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“Realmente, un bello ejemplo de organización económica y fraternal” (Mansferrer, 1996)


Sobrevivir es el principal objetivo del funcionamiento de la relación patrón-peón, en
comparación con su equivalente ficha-mercadería; en la cual esta última analogía resulta un
poco desagradable, si se piensa en lo que realmente obtiene una persona a cambio de su trabajo,
pero se vuelve necesario para lograr los objetivos del patrón. Retomamos en cuenta el valor de
esta ficha de cambio, que solo es válida dentro de la jurisdicción de dicho dueño, y le
proporciona al obrero la facilidad de omitir su salida de dichos confines, para cubrir sus
necesidades básicas.
Así mismo, existe una semejanza con la posición actual, tal es la situación de cualquier empleado
promedio. Hay muchas más posibilidades de cambiar de trabajo, de optar por formación
académica, técnica y profesional; como requisitos necesarios para solicitar y aplicar una plaza
laboral y por el más buscado “crecimiento personal”. Pero se cae bajo el trance del común
círculo vicioso; en cuanto a que las actividades se realizan de forma cotidiana y repetitiva;
cumpliendo un horario establecido, dormir, comer, trabajar, regresar a casa y volver a dormir.
Existen muchas más actividades dentro de estos bloques. Pero reincidimos al mismo patrón de
acciones en algún punto de la vida, a esa la misma correlación patrón-peón / trabajo-salario.
Mientras tanto es necesario trabajar para poder subsistir, para adquirir un espacio de tierra donde
habitar, tener el plato de comida para el sustento diario, proporcionar a los hijos lo necesario, y
convenientemente acceder a ciertos beneficios, cuando el patrón (jefe) aparentemente facilite
estas opciones dentro de las actividades laborales diarias. Puede decirse que se implementan para
poder tomar mayor ventaja del tiempo del trabajador; llámese bono, llámese reconocimientos,
llámese explotación.
Cabe señalar que la economía en nuestro país, podría traducirse a un fatídico plan organizacional
socio-económico durante décadas, que lo ha obligado a solicitar ayuda del exterior. Tal como el
jornalero se endeuda en la pulpería; adquiriendo productos para cubrir sus necesidades básicas o
bien para sus necesidades personales de recreación. Va y solicita al patrón un préstamo, más allá
de sus cinco pesos en tejos de hojalata que apenas y representan la mínima parte de lo que
realmente vale su mano de obra y su tiempo, pero ante la comodidad que su prestamista le
proporciona, solicita poder adquirir los elementos necesarios para vivir a través de este medio.
En definitiva esto le obliga a nutrir una deuda permanente, con países y entidades extranjeras.
Como nación, a sabiendas de que al igual que el obrero endeudado; el déficit de estos negativos
no baja, pero, en la mesa no falta la comida insípida, necesaria para sobrevivir porque trabajo
siempre hay, y se sostiene fuertemente en que con su próximo pago será libre de su débito. Se
confía del sustento que el patrón le da, se confía del gran abanico de opciones de pago, para
saldar su cuenta que se ve tan lejana como a muerte misma; lo que la hace crecer de forma
exponencial con el paso del tiempo.
Dicho esto y dadas las circunstancias, se regresa de nuevo al punto de inicio “Así se mantienen
esas fincas como verdaderos paraísos terrenales; los peones viven ahí dichosos: ni envidiosos ni
envidiados; y sus amos, si bien soportan la dura responsabilidad de cuidarles el alma y el
cuerpo, tienen en cambio, la regocijante satisfacción de cumplir un difícil deber. Es, realmente,
un bello ejemplo de organización económica y fraternal” (Mansferrer, 1996) cumpliendo este
círculo vicioso del que se hablo anteriormente. Tal como el patrón se apropia de la voluntad el
jornalero ante su deuda; así la sociedad se doblega ante la necesidad de redimirse ante el usurero.
Manteniendo relaciones diplomáticas, en las que la otra parte termina teniendo cierto control de
su contexto socio-económico de forma remota, y a eso se reduce el diario vivir del salvadoreño
dentro de esta imitación tan parecida a la dicha.

Bibliografía
Mansferrer, A. (1996). Las Nuevas Ideas Económica y fraternal. En A. Mansferrer, Ensayos (págs. 121-
123). San Salvador: Biblioteca Basica de Literatura Salvadoreña.

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