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Cosmología de Platón: Todo lo que nadie te ha dicho

La cosmología de Platón estuvo toda su vida inspirada en las teorías de


las ideas. Tenía la firme convicción que a partir de esta teoría (Ver
artículo: Teoría geocéntrica) se construye el universo y por ende, todo
lo que vive, se mueve y existe.

 1 Cosmología de Platón
o 1.1 Platón y las teorías de la Ideas
o 1.2 Platón y las matemáticas
 2 Cosmología de Platón el demiurgo
 3 El hiperuranio de Platón
 4 El dualismo de Platón
 5 La escatología de Platón

Cosmología de Platón
La cosmología de Platón se fundamentaba en que la verdadera ciencia
sólo tenía sentido sí era vista desde el punto de vista de las ideas. Tuvo
una visión del universo con un pensamiento teológico, donde todo lo
creado en el planeta tierra y en el cosmos, fue obra de un ser divino y
sobrenatural, que se encargó de poner un orden perfecto y eterno.
Para él existía un ser creador que decide multiplicar almas de origen
cósmico y de origen inmortal, para que ambas coexistan en un mundo
donde la materia estuviera perfectamente ordenada y fuese eterna.

Platón y las teorías de la Ideas

En la cosmología de Platón las teorías de las ideas representa el eje


central de toda su obra y pensamiento. Para Platón existían dos
modelos de realidad. Una primera realidad, que es intangible, inmaterial
y eterna y la cual no puede ser cambiada o transformada. Es la idea
como esencia de todas las cosas.

El otro tipo de realidad es la llamada sensible y está representada por


las cosas, que a diferencia de las ideas, si pueden ser cambiadas.
Representan toda las cosas materiales existentes y que sin el resultado
de una realidad intangible.

Platón siempre pensó que aquella ciencia verdadera sólo podía tener
por objeto el mundo de las Ideas, por lo cual no se preocupó de este
tema hasta el final de su vida, en el que escribe el Timeo, en la que
utiliza expresiones míticas, suposiciones y conjeturas, utilizando -
incluso- elementos tomados de Pitágoras y sus
discípulos, Empédocles y otros autores más de la época.
Por este hecho, el Timeo podría ser considerado como una verdadera
enciclopedia en aquel momento, cuya teoría de las Ideas sigue siendo
la principal clave explicativa: comienza su parte cosmológica
afirmando la distinción existente de los dos mundos, ese donde existe
el ser eterno, que no nace jamás, que sólo es aprehendible por la
inteligencia, y el ser que nace y que no existe nunca.

Se trataría, en resumidas cuentas, de una cosmología de concepción


teleológica, en donde se considera que el fin es la causa principal que
debe explicarlo todo; los dioses del Olimpo son sustituidos por una
divinización del Cosmos; la existencia de un optimismo platónico (lo
más bueno, bello, real) y una gran matematización.

Defiende que el Cosmos (entendido, eso sí, como el Mundo de las


cosas), ha tenido que nacer, dado que «es visible y tangible, porque
tiene cuerpo», y el cual ha sido engendrado por un «autor» o «padre»
presuntamente divino (Demiurgo), causa inteligente y activa. El trabajo
de este «creador divino» consistió, práctica y fundamentalmente en
ordenar la materia de acuerdo con el Modelo eterno (el Mundo de las
Ideas, al que también denomina en este diálogo con el nombre de
«Viviente inteligible»), momento en el que también encontraremos un
espacio vacío preexistente, y una masa material móvil y caótica.

Insiste Platón en que Demiurgo llevó a cabo la creación del mundo de


la mejor forma posible, queriendo «que todas las cosas fueran
buenas», obrando evidentemente con un fin concreto: explicación
claramente teleológica que choca de frente con aquellos conceptos
mecanicistas de los presocráticos. Asimismo, indica que el Cosmos
«ha nacido como un Viviente visible que envuelve, que encierra a
todos los vivientes visibles, dios sensible formado a la semejanza del
dios inteligible, muy bueno, muy bello y
muy perfecto…».

No obstante, y tras la descripción que


Platón hace de él, no es posible ofrecer
una descripción específica, clara y
concreta con respecto a la formación
misma de ese Cosmos, aunque según este diálogo, conocemos que
posee un alma que todo lo mueve y que, según diversos autores,
podría relacionarse e identificarse con el cielo. En el centro está la
Tierra, siguiéndola las esferas de los planetas, mientras que todo está
rodeado por la esfera de las estrellas fijas. El movimiento del conjunto,
basado en diversas proporciones numéricas y armonías musicales, se
hace conforme a esa «imagen móvil de la eternidad inmóvil»: el
Tiempo.

