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ECHOES

IN DEATH

TRADUCCION SIN FINES DE LUCRO


Resumen:

CUANDO la teniente de NY Eve Dallas y su multimillonario marido Roarke


están conduciendo a su casa, de repente una joven mujer, aturdida, desnuda y
ensangrentada, tropieza frente a su coche. Roarke clava los frenos y Eve se pone
en acción.
Daphne Strazza es llevada a urgencias, pero ya es demasiado tarde para su
esposo, el doctor Anthony Strazza. Un cirujano ortopédico brillante, ahora
tendido muerto en medio de los restos de su obsesivamente organizada casa de la
ciudad, sus tres cajas fuertes abiertas y vaciadas. Daphne podría ser un testigo
valioso, pero en su terror y shock la única descripción del culpable que puede
ofrecer es repetidamente llamarlo "el diablo"…
Mientras que descubren que el Dr. Strazza era frío, controlador, y no le gusta
a nadie, éste es un caso donde la evidencia no apunta al cónyuge. Así que Eve y
su equipo deben comenzar el trabajo de campo, entrevistando a todos, desde
invitados a fiestas hasta los colegas profesionales, en una carrera desesperada
para responder a algunas preguntas cruciales:
¿Qué aspecto tiene el diablo? ¿Y dónde aparecerá de nuevo?
Capítulo 1

¿ESTABA muerta?

Se sentía como un espíritu, libre de ataduras e insustancial.

¿Estaba flotando?

Todo a su alrededor parecía borroso, descolorido, y sin importancia. Tal vez
ella estaba borrosa, descolorida y no era importante mientras el mundo se movía
a su alrededor lleno de color que no podía ver, de sonido que no podía oír.

Si era así, la muerte era lo mismo que la vida. ¿Qué diferencia había, en
realidad? A menos que… ¿Podría la muerte ser una especie de libertad?

¿Pero libertad de qué?

Algo arañaba como pequeñas uñas en los bordes de su mente, una necesidad
de huir, de esconderse. Pero ¿por qué? ¿Por qué?

¿Cuál era el punto de todo esto? ¿De qué necesitaban esconderse los
muertos? Los muertos podían dormir, ¿no era así? Sólo dormir, dormir, dormir.

Sin embargo, ella sentía como si acabara de despertarse, todavía aturdida y
confusa.

Deambulaba. Desconcertada, sí, pero indiferente, y preguntándose si había
alcanzado el cielo o el infierno. Había algo curiosamente familiar en los colores
desteñidos y las formas borrosas. Colores repentinamente tan fuertes que le
herían los ojos, formas tan agudas que bien podrían cortar.

Entonces volvieron a perder el color y a ponerse borrosas, y había consuelo
en ello. Un consuelo extraño y tranquilo.

Pero… percibió un perfume, sí, sí, el intenso y fúnebre aroma de los lirios.
Sangre. Lirios y sangre, con seguridad eso significaba muerte.

Debería quedarse allí tendida, seguir acostada y dormir. Echarse y
simplemente irse. Con seguridad alguien vendría a decirle adónde ir después,
qué hacer después. Un ángel. O un demonio.

Debido a que la idea de que fuera uno de ellos, la imagen que apareció en su
mente era una mezcla de ambos que la hizo estremecerse. Ella no se recostó.
¿Podían temer los muertos?

Se detuvo cuando llegó a una puerta, se la quedó mirando. ¿Fuera o adentro?
¿Dentro o fuera? ¿Acaso importaba?

Vio una mano estirarse hacia el pomo. ¿Esa era su mano? Algo estaba mal
con ésta. Sangre y lirios. Algo estaba mal con el pomo. Este se movió,
escabulléndose de su agarre, derecha, izquierda, arriba, abajo.
Una especie de juego, pensó, sonriendo un poco. Jugaría.
La mano se alargó hacia el pomo, se retiró. Volvió a alargarse, se movió
hacia la derecha, y luego hacia la izquierda. Entonces se cerró alrededor del
escurridizo pomo. Entonces rio con un sonido que era débil y bajito, y muy, muy
lejano.

La puerta se abrió; pasó a través de ella.

El mundo de los muertos era brillante y oscuro. Rindiéndose, entró a él.



* * *

Todo lo que Eve quería en el mundo era quitarse la excusa de vestido y los
tacones rompe-tobillos que estaba usando. Había cumplido con su deber, y
consideraba que se había ganado una gran marca roja en la columna del lado
positivo de las Reglas Matrimoniales al engalanarse y maquillarse para una
noche de hacer el papel de esposa del dios de los negocios.

¿Quién había inventado el baile invernal de caridad? Se preguntaba. Las
personas cuerdas querían quedarse en casa con ropa caliente y cómoda cuando
febrero asomaba su fea cabeza congelada. Incluso los no tan cuerdos estaban
mayormente reunidos en alguna parte, cerca de las dos de la madrugada en una
noche glacial, lo cual era el motivo por el que no había tenido una excusa para
no cumplir con su deber marital.

Tal vez el 2061 había comenzado con un estallido, casi literalmente en el
sentido profesional, y había seguido con asesinato y caos.

Pero el asesinato se había tomado un respiro, lo cual había liberado tiempo y
espacio para tres días realmente agradables de playas calientes y sexo más
ardiente en la isla privada de Roarke. Y si eso tenía que continuar con un
elegante baile con ropa lujosa, bueno, eso ya estaba tachado ahora.

Pero cuando llegara el lunes, estaría de vuelta en el ruedo, llevando botas y
ropa razonable. Llevando su placa y su arma.

No es que no tuviera la placa y el arma con ella, metidas en el tonto y
brillante bolso. La Teniente Dallas siempre llevaba su placa y su arma.

Por fin se deslizó dentro del coche, ya caliente, y contempló el elegante hotel
East Side, su decoración de salón de baile obsesivamente invernal, y la
muchedumbre en el interior, felizmente por el espejo retrovisor.

Roarke se inclinó hacia delante, le cogió la barbilla en su mano, pasando el
pulgar sobre la leve hendidura mientras la besaba. “Gracias.”

Aquí estaba ella, pensó Eve, mirando los indómitos ojos azules de un hombre
conjurado por los dioses en un día particularmente generoso, y ella había estado
rezongando internamente durante la mayor parte de la noche.

Eso, decidió, violaba el espíritu, si no la letra, de aquellas Reglas
Matrimoniales.
“Estuvo bien.”
Él se rio, la volvió a besar antes de alejarse del bordillo. “Odiaste nueve de
cada diez minutos pasados allí dentro.”

El humor y los ecos de Irlanda se filtraron en su voz, el acompañamiento
perfecto para ese rostro maravilloso enmarcado por una melena de cabello negro.

Los dioses, decidió, habían optado por mezclar todos los mejores elementos
de guerrero, poeta, ángel, de la variedad de los caídos para añadir algo picante, y
luego decidieron que él amaría a una antisocial policía de homicidios.

Imagínate.

“Tal vez siete y medio de cada diez. Fue agradable ver a Charles y a Louise,
y a los Mira. Estuve bien, ¿verdad?”

“Perfecta.”

“Perfecta mi culo.” Lo desestimó con un resoplido. “Tal vez no me oíste
decirle a esa mujer con el pelo como una torre de crema batida” Eve lo imitó
haciendo girar un dedo sobre su propio pelo castaño corto, “que no, que yo no
quería presidir su comité para reintegrar a delincuentes rehabilitados a la
sociedad porque estaba muy ocupada metiendo a los delincuentes en prisión.”

“Te oí, y estuve agradecido, cuando ella se puso a explicarte cómo la policía
estaba demasiado enfocada en castigarlos en lugar de reintegrarlos, de que te
reprimieras de darle un puñetazo.”

“Lo pensé. Puedes apostar tu buen culo a que si uno de sus delincuentes se
acercara, la golpeara en su cabeza de crema batida y huyera con los brillantes
que llevaba, no estaría sermoneándome acerca de cómo la ley necesita tener
corazón, compasión y clemencia.”

“Ella nunca ha estado parada al lado de un cuerpo o ha tenido que decirle a
alguien que la persona que ama se ha ido. Y por eso no tiene idea del corazón y
la compasión que esos deberes requieren.”

“Sí, bueno, no la golpeé, ni a nadie.” Un poco ufana por ello, se acurrucó con
más comodidad en el asiento. “Punto para mí. Ahora podemos ir a casa, y
quitarnos estos trapos.”

“Disfruté viéndote en tus trapos casi tanto como disfrutaré quitándotelos.”

“Y podemos dormir hasta tarde mañana, ¿verdad? Holgazanear por ahí como
un par de babosas y…” Se interrumpió cuando su habitual escaneo de la calle se
focalizó. “¡Jesús! ¡Para!”

Él la había visto un instante antes de que la mujer bajara a la carretera y
quedara iluminada por sus luces frontales.

Desnuda, ensangrentada, con los ojos muy abiertos y vacíos como lunas, la
mujer continuó caminando.
Eve saltó fuera del coche, empezando a quitarse el abrigo, pero Roarke se le
adelantó y envolvió el suyo alrededor de la mujer.

“Está a punto de congelarse,” le dijo a Eve. “Ahora estarás bien,” empezó él,
y la mujer alzó una mano helada hacia su rostro, y presionó.

“¿Eres un ángel?” preguntó ella. Entonces esos ojos tan abiertos se pusieron
en blanco mientras se desplomaba.

“Llévala al coche. ¿Hay una manta en la parte trasera?”

“En el maletero.” Él llevó a la mujer al coche, la acostó en el interior
caldeado mientras Eve agarraba una manta.

“Me quedo aquí atrás con ella. Tírame ese estúpido bolso. El hospital más
cercano es el St. Andrew's.”

“Lo sé.” Él le lanzó a Eve su bolso, se puso tras el volante, y arrancó.

Eve sacó su enlace y contactó con el hospital. “Aquí Dallas, Teniente Eve.”
Dio su número de placa. “Estoy llevando a una mujer no identificada, en sus
veintes, lesiones no determinadas, pero está inconsciente, en shock, y
probablemente con principios de hipotermia. A cinco minutos de distancia.”
Consideró la velocidad de Roarke. “Puede que tres.”

Utilizó el enlace para tomar una foto del rostro de la mujer, de lo que ahora
veía que eran marcas de ligaduras alrededor del cuello.

“Alguien la golpeó, la estranguló, y, las probabilidades de violación son
altas. Tiene algunos cortes, múltiples abrasiones, pero no creo que toda esta
sangre sea de ella.”

“No puede haber estado deambulando en ese estado mucho tiempo. No sólo
porque apenas estamos en grados de un sólo dígito, sino porque alguien la habría
visto.”

“Sangre en su cabello,” murmuró Eve, palpando. “Recibió un golpe en la
parte de atrás de la cabeza.” Deseando haber agarrado su equipo de campo, hizo
un examen visual de las manos, las uñas. Entonces alzó la vista cuando Roarke
giró hacia el desvió para Emergencias.

No les había avisado con suficiente antelación, pero dos doctores o
enfermeros, quién lo sabía, estaban fuera con una camilla. Eve abrió la puerta
incluso mientras Roarke frenaba. “Está aquí atrás. Ha sido estrangulada, soga o
bufanda, tiene una herida en la cabeza, probablemente con un objeto
contundente. Necesita un equipo de violación.”

Mientras hablaba, Eve se puso fuera del camino mientras ellos transferían a
la mujer a la camilla. La llevaron dentro corriendo, con el que apenas parecía lo
bastante mayor para pedir una bebida legal impartiendo órdenes.

“No se vayan.” Él volvió la cabeza hacia Eve y Roarke. “Necesito cualquier
información que tengan.”

Se precipitaron a través de las puertas de una sala de reconocimiento en
donde más médicos esperaban. “¡A la de tres!”

A la de tres movieron a la mujer inconsciente de la camilla a la mesa.

“La temperatura interna es de treinta y tres grados” gritó alguien sobre el
resto.

“Sacaré el coche del camino” le murmuró Roarke a Eve. “Y regreso
contigo.”

Intravenosas, mantas térmicas, agujas, inyecciones.

Dios, odiaba los hospitales.

“Dígame lo que sabe.” El doctor, asumió Eve, miró brevemente a Eve
mientras trabajaba.

No parecía ser mayor que su actual paciente, con una melena suelta de
cabello castaño rizado alrededor de un agraciado rostro endurecido por la barba
incipiente después de una larga noche y las sombras de fatiga bajo sus claros
ojos azules.

“Ella bajó a la carretera en Carnegie Hill. Tal cual la ve usted ahora.
Caminando como si hubiese bebido demasiadas copas, conmocionada, con
dificultad para hablar. Le preguntó a mi esposo si era un ángel, y entonces quedó
inconsciente.”

“Temperatura interna en treinta y cuatro grados, y subiendo.”

“Necesito que le embolse las manos,” dijo Eve. “Después de que consiga sus
huellas. No toda esa sangre es de ella.”

“Sólo permítame terminar de salvarle la vida primero.”

Eve les dio espacio, manteniendo sus ojos sobre el rostro de la mujer.

Joven, muy atractiva bajo las magulladuras. Raza mixta, algo de asiática,
algo de negra. Constitución delgada, no más de cincuenta kilos, estatura un poco
más de metro y medio. Uñas manicuradas de un tono rosa muy pálido, lo mismo
las de los pies. Orejas perforadas pero sin aretes. Ningún tatuaje que hubiera
visto. Cabello negro largo casi hasta la cintura, enredado y con nudos.

Salió de la sala y comenzó a ejecutar un reconocimiento facial con la foto
que había tomado en el coche. Podría no funcionar, lo sabía, considerando los
golpes que ese rostro había recibido.

Levantó la vista cuando Roarke caminaba hacia ella, con su equipo de
campo.

“Pensé que querrías esto.”

“Así es, gracias. Si no recupera la consciencia cuando ellos hayan terminado,
necesito sus huellas digitales para identificación. Va a venir de esa área en
general. Tiene las manos y la piel de alguien con suficiente dinero para pagar por
un buen cuidado, y no hay posibilidad de que ella haya caminado varias
manzanas. De manera que vive o trabaja en el área de Carnegie Hill, o estaba allí
cuando fue atacada.”
Lanzó una mirada hacia las puertas de la sala de reconocimiento. “Por la
sangre que la cubre podría decir que se defendió, pero no veo ninguna lesión
defensiva. No hay sangre o piel debajo de sus uñas, al menos no que se vean a
simple vista.”

“A ti te preocupa que alguien estuviera con ella, que alguien más fuera
atacado.”

“Tengo que considerarlo como una posibilidad. Si ella se escapó, el otro…”

Se interrumpió cuando las puertas se abrieron y el doctor salió. “Sus signos
vitales están estabilizados, y su temperatura interna ha subido a más de treinta y
cinco. La herida de la cabeza es la más severa de sus lesiones, lo cual incluye
múltiples contusiones faciales y laceraciones, magulladuras abdominales,
algunos cortes que parecen heridas de cuchillo superficiales. Tiene una
conmoción cerebral. Fue violada, más de una vez, y violentamente. Usted tendrá
allí su equipo. El caminar como borracha y la dificultad para hablar son
probablemente por la hipotermia y el shock. Estamos ejecutando un
toxicológico, pero eso es lo más probable.”

“Necesito sus huellas. No toda es su sangre,” le recordó Eve antes de que él
pudiera objetar. “Alguien más podría estar allí fuera en la misma condición que
ella. Si la identifico, tal vez eso nos lleve a salvar la vida de alguien más esta
noche.”

“Lo siento, no pensé en ello.” Se frotó los ojos. “Turno doble.”

“Lo entiendo.”

“Otra vez me disculpo. Usted probablemente le salvó la vida trayéndola aquí
tan rápido. Con toda seguridad la salvó de un daño cerebral. Dr. Nobel. Del
Nobel.”

Eve aceptó su mano. “Dallas. Teniente Dallas. Roarke.”

“Sí, lo reconocí hace como dos minutos.” Le devolvió el apretón de manos a
Roarke.

“Bonito vestido,” le dijo a Eve.

“Estuvimos en una reunión.”

“Espero que su tintorería pueda sacarle la sangre. Vamos a conseguir su
identificación. Probablemente alguien está preocupado por ella.”

Ellos volvieron a entrar. “Quiero fotos de las lesiones,” dijo Eve. Pero la
identificación venía primero.

Se dirigió hacia un lado de la mesa, sacó su identificador de huellas, presionó
gentilmente los dedos de la mujer.

“Vale. Strazza, Daphne, veinticuatro años. Tengo una dirección
aproximadamente a dos manzanas de donde la encontramos. Casada con…”

Ella levantó la vista, vio el rostro de Del. “Usted la conoce.”
“No, nunca la conocí. Pero conozco a su esposo. Todo el mundo en este
hospital conoce a Anthony Strazza. Jesús. ¿Es la esposa de Strazza?”
“Mantengamos eso en secreto hasta que yo pueda… ella está despertando.”

Eve vio las largas y oscuras pestañas parpadear. Entonces los ojos,
almendrados e impresionantes, de un suave color verde, se abrieron. Miraron
ciegamente.

Del alzó una mano para detener a Eve mientras él se inclinaba sobre Daphne.
“Usted está bien. Está en el hospital. Nadie va a hacerle daño. Usted está a salvo
ahora.”

Aquellos ojos se dispararon alrededor de la sala. Cuando su respiración
comenzó a agitarse, Del le tomó la mano. “Usted está bien,” repitió él. “Soy un
doctor. Usted está a salvo. Voy a darle algo para el dolor.”

“No, no, no.”

“Vale, vale, esperaremos para eso.” Su voz se mantuvo tranquila, calmada. Y
aunque los monitores mostraban el gráfico de sus signos vitales, Eve notó que él
ponía sus dedos en la muñeca de ella, tomándole el pulso a la manera antigua.
“Sólo quiero que usted se relaje,” continuó, “que respire lentamente. ¿Puede
usted decirnos qué le sucedió?”

“Yo estaba muerta. Creo que estaba muerta.”

Su mirada aterrizó en Eve. “¿Usted estaba allí?”

Eve se acercó. “¿Qué es lo que recuerda?”

“Yo… me fui. O el mundo lo hizo.”

“Antes de eso. ¿Puede usted recordar antes de eso?”

“Estábamos cenando, una velada. Cena para cincuenta a las ocho, con
cocteles empezando a las siete y media. Llevaba el Dior con el borde de perlas
incrustadas. Servimos medallones de langosta, ensalada de vieiras asadas y sopa
de calabaza de invierno, entrecot y alevines asados con romero, con espárragos
blancos y verdes. Croquembouche y café. Los vinos eran…”

“Eso está bien, ¿qué sucedió después de la cena?”

“Nuestros invitados se marcharon a las once y media. Si yo lo hubiese
planeado mejor, ellos se habrían marchado a las once. Mi esposo tiene rondas
por la mañana. Está muy ocupado. Es un cirujano, tan respetado, tan talentoso.
Normalmente nos iríamos a dormir después de que se fueran los invitados, y
después de que los droides de la casa limpiaran. Nos iríamos a dormir, y…”

Su respiración volvió a entrecortarse. Esta vez Eve le agarró la mano antes
de que Del pudiera interferir. “Usted está a salvo, pero necesita contarme qué
sucedió cuando se fueron a dormir.”

“Alguien en la casa.” Lo susurró como si fuera un secreto. “No era un
invitado. No. Esperando. Un demonio, ¡es un demonio! Su rostro es el de un
demonio. Mi esposo… él cayó. Él cayó y el demonio se rio. No lo sé. No lo sé.
Por favor. No lo sé.”

Empezó a sollozar, acurrucándose tratando de hacerse un ovillo.
“Se acabó,” le espetó Del a Eve. “Ella necesita descansar. Dele algo de
tiempo.”

“Voy a revisar debajo de sus uñas. Si tiene un pedazo de quien le hizo esto,
lo necesito.”

“Hágalo rápido.”

La visión con los microlentes no mostró nada, pero tomó sus herramientas y
raspó gentilmente. Nada.

“O no se defendió, o no tuvo la oportunidad de hacerlo.” Eve estudió las
marcas de las ligaduras en las muñecas. “Si le cuenta cualquier cosa más,
necesito saberlo. Regresaré en unas cuantas horas, y voy a asignar a un oficial
para que se quede en su habitación.”

Eve salió con Roarke.

“¿Estas asignando a alguien para mantener a alguien fuera, o para mantenerla
a ella dentro?”

“Todavía no lo sé.” Sacó su enlace mientras caminaban. “Vayamos a
chequear a Anthony Strazza.”

No eran exactamente los planes para terminar la noche que habían esperado,
pensaba Eve mientras hacía una rápida investigación sobre los Strazza durante la
corta travesía.

El cirujano era más de veinte años mayor que su esposa, su segunda esposa,
notó Eve. La esposa número uno, divorciados hacía cinco años, actualmente
vivía en Australia y no se había vuelto a casar.

La actual esposa, durante tres años, había sido una estudiante y planeadora
de eventos a medio tiempo (o asistente de planificación) cuando se casaron. No
aparecía una actualización de empleo.

De acuerdo con el perfil de las esposas trofeo, Eve suponía que Daphne
estaba a la altura. Joven, bella, cuando su rostro no estaba golpeado.
Probablemente una excelente anfitriona con su inclinación a la planificación de
eventos.

Eve se preguntaba, aunque ella era la primera y única esposa de Roarke, si
alguien la consideraba un trofeo.

Le echó un vistazo mientras él maniobraba en el espacio para estacionar
fuera de la casa de ladrillo rojo en donde vivía Strazza.

“No conseguiste un trofeo brillante.”
“Estoy encariñado con los trofeos brillantes,” dijo él. “¿Por qué no conseguí
uno?”

“Por tu propia culpa. Hablando de trofeos, yo estaría en la categoría de los
abollados y sin brillo.”

“Para nada. Además, tú no eres un trofeo.”

Ella salió, a la calle en los estúpidos y sofisticados zapatos. “¿Eso es un
cumplido?”
“Es la verdad. Si hubiese querido un trofeo, tendría uno, ¿no es así?” Él le
tomó la mano, frotó con su pulgar el anillo de boda de ella. “Prefiero a mi
policía. Estás pensando en Daphne Strazza, y la diferencia generacional de edad
con su esposo.”

“¿Cómo lo sabes? Tú no has tenido tiempo de hacer una investigación.”

“Bastante simple, ya que Strazza es un cirujano de cierta reputación, y el
nombre hace sonar la campana. Debe de ser veinte años o más mayor que ella.”

“Veintiséis. Segunda esposa. La primera, casi de su edad, divorciados
después de cerca de doce años. Vive en Australia, en un rancho de ovejas, lo que
está bastante lejos de Nueva York y de veladas en mansiones en el Upper East.”

Estudió la casa. Tres pisos de elegancia antigua, al estilo de Nueva York.
Strazza había unido dos casas en una, ensanchando una entrada para resaltar la
principal con talladas puertas dobles. Ventanas altas y estrechas, con pantallas de
privacidad para la noche, lucían como ojos vacíos en sus marcos de madera
oscura. Un par de puertas de cristal en el segundo piso llevaban a una especie de
balcón de Julieta con una estilizada S en el centro de la barandilla.

El mismo trabajo en hierro flanqueaba los tres peldaños que llevaban de la
acera a la entrada.

Y allí, notó Eve, él tenía seguridad de tecnología punta.

“Cámara, dispositivo para palmas, intercomunicador, doble pasada de
tarjeta,” dijo mientras se aproximaban. “Él pagó por la apariencia dignificada,
pero tiene un par de cerrojos policiales de alta calidad aquí. Audio, visuales, y
alarmas de movimiento.”

“En aquellos días, ésta es justo la clase de casa en la misma clase de
vecindario que yo hubiera tenido como objetivo.” El pensar en aquellos días
como ladrón trajo una nostálgica sonrisa a sus labios. “Es tranquilo, bien
asentado, ¿y en el interior? Allí es donde están todas las golosinas. Arte, joyería,
así como dinero en efectivo.”

“Si volviéramos a esos días, ¿cuánto te tomaría comprometer la seguridad?”

Con el cabello volando al viento, Roarke ladeó la cabeza para estudiar los
cerrojos. “¿Con la debida diligencia apropiada y preparación? Dos o tres. Diría
yo. Posiblemente más cerca de dos.”

“Minutos.”

“Por supuesto.”

Él no estaba alardeando, reflexionó ella. Sólo establecía un hecho.

Eve tocó el timbre. Esperaba una respuesta computarizada, pero no recibió
nada en absoluto.

Volvió a tocar. “Yo llamaría a eso un lapso de seguridad. Ninguna
advertencia, ninguna respuesta del sistema, ningún intento de escanear.”

Mientras esperaban, Roarke sacó su computadora personal, ejecutó una
revisión propia. “El sistema no funciona,” le dijo a Eve. “Desactivado, y la
puerta, Teniente, está desbloqueada.”

“Mierda.” Ella sacó su arma y placa del bolso, arrojó el bolso a la escalera de
entrada, enganchó la placa a su abrigo. Y no se sorprendió, mientras también
enganchaba una grabadora a su abrigo, cuando Roarke sacó un arma de una
funda tobillera.

“Espera. Grabando. Dallas, Teniente Eve, y el consultor experto civil Roarke
entrando a la residencia sin seguridad de Anthony Strazza. Dos intentos de
contactar no obtuvieron respuesta. Hay motivos para creer que Strazza está
herido o bajo coacción. He armado al civil.”

Barrió el vestíbulo. En lo alto un candelabro blanco y plata de forma libre
dejaba caer una luz opaca, e iluminaba gotas y manchas de sangre en los suelos
de mármol blanco.

“Encontramos sangre, y huellas de pies en ella. Pies descalzos,
probablemente los de Daphne Strazza.”

Le hizo un gesto a él hacia un lado, y ella fue hacia el otro, cada uno gritando
“¡Despejado!” conforme barrían cada habitación.

No necesitaba que Roarke le dijera que alguien se había marchado con
algunas chucherías. Divisó un par de nichos de pared vacíos, y los restos de la
cena de los que ningún droide se había ocupado.

Regresaron al punto de partida, comenzaron a subir al segundo piso, una vez
más se separaron.

Captó el olor mientras caminaba hacia la habitación alineada con el balcón,
la que tenía las blancas puertas dobles abiertas.

Sangre, muerte… y flores.

Encontró las tres en la espaciosa suite con su ancha cama flanqueada de altos
postes de oro bruñido. Al igual que el piso, gotas y manchas de sangre
arruinaban las blancas sábanas anudadas. Una silla con acabado dorado yacía
con el respaldo roto y arrastrando cinta adhesiva, ensangrentada y desgarrada.
Lirios blancos aplastados nadaban en un charco de sangre, los pétalos
machacados se extendían sobre la alfombra blanca y dorada.

Un gran jarrón de grueso cristal roto había derramado sus flores y agua sobre
la alfombra y yacía manchado con sangre y materia gris.
Más sangre en el pie de cama, en el borde en donde la madera se unía al
poste, y lo que parecían borrosas huellas de manos, rojas contra el blanco de la
alfombra.

En medio de la sangre, Anthony Strazza yacía como un penitente en el altar,
con los brazos y piernas extendidos. Todavía completamente vestido, llevaba un
traje gris oscuro con una camisa de un gris más claro. Gemelos abrochados en
sus muñecas. Su rostro, apenas reconocible, mostraba rojo y púrpura por una
paliza en lo que Eve podía ver.
La sangre apelmazaba su pelo rubio oscuro en donde ésta se había filtrado y
corrido desde las heridas abiertas en la parte trasera de su cráneo.

“¡Tengo un cuerpo!” gritó Eve.

Roarke se le unió, parándose en el umbral con ella.

“Nadie hace esto para robar sin llevarse todo lo que sea fácilmente
transportable.”

“Tal vez se les fue de las manos,” dijo Eve. “Todavía tenemos que revisar el
tercer piso.”

“Por qué no haces eso, ya que ambos sabemos que quienquiera que hizo esto
hace rato que se marchó. Yo iré fuera y traeré tu equipo de campo.”

Hacía rato que se habían marchado, estuvo de acuerdo Eve, pero el
procedimiento era el procedimiento por una razón. Revisó el último piso, el
despacho de Strazza, un baño, una especie de sala de comunicaciones de estilo
contemporáneo y masculino, una reluciente cocina automática, un bar completo,
una segunda estación de trabajo…

Y una caja de seguridad abierta empotrada en un pequeño gabinete.

Bajó mientras Roarke subía.

“Una caja de seguridad casi vacía en el tercero. En un primer vistazo ésta no
parece comprometida. Creo que un asaltante le sacó el código a golpes a Strazza,
pero podrías revisarlo.”

Miró hacia sus zapatos, tacones de aguja adheridos a sus pies por un grupo
de tiras brillantes. Resignada, se los quitó, selló sus pies descalzos, sus manos, le
entregó a él la lata de sellador. “No he revisado los armarios o el baño principal.
¿Por qué no te sellas y haces eso? Necesito identificar oficialmente a la víctima e
informarlo.”

“Vas a levantar temprano a Peabody, supongo.”

“Nunca es temprano cuando eres un policía. Necesito ropa de verdad,
maldita sea.”

“Yo me ocuparé de eso.”

“¿Cómo?” Demandó cuando él puso la lata de vuelta al equipo.

“Levantando temprano a Summerset.”

Pensó en el mayordomo de Roarke, su dolor en el culo. “Pero…”
Divertido ante su esperada reacción, Roarke pasó un dedo sobre su hombro
desnudo antes de entrar al dormitorio. “Es tu elección, hacer lo que haces con
más comodidad o en un atuendo formal.”

“Maldita sea. Ropa. Y botas. Y mi abrigo usual. Y…”

“Él sabe lo que tiene que enviarte. Otra caja de seguridad en el armario, el
armario de él, abierta y vacía.”

Eve dejó su abrigo a sus espaldas, caminó sobre la manchada alfombra, se
arrodilló en su alegre vestido plateado y rojo. La falda consistía en docenas de
delgados paneles flotantes que giraban como cintas cuando caminaba y exponían
una larga longitud de pierna. Tiras, tan delgadas y brillantes como aquellas de
sus zapatos descartados, se cruzaban sobre su espalda desnuda.

Presionó los dedos muertos en su dispositivo de identificación.

“Identidad de la víctima verificada como Anthony Strazza, de esta
dirección.” Sacó un calibrador. “Hora de la muerte, la una y veintiséis. Causa de
la muerte para ser determinada por el Médico Forense, pero de acuerdo al
examen visual de la primaria, lo más probable es que sea por fractura del
cráneo.”

“Eso sería todo,” dijo Roarke desde detrás. “No hay caja de seguridad en el
armario de la esposa. Sugeriría que la que está en el armario de él es lo bastante
grande para guardar la joyería de ella y cualquiera que él pudiese haber tenido. Y
voy a echar un vistazo a la del piso de arriba.”

“Revisa la cinta de seguridad primero, ¿sí? Probablemente la borró o la
comprometió, pero podríamos tener suerte. Y las puertas y alarmas.”

“Como un consultor experto, tendría que decir que el robo no fue el punto
aquí, o no el principal.”

“No, sólo un bono realmente grande para rematar la violación y el
asesinato.” Empezó a ir por su enlace. “Maldita sea. Mi enlace está en esa cosa
brillante.”

“No, está en tu equipo de campo, y la cosa brillante ahora está vacía en el
coche.”

“Oh, sí, aquí está. Gracias. Voy a decirle a Peabody que traiga a McNab, ya
que este lugar está cargado de electrónicos. Podrías irte a casa, dormir algo.”

Cuando él simplemente alzó las cejas, ella se encogió de hombros. “O no.”

“O no. Puedo decirte que el… intruso aporreó los componentes en la sala de
seguridad. Como yo estaba despejando no miré más allá de eso, o a los droides,
un trío de droides domésticos, también aporreados.”

“A él le gusta la violencia, animada o inanimada. Lo que sea que puedas
conseguir.”

“Veré lo que puedo hacer.”
Sola, Eve bajó la mirada al cuerpo, pensó acerca de lo que sólo un humano
podía hacerle a otro.

Y llamó para reportar.
Capítulo 2

CON LA escena del crimen y el cuerpo in situ registrados, Eve le dio la


vuelta a la víctima.

“Múltiples lesiones faciales. Por un puño y alguna especie de cachiporra,
diría yo. Arañazos y cortes superficiales en la garganta. Similares a aquellos
infligidos en la segunda víctima. No hay señales de que Strazza fuera
amordazado durante el asalto. Amarrado a la silla, atado por las muñecas. Las
tiras de plástico todavía en las muñecas.”

Se ladeó para acercarse al delgado plástico.

“Lucho contra estas. Tenemos profundas laceraciones y contusiones en las
muñecas, lo que parecen ser astillas de la silla en la carne y clavadas, por la
sangre y pedazos de cinta adhesiva, en los amarres de plástico. Un poco de cinta
adhesiva todavía está pegada en las perneras de los pantalones y en las mangas
de la chaqueta. Los nudillos de la víctima están magullados, de manera que
podría haber recibido un par de golpes en ellos.”

Se retiró un poco, estudió la silla destruida.

“Rompió la silla, se soltó de la silla, fue por el asaltante. Eso es lo que
parece. El asaltante agarra el gran jarrón, lo golpea, herida en la sien, asalto
frontal allí. Lo deja inconsciente. Entonces bam, wham, lo mata en donde lo
hemos encontrado.

“¿Qué hace ella?” Se preguntó Eve mientras tomaba muestras de sangre de
varios lugares, las etiquetaba y las sellaba. Todavía de rodillas, estudió la sangre
en el pie de cama.

“La segunda víctima tiene una herida en la cabeza. Un corte en la parte
trasera de la cabeza. ¿Trató de ayudar, y cayó de espaldas por un golpe? Se
golpea la cabeza, queda inconsciente. Tal vez. Despierta, en shock,
conmocionada, desorientada. El cerebro no le funciona de manera que sale, baja
las escaleras, va a fuera, desnuda.”

Eve soltó el aliento. Cuando tenía ocho años, había sido golpeada y violada,
y había caminado en ese estado de fuga disociativa alejándose del muerto,
cubierta en sangre que no era toda de ella, hacia la calle.

“La mente se cierra,” murmuró, “para que no enloquecer.”

Se puso de pie, respiró hondo, cerró los ojos, alejó aquellos recuerdos. No
podía permitir que tiñeran el ahora. Intentó en cambio ver cómo había sido en el
aquí, en el presente.

La cena termina, hora de ir a dormir. ¿Subieron juntos, conversando sobre
quién dijo qué? Esa especie de comentarios después de la velada. Entran al
dormitorio, rodeados por la ilusión de seguridad, por esa tranquila fatiga después
de que un evento social haya terminado.
¿Estaba él esperando por ellos aquí? ¿Alguien a quien conocían? ¿Alguien
del personal de la cena? ¿Proveedor de la comida, aparcacoches, camarero? O
alguien que aprovechó las idas y venidas, entró y subió las escaleras.

Inspeccionó primero la casa, sabía lo suficiente sobre la casa primero.

Incapacita a la amenaza mayor, Strazza. De una forma o de otra. Agarra a la
mujer, con el cuchillo en su garganta. O la deja inconsciente de un golpe. Se
libra de él, inteligente, vapulea un poco a la mujer. Tal vez la obliga a atar a su
esposo a la silla, atar los amarres alrededor de los brazos de la silla. La ata
también a ella. En la cama, la ata a los postes.

Frunciendo el ceño, Eve levantó el vestido blanco del suelo, estudió la ropa
interior de encaje.

No, no, no se la arrancó o se la cortó. La hizo desvestirse, la hizo desvestirse
del todo. Hizo que el esposo observara. Quiere ese poder, quiere que el esposo
esté indefenso, encolerizado.

Volvió la vista cuando Roarke regresó. “¿Consigue primero los códigos de
las cajas de seguridad?, ¿se quita eso del camino? No le haré daño a ella o a ti.
Sólo quiero lo que tienes. Ella no tenía los códigos.”

“¿Estás segura de eso?”

“Las cajas de seguridad están ambas en su área, no en la de ella. Ella es el
trofeo, y sin importar lo que sentía por ella, él era el que mandaba. Nada de por
aquí se siente como ella. Él tiene el dominio de todo el tercer piso. Ella ni
siquiera tiene una sala de estar, una oficina. La casa de él, su dinero, eso es una
impresión, una especulación. El delincuente la golpeó bastante bien, pero golpeó
más a Strazza. Estoy hablando de antes del asesinato. Él no necesitaba hacerlo.
Dame los códigos o le cortaré a ella su linda cara, o te voy a joder.”

Lo jodió de todas maneras, pensó Eve mientras bajaba la vista al cuerpo.

“La mayoría de las personas que se encuentran en esa situación dan los
códigos. Los dan después de un par de golpes en la cara o con un cuchillo en su
garganta, o en la garganta de un ser querido. Estas son cosas, cosas aseguradas,
lo que hay en las cajas de seguridad.”

Roarke asintió. “Así que crees que el asesino se encargó primero de las cosas
prácticas. Limpió las cajas de seguridad, destruyó a los droides y las cintas de
seguridad, puede que consigamos algo de allí, y luego regresó aquí, añadió
algunas florituras, violó a la mujer.”

“Múltiples veces, dijo el doctor. Tal vez la viola de inmediato para mostrar al
marido que habla en serio. Amenaza con volver a violarla, matarla. La hizo
desvestirse.” Eve hizo un gesto hacia el vestido. “Tiene un poco de sangre,
probablemente de cuando él la golpeó o la cortó. Pero no está roto. No se lo
arrancó o lo cortó para quitárselo. El esposo está atado en la silla, y el asesino se
para detrás de él, con el cuchillo en su garganta. Quítatelo, todo, o le cortó la
garganta. Entonces la ata a la cama, no hay heridas defensivas. Si te violan,
probablemente luchas, incluso un poquito, arañar. Y ella lo hizo, por las heridas
en sus muñecas y tobillos, luchó contra las ataduras, por lo menos al principio.”

Estudió la cama, se imaginó la guerra.

“Después de eso, tal vez él deambula un poco por ahí, cogiendo otros pocos
artículos, algunas cosas que le llaman la atención. Bastardo arrogante. Regresa,
la vuelve a violar, vuelve a golpearlos a los dos, la vuelve a violar. Strazza se las
arregla para romper la silla, se abalanza sobre él. Nudillos magullados, no se
abrió la piel, pero alcanzó a darle al menos uno o dos golpes. Ella no está atada,
ha estado luchando durante las violaciones, tal vez trata de ayudar o sólo
escapar. La golpea, se da un fuerte golpe en la cabeza en el pie de cama, allí en
la esquina. Está inconsciente o bastante mareada. El asesino agarra ese jarrón, y
lo tira contra la cabeza de Strazza. Él cae y está bastante mareado. El asesino
termina con él.”

Él no había notado la sangre en el pie de cama. Había tantísima sangre
derramada, salpicada y en grandes manchas. Se preguntaba si ella conocía la
oscura poesía de su habilidad en leer una escena del crimen.

“¿Pero no a ella?” comentó él. “¿Por qué no acabar con ambos?”

“Eso destaca. Yo lo habría hecho, debería haberlo hecho, siendo un cabrón
sanguinario. Tal vez este es su primer asesinato. El homicidio es chapucero, y es
algo del momento.”

Ella se puso de pie en el deslumbrante vestido, con la sangre dejando
manchas, e hizo un gesto hacia el cuerpo.

“Quiero decir, Jesús, el hombre lo atacó.”

“Qué agallas,” añadió Roarke.

“Exactamente. Él atacó. Se merecía morir. ¿Pero la mujer? No es nada ahora
que ha terminado con ella, de manera que la deja. Son alrededor de catorce
minutos entre la hora de la muerte y el momento en que la encontramos. Pasó
parte de ese tiempo inconsciente y otra parte deambulando en shock. Y el
asesino tuvo muchísimo tiempo para recoger sus juguetes e irse a casa.”

Eve se detuvo, con las manos en las caderas, estudiando la habitación. “Esa
es una lectura básica de la escena del crimen, de las dos víctimas. El orden de las
cosas puede ser diferentes, pero no creo que el asesinato fuera premeditado.
Daphne Strazza no estaría viva si fuera así.”

“Yo estaría de acuerdo contigo.”

“O él pensó que estaba muerta. Está yaciendo allí, inconsciente, sangrando
por la cabeza. Él entra un poco en pánico, de modo que coge sus juguetes y corre
a casa.”

“De cualquier manera él sería un bastardo sádico.”

“Sí, lo sería. Y mientras que éste puede ser su primer asesinato, no es su
primera vez con el resto. Vamos a echar un vistazo allí.”

Cuando sonó el timbre de la puerta, Roarke se dio la vuelta. “Yo me ocupo
de eso. Es o tu cambio de ropa, o tu compañera.”

“Si es Peabody, envíala directamente arriba, y McNab puede empezar con los
electrónicos.”

Sola, volvió a estudiar lentamente la habitación, la posición de los muebles,
el cuerpo, la presunta arma del asesinato, la pila de ropas descartadas de la
víctima femenina. Echó a andar hacia el armario de la víctima masculina, oyó las
inequívocas pisadas fuertes de las botas de invierno de Peabody en las escaleras,
y entonces un rápido y fuerte chillido.

Ella tenía su mano sobre el arma que había colocado en su equipo de campo
cuando oyó lo siguiente, y simplemente puso los ojos en blanco.

“¡Los zapatos! ¡Santos y sagrados estiletos, los zapatos!”

“Cierra el pico, Peabody.”

En lugar de cerrar el pico, Peabody dejó escapar un yum, y apareció en el
umbral sosteniendo uno de los zapatos de Eve como si fuera una invalorable
gema.

“Son tan increíblemente magníficos que están más allá de toda magnitud.”
Peabody cubría completamente el tema rosa, abrigo rosa, gorra rayada
destacando el color rosa, botas rosas con piel en la parte superior, con su rostro
cuadrado sonrosado de asombro.

“Deja el maldito zapato. ¿Esa es mi ropa?”

“¿Qué? Ah, sí, llegamos justo cuando el chofer estacionaba con…” Peabody
volvió a soltar un chillido cuando finalmente apartó los ojos del resplandor del
zapato y miró a Eve. “¡El vestido!”

“Cállate la boca.” Eve arrancó la bolsa de la ropa de la otra mano de
Peabody.

“¡Oh, pero es maravilloso! Es… sexigante.”

“Es un vestido, y esa ni siquiera es una palabra.”

“Elegancia sexy. Es todo tan… tienes sangre y materia en el dobladillo, y
algo de sangre, una buena tintorería puede quitar todo eso.”

“Esa es mi prioridad más inmediata. ¿El tipo muerto por allá? No es lo más
importante.”

“Es sólo que…” Peabody se interrumpió, enfocándose en el cuerpo y
encontrando a su policía interior. “Él no tendrá que preocuparse de hacer que
limpien ese traje. Era doctor, ¿correcto? Nada curarse a sí mismo esta vez.
¿Alguna actualización sobre el estado de la esposa?”

“No. Ya llegaremos a eso. He notificado al equipo forense y a la morgue.
Tengo la hora de la muerte, y la causa obvia de la muerte en escena. Séllate,
empieza con la habitación. Voy a usar el baño para cambiarme.”

Encerrándose en el elaborado cuarto de baño blanco y dorado, Eve se quitó
el vestido. El alivio fue inmediato.

En la bolsa encontró todo lo que necesitaba. Trató de no pensar en
Summerset seleccionando y empacando su ropa interior, así era como llegaba la
locura, pero se la puso, se subió los pantalones de suave lana, felizmente de
color negro, un suéter gris pálido, el arnés para el arma y principal artículo
policial, fuertes botas negras, una chaqueta negra con finas rayitas grises.

Él había incluido los estuches para las joyas que ella llevaba, de modo que se
las quitó, pieza por pieza, poniéndolas en los estuches correspondientes.
También había incluido su funda tobillera, tuvo que darle puntos por ello
mientras se la abrochaba.

Eso dejaba su abrigo, el gorro del copo de nieve del que se había encariñado,
una bufanda con rayas negras, grises y rojas, podía vivir con el rojo, y un par de
guantes forrados de piel con seguridad ridículamente costosos que ella perdería
en poco tiempo.

Sintiéndose como ella misma otra vez, hizo rodar sus hombros, lanzó una
mirada al espejo elaboradamente enmarcado sobre el largo tocador. Dijo,
“¡Mierda!”

Ropa de verdad, incluso si estaba embarazosamente a la moda, aparte,
todavía tenía su elegante cara de fiesta. Y no tenía forma de volver a tenerla de
policía.

Agarró la bolsa de la ropa y salió. “¡Peabody!”

“¡Señor!” Reaccionando al llamado, Peabody asomó la cabeza fuera del
armario de Anthony Strazza.

“¿Tienes esa porquería? Ya sabes, ¿la porquería que quita esta porquería?”
Para ilustrar, Eve hizo girar un dedo en frente de su rostro.

“¿Limpiador facial? ¿Desmaquillador? No, no aquí.”

“Joder, joder, joder.”

“Te ves bien.”

“Otra de mis principales prioridades.”

“No, en serio. Todavía te ves dura de pelar. De hecho, el lápiz de labios sólo
aumenta tu dureza.”

“Tonterías.” Pero ya que una experiencia previa le había enseñado que el
agua y el jabón simplemente embadurnaban todo de manera que la piel se veía
como un moretón lívido, optó por olvidar su cara.

Pero cuando empezó a meter los zapatos en la bolsa, Peabody dio un salto
hacia ella.
“¡No! No puedes simplemente meterlos allí. ¿No hay bolsas para zapatos?
Déjame hacerlo. ¡Déjame! El doctor Strazza da la impresión de haber sido algo
más que un poco obsesivo compulsivo.”

“¿Por qué?”

“Su armario. Esta obsesivamente organizado. Tiene cerca de sesenta camisas
blancas, la misma camisa sesenta veces. Camisas blancas, negras, una pequeña
cantidad en gris. Pantalones negros, trajes negros, grises. Nada de color. Todo
está ordenado,” continuó mientras embolsaba los zapatos. “Todo está colgado
con precisión. Tiene alguna ropa informal en cajones empotrados, y equipo
deportivo de igual forma, aunque se soltó allí lo suficiente para tener algunos
azul marino. Incluso su ropa informal está doblada con precisión y coordinada.
Lo mismo con su ropa interior y calcetines. Ah, y todas las camisas, incluso las
informales, tienen su monograma en los puños. Tiene dos pares de zapatos de
atletismo blancos,” siguió Peabody, “dos pares negros, los cuatro de la misma
marca y estilo, todos inmaculados. Todo el resto son zapatos negros de vestir.
Cerca de cincuenta pares. La computadora de su armario no sólo enlista cada
artículo de ropa, cuándo la usó por última vez, y en donde, sino cuándo y en
dónde fue comprada. Nada tiene más de un año de antigüedad.”

“De modo que era un maniático.”

“Y algo más.”

“Revisa el otro armario.”

Eve se acercó a una mesa de noche, abrió el cajón. Sacó una tablet, y al tratar
de abrirla vio que tenía contraseña. La etiquetó y la embolsó para que McNab la
llevara a la División de Detectives Electrónicos. Embolsó un frasco de píldoras
para dormir con prescripción, otro frasco para aumentar la erección, una venda
de ojos de seda blanca, y una larga cuerda de seda blanca. Sopesando todo, dio la
vuelta a la cama para revisar la otra mesa de noche. Otra tablet, sin contraseña.
En ella encontró una cantidad de libros sobre espectáculos, atención de eventos,
menús.

Peabody salió del armario cuando Eve olfateaba un pequeño frasco con un
lirio dorado como tapa. “Perfume. Y la tablet de su lado de la cama está llena de
cuestiones domésticas. Nada de fotos, ni información personal, ni música, ni
novelas.”

“Su armario es casi la versión femenina del de él, organizadamente. No
totalmente tan preciso, pero se acerca. Casi todo es blanco, pero hay algunos
estampados, algo de color, pero son o dorados o plateados sobre blanco. Y la
ropa interior va desde virginal hasta de prostituta. Lo mismo con su ropa de
dormir.”

“Interesante. Nada de juguetes sexuales. Él tiene su caramelo para mejorar su
actuación y eso es todo.”

Dio una vuelta por la habitación. “Podría ser una especie de tema, ¿verdad?
El dormitorio es todo blanco y dorado. Como una iglesia o templo. Bueno…”

Siguieron revisando. Para cuando Eve terminó con el baño, montones de
aceite de baño y productos femeninos con el mismo aroma que el perfume, el
equipo forense estaba haciendo su trabajo.

Dio vueltas en su mano a un envase de desmaquillador, sumamente tentada,
pero lo regresó a su lugar.

“Lirios y color blanco. Lirio-blanco. Tal vez el tipo quería eso de su esposa.
O quería que ella proyectara eso. Esa imagen se hizo añicos cuando fue violada.”

“¿Piensas que el asesino los conocía, o a uno de ellos?”

“Sabía lo suficiente como para entrar al dormitorio desapercibido,” dijo Eve
mientras echaban a andar hacia la salida. “Sabía lo suficiente. Daphne Strazza
dijo que él estaba en el dormitorio cuando entraron para acostarse después de la
fiesta. Dijo que era el demonio. Todavía estaba en shock, pero así es como lo
describió”

“¿Una máscara?”

“Esa es mi opinión. Necesitamos el nombre de quien sea que haya dado el
servicio de comida para la fiesta, cualquiera fuera del personal. Aparcacoches,
barman, camareros, servicio de limpieza extra, decoradores. Algo de eso está en
la tablet, como está la lista de invitados.”

“Útil.”

“Considerando que, hasta donde sé, todo el personal de la casa son droides,
que ahora están hechos polvo, es bastante útil.”

“¿Parientes más cercanos?”

“Él tiene padres, divorciados. La madre está en Francia, una física retirada,
vuelta a casar. El padre es neurólogo, jefe del departamento en un hospital
privado en Suiza. Los padres de ella murieron en un tsunami en Asia mientras
toda la familia estba de vacaciones. Tenía nueve años. Fue criada por Gayle y
Barry Desilva, amigos de la familia y los tutores legales de acuerdo a los
testamentos de sus padres. Ellos, al igual que los fallecidos padres de Daphne,
viven en Minnesota. No he hecho ninguna notificación, o hecho investigaciones
más profundas.”
Se pararon fuera de la oficina de Strazza, mirando hacia adentro.

“Puedo empezar las investigaciones,” dijo Peabody.

“Hazlo, y chequea con los técnicos informáticos. Obviamente han estado
aquí y se han llevado la computadora de Strazza y el centro de comunicaciones.
Quiero echar un vistazo.”

Eve chequeó su unidad de muñeca. “Dentro de poco voy a contactar con los
padres de Strazza. Necesitamos tener otra entrevista con Daphne Strazza, y
veremos si quiere que sus tutores sean contactados.”

“Ella tiene que tener una mejor amiga,” señaló Peabody. “Probablemente en
la lista de invitados. Todo el mundo tiene una mejor amiga.”

Aunque Eve asintió mientras entraba a la oficina, sabía que no era así. Ella
no había tenido a nadie, ni remotamente como un amigo. Hasta Mavis Freestone.
Había vivido dos décadas de su vida sin nadie lo bastante cercano para ser
considerado un amigo.

Una breve ronda por la oficina de Strazza añadió peso al diagnóstico de
Desorden Obsesivo Compulsivo de Peabody. Todo en la habitación estaba
meticulosamente organizado. Cada cajón y puerta asegurado. Roarke o McNab,
o ambos, habían desbloqueado los cerrojos y los códigos, de manera que se sentó
en el sillón de cuero de Strazza hecho a medida, registrando su escritorio.

McNab entró bailoteando en sus botas de aire escocesas, con su pelo rubio
atado en una cola, y los lóbulos de sus orejas cubiertos con resplandecientes
aros. Llevaba una sudadera estampada con un Elvis girando alocadamente sobre
pantalones campana azul zafiro con una media docena de bolsillos en color
esmeralda y rubí.

“Hola, Dallas, empezamos temprano. Quería que supieras que hice venir a un
equipo para que se llevaran a los droides asesinados. Encontramos algunos
empleados domésticos no humanoides. Les echaremos un vistazo, pero no
esperes mucho de ello. Estamos reuniendo enlaces, computadoras y las tablets.”

“La de él tiene contraseña, la de ella no.”

“Concuerda con lo que estamos encontrando. Él tenía el escritorio
acondicionado para la huella de su pulgar en los cajones. Incluso el armario de
las provisiones tiene un cerrojo con código. Lo mismo con el aseo de allí.” Él
señaló con el pulgar. “¿Quién pone un código de seguridad en el aseo de su
oficina?”

“Al parecer el fallecido Strazza.” Ella volvió a levantar la vista, hizo un
gesto de dolor. “¿Puedes apagar esa cosa?”
Él echó un vistazo alrededor, con su bonito rostro desconcertado. “¿Qué
cosa?”

“Esa cosa en tu esquelético pecho. Distrae.”

Él bajo la mirada a Elvis y sonrió. “Ah, seguro. Lo olvidé.” Y tocó con un
dedo el centro de Elvis. El rey muerto hacía largo tiempo se congeló en medio
giro.

“Así que, echamos un vistazo a las tres cajas de seguridad, incluyendo una
en el interior de un gabinete en un sala de estar masculina en el nivel principal.
Todas vaciadas, todas abiertas con códigos. Como si una de las víctimas le diera
los códigos.”

“Strazza, está bastante claro que su esposa no los tendría.”

“Correcto. El asaltante y violador asesino no perdió el tiempo con los
electrónicos, al menos hay todavía muchos de alta tecnología y portátiles en el
lugar. Roarke dice que hay lugares vacíos en donde tal vez faltan objetos de
arte.”

“Conseguiremos la información del seguro, y cotejaremos. Arte, joyería,
cualquier dinero en efectivo que pueda haber estado en alguna de las cajas de
seguridad. Pasaportes y documentos de identidad, información de crédito y
bancaria. Todo lo que es lucrativo si sabes cómo manejarlo, y no estoy
encontrando pasaportes ni identificaciones.”

“Verificaremos las computadoras para la información financiera. También
podemos hacer el intento con el sistema de seguridad, pero al igual que los
droides domésticos, quien sea que los haya machacado sabía cómo hacerlo. Y se
llevó el lector principal con él.”

“Tu habla con las máquinas.” Eve se levantó del sillón. “Yo estaré hablando
con la gente.”

“Hacemos lo que hacemos. Oye, te ves bien.”

Eve entrecerró los ojos. “¿Qué dijiste?”

“Nada personal.” Él prácticamente se congeló en el sitio. “Sólo una
observación. Teniente.”

“Ella se ve bien, ¿no es así?” Dijo alegremente Roarke, dándole una palmada
en el hombro a McNab cuando se le acercó por detrás. “Particularmente
considerando que ha estado en pie cerca de veinticuatro horas seguidas hasta
ahora. Tu equipo forense se ha llevado el cuerpo y, como ha amanecido, tus
oficiales han hecho una barricada para los mirones tempraneros.”

“Vale.” Ella miró a McNab. “¿No tiene más cosas que hacer, Detective?”

“Siempre hay algo,” dijo y se esfumó.

Roarke se acercó colocando las manos en las caderas de Eve. “De verdad te
ves bien.”

“No tengo ninguna porquería para quitarme la porquería.” Se tocó la mejilla.

“Sobrevivirás a unas cuantas horas más con ella.” Él le besó la mejilla que se
había tocado, y luego la otra. “Me llevaré tus otras ropas conmigo ya que
necesito ir a casa y cambiarme en algún momento. Tu coche está en la entrada.”

“Te lo agradezco. Creo que él la gobernaba.”

“Estas hablando de la relación de los Strazza.”

“Sí. Todos los aparatos de ella están abiertos, todos los de él tienen
contraseña. Sus espacios están asegurados, hasta el baño de su oficina. Los de
ella, abiertos. El armario de ella refleja el de él. Creo que él seleccionaba su
ropa. Entiendo que tu escoges la mayoría de las mías,” dijo rápidamente.
“Pero… funcionan. Para mí. E incluso cuando encuentro ropa interior sexy o lo
que sea en mis cajones, tu no escoges ropa de prostituta para mí.”

“Bueno, bueno, mi mente se está dirigiendo hacia la calle principal de las
prostitutas, y considerándolo.”

“Tú piensas en mí. Las botas, digamos, puede que tengan un estilo en el que
yo no pensaría, pero son fuertes, cómodas, hechas para el trabajo a pie, para
perseguir a los chicos malos. Hay una diferencia entre eso y llenar mi armario de
forma que tenga que usar lo que tú quieras.”

“Ciertamente espero que sea así.”

“Yo odio comprar. Tú, por alguna razón, lo consideras divertido. Ella no
tiene un espacio en esta casa. Su propio espacio.”

“Eso he notado.”

“Tu hiciste uno para mí. ¿Aquí? Él tiene el tercer piso, además de su oficina
y una especie de sala de estar masculina en el piso inferior, de acuerdo a McNab.
Nada la refleja a ella, nada está hecho para ella. Tal vez lo quería de este modo,
tal vez le gustaba ser gobernada. A algunos les gusta. Pero…”

Ella se dio la vuelta, recorrió la habitación.
“Tú crees que no.”

“Todavía no lo sé. Lo que sé es que su tablet personal refleja que ella es del
personal. Listas, tareas y menús. Ninguna foto, ni notas de amigos, enviadas o
recibidas. Perdió a sus padres cuando tenía nueve años, pero no hay nada en la
tablet, nada que haya visto en la casa que se los recuerde. O de la gente que la
crio. Ellos tienen una hija de su edad. ¿Eran amigas o rivales?”

“¿Eso podría decirte algo sobre el asalto y el asesinato?”

“No lo sabré hasta que lo sepa.” Se recostó en el escritorio. “Él tenía píldoras
para mejorar su rendimiento en su mesa de noche, nada sorprendente para un
hombre que le dobla la edad a su esposa. Y una venda de seda y un cordel para
atar.”

“Un poco de juego sexual con ataduras entre participantes dispuestos
tampoco es sorprendente.”

“Si es mutuo,” concordó ella. “Él tiene un estuche lleno de medicinas en el
baño, y eso no es sorprendente para un doctor. No es sorprendente que él lo
guardara en un bolso médico. Uno elegante con sus iniciales grabadas en él, y
con un cerrojo que me tomó abrir casi diez minutos.”

“Estoy orgulloso de ti. ¿Pero diez?” Roarke sacudió la cabeza. “Necesitamos
practicar más, Teniente.”

“Habían muchísimas cosas en su interior, frascos, píldoras, jeringas. Voy a
hacer que analicen todo. Sólo para ser minuciosa. Necesito al abogado de la
víctima, su compañía de seguros. Tengo que tener la esperanza de que los del
DDE puedan extraer eso directamente de las computadoras, para ahorrarme
tiempo y molestias.”
“Creo que puedes contar con ello.”

“Vale, entonces voy a dejarles la casa al equipo forense por ahora, y
marcharme, trabajaré con la lista de invitados, para ver qué tipo de fiesta se
ofreció. Contactar al personal de la fiesta, dejarme caer para ver si puedo
conseguir algo más de Daphne Strazza, y… etc. Siento lo del tranquilo domingo
en casa.”

“No creo que ninguno de nosotros seamos culpables por casi haber arrollado
a una mujer desnuda y traumatizada en la carretera.”

“Sí, pero sólo uno de nosotros es policía.”

“Y gracias a Dios por ello.” Esta vez la beso con entusiasmo. “Tu vehículo
está al frente de la casa, y yo tengo el mío. Puede que pase más tarde por el
DDE.”

“Porque encuentras el trabajo de tecnología electrónica tan divertido como ir
de compras.”

“Lo hago. ¿Mientras tanto?” Le tocó con un dedo la hendidura de su barbilla.
“Cuida de mi policía.”

Cuando se marchó, ella volvió a sentarse para hacer las notificaciones.

Tomó notas, revisó otras, verificó el estado de Daphne Strazza, bajo leve
sedación, durmiendo, tranquila. Ningún visitante.

Repasó la lista de invitados que había copiado a su computadora personal,
ideó un sistema para la primera media docena de invitados.

Y encontró a Peabody en el piso inferior haciendo un registro de la sala de
estar masculina.

“Pensé en buscar en los espacios más personales,” empezó Peabody.

“Bien pensado. ¿Alguna cosa?”

“Más organización meticulosa, de manera que lo que esté fuera de lugar
resalta. Creo que faltan algunas cosas. Puedes ver que la víctima tenía un
montón de premios y fotos, o su foto con personas importantes. Pero lo que fuera
que estuviera en ese pedestal desapareció, y hay un par de espacios en aquellos
estantes. ¿Ves cómo todo está preciso? Todos bastante equidistantes entre ellos.
A excepción de esa placa de cristal y esa foto de matrimonio enmarcada.”

“Te entiendo. Algo había entre ellos, y entre ese tazón verdaderamente
horrible y ese otro tazón horrible.”

“Sí. Podemos suponer que lo que sea que estuviera allí llamó la atención del
asesino. Él no se tomó la molestia con, digamos, esta manta, hecha a mano de
seda batik, y probablemente valorada en varios miles. ¿Y esa lámpara? Es una
Terrezio con su firma. Eso cuesta alrededor de diez mil.”

“¿Por esa lámpara?” Boquiabierta, Eve miró la base dorada triangular, la
pantalla triangular con sus paneles de vidrio blancos y dorados. “¿En serio?”

“Por completo. Lo sé porque Mavis y yo fuimos con Nadine a esta elegante
subasta la semana pasada, y Nadine compró una. Consiguió la suya por ocho mil
quinientos, y a mí me gusta muchísimo más que esta, pero…”

Volviendo a quedarse boquiabierta, Eve meneó una mano. “¿Nadine compró
una lámpara por ocho mil quinientos?”

“Tiene que amueblar ese nuevo apartamento grandote.”

“¿Cómo es que soy amiga de cualquiera de ustedes? ¿Cómo puede ser
posible esto?”

“La de ella es realmente bonita, no chabacana como esta. De cualquier
manera, fue divertido echarle un vistazo a todas las cosas, y yo escogí algunas,
no es que realmente las haya comprado. Estaba literalmente asustada de tocar
cualquier cosa. Lo que estoy diciendo es que hay un montón de cosas que estoy
viendo aquí para llevarse que pueden valer muchísimo. Es un asalto bastante
raro que deja atrás decenas de miles con un cadáver.”

“Algunos se especializan. Uno viene por las joyas o los electrónicos.
¿Cuánta gente miraría esa lámpara y pensaría que vale diez de los grandes? Pero
tienes razón, es un asalto raro si esa era su meta.”

Eve miró con el ceño fruncido el espacio vacío en el estante. “Él fue
agarrando lo que le llamaba la atención además de vaciar las cajas de seguridad.
Tal vez es raro, tal vez sólo es una floritura. Vamos a dejar el resto de esto al
equipo forense por ahora. Tenemos a la jefa de cirugía del St. Andrew's y a su
esposo en la lista de invitados de anoche. Iremos a verlos primero, luego al
hospital, seguimos desde allí.”

Peabody recogió su abrigo de donde lo había dejado, empezó a envolver su
bufanda de una milla de largo alrededor de su cuello. “¿Están hechas las
notificaciones?”

“A los padres de la víctima, sí.” Eve se encasquetó su gorro del copo de
nieve mientras se dirigían a la salida. “Ambos conmocionados. Algunas
lágrimas, un montón de preguntas. Y lo que me dio la impresión de una especie
de distancia emocional.”

Se dio cuenta de que había olvidado el tremendo frío que hacía cuando la
primera ráfaga de viento la abofeteó. Caminó directa a su coche, estacionado
consideradamente en el bordillo. “Les pregunté a ambos cuándo fue la última
vez que hablaron con su hijo.”

Eve entró al coche, encendió la calefacción, y los calentadores de asiento.
“Café,” le dijo a Peabody. “Consíguenos un café.”

“No tienes que pedirlo dos veces.” Peabody de inmediato programó el
AutoChef de la consola para dos cafés: uno negro, otro regular.

“El padre me dijo que vio a Strazza hace tres años cuando vino a Nueva York
para una conferencia médica.”

“Ese es un largo tiempo entre visitas.”

“Sí, y con un poco de presión me dijo que se reunieron para almorzar.
Strazza hijo estaba muy ocupado, bla, bla. ¿La madre? Cinco años, cree ella.”

“Pero, ¿hace cuánto tiempo se casó Strazza?”

“Hace tres años. Ninguno de los padres fue invitado. Ninguno ha conocido a
la esposa. De nuevo, con un poco de presión, parece que la madre le había
preguntado específicamente a la víctima si podía venir a Nueva York, a pasar un
tiempo, llevar a almorzar a la nueva novia, lo que fuera. Demasiado ocupado.”

“Eso es bastante duro.”

“Tal vez eran unos padres de mierda. Tal vez uno o ambos abusaron o fueron
negligentes con él. Tal vez él era un hijo de mierda. Difícil de decir. Pero ambos
están viajando a Nueva York, dejando lo que sea que estuvieran haciendo para
venir aquí y ver lo que ha quedado de él, para ver a su viuda. De modo que me
inclino hacia el hijo de mierda hasta que me incline por algo diferente.”

“Eso es triste. Sé que sólo veo a mis padres, a mi familia, un par de veces al
año ahora, pero hablamos todas las semanas. Igualmente McNab con la suya.”

“Digamos que era un hijo de mierda y un esposo de mierda. Las
probabilidades son que si era así, él era una mierda en otras áreas.”

Peabody envolvió su café. “Y el asalto es una cubierta. Alguien lo quería
muerto.” Como consideraba eso una fuerte posibilidad, Peabody asintió. “Pero
entonces, ¿por qué golpear y violar a la esposa?”

“Para torturar a Strazza, tal vez para torturar a la esposa. Tal vez porque al
asesino le gusta golpear y violar mujeres. Investigaremos crímenes similares.”

Café, pensó Eve, contenta de que el tráfico estuviera lo bastante ligero para
que pudiera disfrutarlo mientras transitaban por las pocas manzanas hacia el
condominio de la doctorara. Lucy Lake y el doctor John O'Connor.

Se terminó el café mientras se estacionaba en el bordillo al frente del edificio
impresionantemente renovado. Se figuraba que el agradable golpe de cafeína
añadiría impulso para enfrentarse al portero en su uniforme verde bosque.

“No te emociones.” Le anticipó Peabody. “Lo investigué. Es propiedad de
Roarke.”

Ligeramente desanimada, Eve fue a agarrar la manija de la puerta justo
cuando el portero la abrió para ella. “Teniente Dallas, ¿en qué puedo ayudarla
hoy?”
Eve recordó que un portero cooperador le ahorraba tiempo, incluso si era un
aguafiestas. “Necesitamos hablar con los doctores Lake y O'Connor.”

“Pasen, no sigan enfriándose. Los llamaré y les diré que usted y la Detective
Peabody están aquí.”
Las guio hacia un elegante vestíbulo decorado en estilo Deco. Este olía, muy
ligeramente, a granadas.
Capítulo 3

LE TOMÓ al portero menos de dos minutos contactar con el apartamento


de los doctores, transmitir la información, y obtener la autorización.

“Apartamento 1800,” les dijo mientras las escoltaba hacia un elevador.
“Ellos las están esperando.”

Debido a que él estaba siendo tan servicial, Eve lo tanteó. “Lake y Connor.
Impresiones.”

Probablemente sopesando deberes y ética, él se rascó la nuca. “Bueno, han
estado en el 1800 cerca de diez años. Yo he estado aquí doce años. Con los
horarios de los doctores, de modo que hay un montón de llegadas tarde por la
noche, o salidas muy temprano. Aunque mayormente tienen unas palabras de
saludo. Tienen dos hijos adultos, un par de nietos, que los visitan bastante
regularmente. Nunca tuvieron ningún problema con ninguno de ellos. De hecho,
hace unos años cuando mi muchacho se cayó de cabeza de su deslizador y
estuvo en el hospital por un par de días, ambos fueron a verlo. Eso significa algo
para mí.”

“Vale. ¿Estaba usted de turno cuando llegaron anoche?”

“Llegué a las seis. Tenemos a la droide Denise de turno desde la medianoche
hasta las seis. Está en el almacén si quieren que la active. O podría llamar a Pete
a su casa. Él tuvo el turno nocturno.”

“Lo tendremos presente. Gracias.”

Subieron hasta el piso dieciocho en el suave y dichosamente silencioso
elevador.

“Es del estilo de Roarke,” comentó Peabody. “El edificio. Del tipo antiguo
con la eficiencia moderna. Y es algo significativo cuando las personas se toman
el tiempo para ir a ver al muchacho de su portero.”

“Tal vez. Veremos qué tienen que decir por sí mismos.”

El décimo octavo piso estaba tan silencioso como el elevador. Allí el aire
tenía el leve aroma de algo herbal, tal vez romero.

El apartamento 1800 estaba en la esquina norte. Las puertas dobles se
abrieron casi al mismo tiempo que Eve tocaba el timbre.

La mujer que las saludó era redonda, cuerpo, cara, incluso la bola de cabello
rubio pálido en lo alto de su cabeza. Llevaba pantalones de un azul brillante y
una camiseta con un estampado llamativo debajo de un mandil blanco
almidonado. “Teniente, Detective, pasen. Mi esposo es policía. El Sargento Tom
Clattery de la uno uno tres. Veintidós años. Y esperen a que le cuente quién vino
a la puerta temprano esta mañana. Tomen asiento.”
El ama de llaves siguió hablando mientras las conducía a una sala de estar
que era acogedora debido a una larga chimenea eléctrica construida en la pared
más alejada. “¿Desearían un café? Está fresco ya que los doctores justo están
terminando de desayunar. Nunca conocí a un policía que le dijera no a un café.”

“Nosotras no querríamos romper el record,” dijo Peabody de forma tan
alegre como ella. “Negro para la teniente, regular para mí.”

“Enseguida. Ahora tomen asiento y pónganse cómodas. Los doctores
vendrán en seguida.”

Se marchó, una bola de alegría sobre unos robustos zapatos negros.

“Bastante hogareño,” comentó Peabody. “Un par de doctores en un gran
apartamento en un elegante edificio del Upper East, pero es hogareño. Alguien
hace bordados,” añadió, tocando uno de los cojines de la tremenda variedad que
estaba dispersa sobres los sofás y los sillones. “Y realmente bien.”

Eve podía admitir que un sofá en el cual tu trasero se acomodaba bien,
calificaba como hogareño. Además, las fotos enmarcadas, chicos de varias
edades, fotos de vacaciones, posando durante las fiestas, encajaban en ello. Pero
había desarrollado el suficiente buen ojo para reconocer el arte importante en las
paredes y el elegante resplandor de unas cuantas antigüedades perfectamente
situadas.

De manera que hogareño, seguro, pensó, con una base de confortable
riqueza.

Los doctores llegaron juntos. Ella era alta y esbelta, su cabello corto y oscuro
alrededor de un rostro agudamente definido con unos ojos hundidos más grises
que verdes. Una complexión impecable sólo un tono más intenso que el adorado
café regular de Peabody. Aparentaba su edad, sesenta y tres de acuerdo a sus
datos oficiales, con tanto estilo como el elegante traje azul acero.

Él era más alto, más esbelto, con gruesas cejas negras sobre agudos ojos
azules. Había dejado que su cabello oscuro mostrara las canas en las sienes. Su
angosta perilla estaba salpicada de esas canas. Su traje gris humo
complementaba el de ella.

De hecho, pensó Eve, la apariencia de ambos y su lenguaje corporal
hablaban de unidad.

Lake puso su mano en el brazo de su esposo antes de dar un paso adelante.

“Teniente, Detective. Alice reconoció sus nombres. Ustedes son de
homicidios. No se trata de nuestros hijos.”

Antes de que Eve pudiera responder, pudiera tranquilizarlos, O'Connor tomó
la palabra. “Nos comunicamos con ellos tan pronto como Greg nos llamó.
Sabemos que todos están bien. ¿Quién no lo está?”

“Anthony Strazza.”

Lake soltó el aliento mientras se sentaba. “Acabamos de verlo anoche. Una
cena en su casa. Lo cual ustedes conocen, por supuesto.” Tomó aire, y lo volvió
a soltar. “Estuvimos allí hasta cerca de las once. ¿Johnny?”

“Sí, cerca de las once.” Ahora él se sentó a su lado. “De hecho, fuimos los
primeros en retirarnos. Tengo rondas esta mañana, y Lucy tiene una reunión
temprano.”

“¿Debería volver a programarla?”

“Esto no debería tomar mucho tiempo,” le dijo Eve.

“Yo…” Se interrumpió cuando Alcie entró con el carrito del café. “Alice,
¿podrías llamar a mi oficina? Dile a Karl que pase mi reunión de esta mañana a
una hora más tarde.”

“Haré justamente eso, no se preocupe. Ahora, hay un buen café negro para
usted, Teniente. Y el suyo aquí, Detective. Tendrán su segunda taza,” les dijo a
ambos doctores, vertiendo y sirviendo. “Regresaré en seguida a la cocina si me
necesitan para algo. No se preocupen,” repitió y se marchó.

“Si algo sucedió después que nos marchamos” Lake miró a su esposo
“alguien se hubiera comunicado con nosotros. Si algo le sucedió a Anthony
durante la cena.”

“Él fue asesinado después de la cena.”

“No entiendo cómo… oh, Dios, Daphne. Su esposa.” Con una mano
presionando su corazón, Lake se levantó a medias de su sillón. “¿También a ella
la asesinaron?”

“Está en el hospital,” le dijo Eve a Lake. “Vuestro hospital.”

“¿Su condición?” demandó O'Connor, mientras sacaba su enlace del bolsillo.

“Espere para contactarse con el hospital. Acabo de verificar su estado. Su
condición es estable, levemente sedada.”

“¿Quién la está atendiendo?”

“El doctor Delroy Nobel.”

La tensión en el rostro de O'Connor se relajó, y su esposa le frotó el muslo.
“Entonces está bajo un cuidado excelente,” dijo Lake. “¿Puede usted hablarnos
sobre sus lesiones? No hay nada que podamos hacer por Anthony,” añadió.

“Tendrán que obtener los detalles médicos de Nobel, pero puedo decirles que
la señora Strazza fue asaltada física y sexualmente.”

“Violada.” Los ojos de Lake se mantuvieron fijos, pero algo se endureció en
ellos.

Ellos obtendrían los detalles, pensó Eve, de modo que se los expuso. “Poco
después de las dos de esta madrugada, la señora Strazza fue encontrada cerca de
su hogar, deambulando fuera, desnuda, en shock. Había sufrido numerosas
contusiones y laceraciones, y estaba hipotérmica. El doctor Nobel la estabilizó.
Yo la entrevisté. Su memoria es irregular, pero declaró que había alguien en el
dormitorio principal cuando ella y su esposo entraron después de que se
marchara el último invitado. El doctor Strazza fue atado, la señora Strazza fue
violada repetidamente y atacada.”

“¿Ella vio quién hizo esto?” O'Connor cubrió la mano de su esposa con la
suya.

“Fue incapaz de describir o identificar al asaltante, y estaba demasiado
turbada para presionarla sobre ello en ese momento. Durante el asalto, el doctor
Strazza fue asesinado. La señora Strazza sufrió un golpe en la cabeza. Necesito
preguntar, para eliminar, ¿pueden ustedes verificar la hora en que regresaron a su
casa y verificar su paradero entre las once y media y las dos de la madrugada?”

“Nos retiramos a las once, como dijimos.” O'Connor se frotó la sien.
“Habríamos llegado a casa antes de las once y media. Creo que pasaban diez o
quince minutos de las once. Somos prácticamente vecinos. El video de seguridad
podría verificarlo, y podría verificar que no salimos de casa una vez que
llegamos.”

“¿Está bien si verifico el video?” preguntó Peabody. “Sólo para tacharlo.”

“Sí, sí. Alice puede llevarla.” Lake gesticuló. “¿Una invasión de su casa?”
continuó mientras Peabody salía. “Su casa parecía muy segura.”

“Estamos investigando. ¿Cuál era su relación con Anthony Strazza?”

“Éramos colegas. Yo soy su jefa.”

“¿Y ustedes socializaban?”

“Sí. Eso es parte de ser la jefa. Anthony era un cirujano brillante. Cirujano
Ortopédico. Sus talentos serán sumamente echados de menos.”

“¿Sólo sus talentos?”

“No tenía problemas con Anthony.” Ella habló cuidadosamente,
políticamente. “Respetaba sus habilidades. No éramos amigos, sino colegas.”

“Era un hombre difícil, Lucy,” dijo O'Connor cuando ella le lanzó una
mirada aguda. “Eso no es un secreto. Los cirujanos a menudo son difíciles.”

Él le apretó la mano mientras hablaba. “Era respetado, admirado por su
habilidad. No era particularmente popular.”

“¿No es particularmente del agrado de alguien?”

“¿Lo suficiente para matarlo?” Lake sacudió la cabeza. “Podría ver a una
docena quienes podrían tener un altercado, podrían intentar golpearlo en el calor
del momento. ¿Pero invadir su hogar, asesinarlo? ¿Atacar a su esposa? No.” Se
recostó en el sofá, volvió a sacudir la cabeza. “No. Y Daphne tiende a gustarle a
la gente. Sería fácil desdeñarla. La esposa trofeo joven y bella, casándose con el
estatus y el dinero. Pero ella simplemente no encajaba en ese modelo. Hay una
tímida dulzura en ella, y bondad. No presume, se pavonea o demanda.
Inicialmente iba de voluntaria al hospital una vez por semana en la unidad
pediátrica. Pero después de unos pocos meses, Anthony dijo que eso era
demasiado estresante para ella.”

“¿Lo era?”

“No podría decirlo. Lo que sé es que ella se ganó a un montón de escépticos
durante ese tiempo. Tiene una forma de ser tranquila, recuerda el nombre de todo
el mundo, los nombres de sus hijos. Ofrece fiestas adorables, y fielmente atiende
todos los a menudo tediosos eventos requeridos a la esposa de un doctor. No la
conocemos muy bien, nuevamente, no somos amigos, pero ella me gusta.”

“Igual que a mí,” confirmó O'Connor. “Es una dulce muchacha. Y, creo, que
está intimidada.”

“John.”

“Lucy,” le contestó él, en el mismo tono exasperado. “Usted preguntó si él
no era particularmente del agrado de alguien. Del mío. No era para nada de mi
agrado. Era frío, arrogante, egocéntrico. Alguien podría decir que era un
perfeccionista, lo que es un buen rasgo en un cirujano. Yo diría que demandaba
la perfección de forma autoritaria. Hay una diferencia.”

“Sí, la hay. Agradezco su franqueza. ¿Tenía él altercados con colegas,
personal, pacientes?”

“Altercados, sí. Incidentes, no,” dijo Lake con firmeza. “Trabajamos con
estrés, entre la vida y la muerte, todos los días. Los altercados se dan. Yo he
respondido a quejas, formales e informales, con respecto al comportamiento de
Anthony, su trato hacia otros doctores, internos, enfermeras, ordenanzas. Lo
mismo ha pasado con otros doctores del personal.”

Eve cambió de táctica. “Usted dice que a la mayoría les gustaba la señora
Strazza. ¿Podría alguien que usted conoce haber malinterpretado su bondad,
haber deseado más de ella?”

“¿Una aventura?” Las cejas de Lake se alzaron. “Absolutamente no. Créame,
ese es el tipo de rumor que corre como el vino en el hospital. Lo habría oído.”

“Volvamos a la cena. ¿Hubo allí algún problema? ¿Alguna discusión?
¿Cualquier tipo de tensión?”

“No. Fue una noche adorable.”

“¿Sabe usted quién dio el servicio de catering?”

“Mmm.” Lake frunció el ceño. “Me imagino que Jacko's. Le pregunté el año
pasado a Daphne a quiénes utilizaba, ya que la compañía que yo había utilizado
por años cambió de gerencia, y no estaba ofreciendo un buen servicio. Fue
Jacko's, reconocí a un par de camareros, ya que hemos utilizado Jacko's unas
cuantas veces desde entonces.”

Peabody regresó. Eve captó la señal, y finalizó la entrevista. “Agradecemos
su tiempo,” dijo mientras se ponía de pie. “Si se les ocurre algo más, por favor
comuníquense conmigo.”

Lake se puso de pie. “Por favor téngame al tanto de cómo, cuándo, podemos
hacer los arreglos para Anthony. Daphne puede que necesite ayuda en esa área.
No éramos amigos, pero yo era su jefa.”

“Entendido, pero sus padres están viniendo, así que…”

“Sus padres.” Las cejas de Lake se juntaron. “Tenía la impresión de que ellos
lo cortaron, no querían tener nada que ver con él.”

“Esa no fue la impresión que tuve cuando se lo notifiqué. ¿De dónde recibió
usted esa impresión?”

“Yo… Anthony me lo dijo. Cuando él se negó a postrarse ante cada uno de
sus deseos y caprichos, ellos dejaron de hablarle.”

Interesante, pensó Eve. “¿Qué hay acerca de su ex-esposa?”

“No la conocí muy bien. Era distante, más bien del tipo frágil. Ella… él dijo
que había intentado limpiarle las cuentas, y que había tenido demasiadas
aventuras. Huyó a Europa, creo. No puedo verificar nada de eso,” dijo Lake
rápidamente. “No interfiero en las vidas privadas de mi gente a menos que se
relacione con el trabajo. Pero Anthony fue claro sobre el divorcio, se tomó un
mes de licencia para poner en orden las cosas. No veo cómo eso podría ser
pertinente.”

“Información es información. Gracias de nuevo.”

Peabody esperó hasta que estuvieron de regreso en el coche. “Llegaron a
casa a las once y trece. Activaron las cerraduras. No hubo actividad hasta que
Alice llegó a las siete en punto. Ella los adora, por cierto. La estimulé algo. Es
familia, así es como piensan el uno del otro. Ha estado con ellos cerca de treinta
años. Sus impresiones de los Strazza no son tan afectuosas. No puede decir que
lo conoce, pero ha estado aquí en fiestas y ese tipo de reuniones. A él le gusta
que la gente se mantenga en su lugar, o su idea de lugar, de acuerdo con Alice.
Nada de conversar con el personal. Tu no sospechas de ellos.”

“No veo a O'Connor escabulléndose fuera de su casa, y entrando a
hurtadillas en la de ellos, atacando a la esposa, puedes ver que la aprecia. De una
manera paternal. No puedo verlo matando a Strazza y recorriendo el lugar
cogiendo artículos. Pero me dieron una descripción. Vamos a pasar por el
hospital primero. Te garantizo que los dos doctores no demorarán en llegar
detrás de nosotras.”

“¿Cuál es la descripción?”

“Strazza era un cabrón, que caía mal a la gente pero era respetado. Y muy
probablemente un tremendo mentiroso. Declaraba que sus padres cortaron con
él, lo cual no me creo. Y su ex-esposa tuvo demasiadas aventuras. ¿Un tipo
como Strazza? Sólo habría necesitado una. Vamos a querer hablar con la ex, y
con los padres. Tener algunos detalles más pequeños de la descripción.”

“Odio cuando la víctima es un cabrón.”

“Sucede.”

“Sí, sucede. Y eso aumenta la lista de sospechosos.”

“Puede hacerlo. El servicio de comidas es probable que sea Jacko's. Verifica
eso, y consíguenos una lista de quiénes trabajaron en la cena.”

“Puedo hacerlo.” Peabody sacó su enlace mientras Eve conducía al hospital.

Dos tazas de café ayudaron, pero Eve se preguntaba si simplemente podía
inyectarse directamente la cafeína. Esto era un hospital, después de todo. Odiaba
las inyecciones, pero la sufriría por una buena y fuerte sacudida.

Se abrió camino con su placa hasta la recepción de Emergencias, y después
de unos cuantos titubeos consiguió la sección y el piso adonde Daphne Strazza
había sido reubicada. Se abrió camino a esa recepción, otra vez mostrando su
placa.

Sí, se pondría la inyección.

“Tengo que contactar al doctor Nobel,” le dijo la enfermera.

“Por mí está bien, pero nosotras vamos a su habitación ahora. ¿Hacia dónde
está?, o simplemente me contonearé por allí con mi placa y arma hasta que
encuentre al oficial en su puerta.”

“Por ese corredor y a la derecha. Está en la 523.”

“Vale.”

“No estoy segura de poder contonearme,” comentó Peabody mientras
echaban a andar.

“No en esas botas de mariquita.”

“No son botas de mariquita.”

“Son rosadas y tienen pelusa. Esa es la definición de mariquita.”

Divisó al oficial en una silla fuera de la 523, jugando con su computadora
personal. Él oyó sus botas, que no eran de mariquita, en las baldosas y se puso
de pie.

“Teniente. Nadie a excepción del personal médico ha entrado o salido. La
enfermera la revisó hace cerca de diez minutos. Está despierta.”

“Bien. Siga en su puesto, Oficial. Solicitaremos a su relevo.”

Eve y Peabody entraron.
Daphne yacía en la cama, con la parte superior de su cuerpo ligeramente
elevada. Su color se veía casi normal, y el tratamiento médico había mejorado
muchos los moratones y la hinchazón de su rostro. Ella miraba inexpresivamente
por la ventana hasta que Eve se acercó a su campo de visión.

Daphne parpadeó. “Yo… la conozco.”

“Soy la Teniente Dallas. Yo la traje.”

“Sí. Con el hombre. Él tiene ojos azules. Recuerdo sus ojos azules.”

“Difícil olvidarlos. Ella es mi compañera, Detective Peabody.”

“Ah.” Daphne desvió la mirada. “Hola.”

“Señora Strazza.” Eve volvió a llamar su atención. “Lamento tener que
informarle que su esposo fue asesinado esta madrugada.”

Daphne continuó mirando con fijeza. “¿Asesinado? Pero él es muy
importante.”

“Su cuerpo fue encontrado en el dormitorio en el que usted fue atacada.”

Daphne yacía quieta, pero su respiración se aceleró. El monitor pitó más
rápidamente. “Pero…” Giró la cabeza, con sus ojos muy abiertos aún, pero
secos, mirando con fijeza hacia la ventana. “Yo no estaba muerta. Pensé… mi
esposo está muerto.”

“Lamento su pérdida, señora Strazza,” dijo Peabody.

“Mi esposo está muerto. Algo terrible sucedió. ¿Usted sabe lo que sucedió?”

“¿Lo sabe usted?”

Daphne cerró los ojos. Sus manos yacían quietas sobre las sábanas blancas,
como si estuviera dormida. “Es como mirar a través de una cortina. En algunas
partes es delgada, y puedo ver. En otras es gruesa, y no puedo. Siento como si
pudiera irme flotando, sólo ir flotando.” Abrió los ojos otra vez. “¿Estoy
flotando?”

“Son los medicamentos.”

“Se siente bien flotar. Se siente libertad. No puedo ver a mi esposo. No a
través de la cortina, no cuando yo floto. No puedo ver lo que le sucedió. Tal vez
no está muerto. Él es muy importante. Es muy fuerte. Es un cirujano muy
talentoso. Es—”

“Lo siento,” la interrumpió Eve. “Yo identifiqué su cuerpo.”

