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Unidad 1
Sobre éste último punto, Hart, nos ilustra: “en una sociedad grande y compleja,
como lo es la de un estado moderno, hay ocasiones en las que un funcionario, cara
a cara con un individuo, le ordena hacer algo. Un policía ordena detenerse a un
determinado conductor o moverse a un determinado mendigo. Pero estas
situaciones simples no son, y no podrían ser, la forma más típica en que funciona el
derecho.
Mas bien, estas formas particularizadas de control, o bien son excepcionales, o bien
constituyen complementos auxiliares o refuerzos de normas generales de
directivas, que no nombran a individuos particulares,…no están dirigidas a ellos, y
no indican un acto particular a ser realizado. De ahí que la forma típica, incluso
de una ley criminal, es general de dos maneras: a) indica un tipo general de
conducta y b) se aplica a una clase general de personas de quienes se esperan que
adviertan que rige para ellas y que cumplan con lo prescripto. Las directivas
oficiales individualizadas, cara a cara, ocupan aquí un lugar secundario; si las
directivas primarias generales no son obedecidas por un individuo particular, los
funcionarios pueden recordárselas, y exigirles que las acate, tal como lo hace un
inspector de impuestos, o la desobediencia puede identificarse y documentarse
oficialmente, y el castigo amenazado ser impuesto por un tribunal.
Unidad 2
Sobre el Contenido:
El Derecho penal es algo que obedecemos o desobedecemos los que sus reglas
exigen es calificado de “deber”. Si desobedecemos se dice que ha habido una
infracción al derecho y nuestra conducta ha sido jurídicamente incorrecta, “hemos
transgredido un deber”. Las penas o “sanción” que las normas imputan a las
infracciones o violaciones del derecho penal busca crear un motivo para que los
hombres se abstengan de esas actividades (aunque la pena pueda servir para otro
propósito). En todos estos aspectos hay, al menos, una fuerte analogía entre el
derecho penal y sus sanciones por un lado, y las órdenes generales respaldadas por
amenazas de nuestro modelo, por el otro. Existe también analogía (a pesar de
las muchas diferencias) entre tales órdenes generales y las normas que regulan la
responsabilidad extracontractual, cuyo objetivo primordial es resarcir a los
individuos los daños sufridos como consecuencia de la conducta de otros. También
aquí se dice que las reglas que determinan qué tipos de conducta constituyen
“ilícitos civiles” que dan lugar a acciones judiciales e imponen a las personas con
prescindencia de sus deseos, “deberes” (“u obligaciones”) de abstenerse de tal
conducta. A ese comportamiento se lo denomina “violación de un deber” y a la
indemnización u otros remedios jurídicos:”sanción”.
Para ser claros: las normas que acuerdan facilidades o potestades expresan:”si uds,
desean hacer esto, ésta es la forma de hacerlo” …..En cambio, en las leyes penales,
a semejanza de las órdenes respaldadas por amenazas, expresan: “haga esto, le
guste o no, pero debe hacerlo”.
Esta imagen vertical, o “de arriba hacia abajo”, del derecho, tan atractiva
en su simplicidad, solo puede ser reconciliada con la realidad mediante el recurso
de distinguir la persona del legislador en su carácter oficial, de la persona del
legislador como ciudadano particular. Actuando en el primer carácter dicta normas
que imponen obligaciones a otras personas, inclusive “a si mismo” en su carácter
privado. Y podemos explicar el carácter auto-obligatorio de la sanción legislativa
sin apelar a él. Se trata del funcionamiento de una promesa, que, en múltiples
maneras es un modelo mucho mejor que el de las órdenes coercitivas para
comprender características del derecho, aunque no todas ellas. Prometer es decir
algo que crea una obligación para el promitente y sería ciertamente posible, pero
no útil, distinguir dos personas “dentro” del promitente: una que actúa como
creadora de obligaciones y otra como persona obligada, y concebir que una ordena
a la otra a hacer algo.
MODOS DE ORIGEN:
La sanción de una ley, al igual que dar una orden, es un acto deliberado de origen
cierto. Aquellos que toman parte en la legislación se valen concientemente de un
procedimiento para crear derecho, tal como el que da un orden usa concientemente
una forma de palabras para asegurar que sus intenciones sean reconocidas, y
también acatadas. El tipo de norma que mas obviamente contradice esta pretensión
es la “costumbre”. Y aquí se produce la discusión si es la costumbre fuente
creadora de derecho o no lo es.
Pero para que la costumbre sea fuente creadora de derecho, necesariamente debe
tener el reconocimiento jurídico para constituirse así; y aunque esto no siempre
ocurre,….no creo que esta discusión conduzca a resolver el tema y mucho menos,
que alguna vez se llegue a un acuerdo generalizado de los grandes pensadores que
dedican su vida en encontrar lo que consideran las respuestas justas para colaborar
científicamente con el objeto del conocimiento.
A pesar de ello, debemos considerar que muchos actos, dados que son efectuados
por los sujetos durante un tiempo constante, podrían constituir eventualmente un
hábito, el cual a pesar de la inexistencia de una norma, seguiría siendo llevado a
cabo.