Finalmente, Platón hace una reinterpretación matemática de los


cuerpos, haciendo corresponder el cubo con la tierra, el tetraedro con
el fuego, el octaedro con el aire, el icosaedro con el agua.

En el "Timeo", una de las obras escritas en el período de vejez, nos


expone Platón su cosmología, inspirada, como el resto de sus grandes
concepciones, en la Teoría de las Ideas. Es a partir de ellas como el
Demiurgo modela la materia y da lugar así a la constitución de nuestro
universo. El Timeo es una de las obras de vejez de Platón en la que
encontramos expuesta por primera vez, sin embargo, su cosmología.
La obra comienza con una referencia al mito de la Atlántida (que será
completado y desarrollado en el Crítias).

La cosmología en el Timeo
A continuación pasa a exponer su cosmología, a la que siguen
numerosas consideraciones sobre el alma del mundo, el tiempo, el
lugar, las clases de seres vivos y el análisis de las diversas
características de los cuerpos, entre otras. Timeo, que es presentado
como conocedor de las ciencias de la naturaleza, particularmente la
astronomía, y originario de las regiones itálicas en las que se había
desarrollado el pitagorismo, es el encargado de exponer el pensamiento
de Platón. La cosmología que nos presenta está basada en la teoría de
las Ideas. Antes de iniciar su exposición se plantea la pregunta
siguiente: ¿En qué consiste lo que existe siempre y lo que cambia
siempre? Lo que existe siempre son las Ideas, y lo que cambia siempre
es el universo; por ello no hay estrictamente hablando ciencia de la
naturaleza, sino solamente simples conjeturas o de explicaciones
probables acerca de ella. Estamos, pues, ante una explicación
verosímil, por lo que no debemos atribuir literalmente a todas las
afirmaciones el carácter de reflejar objetivamente el pensamiento de
Platón sobre el tema.

Los elementos de la explicación cosmológica


Los elementos fundamentales que interviene en la explicación
cosmológica son, pues, las Ideas y la materia, a las que hay que añadir
el Demiurgo, (especie de semidiós artesano del universo, y su causa
eficiente), y el vacío, necesario para explicar el movimiento.
Simplificando las explicaciones, siempre alegóricas, de Platón
podríamos resumir su pensamiento de la siguiente manera: las Ideas,
que existen eternamente en algún lugar, son contempladas por el
Demiurgo quien, admirado por su perfección y belleza pretende
trasladarlas a la materia, que se halla sumida en el caos y el desorden,
sometida como está al movimiento. Tomando como modelo esa
perfección y belleza de las Ideas el Demiurgo modela la materia,
introduciendo en su originario caos y desorden, el orden: la belleza y la
armonía. El Demiurgo es presentado por Platón como un ser bondadoso
cuya intención es la de hacer participar a la materia de la bondad y
perfección de las Ideas, por lo que ha de suponerse que el mundo
resultante es el mejor de los mundos posibles. Las imperfecciones del
mismo no son atribuibles al Demiurgo, sino a las características propias
de la imperfección de la materia. Por lo demás, no debemos concebir el
Demiurgo como un dios creador, puesto que trabaja sobre materiales
ya preexistentes.

El cosmos como animal eterno


En el centro del mundo el Demiurgo colocó un alma que se extiende por
doquier por el universo, y que creó a partir de la combinación de las
Ideas y de la existencia divisible del devenir, de las cosas sensibles,
pero también de lo Mismo y lo Otro, gozando por ello de una realidad
intermedia. Las almas inmortales son formadas también por el demiurgo
a partir de una composición similar a la del alma cósmica, por lo que
tanto unas como otra participan de los dos mundos. El cosmos se ve
convertido así en un animal eterno.
Parece ser, pues, que la intención de Platón es la de insistir, frente a las
teorías mecanicistas de Demócrito, por ejemplo, frente a un universo
caótico y sin finalidad ninguna, en la visión de un cosmos ordenado
siguiendo los dictados de la inteligencia. La actuación del Demiurgo está
sometida, pues, a un fin: trasladar el orden del mundo de las Ideas a la
materia, ofreciéndonos así una explicación finalista, teleológica, del
universo.
En la cosmología de Platón el demiurgo es una especie de entidad
creadora del universo. Este personaje está plasmado en Timeo. una
de sus grandes obras literarias y la cual fue escrita 350 a.d. En esta
narración Platón describe como fue la creación del mundo, cuando al
principio solo había caos, las ideas, espacio y un creador o divinidad
llamado demiurgo.
La cosmología idealista de Platón se constituyó desde el modelo
dominante en la antigüedad clásica: un universo comprendido por dos
esferas; una interior para el hombre, una exterior para las estrellas. En
un proceso descrito en el Timeo, al universo —creación divina y por lo
tanto, construida a partir de las nociones de perfección y unicidad— se
le atribuía la forma de una esfera alisada, así como un movimiento
constante y circular. En la esfera celeste se agrupaban el fondo estelar
y los por entonces entendidos como «planetas»: el Sol, la Luna,
Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Para explicar el movimiento
de los astros, inmóviles, Platón estableció que la esfera que los contenía
se movía en torno a una Tierra inmóvil situada en el centro del universo.
Al hacerlo estableció una ley que se mantuvo vigente dentro de la
cosmología occidental hasta el modelo de Kepler: la uniformidad y
circularidad de todo movimiento celeste. El universo así creado fue
descrito como «un mundo circular, que gira en círculo, único, solo y
aislado», esto es, cortado por el patrón parmenídeo de la perfección
ideal.

