Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
obJetiVos
concePto de doctrina
La doctrina es el conjunto de escritos aportados al Derecho a lo largo de toda su histo-
ria, por autores dedicados a describir, explicar, sistematizar, criticar y aportar solucio-
nes dentro del mundo jurídico.
Si tomamos como punto de partida al Derecho Romano, que no es el primero pero
sí el más importante de la antigüedad, podremos apreciar la trascendencia que para él
tuvo la doctrina: la codiicación del emperador Justiniano en el siglo VI tiene como
pilar fundamental el Digesto o Pandectas, obra monumental para el Derecho hasta la
actualidad, y que está constituida por una recopilación y ordenamiento de textos de
los grandes juristas romanos. Mucho de lo que es el Derecho Romano, fue producido
mediante opiniones de los autores de entonces, en especial, Papiniano, Ulpiano, Paulo
y Modestino.
Como hemos visto en la primera parte de este libro, la alta Edad Media europea fue un
período de poca brillantez para el Derecho, pero al empezar la constitución del Estado
moderno y la superación del feudalismo, el mundo jurídico recibió un nuevo impulso
creador. El punto inicial puede colocarse en el siglo XII y, a partir de allí, encontra-
mos varios notables jurisconsultos entre los que destacan Francisco Accursio, Baldo de
Ubaldis y, sobre todo, Bartolo de Sassoferrato (siglo XIV), cuyas obras trascendieron
CAPÍTULO VII
prácticamente hasta el siglo XVIII y fueron tomadas como libros fundamentales du-
rante todo ese lapso.
Los autores del Código de Napoleón encontraron fuente poderosa de inspiración en
Pothier y la escuela histórica alemana del siglo XIX aportó escritos trascendentales para
su posterior codiicación en los nombres de Savigny, Ihering, Puchta y Windscheid,
entre otros.
Cada uno de estos juristas, a su turno, imprimió sus opiniones y soluciones en el Dere-
cho de su tiempo. En aquellas épocas, los escritos de los grandes juristas eran tomados
como guías, incluso normativas, en la medida en que la legislación no se había desa-
rrollado como en nuestro medio.
Pero aun con el predominio de las fuentes legislativas, la doctrina ha mantenido su im-
portancia como elemento integrante del Derecho en los siglos XIX y XX. Su función
ha variado en relación a tiempos pasados pero ello no quiere decir, sin embargo, que
haya dejado de tener un rol protagónico. Constantemente, estudiantes, profesionales
y juristas deben trabajar, al lado de los textos legislativos, con las grandes obras doctri-
nales y, en verdad, el sistema jurídico y el Derecho en general no son comprensibles ni
aplicables sin el concurso de ellas.
Dado que, como viene dicho, el Derecho peruano está inscrito dentro de la familia ro-
mano-germánica, vale la pena hacer una breve consideración sobre la forma estructural
en que la doctrina se ubica dentro de ella.
184
LA DOCTRINA COMO FUENTE DEL DERECHO
77
Existen textos legislativos que buscan ser entendidos por todos a partir de su lectura. Es el caso del
Código napoleónico entre otros. Sin embargo, no lo logran plenamente nunca. Durante el siglo XX, en
general, ha prevalecido una técnica legislativa que deja de lado las deiniciones en sus textos normativos.
Sin embargo, las codiicaciones hechas en el Perú a partir del Código Civil de 1984, han reincorporado
deiniciones dentro de sus normas.
185
CAPÍTULO VII
de gobierno (tal el caso de los decretos supremos que mandan suspender las
garantías constitucionales según el artículo 137 de la Constitución).
Si nos atenemos al texto del artículo 200 de la Constitución, en la parte referente
a acción popular, encontraremos lo siguiente: «Son garantías constitucionales:
(...) 5. La Acción Popular, que procede, por infracción de la Constitución y de
la ley, contra los reglamentos, normas administrativas y resoluciones y decretos
de carácter general, cualquiera sea la autoridad de la que emanen (...)».
De acuerdo a este texto, en base a una interpretación literal podríamos concluir
que al aprobarse la suspensión de garantías para todos los ciudadanos mediante
un decreto supremo irmado por el Presidente de la República y el Ministro del
Interior, y al no cumplirse estrictamente la Constitución,78 cualquiera estaría
habilitado para interponer la acción popular contra él.
