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Como en España no son frecuentes los coches que usan gas y la red de surtidores es casi exclusivamente de
GLP, aquí solemos meter en el mismo saco dos combustibles que son completamente diferentes e
incompatibles entre sí: el GLP (comercialmente conocido como Autogas) y el GNC, o gas natural. Te explicamos
cuáles son sus diferencias, ventajas e inconvenientes.
Aunque el hidrógeno también es un gas (a presión y temperatura ambiente), cuando hablamos de un coche de
gas normalmente nos referimos a un vehículo que emplea GLP (gas licuado del petróleo) o GNC (gas natural
comprimido) como combustible. Se trata de dos gases completamente diferentes, aunque los resultados de su
combustión sean similares.
Lo primero que debemos saber es que los coches de gas son siempre bi-fuel, es decir, que pueden funcionar
con dos tipos de combustible. Si se nos acaba el gas y no hay un surtidor cercano, podremos continuar el viaje
repostando gasolina. Esto se debe a que el motor de gasolina de un coche puede funcionar con gas si tiene un
sistema de alimentación apropiado. Los coches de gas tienen un equipo de inyección como el de un modelo de
gasolina normal y se añade un depósito y otro sistema de inyección para el gas. Esto es así tanto para los de
GNC como para los de GLP, pero aquí se acaban las similitudes.
El GLP es un gas más denso que el aire, de modo que tiende a acumularse en las zonas bajas. Esta cualidad
hace que en algunos parkings subterráneos esté prohibido aparcar coches con GLP, ya que cualquier fuga
se acumularía en el sótano y sería peligroso. El gas natural, en cambio, es menos denso y tiende a
acumularse en el techo, pero se dispersa más fácilmente con un sistema de ventilación.
El GLP es más fácil de licuar. Con presiones relativamente bajas (en el entorno de los 10 bar) es fácil
almacenar el Autogás en forma líquida ocupando muy poco espacio. El gas natural, en cambio, se mantiene
como gas a presiones hasta de 250 bar.
Estas son las principales diferencias entre uno y otro gas y especialmente la segunda es la que hace que los
coches de GLP no puedan funcionar con GNC ni viceversa, ya que sus sistemas de almacenamiento y de
inyección son completamente diferentes al trabajar a presiones muy distintas.
Otra diferencia, pero ésta es artificial, es su olor. Como hemos oído que los pedos de las vacas tienen metano,
creemos que es un gas que huele y esto es falso. Ni el GLP ni el GNC tienen olor, por eso son tan peligrosas
las bolsas de gas en las minas, porque no las detectamos por el olfato. Para evitar riesgos, en el proceso de
refinado de estos gases se les añaden unas moléculas aromáticas que tienen un fuerte olor muy peculiar, de
manera que podamos identificar una fuga rápidamente, pero se trata de un aditivo. De forma natural, ni uno ni
otro tendrían olor.
El GLP ocupa menos espacio: al poderse licuar a presiones relativamente bajas, en un depósito de 40 litros
de volumen tenemos más o menos la misma cantidad de energía almacenada que en uno de 200 litros de
GNC.
El GLP ofrece más rendimiento que el GNC: en un motor de gasolina adaptado a funcionar con GLP apenas
hay pérdida de potencia. Sin embargo, en el caso del GNC (aunque depende de la mecánica y el sistema
de alimentación de gas), la pérdida de potencia está en el entorno del 20%.
Hay más surtidores de GLP. En nuestro país la red de surtidores de gas natural es muy escasa, lo cual
supone un inconveniente y hace que la mayoría de vehículos que funcionan con GNC sean de flotas que
poseen sus propios surtidores (autobuses urbanos, camiones de servicios de limpieza, etc.). La red de GLP,
en cambio, es ya suficientemente amplia y sigue creciendo.
El GNC es más ecológico. Aunque en ambos casos las emisiones contaminantes como producto de su
combustión son más o menos las mismas, el gas natural se puede obtener de manera más sostenible que
el GLP, que depende de un bien cada vez más escaso, el petróleo. Por otro lado, el GNC es un gas que
contamina menos una vez quemado que si se emite directamente a la atmósfera, de modo que interesa
“atraparlo” en aquellos procesos en los que se genera (plantas depuradoras, ensilados de granjas,
vertederos…) y poder utilizarlo como combustible.
En caso de fuga es más seguro el GNC. Debido a que es menos denso que el aire es más difícil que se
concentre en caso de fuga accidental, de modo que tanto las intoxicaciones como las posibles
deflagraciones son menos probables.