HART plantea que, refiriéndose a la situación imaginaria del Rex, la relación del
hábito de obediencia se da como relación personal del individuo súbdito con el rex
soberano y significará que el hábito es convergente, es decir, el pueblo está
acostumbrado, tiene el hábito de obedecer al Rex. Mientras la mayoría esté de
acuerdo con la voluntad del Rex, no existirían mayores problemas en cuanto a la
obediencia.
Para entender mejor cómo se puede aceptar la regla según la cual el nuevo
legislador tiene título a suceder, se debe analizar la diferencia entre regla y hábito.
Diferencias:
Para que exista un hábito sólo se requiere que la conducta converja de ello.
Para que exista una regla, se debe exigir una conducta y si ésta no es
llevada a cabo, se considera como una conducta criticable y reprochable.
Respecto al caso de la Regla, se considera que la crítica está fundada en una
buena razón. Se legitima la crítica a la desviación, aunque no esté definido
el tiempo o la aprobación de la crítica requerida para que se mantenga
considerada como buena o razonable.
El aspecto interno de las reglas. Existe el aspecto externo de las reglas que
se refiere a un comportamiento social general observable, es decir, que
otros lo pueden distinguir como una pauta de comportamiento. Por otro
lado, el aspecto interno vendría siendo la regla que constituye al acto como
tal, es decir, que está contenida dentro del acto para establecer cómo
debería realizarse, creando una especie de dogma. El mejor ejemplo serían
las reglas de un juego. Nos permite criticar tajantemente una acción
Al establecerse una regla que es dictada por el soberano legítimo, el Rex legitimado
por reglas de sucesión, ya no es solamente un hábito de obediencia, sino que
puede ser de obediencia y además, posee el derecho, el soberano, de establecer
cómo va a ser el acto. Se aceptará, porque es correcto obedecerlo.
Este Rex ahora será un legislador con autoridad para legislar y como ahora
da las pautas para actuar, ya no “órdenes”, ya no estará obligado a seguir su
propia legislación.
Las reglas de tipo consuetudinario o que subyacen bajo las reglas directas
de conducta.
Las reglas dictadas por el soberano que será una pauta de comportamiento,
donde las desviaciones serán criticadas y su palabra justifica las exigencias
de su cumplimiento.
Hoy en día se aceptan las reglas y la continuidad del legislador, pues el proceso de
sistema jurídico pose la particularidad de ser elegido y permitido por los
ciudadanos mediante las reglas que confieren facultades. Los actos oficiales dan
aceptación ciudadana de las reglas como tales y permiten rescatar el principio de
obediencia de AUSTIN, pero aún no se logra explicar la creación, identificación y
aplicación del derecho.
Las reglas serían, de esta forma, constitutivas del soberano y no solamente reglas
que se establecen como obediencia a él. En definitiva, se debe decir que la sociedad
plantea sus propias reglas para obedecer al soberano en cuanto electorado (que
estén acorde a las reglas para elegir sus propios representantes).
UNIDAD 3.
HART parte de la idea de que la raíz del fracaso con los cuales se construyó la
Teoría del derecho, es que los elementos constitutivos de dicha teoría, a saber,
ideas-órdenes, obediencia, hábitos y amenazas, no incluyen ni tampoco pueden
producir mediante su combinación, la idea de regla, sin la cual no podemos abrigar
la esperanza de elucidar ni siquiera las formas mas elementales de derecho. Dice
HART que para hacer Justicia a la complejidad de un sistema jurídico, es necesario
distinguir entre dos tipos diferentes, aunque relacionados, de Reglas.
Aquellas consideradas como de tipo básico o primario donde se prescribe que los
seres humanos hagan u omitan ciertas acciones lo quieran o no; y aquellas que en
cierta manera dependen del primero, o son secundarias en relación a ellas, ya que
establecen que los seres humanos pueden, haciendo o diciendo ciertas cosas,
introducir nuevas reglas del tipo primario, extinguir o modificar reglas anteriores, o
determinar de diversas maneras el efecto de ellas, o controlar su actuación. Las
Reglas del primer tipo imponen deberes, las del segundo tipo confieren
potestades públicas o privadas. Las del primer tipo se refieren a acciones o
cambios físicos; las del segundo tipo prevén actos que conducen no simplemente al
movimiento o cambio físicos, sino a la creación o modificación de deberes u
obligaciones. En la combinación de estos dos tipos de reglas, se encuentra lo que
AUSTIN, erróneamente, creía haber hallado en la noción de órdenes coercitivas, a
saber: “la clave de la ciencia de la jurisprudencia”.
UNIDAD 4
Sentirse Obligado y tener una obligación son cosas diferentes, aunque con
frecuencia, concomitantes. Confundirlas sería una manera de desinterpretar, en
términos de sentimientos psicológicos, el importante aspecto interno de las reglas
que destacamos.
