidos diferenciados.
 Deberes de los ciudadanos o deberes cívicos
 Históricamente, esta terminología hace referencia a aquellos
deberes que recaen sobre una persona en su calidad de ciudadano y
que conciernen a la comunidad política que integra, quedando
excluidos de su desempeño quienes no poseen tal estatus. De ahí que
se consideren ejemplos representativos de esta clase de cargas el
deber de defender la patria, de votar o de servir como jurado, esto
último principalmente en los ordenamientos pertenecientes a la
tradición del common law.. En sentido amplio, sin embargo, los
deberes cívicos pueden ser entendidos como aquellos que dicen
relación con la pertenencia de las personas a una comunidad política
determinada, con independencia de si posee o no el estatus de
ciudadano.
 Su uso a nivel positivo puede observarse en la Ley Fundamental de la
República Federal de Alemania: "Todos los alemanes tienen en todos
los Länder los mismos derechos y deberes cívicos" (art. 33 inc. 1). Lo
mismo puede apreciarse en la Constitución Política de Colombia, que
enuncia los deberes del ciudadano, bajo el rótulo: "Son deberes de la
persona y del ciudadano" (art. 95 n. 4). Y, por fin, puede mencionarse
la Constitución de Portugal: "El voto es personal e igual, libre y
secreto. Su ejercicio es un deber cívico" (art. 48 párr. 42).En la
Constituión Peruana los encontramos en el Cap. III del Título I
referido a de la Persona y de la Sociedad.
 Únicamente aquellos deberes cívicos o deberes ciudadanos que
encuentran expresa consagración en la carta fundamental, como los
ya mencionados, constituyen al mismo tiempo deberes
constitucionales.
 No obstante, ellos también pueden estar consagrados en
disposiciones de rango legal, sin que por ello cambie su naturaleza
jurídica. En este sentido, el factor determinante al momento de
calificar a una figura como un deber cívico es la sujeción que impone
a una persona en razón de su pertenencia a una comunidad política
determinada, para la subsistencia de esta, y no su fuente. De hecho,
no es inusual que una serie de deberes que obedecen a la descripción
propuesta (deberes de información, registro, denuncia y otras
formas de cooperación con la autoridad) sean creados por normas de
rango subconstitucional.