“Su cuerpo,” susurró Daphne.

“¿Qué es lo que ve? ¿Qué es lo que recuerda?”

“Al demonio. Pero no es el demonio. Es un hombre. ¿Cómo puede el
demonio ser un hombre? Creo que un hombre puede ser un demonio.”
“¿Cómo es el demonio?”

“Su rostro es rojo, rojo candente, y hay unos pequeños cuernos aquí.” Se
tocó la frente. “Tiene una sonrisa terrible. Creo que sus ojos son rojos, pero
luego creo que son amarillos. Las luces relampaguean, rojo y amarillo. Alguien
está gritando. Alguien está riendo. ¿Anthony? No, mi esposo no está riendo. No
está gritando. No puedo respirar, no puedo respirar.”

“Sí, sí puede.” Eve posó una mano en el hombro de Daphne mientras la
mujer daba un respingo jadeando. “Usted puede respirar. Nadie le está haciendo
daño ahora.”

“Pero duele. Duele.” Las lágrimas cayeron ahora, derramándose de aquellos
ojos muy abiertos. “Uno no puede alejarse porque él te trae de vuelta. Tuve sexo
con el demonio, y se siente arder y desgarrar. No quiero. No quiero tenerlo.”

“Él no puede tocarla ahora.” Eve bajó de un tirón la baranda de la cama, y se
sentó a un lado. “Él no puede llegar hasta usted ahora.”

“Me encontrará.” Daphne agarró el brazo de Eve, lo usó como palanca para
sentarse, y entonces aun sosteniéndose con fuerza, miró desquiciada alrededor de
la habitación. “Puede encontrarme. Puede encontrarme en cualquier parte.”

“No, no puede. No lo hará.”

“El me escogió. La puta del demonio. Lástima cuando él me hace su puta.
Quema. Tiene un resplandor rojo y arde.” Agarró con fuerza las manos de Eve, y
habló en un susurro. “Si uno suplica, si uno lucha, él hará que duela más.”

“Usted está a salvo aquí.”

Daphne colapsó en la cama, cerrando los ojos mientras las lágrimas rodaban
por sus mejillas. “No hay ningún lugar seguro.”

Del entró corriendo. “Oiga. Deténgase,” le espetó a Eve, entonces posó
suavemente la mano en la mejilla húmeda de Daphne. “Todo está bien ahora.
Todo está bien. ¿Me recuerda?”

Ella abrió los ojos y lo miró. “Usted es el doctor. Usted es noble.”

“Ese es mi nombre. Quiero revisarla, ¿está bien? Ver cómo está.” Miró hacia
atrás cuando una enfermera ingresó. “Y esta es Rhoda. Me va a ayudar con el
examen.”

“¿Usted tiene que tocarme?”

“Seremos cuidadosos. Lo prometo.”

Rhoda se acercó, y sonrió. “El doctor Nobel es un encanto.”

“Aw,” dijo él.
“La ha estado cuidando. Va a seguir cuidándola.”
“Si el demonio viene…”

“La policía no permitirá que el demonio entre aquí. Ni tampoco el doctor
Nobel.”

Del miró a Eve sobre el hombro. “Denos un minuto.”

En el corredor, Eve se puso a pasear. “Que venga el nuevo relevo.”

“Ella está de camino. Pensé, bajo las circunstancias, en un oficial femenino.”

“Sí, sí, está bien. Ella no está fingiendo.”

“No, no lo está haciendo. ¿Alucinógeno?”

“Veremos lo que dice Nobel. Ellos hicieron un toxicológico. Tal vez usó una
máscara, o maquillaje. Haciéndose ver como un demonio. Mira si puedes
encontrar asaltos, asesinatos, violaciones, allanamientos en donde el perpetrador
se disfrazó como un demonio.”

“Me pondré a ello. Pero los ojos… ¿rojos o amarillos?”

“Podría habérselos coloreado. Podría haber traído su propio juego de luces,
rojo y amarillo intermitentes, para añadir al trauma y la confusión. O está tan
jodida por todo esto que sólo lo ve de ese modo.”

“Sí. Y el pene rojo brillante, puedes conseguir condones con todo tipo de
brillos o resplandores o…”

“Estoy al tanto sobre los condones, Peabody. Tal vez ella vio sus manos. Si
no llevaba guantes puede que sea capaz de decirnos la raza. Necesitamos…”

Ella se interrumpió cuando Nobel salió de la habitación.

“No puedo dejar que usted la presione de esa forma. Está débil y frágil en
este momento.”

“No estaba presionándola. No es mi primera vez con una víctima de
violación. Tenía que notificarle que Anthony Strazza fue asesinado.”

“¿Asesinado?” Del retrocedió un corto paso. “¿Está muerto?”

“Eso es lo que sucede cuando eres asesinado.”

“Jesús.” Frotándose la nuca, Del cerró los ojos. “Cristo Santo.”

“Ella recuerda algunas cosas, y lo que recuerda es sobre ese asunto del
demonio. ¿Toxicológico?”

“Limpio.” Después de sisear entre dientes, Del abrió los ojos. “Nada de
ilegales, ninguna droga en absoluto. No hay ADN del asaltante. Se selló ahí, hijo
de puta.” Soltando un segundo siseo, Del se pellizcó el puente de la nariz. “No es
mi primera vez, tampoco, pero ella tocó una fibra sensible. Dios, Strazza. Mire,
necesito café. La sala de descanso está aquí cerca.”

Él se dio la media vuelta, y comenzó a caminar.

“¿Usted se ha quedado toda la noche?”

Del se encogió de hombros. “Me eché una siestade un par de horas. Ella me
conoce, o me recuerda lo suficiente, confía en mí hasta donde puede. De manera
que necesito estar cerca hasta que esté más estabilizada.”

Las hizo pasar a una sala no tan diferente a la sala de descanso de su propia
división. Esta olía no muy diferente. A café malo y fatiga.

“¿Quieren?”

Eve estudió el dilapidado AutoChef. “Absolutamente no.”

Riéndose a medias, él miró a Peabody, quien le dio una firme sacudida de
cabeza. “Sólo yo entonces. Este es el caso, y disculpe toda la jerga médica. A
ella le sacaron la mierda a golpes, la violaron, la estrangularon, la cortaron,
aterrorizaron, y le dieron un golpe en la cabeza. Su cerebro está bastante
revuelto.”

“Creo que puedo entender algo de las complejidades de su jerga médica.”

“Bien.” Él tomó un sorbo de café, y dijo, “Alabado sea Jesús,” volvió a
beber. “Añada la hipotermia. Su memoria de los acontecimientos que sucedieron
en su casa está confundida, y faltan algunas partes. Algunas partes puede que
sigan faltando. No sólo se trata del trauma físico, el golpe en la cabeza, la
hipotermia, también es un escudo emocional. Y ahora qué sé que su esposo
probablemente fue asesinado en frente de ella, sospecho que ese escudo en este
punto es grueso y macizo. Su mente bloquea lo que no puede manejar.”

“Soy consciente de ello,” dijo Eve con serenidad. “No necesito su
conferencia sobre traumas. Yo he sido policía más tiempo del que usted ha sido
doctor.”

Él la estudió sobre el borde de su fea taza gris. “No lo sé. Yo hice mi debut
jugando al doctor con Cassie Rowling. Teníamos seis años.”

“Eso no es vocación. Es ser un pervertido.”

“Un niño de seis años no puede ser un pervertido.”

“Las semillas están allí.”

Él volvió a reír. “Usted me gusta. No llegué a ver el video o a leer el libro.
Yo solía ver videos y leer libros,” dijo con melancolía. “Pero indagué sobre
usted. ¿Usted sería Peabody?”

“Sí, gusto en conocerlo.”
“Usted me gusta sólo por esta conversación. Me gusta por traer al hospital a
una mujer en apuros. Pero de verdad me gustan ambas después de indagar sobre
ustedes. Sé que Daphne está en buenas manos con ustedes. Pero está en mis
manos primero. Tiene que estarlo. Para añadir más jerga médica complicada:
Ella es un jodido desastre. Vamos a ayudarla, y ella se fortalecerá y se
estabilizará. Sólo les estoy pidiendo que no la presionen.”

“¿Cuánto más fuerte y estable estará cuando sepa que el bastardo que le hizo
esto, que asesinó a su esposo, está en una celda?”

“Usted tiene un buen punto. Intentemos esto. Ambos haremos lo que
hacemos. Trataré de ser más tolerante. Y usted es más tolerante con Daphne.”

“Puede estar de acuerdo con eso. Estamos dejando a un policía en su puerta.
Ella debería de saberlo. Puede que la ayude.”

“Oficial Marilynn Wash,” dijo Peabody echando un vistazo a su enlace.
“Acaba de presentarse. Estará de turno ocho horas, luego su relevo, ya en espera,
es Karen Lorenzo, seguida en otro turno de ocho horas por Zoey Russe.”

“Todas chicas policías. Buen toque.” Del echó un vistazo a su unidad de
muñeca, vertió más café en su taza. “Tengo que darle a Daphne algo para
tranquilizarla. Tiene un tiempo difícil con los exámenes. Denle unas pocas horas,
¿vale? No va a recordar nada más en este momento. Y yo necesito tranquilizarla
para que hable con un terapeuta en violaciones. Añadiendo ahora un terapeuta de
duelo.”

“Yo tengo a uno disponible que puede servir como ambos.”

“No quiero a algún…”

“La doctora Mira.”

La mirada defensiva en su rostro desapareció. “¿La doctora Charlotte Mira?”

“Eso es correcto. ¿Objeciones?”

“No sólo ninguna, sino que estaría agradecido por ella.”

“Ella se contactará con usted. Prográmelo. Si cualquiera de estas partes
faltantes aparece, quiero saberlo lo antes posible.”

“Usted las tendrá. Yo mismo me sentiré muchísimo mejor cuando el bastardo
que hizo esto esté en una celda.”

Con un asentimiento, Eve lo dejó bebiendo otra taza de ese café terrible.

“Consígueme un encuentro con Mira,” le dijo a Peabody mientras echaban a
andar. “Y mira quién en la división puede manejar algunas entrevistas. Las
probabilidades de que sea un invitado de la cena son bastante escasas en este
punto, pero tienen que ser cubiertos. Nosotras nos encargaremos del servicio de
catering.”

“En ello. Oye, espera, espera. Conseguí algo en los crímenes parecidos.”
Apresurándose para mantener el paso, Peabody estudió su pantalla. “Tenemos un
par de asaltos, violaciones, palizas. Un asunto dentro de la casa, igual a este. El
primero fue el verano pasado, y las víctimas dijeron que él parecía Drácula. El
segundo el Noviembre pasado. Describieron al asaltante como un espíritu
maligno.”

“¿Máscara o maquillaje?”

“No están seguros en ambos casos. Y en ambos casos él ató al hombre, lo
golpeó con los puños y una cachiporra, golpeó y estranguló a la mujer, y la violó.
Reprodujo efectos de sonido. Lobos aullando en el primero, gritos y traqueteo de
cadenas en el segundo. Añadió luces en el segundo. Una luz estroboscópica.”
Peabody alzó rápidamente la mirada mientras se acercaban al elevador. “Tenía
un cuchillo en el segundo ataque, cortó un poco a ambas víctimas, amenazó con
cortarles la garganta si el hombre no le daba la combinación de la caja de
seguridad, y si la mujer no gritaba que él era el mejor. Que quería más. Dejó
vivas a todas las víctimas, soltándolas, lo indica la evidencia, él se llevó el
contenido de la caja de seguridad, y otros artículos, y violó a la mujer una última
vez.”

“¿Quién está en el caso?”

“Los Detectives Olsen y Tredway, Unidad Special.”

“Ponte en contacto. Necesitamos todo lo que tengan.”
Capítulo 4

EL TRÁFICO mañanero se complicaba con maxi buses repletos


entorpeciéndolo, taxis y coches avanzando lentamente a lo largo de las negras
carreteras, y los peatones inundando las aceras.

Los dirigibles publicitarios dejaban oír a todo volumen sus incesantes
anuncios. Su enfoque actual eran las ofertas para el Día de San Valentín.

Eve no lo entendía, simplemente no lo entendía. ¿Quién diablos decidió que
se suponía que todo el mundo enloqueciera con el romance y con la compra de
regalos en un día de febrero escogido al azar? ¿Acaso todo el mundo no acababa
de enloquecer con la compra de regalos y la alegría de Diciembre?

¿Cuándo acabaría esto?

Cuando lo expresó, gruñendo al pasar a través del siguiente embrollo
vehicular, Peabody le lanzó una mirada muy, muy triste.

“Pero esto es para los enamorados.”

“Oh, tonterías. Es sólo otro fraude diseñado para que los restaurantes y las
tiendas puedan engatusar a las personas para que gasten su dinero en costosas
cenas, montones de flores, y las joyas resplandecientes que algún pobre estúpido
compra a crédito pensando que tendrá suerte en acostarse con alguien. Si quieres
festejar con tu enamorado, quédate en casa y ten sexo hasta que pierdas la
cabeza.”

“Es más agradable hacer eso después de una salida nocturna especial.”

“Come en la cama, y ten más sexo. Tuve este caso hace unos años. La pareja
estaba celebrando el Día de San Valentín a todo dar, cena y baile en el Salón
Arco Iris.”

“Romántico, clásico.”

“Sí, y mientras el tío está gastando cerca de dos de los grandes en unos
costosos medallones de cerdo, la mujer va al baño. Mientras está allí, su enlace
timbra, lo dejó o lo olvidó en el asiento de su reservado, y él le echa un vistazo.
Resulta que es un texto de un tipo con el que ella tuvo un romántico almuerzo
servido en la habitación además de practicar sexo en el hotel con el mismo tipo
esa misma tarde. De manera que el marido se pone a investigar, encuentra
montones de textos sexys entre su esposa y el tipo del hotel en donde se reían un
par de veces del despistado marido y de su actuación inferior al follar.”

“Auch.”

“Así que…” Eve divisó su oportunidad, se desvió hacia el bordillo en frente
de un enorme camión de reparto, el cual expresó su fastidio con un bocinazo.
“Esta empresa de catering debería a estar cerca de manzana y media hacia el
oeste.”
Se apeó y, después de chequear el tráfico, Peabody se las arregló para salir
rápidamente del lado del pasajero y pasar apretujándose entre parachoques hacia
el bordillo.

“¿Qué hizo el marido?”

“Pidió la cuenta y la firmó. Cuando la esposa regresó, él le dio el enlace, dijo
Feliz Día de San Valentín, perra, y la apuñaló en cuello con su cuchillo de la
cena.”

“Santa mierda. ¿La mató en el mismo Salón Arco Iris?”

“Tenían una mesa en la esquina con velas encendidas. Nadie reparó en esta
mujer desangrándose mientras su esposo se bebía el resto del champagne. Que
eso sea una lección para ti.”

“¿Para mí?”

“Quédate en casa y tírate tus polvos.”

Peabody habló con la voz amortiguada por su bufanda, y le lanzó una mirada
dudosa. “Te inventaste todo eso.”

“Elina y Roberto Salvador, 2055 o '56, no estoy completamente segura.
Puedes echarle un vistazo.”

En el minuto que ingresaron en Jacko's, el aroma de la levadura y el azúcar
las asaltó. Peabody gimió audiblemente.

“No sabía que era una pastelería.” Peabody cerró los ojos, inhalando el
aroma. “No lo sabía.”

No era sólo una pastelería, notó Eve. A través de una abertura lateral, se
divisaban en la oscuridad mesas y sillas, un bar y un podio para la anfitriona.
Pero aquí, en esta sección, las luces estaban encendidas y resplandeciendo en
exhibidores de vidrio que contenían bollos y pasteles, tartas de café y panes
glaseados con una cobertura blanca.

El personal de blanco embolsaba, metía en cajas y cobraba las ventas con
rapidez. Los clientes esperaban mientras otros se marchaban llevándose aquellas
fragantes bolsas y relucientes cajas.

“Límpiate la baba de la barbilla,” le aconsejó Eve, caminando hacia el
extremo del mostrador en donde una linda chica como de veinte años armaba
más cajas.

“Necesito hablar con quién sea que esté a cargo.”

“Lo siento, señora, si hay un problema, yo…” Fue dejando de hablar, con los
grandes ojos azules agrandándose más cuando Eve puso en alto su placa. “Oh.
Oh, Dios. Deme un minuto, ¿está bien? Sólo un minuto.”

Salió disparada a lo largo del mostrador y pasando a través de unas puertas
de vaivén.
“Sé que tú personalmente puedes estar días sin una buena comida, lo cual no
tiene sentido ya que no tienes almacenada grasa corporal, pero yo necesito
comer.” Peabody soltó el aliento. “Me iba a conformar con una barra de yogurt y
un enrollado de huevo de un carrito ambulante o de una máquina expendedora,
pero caray.”

“Compra algo cuando hayamos terminado la entrevista.”

“Tienen bollos de canela,” dijo Peabody con reverencia. “Pegajosos bollos de
canela.”

“No te quejes de tu propio bollo pegajoso después de que engullas uno.”

“No están para ser engullidos, los pegajosos bollos de canela, sino para
saboreados.”

La jovencita bonita regresó apresuradamente. “Señora,” empezó ella con un
susurro, “Jacko no puede salir de la cocina en este momento, así que ¿si usted
pudiera ir allí detrás?”

“Seguro. Nosotras iremos ahí detrás.”

Dirigidas por la muchacha, caminaron a lo largo del mostrador. Al otro lado
de las puertas de vaivén los olores de los hornos tenían al reputado cuerpo sin
grasa de Eve gimiendo en voz alta.

Al lado de una pared de hornos en funcionamiento, divisó una especie de
batidor casi tan grande como la mujer que lo manejaba, una línea de gabinetes de
acero inoxidable, lo que a ella le pareció un inmenso refrigerador, y estantes
llenos de bandejas e ingredientes.

Ante una encimera, un hombre con un kipá utilizaba alguna especie de
herramienta para añadir diminutos pétalos y hojas a un alto pastel. Ante otra, una
muchacha utilizaba una herramienta diferente para estrujar masa sobre una
bandeja llena de moldes.

En el centro de todo esto, ante una isla, un hombre grande de anchos
hombros que llevaba un gorro y un delantal estiraba con un rodillo la masa
mientras cantaba acerca de ir de fiesta para disfrutar al máximo. Tenía la voz
como una sirena en niebla.

“¿Tío Jacko? Aquí está la policía.”

“¿Eh? Ah, muy bien, muy bien. Eres una buena chica, Brooksie. Regresa
afuera.” Aun estirando la masa con el rodillo, él les hizo un ademán con la
barbilla a Eve y a Peabody. “Acérquense. Nos estamos quedando cortos con los
bollos como siempre. Tengo que ver las placas.” Él trabajaba mientras las
examinaba, asintiendo. “De acuerdo, ¿en qué puedo ayudarlas?”

“Usted dio el servicio de catering en una cena anoche.”

“Tuve cuatro eventos anoche, dos cenas. ¿Cuál de ellas?”

“Anthony y Daphne Strazza.”

“Ah, la señora Strazza. Un encanto, sabe planear sus fiestas. Sí, dimos ese
servicio. Cena para cincuenta. Un aperitivo servido en la sala de estar,
medallones de langosta en salsa picante. En el comedor principal, ensalada
caliente, vieiras asadas, judías verdes y pimientos en una vinagreta de nuez con
un plato principal de entrecot…”

“Entendido. No necesitamos el menú.”

“Suena increíble,” dijo Peabody, haciéndolo sonreír mientras untaba
mantequilla sobre la masa extendida.

“Si vas a comer, deberías comer bien.” Desde un tazón él espolvoreó una
mezcla, Eve podía oler la canela y el azúcar, sobre la mantequilla. “¿Cuál es el
problema?”

“Los Strazzas fueron atacados por un intruso después de la cena.”

Su mano se detuvo a medio espolvorear, y toda la relajada ligereza
desapareció de su rostro. “¿Ella está bien? ¿La señora Strazza? Quiero decir,
¿ellos están bien?”

“La señora Strazza está en el hospital y está estable.”

“¿En qué hospital? ¡Gula!”

La mujer de la batidora alzó la vista frunciendo el ceño. “En un minuto,
Jacko.”

“Gula, la pequeña señora Strazza fue lastimada. Está en el hospital.”

“¡Oh, no!” Ella se acercó apresuradamente y se paró a su lado. Su cabeza
apenas le llegaba al esternón. “¿Qué sucedió?”

“Ellas son policías, y están diciendo que ella fue atacada. Ellos, quiero decir.
¿El señor Strazza también?”

“Sí. Él está muerto.”

Eve lo dijo llanamente, observando las reacciones.

Ella vio el shock en ambos mientras la mujer aferraba el grueso brazo de
Jacko. “Ah, bueno, ¡Dios! ¿Cuándo? Ambos estaban bien anoche.”

“¿Usted trabajo en la cena?” le preguntó Eve a Gula.

“Ambos lo hicimos. La señora Strazza siempre nos pedía que estuviéramos
los dos allí. Jacko maneja la cocina, yo manejo a los camareros.”

“Después de la cena,” dijo ella. “Un intruso.”

“Ese lugar es como una bóveda.” Gula sacudió la cabeza. “Nunca nada es
seguro, ¿verdad? Ah, esa pobre chica. ¿Cuán mal ha sido lastimada?”

“Se pondrá bien” fue todo lo que dijo Eve. “¿Pueden ambos decirnos a qué
hora se marcharon de la residencia Strazza, y adónde fueron? Necesitamos
establecer una línea de tiempo.”

“Servimos el croquembouche justo cerca de las diez, diez y cuarto, ¿no es
así?” Gula se frotó la sien. “Con las mentas, el café y el licor. Jacko y yo nos
marchamos alrededor de las diez y media y fuimos a casa.”

“¿Juntos?”

“Hemos estado casados veinticinco años, de modo que vamos juntos a casa,”
le dijo Jacko a Eve. “Dejamos a Xena, nuestra hija, y a Hugh, nuestro sobrino, a
cargo. Ella está en el mostrador al frente, pueden hablar con ella, pero dijo esta
mañana que ella y Hugh se marcharon alrededor de las once, o las once y cuarto,
dejaron a cargo a los droides de la casa. Todavía había invitados cuando se
fueron, dijo ella.”

“Vamos a necesitar una lista de sus empleados, de los que trabajaron en la
cena.”

“Por supuesto.” Sacudiendo la cabeza, Jacko comenzó a enrollar la masa en
un rollo apretado. “Pero puedo decirles que nadie que trabaje para nosotros
dañaría a alguien.”

“Esa es la verdad.” Gula le dio palmaditas en el brazo. “Pero les traeré una
lista.”

“Nosotros trabajamos en un montón de casas lujosas y en zonas de eventos,”
continuó Jacko y, cogiendo un cuchillo de apariencia letal, cortó el rollo en
tajadas.

La muchacha que había estado llenando los moldes le trajo una cacerola.
“Coordinación perfecta,” dijo.

“Gracias, cariño. Ella no trabajó en la cena,” añadió cuando ella se había
alejado, entonces vertió algo que olía obscenamente delicioso en la cacerola.
“Tengo que confiar en los que trabajan para mí, de manera que tengo que
conocerlos. Muchos de los que lo hacen son familia. Y nadie trabaja en un
evento para Jacko's hasta que estén entrenados. He estado haciendo esto más de
quince años. Nunca tuve un empleado que siquiera se llevara una servilleta de un
cliente. Nadie que trabaje para mí y Gula va a hacerle daño a alguien.”

“Puede que ellos tengan impresiones, podrían haber visto algo, a alguien.
Usted podría haberlo hecho,” añadió Eve.

“Mayormente yo me quedo en la cocina.” Él cubrió la cacerola con un paño.

“¿Y usted conoce a todos los que trabajaron en el evento? Cada camarero,
cada cocinero, cada aparcacoches.”

“A todos. También conozco a muchos de la lista de invitados. No a todos,
pero más que a unos pocos. Profesionalmente. El doctor Hannity se escurrió a la
cocina. Hicimos la boda de su hija hace un par de años. Tenía una cerveza y
algunos aperitivos. Y la señora Wyndel vino un ratito. Nosotros cubrimos todos
sus eventos. Quería hablarme acerca de una fiesta el próximo mes, un baby
shower para su sobrina. Cosas así,” dijo con un encogimiento de hombros.
“Además de eso, no soy mucho de departir. Odio las fiestas.”
Eve se rio antes de poder evitarlo. “Yo también. Pero supuse que a usted le
encantarían.”

“Me gusta cocinar y hornear.” Se limpió una manaza en su mandil. “Bien
puede uno ganarse la vida haciendo lo que le gusta.”

“De acuerdo.”

Él se encaminó hacia otra encimera, levantó una bandeja de bollos de canela
enfriándose. “Tengan una muestra.”

“Compraremos algunos cuando estemos saliendo,” le dijo Eve. “No se nos
permite… tomar muestras.”

Él bajó las cejas, señalo con un dedo dos de los bollos. “Estos dos no son
para la venta. No estoy seguro de que alcancen mi nivel de calidad. Me gustaría
vuestra opinión.”

“Dallas, me estoy muriendo aquí.” Flanqueada por las fruncidas cejas de
Jacko y los implorantes ojos de Peabody, y asaltada por los aromas, Eve se
rindió.

“Bien. Está bien.” Ella cogió un rollo, le dio una mordida. Y quiso llorar.
“Terrible,” dijo dando otra mordida. “No sé cómo puede usted mantenerse en el
negocio sirviendo algo como esto. Debo de confiscar todo el grupo.”

“Lote,” dijo él, sonriendo ampliamente. “Voy a empaquetar estos. Llévelos
con usted.”

“En serio, no podemos…”

“Claro que pueden.” Dijo él con fiereza, y entonces Eve captó el leve
destello de lágrimas cuando agarró una caja. “Ustedes hacen su trabajo, yo hago
el mío. Me gusta esa chica. Tengo una hija casi de la misma edad. No sé qué
haría si alguien la pusiera en el hospital.”

Eve esperó un momento. “Pero a usted no le gustaba Anthony Strazza.”

“No lo conocía realmente. Yo trabajaba con ella.” Entonces se encogió de
hombros. “No me gustaba mucho. Él podía mirarte con ojos fríos. Algunas
personas piensan que si las alimentas o haces algo por ellas, eres inferior. Él era
así. Ella no lo es. Le tenía miedo.”

“¿Por qué dice eso?”

“Usted quería impresiones, ¿no es así? Hace más o menos un año, nosotros
estábamos trabajando en los detalles, el menú para una fiesta. Sentados en el
comedor de su casa con gráficos, listas, y las muestras de postres que había
llevado. Tomando café. Pasándolo bien y ella se estaba riendo. El entró y lo vio.
Sólo por un segundo vi temor en los ojos de ella. Lo cubrió, se puso en pie de un
salto, recordándole a él quién era yo, qué estábamos haciendo. Toda radiante y
alegre. Pero sus dedos estaban temblando cuando extendió la mano para agarrar
uno de los gráficos en los que habíamos trabajado.” La boca de Jacko se tensó.
“Nunca volvimos a reunirnos así otra vez. Mayormente planeábamos las cosas
vía enlace o por correo electrónico.”
La mujer que había estado cobrando las ventas entró a través de las puertas
de vaivén, estudió a Eve y a Peabody. “Mamá dijo que le diera a la policía este
disco.” Lo sacó del bolsillo. “Tiene los nombres, números de contacto,
direcciones de todos los que trabajaron en el evento de los Strazza. Y cuánto
tiempo han trabajado para nosotros, y si son de la familia.” Miró a su padre.
“Mamá me está cubriendo en el mostrador. Se supone que debo hablar con la
policía.”

Inclinándose, Jacko le dio un beso en la coronilla. “No es nada de lo que
preocuparse, nena.”

“¿El doctor Strazza fue asesinado? ¿Y la señora Strazza está herida?” Xena
tenía los mismos ojazos azules que su prima, y un manojo de cabello castaño
veteado de dorado debajo de su gorro blanco. Sacó una brillante botella roja de
agua del bolsillo de su mandil y bebió. “Simplemente no puedo creerlo. Pero no
podríamos haber sido ninguno de nosotros. Quiero decir, ninguno de nosotros
podría nunca… además, todos se marcharon antes que Hugh y yo. Todos
nosotros, quiero decir.”

“¿Está segura de ello?”

“Conozco a todos los de esa lista. Mi hermano está en ella. Él trabajo
atendiendo el bar, y se marchó antes del postre. Nat y yo servimos el postre, y
luego la envié a casa. Todo el personal de cocina a excepción de Elroy se marchó
durante el postre. Y él se fue con Nat. Teníamos a Bryar, Zach y Hugh como
aparcacoches, Hugh servía de corredor. Lo que quiero decir es que él trabajaba
en donde fuera que se le necesitara. Hugh me dijo que Zach y Bryar se fueron
juntos, caminando hacia el subterráneo. Incluso en un buen vecindario, a Papá
no le gusta que ninguna de las chicas se vaya a pie sola después de un evento.
Lacy trabajó en el bar con Noah, mi hermano, y se fue con Rachel, Trevor y
Marty, personal de cocina. Rachel, Trevor, Marty y yo vivimos juntos. Todavía
estaban levantados cuando llegué a casa.”

“Muy bien. ¿Notó usted algo, mirando hacia atrás, algo que pareciera
extraño?”

“Francamente, no. Uno realmente tiene que mantenerse alerta cuando se está
atendiendo una cena para cincuenta personas sentadas y con variedad de platos.
Servimos el primer plato en la sala de estar, y preparamos la mesa del comedor
mientras eso estaba siendo servido. Levantamos el servicio del primer plato
mientras el principal estaba siendo servido, asegurándonos de que era ofrecido el
vino adecuado, que las copas fueran llenadas. La señora Strazza tenía una lista a
seguir, así que ahí estaba eso. Entonces todo regresó a la sala de estar, pero sin
las mesas y las sillas, para el postre.”

“¿Qué quiere usted decir con sin las mesas y las sillas?”

“Bueno, no las mesas y sillas de ella. Las alquiladas, para el elegante primer
plato.”

“¿Qué compañía?”

“Estrella Solitaria,” dijeron juntos el padre y la hija.
“Hemos hecho eventos con ellos durante años,” continuó Jacko. “Son
sólidos.”

“¿Cuándo trajeron lo alquilado y cuándo se lo llevaron?”
“Las trajeron cerca de las cinco,” le dijo Xena. “Yo estaba allí para
supervisar la instalación. Nat y yo hicimos la decoración de las mesas, con la
señora Strazza. A ella le gusta involucrarse en eso. Las recogieron a las ocho y
media. Nosotros las despejamos y ellos entraron. Dentro y fuera en cerca de diez
o quince minutos.”

“¿Conocía usted al equipo?”

“Eh… en su mayoría. Quiero decir… no estoy segura. Estábamos tan
ocupados.” Miró a su padre. “Oh, Papá.”

“Tú no te preocupes.” Él rodeó la isla y la atrajo hacia él. “No te preocupes
por esto.”

“Él tiene razón,” dijo Eve. “¿Recuerda cuántos había en el equipo de lo
alquilado?”

“Cuatro… no, cinco. Cinco. Conocía a un par de ellos. Pero estaba ocupada,
simplemente no tenía tiempo para pensar en ello.”

“Si usted recuerda cualquier otra cosa, contácteme o a la Detective Peabody.
Agradecemos su tiempo, y la ayuda. Y todo lo demás.”

Frotando la espalda de su hija, Jacko miró por encima de su cabeza. “¿La
señora Strazza puede recibir visitas?”

“No podría decirlo en este momento.”

“¿Podemos hablar con su doctor, ver si podemos enviarle alguna sopa?”

“Delroy Nobel en el St. Andrew's. Usted hace lo que hace, Jacko,”



* * *

En la calle, Peabody se encogió dentro de su abrigo. “Si pudiera permitirme que
me hicieran servicio de catering, sé a quién podría utilizar.” Toqueteó la tapa de
la caja que llevaba. “Eran unos bollos pegajosos bastante increíbles. ¿Estás
llevándolos a la Central?”

Lo consideró. “Separa uno.”

“¿Te vas a comer otro?”

“No. Separa uno. Roarke se ha ganado uno.”

“Aw. Ves, para ti, todos los días es San Valentín.”

“Oh, sí, soy una tonta romántica 24/7. Sólo separa uno, diablos, separa dos,
uno para McNab. Séllalos en bolsas de evidencia. Y busca en dónde está
Alquileres Estrella Solitaria.”

“¿Siguiente parada?”
“Tiendo a pensar que Jacko tiene una mano firme en su gente. No es que uno
no pudiera enloquecer. Pero con ataques similares, es más probable que sea un
criminal serial. No veo a Jacko y a Gula siendo engañados mucho tiempo. De
modo que la compañía de alquiler es la siguiente. Hablaremos con el resto del
personal del servicio de catering, pero haremos que vengan hacia nosotras
después de la compañía de alquiler y la morgue.”

“Correcto. Espera. Hoy es Domingo.”

“¿Y qué?”

“La compañía de alquiler debe de estar cerrada. Voy a verificar.”

“Si lo está, encuentra al dueño, al gerente, quien sea que nos pueda dar los
nombres de quienes hicieron este trabajo.”

“En ello.” Pero primero, sacó dos bolsas de evidencias del equipo de campo
del maletero. Una vez que los bollos estuvieron seguros, Peabody comenzó a
trabajar con su computadora personal.

“Abiertos los Domingos sólo por encargo. Voy a encontrar al gerente.”

“Hazlo. Entonces, primero la morgue.”

“Oh, qué alegría. La tengo.”

Peabody se acomodó para la travesía. “¿Quieres que la contacte… a la
gerente?”

“Empieza por allí. Consigue los nombres.”

Mientras Peabody se ponía a trabajar, Eve dejó que su mente jugara con lo
que había reunido.

Daphne gustaba. Strazza disgustaba. Daphne interactuaba, le gustaba
involucrarse en los arreglos, tomaba café con el proveedor del catering, fue
voluntaria por poco tiempo en el hospital. Strazza era frío, arrogante. De modo
que era un marido mayor y más adinerado, uno demandante y dominante.

Si Jacko tenía razón en el destello de temor, ¿podrían añadir abusivo a esa
lista?

Utilizó la computadora de su consola para hacer una investigación por su
cuenta mientras Peabody hablaba con la gerente de la compañía de alquiler.

No había reportes de abuso doméstico, ninguna llamada al nueve-uno-uno de
Daphne o de la misma casa. No había visitas a la Sala de Emergencia o al
hospital.

“Cinco tipos,” reportó Peabody. “Tengo los nombres y contactos.”

“Investígalos.”

“Investigándolos.”
Aunque era doctor, pensó Eve. Sabría cómo lastimarla sin que se viera, si era
del tipo físicamente abusivo. ¿Y en dónde, si fuera así, podría encajar eso en
esto?

Un marido frío, abusivo y celoso. Una esposa joven y hermosa. Tal vez una
aventura, o alguien que quería una aventura. Alguien que ella había descartado o
rechazado rotundamente. Una especie de revancha.

Si esto terminaba siendo un único ataque, tal vez.

Volvió al enlace de la consola.

“Tenemos el archivo del caso enviado por Olsen y Tredway. Y una solicitud
para una reunión lo antes posible. Le haremos un hueco.”

“La programaré. Tengo uno aquí con algunos problemas. Dos cargos por
asalto, un par por borracho y por desórdenes públicos, uno por exposición
indecente. Cumplió tres meses de condena por un asalto, por el otro fueron
retirados los cargos. Servicio comunitario y terapia obligatoria por la borrachera
y los desórdenes públicos. Cumplió condena por la exposición indecente.”

“¿Allanamientos, atracos, robo, asaltos sexuales?”

“No. Tengo otro más por vandalismo pero son sólo nimiedades. Fue atrapado
pintarrajeando un edificio cuando tenía dieciocho años. Hace diez años. Nada
cuestionable desde entonces.”

“Hagámoslos venir a todos para tener una charla. Necesito hablar con Mira.”

“Le envié los detalles con un pedido de que se contactara con Nobel para una
posible consulta.” Peabody dio un tremendo bostezo. “Caray, subidón de azúcar,
ahora el bajón de azúcar.”

“Ok.” Eve buscó un espacio para estacionar. “Contacta a los cinco tipos del
sitio de alquiler, programa entrevistas en la Central. Si cualquiera se niega, le
enviaremos oficiales para que lo convenzan. Si eso no lo consigue, nosotras
vamos a ellos. Y a ver qué conseguimos de los otros invitados a la cena.”

Cuando entraron al túnel blanco, Eve siguió caminando. “Encuentra un lugar
para que trabajes. Yo me encargo del cuerpo.”

El túnel tenía eco, con un olor penetrante de limón, tal vez algo parecido al
vinagre. Pero bajo eso persistía la marca de la muerte. Nada la podía tocar.

Cuerpos entrando, cuerpos saliendo, pensó. Cuerpos abiertos, cuerpos
cerrados. Y en alguna parte de ese proceso, los cuerpos le hablaban al médico
forense.

Nadie que conociera entendía el lenguaje de los muertos con tanta fluidez
como Morris.

Entró empujando las puertas de vaivén a su área de trabajo. Tenía puesta
música a bajo volumen, algo con muchísimo bajo y un constante redoble de
tambores. Sobre su elegante traje azul medianoche con finas rayitas llevaba una
bata transparente de protección. Sin corbata hoy, reparó ella, sino un cuello
tortuga del mismo tono que las delgadas rayas grises. Se había recogido su largo
y oscuro pelo en alguna especie de nudo complicado de donde una delgada
trenza se derramaba desde el centro.

Sus exóticos e inteligentes ojos se encontraron con los de Eve. “Horas
tempranas para ti.”

“En realidad lo llamaremos una larga noche. Roarke y yo nos topamos con
su esposa”, gesticuló hacia el cuerpo sobre la losa “casi literalmente, cerca de las
dos de la madrugada regresando a casa de una fiesta elegante.”

“Ya veo. Ya que ella no se ha unido a él aquí, sobrevivió.”

“En el hospital. Golpeada, violada, desnuda cuando la divisamos
deambulando por las calles. La memoria es poco clara, hasta el momento,”
añadió Eve.

Eve se acercó. Morris tenía a Strazza abierto con su preciso corte en Y. Ella
no se encogía ante tales cosas. No podía recordar si alguna vez lo había hecho.

“Por lo que parece,” continuó, “alguien accedió a su casa durante la cena,
quedando a la espera en el dormitorio. La cena termina, ellos son atacados. El
marido es atado, ella es atada y violada, ambos son golpeados. Un par de cajas
de seguridad en la casa, abiertas y vacías. Unos cuantos objetos de valor parecen
faltar.”

“Un robo directo no hace esto.”

“No. Parte de esto es más un bono. Ya veremos.”

“Puedo decirte que la víctima luchó. Luchó lo suficiente como para
erosionarse las muñecas y los tobillos. Hay, como puedes ver, numerosos cortes,
ninguno mortal, infligidos con una cuchilla fina y filosa. Diría que un escalpelo.”

“La víctima era un doctor, un cirujano. Eso puede tener que ver.”

“La mayoría de los golpes fueron en el rostro. Puños, enguantados,
probablemente de cuero suave, y una cachiporra de algún tipo. También de
cuero. Los golpes al cuerpo están bien colocados para infligir daño y dolor.
Riñones, abdomen, rótulas.” Le entregó a Eve unos microlentes, se puso los
propios. “Las ataduras de plástico se incrustan en la carne, y tenemos astillas de
madera, y lo que espero que verifique el laboratorio como adhesivo de una cinta
de embalar.”

“Sí, lo ató, y lo envolvió con cinta. La madera es de la silla que él rompió.”

“Este golpe de aquí.” Morris se movió hacia la cabeza. “Un fuerte golpe con
un objeto contundente. Diría que fue dado al menos una hora después que las
otras lesiones, ciertamente no fue lo que lo incapacitó antes de ser atado.”

“Probablemente el primer golpe lo dejó inconsciente de manera que pudiera
atarlo. Después del asalto, la víctima rompió la silla a la que estaba atado. Se las
arregló para quebrarla, y estoy viéndolo ponerse de pie lo suficiente para tratar
de atacar al agresor.”

“Eso encaja, ya que el ángulo de esta herida indica que estaban enfrentados,
con el asaltante ligeramente hacia el lado izquierdo.”

“Un jarrón grande y pesado. Tenía que dejarlo inconsciente, ¿no es así?”

“Aun considerando la adrenalina, un golpe como este podría haberlo dejado
aplanado.”

“Término médico.”

“Por supuesto. Habría caído, ciertamente perdiendo la consciencia.”

“El asaltante le dio dos porrazos más por si acaso.”

“No de inmediato.”

La mirada de Eve se agudizó. “¿Con qué lapso de tiempo?”

“Voy a decirte que la herida inicial de la cabeza sangró quince minutos por lo
menos. De quince a veinte. La sangre tuvo tiempo de empezar a coagularse. El
golpe asesino, y cualquiera de estos en la parte trasera de la cabeza podrían
haberlo hecho, fue dado después de que el corazón continuara bombeando
sangre unos buenos quince minutos. ¿Y este de acá? El ángulo sugeriría que la
víctima se estaba moviendo, poniéndose de pie. En el último, él estaba boca
abajo.”

“Vale. Vale.” Eve cerró los ojos un momento, se quitó los lentes, se puso a
pasear. “La víctima se suelta lo suficiente como para ir tras el asaltante. El
asaltante agarra el jarrón, lo aporrea desde el frente. La víctima cae inconsciente,
pero él no lo acaba. Tal vez está reuniendo sus herramientas y el botín, tal vez
vuelve a violar a la esposa, tal vez se empieza a limpiar. La víctima empieza a
despertar, intenta ponerse de pie. Entonces él lo remata.” Ella sacudió la cabeza.
“Estúpido. Si vas a matar al tipo, hazlo y termina con ello. Si no estás
especialmente interesado en matarlo, agarra tus cosas y sal como alma que lleva
el diablo. No tardaría quince minutos, a menos que seas lo bastante estúpido para
haber dejado todo esparcido en primer lugar.”

“La gente a menudo es estúpida,” señaló Morris.

“Con toda seguridad lo son. Lo bastante inteligente para entrar, escabullirse
en la casa durante una cena para cincuenta con cerca de una docena de personal.
A menos que fuera un invitado o del personal. Lo bastante violento para golpear
y violar, hizo que la esposa se desnudara, la violó en frente de su esposo, pero no
lo bastante violento para matar cuando el esposo lo ataca. Estúpido o lo bastante
arrogante para merodear quince minutos después, y podía haber pensado que el
tipo estaba muerto o muriendo, entonces rematarlo. Por lo que se ve, casi con
seguridad se tomó el tiempo para dejar libre a la esposa antes de marcharse.”

“¿Soltó a la esposa?”

“Ella tiene laceraciones, forcejeó contra las ataduras. No tan duro como este
muerto, pero forcejeó. Por en el estado en el que estaba, no la veo soltándose por
su cuenta, y no había una soga o cinta dejada atrás. El asesino lo embolsó, se la
llevó con él. Tienea que haberlo hecho.”
“No sólo la dejo viva, sino que le cortó las ataduras. ¿Ella puede
identificarlo?”

“El demonio, dice. Es un desastre, pero me figuro que así es como lucía él.
Máscara o maquillaje. Si te tomas tantas molestias para disfrazarte,
probablemente no tienes la intención de matar a tus objetivos. Pero ahora lo ha
hecho.”

Eve estudió nuevamente a Strazza. “Y ellos difícilmente se detienen en uno.”
Capítulo 5

CUANDO salía, Eve vio a Peabody caminando hacia ella.



“Logré contactar a los cinco trabajadores,” empezó Peabody. “Uno de ellos
se quejó un poco, pero todos están viniendo a la Central. Dos de ellos son
compañeros de piso.”

“Bien, nos ahorra tiempo y molestias.”

“Hablé con Santiago y Carmichael para los invitados de la cena. Hasta el
momento todos están verificando la hora en que se marcharon y llegaron a casa.
Ninguno reparó en nadie que estuviera fuera de lugar, o sintieron que algo no
encajara.”

Peabody se volvió a envolver en su interminable bufanda mientras subían al
coche. “Olsen, la compañera de Tredway está de camino a la Central ahora, sólo
quiere darle un repaso a esto. Tredway actualmente está en Philadelphia para una
boda familiar de fin de semana. Regresará mañana, y vendría hoy mismo si
piensas que es necesario.”

“No lo es. Si no llegamos antes que Olsen a la Central, necesito diez minutos
para preparar esto, echarle un rápido vistazo a los archivos. La vamos a instalar
en la cafetería.”

Quería empezar su libro, instalar su tablero, pero eso podía esperar hasta que
hubiesen tenido su reunión con la detective. Aun así, quería echarles otro buen
vistazo a los archivos de los otros ataques.

“En Interrogatorios tomamos a los repartidores de uno en uno. Quiero tener
una consulta con Mira a primera hora de la mañana.”

“Ya está arreglada. Vendrá a tu oficina.”

“Te lo agradezco.” Eve ingresó al garaje de la Central, se introdujo en su
espacio designado. “Llama otra vez a Nobel, consigue una actualización de la
condición de Daphne Strazza.”

Peabody hizo la llamada mientras subían en el elevador. “Entra al correo de
voz, estoy dejando un mensaje.”

“Inténtalo con la enfermera a cargo.” Aun dándole vueltas en su mente, Eve
salió del elevador, entró a su división, reparó en que Baxter estaba en su
escritorio en lugar de estar fuera de servicio, y aparentemente entreteniendo a
una rubia de piel pálida con brillantes botas hasta la rodilla y un llamativo suéter
azul sobre ajustados pantalones negros.

La mujer se dio la vuelta, miró a Eve a los ojos. En ellos, Eve vio a una
policía.

“Detective Olsen.”

“Teniente. Gracias por hacer un hueco.”
“Igualmente a usted. ¿No tienes suficiente de la división, Baxter?”

“Trueheart y yo agarramos un caso, ya lo estamos cerrando, así que lo envié
a casa. Nikki dice que tienes uno también, tal vez conectado a uno suyo.”

“Tal vez. La Detective Peabody la llevará a la cafetería, Detective. Yo
necesito diez minutos.”

“Conozco el camino. En cuanto usted esté lista, Teniente. Nos vemos,
David.”

Olsen se marchó, echando un abrigo oscuro sobre su brazo.

Eve alzó las cejas hacia Baxter.

“Nikki y yo trabajamos juntos una o dos veces en los viejos tiempos.” Él
sonrió, y el rápido destello en su sonrisa indicaba que habían hecho algo más que
trabajar. “Es sólida.”

“Es bueno saberlo.” Lo dejó cerrando su caso, y echó a andar hacia su
oficina.

Primero venía el café. Una vez que la taza estaba humeando en su mano, se
sentó ante su escritorio, y despejó su mente.

Entonces empezó desde el comienzo con sus notas. Líneas de tiempo,
observaciones, hechos, evidencia, nombre, localizaciones.

Repasó por encima los dos archivos de los casos, reparó en que Olsen y
Tredway parecían ser minuciosos. Pero nada de lo que indagaron conectaba a las
víctimas. Ninguna conexión si no fuera por el hecho de que ambas parejas
estaban bien financieramente, estaban en los peldaños superiores de la alta
sociedad.

Hizo más notas, añadió algunas preguntas, y decidió que su tiempo estaría
mejor aprovechado hablando directamente con Olsen.

Salió de su oficina y le hizo una seña a Peabody, quien alzó un dedo mientras
hablaba por su enlace.

“Gracias. Volveremos a chequear más tarde. Nobel,” le dijo a Eve mientras
se ponía de pie. “La señora Strazza despertó agitada y ansiosa, básicamente
histérica. Le ha dado otro sedante leve. Le suplicó que no permitiera que el
demonio la encontrara, que la escondiera. Eso es todo hasta el momento. Es todo
lo que ella recuerda. Él ha hablado directamente con Mira, él es del tipo
proactivo, y ella ira hoy más tarde para hacer una evaluación.”

“Bien. Tal vez Mira pueda sacar algo de ella.”

Se dirigieron hacia la cafetería, en donde Olsen estaba sentada en una de las
mesitas trabajando en su computadora personal mientras algo humeaba en una
taza para llevar al lado de su codo.

Ella bajó su portátil. “El café es mejor aquí que en mi división.”
“Entonces su división debe de tener un café estupendamente malo.”

“Oh, sí lo tiene. Stan estaría aquí, Teniente, pero la boda de su sobrina es en
Philadelphia, o fue ayer. Hoy tienen una especie de asunto familiar.”

“No es problema. Le di una revisada a sus archivos, Detective, pero ¿por qué
no nos da usted un repaso?”

“Está bien. En Julio del año pasado, Rosa y Neville Patrick regresaron a su
casa de un compromiso, cena y teatro con amigos. Recién casados, tuvieron una
gran boda de sociedad el mes anterior, en Junio, y habían vivido en su residencia
en Riverside Drive desde Abril. Una casa de tres pisos, con un sólido sistema de
seguridad. Notaron que la alama estaba desactivada, pero Rosa admitió, ya que
se había encontrado con Neville en el restaurante y había sido la última en salir
de la casa, que no podía recordar si la había activado. En todo caso, no le dieron
importancia. Los del DDE después confirmaron que la alarma había sido
manipulada, y las cámaras de seguridad comprometidas.”

Hizo una pausa y dio un sorbo. “Rosa fue directamente arriba. Neville sirvió
para ambos una copa y subió dos o tres minutos después de ella. Rosa declaró
que un hombre ataviado cómo vampiro, rostro blanco, ojos negros, con los
incisivos afilados, y capa negra, la agarró por detrás, le puso un cuchillo en la
garganta. Le dijo que estuviera absolutamente quieta, absolutamente callada o la
cortaría. Le ató las muñecas, detrás de su espalda, y le dio un puñetazo en la
cara. Le dio duro, Teniente. Ella estaba medio inconsciente cuando Neville entró.
Declara que vio a su esposa con la nariz sangrando y los ojos vidriosos. El
asaltante tenía el cuchillo en su garganta y le ordenó que se sentara. Cuando
Neville vaciló, el asaltante le dio a Rosa una probadita del cuchillo. Neville se
sentó, y el asaltante mantuvo el cuchillo en la garganta de Rosa, la obligó a
ponerle ataduras plásticas a Neville. Ninguna de las víctimas se resistió, ambos
le dijeron al asaltante que se llevara lo que quisiera. Obligó a Rosa a atar a
Neville a la silla con una soga, y entonces la volvió a atar a ella, le ordenó que
yaciera boca abajo en el suelo mientras él añadía más soga, asegurando la soga
con cinta adhesiva. Una vez que Neville estuvo completamente asegurado, lo
golpeó, con los puños enguantados en cuero negro y una cachiporra negra
pesada. Entonces arrastró a Rosa hacia la cama, le arrancó la ropa y la violó.”

“¿Le arrancó la ropa?

“Se la dejó hecha harapos. Entonces la ató a la cabecera, le dio unos
puñetazos más, y demandó la combinación para las cajas de seguridad, él sabía
que había tres. Una en cada uno de sus armarios para sus objetos de valor
personales, y una en la oficina que tenía Neville en casa. Ellos no vacilaron, le
dieron lo que quería, pero igual los golpeó a ambos hasta dejarlos inconscientes.
Cuando Neville recobró la consciencia, ambos estaban desatados, ella todavía
estaba inconsciente. Llamó al nueve-uno-uno. La llamada llegó casi dos horas
después de que ellos llegaron a casa. Las tres cajas de seguridad fueron vaciadas
y algunos artículos, incluyendo uno de los vestidos de coctel de Rosa, un par de
zapatos de noche, y bolso de noche, faltaban. Hay una lista de los otros artículos
faltantes en el archivo. No hemos encontrado ninguno de ellos que haya sido
empeñado o vendido.” Olsen se detuvo, bebió más café. “¿Preguntas?”

“Muchísimas, pero termínelo.”
“Para cerrarlo por ahora, no hay ADN, ni fibras aparte de las de la soga y la
cinta, no hay huellas, no hay nada. Él no es estúpido. Eventualmente Rosa
recordó que él susurraba en su oído mientras la violaba. El mejor que has tenido
nunca, una y otra vez, y la estrangulaba, le decía que le dijera que era el mejor
que nunca había tenido o la mataría, y después a Neville. Neville declaró que
mientras el hijo de puta estaba violando a Rosa, lo miró, sonrío y río.”

“¿Pudieron sacar algo de su voz?”

“Suave, sofisticada, acento Británico de colegio público. Pero dejó el acento
un par de veces mientras violaba a Rosa, y Neville, quien es de colegio público
británico, dijo que era falso. Piensan que era un hombre blanco, pero ninguno
está seguro. Su rostro estaba cubierto de maquillaje y una especie de máscara,
muy teatral, declararon ambos, pero auténtica.”

“Más que su rostro fue expuesto durante la violación,” señaló Eve.

“Exactamente. Llevaba un condón negro que cubría el pene y sus pelotas
eran blancas, pintadas de blanco, blanco brillante. Nunca se quitó la ropa o la
capa. Pelo negro largo, no podían decir si era una peluca o era real. Ojos negros.
Rosa cree que eran lentes de contacto, pero no está segura al cien por cien.
Nosotros creemos que él tenía experiencia con el teatro o con el vestuario, y
tiene habilidades electrónicas por encima del promedio. No hemos llegado a
ninguna parte.”

Olsen hizo una pausa, bebió más café. “El segundo incidente, en Noviembre
pasado. En este caso, la pareja, Ira y Lori Brinkman, regresan a casa después de
un largo feriado, Acción de Gracias, fin de semana anual en los Hamptons. El
droide doméstico lleva sus maletas al piso superior, no regresa. Ira va arriba,
encuentra al droide desactivado, y es atacado por detrás. Despierta atado a una
silla, y su esposa tiene un ojo morado y nuestro asaltante tiene un cuchillo en su
garganta. Está ataviado como una especie de espíritu maligno esta vez, rostro
gris, pómulos cadavéricos, ojos grises, llevaba un traje negro pasado de moda.
Le dice a Lori que se desnude o apuñalará a Ira. Cuando ella lo hace, él la
arrastra a la cama, la golpea, la viola, la asfixia. El asaltante la deja sobre la
cama,” continuó Olsen, “se entretiene en sacarle la mierda a golpes a Ira,
entonces regresa a la cama, vuelve a violar a Lori, le dice que grite Tu eres el
mejor que nunca he tenido, y cuando ella no lo hace, la corta hasta que lo dice.”

Luego de un corto respiro, Olsen bebe más café. “Tienen dos cajas de
seguridad, una en su vestidor, una en su biblioteca. El asaltante demanda las
combinaciones, los golpea un poco más, los deja solos. Ira apenas está
consciente, entrando y saliendo. Lori está en shock. El asaltante regresa, le da a
ella el tercer round, esta vez diciéndole a ella, repetidamente, que es lo mejor
que nunca tuvo o que él sabe que ella lo quiere. También observa a Ira mientras
viola a Lori. Cuando ha terminado, golpea a Ira en la nuca con la cachiporra.
Lori no recuerda si él la volvió a golpear, está confusa, no recuerda cuándo le
cortó las ataduras. Llamó al nueve-uno-uno, no podía darles ninguna
información real. Sólo Ayúdenos. Pensó que Ira estaba muerto. Los oficiales que
respondieron a la llamada la encontraron acurrucada en el regazo de Ira, él
todavía estaba inconsciente. El asalto tomó dos horas y cerca de veinte minutos.”

“¿Qué se llevó?”
“El contenido de las cajas de seguridad, algunas chucherías costosas, una
pequeña pintura, una botella de coñac de primera calidad y uno de los vestidos
de coctel de Lori, con zapatos y bolso.”

“¿Voz?”

“Bronca, amortiguada, profunda. Maltrató a la segunda pareja más que a la
primera, múltiples violaciones a la mujer en el segundo asalto, usó el cuchillo, lo
que ambos creen que era un escalpelo médico, en ambos. Sólo cortes
superficiales y tajos, pero es algo que va en aumento. No encontramos
conexiones entre las víctimas.”

Olsen se frotó los ojos. “Lo siento, lo olvidé. Él tenía puestos efectos de
sonido. Lobos aullando para Drácula, arrastre de cadenas para el espíritu
maligno. Lori e Ira dicen que él le hizo algo a las luces. Estaban confusos al
respecto, entendible, pero ambos dijeron que las luces eran grises y opacas, y
había una luz estroboscópica.”

“Para que fuera de acuerdo a los disfraces,” dijo Eve. “El tema de cada
ataque.”

“Así es como nosotros lo vimos. La primera pareja, del Upper West, él es
uno de los propietarios de Producciones En Pantalla, tiene sus oficinas en la base
de Nueva York. Investigamos eso, el disfraz, el teatro, pero no conseguimos
nada. Rosa es, bueno, una profesional de los comités, podría decirse. Chica de
sociedad, hace buenos trabajos y compra en grandes cantidades. La segunda
pareja, él está en finanzas internacionales, ella es una abogada de los derechos
humanos. Quiero añadir que todos ellos son personas agradables. No
encontramos ninguna infidelidad, prostitución, drogas o actos crueles entre ellos.
Rosa tiene veintiséis años, Neville treinta. Ira tiene cuarenta y cuatro, Lori,
cuarenta y dos. Rosa es hispana, Neville británico, Ira es judío, Lori es de raza
mixta. Ambas mujeres son despampanantes, Teniente, de manera que eso debe
de contar. Ambas son frecuentemente mencionadas en los medios de la alta
sociedad. Neville está en los medios del espectáculo, Ira en finanzas. Rosa está
en obras de caridad, Lori en derechos humanos, pero ha actuado como
consultora de guiones y como guionista bajo otros nombres. Pero no tenían
ningún amigo mutuo, no utilizaban los mismos comercios, doctores, gimnasios,
servicios de limpieza de casas, y etc. Nada tomado de las residencias ha
aparecido en las calles.” Olsen puso su taza a un lado. “Y ahora él ha matado a
alguien.”

Eve se reclinó en su silla. Incluso si Baxter no hubiera verificado a Olsen
como sólida, Eve la hubiese juzgado de igual modo. “Nuestra víctima
superviviente no puede darnos detalles todavía. Describe a un demonio.”

“Vampiro, espíritu maligno, demonio. Intuyo un tema.”

“Lo continúa,” estuvo de acuerdo Eve. “El básico Modus Operandi es el
mismo. Ingreso desapercibido, espera a la pareja en el dormitorio, los puñetazos,
el cuchillo, la cachiporra, las ataduras. Aumento de la violencia, y reducción en
su período de inactividad. Nuestra escena del crimen da a entender que la
víctima masculina rompió la silla, trató de atacar, y el asaltante lo hizo caer con
un pesado jarrón de cristal. Entonces hay un lapso de tiempo, Morris,” le dijo
Eve a Peabody. “Cerca de quince minutos antes de los golpes asesinos. Eso es
algo en qué pensar. Dejó limpias tres cajas de seguridad. Aparte de eso, no
podemos confirmar qué más se llevó, incluyendo potencialmente un vestido de
coctel con accesorios, hasta que la superviviente sea capaz de decírnoslo. La
doctora Mira la va a ver hoy día.”

“Nadie mejor,” dijo Olsen. “¿Alguna manera en que pueda hablarle?”

“Voy a decir que no esta vez. No porque usted no tenga parte en esto,
pretendo mantenerla al tanto de cómo vaya progresando nuestro caso, sino
porque está en mala condición, emocionalmente. No quiero añadir otro rostro,
otro interrogador.”

“Lo entiendo. Si se da el caso, Stan y yo sabemos cómo aproximarnos a una
víctima de violación.”

“Entendido, y haré que Mira le mande copia a usted y a su compañero de sus
reportes. Le daré a usted lo que he conseguido, y espero lo mismo.”

“Lo tendrá.”

“Para empezar, hay una variación. Estas víctimas estaban teniendo una cena
para cincuenta personas cuando, nosotras creemos, él entró en la casa.”

Olsen desinfló sus mejillas. “Cristo, se está volviendo atrevido.”

“El resto sigue el patrón básico, hasta el asesinato. Tenemos algunas
personas con quienes hablar. Si conseguimos algo, se lo pasaremos. Voy a
revisar sus archivos, usted haga lo mismo, para el servicio de catering Jacko's y
la compañía Alquileres Estrella Solitaria. Las últimas víctimas utilizaron ambos
para la cena, y las han utilizado en el pasado. El del catering está limpio, pero
podría ser una conexión.”

“Me pondré en ello. ¿Mi opinión si usted la quiere?”

“La quiero.”

“Él es un cobarde, pero un montón de violadores lo son. Y un sádico, y le
gusta el drama. Uno tiene que figurarse que él los está castigando a ambos.
Quiere que el esposo sufra, quiere que se sienta impotente. Tal vez problemas
con papá, quién sabe. Tengo el perfil de Mira, acudimos a ella luego de ocurrir el
segundo ataque. Está en el archivo.”

Olsen se puso de pie. “Cualquier ayuda que podamos dar, es suya. Podemos
conseguir la autorización de nuestro Teniente. Usted tiene una reputación,
ustedes dos,” dijo mirando a Peabody. “Y es sólida como una roca. Pero aun así
le pedí a Baxter su opinión. Él no es un fanfarrón cuando algo es importante.”

“Sólo todo el resto del tiempo.”

Olsen sonrió. “Y es demasiado bueno en eso. Él dice que usted es la mejor
Teniente con la que ha trabajado nunca, y Peabody es de lo mejor que hay. Así
que…” Le ofreció la mano a Eve. “Gracias por hacerse un tiempo. Cualquier
cosa que podamos hacer para atrapar a este bastardo me tendrá haciendo mi baile
feliz.”

Cuando Olsen se marchó, Peabody se pavoneó. “Yo tengo una reputación.”

“¿Eso es lo que sacaste de todo eso?”

“Sólo me estoy tomando un momento para deleitarme.”

“Se acabó el deleitarse,” dijo Eve mientras se ponía de pie.

“Estupendo, ya que tengo una notificación de que Oliver Quint acaba de
presentarse. Es uno de los tipos del reparto.”

“Pongámoslo en Interrogatorios.”

“Me gustó Olsen,” dijo Peabody mientras salían. “Piensas que ella y
Baxter…”

“¿Cuál es el segundo nombre de Baxter?”

“Cachondo. Sí, eso responde a mi pregunta.”



* * *

Quint era un tipo negro delgado con ojos enormes y una barbita. Estaba sentado
en la sala de interrogatorios con su angostos hombros encorvados y con sus
oscuros ojos mirando a todas partes. El primer pensamiento de Eve fue que nadie
tan nervioso podría robar con éxito una bolsa de patatas de soja de una tienda,
mucho menos orquestar un trío de allanamientos, violaciones, y un asesinato.

Pero había que empezar por algún lugar.

“¿Nervioso, Oliver?”

“Es Ollie, vale. Mi mamá me llama Oliver cuando estoy en problemas.
¿Estoy en problemas?”

“¿Has hecho alguna cosa para estarlo?”

“Mire, Chachie dijo que encontró la unidad de muñeca, y necesitaba algo de
dinero, de modo que se la compré barata. Tal vez pensé que la habría robado de
algún lado, pero yo no la robé.”

Eve arqueó una ceja, estudió la banda negra de imitación cuero y la unidad
de gran tamaño en la huesuda muñeca de Quint.

“¿Esa unidad de muñeca?”

“Bueno, sí. Mire, la mía se estropeó, así que…”

“¿Así que estas usando lo que crees que es propiedad robada en una
entrevista con la policía?”
“Yo…” Él parecía sinceramente perplejo. “La que yo tenía se estropeó.”
“No estamos interesadas en la unidad de muñeca, Ollie.”
“Ah.” Sus grandes ojos parpadearon. “Oiga, sólo fui a esa fiesta para verme
con Marletta, y nosotros no nos quedamos. Tal vez una hora.”

“¿Qué fiesta?”

“Eh. La fiesta de Lorenzo.” Intentó esbozar una sonrisa avergonzada. “Tal
vez pensé que quizás podría haber Zoner y mierda como esa allí, pero no usé
nada. Tengo un buen trabajo, y puedo ser despedido. Además, mi mamá me
despellejaría.”

Peabody le sonrió. “Tu mamá suena como una mujer buena e inteligente.”

“Ella no está criando a sus hijos para que sean criminales. Nos lo dice todo el
tiempo.”

“Eso es bueno. ¿Te gusta tu trabajo, Ollie?” le preguntó Peabody.

“Me gusta y es bueno. Paga bien, y Carmine es sólido. Llevo tres años allí, y
me dieron un aumento al comenzar el año.”

“Hiciste una entrega y recogida ayer,” empezó Eve.

“Hice cinco en total ayer. Los fines de semana son atareados. Cinco
entregas,” calificó él. “Tres recogidas. Tengo otra recogida esta noche.”

“El trabajo de los Strazza,” enfatizó Eve.

“Um.”

Pero él se concentró cuando ella le dijo la dirección.

“Seguro que sí. Cinco mesas para diez, cincuenta sillas. Entrega e
instalación, eso fue a las cinco en punto, y desinstalación y recogida entre las
ocho y media y nueve menos cuarto. Tremenda casa, uno ve un montón de
lugares elegantes en el trabajo. Hemos hecho trabajos en ese sitio un montón de
veces. La dama da buenas propinas. Algunos de ellos no, pero la dama de allí las
da. Siempre da las gracias, también. Algunos no las dan.”

“¿Viste a alguno de los invitados?”

“Oh, no, ah-ah. Entramos cuando estaban en el comedor. Mire, ellos tuvieron
esta cosa elegante antes de la cena en la sala de estar. No sé por qué, pero no es
de mi incumbencia. Entramos, y la dama que se encarga de la comida, ella es,
um, ¡Xena! Sí, es agradable también. Ella limpia los platos y lo que sea, y
nosotros sólo entramos, desinstalamos las mesas, y sacamos lo alquilado. Todo
rápido y silencioso.”

“De modo que nadie entró o salió a parte de ustedes. Sólo viste al personal
del catering.”

“Bueno, ellos tenían a los aparcacoches afuera, charlamos un poco con ellos.
Y luego vino el espectáculo.”
Eve levantó un dedo. “¿Espectáculo?”
“Sí, supongo. Yo no lo vi a él en realidad. Luca dijo que él debía de ser el
espectáculo.”

“¿Cómo era él?”

“¿Luca?”

“No, Ollie, el espectáculo.”

“Ah, yo sólo lo vislumbre cuando estaba sacando una mesa con Stizzle, y
este tipo estaba subiendo las escaleras de la casa. Yo dije, Supongo que ha
llegado tarde a la cena, y Luca dijo que debía de ser el espectáculo.”

“¿Cómo saben que era un hombre?” preguntó Peabody.

Las cejas de Ollie se juntaron al ponerse a pensar. “Um. Supongo que parecía
uno. Por la espalda. No lo sé. No pensé al respecto.”

“¿Hombre blanco, negro, cualquier cosa?” preguntó Eve.

“No lo sé. Creo que tenía puesto un gran abrigo negro y un sombrero. En
realidad no presté atención, sabe usted, porque estábamos cargando. Utilizando
la puerta principal porque eran mesas grandes y las puertas dobles de allí lo
hacían más rápido. Sólo lo vi subiendo las escaleras.”

“Entre las ocho y media, y las ocho y cuarenta,” añadió Eve.

“Supongo que cerca de las ocho y cuarenta o por ahí. Supongo que nosotros
estuvimos entrando y saliendo durante veinte minutos, y teníamos la última
mesa. Unas pocas sillas quedaban por recoger. Así que me figuré que estaba
llegando tarde a la cena, pero Luca dijo que él era el espectáculo. Montones de
veces ellos tienen espectáculos en las grandes mansiones con las elegantes
fiestas.”

“De acuerdo, Ollie, gracias por venir.”

“¿Me puedo ir así sin más?”

“Sí.” Eve se levantó para abrir la puerta. “Y, Ollie, hazte un favor y no le
compres nada más a Chachie. Un día eso podría regresar y morderte el trasero.”

“Eso es lo que mamá diría.”

“Escucha a tu mamá.”

Cuando se marchó, Peabody resopló. “El asesino simplemente entró
caminando y subió las escaleras.”

“Tiene pelotas,” dijo Eve. “Y coordinó bien su tiempo. Los aparcacoches
tomándose un descanso, conversando con los chicos repartidores, éstos entrando
y saliendo, el personal de catering en la sala de estar asegurándose de que todo
se hiciera bien. Todos los demás en el comedor o en la cocina. Presionemos para
traer a ese tal Luca aquí.”
“No es necesario. El y su compañero de apartamento acaban de llegar.”

“Primero Luca. Es poco probable que ellos ayudaran a este tipo a entrar, pero
allí está la posibilidad.”

Luca DiNozzo no era un escuálido tipo negro, sino un italiano ridículamente
atractivo con una insinuante sonrisa y un cuerpo de aficionado al gimnasio,
ataviado con un apretado suéter negro y unos vaqueros ajustados.

Eve prácticamente podía oír las hormonas de Peabody zumbando.

Él se sentó relajado a la mesa de interrogatorios, pero bueno, él ya había
estado allí antes. Cargos menores, pensó Eve, pero frecuentes cargos menores
servían como un portal hacia más.

“¿Qué puedo hacer por ustedes señoras?”

“Teniente,” dijo Eve. “Detective.”

Él simplemente esbozó su sonrisa coquetona.

“Háblanos sobre el trabajo Strazza.”

“Son clientes regulares. Hubo una cena anoche.” Habló igual que había
hecho Quint, coincidiendo con la entrega, la coordinación de tiempo, la
desinstalación. Pero se removió en su asiento cuando terminó y se le tensó la
mandíbula. “¿Han presentado una queja? Yo supervisé ese trabajo.”

“Mucho que supervisar con tu gente entrando y saliendo, muchísimas cositas
bonitas a plena vista. Fáciles de coger y llevar. Tienes algunos cargos a lo largo
del camino, Luca.”

Ahora sus hombros se enderezaron y adelantó la mandíbula. “Si algo falta en
esa casa, uno de los invitados se lo metió al bolsillo. Nadie que trabaje para
Carmine roba, y conozco a esos tíos. Conozco al equipo de Jacko también. Así
que si el doctor Strazza está armando un escándalo, debería echarle un vistazo a
su propia gente.”

“Acerca de esos cargos,” añadió Eve.

“Eso fue entonces, esto es ahora. Hice estupideces cuando bebía. Me metí en
un programa, dejé de beber y de hacer el estúpido. Nunca robé algo más que una
goma de mascar incluso cuando estaba bebiendo. Carmine se arriesgó conmigo,
y yo no olvido eso. No haría nada para meterlo en líos, o meterme yo. Como
dije, los Strazzas son habituales. Si no fuéramos confiables, no nos usarían, de
modo que si el doctor Strazza tiene algún bicho metido en el culo, ese es su
problema.”

“Strazza está muerto.”

Eve vio la conmoción, instantánea y violenta. La esculpida mandíbula de
Luca literalmente se cayó.

“¿Qué? ¿Qué diablos? ¿Muerto?”

“Asesinado. Háblame sobre tu noche, Luca.”

“Yo… espere.” Cerró los ojos, respiró por un minuto. “Déjeme pensar.
Tuvimos otra recogida después de los Strazzas. Jesús. Pero eso no fue hasta las
once. Llevamos la furgoneta de regreso al almacén, la guardamos, la
registramos, y salimos a comer algo. Excepto Charlie que se fue a casa, no lo
necesitaba para el último trabajo, y tiene un recién nacido, de manera que dejé
que se fuera. El resto de nosotros hicimos la recogida, a bastante distancia, en el
SoHo. La trajimos de vuelta, la registramos, sé que eran cerca de las doce y
media. Todos fuimos a tomar una cerveza, bueno, soda para mí. Supongo que
Ollie se marchó alrededor de la una, Stizzle, Mac y yo nos tomamos otra bebida,
y comimos algo en el bar, sólo para seguir conversando. Stizzle y yo fuimos a
casa, somos compañeros de apartamento, cerca de las dos. Mac estaba haciendo
algún progreso con aquella morena, de manera que se quedó. Jesús, nosotros no
matamos a nadie. Puede revisar las furgonetas, los registros. Carmine puso
cámaras de seguridad y las cintas tienen grabada la hora. Puedo responder por
cualquiera de los hombres. Puedo garantizarle a usted que Charlie se fue
directamente a casa con su chica y su bebé. El bebé apenas tiene dos semanas de
nacida, caray. Nosotros no lastimamos a nadie.”

“Muy bien. Háblame acerca del que llegó tarde. Háblame sobre la persona
que entró a la residencia de los Strazzas mientras ustedes estaban haciendo el
trabajo de desinstalación.”

“¿El tipo raro? Músico o algo, ¿verdad? Un showman. No lo entiendo. Mire,
¿puedo tomar un poco de agua o algo? Jesús, alguien fue asesinado.”

“Yo la traeré.” Peabody se levantó y salió.

“Showman,” lo incitó Eve.

“Algo como eso, me figuré. Estaba todo envuelto en ese abrigo, sombrero,
lentes oscuros, sólo los que son idiotas o hacen espectáculos, llevan lentes
oscuros por la noche, ¿verdad? Estaba llevando un estuche, me figuro que era un
instrumento musical o algo así.”

“¿Cómo era él… su cara?”

“Realmente no pude verla, pero llevaba algo así como maquillaje de
escenario. Podía olerlo. Mi primo es actor, ha hecho muchísimos espectáculos
off-Broadway. Bueno, uno en un teatro independiente, y uno más off-Broadway.
Pude oler algo como maquillaje de teatro. Sólo era una tipo raro de artista, me
figuré, y…” Eve vio cuando cayó en la cuenta, vio el horror aparecer en sus ojos
de mirada seductora. “¿Ese tipo? ¿Mató a Strazza? Pero… pasó justo a mi lado.
Lo dejé que pasara. Lo dejé… él subió directamente por los escalones de la casa.
Como se suponía que debía dejarlo. Lo dejé entrar a la casa.”
“¿Tú le abriste la puerta?”

“Yo…” Con la respiración agitada, se pasó una mano por su bastante
magnífica melena. “No, no exactamente. Yo estaba en la puerta, la mantenía
abierta, no puede usarse un tope en la puerta cuando hace tanto frío. A los
clientes no les gusta. De manera que yo la estaba manteniendo abierta, Mac y
Charlie acababan de sacar dos sillas y… ah, sí, Ollie y Stizzle estaban viniendo
con una mesa, de manera que sostuve la puerta. A este tipo lo vi subiendo los
escalones hacia la puerta, hablando por su enlace. Y pasó justo por mi costado, y
se dirigió a las escaleras, las subió.”

“En su enlace,” comenzó Eve cuando Peabody regresó con el agua.

Luca agarró la lata y la abrió. “¿Puede darme un minuto?”

“Adelante.”

Él bebió,se sentó, volvió a beber, entonces se enderezó repentinamente en la
silla. “La dama. La señora Strazza. Dios, ella está…”

“Está en el hospital.”

“Oh, Jesús, Jesús. ¿Se va a morir?”

“Está estable. Se pondrá bien. ¿Te dijo alguna cosa este hombre que entró?
¿Lo oíste hablar en su enlace?”

“Ni siquiera me miró, simplemente pasó a mi lado. Lo dejé pasar. Estaba
hablando en su enlace, estaba como molesto, ¿sabe usted? Como si estuviera
medio fastidiado con quien estaba hablando. Dijo, algo así como… Estoy aquí
ahora, ¿vale? Ellos todavía están comiendo. Algo como eso. Simplemente entró,
como si estuviera en su casa, como si debiera estar allí. Nunca pensé en
detenerlo.”

“¿Qué estatura tenía?”

“No estaba prestando atención. ¿La verdad? Me estaba preguntando si
tendría un par de minutos para hablar con Xena. No puedo conseguir que salga
conmigo, y no estaba prestando atención. No era tan alto como yo,” dijo Luca de
repente. “Más bajo. Sí. Yo mido un metro y ochenta centímetros, o así. Él era
más bajo. Cinco centímetros más bajo. Creo yo.”

“¿Cómo iba vestido?”

“Es difícil de decir. El abrigo era muy grande. ¡Tenía volantes! Como…”

Él hizo gestos ondulantes con las manos.

“De teatro, ¿verdad? Un gran abrigo negro con volantes o lo que sea, y un
sombrero negro con una gran ala que él bajó, ¿tal vez una bufanda? No presté
atención. Lentes oscuros, porque yo pensé: Idiota.”

“¿Raza, edad, algo?”
“Su voz no parecía de viejo. Realmente no vi su color de piel, creo que tenía
guantes. Hacía bastante frío. Yo no… ¿sabe usted?, creo que su cara era como
roja. No lo vi realmente, fueron dos segundos, pero tal vez era roja. Eso es raro.”

Luke soltó el aliento. “Sólo tuve una impresión, eso es todo. Me figuré que
habían contratado a alguien para actuar, para hacer algún show. Entró a la casa
como si fuera un invitado, y yo le dejé. ¿Esto es culpa mía?”

Eve lo miró a los ojos. “¿Crees que yo le restaría importancia a esto por ti?”

“No.” Su voz titubeó como la de un hombre a punto de ponerse enfermo.
“No. Dios.”

“Te estoy diciendo que esto no es culpa tuya.”

Luca cerró los ojos. Eve lo vio apretar los labios cuando temblaron. “Parece
como si lo fuera.”

“No lo es. Y lo que nos estás diciendo puede que nos ayude a capturarlo, de
manera que deja de pensar eso. Ahora volvamos a esto. ¿Alguien más lo vio?”

“Ollie dijo algo. Y, sí, Stizzle. Estaban viniendo hacia mí, hacia la puerta,
mientras él subía los escalones.”

“Peabody, trae a Stizzle.” Eve dirigió su mirada a Luca. “Vamos a ver si él
puede agregar algunos detalles.”
Capítulo 6

RESULTÓ que Luca había conseguido echar el mejor vistazo, pero su


compañero de apartamento confirmó el abrigo, el sombrero, los lentes oscuros y
la altura como más bajo que Luca.Y ya que Stizzle había reparado en las botas
del sospechoso desconocido; negras brillantes con tacones gruesos y bajos, ellas
estimaron la altura en un metro setenta y siete.
Eve hizo los arreglos para que ambos trabajaran con un dibujante de la
policía al día siguiente.Si alguien podía extraer más detalles, ese sería Yancy.
Con los del equipo de la empresa de alquiler entrevistados, y declarados
limpios a su satisfacción, ella se dirigió de regresó a su oficina para; finalmente-,
instalar su tablero de homicidios, y comenzar su libro.
Ella encontró a Roarke en su oficina, con sus botas (sin tacones gruesos y
bajos) sobre su escritorio; como ella acostumbraba a hacerlo, trabajando en su
ordenador personal.
Él llevaba pantalones negros, una chaqueta negra, un suéter gris-acero.La
versión de Roarke, suponía ella, de ropa casual para oficina.
“¿Cómodo? “, le preguntó ella.
“Lo estaré. He estado arriba en el DDE con McNab, y desearía que hubiera
mejores noticias en ese frente”.
“Yo tenía un presentimiento”.
Él deslizó su ordenador personal en el bolsillo de su chaqueta.”Tú no vas a
conseguir una imagen útil de tu sospechoso entrando o saliendo de la escena del
crimen. Él destrozó, con bastante profesionalidad, la seguridad, y se llevó con él
lo esencial. Nosotros podemos decirte que la alarma no fue forzada. Se
desconectó desde el interior, igual que los cerrojos.
“De modo que tu pensarías que fue un trabajo interno. Pero no lo es”. Ya que
estaba allí, ella cogió el café que él había puesto sobre su escritorio, y se lo
tomó.
“¡No lo es?”
“No, porque tenemos a tres, potencialmente más cuando yo hable con los
aparcacoches, que vieron al sospechoso entrar directamente en la casa
aproximadamente a las ocho y cuarenta de anoche”.
“¿Testigos?. Así que tus noticias son mejores. Me lo contarás mientras
almorzamos”.
“No he tenido tiempo de instalar mi tablero y empezar el libro”, empezó ella
cuando él bajó los pies al suelo y se levantó.
“Hay pizza en el AutoChef”.
Ella se paró en seco.”¿La hay?”
“La hay hoy”.
“Sólo por eso tendría sexo contigo”, le dijo a él y sonrió.
“Puedo cerrar la puerta con llave”.
“Después”.
Ella empezó con su tablero mientras él programaba la pizza. El seductor
aroma de ésta le dio en su mismo centro cuando él la sacó. Ese queso
burbujeante, el olor picante del pepperoni.
Ella podría haberse puesto a llorar.
Ella comió con una mano; sólo una de las tantas ventajas de la pizza,
mientras arreglaba su tablero y le daba los detalles a él.
“Él tiene unas buenas pelotas, ¿no es así?”
“Yo creo que le gusta el riesgo. Es parte de la diversión”. Eve estudió su
tablero, cogió una segunda rebanada”. Él necesitaba saber la coordinación de
tiempo, la rutina. Tenía que saber que los objetivos estaban dando una cena.
Supón que hay, además de los anfitriones, cuarenta y ocho invitados; y su
personal, tal vez peluqueras Y así sucesivamente quién sabe. Añade al proveedor
de comida y su personal; y las personas a las que ellos pueden habérselo
mencionado, el sitio de alquiler, etc. etc.
Asintiendo, Roarke le pasó una servilleta. “Potencialmente unos cuantos
cientos de personas sabían la hora, el lugar, los arreglos básicos”.
“No es tan difícil conseguir la información. Él lo planea. Reúne información
sobre los objetivos. La primera pareja, habían salido por la noche, él entra,
desactiva la seguridad. La segunda pareja regresaba de unos cuantos días fuera”.
Ahora ella se sentó, puso sus botas sobre el escritorio, mientras Roarke se
fue a sentar en la silla de visitantes pincha-culos. “Su violencia y tiempo de
permanencia han escalado, pero los Strazza; ese fue el más grande. Entrar
mientras la gente todavía estaba en la casa, pasando al lado del personal y
subiendo las escaleras para preparar el escenario. Apuesto a que eso añadió
excitación. Posiblemente aumentó su violencia debido a lo mismo”.
“Lo teatral, los monstruos folclóricos. Hay formas más fáciles de disfrazarse,
pero él escoge lo elaborado”.
“Y este es un ángulo marcado”, concordó Eve. “Esto es como una actuación,
¿verdad? Y él está encarnando a su personaje. Él escribe el guion, prepara el
escenario. Pero esta vez, él tuvo que…, ¿cómo lo dices tú? …improvisar. Él no
entró allí con la intención de matar. Pero ahora que lo ha hecho …”
“Tu esperas que él vaya a escribir ese final para la siguiente actuación”.
“Lo hago. Él lo hará”. De eso ella no tenía dudas. “A él le gusta causar dolor,
sufrimiento, miedo, humillación. En todos los casos él estranguló a la víctima
femenina hasta dejarla inconsciente. Tarde o temprano a él se le habría pasado la
mano, ya sea por accidente o por haberlo planeado. Ahora él ha cruzado la línea.
No hay vuelta atrás”.
Aunque no dudaba de ella, Roarke estudió el tablero mientras ella lo
hacía.”Sin embargo, cada vez dejaba libres a sus víctimas antes de marcharse; e
incluso después de que matara, dejó libre a Daphne Strazza”.
“Sí, bueno, el espectáculo terminó, ¿verdad?”
“Mmm. Si llevas tu teoría al siguiente paso, ¿la soltó porqué quería una
opinión? Alguien que había vivido la actuación, como tú la llamaste, y pudiera
hablar sobre ella. Incluso; para su mente alucinada, halagarla”.
“¿Cómo un crítico? “. Reflexionando sobre esto, Eve alcanzó su café,
encontró vacía la taza.
Roarke se levantó, y trajo dos botellas de agua.”Cámbialo“, le sugirió
mientras le entregaba una. “Como un crítico“, confirmó él,” o una opinión de la
audiencia. Alguien que pudiera decir lo convincente que fue su actuación”.
“Puedo ver eso”. Tras beberse el agua, Eve hizo un gesto hacia el tablero con
la botella. “ Daphne Strazza ha hecho justamente eso porque en su estado
mental, ella está convencida de que el demonio la atacó”.
Seguramente no hay mayor impulso para el ego de un actor que el que
alguien crea que él era el personaje que interpretó. Es una terrible clase de
halago, ¿no es así?
“Ego “murmuró Eve”. Una necesidad de recibir elogios. Él hizo que las
mujeres lo elogiaran mientras las violaba. Al lado de la estupidez, el ego es lo
que causa la mayoría de los errores.
Nuevamente ella gesticuló hacia el tablero.”Seguir un patrón es otra. Debe
de haber alguna conexión entre las víctimas. Algún elemento unificador. Los
detectives del SVU (Special Victims Unit - Unidad de Víctimas Especiales) son
sólidos, ellos han sido minuciosos, pero hay algo que ellos no han encontrado”.
“Así que tú lo encontrarás”.
Ella ladeó la cabeza para mirarlo.Era tan raro que se le viera cansado, tan
raro que mostrara fatiga, pero ella vio los primeros signos de ello en sus
ojos.”Así lo haré. Y tu deberías irte a casa”.
“¿Me estás echando?”
“Por tu propio bien”.
“Ven conmigo y trabaja en casa. Después de que hayas tomado una siesta.”
“Tengo a los aparcacoches viniendo; tengo que tacharlos de la lista. Y
algunas otras cosas con las que tengo que tratar. Entonces iré a casa. Y quizás
tome una siesta en la nueva cama, grande y elegante”.
Él se puso de pie, se le acercó para tomar su rostro entre lss
manos.”Volviendo a casa como lo hicimos ayer; y luego saliendo otra vez hacia
el baile de caridad; todavía no hemos dormido o algo más en nuestra gran y
elegante nueva cama.”
“Ya nos pondremos al día. Me gusta cómo está quedando, el dormitorio y
todo lo demás”.
“Y te gusta incluso más, que la mayoría del trabajo se hizo mientras
estuvimos en la isla”.
“Eso ni mentarlo. Estaré en casa tan pronto como pueda”.
“Estaré allí “, dijo él y la besó.
Y eso, pensó ella mientras él la dejaba, resumía el milagro de su vida. Ella
tenía un hogar con él, y él estaría allí.
Bajando las piernas del escritorio, ella empezó su libro de homicidios.