La noción idealista se encontró con problemas de difícil solución desde


planteamientos cualitativos. El Sol y la Luna se mueven hacia el este
junto a las estrellas, acompañados por los planetas errantes. Sin
embargo, el movimiento normal de estos últimos experimenta un
movimiento retrógrado que los hace retroceder hacia el oeste para, al
cabo de un tiempo, retomar su curso habitual hacia el este. También se
registraban modificaciones en su brillo así como en la latitud, con
cuerpos que llegaban a rebasar el zodíaco. Como describe Kuhn, la
situación ideal, según la cual las órbitas planetarias debían «extender la
simetría de las dos esferas», no concordaba con los hechos
observados. El enfoque platónico, con su criterio de perfección y
adscripción al modelo parmenídeo del ideal (unicidad,
imperturbabilidad, etc.) no contemplaba el movimiento irregular de las
retrogradaciones sino como apariencia, pero no ofrecía explicación
alguna para dicho fenómeno.

alma del hombre es similar a la del alma del mundo, tal reacción
dinámica también se manifestaría en el plano cognitivo. En este sentido,
el hombre cuya alma se asemeja a la del mundo debe ser capaz de
reconocer la unidad inteligible que se manifiesta en el aspecto del
cuerpo generado que la afecta. Es decir, que debe conocer el modelo
inteligible y su imagen en el aspecto de lo sensible. Sólo de este modo
el hombre puede llegar a conocer el mundo sensible constituido de
acuerdo al modelo según el cual el Demiurgo lo ha generado. Pues
bien, si el Demiurgo ha utilizado la matemática como herramienta para
imponer el orden eterno al movimiento errante, entonces las
matemáticas son la herramienta que ayuda al hombre a pensar como lo
hace el dios, a asemejarse a él y a comprender el orden del universo
generado. Por esto, para Platón, conocer el método matemático debe
ser el objetivo de un programa educativo. Como lo subraya el Timeo, la
educación es fundamental para que el noûs realice su movimiento
circular a semejanza del noûs divino, y en armonía con el movimiento
del alma del mundo. Así, el programa educativo presentado en la
República68, incluye la enseñanza de la aritmética, geometría,
astronomía y armonía, ciencias matemáticas se enmarcan dentro de la
diánoia. La diánoia es definida por Platón como aquella relación del
alma con los objetos que se basa en hipótesis, en la cual el alma se
sirve de imágenes sensibles de los seres naturales y de los objetos
artificiales, pero para utilizarlos como contrapartida de lo inteligible69.
La importancia de la diánoia está en que a través de él el hombre puede
alcanzar el conocimiento de la unidad de la Forma a partir de
imágenes70. El discurso de Timeo no es sino una demostración del uso
de la dinamia como método de conocimiento del mundo sensible71. En
efecto, a través de este método se postula la hipótesis sobre la
existencia de las Formas y se considera el aspecto de lo sensible como
contrapartida de lo inteligible. La demostración sobre la existencia de
la Forma como el principio divino del que participa lo generado, depende
de la capacidad misma de esta hipótesis para dar cuenta del orden del
universo en el cual se integran las cosas sensibles percibidas por los
hombres. Si esto es así, entonces el discurso mismo de Timeo se
propone demostrar la existencia de las Formas a partir de la descripción
del mundo sensible y de los procesos perceptivos, procediendo a través
de los mismos como si de contrapartida de lo inteligible se tratase. Los
conocimientos matemáticos de los cuales se vale Timeo para
desarrollar sus argumentos, se muestran entonces no sólo en el ámbito
ontológico al que refiere su narración, sino también en el ámbito
psíquico del que formula y comprende tal narración. El narrador,
consecuente con aquello que narra, pone en marcha sus conocimientos
matemáticos y la disciplina del método que permite dar el salto entre la
finitud del mundo sensible hacia la eternidad del mundo inteligible.

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