 Deberes humanos y responsabilidades humanas


 Una segunda denominación que entra en juego en el análisis de los
deberes constitucionales es la de deberes humanos. Mientras que
con la primera expresión se alude a deberes que tienen vigencia en
el orden interno, con la segunda se hace referencia a deberes que
tienen aplicación en el orden internacional. De este modo, se concibe
a los deberes humanos como aquellos que se orientan a la protección
de los bienes garantizados por los derechos humanos y cuyos
principales sujetos pasivos son los Estados signatarios de tratados de
derechos humanos. Empero, en el último tiempo, diversas iniciativas
a nivel internacional han tendido a poner el foco de atención en los
deberes de las personas, más que en los deberes de los gobiernos.
 Esta terminología puede encontrarse, por ejemplo, en el Borrador de
Declaración Universal sobre las Responsabilidades Humanas (1997),
cuyo preámbulo previene: "la insistencia exclusiva en los derechos
puede dar por resultado conflictos divisiones e interminables
disputas, y el descuido de las responsabilidades humanas puede
conducir al desorden y al caos". Por ello, "[s]e deberán enseñar y
promover la conciencia y la aceptación de estas responsabilidades
por el mundo entero". A su turno, la Declaración de
Responsabilidades y Deberes Humanos (1998) define al deber como
"una obligación ética o moral" (art. 1, a) y responsabilidad como "una
obligación que tiene fuerza legal de acuerdo con el derecho
internacional actual" (art. 1, b). Queda así de manifiesto que la
operatividad de los deberes y las responsabilidades humanas se
despliega a nivel internacional. Desconozco muestras del uso de esta
terminología a nivel constitucional.
 Como corolario, los deberes o responsabilidades humanas diferirían
de los deberes constitucionales únicamente en cuanto a su ámbito
de aplicación. En otros aspectos, como sus contenidos o enunciación,
pueden ser exactamente iguales. Una primera muestra de ello puede
apreciarse en el deber que la DADDH impone a toda persona "de
adquirir a lo menos la instrucción primaria" (art. 31), que puede
encontrarse en diversas constituciones a lo largo del mundo. El
mismo instrumento establece el deber de toda persona de "pagar los
impuestos establecidos por la Ley para el sostenimiento de los
servicios públicos", también consagrado en numerosos textos
constitucionales (art. 36).
 Deberes fundamentales
 Se ha dicho que los deberes fundamentales "están en el origen, en la
justificación y en el funcionamiento viable y posible de una sociedad
política". Ellos comprenderían "aquellos deberes jurídicos que se
refieren a dimensiones básicas de la vida del hombre en sociedad, a
bienes de primordial importancia, a la satisfacción de necesidades
básicas o que afectan a sectores especialmente importantes para la
organización y funcionamiento de las Instituciones públicas o al
ejercicio de derechos fundamentales, generalmente en el ámbito
constitucional. En cuanto a sus destinatarios, "se dirigirían de forma
exclusiva a los ciudadanos y que afectan a pretensiones, intereses o
necesidades de las personas o de la comunidad a la que pertenecen".
En cambio, "Las obligaciones constitucionales constituirían el resto
de las obligaciones que la constitución recoge y que no pueden ser
calificadas ni como superiores ni como fundamentales". De esta
manera, la fundamentalidad de un deber vendría dada por criterios
materiales y no simplemente por su fuente.
 Respecto de estas propuestas de definición –ambas emanadas de
autores españoles– conviene hacer una precisión. En el texto de la
Constitución Española pueden encontrarse, al mismo tiempo, las
expresiones deberes fundamentales (título I, "de los derechos y
deberes fundamentales") y deberes constitucionales (art. 149). Ello
explicaría por qué para ese ordenamiento pudiera tener alguna
relevancia la discriminación entre un concepto y otro. A pesar de lo
anterior, aun entre la doctrina española hay quienes consideran que
las concepciones restrictivas de la noción de deber constitucional no
se justifican, al no existir diferencias sustantivas entre las diversas
sujeciones que contempla la constitución. Por lo demás, en los
ordenamientos en que la distinción carezca de asidero positivo,
parece ser del todo innecesaria.
 A nivel positivo, la expresión deberes fundamentales es la más
difundida entre todas las posibles denominaciones. Así puede verse,
por ejemplo, en el encabezado "De los derechos y deberes
fundamentales", que comparten el título I de la Constitución
Española, el título II de la Constitución de la República Dominicana y
la Parte II de la Constitución de la República de Turquía etc. Lo mismo
ocurre en doctrina, pues numerosos autores emplean
indistintamente las nomenclaturas de deber constitucional y deber
fundamental para hacer referencia a unas mismas figuras.
 EL PROBLEMA DE LA EXIGIBILIDAD
 Un tercer tópico recurrente en el tratamiento de los deberes
constitucionales es aquel que dice relación con la exigibilidad de
aquellos que se encuentran explicitados en la carta fundamental.
Aquí, el problema que se suscita es el de determinar si es que ellos
son jurídicamente exigibles y, de ser así, determinar a quién son
exigibles. La cuestión no es baladí, toda vez que, dependiendo de la
posición que se adopte al respecto, se puede llegar a conclusiones
radicalmente opuestas en cuanto a la naturaleza jurídica y eficacia de
los deberes constitucionales. Básicamente existen tres posturas al
respecto: primero, que los deberes constitucionales carecen de
exigibilidad; segundo, que son plenamente exigibles; y, tercero, que
constituyen mandatos o habilitaciones al legislador. A continuación,
me referiré a cada una de ellas.
 Los deberes constitucionales carecen de exigibilidad
 En un primer acercamiento a los deberes constitucionales, estos son
vistos como meros postulados ideológicos carentes de relevancia
jurídica. Ya que las constituciones no suelen establecer sanciones
para el supuesto de contravención, de su solo enunciado no surge
ningún deber concreto para persona alguna. A lo más, podría
atribuírseles fuerza normativa en la medida que sean objeto de