* * *

Cuando ellas terminaron con la última entrevista, Eve se preparó para enviar a
Peabody a casa.
“Tómate algún tiempo de descanso.Seguiremos con esto mañana”.
“¿Tú te vas a casa?”
No directamente, pensó Eve, pero…”Sí. Quiero el perfil de Mira, tratar de
sacarle algo a la superviviente cuando los médicos lo autoricen, el bosquejo de
Yancy. Nada de eso va a suceder ahora. Puedo revisar detenidamente los
archivos de Olsen y Tredway en casa”.
“Puedo salir contigo“, comenzó Peabody, conociendo los métodos de su
compañera.
“Todavía tengo que reunir mis cosas”, empezó Eve, entonces se volvió hacia
el corpulento hombre con una placa de visitante prendida en su sudadera de los
New York Knicks. “¿Puedo ayudarlo?”
“Estoy buscando a la teniente Dallas”.
“La ha encontrado”
“Soy Carmine Rizzo. Mis muchachos; Luca…, él dijo que el Dr. Strazza ha
sido asesinado, y que usted habló con mi equipo”.
“Sí. Un minuto. Ve a casa, Peabody”.
“Yo puedo hablar con el Sr. Rizzo”.
“Yo me encargo. Anda”. Para resolver el asunto, Eve se volvió hacia
Carmine.”¿Por qué no vamos a sentarnos en nuestra cafetería?. Le agradezco
que haya venido”, continuó ella mientras lo guiaba hacia fuera. “Nosotros no
vimos ninguna razón para interrumpir su Domingo ya que su equipo fue
cooperativo”.
“Ellos son buenos muchachos. Hombres”, se corrigió.”Los cinco en ese
trabajo. Yo los conozco, y a sus familias. Quiero asegurarme de que no estén en
problemas”.
“En este punto, tengo a Luca, Ollie, Stizzle, y a una aparcacoches; una tal
Bryar Coleson, como testigos”.
“Conozco a Bryar, ella es una buena chica, amiga de mi hija. Testigos,
¿porqué ellos vieron al que usted piensa que asesinó al Dr. Strazza?”
“Así es “. Ella lo guio a la cafetería.”¿Quiere un café?”
“No, no, gracias”. Él lo rechazó agitando la mano. “Estoy restringiéndolo”.
“Tome asiento, Sr. Rizzo”.
“Carmine. Todo el mundo me llama Carmine. He estado en el juego”, le dijo
a ella. “Toda la familia…, ocupados todo el día. No supe nada de esto hasta que
finalmente Luca me llamó. El muchacho está enfermo por esto, medio se culpa a
sí mismo”.
“No debería. No se le puede culpar de ninguna manera”.
Carmine asintió, soltó el aliento con alivio.”Yo le dije lo mismo. Él dijo que
la Sra. Strazza estaba en el hospital. Ella es una dulce muchacha. ¿Está muy
lastimada? Lo dijeron en las noticias cuando puse la radio en camino hacia aquí,
dijeron que había habido un asesinato y un ataque, pero no dijeron si ella estaba
mal herida”.
“Ella fue muy maltratada, pero se va a poner bien”.
“La mayoría del tiempo no entiendo al mundo. No entiendo al mundo. Ahora
ella es una viuda, y a su edad. Tal vez podemos enviarle flores o algo “. Él se
quedó mirando la mesa con expresión sombría.
“Usted conocía al Dr. Strazza “, dijo Eve.
“No puedo decir que lo conocía tan bien. Siempre pagaba a tiempo, pero él
dejaba los detalles del pedido, la instalación a la Sra. Strazza. Es una alegría
trabajar con ella”.
“Eso he oído”.
“Si hay alguna cosa que podamos hacer para ayudar, si usted necesita volver
a hablar con alguno de los muchachos, o conmigo, estamos dispuestos”.
“¿Usted sabe si ha hecho trabajos para Neville y/o Rosa Patrick o para Lori
y/o Ira Brinkman durante los dos últimos años?”
“No reconozco los nombres en este momento, pero seguramente puedo
verificarlos”. Él sacó su ordenador portátil, insertó los nombres.
“¿Qué hay acerca de negocios, oficinas? ¿Usted les proporciona el alquiler?”
“Todo el tiempo.”
“¿Al Hospital St. Andrew's?”
“Hemos proporcionado algunos alquileres para eventos, seguro.”
Ahora Eve sacó su portátil, investigó los negocios de víctimas anteriores.
“Nosotros hemos trabajado con En Pantalla, de hecho. Hemos equipado
algunos escenarios cuando era más lógico para ellos el alquilar en lugar de
comprar”. Él revisó las listas”. ¡Ah!, vale, esos son Patrick Neville y Kyle
Knightly. Claro, claro, nosotros trabajamos con En Pantalla. Hemos hecho un par
de trabajitos para el Sr. Knightly en su casa. No veo a los Brinkmans aquí, o esos
otros lugares. Pero puedo revisarlo en la oficina. Mi memoria no es lo que solía
ser”.
“Está funcionando bien desde donde yo lo veo. Gracias por esto”.
“¿Esto ayudará?”
“Puede”.
“Entonces no es necesario su agradecimiento. Yo no aguanto a los hombres
que utilizan mano dura con una mujer. Yo conocí a mi esposa de esa manera”.
“¿Usted utilizó mano dura con ella?”
Él se rio, y la tensión que su rostro había revelado todo el tiempo se
relajó.”Ese será el día. Yo salía de un bar una noche. En Jersey City, en donde
había estado con un primo y un par de amigos. Yo salí y en el estacionamiento
esta chica estaba luchando con este borracho. Él la estaba arrastrando y ella
luchaba, echándole maldiciones. Él la abofeteó”.
“Auch.”
“Eso no la amilanó, pero, bueno, déjeme decirle, yo no soporto eso. De modo
que me acerqué, lo empujé y le dije que se fuera. Él me lanzó un puñetazo, pero
estaba demasiado borracho para que fuera muy fuerte. Yo no estaba tan bebido
como él y lo dejé inconsciente”.
“Un año y tres meses después, me casé con la muchacha. Eso fue hace treinta
y tres años”.
“Yo diría que usted tiene un buen golpe, Carmine”.
Ella regresó a su oficina, añadió la entrevista a su libro, estudió su tablero.
Una conexión, aunque débil, era una conexión. El negocio de una de las víctimas
alquilaba a la misma compañía que los Strazza. Un socio del negocio de esa
víctima había utilizado la misma compañía.
Ella vería adonde la llevaba eso.
Pero ahora, ella necesitaba volver al principio.

* * *

Eve estaba de pie fuera de la residencia de los Strazza, con las manos en los
bolsillos de su abrigo. Ella se imaginó la oscuridad, y la delgada brisa helada. La
furgoneta de la compañía de alquiler en el bordillo, las puertas de la plataforma
de carga abiertas, la rampa bajada. Un par de aparcacoches con gruesos abrigos
oscuros parados al lado de un calentador portátil charlando con el equipo de la
empresa de alquiler.
Las farolas creando charcos de luz blanca. La puerta de la casa abierta, y la
iluminación del interior silueteando todo.
Él vendría caminando por el sendero; con pasos decididos. La percepción era
la realidad, ¿verdad?. De modo que él da la impresión de alguien que sabía a
donde se dirigía, que tenía un motivo para ir allí.
Grande, abrigo oscuro con solapas exageradas ondeando un poco en la fría
brisa.. Sombrero oscuro, con el ala bajada. Una bufanda; sí, ella apostaba por la
bufanda. También oscura, envuelta alrededor del cuello, arreglada para cubrir la
mayor parte de la zona baja de su rostro. Además de las gafas oscuras.
Una apariencia llamativa, lo cual era inteligente. La gente al echarle un
rápido vistazo repararía más en el atuendo que en la persona que lo usaba.
Botas brillantes con algo de tacón. ¿Para añadir a su apariencia, o porqué era
susceptible acerca de su estatura?. O, otra vez, para dar al observador casual la
percepción de más estatura.
Ella dejó que eso diera vueltas en su mente mientras subía los escalones.
Entrada principal, era más rápido para que el equipo de la compañía de alquiler
entrara y saliera, y eso había sido la prioridad del cliente.
Ella rompió el sello, abrió con su llave maestra los cerrojos, entonces se paró
justo dentro con las puertas abiertas. Ella escaneó el área de lo que habría sido la
perspectiva de Luca.
Grande, un vestíbulo amplio que se abría hacia la sala de estar. Dos del
equipo cargando una de las diez mesas. El supervisor va a ir a supervisarlos.
No golpeen nada. Apúrense, hace frío. No puedo mantener las puertas
abiertas toda la noche.
Mira hacia atrás, ve al sospechoso subiendo los escalones, con el enlace en
su oído.
Ya estoy aquí, ¿vale?
Una vez más, inteligente, da esa impresión de tener el derecho de entrar con
actitud, palabras, un poco impaciente. Se mueve rápido, pero no
sospechosamente rápido.
Enérgico, se mueve a paso ligero. Entra directamente, fastidiado, llegando
tarde, y sube las escaleras. Como si perteneciera al lugar.
Eve cerró la puerta.
Y caminó siguiendo los pasos del asesino.
¿Él había sabido dónde encontrar la suite principal, o había ido de habitación
en habitación hasta que la encontró? De cualquier manera, pensó ella, él había
hecho un pequeño recorrido, una pequeña búsqueda.
Tenía mucho tiempo, muchos lugares para esconderse si hubiese oído a
alguien viniendo. Porque el espectáculo no comenzaba hasta que todo el mundo,
a excepción de los Strazza, se hubiese marchado de la casa.
Tenía mucho tiempo, volvió a pensar ella. De modo que él tuvo la paciencia
para esperar; durante casi tres horas. Tenía que preparar el escenario, cavilaba
ella mientras entraba en el dormitorio principal.
Ella obvió las manchas de sangre, el polvo de los barredores, los signos de
lucha, se concentró en ver la habitación como la había visto el asesino.
Suntuoso, tal vez un poco tirando a lo sobrio, pero suntuoso.
“Apuesto a que recorriste los baños”. Eve se acercó al baño de Daphne
mientras hablaba. “Claro que lo hiciste. Y escogiste el vestido que te llevarías.
Apostaría dinero por eso. Hay mucho donde escoger”.
Él había preparado el escenario, pero había esperado. Sólo en caso de que
alguien viniera antes de que empezara el espectáculo. Sólo había tenido que
mantener abierta la puerta, tal vez salir unos cuantos pasos fuera de la habitación
para oír a los invitados después del postre, aquellos que se estaban despidiendo.
La excitación aumenta.
Revisas tu maquillaje, ajustas la máscara. Sacas las herramientas, preparas
las luces.
Te escondes detrás de la puerta cuando los escuchas venir. Te pone duro. Se
empieza a levantar el telón.
Ellos entran juntos. Te deshaces de la mayor amenaza. Aporreas al hombre,
golpeas a la mujer. Restricciones.
Arrastras al hombre hacia la silla que has escogido (una mala elección de
silla).Él es más grande que tú, de manera que tienes buenos músculos. Lo atas,
usas la cinta adhesiva para asegurar las ataduras.
Enciendes la luz estroboscópica.
Ella podía verlo. Cómo él había esperado que el hombre recuperara la
consciencia, sosteniendo un cuchillo contra su garganta y ordenando a la mujer
que se desnude. Humillación para ambos. Ordenarle a ella que vaya a la cama,
darle al hombre un par de porrazos si ella vacila. Incluso si ella no lo hace.
Atarla a ella; no querrías que ella te diera un manotazo, quedándose con algo
de tu piel. Violarla, maltratarla, estrangularla. Regresas donde el hombre, puños
y cachiporrazos. Tal vez unos cuantos cortes porque tú necesitas esas
combinaciones.
Sí, ella podía verlo, un par de horas de brutalidad, horas de diversión, y
beneficiosas.
¿Los habría dejado heridos, incluso inconscientes; probablemente
inconscientes para vaciar las cajas de seguridad, desactivar a los androides
domésticos, desmantelar el sistema de seguridad? O…
Antes de eso, Strazza rompe la silla, se le abalanza. El asesino lo golpea con
el jarrón. Posiblemente cree que está muerto. Entonces se va a vaciar y a
desactivar. Eso podría explicar el lapso de tiempo.
¿Pero por qué volver a subir, por qué no simplemente marcharse?
¿No ha terminado todavía? Tal vez él quería otra ronda con Daphne, como
una repetición. Encuentra vivo a Strazza, luchando por ponerse de pie, listo para
volver a atacar.
Tal vez él quería asegurarse de que esta vez estuviera muerto. Eso es
excitante y nuevo. El asesinato. Tal vez él tiene esa última ronda con Daphne, la
deja mareada, desnuda, posiblemente inconsciente. Le quita las ataduras.
Empaqueta y se marcha.
Ella podía verlo, y si Mira y Nobel pudieran llegar a Daphne, ella podría
confirmarlo, llenar los vacíos y movimientos, responder las inquietantes
preguntas.
Eve abandonó la habitación, caminó a través de la casa otra vez intentando
imaginar sus movimientos.
A diferencia del asesino, ella cerró con llave la puerta cuando se marchó.
Añadió el sello.
Ella quería irse a casa, quería esa siesta en la sofisticada cama nueva. Pero
condujo hacia el hospital. Ella necesitaba intentarlo.
Esta vez ella pasó de largo la recepción, caminó directamente a la habitación
de Daphne y al guardia de la puerta, dio un toque a la placa que ella había
enganchado a su abrigo en caso de que alguien a lo largo del camino intentara
detenerla.
“El doctor está con ella, teniente”.
“¿Ha entrado alguien más?”
“Sólo el personal médico”.
Con un asentimiento, Eve entró. Ella vio a Del sentado al lado de la cama de
Daphne. Ella aferraba su mano mientras Del hablaba en tonos bajos.
Ella se sobresaltó cuando vio a Eve, y entonces pareció volver a
tranquilizarse cuando Del giró la cabeza.
“Ha vuelto”, dijo él.
“Usted todavía está aquí. ¿Usted vive aquí?”
“Eso parece la mitad del tiempo. Pero me fui a casa un rato, dormí un poco.
¿Y usted?”
“De camino hacia allí. ¿Cómo se está sintiendo, Sra. Strazza?”
“Mejor, creo. Llámeme Daphne. Usted puede llamarme Daphne. Yo no he
recordado nada más. Lo siento”.
“No se apure. Sólo quería comprobar un par de cosas, si usted se siente con
ánimos”.
“Yo… Sí, ¿está bien?“. Terminando como una pregunta, ella miró a Del para
su confirmación.
“Cualquier cosa que recuerdes ayuda“,le dijo él.”Incluso pequeñas cosas,
cosas que no parecen ser de importancia”.
“Eso es cierto”, dijo Eve.“Usted y su esposo entraron juntos al dormitorio,
¿es eso cierto?”
“Sí, nosotros subimos juntos. Nos íbamos directo a la cama. Él tenía rondas
por la mañana, y la cena se prolongó un poco más de lo que él pensó que
debería; o quería. Pensé que quería”.
“Y ustedes fueron atacados. ¿Al mismo tiempo?”
“Yo… “. Su mirada quedó en blanco por un momento.”Eso creo; fue tan
rápido, tan impactante”.
“Tómese su tiempo“, le dijo Eve mientras Daphne se aferraba a la mano de
Del. ”Ustedes subieron y entraron en el dormitorio”.
“Sí, arriba. Yo creo que estaba, tal vez, sólo un paso detrás de mi esposo. Él
me tomaba del brazo. Yo creo. Yo creo que mi esposo me tomaba del brazo, y
estaba sólo un paso adelante. Y de repente él cayó hacia adelante. Yo creo. Creo
que lo hizo, pero algo,alguien me golpeó. En la cara. Todo se puso gris. Yo sólo
yací en el piso. Y me pegó en el estómago. ¿Me pateó?”
Instintivamente, Daphne envolvió un brazo alrededor de su cintura.
“´Quédate abajo´… creo que él dijo eso.'Quédate en donde yo te puse, perra.'
Creo. Y yo lo hice. Yo no me moví. Cerré los ojos.”
Ella hizo eso ahora, y tenía lágrimas en sus pestañas.
“Yo oí gruñidos, y todo me dolía, de modo que me quedé en el piso con los
ojos cerrados”.
“¿Y cuando usted los abrió?”
“Era el demonio”. Ella se incorporó, con la mirada enloquecida. ”El
demonio. Lo juro. Lo juro.
“Tranquila”. Del la tomó por los hombros, suavemente ”Respira. Mírame
Daphne, y respira. Nadie está dudando de lo que viste”.
“Eso es cierto”. Eve se acercó más. “.Era maquillaje, una especie de
máscara. Era un hombre, Daphne, pero se veía como un demonio. Él se disfrazó
de esa forma para asustarla, y para evitar que fuera capaz de describirlo”.
“¿Maquillaje?”
“Maquillaje de teatro.”
“Pero…Él tenía cuernos, pequeños cuernos, y la luz era roja y amarilla, y yo
olí azufre”.
“¿Azufre?”
“Yo creo… 'Esto es el infierno. ´Te estoy llevando conmigo al infierno´, creo
que dijo. No estoy segura. Y su… pene. Era rojo. Resplandecía como el fuego. Y
ardía dentro de mí. Dios, ardía dentro de mí”.
“Él usaba un condón, y maquillaje”, dijo Eve, manteniendo su tono
tranquilo. ”Él usó una luz novedosa que destelló los colores. Todo eso para
confundirla, para asustarla, y para montar una especie de escenario para él
mismo”.
Duda, temor, esperanza, todo ello pasó por el rostro de Daphne.”¿Está
segura? ¿Está totalmente segura?”
“Lo estoy.”
“¿Usted lo atrapó?”
“Todavía no, pero tengo algunas líneas, algunas pistas, y encontrarlo es mi
finalidad. Es mi principal prioridad”.
“El Dr. Nobel dice que usted es la mejor. Que ellos escribieron un libro
acerca de usted, hicieron un video”.
Eve le lanzó a Del una mirada de soslayo, recibió un encogimiento de
hombros.”Yo quería que Daphne supiera que no hay forma de que ese bastardo
pase a través de usted, y de mí, del policía de la puerta, y de las enfermeras
patea-culos de la planta. No hay manera que pueda llegar a ella”.
“Tiene razón”.
“El fingió ser el demonio“, dijo Daphne, como para sí misma. ”Pero él…
¿Tengo que volver a la casa? ¿Cuándo tenga que salir de aquí, tengo que volver
allí?”
“No“, empezó Del, pero Eve le tocó un hombro mientras mantenía la mirada
en los ojos de Daphne.
“En realidad, ayudaría si, cuando sea dada de alta, fuera a recorrer la casa
conmigo. Ayudaría si yo supiera qué se llevó con él”.
“¿Tengo que quedarme allí? Yo no quiero quedarme allí”.
“No tiene que quedarse allí. Es sólo un recorrido, conmigo, con policías allí
mismo con usted”.
“Pero hoy no.”
“Hoy no. Se supone que debo decirle que Jacko y Gula están pensando en
usted. Él quiere mandarle una sopa”.
“Él es tan lindo. Usted tuvo que decirles lo que sucedió”.
“Lo hice. Y Carmine Rizzo, él y su equipo preguntaron cómo estaba usted.
Usted tiene personas a las que les importa. Si usted desea visitas…”
“No. Todavía no“, interrumpió Daphne, tirando de las sábanas. ”No así. Por
favor, todavía no”.
“De acuerdo. En cuanto usted quiera, yo puedo arreglarlo”.
Las manos de Daphne volvieron a relajarse.”Lucy y John vinieron. Ellos son
doctores”.
“Lo sé”.
“Ellos estuvieron en la cena. Usted se lo dijo, también, y vinieron. Trajeron
aquellas flores. Ellos son tan alegres y positivos. Pero ellos no se quedaron
mucho tiempo porque yo… yo simplemente no puedo”.
“Me parecieron muy buenos médicos”, comentó Eve. ”Ellos comprenden
que usted no está para largas visitas todavía. ¿Ha visto usted a la Dra. Mira?”
“Ella fue muy amable. Yo estaba nerviosa porque… Pero el Dr. Nobel dijo
que ella era amable y una buena persona para que yo hable con ella”.
“Ella es la mejor. Ella está en el libro y el video, también”.
Daphne sonrió un poquito.”Es difícil hablar con tantas personas, pero con
ella fue más fácil. Y usted y el Dr. Nobel, no es tan difícil hablar con usted”.
“Bien”. Eve vaciló, se acercó un poquito más. ”Tal vez no es tan difícil
porque usted sabe que nosotros estamos de su lado. Si hay alguien más con
quien quiera usted que contacte, que quiera que la visite…”
“No, por favor. Nadie. Nadie más”.
“Está bien. Voy a estar viniendo a verla, y si usted recuerda algo más, o
siquiera piensa que lo hace, puede comunicarse conmigo. En cualquier
momento. De día o de noche. ¿Quiere que le diga a Jacko que le envíe la sopa?”
“Sería agradable”.
“Es suya.”
“La acompañaré fuera”, Del se levantó. ”En seguida vuelvo”.
Él salió con Eve, se alejó unos cuantos pasos de la puerta.”Ella tiene ataques
de ansiedad si trata de recordar algo más, cualquier detalle real. Y cada vez que
duerme sin ayuda, tiene pesadillas. En este momento ella confía en mí, así que
yo puedo tranquilizarla.
“Mira ayudará con eso”.
“Lo sé. Físicamente ella está sanando bien. Emocionalmente, va a ser un
largo camino”.
Él echó un vistazo a la puerta, jugueteó con el estetoscopio que colgaba fuera
de su bolsillo.”Ella no me va a dar permiso para contactar con su familia. Sus
padres murieron cuando ella era una niña, pero fue criada por amigos de ellos,
creció con la hija de ellos como una hermana”.
“Lo sé. Soy policía”.
“Pero ella no va a dar su brazo a torcer. Ella podría necesitar a su familia,
pero mis manos están atadas”.
Eve alzó las cejas.”Y usted está implicando que las mías no lo están”.
“Yo sólo estoy diciendo que tal vez, durante el curso de su investigación,
usted tendría motivos para contactarlos”.
“En realidad, eso está en mi lista. Yo preferiría que ella diera su
consentimiento, pero tengo algunas preguntas”.
“Cuanto antes mejor. Esa es mi opinión médica y personal. Ella tendrá que
ser dada de alta en un par de días, incluso si yo lo pospongo. Ella no debería
estar sola”.
“Yo voy a tantear a la familia, para tener una idea.”
“Genial. Ahora, hablando como un profesional de la medicina, le aconsejo
que se vaya a casa, que duerma un poco. Se ve como el infierno.
“Buen consejo. Mándeme la factura “, dijo Eve y se marchó para tomarlo.
Capítulo 7

ELLA prefería estar en su cama.


Condujo a través de la ciudad, maldiciendo el tráfico para ayudarse a
mantenerse alerta. Entonces soltó un largo suspiro de alivio cuando pasó a través
de los portones.
La noche había caído mientras ella había hecho su segunda ronda en la
escena del crimen, y unas sombrías nubes bajas apagaban la luna y las estrellas.
Pero la casa, con todas sus torretas y torres, con su imponente piedra gris,
resplandecía dando la bienvenida.
Subió por el camino de entrada, aparcó frente a la entrada, y soltó otro
suspiro antes de coger su bolso de archivos. Ella salió del coche hacia el frío
viento y pensó: El invierno apesta. Se abrió camino a través del viento hacia la
puerta, y entró a la calidez, la luz y el silencio.
En donde la esquelética figura de Summerset se cernía en el vestíbulo con el
gato gordinflón a sus pies.
Galahad trotó hacia ella para deslizarse y sobarse a través de sus piernas.
Mientras ella se quitaba el abrigo, le echó un vistazo a Summerset y pensó en
el disfraz del espectro maligno.
“¿En dónde estabas la noche del veintiocho de Noviembre?”, demandó ella.
Él enarcó una elegante ceja.”Tendré que revisar mi calendario”.
“No importa “. Ella se quitó el gorro y la bufanda y los arrojó hacia el poste
de la escalera junto con su abrigo. ”Ese cabrón necesitó maquillaje para parecer
un espectro maligno. Lo tuyo es natural”.
Ridículamente satisfecha de haber tenido la energía y el poder mental para
dirigirle una pulla decente, ella empezó a subir las escaleras. El gato subió junto
con ella.
Pensó en su oficina recientemente rediseñada con su adorado centro de
comando ya listo; con un Auto Chef que podría proveerle de café allí mismo.
Pero calculaba que no tenía la energía o el poder mental para hacer algo más que
instalar su tablero de homicidios, y mucho menos revisar sus notas o añadirles
algo.
En lugar de eso, se dirigió hacia su dormitorio.
Y allí estaba, la gran y gloriosa cama.
Ella había estado bien con la forma en que lucía antes el dormitorio. Diablos,
muchísimo más que bien, pensaba ella ahora, además ya se había acostumbrado
a él.
Pero no podía encontrar fallas en las paredes recientemente pintadas de un
gris suave y relajante, en los tonos más intensos usados en las gruesas molduras
del cielo raso para enmarcar de alguna manera la altura del mismo, el impacto de
la claraboya. Ella apenas si podía renegar del azul profundo del sofá en el área
de la sala de estar; el sofá más largo y más ancho.
No sabía nada acerca de planos y decoración del piso, en realidad, pero no
podía quejarse por el arreglo de los sillones; y de los intensos tonos de los
mismos, que prácticamente insistían en que uno se sentara, se relajara, y dejara
que el mundo se fuera a algún otro lugar por un rato.
Incluso ella podía apreciar las puertas intrincadamente talladas que
encerraban un elegante bar, incluyendo un Auto Chef y una pequeña nevera. Tal
vez ella pensara que el extenso armario/vestidor era lo máximo, pero éste no
estropeaba el conjunto. Y ella sabía que tanto ella como Roarke disfrutarían de la
adición de una terraza en el exterior de lo que la decoradora llamaba puertas del
atrio.
Pero la verdadera estrella de la habitación, en su libro, era la gran cama con
su cabecera elegantemente tallada; y el panel, todo revestido en suaves tonos
bronceados y cobrizos con montañas de esponjosas almohadas.
No trastabilló hacia ella, pero estuvo cerca. Entonces cayó atravesada boca
abajo, y se quedó dormida de inmediato.
Galahad subió de un salto. Caminó sobre la colcha y olfateó el pelo de Eve.
Aparentemente satisfecho se estiró a través de su cintura como para mantenerla
en su sitio. Y comenzó a ronronear.
Roarke entró momentos después.
“Se quedó frita, ¿verdad?”, dijo él cuando Galahad parpadeó con sus ojos
bicolor.
Sacudiendo la cabeza, Roarke se acercó a la cama, se arrodilló, le quitó a
Eve las botas. Ella ni se movió.
El encendió el fuego, se sentó y se sacó sus propias botas. Tomando la manta
de cachemira de los pies de la cama, él tapó a su esposa. Esperó a que el gato
sacara la cabeza.
Entonces él se estiró al lado de Eve y se durmió.

* * *
Los sueños rompieron las defensas. Durante horas ella había bloqueado los
ecos, los murmullos, las emociones. Pero el sueño debilitaba las fronteras.
Ella era una niña, perdida y asustada, ensangrentada y quebrada. A pesar de
que lo mantenía acunado contra su cuerpo, el brazo que su padre le había partido
antes de que ella lo matara, se sacudía con cada paso, lloraba de dolor. Le ardía
en donde él la había violado; su rostro palpitaba en donde él la había golpeado.
Pero parecía que flotaba, como un espíritu. Como los muertos.
A ella la asustaba la oscuridad. Cosas terribles se escondían en la oscuridad,
esperaban allí, vigilaban desde allí.
Ellas la tragarían completa, ¿caería al pozo sin fondo en donde las ratas y las
arañas se la comerían como su padre le había dicho?
Todo alrededor suyo se veía como algo que había visto a través de una
ventana sucia, toda manchada y borrosa. Y todos los sonidos venían desde muy,
muy lejos.
¿Venía él tras ella? ¿La encontraría y la arrastraría de regreso a esa
habitación tan fría con la intermitente luz roja?
Él le haría daño, le haría daño, le haría daño. La mataría. Matarla.
Ella quería esconderse, quería dormir.
Lo intentó. Pero ellos la encontraron. Ella no podía luchar, incluso cuando
ellos hicieron que todo dentro de ella gritara de dolor, aullara de terror.
Entonces las luces eran demasiado brillantes, haciendo arder sus ojos, y las
voces eran demasiado altas, resonando en su cabeza. Alguien le dijo que todo iba
a estar bien, que ella estaba a salvo. Pero ella lo sabía todo sobre las mentiras.
Alguien le preguntó su nombre, pero ella no tenía ninguno que dar.
Había manos sobre ella, por todas partes, y olía su propia sangre. Incluso
cuando volvió a gritar, la oscuridad llegó y la envolvió.
“Soñando, sólo estás soñando. Estas en casa, estás a salvo. Yo estoy aquí”.
Roarke la acercó más, y su voz, su olor, rompió el agarre del pasado.
“Estoy bien.
Él la besó en la frente.”Me preguntaba cuánto más se tomaría esto. Lo
retuviste todo el día”.
“Podía verlo en su rostro, en sus ojos”. Porque podía, Eve se acurrucó contra
él mientras el gato le daba un cabezazo en el hombro. “Sé lo que ella sintió, sé lo
que es estar atrapada en ese tipo de conmoción, el huir con esa clase de miedo.
Eso hizo eco en mi interior, todo el día, pero no podía hacer el trabajo si lo
escuchaba”.
“Lo sé “. Él la retuvo cerca, la sostuvo con fuerza. “Lo sé”.
“Tú los escuchaste también. No puedo dejar que esto me quiebre”.
“No lo has hecho, y no lo harás”. Él le levantó su cabeza, encontró su
mirada. “No lo harás. Pero eso tenía que ser reconocido”.
“Me tomó años recordarlo, y todavía hay espacios en blanco. Ella no es una
niña, Roarke, pero hay algo indefenso en ella. Yo no sé cuánto recordará ella, si
será capaz de darnos detalles que podamos usar”.
“Ella está viva”.
“Sí, ella está viva. Mira ya la ha visto, y Daphne parece estar bien con eso.
Ella confía en Nobel, eso está claro, y le parece bien hablar conmigo. Eso la
ayudó, creo, el que yo pudiera decirle que el hombre que hizo esto no era el
demonio. Era maquillaje, un disfraz. Un falso rostro”.
“Ella sabrá, así como tú y yo, que había un monstruo bajo el falso rostro”.
“Sí. Sí, pero ella sabe que es real. En carne y sangre”. Más estable ahora, ella
alargó la mano hacia atrás para rascar al leal Galahad detrás de las orejas. “¿Tu
pudiste dormir algo?”
“Podría decir que ambos dormimos un poco más de una hora. O más bien los
tres lo hicimos.”
“Eso es bueno .Y eso está tachado”.
“¿Tachado?”
“Dormimos en la elegante cama nueva.”
“Sobre ella más bien, pero tachémoslo”.
Ella le tiró el pelo hacia atrás. “¿Qué tal si tachamos el número dos?”
Él le sonrió. “Yo siempre estoy a favor de terminar con una lista”.
El continuó sonriendo cuando ella lo besó, mientras él la acariciaba con una
mano. “Tu todavía estás armada, teniente”.
Ella deslizó su propia mano hacia abajo, y lo tocó. “Tú también.”
Él se rio mientras ella rodaba encima de él, poniéndose a horcajadas sobre él.
Estudiando su rostro, ella se quitó la chaqueta, presionó el broche del arnés de su
arma. “¿Sabes?, la primera vez que entré aquí y vi la cama; la otra cama, me
dije: Guau. Esta se merece un guau mucho más grande”, ella continuó mientras
tiraba a un lado la chaqueta y colgaba el arnés en el panel de la cama. “Pero me
gustaba esa cama.”
“Todavía está en la casa”.
“¿Está?”
“En una de las habitaciones de los invitados. También tengo muy buenos
recuerdos de esa cama”, le recordó a ella. “Podemos visitarla siempre que tú
quieras”.
“¡Ah!”. Considerándolo, ella se quitó el suéter, lo tiró sobre la chaqueta.
“¿Tu sabes cómo hacen esas rondas de bares?”
“Lo sé, sí. Participé más de una vez en mis tiempos”.
“Yo siempre he sido más de encontrar un bar, quedarme allí, y tomar las
copas que pensaba en un sólo lugar. Pero… uno de estos días nosotros
podríamos tener una ronda de camas a través de esta casa. Veremos cómo
aguantas, campeón”.
Él volvió a reír. “Reto aceptado.”
Él la atrajo hacia sí.
Y ahí estaba, pensó ella, lo verdadero. Su lugar, su hombre, su corazón, todo
justo ahí. Donde sea que ella hubiese estado, sin importar lo brutal que habían
sido sus comienzos, a pesar de lo rota que ella había estado una vez, ella había
encontrado esto. Y esto valía por cada paso doloroso y ensangrentado del viaje.
Sobrecogida por esto, ella acunó en sus manos el rostro de él, y se entregó al
beso.
“Eve “, murmuró él.
“Estoy viva”. Ella presionó la mano de él contra su corazón. “Te amo.”
“Tú lo eres todo. Todo. La única. Todo para mí”.
Él la cambió de posición de modo que yacieran cara a cara, y así él pudiera
deslizar sus manos sobre ella para tranquilizar, para despertar. Suavemente, con
ternura.
Sólo suya.
Cada suspiro, cada murmullo, cada pequeño temblor en respuesta lo
sumergían más profundamente en la belleza. La manera en que ella le quitaba el
suéter para hacer correr sus cálidas manos sobre su piel, la manera en que su
boca encajaba perfectamente con la suya. Él contó los latidos del pulso en su
garganta cuando la saboreó allí, sintió la manera en que su cuerpo de guerrera se
suavizaba.
Cómo se veía ella cuando lo observaba, con fuego en sus ojos del color del
whisky.
Él podía hacerla desear simplemente con existir. No había habido nunca
nadie más que pudiera retener su corazón con tan sólo una mirada, una palabra.
Le había dado una vida más allá de la supervivencia, incluso más allá de la placa
que había sido su mundo, y el símbolo de esa supervivencia.
Le había dado amor cuando ella no había creído verdaderamente en éste, que
nunca se había sentido merecedora de él.
Y él la había hecho creer, absolutamente, de que ella le había dado a él lo
mismo.
Ahora había placer, puro y suyo. Carne contra carne, manos y labios
avivando ese fuego cálido y resplandeciente hasta que estallara y ardiera.
Ella se arqueó cuando él la desvistió, ofreciéndose. Se envolvió con fuerza
alrededor de él, dando. Sus labios buscaron los de él, tomando.
Y cuando, mientras las respiraciones se aceleraban y los pulsos se agitaban,
él la penetró, ambos se estremecieron juntos.
“A ghrá “, dijo él, y el agitado corazón de ella se derritió.
Con cada subida y bajada, su corazón se entregó a él.
Cuando yacieron tranquilos, con los cuerpos relajados y entrelazados, ella
volvió a suspirar. “Es oficial. De verdad me gusta esta cama”.
Él volvió su rostro hacia la curva del hombro, rozando la cálida piel con sus
labios. “Aquí van a pasar muchas horas para tachar los puntos uno y dos de la
lista.”
“Me apunto. Pero Dios, ahora necesito una ducha. Parece que hubieran
pasado días sin ducharme.”
“Una ducha, algo de vino, una comida, diría yo.”
“Me apunto para todo eso”. Perezosamente, ella le pasó los dedos por el
pelo. “Necesito instalar mi tablero. No hay mucho más que pueda hacer en este
punto, pero al menos necesito hacer eso”.
“Entonces vino y comida en tu oficina. Y puedes darme los detalles allí”.
“Desearía que hubieran más de ellos, pero me gustaría tu opinión.”
Era increíble, pensaba ella, lo que una hora de sueño, sexo verdaderamente
agradable, y una larga ducha caliente podían conseguir. Y cuando uno le ponía a
eso el broche de oro con un vino realmente superior, un período de treinta y seis
horas no parecía tan malo.
Ella lo dejó escoger la cena; le parecía justo, incluso se resignó a comer los
vegetales que encontrara en su plato. Y ya que él arregló todo mientras ella
trabajaba en su tablero, ella se encargaría de hacer la limpieza.
Cómoda con pantalones de franela, una sudadera, y zapatillas, ella retrocedió
para estudiar el tablero.
“Puede que desearas que hubiera más detalles, pero ese es un completo
tablero de homicidio en esta etapa temprana”.
“Tal vez”. Ahora ella se alejó de éste acercándose a la moderna mesa nueva
al lado de las puertas del balcón. “¿Qué hay de cenar?”
Él levantó las cubiertas calentadoras.
Su corazón cantó una tonada feliz cuando ella vio los filetes, las patatas
sazonadas, y…
“¿Qué son esas cosas moradas?”
“Zanahorias.”
“Las zanahorias son naranjas.”
“Y moradas”. Él no mencionó los nabos y la coliflor en la mezcla. Conocía a
su presa.
“¿Por qué alguien teñiría una indefensa zanahoria de morado?”
“No están teñidas, son naturales. Bebe un poco de vino”, dijo él, llenándole
la copa, “y pruébalas”.
Ella empezó con el filete, no era ninguna tonta, pero cortó un pedacito de la
cosita morada. “Sabe cómo una zanahoria, con hierbas y mantequilla o algo,
pero como zanahoria”.
“Porque lo es”.
Ella se encogió de hombros, le añadió a su patata suficiente mantequilla para
que nadara en ella. “Me olvidé. Te traje un postre.”
“¿Lo hiciste?”
“Sí, un rollo de canela. Está en una bolsa de evidencia; en mi bolso de
archivos.”
“Hum.”
Ella sacudió su tenedor hacia él antes de hundirlo en el charco de
mantequilla. “Confía en mí. Es del servicio de catering; Jacko, que hizo la cena.”
“Él tiene buena reputación. ¿Él es un sospechoso?”
Ella sacudió la cabeza.”Tiene coartada, y no hay forma de que encajen él o
su esposa o su hija o cualquiera del equipo de catering que entrevisté. Lo mismo
con la compañía de alquiler”.
“Esos son un montón eliminados en un día. Así que nuevamente, un progreso
considerable”.
“Supongo que lo es”. Ella volvió la vista hacia el tablero. “Un montón de
hilos para atar o cortar. Aunque sí encontré una conexión.”
“¿Qué conexión?”
“Tanto el servicio de catering como la compañía de alquiler han hecho
trabajos para la primera víctima; o más bien para su compañía. La víctima en sí
no los utilizó, pero es un vínculo entre la compañía y las últimas víctimas. Y su
socio los utilizó personalmente un par de veces. Necesito ver si puedo hacer esa
conexión con las segundas víctimas. Los detectives de SVU no llegaron a eso
porque no había un eso donde ir en aquel entonces. Ahora lo hay”.
“¿Eso no volvería a vincular como sospechosos al catering y a la compañía
de alquiler?”
“Es una pista para explorar”, admitió ella, “pero… yo simplemente no lo
creo. No directamente. Pero alguien que los ha utilizado, conoce a alguien; o a
más de una persona en los equipos. Esto también se vincula con el hospital
.Strazza era una gran rueda en el St. Andrews, y Daphne estuvo allí de voluntaria
por un tiempo. Puedo vincular a ambas compañías con los eventos para el
hospital. De modo que eso añade a personal del hospital a la mezcla. Voy a ir a
hablar con las primeras cuatro víctimas mañana, y algo puede agitarse allí”.
Ella se aplicó con el filete. Dormir, sexo, ducha, vino, y carne roja. Eso era
suficiente para soltar una lágrima.
“Daphne piensa que olió azufre durante el ataque. De modo que él añadió
eso; ¿démosles el tratamiento diabólico completo? ¿O ella se lo imaginó ya que
él había preparado el escenario?. De cualquier modo, este hijo de puta entra
completamente en el personaje, ese es el término, ¿verdad?… a él le gusta ser el
monstruo en el que se envuelve. De modo que tal vez es un actor. Los actores se
conectan con la compañía de la primera víctima”.
“Sí, lo hacen”.
“Actor, actuación, críticas”, dijo ella mientras comía. “Además, si nos
guiamos por las declaraciones del testigo, el disfraz es de primera clase, de modo
que él o es talentoso en eso o ha practicado un montón. ¿Los actores hacen su
propio maquillaje y disfraces?”
“Imagino que algunos lo hacen, y otros puede que hagan algunos de los
pasos”.
“Así es como yo lo veo. Él tuvo que acecharlos, hacer alguna investigación
sobre las víctimas, sobre las localizaciones. Los ataques fueron demasiado
fáciles para él como para no haberlos planeado. Él tenía que haber sabido cuándo
entrar. Todos aquellos son vecindarios de alto nivel, todas las localizaciones
tenían una sólida seguridad. Residencias para familia sin hijos, eso es una clave.
Parejas casadas acaudaladas, esa es otra. Víctimas femeninas bastante atractivas,
de modo que él tiene un tipo. Eso podría funcionar de un par de maneras”.
“Está celoso de las apariencias y la riqueza ya que él no tiene ninguna”,
sugirió Roarke, “o es del mismo estrato social y se mantiene con los de su propia
clase, por decirlo así”.
Otra vez ella meneó su tenedor hacia él. “No me culpes por decir que piensas
como un policía cuando lo haces”.
“Yo pienso como un criminal; reformado. Eso es básicamente lo mismo”.
Ella no podía discutir con eso. “A él le gusta robar.”
“Bueno, bueno, puedo entenderlo”.
Ya que ella sabía que él podía, lo hizo ir más allá. “¿Puedes entender el
llevarse objetos de valor y nada de dinero en efectivo?”
Roarke lo pensó mientras bebía su vino. “Puedo, hasta cierto punto. Si tu no
necesitas el dinero, o si la meta en sí misma no es la ganancia, es bastante
satisfactorio el rodearte de baratijas que has robado de otro lugar”.
“Una especie de revancha. ¿’Ahora lo tengo yo, y no tú, idiota’?”
“Podría ser. Aunque la gente rutinariamente colecciona recuerdos, después
de todo, para que les recuerde un viaje, un evento, algo que ellos disfrutaron.
Puede que sea sólo así de simple”.
“Nada personal”, murmuró ella.
“Con frecuencia no lo es, incluso lo más usual es que no sea personal; desde
la perspectiva del ladrón”.
Algo que, él lo sabía, la policía que él amaba nunca apreciaría.
“Pero como él ha vaciado algunas cajas fuertes”, continuó Roarke mientras
Eve reflexionaba, “él tendría que hacerse una especie de Cueva de Aladino para
sus botines, ¿no es así?. Eso es excesivo”.
Ahora ella frunció el ceño. “¿Quién es ese Aladino?”
“Dependiendo de la versión, él era un joven ladrón que tropieza con una
cueva llena de tesoros; amasados por ladrones mayores y más malos, y adquiere
un genio en una lámpara”.
“Hmm. O sea que sólo acaparamiento, básicamente. Ese es un ángulo. Tal
vez este tipo está almacenando todo el botín, o porque sólo es un bastardo
enfermo o porque es un adinerado bastardo enfermo. Y había dinero en cada
golpe, de modo que eso añadiría peso a lo de que es adinerado. Añádele
habilidades electrónicas y que es alguien que corre riesgos. Y estoy apostando
que sabía la disposición de la casa de los Strazza. Puede que haya estado dentro
previamente. Tal vez como un invitado, tal vez como alguna especie de
trabajador.”
“O puede que haya accedido a los planos de la casa”.
“Esas habilidades electrónicas”, asintió ella. “Entró directamente, subiendo
las escaleras. Esperó allí arriba cerca de tres horas. Paciencia; eso es lo que tiene.
Pero es un cobarde. Viene por detrás, ata a sus presas antes de empezar con ellos.
Los golpea incluso cuando ellos cooperan, de modo que le gusta lastimar a las
personas. Pero la violación, ese es el acontecimiento principal. Violar a la mujer,
haciendo que el esposo observe. Forzándola a decir que a ella le gusta, para que
el esposo pueda oírla. Y aterrorizándola con el disfraz, añadiendo esa floritura”.
Roarke esperó un segundo; ella estaba inspirada. “¿Por qué los desata cuando
ha terminado?”
“Eso sólo añade lo indefensos que estaban, les frota en las narices su
impotencia. Los libera para que ellos sepan que él siempre tuvo el control. Los
libera y ellos piden ayuda; tienen que contar lo que sucedió. Denunciar una
violación es otro nivel de humillación. Tú tienes que regresar a ello, revivirlo
para contarlo. A él le gusta esa parte también”.
“Todo es parte de ello”, añadió ella. “.Invadir su hogar, en donde ellos se
sienten más seguros; su dormitorio, su espacio más íntimo y privado”.
Sin pensarlo ella pinchó un poco de coliflor y se la comió.
“Lastimarlos, quitarles su libertad, humillarlos, y hacer que el hombre se
sienta indefenso, encolerizado, impotente mientras violas a la mujer. El robo
añade una capa. Yo puedo tomar lo que me dé la gana. Los deja inconscientes a
golpes antes de liberarlos de modo que despiertan doloridos, al impacto y la
humillación, y de alguna manera lo peor es que están nuevamente libres. Es una
gran manera de joderles la mente, de principio a fin”.
“Y cuando lo tengas en la sala de interrogatorios, teniente, le mostrarás lo
que es tener la mente jodida”.
“Maldita sea si lo haré”. Ella echó un vistazo al tablero, a las víctimas.
“Puedes jurarlo.”

* * *

Ella refinó sus notas, escribió informes, estudió los archivos de casos. Al
terminar lo mejor que ella podía hacer era planear sus pasos para el día siguiente.
Ella entrevistaría a las víctimas anteriores, tiraría con fuerza de esas conexiones,
empezaría a explorar posibles ángulos teatrales.
Ella tenía que esperar que una noche de sueño la ayudaría a fusionar sus
pensamientos lo suficiente para sacar una teoría sólida de ellos.
Esta vez ella se metió en la elegante cama nueva, y decidió que estaba más
que bien.
“Hasta el momento sólo parejas casadas, no convivientes. ¿Eso importa?”.
Ella cerró los ojos cuando el brazo de Roarke la envolvió. “Sin niños en la casa.
Yo pienso que eso importa. Ni mascotas, ni niños; o personal humano ausente.”
“Dejémoslo ir por esta noche.”
“Excepto que los Strazza tenían una casa llena.Así que…”
Ella no lo dejó ir tanto como que se quedó frita.

* * *

Cuando ella despertó justo después del amanecer, le tomó a su mente un minuto
para conectar con sus ojos. Nueva habitación, se recordó.
Roarke estaba sentado en el gran sofá, completamente vestido en uno de sus
impecables trajes oscuros; aparentemente despreocupado por los pelos de gato
en el material, ya que el gato la había abandonado, y ahora estaba estirado sobre
su espalda al lado de Roarke.
Roarke rascaba distraídamente la panza expuesta de Galahad mientras bebía
café y observaba los incomprensibles informes financieros en pantalla.
Ellos hacían una increíble imagen para comenzar el día, pensó ella, el
increíblemente maravilloso hombre en su traje de emperador-del-mundo-de-los-
negocios y el gran gato feliz de la vida por el toque de aquellas hábiles manos.
Ella podía entender la felicidad.
Probablemente él ya había tenido un par de holo-reuniones o por enlace,
pensó ella. Podría haber comprado Saturno por lo que ella sabía. Pero después de
todo, su mayor interés en ese momento involucraba el hecho de que él tenía café,
y ella no.
“Buenos días”, dijo él cuando ella se sentó. “Afuera está helado, y están
hablando de que nevará; bastante nieve, comenzando a media mañana”.
Ella dijo”Ugh”, y se fue tambaleando hacia el Auto Chef, recordó que no
estaba donde solía estar, y miró inexpresivamente las puertas talladas.
“Toca cualquiera de las dos “, le recordó Roarke.
“¡Bien!”. Ella le dio un manotazo a una y ambas se abrieron, y las luces
interiores de encendieron. Ella programó café; era todo lo que importaba en ese
momento, y esperó para beber el primer sorbo estimulante.
“Vas a tener pelo de gato sobre todo tu traje de un millón de dólares, chico
lindo”.
“Es bastante fácil de eliminar, y sólo cuesta medio millón”.
“Ja “. Ella se llevó el café al baño, tomó cafeína y se duchó para despertarse.
Cuando ella salió, envuelta en una bata roja que nunca había visto antes; pero
que era tan suave como una nube y tan caliente como un abrazo, él ya había
servido el desayuno.
Ella sabía, gracias a su útil informe del clima, que ella empezaría el día con
avena.
Al menos ésta venía con montones de frutos y las cosas crujientes; y él había
añadido una guarnición de tocino. Lo cual explicaba por qué él había hecho
desaparecer al gato. Galahad ahora se sentaba enfrente del fuego, limpiándose
industriosamente; y enviándole al humano una ocasional y dura mirada.
“Eso importa”, dijo ella.
“¿Lo hace?”
“El que las víctimas estén casadas. Eso importa. Yo sólo necesito descubrir el
motivo.”
“¿Soñaste?”
“Sólo dormí; y déjame añadirle otro punto a esa cama. Tres asaltos son un
patrón, un propósito y un perfil. La escalada típica, y el asesinato, sucedió como
cosa del momento. Eso no fue planeado. La próxima vez lo será”.
“Porque no hay vuelta atrás, sólo seguir adelante”.
“Sip. ¿Tú tienes algunas baratijas… de ese entonces?”
Pasando los dedos por el brazo de Eve, Roarke comió un poco de tocino.
“Bueno, esa es una pregunta capciosa de una policía durante el desayuno. Yo sí
tenía algunas, aquí y allá”, dijo él con un encogimiento de hombros. “Pero las
dejé atrás, podrías decirlo así, cuando una policía llegó a mi vida; ya que a ella
no le hubiesen gustado”.
“Ella no lo habría sabido”.
“Yo lo sabría. Como un antiguo ladrón, yo diría que, si tu sospechoso de
verdad está guardando todos sus botines, es lo que lo llamaste tú anoche. Un
acaparador. No necesita venderlo, de modo que no es por el dinero, y un hombre
puede tener montones de eso y disfrutar tomando más. Los asesinos en serie con
frecuencia se llevan recuerdos, ¿no es así?”
“Sí, pero eso tiende a ser algo específico para la víctima, un recuerdo. Esto
es más… la Cueva de Aladino…Él necesitaría un lugar, y uno privado. Tan sólo
la joyería es un botín importante. Los vestidos; él se ha llevado un vestido de
cóctel de cada víctima, aunque aún no he confirmado eso con el golpe a los
Strazza. Eso es más un recuerdo, pero es uno raro. Un vestido elegante, zapatos,
y un bolso de noche”.
“Un disfraz”.
Eve le pinchó el hombro a Roarke. “Que estoy pensando. No son para él; son
diferentes clases de cuerpos, de modo que no creo que estemos tras un travesti,
pero tal vez para una mujer o un androide o sólo para uno de aquellos cadáveres
que las tiendas usan para exhibir la ropa”.
“Maniquíes, querida Eve. No cadáveres”.
“Ellos parecen cadáveres. De cualquier manera, él tiene un montón de capas
retorcidas. Ni mascotas, ni niños, cajas fuertes domésticas, parejas casadas,
residencias de familias sin hijos con buena seguridad. Ellos tienen que tener
sustitutos, es demasiado específico de otra forma”.
“Hablarás con Mira”.
“Sí, pronto”. Ella echó una mirada hacia atrás, frunció el ceño.
“¿Algún problema?”
“Eso es intimidante. La cuestión del nuevo armario.”
“Algunos lo encontrarían eficiente y conveniente, especialmente alguien que
no se preocupa en reflexionar demasiado tiempo en qué usar en cualquier día
determinado.”
“Sí, bueno”. Ella se levantó. “Lo voy a buscar.”
“Buena suerte.”
Para ella eso era más una maldita habitación que un armario. De hecho, todo
estaba arreglado en orden, y eso ayudaba. Todas las tonterías elegantes y los
accesorios que iban con ellas tenían su propia área. Ella ni siquiera tenía que
reconocer su existencia, y tan seguro como el infierno que ella no tenía la
intención de usar el ordenador del armario para hacer que se deslizara por sus
rodillos mágicos, o de tener una vista previa en pantalla de cómo iba ese vestido
brillante con esos zapatos ridículos.
Intimidante, volvió a pensar ella, y sólo un poco embarazoso.
Miró la línea de chaquetas. ¿Por qué tenía tantísimas chaquetas?. Si uno tenía
sólo un par, el escoger no era un problema. Pero allí tenían que haber más de
cien chaquetas, todas arregladas en grupos de colores, las negras delante de las
grises, las grises delante de las azules y así hasta el final de la fila.
Esto podría darle dolor de cabeza a cualquiera.
“Escoge algo que abrigue”, dijo Roarke mientras entraba.
Bastante espacio para él, pensó ella. Diablos, ellos podrían dar una fiesta
aquí. Servir bebidas. Contratar una banda.
Él sacó una chaqueta de la sección azul. Azul marino, observó ella, nada
elegante.
“Ahora si usaras el ordenador, éste haría sugerencias de qué emparejar con
esta.”
“¿Cómo lo sabe?”. Pero cuando él se volvió hacia el ordenador, ella lo agarró
del brazo. “.No, es demasiado para la primera vez aquí dentro. Yo tengo que
acostumbrarme”.
“Yo simplemente te adoro”, declaró él, pero le detuvo la mano antes de que
ella agarrara unos pantalones azul marino. “Entonces tendrías una especie de
uniforme, ¿verdad? Estos”. Él sacó unos pantalones marrones, una especie de
marrón oxidado, entonces se volvió hacia los chalecos, sacó uno que tenía el
mismo tono con botones azul marino, añadió una definida camisa blanca hecha a
medida.
Le entregó el lote, seleccionó botas, marrones y fuertes.
“Yo ya le estaba cogiendo el truco antes de que todo se volviera más
grande”.
“Y le cogerás el truco otra vez”. Él la besó en la mejilla, y la dejó para que se
vistiera.
Tal vez lo haría, pensó ella, pero no pensaba hacerse amiga del ordenador del
armario muy pronto.
Cuando salió, se puso el arnés de su arma sobre el chaleco, Roarke gesticuló
hacia la pantalla. “Informes y especulaciones con respecto al asalto/asesinato de
Strazza y la investigación”.
“Entonces será mejor que me ponga en camino”. Ella se puso la chaqueta,
recogió su placa, su enlace, su comunicador, sus esposas, añadió su arma extra.
“Te ves completamente competente”.
“La ropa no hace al policía”.
“Pero le da un aura. Cuida a mi competente policía”.
“Lo haré”. Ella se acercó a él, lo besó. Entonces lo dejó para ponerse en
camino.
Capítulo 8

“¿EDISON? ¿Cómo Thomas?”


“¿Quién es Edison Thomas?”
“Quiero decir Thomas Edison. ¿El inventor?”, explicó Peabody. “¿La
bombilla eléctrica?”
“No, por todos los cielos, esto no es acerca de bombillas eléctricas. Es como
el psicópata ese que se casó con su propia madre, y entonces se puso a lloriquear
por eso.”
Después de un momento de confusión, la propia bombilla de Peabody se
encendió.”Ese es Edipo. Estoy bastante segura que es Edipo.”
“Edison, Edipo, Platón. Como sea.”
Peabody soltó una risa, y luego se dio cuenta de que la extraña discusión la
había distraído y no había entrado en otro deslizador para bajar dos tramos de
escaleras hacia el garaje.
Peabody se puso su gorro, se envolvió la bufanda.
“Introduce la dirección del estudio “, ordenó Eve, deslizándose detrás del
volante.
Una vez que Peabody programó la dirección en la consola, Eve le echó un
vistazo y salió disparada del garaje. Mientras ella se abría paso en el tráfico de la
ciudad, le dio a Peabody los detalles principales del perfil de Mira.
“Para mí tiene el mismo estrato social y financiero”, decidió Peabody. “O
podría haber crecido en ese mundo; digamos el hijo del personal que vivía en la
casa.”
“Tienes puesto tu gorro pensador, aun cuando éste es rosado y púrpura. Ese
camino lleva a que tal vez los dueños son los sustitutos de mamá y papá, y las
víctimas son los sustitutos de los jefes. Ese es un ángulo. En el mundo, pero no
en esto. El resentimiento se mantiene a fuego lento, hierve, y para mantenerlo se
requiere una careta. Actuar. No está mal.”
“Los Patrick tienen que conocer a muchísimos actores, a un montón de gente
en la industria. Pero entonces eso no encaja con los Brinkman y los Strazza.”
“Brickman está en finanzas internacionales. Muchísima gente en la industria
del entretenimiento es rica. Ella es una abogada de derechos humanos. Un
montón de gente de esa industria está involucrada en causas. Strazza es un
doctor muy importante. Va a haber una conexión allí, otro factor común. Y las
primeras víctimas siempre son el punto de despegue.”
“Los Patrick”, Peabody sacó su libreta. “Lo que investigué es que ellos se
conocieron a través de un amigo mutuo en una fiesta en Long Island hace como
tres años. En ese tiempo ella estaba involucrada con alguien más. Unas cuantas
semanas después, eso terminó, pero él estaba viendo a alguien más.
Básicamente, ellos se conocieron alrededor de diez meses antes de que
empezaran a salir seriamente. Se comprometieron como un año después; gran
revuelo, compraron una casa y se mudaron juntos la primavera pasada. Se
casaron; un gran revuelo, en junio pasado. Ellos se fueron de luna de miel a
Europa; durante tres semanas, y sólo hacia una semana que habían regresado
antes del asalto.”
“Apostaré que también hubo un gran revuelo, en el cotilleo social acerca de
su luna de miel.”
“Sí, le eché un vistazo a eso. Ellos fueron a París, Provenza, Roma, Venecia,
Londres…”
“No estoy preguntando por su itinerario. Ellos fueron blancos específicos. El
asaltante sabía que estaban fuera del país. Si él sólo hubiese querido robarles, lo
hubiera hecho cuando estaban fuera. Esto sólo solidifica que los asaltos,
específicamente las violaciones, eran el objetivo principal.”
El edificio que albergaba Producciones En Pantalla tenía su propio
aparcamiento subterráneo. Ella se dirigió hacia allí y se desvió hacia la sección
para visitantes, y fue serpenteando hasta que encontró un espacio.
Sin una tarjeta electrónica para otros pisos, el ascensor las llevó sólo hasta el
vestíbulo principal. Seguridad e Información estaba en el centro de un espacio
rodeado de cafeterías, tiendas de regalos y bares al paso.
Las cafeterías tenían la mayor cantidad de clientela.
Eve se dirigió al mostrador central, sacó su placa.”NYPSD. Teniente Dallas,
Detective Peabody, para ver a Patrick Neville.Producciones En Pantalla.”
“Un momento”. La mujer ataviada en un traje negro de negocios escaneó la
placa, la pasó por la pantalla. “Ustedes tienen autorización para eso. El piso
veintidós sería su nivel de recepción. Tomen cualquier ascensor en la sección B.”
“Entendido. ¿Patrick Neville tiene un hermano?”. Le preguntó Eve a
Peabody.
“Dos hermanas”, Peabody consultó su libreta. “Medias hermanas. Una vive
en Nuevo Los Ángeles, la otra en Londres. También hay una gran mansión
familiar en el Distrito de los Lagos.”
“¿Padres?”
“El padre es un director; principalmente de episodios hechos en casa. La
primera esposa murió en un accidente de coche, dejándolo viudo con dos niñas.
Volvió a casarse casi una década después. Ellos tuvieron a Neville, y llevan
casados cerca de veinticinco años. Ella era una actriz, se retiró cuando tuvo a su
hijo”.
“¿Qué hay de Rosa Patrick?”
“Media hermana de una relación anterior del padre. Los padres han estado
casados por cerca de veinticinco años. Él es de la cuarta generación con dinero;
ese es dinero Hernández, el cual es sustancial. Él es un ingeniero, especializado
en reconstruir zonas tras desastres naturales. La madre está en el directorio de
Give Back, el cual es un brazo de la Fundación de la Familia Hernández.”
“Lori Brinkman es abogada de derechos humanos. La familia de Rosa
Patrick está metida en asuntos de bienes sociales. Los padres de Daphne Strazza
murieron en un desastre natural; hace casi quince años, pero hay una posible
conexión allí. Débil, pero posible.”
El ascensor se abrió hacia una zona de recepción de exuberantes colores al
igual que una mujer que pasó a través de un par de puertas de cristal grabadas
con el logotipo de En Pantalla..
Su traje no era de negocios. Una vaporosa chaqueta de un rojo llamativo
tenía una pieza de encaje negro debajo de donde se abultaban unos
impresionantes pechos. La diminuta falda mostraba largas piernas y unos tacones
altísimos que hacían juego con la chaqueta. Su cabello, más corto que el de Eve,
formaba un halo dorado alrededor de un rostro dominado por enormes ojos tan
azules que parecían púrpura.
“Teniente Dallas”. Ella tenía una voz ronca y un apretón de manos firme.
“Detective. Yo soy Zella Haug, la asistente del Sr. Patrick. Yo las llevaré a su
oficina. Nos gustaría mantener esto tan privado como sea posible.”
“No hay problema.”
Ellas caminaron por unas cuantas oficinas, y una larga zona con una mesa de
conferencias alrededor de la cual había cerca de una docena de personas
hablando todas al mismo tiempo. Un montón de gente caminaba apresurada
mientras hablaban por sus enlaces o audífonos o iban toqueteando sus tablets.
Eve vio a un hombre con una sudadera de NYU con los pies sobre un gran
escritorio, mirando una persecución de coches en su pantalla de pared. Y a otro
paseando por su oficina mientras hacía malabares con tres bolas azules y que al
parecer hablaba consigo mismo.
“Escritores”, dijo Zella distraídamente. “Productores ejecutivos,
adquisiciones de proyectos.”
Ella las guio hacia una oficina en la esquina, tocó a la puerta, entonces la
abrió. “Neville, la policía está aquí.”
Él se volvió del trío de amplias ventanas y de una vista más grandiosa que su
oficina.
Parecía más joven que la foto de su identificación, pensó Eve, y ciertamente
menos refinado. Usaba un traje gris oscuro, sin corbata. Tenía una masa
ondulada de cabello alrededor de su delgado rostro. Su contextura también era
delgada, como si hubiera perdido tanto musculatura como peso.
Sus ojos, un tono más claro que su traje, encontraron la mirada de Eve, luego
la desvió hacia Zella. “Gracias. Yo me encargo. Envía a Rosa directamente aquí
si llega”.
“Por supuesto.”
Ella salió y cerró la puerta.
“Yo hablé con la Detective Olsen”, empezó él. “Ella dijo que ha habido otro,
pero esta vez…”, hizo un gesto vago. “Disculpen, tomen asiento. ¿Puedo
ofrecerles café o té, o mi vicio personal? Pepsi.”
“No se preocupe por eso. Lamento ponerlo en la posición de volver a
recordar una experiencia difícil, Sr. Patrick.”
“¿Volver a recordar?”. Él se pasó la mano por el pelo, se sentó en un sillón
que se veía más cómodo que elegante. “Nosotros lo vivimos cada día. Cada
noche. Mi esposa… Nosotros vendimos la casa que amábamos y estamos
viviendo en un apartamento completamente asegurado que ninguno de nosotros
desea. Y aun así ella no puede estar sola por más de unas cuantas horas durante
el día, tiene pesadillas constantemente. Ella sólo estaba empezando a estar mejor.
Nosotros estábamos empezando a estar mejor. Y ahora esto.”
“¿Por qué ustedes no pueden encontrarlo?”, demandó Neville. “Hasta que él
esté encarcelado, esto nunca terminará.”
Y ni siquiera entonces, pensó Eve. “Desearía tener una respuesta simple, y
que pudiera prometerle que lo encontraremos rápidamente. Lo que puedo decirle
es que los Detectives Olsen y Tredway nunca han dejado de trabajar en esta
investigación. La Detective Peabody y yo tampoco nos detendremos.”
“Él es un monstruo. Eso no fue sólo un disfraz.”
“Lo sé.”
“¿Cómo se atrapa a un monstruo?”
“Entendiéndolo.”
Ceñudo, Neville se inclinó hacia adelante. “Sí. Sí. Entendiéndolo. ¿Cómo
hace usted eso?”
“Nosotras estamos trabajando en hacer eso en este momento. Es la razón de
que estemos aquí. El los hizo a su esposa y a usted su objetivo,
específicamente.”
“¿Por qué dice eso? Nikki y Stan nunca dijeron eso.”
“Yo creo que ustedes fueron específicos, como lo fueron Ira y Lori
Brinkman, como lo fueron Anthony y Daphne Strazza. Ustedes representan algo
para él. A alguien.”
“Rosa nunca ha hecho daño a nadie en su vida. Usted no puede…”
“Usted no hizo nada. Ella no hizo nada”. Debido a que eso importaba, Eve
dejó que sus palabras simplemente quedaran en el aire por un momento antes de
continuar. “Puede ser lo que ustedes representan para este individuo, no hicieron
nada.”
Aunque él asintió, Neville se frotó el rostro con las manos como un hombre
quitándose una película. “Yo hice todo lo que él me dijo que hiciera, le di todo lo
que pidió. Y aun así la violó, y la estranguló, y la golpeó.”
“Porque eso era lo que él quería. Ese era su propósito. El resto fue
incidental.”
“¿Qué quiere decir?”
“Él violó a su esposa delante suyo. Eso es lo que él quería. Usted lo conoce a
él, Sr. Patrick.”
Aquellas palabras lo hicieron retroceder como si le hubiesen dado una
bofetada.
“Usted ha hecho negocios con él”, continuó Eve, “él ha trabajado con o para
usted, o con su esposa. Cuando nosotros lo encontremos, puede que usted no lo
reconozca inmediatamente. Pero usted lo reconocerá.”
“¿Alguien que conozco?”. Él tuvo que hacer un esfuerzo para hablar. “¿Por
qué dice eso? ¿Cómo puede ser eso?”
“Él esperó hasta que ustedes regresaron de su luna de miel, en vez de entrar
en su casa cuando no estaban. En lugar de tomar lo que él quería. Y él esperó
hasta que ustedes salieron esa noche, de manera que pudiera emboscarlos. Sabía
sobre las cajas fuertes, sabía lo suficiente para desactivar su seguridad, su
androide doméstico”.
“Usted está diciendo que él ha estado en nuestro hogar. ¿Que él ha pasado
tiempo en nuestra casa?”
“Sí, lo digo. Considerando eso, me gustaría que usted recuerde. ¿Tuvo usted
alguna discusión o desacuerdo, personal o profesionalmente, con alguien?”
“Por supuesto .Nosotros estamos en un negocio creativo y pasional. Nosotros
avanzamos con desacuerdos. Es como nosotros refinamos cualquier proyecto.
Kyle y yo; mi socio, le damos a nuestra gente muchísima autonomía, pero al
final del día, la decisión de hacer o no sale de nosotros. Nosotros empezamos
esta compañía juntos. Es muy personal para nosotros.”
“¿Alguno de aquellos desacuerdos los llevó a romper con un individuo o
proyecto que dejó resentimientos?”
“No llevar a cabo un proyecto siempre deja resentimientos. Pero este es un
negocio, teniente. Cualquiera dentro del mismo sabe cómo funciona esto, como
tiene que funcionar. Y que ellos siempre pueden presentar su caso para hacer
revivir el proyecto.”
“Un actor”, presionó Eve, “¿al que no se le dio un papel, o fue despedido?”
“Dios, todo proyecto tendría actores rechazados para una parte durante el
proceso del casting. Es la naturaleza de la bestia. Honestamente yo no puedo
pensar en nadie que pudiera reaccionar a eso con este tipo de violencia”.
“En su declaración usted dijo que él usó un acento británico. Británico
cultivado.”
“Sí, él lo soltó un par de veces cuando él…”. Neville desvió la vista. “Él lo
soltó una o dos veces. Yo creo que él es americano, o canadiense.”
“¿Él podría haber hecho ese cambio para hacerlo pensar eso?”, le preguntó
Peabody.
Sorprendido, Neville frunció el ceño al mirarla. “Yo no he considerado eso.
Pero no. Estoy casi seguro de que el acento inglés era falso”.
“¿Qué tal acerca de alguien que tuviera sentimientos por su esposa?”, sugirió
Eve. “Una relación anterior, o alguien que quería una relación con ella.”
“Rosa y yo llevamos juntos más de tres años. Su relación anterior ahora está
cohabitando felizmente en Florencia, y lo ha estado durante más de un año.
Teniente, Rosa es bella, por dentro y por fuera. Si usted no la conociera, le
impresionaría su apariencia. Yo soy completamente consciente de que los
hombres la miran, y me miran a mí con algo de envidia. Puedo decirle, sin
vacilar, que no conozco a nadie que la lastimaría de la manera en que lo
hicieron”.
Eve cambió de táctica.
“Su compañía ha usado a Jacko's Catering y Alquileres Estrella Solitaria..”
“Si, Estrella Solitaria. Son los que usamos para algunos extras. Yo no
conozco a los del servicio de catering. Necesitaría comprobarlo con Zella. ¿Por
qué?”
“Estamos explorando todas las pistas, cualquier conexión posible. ¿Ha tenido
algunos eventos en su casa en donde haya usado un servicio de catering o
alquiler?”
“No. Nosotros sólo nos mudamos en… en abril, y nos casamos en junio.
Tuvimos algunos amigos en casa cada cierto tiempo, pero eran reuniones
pequeñas, informales. Habíamos planeado ofrecer nuestra primera fiesta como
una pareja casada durante las fiestas, pero…”
Él miró hacia arriba cuando se abría la puerta, y Eve vio su rostro registrar
amor, dolor, esperanza. Él dijo “Rosa.”
Capítulo 9

PARECÍA una mujer de luto, pensó Eve. Hermosa, trágica, resignada. Se


había echado el cabello hacia atrás, de manera que los que probablemente era
unos negros rizos indomables y maravillosos estaban restringidos por una hebilla
en su nuca.

Vestía de negro, un simple suéter y pantalones, con los pantalones metidos en
botas hasta la rodilla. Sus ojos, de un marrón fundido, mostraban señales de
lágrimas recientes a pesar del hábil maquillaje.

Neville se apresuró hacia ella, abrazándola con una ternura casi dolorosa.
Eve vio a Rosa asentir cuando él le susurró algo.

“Estoy bien. Quería venir.”

Antes de que ella se apartara, alguien dijo su nombre y se acercó a la puerta.

“¡Rosa! Hola.” Entonces se detuvo, dirigiendo sus ojos hacia Eve.
“¿Policías?”

Mientras hablaba, el hombre tocó el hombro de Rosa brevemente con una
mano, y se puso a un lado de ella. “¿Por qué están aquí las policías del caso
Icove?” demandó, sacudiendo la cabeza ante la mirada en blanco de Neville.
“Dallas y Peabody, Nev. Las policías del caso Icove.”

“Sí, sí, por supuesto. Estaba distraído, no lo relacioné. Mi socio, Kyle
Knightly. Ha habido otro, Kyle.”

“Otro… maldita sea. Lo siento, lo siento, Rosie.” Kyle se pasó las manos por
el pelo rubio oscuro, y luego las metió en sus bolsillos del pantalón. “¿Hay algo
que pueda hacer?”

“No en este momento. Hablaremos luego, ¿de acuerdo?”

“Seguro. Estaré en mi esquina. Siempre estoy en la tuya.”

Con una última mirada resentida hacia Eve, salió, cerró la puerta.

“Tomemos asiento, Rosa. Te traeré un té.”

“Un té estaría bien. Me gustaría un poco de té.” Rosa se sentó, frotó su anillo
de bodas. “No quiero contar todo de nuevo. No quiero volver a decir lo que él
hizo.”

“De acuerdo. Me gustaría preguntarle si, mirando hacia atrás, hubo alguien
que la hiciera sentir incómoda. ¿Alguien que dijo o hizo alguna cosa, aunque
fuera menor, que hizo que usted se sintiera inapropiada?”

“No. Contesté eso antes. No era alguien que yo conocía.” Lo dijo
rápidamente, casi con desesperación. “Fue un desconocido.”

“Señora Patrick, hay similitudes en los tres ataques. No sólo lo que fue
hecho, sino quién lo hizo. Creemos que hay una razón para eso.”

“La segunda pareja, ellos… eran mayores que nosotros, y casados más
tiempo. Y no vivían en nuestro vecindario o…”

“Señora Patrick.” Interrumpió Peabody suavemente. “Nosotras vemos un
patrón, y eso es algo bueno. Es algo que podemos usar para identificarlo, para
detenerlo, para encerrarlo en donde no pueda lastimar a nadie más. Si podemos
hacerle ver el patrón que nosotras vemos, usted podría pensar en algo que nos dé
otra pieza.”

“No lo conocía. Su rostro era blanco, como el de un muerto, y sus ojos eran
negros, y la luz en la habitación era sombría y gris.”

Tomó el té que Neville le trajo, pero la taza repiqueteó en el plato, y ella lo
bajó a una mesita.

“No vamos a preguntarle sobre lo específico del ataque,” le dijo Eve. “El
patrón, como mi compañera ha señalado, es importante. Es en lo que queremos
que usted piense. Puede ser alguien que conoció de pasada, o su esposo conoció,
alguien que hizo algún trabajo para usted, o que estaba involucrado con alguno
de sus proyectos, sus actos de beneficiencia. Hasta donde podemos determinar,
ustedes fueron la primera pareja atacada. Necesitamos descubrir la razón. Por
qué ustedes fueron los primeros que fueron escogidos como objetivos.”

“Algunas veces un hombre puede flirtear un poco, pero nada como lo que
usted quiere decir. Es como… tú sabes, Neville, Boris siempre me pregunta
cuándo te voy a dejar y a escaparme con él. Boris es gay. Sólo está siendo
encantador. Y Micah, él es uno de los productores ejecutivos para En el Mar,
solía decir que deberíamos ser el permiso de salida del otro. Eso quiere decir…”

“Lo sé,” dijo Eve.

“Ya no lo dice, después de esto.” Haciendo una pausa, ella presionó los
labios, con fuerza. “La gente actúa de forma distinta ahora. Pero Micah ha estado
con Kate diez años. Tienen dos niños. Sólo está flirteando. O lo estaba.”

“Me encanta esa serie.” Sonrió Peabody. “En el Mar. Siempre me hace reír,
y algunas veces una risa es la mejor parte del día. ¿Él trabaja aquí, en el
edificio?”

“Ha estado con En el Mar desde el comienzo. Trabaja aquí y en casa.”

“¿Qué hay de la gente que actúa, los maquilladores, los del vestuario?”

“Conozco a todos los que trabajan en el estudio.” Neville se sentó al lado de
Rosa. “Rosa los conoce más.”

“¿Alguien que haya tenido que dejar ir en el último año?”

“Ni uno. Hay algunos que vienen, por supuesto, para una producción
específica, durante un tiempo limitado. Somos relativamente pequeños, de
propiedad privada. Es casi una familia básicamente.”

“Señora Patrick, usted ha usado a Jacko's Catering, ¿cierto?”

“En Pantalla los he usado, y se los recomendé a una amiga que estaba a
cargo de una recaudación de fondos. Ella los uso personalmente después de eso.”

“¿Hace cuánto tiempo los recomendó?”

“El año pasado, creo… Sí, debió de ser por estas mismas fechas el año
pasado para una recaudación de fondos que estábamos haciendo en Marzo. Ella
tenía lo que eran la comida y las bebidas, yo estaba a cargo de las flores y la
decoración. Fueron muy buenos, y ella los usó para una cena después.
Nosotros… yo… no hemos socializado mucho desde el verano, de modo que no
puedo asegurar si ella los ha usado otra vez.”

“¿Qué hay sobre Alquileres Estrella Solitaria?”

“Varios comités en los que he estado usan a Estrella Solitaria. Son confiables
y tiene un catálogo diverso. No entiendo.”

“Son detalles, eso es todo,” dijo Eve. “Cada detalle puede importar. ¿Podría
tener el nombre de la amiga que trabajó con Jacko's?”

“Marlene Dressler.”

“¿Tuvo usted mucha interacción con el personal de ambas compañías?”

“Algo, pero Marlene es muy eficiente. Y en cuanto a la compañía de alquiler,
tampoco estuve a cargo de eso. Habría ayudado con la instalación si hubiese
estado allí. Usted cree que alguien de aquellos comerciantes…”

“Vamos a echar un vistazo a todo, y a todos. El Hospital St. Andrew's.”

“Dirigí un comité para dos de sus recaudaciones de fondos, y he trabajado en
el comité para otros.”

“¿Con quién del hospital trabajó usted?”

“Ah, el primero fue hace más de dos años.” Mientras se frotaba la sien, Rosa
parecía un poco perdida. “Por lo menos dos. Yo no… Espere, lo recuerdo. Fue
para el ala de pediatría. Trabajé con Daphne Strazza. Su esposo es un cirujano
allí. Me cayó muy bien.”

“¿Se han mantenido en contacto?” Preguntó Eve.

“En realidad, no. Almorzamos un par de veces, entonces, bueno, ella nunca
podía hacer tiempo. Entonces Neville y yo nos comprometimos, y estaban los
planes para la boda, y encontrar una casa. Perdimos contacto.”

“Sucede,” dijo Eve. “¿Cuánto tiempo hace que usted no la ha visto o hablado
con ella?”

“Por lo menos un año. Probablemente más. Cuando el comité volvió a
contactarme para el evento anual, pregunté por ella, y me dijeron que ya no
estaba involucrada. Es una pena. Algunas personas tienen madera para este tipo
de trabajo. Yo pensaba que ella la tenía.”

“¿Alguna vez vino aquí?”

“No.” Frunciendo el ceño, Rosa agarró su té. Sus manos habían dejado de
temblar. “No tuvimos una razón para ello. Nos encontrábamos en el hospital, o
en mi casa o la de ella. Y un par de veces en un restaurante. Éramos veinte de
nosotras o así involucradas en el proyecto. Fuimos co-presidentas ese año, de
manera que hablábamos y nos encontrábamos más a menudo.”

“¿Puede darme los nombres de los otros miembros de ese comité?”

“Tendría que revisar mi libreta. No recuerdo todos. Fue hace más de dos
años. Yo solía hacer muchísimo de ese tipo de trabajo. No he estado tan
involucrada desde que…”

“¿Por qué?” Habló Neville. “¿Por qué eso importa?”

“Esto ha sido informado a los medios, y reportado por los mismos, de modo
que puedo decirles que Daphne Strazza y su esposo fueron asaltados en su hogar
la noche del sábado. Creemos que por el mismo individuo que los asaltó a
ustedes y a los Brinkmans.”

“¿Daphne?” Rosa aferró la mano de Neville con la conmoción y la
compasión haciendo eco en su voz. “¿Como a nosotros?”

“Sí. Ella fue más severamente herida, físicamente, pero se está recuperando.
Su esposo fue asesinado durante el asalto.”

El color desapareció del rostro de Rosa. “¿Está muerto?”

“Este individuo está escalando. Déjenme decirles que creo, absolutamente,
que él ha terminado con ustedes. No tiene ninguna razón para volver. Y lo que
ustedes han sido capaces de contarnos aquí nos da otra pieza. Ustedes van a
ayudarnos a encontrarlo.”

“¿Está segura que no fue su esposo el que la lastimó?”

Eve mantuvo los ojos y la voz fría incluso cuando sonó la campana en su
mente. “¿Qué quiere usted decir?”

Rosa volvió a coger el ignorado té. Sus dedos temblaron, perdida brevemente
su estabilidad, pero bebió. “He trabajado con mujeres abusadas. No como una
consejera, no estoy entrenada. Pero he trabajado en refugios. Reconocí las
señales. Sé que no soy una terapeuta o una profesional, pero lo sé. Si no era
abusada físicamente por su esposo, era emocionalmente abusada. Sé que le tenía
miedo. Lo noté.”
Usted no es la única, pensó Eve.
“No tenemos evidencia que apoye la sugerencia de que el doctor Strazza
asaltara o violara a su esposa la noche del incidente. No dudo de sus instintos u
observaciones, señora Patrick. Pero Anthony Strazza fue, como lo fue Daphne,
atacado por el intruso.”

Por un momento, Rosa volvió el rostro hacia el hombro de Neville. Entonces
enderezó los suyos y se sentó derecha. “¿Puede decirme donde está ella?”

“No puedo darle esa información.”

Rose asintió. “¿Le podría decir que si quiere hablarme o verme se contacte
conmigo? Eso ayuda. Lori y yo hemos estado hablando. Lori Brinkman. Sé que
eso puede ayudar.”

“Puedo hacer eso. Lo haré. Ella podría usar un hombro fuerte.”

“Yo no soy fuerte.”

“Usted es fuerte,” dijo Eve mientras se ponía de pie. “Usted vino aquí, pidió
ayudar a alguien que necesita ayuda. Usted no es débil, señora Patrick, y él no
puede hacer que lo sea.”



* * *

Cuando Eve y Peabody salieron, Eve vio a Kyle Knightly apoyado contra el
umbral de una puerta, hablando con alguien dentro de la oficina y claramente
esperando que ella saliera de la de Neville.

Él apuntó un dedo a quien fuera con el que estaba hablando, y comenzó a
aproximarse a ella.

“Voy a ocuparme de esto. Encuentra a quien sea que haga el maquillaje, el
vestuario, mira lo que puedas descubrir.”

“Lo tengo. Es más diversión que la que tendrás tú,” Peabody añadió mientras
se alejaba.

Eve se encaminó hacia Kyle. “Señor Knightly, ¿Algún problema?”

“Podría ser.” Echó un vistazo por el largo corredor hacia la puerta cerrada de
Neville. “Neville y Rosa apenas están empezando a salir de esta pesadilla, y
ahora usted entra allí para perturbarlos. No quiero verlos trastornados otra vez.”

“Entendible.”

Ella reparó en personas que deambulaban por ahí, holgazaneando, y
obviamente esperando algún cotilleo. “Tal vez podamos hablar al respecto, en
algún lugar privado.”

“Seguro.”
Él hizo un ademán y comenzó a guiarla. Otra zona abierta, con gente vestida
casualmente ante sus computadoras o en grupos. Unos pocos lo llamaron, o se
pusieron en pie con rapidez para ir hacia él.

Él les hizo un gesto negativo, y se dirigió a unos pocos.

“Estaré de regreso, Jen. De verdad necesito ver ese informe, Bry.”

Entraron a una pequeña área de recepción en donde un hombre con un suéter
de cuello de tortuga y vaqueros manipulaba una estación de trabajo.

“Hola, Kyle,” empezó él. “Myra Addams de SAR quiere comunicarse por
enlace contigo acerca de…”

“Necesito unos minutos, Barry.”

Con eso entró en su oficina, cerró la puerta tras Eve.

Neville tenía la esquina, pero la oficina de Kyle tenía casi el doble de
espacio. Carteles de películas se alineaban en las paredes, recuerdos y lo que ella
tomó como premios atestaban las estanterías. Su estación de trabajo, un amplio
semicírculo de gris pizarra, daba hacia la pared más lejana y su enorme pantalla.

Él le señaló un sillón, caminó hacia la zona del bar, abrío la nevera. “Tengo
su Pepsi. Neville y yo compartimos una adicción. ¿Usted quiere?”

“Claro.”

“¿Necesita un vaso?”

“La lata está bien.”

Él trajo dos, se dejó caer en un sillón frente a ella en la sala de estar y abrió
ambas. “Entiendo que usted está haciendo su trabajo.” Le entregó una de las
latas.

“Entiendo que usted está siendo protector con su socio y su esposa. Lo tomo
como que esto viene de atrás.”

“Un largo camino. Neville y yo somos primos. Nuestras madres son
hermanas.”

“¿Es así?”

“Sí. Su mamá, en un intercambio de estudiantes, se enamoró de Londres, y
se mudó allí cuando tenía como dieciocho años. Fue al colegio, bueno,
universidad, se casó. El papá de Neville perdió a su primera esposa, en accidente
de coche. De cualquier manera, nosotros íbamos a visitarlos, ellos venían aquí.
Pasé algunos veranos allí. A Nev y a mí nos encantaban las películas. Su papá es
un director de manera que podíamos ir al estudio de filmación. Empezamos a
planear cuando éramos unos niños, cómo empezaríamos nuestra propia
compañía de producción, nuestro propio estudio.”

“Y ahora lo tienen.”
“Lo hicimos realidad.” Kyle se inclinó hacia adelante. “Estoy diciendo esto,
exponiéndolo de manera que usted entienda. Nev no sólo es mi socio, es mi
familia. Mi mejor amigo. Lo que les sucedió a él y a Rosa…” Volvió a
reclinarse, bebió de su lata, miró fijamente hacia la pared. “Si yo atrapara al
bastardo que hizo esto…”

“Ese es mi trabajo.”

“¿Sí?” Su mirada se enfocó en la de ella. “Han pasado siete meses. No he
visto que usted haya hecho su trabajo.”

“Lo verá,” dijo simplemente. “Su primo sugirió que le pregunte acerca de un
par de comerciantes que usted ha utilizado profesionalmente. Jacko's Catering y
Alquileres Estrella Solitaria.”

“¿Va a dar una fiesta? Lo siento,” dijo él con rapidez, y se frotó la sien. “En
serio, lo siento. Es sólo que estoy cabreado. Rosie se ve tan malditamente
frágil.”

“¿Usted también es cercano a Rosa?”

“Ella es familia. Diablos, yo estaba con Nev la primera vez que puso sus ojos
en ella. Le dije allí mismo que hiciera una movimiento, pero ella estaba con
alguien más, y Nev no es un cazador furtivo. Aunque funcionó.” Sacudió la
cabeza. “Hemos usado a Jacko's para fiestas de oficina, un par de proyecciones
privadas. Lo mismo con Estrella Solitaria. ¿Qué tiene que ver eso con lo que le
pasó a mi familia?”

“Estoy poniendo los puntos sobre las íes. ¿Ha utilizado usted a ambas
personalmente?”

“Alquilé en Estrella Solitaria una vez ¿tal vez dos? Utilicé a Jacko's una vez.
No entretengo mucho en casa. Soy más del tipo de vino y cena en un restaurante
o un club que encaje con el invitado, utilizo todos los recursos.”

“Estoy segura que eso está en el archivo, pero ¿podría decirme en dónde
estaba usted cuando su primo y su esposa fueron atacados?”

“Sí, los otros policías chequearon eso de modo que no tengo que echarle un
vistazo.” Se le tensó la mandíbula, entonces la relajó visiblemente. “Sé que tiene
que preguntar, pero sigue siendo insultante. Tenía una cena de negocios, un
director que queríamos atraer a un proyecto, su esposa, la protagonista femenina
que habíamos contratado, el protagonista masculino y su cita. Duró desde cerca
de las siete y media hasta las diez. Conseguí al director,” añadió con una sonrisa.
“Me fui a casa, y me puse cómodo con una pila de informes de potenciales
proyectos.”

“¿Vio o habló usted con alguien?”

“Con nadie salvo el droide doméstico. Hice que me trajera galletas calientes
y un batido de vainilla cerca de la medianoche. Es una debilidad. Ya me había
acostado cuando recibí la llamada de la Detective Olsen. Fue alrededor de las
tres de la mañana. Me fui directamente al hospital.”

Él se puso de pie, fue hacia las ventanas, caminó alrededor de la oficina. “Lo
siento, eso todavía me pone nervioso. Verlos de esa forma. Nada como eso,
nada, le había ocurrido nunca a alguien que quiero. Nosotros hacemos películas
con alguna mierda asquerosa, pero eso es ficticio. No es real. Todo lo que el
director dice es Corten, y está terminado. No sé si esto alguna vez terminará.
Este monstruo tomó sus vidas, sus vidas cotidianas, su normalidad. ¿Cómo
pueden recuperar eso algúna vez?”

