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Eclesiastés
15 de julio del 2019 — Hay más en la vida que el aquí y ahora. Esta semana en
Renovando Tu Mente, escucha mientras R.C. Sproul presenta la perspectiva
eterna del libro de Eclesiastés.
Uno de mis libros favoritos en el Antiguo Testamento es el libro corto de
Eclesiastés. Puede sonar extraño para la gente, pero mi trabajo en mi posición
como profesor de filosofía y de apologética, es parte de la razón por la cual este
libro es tan importante para mí, porque expresa la sabiduría de Dios contra una
reinante atmósfera cultural de escepticismo.

Otra razón por la que amo este libro es personal. Este es el libro de la Biblia que
Dios utilizó en mi propia conversión personal. De hecho, el único texto de la
escritura que la persona que me habló acerca de Cristo mencionó de pasada fue
una extraña referencia del libro de Eclesiastés que decía: «Y caiga el árbol al sur o
al norte, donde cae el árbol allí se queda».

Y yo, soy quizás la única persona en la historia de la iglesia que se convirtió a


Cristo por ese versículo, pero fue una experiencia profunda de iluminación cuando
me senté y escuché eso; y cuando se aplicó a mi vida, me vi a mí mismo yendo a
ninguna parte, tirado en el suelo del bosque en el que había caído y me estaba
pudriendo y desintegrando.

Y esa es la visión que vi de mi propia alma cuando este texto me fue presentado.
Así que, mi amor personal por el libro es infinito por esa razón. Pero el libro de
Eclesiastés es enigmático para muchas personas, porque en su mayoría es
pesimismo y tiene un aire de cinismo en ocasiones y escepticismo; Y es uno de los
libros más difíciles en el Antiguo Testamento de interpretar, por esta razón.

Y hay todo tipo de interrogantes sobre quién exactamente escribió el libro. Se


atribuye al predicador o el Koheleth de Israel y hay alusiones a Salomón; y la
tradición entiende que Salomón escribió todo el libro, pero hay dudas al respecto.

Y una de las teorías es que hay una especie de diálogo que se da en este libro y
el Koheleth es más o menos una contraparte del creyente.

Y así las acusaciones del escéptico se levantan y luego la respuesta de la


sabiduría de Dios responde. Y ese tipo de acercamiento a la literatura sapiencial
no tiene precedentes en el mundo antiguo, pero por estas y otras razones, el libro
es un poco difícil de entender de vez en cuando.
Pero es, es casi como leer a un filósofo existencial del siglo veinte y descubrir
esas filosofías milenios atrás. En ocasiones es como leer a Sartre y Camus o
Kierkegaard o algunos de los otros pensadores ateos de nuestro tiempo.

Pienso, por ejemplo, en Ernest Hemingway quien a veces ha sido descrito en la


literatura norteamericana como uno que adoptó el naturalismo pesimista. Él vio la
futilidad de la existencia humana y se quejó de los problemas sin significado que
atacaron su propia alma.

Él acabó con su propia vida, como saben, suicidándose. Uno de los libros por lo
que es famoso se traduce del inglés como ‘El sol sale’. El título de ese libro se
toma directa y literalmente del texto del libro de Eclesiastés.

Pues bien, el libro empieza con una sensación de una visión cíclica de la vida que
era común en el mundo antiguo, sobretodo en elementos de la filosofía griega,
donde la idea era que todo en este mundo simplemente va dando vueltas y vueltas
en un círculo sin fin.

Y no hay un comienzo definitivo para la experiencia humana ni un punto final de


triunfo, sino que todo está encerrado en este círculo sin fin que va a ninguna parte.
¿Dónde inicia y termina un anillo?

Pienso en la famosa película que comunicó esta idea hace años, donde Jane
Fonda actuó en esta película llamada «Baile de ilusiones».