desarrollo legislativo, quedando establecidas sus condiciones de
ejercicio, limitaciones y garantías. Sin embargo, de aceptarse tal
conclusión, sería inútil contemplar deberes de rango constitucional y
bastaría con imponerlos mediante normas legales.
 Por lo que respecta al desarrollo legislativo de deberes
constitucionales, este tampoco sería exigible al legislador, a menos
que se prevea expresamente una sanción para el supuesto de
omisión legislativa. Fuera de esa hipótesis no sería posible sostener
que exista un verdadero mandato al legislador en orden a configurar
el respectivo estatuto legal del deber. Ahora, si los deberes
constitucionales no importan un verdadero mandato al legislador,
entonces cabría concluir que el legislador goza de absoluta libertad
para desarrollarlos o no. Únicamente si decide desarrollarlos, tales
deberes se traducirían en comportamientos concretos jurídicamente
exigibles respecto de los particulares.
 Sobre la base de estas consideraciones, alguna parte de la doctrina
considera que los deberes constitucionales son figuras inútiles y
superfluas. Así resultaría de reconocer que de su enunciación no
conlleva la imposición de conductas ni a los particulares ni a los
órganos estatales, de manera que su formulación no parece tener
ningún sentido práctico. A lo sumo, podría estimarse que
desempeñan una función axiológica, educativa o instructiva, pero no
una de carácter verdaderamente normativo. Más todavía, podría
cuestionarse si en realidad pertenecen a la esfera jurídica y no, más
bien, al ámbito de la moral y no parecería en absoluto justificada su
incorporación en el texto constitucional.
 Los deberes constitucionales son plenamente exigibles
 Otra postura en torno a la exigibilidad de los deberes constitucionales
sostiene que estos son plenamente exigibles a los particulares, sin
necesidad de mediación alguna del legislador. Dos consideraciones
conducirían a tal conclusión: la eficacia directa de la constitución y la
eficacia horizontal de los derechos fundamentales. Precisamente, el
carácter normativo de la constitución supondría su vinculación
inmediata no solo a los poderes públicos, sino también a los
particulares, aun a falta de disposición legal que desarrolle sus
preceptos. De la misma manera, la afirmación de la eficacia de los
derechos fundamentales en las relaciones particulares implicaría el
reconocimiento de un deber genérico de respetar el derecho de los
demás. No podría ser de otro modo, se argumenta, pues "si los
derechos se tienen frente a los demás, también se tiene frente a los
demás el deber de respetarlos".
 Idéntica conclusión sería reforzada por el postulado de unidad de la
constitución. Justamente, si la constitución es el texto jurídico
fundamental de un ordenamiento determinado, su fuerza normativa
únicamente puede entenderse con carácter unitario y no admite
conclusiones irreconciliables o divergentes entre sí. "Ninguna
disposición constitucional puede considerarse inútil. A todas las
normas y vocablos debe otorgárseles un efecto útil y eficaz y debe
ser armonizado con los demás preceptos normativos. Toda
interpretación que ignore preceptos o vocablos constitucionales
representa una forma de violación de la Constitución y atenta contra
el postulado de unidad de la Constitución". En consecuencia,
cualquier interpretación que tienda a privar de eficacia a parte alguna
del código político debe ser descartada y dar paso a otra que tienda
a maximizar la eficacia de sus normas y procurar que todas ellas
reciban aplicación.
 Los deberes constitucionales constituyen habilitaciones al
legislador
 Finalmente, la posición más aceptada en torno a la eficacia de los
deberes constitucionales es que estos poseen eficacia, mas no
respecto de los particulares –al menos no directamente–, sino
respecto del legislador. Dicho de otro modo, los deberes
constitucionales "no son eficaces en relación a las conductas
personales, es decir, en cuanto generadoras de deberes jurídicos
para las mismas. Pero las cosas cambian si contemplamos estas
normas desde otra perspectiva: la de su eficacia frente a los poderes
públicos y, en particular, frente al legislador". Así, "la generalidad de
los deberes fundamentales presupone una interposición legislativa
necesaria para la creación de esquemas organizacionales,
procedimentales, procesales definitorios y reguladores del
cumplimiento de deberes". Respecto de él, entonces, solo puede
decirse que existe una habilitación para desarrollar las normas sobre
deberes constitucionales.
 Aunque esta es la posición más difundida respecto de la exigibilidad
de los deberes constitucionales, conviene tener presente que iguales
consideraciones son aplicables a los derechos constitucionales que
requieren una prestación normativa. Pese a que, en principio, los
ejemplos más arquetípicos de derechos que requieren de tal
prestación son los denominados derechos de configuración legal o
derechos en sentido estricto -como la propiedad, la herencia o el
matrimonio-, ellos no son los únicos. Requieren igualmente de esa
prestación normativa los demás derechos constitucionales,
incluyendo no solo a los derechos sociales, sino también a los
derechos civiles y políticos. Sin embargo, no por ello se afirmaría
razonablemente que los derechos constitucionales constituyen
meras habilitaciones al legislador.

A mayor abundamiento, la proclamación de deberes constitucionales tiene


una serie de efectos prácticos que van más allá de la habilitación para su
imposición y de la directa exigibilidad de los mismos. Para empezar, tal
proclamación representa un límite y proporciona una justificación al
desarrollo legislativo de los deberes. Ella determina las condiciones
formales y materiales bajo las cuales el legislador puede ejercer su
competencia, operando como una suerte de garantía respecto de los
particulares, en cuanto el legislador no puede obviar las mismas. Por otro
lado, su explícito reconocimiento opera como base de legitimación del
desarrollo legislativo de deberes constitucionales En este entendido,
difícilmente podría sostenerse que las consagraciones de deberes
constitucionales carezcan de todo sentido práctico o útil.

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