“Saber que la persona que hizo esto está encerrada en una celda puede ser un
buen paso hacia ello.”

Kyle regresó, se dejó caer en el sillón de nuevo. “Lo que sea que pueda hacer
para ayudar a ponerlo allí, considérelo hecho.”

“¿Ustedes hacen muchas de las películas aquí?”

“¿En Nueva York? Sí, tenemos nuestro propio estudio. Neville y yo
edificamos la compañía con la idea de empezar de a poco, de ser auto-
suficientes. Tenemos el estudio justo aquí, y ahora otro estudio de sonido en
Brooklyn. Nuestro equipo de cazatalentos, equipos de producción, nuestros
propios escritores para producciones y series originales.”

“Maquillaje, vestuarios.”

“Cierto. Nuestra chica se ganó un Emmy, ya hace dos años, por maquillaje
en una serie original. Planeta Plaga. Cristo, ¿acaso los policías no ven la
pantalla?”

“No, en mi caso.”

“Planeta Plaga es la serie original número uno, desde hace dos años. El
Apocalipsis de los zombis nunca pasa de moda.” Él señaló con el pulgar detrás
de él a uno de los carteles, el cual representaba a una ruda mujer hermosa,
armada con un arco, y un hombre medio aporreado pero atractivo con una catana
rodeados por lo que con certeza parecían cadáveres andando.

“El año pasado, ganó mejor maquillaje, mejor banda sonora, mejor actor
invitado, y lo cerró con el mejor actor principal de series originales.”

“Qué bien.”

“Ah, sí. Los premios no sólo son brillantes, pueden significar ratings y
fondos, y los ratings y fondos permiten más producciones creativas. Y no me
deje empezar.” Medio riéndose él cortó el aire con una mano. “Estamos
construyendo algo sólido. Estamos haciendo lo que siempre soñamos hacer.
Neville ha sido golpeado y sacudido, y recién estaba volviendo a la normalidad.
Ha sido un duro camino. Con el golpe que recibió, viendo a Rosa golpeada, con
más policías, más preguntas, no puede ser algo que lo ayude.”

“La realidad no termina cuando un director dice corten, o la pantalla queda
en negro, señor Knightly. Lo que usted hace puede que les dé a las personas un
descanso de la realidad, y eso está bien. Pero tenemos que regresar a ésta.”

Se puso de pie. “Agradezco su tiempo y comprendo su preocupación. Ahora
será mejor que ambos regresemos a hacer nuestros trabajos.”
Él también se puso de pie. “Nosotros hicimos una oferta por el proyecto
Icove.”

“Disculpe, ¿qué?”

“El libro de Nadine Furst. Tratamos de conseguir los derechos, pero estaba
más allá de nuestro alcance. Felicitaciones por las nominaciones al Oscar.”

“Vale.”

“Las anunciaron esta mañana. Está nominada a siete Oscar, mejor actriz,
mejor actor secundario, mejor director, mejor adaptación del guion, mejor
edición, mejor sonido, y el santo grial de la mejor película. ¿No lo oyó?”

“Soy una policía, señor Knightly.”

“Kyle. Y es la policía de Icove.”

“No, soy la policía del NYPSD.”

Salió y se dirigió a la recepción principal, llamando a Peabody mientras
caminaba.

“¿En dónde estás?”

“Un piso más arriba, en Maquillaje. Jesús, Dallas, conocí a Adrianna Leo.
Hablé con ella mientras la peinaban y maquillaban para una escena. Entonces
entró Joe P. Foxx en ese momento, ¡y me podría haber desmayado!”

“¿Tengo que ir allí arriba?”

“¿Qué? No, ya lo cubrí.”

“¿Y tu cara? ¿Qué tienes en la cara?”

“Um. Maquillaje.”

“Lleva tu cara maquillada al garaje.” Eve cortó, recordándose que había sido
la que había enviado a Peabody a la maldita tienda de golosinas.

Bajó en el elevador, ignorando a los otros pasajeros que parecían inmersos en
cotilleos sobre los Oscar, hasta que una de las mujeres la miró.

Los ojos de la mujer se salieron de sus órbitas. “Oh, Dios mío, ¡usted es
Marlo Durn!”

“No, no lo soy.”

Obviamente decidida, la mujer continuó parloteando mientras hurgaba en su
bolso del tamaño de un rinoceronte. “Oh, soy una tremenda admiradora.
Simplemente tengo que tomarme una foto con usted.”
“No soy Marlo Durn.”

Con el enlace ya en su mano, la mujer le frunció el ceño. “¿Está segura?”

“Absolutamente.”

“Usted realmente podría ser su doble en La Agenda Icove. Luce justo como
su personaje de Eve Dallas. ¿Es usted su doble?”

“No.”

Eve escapó del elevador, y tomó otro para bajar al garaje.

Entró al coche, comenzó a investigar a Kyle Knightly. Y le lanzó a Peabody
una larga mirada cuando su compañera subió al coche.

“¿Por qué tienes pestañas azules?”

“Hacen que mis ojos destaquen, y sólo es un toque de azul. Mags me hizo un
look profesional para el día.”

“Eso es tan especial.”

“Lo fue para mí,” musitó Peabody. “Además pude conocer a una de mis
estrellas de pantalla favoritas, y entrevistar a dos de las más importantes
maquilladoras del estudio. Una de ellas también hace el trabajo especializado,
como en Planeta Plaga.”

“Zombis.”

“Sí, me encanta esa serie. Hace que me cague de miedo, pero la adoro.
Tienen todo lo que nuestro sospechoso desconocido necesitaría, justo en el
estudio. Tengo un puñado de nombres que investigar. Además, la buena amiga
de Mags, Uma, la de Vestuarios estuvo medio saliendo con Hugh, el sobrino de
Jacko, hace algunos meses.”

“¿Medio saliendo?”

“Salieron un par de veces, pero no conectaron. Conectó más con su amigo
Anson, barman de Jacko's, y están semi-saliendo ahora.”

Eve concluyó que semi-saliendo era más serio que medio saliendo. “Tal vez
valieron la pena las pestañas azules.”

“Voy a comprar este color para pestañas, puedes apostarlo. ¿Y lo oíste?
¡Nuestra película está nominada a varios Oscar!”

“Peabody.”

“Eso es recontra genial, Dallas. Nadine debe estar saliéndose de la órbita.
Podría ganar un maldito Oscar. Tengo que enviarle un mensaje.”

“Peabody.”
“Después. Lo haré después. Estoy investigando los nombres ahora.”
“Buen plan.”

“Fue excitante, estar sentada allí mientras me maquillaban justo al lado de
Adrianna Leo, y ella fue verdaderamente agradable. Mags dice que a ella no se
le suben los humos para nada. Al igual que Wendy Rush es una zorra total, y
siempre interpreta a alguien dulce, pero no lo es para nada. Y cómo Joe P. Foxx
no sólo es adorable, sino que siempre está mostrando fotos y videos cortos de
sus niños. Es un tipo entregado a su familia, lo cual lo hace más adorable.”

“A Mags le gusta chismosear.”

“Debido a lo cual conseguí la información sobre la amiga del vestuario que
está saliendo con dos del equipo de Jacko's, y un montón de información sobre
maquillaje, quién fabrica qué, en dónde lo consiguen, cuán accesible es. Mags
está estrictamente en el estudio, pero tienen varios maquilladores que trabajan en
las filmaciones en localizaciones o viajan con el equipo para filmaciones en
exteriores. Algunos son independientes y se mueven de proyecto en proyecto, de
compañía a compañía, pero algunos están contratados por En Pantalla.”

Peabody sacudió la cabeza mientras estudiaba su portátil. “Y mi primera
elección no va a encajar. Mags dijo que este Max Bloombaum es el mejor en el
maquillaje de monstruos y prótesis, por lo cual lo contrataron para crear el
maquillaje para Planeta Plaga. Tiene sesenta y tres años, mide casi dos metros,
está casado, tres hijos, dos nietos.”

“Demasiado alto, demasiado establecido para el perfil. Termina mi
investigación de Kyle Knightly.”

“¿Sospechas de él?”

“Está conectado a las primeras víctimas, ha usado el servicio de catering y la
compañía de alquileres, tiene acceso al maquillaje y efectos necesarios. Su
coartada es un droide doméstico.”

Eve tamborileó los dedos en el volante. “Parece sincero, preocupado, unido
emocionalmente a los Patrick. Pero mide alrededor del metro setenta y cinco,
conoce su casa, conocería fácilmente sus planes. No está casado, vive solo.”

“Estoy en ello… espera.” Ella contestó su enlace. “Detective Peabody. Sí,
señor Brinkman, gracias por devolverme la llamada. Eso estaría bien. Iremos a
verlo ahora. Sí señor, iremos. Gracias.”

Inclinándose hacia adelante, Peabody programó la dirección de los
Brinkmans en la consola. “Están ahora en casa, listos para hablar con nosotras.”

Eve tomó la siguiente esquina y se dirigió a la zona residencial.

“Knightly, Kyle,” leyó Peabody. “Caucásico, treinta y un años, altura metro
setenta y siete, peso sesenta y nueve kilos. Nacido en Greenwich, Connecticut,
de Lorinda Mercer y Quentin Knightly, sin hermanos. Buena educación,” añadió.
“Escuelas privadas, preparatorias, estudió dos años arte cinematográfico y
ciencias en Juilliard, con otros dos años en Londres. Ningún matrimonio, sin
cohabitantes registrados. Consiguió algunos créditos menores en Inglaterra,
Francia, Nuevo Los Ángeles. Formó Producciones En Pantalla con Neville
Patrick (primo) en el 2055. Hay algunos enlaces aquí hacia varios artículos al
respecto.”

“Luego.”

“Su primera producción fue una serie de bajo rating pero aclamada por la
crítica, Urbanitas, cancelada después de su primera temporada. También están
enlistadas otras varias producciones más exitosas. No aparecen antecedentes
criminales. Valor neto estimado en dieciséis millones y medio, eso es personal.
La compañía está estimada un poco por debajo de los quinientos millones, en
gran parte debidos al éxito de Planeta Plaga, En el Mar, y la producción de la
gran pantalla La Caída de Camelot. ¿Quieres que investigue más a fondo?”

“Ahora no. Haz correr a los otros de tu lista. Y veremos si los Brinkmans le
dan un enfoque especial a esto.”
Capítulo 10

EL HOGAR de los Brinkmas tenía una señorial apariencia de ladrillos


curtidos y aleros de color crema. Llevaba su antigüedad con elegancia, y esa
antigüedad y elegancia contrastaban con un sistema de seguridad obviamente
nuevo. Contó tres cámaras, se imaginaba que habría más a los costados, y en la
parte trasera. Otro trío de cerrojos, fuertes, del tipo policial, estaban instalados en
la gruesa puerta principal. Una pantalla para palmas, con escáner, había sido
instalada a su lado, en el viejo ladrillo.

En el momento que tocó el timbre, la computadora de seguridad demandó su
nombre y su asunto.

“NYPSD. Teniente Dallas, Detective Peabody. Nos están esperando.”

Por favor sostenga en alto su identificación para que sea escaneada y
verificada.

Hizo eso, lo mismo que Peabody.

Gracias. Su identificación ha sido verificada. Por favor, espere.

Momentos después se abrió la puerta. El hombre que apareció llevaba un
traje cómo el de Summerset. Pero a diferencia del huesudo mayordomo, éste
tenía unos hombros como los de un jugador de futbol americano, y un sutil bulto
en su costado debajo de la chaqueta en donde llevaba un arma.

“Teniente, Detective. Tienen autorización para entrar.”

Segunda línea de defensa, pensó Eve mientras entraban al vestíbulo. Un alto
espejo, una mesa larga, una ensoñadora pintura de un lirio acuático le daba a la
angosta entrada la ilusión de espacio y profundidad.

“Maxine tomará sus abrigos.”

Eve echó un vistazo a la mujer de negro. Podría ser un ama de llaves, pero
parecía como si pudiera patear algunos traseros. Eve se quitó el abrigo, y se lo
pasó.

Él hombre dijo, “Síganme,” y las guio hacia la sala de estar fuera del
vestíbulo.

Había un fuego encendido en una habitación en donde todo relucía, nada
parecía fuera de lugar. Eve hubiera designado la sala como elegante con estilo,
algo muy lejos de acogedora.

Los Brinkmans estaban sentados juntos en un sofá de gel en donde unos
pájaros de un rojo llamativo volaban sobre un fondo de color azul profundo.
Estaban sentados tan juntos que bien podrían haber estado fusionados por la
cadera y el hombro.

Aunque en un principio habría sido negro, Ira Brinkman había dejado que su
pelo, como los ladrillos, envejeciera de modo que algunos mechones de canas
sobresalieran de él, recordándole a Eve a Feeney. Sus ojos, de un azul claro, se
mantenían fijos en el rostro de Eve, incluso mientras cogía la mano de su esposa
con la suya.
La herencia de Lori la había dotado con una impecable piel color moca, con
unos ojos entre azules y verdes bajo unas cejas oscuras y afiladas.

Los ojos estaban rodeados de pestañas largas y espesas, unos ojos que
mostraban nervios y fatiga.

Ira apretó la mano de su esposa, y la soltó, se puso de pie.

“Teniente Dallas, Detective Peabody, mi esposa y yo lamentamos mucho
saber que ha habido otro incidente, incluso más trágico.”

“Sí, señor. Agradecemos que se tomen el tiempo para hablar con nosotras.”

“Es difícil.”

“Lo sé. Haremos lo posible por hacerlo menos difícil.”

“Por favor, tomen asiento. ¿Podemos ofrecerle alguna cosa?”

“Por favor, no se molesten.” Eve y Peabody se sentaron en sillones enfrente
del sofá. “Mi compañera y yo nos hemos familiarizado con los detalles de la
investigación respecto a lo que les sucedió a ustedes. Estamos coordinándonos
con los Detectives Olsen y Tredway.”

“¿Está segura de que fue él?” La voz de Lori Brinkman era como la seda,
tranquila y suave. “¿Está segura?”

“Toda la evidencia hasta este punto indica eso, sí. Los detalles de este último
ataque son demasiado similares a los suyos, a los de los Patricks, para pensar de
otra forma.”

“Pero él mató a alguien. Podría habernos matado. Estábamos indefensos.
Mató al esposo. Podría haber matado a Ira.”

“No lo hizo.” Ira volvió a tomarla de la mano. “Estoy justo aquí.”

“Él siguió golpeándolo, incluso cuando Ira le dio las combinaciones, siguió
golpeándolo incluso cuando yo… yo dije lo que él me dijo que dijera. Pensé que
nos mataría a ambos.” Ella cerró los ojos, y respiró hondo. “Pero no lo hizo. Sé
que no fue nuestra culpa. Ya he pasado por eso.”

“No, nada de lo que sucedió fue culpa de ustedes.”

“Pero nos sucedió a nosotros. Al principio uno se pregunta por qué… ¿por
qué nos pasó a nosotros? Entonces uno se da cuenta, y trata de aceptar que no
hay una razón.” Lori apoyó la cabeza en el hombro de Ira. “Una persona
malvada hace cosas malvadas. No hay una razón.”

“Pueden haber suficientes motivos, aunque no tengan un sentido razonable,
para ayudarnos a encontrarlo.”

“¿Suficientes motivos?” repitió Ira.
“¿Por qué los Patricks, por qué ustedes, por qué los Strazza? Parejas casadas,
parejas casadas sin hijos, quienes viven en casas en buenos vecindarios.”

“Tres hacen un patrón,” declaró Lori. “Escribo guiones.”

“Mi información es que usted es una abogada.”

“Sí. Escribo bajo otros nombres. Es más que un pasatiempo, menos que un
trabajo. En cualquier caso, he asesorado guiones de varias películas de suspense.
Tres hacen un patrón. Nosotros somos… su tipo.”

“Creemos que hay un patrón, sí, y eso nos ayuda. Creemos que él los
seleccionó como lo hizo con los otros. Y ha terminado con ustedes,” Eve añadió
cuando vio el miedo aparecer en los ojos de Lori. “Si continúa con el patrón, ya
ha seleccionado a sus siguientes víctimas. Ustedes pueden ser capaces de
ayudarnos a detenerlo.”

“Estuvimos de acuerdo en hablar con usted,” dijo Ira, “porque haríamos
cualquier cosa, cualquier cosa para detenerlo, para saber que está encarcelado.
Nunca he sido un hombre violento, pero quería matarlo con mis propias manos.
He soñado con eso, estar libre y golpearlo hasta matarlo justo allí, en nuestro
dormitorio.”

Incluso mientras lo decía, los ojos de Ira brillaban con venganza.

“Golpeó a Lori, una y otra vez, la violó, una y otra vez. Me observaba
mientras la violaba. Me sonreía. No podía hacer nada.”

“Quería humillarlo, señor Brinkman,” le dijo Peabody. “Eso es lo que él
quería. Él es un cobarde, y es débil, es por eso que amenazó a su esposa. La
amenazó con incapacitarlo a usted.”

“Me utilizó para lastimar a Ira, utilizó a Ira para lastimarme. Sí, es un
cobarde, pero ustedes no lo han detenido.”

“Estamos añadiendo detalles que pueden ayudarnos a hacerlo.”

Lori miró a Eve. “Usted dijo seleccionó. Nos seleccionó. ¿Qué
representamos nosotros para él?”

“Estamos trabajando en eso. ¿Ustedes no tenían conexión con los Patricks
antes de esto?”

“No… al menos nosotros no los conocíamos,” dijo Ira.

“Acabo de enterarme que yo había asesorado un guion, uno que había sido
pospuesto. En Pantalla lo adquirió cuando la fecha anterior había expirado.”

“¿Cuándo fue eso?” preguntó Eve.

“El mes pasado, a principios del mes pasado. Hasta el momento no me he
reunido o discutido de esto con los productores. La última cosa en mi mente
estos meses pasados ha sido la diversión, y eso es lo que esto es para mí. Nos
reunimos con los Patricks, con Neville y Rosa hace unas semanas. Nikki, la
Detective Olsen, lo arregló cuando le pregunté si podíamos. Eso ayudó, sólo
hablar, nosotros cuatro.”

Miró a Ira. Él sonrió un poco, y le levantó la mano para presionarla contra su
mejilla.

“Eso ha ayudado,” repitió Lori. “Y Rosa y yo hemos hablado varias veces
desde entonces. Es más joven que yo, y estaban recién casados cuando… apenas
empezaban su vida juntos. Creo que ha sido más duro para ella.”

“Ella me dio la impresión de ser fuerte.”

Por primera vez Lori sonrió. “También pienso eso. Yo también lo soy. Así
somos nosotros,” dijo, mirando a Ira. “Pregunte lo que tenga que preguntar.”

“Puede decirme si alguna vez han utilizado a Jacko's Catering?”

“¿Catering?” Lori le dirigió a Eve una mirada desconcertada. “No. Hemos
utilizado Primera Clase durante años. Mi amiga Rhia los pone por las nubes,
pero…”

“¿Así que ustedes han estado en eventos que ellos han servido?”

“Sí.”

“¿Qué hay acerca de Alquileres Estrella Solitaria?”

“No le podría decir. ¿Ira?”

“No, no me es familiar. ¿Por qué?”

“Sólo algunos detalles que estamos explorando. ¿Reciben visitas aquí a
menudo? ¿Personalmente, profesionalmente?”

“Yo traigo clientes y asociados aquí para cenar ocasionalmente,” dijo Ira. “Es
más usual que los lleve fuere a cenar o a almorzar. Muchas veces invitamos aquí
a amigos.”

“A Ira realmente le gusta cocinar, de modo que si invitamos a un par de
amigos o a un grupo pequeño e íntimo, él prepara la comida. Para grupos más
grandes, Lilia lo arregla con Primera Clase.”

“¿Lilia?”

“Nuestra border collie, y lo digo en el mejor sentido. Ira es fieramente
organizado, y yo no lo soy. Soy un fracaso cuando se trata de horas y fechas,
incluso de listas, particularmente cuando estoy en un caso. De manera que Lilia
se encarga de todo. Le decimos que tendremos una fiesta en tal fecha, y ella se
encarga de los detalles, y se asegura de que yo recuerde dejar de trabajar a
tiempo para ducharme y vestirme.”

“Y eso casi ha pasado una o dos veces.” Más relajado, Ira pellizcó levemente
el brazo de Lori.

“¿Lilia Dominick?” preguntó Peabody, consultando su portátil.
“Sí. Ha estado con nosotros cerca de ocho años. Hace que la fiera eficiencia
de Ira parezca un caos.” Observando a Eve, Lori frotó una mano justo encima de
la rodilla de Ira. “¿Usted cree que hemos tenido a la persona que hizo esto en
nuestro hogar? ¿Que lo hemos invitado a venir?”

“Vamos a explorar todas las vías, señora Brinkman. Sea lo que sea que
encontremos, ustedes deben recordar que no lo invitaron a entrar esa noche. No
invitaron sus acciones esa noche. No son responsables, de ninguna manera, de lo
que pasó.”

Debido a que quería evitar que se obsesionaran con esa posibilidad, Eve
cambió de tema. “Los Detectives Olsen y Tredway indican que ninguno de
ustedes conocía a los Patricks antes de los ataques. ¿Qué hay sobre los Strazza?”

“En realidad, cuando Rosa y yo estábamos hablando, ella me contactó antes
de que ustedes llegaran aquí, nos dimos cuenta de que todos nosotros habíamos
asistido a algunos de los mismos eventos. Sólo que nunca habíamos conectado.”

“¿Qué eventos?”

“Bueno, ah, la Celebración de la Gala de Arte el Abril pasado. Y el Baile de
Invierno, ese fue el año anterior a este último. Ninguno de nosotros asistimos al
de este año. Y algunos otros que no recuerdo ahora. Lo cual es por lo que
necesito a Lilia. Rosa ayuda a organizar la gala de arte. Es una noche adorable.
Iremos este año,” le dijo a Ira.

“Por supuesto que iremos.”

“Ah, y, recuerdo otro. Espere.” Lori se dio golpecitos en la sien con dos
dedos. “Acabo de acordarme. El Baile de Ten un Corazón. Es un evento por el
Día de San Valentín, un baile de caridad en asociación con el Hospital San
Andrew's.”

Otro eslabón en la cadena, pensó Eve. “¿Pero usted nunca conoció a los
Strazza?”

“Conocí al doctor Strazza, ya que lo dice,” le dijo Ira. “Sólo lo conocí, como
cuando fuimos presentados brevemente por un conocido mutuo. En uno de estos
eventos de caridad. Estoy casi seguro de que fue en la Celebración de la Gala de
Arte. Fue algo muy breve, por lo que recuerdo.”

“¿Habló con él?”

“No más de Cómo está usted. Había ido a uno de los bares con un conocido,
y el doctor Strazza estaba pasando por ahí. Tú te habías ido con Rhia y Lilia, uno
de sus safaris a la sala de las damas,” le dijo a Lori. “Yo me dirigí al bar con
Chase.”

“Chase Benson,” explicó Lori. “Conoce a todo el mundo, y deja caer
nombres como si fueran semillas para el jardín.”

“Bueno, Lori.”
“¿Conoció usted a su esposa?” preguntó Eve. “¿Daphne Strazza?”

“No, no estaba con él en ese momento, y sólo fue un momento. Chase
interceptó al hombre, le dio uno de sus patentados apretones de mano. Creo que
él sí preguntó por la esposa de Strazza. Algo como ¿En dónde está esa
maravillosa criatura que nos robaste al resto de nosotros? Así es como habla
Chase. Creo que Strazza dijo algo de que se estaba empolvando la nariz.”

“Estúpida expresión,” masculló Lori.

“Puede ser, pero cuando pienso en ello, diría que Strazza se veía un poco
molesto. Chase puede tener ese efecto. En cualquier caso, Chase nos presentó,
Strazza asintió y se fue. Fue algo breve. Abrupto, realmente. Chase dijo algo
sobre que Strazza era un cabrón con una esposa joven y sexy. Eso fue todo.”

“¿Cuántas salas de damas?” preguntó Eve.

“La principal,” le dijo Lori. “Puede ir a otras, pero la principal es grande y
bellamente amueblada. ¿Eso significa algo, no es así, que todos estuviéramos
allí, los seis, esa noche?”

“Podría ser.” Siguiendo una corazonada, sacó su portátil, lo revisó hasta
llegar a la foto de identificación de Daphne Strazza. “Tal vez usted la vio allí.”

Lori tomó el portátil, y lo miró. “Es tan impresionante. No es un rostro que
uno olvidaría. Y, sí, la vi, la vi en la sala. Eso fue en la Celebración de la Gala de
Arte. Incluso hablé con ella. Había estado llorando, estaba haciendo lo posible
por ocultarlo. Le pregunté si estaba bien. Dijo que le dolía la cabeza, y que había
tomado un bloqueador. Llevaba un fabuloso vestido blanco con toques brillantes,
bellamente entallado, con corte bajo en la espalda, y con un corpiño sin mangas
con delgadas cadenas negras sobre cada hombro.”

Ira soltó una carcajada. “Lori no puede recordar el día de la semana, pero
nunca olvida un traje.”

“No me olvido que tenía un moretón aquí.” Lori se tocó el bíceps izquierdo.
“Sólo un pequeño moretón, pero todavía se veía un poco rojo. Un moretón
fresco, como si acabara de ser pellizcada con fuerza. La recuerdo porque era una
mujer impresionantemente hermosa en un impresionante y hermoso vestido que
se veía insoportablemente triste y estaba tratando de ocultarlo.”

Lori tomó aliento. “Me pregunto si usted podría decirle, preguntarle, si yo
podría ir a verla. Si quisiera hablar conmigo, hablarnos a mí y a Rosa. Puede que
no esté lista, pero usted podría darle mi información de contacto. En cuanto ella
esté…”

“Lo haré. No quiero hacerla recordar esa noche otra vez, pero me pregunto si
usted permitiría que mi compañera y yo veamos el dormitorio.”

“No es el mismo.” Lori miró a su marido, esperó por su asentimiento. Se
levantaron juntos. “Nosotros las llevaremos arriba. Hemos hecho cambios,”
explicó mientras las guiaba. “No podíamos vivir aquí al principio. Nos fuimos a
nuestra casa en los Hamptons, incluso hablamos acerca de vender esta casa.”

“Hemos vivido aquí toda nuestra vida de casados,” añadió Ira. “Al final
decidimos que haríamos algunos cambios, añadir más seguridad. Lo
intentaríamos, y si alguno de nosotros sentía que debíamos vender, lo haríamos.”

“Es una casa genial,” comentó Peabody. “Uno puede sentir su historia al
igual que uno puede sentir, bueno, el aura establecida. Esta los refleja a ambos,
creo yo.”

“Al igual que nosotros.” En el segundo piso, Ira se acercó a unas puertas
dobles, las abrió. “Podemos asegurar estas, y lo hicimos durante las primeras
semanas.”

Eve entró a la habitación.

En el archivo, las paredes mostraban un azul intenso y tropical. Ahora eran
de un tono gris pardo cálido y tranquilizante. La cama con sus elaborados postes
cromados había sido reemplazada con algo más simple, con una alta cabecera
acolchada. Todo en la habitación hablaba de simplicidad, con líneas
aerodinámicas, los tonos eran suaves, tranquilizantes.

Eve reparó en los detectores de movimiento, las alarmas, los cerrojos en las
ventanas.

“La suite también sirve como un cuarto seguro,” les dijo Lori. “Podemos
asegurar la puerta desde dentro, y hacer bajar un panel de acero sobre ésta. Tiene
su propia alarma y sistema de comunicación. Es un poco excesivo, pero…”

“Nada que les haga sentir seguros en su propio hogar es excesivo.”
Respondió Eve.

A pesar de los cambios, podía ver cómo había sido la habitación.

Sólo otro patrón, pensó. Él trabajaba con patrones.

“¿Todavía tienen al droide doméstico?”

“No. Después de que la policía lo liberara, lo hicimos reprogramar y lo
vendimos.” Ira pasó un brazo sobre los hombros de Lori. “Contratamos un
equipo de seguridad, y una ama de llaves con antecedentes en seguridad.”

“De acuerdo. Gracias por su tiempo y el acceso. ¿Tienen ustedes algún
problema en que hablemos con Lilia Dominick?”

“En absoluto,” dijo Lori. “¿Recordará usted darle mi información a la Señora
Strazza?”

“Se la daré hoy.”

“Encuéntrelo.” Ira apretó más a su esposa. “Enciérrelo.”

Lo haremos, pensó Eve, pero sólo pudo decir, “Haremos todo lo que
podamos.”



* * *

“Contacta a la border collie, pregúntale si vendría a la Central.” Debido a que la
pronosticada nieve había empezado durante el tiempo que habían estado dentro,
Eve se puso su gorro del copo de nieve. “Vamos a hacer una visita y tener otra
conversación con Daphne, luego necesitamos atar cabos.”

“¿Todas las víctimas en el mismo lugar, a la misma hora, en el mismo
evento? Eso significa algo.”

“Sí. El asesino estaba allí también. No hay forma de que no estuviera allí.
Como personal, como un invitado. Vio a estas personas, y algo empezó a hacer
girar las ruedas en su jodida cabeza.”

Como la nieve caía delgada y con rapidez, Eve se deslizo detrás del volante.
“Va a ser uno de ellos,” dijo mientras salía del bordillo. “Es lo que me dice mi
instinto. Es uno de los privilegiados, o lo fue. Una u otra cosa. Conoce el estilo
de vida.”

“El servicio de catering, la compañía de alquileres.”

“No es una coincidencia, porque no las hay. Los ha utilizado, o ha estado en
eventos en donde ellos han trabajado. Conoce a alguien, o a algunos, que
trabajan allí. Lo bastante como para sacarle a uno o a más empleados la
información de sus objetivos, la cual darían inadvertidamente o incentivados
por…”

Eve frotó su pulgar con los otros dedos.

“No importa cómo, tenemos conectadas a las víctimas. Están conectados.
Esto no es al azar, nunca lo fue. Son objetivos específicos que cubren sus
requisitos específicos.”

Se quedó en silencio, pensando, mientras Peabody hablaba con Lilia
Dominick.

Peabody quitó el volumen al enlace. “Dice que vendrá, si la necesitamos,
pero no puede llegar hasta después de las cinco de hoy. Está saturada. Pero su
oficina no está lejos de aquí. Si podemos ir donde está, hará malabares con las
cosas. Suena cooperadora,” añadió Peabody. “Y un poco estresada.”

“Dile que estaremos allí dentro de una hora.”

Eve aparcó en el estacionamiento del hospital mientras Peabody concertaba
la entrevista.

“Está fuera de su oficina ahora,” le informó Peabody. “Estará allí dentro de
media hora.”

En el hospital se dirigieron al piso de Daphne, pasando la recepción. Eve
hizo un gesto con la cabeza al uniformado de la puerta. “Oficial.”

“Teniente. Nadie excepto el personal médico ha entrado o salido. Le fue
entregada una sopa de un lugar llamado Jacko's. El doctor dijo que usted lo había
autorizado. Una gran porción de sopa. Ella pidió que me dieran un tazón.
Deliciosa, señor.”

El oficial cambió de posición. “Me pidió que entrara un par de veces durante
mi turno. Quería que revisara el baño, debajo de la cama, el armario. Se rio al
respecto, pero la risa era forzada. ¿Sabe?”

“Sí.”

“Después de que una de las enfermeras dijera algo acerca de lo bien que se
estaba recuperando, y que probablemente podría irse a casa mañana, ella entró
en pánico, pero trató que no se le notara.”

“Muy bien. Tómese un descanso, Oficial. Tiene quince minutos.”

Eve entró a la habitación.

Daphne estaba sentada en un sillón al lado de la ventana, manipulando una
tablet sin ánimo. Su largo cabello yacía en una simple trenza sobre su hombro
izquierdo. La belleza que la golpiza había enmascarado resplandecía a pesar de
los moretones.

Daphne esbozó lo que trató de ser una sonrisa.

“¿Cómo estás?” preguntó Eve.

“Mejor. He estado levantada y caminando, y ya casi no me duele nada.
Dijeron que podía sentarme aquí, o incluso bajar al jardín interior. Creo que
podría hacer eso. Bajar allá. Pero…”

“¿Pero?”

“El doctor Nobel dijo que podría arreglarlo para que me quede más tiempo,
pero están diciendo que podría irme a casa mañana. No puedo regresar allá.”

“No tienes que hacerlo.”

“No sé adónde ir.”

“Podrías quedarte con una amiga.”

“Yo… no tengo a nadie con quien pudiera quedarme.”

“Tu familia,” empezó Eve. Daphne se tensó.

“No. No, ellos no están aquí.”

Debido a que la mención de su familia había vuelto a poner esa mirada en los
ojos de Daphne, Eve lo dejó ir.

“Podrías quedarte en un hotel. Mantendríamos a un oficial de la policía
contigo. Vas a necesitar algunas cosas de la casa.”

“Yo… podría conseguir cosas de la tienda.”

“Sí, podrías.” Eve se sentó en la silla frente a ella, haciéndole un gesto a
Peabody para que se sentara al borde de la cama. De forma casual, pensó, nada
amenazador. “Podemos encargarnos de eso por ti, si nos das una lista. O
podríamos traerte cosas de la casa, tus propias cosas.”

“Yo… tal vez. Necesito unas pocas cosas, y, bueno, no tengo ninguna forma
de pagar en este momento. Me dieron un equipo básico. Para el baño, pero…”

“Una chica quiere sus propios productos para el cabello y el rostro,” señaló
Peabody. “Tal vez tu maquillaje y algunas prendas cómodas. Esos son unos
lindos pijamas.”

“Jilly, una de las enfermeras, me los consiguió. Dijo que simplemente
añadirían el costo a la cuenta. Yo…” Sus ojos se llenaron de lágrimas. “No sé
cómo pagar la cuenta. Hay un seguro, pero yo… no sé cómo funciona, o cuánto
debo además de eso. Hablé con Del, el doctor Nobel, y dijo que no me
preocupara de ello todavía, y que cuando estuviera lista debería de hablar con el
abogado, el que está a cargo de la herencia de mi esposo, de Anthony.”

“Eso suena sensato. De hecho, yo planeaba contactar con el abogado hoy,
sólo para discutir algunos detalles.”

El alivió bañó visiblemente su rostro. “Ah, entonces tal vez usted podría
preguntarle lo que debería hacer. Cómo pagar al hospital, y un hotel si tengo que
irme.”

“Yo hablaré con él. Es Randall Wythe, ¿correcto?”

“Creo que sí. Firmé papeles antes de que mi esposo y yo nos casáramos. Los
papeles legales, pero después de eso mi esposo manejó todos los asuntos
legales.”

“De acuerdo. Daphne, hay otras dos parejas que fueron atacadas, que han
pasado por lo que estás pasando.”

Daphne presionó sus labios, asintió.

“Tú los conociste. Trabajaste con una de ellas en un comité. Y te encontraste
con otra una vez en un evento.”

“¿Lo hice?”

“Rosa Patrick.”

“Lo siento. No recuerdo. No puedo recordar a nadie con ese nombre. Soy
terrible para recordar cosas.” Comenzó a respirar con rapidez. “Tengo que
intentarlo con más fuerza. Es grosero y embarazoso olvidar el nombre de
alguien.”

“No, no lo es,” dijo Eve. Daphne sólo parpadeó al mirarla. “Ella no estaba
casada cuando ustedes trabajaron juntas. Antes era Rosa Hernández.”

“Ah, por supuesto. Sí, lo recuerdo. Recuerdo a Rosa. Era inteligente y muy
paciente. Yo cometía muchos errores, pero ella…”

“¿En serio? Porque Rosa me dijo que pensaba que eras genial en el trabajo.”

“Ah, sólo estaba siendo amable.”

“No, no lo estaba. Dijo que había esperado trabajar contigo de nuevo, y que
incluso había preguntado por ti cuando llegó la hora de volver a planear ese
evento.”

“¿Lo hizo?”

“Sí. Ella fue muy clara en eso.”

“Creía…”

“¿Qué?”

“Nada. Nada.” Bajando la mirada, Daphne se quedó mirando sus manos.
“Lamento que hayamos perdido contacto.”

“Ella siente lo mismo acerca de ti. La otra mujer. Lori Brinkman. Ustedes no
intercambiaron nombres, por eso no lo recuerdas. Simplemente te encontraste
con ella en un evento. La primavera pasada, la Celebración de la Gala de Arte.
¿Recuerdas haber asistido a ella?”

“Sí. Llevaba el vestido blanco Delaney con los zapatos de noche negros y
blancos de Rachel Carroll y el bolso de noche de Joquin Foster, el negro con el
broche de perla.

“Eso es gracioso. ¿La mujer de la que estoy hablando? Es terrible con las
fechas y las horas, pero nunca olvida un vestido. Con seguridad tú también
recuerdas el tuyo.”

“Es importante vestir apropiadamente, para presentar la imagen correcta, y
no repetir en el mismo evento.”

“Cierto. Tú y Lori Brinkman estuvieron juntas en la sala de damas al mismo
tiempo. Tu habías estado llorando.”

“Yo… no recuerdo eso.” Daphne desvió la mirada. “Puede que esté
equivocada.”

“Le dijiste, cuando ella preguntó, que tenías dolor de cabeza.”

“Ah. Algunas veces me dan dolores de cabeza. Es una debilidad.”

“A mí me dan dolores de cabeza. A cualquiera que me diga que soy débil le
patearé el trasero. Pero esa sólo soy yo.”

“Yo…” Pareció que algo se le ocurrió de repente. “¿Ellas fueron atacadas,
igual que yo? ¿Lastimaron a Rosa como a mí?”

“Rosa fue la primera.”

“Ah, lo siento. Lo siento tanto.” Sus ojos, de un verde sorprendente contra su
piel bronceada, brillaron. “Ella me gustaba tanto. Era tan inteligente y graciosa y
amable. Ella está… está…”

“La vi hoy. Lo está llevando. Ha sido difícil, tú sabes lo difícil que es. Pero
está yendo a terapia, y está hablando con Lori. Las está ayudando hablar entre
ellas. A ambas les gustaría verte, hablar contigo.”

“Oh. Oh, no lo sé. No sé si puedo, si debería.” Al hablar comenzó a jadear, y
miró por toda la habitación.

“Él no está aquí para decirte qué hacer y qué no hacer.”

Las manos de Daphne dejaron de tirar de la parte de arriba de su pijama, y se
las apretó en su regazo. “No sé lo que quiere decir.”

“Vamos a dejar eso por ahora. Lo que estoy diciendo es que estas dos
mujeres te entienden, y quieren acercarse a ti. Porque te ayudaría, y también las
ayuda a ellas. Peabody va a dejarte su información de contacto, y tú puedes
decidir si las vas a ver y cuando.”

“¿Ellas están avergonzadas?” susurró Daphne.

“Ya no, porque saben que no hicieron nada de lo qué avergonzarse.
Sobrevivieron, Daphne, igual que tú. Este hombre… mírame, ¿vale? Mira hacia
aquí. Cualquiera que abusa de alguien que ve más débil, que lo lastima, lo viola,
lo atrapa, ¿me estás oyendo?”

Eve esperó hasta que Daphne asintió.

“¿Cualquiera que deliberadamente hace sentir a alguien menos, lo hace sentir
indefenso? Esa persona es un cobarde. Ellos son los débiles, los que deben
avergonzarse. Lo que no es ser débil, ni es vergonzoso, es aceptar la ayuda
ofrecida. Dijiste que Rosa es inteligente, graciosa y amable. Lori me da la
impresión de ser igual. Todos nosotros podemos usar lo inteligente, gracioso y
amable. De modo que piensa en ello.

“¿Peabody?”

“Ya está hecho.” Peabody hizo imprimir los datos y los puso en la mesita al
lado de la cama. “Para cuando estés lista.”

“Tal vez hable con Del, y con la doctora Mira, les preguntaré.”

“Es una buena idea. ¿Hay algo más antes de que nos vayamos? ¿Alguna cosa
más que recuerdes?”
“Lo siento. Cada vez que trato de pensar en ello, de recordar, no puedo
respirar. Sus manos están en mi garganta, apretando, cuando trato de recordar.”

“Está bien.”
“Yo… tengo una pregunta.”

“Adelante.”

“¿Cómo puede ser que todas nosotras, todas, estuviéramos en el mismo lugar
antes? ¿Que yo conociera a Rosa y me encontrara con esta otra mujer? ¿Cómo
puede ser eso?”

“Es una buena pregunta. Estoy trabajando en la respuesta.”

Eve salió de la habitación y divisó al oficial conversando con un par de
enfermeras. Eve hizo una seña hacia detrás de ella antes de que se marcharan.

“Ella muestra las señales,” comentó Peabody. “Sumisa, autocrítica, reticente
o incapaz de tomar decisiones sin directivas. Parece haber sido apartada de su
familia y amigos.”

“Clásica esposa abusada,” concordó Eve. “Contacta con el abogado.
Necesitamos una conversación.”

“¿Crees que se contactará con las otras mujeres?”

“Creo que cuando sus doctores la empujen a hacerlo, puede que lo haga.
Estaba contenta de vernos. Está en esa habitación básicamente sola. Creo que
está acostumbrada a estar sola, y está agradecida de tener a alguien con quien
hablar. Estoy contactando a su familia de acogida, y veremos a donde lleva eso.”

Chequeó su unidad de pulsera mientras bajaban en el elevador. “Haz esto.
Hazle saber a Dominick que estoy en camino, y después regresa a la escena del
crimen. Sabrás lo que ella va a querer o necesitar mejor que yo. Reúnelo, y haz
que un oficial se lo lleve. Puede que pase por allí de regreso a recogerte o te
encuentras conmigo en la oficina de la border collie o en la del abogado.”

“Puedo hacer eso. Ella ni siquiera sabe si tiene fondos para pagar la cuenta
del hospital o para conseguir una habitación de hotel.”

“Vamos a ver lo que dice el abogado al respecto. Puede ser que tenga lo
suficiente para comprar un maldito hotel.”

“Eso no es tras lo que ella está, Dallas. Sé que siempre sospechas del
cónyuge o la pareja, o de quien sea que tenga más que ganar. Pero es imposible
que esa mujer triste y temerosa elaborara un horrible plan para asesinar a su rico
y abusivo marido.”

“No. Es una víctima, no la villana. Dudo que tenga una idea sobre los
términos del testamento de su esposo. Pero necesitamos descubrirlo.” Cuando
llegaron al nivel del vestíbulo, Eve hurgó en su bolsillo. “Toma un taxi.”

“Gracias, en serio, ¿pero con la nieve? Ir en el subterráneo o andando será
más rápido y más fácil. Puede que te alcance en casa de la border collie. Envié la
dirección a tu computadora personal.”

“No juegues con el maldito maquillaje,” le gritó Eve mientras tomaban
distintos caminos.
Capítulo 11

EVE ENCONTRÓ un espacio para estacionar, pequeño milagro, y decidió


que valía la pena ir andando las dos manzanas y media por la nieve. Imaginaba
que algún alegre optimista llamaría al viento vigorizante.

Odiaba a los alegres optimistas.

Metió las manos en los bolsillos para calentarlas, se sorprendió, como casi
siempre hacía, al encontrar guantes. Decidiendo que este era un día de milagros,
se los puso.

Una mujer, de edad universitaria, de baja de estatura y Asiática, en una
apretada chaqueta azul de esquiar, con un gorro azul con una larga cola que
terminaba en un pompón que rebotaba, y con botas azules con pelo en la parte de
arriba, trotaba llevando las correas de una pareja de perros con manchas que
trotaban junto con ella, como si estuvieran en verano en el parque.

Eve apostó que la mujer era una alegre optimista, los perros también tenían
esa mirada brillante, medio enloquecida en sus ojos.

Bella tenía esa mirada, pensó Eve, imaginándose a la pequeña de Mavis.
Niños y perros: ¿Quién sabía lo que estaban pensando?

Maquinando.

Prefería a la mujer robusta de media edad que venía hacia ella pisando fuerte
con unas botas negras sencillas y gastadas mientras se acurrucaba en un grueso
abrigo negro con una mueca amarga en su rostro.

Sabía lo que estaba pensando: A la mierda con la nieve, a la mierda la
ciudad, a la mierda todo el mundo.

Eso hacía las cosas tan sencillas como las viejas botas negras.

Pasó por un carrito que olía a salchichas de soja hervidas, castañas calientes,
y café malo en donde el vendedor miraba ceñudo hacia el cielo como si la nieve
fuera un insulto personal.

Podía entender también eso.

Se unió al embotellamiento de peatones en la intersección esperando la señal
para cruzar.

Partes de conversaciones se arremolinaban alrededor de ella junto con la
nieve. Una mujer le contó a su acompañante que un tipo llamado Chip no tenía
remedio. Un hombre con un abrigo de cachemir, con acento asiático, tenía frito a
quien fuera que estuviera en el otro extremo de su enlace acerca de un reporte
mal hecho. Un hombre que aferraba el mango de una pequeña maleta rodante
murmuraba para sí mismo: “Voy a llegar tarde. Joder. Voy a llegar tarde.”
Captó el movimiento sutil de un individuo con un abrigo ancho con muchos
bolsillos hacia un trío de mujeres cargadas con bolsas de compras, cacareando
como pollos sobre las ofertas que acababan de adquirir, acerca de dónde
almorzar, acerca de cuán lindo era todo con nieve.

Mientras que sus bolsos colgaban como ofrendas al dios de los ladrones
callejeros.

Cambió de posición colocándose entre ellos, sacó su placa, la meneó ante la
línea de visión del ladrón callejero.

Él se enfurruñó. “No estoy haciendo nada.”

“Ve a no hacer nada a otro lado.” Cuando él abrió la boca para protestar,
sonrió. “O haré algo con lo que ya tienes en tus bolsillos.”

Él dijo, “Los policías y sus tretas.” Y salió disparado.

Sí, los policías y sus tretas. Fuera lo que fuera que eso significara, pensó
mientras cruzaba la calle detrás de las distraídas compradoras.

Había esperado que la oficina de Lilia Dominick estuviera en un edificio
comercial, pero la dirección resultó ser un edificio de cuatro pisos con tres
niveles de apartamentos sobre un restaurantucho de shawarma y un
establecimiento para reparar zapatos.

La suite de la dirección Suite 201, pensaba Eve mientras presionaba el
timbre en la puerta de la residencia, era obviamente un intento por elevar su
estatus.

La voz llegó débil a través del diminuto parlante. “Si.”

“¿Señora Dominick?”

“Soy yo.”

“Teniente Dallas. Usted habló con mi compañera, la Detective Peabody.”

“Cierto. Buena coordinación de tiempo.”

Cuando la puerta zumbó, Eve la empujó, y subió por las estrechas escaleras
en la pequeña entrada hacia el segundo piso.

Lilia Dominick no era lo que había esperado. Se apoyaba en el umbral de la
puerta de su apartamento, una mujer casi de la misma edad que la alegre
optimista con los alegres perros. Algunos mechones de cabello pelirrojo sujetos
en un moño desarreglado sobre un rostro amigable se iban soltando mientras le
echaba una mirada casual a Eve con sus ojos verde pálido.

“Tremendo abrigo. Se ve incluso mejor en persona que en pantalla. La he
visto dar entrevistas y conferencias de prensa. Pase. Acabo de regresar de yoga,
estaba por volver cuando su compañera me llamó para decirme que usted estaba
de camino.”

Lo cual explicaba el traje de piel tostado cubierto por un holgado abrigo
verde. “Me gusta hacer un par de prácticas reales cada semana cuando puedo
arreglarlo.”

Le hizo un gesto a Eve para que pasara al interior de una sala de estar
multiusos ingeniosamente seccionada para cada uso por la distribución de los
muebles. El área para mirar la pantalla en un lado, el área para conversar en el
otro, la oficina en la parte de atrás, y cada pulgada rigurosamente limpia.

“Agradezco que estuviera de acuerdo en hablar conmigo con tal rapidez,”
empezó Eve.

“He considerado cometer un crimen para tener un encuentro con usted, pero
un asesinato parecía algo extremo. Lo voy a quitar del medio diciéndole que si
alguna vez necesita alguien para organizar y coordinar sus cosas, su calendario,
sus compromisos sociales, sus reservas, personales, no los arrestos, o asistencia
en sus obligaciones sociales, yo me encargaría de todo.”

Hablaba rápido, un ratatata que salía con tanta energía como su sonrisa.

“Y con eso, ¿le gustaría un café? Tengo un pequeño alijo del verdadero para
tomar con las galletas que mi abuela acaba de enviarme. Nunca se lo diremos a
mi instructora de yoga tampoco.”

“Muy bien.”

“¿Por qué no viene aquí atrás?”

Grácil con zapatillas, Lilia anduvo de vuelta hacia donde la sala de estar se
convertía en la oficina, y fue trotando hacia la izquierda entrando a la diminuta
cocina.

“Mi abuela hornea las mejores galletas de chispas de chocolate en el área de
los tres estados. Podría ganarse la vida,” continuó Lilia mientras programaba el
AutoChef, sacaba un par de tazas de un blanco níveo, servilletas de paño azul, y
un plato de postre blanco.

Preparó una artística bandeja en cerca de cuarenta y cinco segundos.

“Antes de que nos sentemos y entremos en el asunto, quiero decirle que
hablé con Lori. Mi primera lealtad es para ella e Ira, y si me hubiera pedido que
evadiera, complicara, me hiciera la tonta, incluso que mintiera, lo haría. Pero no
lo hizo. Le gustaron usted y su compañera, y me dijo que le diera toda mi
cooperación. De modo que lo haré. Ella no es sólo una cliente, Teniente Dallas.”

“Entendido.”

“Vale, nos acomodaremos en la sala de estar y tomaremos café y galletas
para ayudar a que este asunto tan difícil lo tratemos más fácilmente.”

Llevó la bandeja al área de conversación, lo colocó sobre una mesa pintada
de un lustroso color rojo en frente de un par de sillones gris claro.

“Lori me dijo que usted ha conectado el asesinato de Strazza y el ataque a su
esposa con lo que les sucedió a ella y a Ira.”

“Estamos siguiendo ese ángulo.”

Asintiendo, Lilia levantó su café, y se reclinó en el sillón, y de hecho, se
deslizó un poquito más abajo. “Mi abuela me contó lo que sucedió ayer.”

“Su abuela.”

“Es adicta al Canal del Crimen. Va a volverse loca cuando le cuente que
tomé café con usted. Es una gran admiradora. Y esa es mi manera de posponer el
hablar sobre esto. No me gusta hablar de crímenes como a mi abuela, y lo que
les sucedió a Lori y a Ira, eso todavía… es muy duro. ¿En qué puedo ayudarla?”

“¿Conoce usted a Rosa y Neville Patrick?”

“Me he encontrado con ella varias veces, antes de todo esto. Yo organizo y
coordino para unas cuantas personas. No he trabajado para ella, pero he
trabajado o realizado eventos específicos y tareas para personas que conoce, y
para grupos con los que está involucrada.”

“Me imagino que ha hecho negocios con Jacko's Catering y con Alquileres
Estrella Solitaria.”

“Los he hecho. Ambos tienen excelentes y bien ganadas reputaciones. Están
en mi lista de proveedores preferidos. Lori usa Primera Clase, y ese también está
en mi lista.”

“¿Qué hay sobre Estrella Solitaria? Ninguno de los Brinkman pudieron estar
absolutamente seguros de sí habían utilizado la compañía o no.”

“No lo han hecho. Puedo darle un repaso a mis archivos, pero recuerdo
detalles. Es posible que la compañía de Ira los haya utilizado, tratando con ellos
a través de su administrador, aunque no puedo pensar en ningún evento
específico en donde hayan necesitado alquilar.”

“De acuerdo. ¿Qué hay de los Strazza?”

“Estuve en su boda.” Lilia levantó el plato de postre. “Vamos, pruebe una.
No lo lamentará.”

“¿Usted es amiga de los Strazza?”

“No, para nada. Contrataron a una amiga y asociada mía, Darcy Valentine,
nombre verdadero, de Coordinadores de Eventos Valentine para hacerles su
boda. Darcy me llevó para ayudar. Un evento enorme y ostentoso en el Roarkes
Palace.”

“¿En serio?” Intrigada, Eve mordió una galleta, decidió que no tenía
arrepentimientos.

“Ese es el sitio para grandes y ostentosas bodas de la alta sociedad en la
ciudad. Así que trabajé con Daphne unas pocas semanas, aunque el Doctor
Strazza dirigió la orquesta.”
Se encogió levemente de hombros, cruzando sus piernas fuertes y atléticas.
“Yo no trabajé mucho con él, él se reunía principalmente con Darcy. Daphne fue
una novia espectacular, absolutamente de cuento de hadas, y la boda estuvo
perfecta. Créame, Darcy y yo no trabajamos con una novia intratable esa vez.
Darcy tenía que vérselas con un Novio Intratable, y yo tenía a la Novia Soñada.”

“De manera que usted trabajó más directamente con Daphne.”

“Tal y como resultaron las cosas, sí. Darcy tenía las manos llenas con el
novio. El Doctor Strazza fue muy claro en cuanto a lo que esperaba, y aunque no
hay nada malo en ello, él era, bueno, llamémoslo desagradable. Darcy, y sé que
esto es hablar mal del muerto, lo apodó el Doctor Dictador, y le dio a todo el
personal un bono después de la boda. Por otro lado, Daphne nos escribió a Darcy
y a mí su agradecimiento personal cuando regresaron de la luna de miel. Ella
tenía una clase discreta, el tipo que mi abuela horneadora de galletas diría que
viene de una buena crianza.”

Con una fresca sonrisa, Lilia se terminó su galleta. “Me gustaba trabajar con
ella, tenía buenas ideas. Tenía experiencia como planeadora de eventos y se
notaba, pero él a menudo vetaba sus ideas, o las convertía en propias. Lo hacía
parecer como si él las hubiera pensado. Odio eso. ¿Usted no odia eso?”

“Por supuesto.”

“Sí. Francamente, él no me gustaba. Lamento que esté muerto y todo eso,
pero me alegra que ella no lo esté.” Soltó el aliento. “De manera que tres
mujeres que conozco y que me gustan han pasado por algo horripilante. No soy
mi abuela, pero puedo imaginarme que hay una conexión en alguna parte. Usted
me preguntó sobre aquellos comerciantes. Conozco bastante bien a las personas
que trabajan en ambas compañías, incluso estoy muy unida con unas pocas.
Juraría, sin dudar, que ninguna de ellas podría hacerlo.”

“Probablemente ha tenido conversaciones de trabajo con personas de ambas
compañías, qué trabajos ha hecho, cuáles son sus próximos trabajos, qué les
gusta a los clientes, etc.”

“Así es. Se puede pasar un tiempo considerable juntos, repasando menús,
haciendo las elecciones de decoración, cristalería, manteles, coordinando
horarios, itinerarios, agendas. Lo que funcionó con el Cliente A no funcionó
igual para el Cliente B. E historias de guerra. Oh.” Lilia se retiró hacia atrás.
“Oh, ya lo entiendo. Nosotros hablamos. Acabo de contarle a una amiga de yoga
acerca de una nueva clienta que me llamó ayer porque había decidido que quería
ir a Borneo, a ese centro de descanso específico, y reservar esta suite específica.
Y quería viajar hoy. Lleva un día arreglar el viaje, las reservas, y los tratamientos
de spa que ella enumeraba. Además, este es un centro popular, especialmente en
esta época del año, y la suite está reservada, y… no importa.”

Lilia le quitó importancia agitando las manos. “Si es algo que no es
confidencial, uno habla. Pero yo no le voy a contar a nadie que los clientes
Smith y Jones de la Segunda Avenida se marchan mañana a Europa y estarán
ausentes dos semanas. Eso es simplemente descuidado y pedir que roben las
casas de los clientes. Pero podría contárselo a Darcy como si estuviéramos
conversando y hubiera algo interesante al respecto, o si ambas conociéramos a
los clientes.”

“¿Alguna vez alguien intentó comunicarse con usted para sacarle
información?”

“Claro. Periodistas de cotilleos de la sociedad en su mayoría, y esa es una
línea que no cruzo. A menos que el cliente quiera que lo hagas, y algunas veces
el cliente lo quiere. Mierda.” Apoyó la cabeza en sus manos. “Oh Dios. ¿Podría
haber dicho algo acerca del viaje de Lori e Ira, algún detalle? No lo sé. No
hubiera usado sus apellidos, porque para mí son Lori e Ira, pero ¿podría haber
dicho algo? No lo sé.”

“¿Arregló usted el viaje para ellos?”

“Sí, reservé el transporte de ida y vuelta, hice que revisaran el coche que
tienen allí, hice que abrieran la casa, que cambiaran la ropa de cama, que
ordenaran flores, y que la cocina estuviera provista para su llegada. Revisé la
lista de invitados, quienes irían a cenar, quienes se iban a quedar durante todo el
largo fin de semana. Trabajé con Primera Clase para el servicio de catering para
la cena de Acción de Gracias. Tienen una sucursal en los Hamptons. Incluso hice
una lista para el droide doméstico sobre qué empacar para Lori de modo que no
tuviera que pensar en ello. Eso es lo que hago.”

“¿Cómo hace todo eso?”

“Principalmente con la computadora, de manera que hay un archivo de
todo.”

“¿Han hecho un viaje como este antes?”

“Cada día de Acción de Gracias. Es su tradición. Yo no puedo ir ya que
tengo la mía, mi familia en New Hampshire. Es una adorable tradición para
ellos, para sus amigos cercanos y sus familiares. Yo reservo lo que necesita ser
reservado, incluyendo transporte, habitaciones de hoteles, o alquileres de coches
para algunos de los invitados, ya que no todos entran en la casa. Hago reservas,
citas. Ira adora jugar al golf, allí hay un campo de golf privado con nueve hoyos,
y a él le gusta jugar temprano. Cosas como esas. Y trabajo con el droide
doméstico en el guardarropa, reservo el corte de pelo de Ira tres días antes del
viaje, el corte y color de Lori para el día anterior. Yo…”

“Apuesto a que ellos tienen un salón habitual para eso”

“Ira va a esta fabulosa barbería clásica. Lori ha ido a Arthur en Serenity
durante años.”

“Y sintiéndose cómodos allí, probablemente hablan acerca de sus planes,
cuánto esperan irse a este viaje, para pasar tiempo con amigos y familia.”

“Sí, estoy segura de que lo hacen.” Más mechones pelirrojos cayeron cuando
Lilia tiró hacia atrás su cabello. “Usted está diciendo que no tuve que ser yo.”
“No tendría porqué haber sido usted, o ellos. Podría haber sido un amigo, un
asociado que mencionara algo acerca de ellos marchándose a su viaje anual de
otoño. Uno de ellos o ambos podrían haber sido vigilados por su atacante antes
de que se fueran. Las personas que trabajaban con Ira sabían que estaría ausente,
y cuándo estaría de regreso.”
“Eso es cierto. Es verdad. Pero ahora quiero un buen trago de vino en lugar
de café.”

“Sigamos un poco más con esto. Lori declaró que se había encontrado con
Rosa antes de los ataques.”

“Sí. No se conocían en realidad, y Lori no se dio cuenta ya que Rosa todavía
no se había casado con Neville cuando se encontraron, muy casualmente, hace
un par de años. Ella usaba su apellido de soltera. Fue cuando empezaron a
hablar, después de lo que sucedió, cuándo se dieron cuenta de que se habían
encontrado antes.”

“Y Rosa conoce a Dapne, ya que ambas han trabajado en la misma función
de caridad. Lori le habló a Daphne en una función la primavera pasada.”

“¿Lo hizo? No sabía eso.”

“La Celebración de la Gala de Arte. Usted estaba allí.”

“Sí, me senté en la mesa de Lori e Ira, con Rhia y Marshall Vicker. No vi a
Daphne. La hubiera reconocido.”

“Ustedes estuvieron juntas en el salón de damas.”

Lilia pareció desconcertada y luego dudosa, entonces agitó la cabeza con
firmeza. “Estoy segura de que no vi a Daphne Strazza. No olvido caras o
nombres, y ella tiene un rostro realmente impresionante.”

“Lori le habló. Daphne había estado llorando.”

“Eso sí lo recuerdo. ¿Era ella? Lori dijo que había hablado con una hermosa
mujer con un bello vestido que parecía abatida, que tenía lágrimas en sus ojos y
un moretón reciente en su brazo. Yo había estado sentada en el sofá,
chismoseando con un par de mujeres que conocía. Nunca la vi.”

“Mirando hacia atrás, ¿notó usted a alguien prestando demasiada atención a
Lori? ¿Cualquiera que la hiciera sentir incómoda?”

“No recuerdo nada como eso, y créame, le he dado vueltas y vueltas a eso en
mi cabeza desde que Lori e Ira fueron atacados. Fue una noche divertida, y
estaban sirviendo muchísimo vino. Había bastante competición en la subasta
silenciosa, invitados famosos, baile. Yo bailé un montón. No fui con una cita de
manera que pude mezclarme, siempre puedo conseguir más clientes. Y bailé un
montón.”

“Debió hacer las reservas para los Brinkman justo después de esa noche.”

“Sí, empecé los preparativos para Acción de Gracias la primera semana de
Mayo. ¿Usted cree que eso es importante?”

“Es un hilo del que tirar.”

“Puedo enviarle todos los correos electrónicos, el itinerario, todo. Se los
envié antes a los detectives, pero…”
“Lo sé. Los tengo.”

Y los estudiaría nuevamente ahora. “Esa es la tercera vez que su enlace ha
sonado desde que he estado aquí,” señaló Eve. “¿No va a contestar?”

“Ya me pondré al día.”

“¿Usualmente responde?”

“No cuando estoy con un cliente, o hablando con la policía más importante
de Nueva York. Y siempre devuelvo las llamadas con rapidez.”

“Pero en caso contrario. Digamos que usted está trabajando con un
proveedor o programando algo, ayudando a coordinar un evento.”

“Claro.”

“Y digamos que la llamada era para confirmar una reserva, hacer un cambio,
añadir algo, usted se ocuparía de ello en ese instante.”

“Usualmente.”

“¿O si usted ha salido con amigos, o en una cita?”

“En una cita, me disculparía y tomaría la llamada si sintiera que necesito
hacerlo. Si estoy fuera con amigos, revisaría el identificador de llamadas, y la
tomaría si fuera necesario hacerlo. De modo que fácilmente puede que haya
dicho algo acerca de ese viaje, al menos algunos de los detalles, enfrente de
alguien más.” Se presionó el estómago. “Tengo náuseas.”

“Nada de esto es su culpa o responsabilidad. Incluso si la información le
llegó al asaltante de esa forma. Tampoco lo sería de Ira por mencionar sus planes
cuando estaba en el sillón de la barbería o de Lori sí habló sobre ello en un
almuerzo con un amigo. Él tenía una agenda, y encontró la manera de conseguir
la información que necesitaba.”

El timbre sonó. “Eso debería responderlo.”

Lilia se puso de pie, se acercó al intercomunicador. “Diga.”

“¿Señora Dominick?”

“Soy yo.”

“Soy la Detective Peabody.”

“Dígale que bajaré enseguida,” dijo Eve.

“Detective, la Teniente Dallas dice que bajará enseguida.”

“Gracias. Esperaré.”

Eve se puso de pie.

“¿Hay algo más que pueda hacer?” preguntó Lilia. “¿Cualquier cosa?”

“Usted se mueve en varios de esos mundos. El cliente, los proveedores, el
personal, los amigos, los eventos, y las fiestas. Reflexione más sobre ello, piense
si algo o alguien comienza a salir a la superficie. Algo que no sincronice, un
poco fuera de lugar, cualquiera que mostrara demasiada curiosidad.”

“Lo haré. Créame, lo haré.”

Eve bajó las escaleras, encontró a Peabody en la acera, con el rostro en alto
inclinado hacia la nieve con una sonrisa bobalicona. Jesús, una alegre optimista.

“No hagas que te lastime.”

“Oye, esto es tan lindo.”

“Es frío, es húmedo, y hace que muchas, muchas personas detrás del volante
de sus vehículos se comporten como idiotas.” Señaló con el pulgar. “Estamos
por allá.”

“¿Qué tal te fue con la border collie?”

“Es inteligente, agradable, eficiente. Y realmente le tiene cariño a Lori
Brinkman. Se notó. También trabajó tras bambalinas en la boda de Daphne.”

“Ah, caray, esa es una gran campana repicando.”

“Ellos hablan,” continuó Eve mientras caminaban. “Los proveedores, los
coordinadores, los camareros, etc. Charlas de trabajo. Es fácil que los pequeños
detalles pasen desapercibidos. Cuándo y dónde, cuántos, y cosas así. Él sabe
cómo escuchar, sabe cómo recoger cotilleos. Tal vez fue lo bastante ingenioso
para acechar a Lilia también, y recoger esos chismes. Tal vez piratea su enlace o
computadora, él podría tener esas habilidades. No hay una verdadera seguridad
en su edificio o apartamento. Sólo cosas básicas. Podría haber conseguido entrar,
revisar los archivos, encontrar lo que quería de esa forma. Montones de
maneras.”

“¿Piensas que él la conoce, que ella lo conoce?”

“Creo que ella se codea con una tremenda cantidad de personas haciendo lo
que hace. Creo que está bastante claro que él estuvo en la Celebración de la Gala
de Arte, y empezó a seleccionar sus objetivos.”

“Los tres.”

“Ah, no creo que se detuviera en tres. Todas aquellas mujeres. Una gran
cantidad de mujeres notablemente hermosas, estoy segura, que resultaba que
estaban casadas. Montones de parejas muy ricas que encajaban en sus requisitos.
Y sin importar cuántas pudiera haber marcado esa noche, él ha tenido otras
noches, otras oportunidades. De una u otra forma, se mueve en ese mundo.”

Cuando llegaron al coche, se puso tras el volante. “O nadie repara en él, el
personal, o es uno de ellos. De cualquier manera, está en una posición de
seleccionar objetivos y conseguir la información que necesita sobre ello.”

Echó un vistazo al espejo retrovisor antes de sacar el coche del bordillo, vio
un coche tomar la esquina demasiado rápido, derrapar, evitando con las justas
chocar contra un coche en sentido contrario, el cual viró y dio vueltas mientras
su conductor hacía un esfuerzo hercúleo.

“Nieve,” refunfuñó Eve, saliendo del bordillo. Le echó un vistazo a la
dirección que Peabody había programado en la consola. “Ese es el edificio de
Roarke.”

“¿No lo son la mayoría?”

“Ja ja. Ese es su cuartel general.”

“Ah, correcto. Es el abogado. No me di cuenta. Pienso en él como la gran
torre negra que se cierne poderosamente sobre el Centro. ¡Y guau!
¡Estacionamiento VIP subterráneo para nosotras!”

Eve consideró optar por un estacionamiento en la calle, sólo para llevarle la
contraria, miró ceñuda a la nieve que se espesaba. Bien podría tomar lo que
hacía más fácil el siguiente paso.

El edificio sí se cernía, admitió ella cuando la elegante torre negra estuvo a la
vista. Y parecía dramática e importante, especialmente al alzarse contra el cielo
blanco.

El hombre disfrutaba el causar impacto.

“¿Qué fue lo que descubriste sobre el barman?” preguntó Eve mientras
maniobraba por la calle que cada vez estaba en condiciones más deplorables.

“Un par de problemas con la ley, pero nada importante o violento. Arrestado
dos veces durante protestas por los derechos de los animales, los cargos fueron
retirados. Ha trabajado en Jacko's menos de tres años. Su estatura indica que es
un metro setenta y cuatro. Es miembro de la Comunidad de Jugadores del East
Side, y a pesar de que la mayor parte de sus ingresos vienen de atender el bar, él
pone que su profesión es actor.”

“Eso es interesante. Vamos a querer hablar con él.”

“Podemos tratar de llevarlo a Interrogatorios hoy, pero han pronosticado que
esta tormenta va a dejar caer muchos litros de agua en la ciudad, y el viento se va
a convertir en ventisca antes de que caiga la noche.”

“¿Quién decide eso?” demandó Eve, extremadamente irritada de que el clima
interfiriera con el procedimiento. “¿Quién decide lo que va a pasar y lo que no?”

“¿Los magos del clima?” sugirió Peabody.

“Magos, mi culo. Un verdadero mago diría exactamente el tiempo que va a
hacer”

“Va a ser peor en los suburbios, y no sé por qué,” dijo rápidamente Peabody.
“Pero ya están advirtiendo a la gente que se aleje de los caminos excepto en
casos de emergencia.”

“Pueden decir lo que les dé la maldita gana. Nadie los escucha.”

Fastidiada, ingresó en el garaje. La reja se levantó al escanear la placa de su
auto. La seguridad de la reja proyectó luz verde mientras la computadora se
activaba.

Buenas Tardes, Teniente Dallas. Su estacionamiento preferencial es el Nivel
Uno, Espacio Dos. Por favor gire a la derecha, prosiga diez metros.

“VIP,” dijo Peabody, ejecutando un pequeño movimiento con el hombro.

Eve no dijo nada, simplemente condujo dentro del espacio. “¿Cuál es el piso
del abogado?” preguntó.

“Wythe, Wythe, y Hudd tienen todo el piso dieciocho.”

Eve se dirigió al elevador más cercano. Antes de que pudiera llamarlo, notó
el rápido escaneo. Esta computadora de seguridad hablaba con voz sedosa.

Bienvenida, Teniente Dallas, Detective Peabody.
Tienen autorización para todos los niveles en modo exprés.

Las puertas se abrieron, como lo hizo la boca de Peabody hasta que Eve la
apuntó con un dedo.

Peabody siguió a Eve al interior del elevador, articulando VIP y haciendo un
rápido movimiento con el hombro a la espalda de su compañera.

“Dieciocho,” ordenó Eve, y el elevador inmediatamente empezó su suave y
rápida ascensión.

Firma de Abogados de Wythe, Wythe, y Hudd, anunció el elevador, y
segundos después, se abrieron las puertas.

Una sola mujer, con el cabello apilado en lo alto y blanco como la nieve del
exterior, estaba detrás un largo mostrador negro. Había dos taburetes vacíos
flanqueándola, junto con centros lisos de información y comunicación.

Un área de espera estándar y elegante se extendía a un lado de la sala. El otro
lado contenía la sorprendente elección de árboles enanos en macetas,
fructificados con pequeñas naranjas y limones, alrededor de un par de bancos
negros de piedra.

“Buenas tardes.” La mujer les ofreció una sonrisa rápida y profesional. “El
tráfico debe de estar horrendo.”
“No está bien.” Eve posó su placa sobre el mostrador. “Teniente Dallas,
Detective Peabody, para ver a Randall Wythe.”

“Sí, la Detective Peabody hizo una cita. Sólo déjeme confirmar con la oficina
del Señor Wythe.”

Ella toqueteó su audífono. “Sí, Carson, los oficiales de policía están aquí
para el Señor Wythe. Por supuesto.” Ella volvió a toquetearlo. “El Señor Wythe
estará disponible en poco tiempo. Su asistente administrativo vendrá para
escoltarlas. Si desearan tomar asiento.”

“Está bien ¿Dónde está todo el mundo?” Eve gesticuló hacia los taburetes
vacíos.

“Enviamos a algunos del personal a casa. Se supone que esta tormenta va a
ser terrible.”

“Pero usted está aquí.”

“Crecí en Wisconsin,” dijo la mujer con una fácil sonrisa.

“Supongo que usted ve a casi todo el mundo que viene aquí. ¿Ha conocido a
Daphne Strazza?”

La sonrisa de la mujer se desvaneció. “No, no la he conocido. Es terrible lo
que ha ocurrido. Espero que se recupere.”

“Está mejorando. ¿Usted conoció al Doctor Strazza?”

“Sí, lo hice. Ha sido nuestro cliente durante mucho tiempo. Era, debería
decir.”

“¿Puede recordar la última vez que estuvo aquí?”

“No exactamente. Hace algún tiempo. Él y el Señor Wythe a menudo se
reunían en el club en vez de hacerlo aquí. Aquí está Carson.”

Carson, flacucho, de cuello largo, con pelo marrón corto meticulosamente
partido a un lado, entró a través de un amplio umbral.

“Teniente, Detective, las llevaré a la oficina del Señor Wythe. Señorita
Midderman, el Señor Wythe me dijo que le dijera que ponga en automático la
recepción a la hora que usted quiera marcharse hoy.”

“Gracias, Carson, por el momento estoy bien.”

Ellas siguieron los pasos largos y de alguna manera desgarbados de Carson
por un amplio corredor de oficinas, silencioso como una iglesia, pasando una
sala de reuniones o una biblioteca legal había un par de jóvenes empleados
reunidos sobre laptops y hablando en reverentes susurros.

Dieron la vuelta más allá de una sala de descanso completa, con estufa y
máquina expendedora, y continuaron hacia unas lustrosas puertas de madera.
Carson tocó, esperó a que sonara un rápido zumbido antes de empujar para
abrir las puertas.

“La Teniente Dallas y la Detective Peabody, Señor Wythe.”

“Sí, sí. Carson, traiga unos cafés latte, y luego cancele cualquier cosa que
tenga por el resto del día. Me voy a casa.”

“Sí, señor.”

Carson salió a través de una puerta lateral. Wythe se reclinó en el gran sillón
de cuero detrás de su enorme escritorio, evaluando a sus visitantes.
Capítulo 12

TENÍA una melena de académico de brillante cabello plateado alrededor de


un rostro rubicundo y envejecido con ojos azules agudos y duros, y una nariz
aguileña. Llevaba su traje de abogado, azul oscuro con rayitas grises, con una
corbata roja anudada con precisión y la esquina de un pañuelo rojo asomándose
del bolsillo del lado izquierdo de su torso.

“Conocí a Anthony durante más de veinticinco años,” dijo él en una voz que
parecía a punto de retumbar. “Estaba tratando de calcular, y creo que él de
verdad me gustó sólo diez días en todo ese tiempo. Dicho eso, estoy consternado
por lo que le sucedió a él y a su esposa.”

Wythe hizo un gesto con la mano hacia los sillones de visitante, cuero, del
color del oporto, situados de cara a su escritorio.

“Se sorprenderán ante un abogado que ofrece voluntariamente ese tipo de
información, pero yo lo conocí por casi una tercera parte de mi vida, no tenía
motivos, y estaba en Miami, un amigable torneo anual de golf, desde el Jueves
hasta el Domingo por la noche. Es fácil que lo verifiquen.”

“Lo haremos, si lo encontramos relevante.”

Carson volvió a entrar con una bandeja que contenía tres tazas grandes. Las
sirvió con competencia, incluso mientras echaba largas miradas de reojo hacia la
nieve que caía por la ventana.

“Cancela esas citas, Carson, y ve a casa. Así puedes lanzar miradas de
preocupación por la ventana de tu apartamento en lugar de fuera de la mía.”

“Sí, señor.” Carson salió y cerró las puertas.

“¿Por qué le desagradaba Anthony Strazza?” empezó Eve. “¿Excepto por
esos diez días?”

“La respuesta corta sería: No era un hombre agradable. Seguramente alguien
con su habilidad y experiencia ya ha deducido eso. Sin embargo, cuando me
rompí la pierna y me destrocé el codo hace varios años en un accidente de esquí,
hice que me aerotransportaran al San Andrew's, y a la sala de operaciones de
Anthony.”

Wythe levantó su brazo, dobló y desdobló su codo. “No sólo está como
nuevo, está mejor. Lo mismo con la pierna. Me gustaría preguntar por Daphne.
Necesitaré hablar con ella antes que pase más tiempo, como el administrador y
albacea de la herencia de Anthony.”

“Ella está en buenas condiciones en este punto, bajo el cuidado de un doctor.
Puedo decirle que ella no tiene ninguna ganas de volver a su residencia.”

“Es comprensible.”
“Le darán de alta mañana o pasado mañana. Para ese momento ella requerirá
fondos.”

“¿Requerir fondos?”

“Ella indicó que no tiene nada.”

“Pero…” Él se interrumpió, dio un sorbo a su latte. “Ya veo. Yo puedo, por
supuesto, autorizar eso.”

“¿Por qué cree usted que la Señora Strazza se encuentre sin los medios para
pagar un hotel, o los gastos médicos que sean en los que ha incurrido sobre su
seguro?”

“No puedo hablar sobre cómo Anthony llevaba las finanzas de su casa,
Teniente.”

“Pero como su abogado, el administrador y albacea de su herencia, usted
puede hablar de los términos de su testamento y de la herencia de su esposa.”

“Si ella está próxima a ser dada de alta del hospital, debería estar lo bastante
bien para hablar conmigo.”

“Puedo autorizar eso, pero usted tendría que hablar con sus doctores.
Físicamente, está mejorando. Es joven, saludable, y, aunque sus heridas y el
trauma fueron severos, ha recibido un cuidado excelente.”

“Anthony puede estar muerto, pero queda un asunto de privilegio y
confidencialidad. Tengo la responsabilidad de cuidar del bienestar de su cónyuge
sobreviviente así como su herencia.”

La mirada de Eve permaneció tan fría y directa como la de él. “Podemos
sentarnos aquí y hablar acerca de privilegio y mandatos judiciales mientras la
persona que asesino a su cliente, golpeó y violó a su esposa está repantigado en
algún lugar planeando cuál será su próxima víctima. Podemos seguir haciendo
eso mientras la esposa traumatizada de dicho cliente aumenta su actual ansiedad
ya que aparentemente no tiene fondos, recursos, o una línea de crédito. O
podemos ir al grano.”

Wythe frunció el ceño, tamborileó sus dedos, entonces se levantó, anduvo
hacia una alfombrilla verde con un hoyo a un lado de la oficina para practicar
golf. “¿Ustedes juegan?”

“No,” dijo Eve. Peabody sacudió la cabeza.

“Me ayuda a pensar.” Él metió una pelota, la sacó, la volvió a colocar sobre
la estrecha alfombrilla verde, la volvió a meter. “Voy a darle unos cuantos datos
generales,” dijo él. “Algunos diremos que son hipotéticos. Los clientes que
vienen a mí para planear su herencia generalmente tienen finanzas complejas, de
modo que el papeleo raramente es simple y directo. Aun así, algunos quieren
justo eso.”

Él regresó a su escritorio, alzó su latte. “Uno también tendrá a aquellos
quienes, algunas veces por resentimiento, otras por buenas razones, desean
desheredar a un miembro de la familia, o poner a un lado esa herencia con
restricciones. Algunos desean dejar el total de su herencia a una organización o a
la caridad. Esta podría ser, diremos, el hospital a los que han estado unidos
durante un número de años, y el legado podría estar redactado para que sea
utilizado para un propósito específico, con instrucciones específicas dictadas por
el benefactor.”

“Ya veo.”

“Sí, estoy seguro de que lo ve. El cliente puede tener un cónyuge o un
compañero. Puede, si es que hay un bien inmueble, como un hogar, dejar esa
propiedad al cónyuge sobreviviente, junto con los regalos dados durante su
matrimonio o sociedad. Joyería, por ejemplo, prendas de vestir, pieles. Puede ser
que este cliente sea muy riguroso, muy preciso en sus legados, enumerando
piezas de arte, muebles, y cosas que pueden ser dejadas al cónyuge o compañero,
o deben ser vendidas en una subasta para beneficiar a la caridad que el cliente ya
ha designado.

“Como abogado, uno que maneja muchísimas herencias, yo podría aconsejar,
por supuesto, que se establezca un fideicomiso para el cónyuge o compañero,
aunque sólo sea para ayudar a ese individuo a mantener el bien inmueble, y con
toda certeza para pagar cualquier gravamen sobre el mismo. Mi consejo algunas
veces es desestimado.”

“De acuerdo.”

“Permítame también señalar que incluso acelerándolo, una herencia como
este ejemplo hipotético tomaría hasta dos años para asentarse. Este bien
inmueble no podría ser vendido hasta ese tiempo, en el caso de que hubiera otras
objeciones a los términos. Si usted habla con Daphne antes de que pueda hacerlo
yo, ¿la tranquilizará, le dirá que esta oficina le adelantará lo que necesite?”

“Muy bien. Usted hizo su contrato pre-nupcial.”

Ahora él suspiró, un sonido casi como el de un toro bufando. “Lo hice. De
nuevo, no puedo discutir detalles. Diré que a pesar de que le aconsejé
enfáticamente a Daphne que contratara a su propio abogado para que revisara el
acuerdo, ella no lo hizo. Y el período de tiempo que tomó el redactar el contrato
pre-nupcial según las especificaciones de Anthony no estaba dentro de los diez
días en los que él me agradó.”

“¿Qué diría usted si yo le dijera que hay evidencia saliendo a la luz de que
Anthony Strazza abusaba de su esposa? Que el abuso era emocional, verbal,
físico, y potencialmente sexual.”

Wythe se impulsó lejos de su escritorio, se quedó mirando fijamente su
alfombrilla verde. “Eso no va a servir esta vez.”

Él les dio la espalda, mirando a través del vidrio a la cortina de nieve.

“Yo no socializaba con Anthony, a pesar de que pertenecíamos al mismo
club, un lugar conservador, anticuado, aquí en la ciudad, al que me gusta acudir.
Teníamos muy poco en común. No me hubiese sorprendido si usted hubiese
dicho que él la intimidaba, verbalmente, que la dominaba, que la presionaba para
que fuera y se comportara de una manera en particular. Pero ¿usted está diciendo
que él utilizó la violencia?”
“No puedo discutir los detalles.”
“Buen punto,” replicó él. “Sólo me reuní con ella unas cinco veces. Joven,
fresca, ridículamente adorable. Nunca esperé que el matrimonio durara,
francamente. Asumí que uno o ambos llegarían a aburrirse y se divorciarían.
Pero nunca, aun diciendo que no me gustaba el hombre, nunca sospeché que él
fuera violento con ella. No estoy seguro de lo que hubiese hecho al respecto si lo
hubiese sabido.”

Regresó a su escritorio y volvió a sentarse. “Tengo una hija. Es la segunda
Wythe en la firma. Se casó hace cerca de tres años y está a punto de darme mi
primer nieto. Pienso lo mejor del hombre con el que se casó. Absolutamente lo
mejor. Y si yo me enterara de que él le levantó la mano a mi hija, le rompería
ambos brazos. No sé qué habría hecho si hubiese sabido que Daphne estaba
siendo abusada. No. Estoy equivocado.”

Él se reclinó en su sillón y asintió.

“Tengo un hijo. Nuestra oveja negra, ya que él optó por no seguirme a mí
como yo seguí a mi padre y a mi abuelo en la abogacía. En cambio, él es uno de
ustedes.” Wythe sonrió cuando lo dijo. “Si lo hubiese sabido, hubiese ido donde
Nelson y le hubiese pedido que averiguara la situación.”

“El Detective Nelson Wythe,” dijo Eve, “bajo las órdenes del Teniente
Mercer. Él es un buen policía.”

“Ese es mi muchacho.”

“¿Qué me dice sobre la primera esposa?” preguntó Eve.

“No la conocí bien. Como dije, yo no socializaba con Anthony. No me
encargué del divorcio, sino que se lo pasé a uno de nuestros asociados. Tengo
entendido que la ex-esposa de Anthony aceptó un arreglo monetario y se mudó
fuera del país.”

“Muy bien.”

“Dígale a Daphne que yo y esta firma estamos a su disposición, y que me
gustaría hablar con ella a la primera oportunidad. Y con respecto a sus cuentas
médicas, esas pueden ser pagadas con dinero de la herencia. Puedo manejarlo,
podemos y lo haremos, darle un adelanto para lo que necesite en cuanto a gastos
de alojamiento y manutención.

“Ahora, a menos que haya más, me gustaría mucho ir a casa y servirme un
gran vaso de whiskey.”



* * *

“Está bastante bien para ser un abogado,” comentó Peabody mientras se
marchaban. “Y ese fue un latte realmente bueno.”

“Otra marca en la columna de desagrado de Strazza.”

Saliendo al vestíbulo, Eve notó que la mujer todavía seguía en la recepción.
Y en ese momento estaba siendo cautivada hasta los globos oculares por Roarke,
quien se apoyaba casualmente contra el mostrador.

Él volvió la cabeza, apuntando esa sonrisa matadora hacia Eve. “Y aquí está
mi policía, y nuestra Peabody.”

“¿De qué se trata?” demandó Eve.

“Cómo justo le estaba diciendo a la encantadora Donna, estamos cerrando la
mayoría de las operaciones por hoy, y estoy aquí para pedirle un aventón a mi
esposa.”

“No estoy yendo a casa.”

“Aun así yo voy, a donde sea que vayas. Ten cuidado por donde caminas ahí
fuera, Donna.”

“Oh, lo tendré. Me gusta la nieve.”

Eve se dirigió directamente hacia el elevador, y le dirigió una pétrea mirada a
Roarke cuando se cerraron las puertas. “Es lo bastante mayor para ser tu madre.”

“¿Y qué?”

Eve sólo sacudió la cabeza, ordenó el Nivel Uno Garaje. “¿De verdad nos
seguiste la pista hasta la oficina de Wythe?”

“Fue bastante fácil. ¿Cómo estás, Peabody?”

“Estoy muy bien. También me gusta la nieve. Estoy pensando en ir al
mercado cuando llegue a casa y comprar los ingredientes para una olla de sopa,
tal vez también para pan de cerveza porque es rápido.”

“¿Pan de cerveza?” preguntó Roarke, aparentemente fascinado.

Mientras Peabody explicaba, sólo Dios sabía para qué, los detalles de la
preparación del pan de cerveza, Eve ignoró la conversación, consideró lo que
sabía y lo que no sabía.

Y lo siguiente que vendría.

“Ve a casa,” dijo Eve cuando llegaron a su nivel. “Prepara la sopa y el pan de
cerveza.”

“¿En serio?”

“Redacta lo que tengas del barman y de la entrevista que acabamos de tener
con Wythe. Chequea con Santiago y Carmichael sobre el resto de la lista de
invitados, y me lo envías, y para ser minuciosas, confirma la coartada de Wythe
desde el sábado por la noche hasta el domingo por la mañana.”

“Puedo hacerlo.”

“Puedo conseguir un coche para que te lleve a casa,” dijo Roarke.

“Gracias. Lo tomaría, pero puedo coger el subterráneo que está a un par de
minutos de aquí, y llegar al centro sin los conductores locos. Puedo quedarme,
Dallas.”

“Voy a trabajar desde casa. Es trabajo de escritorio por ahora de todos
modos. Hemos cubierto el campo por hoy.”

“Cubriré mi lista. Te veo mañana. ¡Día Nevado!” añadió, casi bailando al
alejarse.

“Tu conduces,” le dijo Eve a Roarke. “Necesito revisar un par de cosas.”

Mientras Roarke maniobraba a través de un tráfico horrible, ella revisó sus
correos entrantes, leyó el informe del laboratorio.

“Toda la sangre en el cadáver y en la víctima superviviente era de él y de
ella. No hay sangre del asaltante. Nada de su sangre en la habitación, de modo
que si Strazza llegó a atacarlo, no le sacó sangre, o nada de ésta cayó en la
escena del crimen.”