Sin embargo, no es así. Existe un principio doctrinal clásico y reconocido en el
sentido de que los actos de gobierno del Poder Ejecutivo no pueden ser judicial-
mente impugnados por vía de esta acción y, por lo tanto, el decreto supremo de
suspensión de garantías cae en esta situación y goza de ese privilegio, si podemos
llamarlo tal.
¿Qué es un acto de gobierno y cuando estamos ante uno de ellos? Pues eso no se
resuelve en la legislación sino en la doctrina. El ejemplo es interesante porque,
una consideración doctrinal de carácter sistemático como es la distinción entre
actos de gobierno y otros (como los actos de administración y los actos legislativos
que también realiza el Poder Ejecutivo en ejercicio de sus atribuciones o potes-
tades), lleva a la conclusión de que la acción popular del artículo 200 inciso 5
de la Constitución no es en realidad aplicable a este caso, aun cuando del texto
mismo, en principio, sí debería serlo.
Lo sistemático, en este caso, es la consideración de discriminar unos y otros
tipos de actos. Se dirá, así, que en el Derecho existen varios subtipos entre los
actos que realiza el Poder Ejecutivo, aun cuando ningún texto legislativo consi-
dera tal clasiicación. El resultado práctico, tampoco discriminado en los textos
legislativos, consistirá en que algunos de ellos no están sujetos a la norma del
artículo 200 de la Constitución.
− Criticar y aportar soluciones, es decir, mostrar las deiciencias, incoherencias y
78
Ello podría ocurrir, por ejemplo, si en el país no existiera ninguna de las situaciones que el artículo
137 de la Constitución considera como estado de emergencia o estado de sitio y que constituyen los su-
puestos en base a los cuales procede la consecuencia de suspender las garantías.
186
LA DOCTRINA COMO FUENTE DEL DERECHO
187
CAPÍTULO VII
a modo de conclusión
Las consideraciones hechas en el párrafo precedente nos permiten comprender las va-
rias funciones que la doctrina cumple estructural y sistemáticamente en el Derecho,
especialmente en uno de naturaleza romano-germánica como el peruano. Sin embar-
go, son necesarias aún algunas precisiones a manera de conclusión.
En primer lugar, la doctrina es un gran ordenador y expositor del sistema jurídico
legislado. Su función de describir permite exponer sistemáticamente grupos de nor-
mas diseminados en diversas épocas y con diversas ubicaciones jerárquicas dentro del
Derecho nacional. Su función de explicar llena de contenido y precisa el signiicado
de muchos términos que en el lenguaje común, o tienen etimología distinta o, simple-
mente, no existe. Su función de sistematización es un perpetuo ordenador de las nor-
mas en grupos, conjuntos y subconjuntos, lo que aporta mayor claridad, concordancia
y coherencia dentro de todo el sistema. Sus funciones de crítica y solución permiten
limar aristas, resaltar deiciencias y cubrir carencias donde el Derecho legislado se torna
insuiciente y contradictorio. Solo esto ya es muy importante para dar a la doctrina un
lugar esencial dentro del trabajo jurídico.
Pero hay aún más. El Derecho está compuesto por normas jurídicas y principios, y
nos interesa destacar el rol que la doctrina cumple frente a estos últimos. En principio,
como ya viene dicho, podemos encontrar varios de ellos dentro de los textos legisla-
tivos.79 Sin embargo, muchos otros no están allí sino recogidos a lo largo del tiempo
por las fuentes doctrinales. Sin ir muy lejos, en nuestro estudio de la legislación hemos
trabajado sobre la base de principios técnicos del tipo de competencia y jerarquía del
órgano en el tercer nivel, o también del tipo de aquel que dice «disposición especial
prima sobre disposición general», ninguno de los cuales será encontrado en ningún
artículo de nuestra legislación. Vienen desarrollados y expuestos en la doctrina y es
a partir de ella que adquieren plena vigencia. Nótese, a la vez, que en estos casos la
79
Ejemplo de principios contenidos en la Constitución son prácticamente todo el inciso 24 del artículo
2 y todo el artículo 139. Cabría añadir muchos más aún.