En esa película toda la historia estaba centrada en la pobreza durante la gran


depresión de Estados Unidos y se ofreció un premio a aquellos que tenían
dificultad económica, a quien pudiera ganar un maratón de baile. Así que todas
estas parejas entraron a esta maratón y bailaron durante horas y horas y algunos
se cansaron y se retiraron, algunos duraron más de un día y en el segundo día,
con el fin de acelerar el evento, el maestro de ceremonias en la película aceleraba
de vez en cuando el ritmo de la danza.

Y mientras la gente corría alrededor bailando en un círculo, él gritaba en el


micrófono «vueltas y vueltas y vueltas dan y dónde pararán, nadie lo sabrá”.

Y toda la trama de esa película era comunicar el principio existencial de la falta de


sentido. Bien, el libro de Eclesiastés empieza con estas palabras: «Vanidad de
vanidades, dice el Predicador, vanidad de vanidades, todo es vanidad».
Ahora, entiendan la frase «vanidad de vanidades» o «vanidad de vanidad –
vanidades», es una forma literaria común en el mundo antiguo. La encontramos en
el Nuevo Testamento cuando Jesús es llamado el Señor de señores, o el Rey de
reyes.

Es una forma de expresar el grado superlativo de alguna cosa. Por eso, con lo que
el libro inicia es una declaración en el grado superlativo de una idea, y la idea en la
que se hizo hincapié aquí es la idea de la vanidad.

Ahora, usamos el término “vanidad” en referencia al egoísmo o al orgullo.


Recuerdo que teníamos en casa un pequeño mueble que estaba en la habitación
de mi abuela, donde se sentaba en la mañana y se miraba en el espejo y se ponía
maquillaje, y ese pequeño mueble se llamaba tocador y se usaba para retocar la
vanidad de una persona con respecto a su apariencia o sea su vanidad; pero esa
no es la connotación de vanidad aquí.

Aquí, el término vanidad no se refiere al orgullo sino a lo que se hace en vano, lo


que es inútil. Y así podríamos traducir la idea aquí, “la futilidad de futilidad, todo es
fútil”.

Ahora esa es la trama central que el libro aborda y nos damos cuenta que en el
libro de Eclesiastés, poéticamente, existen dos puntos distintos de referencia. Por
un lado, existe la frase «debajo del sol, o debajo del cielo». Ahora, «debajo del
sol», según muchos comentaristas, se refiere a la esfera de este mundo.

Debajo del cielo, se refiere a la esfera del dominio de Dios. Y así lo que está
pasando aquí es el conflicto entre dos reinos, el reino de este mundo y la
perspectiva de este mundo. Este sería el reino de Dios, el reino eterno que da una
perspectiva completamente diferente.

Saben, se nos dice que vivimos en la era del secularismo y siempre oímos hablar
del humanismo secular o secularismo humanista. Coloca ese pequeño «ismo» al
final de la palabra secular y cada vez que veas un ismo, estás hablando de una
ideología, una filosofía, un sistema de pensamiento.

La palabra «seculum» es una de las palabras latinas que se refiere a este mundo
y difiere de la palabra «mundus». «Mundus» en latín describe este mundo,
espacialmente. «Seculum» describe este mundo con respecto al tiempo o
temperamento y el motivo básico del secularismo es que vivimos en el aquí y
ahora, en este «seculum», en lo temporal, y estamos separados de lo eterno.

El corazón del secularismo enseña que no hay eternidad. Sólo hay temporalidad; y
cualquier propósito que encontremos en este mundo tiene que ser descubierto en
este mundo, y el axioma es: ‘tú sólo vives una vez, luego mueres. Así que, mejor
hacerlo con gusto. Ese es el credo del hombre moderno, y ese credo es tan viejo
como la gente. Y lo que, lo que el autor está haciendo es explorar las implicancias
de la vida en este mundo cuando es cortado de lo eterno o de lo trascendente.

Por eso dice, «Vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho recibe el
hombre de todo el trabajo con que se afana bajo el sol?»