“¿Qué es lo que eso te dice?”

“Potencialmente… Strazza se suelta de la silla, y ataca. Probablemente
todavía está un poco enredado, y está adolorido por la paliza. El asesino agarra
un objeto pesado, derramando agua y flores mientras aporrea a Strazza con éste.
Ella puede que todavía esté atada y/o inconsciente. Tal vez sólo mareada,
impactada, pero me inclino a que estaba atada o inconsciente ya que Morris
estima cerca de quince minutos entre el golpe inicial en la cabeza y los golpes
asesinos.”

“Es un buen lapso.”

“Sí.” Quince minutos podrían igualar toda una vida, pensó ella.
“Potencialmente. El asesino piensa que Strazza está muerto o agonizando,
Daphne esta inconsciente o atada. Abandona la habitación para vaciar las cajas
fuertes, selecciona lo que quiere, y limpia todo. Él tendría sangre encima. O se
tomó el tiempo de volver a violar a la mujer. Potencialmente, una vez más,
regresa para recoger sus ataduras de plástico, su soga, su cinta adhesiva, su luz, y
lo demás que haya dejado.”

Todo dentro de su maletín, pensó. El maletín que había llevado con él, en
frente de testigos.

“Ahora Daphne está libre, él liberó a las otras víctimas, de manera que el
patrón indica que él la soltó. Pero Strazza recupera la consciencia, no está
muerto, empieza a levantarse. El asesino lo vuelve a aporrear una y otra vez.
Daphne intenta detenerlo, o simplemente huir. Él la golpea, lo bastante fuerte
como para que ella se raje la cabeza en el pie de la cama, y queda inconsciente.
Ella se arrastró a través de la sangre, la de Strazza y la propia. La sangre estaba
en sus manos y rodillas. Tenemos manchas de ello en los suelos, de los pies de
ella, cuando pasó por encima.”

Lo dejó ahí, revisó algo más, y se quedó mirando la nieve en el exterior.
“Él abusó de ella en el testamento. Incluso muerto la está abofeteando.”
“¿Qué quieres decir?”

“El abogado tuvo que dar rodeos, usar algo hipotético, pero fue muchísimo
más cooperativo de lo que esperaba. A él no le gustaba Strazza.”

“¿A alguien le gustaba?”

“No hasta el momento. En cualquier caso, Strazza dejó el total de su herencia
al hospital, con condiciones. Que la usaran en cualquier propósito que él
designara, y que le pusieran su nombre.”

“¿Y qué hay de su esposa?”

“Se queda con la casa, con su ropa, su joyería, la cual fue robada, y lo que
sea que quedara en la casa que él no hubiera marcado para ser vendido para que
el importe fuera al hospital. Ningún fideicomiso o lo que sea para que ella
mantenga la casa, o la amortice. Me dio la impresión de que no le pertenecía
completamente a él. Y ya que apareciste, podrías echarle un vistazo a eso.”

“De hecho podría.”

“Y una buena investigación en el resto de sus finanzas.”

“Ahora este es un día feliz para mí. Me siento tan contento como Peabody en
la nieve.”

Él lo estaría, pensó ella. Roarke no era, gracias a Dios, un alegre optimista,
pero tenía sus momentos.

“Viste la casa. Hazme una estimación hipotética sobre su valor.”

“¿Casa de dos pisos, en ese vecindario, bien mantenida? De doce a quince
millones. A menos que tenga una fuerte hipoteca o que haya hecho un préstamo
contra ella, estará mejor que bien.”

“Ella no quiere volver, y el abogado dice que no puede venderla hasta que se
haya asentado la herencia. Por lo menos un año, probablemente dos. Él no quería
que ella fuera capaz de irse, no con su dinero, si él moría antes. No pude obtener
ningún detalle sobre el contrato pre-nupcial, pero claramente Wythe sentía que
Daphne había quedado mal parada con eso. Dice que le aconsejó que contratara
su propio abogado, pero ella no lo hizo.”

“Resulta que tampoco lo hiciste tú.”

Ella le lanzó una mirada. “¿Acaso yo quedé mal parada?”

“No, pero…” Él alzó una mano, y la dejó caer. “Resolvimos eso, ¿no es así?”

“Añade esto: Él arregló las cosas de modo que ella lo necesitara para tener
dinero. Ni trabajo, ni familia, y voy a contactarme con ellos cuando lleguemos a
casa, porque quiero conocer esos detalles, ni amigos. Eso es clásico. Ella
dependía completamente de él, y él estructuró el testamento de modo que ella se
quede con la casa y su propia ropa, además de las joyas que él le dio. Ella casi
siempre lo llama mi esposo, muy rara vez usa su nombre.”

Eve lo desestimó con un encogimiento de hombros. “No es el asunto, es sólo
que eso me cabrea en general. No sé si eso tiene algo que ver. No veo cómo sería
aplicable, excepto que el asesino podría haberla elegido como objetivo porque lo
vio y lo reconoció, la vio como alguien débil. Un objetivo fácil. Puede que haya
visto a Rosa de esa forma también. Pero Lori no da la impresión de ser suave y
fácil.”

Se quedó reflexionando acerca de eso mientras él giraba y pasaba por los
portones, entonces extendió la mano y la puso en el brazo de él. “Para un
minuto.”

Cuando él lo hizo, ella deslizó la mano hacia abajo y entrelazó sus dedos con
los de él. “Mayormente odio el invierno. Es frío, húmedo, desagradable e
inconveniente. ¿Pero eso? Esa es una tremenda imagen.”

Algún droide, suponía ella, había despejado el largo y serpenteante camino
de entrada y los escalones que llevaban a la casa. Todo lo demás seguía blanco y
perfecto con esa casa alzándose de la alfombra de nieve, la piedra en las líneas
del tejado. Árboles y arbustos, envueltos en blanco, relucían con las luces.

“Estoy contenta de que lleguemos a casa,” le dijo.

Él se inclinó hacia adelante para besarla. “Igual que yo.”

Él condujo el resto del camino mientras que más luces parpadeaban en el
interior de la casa. Cuando entraron a esa luz, Summerset y el gato aguardaban.

“Temprano y juntos,” observó Summerset mientras Galahad brincaba hacia
adelante para deslizarse entre los dos pares de piernas.

“Supongo que la ciudad será cerrada en una o dos horas.” le dijo Roarke.
“No deberías planear ir a ningún sitio.”

“No lo hago. Esperaría que ustedes dos también sean sensatos y se queden
dentro.”

“Es más fácil reprogramar una fiesta de espectros que una investigación por
asesinato.” Eve arrojó su abrigo sobre el poste de la escalera. “Pero trabajaré
desde aquí hasta que pueda salir.” Empezó a subir las escaleras, se detuvo. “No
salgas fuera. Está helado, ventoso, y resbaloso.” Y continuó subiendo.

“¿Esa fue realmente una orden por preocupación?” preguntó Roarke
mientras subía las escaleras con ella.

“Claro. Si su huesudo trasero se resbala en la nieve, vamos a tener que
ocuparnos de ello. Si termina enterrado en la nieve, voy a tener una muerte por
falta de atención de la que ocuparme. Sólo estoy tratando de evitar el desastre.”

“Por supuesto.” Él le pasó un brazo por los hombros.
“Necesito contactarme con la familia de acogida de Daphne Strazza. Ha
indicado que no quiere que se contacte con nadie, pero quiero una mejor
impresión de quién es ella, y de lo que ellos, la familia, pudiera saber sobre su
relación con Strazza.”

“¿Cómo te ayudará eso?”

“Detalles.” Se encogió de hombros. “Eso podría darme, o a Mira, una
impresión más clara de cómo ayudarla a recordar el ataque.”

“Te dejaré con ello, y me entretendré investigando las finanzas de Strazza.”

“Hablando de eso.” Esto no tenía que ver, pensó Eve, pero… “La primera
esposa probablemente consiguió un acuerdo financiero. Mira si puedes encontrar
eso.”

“La diversión nunca termina.”

“Me alegro de que lo veas de esa forma. Nos vemos luego.”

Entró a su oficina, Roarke en la suya. El gato se debatió, y entonces optó por
la silla de dormir de ella.

Eve casi se dirigió a la cocina, entonces recordó que tenía la habilidad de
programar café desde su maravilloso centro de comando. Entonces recordó que
ahora tenía la adición de una chimenea.

¿Por qué no usarla?

Dio la orden de encendido, se quedó parada estudiando las llamas ardiendo,
preguntándose por qué diablos alguna vez se opuso a Roarke en cuanto a su idea
de actualizar la oficina.

Se sentó, programó café mientras observaba la caída de la nieve en el
exterior de su ventana, constante y rápida.

Llegar a la Central por la mañana sería una putada. Pero eso sería mañana.

Ahora abrió el archivo con la información de Daphne, y contactó el número
de la pareja que habían sido sus tutores.

La mujer que respondió era demasiado joven para ser la tutora de Daphne. A
mitad de los veinte, juzgó Eve, con el cabello de un improbable tono de rojo con
iluminación de un improbable tono de azul. Una fila de aros multicolores, al
estilo McNab, corrían a lo largo de su lóbulo izquierdo mientras que sólo un
arete rojo pinchaba el derecho. Parecía casi fieramente brillante y feliz.

“Estoy tratando de contactar con el Señor o la Señora DeSilva.”

“Lo siento, no están disponibles. ¿Puedo tomar un mensaje?”

“Es importante que hable con ellos.” Eve levantó su placa. “Soy la Teniente
Dallas, NYPSD.”
“Nueva York.” Esa brillantez y felicidad se congeló, volviéndose temor.
“¿Daphne? ¿Algo le sucedió a Daphne? ¡Dígame! Soy su hermana. Soy Tish
DeSilva. ¿Qué le pasó a Daphne? Está, oh Dios mío, oh Dios, está…”

“Está bien. ¿Cómo puedo comunicarme con sus padres?”

“Están en Fiji, las vacaciones de sus vidas. Por favor, dígame. Estoy
quedándome aquí mientras ellos no estén, cuidando la casa, el perro. Por favor.
Le daré a usted su información de contacto, pero por favor.”

No había necesidad de mantener a la mujer preocupada, pensó Eve. Y
Minnesota estaba más cerca que Fiji. Mucho más.

“Primero, le estoy diciendo que Daphne está bien. Está en el hospital,
pero…”

“¿Hubo un accidente? Está lloviendo con fuerza en el este, ¿verdad? Vi los
reportes.”

“No, no estuvo en un accidente.”

“Entonces qué… acaso ella…” Se interrumpió, levantó una mano llena de
anillos. “Espere, sólo deme un segundo para tranquilizarme. No la interrumpiré
otra vez.”

“El pasado sábado por la noche Daphne y Anthony Strazza fueron asaltados
en su hogar.”

“¿Los dos?” Los ojos de Tish se entrecerraron. “¿Ambos fueron lastimados?
Lo siento, dije que no la volvería a interrumpir.”

“Daphne fue seriamente lastimada pero su condición ha mejorado, y, de
hecho, podría ser dada de alta mañana o pasado mañana. Anthony Strazza fue
asesinado durante el ataque.”

Tish DeSilva apenas parpadeó ante la notificación de la muerte. “¿Está
muerto? ¿Está segura de que está muerto?”

“Sí, estoy segura.”

Tish asintió, lentamente, y entonces soltó el aliento. “¿Pero Daphne está
bien? ¿Está bien?”

“Sí.”

“¿Dónde está ella, por favor? ¿En qué hospital?”

“Actualmente está en el San Andrew's.”

“Usted dijo que ambos fueron atacados. ¿Quién lo hizo? ¿Por qué?”

“Esa investigación está en curso.”

“¿No lo sabe todavía? ¿Pero acaso Daphne no se lo dijo? Dijo que ella estaba
bien, de modo que ¿por qué no se lo ha dicho? Mire, puede ser franca conmigo.
No soy del tipo histérico, es sólo que… es perturbador y es terrible saber que
está herida y que nosotros no estamos allí. Voy a contactar con nuestros padres
tan pronto como termine de hablar con usted. Quiero poder decirles la verdad,
los hechos.”

Eve lo consideró. “Usted dice nuestros padres.”

“La mamá de Daphne y su papá murieron cuando sólo tenía nueve años, y
vino con nosotros. Es lo que su mamá y papá querían. No es sólo la sangre lo
que hace una familia. Nosotros somos su familia. Ella es mi hermana. ¿Tiene
usted una hermana?”

“No de sangre.”

“Pero tiene una hermana,” dijo Tish, con mirada ansiosa. “De manera que lo
sabe. Por favor, dígame qué le sucedió a mi hermana.”

“Ella y su esposo fuer asaltados físicamente. Daphne fue asaltada
sexualmente.”

“Fue golpeada y violada.” Los ojos de Tish se anegaron, algunas lágrimas se
desbordaron, pero se mantuvo tranquila.

“Sí.”

“¿Está en el Hospital San Andrew's, en Nueva York, en buenas
condiciones?”

“Sí.”

“¿Es capaz de hablar, de conversar?”

“Sí.”

“¿Y le pidió a usted que se contactara con nosotros?”

“No, no lo hizo.”

Tish cerró los ojos, asintió, se limpió las lágrimas. “Vale, lo entendí. Le daré
la información de contacto de mis padres, pero me gustaría hablar con ellos
primero. Esto va a ser… la aman, tanto. Déjeme hablarles primero, de modo que
no oigan esto de una extraña. De la policía.”

“¿Por qué cree usted que ella no me pidió que los contactara?”

“Él la envenenó. Es como si la hubiera infectado, Dios sabe que la tenía
controlada. No había nada que pudiéramos hacer nosotros, o… no podíamos
imaginar qué era lo correcto para hacer. Espere un minuto, ¿de acuerdo?”

La pantalla se movió, luego se asentó en una imagen del techo torcida, la
esquina de una pared. Eve claramente oyó el sonido de una nariz siendo sonada,
luego dos rápidos suspiros y uno más largo y tranquilo.

La pantalla volvió a cambiar de posición. El rostro de Tish con ojos fieros,
brillando húmedos, regresó.

“Me alegro de que esté muerto. Si supiera cómo, estaría haciendo unas
malditas volteretas. Estoy contenta porque ahora nosotros podemos hacer algo,
hacer algo para traerla de vuelta. Él mató a mi hermana, la convirtió en un
droide. Tengo que decírselo a mis padres. Tengo que ir a Nueva York.”

Eve escribió la información de contacto mientras Tish se la daba.

“Ella está bajo protección policial y cuidado médico, Señorita DeSilva. No
puedo decir si estará de acuerdo en verla. Y estamos en el medio de una
tormenta.”

“Usted no sabe lo que son tormentas,” dijo ella con una risa franca y
divertida. “Llegaré, y ella me verá.”

Eve simplemente alzó las cejas cuando la pantalla quedó en blanco.

Sopesó la idea de contactar con los padres enseguida, y decidió dejar que su
hija les anunciara primero la situación. Pensando en la conversación, las
reacciones, se puso de pie para actualizar su tablero.

Añadió a los tres DeSilva, conectándolos con Daphne.

Escribió la conversación, la añadió a sus notas del caso. Le envió una copia a
Mira ya que quería que la opinión de una psiquiatra sobre la reacción de la
hermana y sus declaraciones.

Envenenada, infectada, controlada.

Claramente, la familia de acogida había sido distanciada. Y, sí, podía creer
que Strazza había manipulado eso. ¿Por qué? Probablemente por la misma
patología que el asesino. Para controlar y tener poder sobre otro.

Aunque le había dado la tarea a Peabody, Eve le echó un buen vistazo al
barman/actor. Que no hubiera incidentes violentos registrados no quería decir
que no fuera violento bajo la máscara.

Cuando Roarke entró, ella lo estaba añadiendo al tablero.

“¿Tienes un sospechoso?”

“Tengo a una persona que investigar más. Actor, eso es lo que pone como
profesión, aunque se gana la vida atendiendo el bar en Jacko's. Toca un par de
notas.”

“De modo que vas a presionar botones, ver si él toca toda la melodía.”

“Sí. Una bonita metáfora colorida. Hablé con la hermana de Daphne, la hija
de los tutores. Claramente despreciaba a Strazza, claramente lo culpa por haber
estado alejados de Daphne. Los padres están en Fiji en unas grandes vacaciones.
Estoy dejando que los contacte y les diga. Si no fuera por la severidad en el
ataque a Daphne, de verdad le echaría un buen vistazo a la hermana. Lo estoy
haciendo de todas formas.”

“Como lo harás con los padres.”

“Sí. Tengo que poner los puntos sobre las tés, y la rayita sobre las íes. Ya sé
que se dice al revés,” dijo ella antes de que Roarke pudiera corregirla. “Pero eso
es aburrido.”

“Hablando de aburrimiento, las finanzas de Strazza no presentan ningún reto
en absoluto. Era un inversionista cauto, tiene unas pocas caridades, aunque es un
poco tacaño incluso con eso. La casa vale lo que yo estimé, pero está hipotecada
por un poco más de la mitad de esa cantidad.”

“De modo que ella no estará exactamente nadando en dinero.”

“Bueno, es mejor que nada, aunque una esposa lo vería de otra forma. Su
primera esposa salió con cinco millones, los cuales, como pensé que querrías
saber, y ciertamente yo quería, los utilizó para comprar una estación de ovejas en
Porongurup, eso es en Australia.”

“¿Por qué las ovejas necesitan una estación? ¿Ellas toman trenes? ¿Adónde
se van? ¿Por qué tienen que ir allí?”

“Me imagino que son arreadas a los trenes de vez en cuando, pero una
estación de ovejas es un rancho.”

“¿Entonces por qué lo llaman una estación?”

“Échale la culpa a los australianos. En cualquier caso,” continuó antes de que
ella lo llevara por las ramas, “ella invirtió un poco más de la mitad del dinero del
acuerdo en la propiedad y las ovejas. Parece que lo está haciendo funcionar
bastante bien. También descubrí que no ha hecho un viaje fuera de Australia en
más de tres años. Absolutamente ninguno a Nueva York.”

Debido a que las imágenes siempre ayudaban, Eve pidió la más reciente foto
del documento de identificación de la primera esposa.

Atractiva, pensó Eve, una atractiva mujer con apariencia de ser aficionada a
actividades al aire libre, a finales de los cuarenta. Alguien que se veía
competente y contenta.

“No encaja como parte de los ataques. Es sólo parte del rompecabezas. De
esposa de un importante doctor de Nueva York a poseer un rancho de ovejas en
Australia. Eso me dice que ella se fue lo más lejos posible de él y de la vida que
tenía aquí.”

“Piensas que también abusó de ella.”

“Eso encajaría,” dijo Eve, y se encogió de hombros. “Ella se fue, y no puedo
verla metida en esto. ¿Algo más en las finanzas de Strazza?”

“Tiene una considerable cantidad de arte asegurado. Quizás eso está incluido
en lo que ha designado a su viuda. Hay alrededor los ocho millones allí, y las
joyas, las cuales ahora han desaparecido, casi lo mismo. Tiene un vehículo
lujoso, con un gravámen, nuevamente de casi la mitad de su valor, y paga una
tarifa por estacionamiento.”

Roarke se alejó y seleccionó una botella de vino. “Estoy de humor para una
copa. ¿Tu?”

Eve echó un vistazo a su tablero, a la nieve. “Sí. Podría ser.”

“No hay nada en sus finanzas que indique una aventura. No hay compras de
joyas, por ejemplo, que no estén enumeradas en su seguro, ni gastos por viajes
extraños u hoteles, ni una residencia secundaria en donde podría mantener a una
amante.”

“¿No hay cuentas ocultas?”

“Ninguna. Todo bastante legítimo y, como dije, aburrido.” Sirvió dos copas,
le trajo una a Eve. “Vivía bien dentro de sus posibilidades. De hecho, podía
haberse permitido vivir más espléndidamente. Diría que gastaba
considerablemente en ropa, la de él y la de ella.”

“Las apariencias eran importantes.”

“De acuerdo. La casa, el coche, los muebles, el arte, todo ostentoso. Aparte
de eso, da la impresión de ser un poco avaro. Le gustaba tener los números en
lugar de las cosas. Dos vacaciones al año, como una pareja. Como un reloj. Dos
viajes adicionales para él, viajes por el golf que parece que se deben verificar.
Viajes relativamente cortos. Dos días a lo sumo, como lo serían los viajes
profesionales para congresos médicos o conferencias. Nunca más de dos días
fuera de casa sin su esposa. Y ocasionalmente ella se reunía con él en ellos
también.”

“No quería que ella estuviera por su cuenta por mucho tiempo. Sin descontar
tu particular habilidad, ¿no sería relativamente fácil para un decente técnico en
electrónica conseguir la información que acabas de conseguir tú?”

“Ridículamente simple.”

Pensando, se giró de un lado al otro en su sillón. “De modo que el asesino
sabía que habría joyas y dinero en efectivo en la casa, lo cual le dio la cobertura
para los ataques, la excusa. El propósito sigue siendo la violación y las palizas.
Él habría sabido cuándo la casa estaría vacía, pero esa no era la manera en que él
lo quería.”

Ella se volvió hacia Roarke. “¿Cuánto tiempo te tomaría conseguir la lista de
invitados de la Celebración de la Gala de Arte de Abril pasado?”

“Casi el mismo tiempo que me tomó seleccionar, abrir, y servir este vino.”
Le dio un toque juguetón. “¿Qué tal si me encuentras algo más interesante con lo
que jugar?”

“Consígueme esa información y lo haré.”

“Haré eso. Y ya que tenemos una larga noche nevada por delante, ¿qué tal si
cenamos en algún otro lugar que no sea tu oficina?”

“Puedo estar de acuerdo con eso.”

“Dame un par de minutos.” Él hizo chocar su copa con la de ella, y regresó a
su oficina.
Capítulo 13

A ÉL no le tomó mucho tiempo volver a salir.



“La lista está en tu computadora,” le dijo.

“Genial. Tal vez podrías encontrar interesante dividir la lista conmigo,
seleccionar a las parejas casadas, es el primer requisito. Parejas casadas de clase
alta, segundo requisito. Parejas casadas sin hijos, al menos ninguno viviendo en
casa. Parejas casadas en las que la esposa es muy atractiva. Y por último,
residencia familiar independiente. Él no actúa en edificios de apartamentos o
apartamentos de dos pisos. Todavía no, al menos.”

“Puedo hacer ese seguimiento. ¿Has considerado parejas del mismo sexo?
No es un patrón, hasta ahora, pero ¿no es posible que pudiera elegir como
objetivo a una mujer hermosa sin importar su orientación sexual?”

Ella lo apuntó con un dedo. “Muy buen punto. Pondría eso como una
probabilidad menor porque pienso que es una cuestión de mamá y papá, pero
definitivamente es una posibilidad. Así que… no discrimines.”

“¿Qué es lo que dice el letrero en tu división? No importa tu raza, credo,
orientación sexual, o afiliación política, nosotros protegemos y servimos. Porque
podrías ser asesinado.”

“Incluso si fueras un cabrón. Hicimos una adición.”

Medio riéndose, él también la apuntó con un dedo. “Bien hecho.”

“Muy bien. De modo que todo eso, sólo seleccionando por matrimonio y por
dinero. Y la apariencia.”

“Creo que trabajaré aquí contigo, en tu auxiliar. De esa forma podemos
coordinar con más facilidad.”

“Acércate un sillón. Tu empiezas por arriba, yo empezaré por abajo.”

“Deberías saber que hay más de mil ochocientos nombres.” Y
considerándolo, se sacó la corbata, y se quitó la chaqueta.

Ella soltó el aliento. “No todos estarán casados. Separaremos a los
cohabitantes legales en otra lista. Pero empezamos con los casados.”

Asintiendo, él se enrolló las mangas de la camisa. “Deberías saber que Mavis
y Leonardo están en la lista, igual que los Miras.”

Su hermana, pensó Eve. Mavis Freestone era su hermana en todo, menos en
la sangre. “Mavis vive en una edificio de apartamentos, y tiene una niña. Mira es
muy atractiva, pero no es su tipo, hasta ahora. Es mayor que cualquiera de sus
víctimas hasta el momento. Creo que se apegará a su patrón.”

No era un trabajo rápido, y era mecánico, lo cual no siempre era una ventaja.
Eve trabajaba con la pantalla partida, la lista en un lado mientras hacía correr
rápidamente los nombres, haciendo una nota cuando encontraba uno que
encajaba con los requisitos.

Revisó cien y fue a servirse café.

Trabajaron en silencio, incluso cuando Galahad dejó la silla de dormir para
saltar al regazo de Roarke, y acurrucarse allí.

A mitad de su lista, Roarke se reclinó en su sillón. “Vamos a por ese
descanso para cenar antes de que nuestros cerebros se derritan.”

“¿Qué?” Ella alzó la vista, distraída, entonces se dio cuenta de que un leve
dolor de cabeza había empezado a gestarse. Un corto descanso no haría ningún
daño ya que no podría hacer nada sobre lo que pudiera reunir esta noche de
todos modos.

“Seguro. Sí. Bueno. Pero tal vez…”

Él observó sus ojos desviarse hacia la mesa al lado de las puertas de la
terraza. “Un trato es un trato, Teniente.”

“Sí, sí. ¿Quieres comer abajo en el comedor?”

“Tenía algo más en mente.” Se puso de pie, tomó su mano, y la hizo
levantarse antes de que encontrara alguna excusa. Le lanzó una mirada al gato
mientras llevaba a Eve hacia el elevador. “Es una mesa para dos esta noche,
amigo mío. Tu encontrarás tu cena abajo en la cocina.”

La hizo entrar al elevador, y la besó entre los ojos, en donde él ya había
diagnosticado ese leve dolor de cabeza. “Terraza de la azotea,” ordenó él.

“¿Nos ponemos sofisticados?”

“Espero que la vista lo será.”

Como era usual, él tenía razón.

Era como estar en una esfera de nieve al revés, pensó Eve. Fuera del cristal,
en los haces de luz del exterior, la nieve caía rápido, como si estuviera siendo
agitada desde el cielo por una mano enfadada. Los vientos invernales se
arremolinaban y la azotaban dramáticamente, y a través de los azotes del viento
y la nieve, las luces de la ciudad brillaban y chispeaban. Central Park se extendía
en blanco y negro. Las calles eran como líneas severas, vacías de tráfico con sólo
unos cuantos vehículos de emergencia dispersos abriéndose camino a través de
una gruesa alfombra de nieve.

Él encendió velas sobre la mesa que ya estaba puesta para dos con campanas
de plata sobre los platos.

“¿Cómo arreglaste esto?”

“Le di a Summerset nuestra hora aproximada de llegada.” Sirvió vino tinto
para ambos, tomó su mano mientras miraban juntos a través del amplio cristal.
“Somos afortunados, tu y yo. Estar aquí arriba, calientes y seguros, sin la
preocupación de mantenernos de esa forma. Recuerdo no sentirme de ninguna de
esas maneras cuando era un niño en Dublín y el invierno golpeaba con fuerza.”

“No creo haber sentido en verdad la nieve hasta que tuve, tal vez, nueve o
diez años. Incluso entonces más o menos recuerdo haber pensado: Es fría y
húmeda. ¿Por qué se emociona tanto todo el mundo? Pero desde aquí arriba se
ve bastante espectacular. Buena elección para cenar, campeón. Muy agradable.”

“Veamos qué piensas de la comida.”

Levantó las tapas. Alguna especie de pasta, notó ella, lo cual nunca estaba
mal en su libro. No era espagueti, sino unas cosas en forma de tubos en salsa con
queso derretido por encima.

Y el aroma añadía más calidez y algo especiado al aire.

Le recordó a su estómago que quería comer.

“Se ve genial. ¿Qué es?”

“Macarrones al horno, creo yo.” No valía la pena mencionar la espinaca.

Lo comieron con una pequeña ensalada colorida, una baguette para
sumergirla en aceite con hierbas. Y más vino.

“Sea lo que sea esto,” dijo Eve entre bocados, “está bastante bueno. Le
escondiste las espinacas.”

“No lo preparé personalmente,” le recordó.

“Ja. Aun así, funciona. ¿Vas a mantener cerrada tu oficina central mañana?”

“He aconsejado a cualquiera que no es esencial que trabaje en casa, he hecho
arreglos para que algunos pasen la noche allí mismo. Si necesitas ir a la Central
o a hacer entrevistas, utiliza un todo-terreno. Tu vehículo probablemente puede
manejar esto, pero estarás mejor en un todo-terreno.”

“Sí. Puede que termine haciendo algunas de las entrevistas desde aquí vía
enlace, posiblemente por holograma. Quiero un cara a cara con el barman, de
modo que pueda presionar, y quiero otra entrevista holográfica con Daphne.
Mientras más me vea, más se abrirá . De cualquier manera, necesitaré ir a la
Central en algún momento. Soy la jefa.”

“Lo eres.”

“Tú también. ¿Te llevarás un todo-terreno?”
“Lo haré.”
“¿Cuántos tenemos?”

“Más que suficientes,” dijo él, y sonrió. “¿Cuántas parejas has anotado de
momento?”

“Seis que llenan los requisitos. He dejado fuera a cerca de doscientas
cincuenta personas. Tengo una pareja más que roza los márgenes. ¿Qué hay de
ti?”

“Nueve, y he dejado a fuera cerca de trescientas. Hemos hecho algún
progreso.”

Ella pensó que no importaba que él hubiera seleccionado más que ella. No
era una competición. Exactamente. “Así que son quince, más los dos marginales.
Incluso si triplicamos eso antes de que hayamos terminado, es un número
trabajable.”

“¿Y cómo lo trabajarás?”

“Hablar con todos ellos. Hacer la conexión con cualquiera que haya usado el
servicio de catering, que haya utilizado el hospital, la compañía de alquileres.
Incluso cualquiera que haya socializado con cualquiera de las otras víctimas.
Buscar una conexión, ponerlos en alerta. Tal vez uno de ellos ha tenido un
incidente o algo. Un allanamiento frustrado, una discusión, o la mujer ha tenido
un encuentro con alguien que la hizo sentir incómoda. Creo que los Patrick
fueron los primeros, pero eso no significa que este tipo no haya practicado. Tal
vez estuvo de mirón, o entró a una casa o dos, robó un vestido de cóctel. Tal vez
sólo se puso agresivo con una mujer. Algo.” Se encogió de hombros. “Estoy
pescando.”

“Tiendes a coger lo que estás pescando. Una de mis nueve es una pareja del
mismo sexo.”

“Una de las mías también. Podría haber pasado eso por alto.”

“Lo dudo, una vez que comenzaras a investigar.” Alzando su vino, Roarke la
estudió sobre el borde. “Te das cuenta de que nosotros encajamos en su patrón,
tu y yo.”

Eve sacudió la cabeza. “No soy su tipo. Va por las de apariencia
extremadamente atractiva, inclinándose hacia lo glamuroso.”

Cuando Roarke alzó las cejas, ella volvió a sacudir la cabeza, y comió más
pasta. “Tienes un punto ciego.”

“Yo diría que el punto ciego es tuyo. En cualquier caso, él nunca podría, sin
importar lo habilidoso que sea, pasar a través de la seguridad.”

“Jamie Lingstrom lo hizo una vez,” le recordó Eve. “Un muchacho
adolescente.”

“Un muchacho notablemente talentoso,” añadió Roarke, pensando en el
ahijado de Feeney. “Y no la pasó, ya que las alarmas nos alertaron, y nosotros
metimos dentro su talentoso y joven trasero. Además he incrementado la
seguridad desde entonces, y le pedí a Jamie que tratara de pasarla.”

“No sabía que hiciste que intentara otro allanamiento.”

“Porque falló. Dos veces. Está determinado a conseguirlo. Si, y cuando lo
haga, usaré eso para añadir más capas.” Leyendo su rostro, se reclinó con su
vino. “No mencioné lo de nosotros y el patrón para darte ideas sobre ser el cebo.
Eso no funcionaría por una cosa. Sería estúpido si lo intentara con una policía,
especialmente tú. O si intentara entrar en esta casa. Creo que es demasiado
cuidadoso para ese tipo de reto.”

“Es demasiado cobarde,” corrigió Eve. “Pero una trampa… no nosotros, no
aquí. Si considerara intentarlo con nosotros, querría semanas para planearlo, y él
querría a Summerset fuera. ¿Cuándo es que Summerset se va de vacaciones de
invierno?”

“Pensé que lo tenías marcado en tu calendario con estrellas brillantes y hadas
bailando. Pronto.”

“Simplemente no funcionaría. Pero si puedo refinar la lista, tratar de
averiguar a quiénes podría tener de objetivos, entonces podría convencer a una
pareja para que nos deje cebar el anzuelo. Voy a pensar en eso.”

“Pensemos acerca de eso después, llenemos nuestras copas y tomémoslas en
el sofá, viendo caer la nieve. Es una buena manera de terminar nuestro descanso
para cenar.”

“No puedo discutir eso.”

Ella se acomodó con él, incluso puso los pies encima de la mesa frente a
ellos.

“Creo que te estás relajando, Teniente.”

“Sólo un minuto.” Y ya que estaba, se apoyó en él. “Esto me ha tomado
bastante tiempo.”

“¿El qué?”

“Acostumbrarme a estar aquí, vivir aquí, tener esto. Tú construiste todo esto
a través de los años. Yo caí aquí. Me ha llevado un tiempo ajustarme. Relajarme.
Me pregunto si pasó lo mismo con Daphne. Ella viene de una sólida clase media
tirando a media-alta, tenía un trabajo, y lo estaba convirtiendo en una carrera. Un
doctor rico aparece, le presta atención. Me imagino que él era encantador al
principio de todo. Ella estaba deslumbrada. Una casa grande, importante, regalos
costosos, y una propuesta romántica. La hizo caer en picado con los pies.”

“La barrió.”

“Nadie en su sano juicio barre los pies.”

“¿Pero los harían caer en picado?”

Él la tenía ahí.

“Ella está fascinada, cayó en picado o fue barrida y se casó en unos pocos
meses.”
Divertido, él tocó el diamante que ella llevaba en una cadena alrededor del
cuello cuando ella lo sacó de debajo de su camisa. “Yo me tuve que esforzar para
darte regalos costosos.”

“Me enviaste café, verdadero café, enseguida. Diste en el clavo con eso.”

“Lo hice, sí. Y aun así, no creo que alguna vez te sintieses fascinada, en
picado, o barrida.”

“Horrorizada, supongo, pero lo superé.” Mientras estaban sentados, hombro
a hombro, mirando la nieve y la ciudad donde caía proveyendo una vista
impresionante, ella giró la cabeza para mirarlo.

“Puede que haya caído levemente en picado.”

“Y yo, querida Eve, un poco horrorizado, una policía, después de todo, pero
fui completamente barrido.”

Ella le dio un golpecito con el hombro. “¿Pero esto? ¿Tú y yo? Somos
cínicos experimentados y pateadores de traseros. Daphne es joven, relativamente
inexperta, tiene una naturaleza más bien suave. Él juega con eso, le quita su
autoestima, comienza a limitar sus actividades e intereses, comienza a
distanciarla de amigos y familia. Es así como funciona.”

“Declara amarla,” dijo Roarke, “aun cuando la subestima.”

“Lo captaste. Probablemente no la golpeó seriamente hasta que había
conseguido la mayor parte de eso. Entonces se disculparía, perdió los estribos.
Discúlpame. Pero, aquí está la clave, pero tú, damita, hiciste, dijiste algo o te
comportaste de una manera que me hizo perder el control. Entonces resulta que
fue culpa de ella que la golpeara.” Ella tomó más vino. “Esto realmente no tiene
nada que ver con el caso.”

“Tiene que ver con esos ecos de los que hablaste. ¿Él se disculpó la primera
vez que te golpeó?”

No tuvo que preguntar quién. Richard Troy. Y, sí, los ecos se hacían más
audibles, duraban más con cada paso que daba en la investigación.

“Francamente, no recuerdo la primera vez que me golpeó. No podría decir si
está enterrado o borroso, o si simplemente era demasiado joven para retenerlo.
Pero recuerdo que algunas veces me traía algo, algún juguete. Diría cosas como
que yo tenía que ser buena, que tenía que hacer las cosas que él me decía,
siempre, de modo que él no tuviera que castigarme. Entonces él me lo quitaba o
lo rompía porque decía que yo había hecho algo mal.” Distraídamente, Eve frotó
su mano en la pierna de Roarke. “¿Patrick Roarke hizo eso contigo?”

“No lo hizo, no. Nada de juguetes o recompensas. El descuido era su estilo,
seguido de golpizas. Quizás un gruñido de aprobación de vez en cuando en un
día que yo hubiera tenido particularmente buena suerte en robar carteras o abrir
cerrojos. Es más cruel, creo yo, la recompensa y el castigo que el descuido. ¿Qué
tipo de juguetes te llevaba?”
“El único que recuerdo claramente, probablemente porque de verdad me
gustó, era una cajita de música, con su bailarina de ballet dentro que daba vueltas
cuando la abrías. Algunas veces si no podía dormir, la abría, y la escuchaba,
mirando a la niña. De alguna manera, supongo, imaginando ser lo bastante feliz
para dar vueltas. Y una noche él entró, furioso, la rompió en pedazos, y me dio
una buena golpiza.”

Y debido a que él podía verlo tan bien, la niña atrapada soñando, y luego
brutalizada, le rompió el corazón. Simplemente lo destrozó.

Eve volvió a tomar vino. “Recompensa y castigo. Elogiar y denigrar. Es así
como eso funciona. Daphne no es una niña, pero tiene esa suavidad de modo que
habría sido una marca bastante fácil. Ella no soy yo, pero la entiendo. Y debería
volver a hablar con ella.”

“Otro minuto,” le contestó suavemente.

Porque ella lo había puesto triste, se dio cuenta Eve. Había puesto la imagen
de esa niñita asustada e indefensa en su mente.

De manera que se recostó un poquito más. “Hemos empezado con bastante
anticipación, así que tal vez si lo revisamos rápidamente, podamos ver un video.
Me siento con humor de ver algo divertido, en donde los buenos muchachos y
los malos luchan y estallan un montón de cosas.”

“Creo que es hora de presentarte a Los Vengadores.”

“¿Quiénes son? ¿Qué están vengando?”

“Tu educación en novelas gráficas y videos es deplorable, querida. Son un
clásico.” Sonriendo, él giró la cabeza para besarla en los labios.

“¿Qué es un clásico?”

“Superhéroes que se juntan para salvar al mundo.”

“¿Patean traseros haciendo eso?”

“¿Es que hay alguna otra forma?”

Ahora ella sonrió. “Me apunto.” Y le devolvió el beso.

Decidiendo que muy bien podía tomarse un minuto, o dos, le puso más
pasión al beso.

Él puso a un lado su vino de manera que pudiera abrazarla.

Nada de tristeza, pensó ella, nada de imágenes duras. Ahora sólo calor y
placer para ambos.

Ella cogió su labio inferior entre los dientes, y le dio un mordisquito antes de
pasar una pierna por encima de él y ponerse a horcajadas en su regazo. Entonces,
retrocediendo, estudiando su rostro, se tomó el resto del vino.
“Probablemente debería hacer bajar el alcohol.”

Ella se arqueó hacia atrás, esbelta y ágil, y puso su copa al lado de la de él.
Entonces se enderezó con rapidez y unió su boca con la de él, cogiendo su rostro
con sus manos mientras lo avasallaba.

Lo estremeció hasta el fondo de su ser. Siempre lo hacía. Esa boca agresiva
encendía la corta mecha de su lujuria de modo que él se endureció como el acero
bajo ella, y las manos que aferraban sus caderas se dispararon hacia arriba para
cerrarse sobre sus pechos.

“Esta vez eres tú la que está usando mucha ropa.” Sus dedos le abrieron los
botones del chaleco.

“Vamos a hacerlo con ellas puestas porque esto tiene que ser rápido.” Lo
mordisqueó en un lado de su garganta. “Duro y rápido. ¿Me tienes?”

“Te tengo, y te mantendré conmigo.”

Él lidió con su camisa, se las arregló para sacarle la camiseta de la pretina a
pesar del arnés de su arma. Y encontró intensamente excitante el poseer sus
pechos con su arma todavía asegurada a su costado.

Tenía a una peligrosa mujer en sus manos, y sí, la mantendría consigo.

Ella se meció contra él, atormentándolos a ambos, como si estuviera
hambrienta por su sabor, devastó su boca.

La luz de las velas y la nevada proveían un romántico telón de fondo, un
suave contraste con la lujuria codiciosa que estimulaban el uno en el otro. Nueva
York brillaba, una ciudad congelada a través del vidrio, mientras ella tiraba de su
cinturón.

“Rápido y duro,” le recordó, ya jadeante mientras forcejeaba para ayudarlo a
bajar sus pantalones hasta más abajo de sus rodillas.

No esperó, sino que lo tomó dentro, con su propio gemido amortiguado
contra la boca de él.

Lo montó como a un semental, estimulada a un galope enloquecido que no le
dejó más opción a él que correr con ella.

El mundo se tornó borroso. No había más mundo que ella y ese cuerpo fuerte
y glorioso, esas salvajes caderas embistiendo. Ella se vino como un relámpago,
una sacudida repentina que lo estremeció como una corriente.

Sin fuerzas, ella dejó caer la cabeza en el hombro de él. “Sólo necesito
recuperar el aliento.”

“Lo recuperarás luego.”

Medio enloquecido, él le bajó la chaqueta por los brazos, atrapándoselos,
empujándola hacia atrás para que se abriera más. Ahora él cabalgó.

Ella no podía liberar sus brazos, no podía sostenerse de nada. No podía parar
cuando un nuevo orgasmo sobrevino rápido y brutal sobre el primero.

“Roarke. No puedo.”

“Toma. Sólo toma.”

Él la observaba, prácticamente inmerso en ella. Las prendas profesionales
desarregladas por sus manos, el arma de su costado tan parte de ella como un
miembro.

Su rostro acalorado por el sexo y la luz de las velas, y avivado con el
delirante placer que se daban el uno al otro.

Y vio cómo esos ojos, esos ojos de policía agudos y cínicos, se cegaban por
el placer.

La atrajo, abrazándola con fuerza. Dándose a sí mismo un respiro.

Ella se estremeció contra él, trémula después del orgasmo. Entonces,
luchando por respirar, se relajó.

“Ahí lo tienes.” Él presionó el rostro en la curva de su cuello simplemente
abrumado por ella. “Relajada otra vez.”

“Eso fue más de un minuto.”

“Tiempo bien empleado. Te adoro más allá de la razón, Eve.”

“¿Quién necesita la razón? Pero supongo que recordaremos en algún punto
desnudarnos primero.” Se echó hacia atrás, puso una mano en su mejilla. “Tengo
que volver al caso.”

“Así lo haremos.”

“Me voy a cambiar de ropa. Bien puedo ponerme cómoda.”

“Otra buena idea.”

Ella se retiró de él, se subió los pantalones. “¿Eso fue difícil? No esto,” dijo
cuando él se rio, “porque es obvio. Adaptarte a mí. Al hecho de que fuera
policía.”

“Asombrosamente fácil.”

Ella sacudió la cabeza mientras él se ponía de pie y le tomaba la mano.
“Nunca puedo figurármelo.”

“¿Quién necesita la razón?” le recordó él.
Ella se cambió a unos pantalones de franela, una vieja sudadera con capucha,
y calcetines gruesos. Notó que la elección de Roarke no era tan diferente a la de
ella, pero de alguna manera lucía casual con estilo mientras que ella sabía que
simplemente lucía desaliñada.

En su oficina programó café mientras Roarke entraba a la cocina. Salió con
dos rebanadas de pastel de chocolate.

“¿De dónde sacaste eso?”

“Simplemente me aparecí en la fábrica de pasteles.” Él colocó los platos de
postre sobre su centro de comando. “De tu AutoChef, Teniente.”

“¿Tenía pastel de chocolate?” Ella tomó un bocado, hizo un sonido no tan
diferente al que había hecho durante el sexo. “¿Tenía un pastel de chocolate
realmente increíble?”

“Aparentemente. Ahora los dos lo tenemos.”

“Excelente.” Y metiéndose otro bocado en la boca, regresó al trabajo.



* * *

Tomó un par de horas, y más complicaciones de las que había esperado. ¿Qué
había acerca de la pareja que había estado casada en abril pero se había
divorciado en Septiembre? ¿O la pareja que no había estado casada, pero que lo
estaba ahora, como los Patrick?

Optó por diferentes columnas, y suprimió el fastidio automático cuando
Roarke completó su mitad antes que ella.

Él no la interrumpió, simplemente se sirvió un coñac, y luego se sentó frente
a la chimenea de su oficina, haciendo girar la copa y dando sorbos, y jugando
con su portátil.

Sólo le quedaban diez, consideró pedirle que tomara la mitad. Encontró la
idea incluso más fastidiosa, de modo que continuó por su cuenta.

Se volvió en su sillón. “Tengo nueve más,” le dijo. “Eso incluye a una pareja
casada que asistió, y se divorciaron poco tiempo después, y el hombre ya se
volvió a casar. Y dos parejas que todavía no estaban casadas, pero ahora lo están.
De acuerdo a la lista de invitados, una de aquellas parejas asistió con personas
que se iban a casar pero que al final no lo hicieron.”

“Yo tenía ocho, y eso incluía a una pareja que ahora está recién casada. Eso
encajaría, ¿no crees?, ya que los Patrick estaban recién casados cuando fueron
atacados.”

“Exactamente. De modo que asumiremos que él sigue con lo mismo. O
porque él está en ese círculo, o utiliza a la sociedad y a los medios de cotilleos.
Tal vez todo ello. Una pareja en mi lista está al borde, en relación a la edad, ya
que ambos están en sus cincuenta, y él está tras las más jóvenes. Pero, y esto
podría ser una conexión, ella es actriz. Mayormente de teatro, pero hace algo en
pantalla también. Nada con En Pantalla que esté en la lista.”

“¿Cómo se llama?”

Eve se volvió en el sillón para ver su lista. “Gloria Grecian. ¿La conoces?”

“De vista. La he visto actuar. Comedia musical.”

“Tiene sentido. Ha estado casada con Maurice Cartier, un coreógrafo,
durante doce años. Empezaremos a hacer contacto con las treinta parejas de la
lista mañana.”

Echó un vistazo hacia la ventana. ¿La nieve estaba menos espesa o sólo era
su propia versión de alegre optimismo? “No podemos hacer mucho esta noche.”

“¿Todavía estás de humor para un video?”

“Sí.” Echó un vistazo a la lista, a su tablero, aceptando que sólo estaría
dando vueltas a lo mismo como para seguir con ello ahora. “Sí, lo estoy. ¿Qué
me dijiste que era?”

“Pensé que podríamos ver directamente Los Vengadores en vez de llevarte a
través de los videos individuales estableciendo los personajes.”

“Superhéroes.”

“Exactamente.” Se acercó a ella y la tomó de la mano. “Ironman, por
ejemplo.”

“¿Cómo Cal Ripken, Jr.?”

“¿Disculpa?”

“Ja, te atrapé con esa. Cal Ripken, Iron Man Ripken, jugador de baseball de
finales del siglo veinte, Baltimore. Tercera base, parador en corto. Todavía
mantiene el record de más juegos consecutivos jugados.”

“Me asombras a menudo,” dijo él mientras echaban a andar.

“Bueno, es baseball. Ironman, pero no como Ripken.” Ella entrecerró los
ojos. “¿Es porno?”

Él se echó a reír. “No lo es, no.”

“Ironman me suena sospechoso. ¿Cómo se llaman los otros?”

“Está Thor, Hulk,” empezó él.

“Suena a porno.”

“Lo verás por ti misma.”
“Quiero palomitas,” decidió. “Probablemente me pondré enferma, pero las
quiero.”
“Por la forma en que las saturas con mantequilla y sal, no hay duda de que te
harán enfermar.”

“Todavía las quiero,” dijo, también queriendo descubrir quién diablos era
Ironman si no tenía que ver con deportes o porno.



* * *

Mientras estaba recostada con Roarke, comiendo palomitas y viendo a Hulk
aplastando cosas, una solitaria figura caminaba por las aceras cubiertas de nieve.

Estaba casi tan entretenido en ese momento como la mujer que lo estaba
cazando.

Nadie podía anticipar que actuaría de nuevo tan pronto, y a é le encantaba la
idea de sorprender al público. Era una noche perfecta para este estreno. La
blanca cobertura de la nevada, el silbido del viento, las calles desiertas mientras
la ciudad se resguardaba dentro de sus cómodas mansiones, sus fríos
apartamentos, sus albergues, sus torres resplandecientes.

Amaba la ciudad, y en estos momentos se sentía como si sólo fuera suya.

Llevaba un largo abrigo negro con una honda capucha, para calentarse y por
protección, y para esconder su rostro. De nada servía asustar a ningún transeúnte
inocente con el que pudiera cruzarse.

Pero la noche y la ciudad eran suyas, la ventisca era una especie de bono,
aportando una atmósfera maravillosa, y no vio a ninguna otra alma.

Había hecho su investigación, por supuesto. Era un profesional. Sacó su
bloqueador mientras se aproximaba a la encantadora casa antigua de arenisca. La
había admirado en numerosas ocasiones, sus líneas clásicas, su majestuosa
fachada.

Naturalmente que también había estado dentro. Siempre hacía un recorrido
por el teatro, planeaba su puesta en escena.

La casa estaba a oscuras, su audiencia estaba en cama a estas alturas.

Los cinco minutos que le tomó evadir las alarmas y los cerrojos sólo
sumaban a la anticipación.

Abrió la puerta. La muerte entró a la casa, y una suave risa salió de su
garganta.
Capítulo 14

EVE DESPERTÓ sobresaltada, se incorporó en la cama, y miró


inexpresivamente hacia el fuego.

“¿Estas bien?”

Volvió la cabeza hacia donde Roarke estaba sentado con un café y sus
informes de acciones.

“Sí. Sólo un sueño raro.”

“¿Sobre qué?”

“Los Vengadores y ese idiota de Loki y su extraño ejército, y yo estoy
tratando de ayudarlos. Entonces veo a un demonio agarrar a un transeúnte. ¿Por
qué los transeúntes siempre se quedan parados cuando deberían estar corriendo y
escondiéndose en algún lugar?”

“Una pregunta para los siglos.”

“Cierto. De modo que el demonio, y yo sé en el sueño que es el asesino, está
arrastrando a esta mujer, y ella está gritando y llorando en lugar de tratar de
patearle el trasero y escapar. De modo que tengo que dejar a los alienígenas y
dioses a los Vengadores, y perseguirlo. Estoy tras él, y los edificios están
derrumbándose, los escombros están cayendo como una avalancha. Nueva York
es un desastre con más transeúntes idiotas corriendo, gritando y esperando a que
los hagan papilla. Y el demonio salta dentro de un hoyo, sólo salta justo ahí. Me
detengo, porque sale algo de fuego del hoyo, y yo estoy tratando de decidir si me
meto allí tras él, intento salvar a la mujer, atrapar al asesino, o trato de evitar que
Nueva York se convierta en una gran pila de escombros. Y me desperté.”

“Podrían hacer un video excelente si pudieran grabar tu subconsciente.”

“Los Vengadores comieron shawarma, después de todo el combate de Nueva
York. Yo hice una entrevista ayer en un apartamento sobre una tienda de
shawarma. Es simplemente raro. Necesito café.”

Salió de la cama, se encaminó a servirse su primera taza, y miró por la
ventana. “Va a llevar un par de días emerger de debajo de esto.”

“Mejor nieve que avariciosos dioses y alienígenas.”

“Sí.”

Tomó una ducha, regresó para encontrar servido el desayuno. No había avena
sino huevos revueltos, tocino, y frutas del bosque que pensaba que eran tan
buenas como el chocolate.

“Había pensado en parar en el hospital para ver a Daphne, pero voy a ir
directamente a la Central,” le dijo mientras comían. “No sólo para ver a quién
puedo reclutar para estas entrevistas, sino que algunas personas consideran una
ventisca un buen momento para apalear, apuñalar o estrangular a alguien.
Añádele los accidentados y abandonados, y podríamos estar ocupados.”

“Habrá un todo-terreno al frente cuando estés lista.”

“Gracias. Creo que bastante rápido.” Se comió lo que quedaba de los huevos,
y se puso de pie para ir hacia el armario.

Ella no era una computadora, o Roarke, pero maldita fuera si no podía
vestirse bien por sí misma. Especialmente si pensaba usar negro, todo negro, y
caliente.

Agarró pantalones, un suéter, una chaqueta, y debido a que posiblemente iba
a estar caminando por la nieve, unas botas negras que le llegaban a las rodillas.

Cuando salió, Roarke arqueó una ceja. “La Viuda Negra no podría verse más
peligrosa o atractiva.”

“Ella podría manejarse.”

“Maneja a los chicos malos que se acerquen a mi policía.”

“Dallas aplasta.”

Contenta de haberlo hecho reír, se agachó para besarlo. “Fue bueno, llegar
juntos a casa, y todo lo que pasó después. Hace difícil estar molesta con la
nieve.”

Él tiró de ella para otro beso. “Ten cuidado con los caminos. Seguro que son
un desastre nefasto.”

“Tu también. Nos vemos.”

Bajó trotando las escaleras, se puso el abrigo, envolvió una bufanda
alrededor de su cuello, se puso el gorro del copo de nieve, metió los guantes en
sus bolsillos.

Y los sacó y se los puso cuando salió al frío glacial.

El robusto todo-terreno de un gris sobrio esperaba, ya caliente en el interior.
Decidió que si no podía llegar al centro, o a cualquier otro lugar, en esta
máquina, necesitaría un maldito tanque.

Condujo por el camino de entrada perfectamente despejado, a través de los
portones, y hacia el desastre horroroso que era la calle.

No culpaba a los equipos de caminos, o no mucho, ya que la nieve había
seguido cayendo cuando los Vengadores le sacaron la mierda a Loki y a su
equipo. La parte buena era que las calles estaban casi desiertas. Divisó a los
equipos de los caminos, un par de vehículos de emergencia. Teniendo eso en
consideración, llamó a Peabody por su unidad de pulsera.
“¿Puedes llegar a la Central?”

“Sí. El subterráneo debería estar funcionando. Caray, está tan bonito ahí
afuera.”

“Llega cuanto antes. Si necesitas transporte, yo tengo un todo-terreno.”

“Voy a chequear con Transportes antes de salir, para asegurarme de que los
trenes están funcionando. Si no, te llamaré. Sólo están permitidos vehículos
oficiales y de emergencia en las calles hasta las nueve, de manera que no hay ni
taxis ni autobuses.”

“Sí, y eso es a lo que yo llamo bonito.”

Eve cortó y se dirigió al centro, pasando fácilmente a través de luces
intermitentes e intersecciones vacías. Tal vez, posiblemente… probablemente, se
llegaría a aburrir con este tipo de silencio, pero por una mañana lo disfrutaría. A
medio camino del centro se dio cuenta de que ni un solo dirigible había flotado
por el cielo para vociferar sus noticias hiperactivas sobre las ventas de algo en
algún lugar.

Definitivamente, lo disfrutaría.

Notó, cuando llegó al garaje, que en su nivel sólo había unos cuantos
vehículos. Y el elevador llevaba no más de un puñado de policías, varios con
nieve derritiéndose en sus botas, directamente a Homicidios.

Tal vez eso era sólo un poco raro.

Cuando entró a su división, vio a Baxter en su escritorio, reclinado en su
silla, con los pies arriba, los ojos cerrados. Llevaba uno de sus elegantes trajes
con una corbata desanudada alrededor del cuello. Se acercó, y le dio un puñetazo
en el hombro.

Él se enderezó rápidamente, una mano tocando su arma.

“Echa la siesta en tu tiempo libre.”

“Jesús. ¿Qué hora es?” Miró confundido alrededor de la división desierta.
“¿Dónde está todo el mundo?”

“Será mejor que estén en camino.”

“Cierto. Cierto.” Se frotó la cara con ambas manos. “Trueheart y yo tuvimos
un caso anoche. Un par de tipos decidieron que sería sumamente divertido beber
litros y litros de tragos, fumar una gran cantidad de drogas, y poner la música a
un volumen lo bastante alto como para que las personas de los apartamentos de
dos pisos más abajo se quejaran. El vecino de la puerta de enfrente, quien
también había bebido copiosamente, decidió, después de muchos intentos de
hacer que terminaran con el ruido, entrar allí y destrozar su reproductor con un
bate de baseball. Esta acción fue aplaudida por muchos ocupantes del edificio, y
condenada por otros. La violencia se desató. Numerosos heridos y una muerte.”
“La nieve hace que la gente enloquezca más de lo que ya lo están.”

“Dímelo a mí. Cuando cerramos el caso, era demasiado tarde y fuera estaba
demasiado mal como para ir a casa. Pasamos la noche en la sala de descanso.
Bien podría ser sonámbulo,” se quejó, tratando de aliviar la contractura del
cuello y los hombros. “Mi muchacho está en la ducha.”

“¿Pero lo cerraron?”

“Sí, cerrado y empaquetado. El reporte está en tu bandeja de entrada.”

“Muy bien entonces. Los recluto a ti y a Trueheart para conducir
entrevistas.”

Los ojos soñolientos de Baxter se despejaron con interés. “¿El asesinato
Strazza? ¿El violador serial que Nikki está trabajando?”

Ella echó un vistazo cuando Trueheart salió del vestuario, su pelo todavía
estaba mojado de la ducha, su cara joven y seria todavía húmeda.

“La Teniente nos ha reclutado, colega. Ven para que seamos informados.”

“Les mandaré una copia del archivo,” empezó Eve. “Básicamente, los
objetivos del sospechoso son parejas casadas acaudaladas, sin hijos, en
residencias independientes. Posee habilidades para evadir su seguridad, y entrar
a las residencias. En los primeros dos incidentes, estuvo allí esperando hasta que
la pareja llegó a casa. En este último, entró a la casa durante una cena, caminó
directamente entre los proveedores que estaban fuera y subió las escaleras
principales. Incapacita al hombre, lo ata.”

Les dio todos los detalles, las conexiones, las teorías.

“Usando la lista de invitados de este evento de caridad al que todas las
víctimas conocidas asistieron, hemos extrapolado los futuros objetivos más
probables. Es probable que él haya asistido a otros eventos y funciones, y
marcado a sus objetivos allí, pero es bastante probable que exista alguna
conexión. Os voy a dar cinco. Arreglen entrevistas cara a cara, infórmenles sobre
lo que necesitan saber, averigüen si utilizan el mismo servicio de catering, la
compañía de alquileres, si conocen o socializan con cualquiera de las otras
víctimas. Conocen la rutina.”

“Lo tendremos cubierto, jefa.”

“Um, ¿Teniente?” Trueheart medio levantó la mano. “Nuestro vehículo
habitual probablemente no podrá manejar las actuales condiciones del camino.”

“Pidan un todo-terreno.”

Echó un vistazo alrededor cuando Jenkinson entró, refunfuñando, con su
corbata de fondo rojo con unos copos de nieve de un blanco cegador
sobresaliendo de ella.

“¿Acaso no sabían que esto se venía?” le demandó a su compañero mientras
Reineke, sonriendo burlonamente entraba con él. “¿No lo sabían?” Abrió ambos
brazos señalando la casi desierta división.
“¿Problemas, Jenkinson?” preguntó Eve.

“Sí, hay un problema. Claro que hay un problema con la infraestructura
básica y el mantenimiento de esta ciudad que servimos y protegemos.”

Reineke le dio un manotazo a Jenkinson en el brazo. “Voy a conseguirnos
café, compañero.” Diciendo eso, se dirigió a la sala de descanso, volteando los
ojos con exageración en dirección a Eve de camino.

“Los hombres del tiempo dicen que la tormenta está llegando. Prepárense
muchachos, que nos va a golpear. ¿Pero acaso estamos preparados?” demandó
Jenkinson, con los brazos abiertos como un evangelista predicando a los
feligreses. “No, no lo estamos.”

Tiró el abrigo sobre la silla de su escritorio, Caminó hacia ella pisando fuerte
con las botas embarradas de nieve.

“Yo estaba jodidamente preparado. Llamé a mis hijos, les dije que fueran al
escuálido garaje por el que pago mi huevo izquierdo cada mes, que despejaran la
nieve de la puerta para que pueda meter mi vehículo allí. Y lo hacen, mis hijos
hacen el trabajo, así llego a casa y estaciono. Y ¿qué crees que pasó? Te diré lo
que pasó,” despotricó antes de que Eve pudiera responder. “Salgo esta mañana,
me abro camino hacia allí por la acera que nadie ha despejado y veo que los
equipos han empujado un metros de esa jodida nieve justo frente de la puerta del
garaje. ¡Qué mierda, Teniente!”

“Bastardos.”

“Claro que sí. Resulta que yo paro un patrullero para que me lleve, recojo a
Reineke. Y mis hijos se están quejando, no puedo culparlos, porque tienen que
volver, y despejar la nieve otra vez.”

“Haz una petición para un todo-terreno.”

Él abrió la boca, a punto de seguir despotricando. Entonces ladeó la cabeza.
“¿Sí?”

“Sí. Será mejor que tengan uno a tu disposición, y hazlo ahora antes de que a
alguien más se le ocurra la misma idea y nos quedemos sin todo-terrenos.
Mientras tanto, tú y Reineke guarden el fuerte.”

Reineke salió con los cafés, le entregó uno a Jenkinson. “Dile que no va a
salir nada bueno de llamar y putear al alcalde, Dallas.”

“No va a hacer ningún bien llamar y putear al alcalde.”

El rostro de Jenkinson adquirió una expresión airada. “Es el responsable.”

“Es la política,” corrigió Eve. “Necesito que se queden a cargo si no puedo
regresar hoy del campo. ¿Lo recuerdas?” Señaló el eslogan de la brigada
exhibido en un letrero sobre la puerta de la sala de descanso. “Eso se mantiene
antes, durante y después de las tormentas de nieve y el trabajo de mierda del
equipo de caminos.”

Jenkinson suspiró, bebió café. “Sí, pero apuesto a que nadie bloqueó el coche
del alcalde.”
“Te apuesto a que esta mañana el alcalde está enterrado bajo encolerizadas
llamadas al enlace, correos electrónicos, correos de voz, y textos.”

La idea hizo que Jenkinson se animara. “Sí. Sí, eso es algo.”

“Si Peabody llega, díganle que no se quite el abrigo. Nos vamos en diez
minutos.”

Eve escapó a su oficina, se sirvió su propio café. En su escritorio, envió la
lista a Olsen y Tredway, a Baxter y Trueheart, marcando nombres para que cada
equipo se contacte. Envió a Baxter y Trueheart una copia del archivo del caso,
hizo una breve actualización para Olsen y Tredway.

Leyó por encima el reporte de Baxter sobre el caso que habían cerrado; lo
encontró, como era de esperar, competente y minucioso. Notó que Carmichael y
Santiago habían tomado un caso aproximadamente a las seis y media de esa
mañana. Agresión con una pala de nieve.

Sí, la nieve podía volver a algunas personas más locas de lo que ya estaban.

Salió de su oficina justo para ver a Peabody, y a una pareja de uniformados
quienes acababan de ingresar, escuchando mientras Jenkinson volvía a
despotricar.

“Peabody, conmigo.”

Peabody trotó para darle alcance. “Jenkinson está furibundo.”

“Lo sé. Ya me lo ha contado. ¿Necesito ponerte al día?”

“Leí la actualización en el subterráneo. No tuve problemas para conseguir
asiento esta mañana. Hay un montón de gente que se está tomando un día de
nieve o trabajando en casa.”

“Envié nuestra parte de la lista a tu portátil. Empieza a programar
direcciones cuando lleguemos al garaje.”

“¿Quieres que me comunique con las parejas primero?”

“Caigámosles de sorpresa, veamos cómo va. Programa al barman/actor. Le
haremos una visita.”

“Anson Wright, cambio su nombre del de George Splitsky cuando cumplió
dieciocho años. Averigüé sobre su educación, estudiante promedio, excepto en
drama, teatro, y escenografía. En eso sobresalía. Actuó y participó en todas las
representaciones escolares, e incluso consiguió un par de papeles de extra y
pequeños papeles en Broadway cuando era niño y adolescente.”

Cuando llegaron al coche, Peabody sacó su libro y comenzó a transferir
direcciones. “Tuvo un tiempo de sequía, tomó clases para barman, se unió a la
comunidad de actores. Tiene un agente, y al parecer acude a audiciones.
Consigue un papel de vez en cuando. Nada de lo que pueda vivir, y vive bastante
ajustado. Cuando me abrí camino a través del laberinto, descubrí que es el
sobrino de la madrastra del cohabitante de la jefa de camareras.”

Peabody enlistó las direcciones en la consola del coche en orden de
distancia. “Parece que la más cercana es Dana Mireball y Lorenzo Angelini,
ambos artistas, Tribeca.”

El todo-terreno de Roarke se reía del trabajo de mierda del equipo de
caminos, y se abría paso sobre el hielo cubierto de nieve con un zumbido suave y
satisfecho. El sol decidió aparecer, lo cual hizo salir a los carritos, los
ambulantes con bufandas, gorros, guantes, palas, botas, y raspadores de
ventanas.

Los transeúntes empezaron a caminar con cuidado a lo largo de las aceras.
Los niños salieron disparados de sus escuelas, hicieron carreras, montaron en sus
deslizadores aéreos, y en general parecían locamente felices.

Para cuando habían visitado a las primeras cinco de su lista, el tráfico había
vuelto con fuerza. Los dirigibles de publicidad anunciaban a todo volumen la
excitación de las ventas de la Nevada del '61.

Eve odiaba admitirlo, pero todo esto se sentía más normal.

Fueron de extravagantes áticos a casonas señoriales, de almacenes
ingeniosamente convertidos a residencias ultra modernas.

No intuyó nada hasta el número siete de la lista.

Toya L'Page y Gray Burroughs vivían en lo que una vez había sido una
iglesia en Bahía Tortuga. Las altas puertas arqueadas se abrían directamente a la
calle. El vitral sobre éstas resplandecía con el sol invernal.

Eve dio a la computadora de la puerta su información y su placa para ser
escaneada, esperando hasta que se abriera esa puerta. Una adolescente con pelo
corto, de punta, de color púrpura miró a Eve con enormes ojos castaños.

“¿De verdad ustedes son policías?” demandó ella.

Eve alzó su placa otra vez, y la chica resopló.

“Como si no pudieran comprar una identificación falsa.”

“Teniente Dallas, Detective Peabody. Verifica con la Central de Policía si te
preocupa eso. De otra forma nos gustaría hablar con Toya L'Page y/o Gray
Burroughs.”

La chiquilla ladeó la cadera, remarcando su sarcasmo. “Tal vez están
ocupados.”

“¿Por qué no vas a ver?”

“Gemma, estás dejando entrar el frío. Necesitas… Oh, lo siento.”

Eve había visto una porción de mujeres hermosas en esta investigación. Toya
L'Page se las llevaba de calle a todas.
Con facilidad medía un metro ochenta y dos en zapatillas, y era esbelta y
perfecta. Su piel parecía no tener poros, sin artificios, era de un tono marrón
oscuro sobre pómulos afilados. Su boca, llena, pronunciadamente esculpida, se
curvaba levemente. Unos grandes ojos leonados mostraban cautela y curiosidad
mientras se acercaba con rapidez a la puerta. Sutilmente le pasó un brazo por los
hombros a la chica, poniéndose ella misma entre Eve y Gemma.

“¿Puedo ayudarla?”

“Dice que son policías,” anunció Gemma, con escepticismo.

“Oh. Podría ver alguna…” Se interrumpió cuando Eve alzó su placa otra vez.
“Sí, por supuesto. ¿Puedo preguntar de qué se trata esto?”

“Nos gustaría solamente hacerle a usted, y a su esposo, si está disponible,
algunas preguntas en conexión con una investigación.”

“No hay manera de que Toya o Gray hicieran algo ilegal. Son totalmente
rectos.”

“Estamos haciendo indagaciones,” continuó Eve, “esperando que nos ayuden
en una investigación. ¿Podemos pasar, Señora L'Page? No llevará mucho
tiempo.”

“Por supuesto. Disculpen.”

“No tienes que dejarlas entrar sin una orden judicial.”

“Está bien, Gemma.” Toya se inclinó, dándole un beso a la chica en la sien.
“Mi cuñada es muy protectora. Por favor, pasen adelante.”

“¿Vives aquí?” Le preguntó Eve a la chica.

“Podría si quisiera.”

“Gemma sólo ha venido de paso, ¿cierto, Gemma? Vamos a tratar de patinar
un poco y deslizarnos en trineo más tarde. ¿Puedes ir a decirle a Gray que baje?”

Gemma le lanzó una mirada de advertencia a Eve, y subió corriendo las
escaleras a un lado de la espaciosa entrada y sala de estar. La luz de la cristalera
se diseminaba como joyas sobre los pisos de viejos tablones de madera.

“Este es un hogar hermoso, Señora L'Page,” comentó Peabody, girando la
cabeza para apreciar los altos techos, las ventanas arqueadas y una enorme
chimenea.

“Gracias. Simplemente lo adoramos. Todavía estamos afinando unas pocas
cosas. Por favor, tomen asiento.” Hizo un gesto hacia unos sillones de respaldo
alto cerca del fuego encendido, se sentó en un sofá curvo con bordes de madera
tallada.

“Esta era una iglesia antes de las Urbanas. Una iglesia sin denominación y un
lugar de reunión comunitaria. Sirvió como refugio y hospital durante las guerras,
y estuvo abandonada durante algún tiempo.”

“Pudieron salvar algunas de las características originales.”

“Algunas, y algunas las reconstruimos. Mi esposo es arquitecto, y
simplemente se enamoró del edificio. Su padre lo había comprado, más que nada
por sentimentalismo ya que había trabajado aquí, como médico, durante las
Urbanas.”

Estaba tratando, observó Eve, de ser educada, de no mostrar los nervios. De
modo que Eve dejó que Peabody conversara.

“Mi padre y mi hermano son carpinteros. Realmente apreciarían lo que
ustedes han hecho aquí. ¿Hace cuánto que viven aquí?”

“Este es el tercer año. No contamos el año anterior a eso ya que esto estaba
lleno de trabajadores y sólo nos quedábamos ocasionalmente. Algo así como
acampar. Gray.”

Toya se pudo de pie cuando su esposo entró, Gemma prácticamente pegada a
su costado.

Era alto como su esposa, se mantenía en forma, con un atractivo rostro cuyos
rasgos hicieron a Eve pensar en islas exóticas con faldas hechas con hebras y
chozas tiki.

“¿Hay algún problema?”

Eve se puso de pie. “Nos gustaría hacerles algunas preguntas en conexión
con una investigación.”

Él miró a su hermana con ojos entrecerrados. “Gemma.”

“¡No hice nada! Y eso era una búsqueda del tesoro. No estaba robando.
Además, son de Homicidios. Las investigué antes de ir por ti. Alguien está
muerto, y nosotros no matamos a nadie.”

“¿Homicidios?” Toya envolvió el brazo de Gray con sus largos y elegantes
dedos.

“Anthony Strazza.”

“Oh Dios. Nos enteramos de eso. Es terrible. Simplemente terrible.”

“¿Ustedes conocían al Doctor Strazza o a su esposa?”

“Nunca conocimos a su esposa. Siéntate, Toya.”

Gray la hizo sentarse en el sofá. “Gemma, ve a pedirle a Pauline que haga
café.”

“Sólo estas tratando de deshacerte de mí.”

“Me estoy deshaciendo de ti. Pídele a Pauline que haga café.”
Gemma volteó los ojos, pero salió pisando con fuerza.

“Se enterará de todas maneras,” dijo Gray, “o lo buscará. No sé de qué
manera podemos ayudarla en su investigación.”
“Ustedes conocían al Doctor Strazza.”

“Operó a mi bisabuelo,” les dijo Toya. “El invierno pasado después de que se
cayera y se rompiera la cadera, y la muñeca. Estaba fuera paseando al perro, en
un tiempo muy parecido a este, se resbaló y cayó. Era tarde por la noche, y nadie
lo oyó pidiendo ayuda durante más de una hora. Creo absolutamente que el
Doctor Strazza le salvó la vida. Lo conocí en el hospital, o nosotros los hicimos.
Y llevé a Poppy para seguimientos unas cuantas veces.”

“¿Nunca socializaron?”

“No en realidad. Me di cuenta de que habíamos asistido a los mismos
eventos y funciones. Y resultó que teníamos los mismos conocidos.”

“¿Os ha leído el Miranda revisado?” Demandó Gemma cuando regresó
corriendo. “Se supone que debe hacerlo y si no lo ha…”

“Mira, niña,” interrumpió Eve. “Nadie aquí está bajo arresto o bajo sospecha.
Un hombre está muerto y una mujer está en el hospital recuperándose de un
ataque brutal. Mi trabajo es descubrir quién les hizo eso. Voy a hacer mi trabajo,
de modo que deja de estar fanfarroneando.”

Gemma se enfurruñó, pero cerró el pico y se sentó al lado de su hermano,
quien disfrazó la risa con una tos. “Deberías ir arriba, cariño.”

“Sé lo que pasó. Lo busqué. Además, la mamá de Junie estaba allí esa
noche.”

“¿Quién es Junie, y quién es su madre?” demandó Eve.

“No tengo que decirlo.”

Eve se volvió hacia los adultos. “Si yo pudiera tener esos nombres,” empezó.

“Junie Wyatt. Su mamá es Catherine Frummon. Ustedes no conocen a su
mamá,” les dijo Gemma a su hermano y a Toya. “Junie mayormente vive con su
papá.”

“Abbott Wyatt,” aportó Toya. “Han estado divorciados durante años, hasta
donde yo sé.”

“Muy bien. ¿Algo más?” le pregunto Eve a Gemma.

“Junie dijo que su mamá se alteró mucho después de que eso sucediera
porque Oh, ¡Dios mío! Estuvo allí, y ella podría haber sido atacada o asesinada.
Eso es lo que dijo. Todo siempre es acerca de su mamá y con su mamá. Y dijo
que la esposa del Doctor Strazza probablemente hizo algo estúpido y que por eso
el Doctor Strazza fue asesinado, porque ella piensa que su esposa es estúpida y
una cazafortunas y un trofeo. La mamá de Junie es una zorra.”
“¡Gemma!”

Gemma miró a su hermano y a su cuñada. “Si la conocieran dirían lo mismo.
No voy a mentir a la policía. Eso es un crimen.” Y diciendo eso, sonrió.
“¿Cierto?”

“No puedo discutirlo.”

Toya dejó salir un suspiro. “Me sobrepasa, y tu puede que tengas otros, Gray,
los conocidos mutuos serían el papá de Junie, Abbott Wyatt…”

El ama de llaves o cocinera, o lo que sea que fuera, entró llevando un carrito
rodante. Para sorpresa de Eve, Gemma se puso en pie de un salto. “Yo me ocupo,
Señorita P, gracias.” Y comenzó a servir mientras Toya dictaba una lista de
nombres.

“Muy bien. ¿Pueden decirme si alguna vez han utilizado a Jacko's Catering?”

“Todo el tiempo. Somos unos cocineros terribles, y no nos importa seguir
así,” dijo Toya. “Pauline a menudo hace comidas para el AutoChef antes de irse
a casa por la noche, o pedimos comida a domicilio o para llevar. Comemos fuera
con frecuencia. Pero Jacko's es nuestro favorito si vienen amigos o familiares.
No para que sirvan a menos que sea una fiesta más grande, pero tienen un menú
estupendo y hacen entregas a domicilio, de modo que puedo arreglarlo como si
me hubiera pasado trabajando en ello durante horas.”

“Nadie se lo cree,” le recordó Gray.

“No, pero todo está en la presentación.”

“¿Qué hay de Alquileres Estrella Solitaria?”

La diversión se desvaneció del rostro de Gray. “Yo los he utilizado para
montar un proyecto, y los utilizamos cuando estábamos trabajando en esta casa,
quedándonos aquí ocasionalmente. No queríamos amueblarla hasta que
hubiéramos hecho un verdadero progreso. ¿Qué tiene eso que ver?”

“Estamos conectando puntos” fue todo lo que dijo Eve. “De acuerdo a
nuestra información, ustedes asistieron a la Celebración de la Gala de Arte en
Abril del año pasado. ¿Eso es correcto?”

“Sí. No fuimos el año anterior porque Gray estaba en un proyecto fuera de la
ciudad, y yo no quería ir sola. No es divertido sin él.”

“Me gustaría que recordaran esa noche. A quiénes conocieron, con quiénes
conversaron. Si hubo baile. Probablemente bailaron con otras personas.”

“Teníamos una mesa con amigos,” recordó Troya. “Fue una noche adorable,
realmente uno de mis eventos favoritos. Hablamos con tantísima gente… no
podría empezar. ¿Gray?”
“Era una noche social,” continuó él. “Tuvimos muchísima competencia
amistosa en nuestro grupo, y con algunos otros que conocemos, en un par de
artículos en la subasta silenciosa.”
“¿Alguien que sobresaliera por alguna razón? ¿Cualquiera que los molestara
o los hiciera sentir incómodos?”

“Mavis Freestone estaba allí, hablando de sobresalir. La perseguí hasta la
sala de damas y le pedí un autógrafo y un selfie para Gemma.”

“¿Eres una admiradora?” le preguntó Eve a Gemma.

“Cualquiera que no lo sea está loco. Ella es lo más.”

“Sí, definitivamente lo es.”

Gemma le lanzó una mirada reflexiva a Eve. “¿Tu eres admiradora de
Mavis?”

“Podrías decirlo.”

“Fue muy dulce al respecto,” añadió Toya, “incluso después cuando acosé a
su esposo, quien es uno de mis diseñadores favoritos. Son una pareja muy
atractiva, y me encantó conocerlos. Ese fue el punto más notable de la noche
para mí.”

“Cada vez que me daba la vuelta Toya estaba por allí tratando de volver a
verlos.”

“No estaba así de mal.” Dándole un golpecito en el brazo a su esposo, Toya
se rio. “Y me retiré unas pocas veces para poder textear con Gemma nuestra
mutua emoción. Ahí fue cuando…” Se interrumpió, frunciendo el ceño.

“¿Cuándo?” le preguntó Eve.

“Oh, nada. Sólo una molestia menor. No vale la pena mencionarla.”

“Me gustaría que usted la mencionara.”

“Bueno, no fue nada, en realidad, pero sí me molestó en ese momento.
Estaba en un pequeño espacio, texteando a Gemma, y un hombre como que me
arrinconó.”

“¿Qué?”

“No fue nada,” repitió Toya, frotando el brazo de Gray cuando él reaccionó.
“Francamente. Dije, Discúlpeme, o algo por el estilo, y di un paso adelante. Pero
él no retrocedió enseguida. Dijo que había notado que estaba sola, y dijo que
debería acompañarlo a tomar una copa. Dije que estaba allí con mi esposo.”

“¿Eso fue todo?” preguntó Eve.

“Ese es el punto esencial.”

“De manera que él dejó de molestar cuando le dijo que estaba con su
esposo.”
Ahora Toya se removió. “No de inmediato.”

“Maldita sea, Toya, ¿por qué no me lo dijiste?”
“Porque lo habrías confrontado, y en realidad no fue nada. Sólo que no me
gustó… me bloqueó sólo unos pocos segundos más. Eso fue deliberado,
supongo, y no me gustó la manera en que me miraba. Pero entonces
simplemente sonrió y se alejó.”

“¿La tocó?” preguntó Eve.

“No. No, no lo hizo. Invadió mi espacio, absolutamente, y era una apertura
estrecha en un pequeño rincón, de manera que no hubiera podido pasar a su lado
sin tocarlo, y yo no quería hacerlo. No dijo nada ofensivo. Pensó que yo estaba
sola, me invitó a una copa, dije que no, que estaba con mi esposo. No dijo nada
más. Pero fue su lenguaje corporal y la mirada en sus ojos los que, supongo, me
insultaron, e intimidaron.”

“¿Puede usted describirlo?”

“Oh, realmente no lo creo. Fue hace casi un año, fue como mucho sólo
medio minuto, y estaba un poco oscuro. Era de raza blanca, estoy bastante
segura, y ¿probablemente en sus treinta? Pero no estoy completamente segura.”

“Usted mide alrededor de un metro ochenta, ¿cierto?”

“Exacto.”

“En un evento glamuroso como ese usted llevaría tacones.”

“Absolutamente. Adoro unos bonitos zapatos.”

“¿Era alto como su esposo?”

“No. Más bajo que yo, de lejos. Pero un montón de hombres son más bajos
que yo, especialmente cuando llego al metro noventa con tacones.”

“¿Complexión?”

“¿Promedio?” Toya lo dijo como una pregunta. “Lo siento. Eso es patético,
pero no presté atención. Sólo quería que se hiciera a un lado.”

“De acuerdo. Si recuerda algún otro detalle quiero que se contacte conmigo.”

“¿Por qué eso es importante?” preguntó Gray.

Eve giró la cabeza, le dirigió una fría mirada a Gemma. Gemma simplemente
se encogió de hombros.

“Usted puede enviarme fuera, pero sé a dónde ir para escuchar. Además, se
lo sacaré a Toya. Tengo formas de hacerla hablar. Ella es mi hermana,” añadió
Gemma, recordándole a Eve a Tish DeSilva. “Nosotras cuidamos una de la otra.”
“Pensamos que el hombre responsable del ataque a los Strazza, y de dos
ataques previos, asistió a esa gala. Hemos sido capaces de discernir un cierto
patrón en la forma en que este individuo selecciona a sus objetivos. Ustedes dos
encajan en ese patrón.”

“¿Cómo?” Gray habló más calmado de lo que ella esperaba. Deslizó un
brazo alrededor de su hermana, y tomó la mano de su esposa, pero habló
tranquilamente. “Necesitamos saberlo.”

“Parejas casadas acaudaladas que viven solas en residencias independientes.
Sin hijos. Con buena seguridad que, no obstante, es desactivada. En cada caso, la
esposa ha sido particularmente atractiva. Hermosa, despampanante. Ustedes
encajan en cada punto. Deberían saber,” continuó Eve, “que hemos hablado con
otras parejas que encajan en este patrón, y tenemos varias más con quienes
hablar. Sin embargo, en este punto ustedes son los únicos que conocían a una de
las otras víctimas personalmente, y utilizaron a los dos proveedores que
discutimos. Y la única pareja que mencionó, cuando se les preguntó, algún tipo
de incidente o situación incómoda en ese evento.”

“¿Que deberíamos hacer?” dijo Toya.

“Yo me quedo.” Gemma dijo con fiereza. “Vivir solos, sin hijos, yo puedo
tachar dos de esos, de modo que me quedo. No podéis obligarme a marcharme.”

“Oh, sí que puedo,” la corrigió su hermano.

“Si haces que me vaya encontraré una forma de regresar. ¡Lo haré!”

Él la tocó con un dedo entre los ojos. “Voy a contratar seguridad. Seguridad
privada. Vamos a tener seguridad profesional en casa, todo el tiempo, hasta que
encuentren a ese loco. Arreglaré eso enseguida.”

“Esa es una buena precaución. Si salen, no dejen la casa sola. Él puede hacer
chequeos de prueba, puede entrar a la casa vacía para hacerse una idea de la
misma. Haga que la seguridad que contrate haga patente su presencia. No
deberían ser sutiles al respecto. Lo siento.”

Eve sacó su comunicador que sonaba. “Dallas, sólo texto,” ordenó.

Dallas, Teniente Eve, vea al oficial en Morton 122. Reportado doble
homicidio.
Hombre y mujer, posiblemente conectado a su actual investigación.

“Recibido.” Eve se puso de pie. “Ustedes han sido de ayuda. Si recuerdan
cualquier otra cosa, o si ven u oyen, o incluso sienten algo que los preocupa,
contacten conmigo. Peabody, dales un par de tarjetas. Y… ¿Si ella los convence
de dejarla quedarse aquí?” Eve le lanzó una mirada a Gemma.

“Yo me quedo.”

“Muy bien. No sean sutiles al respecto, tampoco. Él es un cobarde, ataca por
la espalda. No va a querer intentar atacarlos cuando tienen a una adolescente y
un guardia de seguridad en la casa.”

Cuando salieron de la casa, Peabody echó una mirada atrás. “Tenemos otro.”

“Tenemos otro.”

Peabody le echó un último vistazo a la casa antes de dirigirse al coche. “Creo
que ellos van a estar bien. Han sido advertidos con anticipación, tomarán
precauciones.”

Y, pensó Eve, hay dos muertos que no fueron advertidos con anticipación,
que no tuvieron la oportunidad de tomar precauciones.
Capítulo 15

EVE ESTACIONÓ frente a la bonita casa de arenisca, en doble fila, y


entonces activó su luz de Servicio.

“Están en la lista,” dijo Peabody. “En la nuestra. Estábamos viniendo hacia
aquí, hubiéramos llegado a ellos después de una parada más.”

“Lo sé.” Eve salió del coche, caminó a través de la nieve medio derretida,
apartó de una patada un montículo de nieve para sacar los equipos forenses de la
parte trasera.

Se había peguntado una docena de veces en el camino: Si hubiese optado por
cruzar la ciudad e ir al West Side primero ¿habría marcado alguna diferencia?

De nada servía preguntárselo, se dijo. Mientras avanzaban a través de la
resbaladiza acera.

“Los escalones del frente están despejados,” notó. “Vayamos a averiguar si
los ocupantes lo hicieron por sí mismos o contrataron a alguien. La nieve no
paró hasta cerca de la medianoche.”

Estudió la cámara de seguridad sobre la puerta, desactivada, y luego los
cerrojos. “No hay pantalla para palma. Es un sistema de reconocimiento de voz.
Dos cerrojos, unos buenos, y una ranura para pasar la tarjeta electrónica. Haz
que vengan los del DDE aquí para que revisen esto. Grabando.”

Antes de que pudiera presionar el timbre, un droide de vigilancia abrió la
puerta.

“Identificación, por favor,” dijo él.

Eve alzó su placa para que el droide, de anchos hombros y con un rostro
amigable pudiera escanearla.

“Teniente, Detective.” El droide se hizo a un lado para dejarlas entrar.

“Informe.”

“Señor. Mi compañera y yo recibimos instrucciones de Despacho a las trece
y veinticuatro para ver a la mujer en esta dirección. Nina Washington,
identificada como ama de llaves de esta residencia, contactó al nueve-uno-uno
desde esta ubicación a las trece y veintitrés, y reportó dos cuerpos que descubrió
en lo que parece ser el dormitorio principal en el segundo piso. Llegamos a la
escena a las trece y veintisiete y verificamos la información. Los fallecidos, un
hombre y una mujer, han sido oficialmente identificados por Nina Washington
como Xavier y Miko Carver, de esta dirección.”

“¿En dónde está la testigo?”

“Señor. La Señora Washington está en el área de la cocina de esta residencia
con mi compañera.”

“Comuníquese con su compañera, infórmele que Homicidios está en la
escena. Mantengan a la testigo contenida. Los de DDE están en camino. Hasta el
momento en que yo despeje la escena, nadie más entra o sale.”