188
LA DOCTRINA COMO FUENTE DEL DERECHO
doctrina asume plenamente su carácter de fuente del Derecho, pues ya aquí no se trata
de funciones complementarias o subsidiarias como la mayoría que hemos descrito en
el parágrafo anterior, sino de verdadera producción normativa, cuyos textos pueden ser
perfectamente encuadrados en el esquema general S C.
Posteriormente, al tratar sobre interpretación e integración, veremos cómo la doctrina
sigue aportando estos principios allí más profusamente utilizados en la tarea de apli-
cación del Derecho.
Otro punto es fundamental: la fuerza de la doctrina como fuente del Derecho depende
de la tensión concordancia-discrepancia entre los autores, en el sentido de que su fuerza
está en razón directa a la concordancia de opiniones y en razón inversa a la discrepancia.
Hay campos doctrinales en los que prácticamente no existen voces discordantes y otros
en los que sí. Ello es importante de tener en cuenta porque, normalmente, la referencia
a una sola fuente, o a las que se ubican en una misma corriente de pensamiento, resulta
insuiciente y puede llevar a la peligrosa omisión de posiciones alternativas que pue-
den, eventualmente, tener mayor inluencia o mejores razones. En el trabajo doctrinal,
por tanto, el agente del Derecho debe ejercitarse con honestidad intelectual y con la
comprehensividad que ella involucra.
De otro lado, la doctrina es también sensible a procesos de evolución y, por tanto, lo
prevaleciente dentro de ella en un momento determinado, puede pasar a ser opinión
no importante a posteriori. Así, por ejemplo, según todos los autores clásicos de la
teoría constitucional de siglos pasados (y que son los verdaderos fundadores de esta
rama jurídica), el Poder Ejecutivo no debe legislar. Modernamente, en cambio, la com-
plejidad de la vida política ha hecho necesario reconocer lo inverso y, en un número
creciente de casos, incluso establecer constitucionalmente que el ejecutivo legislará en
ciertas circunstancias.80 Lo propio puede verse en muchos otros aspectos del sistema
jurídico. En consecuencia, el agente de Derecho debe tener la perspicacia necesaria
para ubicar a cada autor en su contexto: en caso contrario, un deiciente manejo de lo
doctrinal puede llevarlo a graves errores conceptuales y de aplicación.
Es evidente, a la vez, que no todas las obras jurídicas tienen el mismo valor intelectual
y la misma inluencia en las concepciones jurídicas de un sistema de Derecho de-
terminado. Siempre hay trabajos doctrinales buenos, regulares y malos. Hay muchos
que contienen yerros o apreciaciones abiertamente absurdas. Parte del trabajo de la
80
La Constitución de 1979 autorizaba expresamente la delegación de atribuciones legislativas en el Po-
der Ejecutivo según su artículo 188, como lo hace ahora la Constitución de 1993 en su artículo 104. Sin
embargo, a pesar que la de 1933 no tenía norma parecida, en muchos momentos se ejerció tal delegación,
dando lugar a enconados debates entre quienes hacían consideraciones doctrinales a favor y en contra.
Caso saltante fue la Ley 17044 en 1968.
189
CAPÍTULO VII
190
LA DOCTRINA COMO FUENTE DEL DERECHO
Hay una conclusión, a manera de corolario, que debe quedar explícitamente enun-
ciada en un texto universitario como éste: el estudioso del Derecho debe adquirir la
convicción de que parte esencial de sus conocimientos jurídicos van a provenir de la
doctrina. En caso contrario, es seguro que nunca podrá conocer a profundidad, y en
consecuencia aplicar correctamente, toda la complejidad del sistema jurídico con el
que trabaja cotidianamente.
bibliograFÍa
Alzamora Valdez, Mario. Introducción a la ciencia del Derecho. Lima, Tipografía Se-
sator, 1980.
Du Pasquier, Claude. Introducción al Derecho. Lima, Ediciones Justo Valenzuela V.
E.I.R.L., 1983.
García Maynez, Eduardo. Introducción al estudio del Derecho. México, Editorial Po-
rrúa, 1967.
191