Ves, él está haciendo la pregunta: «¿De qué sirve todo el dolor y esfuerzo y el
trabajo de mis manos? Toda la vida es hierba, trabajamos tan duro como
podemos, pero en el análisis final, perecemos y nuestro trabajo perece con
nosotros».

«Una generación va y otra generación viene, mas la tierra permanece para


siempre. El sol sale y el sol se pone, a su lugar se apresura, y de allí vuelve a salir.
Soplando hacia el sur, y girando hacia el norte, girando y girando va el viento; y
sobre sus giros el viento regresa. Todos los ríos van hacia el mar, y el mar no se
llena; al lugar donde los ríos fluyen, allí vuelven a fluir. Todas las cosas son
fatigosas, el hombre no puede expresarlas. No se sacia el ojo de ver, ni se cansa
el oído de oír. Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará; no hay nada
nuevo bajo el sol.»

Esta es información extremadamente pesimista y cada ser humano ha


experimentado la amenaza de eso, del pesimismo y de la duda que aparece
cuando uno se despierta y se mira en el espejo y dice, «¿Por qué estoy haciendo
esto?»

A mi edad, me encuentro con personas que son mis contemporáneos, y muchos


de ellos han pasado por crisis al entran en sus últimos años. Y ellos me miran y
dicen, «R.C., tiene que haber algo más que esto». Y yo digo, «Hay mucho más
que esto». Y de eso se trata este libro.

Así que, al inicio vemos este llanto de futilidad, y en la medida que avanza el libro,
varias cosas se examinan, las cuales la gente persigue con el fin de encontrar la
felicidad, significado e importancia para sus vidas. Buscan el placer. Se evalúa el
hedonismo. El hedonismo es esa filosofía que dice que el propósito de la vida es
el de maximizar el placer y minimizar el dolor.

Oímos a nuestra propia generación ser descrita como los buscadores de placer,
aquellos que andan buscando de fiesta en fiesta, de droga en droga, de
embriaguez en embriaguez, de entretenimiento o diversión a más diversión. El
placer físico se convierte en el narcótico de elección para las personas que no
tienen esperanza.

El apóstol Pablo entiende eso en el Nuevo Testamento cuando escribe a los


Corintios, quienes estaban convencidos de que no había vida después de la
muerte, o algunos que hacían esa pregunta, y Pablo les estaba contestando. Él
cita uno de los axiomas de los filósofos epicúreos: “Comamos y bebamos que
mañana moriremos”. Ahora, Pablo no está diciendo a la comunidad cristiana,
«Vamos a comer, beber y ser felices».

Él introduce eso al decir: ‘Si Cristo no resucita…. entonces vamos a comer, beber
y ser felices pues mañana moriremos. Porque si Dios no es nuestro hogar, si
estamos atados a la experiencia secular y eso es todo lo que hay, entonces tiene
sentido ser un hedonista, comer, beber y ser feliz pues mañana morirás.’

Pero siempre hay un precio, lo que los filósofos llaman la paradoja hedonista: Que
si tú persigues el placer y tienes éxito en la búsqueda, tú estarás aburrido. Si
buscas el placer y no tienes éxito en la búsqueda, estarás frustrado, así que el
final del hedonista es el aburrimiento o la frustración. Y lo que está exponiendo
aquí, en esta literatura sapiencial es el sinsentido del hedonismo, la locura de
tratar de encontrar el significado de su existencia por el simple hecho de tener una
gran fiesta.

Y entonces va y dice en el capítulo 3: «Hay un tiempo señalado para todo». Para


mí es sorprendente e inclusive increíble, increíble cómo en esta era de pesimismo,
aún nuestra música popular ha sido influenciada por algo tan antiguo como el
Libro de Eclesiastés. «Hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo». Ya ves,
ahora vemos el motivo distinto que se opone a ello, el motivo de la importancia de
las diversas cosas que experimentamos en este mundo.