“Sí, señor.”

Pasó por su lado, escaneó la larga y estrecha entrada. Captó el aroma de…
naranjas.

“¿El ama de llaves vive aquí?” le preguntó al droide.

“No, señor. La Señora Washington declara que llegó a las diez de esta
mañana.”

“Diez, ¿y llamó al nueve uno uno a las trece y veinte?”

“Trece y veintitrés para ser precisos, Teniente. Eso es correcto.”

Con un asentimiento, Eve se dirigió a las escaleras, estrechas y rectas, y
comenzó a subir.

“Ella llega… ¿Acaso repara en que la cámara no está activada? Tal vez no,”
dijo Eve. “Simplemente llega como siempre, y comienza a trabajar en el nivel
principal. Todavía puedes oler el limpiador, de tipo cítrico, y las flores en la
entrada parecen frescas. Ella debe de haberlas traído.”

“Hace la limpieza, el pulido,” concordó Peabody.

En el segundo piso, echaron un vistazo a cada puerta. Cuarto de invitados,
oficina, una especie de oficina/sala de estar, otro cuarto de invitados. Eve reparó
en que alguien había hecho unas pinceladas de diferentes colores en una de las
paredes.

“Pensando en redecorar el cuarto,” comentó Peabody. “Probando colores de
pared.”

No escogerían uno ahora, pensó Eve mientras daba la vuelta, mirando dentro
del dormitorio principal directamente a través del pasillo.

Xavier Carver permanecía atado en una silla. Su cabeza caída hacia su pecho
ensangrentado. La sangre se encharcaba debajo de la silla, empapando el suave
verde mar de la alfombra, y manchaba las paredes que su yugular cortada había
salpicado en diseños irregulares.

Lo que podía ver de su rostro estaba amoratado por la golpiza.

Sólo llevaba unos sencillos bóxer negros.

Tomó la lata de Sellador que Peabody le alcanzó, se cubrió las manos, y las
botas. Sacándose el abrigo, la bufanda y el gorro, los dejó en una pila fuera de la
habitación.

La cama se anidaba en un amplio espacio con mesas de pedestal blancas en
ambos lados, elegantes luces plateadas pendían como lanzas del techo. Con las
manos atadas, aseguradas sobre su cabeza a la sofisticada cabecera, Miko yacía
desnuda sobre sábanas manchadas de sangre.
La carne de su torso mostraba tajos en donde él la había cortado en patrones
al azar, así como decoloraciones de los golpes. Sus ojos, ahora sin vida, miraban
sin ver en un rostro maltratado con violencia. Sangre seca manchaba los lados de
su boca, su barbilla y sus muslos.

El cordel usado para estrangularla estaba enterrado profundamente en su
garganta.

Había sido hermosa una vez, pensó Eve. El asesino le había quitado su
belleza así como su vida.

¿Era eso parte de su necesidad?

“Encárgate del hombre,” ordenó Eve, y se aproximó a la cama.

Siguió el procedimiento paso a paso, despejó su mente de lástima y de rabia.
“La mujer está identificada como Carver, Miko, treinta y tres años, de esta
dirección.”

“El hombre está identificado como Carver, Xavier, treinta y tres años, de esta
dirección.”

Dejó que Peabody añadiera los detalles para la grabación, se enfocó en
añadir los suyos. “Cortes superficiales, principalmente en el torso, evidencia de
golpes, también al torso, a los pechos. Golpes más violentos en el rostro. La
víctima se mordió los labios. Laceraciones y sangrado evidente en las muñecas
alrededor de las ataduras de plástico usadas para amarrarla y el cordel atado por
encima de éstas para asegurarle las manos a la cabecera. Otras laceraciones y
sangrado en los tobillos indicando ataduras en algún punto durante el asalto.
Sangre y moretones en el interior de los muslos indican probable violación. Un
cordel alrededor de la garganta de la víctima, usado para estrangularla. La
hemorragia en los ojos indica estrangulación, probablemente la causa de la
muerte. A confirmar por el médico forense.”

Eve retrocedió. “Vamos a voltearla, Peabody.”

“Rompió los dedos de la víctima.” Peabody se enderezó, se acercó a Eve.
“Parece que se los aplastó con algo pesado.”

Eve echó un vistazo hacia atrás. “La última víctima se soltó, lo atacó.
Romperle las manos a esta víctima evitaría que las pudiera usar para luchar, si se
soltaba.”

“Bastardo cobarde y miserable,” masculló Peabody mientras volteaban el
cuerpo de Miko. “Ah, diablos.”

“La sodomizó,” dijo Eve inexpresivamente. “Eso es nuevo. No hay otras
heridas en la espalda.”

Eve se alejó, asintió al pijama rojo en el suelo. “Pijama. Y el hombre está
usando un bóxer. Él no entró mientras ellos no estaban esta vez, y si tenían
invitados, él no entró, esperó a que subieran.”

“Se habían acostado,” finalizó Peabody. “Estaban en la cama, probablemente
durmiendo, cuando él entró. No ha hecho eso antes.”
“Está probando nuevos trucos. Está escalando en todos sus elementos,
volviéndose más atrevido. Ahora son sólo días entre asaltos. Y dos asesinatos
deliberados. No su acostumbrada violación, tortura, palizas, y un asesinato del
momento. Dos asesinatos deliberados.”

Regresó a la puerta, estudió la escena.

“Espera hasta tarde, hasta que se han ido a la cama. Es una noche genial para
esto. Calles vacías, aceras desiertas, gente metida en sus casas. ¿Cómo llegó
aquí? No podía conducir a menos que consiguiera un vehículo oficial. El
subterráneo posiblemente. Contactemos con Tráfico, averigüemos hasta qué hora
funcionaron los subterráneos anoche. ¿Caminar? ¿Sería algo tan dulce para que
estuviera dispuesto a caminar?”

“A menos que haya traído un cambio de ropa, habría estado cubierto de
sangre cuando se marchó.”

“Estaría preparado. Vino aquí a matar, y de forma caótica. Evade las alarmas
y los cerrojos. Hizo su investigación. Viven solos. Ama de llaves diurna. Sube
las escaleras. Es emocionante, caminar en la oscuridad, en una casa donde la
gente está durmiendo. Eso realmente le añade algo… nuevo. Se desharía del
hombre primero.”

Regresó a la cama, al extremo más lejano. “Whap-golpe con la cachiporra,
eso es lo que yo haría si no tuviera un aturdidor. Si está inconsciente, no es una
amenaza. ¿Ella se mueve? Incluso si lo hace, él ya está sobre ella. Tiene el
cuchillo, el cordel. La ata mientras grita. Le da un par de sopapos para mostrarle
quién manda.”

Se movió hacia la víctima masculina, levantó uno de sus pies desnudos de la
sangre coagulada. “Hay marcas de arrastre en sus talones. No tiene suficiente
fuerza para cargar al esposo hacia la silla, pero sí la suficiente para arrastrarlo, y
alzarlo para sentarlo en ella. Lo amarra. Ahora es tiempo de jugar.”

“Quiere al esposo consciente antes de trabajar en su esposa,” dijo Peabody.

“Eso es correcto. Lo quiere despierto y consciente para eso, y antes le rompe
los dedos. No es divertido causar dolor si nadie lo siente. Pero él tiene mucho
tiempo.”

Podía verlo, podía verlo todo.

Se representaba en su mente mientras se dirigía al armario.

“Revisa el baño, Peabody. Armario grande compartido, y una caja fuerte,
abierta y vacía aquí dentro.”

“El baño está limpio, Dallas. Parece como si alguien hubiera tomado un
baño. Hay aceite de baño, una botella, al lado de la bañera, y una toalla,
desdoblada, colgada en el toallero.”

Curiosa, Eve se acercó al baño, lo escaneó. “Él no habría hecho eso.” Eve
abrió la botella, la olió. “Muy femenino. Lo más probable es que la víctima
femenina tomara un baño, o es posible que lo tomara con la víctima masculina,
pero sólo hay una toalla, no hay tubo secador, de manera que probablemente sólo
ella. Morris puede ser capaz de confirmarlo. Llama al equipo forense. Revisarán
los desagües. Y que venga el equipo de la morgue.”

Salió del baño. “¿Por qué no revisas el resto de cuartos de aquí arriba, para
ver si hay alguna cosa? Después échale un vistazo al tercer piso. Empezaré con
el ama de llaves.”

“Las escaleras de atrás al final del pasillo probablemente lleven a la cocina.”

Peabody chequeó su enlace. “McNab. Él y Feeney están en camino.”

Con un asentimiento, Eve bajó por las escaleras traseras.

El área de la cocina había sido modernizada. La misma parte donde se
cocinaba se extendía brillante y relucientemente limpia, lustrosas manzanas rojas
se apilaban en un frutero blanco en la encimera principal La mayoría del espacio
era para entretener. Una larga mesa de comedor pintada en un suave color azul
estaba rodeada de sillas cubiertas en un alegre diseño floral. Otra mesa, alta y
angosta, servía de bar. Su superficie de un azul más profundo contenía elegantes
botellas y decantadores. Estanterías detrás de ésta exhibían la cristalería.

Una oficial estaba sentada a la mesa con una mujer de mediana edad. Los
ojos de la mujer, hinchados y enrojecidos, todavía derramaban lágrimas.

“Voy a estar por aquí cerca, Nina,” le dijo la uniformada mientras le daba
palmaditas en la mano a la mujer y se levantó. “Teniente.”

“Gracias, Oficial. Si usted y su compañero empiezan con el puerta a puerta,
yo hablaré con la Señora Washington.”

“Sí, señor.”

Eve se sentó. “Señora Washington, soy la Teniente Dallas. Sé que esto es
difícil. ¿Puede decirme desde hace cuando ha trabajado usted aquí?”

“En esta casa, cinco años. ¿Para mi Miko? Trabajé para su madre desde que
Miko tenía diez años, y vine a trabajar con Miko cuando ella y Xavier se
mudaron a esta casa.”

“Eran cercanas.”

“Yo tengo dos hijos. Miko era como mi tercera hija. Y Xavier. Lo quería
también. Quién podría…” Sacudió la cabeza, se presionó los ojos con los dedos.
“Sé que hay maldad, lo sé. ¿Pero esto? Eran tan jóvenes y tan buenos, tan
felices. Tan felices. Miko estaba embarazada.”

Eve se reclinó en la silla, sintió que se le revolvió el estómago. “¿Está usted
segura?”

“Sólo unas pocas semanas. Se lo dijo a su madre y ellos se lo dijeron a los
padres de Xavier, y a mí. Sólo la semana pasada, y estábamos tan felices.”

“Lo siento, Señora Washington. Lamento tanto su pérdida. Y sé que esto es
penoso, pero necesito hacerle algunas preguntas.”
“Lo sé. Algo le dije a la Oficial Aaron. Ella dijo que tendría que decírselo a
usted, y más.”

“¿Usted trabajó aquí ayer?”

“No.”

Nina aspiró por la nariz, se pasó ambas manos por el pelo que llevaba
peinado en una gruesa trenza. Después de secarse con los nudillos una lágrima,
juntó las manos sobre la mesa.

“No, no vine ayer. Miko dijo que iba a caer nieve, y que suponían que sería
una nevada fuerte. Dijo que debería quedarme en casa, y que todo estaba bien.
Estaba en su trabajo. Ella ayuda en un refugio para indigentes. Hace un buen
trabajo. Dijo que saldría temprano, y Xavier también iba a llegar temprano a
casa. Dijo que iban a venir a casa y quedarse aquí.”

“¿Es eso lo último que usted habló con ella?”

“Eso fue por la mañana, como a las ocho, y ella me texteó por la tarde,
cuando ella y Xavier llegaron a casa. Sólo para que lo supiera. Creo que eso fue
alrededor de las tres y media. Me dijo que no viniera temprano hoy, y que no
viniera a menos que estuviera lo bastante despejado.” La voz de Nina volvió a
temblar. “Se preocupaba por mí.”

“De manera que usted no vino aquí hoy hasta las diez.”

“Habitualmente vengo a las nueve. Algunas veces Miko está aquí hasta más
tarde, y algunas veces va al refugio para ayudar más temprano. Pensé que se
habían ido a trabajar. Pensé…”

“De modo que usted empezó a hacer su trabajo.”

“Sí. Limpié los escalones de afuera. Eran sólo un par de centímetros, y pensé
que Xavier los había despejado antes de que se fueran a la cama, pero nevó más.
Los limpié para que no estuvieran resbaladizos cuando llegaran del trabajo, y
entonces empecé aquí adentro. Compré las manzanas y algunas flores de camino
hacia aquí, lavé las manzanas, y puse las flores en el jarrón. A ella le gustan las
flores frescas. Limpié la cocina, y guardé los platos del lavaplatos. Habría ido
arriba mucho antes, porque hago la colada los lunes y viernes, pero no estaba
pensando. No estuve aquí para la colada el lunes, pero no estaba pensando, de
modo que no fui arriba para recogerla.”

“De acuerdo. Lo está haciendo bien.”

Nina apretó los labios. Limpié el área del comedor, y la sala de estar. Fregué
el cuarto de baño, y cambié las toallas para invitados, y todas las cosas que hago.
Yo… cogí una manzana y yogurt, y me senté, al lado de la encimera y vi un
programa que me gusta durante mi descanso. Y todo ese tiempo, ellos
estaban…”

“Señora Washington.”

“Nina. Todo el mundo me llama Nina.”
“Nina, usted estaba cuidando de ellos. Permítame preguntarle si, ¿cuándo
estaba limpiando aquí abajo, se dio cuenta de que algo faltaba o estaba fuera de
lugar?”

“El dragón Daum de Miko. No está en la sala privada, pero algunas veces
ella lo pone arriba. Y en la sala de estar, las cajas de madera que el abuelo de
Xavier hizo hace muchos años. Pero yo no pensé…”

“Está bien.”

“Activé al droide para aspirar aquí abajo, y pensé de repente: Por todos los
cielos, la colada. Estaba molesta conmigo misma, me fui directamente arriba.
Siempre les cambio las sábanas los lunes y viernes y hago la colada. Fui
directamente a su dormitorio, y… los vi. Vi a Xavier y a mi Miko.”

Comenzó a llorar otra vez, con gruesos lagrimones.

“Entró usted a la habitación, Nina, ¿tocó algo?”

“Unos cuantos pasos, porque no estaba pensando, y los vi y grité. Grité y
grité y grité, y me caí. Simplemente me caí. No podía levantarme al principio.
No podía volver a ponerme de pie. Había tantísima sangre, tanta, y podía ver que
estaban muertos. Pude ver que no podía salvarlos. Tuve que salir arrastrándome
porque no podía levantarme. Estaba a punto de vomitar, pero yo no podía
hacerlo.”

La ira se abrió camino en su voz ronca por el dolor. “Tenía que conseguir
ayuda, pero no podía dejar de temblar. Se me cayó el enlace porque mis manos
temblaban, entonces me obligué a dejar de temblar, y llamé por ayuda. La
persona que respondió dijo que la ayuda llegaría, y que se quedaría conmigo en
la línea. Siguió hablándome incluso cuando yo no podía dejar de llorar. Y
cuando llegó la policía me dijo que los dejara entrar, así que lo hice. Yo… tengo
que llamar a la madre de Miko. Tengo que decírselo a los padres de Xavier.”

“Nosotras nos ocuparemos eso.” Eve levantó la vista cuando Peabody entró.
“Ella es la Detective Peabody. Contactará con alguien si usted quiere que alguien
venga, para estar con usted.”

“No sé. No lo sé.”

“Piénselo. Deme cinco minutos.”

Le hizo un gesto a Peabody y salió de la cocina. “Ella resiste, al igual que su
línea de tiempo. Pensó que estaban en el trabajo, no vino ayer ya que la víctima
femenina le dijo que no lo hiciera debido a la nieve. Eran unidas. Un par de
cosas de aquí faltan. Ella limpió los escalones esta mañana.”

“Puede que falten algunos artículos del segundo piso. El tercer piso es como
una sala audiovisual. Parece que las víctimas estuvieron arriba, vieron un par de
videos, tomaron algunos platos, al parecer bocadillos. Un vaso, creo que de
zumo. Sólo una copa de vino. Tal vez el asesino bebió vino.”

“No, es más probable que lo hiciera la víctima masculina. La mujer estaba
embarazada.”
“Ah, diablos. Maldita sea.” Peabody soltó el aire en un siseo. “La pintura.
Probablemente iba a ser el cuarto del bebé, la habitación justo al frente del
dormitorio principal.”

Peabody se lo quitó de la mente, pero su mandíbula se mantuvo apretada.
“McNab y Feeney acaban de llegar. Están en la puerta.”

“Quédate con la testigo.”

Salió y encontró a McNab y a Feeney haciendo un diagnóstico en las
alarmas. “No esperaba al jefe.”

Feeney, con su abrigo mágico abierto para revelar su arrugado traje color
marrón mierda, se pasó una mano por su pelo pelirrojo salpicado de canas. “Me
estaba volviendo loco.” El capitán del DDE y anterior compañero de Eve volvió
sus ojos de basset-hound hacia ella. “¿Mató a los dos esta vez?”

“Ambos, e hizo muchísimo más daño. ¿Él bloqueó el sistema?”

“Lo hizo.” McNab meneaba sus escuálidas caderas cubiertas con un pantalón
de tela escocesa mientras trabajaba. “Un trabajo profesional. Este es un sistema
sólido, no es el mejor, pero es sólido. Uno de los problemas es que, por
conveniencia, el propietario o inquilino puede activar o apagar el sistema por
control remoto. Desde dentro o fuera de la casa. Esa es la clase de brecha, a
menos que sea un sistema de primerísima calidad, por la que un buen ladrón
babea.”

“¿Cuántas veces le decimos eso a la gente?” le dijo Feeney a McNab.

“Infinidad, jefe. Infinidad.”

“Bueno, veamos el equipo. ¿En dónde está?”

“Todavía no he llegado allí,” le dijo Eve a Feeney. “El área de la cocina tiene
un cuarto de servicio al lado según pude ver. Peabody está allí con el ama de
llaves. Ella los encontró.”

“Qué mala suerte.”

Él asintió cuando Eve abrió la puerta al equipo de la morgue, y los dirigió al
piso de arriba.

“Sí, qué mala suerte. Aquí viene el equipo forense.”

En minutos policías y técnicos estaban desplegados en la escena del crimen.
Los uniformados completaron el puerta a puerta a los vecinos y reportaron que
nadie, que estuviera ahora en casa, había visto a alguien o algo.

Apenas sorprendente, pensó Eve mientras observaba al equipo de la morgue
bajar los cuerpos embolsados. La gente se resguardaba en una tormenta de nieve,
bebían, tenían sexo, veían videos, leían libros, o lo que fuera.
Pero algunos no podían resistir el salir en la tormenta, jugando en una ciudad
quieta y blanca. Tal vez, sólo tal vez, hallarían a algunos de esos.

Sólo un testigo que hubiera visto a alguien alrededor de esta casa.

Una vez que el equipo de la morgue se marchó, Eve regresó al área del
comedor y se volvió a sentar.

“Nina acaba de darme la información de contacto de su hermano.” Peabody
acercó el vaso de agua a la mano de Nina. “Voy a hacer que venga a recogerla, o
que se quede con ella hasta que se pueda marchar.”

“Bien. Podrá irse en poco tiempo. Tengo algo que necesito pedirle que haga.
Para usted es algo difícil de hacer, pero nos ayudará.”

“¿Eso ayudará a encontrar al hijo de puta que lastimó a mis muchachos?”

“Eso creo.”

“Nada es demasiado difícil, no para eso. Haré cualquier cosa.”

“Necesito que venga arriba conmigo.” Eve mantuvo la mirada firme mientras
el color se desvanecía del rostro de Nina. “Necesito que le eche un vistazo a la
ropa de Nina. A su armario. Sus vestidos de cóctel y trajes especialmente.
¿Sabría si uno de ellos falta?”

“Conozco su ropa. Lo sabría. Ella está… ¿ellos están todavía arriba?”

“No. No están arriba ahora. Están yendo donde alguien que cuidará de ellos.
Es el mejor.”

“¿Puedo ir a donde ellos están y verlos? ¿Después? La mamá de Miko,
especialmente, la mamá de Miko, va a necesitarme con ella.”

“Sí. Le haremos saber cuándo puede hacer eso.”

“Muy bien, sí.” Cerró los ojos con fuerza, entonces se levantó. “Puedo ir
arriba con usted y mirar.”

Subieron por la escalera trasera.
“Quiero que haga lo que yo le diga. Quiero que mire hacia abajo, que
mantenga la vista hacia abajo cuando entremos. No quiero que vea la habitación.
No hay necesidad de ello.”

“La veré en mi mente hasta el día que me muera.”

“Sólo mire hacia abajo,” repitió Eve, tomando a Nina del brazo para llevarla
hacia el armario. “De acuerdo, ahora tómese su tiempo, échele una buena mirada
a todo.”

“No tengo que hacerlo. Su nuevo vestido rojo de coctel no está. Ni siquiera
lo había usado todavía. Lo compró especialmente para una fiesta por el Día de
San Valentín, y estaba justo aquí, ¿ve usted? Dijo que debería llevarme este otro
rojo para mi muchacha. Son casi de la misma talla. Y el que estaba al otro lado
de éste, ¿el rosado oscuro? Está torcido en el colgador, como si alguien lo
hubiera empujado y ladeado un poco cuando sacaron el vestido nuevo.”

“Vestido rojo de coctel. ¿Corto?”

“Corto, tiene lindas piernas. Con un escote corazón.” Nina dibujó la parte de
arriba de un corazón en el aire. “Tres capas de volantes en la falda, y un lacito
plateado en la parte de atrás de la cintura. Los zapatos tampoco están. Zapatos
plateados de noche con diminutos lazos rojo metálico en la parte de atrás.” Se
metió más al fondo del armario, ahora era una mujer con una misión. “Se llevó
sus joyas, de la caja fuerte de aquí atrás. Ese bastardo del demonio se llevó sus
cosas de la caja fuerte. Tenía un colgante de rubí de su bisabuela allí dentro. Iba
a usarlo con el vestido, y los aretes que Xavier le regaló por Navidad, justo la
Navidad pasada. Diamantes en forma de gotas con corazones de rubí. El reloj de
pulsera del abuelo de Xavier. El abuelo de Xavier se lo dio al padre de Xavier
cuando cumplió los veintiún años, y él se lo pasó a Xavier. Xavier apreciaba ese
reloj.” Ahora la rabia cubría el rostro de Nina. “Ese bastardo malvado no puede
tenerlo, ¿me oye?”

“La oigo.”

Nina se limpió las lágrimas que caían a pesar de su rabia. “El bolso de noche
favorito de Miko no está. Es plateado con un pájaro rojo volando por encima. A
ella le gustaba el rojo.”

“Muy bien. Nina, cuando salgamos, me gustaría que mirara en otros cuartos,
que vea si encuentra que algo más falta. Entonces podemos sentarnos y usted
puede tratar de describirlos para mí, en detalle.”

“Puede que él trate de venderlos o empeñarlos, y eso ayudará a que usted lo
encuentre.” Se volvió hacia Eve, con el rostro enfurecido y la mirada dura.
“Puedo mirar en su dormitorio. Sabría si algo no está. Puedo hacerlo. Déjeme
hacerlo.”

“De acuerdo. Si es demasiado, nos detenemos. Usted va a ver gente allí, en
trajes protectores blancos. Están buscando evidencia.”

“Veo la pantalla. Sé sobre los forenses y cosas así. Puedo hacer esto.”

Podía, y lo hizo, aunque su color era gris cuando abandonaron la habitación.
Aun así, fue con Eve a través del resto de la casa, se sentó y dio detalles
descriptivos de cada artículo faltante.

“Nina, quiero que sepa que es la mejor testigo con la que he lidiado nunca.”

“Usted va a encontrarlo, a detenerlo.”

“Estamos tras él con todo lo que hemos conseguido. Lo que usted hizo nos
da más. Voy a hacer que un oficial se quede con usted hasta que su hermano
llegue.”

Eve salió y Peabody la siguió.
“Feeney y McNab están cargando los electrónicos. Van a revisar todos los
enlaces, las computadoras, y las tablet. El asesino se llevó los discos duros, los
discos, le sacó la mierda a todo lo que dejó, pero se llevarán lo que queda, para
tratar de descifrar algo de allí.”

“Necesitamos trabajar esto. Contacta a Baxter y a Olsen, pásales el resto de
los nombres.”

“Ya lo hice. Les informé de la situación.”

“Bien.” Eve se frotó el centro de la frente.

“¿Estás bien?”

“Dolor de cabeza. Algunas veces es más difícil pasar por esto con alguien
que se mantiene entero en vez de alguien que se desmorona.”

Peabody sacó una barra energizante de su bolsillo. “Comida de emergencia.
Puede ayudar.”

“Eso no es comida de ninguna manera.”

“Es basura, pero ayuda.” Peabody la partió en dos, le alargó una porción a
Eve.

“Bien. Gracias. Vayamos a ver lo que Morris puede decirnos.” Mientras se
dirigían a la salida, Eve dio un mordisco. “Esto es terrible. ¿Qué es esto?”

“Turrón de Miel.”

“Bueno, esto es algo incluso peor.”

Pero pensando en lo que tenía por delante, Eve se comió el resto.
Capítulo 16

EVE ENCONTRÓ a Morris completando su corte en Y en Miko Carver,


mientras que una voz, que sonaba como la de un ángel, se alzaba a través de la
sala.

Xavier Carver yacía en una segunda mesa de autopsias, lavado y preparado
para la autopsia.

“Lamento verte de nuevo tan pronto.” Morris, con su traje azul medianoche
protegido por su capa, ensanchó diestramente las costillas de Miko.

Eve oyó a Peabody tragar con fuerza, y le espetó, “Supéralo.”

Más tolerante a la reacción, Morris hizo un gesto hacia la nevera colocada
cerca de los compartimentos helados reservados para los cadáveres. “Agua,
refrescos, y la Pepsi de nuestra teniente. Toma algo fresco. Volumen de la
música: bajar a tres.”

Mientras Peabody agradecida se dirigía a la nevera, apartó la mirada de la
mesa de autopsias, por ahora, y la voz del ángel descendió a un adorable
murmullo.

“Sé que estoy presionando esto,” dijo Eve, “pero quería ver qué tienes, si es
que tienes algo, antes de ir a la Central.”

“Podré decirte más en una o dos horas. Mi examen inicial en la mujer
confirma que estaba embarazada en el momento de su muerte. De cinco a seis
semanas. Los cortes de su torso son superficiales, muy posiblemente infligidos
por una hoja delgada y afilada.”

“Como los otros.”

“Sí, como los otros. Fue violada, múltiples veces. Sodomizada. Necesito
completar mi examen para confirmarlo, pero creo que la sodomía fue un único
incidente. Y post-mortem.”

“¿La sodomizó después de asesinarla?”

“Necesito confirmarlo, pero esa es mi opinión preliminar. Podríamos
considerar una bendición que ella hubiera muerto antes de ese desagradable acto
final, pero también creo que su muerte fue lenta y dolorosa. Necesitaré confirmar
tu evaluación en escena de que la causa de la muerte fue por estrangulación, pero
en este punto estoy de acuerdo con eso.”

Le indicó que avanzara. Peabody se acercó y le ofreció una lata de Pepsi a
Eve.

Distraída, Eve metió la lata en el bolsillo de su abrigo, y se inclinó para
examinar más de cerca las heridas del cuello como hizo Morris.

“Incluso sin los micro lentes o el realce de la computadora, puedes ver varias
heridas que son distintivas y de grados variables.”
“La estranguló, la dejó revivir, la estranguló, la dejó revivir. Repetidas
veces.”
“Sí, hasta que incrementó la presión y la duración, privándola de aire, y
aplastó su tráquea.”

“Él es bueno en esto.” Peabody bebió de su lata de ginger ale dominando su
náusea. “Lo bastante bueno y controlado para no ir demasiado lejos, para hacer
que se recobrara hasta que decidió terminarla.”

“Es parte de la violación,” dijo Eve. “El cuerpo de ella convulsiona, trata de
aspirar aire, sus ojos se ponen en blanco. Eso es un orgasmo para él. La
violación anal post-mortem, eso es nuevo. Tal vez quiso probar lo nuevo, o tal
vez quiso otra sacudida, o tal vez eso no tiene nada que ver con el espectáculo.”

“¿Espectáculo?” repitió Morris.

“Cualquiera que haya sido el escenario que preparó, y el disfraz que haya
escogido. Ella luchó, forcejeó, se lastimó las muñecas luchando con las ataduras.
Ella le habría dicho que estaba embarazada. Eso estaría en primer lugar en la
mente de ella. Por favor, no lo haga. Estoy embarazada. ¿Qué pensó él sobre
eso?”

Echó un vistazo a la víctima masculina. “¿Puedes confirmar que él murió
primero?”

“Sí. Cerca de diez minutos antes. Y, según el examen visual, había lapsos de
tiempo entre varias de las heridas, en ambas víctimas. Y parece, enfatizo el
parece por ahora, que la víctima masculina recibió un golpe en la sien derecha,
el ataque inicial. Las quemaduras de la alfombra en los talones parecen haber
sido causados sobre la misma hora. ¿Y esto?” Morris puso un dedo sellado,
suavemente, en el moretón en el ojo izquierdo de Miko. “Otra vez, en ese mismo
marco de tiempo. Este golpe no es tan violento, pero la habría desorientado,
debilitado.”

Y le habría dolido como el demonio, pensó Eve.

“¿Lo siguiente fueron las manos de él?”

“Si quieres una opinión en vez de confirmación, sí.”

“Muy bien.” Todo esto encajaba con lo que ella había visto, sentido y
observado en la escena.

Causar dolor, crear terror, el terror era tan importante como el dolor.
Controlar, ejecutar, humillar.

“Te dejaremos el camino libre. Cualquier cosa que descubras, puedas o no
confirmarla, me la informas. Cualquier cosa.”

Mientras se retiraba, oyó a Morris ordenar subir el volumen. Y el ángel
cantó.

Pensó en desviarse al laboratorio, pero aceptó que era demasiado pronto, una
pérdida de tiempo. En cambio verificó direcciones, y luego condujo para hacer
las notificaciones a los familiares más cercanos, y destrozar más vidas.

Cuando terminaron, Peabody inclinó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos.
“Siempre es más duro de lo que te dices a ti misma que será. Siempre es más
duro.”

“Ayudaste a la madre de Miko.”

“Eso espero. Algo. Será de más ayuda cuando Nina vaya a verla. Y tal vez,
cuando el impacto disminuya un poco para ella, para los padres de Xavier,
recuerden algo. Algunos detalles que añadir a esto.”

“Haz que traigan al barman,” ordenó Eve mientras entraba al garaje de la
Central. “Quiero echarle un vistazo, y quiero que él me lo eche a mí. En la sala
de Interrogatorios.”

“¿Qué te parece si envío al Oficial Carmichael y a quienquiera que él escoja?
Puede ser muy suave y persuasivo.”

“Haz eso. Después verifica con Baxter y Olsen, mira a ver cuánto han
avanzado en la lista. Cualquier cosa que resalte, necesitamos saberlo.”

Subieron en un elevador que rápidamente se abarrotó. “Tengo que hacer una
parada. Pon esto en marcha.” Eve salió del elevador y se cambió a un deslizador,
dirigiéndose a la oficina de Mira.

La asistente de Mira, su dragón personal, se sentaba en la oficina exterior
mecanografiando afanosamente.

“Necesito verla.”

“La Doctora Mira está en una sesión.”

“No me jodas en esto.” Eve sintió que toda la rabia y la frustración que había
refrenado a través del día comenzaban a alzarse con rapidez, como un vómito
ardiente en la garganta. “Esto le concierne directamente a ella.”

“El Señor Mira está…”

“No, no es eso.” Leyendo un miedo genuino en los ojos de la asistente, Eve
luchó para desacelerarse. “Pero esto les concierne a ambos, y es importante.”

“Está en una sesión, y pidió específicamente no ser interrumpida salvo por
una emergencia. Habrá terminado en cuarenta minutos. Puedo hacerla entrar
directamente después y cambiar su siguiente cita.”

“Regresaré si es que puedo. Ella no se va de aquí hoy sin verme o hablar
conmigo. ¿Está claro?”

“Absolutamente.”

Con un brusco asentimiento, Eve se marchó. Volvió a escoger deslizadores
para darse tiempo a tranquilizarse, y después sacó su enlace.

Otra asistente respondió, pero Caro, la magnífica asistente de Roarke,
usualmente era más flexible.

“Buenas tardes, Teniente. ¿Qué puedo hacer por usted?”

“Hola, lo siento, ¿pero hay alguna forma de que pudiera hablar con él, o de
que él me llame tan pronto como sea posible?”

“Deme un minuto.” Y diciendo eso, la pantalla se cubrió del azul.

Tomó ese minuto, y un poquito más, pero el rostro de Roarke apareció en
pantalla.

Oyó voces barboteando al fondo, y un número de zumbidos y ruidos sordos.

“¿Teniente?”

“¿Dónde estás?” le preguntó.

“En An Didean, afuera de donde estará el centro recreacional.”

Pensó en el refugio que él estaba creando para chicos marginados, y en las
chicas muertas que habían encontrado selladas dentro de las paredes del edificio
el año anterior.

“Necesito un favor.”

“Muy bien.”

“¿Puedes hacer una parada donde los Mira en algún momento del día?”

“¿Qué sucede?”

“Nada, y quiero que las cosas sigan así.” Estúpida, se dijo a sí misma. Estaba
exagerando. Pero no podía detenerlo. “Pensé que podrías echarle un buen vistazo
a su seguridad, tal vez hacer lo que haces para reforzarla, o añadir un par de
capas. Él volvió a atacar anoche, esta vez los mató a ambos. Sé que los Mira no
están en la lista, ella está fuera del rango de edad que prefiere, y no son tan
acaudalados, exactamente, pero…”

“Voy a recoger un par de cosas y pasaré por allí antes de ir a casa esta noche.
¿Está bien?”

“Sí.” Sintió un alivio ridículo. “Gracias. Mavis, Leonardo y la niña están en
Nuevo Los Ángeles durante un par de días. Algún evento de moda para él, y una
actuación para ella. No siguen realmente el patrón tampoco, pero no tengo que
pensar en ellos en este momento. Los Miras… simplemente no quiero
arriesgarlos.”

“Entonces no lo haremos.”

“Le voy a decir a ella que vas a hacer esto. Yo… no puedo hablar ahora, pero
gracias por esto.”

“Son tan míos como tuyos. Llámame si vas a demorarte, más de lo normal,
en llegar a casa.”

“Lo haré.”

Cortó cuando entraba a Homicidios.

“Carmichael está en camino con el nuevo uniformado para recoger a Anson
Wright,” le dijo Peabody. “Acabo de hablar con Baxter. Él y los otros detectives
están coordinando, y pueden encargarse del resto de la lista. Una de las parejas
con la que hablaron él y Trueheart son amigos de los Patrick, y estuvieron en su
mesa la noche de la gala. No hay conexión con los proveedores, pero la esposa
ha hecho numerosos videos de publicidad, y actualmente es una de las estrellas
en uno de los proyectos en desarrollo de En Pantalla. Baxter dice que ella es
Ooh-la-la.”

“Aparte de él teniendo una erección por una actriz que es la esposa de
alguien más, ¿hay alguna otra novedad?”

“Ninguno de ellos recuerda nada inusual acerca de esa noche. La esposa
admite que flirtean con ella regularmente, que es sólo parte del paquete, pero no
recuerda nada esa noche, o algo que haya sucedido más allá del normal flirteo de
siempre. Ah, y un correo de un admirador moderadamente sugestivo y
desagradable. Preguntaron si podemos echarle un vistazo a eso.”

“Averigua más sobre ella, envíame lo que consigas.”

En su oficina, Eve actualizó su libro, su tablero, escribió informes detallados
de las entrevistas. Después redactó meticulosamente el informe sobre el doble
homicidio.

En lugar de tomarse el tiempo para volver a la oficina de Mira, escribió un
correo electrónico, lo leyó, le hizo algunos arreglos, y lo envió.

Sería más difícil que Mira discutiera la necesidad de la visita de Roarke si
Eve no le daba pie para argumentar.

Pasó a revisar un correo entrante, leyó la rápida averiguación adicional de
Peabody de una tal Delilah Esterby.

Eve recordaba el nombre, el rostro, su esposo desde hacía diez meses (sólo
estaban saliendo cuando se celebró de la gala), Aidan Malloy, era de los bastante
adinerados Malloys.

Ambos estúpidamente atractivos, veintisiete y veintiséis años de edad
respectivamente. Jóvenes, ricos, atractivos, y viviendo en una elegante casa en el
Upper West.

Encajaban como un guante.

Eve abrió el video adjunto al informe, alzó las cejas al observar el montaje
de los avisos publicitarios de Delilah.

Vendiendo con sexo, pensó. Ponte esto, compra eso, usa esto, y todo hombre,
o mujer, vivo querrá follarte de la misma manera en que quieren follarme a mí.

Reflexionando, Eve estudió su tablero, a todas las otras víctimas.
Despampanantes, con rostros y cuerpos donados por los dioses.

Pero esta añadía sexo sin rodeos a la mezcla.

Entonces, ¿por qué él no había ido allí? ¿Por qué escoger a la suave y
sumisa, a la profesional ocupada, o a la esposa e hija felizmente devota en lugar
del bombón explosivo que se ganaba la vida vendiendo sexo?

Encajando otra pieza en el rompecabezas retorcido de la mente del asesino,
Eve volvió a reproducir el video cuando Peabody entró.

“Me hace querer salir corriendo a comprar toda esa línea de productos para
el baño y el cuerpo,” dijo Peabody.

“¿Por qué?”

“Bueno, ah…”

“Es una pregunta seria.”

“Porque me hace pensar, absolutamente, ilógicamente y falsamente, que
podría terminar viéndome así, con esa voz, y siendo sólo, no sé, consciente de lo
genial y poderosa que soy yo.”

“Y es por eso que ella no está en una mesa de autopsias en la morgue.”

“¿Qué? No te sigo.”

“Ella lo intimida.” Eve se levantó, paseando por los reducidos confines de su
oficina. “Ella está vendiendo ¿no te gustaría darle una probada a esto?, y sabes
que te dejaría hacerlo. Es una figura pública, disponible, y, sí, totalmente segura
de su sexualidad y atractivo.”

“O sea que… ¿es demasiado para él?”

“Él va por lo suave, lo vulnerable, lo… más sutil. Puede que esté trabajando
para llegar al nivel de ella, pero no podía empezar allí. ¿Cuál es el punto, para él,
en violar a una mujer que lo está invitando a echarle un polvo?”

“Bueno, pero ella no lo está haciendo. No en realidad.”

“No, no lo hace, pero esa es la imagen. Es lo que él ve. Ella se presenta
fuerte y valiente. Sí, este tipo de mujeres lo intimida. Quiero ver esos
desagradables contactos de sus admiradores. Tal vez él se aproximó de ese
modo. Tal vez probó la piscina metiendo un dedo del pie, pero ella no encaja en
su… molde.”

Le dio la espalda al tablero. “Vamos a volver a repasar la lista cuando
tengamos las entrevistas con todos. Vamos a mirarlos desde el ángulo de los más
vulnerables, los más sutiles, los más… tradicionales,” terminó, finalmente
encontrando la palabra que la había eludido. “Todas las víctimas siguen ese
camino de muchas maneras,” continuó Eve. “Casadas, y todas ellas tomaron el
nombre de sus esposos.”

“Nunca pensé en eso,” admitió Peabody, mirando ceñuda el tablero. “Nunca
lo noté.”

“Sólo una de ellas tenía una carrera fuera del trabajo voluntario, del trabajo
en caridades, ese tipo de cosas. ¿Por qué rompe el patrón ahí?”

Eve hizo una pausa, miró la foto de Lori Brinkman. “¿Acaso su trabajo es
aceptable? ¿La abogada de los derechos humanos que además escribe? ¿O es
sólo algo que él descontó?”

Había algo allí, pensó, y necesitaba descubrirlo.

“No es el color, el tipo de cuerpo o incluso la edad,” concluyó. “Es la
apariencia, sí, pero también, tal vez, la percepción de él. Y su percepción de la
mujer o pareja que ellos están sustituyendo. Tengo que hacerle llegar esto a
Mira, verlo desde su punto de vista.”

“El barman vino, sin problemas. Carmichael está con él en Interrogatorios
A.”

“Muy bien, tomaré eso. Tú hazle llegar esto a Mira. ¿Entiendes a lo que me
refiero?”

“Sí, sí, lo entiendo. Lo redactaré.”

Eve cogió el delgado archivo que habían reunido sobre Wright, y anduvo
hacia Interrogatorios A.

Entró, asintiendo hacia Carmichael. “Gracias, Oficial.”

Cuando él se marchó, Eve activó la grabadora. “Dallas, Teniente Eve,
entrando a Interrogatorios con Wright, Anson, con el propósito de una
interrogación de rutina en la investigación en curso.”

Leyó en el archivo del caso todos los ataques mientras se sentaba frente a él.

Él sorbía de una lata de alguna especie de bebida saludable que tenía brócoli
y zanahorias en la etiqueta.

“Gracias por venir, Señor Wright.”

“Ningún problema. La orden vino directamente de Jacko: Cualquiera que
trabaje para él le da total cooperación a la policía. Esto es acerca de los Strazza,
¿verdad?”

“Antes de que podamos hablar al respecto, voy a leerle sus derechos.”

Él dijo, “Caray,” y se vio un poco emocionado.

“Es el procedimiento,” continuó Eve. “Antes de hablar sobre una
investigación en curso. Bueno. Usted tiene el derecho a permanecer en
silencio…”

Él la miraba fijamente, parecía prestar toda su atención a cada palabra hasta
que ella terminó. “¿Entiende usted sus derechos y obligaciones?”

“Sí, claro. Usted lo leyó con bastante nitidez.”

“Muy bien. ¿Cómo conoció usted a los Strazza?”

“Vinieron a Jacko's unas cuantas veces cuando yo estaba en el bar, y atendí el
bar en su casa un par de veces para fiestas.”

“¿Usted no trabajó para la cena de la noche del sábado?”

“No. La última vez fue… sí, tuvieron una fiesta en diciembre, una gran
reunión por las fiestas.”

“Usted no estuvo de turno en el bar en Jacko's la noche del sábado tampoco.
¿Puede decirme dónde estuvo usted?”

“Claro. Trabajé en el turno del almuerzo ese día, llegué a casa cerca de las
cinco. Tenía una gran audición el lunes, de modo que me quedé en casa,
ensayando, metiéndome en el personaje, hice una purga, y…”

“¿Una purga de qué?”

“De mi cuerpo.” Él meneó la lata. “Mi personaje es un loco de la salud.
Absolutamente obsesionado, crea una comunidad, más como un culto, en el que
ellos cultivan su propia comida, se apartan de la sociedad debido a… usted sabe,
los gérmenes.”

“Muy bien. Permaneció en casa la noche del sábado.”

“No salí hasta que me marché a la audición ayer por la mañana. Y creo que
lo conseguí.”

“¿Alguien estuvo con usted durante el fin de semana?”

“Ni hablar. Me aislé completamente porque tenía que saturarme en la
soledad. Mire, la escena para la audición era un monólogo, y es…”

“De modo que nadie estuvo con usted,” interrumpió Eve. “¿Nadie vino a
verlo? ¿Nadie contactó?”

“Avisé que no me molestaran. Déjeme decirle que la última cosa que uno
desea es a alguien golpeando la puerta o llamando al enlace cuando uno está,
usted sabe, purgándose.”

“¿Nadie puede verificar su paradero desde las cinco de la tarde del sábado
hasta la mañana del lunes?”
“Bueno, como dije, yo tuve que…”

“Saturarse en soledad y purgarse.”

Un pequeño hoyuelo apareció en su mejilla izquierda cuando le sonrió.
“Usted lo entendió. Mi personaje es un creyente, y está en una misión, ¿me
entiende? Eso gradualmente lo lleva a sobrepasar el límite. Es un viaje, una
evolución que lo dirige a una especie de metamorfosis. Eso le saca muchísimo a
uno.”

Al igual, pensó Eve, que lo hace una purga.

“Hábleme sobre su relación con Daphne Strazza.”

“¿La Señora Strazza?” Cambiando de posición, apoyó los antebrazos sobre
la mesa. “Espero que esté mejor ahora. Gula dijo que realmente había sido muy
lastimada. Está bien, la Señora Strazza, quiero decir. Es buena para trabajar con
ella. Da buenas propinas.”

“Una hermosa mujer.”

“Y mucho más que eso.” Él meneó las cejas. “Nunca me pude figurar por
qué se había enganchado con un tipo como…” Su rostro recobró la seriedad
rápidamente. “Es una mierda decir eso acerca de un hombre muerto. Sólo quiero
decir que ella se veía como alguien que podía tener a cualquiera. Y era de la
edad de su padre. Además, no era exactamente el Señor Personalidad,
¿entiende?”

“¿A usted no le gustaba el Doctor Strazza?”

“Oiga, un evento es un evento, y como ya dije, ella daba buenas propinas.”

Eve se reclinó en su silla. “¿Usted hace muchos eventos privados como ese?
¿Fiestas en mansiones y ese tipo de cosas?”

“Claro. Soy un tremendo barman. Es una especie de teatro también,
¿verdad?” Se inclinó más hacia delante para hacer valer su punto. “Uno tiene
que descifrar a su audiencia, desempeñar el papel. No es mi misión en la vida
pero paga las cuentas, y saco muchísimo provecho. Uno tiene que observar la
vida, ¿sabe usted? Escuchar a la gente, ponerse en el papel. En el trabajo diario,
y por el arte.”

“Cuando usted va a una de esas mansiones, atendiendo el bar para todas esas
personas ricas, supongo que se pone en el papel, se imagina a sí mismo viviendo
de esa manera, tal vez como amo de la casa, teniendo a esa hermosa mujer en la
cama.”

“Seguro. Uno tiene que ponerse en el papel. Pero, digamos, ¿si tuviera un
evento como ese esta noche? Mientras me meto de lleno en Joe Boyd, mi
personaje, desdeñaría más ese estilo de vida, a todas aquellas personas saturando
sus sistemas de alcohol y rica comida procesada. En mi cabeza,” añadió él. “No
dejaría que el desprecio se mostrara porque, oiga, las propinas.”

“¿Alguna vez atendió un evento para Neville Patrick?”

“¿El mandamás de En Pantalla? Conseguí algunos trabajos a través de En
Pantalla, una buena toma en Triple Amenaza. Hice esa escena de muerte
también. Un par de otros pequeños papeles. El teatro es mi primer amor, pero la
pantalla te da más exposición.”

“Supongo que usted ha conocido a la esposa de Neville, Rosa.”

“En realidad nunca la conocí a ella ni al mandamás.”

“¿Lori e Ira Brinkman?”

“Ah…” Se quedó pensando. “No lo creo.”

“¿Miko y Xavier Carver?”

Él sacudió la cabeza. “No me suenan. Caray, ¿ellos son sospechosos?”

“¿Toya L'Page y Gray Burroughs?”

“Yo no… Espere.” Cerró los ojos, arrugando el ceño. Entonces se encogió de
hombros, abrió los ojos. “No.”

“¿En dónde estuvo anoche, Anson?”

“En casa. Casi no llego, tuve que caminar cinco manzanas en la nevada.”

“¿No fue a la casa de un amigo, o tuvo a algún amigo de visita?”

“Un par de amigos tenían una fiesta, pero no pude llegar. Quería que la chica
con la que más o menos estoy saliendo fuera, pero también estaba encerrada en
su casa.”

“¿Habló con ellos, con alguien, digamos, después de medianoche?”

“Me fui a la cama a esa hora más o menos, creo. Estoy esperando que mi
agente me llame pronto diciendo que conseguí este papel. Debería saberlo para
el fin de semana. Dijeron que el fin de semana. Es mucho tiempo para esperar.”

“Dígame en dónde estuvo el veintidós de julio del año pasado.”

Él soltó una risa, la cual terminó en una sonrisa desconcertada. “Está
bromeando, ¿verdad?”

“¿Acaso parece que estoy bromeando?”

“Supongo que no, y, caray, le estoy robando esa frase por si alguna vez hago
el papel de un policía. Pero no sé la respuesta.”

“¿No guarda usted un calendario? ¿Para turnos de trabajo, citas, audiciones?”

“Por supuesto. Pero eso fue el año pasado. Hay que borrar la pizarra,
centrarse en el ahora.”

“¿Qué hay acerca del veintiocho de noviembre?”

“¿Quién mantiene un registro? Estuve en talleres durante tres semanas en
septiembre, y entonces el sustituto se cayó. Recuerdo eso. Caray, estuve así de
cerca de obtener el papel del actor secundario.”

Se quedó pensativo con la mirada distante.

“¿Se maquilla usted solo, Anson?”

“Para el teatro, sí.” Soltó un pequeño suspiro, posiblemente por haber estado
así de cerca, entonces pareció volver al presente. “Eso es parte de meterse en el
papel. En la pantalla es diferente. Uno necesita ponerse en las manos de los
maquilladores.”

“Apuesto a que usted es bueno en eso. Maquillándose a sí mismo.”

“Tomé algunos cursos para perfeccionar mi habilidad. Mucho es sólo
práctica, experimentación.”

“¿Y el maquillarse lo ayuda a convertirse en el personaje?”

“Eso es correcto.” Con seriedad, se inclinó hacia adelante. “Yo ya estoy
metido en el papel, ¿verdad? Entonces, una vez que estoy maquillado y vestido,
soy el personaje. El personaje soy yo. No hay separación. Es agotador, pero es la
única manera.”

“¿Alguna vez ha interpretado algunos personajes violentos?”

“Ah, caray, esa es parte de la diversión. Uno tiene que dejar salir a esos
demonios internos, nena. Joe Boyd, al descender hacia la locura, mata a un
miembro de la comunidad que él cree que está infectando las cosechas.
Accidentalmente, pero ese acto lo empuja a sobrepasar el límite. Le prende
fuego al almacén después de eso, culpa al tipo que ha asesinado. Entonces…”

“Lo entiendo. ¿Cómo se mete usted en el papel para la violencia?”

“Hay que creérselo. Quiero decir, el escenario está todo preparado, los
turnos, las líneas, todo eso está alrededor, pero en el interior, uno tiene que creer
que va a empujar a este tipo por el acantilado para que muera.”

“Y contactar con sus propios demonios internos.”

“Todos los tenemos, ¿no es así?”

“¿Qué hay sobre el terror? ¿Alguna vez hizo de vampiro, de espíritu
maligno, de un verdadero demonio?”

“Fui un zombi, un extra en Planeta Plaga, eso me consiguió la audición para
la publicidad de Triple Amenaza. Caray, realmente mataría por un papel continuo
en Planeta Plaga.” Se sobresaltó. “No matar-matar, ¿me entiende?”

“Claro.” Intentó otra ruta. “Cuando está atendiendo el bar, me imagino que
usted habla con un montón de gente.”

“Es parte de ello. Uno tiene que hablar, pero incluso más, escuchar.”

“¿Alguna vez la gente le pregunta sobre sus trabajos, sobre las fiestas
elegantes?”

Él frunció el ceño. “¿Los clientes? ¿Cómo lo sabrían ellos?”

“En el teatro, o si consigue una papel en pantalla, tal vez ha mencionado las
fiestas en las que ha estado. ¿Dejaría caer algún nombre, o hablaría acerca de lo
que ha… observado?”

“Supongo. Tal vez.”

“Y tal vez si tenía una a punto de celebrarse, hablaría de ello.”

“Tal vez.”

“¿Alguien específico con quien hablaría al respecto?”

“No lo sé. Como dije, es sólo el día a día del trabajo.”

Lo interrogó otra media hora, y luego lo dejó ir. Se quedó en Interrogatorios
A, reflexionando.

Peabody asomó la cabeza. “¿Qué tal salió?”

“O Wright es un idiota despistado o un demonio de actor.”

“Él recibe críticas sólidas.”

Eve frunció el ceño, volvió la cabeza. “¿Las recibe?”

“Hice una investigación al respecto, y más de uno dice que él fue lo mejor en
una obra de mierda. Da la impresión de autenticidad.”

“No tiene coartada para ninguno de los ataques. Declara que no recuerda y
que no tiene registros de su paradero en las noches de los primeros dos, y declara
que estaba en casa solo para los últimos dos.”

Se levantó, miró ceñuda hacia el vidrio polarizado. “Es de raza blanca, y
L'Page cree que el tipo que se le acercó en la gala era blanco. Tiene la estatura
correcta. Pero, Jesús, él no me suena. No como un asesino, no como alguien que
ha pasado información a otra persona, excepto en conversaciones generalizadas,
pero eso es un factor. Tiene conexión con los Patrick a través de En Pantalla, y
ha trabajado en la casa de los Strazza, pero no me suena. Todavía.”

“Baxter y Trueheart acaban de llegar. Olsen y Tredway están entrando.”

“Tratemos de separar una sala de conferencias.”
Algo tenía que salir a flote, pensó. Pero en este momento el gran árbol contra
el que se estaba dando de cabezazos parecía inamovible.

“Lo supuse, así que reservé la Sala B.”

“Bien. Vamos a prepararla ahora.”

Tal vez la acción de crear un nuevo tablero, arreglar las fotos, evidencia,
informes, ayudaría a sacudir el maldito árbol.
Capítulo 17

MIENTRAS EVE terminaba de instalar el tablero, Peabody salió de la sala


de conferencias. Volvió con un par de panes pita que tenían un olor dudoso,
como mucho.

“Me estoy debilitando,” confesó Peabody. “Necesito algo más que media
barrita energética. Tú también.”

Eve le echó un suspicaz vistazo al pan ofrecido. “¿De qué es?”

“Jamón vegetariano, queso americano sin lácteos, y espinaca picada. Todo lo
demás en la máquina parecía peor. Al menos esto está algo caliente.”

“¿Por qué siempre hay espinaca?” Preguntó Eve, dándole un mordisco. “Es
terrible.”

Peabody lo probó. “Sí, pero aun así, algo caliente. He perdido dos kilos y
medio.”

“Si depende de la máquina expendedora, te vas a debilitar hasta que no
quede nada de ti.”

“Eso nunca sucederá, pero he perdido dos kilos y medio, y lo he mantenido
así durante dieciocho días y subiendo.”

“¿Pensé que no te ibas a obsesionar con los números?”

“Me gusta obsesionarme con los buenos números, y con mis pantalones
flojos actuales. Eso motiva. Si no estoy motivada, me comería una pila de
brownies.” Cerró los ojos un momento. “Mmm, brownies. Entonces me
obsesiono con pesar lo suficiente como para aplastarle el huesudo trasero a
McNab cada vez que estoy encima.”

Eve plantó dos dedos sobre el tic en la esquina del ojo, y reparó en la
inocente sonrisa de Peabody. “Eso fue a propósito.”

“Sólo para romper la tensión.” Peabody dio otra mordida a su pan. “Pero
ahora realmente deseo un brownie.”

Sacudiendo la cabeza, Eve decidió que si tenía que comer una imitación
repulsiva de sándwich, bien podría coronarlo con el terrible café del AutoChef
de la sala de conferencias.

Estaba frunciendo el ceño después del primer sorbo cuando Baxter y
Trueheart entraron.

“¿Qué es ese olor?” demandó Baxter.

“Almuerzo de la expendora,” le dijo Peabody.

“Debería de haber una ley.” Se acercó al tablero, se quedó parado, con las
manos hundidas en los bolsillos, estudiándolo. “L'Page y Burroughs, ¿posibles
objetivos?”

Eve se obligó a tragar más café. “Correcto.”
“Tenemos a dos de esos.”

“Ponlos arriba.”

Trueheart se acercó para hacer eso mientras Baxter le echaba un mejor
vistazo a las fotos de la más reciente escena del crimen.

“Ahora está teniendo una verdadera fiesta. Escalando de objetivo a objetivo,
pero matar a Strazza abrió todo un nuevo mundo para él. ¿Mató primero al
hombre?”

“El forense lo ha confirmado, sí.”

“La mayor amenaza, ¿y tener a Strazza soltándose para atacarlo? Asustado y
cabreado. Pero si puede reunir el valor, la próxima vez matará primero a la
mujer.”

Eve asintió, siguiendo el razonamiento de Baxter. “Obsérvame matar a tu
esposa. No puedes detenerme, no puedes protegerla. Soy un hombre más grande
y mejor que tú.”

Trueheart se aclaró la garganta, su sustituto a levantar la mano. “¿Cortarle la
garganta al hombre? Es rápido, elimina cualquier amenaza potencial. Pero
también es pringoso. Creo que le gustó el desastre. Eso profana el dormitorio. El
espacio privado de las víctimas.”

“Y añade fuerza al escenario,” concordó Eve. “Podemos…”

Se interrumpió cuando Olsen entró con su compañero. Algo tiró de su
memoria cuando el detective, de hombros estrechos en un desgastado abrigo de
tela escocesa, de piernas larguiruchas parecidas a los delgados limpiadores de
tuberías, enfundadas en pantalones marrones, entró.

Su pelo oscuro estaba rapado, y sus cejas formaban una aguda V invertida
sobre sus ojos avellana. Llevaba sólo un aro de oro en su lóbulo izquierdo.

Entonces le sonó.

“Tredway. Ha pasado un tiempo.”

“Así es. Cuántos, ¿seis, siete años?”

“Algo así. El Detective Tredway y yo trabajamos juntos en un asesinato hace
algún tiempo,” explicó Eve.

“Cuando Feeney era tu Teniente. La víctima era uno de mis soplones, de
modo que Feeney me metió en el caso. Atrapamos al bastardo.”

“Todavía está encerrado.”

“Y ahora tú eres la Teniente.” Él cruzó hacia el tablero, sacudió la cabeza.
“Mejor tú que yo. ¿Estos son los objetivos potenciales?”

“Hasta ahora.”
“Tenemos dos parejas más que añadir a eso,” dijo Olsen.

“Ponlos arriba,” le dijo Eve, “y comencemos con la reunión.”

Hizo que Peabody les informara de la entrevista con L'Page y Burroughs.

“Ese tipo que se le acercó en el evento de la gala. ¿Alguna posibilidad de
tener un bosquejo de él?” preguntó Tredway.

“Es el siguiente paso. Dice que había poca luz, y fue hace como un año, pero
tenemos a un detective dibujante que tiene su manera de refrescar los recuerdos
y conseguir detalles.”

“¿Ese es su trabajo?” Olsen señaló al bosquejo del diablo en el tablero.

“Sí.”

“Vale la pena intentarlo.” Consideró Tredway, bebió su café como si éste no
le quemara el revestimiento del estómago. “Claro que algunos tipos, la mayoría,
en realidad, son más propensos a flirtear con mujeres despampanantes. Somos o
estúpidos u optimistas, dependiendo de cómo uno lo vea.”

“Yo soy el eterno optimista.”

Olsen soltó un resoplido ante el comentario de Baxter. “Campeón mundial.”

“Merece la pena intentarlo,” continuó Tredway. “¿Cuáles son las
probabilidades de que un estúpido al azar o un optimista se ponga a flirtear con
ella en ese evento, y que ella y el hombre con él se casa encajen en los requisitos
del objetivo más adelante?”

Él tomaba notas mientras ellos hablaban, notas de verdad en una libreta muy
usada con un corto lápiz. Aunque no lo creía, Eve hubiera jurado que era la
misma libreta y el mismo lápiz que había usado siete años antes.

“Llamé a Yancy para esto,” dijo Eve. “Hará su primera sesión con L'Page
hoy. Si este es nuestro tipo, y a pesar de que el mundo está lleno de idiotas, estoy
de acuerdo con Tredway en las probabilidades, ella es la única de quien sabemos
que ha visto la cara del sospechoso.”

“¿Tal vez esa cara?” Tredway hizo un gesto hacia la foto de identificación de
Anson Wright.

“Acabo de terminar una entrevista con él.”

Eve los informó al respecto.

“Para resumir, hay algún peso allí. Ha estado en la casa de las terceras
víctimas, tiene una segunda conexión con ellos a través del estudio de la primera
víctima masculina. Sabe cómo maquillarse. No tiene coartadas, vive solo. Tiene
la estatura correcta, y la constitución, y si L'Page tiene razón, la cara correcta.
Por otro lado, él no hizo ningún intento, en absoluto, para presentar una
coartada, y parecía no tener ni idea de la razón por la que yo preguntara. No es
estúpido, sino distraído y egocéntrico.”

“Un actor,” añadió Baxter.

“Sí. Al parecer uno bueno. De manera que quiero mantenerlo vigilado el
siguiente par de días.”

“Podemos ocuparnos de algo de eso.” Olsen miró a su compañero por
confirmación, y recibió su asentimiento.

“El muchacho y yo podemos hacer turnos con ustedes. ¿Eso le funciona,
jefa?” preguntó Baxter.

“Conseguiré la autorización. Arréglenlo. ¿Quiénes son sus elegidos allí
arriba?”

“Adelante, Detective,” le dijo Baxter a Trueheart.

Él revisó la información de la bomba sexy y la de su esposo.

“Mi ángulo sobre eso,” comenzó Eve, “es que ella no encaja.”

“Mi ángulo es que ella encajaría en cualquier parte.”

Eve le lanzó una fría mirada a Baxter. “Mantenlo en tus pantalones, sátiro.
Ella no encaja en su tipo,” continuó Eve, y expuso su teoría.

Tredway tomó sus notas, asintiendo durante su explicación. “Él está
buscando a la chica de sus sueños, y su chica soñada no disfruta lo sexy.”

“A no ser que sea para él,” concordó Olsen. “Pero la actitud de levántalos
muchachote en pantalla no encaja con la imagen.”

“Demasiada competencia,” añadió Baxter.

“Eso cuenta. Ellos deberían tomar precauciones,” añadió Eve, “pero están
bajos en la lista. ¿Quién es el próximo, Trueheart?”

“Jacie y Roderich Corbo, ambos de treinta y un años. Casados tres años, con
su residencia principal en la zona residencial del Upper East. Una casa adicional
en Oyster Bay, e intereses en una finca familiar, por el lado de ella, en Santa
Lucía.”

“Adinerados hijos de papá,” dijo Baxter. “Los dos.”

“Han utilizado a ambos proveedores,” continuó Trueheart, “y la Señora
Corbo ha utilizado dos veces a En Pantalla para grabar y emitir infocomerciales
para una línea de productos para el cuidado de la piel que uno de los negocios de
su familia representa.”
“Ella es el rostro,” explicó Baxter. “Es un rostro increíble. También declara
que recibió un par de llamadas al enlace abiertamente sugestivas poco tiempo
después de que el último infocomercial saliera en pantalla.”
“¿Tienes su enlace?”

Baxter sacudió la cabeza. “Dijo que lo perdió. El esposo confirma que ella
pierde su enlace al menos una vez al mes.”

“El infocomercial inicialmente salió al aire en noviembre, Teniente,”
continuó Trueheart. “Ella cree que las llamadas llegaron justo después. Dos de
ellas.”

“Describe abiertamente sugestivas,” dijo Eve, y Trueheart se sonrojó.

“Tomaré eso y se lo evitaré al muchacho. Un hombre, con el video
bloqueado, le dijo que iba a follarla y que lo iba a hacer bien y que ella suplicaría
por más. Declaró que la estaba vigilando. La segunda vez que llamó, ella cree
que tal vez fue una semana después de la primera vez, más de lo mismo, pero él
añadió que ella le gustaba más en verde, en cómo esa falda apretada le abrazaba
el trasero. Pero a él le iba a gustar ella desnuda, atada, y suplicando por más.”

“¿Ella reportó algo de esto?”

“No, señor.” Trueheart volvió a aclararse la garganta. “Dijo que sólo lo
considero una molestia en el momento. Ni siquiera se lo contó a su esposo, no
nos lo dijo a nosotros hasta que empezó a ponerse nerviosa durante la
entrevista.”

“¿Cuándo el sospechoso la habría podido ver de verde? ¿Podía precisarlo?”

“Revisó sus archivos del armario, nos dio dos fechas. La primera fue en una
cena familiar por Acción de Gracias, la cual incluyó a algunos amigos cercanos,
la segunda fue en una fiesta de aniversario llevada a cabo en la mansión Corbo, y
fue servida por Jacko's. Verificamos eso ya que ella no está cien por ciento
segura. El primer evento tenía cerca de setenta y cinco personas, el segundo más
de doscientas cincuenta.”

“Vamos a necesitar la lista de invitados.”

“Estamos trabajando en ello. Estamos esperando en poco tiempo la del
primer evento,” dijo Baxter. “El problema con el segundo es que la secretaria
social de los Corbo actualmente está de vacaciones. A una especie de campo de
meditación, sin comunicaciones. Y al parecer nadie más parece saber dónde
encontrar la lista de invitados.”

“Por todos los cielos.”

“Estamos presionando.” Baxter se encogió de hombros. “Los ricos de verdad
son diferentes. La secretaria social tiene una asistente, y si eso no es lo bastante
excesivo, la asistente tiene un asistente. A ninguno de ellos se les permite
acceder a los archivos de la secretaria. Incluso si pudieran, la mujer es tan
paranoica que se los llevó consigo. Ella trabaja en un portátil. Estamos
investigando en dónde está porque nadie parecer saberlo. Estamos en ello.”

“Sigan con eso. Ustedes dos,” le dijo ella a Olsen.

“Gregor y Camilla Jane Lester. Cuarenta y ocho, y veintinueve años
respectivamente. Casados desde hace dos años. Es el segundo matrimonio para
él,” añadió Olsen. Gregor es jefe de emergencias en, redoble de tambor, Saint
Andrew's. Conocía bien a Anthony Strazza. Escogió sus palabras con mucho
cuidado, pero claramente, no le simpatizaba. Conoció a Daphne, brevemente y
de manera casual en unos pocos eventos, tales como la gala. Han utilizado a
Jacko's. Camilla Jane adora entretener,” añadió Olsen girando los ojos. “Pero le
gusta variar, sorprender a sus invitados, y Jacko's es tan, tú sabes, convencional.”

“Rubia cabeza hueca.” Tredway hizo un círculo en el aire con un dedo, y
luego indicó con este a su compañera. “Sus palabras.”

“Bueno, Jesús, si hicieras una búsqueda de las palabras, aparecería la imagen
de Camilla Jane Lester. Es preciosa, increíblemente tonta, y su esposo la adora.
La consiente. Se nota.”

“¿El tipo tiene la cara de hámster, y termina con alguien que se ve como ella?
¿Por qué no lo haría? Es un hecho interesante,” continuó Tredway. “Camilla Jane
antes de su boda, se ganaba la vida actuando. Pequeños papeles, en teatro y en
pantalla. Muy poco. Y suplementaba sus ganancias como, lo llamaremos
educadamente, bailarina.”

“¿Era estriper?”

“Ah, es la misma cosa. Tuvo algún trabajo como extra en un par de series, de
las diurnas, interpretó una vez a una chica muerta, y etc.”

“¿Conexión con En Pantalla?”

“Audicionó para un par de producciones allí, no consiguió los papeles. Hizo
un piloto para ellos, pero no lo escogieron.”

“Conecta,” declaró Eve. “Montones de conexiones.”

“No ha trabajado desde la boda, su elección según ella.” Olsen se encogió de
hombros. “Conoció a Lester cuando estaba suplementando sus ganancias como
parte del espectáculo en Noche de Cabaret, una recaudación de fondos.”

“¿¿Por qué están ellos allí arriba?” Tredway alzó la barbilla hacia el tablero.
“Ella jura que alguien estuvo en su casa el mes pasado, y revisó su ropa interior.
Se llevó un conjunto. Y como nada más faltaba lo dejaron pasar. Pero cuando
ella estaba de compras hace unos días, por más ropa interior, dice que recibió un
texto diciéndole que comprara más de colores púrpura. Que era un buen color
para ella.”

“¿Su enlace?”

Olsen abanicó las pestañas. “Bueno, se enfadó tanto, estaba tan enfadada,
que lo arrojó al reciclador y compró otro. Cabeza hueca. Conseguimos el nombre
de la boutique, fuimos allí. La seguridad cambia cada veinticuatro horas, y nadie
podía recordar a un hombre deambulando por la tienda.”
“¿Tu número dos?”
“Anna-Teresa y Ren Macari, veintiocho y treinta años. Casados durante
dieciocho meses. Más hijos de papá, y estos dos no fingen trabajar en nada.”

“Bueno, Olsen, él tiene su magia,” le recordó Tredway.

“Cierto. Él es mago. Esa es su pasión. Papá le compró un club de magia, en
donde puede actuar. Una rápida verificación de ese club muestra que lo está
llevando a la quiebra interpretando a Houdini, en realidad no hace nada más allí.
Ninguno ha utilizado a los proveedores, pero la madre de ella ha utilizado a
Jacko's en eventos, y los dos Macari han comido allí. El padre de él es un
donador importante en, expectación, Saintn Andrew's, y ayudó a sufragar los
costos de una recaudación de fondos. Un baile de máscaras en Mayo pasado. En
ese evento, Anna-Teresa fue acosada, sus palabras, por un hombre vestido como
el Fantasma de la Opera.”

“Espera,” interrumpió Eve. “¿Cómo es que alguien se viste como un
fantasma? ¿No son invisibles? ¿No es una idea estúpida?”

“Es un personaje, señor,” explicó Trueheart. “Un actor que se quemó y se
desfiguró en un fuego en el teatro, y se volvió loco. Está obsesionado con una
joven actriz, y asesina a las personas a las que culpa por su accidente.”

“Principalmente,” estuvo de acuerdo Olsen. “Él llevaba, de acuerdo con la
testigo, una capa negra, una máscara blanca que escondía la mitad de su rostro, y
lo que ella cree que podía haber sido una peluca, larga, negra, rizada.”

“¿En dónde sucedió eso?”

“Ella había salido al exterior.” Tredway siguió con el informe. “Para tomar
algo de aire, declaró, ya que dentro estaba atestado y sofocante. Hay un área de
jardín, y eventualmente confesó que se había escabullido y encontrado una
esquina oscura porque quería fumarse un herbal. De modo que el Fantasma se
acerca, le dice que tienen que bailar, la agarra. Al principio piensa que está
borracho y que es repulsivo, y comienza a querer zafarse. Pero él la sostiene con
fuerza, le agarra el trasero con una mano, y él tiene una erección. Ahora ella
forcejea, y él se ríe. Le dice que va a ser lo mejor que nunca ha tenido. Como
está preparándose para gritar, él la empuja al suelo, arremolina su capa y
escapa.”

“Ella entró enseguida, le contó a su esposo, e informaron a seguridad. No lo
encontraron.” Olsen lanzó una mirada al tablero. “Lo mejor que nunca has
tenido. Esa es la frase mágica.”

“Va a haber más,” dijo Eve. “Habrá asediado a más, acosado a más. Hacer
eso lo ayudaba a llenar el lapso entre allanamientos y violaciones. ¿La lista de
invitados para la fiesta?”

“No era con invitación. Uno compraba las entradas. Un evento de categoría
muy popular. Más de mil doscientas entradas vendidas. Uno podía comprar una
mesa,” añadió Olsen. “Pagar diez de los grandes por una mesa, y traer
invitados.”

“La gente no paga en efectivo para ese tipo de cosas, de modo que habrá
registros impresos. Peabody.”
Peabody añadió la tarea a su portátil. “Empezaré a seguir el rastro.”

“Y veamos si Wright puede verificar su paradero en la noche que Macari fue
acosada. Haz que los del DDE vayan a la tienda de ropa interior, que investiguen
en la seguridad. Si es necesario, haz que consigan una orden, que la confisquen y
la traigan aquí para trabajar en ella. Las cuatro parejas añadidas deben ser
aconsejadas para que añadan su propia seguridad.”

Miró alrededor de la mesa de conferencias. “¿Ideas, quejas, observaciones,
comentarios?”

Trueheart empezó a levantar la mano, pero se detuvo a tiempo. “Creo que él
ha estado dentro de muchas otras casas, Teniente. Que se ha llevado otros
artículos personales que los propietarios no han notado. O si lo hicieron, lo
atribuyeron a su propio descuido. Lo perdieron, lo dejaron en alguna parte, ese
tipo de cosas.”

“Estoy de acuerdo. Artículos pequeños, íntimos, pertenecientes a la mujer lo
más probable. No objetos de valor, eso sería reportado. Él puede fantasear,
imaginar, tramar y planear.”

“Tiene que saber cuándo entrar. Tiene que vigilarlos,” añadió Olsen.

“Alguien con muchísimo tiempo libre,” estuvo de acuerdo Eve. “O tiene
dinero suficiente como para no tener que trabajar diariamente, o no trabajar en
absoluto, o tiene un trabajo que le permite salir de la oficina o del negocio en
donde trabaja. O un trabajo o posición que le da acceso a sus horarios.”

“Se retransmite mucho de eso.” Tredway sacudió la cabeza, como hastiado.
“A través de los canales de la sociedad, y en sus propias comunicaciones
sociales. Prácticamente invitan a que los allanen, si me lo preguntan.”

“No lo discutiría,” dijo Baxter, “pero incluso así no es probable que las
cabezas huecas comuniquen que van a ir a comprar bragas. Es una combinación
de vigilarlas virtualmente y de otra manera, diría yo.”

“Esto empezó en serio en Abril del año pasado en la Celebración de la Gala
de Arte.” Eve se levantó, se acercó al tablero. “Puede que haya acosado a
mujeres antes, y probablemente lo hizo. Puede haber entrado en sus casas y
tomado su ropa interior para olerla. Pero lo que tenemos apunta a esa noche.
Todas las víctimas en este tablero asistieron a esa gala. Igual que él.”

Cerró un momento los ojos, lo dejó dar vueltas en su mente, y se volvió.

“Mira lo perfila entre treinta y cincuenta años. Yo creo que cuarenta es la
edad tope. Es más joven, pero lo bastante mayor para tener control y paciencia.
No tanta paciencia como pensamos previamente, ya que ha utilizado otras rutas
para satisfacer sus necesidades. Entre treinta y cuarenta, lo más probable es que
sea de raza blanca. Alrededor del metro setenta y dos. Constitución promedio.
Es, o uno de este grupo social, o sabe cómo mezclarse con ellos.”
Apuntó hacia la foto de Anson Wright.
“Eso no deja fuera al barman. Un actor sabe cómo meterse en un papel, y eso
es prácticamente lo que me dijo en Interrogatorios. De hecho, hizo un punto al
respecto. Él no estará casado, no tendrá una pareja o una relación seria.
Acumula. Tiene que tener un lugar donde pueda guardar todo el botín que toma
de sus ataques, ya que no hay evidencia de que se deshaga del mismo.”

Anduvo de un extremo al otro del tablero. “Toma sustitutos. Sólo parejas
casadas, mujeres excepcionalmente hermosas. La meta principal es la violación.
Y esto es sobre sexo así como de poder y de causar miedo. Sexo violento, del
tipo que alivia, temporalmente, su frustración por no tener al objeto verdadero de
su deseo. Por no ser capaz de castigarla y humillarla por rechazarlo. Hacerle lo
mismo al hombre por tener lo que él no puede.

“Las llamadas al enlace, los textos, los… flirteos, incluso los allanamientos
para robar ropa interior, todo eso es un juego previo para él. Le añade excitación,
anticipación. Pero desde que asesinó a Strazza, todo cambió, se abrió, se
expandió. No necesita ese tipo de juego previo ahora, un manoseo en la
oscuridad, una voz en un enlace. Necesita la matanza, el orgasmo. Ahora cuando
escoge su disfraz, se maquilla, entra para preparar el escenario, sabe que sus
actuaciones sólo fueron, ¿cómo lo llaman?, ensayos de vestuario. Estos son los
verdaderos espectáculos. Y simplemente no puede esperar para estar sobre el
escenario otra vez.”

“No va a esperar mucho,” estuvo de acuerdo Tredway. “Tal vez un par de
días.”

“Entonces será mejor que lo encontremos primero. Todos vamos a repasar la
lista de invitados, la lista del personal y del personal de apoyo para la gala.
Vamos a seleccionar a cada hombre entre los treinta y cuarenta, de raza blanca,
pero había mala iluminación, de modo que necesitamos considerar a los de raza
mixta. Tenemos su constitución aproximada. Hombres solteros, sin parejas. Él va
a vivir solo. Y cuando tengamos a esos, vamos a echar un vistazo a su madre, su
madrastra, o a una hermana mayor tal vez. Ella va a ser excepcionalmente
hermosa.”

“¿Teniente?”

Asintió hacia Trueheart.

“Podría haber sido una maestra, la persona por la que está obsesionado. Sólo
quiero decir que yo, ah, tuve un fuerte enamoramiento por mi profesora de
Literatura Inglesa en secundaria.”

“Bribón,” dijo Baxter riéndose.

“Lo superé, pero por unas cuantas semanas, fue bastante intenso en mi
mente. O puede haber sido una amiga de su mamá, una vecina, o…”

“Cielos, tienes razón. Alguien que veía regularmente, con quien tenía una
conexión, con quien estaba relacionado. Lo suficiente para clavarse en su mente
retorcida. Ella será casada, y de clase media alta por lo menos. Comencemos con
las madres. Seguiremos la lista de las otras posibles. Busquen cualquier tipo de
denuncia, incluso contra menores de edad. Investiguen, tal vez sus padres lo
enviaron a terapia o a rehabilitación. Trabajen los niveles. Peabody, haz el
reparto de manera que no nos pisemos los pies unos a otros. Podría ser un poco
más alto o un poco más bajo,” consideró. “Que sea metro setenta o metro setenta
y siete. No dejemos que se nos escurra porque lo restringimos demasiado.”

Le echó un vistazo a su unidad de pulsera. “Quiero hacerle otra visita a
Daphne Strazza. Envía mi lista a mi oficina en casa, Peabody. Si cualquiera les
da la más mínima impresión, contacten conmigo. Cualquier pregunta, cualquier
nueva ruta que quieran intentar, igual. Ese será el plan para las próximas
veinticuatro horas.”

Salió de la sala, caminando con rapidez hacia la división de Homicidios.
Cogería su abrigo, iría al hospital, tal vez lograría sacarle algo más a Daphne, y
luego se dirigiría a casa, para ir directamente a trabajar.

Debería chequear y ver si Roarke…

Su mente se desvió cuando vio a Rosa Patrick y Kyle Knightly salir del
elevador.

“Señora Patrick, Señor Knightly.”

“Oh, ¡gracias a Dios! Usted está aquí.” Rosa prácticamente se arrojó contra
Eve. “Él me envió un texto, con una imagen de… Oh Dios.”

“Aguanta, Rosie.” Kyle envolvió un brazo alrededor de su cintura mientras
miraba a Eve. “¿Hay algún lugar donde podamos sentarnos? Ella realmente
necesita sentarse.”

“Vengan por aquí.” Consideró la cafetería, pero Interrogatorios A no estaba
ocupado, y estaba más cerca. Más privado.

Los hizo entrar. “Tomen asiento. Díganme que sucedió.”

“Mi enlace. Contesté mi enlace, y… vea.” Lo sacó de su bolso, y se lo acercó
a Eve.

“Mire.” Kyle lo tomó, presionando con suavidad el pulgar de Rosa en la
tecla de seguridad. “Yo lo mostraré, ¿de acuerdo?”

“Sí. Lo siento.”

Él buscó un texto y le entregó el enlace a Eve.

Una imagen de Rosa, atada, desnuda, inconsciente sobre sábanas enredadas,
apareció en la pantalla. Sobre ésta, el texto decía:

¿Eso no fue divertido? Lo mejor que nunca tuviste. ¡Hagámoslo de
nuevo!

Eve leyó la hora en que fue enviado: hacía treinta y cinco minutos.

“Puede rastrearlo.” Rosa juntó sus manos con fuerza, con los nudillos
blancos mientras las presionaba entre sus senos. “Usted puede hacer eso. ¿Puede
hacerlo? Por favor. Puede encontrarlo.”
“Denme un segundo.” Eve se levantó alejándose de la mesa, llamó a NcNab.
“McNab, mago electrónico.”

“Interrogatorios A. Ahora.”

“Voy para allá.”

Eve regresó, se sentó frente a Rosa. “¿Es la primera vez que ha recibido una
comunicación como esta?”

“Sí.”

“Recuerde. Antes del asalto, ¿recibió usted algún tipo de comunicación que
fuera sugestiva, evidente, amenazante?”

“No. Lo juro. ¿Por qué haría él esto ahora? ¿Por qué? Han pasado meses.”

“Porque es un estúpido, es por eso.” Kyle le apretó el hombro. “Ellos
rastrearán ese texto, Rosa.”

“La imagen. Él grabó… es como si estuviera volviendo a suceder.”

“Señora Patrick, ¿dónde está su esposo?”

“Está en camino. Estaba en la parte alta de la ciudad, en reuniones, pero está
viniendo.”

“¿En dónde estaba usted cuando recibió este texto?”

“Estábamos… en el West Village.”

“Estaremos haciendo una filmación en esa localización la próxima semana,”
explicó Kyle. “Yo quería echarle otro vistazo, caminar por las calles que estamos
usando. Le pedí a Rosa que me acompañara, para que me diera su perspectiva.”

“Él quería darme algo para hacer. Me está siendo muy difícil salir, sola.
Quedarme en casa, sola.”

“Estás mejorando.”

Rosa le dirigió una sonrisa a Kyle. “Lo estaba. Mejoraré. Pero… Kyle me
convenció de ir al centro con él y la asistente del director. Estaba disfrutándolo.
Hizo que dejara de pensar en todo, y entonces sucedió esto.”

“Usted, Señor Knightly, y…”

“Karyn Peeks,” proporcionó Kyle. “La asistente del director en la filmación.
Estábamos parados en… Dios, creo que era Charles.” Él se frotó la frente. “Mi
mente está un poco revuelta. Karyn y yo estábamos discutiendo algunos ángulos,
y Rosa contestó su enlace. Se puso pálida, absolutamente blanca. Casi dejó caer
el enlace. Yo lo cogí, y vi…”
“Quería correr, ni siquiera sé a dónde, simplemente correr. Kyle dijo que
necesitábamos traérselo a usted, enseguida. Traérselo a usted, y que usted
rastrearía la transmisión.”
“Eso era justo lo que tenían que hacer.”

McNab tocó enérgicamente aunque ya abría la puerta.

“Es el Detective McNab, del DDE. Necesito su permiso para darle el
enlace.”

“Sí, sí. No me importa si no lo vuelvo a ver nunca más.”

“Denme un segundo.” Eve salió de la sala con McNab. “Texto recibido con
imagen, le llegó hace como treinta y cinco minutos. Consígueme todo lo que
puedas, tan rápido como puedas.”

“Hecho. Puedo hacer esto en tu oficina si te parece bien. Ahorra tiempo.”

“Ahorra tiempo.”

Regresó a la sala. “Él es uno de los mejores,” les dijo, “Quiero
tranquilizarlos. Acabo de venir de una sesión informativa con un equipo de
detectives que están trabajando en la investigación. Esta es mi mayor prioridad,
y la de ellos.”

“¿Tiene usted alguna pista?” Kyle levantó las manos. “Todo el mundo
pregunta eso, pero hay una razón para que lo hagan.”

“Y hay una razón por la que sólo puedo decirles que esta investigación está
abierta y activa, y que estamos persiguiendo todas las pistas. Y lo hacemos,”
dijo, mirando a Rosa.

“Lori y yo fuimos a ver a Daphne anoche.”

“Eso es bueno.”

“Fue difícil, para todas nosotras, pero creo que es bueno. Lori y yo sabemos
lo que ella está sintiendo en este momento, y esperamos haberle mostrado que no
está sola, y que las cosas mejorarán. Fue mejor, y ahora…”

“Esto no va a cambiar eso o a usted. Usted no va a dejar que él la viole otra
vez.”

“Si hubiese estado sola cuando…”

“No lo estabas.” Kyle le tomó la mano. “No lo estás.”

“Yo sólo… Neville. Desearía que él llegara aquí.”

Dándole un apretón a su mano, Kyle asintió. “¿Qué tal si voy fuera, te
consigo un café, lo llamo y le hago saber que estamos hablando con la Teniente
Dallas, y que me diga en cuánto tiempo estará llegando?”

“¿Lo harías? Simplemente me sentiría mejor.”
“Seguro.”
“Omita el café,” le aconsejó Eve. “más malo no puede ser. El té es una mejor
apuesta.”
“Gracias por el consejo. Regreso enseguida.”

“Rosa,” empezó Eve cuando estuvieron solas. “Sé que ha pasado por esto
innumerables veces. Sé que se está sintiendo vulnerable en este momento. Le
voy a pedir que piense con mucho cuidado. Antes del asalto, y después, pero
particularmente antes, hubo algún incidente, aunque fuera menor, en que alguien
se le aproximara, la tocara, o… ya sabe lo que estoy diciendo. ¿Flirteó con
usted?”

“No.”

“Rosa, es una mujer hermosa. Es difícil creer que no haya tenido a alguien
flirteando con usted.”

“No de una forma desagradable. ¿Un flirteo, un intento? Quiero decir que
¿estás en un bar o un club esperando a tus amigos y un hombre te ofrece invitarte
un trago? Seguro. Dices, no gracias, y él puede tratar de conversar contigo
durante un minuto. Puedes juzgar si es algo inofensivo o si se va a poner
agresivo, y lo manejas de acuerdo al caso.”

“Y nunca ha habido una de esas veces en que alguien se haya aproximado a
usted de esa forma, la haya asustado, que la haya hecho sentir amenazada.”

“Francamente, no. Molesta, sí. Pero desde que he estado con Neville, no ha
habido mucho de eso. Casi pienso… bueno, uno de mis amigos dijo que es como
si yo tuviera este aura de No Molestar a mí alrededor. Lo supe la primera vez
que lo vi. Yo estaba con alguien más, pero mi corazón simplemente… Saltó.” Se
rio. “Y cuando me las ingenié para acercarme a él, para empezar una
conversación, estaba hundida. Lo supe, me sentí tan culpable porque el hombre
con el que estaba era un hombre muy, muy agradable.”

“¿Él estaba enfadado?”

“¿Quién? ¿Justin? Oh, no. Para empezar, él no lo sabía. Francamente, pensé
en Neville como una adorable fantasía. Su apariencia, el acento, los modales, la
química. Estaba segura de que sólo era eso cuando volvimos a encontrarnos. Yo
estaba libre, pero él estaba con alguien más. Perdí esa oportunidad, eso es lo que
pensé. Entonces, a la tercera va la vencida. Nos volvimos a encontrar y ambos
estábamos sin pareja, y resultó que él también había sentido ese salto. Y eso ha
sido todo. El aura de No Molestar apareció.”

“¿Alguna vez ha tenido la sensación de que alguien ha estado en su casa
cuando ustedes no estaban? ¿Notó que algo faltaba?”

“No en realidad.”

“Ropa interior,” dijo Eve y vio la sorpresa en el rostro de Rosa.