Aquí lo temporal – tiempo- le es dado propósito debajo del cielo, y no hacemos lo


mismo todo el tiempo. En algunas ocasiones ciertas cosas son apropiadas, otras
veces no lo son. No reímos en un funeral, nosotros lloramos. No nos lamentamos
en un nacimiento. Hay un tiempo para reír, hay un tiempo para llorar.
Hay un tiempo para plantar, hay un tiempo para cosechar. Hay un tiempo para
llorar, hay un tiempo para bailar, y la persona sabia que evalúa su vida en este
mundo desde la perspectiva de Dios, tiene la sabiduría para diferenciar entre qué
tiempo es, y lo que es apropiado en un momento dado.

Herman Melville en su libro Red Burn, hizo esta observación: Él dijo, «Hasta que
no entendamos que un duelo es mayor que 1,000 alegrías nunca entenderemos lo
que el cristianismo está tratando de hacer con nosotros».

Y en ese momento sus observaciones se basaban en un texto de este libro,


«Mejor es ir a una casa de luto que pasar su tiempo con los tontos”. Ves, Dios es
un Dios que está íntimamente involucrado con el sufrimiento humano y el
evangelio es un evangelio que es proclamado a las personas que han
experimentado el duelo del sufrimiento humano; y el pueblo de Dios ha de ser de
personas que están allí en el dolor.

Buscamos bajo el sol y parece que la injusticia prevalece. Versículo 16 del capítulo
3, «Aun he visto más bajo el sol: que en el lugar del derecho, está la impiedad, y
en el lugar de la justicia está la iniquidad».

Y así va, a lo largo de todo el libro, la locura de buscar el significado a través de la


riqueza, a través del conocimiento, a través de la fortuna, a través de la fama, y
todo lo demás.

Y entonces llegamos a la conclusión de que la muerte nos llega a todos, pero Dios
es la respuesta a todas las preguntas que las personas sufren.

Capítulo 12, el capítulo final, empieza con esta advertencia: «Acuérdate, pues, de
tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y se
acerquen los años en que digas: No tengo en ellos placer; antes que se
oscurezcan el sol y la luz, la luna y las estrellas, y las nubes vuelvan tras la lluvia».

Y luego en el versículo 9, «El Predicador, además de ser sabio, enseñó también


sabiduría al pueblo; y ponderó, investigó y compuso muchos proverbios. El
Predicador trató de encontrar palabras agradables, y de escribir correctamente
palabras de verdad.

Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos bien clavados las
de los maestros de colecciones, dadas por un Pastor». Y luego dice en el verso
13, «La conclusión, …., es ésta».
Eso es lo que siempre buscas cuando estás estudiando cualquier filosofía. ¿Cuál
es el fin del asunto? ¿Cuál es el principio concluyente? Así que venimos al libro. El
libro inicia con la declaración: “Futilidad de futilidad, todo es fútil”.

Bien, ¿cuál es la conclusión? «Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque


esto concierne a toda persona. Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con
todo lo oculto, sea bueno o sea malo».

Esa es la conclusión. Él está diciendo: ‘es la conclusión de tu trabajo, es la


conclusión de tu dolor, es la conclusión de tu alegría. Teman a Dios, obedezcan
sus mandamientos, porque lo que está diciendo es que tu vida será evaluada, no
en los términos de este mundo o en el seculum del aquí y ahora, o del patrón
cíclico de este mundo, sino que nuestras vidas, su importancia, su valor y lo que
valen serán juzgados por el que juzga desde una perspectiva eterna; y quién nos
dirá: «Apártense de mí, nunca los conocí», o dirá: «Bien hecho, siervo bueno y
fiel».

Y cuando Él diga eso, hasta la última gota de sudor que ha caído de la frente de tu
cabeza por su obra, cada dolor en tu corazón, cada dolor en tu alma, encontrará
su plenitud de sentido y significado y tú descubrirás que todo … las experiencias
que experimentaste en tu vida cuentan.

Nada es fútil bajo el cielo.

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