“Yo… es raro que usted lo diga. Compré toda mi lencería antes de la boda,
no la usé para nada. Neville y yo vivíamos juntos en la casa desde la primavera,
y yo quería todo nuevo cuando nos casáramos. De manera que la guardé, pero no
la usé. Cuando regresamos de la luna de miel hubiera jurado que un par de
conjuntos faltaban. Llevé algunos a la luna de miel, pero estaba tan segura de
haber comprado y guardado esos dos.”

“No estaban donde los habías puesto.”

“No estaban por ningún lado. Simplemente lo atribuí a todo el caos de la
boda.” Se detuvo, frotó una mano sobre su corazón. “¿Él ha estado en casa?”

“Es algo que estamos investigando.”

“Parece como si esto nunca fuera a terminar,” murmuró Rosa.

McNab abrió la puerta, dejó pasar a Kyle por delante.

“¿Teniente?”

“Denme un minuto.” Salió con McNab.

“Enlace no registrado.”

“Lo imaginé.”

“Pero he conseguido una ubicación. En donde se originó el texto, y en donde
el enlace, todavía activo, está ahora. A media manzana del edificio de los
Patrick. Chequeé el archivo.”

“Trae tu equipo, estás conmigo. Garaje, cinco minutos, así que mueve el
trasero.”

“Nunca está quieto.”

La simple verdad, pensó mientras él salía disparado en sus botas de aire
escocesas y ella regresaba a Interrogatorios A.

“Como lo sospeché, el texto vino de un enlace sin registro.”

“¿Qué significa eso?” demandó Rosa.

“No pueden identificarlo, Rosa,” explicó Kyle. “No está registrado.”

“Oh, pero…”

“Pero sí tenemos una ubicación. Voy para allí en este instante. Puedo
llevarlos abajo a nuestra cafetería para que esperen al Señor Patrick.”

Kyle verificó la hora en su unidad de pulsera. “Maldita sea. Él todavía está a
diez minutos de aquí. No espere. Adelante. Yo lo llamaré y nos encontraremos
con él abajo. Él casi está aquí, Rosa. Iremos a encontrarnos con él.”
“Sí.” Rosa se puso de pie. “Apúrese,” le dijo a Eve.

Eve se apresuró a su oficina, apenas bajando la velocidad cuando Peabody
saltó de su escritorio en la división. “McNab dijo…”

“Trabaja la lista. McNab es suficiente para esto. Si conseguimos algo lo
sabrás.”

Eve cogió su abrigo, salió disparada hacia el garaje. McNab llegó medio
minuto detrás de ella.

Eve simplemente salió como una bala de su espacio, puso las luces y activó
las sirenas, y salió a toda velocidad del garaje.

“¡Arre!” fue la reacción de McNab, pero tensó más el cinturón de seguridad.
“No quiero bajarte la moral, Dallas, pero él no va a estar allí.”

“Lo sé.”

“Entonces está bien. Este idiota se mueve. De modo que este cabrón por un
lado intensifica los ataques asesinando, y por el otro lado se limita a burlarse.”

“¿Por qué limitarse?” le preguntó Eve mientras daba un volantazo alrededor
de un sedán cuyo conductor obviamente decidió que las sirenas no significaban
nada para él.”

“Es poco tiempo, ¿correcto? Claro que esto mantiene a un objetivo anterior
en ascuas, o hace que vuelva a sentirse acorralado, pero él ahora está tras algo
más.”

“Pregúntate, ¿por qué este objetivo? ¿Por qué esta mujer? La primera.”

Él se hizo la pregunta mientras ella alcanzaba un tramo despejado en la
Décima, y la ciudad pasó como un borrón. “Ella todavía es importante. Ella,
especialmente, significa algo para él.”

“Él no incluyó al esposo en el texto, no fue una cuestión de pareja. No
amenaza con violencia. Se burló de ella, sí, pero es Hagámoslo otra vez. La parte
enfermiza de él que retuerce esto convirtiéndolo en sexo real quiere hacerlo de
nuevo. Con ella. Esa es mi conclusión hasta que, o a menos que el resto de las
víctimas reciban lo mismo.”

McNab lo reflexionó. Asintió. “Es por eso que tú eres la Teniente.”

“De puta madre. ¿Todavía en esa ubicación?”

“No se ha desplazado. Lo tengo bloqueado.” Él estudió la lectura en su
portátil.

La guio hasta que estuvieron más cerca, entonces maldijo.

“Mierda, joder, maldita sea, se apagó.”

“¿Se desactivó?”

“Se apagó,” repitió él. “Desapareció. Tengo el bloqueo en la ubicación, pero
el enlace está apagado. Lo dejó aquí, a media manzana. Mierda. Tres metros, al
lado sur. Para. Estamos justo encima.”
Estacionó en doble fila. Y lo vio en el momento en que salió del todo-terreno
hacia la explosión de furiosos bocinazos.

“Reciclador.” Señaló, trotando hacia éste. “Todavía está zumbando, maldita
sea.”

“El programa de destrucción está corriendo.” Frustrado, McNab pateó el
cubo. “Empezó hace cinco minutos. No sólo se apagó, Dallas. Está
completamente destruido.”
Capítulo 18

ESPERÓ con McNab, hicieron el papeleo apropiado y se quedaron


mientras el empleado de la ciudad desbloqueaba y abría el contenedor.

Y miraron dentro del contenedor abierto el horroroso desastre compactado.

“Bueno.” McNab tiró de su gorro con orejeras púrpura y verde. “Me gustan
los retos.”

“Aquí tienes uno. Llévatelo, haz lo que sabes hacer.”

Consideró la logística de que él cargara con una gran bolsa de desperdicios
compactados y basura en el subterráneo, metió la mano en su bolsillo. “Llévalo
en un taxi.” Metió el dinero dentro de uno de sus varios bolsillos ya que sus
manos en ese momento estaban ocupadas trabajando con el empleado de la
ciudad para transferir el contenido del reciclador a una gran bolsa verde.

“Gracias.”

“¿Cuáles son las probabilidades?” le preguntó.

“Lo más seguro es que ninguna, pero uno nunca sabe. Tal vez está alojado en
un pequeño compartimento, y sólo se comprime en lugar de destruirse.”

“Buena suerte con eso.” Echó a andar hacia su coche.

“De haber llegado diez minutos antes, podría haber bloqueado al idiota, y lo
tendríamos completo.”

Ella asintió mientras subía al coche porque eso le había dado la impresión de
ser un punto bastante interesante.

Dirigiéndose al hospital, usó su unidad de pulsera para enviarle un rápido
texto a Roarke:

Me retrasaré un poco. Me dirijo al hospital a chequear a Daphne
Strazza. Voy a casa después. Tengo una larga noche por delante, lo siento.

Incluso mientras se preguntaba si el tiempo que se tomaría aquí estaría mejor
empleado en otro lugar, anduvo por la ya familiar ruta hacia el cuarto de Daphne.
La encontró, en un pijama blanco y bata, y cabello arreglado, de pie con Del
Nobel.

“Teniente. Jacko's sigue enviando comida. Estoy tratando de convencer al
Doctor Nobel de que se lleve una porción del pollo a la Alfredo que llegó hoy.
Es maravilloso.”

“Se te ve bien. Más fuerte.”

“La enfermera, Rhoda, me convenció de… bueno, de arreglarme un poco. Y
sí, me siento mejor. Dijeron que puedo irme mañana, pero…” Apretó los labios,
miró suplicante a Del.
“Puedo alargarlo otro día, pero sería bueno que salieras de aquí.”

“Simplemente no sé adónde… el abogado de mi esposo vino a verme. Fue
muy, muy amable. Me dio una tarjeta de débito, para gastos hasta… hasta que
todo esté establecido. Simplemente no puedo regresar a esa casa. Simplemente
no puedo regresar allí.”

Como si las piernas se le hubiesen doblado, se sentó.

“Puedo vender la casa cuando el Señor Wythe diga que lo puedo hacer, pero
no puedo regresar.”

“¿Recuerdas alguna cosa más?”

Daphne sacudió la cabeza, pero se retorció los dedos, y desvió la mirada.

“¿Recuerdas haber salido caminando de la casa?”

Los dedos se soltaron. Daphne miró a Eve. “No. No recuerdo. Ni siquiera
como un sueño. La Doctora Mira dijo que vendría aquí mañana. Si no estoy
aquí…”

“Ella ira adonde sea que estés,” le dijo Eve. “El Señor Wythe me dijo que se
te permite ir a un hotel, y lo que sea que necesites. Puedo conseguirte una
habitación en el Palace. Puedo asegurarme de que estés a salvo allí.”

“Pero… ¿tu irás allí?” le preguntó a Del. “Si tengo que ir, ¿irás allí y
hablarás conmigo?”

“Puedo hacer eso.”

“No estoy segura. Simplemente no sé qué… ¿Qué debería de hacer?”

Antes de que él pudiese contestar, Eve captó el sonido de voces altas fuera de
la puerta. Se acercó, y la abrió para ver al oficial en servicio bloqueando a una
furiosa mujer con un largo abrigo rojo y un enorme bolso colgado sobre el
hombro.

“Usted no va a impedir que vea a mi hermana. Nadie va a…”

“Oficial. Ella está autorizada.”

Tish pasó al lado del oficial, y rozando a Eve, entonces se paró en seco, dejó
caer el bolso al suelo con un golpe.

“Daphne.”

Daphne se puso de pie, inmóvil. “Tish.”

“Daph.” Tish voló a través de la habitación, y arrojó sus brazos alrededor de
la pálida y rígida Daphne. “Oh, Daph, Daph, Daph.”

“Cómo es que tu… por qué estás…”
“¿Por qué?” Tish se separó una pulgada. “No seas idiota. Daph,” dijo más
suavemente, acunando el rostro de su hermana en sus manos. “Todo va a estar
bien ahora.” Cuando Daphne sólo sacudió la cabeza, Tish la agarró con más
fuerza. “Sí, así es. Te lo juro, así es. Mamá y Papá estarán aquí mañana. No
pudieron coger un vuelo más pronto debido a la nevada, pero…”

“¡No!” Daphne forcejeó para liberarse y parecía, a los ojos de Eve,
absolutamente aterrorizada. “No deberían venir. No deberías estar aquí.”

“¿Por qué diablos no?”

“Él lo dijo. Necesitas marcharte. Necesitas marcharte ahora. Él se pondrá tan
enfadado. Estará furioso si sabe que estás aquí.”

“Él está muerto,” dijo Tish llanamente, posando las manos nuevamente en el
rostro de Daphne cuando Daphne se sobresaltó. “Está muerto, Daphne, de modo
que eso ha terminado. Ha terminado, y tú no me vas alejar. No vas a alejarnos
otra vez, Daphne, somos tu familia.”

Los ojos de Daphne se anegaron en llanto, y las lágrimas se desbordaron. Y
rompió a llorar, sollozando mientras se aferraba a Tish.

“Todo va a estar bien,” murmuró Tish. “Te lo prometo. Estoy aquí ahora.
Estoy aquí.”

“Démosles un minuto,” sugirió Nobel, haciendo un ademán hacia la puerta.

Cuando Eve salió con él, soltó un largo suspiro. “Eso es algo muy bueno.
Esas son las primeras lágrimas que ha derramado que no fueran por miedo o
dolor. ¿Usted se contactó con la hermana?”

“Sí.”

“Yo no podía. Si la paciente dice que no, no puedo. Estoy condenadamente
contento de que usted lo hiciera. Empezará a sanar en su interior ahora. Esto
tomará tiempo, pero empezará.”

“Ella lo busca a usted para que le diga qué hacer.”

“Lo sé, y no lo voy a hacer. Creo que ha tenido bastante de que le digan lo
que debe de hacer, qué usar, qué decir.”

Se encogió de hombros. “Ella me habla. Es cuidadosa, y más que eso, le han
lavado completamente el cerebro. Pero, bueno, yo soy un profesional.”

“Al igual que yo, y ella ha recordado más. Acaba de mentir.”

“Tal vez. Si lo hizo, es por miedo. Continúa teniendo pesadillas, recuerdos
recurrentes, incluso algunas alucinaciones leves en donde dice que los demonios
estaban en el cuarto.”
“¿En plural?”

“Algunas veces. Después de los episodios, está avergonzada, pidiendo
disculpas. Todavía está muy frágil, Teniente. Sus emociones son un delgado
pedazo de cristal que ya está rajado. Con demasiada presión, se harán pedazos.
Recomponerlas va a llevar muchísimo más tiempo.”

“No creo estar poniendo excesiva presión en ella.”

“No lo hace, y créame que pensé que tendría que poner la cara de doctor
severo con usted. Pero usted es buena con ella, de manera que está respondiendo.
Si mintió, es porque no está lista. Puede que esté proyectando, pero no creo que
las mentiras sean su retroceso o su recurso.” Lanzó una mirada hacia la puerta.
“Tener a su familia aquí va a ayudarla a sanar y, francamente, eso le quita una
carga a mi mente. Podría haber alargado su estancia aquí otro día, tal vez dos
utilizando la presión de que es la viuda de Strazza, pero está lista para
marcharse, físicamente.”

“Necesito entrar allí. Tengo que volver al trabajo, y necesito saber en dónde
va a estar ella cuando se marche de aquí.”

“Sí. Quiero ver si ella está de acuerdo en que haga los arreglos para poner
una cama aquí para su hermana. Esperando que se quede con ella esta noche.”

Eve entró para ver a las dos mujeres acurrucadas juntas en la cama, con Tish,
todavía con el abrigo y las botas, acariciando el cabello de Daphne y
calmándola.

Ella alzó un dedo de la mano acariciadora para que Eve no se acercara.

“Voy a hacer algunos arreglos, y que Mamá y Papá sepan que estoy aquí.”

“No te vayas.”

“No lo voy a hacer. Vamos a tener una fiesta de pijamas esta noche.
¿Recuerdas cómo hacíamos eso? Sólo me voy a ocupar de un par de cosas, justo
afuera de la habitación, y luego me voy a poner mi pijama de fiesta y vamos a
pedir helados para ver una maratón de videos. Primero la pizza, ¿verdad? Pizza,
luego helado, luego el dolor de barriga. No empieces sin mí.”

“Lo siento, Tish. Lo siento tanto.”

“Cierra el pico.”

Tish se levantó de la cama, y echó a andar hacia la puerta. Hizo un gesto con
un movimiento de cabeza y salió.

“Estoy tan cabreada que puede que no sea muy coherente, pero…” Las
lágrimas cayeron de sus ojos, de modo que presionó el filo de sus manos contra
ellas. “No, no, no, no voy a ir allí. No pude conseguir un vuelo debido a la
maldita nevada, entonces finalmente conseguí uno cuando los centros de
transporte abrieron. Debería haber estado aquí.”

“Usted está aquí ahora,” dijo Eve, y Tish dejó caer las manos.

“Usted es la policía que me contactó.”

“Dallas. Teniente Dallas.”

“Gracias.” Tish le ofreció una mano, y luego se volvió hacia Del. “Usted es
el doctor que ha estado cuidando de ella.”

“Del Nobel.”

“Gracias.” También le ofreció su mano. “Quiero hablar con ustedes dos con
más profundidad, pero no quiero dejarla sola mucho tiempo en este momento.
Me estoy quedando con ella aquí dentro esta noche.”

Lo dijo como un reto.

“Haré que traigan una cama para usted.”

“No la necesito. Puede traerla si eso es una regla, pero la cama es lo bastante
grande. Quiero saber cuándo puede salir de aquí.”

“Puede ser dada de alta mañana. Ella requerirá algunos seguimientos como
una paciente ambulatoria, y hay algunas instrucciones que ella, y usted,
necesitarán seguir.”

“Lo que se necesite. Necesito conseguir un hotel. Necesito un hotel bueno y
seguro en donde se sienta a salvo. Uno con dos dormitorios, para cuando mis
padres lleguen, con una salita de estar o lo que sea. Necesitaremos un lugar para
sentarnos juntos, hablar juntos.”

“Estaba a punto de arreglar una habitación en el Palace,” le dijo Eve. “Es
muy seguro. Puedo hacer que lo acomoden a sus necesidades. Su hermana tiene
una tarjeta de débito para…”

“¿De él?” Los ojos húmedos de Tish se volvieron pétreos. “¿De Strazza?”

“De el abogado a cargo de su herencia.”

“No lo queremos. No tomaremos nada de él. Usaré mi tarjeta para asegurar
la habitación. Que se joda, no el abogado, aunque si es el abogado de Strazza
probablemente se merece unos cuantos insultos. Pagaremos a nuestra manera.”

“Yo puedo asegurar la habitación,” dijo Eve de modo imparcial. “Sólo dé mi
nombre en recepción junto con el suyo.”

“Se lo agradezco. Aprecio mucho lo que usted ha hecho por Daphne, ustedes
dos. Me alegra que él esté muerto. Estaré contenta de que esté muerto por el
resto de mi vida.” Lanzó una mirada hacia la puerta. “Hay una cosa más. ¿Hay
alguna forma de que pueda conseguirle otro pijama? Él la hacía usar blanco.” Se
volvió, con el rostro tenso. “Me gustaría conseguirle otro pijama para que use
esta noche. No me importa el color, no me importa si está cubierto de dibujos de
ovejas con tres cabezas. Sólo que no sea blanco.”
“Veré lo que puedo hacer,” le dijo Del.

“Genial. Oh, sí, una cosa más. Pizza y helado. ¿Alguna manera de que eso
suceda?”

“Hay absolutamente una manera de que eso suceda.”

“Magnífico.” Tish respiró hondo. “Buen comienzo. Nosotros vamos a
cuidarla. Vamos a hacerla superar esto.”

Cuando Tish volvió a entrar, Eve pensó, sí, ellos lo harán.



* * *

Cansada desde la médula, condujo a casa. Se recargaría, se prometió a sí misma.
Café, montones de café la recargarían de inmediato.

Había tachado cosas de su lista. La seguridad de los Mira, gracias a Roarke,
estaba incrementada. Daphne Strazza y familia tenían habitaciones esperando
por su llegada al día siguiente. Y ella tenía una teoría que seguir.

Múltiples teorías, admitió, y sintió que la fatiga descendía sobre ella mientras
conducía a través de los portones.

No podía aflojar, pensó, no en este caso. Había muchas razones por las que
no podía aflojar, razones que no estaba segura de poder explicar adecuadamente
a nadie.

Dejó el coche, subió a la casa. Se fastidió, a la vez que sintió alivio, cuando
ni Summerset ni el gato estaban esperando. ¿En donde diablos estaban? Habría
encontrado un insulto decente. Estaba cansada, no con muerte cerebral.

Subió las escaleras, decidida a ir directamente a su oficina. Si se iba al
dormitorio primero, esa gran y maravillosa cama podría tentarla a tomarse una
siesta.

No había tiempo para siestas.

Oyó la voz de Roarke viniendo de su oficina adyacente, viró hacia allí.

Él también había redecorado su espacio, y en ese momento tenía
chisporroteando la chimenea que compartía con ella. Estaba sentado ante su
propio centro de comando, elegante y negro, hablando por un enlace con
audífono mientras un holograma sobre alguna especie de… algo mecánico daba
vueltas lentamente y en su pantalla de pared aparecían números, figuras, tal vez
ecuaciones.

Galahad estaba tumbado sobre una de las patas del centro de comando,
moviendo la cola mientras miraba el holograma.

Le dirigió un medio saludo a Roarke, y regresó a su propio espacio.

Por un momento sólo se quedó parada, mirando fijamente su tablero,
mirando la muerte, la sangre, la crueldad.

Abatida, tiró a un lado su abrigo, junto con la bufanda y el gorro, y comenzó
el trabajo añadiendo las últimas víctimas al tablero. Después las fotos de la
escena del crimen, los descubrimientos del médico forense, los resultados del
laboratorio, ni cabello, ni fibras, ni ADN.

Expandió el tablero, una nueva comodidad muy útil, y puso las fotos de las
identificaciones y la información de las parejas entrevistadas ese día. Alzó la
vista cuando Roarke entró, el gato por delante de él para saludarla frotándose
contra ella.

“Parecías ocupado,” dijo ella.

“Sólo unos cuantos toques finales en la reunión en la que estaba cuando te
contactaste conmigo más temprano.”

“Lamento agregar más cosas a tu día.”

“¿Por qué? Todo se termina haciendo, ¿no es así? Dennis estaba un poco
desconcertado y más que fascinado con los nuevos juguetes que añadí a su
sistema. Nuestra Mira estaba inicialmente molesta de que hubieras… agregado
cosas a mi día y al tuyo, pero se dejó convencer. Y tú, Teniente,” continuó
mientras se acercaba a ella, pasando un dedo por la hendidura en su barbilla,
“pareces cansada.”

“No es ese tipo de cansancio.”

Ella los sorprendió a ambos cuando él la atrajo para un beso y ella se aferró a
él, derramando lágrimas.

“Vamos, vamos. ¿Qué pasa?”

Ella sacudió la cabeza, se aferró con más fuerza. “No puedo explicarlo. No
puedo. Sólo abrázame, ¿sí? Abrázame. Tengo que dejarlo ir. Sólo tengo que
dejarlo pasar.”

Él la alzó, la llevó al sofá, y la acurrucó en su regazo. “Entonces déjalo ir,
nena. Estoy justo aquí.”

Las palabras, la manera en que la sostenía, le acariciaba el cabello, hicieron
que dejara salir el dolor, el agotamiento de luchar contra éste, y una gran tristeza.

“No puedo explicarlo,” se las ingenió para decir cuando las lágrimas
disminuyeron.

“Nos preocuparemos de eso después.”

Aunque la cabeza le dolía por el episodio de llanto, era un consuelo
descansarla en su hombro. “Tengo tanto que hacer.”

“Y lo harás. Me dirás cómo puedo ayudarte.”
“Si hubiera cogido este caso hace tres años. En febrero, tres años atrás, ¿justo
antes de ti? Creo que me hubiera quebrado. Creo que habría sido mi fin. Ahora
es sólo… tal vez me magulla algo, pero no me quiebra. No lo hará, porque tú
estás conmigo cuando tengo que dejarlo ir.”
“Cuéntame lo que puedas.”

“Es un montón. Empezando con las víctimas de esta mañana. Lo que les hizo
a ellos… bueno, está justo allí, en el tablero. Disfrutó con ello, creo. Más que
antes, incluso más. Porque tomar esas vidas fue el gran final, ¿no es ese el
término?, que se había perdido antes. No se dio cuenta de que le había faltado
eso, y ahora lo sabe.”

Empezó a ponerse de pie, y se volvió a acomodar cuando él la sostuvo contra
él. Sí, pensó, se quedaría por ahora.

“Ha hecho movimientos, virtualmente y cara a cara, con otras mujeres. Antes
de los primeros asaltos, entre asaltos. Eso alimentaba a la bestia los suficiente.”

Le contó todo, sobre el viaje con McNab al enlace sin registro destruido
mientras estaba sentada en sus brazos con el fuego chisporroteando.

“Puede que sea capaz de salvar algo,” dijo Roarke. “Pero esa no es la
pregunta: ¿Cómo es que fue coordinado el tiempo tan bien?”

“Sí, esa es la pregunta. Es arrogancia. Es encontrarse a sí mismo en el centro
de la atención, sintiéndose invencible. Le gusta burlarse, y esa burla era para mí,
para los policías, pero creo que para mí. Una mujer policía.”

“Todo eso es difícil, pero no es lo que realmente te alteró.”

“Lo último fue Daphne Strazza.”

Cerró los ojos, se lo contó.

“Nobel tiene razón. Está peligrosamente frágil en este momento, luchando
para simplemente ir de un día a otro. Está tan dañada que no sabe cómo tomar
una decisión, está tan adoctrinada que no puede tomar una sin que se lo digan.
Se lo que es eso. Recuerdo cómo es cuando estás tan aterrorizada de cometer el
más mínimo error que no haces nada. Y aun así no está bien. Vi su rostro cuando
su hermana entró. Su primera reacción fue de puro temor. No de su hermana. Tal
vez por ella, no estoy segura.”

“Crees que Strazza amenazó con hacerle daño a su familia, que utilizó eso
como otra palanca.”

“Creo que es posible, probable. El miedo fue la primera reacción,
instantáneo, arraigado. Después se sobresaltó, como si la hubieran abofeteado,
cuando su hermana dijo que Strazza estaba muerto. Punto. Fue como si no lo
entendiera completamente o no lo creyera hasta ese momento. Entonces lo dejó
ir. Lo que vi en su hermana fue a alguien que sabía cómo sostener, apoyar.”

Ella volvió el rostro hacia su garganta. “Me vi a mí misma y a ti. Lo que
significa tener eso, estar impactada de que lo hagas. Vi amor, y una oportunidad
para sanar. Hizo falta la brutalidad para darle esa oportunidad. La brutalidad me
la dio a mí. Luchar contra esa comprensión, contra ese espejo que veo cuando la
miro, es agotador.

“¿Por qué tendrías que luchar contra ello?”
“Tengo que ser objetiva para hacer el trabajo, y si no hago el trabajo, si no lo
hago bien, otra pareja podría terminar en ese tablero.”

“Querida Eve.” Le acarició el cabello, presionó los labios contra éste. “Es la
mezcla de tu objetividad, observaciones, instintos, y tu empatía por la víctima lo
que te hace lo que eres. Es esa misma mezcla la que te llevará a las respuestas, la
que te llevará a él.”

“Espero que tengas razón. Porque me están guiando. En un par de
direcciones, pero me están guiando.”

“Entonces las seguiremos. Pero primero, vas a comer.”

Empezó a descartar eso como una cuestión de rutina, y entonces se dio
cuenta de que volvía a sentirse estable. Y sorprendentemente hambrienta.

“En realidad, podría hacerlo. Tuve el peor sándwich de algo más temprano.”
Se retiró un poco, y le sonrió. “Podría comer comida de verdad de casi cualquier
tipo.”

“Ese es todo un destape. Te sorprenderé.” Él cambio de posición, sacó una
cajita de su bolsillo, y la abrió. “Toma un bloqueador para ese miserable dolor de
cabeza, y no seas una bebé al respecto. Después, media copa de vino para
suavizar los nervios. Trabajarás mejor en el caso.”

Tomó el bloqueador, decidiendo reservar el juicio sobre la sabiduría del vino
cuando él regresó a su oficina.

Y volvió con una caja envuelta en papel plateado.

“Creo que éste es el momento correcto.”

Ella miró la caja y luego a él. “Vamos. ¿No acaban de pasar las Navidades?”

“No. Y esto es algo, como el bloqueador, que creo que podrías necesitar en
este momento.”

Apenas podía quejarse después de lloriquear sobre él, de modo que tomó la
caja, levantó la tapa envuelta. Y casi se puso a llorar de nuevo cuando vio la
cajita de música.

Cuando levantó la mirada hacia él, simplemente se lo quedó mirando, con
sus agotados ojos impactados y llenos de emoción, Roarke supo que había
escogido bien.

Sacó la cajita de música para una niña, no era una cajita elegante, ni
importante. Sólo una adorable cajita blanca con algunos toques dorados. Y la
bailarina, dando vueltas en una pierna, con los brazos curvados sobre su cabeza
mientras la música tocaba.
“Es una cosa común,” empezó Roarke.

“No, no lo es. No lo es. Cállate un minuto.” Luchó para contener las
lágrimas, aun cuando eran ardientes por la gratitud, llenas del milagro de tener a
alguien que la amara tanto.

“No es común,” se las arregló para decir. “Esto va más allá de lo especial. No
es mi estilo, está bien, no es de estilo policial. Pero…”

“Incluso cuando la compré no estaba seguro de si era para ti o para mí.”

“Para nosotros entonces. Te entristeciste cuando te conté sobre esto. Podrías
haber comprado algo elegante y brillante, pero sabías que no estaría bien. Podría
haberse visto importante, pero no sería especial. Tomaste un… un pequeño
recuerdo desagradable, y lo convertiste en amor. Yo nunca… no puedo
decirte…”

Respiró hondo, mirando a la bailarina dar vueltas. “¿Qué canción es?”

“Un clásico del siglo veinte. Pequeña Bailarina.”

“Encaja. Gracias.” Se acercó a él, y lo abrazó. “Esto significa… no puedo
empezar. Voy a ponerla aquí. No es de estilo policial, pero encaja aquí.”

Se apartó, caminó hacia la estantería en donde había puesto el tonto peluche
de Galahad que él le había regalado una vez, puso la caja a su lado. “Esto me
recordará que hay espacio para lo dulce. Sin importar nada, hay espacio, y uno
necesita tomarlo.”

Suavemente cerró la tapa. “Y cuando necesite lo dulce, cuando no estés aquí
para que me aferre a ti, sólo tengo que abrirla.”

“Él no te quebró,” dijo Roarke.

“No, ellos no nos quebraron. Es por eso que esto encaja aquí. Es por eso que
nosotros encajamos aquí. ¿Y la manera en que lo hacemos, Roarke, la manera en
que encajamos? Nunca nada va a quebrarnos.”

Conmovido por su reacción, su propio corazón más estable viendo la cajita
en el estante de ella, le sonrió. “Somos lo que somos, y en lo que nos hemos
convertido juntos. Me encargaré de esa comida.”

Cuando se fue a la cocina, ella le dio a la caja de música una última caricia
con sus dedos. Entonces se dirigió a su centro de comando, ordenó la lista que la
confiable Peabody le había enviado, leyó por encima un correo electrónico de
Mira agradeciéndole por Roarke y diciéndole que no debería preocuparse.

“Lo olvidé,” gritó Eve. “El cadáver residente no estaba en el vestíbulo. ¿Qué
pasó?”

“Summerset, está vivo y bien, y se fue a una reunión con un grupo de amigos
para cenar y tomarse unos tragos.”

“Acaso los cadáveres tienen grupos de zombis o amigos o…”
Se giró ante el inequívoco olor.

“¿Pizza?”

“Hay veces,” dijo Roarke mientras la llevaba a la mesa, “en que la
necesitas.”

Ella se quedó sentada un momento, temerosa de que volviera a sentirse
abrumada. Entonces se levantó, se acercó a él. Deslizó los brazos a su alrededor,
lo besó suavemente, rozó los labios sobre sus mejillas, y luego otra vez en su
boca, aun suavemente, pero con más profundidad.

“Haces que me pregunte por qué no te ofrezco pizza todos los días. Varias
veces al día.”

“Sólo la cantidad justa.” Lo abrazó, se meció con él. “Sólo una cosa.”

“¿Cuál?”

“Dime que no hay espinacas en ninguna parte de esa pizza.”

“No hay espinacas en ninguna parte de esa pizza.”

“Eso es perfecto. Creo que el vino es algo bueno. Yo lo traeré.”

Lo miró mientras escogía una botella con un nombre que sí reconoció. “No
importa.”

“¿Qué es lo que no importa?”

“Lo difícil que se pongan las cosas con el trabajo. No importa si te cabreas
conmigo o yo contigo, o si estamos seriamente cabreados el uno con el otro.
Porque siempre vamos a regresar a esto.”

“A la pizza y al vino,” dijo él con una sonrisa.

“A eso. Uno al otro.” Llevó la botella a la mesa, le sirvió una copa a él, y ella
se sirvió la mitad de una. “Y ya es suficiente de romanticismo. Comamos.”
Capítulo 19

PODÍA tomarse una media hora, se dijo, con él, la pizza y el vino. Y hablar
de cualquier cosa menos de asesinatos.
“¿Así que el centro juvenil está progresando?”

“Así es. Deberíamos hacer un recorrido, tú y yo. Puede que tengas algunas
ideas sobre los detalles más finos mientras nos movemos en esa dirección.”

“A ellos no les importará eso, a los chicos que van allí. Se preocuparán de
tener un techo sobre sus cabezas, y una cama decente donde dormir, una comida
decente.”

La cual podría incluir pizza regularmente, pensó Eve.

“Sé que es más que eso,” añadió. “La orientación, la educación, y el
entrenamiento, la oportunidad de llegar a ser algo distinto a un saco de boxeo, o
un adicto, o un delincuente. A ellos no les va a importar de qué color pintes las
paredes, o la forma del sofá o la mesa.”

“Quizá no, pero al vivir rodeados de un espacio en el que se cuidan esos
detalles, puede que estén más inclinados a que les importe su forma de vivir, de
cuidar el lugar en el que viven.”

Él le acarició la mano. “Y algo más,” continuó, “puede que hagan la
conexión de que alguien se preocupó lo suficiente de ellos como para añadir los
pequeños detalles.”

“Es un punto. Un buen punto,” decidió ella. “Puedo garantizar que les va a
importar el tamaño de la pantalla en la sala de comunidad, y qué video juegos se
les permite jugar.” Sonrió mientras le daba un bocado a la pizza. “Y van a
quejarse por las clases, las asignaciones, las tareas.”

“Lo cual los haría normales, ¿no es así?”

“Eso es exactamente cierto. Y eso es lo que estás haciendo. Dándoles una
oportunidad de ser normales. Es algo grande, Roarke. Me gustaría un recorrido.”

“Bien, lo programaremos. Me gustaría mucho que vieras en lo que se está
convirtiendo.”

Pensó en las chicas que habían encontrado allí, aquellas chicas muertas hacía
mucho tiempo. Y sabía que él siempre pensaría en ellas, también. “¿Cuándo
crees que abrirán?”

“Estamos planeándolo para primavera. Para mayo, si todo continúa yendo
bien. Ya hemos contratado algunos del personal clave, y estamos entrevistando e
investigando a otros.”

“Te mueves rápido, campeón.”

“Si no lo hiciera, podría ser que no estuviéramos aquí sentados comiendo
pizza y vino.”
“Seguro que podríamos.” Dio otro mordida. “Te habrías puesto al día
conmigo eventualmente.”

Él se rio, tomó una segunda tajada. “Tu dolor de cabeza se fue.”
“Sí, así es.”

Y porque se había ido, y debido a todo lo que tenía, justo allí, le añadió un
poco más de vino a su copa y disfrutó del momento.

Después de la comida, se fue directamente al café. El trabajo, las horas por
delante serían largas y tediosas. Las conclusiones a las que sus instintos la
dirigían tenían que ser puestas de lado.

Hechos y evidencia, se recordaba a sí misma. El instinto no era suficiente.

“¿Cuál es mi asignación?” le preguntó Roarke.

“Hemos seleccionado nombres de las listas de invitados y del personal de la
gala. Hombres que encajan con los elementos del perfil de Mira, refinándolos un
poco. La probabilidad, dada la actual evidencia y declaraciones, es de más del
noventa por ciento de que él estuviera allí. Es posible que se hubiera metido a la
gala sin invitación, y que no esté en ninguna de las listas, pero ahí es donde
empezamos.”

Ordenó la lista que Peabody le había enviado en su pantalla de pared. “Esta
es mi parte. He acortado el promedio de edad que Mira perfiló. Estoy
razonablemente segura de que él está más cerca de los treinta que de los
cincuenta, a no ser que estos individuos encajen en lo que ella perfiló. Vamos a
investigar en profundidad cada nombre. Familia, educación, viajes, finanzas,
cualquier delito aunque sea menor, incluyendo multas de tráfico. Historias
médicas que podamos conseguir, y por ahora, nada de piratear.”

“Teniente,” dijo él con tristeza. “Eres una aguafiestas.”

“Por ahora,” dijo otra vez. “Terminamos con esta lista, y voy a pelear por una
orden para investigar más hondo, por archivos sellados, por todo. Conexiones al
teatro o pantalla, cualquier cosa que incluya el nivel de maquillaje y vestuario
que el sospechoso desconocido usa, eso es un gran bono si lo encontramos. Lo
mismo con algún interés en trabajo electrónico.”

“Ya que esos dos pueden simplemente ser pasatiempos, sería algo que no
aparecería en la información.”

“Eso es. Te voy a dar los primeros cinco.”

“Parecen un montón de nombres para el perfil.”

“Algunos de ellos estaban casados o cohabitaban en el momento de la gala, y
ahora no lo están. Los estamos chequeando. Algunos son personal que, aunque
no estaban asignados específicamente para la gala, podrían tener un acceso fácil.
Peabody añadió esos, y no está equivocada.”
“Empezaré en mi oficina. Necesito hacer varias cosas a la vez durante la
siguiente hora o algo así. Después puede que me una a ti aquí.”

Eve se puso a trabajar. Era rutinario, tedioso, pero rutinario, con un ritmo que
conocía bien. En menos de treinta minutos había eliminado dos nombres, uno,
como pudo confirmar había estado en Río la noche en que los Patrick habían
sido asaltados, y el segundo había estado involucrado en un accidente vehicular
el día del ataque de los Strazza, y todavía se estaba recuperando de un fractura
de tobillo y otras heridas.

Siguió adelante, descartando, marcando para una investigación más
profunda.

Cuando Roarke entró, acababa de programar más café mientras estudiaba al
siguiente sujeto.

“Este tipo fue a la escuela de payasos. ¿Por qué hay una escuela de payasos?
¿Por qué hay payasos?”

“Alguien tiene que hacernos reír.”

Ella desvió la mirada hacia su rostro. “¿En serio?”

Él se encogió de hombros. “Mientras que algunos temen a los payasos,
muchos más los encuentran infinitamente entretenidos.”

“Este tipo suplementa sus ganancias en servicios de comida vistiéndose con
disfraces raros para fiestas y beneficencias. O sus ganancias en servicios de
comida suplementan sus presentaciones como payaso. Difícil de decir. Pero ahí
tienes maquillaje, disfraces y una propensión a hacer que la gente se cague de
miedo.”

“Algunas personas.”

Sinceramente impactada, lo miró con la boca abierta. “¿A ti te gustan los
payasos?”

“Gustar es una palabra fuerte en este contexto.” Tomó el café de ella.
“Asumo que el payaso está en la lista de sospechosos.”

“Puedes apostar tu trasero.”

“Yo tengo uno de los cinco que merece una investigación más profunda. Los
otros los he eliminado, por razones que he detallado en el memo que te envié.”

“Bien, yo tengo tres de los nueve.”

Roarke levantó una ceja. “Tú eres más rápida en esto.”

“Yo soy la policía.” Y un ser humano, pensó, que podría ser un poco
petulante. “¿Quieres otro grupo?”

“Muy bien.” Se sentó en el auxiliar, con el cabello atado hacia atrás, con las
mangas enrolladas.

Ella le envió cinco más, volvió al trabajo.

En un punto, se reclinó hacia atrás. “No creo que este tipo sea un asesino, o
no el nuestro de cualquier manera, pero seguro como el demonio que está metido
en algo malo.”

“Malo ¿cómo en mantener a una amante, viajar y hacerle regalos a la
misma?, he tenido unos cuantos de aquellos, ¿o malo como en criminal?”

“En realidad, ambos. Pero creo que la amante es también su socia. Muchos
viajes para ella, muchos depósitos sospechosos, pequeños, pero juntándolos no
lo son. De sesenta a ochenta mil cada seis semanas, cuando ella viaja a
Argentina, no tiene parientes o negocios allí que estén registrados. Los depósitos
desaparecen, excepto por un exacto diez por ciento.”

“O terminan en otra cuenta,” dijo Roarke. “Lavado de dinero, y el diez por
ciento es su tarifa.”

“Lo entiendo. No tengo tiempo para eso.” Pero marcó el nombre para
enviarlo a aquellos que tendrían tiempo y deberían ocuparse del caso. Captó la
sonrisa de Roarke.

“¿Qué?”

“El pobre bastardo no tiene ni idea de las buenas/malas noticias que van
hacia él. Señor, usted está libre de sospecha en un asesinato, y ahora está bajo
investigación por lavado de dinero, probable fraude etc.”

“Debería haber pensado en eso antes de volverse tan codicioso.”

Siguió con su lista, y frunció el ceño cuando sonó su enlace.

“Dallas.”

“Hola.” La linda cara de McNab apareció en la pantalla.

“¿Todavía estás en ello?”

“Me absorbió el rompecabezas, ¿sabes? Cuerpazo está aquí en el laboratorio
trabajando en lo suyo, de modo que todo está bien. Trajo pizza y refrescos. Pero
vamos a terminar pronto, de modo que quería informarte que conseguí algunos
pedazos. Caray, no creerías lo que la gente arroja en un reciclador, y en un
vecindario tan ostentoso.”

“¿Pedazos del enlace?”

“Sí. Sólo algunas partes se destruyeron, no tuvimos suerte. Está hecho
mierda, de modo que va a tomar un tiempo. No puedo afirmarlo en un cien por
cien, pero por lo que estoy reuniendo, te diré que parece algo improvisado.
Parece que alguien lo hizo con repuestos. No todo es de un fabricante o del
mismo modelo, eso sí puedo asegurarlo en un cien por cien.”

“Eso es bueno. Es un buen trabajo. Pon a Peabody.”
“Un segundo. Cuerpazo, Dallas quiere mandíbula.”

“No quiero mandíbula,” refunfuñó. Roarke agitó la cabeza, haciendo un
gesto de hablar con la mano. “¿Por qué no dice hablar?”

La pantalla se movió cuando McNab pasó el enlace. Peabody apareció en
pantalla.

“Estamos progresando un poco, McNab te dijo lo suyo. Yo tengo uno muy
posible de los primeros ocho.”

“Bien. Envíalo. Nosotros tenemos…” Roarke levantó un dedo, señalando
que tenía otro. “Nueve de los primeros veintinueve. Te lo copiaré.”

“¿Cómo es que pasaste por veintinueve? Yo he estado en esto desde…”

“Roarke está trabajando algunos.”

“Oh. Eso está mejor. Él es realmente rápido con el trabajo de computación.”

“Le estoy ganando a su total,” dijo Eve antes de poder detenerse. “No
importa. Paren en diez, vayan a casa. Ambos.”

“Veinte,” dijo Peabody. “He hecho veinte.”

“Veinte. Envíame todos los potenciales antes de que te marches. Seguiremos
con esto mañana.”

Eve cortó, se presionó los ojos con los dedos.

“Puedes tomarte un descanso,” señaló Roarke.

“No, todavía no.”

“Un tentempié entonces. Leche y galletas.”

“No voy a tomar leche. ¿Sabes de dónde viene?” La idea la hizo estremecer.

“Como lo hace el queso en la pizza que tanto te gusta.”

“Es completamente diferente. Galletas, tal vez. Después de que haga otros
cinco.”

“¿Qué tal leche de soja?”

“Leche de soja, leche de soja. Dilo unas cuantas veces corriendo y dime si no
suena asqueroso.”

“Me temo que no puedo.” Echó un vistazo a su unidad de pulsera cuando
ésta bipeó. “Es de Tokyo. Necesito tratar con esto, luego regresaré. Con galletas
y algo, aparte de leche de cualquier clase.”

Ella siguió con los siguientes cinco, meticulosamente. Siguió con otros tres
antes de apartarse del centro de comando, y caminar alrededor de la oficina,
dándole vueltas al tablero.

Su instinto no estaba equivocado, pensó, y su mente estaba en línea con éste.
Pero todavía tenía trabajo que hacer, la rutina, las eliminaciones.

Regresó, subió los nombres de los posibles que los otros miembros del
equipo le habían enviado. Y los alineó.

Diecisiete hasta el momento. Diecisiete que tenían lo suficiente en sus
antecedentes, historias, rutinas y vidas para ser considerados potenciales
violadores y asesinos.

Ochenta más eliminados, por ella misma y personas en las que confiaba para
hacer bien el trabajo.

Otros cuarenta y tantos todavía tenían que pasar por la intrusión de una
investigación policial.

Y cada pulgada de la policía que ella era, sabía lo que él escondía detrás de
su máscara.

Retrocedió, puso a un lado su actual trabajo, bajó la ruta a donde su instinto
y su mente le dijeron que fuera.

“Me llevó más tiempo del que había esperado,” dijo Roarke cuando volvió.
“Realmente deberías tomarte ese descanso. Cinco minutos para que descanses
los ojos, la mente.”

Él hizo una pausa cuando lanzó una mirada a la pantalla de pared, a la lista
de nombres.

“Tienes más.”

“Subí lo que los otros miembros del equipo enviaron. Estamos más allá de la
mitad con esta primera pasada. Necesitaremos esas investigaciones más
profundas en los que hemos seleccionado. Voy a querer echarle un vistazo a los
que los otros han enlistado, pero si ellos los sacan, ya es algo.”

Él volvió la mirada hacia ella. “Tú eres una policía hasta la médula.”

“Eso no es sorprendente.”

“Y el amor de mi vida. Conozco todos tus lados. Encontraste algo. Alguien.”

“No puedo decir eso. Hay más de un alguien allí arriba.”

“¿Qué encontraste?” persistió él.

“Tramposos, mentirosos, algunos negocios sospechosos, bochornos, errores,
buenos actos, corazones rotos.”
“Eve.”

“La vida está llena de todo eso.” Entonces suspiró. “Tienes a un doctor
respetado altamente hábil, en un nivel personal no es muy popular, pero es
respetado. Jodidamente importante en su mundo. Su mala suerte no es sólo estar
muerto, sino que la investigación de su asesinato lo expondrá como un abusador,
posiblemente un sádico. Un hijo de puta cruel y dominante quien hacía presa de
una mujer vulnerable, mucho más joven y esencialmente la hizo prisionera de su
voluntad. Podría decir que ella era lo bastante mayor como para marcharse, que
tenía personas a donde huir, pero ella no las tenía. Y tal vez nunca sepamos
cómo se las ingenió él para envolver las cadenas alrededor de ella manteniéndola
con él.”

Ahora se puso de pie, comenzó a moverse.

“Esa mujer, acobardada, ya frágil, es brutal y cruelmente atacada, violada,
golpeada, asfixiada por un asaltante que usa un escenario para aterrorizar a su
presa. Quien la humilla, y esta mujer ya ha sufrido, sin duda, constante
humillación. Durante el largo, brutal y humillante asalto, su esposo es dejado
inconsciente y a su vez ella también es dejada inconsciente. Un golpe en la parte
trasera de la cabeza. Cuando se recupera, está en un shock tan profundo que
termina deambulando por las calles desnuda en el medio de una noche glacial.”

Miró hacia el tablero y a la cara aporreada de Daphne.

“Deambula afuera porque el asaltante la soltó, como lo había hecho con sus
objetivos previos. Otras parejas, con estilos de vida similares, y posición social y
financiera. Un patrón. El asesinato cambió el patrón, lo expandió, de modo que
el asaltante aumenta el marco de tiempo y la violencia.”

Podía verlo, Dios, podía verlo. Todo. Todos sus lados.

“Esto siempre se encaminó hacia allí,” dijo. “Siempre. Desde la primera vez
que él trató de intimidar a una mujer, de presionarla, y fue rechazado. Desde la
primera vez que fantaseó sobre una mujer que no podía tener, esto iba hacia allí.
¿Esto?” Hizo un gesto hacia el tablero. “Esto siempre estuvo en él, sin importar
qué máscara usaba para ocultarlo. No podía tener a esta mujer. Debió de haber
hecho algún avance y fue rechazado. Tal vez simplemente lo mantuvo como una
fantasía, pero la fantasía siguió su ciclo, intensificándose, oscureciéndose.”

Regresó a su computadora, abrió un archivo, ordenó una imagen en la
pantalla.

El hombre y la mujer estaban de pie abrazados por la cintura, riendo. Un
océano fluía detrás de ellos. Ella llevaba un ondulante vestido corto que la brisa
levantaba dejando sus muslos al aire. Su cabello levantado por el viento se
arremolinaba curvándose alrededor de un rostro singularmente hermoso.

Aunque el hombre era atractivo, interesante y parecía en forma tirando a
distinguido, ella dominaba la imagen.
“Fue tomada hace como veinte años atrás, para un perfil de la pareja,
publicado en una revista.”

“¿Quiénes son?”

Eve levantó un dedo, ordenó otra imagen.

Ahora dos parejas estaban paradas juntas, vestidas de etiqueta, con joyas y
estilo. Junto con el estilo se les veía cómodos y contentos.

“¿Las mujeres está emparentadas? Hay un parecido, aunque la de la
izquierda es…”

“Excepcional. Impresionante. El objeto de su deseo.”

Roarke asintió, acercándose para apoyarse en la curva del centro de
comando. “¿Su madre?”

“No. Su madre está a la derecha. Su tía está a la izquierda. Él pasaba un
montón de tiempo con su tía y la familia de ella. De visita, pasando las
vacaciones escolares.”

Ella ordenó una foto de la mujer, sólo la cara, y luego separó la pantalla con
otra fotografía.

“¿Lo ves?”

Roarke le lanzó una mirada a Eve, y luego miró con más detenimiento las
dos imágenes. “Ambas tienen pelo oscuro y rizado, ambas son extremadamente
hermosas.”

“Es algo más,” insistió ella. “La forma de la cara, la forma de la boca. No
son exactas, pero son muy similares. La forma de los ojos, hice una
comparación. No se parecen, pero lo hacen, en una especie de escala subliminal.
Es el balance de sus facciones, la simetría casi perfecta. Puede que él no haya
entendido esto, no conscientemente, pero allí está, de pronto, la mujer con la que
ha fantaseado la mayor parte de su vida. Allí estaba ella, joven, hermosa,
disponible. Pero…”

Eve cogió su café. “Ella no lo quiere a él. Quiere a su primo.”

“Tú crees…” Él tuvo que echar un vistazo al tablero para leer el nombre.
“Crees que Kyle Knightly atacó a su primo, golpeó y violó a la esposa de su
primo. Les robó, los atormentó, los hizo pedazos ¿porque deseaba a la madre de
su primo?”

“Lo sé. Sentí algo raro, sólo raro, cuando hablé con él en el estudio. Algo
acerca de la forma en que hablaba de Rosa. Dijo que la había visto primero,
como si estuviera bromeando, pero sus ojos no bromeaban. Dijo que le había
dicho a su primo que se lanzara, aun cuando ella estaba con alguien más. Pero
hoy, ella me dijo que ella se había lanzado. Es una cosa insignificante, pero va a
ser de importancia, creo. Creo que cuando hable con ella a solas, me va a decir
que Knightly se le acercó, me dirá que tuvo que desairarlo.”

“Lo rechazó.”

“Ella no lo habría visto de esa manera. Apenas lo habría visto a él porque ya
había visto a Neville. Me contó hoy que se enamoró en el momento en que lo
vio.”

Haciendo una pausa, Eve se volvió hacia Roarke. “Sé lo que quiere decir.
Ese es otro eco para mí. La primera vez que te vi, que fue en una muchedumbre
también, en el funeral de uno de mis muertos, me golpeó, y con fuerza. A mí no
me gustó ni un poquito. Me cabreó, pero me golpeó.”

“Fue lo mismo para mí. Una mirada.” Sin pensar, deslizó una mano en su
bolsillo, frotando con los dedos el botón que había llevado consigo desde
entonces, uno que se había caído del traje verdaderamente feo que ella llevaba el
día que se conocieron. “De manera que ella apenas lo vio porque todo lo que
veía era a su primo.”

“Y eso supuró. Él quiere lo que quiere. Es rico y poderoso, actores,
guionistas y gente de la industria vienen a él, ¿y ella dijo no? ¿Las otras dicen
no? ¿Su primo piensa que le puede robar lo que debería ser suyo? Primero la
madre de su primo se exhibe, lo hace desear, pero no lo deja tener. Ahora su
primo toma la fantasía que está parada justo frente a él, joven y fresca. Tienen
que pagar por ello, todos ellos tienen que pagar, esta gente de mierda que le
recuerda, una y otra vez, lo que se le ha negado. Porque él es lo mejor que esas
putas han tenido nunca, y puede hacer que lo admitan.”

Soltó el aliento. “Su segunda víctima, la mujer escribe guiones, como su tía.
Eso encaja, y resuelve el rompecabezas para mí del por qué Lori Brinkman,
cuando ninguno de sus otros objetivos femeninos tenían algún tipo de carrera. Él
nunca ha estado casado, nunca ha cohabitado oficial o no oficialmente que pueda
encontrar. Tiene una reputación de mujeriego: citándose con hermosas mujeres,
nunca con una en particular de acuerdo con las revistas de cotilleos. Y…”

Se interrumpió, tomó otro sorbo de café. “Tiene un reporte de asalto sexual,
retiraron los cargos, justo después de cumplir los dieciocho años. E indagué en
esa fecha, le eché un vistazo, noté que justo en ese mismo tiempo un millón fue
transferido de la cuenta de sus padres a la de la demandante, la mujer de veinte
años que se retractó. Creo que voy a encontrar más sobornos de él, que no
llegaron más allá de los primeros cargos formales. Incursionó en
representaciones escolares, pero alcanzó su máximo desempeño actuando y
produciendo videos, en secundaria y en la universidad. Uno de sus más
destacados, autoproclamado en una entrevista, fue volviendo a poner en escena
Drácula, en el cual también fue el protagonista, en su primer año en la
universidad. Él dijo, en la entrevista, que veía a Drácula tanto de una forma
romántica como sexual, y que al seducir y llevarse a sus víctimas femeninas, les
estaba dando alivio sexual durante un tiempo en que la represión era la regla.
Él… las liberaba. Las ataba por su poder, y entonces las liberaba de sus propias
inhibiciones.”

“Esa es una forma de verlo,” concedió Roarke. “Y ahora yo quiero una
copa.”

“No puedo probarlo todavía. Pero lo haré. Él tomó cursos en electrónica,
pero todo el mundo lo hace. Sobresalió, pero no los continuó. Apuesto a que
cuando preguntemos, vamos a encontrar que es uno de los tipos al que acuden
cuando alguien tiene un problema de computación. Apuesto que Kyle puede
arreglarlo.”

Frunció el ceño cuando Roarke le ofreció una copita de vino.
“Supongo que sí,” consideró y dio un sorbo.

“Lo supe, Roarke, todo en mí lo supo hoy cuando se sentó frente a mí, con el
brazo alrededor de la esposa de su primo. Su hombro para apoyarse. Él lo arregló
todo. Su primo en reuniones en la parte alta de la ciudad, él en el centro, y
convence a Rosa para que vaya con él, también tiene a una asistente de dirección
allí como cobertura. Está justo allí para apoyarla cuando recibe ese texto.”

“Fácilmente enviado por control remoto, o programado para enviar en un
momento determinado.”

“Lo entendí. Y es arrojado en un reciclador a media manzana del edificio de
los Patrick, para añadir más temor, y ese contenedor justo resulta que aplasta y
destruye antes de que podamos llegar. La destrucción anterior es a las ocho de la
mañana, dándole una buena cantidad de tiempo para tirarlo, y dirigirse a su
trabajo. No había forma de que pudiéramos haber llegado antes de la destrucción
programada, él incluso verificó la hora para estar seguro cuando estábamos en la
Central. Fui a toda velocidad, y aun así llegamos demasiado tarde. Lo tenía todo
planeado. Es inteligente,” dijo, paseando de nuevo. “Temerario, eso es
arrogancia. No tenía que darles otra pasada a su primo y a Rosa, no tenía que
ponerse a sí mismo en la posición de sentarse frente a mí. Simplemente quería
hacerlo.”

“Los Patrick estarán agradecidos, se sentirán agradecidos de que estuviera
con ella cuando el texto llegó. De que la llevara contigo, se quedara con ella.
Todo esto diseñado para que estuvieran agradecidos con el hombre que los trató
brutalmente.”

“Él es un maldito buen actor.” Miró la foto de la identificación de Kyle.
“Condenadamente bueno en montar el escenario. Tengo que redactar esto.
Escribirlo todo, cada detalle, y luego tengo que convencer a Reo de que respalde
esto, que me consiga una orden de registro. Él tiene ese botín que ha robado
guardado en alguna parte, y en un lugar donde pueda disfrutarlo cuando le dé la
gana. Todavía tenemos que terminar de seleccionar la lista. Si estoy
equivocada…”

“No lo estás.” Roarke volvió a ordenar las imágenes de la tía de Knightly y
de Rosa en la pantalla. “No estás equivocada. Voy a empezar a trabajar en los
otros nombres mientras tú escribes todo. Pero no estás equivocada.”

Le tomó una hora redactar el informe de una forma que utilizara sólo hechos,
sólo información disponible, haciendo las conexiones punto por punto lógico.

Luego lo dejó a parte mientras actualizaba sus listas o eliminaba más
posibles sospechosos antes de volver a leerlo todo de nuevo.

Cuando sintió que podía servir para su propósito, se lo envió a la Asistente
del Fiscal Cher Reo solicitando una reunión cara a cara al día siguiente lo más
temprano posible; a Mira, pidiendo una consulta si la perfiladora sentía que era
necesario tenerla; y a su comandante.

Se lo copió a todos los otros miembros del equipo.

Cuando había terminado, se reclinó en su sillón, y cerró los ojos.
“Necesitas dormir.”

“Lo sé. Tengo que estar pendiente de todo mañana. Si hago esto bien, él no
tendrá la oportunidad de hacerle esto a nadie más. Tiene a sus siguientes
objetivos, tiene el disfraz, la utilería, todo. Está soñando con eso. No parará
nunca.”
“No, y eventualmente, matará a su tía y a su tío.”

Eve abrió los ojos, se volvió hacia Roarke. “Sí. Su círculo completo. Tendrá
que hacerlo. Solicité acceso a su historia clínica completa. Sus padres pagaron a
la mujer que él asaltó. Tal vez lo hicieron con la condición de que consiguiera
ayuda.”

“Él es cercano a su primo. Su primo puede que sepa.”

“Sí, puede que tenga que ir allí.”

Se volvió para ver un texto entrante.

“Es de Reo, eso fue rápido.”

Me estoy quedando con un amigo esta noche en tu área. Puedo ir a tu
casa cuando me marche. Salgo de aquí a las siete y media. Tengo reuniones
antes de los juicios a las diez.

“Eso funciona,” murmuró Eve, le respondió lo mismo, y luego envió un
mensaje a Peabody.

Reportarte aquí, a las ocho para resumen completo y…

“¿No quieres hacer el resumen para todos de una vez?” interrumpió Roarke.

“Mierda.” Incluyó a todos los demás, continuó

Reunión con la ayudante del fiscal Reo.

“Se servirá desayuno.”

“Ah-ah.”

“Eve. Les estas pidiendo que vengan aquí después de trabajar hasta cerca de
la media noche. No es nada.”

“Mierda y más mierda.” Pero lo añadió. “¿Satisfecho?”

“Con eso, bueno. En general, por la forma en que se te caen los párpados,
otra satisfacción tendrá que esperar. Vamos, es hora de dejar esto y dormir.”

“No se me caen los párpados,” refunfuñó ella. “Además,” añadió mientras él
la ponía de pie, “es la caída masculina la que pospone otra satisfacción.”

“Muy graciosa.”
Tal vez se le caían los párpados, un poquito, para cuando llegaron al
dormitorio. Y ahí yacía el gato, estirado sobre su espalda en mitad de la cama.

“Ahí es a donde se fue.” Eve se quitó la chaqueta, desenganchó el arnés de
su arma. “A él también le gusta la gran y elegante cama.”

“Tiene un gusto excepcional.”
“Bueno, va a tener que hacernos sitio.” Se sentó, se sacó las botas. Sólo se
quedó sentada. “No quiero dormir. Puedo sentir los sueños circulando en mi
mente, esperando hasta que cierre los ojos. No los quiero.”

“¿Recuerdas nuestra última noche en la isla?”

“Recuerdo que había mucha satisfacción sin caída de nada.”

Él sonrió, encendió la chimenea.

“Extendimos una manta en la playa, y teníamos una botella de vino, una
hogaza de pan, queso, fruta.”

“Esas cositas, eclair.”

“Así es. Comimos, bebimos, observamos el agua, vimos el sol descender
hasta que el agua lo cubrió. Y salió la luna.”

“Hicimos más que sentarnos y observar,” recordó ella mientras se levantaba
para desvestirse.

“Lo hicimos, pero nos sentamos y observamos, y todo era tranquilo y
adorable. Era nuestro mundo.”

“Si hubiese sabido que poseías una isla, podría haberme casado contigo por
ella. Era una agradable bonificación.”

Él sólo la besó en la frente. “Sueña con eso,” dijo, y la guio a la cama.

Se deslizó a su lado, la atrajo hacia sí, le frotó la espalda de la forma que
sabía que la ayudaba a dormirse. “Sueña con eso esta noche. Sólo con eso.”

Y ella lo hizo.
Capítulo 20

EL PRESENTE y luego vendría qué, presionaron los bordes de su mente y


sacaron a Eve de su sueño. En la oscuridad buscó con la mano a Roarke, el
consuelo y la fuerza. Pero él no estaba allí.

Se incorporó, y luego simplemente se acurrucó en sí misma, con las rodillas
contra el pecho, mientras sentía en su interior el peso y la tristeza de lo que tenía
que hacer.

Conseguiría su orden de registro, y llevaría a Kyle Knightly a la sala de
interrogatorios. Lo quebraría. Sabía cómo quebrarlo. Y entonces…

Dios, entonces.

En la oscuridad, el gato se subió de un salto a la cama, caminó hacia ella, le
dio cabezaditas en sus espinillas.

Eve lo levantó, Cristo, hablando de peso, lo abrazó contra sí como lo haría
un niño con su oso de peluche. El gato ronroneó en sus brazos, frotó su ancha
cabeza contra su hombro.

“Tú nunca fallas, ¿verdad?” Murmuró ella, aflojando su agarre para
acariciarlo y rascarlo. “Fue bastante inteligente de mi parte traer tu gordo trasero
a casa aquel día.” Frotó su mejilla contra la parte de arriba de su cabeza. “Sí, yo
soy bastante inteligente.”

Soltó un suspiro. “Luces, diez por ciento.”

En el leve resplandor, preguntó la hora. Las cinco y veintidós.

“Bien podría empezar el día.”

Después de darle a Galahad un último abrazo, salió de la cama, y se dirigió
directamente por un café.

Mientras levantaba la taza, el gato la miró. Con determinación, sin parpadear.

“Tú no me dirías si Roarke ya te alimentó.”

Esos ojos bicolor parecieron endurecerse, y no se movieron.

“Tú, colega, serías un reto en la sala de interrogatorios. Tengo que respetar
eso.”

Le ordenó su comida, y añadió una porción de salmón. Y cuando él saltó
sobre ésta, se llevó el café con ella a la ducha.

No valía la pena pensar en ello, se dijo a sí misma, mientras abría los chorros
y salía el vapor. Daría los primeros pasos, luego los siguientes hasta que hubiese
terminado. Caso cerrado, a seguir adelante.
Cuando volvió a salir, Galahad, con el tazón vacío, estaba sentado aseándose
meticulosamente.

Anduvo hacia el armario, se detuvo mientras alcanzaba descuidadamente la
chaqueta que tenía más a mano. Echó una mirada hacia atrás, recordándose que
el gato no podía ayudarla aquí. Además, no era una idiota. Aunque nunca había
pensado que lo que se ponía tenía importancia para su trabajo diario de policía,
hoy… ¿Imagen, percepción, presentación? No haría daño tener en cuenta esas
cosas tratándose de quebrar a Knightly.

Normalmente evitaba el rojo para el trabajo ya que le parecía demasiado
femenino, deliberadamente demasiado llamativo. Pero eso podía ser exactamente
lo que ese día necesitaba. Se paseó por la sección de chaquetas rojas, por sus
varios tonos, hasta que se enfadó consigo misma, de manera que agarró una al
azar.

El color era más fuerte que brillante, decidió, y el hecho de que le llegara
justo debajo de la cintura añadía otro punto sutil. Desabotonada mostraría parte
del arnés de su arma.

Debido a que su mente quería flotar cuando escaneó los pantalones, agarró
un par de perneras rectas, unos pantalones simples de la sección de grises.

Optó por un suéter en lugar de una camisa, más fácil para moverse, en caso
de que tuviera la oportunidad de… o, más bien, fuera requerido que sujetara
físicamente a Knightly.

Se vistió, agarró unas botas del mismo tono que los pantalones ya que
parecía lo más fácil, y consideró completa la parte más fastidiosa de su día.

Regresó a la habitación cuando Roarke entraba.

“Buenos días, había esperado que durmieras más tiempo.”

“El tiempo suficiente. ¿Qué?” Frunció el ceño mientras él la estudiaba. “¿Me
vas a decir que hay algo malo con esto?” Señaló su cuerpo agitando las manos.

“Completamente lo opuesto, Teniente. Sólo estaba pensando que te ves
fuerte, capaz, y a cargo.”

“Bien. Lo soy.”

Él se acercó a ella y le levantó la barbilla. “Entonces ¿por qué tus ojos
parecen tristes?”

“No tristes, sólo estoy planeando las cosas. ¿A qué hora te levantaste para
gobernar el universo conocido?”

“Un poco antes de las cinco. Tenía una breve conferencia vía enlace.” Le
alzó un poquito más la barbilla, y la besó. “¿Soñaste después de todo?”

“No malos sueños.” Él veía mucho de ella, pensó, y se evadió alejándose
para reunir sus cosas. Esposas, enlace, comunicador, placa, monedas sueltas.

“¿Eso es todo lo que tienes?”

“¿De qué?”

“Dinero.”

Comenzando a fastidiarse, se encogió de hombros. “Sólo necesito ir al cajero
y sacar algo de allí. Iré al AutoBank cuando llegue a la Central.”

Él sacó un sujeta-billetes de su bolsillo, apartó varios billetes. “Toma esto. Te
ahorrará tiempo.” Cuando ella no hizo ningún movimiento para tomarlo, él sintió
su propio fastidio empezar a crecer. “Cristo Jesús, si esto te causa tantos
problemas, puedes devolvérmelo luego. Tienes cosas más importantes que hacer
y que pensar hoy, que detenerte en un AutoBank.”

Los tomó, metió los billetes en su bolsillo. “Tienes razón. Gracias.” Pero lo
dijo tensa.

“¿Te sentirías mejor si me firmaras un vale? Quizá debería cargarte
intereses.”

“Dije que tenías razón.” Cuando él sólo alzó una ceja, echó chispas. “No
pagué por nada de lo que estoy usando.”

Ahora él ladeó la cabeza. “No creo haber comprado esas esposas, tu arma, tu
enlace.”

“Maldita sea, ya sabes lo que quiero decir.”

“Lo sé, así como sé que odias comprar ropa. En realidad, cualquier cosa,
mientras que yo disfruto al hacerlo.”

Ella comenzó a mascullar en respuesta, en cambio soltó el aliento siseando.
“Estoy buscando pelea.” Maldiciéndose, presionó sus ojos con los dedos, y luego
los dejó caer. “No puedo explicarlo.”

“Muy bien. Deberíamos tener una ahora,” dijo él, muy amablemente, “¿o la
programamos para más tarde?”

“No somos tú y yo. Sólo estoy usándonos para no tener que pensar en todo lo
demás. Quiero que esto termine, quiero que se acabe. Quiero cerrar esa puerta.”

“Esa puerta se abrió con mucha fuerza pisándole los talones a la última
investigación. No es asombroso que estés en carne viva.”

“Sí. Ya es hora de un asesinato agradable y directo. Un bastardo codicioso
empuja a su socio por la ventana. Hermano apuñala a hermano por la última
bolsa de chips de soja. Cónyuge le saca la mugre a cónyuge por tener una
amante. Ya sabes, cosas divertidas.”

“No tengo ninguna duda de que vas a conseguir ese deseo. Después de todo,
nunca hay escasez de codicia o de amantes en el mundo, pero sólo un número
finito de chips de soja.”

“Esa es la maldita verdad. ¿Estamos bien?”
“Por supuesto que lo estamos.”

“Quiero adelantarme y terminar el resto de los nombres, sólo para dejar
tachada esa tarea.”

“Yo tengo una o dos cosas de las que ocuparme.”

“Alimenté al gato,” dijo ella cuando echaron a andar juntos hacia la salida de
la habitación.

“Esa es una coincidencia. También lo hice yo.”

“¡Lo sabía!” Lanzándole una mirada a Galahad, podía haber jurado que él
sonreía con suficiencia.

Roarke le devolvió la sonrisa de suficiencia. “Lo que él no sabe es que ahora
está comiendo pienso con bajas calorías.”

“¿Ah sí?”

“Por decreto de Summerset después de un chequeo en el que el veterinario
nos aconsejó que nuestro muchacho debería perder de dos a tres kilos.”

“Le di un poquito de salmón,” confesó Eve.

“Yo le di atún.”

La risa se sintió bien. Entonces anduvo hacia su oficina, y vio la larga mesa
ya llena de fuentes, platos, tazas.

“Ah, demonios.”

“La gente necesita comer,” le recordó él, y se dirigió a su oficina.

Se sentó, se sirvió más café, y diligentemente trabajó con los nombres
restantes. Apenas reparó en Summerset que salía del elevador trayendo carritos
rodantes con bandejas de comida caliente tapadas con campanas. O hizo lo
mejor que pudo para ignorarlo.

Oyó a alguien acercándose, no era Peabody, pisadas equivocadas, sonido
equivocado, giró en su silla cuando Reo entraba.

“¡Mira esto! Rehiciste tu oficina. Está fabulosa. Tienes una chimenea.
Mataría por una chimenea en esta época del año. Me encantan los colores, y tu
estación de trabajo…”

“Centro de comando,” corrigió Eve.

Reo dijo, “Aaah,” y se acercó con sus botas de tacones altos y anchos. “Muy
impresionante. Lo que sea que haya para desayunar huele de maravilla.”

“¿Tu amigo no te preparó el desayuno?”

Reo suspiró, se sacó el abrigo. Llevaba un vestido estilizado, con una
chaqueta corta, ambos de un elegante tono de verde. “No, tenía que tomar un
vuelo temprano. Es alguien a quien he estado viendo desde hace unos cuantos
meses, un poco más seriamente las últimas semanas. Y ahora se está yendo a
Sierra Leona dieciséis meses.”

“¿En dónde diablos está Sierra Leona?”

“África del Oeste. ¿Puedo tomar café?”

Eve tocó el AutoChef en el centro de comando.

“Muy bien, ahora estoy seriamente celosa. Es profesor, parte de una
organización llamada Guerreros Literarios. Está yendo a enseñar, a educar. Es
algo noble, admirable, y una coordinación de tiempo de mierda para mí,
personalmente. Pero.” Se encogió de hombros, tomó el café. “Así son las cosas.”
Ahora se acercó al tablero. “Tu informe fue detallado, meticuloso, y en gran
parte basado en evidencias circunstanciales.”

“Tengo razón.”

Reo bebió, estudió. “Una obsesión sexual por una tía que es impactante, ¿lo
lleva a violar, torturar, y eventualmente a matar?”

“Un ataque sexual en su archivo a los dieciocho años.”

“La demandante se retractó.”

“Y, vaya, un millón de dólares aparece en su cuenta bancaria.”

“Eso aumenta el interés. Sigue siendo una red muy delgada, Dallas.”

“Encaja con el perfil.”

“Lo hace. Con seguridad encaja. Pero igualmente encajan otros, como has
ilustrado tan acertadamente.”

“He eliminado a todos a excepción de un puñado de la gala. ¿Quieres
decirme que es sólo una extraña coincidencia que todas las víctimas del tablero
asistieron a esa gala y que el asaltante no?”

“No, esa es una estratagema de la defensa. ¿Honestamente piensas que vas a
encontrar las cosas que se llevó de esta gente, las joyas, los objetos valiosos, la
ropa, justamente en su casa?”

“Sí, lo pienso. Las necesita cerca, y las necesita en privado. Vive en un ático
convertido, tiene todo el edificio. No es enorme, pero es lo bastante grande. No
es mucho de hacer reuniones, de acuerdo a su propia declaración. Prefiere llevar
a la gente fuera. Sabe de maquillaje, vestuario, escenografía. Y las últimas
víctimas, ¿las que fueron atacadas la noche después de la nevada? Vivian a
menos de cuatro manzanas de su casa. Podría haberlas caminado, Reo. Los hizo
sus objetivos porque podía llegar allí, porque después de la muerte de Strazza,
quería sangre. Tenía que matar.”

“¿Cuál es tu grado de seguridad?”

“¿La verdad? Completamente. Sentí algo la primera vez que hablé con él,
pero lo supe cuando fue a la Central ayer. Ya habíamos empezado con la lista de
hombres potenciales, y él vino. Lo supe. Todavía estamos investigándolos. Y él
encaja como un maldito guante, Reo.”

Ella asintió, tiró hacia atrás su melena rubia. “Te voy a conseguir las órdenes
de registro. Eso va a requerir un poco de baile de tap, pero…” Se volvió, sonrió.
“Yo tengo el talento.”

“Tú me consigues las órdenes, y yo lo atraparé.”

“Tú lo atrapas, y nosotros lo encerraremos. ¿Está bien si agarro algo de
comida? Estoy muerta de hambre. Una noche diciendo buen viaje consume
muchas calorías.”

“Adelante. Aquí vienen Peabody y McNab,” añadió Eve, reconociendo las
pisadas fuertes y los saltitos.

Peabody apareció en el umbral, se detuvo. Su boca se abrió cómicamente.
“¡Guau! Mega-guau. Esto es… Cuándo… Guau. Tienes toda clase de… ¡Oooh,
un balcón!”

“¡El centro de comando es lo máximo!” McNab se fue saltando directamente
hacia éste.

Eve debería haberse figurado que un genio electrónico sabría lo que
realmente importaba.

“Tienes holo, y multi-pantalla.” Se metió en la U junto con ella, agachándose
para estudiar los controles y balbuceando en términos electrónicos,
aparentemente acerca de bytes disponibles, transferencia continua, funciones.

“No toques nada,” ordenó, pero se apartó de su camino porque él se veía,
bueno, excitado.

“Esto es total, Dallas.” Peabody deambulaba, pasando sus dedos por el
respaldo de un sillón. “Es realmente un buen espacio, y de verdad funciona. Para
ti, para la casa.”

“Esto funcionaba bien antes.”

“Sí, el trabajo es el trabajo, ¿verdad? Pero, caray, el nuevo tablero es
increíblemente genial, y todo esto simplemente encaja con la casa en lugar de
estar, ya sabes, separado. Se sienten unas buenas vibras aquí.” Echó un vistazo a
McNab, y sonrió. “Puede que él empiece a llorar sobre ese centro de comando.”

“Llévatelo, vayan a comer. Eso secará sus lágrimas.”

Ya que Eve no quería enredarse con McNab, se fue a la mesa del buffet por
más café. Entonces tuvo que lidiar con las reacciones de los otros mientras
llegaban.

Baxter miró alrededor, asintió. “Bonito. Oh, sí, muy bonito. Esto es lo que yo
llamo una oficina en casa. Deberías tener tu oficina en la Central como esta,
Dallas.”
La idea le dio escalofríos por toda la columna. “Ni siquiera se te ocurra
mencionarlo.”

“Elegante, pero no exagerado,” dijo Olsen, echándole un buen vistazo a la
oficina. “Buen espacio de trabajo con sólo el estilo suficiente.”

“Prioridades,” interrumpió Tredway. “Cuando nos dijeron sobre el desayuno,
supuse que habría algunos bollos daneses chapuceros, pero…” Él alzó la
campana de un calientaplatos. “Santa carne de cerdo.”

“Sírvanse,” ordenó Eve. “Tenemos un montón de terreno que cubrir.”

Los dejó atiborrarse, y cuando Roarke entró, se sirvió un plato porque de otra
manera él le habría servido uno.

Cuando, como había esperado, la mayoría regreso para un segundo plato,
tomó la iniciativa.

“Kyle Knightly, sospechoso principal. Si no han leído el informe, háganlo.”
Ya que tenía la excelente pantalla de pared, la usó, ordenó que apareciera la
imagen de la identificación de Knightly. “El sospechoso es…”

Se detuvo cuando Mira entró.

“Lo siento, Doctora Mira, no sabía que planeabas asistir.”

“Pensé que sería capaz de responder cualquier pregunta con referencia a la
patología del sospechoso.” Miraba alrededor mientras hablaba, comenzó a
hablar, y entonces se detuvo. “No dejen que los interrumpa.”

Eve continuó, detallando la información básica de Kyle mientras Roarke se
acercó a Mira, le susurró al oído. Mira sacudió la cabeza, le palmeó el brazo, y
luego se apartó para tomar asiento.

“Como está detallado en el informe, creemos que la fijación y la fantasía del
sospechoso con respecto a su tía aumentó hasta llegar a una necesidad de realizar
esa fantasía a través de la violación y la violencia. Estamos solicitando los
informes completos de los incidentes y declaraciones de su arresto a la edad de
dieciocho años por asalto sexual, y cualquier documento legal que pueda haber
sido generado para persuadir a la parte demandante de retractarse.”

“Un millón de macarrones son bastante persuasivos,” dijo Baxter.

“Vaya que sí, y el pago arroja sospecha sobre la retractación. Considerando
el período entre ese incidente y el asalto a los Patrick, es probable que hubiera
otros incidentes, posibles sobornos, posible tratamiento para el sospechoso por
su comportamiento. Estamos solicitando acceso a su historial clínico, en su
totalidad.”

“Yo puedo añadir peso en eso,” dijo Mira.

“Eso hará que sea más apreciado. El sospechoso vive solo, nunca se ha
casado o ha tenido una relación seria, según se sabe. Tiene conexión, experiencia
y talento para el teatro y la pantalla, con acceso a maquillaje profesional y
vestuario, así como a utilería escenográfica. Es de una clase social y financiera
alta. Encaja en el perfil de Mira como uno de sus trajes hechos a medida. ¿Estoy
equivocada?” le preguntó a Mira.

“No. Concluiría con que Kyle Knightly desarrolló un apego insano por su tía,
la hermana de su propia madre. Un deseo sexual por ella. Pero ella pertenecía a
su tío. Puede que él simplemente haya fantaseado, o puede que en algún punto
haya hecho un avance, y haya sido rechazado. Ya fuera de forma gentil o
airadamente, o cualquier punto en el medio, no habría importado. El rechazo se
hizo tan intenso como el deseo. Están conectados para él, y por lo tanto para
conseguir ese deseo, ese alivio, debe usar la fuerza. Debe anular cualquier
oportunidad de rechazo.”

“Cuando ve a una mujer que le inspira ese mismo deseo o uno muy similar,”
continuó Eve, “ella lo rechaza. Más aún, ella prefiere a su primo, el hijo de la
mujer que él desea.”

“Es suficiente para joder lo que ya está jodido,” comentó Tredway.

“¿Que esta mujer,” interpuso Mira, “la que él quería, la que podría, por lo
menos, servir como una sustituta para su obsesión, escogiera a su primo? Creo
que ese debe de haber sido el quiebre psicótico. Mientras que puede haber
violado a otras, tal como indica el incidente cuando tenía dieciocho años,
probablemente consideró esos asaltos simplemente como doblegar a la mujer a
su voluntad. Darle a ella, en su mente, lo que realmente quería. Puede que haya
utilizado acompañantes licenciadas, y si fue así, se parecerían a la tía. Pero
cuando Rosa Patrick escogió a su primo, el sexo rudo o forzado ya no fue
suficiente. Asaltar a la mujer ya no fue suficiente. La pareja tenía que pagar, el
hombre dominado y humillado, la mujer tomada sexualmente y, vitalmente,
forzada a darle validación.”

“Lo mejor que nunca has tenido,” finalizó Eve.

Hizo una pausa, notó que Roarke le traía a Mira una taza de té. “Sabemos
quién es, lo que es, dónde vive, y dónde trabaja. Reo nos conseguirá las órdenes
de registro necesarias para su residencia y su estudio. Peabody, averigua el
programa del sospechoso para hoy. Utiliza cualquier estratagema que funcione.”

“Puedo hacerlo.”

“McNab, solicita al Capitán Feeney un equipo de electrónicos, incluyendo
uniformados para seguridad, para ser enviados cuando yo les diga a los estudios.
Todos los electrónicos del sospechoso en esa ubicación serán confiscados.”

“¿Me quieres allí?” preguntó McNab.

“No, te quiero en la residencia, en donde es más probable que guarde
cualquier registro de sus crímenes, de sus víctimas y sus planes. En caso de que
el programa indique que el sospechoso estará en el estudio en el momento de que
yo dé la orden de moverse, quiero que Peabody, Tredway y Olsen lo arresten
para ser interrogado. Si el programa indica que estará en su residencia, todos
vamos allí.”

“Esos son un montón de policías,” señaló Olsen.
“Esto empezó con los Patrick, y ese es tu caso. Vas a estar allí para el
arresto.”

“Señor,” empezó Trueheart. “El sospechoso puede estar en otra ubicación, en
una filmación o en una reunión.”

“Si ese fuera el caso, es para Peabody, Tredway y Olsen. Tú, Baxter, McNab
y yo misma vamos a la residencia no importa donde pueda estar el cabrón. Si
está allí, presentamos la orden de registro y procedemos. Él será arrestado y
llevado a Central para interrogatorio. Me encargaré allí.”

“No hay discusión,” le dijo Tredway.

“Lo voy a quebrar.”

“Mientras podamos observar,” añadió Olsen.

“Mira, también me gustaría que observaras.”

“Estoy planeando hacerlo.”

“El resto de ustedes, recuerden: Es un cobarde, y los cobardes pueden ser
más peligrosos que los atrevidos.”

Reo hizo un círculo en el aire con el dedo mientras estudiaba la pantalla de
su enlace. “Tendrás tus órdenes de registro dentro de treinta minutos porque
simplemente soy así de buena. Ve a atraparlo.”

“Peabody, consígueme su ubicación.”

Peabody se levantó. “Sólo déjame…” Se alejó hacia la cocina. “¡Ah,
caramba, también la cocina!”

“Enfócate, Detective.”

“Dame un segundo.”

“Voy a tomar el último café de verdad antes de las batallas.” Baxter regresó
al buffet.

Roarke tiró de Eve a un lado. “Llámame cuando lo lleves a la Central, ¿de
acuerdo?”

“Claro, si quieres.”

“Lo quiero. Quiero observarte trabajarlo.”

“Debes tener un par de millones de cosas que hacer.”

“Hice por lo menos un millón de ellas anoche y esta mañana. Me avisas. Me
gustaría estar allá. Vi lo que le hizo a Daphne Strazza de primera mano.”

Y porque creía, muy fuertemente, que su policía podría necesitarlo antes de
que esto hubiese terminado.
Peabody regresó apresurada. “Él tiene programado trabajar en casa hasta el
mediodía.”

Eve pensó: Perfecto.

“Para el mediodía él estará en una celda. McNab, dile a Feeney que se
mueva. Y pongámonos en camino. Reo, bonito baile de tap.”

Reo ejecutó un rápido pasito de baile, completo con movimiento de manos.
“Mantenme al día.”

El todo-terreno aguardaba. Decidió que Roarke lo había ordenado con la idea
de que tendría a más personas que llevar además de Peabody. “Deja tu coche,” le
dijo a Baxter. “Te traeré de regreso a recogerlo.”

Él y Trueheart subieron en la parte trasera con McNab. “¿Supones que él
tratará de escapar?”

“Es arrogante, de modo que ese no será su primer impulso. Agravio, furia,
amenazas, abogado, bla, bla, bla. Puede ser que intente escapar cuando se dé
cuenta de que vamos a encontrar su botín, porque maldita sea que lo tiene.”

“No quiero ser desalentadora,” empezó Peabody, “pero ¿qué tal si él guarda
los trofeos en otra localización? Un casillero almacenado del que nosotros no
sabemos, otra residencia que no hayamos descubierto.”

“Necesita mirar, tocar, disfrutar siempre que esté de humor. Los necesita
consigo.”

“Yo tengo un trofeo de baloncesto de la secundaria.” Trueheart sonrió al
recordarlo. “Mi mamá lo tiene en un estante en la sala de estar. Y la foto del
equipo de ese año también.”

“Yo tengo premios del primer puesto en informática de la escuela primaria,”
añadió McNab. “Me gusta mirarlos.”

“Eso no es enfermizo, sino placentero, siempre el friki informático,”
comentó Baxter. “Pero sigue siendo la misma cosa. ¿Qué tal si el muchacho y yo
damos un paseo alrededor del edificio mientras el resto de ustedes entregan la
orden de registro? Sólo en caso de que trate de salir por la ventana.”

“Eso funcionará.”

Consiguió un espacio en la calle para estacionar, observó a Olsen pasar y dar
la vuelta mientras buscaba un lugar para aparcar.

Eve salió del coche, estudió el edificio de Knightly. Cuadrado y sustancial en
la esquina, con ladrillos pintados de gris plateado, las ventanas con las pantallas
de privacidad bajadas, las dobles puertas de entrada con una fuerte seguridad.

“Vamos a dar un paseo, compañero.” Baxter le dio una palmada en el
hombro a Trueheart y se alejaron.

Aunque todo en su interior la apremiaba, hazlo ya, hazlo ya, Eve esperó
hasta que Olsen y Tredway dieron la vuelta a la esquina a pie.

Ella sacó su portátil, lo revisó, y luego imprimió la orden de registro.

“Aquí vamos.”

“Apuesto a él nos reconoce,” le dijo Tredway a su compañera, y luego miró a
Eve. “Lo entrevistamos después de lo de los Patrick. Nunca percibimos nada, y
estoy bastante cabreado por eso ahora.”

“No tenían lo suficiente.”

“Pudimos, debimos, hubiéramos..,” dijo Olsen en voz baja. “Pero lo tenemos
ahora.”

“Grabando.” Eve presionó el timbre.

“¿Dallas? Apuesto a que esa cámara transmite a una pantalla en la mayoría
de las habitaciones del edificio.” McNab estaba parado casualmente, con sus
orejeras naranjas sobre los adornados lóbulos, manteniéndose de espaldas a la
cámara y hablando bajo. “El audio, también.”

“Hmm. Es algo bueno que tengamos autorización para entrar esté o no esté el
residente en casa.” Eve no mantuvo su voz en voz baja. “Voy a tocar una o dos
veces más, en caso que sea de los que se despiertan tarde. Peabody, puedes sacar
el ariete del vehículo si el ocupante no responde.”

Tardó menos de treinta segundos en que los cerrojos cliquearan. Kyle abrió
la puerta, con un suéter, pantalones y zapatillas. Debido a que lo conocía, ella lo
conocía, Eve lo observó poner una máscara de temor en su rostro.

“Neville y Rosa. Algo sucedió. Dios, qué…”

“No.” Eve puso en alto la orden. “Estamos autorizados a entrar a este
edificio y registrarlo. Por favor, retroceda.”

“¿Qué? Espere un maldito minuto.”

“Necesita retroceder,” dijo Eve cuando él intentó bloquear la puerta.
“Ahora,” añadió, empujando la puerta con el hombro cuando él empezó a
cerrarla de un portazo.

“No puede simplemente meterse aquí,” empezó él.

“Orden de Registro, léala.”

“Me importa un carajo esa ridícula orden. Esto es propiedad privada. Es mi
hogar. Fuera de aquí.”

“Señor Knightly.” La voz de Tredway se mantuvo fría como el hielo. “No
quiere interferir con una orden de registro debidamente autorizada.”

“A la mierda usted y su orden.” La ira le enrojeció el rostro; el insulto
brillaba en sus ojos. “Ya veremos lo que mi abogado tiene que decir.”

“Sí, mire lo que su abogado tiene que decir. Peabody, toma esta primera área,
McNab, todos los electrónicos.”

Kyle hizo a un lado a Olsen con el hombro, y acercó su rostro al de Eve. Ahí
estaba desenmascarada la furia pura, ardiente, violenta, que había esperado.
“Usted toca cualquier cosa, pone siquiera un dedo sobre una pulgada de mi casa,
y tendré su placa, pedazo de perra arrogante. ¡Usted no toca nada!” Sacó su
enlace del bolsillo. “Mi abogado se encargará de esto, y de usted.”

“Peabody, Olsen, Tredway.” Después de cada nombre, Eve señalaba en una
dirección. “Está en mi camino, Señor Knightly.”

“Fuera de mi casa. Marco, pon a Wesley en el enlace. ¡Me importa un carajo
con quién esté hablando! ¡Ponlo ahora!”

“Necesita moverse, Señor Knightly.”

“Usted necesita moverse,” le espetó él y la empujó.

Eve les hizo señas a los otros para que se mantuvieran atrás con una mano
apoyada abajo en su costado. Oh, sí, lo conocía. Y sabía justo qué botones
presionar.

“Puede pensar que está a cargo aquí, pero está equivocado. Yo estoy a cargo.
Va a hacer lo que le digo y va a retroceder. No quiere ponerme la mano encima
de nuevo.”

“¡No me diga qué hacer! Fuera de mi casa.” La abofeteó. Podría haberlo
evadido, había intuido el movimiento, pero quería el golpe, quería el gusto de la
sangre en su boca.

Oyó cuatro armas desenfundarse.

“Bajen las armas,” dijo con tranquilidad. “Yo me ocupo.”

Mientras levantaba una mano para retirar la sangre de su boca, disparó el pie
hacia adelante, y le barrió las piernas haciéndolo caer.

Sacó sus esposas, presionó una rodilla en la parte baja de su espalda, tiró de
sus brazos hacia atrás mientras él forcejeaba y escupía obscenidades. “Kyle
Knightly, está bajo arresto por atacar a un oficial de policía.” Se inclinó más
cerca. “Créame, seguirán otros cargos. Peabody, pide un par de uniformados en
un patrullero para que lleven al Señor Knightly a la Central para ser fichado. No
hay prisa,” añadió.

Sacó su comunicador. “Baxter, él no va a escapar. Vengan y dennos una
mano.”

Tredway puso de pie a Knightly. “Lo tengo, Dallas. ¿Por qué no nos
sentamos?”

“Quíteme las manos de encima. Quíteme estas cosas. ¿Sabe quién soy yo?”

“Sé exactamente quién es usted,” dijo Eve.
Observó su rostro, sus ojos mientras caminaba por el nivel principal amplio y
abierto, elegantemente amueblado. Muchísima rabia, él temblaba de furia, pero
no de miedo, todavía no.

Entonces lo vio, lo observó sobrepasar la rabia cuando comenzó a subir la
primera curva de los escalones abiertos de hierro.

“Aquí arriba, ¿no es así?”

Su dormitorio y una oficina se abrían hacia un amplio balcón que daba al
nivel principal. Pero más allá, escondida detrás de un ángulo en la pared había
una puerta grande, cerrada con llave.

Le dio unos golpecitos, oyó el sonido de metal.

“McNab.”

“Voy.” Subió de dos en dos.

“¿Puedes sobrepasar la seguridad de esto?”

“Con gusto. Debido a todo lo que él ha colocado en el exterior, me tomará un
tiempo, pero lograré que entres.”

“Me avisas.”

Regresó al dormitorio, y Trueheart llegó arriba. “Baxter dijo que usted podría
necesitar ayuda aquí arriba.”

“Toma la oficina, Detective. Seamos meticulosos.”

Encontró pornografía, nada ilegal, algunas ayudas sexuales para vuelos en
solitario. Él no traería mujeres aquí, pensó. No hay necesidad de traer mujeres
aquí.

McNab había tenido razón en lo de las pantallas de seguridad en cada
habitación, y el audio.

Volvió a salir cuando escuchó a Kyle gritando.

Él levantó la vista cuando dos uniformados lo agarraban de los brazos. “Te
haré pagar.”

“Sabes lo que vamos a encontrar cuando mi experto en electrónica abra esa
puerta, Kyle. Ambos lo sabemos. Tú serás el que pague por el resto de tu
miserable vida.”

Cuando los uniformados lo sacaron fuera, Olsen cerró la puerta tras ellos.
“Guau, escuchen la tranquilidad.”

“McNab, ¿cuánto tiempo más?”

“¡Ya casi lo logré! Esta perra es escurridiza, recontra escurridiza.”

“Peabody, el ariete, y esta vez lo digo en serio.”

“¡Vamos, Dallas!” La voz de McNab sonó casi con pánico. “Es una cuestión
de orgullo ahora. Cinco minutos. Cinco más.”

Le tomó diez, pero dejó escapar un grito de guerra. “Ella cayó.”

Echó una mirada hacia atrás cuando Eve caminaba hacia él. “Podría tener
una trampa explosiva en el interior.”

“Él es el mejor, ¿recuerdas? Nunca creería que alguien pudiera llegar tan
lejos. Pero… retrocede.”

Eve abrió la puerta empujándola, y sólo vio oscuridad. “Luces completas,”
ordenó.

La oscuridad permaneció.

“Probablemente lo programó para reconocimiento de voz,” le dijo McNab.
“Puedo arreglar eso, pero… tomará un minuto.”

“Tengo una linterna.” Tredway se paró detrás de ella, encendió la linterna, y
barrió lentamente el área.

Eve pensó: La cueva de Aladino.
Capítulo 21

MIENTRAS MCNAB trabajaba, Peabody le entregó a Eve otra linterna


del equipo de campo. Eve entró al cuarto.

Era más grande que el dormitorio principal y el baño, notó en su primer
escaneo. Era más prioritario, pensó, ya que él había pasado la mayor parte del
tiempo en ese espacio. La larga mesa de trabajo con computadoras,
comunicadores, pantallas y otros juguetes electrónicos probablemente le daría a
McNab un pequeño orgasmo, y lo que DDE pudiera descubrir, aumentaría las
evidencias para el caso de la fiscalía.

Puede que no entendiera las maravillas de los electrónicos, pero con
seguridad sabía lo que eran una pila de discos duros y placas madre cuando las
vio ordenadamente almacenadas en estanterías.

Apostaría su abrigo mágico a que encontrarían los equipos de seguridad de
las víctimas entre ellos, esperando a ser desmontados en partes, o usados para
armar otros.

Dejó eso por el momento, dirigió su luz hacia la izquierda. Oyó la rápida
inspiración de Peabody, y la entendió. La droide parecía muy humana, muy
hermosa. Llevaba el vestido rojo de cóctel y los zapatos resplandecientes,
llevaba el bolso de noche con el pájaro rojo que Nina Washington había descrito
después de los últimos asesinatos.

También las joyas de Miko, observó Eve. Entonces iluminó un diamante de
corte cuadrado y un anillo incrustado de diamantes en el tercer dedo de la mano
izquierda de la droide.

Todos los anillos de boda de las víctimas habían sido robados, pero ninguno
coincidía con este.

“Puso esos anillos en su dedo. En su mente, se casó con ella. Reprodujo a su
tía,” dijo ella, “jugó a vestirla y sabe Dios qué más hizo con ella. McNab, una
vez que enciendas esas luces, mira lo que puedes hacer con esta droide.”

“Lo guardó todo.” Tredway dirigió su haz de luz hacia una mesa en donde se
exhibían joyas, tres gabinetes abiertos, cuidadosamente arreglados con objetos
de arte y costosos ornamentos.

“No sólo organizado, jefa,” señaló Baxter, “sino también etiquetado. Por
víctima. Jesús, para los de la Fiscalía esto va a ser pan comido.”

-“Trueheart, haz una grabación de esta habitación de trescientos sesenta
grados antes de que alguien toque algo.” Cuando no respondió, se volvió hacia
él. Estaba parado mirando fijamente a la droide.

“Detective Trueheart.”

“Señor. Lo siento. Sólo estaba… esto va a salir a la luz. ¿Cómo se va a sentir
ella cuando se sepa que la utilizó para hacer algo así? Probablemente es una
persona agradable, y es su propio sobrino. ¿Cómo se va a sentir cuando todo esto
salga a la luz?”

“Tendrá que aceptar que esto no tuvo nada que ver con ella. Ella es un objeto
para él como lo son las cosas en esas estanterías. Graba los trescientos sesenta.”

Mientras lo hacía, Eve se acercó a la mesa de exhibición. La había diseñado
en secciones, con espacio para más. Y tenían placas hechas de latón. Cada
sección llena de cosas brillantes y resplandecientes llevaba un nombre.

Rosa, Lori, Daphne, Miko.

Por curiosidad abrió un cajón donde encontró una colección de otras placas,
reconoció varios nombres de mujeres de la lista que habían trabajado.

Futuras víctimas, pensó. A salvo de él ahora.

“Dallas. Hay una mesita especial por aquí.”

Eve se acercó a Olsen. Bajo el vidrio superior de una adornada mesita, que
estaba muy bien pulido, descansaban unas cuantas piezas de joyería sobre
terciopelo azul oscuro. Un solo arete, un delgado brazalete, un par de aritos para
las orejas, un collar formado con cuentas multicolores.

“Este es el tipo de joyería que yo me puedo permitir,” señaló Olsen. “Cosas
para usar todos los días, y el collar es como algo que un ingenioso niño podría
hacer. Para dárselo a su madre en un cumpleaños o en el Día de la Madre.”

“Son de ella, de la tía. Tal vez cosas que se metió al bolsillo durante las
visitas, cosas que ella pensaría que había perdido o extraviado. Sólo unos
cuantos símbolos, probablemente de su niñez.”

“Esa es mi opinión. Reconozco algunas de las cosas de las estanterías de los
artículos robados, de las fotos del seguro y las descripciones.”

“Y aquí hay una pequeña cómoda llena de elegante ropa interior de mujer.”
Baxter hizo un gesto hacia un cajón que había abierto. “Todas etiquetadas y
organizadas. Puso esos saquitos para aromatizar.” Sacó uno, lo olió.
“Agradable.”

“Puedes apostar a que ese es el perfume favorito de su tía.” Peabody se
acercó para mirar. “Y coincidirá con el elegante atomizador de perfume que tiene
en el armario. Todos los vestidos de cóctel, zapatos y bolsos de nuestra lista,
Dallas. Junto con el perfume, hay un elegante juego de espejo de mano y cepillo,
y un estuche de alta calidad para limpiar droides.”

“Asegúrate de que eso vaya en la grabación.” Se apartó de la mesita. “Su
vestidor. Hagamos una copia de seguridad de la grabación aquí, asegurémonos
de que lo tenemos todo registrado. Vestuario, maquillaje, encimeras para
trabajar, pelucas.”

“Esta es una instalación profesional,” dijo Peabody. “Es casi tan buena como
la que hay en el estudio. ¿Ese producto de allí? Es lo que se usa para hacer
prótesis, como narices y…”

“¿Cuernos de diablo?” sugirió Eve.

“Sí.”

“Hagamos venir al equipo forense. Habrá limpiado lo que sea que usó
durante los ataques, pero puede que haya algún rastro, tal vez sangre.” Mientras
hablaba se acercó a un largo abrigo negro con una capucha. “Dame la luz ultra
violeta del equipo. Puedo oler sangre en esto.”

Peabody la sacó del equipo y la encendió. “Santa mierda,” dijo cuando el
abrigo negro se iluminó con manchas y salpicaduras de color púrpura.

“No lo había hecho limpiar todavía. Chico ocupado. Etiquétalo y embólsalo
para el equipo forense. Quiero esto en el laboratorio y examinado lo más pronto
posible.”

“¿Dallas?” McNab le hizo una seña hacia la droide. “Fue programada para
responder sólo a la voz y las órdenes de Knightly. Fue bastante fácil de puentear.
Puedes hacerle preguntas ahora.”

“¿Cómo te llamas?”

La droide sonrió. “Soy Astra. Estoy tan contenta de verte, Kyle. Te extrañé,
Kyle.”

“Es el puenteo,” explicó McNab.

“¿Cuándo fuiste programada?”

“No entiendo.”

“¿Quién te programó?”

“No entiendo. ¿Necesitas castigarme?”

Eve respiró hondo. “¿A quién le perteneces?”

“Pertenezco a Kyle. Sólo a Kyle. ¿Quieres follarme ahora?” La droide se
frotó los pechos con las manos. “Te deseo, Kyle. Eres el único al que deseo. Eres
el mejor que nunca tuve. Átame, Kyle. Hazme gritar. Hazme…”

“Suficiente. Ciérrale el pico, McNab, y comienza con las computadoras.”

Se dio la vuelta, reparó en que Trueheart no se estaba sonrojando. En cambio
su mirada era pétrea, todo policía.”

“Muy bien, chicos y chicas, veamos qué más podemos encontrar, de manera
que todos podamos comer pastel.”

Para cuando terminaron, Peabody bebía agua de las latas que McNab
repartía. “Esto tiene que marcar un record para nosotros. Es la mayor cantidad de
evidencia que hayamos embolsado nunca. Registrarla va a llevar horas.”

“¿No sería eso divertido para una droide aburrida?” Eve echó un vistazo a su
comunicador. “Knightly está fichado, con el cargo de atacar a un oficial de
policía, y ya está hablando con su abogado.”

“No hay un solo abogado en la historia de la abogacía que pueda salvarlo de
esta.” dijo Olsen.

“Intentarán argumentar demencia. No vamos a permitírselo. Baxter, os
llevaré a ti y a Trueheart de regreso a tu coche.”

“No se preocupe por eso, jefa. Trueheart tiene un amigo que nos llevará de
vuelta a mi bebé en un patrullero.”

“Aún mejor. Buen trabajo a todos. Sólido. McNab, hoy has pulido tu
reputación como genio informático.”

“Gracias.”

“Sigue puliéndote. Una vez que la droide y el resto de los electrónicos estén
cargados para transferirlos, ve con ellos, y sigue investigando.”

Frotándose las manos, McNab meneó las caderas. “¿Qué es lo que hace que
no pueda esperar?”

“Que eres el más importante friki electrónico del día. Olsen, Tredway, os veo
en la Central. Peabody, conmigo.”

“Lo quiero en una celda,” comenzó Peabody mientras caminaban hacia el
coche. “Durante el resto de su vida. Y después quiero que se reencarne como
gusano y ponerlo en una latita por el resto de su vida. Y entonces puede regresar
como una cucaracha. Captas la idea.”

“Es una muy buena idea.”

“Pero.” Peabody resopló mientras se acomodaba en el coche. “¿No te parece
que está totalmente loco?”

“Está tan completamente loco que debería volver como mierda de
murciélago en una de esas vidas. Pero no está legalmente demente. Ni siquiera
cerca. Sabía lo que estaba haciendo, Peabody, en cada paso del camino. Mira va
a decir lo mismo.”

“Me pregunto si alguien puede volver como mierda de murciélago. Es
orgánica. ¿Habrá refrescos en el AutoChef de tu vehículo? Necesito seriamente
un energizante.”

“No lo sé, mira a ver.”

“¿Tú quieres?”
“No quiero uno de esos, demasiado azucarados, con burbujas que parecen
aguanieve teñida.” Empezó a optar por café, entonces se dio cuenta de que
necesitaba algo frío. Ya tenía demasiado ardor en la garganta. “Pepsi.”

“Refresco de cereza, ¡punto para mí! Vamos a tener que decírselo a los
Patrick. Al resto de las víctimas y a los supervivientes, pero los Patrick… es casi
tan malo como cuando tuvimos que decirle al Señor Mira sobre su primo.”

“Te hace dudar de los primos.”

“Yo tengo docenas de primos. Primos bastante buenos.” Le pasó la Pepsi a
Eve. “No tengo que hacer de policía buena con Knightly, ¿verdad?”

“No, no tienes que hacerlo. No necesitamos una confesión. Conseguiré una,
pero no la necesitamos. Vamos a clavarlo, Peabody, vamos a darle una buena
probada de lo que es estar atrapado. Llama a Reo, dile que estamos llegando. A
Mira también.” Aunque deseaba ahora no haber dicho que lo haría… “Y a
Roarke.”

Puso las luces y activó las sirenas. “Quiero empezar ya.”



* * *

Cuando entró a la división, Jenkinson ondeó una mano. “El abogado de tu
cabrón está graznando acerca de reunirse contigo.”

“Tendrá que esperar. Peabody, instala la grabación del cuarto de trofeos y el
taller de Knightly en Interrogatorios, y haz que lleven allí al cabrón y a su
abogado una vez que lo hayas hecho.”

Se dirigió a su oficina, decidió que un café no haría daño después de todo, y
se sentó a reunir un grueso archivo de fotos y documentos.

Al final, utilizó gruesos archivos para cada par de víctimas, terminando el
último cuando Reo entró.

“¿Me quieres en la sala o en Observación?”

“En observación. No quiero quedarme colgada por la interacción de los
abogados en este momento. Nada de tratos en esto, Reo.”

“Eso dijiste antes, y lo que nos mostraste, brevemente, desde la residencia
del sospechoso no deja espacio para ello y no es necesario hacer ninguno. Hablé
con Mira. Su actual análisis es que el sospechoso está legalmente cuerdo. En
caso de que eso se desbaratase…”

“No lo hará.”

“En caso de que pase,” continuó Reo, “todavía pasará el resto de su vida
encerrado.”

“Conseguiré lo que tú y Mira necesitáis. Entonces lo empaquetarás. Máxima
seguridad, fuera del planeta, cadenas perpetuas consecutivas.” Se levantó, agarró
los archivos.

“Interrogatorios A,” dijo Peabody cuando Eve salió. “El comandante lo tiene
separado para nosotros.”

“Práctico.”

“Están dentro. El abogado es Wesley Drummond, portavoz de importantes
celebridades. Debo decir que Knightly se ve realmente petulante.”

“No por mucho tiempo.”

Eve echó a andar e ingresó a Interrogatorios A.

“Grabando. Teniente Dallas, Detective Peabody entrando a Interrogatorios
con Knightly, Kyle, y su abogado, Drummond, Wesley.”

Hizo una pausa, sólo un momento mientras estudiaba a Drummond,
ignorando al cliente.

Drummond se veía elegante y bronceado, llevaba un traje con rayitas muy
delgadas que se figuró que Roarke aprobaría, una perilla bien recortada, y un
arito plateado en una oreja.

“Señor Drummond, ¿le gustaría hacer un comentario o declaración antes de
que lea los cargos en la grabación?”

“Gracias, Teniente, me gustaría. Espero que podamos dejar de lado este
asunto sin revuelo y sin tiempo excesivo para ambas partes. Aunque le concedo
que estuviera autorizada para entrar y registrar el hogar de mi cliente, nosotros
vamos a debatir el razonamiento utilizado para obtener dicha orden de registro.
Mi cliente estaba, naturalmente, impactado y alterado por la intrusión y la
invasión a su privacidad. Y dado el estrés producido por los ataques sufridos por
miembros de su familia, y las amenazas a un miembro de la familia sólo ayer, su
estado emocional estaba y esta, naturalmente, perturbado. Actuó
precipitadamente, sin embargo, él fue, podría decirse, provocado y sólo
intentaba, como cualquiera lo haría, proteger sus derechos y propiedades.”

“Ah-ha.” Se tocó la magulladura en su mandíbula. “Golpeando a un oficial
de policía que llevaba a cabo sus obligaciones.”

“Entiendo que hubo un altercado. Con seguridad todas las partes pueden
admitir que los temperamentos estaban alterados, y retractarse de esto evitando
que la atención negativa de los medios caiga sobre su departamento.”

Dijo Ah-ha otra vez. “¿De manera que su única preocupación, en este
momento, es el cargo inicial de atacar a un oficial? ¿No está preocupado por los
otros cargos?”

“¿Qué otros cargos?”
“Aw, Kyle, ¿no se lo dijiste? Sólo los leeré para la grabación de manera que
todos sepamos en donde estamos parados, y quién se estará retractando. Kyle
Knightly, usted está actualmente bajo arresto por atacar a un oficial, con cargos
adicionales por resistirse al arresto…”

El abogado hizo un sonido de pfft. Eve simplemente levantó un dedo.

“Además está acusado de allanamiento, ingreso ilegal, hurto, y posesión de
artículos robados.”

“Espere un minuto,” comenzó Drummond.

“Oh, no he terminado. Ni siquiera he llegado a lo gordo todavía. Para
continuar, usted está acusado de asalto, asalto con intento de causar daño
corporal, reclusión forzada, la tortura de Neville Patrick y Rosa Patrick, con los
cargos adicionales de asalto sexual y violación en la persona de Rosa Patrick.”

“Esas son estupideces. Ocúpate de esto, Wesley.”

“Qué pruebas…”

“No he terminado,” volvió a decir Eve. “Además usted está acusado de…”
Lo repitió todo, nombrando a Ira y a Lori. Entonces continuó con lo de los
Strazza. “Está acusado adicionalmente con el asesinato de Anthony Strazza. Para
concluir, usted por la presente está acusado de…”

Detalló los cargos menores en el caso concerniente a los Strazza.

“Está acusado de violación y sodomía en la persona de Miko Carver, y los
asesinatos de Miko y Xavier Carver. ¿Se me pasó alguna cosa, Peabody?”

“Es un montón. Es toda una cabalgata.”

“Cargos adicionales pueden ser presentados. Pero nosotros trabajaremos con
esto por ahora. Peabody, sólo para mantener el juramento en orden, léele al
Señor Knightly sus derechos otra vez.”

“Con gusto.”

Eve podía ver las ruedas en la mente del abogado dando vueltas mientras
Peabody recitaba el Miranda Revisado. No se molestó en sentarse.

“Me gustaría algo de tiempo para consultar con mi cliente.”

“Por supuesto. Dallas y Peabody saliendo de Interrogatorios. Apagar
grabación.”

Abrió la puerta, volvió la mirada hacia Kyle con una amplia sonrisa, le dio
unos golpecitos a sus archivos. “Lo tengo todo.”

“¿No se lo dijo a su abogado?” Peabody se pasó una mano por el cabello.
“¿De verdad pensaba que no entraríamos a su cuarto cerrado?”
“Es un cobarde, y estaba haciendo tiempo. Tratando de encontrar una manera
de evadirse, diciéndose a sí mismo que su costoso abogado podría sacarlo. No
hemos terminado con él, Peabody. Vamos a encontrar a las otras mujeres que él
acosó y violó, documentando cómo las asustó o las compró para que no
presentaran cargos. Vamos a entregarle eso a Reo también.”

Eve lanzó una mirada hacia la puerta, se encogió de hombros. “Van a estar
un rato. Mira si puedes encontrar y contactar a la mujer a la que su padre
sobornó, la primera que encontramos. Convéncela de que cuente su historia.”

“¿Puedo decirle que él ha sido arrestado, y los cargos?”

“Los cargos no, no en detalle.”

Eve regresó a su oficina, se sentó y estudió el tablero. Entonces simplemente
cerró los ojos hasta que el abogado mandó a decirle que estaban listos.

“La conseguí, Dallas. Ella se reubicó, se casó, usa el nombre del esposo, pero
la conseguí. Dice que dejó todo eso atrás, que no tiene nada que decir. Pero, ¿en
mi opinión? ¿Cuándo podamos decirle los cargos, cuando podamos decirle que
va a estar preso? Hablará con nosotras.”

“Está muy bien por ahora. Dallas y Peabody volviendo a ingresar a
Interrogatorios. ¿Y?” Esta vez se sentó, dejó caer los archivos con un pesado
golpe. “¿Todo listo?”

“Mi cliente rechaza todos los cargos.”

“¿En serio?”

“Teniente, esto no es un asunto para bromear. Esos crímenes son atroces, y si
incluso un indicio de esto se filtra en los medios, la reputación de mi cliente
sufrirá un daño irreparable. En caso de que eso ocurriera, usted se habrá
expuesto, así como este departamento, a una demanda civil.”

Eve comenzó a abrir archivos, sacando fotos de las escenas de los crímenes.
“Neville y Rosa Patrick sufrieron irreparable daño. Lori e Ira Brinkman sufrieron
irreparable daño.”

“Ninguna de esas víctimas pueden identificar a mi cliente como su atacante.
Conozco a Neville y a Rosa personalmente y bien. Estarían impactados por estas
acusaciones, las intolerables y atroces acusaciones que usted ha hecho contra un
miembro de su familia.”

“Espero que lo estén. ¿Su cliente le contó acerca de su tesoro escondido, su
habitación personal de recuerdos? Entramos, Kyle, en caso de que te lo estés
preguntando. Tienes buenas habilidades informáticas, pero yo tenía conmigo a
un maestro informático. Se deslizó a través de tu seguridad como si fuera
mantequilla. ¿Quiere ver lo que encontramos detrás de una puerta asegurada en
la residencia de su cliente, Señor Drummond? En pantalla, Peabody.”

“Grabación del registro en la residencia de Knightly, Kyle, código 33.42.6,
en pantalla.”
La lenta y firme grabación de Trueheart de los trescientos sesenta grados,
mostraba todo.

“Tenemos a tu novia arriba en el DDE. Ya me habló.”

“Tonterías,” refunfuñó Kyle, pero fue silenciado por una aguda mirada de su
abogado.

“Ser propietario de un droide, tener una habitación privada, el equipo que
veo, los artículos personales, difícilmente es un crimen. Difícilmente es
evidencia concerniente a acusaciones de esta naturaleza.”

“Acerca la imagen, Peabody. Ve usted aquí, en este estante exhibidor los
nombres de las víctimas femeninas, y en cada compartimento también
etiquetados están sus artículos personales de joyería robados de sus hogares en
las noches de los ataques. Ve aquí en los estantes…”

Esperó a que Peabody hiciera los ajustes. “Otros artículos enlistados como
robados en las noches de los ataques. Los vestidos, incluyendo el que la droide
está usando, fueron robados de las víctimas femeninas en las noches de los
ataques. Ve usted aquí los disfraces, el maquillaje profesional y la utilería usada
por el Señor Knightly en las noches de aquellos ataques, incluyendo el abrigo
negro etiquetado en esta grabación, y esos guantes negros de cuero en los cuales
encontramos sangre, sangre que ha coincidido con la de Miko y Xavier Carver.
Ve usted está pesada cachiporra en la cual encontramos la sangre de estas
víctimas, así como rastros de la de Anthony Estrazza. ¿Cómo es que todos estos
artículos están en su posesión, Señor Knightly?”

“Por favor, hágame a mí las preguntas,” le dijo Drummond.

“¿Por qué? Él no le ha dicho nada. Usted lo sabe, yo lo sé. ¿Cuándo tuviste
la idea, Kyle? ¿Los disfraces, la actuación? Tienes que haber tenido tiempo para
prepararlo todo. Encontramos las mini-cámaras, y las grabaciones de ellos en tu
compudora. Es fácil saber cómo las plantaste en la casa de tu primo, y fuiste lo
bastante inteligente para sacarlas la noche que le sacaste la mierda a él y violaste
a su esposa. Me figuro que hiciste un poco de trabajo de campo, te escabulliste
en los otros lugares, y en los que todavía tienes que atacar.” Manteniendo su
mirada en la de Kyle, se reclinó en la silla. “Jacie y Roderick Corbo, Gregor y
Camilla Jane Lester, Toya L'Page y Gray Burroughs… y más. Tenemos a un
equipo yendo a las residencias de los objetivos de tu lista, sacando las cámaras
que plantaste para evidencia. Los observaste en su propio hogar, pedazo de hijo
de puta pervertido…”

“¡Teniente!” Drummond objetó, pero ella no le hizo caso.

“Escuchaste sus conversaciones privadas. Eso te dio información, cuándo
estarían fuera, sus horarios, sus rutinas. Y tu observabas esas grabaciones en esa
habitación, imaginando qué les harías, especialmente a ella.”

“Arregla esto.” Kyle se volvió hacia su abogado. “Ahora. No voy a estar
sentado aquí escuchando estas estupideces.”

“Teniente, me gustaría otro momento para consultar con…”
“No quiero consultar,” explotó Kyle. “Dije que lo arregles, y que lo arregles
ahora.”

“Teniente, solicito tiempo para hablar con mi cliente sin ser grabado.”

Eve se encogió de hombros, se levantó. “Dallas y Peabody saliendo de
Interrogatorios. Apagar grabación.”

Peabody soltó el aliento. “Realmente piensa que el abogado puede
simplemente agitar una varita mágica y hacer que todo esto desaparezca.”

“Porque sucedió de esa forma anteriormente. Se mete en un pequeño lío, y
alguien se ocupa de ello. Un lío mayor, y alguien lo arregla. Espero que
descubramos muchos de esos líos.”

“La cuestión es que el abogado parece impactado, pero no realmente
sorprendido.”

“Buen ojo, Detective. Está impactado, pero mientras van saliendo las cosas,
poco a poco, está comenzando a pensar en cosas, recuerda comentarios, gestos o
comportamientos. Tal vez recuerda canalizar dinero para una mujer que dijo
haber sido violada o abusada, una mujer a la que probablemente no creyó en el
momento. O le creyó, pero lo arregló todo para su cliente.”

Eve se hizo a un lado cuando Drummond salió.

“¿Listo?”

“Yo… yo ya no soy el abogado del Señor Knightly.”

“Probablemente un inteligente movimiento de su parte.”

“Es su decisión, no la mía. Aun así, nunca he manejado un caso de pena de
muerte. Kyle… necesita un abogado experimentado en crímenes de pena de
muerte. Necesita una evaluación psiquiátrica. Él…”

“Usted no es su abogado,” le recordó Eve. “Tiene derecho a uno, tan
experimentado como pueda conseguir. Será evaluado. Discúlpeme.” Retrocedió
a la puerta, volvió la mirada hacia él. “¿Cuántas mujeres? ¿A cuántas mujeres
sobornó después de que él las violara?”

Drummond simplemente agitó la cabeza. Parecía enfermo, pensó Eve,
físicamente enfermo. Pero sacudió la cabeza y se marchó.

Ella entró a Interrogatorios.

“Grabando. Dallas y Peabody volviendo a ingresar a Interrogatorios. Señor
Knightly, ¿usted ha descartado a su abogado?”

“¿Descartado? He despedido su inútil trasero.”

“¿Desea usted contactar y contratar otra representación legal en este
momento?”

“Oh, tendré representación legal.” El desprecio se filtró en su voz, brilló en
su mueca desdeñosa. “Conseguiré los mejores abogados que haya, créalo.”

“¿Desea usted contactar a un abogado en este momento?”

“Necesito investigar un poco, llevar a cabo entrevistas.”

“Muy bien. Peabody, haz los arreglos para que el Señor Knightly sea llevado
de regreso a su celda.”

“Y una mierda. Joder. ¡Joder! Quiero una audiencia.” Golpeó la mesa con un
dedo. “Quiero una maldita audiencia, quiero una fianza, y quiero salir. Ahora.”

“Ninguna de esas cosas va a tener lugar. Puede traer de regreso al Señor
Drummond para representarlo, contactar otro abogado o representante, renunciar
a su derecho de tener representación legal en este momento y hablar con
nosotras, o regresar a su celda. Ese es todo el menú.”

“Conozco mis derechos.”

“Debería, se los hemos leído ya dos veces. Y no creo que seamos las
primeras. ¿En dónde dice ahí que Kyle puede irse a su casa porque quiere
hacerlo?”

“Usted piensa que es inteligente.” Él soltó una risotada. “¿Piensa que ir por
ahí contoneándose con un arma y una mala actitud la hace sexy? Durn la
personificó a usted sexy. Eso se llama actuar.”

“Escoja. Abogado, otro abogado, renunciar al abogado y continuar el
interrogatorio, o regresar a su celda.”

“No voy a regresar a ninguna celda. Siéntese. Y usted.” Señaló a Peabody.
“Vaya a buscar a alguien que sepa lo que están haciendo por aquí y consígame
una audiencia.”

“No.”

Sus fosas nasales se ensancharon. “¿Qué fue lo que dijo?”

“No. Bueno, ¿va usted a renunciar a su derecho a tener representación legal
en este momento? Porque de otra manera usted está regresando a su celda, y yo
puedo ir a comer algo. Me perdí el almuerzo.”

“Ja Ja. Es usted muy graciosa, ¿verdad? No tiene nada de gracioso. Y
necesita perder cinco kilos.”

“Auch.” Peabody miró a Eve e hizo exagerados ruidos fingiendo controlar el
llanto.

“¿Renuncia a representación legal en este momento?,” espetó Eve. “Sí o no.
Cualquier otra palabra que no sea sí, la tomaré como un no y estará de vuelta en
una celda.”

“Sí.” Una nota de pánico se le escapó antes de que volviera a sentarse, se
encogió de hombros. “¿Por qué diablos no? No es como si ustedes dos me
preocuparan. Tráigame una bebida,” le dijo a Peabody.

“Caray, me encantaría hacerlo. ¿Le gustaría que le preparara un Martini?”

“¿Podría usted?” dijo Knightly con una mueca de burla. “Que sea un Giner
ale, con hielo, y un punto de lima.”

Con un resoplido, y un asentimiento de Eve, Peabody abandonó la sala.

“Peabody saliendo de Interrogatorios. ¿Por dónde quieres empezar, Kyle, por
el principio o por el final?”

“y tú apenas tienes tetas y el trasero de un muchacho adolescente. Bueno…
¿a cuántos mandamases tuviste que follar para llegar a teniente?”

“No estamos aquí para hablar sobre mis hábitos sexuales, Kyle. Todo se trata
de ti. Tú eres la estrella del espectáculo. Todo ese lugar está hablando de ti.
Nunca he visto nada parecido, ni siquiera durante el lío Icove.” Hizo una pausa
para estudiarlo reflexivamente. “Jesús, Nadine va a estar encima de esto,
probablemente escriba otro libro, y haga un video del mismo, especialmente con
todo el asunto del Oscar. Quiero decir, mírate.”

Suspiró, sacudió la cabeza, podía de verdad ver cómo se esponjaba ante la
atención. “Cerebro, apariencia, dinero, estilo y también poder. Añádele a eso
montones de sexo y es algo bastante excitante. Oigo a la gente por ahí diciendo
que Neville parece un blandengue, un pelele. No puedo discutir eso.”

“Porque lo es.”

“Maldita sea si tú no demostraste eso. Jodiendo a su esposa justo en frente de
su cara. Eso demuestra quién tiene las pelotas en la familia.”

“Veo lo que estás haciendo.” Aun sonriendo con suficiencia, Kyle hizo
círculos en el aire con un dedo. “Estás tratando de dorarme la píldora.”

“Sólo estoy diciendo lo que es. ¿Por qué crees que ella te rechazó la noche
que la conociste, la noche en esa fiesta cuando los tres se conocieron?'

“No lo hizo.”

“¿En serio?” Eve frunció el ceño, consultó un archivo. “Pero ella dijo…”

“Es una mentirosa. Dijo que estaba con ese idiota cuando quise ligar con
ella, pero me deseaba a mí. Claro como el día.”

“Pero… ¿acaso no se marchó con el idiota?”

“Sólo porque decidí no perder mi tiempo. ¿Y qué es lo que hace ella?,
vuelve.”

“¿A ti? ¿Después, o esa misma noche?”

“La misma maldita noche. Utilizó a Neville, le coqueteó para cabrearme, y
luego se marchó con el estúpido.”

“Pero se casó con Neville, incluso después de que te le insinuaras unas
cuantas veces más. ¿Acaso hizo eso para cabrearte?”

“¿Qué crees tú? Tú misma lo dijiste, es un pelele.”

“Peabody volviendo a ingresar a Interrogatorios.” Peabody puso con fuerza
una lata de Giner ale (deliberadamente diet) sobre la mesa. “Tómalo o déjalo.”

Kyle la levantó, abrió la lata, y le dio un sorbo mientras le dirigía una fría
mirada de odio.

“De acuerdo, así que Rosa se casó con Neville para cabrearte, porque tú eres
al que ella quería en realidad, al menos sexualmente. Y tal vez… sólo es una
suposición, se casó con él porque es un pelele.”

Kyle levantó un dedo. “Bingo. Eres más inteligente de lo que pareces.”

“Lo bastante inteligente cómo para saber que muchas mujeres dicen una cosa
y quieren decir otra. Algunas mujeres, probablemente la mayoría, se casan con
un pelele porque piensan que pueden controlarlo, conseguir todo lo que quieran.
Pero un verdadero hombre, un hombre con verdaderas pelotas, las controla a
ellas, y ellas hacen lo que él quiere. Como tú. La gente hace lo que quieres.
Actores, directores, abogados. Mujeres.”

“Levanté mi propio estudio.”

“Bueno, tú y Neville.”

“Diablos, podría haberlo hecho sin él. Sólo lo hice por incluirlo.”

“Suena como si le hubieses hecho un favor.”

“Es mi primo,” señaló Kyle. “Hemos pasado mucho tiempo juntos, y tiene
buenas ideas. Necesita que yo les dé un empujón, que las implemente. Él puso su
parte, el tiempo, el dinero. Pero yo soy el que tiene la visión.”

“De modo que lo trajiste a la compañía sólo por incluirlo, Rosa se casó con
él porque es un pelele. Ciertamente suena como un pusilánime. ¿Se parece a su
madre o a su padre?”

“Su padre es peor que Nev, créeme. No tiene pelotas, ni voluntad. Un
director de segunda categoría.”

“Interesante. ¿Tu tía sigue casada con él para cabrearte, Kyle?”

Eve sacó una foto de Astra Patrick del archivo.
Capítulo 22

EVE VIO su reacción, el deseo y el deleite convirtiéndose con rapidez en


rabia.

“¿Sabes cuál es su problema?” demandó él.

“No lo sé.”

“Jugar a lo seguro, encerrándose en las reglas de la sociedad. Mírala. Sólo
mírala. Lo tiene todo. El rostro, el cuerpo. Belleza, estilo y sexualidad que no
desaparecen. Lo tiene todo,” repitió él, pasando un dedo sobre el rostro en la
foto. “Excepto por una cosa.”

“Déjame adivinar. Apuesto a que lo sé. Visión.”

Obviamente complacido, levanto el dedo, lo apuntó hacia Eve. “Justo a la
primera. No tiene visión. Está atascada en esa rutina con un perdedor, dejando
pasar la vida.”

“Y tú podrías ofrecerle muchísimo más.”

“Yo le ofrecí más.”

“Y ella escogió la rutina.” Eve sacudió la cabeza, estudió la foto. “Apuesto a
que te dio la patada, pero dejó una puerta abierta, justo lo suficiente para
mantenerte en suspenso.”

“Neville le hizo una ridiculez de collar con cuentas para su cumpleaños, y
sintió como si fueran las joyas de la corona. Yo le di un anillo, algo real, le dije
lo que sentía, cómo debían ser las cosas. Ni siquiera lo pudo tomar. Me dijo que
estaba confundido. Que era muy dulce, y que se sentía halagada, y más
estupideces sobre encontrar a la chica perfecta un día.”

“¿Cuántos años tenías?”

“Tenía quince años, y ya era más hombre que ese pelele británico con el que
se casó. Ella me humilló.”

“No das la impresión de ser la clase de hombre que acepta un no por
respuesta fácilmente. No tomas el camino del pelele.”

“Esperé. Supuse que necesitaba más experiencia bajo el cinturón.” Sonrió,
palmeándose a sí mismo. “¿Me entiendes?”

“Oh, sí. Un poco de esa experiencia fue con…” Eve sacó otra foto del
archivo.

Kyle la estudió, se encogió de hombros. “No me suena.”

“Tenías dieciocho años cuando ella te acusó de asalto sexual, se retractó
después de que tu padre le diera un millón. ¿Eso te suena?”
“¿Esta?” Se inclinó hacia adelante, puso un dedo en el ojo de la foto. “Ella lo
quería, y luego se puso toda llorona cuando le di lo que quería. Me costó tres
meses en un jodido centro de rehabilitación. Perdí todas mis malditas vacaciones
de verano.”

“Eso es duro. Pero le diste a Astra otra oportunidad, ¿no es así?”

“Justo después de mi veintiún cumpleaños, fui a Londres por mi cuenta,
reservé la mejor suite en el mejor hotel. Le pedí que viniera.”

“¿Cómo conseguiste que fuera? Tenías que ser sutil sobre eso, ¿verdad?”

“Quería llevarla a cenar. Él estúpido estaba fuera en una localización, y
Neville todavía estaba en la universidad. Estoy en la ciudad, permíteme llevarte
a cenar. Bebidas y cena, sofisticado y elegante.”

“Y se lo creyó.”

“Ella sabía lo que estaba diciendo. Sólo le estaba dando cobertura. Tenía
champagne y flores, sus platos favoritos, todo estaba preparado. Llevaba un
vestido azul.” Cerró los ojos, con los labios curvados. Y cuando los abrió, la
rabia regresó. “Y simuló estar impactada cuando la besé. Impactada y enfadada.
Me abofeteó. Me abofeteó y salió enfurecida antes de que pudiera…”

“Volvió a humillarte.”

“Debería habérselo demostrado, ese fue mi error. Debería haberle enseñado.
Me disculpé. Derramé lágrimas.” Se palmeó las mejillas sonriendo. “Hay que
pensar en el futuro.”

Eve asintió. “Tenías que tener visión.”

“Exactamente. Podía esperar. Montones de sustitutas. Ella vería cuán exitoso
era, cuán importante. Cómo podía tener a cualquier mujer que quisiera, y ella
vendría a mí.”

“Pero no podías tener a cualquier mujer que quisieras. No podías tener a
Rosa.”

“¡Yo la vi primero!” Su voz sonó con pura y sincera indignación. “¿Crees
que podía dejarlos ir con eso, haciéndome lo mismo? ¿Crees que podía permitir
que esa zorra me rechazara, que me diera la misma línea que Astra, que estoy
confundido, que está con Neville?”

“Jugando el mismo juego.” Eve exhaló un largo suspiro que daba a entender
que estaba perfectamente de acuerdo. “Burlándose de ti, desafiándote.
Resistiéndose a ti para excitarte. Pero tú sabes cómo usar la máscara, ¿verdad?
El primo amoroso, el sólido socio de negocios, el amigo leal.”

“No hay nada que no pueda hacer.”

“Debido a que aprendes, no cometes los mismos errores. Con Rosa no
cometiste los mismos errores que cometiste con Astra. Necesitabas
demostrárselo, y lo hiciste.” Eve se reclinó en su silla. “Si quería permanecer en
esa rutina, con Neville, ella se lo perdía, pero tendría que probar a un verdadero
hombre primero. La parte de Drácula, eso fue genial. Simbólico. El vampiro, el
rey de los vampiros, toma a la mujer que quiere, la toma completa, cuerpo,
mente, alma, ¿verdad?”

Él sonrió, se encogió de hombros, desvió la vista.

“Vamos, Kyle, toma el crédito. Te lo ganaste. La planificación, hasta el
último detalle. Utilizando el robo como cubierta, eso funcionó. Y sacándoles la
mierda a golpes a ambos. Especialmente a Neville.”

“Se lo merecía. Yo la vi primero.”

“Pero pensaste en Astra cuando violaste a Rosa.” Eve sacó la foto de Rosa
del archivo, la puso al lado de la de Astra. “Míralas. Rosa podría ser la hija de
Astra.”

“Tú ves eso también.”

“Por supuesto. Al igual que veo que estaba destinada a estar contigo. Ambas
lo están. Primero el padre de Neville estaba en tu camino, y ahora Neville,
después de todo lo que has hecho por él. Estoy sorprendida de que lo hayas
dejado vivir.”

“Pensé en matarlo, pero somos familia. Y se trataba de hacer que vivieran
con ello. Acerca de observarlos tratar de vivir con ello.”

“Oh, eso lo entiendo. Estabas un poquito apurado con Rosa y Neville.
También eso lo entiendo. Todo estaba preparado, y necesitabas tenerla,
demostrárselo, hacer que admitiera que lo deseaba. Le arrancaste la ropa. Con
las otras hiciste que se desvistieran. Mucho más seductor. Y más humillante para
el hombre.”

Cuando no dijo nada, ella sacudió la cabeza. “Tenemos la evidencia, Kyle.
No eres estúpido, sabes lo que encontramos en tu ático. De manera que tenemos
lo que necesitamos. Yo sólo… bueno, tengo que admitir que estoy bastante
fascinada por la forma en que llevaste a cabo todo esto.”

“Su abogado va a arreglarlo,” añadió Peabody. “Él puede permitirse un
maldito pelotón de costosos abogados.”

Ahora Eve se encogió de hombros. “Ese no es nuestro problema. Hicimos
nuestro trabajo. A mí simplemente me gusta escuchar cómo alguien pudo planear
esto, una y otra vez. La precisión, la planificación, los detalles más pequeños.
Bueno, en realidad es algo exquisito. ¿De verdad te decidiste por la mujer en esa
gala? La ah, sí, aquí está. ¿La Gala de Celebración del Arte? ¿Cuál fue el
detonante?”

“No podían dejar de hablar sobre planes de boda. Rosa y Neville hablaban
una y otra maldita vez sobre ellos. Todo el mundo que conocemos se acercaba a
la mesa y empezaban a hablar de la boda. No puedo soportarlo, qué perfectos se
les ve juntos, qué novia tan hermosa va a ser ella. Me ponía enfermo. Hacía que
quisiera vomitar.”

“Así que miraste alrededor, y empezaste a ver a todas las mujeres que
podrías tener. Todas las mujeres casadas. Mujeres a las que les demostrarías,
hombres a los que castigarías. ¿Ya tenías las cámaras en la casa de Neville?”
“Le hice un favor. Tuvo el descaro de preguntarme si podía quedarme en su
casa a esperar una entrega mientras se mudaban juntos. El imbécil ni siquiera lo
notó.”

“Los observabas siempre que querías. Los observabas en la cama juntos.”

“¿Y qué? Todo lo que eso hizo fue demostrarme que yo era mucho mejor en
ello.”

“Tu coordinación de tiempo fue, vale la pena repetirlo, exquisita. Justo
después de su luna de miel. Justo cuando realmente estaban empezando su vida
matrimonial.”

“Ahora lo sabrá, por el resto de su vida, lo sabrá. Sabrá que tuvo el mejor
sexo de su vía con otro hombre.”

“Y Lori, Lori Brinkman.” Sacó la foto. “¿Cómo la escogiste?”

“Ah, Lori. Ese rostro, ese cuerpo, la risa. Fue su risa la que me atrajo. La risa
pedía sexo. Saqué algunos de sus guiones de la caja fuerte, no estaba mal.”

“Astra es guionista también, ¿no es así?”

“Es más un pasatiempo, al igual que para Lori. Y no necesitarían un
pasatiempo, ¿verdad?, sino estuvieran casadas con perdedores. Si un hombre
mantiene satisfecha a una mujer, no necesita nada más que a él.”

“Podías ver que Lori no estaba sexualmente satisfecha.”

“¿Atada a ese cabrón aburrido? Hazme el favor. Lori fue realmente la que
inspiró todo esto. ¿Por qué parar con Rosa?, eso es lo que pensé. Pensé: justo
aquí, en esta sala hay docenas de mujeres como esa. Atadas a esa rutina,
atrapadas en las reglas. Las escogí, y planifiqué cómo sería. Y después de Rosa,
sabía cómo se sentiría.”

“Plantaste las cámaras.”

“Eres una policía, ¿verdad? No tengo que decirte que la gente piensa que está
segura en sus propios hogares, y no lo están. Sólo tienes que ser observador,
tomarte el tiempo, ser ingenioso. Podría haberme ganado la vida con trabajo
informático. Todo el mundo lo decía.”

Él sacudió su pelo hacia atrás, obviamente cómodo ahora, disfrutando
plenamente de su propia arrogancia.

“Pero, Jesús, ¿cuántos expertos informáticos son cubiertos por los medios o
tienen a estrellas viniendo hacia ellos? ¿Hacen entrevistas en pantalla? La
informática es sólo un pasatiempo. ¿Y observar todas aquellas vidas, esas
pequeñas vidas en pantalla? Diablos, casi me quedé sin palomitas.”

Se rio, se terminó la lata de Giner ale.

“Observando terminas conociendo sus rutinas, y sus secretos.” Eve
suspendió su mano sobre la foto de Lori. “Eso te facilitó poder programar
cuándo entrar a la casa de Lori, instalarlo todo, esperarlos a que volvieran de las
vacaciones. Tremenda bienvenida, ¿no es así?”

“Ella estaba excitada. Tenías razón, no estaba apurado esta vez, de modo que
hice que se desvistiera. Estaba lista para ello, tratando de simular, soltando
lágrimas cuando ataqué a ese perdedor con el que se casó, pero estaba tan lista.
Le di un respiro, le dije que suplicara por más. Y le di más. Ese imbécil con el
que se casó… ¿cómo se llama?”

“Ira.”

“Correcto, el viejo Ira no será capaz de satisfacerla ahora.”

“¿Por qué esperaste tanto tiempo entre Rosa y Lori, y luego Daphne?”

“Creo en los ensayos. Si quieres actuar para brillar, y yo quiero, entonces
ensayas.”

“¿Tenías a la droide para eso?”

“La droide, acompañantes licenciadas. ¿Y Daphne? Ella iba a ser especial.”

“¿Y por qué es eso?”

“Le gusta rudo. Ese doctor rico que enganchó la golpeaba bastante, y ella
regresaba por más. La ataba, le vendaba los ojos, y la follaba duro. La
estrangulaba también, sólo lo suficiente. Entonces traía su maletín médico, y
curaba. Ella lloraba y lloraba, pero hacía lo que le decían. Él sabía cómo
gobernar esa casa. Tenía que respetar eso.”

“Era más fuerte que los otros.”

“No era un pelele, aceptaré eso. Un hombre que sabe para lo que sirve una
mujer, y cómo hacer que le muestre respeto. Ella decía lo que ordenaba que
dijera, se ponía lo que él le decía que se pusiera, follaba de la forma que él le
decía que follara.”

“¿Como un droide?” interpuso Peabody.

“Oye, él pagó por ella, ¿no es así? Puso un techo sobre su cabeza, la comida
en su boca, la vistió. Si necesitaba que se lo recordaran, él se lo recordaba.”

“Apuesto a que te corrías observando cómo él se lo recordaba.”

Él respondió a Peabody con una sonrisa petulante.

Los de Seguridad Nacional habían observado a su padre golpearla, pensó
Eve. Habían observado cómo la violaba, a una niña de ocho años. No habían
hecho nada. Pensar en ello hizo que se estremeciera interiormente, de manera
que hizo a un lado ese nuevo eco, lo bloqueó, se enfocó en el momento.

“Lo respetabas,” repitió Eve. “Incluso suena como si lo admirabas. Pero lo
mataste.”

“Oye, él se lo buscó. Absolutamente defensa propia. Me atacó.”

“¿Sabes?, yo interpreté la escena de esa manera.” Miró a Peabody, quien
asintió a regañadientes. “Dinos cómo sucedió, Kyle. Para mí, parecía que él se
soltó de la silla, en donde lo tenías atado, mientras estabas fuera del dormitorio.”

“Eso es justamente lo que pasó.” Kyle empujó la lata a un lado para poder
inclinarse más hacia adelante. “Deja que te lo escenifique. Tengo a Daphne en la
cama. Casi la mitad de su cuerpo estaba fuera de la cama, eso es lo que el buen
sexo le hace a una mujer, ¿verdad? La estrangulé unas cuantas veces para darle
un mejor orgasmo. Debí haberme pasado un poco la última vez porque los dos
estábamos teniendo un orgasmo, pero ella estaba respirando, y entraba y salía de
la inconsciencia. Él está inconsciente, completamente, de manera que salí para
recoger algunas cosas que había seleccionado, y tomar un trago. Él guardaba un
whiskey excepcional, puro, en su habitación de arriba. Y cuando regresé… la
mierda.”

“Se había soltado, y se lanzó contra ti.”

“Se había soltado y estaba gritándole a Daphne, golpeándola,
estrangulándola. Le decía que la mataría. Te mataré, pedazo de puta, le estaba
gritando eso. Ella estaba atada, no podía hacer mucho al respecto. Tengo que
decir que me excitó. Entonces me vio y se lanzó. Estaba loco, fuera de sí. Se
movía condenadamente rápido también, me aporreó un poco, y es ahí cuando
agarré ese gran jarrón. Tenía que defenderme, de manera que se lo rompí en la
cabeza, lo dejé frito. Montones de sangre,” dijo, recordando. “Él estaba inmóvil,
ella apenas estaba consciente, con los ojos vidriosos. Pensé al principio que
estaba muerta, pero respiraba. Volví a tomarla, con bastante rapidez porque toda
la cuestión me había excitado. Entonces la dejé ir. Sólo se quedó allí echada,
como ida. Debería agradecerme por romperle ese jarrón en la cabeza. Si no lo
hubiese hecho, estaría tan muerta como él. Desmonté el escenario, agarré mis
cosas, y me marché. Sí, debería de agradecerme. Ahora será una viuda rica en
lugar de una puta muerta.” Le dio unos golpecitos a la lata vacía. “Podría tomar
otra.”

“Adelante, Peabody. Kyle está haciendo un trabajo que da sed.”

Cuando Peabody salió, Eve volvió a preguntarle sobre el ataque a los Strazza
para refinar detalles. Cuando Peabody volvió, cambió a los últimos asesinatos.

“¿Por qué mataste a Miko y Xavier Carver?”

“Me estaba acostumbrando a una rutina. Antes de romperle la cabeza al
doctor loco, ya estaba siguiendo una rutina. Si no cambias y creces, eso es lo que
sucede. Quería la experiencia. Quería saber cómo se sentía. Toda la cuestión
con… ¿cómo se llamaba?”

“Anthony Strazza.”

“Sí, Strazza, fue rápido y tan repentino. Golpear y se acabó. A mí me gusta
planear y anticipar. Es por eso que soy bueno en lo que hago. Quería
experimentarlo mientras todavía estaba motivado por lo anterior.”

“¿Entraste pensando en matarlos?”

“Era tiempo de cambiar las cosas. Llevarlas a un nuevo nivel.”

“Sabías que ella estaba embarazada. Tenías las cámaras.”

“No importaba.” Hizo un gesto con la mano restándole importancia. “De
todos modos, ellos me cabreaban con sus perfectas y pequeñas vidas, sus
perfectos y pequeños planes. Les di una gran e importante muerte.”

“Deberían de agradecértelo.”

Él se rio, bebió de la lata. “Nada de esto va a importar.”

“¿Por qué dices eso, Kyle?”

“Porque tu ceñuda amiga tiene razón. Puedo contratar a un pelotón de
abogados. Diablos, un ejército de ellos. Del tipo que mantendrán esto en los
tribunales durante años mientras estoy fuera bajo fianza. Del tipo que se mearán
sobre toda tu evidencia y harán que eso pase. Del tipo que tendrán a toda mujer
que follé admitiendo que querían justo lo que les di. Podemos hacer un trato
ahora, ahorrarnos todo el tiempo y la molestia. Hacer tratos es una de mis
especialidades.”

“¿Qué clase de trato tienes en mente?”

“Declararé que fui a esas casas a montar el escenario. Diablos,
enfrentémoslo, puedo sacarle provecho a esa historia durante años. Lo hice para
investigar, para experimentar de primera mano para próximos proyectos. Pago
una multa, incluso hago algo de servicio comunitario, no hay problema.”

“Mataste gente, Kyle.”

“Strappo…”

“Strazza,” lo corrigió Eve.

“Lo que sea, fue en defensa propia. Tu misma lo dijiste. Le di un porrazo en
defensa propia. Los otros… me dejé llevar por el momento. Perdí la cabeza.
Demencia temporal, como resultado, al quitar una vida, ¿cierto? Estaré de
acuerdo con hacer terapia, incluso hacer alguna restitución financiera. Lo cual
incluiría una generosa donación al NYPSD. Digamos que de un millón.”

“Está ofreciendo darle un millón de dólares al NYPSD.”

“Puedo permitírmelo. Con digamos, otro diez por ciento de eso para cada
una de ustedes. Para ti es poco, considerando con quién te casaste, ¿pero ésta de
acá?” Señaló a Peabody con un movimiento de cabeza. “Apuesto a que puede
usarlo. Una linda y agradable bonificación por aclarar todo esto sin desperdiciar
mi tiempo.”

“Te está ofreciendo cien mil dólares para suavizar todo esto, Peabody.”

“Lo oí. Eso es un montón de dinero teniendo en cuenta el salario de un
detective.”

“Ahí lo tienes. Pierdes esta grabación, o yo te ayudo a editarla de manera que
todos podamos cubrirnos los traseros. Pago algunas multas, hago algunos
trabajos, hablo con un psicólogo, y dono una bonita cantidad a la policía. Todos
ganamos.”

“Eso suena realmente interesante, Kyle, excepto por el hecho de que tres
personas están muertas, cuatro mujeres fueron violadas, golpeadas, y
aterrorizadas, cuatro hombres fueron brutalmente golpeados.”

Él puso los ojos en blanco mientras ella hablaba.

“Vidas fueron violadas, vidas fueron tomadas, y todo lo que has dicho aquí,
en grabación, en esta sala, demuestra inequívocamente que sabías exactamente
lo que estabas haciendo, planeaste lo que harías, y no sentiste ningún
remordimiento.”

Él se volvió hacia Peabody. “Será mejor que hables con la zorra rica, cariño,
o te vas a quedar sin los cien mil.”

“Puedes tomar tus cien mil y metértelos por el culo.” Peabody se puso de pie
intempestivamente y golpeó la mesa con las palmas de las manos mientras se
inclinaba hacia el rostro de él. “Será mejor que contrates a esos abogados,
pedazo de cabrón, porque no importa cuántos sean, no importa lo mucho que
cuesten, tú vas a caer. Vas a caer hasta el fondo. Vas a estar lloriqueando en una
celda de concreto por el resto de tu vida. Puedes vivir otros cien años, y espero
por Cristo que lo hagas, y cada mañana cuando te despiertes tendrás la misma
vista. Una celda y barrotes. Y espero por Dios que haya algunos tipos grandes y
sudorosos con penes del tamaño de salchichones enormes usándolos contigo y
quienes podrán decir, Oye, él lo quería, después de que hayan terminado
contigo.”

“Quítate de mi cara, puta estúpida, o haré que te arrepientas.”

“Inténtalo.”

Eve se puso de pie, e hizo retroceder a Peabody, poniéndose ella misma en la
cara de Kyle. “En caso de que mi compañera no te lo haya explicado lo bastante
claro, ahora estás también acusado de intentar sobornar a oficiales de policía.
Eso es sólo una linda guindita encima del pastel. Nada de tratos, hijo de puta.
Peabody, haz los arreglos para que este asqueroso pedazo de basura sea llevado a
su celda.”

“No voy a ir a una celda. Quiero hablar con tu superior, ¡en este instante!”

“Eso no está incluido en tus derechos.” Eve reunió sus archivos. “Te tengo,
Kyle. ¿Lo único que lamento? Tan malo como es Omega, no tenemos nada peor.
Tú te mereces lo peor.”

“¡Estaré fuera bajo fianza en una hora!” gritó él.

Sabiendo que eso era el mayor insulto, Eve sólo se rio mientras que
prácticamente empujaba a Peabody fuera de la sala.

“Quiero meterle un puñetazo a algo.”

Eve le lanzó una mirada. “Si me golpeas, te lo devuelvo, lo cual sería una
vergüenza ya que nunca te he querido tanto como en este momento.”

Peabody soltó una carcajada, y se frotó la cara.

“¿Penes del tamaño de salchichones enormes?”

“No pude pensar en una mejor metáfora en el calor del momento.”

“Me dio una imagen. Sácatelo de encima. Ve al gimnasio, después, si
necesitas hacerlo, desquítate intercambiando golpes con un droide, pero quítatelo
de encima, consigue a un par de oficiales grandes y sudorosos, sin medirles el
tamaño del pene, para que se lleven a ese bastardo miserable de regreso a su
celda.”

“Tú fuiste la policía buena.” Peabody tomó aliento. “Lo pescaste actuando
interesada, incluso fascinada. Eso funcionó. Yo tenía que ser la policía cabreada.
Una especie de policía mala.”

“Fuiste la policía agresiva. Policía agresiva,” Eve lo dijo remarcándolo
cuando los ojos de Peabody se anegaron. “No la jodas ahora.”

“Esto me hizo sentir náuseas. Creerías que después de todo este tiempo,
viendo lo que vemos, lidiando con las excusas de seres humanos con las que
lidiamos, no debería hacerme sentir así. Pero él me hizo sentir asco.”

“Lo tenemos, Peabody. Hicimos el trabajo, lo hicimos bien, y lo tenemos.
Encárgate de que sea puesto de vuelta en una celda. Luego escribe el informe,
¿de acuerdo? Redáctalo, y vete a casa. Golpea a un droide, tírate a McNab,
prepara una sopa, lo que sea que haga que te lo saques de encima.”

“Dijiste tírate a McNab.'”

“No hagas que me arrepienta.”

Echó a andar hacia Observación cuando Reo salía.

“Haces mi trabajo fácil.”

Eve lanzó una mirada hacia la sala de Interrogatorios. “Supongo que llevará
todo un año en Omega antes de que empiece a considerar que puede que este
jodido.”

“De verdad espero hacer que se dé cuenta de eso más pronto, pero lo
aguantaría. ¿Quieres que contacte con las víctimas, decirles que lo tenemos?”

“Con todos los que hablamos de la lista de objetivos potenciales. Eso
ayudaría. Olsen y Tredway deberían decírselo a los Patrick en persona, y a los
Brinkman. Yo me encargaré de Daphne Strazza.”

“Me encargaré de ello.” Reo apretó el brazo de Eve, y luego se alejó para
hacer su parte del trabajo.

Eve esperó mientras Mira salía con Roarke, alzó un dedo y se alejó para
hablar con Olsen y Tredway.

“Lo freíste como a un salchichón,” dijo Tredway.

“Nunca voy a ser capaz de comer uno de esos otra vez, pero, sí, está frito. Su
ego y prepotencia hicieron que fuera bastante fácil. Esto no va a ser fácil para los
Patrick.”

“No.” Olsen agitó la cabeza. “Esto los va a devastar.”

“Esto debería venir de ustedes. Tienen una conexión más cercana con
ustedes. Los Brinkman también.”

“Nos ocuparemos de ellos,” estuvo de acuerdo Tredway. “Nos encargaremos.
Fue condenadamente bueno volver a trabajar contigo, Dallas. Feeney tuvo muy
buen ojo.”

“Terminemos con esto antes de que se filtre. Después tu y yo, compañero”
Olsen le dio un ligero puñetazo en el brazo a Tredway. “Nos vamos a por un par
de cervezas.”

“Te sigo.”

Eve se alejó de ellos dirigiéndose hacia Mira y Roarke.

“Supongo que escuchaste algo del interrogatorio,” le dijo a Roarke.

“La mayoría, creo yo. Lo trabajaste perfectamente.”

“Él quería validación, quería que le acariciasen el pene, por así decirlo. Fue
fácil ver eso, y dárselo. Lo teníamos sin eso, pero está atado con un lazo. No está
demente,” añadió girando hacia Mira.

“Enfermo, megalómano, sociópata, psicópata, pero no, está legalmente
cuerdo. No fue fácil dárselo, pero al hacerlo así, ataste ese lazo.”

“Esa parte está hecha. Podría necesitarte, o Daphne podría necesitarte. Tengo
que decírselo cara a cara.”

“Despejé un tiempo. ¿Cuándo puedes salir?” preguntó Mira.

“Ahora mismo si te parece bien. Nosotros la encontramos,” le dijo a Roarke.
“Creo que, a menos que Mira diga otra cosa, sería bueno para ti estar allí
también.”

“Las llevaré a ambas.”

“Voy a comunicarle que estamos yendo. Puede que quiera a su familia allí.
Los Patrick y los Brinkman se tienen los unos a los otros. Denme cinco minutos.
Me encontraré con ustedes en el garaje.”

Cuando Eve se alejó, Mira apoyó una mano en el brazo de Roarke. “Ella te
tiene a ti. Esto ha sido brutalmente duro para ella de muchas formas, pero te
tiene a ti.”

“Y a ti.”

“Sí. Y a la siguiente víctima.”



* * *

Eve pensó en la siguiente víctima mientras tocaba el timbre en la puerta de la
suite de Daphne.

Tish respondió, mirándolos a los tres. “Daphne está en su habitación. ¿Ha
habido otro? Usted dijo que no había habido, pero…”

“No, no va a haber otro.”

“Lo atrapó.” Los ojos de Tish se llenaron de lágrimas. “¿Por qué no dijo eso
cuando nos llamó? Dios, Dios, qué alivio. Nuestros padres están fuera. Los
convencimos de que salieran, de que dieran un paseo en el parque, pero…”

“Realmente necesito hablar con Daphne.”

“Por supuesto, lo siento. Dios, gracias a Dios. ¿Usted es la Doctora Mira?”
Preguntó mientras les hacia un gesto hacia la salita de estar. “Daphne la
describió.”

“Sí.”

“Me alegra que haya venido. Ella se siente, dice que se siente, más calmada
con usted. Usted es Roarke. Lo reconocí. Sé que ustedes la encontraron, la
ayudaron a llegar al hospital. Soy su hermana. Por favor, tomen asiento. Iré por
ella. Esto la va a ayudar mucho.”

Echó a andar hacia el dormitorio, se detuvo. “Mierda, lo siento. Debería
haberles ofrecido algo. Tenemos una pequeña cocina muy bonita.”

“¿Por qué no preparo algo de té?” Mira se quitó el abrigo mientras hablaba.
“Puede que a Daphne le guste tomar un poco.”

“Yo abriría una botella de champagne, pero, sí, té. Gracias. Estaremos de
regreso enseguida.”

Eve se acercó a la ventana, miró hacia afuera. “Adoro Nueva York. A pesar
del hecho de que gente como Knightly la habita, la adoro. Me ha ayudado a
convertirme en lo que soy. Me dio mi lugar.”

“Todavía estás triste.”

“En Dallas, aquellos últimos días en ese horrible cuarto, yo podía ver por la
ventana. Pero no había nada real, nada que conociera o entendiera. Mi mundo
era ese cuarto, y mi mundo era una pesadilla. Incluso después de salir de allí,
después de matarlo y salir, ese no era mi mundo. Era algo como verlo en una
pantalla. Algunas veces él me dejaba mirar la pantalla. Era tal cual, y algunas
veces había monstruos en la pantalla, justo como en mi mundo. Tenemos
monstruos aquí, pero los conozco. No les tengo miedo.”

Cerró los ojos un momento. “¿Cuándo acabemos con esto, podemos… sé
qué hace frío, pero podemos ir a casa y dar un paseo? ¿Sólo caminar en el frío y
la nieve un ratito?”

“Me encantaría dar un paseo contigo.”

“Si está oscuro…”

“Encenderemos todas las luces.” Se acercó a ella, puso las manos en sus
hombros, y le besó la coronilla. “Ese será nuestro mundo.”

Alargó la mano hacia atrás posándola sobre la de él. La dejó caer cuando oyó
abrirse la puerta del dormitorio.

Le dio la espalda a la ciudad que amaba.
Epílogo

LOS LABIOS de Daphne temblaban, las lágrimas brillaban en sus ojos,


pero se dirigió directamente hacia Eve, le tomó las manos.

“Tish dice que usted atrapó al diablo, al hombre. Lo atrapó. ¿Verdad?”

“Sí.”

“Oh, Dios.” Arrojó sus brazos alrededor de Eve, y la aferró con fuerza.
“Gracias a Dios. Gracias a usted. ¿Él no puede volver? ¿Nunca puede volver?”

“No. No volverá. Sentémonos.”

Mira salió con una bandeja.

“Oh, Doctora Mira.” Daphne se apresuró a tomar la bandeja. “Estoy tan
contenta de que esté aquí. Me siento…” Daphne llevó la bandeja y la colocó en
la mesa enfrente del sofá. “No lo sé, exactamente. Me siento como si algo
estuviera a punto de romperse dentro de mí, y no sé qué quedará cuando lo haga.
¿Está bien si se lo digo al Doctor Nobel?”

“Dijo que lo llames Del,” le recordó Tish, y comenzó a servir el té.

“Es sólo que ha sido tan amable y preocupado. ¡Mis padres! Tish,
deberíamos llamarlos.”

“Estarán pronto de regreso. Toma un poco de té, Daph. Toma aliento.”

“Daphne.” Eve esperó hasta que Daphne tomó la taza y se volvió hacia ella.
“El hombre que te atacó se llama Kyle Knightly. ¿Lo conoces?”

“Yo… no, no creo conocerlo. ¿Usted cree que mi esposo lo conocía?”

“Lo dudo. Esta persona puso cámaras en tu casa, las escondió. Os observó a
ti y a tu esposo durante varias semanas.”

“El…” La taza repiqueteó antes de que la bajara a la mesa. “Él observó. Él…
¿nos grabó?”

“Cristo, bastardo enfermo,” explotó Tish, pasándole el té a Mira.

“Daphne, he concluido que Anthony Strazza abusaba de ti, te golpeaba y te
violaba.”

“Era mi esposo. Me lo dio todo. Yo le debía…”

“Eso es basura, Daphne.” Tish espetó las palabras. “Sabes que es basura.”

Daphne sacudió la cabeza. “Por favor, Tish. Está muerto. Era mi esposo. No
puedo hablar mal de él. No deberías esperar eso de mí.”
“Puedo esperar que me digas la verdad.” Dijo Eve lo bastante cortante como
para hacer que Daphne alzara la cabeza sobresaltada, y que apareciera un indicio
de temor en sus ojos. “Él abusaba de ti. Te golpeaba y luego te curaba las heridas
para que nadie pudiera verlas. Te amenazó con maltratarte si se lo decías a
alguien, si tratabas de marcharte. Te violaba si objetabas. Amenazó a tu familia
para que cortaras lazos con ellos.”

“Eso no importa ahora,” empezó Daphne.

“Importa. Grabando. Te voy a leer tus derechos.”

“¡Qué!” Tish se puso en pie de un salto. “¿Qué carajo?”

“Silencio. Daphne Strazza, tienes el derecho a permanecer en silencio.”

Eve le leyó el Miranda Revisado, tomó aliento.

“Estoy grabando esto, te he leído tus derechos porque esto va a protegerte.
¿Entiendes tus derechos y obligaciones?”

“Sí, pero…”

“No mientas. Será más difícil para ti y para tu familia si mientes. Recuerda
también que tenemos las grabaciones de Knightly. ¿Alguna vez Anthony Strazza
te golpeó?”

“Por favor, no…”

“¿Alguna vez Anthony Strazza te golpeó?”

“Sí, sí, sí.” Cuando bajó la cabeza, su largo cabello oscuro cayó alrededor de
su rostro como una cortina. “Yo hacía cosas estúpidas o decía las cosas
equivocadas o…”

“No seas estúpida ahora. ¿Te amenazó con daño físico?”

“Sí.” Daphne se cubrió la cara con una mano. “Pero…”

“¿Te amenazó con hacerle daño a tu hermana, a tus padres?”

Ella dejó caer la mano y las lágrimas cayeron. “No al principio. No al
principio, ¿no lo entiende? Era tan amable, tan atento, tan romántico. Me hacía
sentir tan especial, me dijo que yo era… que yo era la perfección. Entonces yo
hacía algo para alterarlo. Él lamentaba haberme pegado, se arrepentía mucho.”

“Hasta que lo hacía de nuevo.”

“Sí. Dijo que mi familia no era mi familia. Que él era todo lo que yo
necesitaba. Y ellos nos eran nada mío. Sólo sustitutos, sólo estaban obligados a
hospedarme y vestirme. Sabía que eso estaba mal, pero él podía enfadarse
mucho. Una vez, sólo una vez yo también me enfade mucho. No estaba
impactada y temerosa, sino muy enfadada. Lo abofeteé y traté de escapar. Le
grité que me iba con mi familia. Y él… me hizo daño. Más de lo que alguna vez
lo hizo antes. Siguió golpeándome, y me rompió la muñeca, y dijo que si alguna
vez trataba de dejarlo los mataría. Sabía cómo hacerlo para que nadie lo
descubriera, y los mataría, y sería por mi culpa.”

“De modo que no lo dejaste.”

Daphne sacudió la cabeza. “Si hacía lo que él quería, apenas se enfadaba. Si
me ponía el vestido correcto, decía las cosas correctas, podía estar muy
complacido conmigo. Podía ser amable, incluso gentil cuando estaba complacido
conmigo. Yo traté de que él estuviera complacido conmigo.”

“Pero algunas veces él te lastimaba igualmente.”

“Era mi culpa si un hombre me miraba demasiado tiempo o decía algo que a
mi esposo no le gustaba. Era un insulto para él, y yo lo habría instigado. Tenía
que ser castigada para recordar cómo comportarme apropiadamente. Si le
suplicaba que parara o trataba de alejarme arrastrándome, me golpeaba más
fuerte y durante más tiempo. Me podía estrangular hasta que me desmayaba, y
después me despertaba.”

“Había un cordón de seda blanca y una venda de seda blanca en el cajón de
su mesita de noche.”

El rostro de Daphne enrojeció; su respiración salía agitada. “Usaba el cordón
para atarme, y la venda. Me violaba y me lastimaba. Pero eso no era violación
porque yo le pertenecía. Decía que no era violación, pero yo sabía que sí lo era.
Lo sabía, pero me quedaba. No sabía qué hacer. Él era importante, y todo el
mundo le creería. Tenía a los droides vigilándome. Sabía todo lo que hacía. Si
salía de la casa, él lo sabía. No podía salir a menos que él lo dijera.”

“¿Cuánto tiempo continuó esto?”

“Me golpeó la primera vez en nuestra luna de miel. Lo sentía mucho, pero yo
lo había insultado, lo había alterado por exhibirme en la playa. Los hombres
habían estado mirándome.”

“De manera que el abuso empezó al principio de su matrimonio y continuó.
Aumentó.”

“Sí. No importa ahora. Ahora ya se acabó, ¿no es así? Sólo quiero olvidar.”

“No lo vas a hacer.” Eve lo dijo llanamente. “La noche en que fuiste atacada
subiste las escaleras con Strazza. ¿Estaba complacido contigo?”

“No.” Se limpió una lágrima. “No, no lo estaba. La gente se había quedado
demasiado tiempo, y yo había fallado en ser una buena anfitriona. Una buena
anfitriona sabe cómo terminar una velada. Me agarró el brazo con fuerza, y yo
sabía que él me lastimaría, pero el diablo estaba en el dormitorio.

“Por favor, no me haga decir todo eso otra vez.”

“Kyle Knightly, disfrazado de diablo, golpeó a Strazza, y te atacó. ¿Es eso
correcto?”

“No sé quién fue. Pero si usted dice que él fue el que lo hizo… Sí. Por favor.
No quiero pensar en eso.”

“Te acuerdas de más cosas. Me mentiste cuando te lo pregunté ayer. Si
mientes esto va a seguir carcomiéndote. No lo olvidarás, y no vas a poder salir
adelante. Knightly te ató, y luego a tu esposo. ¿Es eso correcto?”

“Sí, pero volvió a soltarme cuando mi esposo estaba atado, después de que lo
golpeara en la cara. Me soltó, sostuvo un cuchillo, no, no era un cuchillo, era
más pequeño, plateado y afilado, contra la garganta de mi esposo y me dijo que
lo rebanaría a menos que me desvistiera. Despacio, dijo él. Quítatela despacio.
No quería hacerlo, pero Anthony dijo: Pedazo de perra estúpida. Y yo lo hice.
Me saqué la ropa, y me eché en la cama porque el diablo dijo que lo hiciera. Me
volvió a atar, y me abofeteó, muy muy fuerte, y me violó. Las luces eran rojas, y
había humo. Creo yo. Él dijo que era el infierno. Fuego y azufre, sulfuro y humo.
Me cortó, me golpeó, y me violó, y se reía. Nos dejó después de volver a
lastimar a mi esposo, después de que Anthony le dijera las combinaciones de las
cajas fuertes.”

“¿Qué sucedió cuando marchó? ¿Cuándo sólo estabais tú y Strazza?”

“Mi esposo se enfureció conmigo. Me dijo que era una puta, una débil y
asquerosa puta. Había dejado que el diablo tuviera sexo conmigo. Yo dije que
había sido lo mejor que había tenido nunca. Traté de decirle a mi esposo que el
diablo me había obligado, que había dicho que me mataría si no lo decía, pero
mi esposo estaba muy enfadado. Había sangre en su cara, su cara estaba roja y
negra, como el diablo. Entonces él regresó, el diablo regresó y volvió a lastimar
a Anthony, y me volvió a violar. Tomó una píldora, y me violó de nuevo, y me
estranguló. Me estranguló como lo hacía mi esposo, y yo me desmayaba y volvía
a estar consciente y me violaba de nuevo. Mi esposo, el diablo. Otra vez. ¿Por
qué él no me mata, por qué no termina esto? Y volvió a marcharse otra vez.
Creo. Está todo mezclado.”

“¿Qué es lo que recuerdas? Volvió a marcharse. ¿Y después?”

“Se fue, y mi esposo parecía un loco. Rompió la silla, golpeó y golpeó y la
silla se rompió. Su cara, roja y negra, y estaba de pie en esa luz roja, y yo pensé,
Ayúdame. Ayúdame. La garganta me dolía cuando trataba de hablar, pero dije:
Ayúdame, Anthony. Apúrate. Él va a regresar.”

“¿Te ayudó?”

“Estaba encima de mí. Mi esposo. El diablo. Su rostro. Mi esposo.”

Pálida como el hielo, Daphne se presionó las sienes con las manos. “Ahora
mi esposo era el diablo, y me estaba estrangulando, golpeándome. Dijo que me
mataría por esto. Matar a la puta. A la puta inútil. Me estaba yendo, finalmente
me estaba yendo. Esta vez no recuperaría la consciencia. Pero se alejó de un
salto. Y los diablos lucharon entre sí. Los vi en la luz, a través del humo, uno
golpeó al otro con el jarrón y los lirios se desparramaron.”

Sus ojos, ahora vidriosos, miraban fijamente a través de Eve.

“Odio su olor. Los ponía porque mi esposo lo decía, y yo odiaba el olor.
Estaban desparramadas en el suelo y el diablo, no, no, mi esposo estaba en el
suelo. Sangre, tantísima sangre. Entonces el otro, se reía, y regresó. Me volvió a
violar. Ya no importaba. Simplemente ya no importaba. No podía sentirlo. Ya no
podía sentir nada. Entonces todo estaba en silencio. Tan silencioso. Oscuro y
callado, y me levanté. Debía haber sido un sueño terrible. No sentía nada. Pero
podía oler los lirios y la sangre, y él estaba en el suelo. Tenía que ayudarlo
porque es mi esposo. ¿Anthony? Se levantó. Había sangre en su cara. Me
golpeó.”

Distraídamente, levantó una mano a su mejilla. “Me golpeó, y caí de
espaldas. Me caí, creo, y volví a desmayarme. Pero recuperé la consciencia. El
cuarto daba vueltas, no se quedaba quieto. El diablo, quién es… el diablo estaba
gritando y moviéndose alrededor del cuarto. Traté de levantarme. Me levanté,
pero creo que me caí. ¿Me volvió a golpear? No lo sé, lo juro, no lo sé. Te
mataré, y ellos pensarán que fue él, pensarán que fue el que te folló. Puta. Lo
dejaste tenerte. Nadie te volverá a tocar nunca más. Te mataré.”

Temblando ahora, frotando las manos sobre su corazón, ella decía una y otra
vez. “Te mataré, te mataré, te mataré. No podía escapar. ¿Nos caímos? Creo que
nos caímos, y el jarrón estaba en mis manos. Él agarró mi tobillo, lo intentó, lo
agarró, no lo sé. Está todo mezclado. Lo golpeé. Lo golpeé con el jarrón, lo
golpeé tan fuerte como pude. Para, por favor, para. Lo golpeé. Y él paró, y todo
estaba callado. Y no podía sentir nada. Sólo quería escapar. Sólo quería estar en
otro lugar. Lejos de los diablos y del olor de la sangre y de los lirios. Entonces
habían ángeles… ustedes,” se corrigió. “Ustedes estaban allí. Y entonces estaba
en el hospital.”

Soltó un sollozo. “Yo lo maté. Maté a mi esposo.” Llorando, se acurrucó
formando una bola. “Lo siento tanto. Tish, lo siento tanto. No recordaba al
principio. Lo juro, no recordaba. Lo maté.”

“Quédate callada.” Tish saltó para envolver a su hermana en sus brazos.
“Daph, quédate callada. Voy a llamar a un abogado.”

“Sí, yo recomendaría eso,” dijo Eve. “Sólo espere un minuto.”

“No le voy a dar a usted la oportunidad de…”

“Silencio,” ordenó Eve. “Si quiere ayudar, sosténgala. Daphne, mataste a
Anthony Strazza.”

“Sí, sí. Lo siento.”

“Mataste a Anthony Strazza en defensa propia. Todo lo que me has contado
se sostiene con la evidencia reunida a lo largo de esta investigación. Tu
declaración corrobora la confesión dada por Kyle Knightly. Deberías contactar a
Randall Wythe. Él puede aconsejarte que contrates a otro abogado, uno experto
en derecho penal, pero te lo digo, en grabación, que no se levantarán cargos
contra ti.”

“Pero… yo…”
“Fuiste atacada y maltratada brutalmente por Kyle Knightly. Fuiste atacada,
maltratada brutalmente, y tu vida estaba amenazada por Anthony Strazza. Creo
que la Doctora Mira estará de acuerdo en que tu estado mental era de pánico,
confusión y supervivencia.”

“Estaré de acuerdo,” confirmó Mira.

“Lo que me has dicho aquí corresponde con lo que he evaluado en la escena
del crimen, a través de entrevistas y con lo que el médico forense concluyó. Voy
a necesitar que vengas mañana a la Central con tu abogado, y vuelvas a repetir la
declaración. La ayudante del fiscal estará presente en ese momento. Y en ese
momento, te lo digo, esto se determinará como defensa propia.”

Aún aferrada a Tish, Daphne miró a Eve. “¿No va a arrestarme?”

“¿Por qué? ¿Por defenderte contra un brutal ataque y la amenaza de muerte?
No. Cerrar grabación.”

Eve alzó una taza de té que se había enfriado, se la tomó para aliviar su
propia garganta. “Tienes personas que te apoyan. Recuérdalo. Recuerda esto
también. Incluso sin las circunstancias del ataque de la noche del sábado,
Anthony Strazza hubiese llevado a cabo sus amenazas, tarde o temprano.
Hubiese seguido maltratándote hasta que se le fuera la mano. Evitaste que eso
sucediera, y eso no es un crimen. Eso no es un pecado. Eso no está mal.”

“Recuerdo haberlo golpeado. Soñé con eso, y tenía miedo de decírselo.
Quería creer que era sólo un sueño. Tenía miedo de contárselo a alguien.”

“Ahora lo has hecho. Va a pasar un tiempo antes de que dejes de tener
miedo. Este es el comienzo.”

Eve se puso de pie. Tish se levantó con ella.

“Usted necesitaba que ella lo dijera todo, en grabación. Por su propio bien.”

“Necesitaba que lo dijera todo, en la grabación.”

Tish dio un paso adelante, extendió su mano. “Gracias.”

“Sólo estoy haciendo mi trabajo.”

“Eso no quiere decir que no se lo debemos. Todos iremos mañana a la
Central. Iremos con ella. ¿La Doctora Mira puede estar allí?”

“Puedo y estaré,” le aseguró Mira. “Voy a quedarme un ratito ahora. ¿Te
parece bien, Daphne?”

“Sí, sí, por favor. Me siento… se rompió, y ahora siento. Todavía no estoy
segura. Teniente Dallas, puedo estar de acuerdo con que me hagan la prueba de
la verdad. Lo haré si eso ayuda.”

“Soy bastante buena comprobando quién dice la verdad, y también lo es
Mira. Este tío, también. Programen la hora mañana para que vaya de acuerdo
con el horario de la Doctora Mira.”

“¿Usted estará allí?”

“Estaré allí. Vas a superarlo, Daphne. Tenemos que irnos,” le dijo a Roarke.

Él le pasó un brazo alrededor en el elevador, sintió los leves temblores. No
dijo nada, sólo mantuvo un brazo alrededor de ella hasta que salieron.

“Lo sabías. Lo sabías antes de tener a Knightly en Interrogatorios.”

“Sí.”

“¿Cuándo lo supiste?”

“Tuve que preguntármelo cuando vi la escena del crimen. Tuve que
preguntármelo cuando hablé con Morris. Era lo único que tenía sentido. Que ella
lo matara, quiero decir. Después teniendo una impresión de Strazza, teniendo
una impresión de ella, se volvió bastante claro que ella lo había hecho, y me
incliné a que fue, o defensa propia, o simplemente perdió la razón.”

“Eso era lo que te ponía triste.”

“No podía decírtelo. Se sentía como si fuera…”

“Una traición,” terminó él, volviendo a Eve hacia él, ignorando al portero
que mantenía abierta la puerta del coche.

“Cuándo lo resolví, fue demasiado parecido a mirarme en un espejo, o a
escuchar demasiados ecos. Necesitaba que ella lo sacara de su interior, de una u
otra forma.”

La besó, la giró hacia el coche, lo rodeó y se puso detrás del volante. “No es
más asesina que la niña que tú fuiste.”

“No. Si simplemente hubiese perdido la razón, habría hecho uso de toda la
autoridad posible para que se declarara como inimputabilidad, y no me hubiese
equivocado. Pero seguí preguntándome si era debido a ella, debido a las
circunstancias, o si fue por mí propia experiencia.”

“Es por todo. Gracias a tu experiencia, fuiste capaz de verla a ella y a las
circunstancias con más claridad, entenderlas más claramente. Estoy
indeciblemente orgulloso de ti. No digas que es tu trabajo,” le dijo antes de que
pudiera decirlo. “Esto fue algo más. Strazza fue su víctima, pero igualmente lo
fue ella, en todo sentido. Descubriste la verdad acerca de él, pero te pusiste de
parte de ella. La que más lo necesitaba.”

“Superará esto.”

“Creo que lo hará.”
“Igual que los Patrick, aun cuando esto va a sacudir sus cimientos y a dejar
una tremenda grieta en ellos.”

“Se tienen el uno al otro, como dijiste. Igual que nosotros.” Le levantó la
mano y se la besó. “Quiero dar ese paseo contigo.”

“Hasta que estemos medio congelados, después podemos descongelarnos al
lado de la chimenea del dormitorio.”

“¿Qué dices si nos emborrachamos un poquito al lado de esa chimenea y
vemos qué pasa después?”

“Yo digo: ya sé lo que pasa después, y estoy dispuesta.”

Más estable, mucho más estabilizada, miró por la ventana. La nieve se
oscurecía contra los bordillos, la gente se apresuraba para llegar a algún lugar, el
tráfico enardecía los ánimos completamente. Las bocinas resonaban con fuerza y
los dirigibles publicitarios atronaban.

La ciudad que amaba, pensó Eve. Su lugar. Le parecía absolutamente
perfecta.



* * *

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