Es posible, por supuesto, imaginar una sociedad sin una legislatura, tribunales o
funcionarios de ningún tipo. Hay, ciertamente, muchos estudios de comunidades
primitivas en los que no solo se sostiene que esa posibilidad se ha realizado, sino
que se describe en detalle la vida de una sociedad donde el único medio de control
social es aquella actitud general del grupo hacia sus pautas o criterios de
comportamiento, en términos de los cuales hemos caracterizado las reglas de
obligación. Una estructura social de este tipo es designada a menudo como una
estructura social basada en la “costumbre”; pero no usaremos esa palabra porque
con frecuencia sugiere que las reglas consuetudinarias son muy antiguas y están
apoyadas en una presión social menor que la que sustenta otras reglas. Más bien
nos referiremos a tal estructura social, como la de una estructura de REGLAS
PRIMARIAS de Obligación. Para que una sociedad pueda vivir únicamente con
tales reglas primarias, hay ciertas condiciones que, concediendo algunas pocas
verdades trilladas relativas a la naturaleza humana y al mundo en que vivimos,
tienen que estar plenamente satisfechas: No Violencia, No al robo, No al engaño;
pero que tienen, en general, que reprimir, para poder coexistir en proximidad
cercana unos con otros. En estas sociedades primitivas, aunque existen disidentes y
malhechores, la mayoría vive de acuerdo con las reglas vistas desde punto de vista
INTERNO.
Es obvio, que solo una pequeña comunidad estrechamente unida por lazos de
parentesco, sentimiento común y creencias, y ubicada en un ambiente estable,
pueda vivir con buen resultado según tal régimen de reglas no oficiales. En
cualesquiera otras condiciones una forma tan simple de control social resultará
defectuosa, y requerirá diversas formas de complementación. En primer lugar, las
reglas que el grupo observa no formarán un sistema, sino que serán simplemente
un conjunto de pautas o criterios de conducta separados, sin ninguna marca común
identificatoria, excepto, por supuesto, que ellas son las reglas que un grupo
particular de seres humanos acepta. Por ello, si surgen dudas sobre cuales son las
reglas o sobre los alcance preciso de una regla determinada, NO habrá
procedimiento alguno para solucionar esta duda. No hay texto, no hay autoridad o
funcionario para poder aclararlas; porque si los hubiera ya estaríamos reconociendo
la existencia de reglas de un tipo diferente a las de obligación de o deber que, ex
hipótesis, son todas las reglas que el grupo tiene. A este defecto de esta
estructura social simple de reglas primarias, su falta de certeza.
He mostrado ya con cierto detalle la incapacidad de esta teoría para dar cuenta de
algunas de las características salientes de un sistema jurídico nacional moderno;
sin embargo, como lo sugiere su influencia sobre el espíritu de muchos pensadores,
ella contiene, aunque en forma desdibujada y equívoca, ciertas verdades acerca de
algunos aspectos importantes del derecho. Estas verdades, empero, solo pueden
ser presentadas con claridad, y su importancia correctamente apreciada, en
términos de una situación social más compleja, en la que se acepta y utiliza una
regla secundaria de reconocimiento para la identificación de reglas primarias de
obligación. En esta situación, mejor que en ninguna otra, se puede decir que se dan
los fundamentos de un sistema jurídico.
Dondequiera se acepte tal regla de reconocimiento, tanto los particulares como los
funcionarios tienen criterios con autoridad para identificar las reglas primarias de
Obligación.
Hablar de la validez de una Regla, es reconocer que ella satisface todos los
requisitos establecidos en la Regla de Reconocimiento y, por lo tanto, que es una
regla del sistema. Podemos afirmar simplemente que el enunciado de que una regla
particular es válida significa que satisface todos los criterios establecidos por la
regla de reconocimiento.
UNIDAD 5
La textura Abierta del derecho.
Formalismo y escepticismo ante las Reglas.
Dos recursos principales, a primera vista muy diferentes entre sí, han sido
utilizados para comunicar tales pautas generales de conducta con antelación a las
situaciones en que han de ser aplicadas. Uno de ellos hace uso máximo, y el otro
un uso mínimo, de las palabras clasificadoras generales. El primero es tipificado
por lo que lo llamamos legislación, y el segundo por el precedente. Veamos con
ejemplos prácticos sus características distintivas en los siguientes casos simples, no
jurídicos.
La textura abierta del derecho implica que las palabras del legislador o las palabras
que formulan una regla en precedentes judiciales, son generales y abstractas. En
consecuencia, tienen una zona focal en la que nadie discute el significado de las
palabras, pero también tienen una zona de penumbra, en la que juristas igualmente
competentes pueden tener interpretaciones distintas de las mismas palabras. La
distinción foco-penumbra justifica la distinción entre casos fáciles y difíciles,
mientras en los fáciles hay coincidencia interpretativa, el los difíciles la comunidad
jurídica se encuentra irreconciliablemente dividida.
UNIDAD 6
Entre el Derecho y la Moral hay una conexión en algún sentido “necesaria”, y esto
es lo que merece ser considerado como central en cualquier intento de analizar la
noción de derecho.
Los términos que los juristas usan con más frecuencia para ensalzar o censurar el
derecho o su administración, son las palabras “justo e injusto”, y muy a menudo los
autores razonan como si las ideas de la justicia y moral fueran coextensivas. Hay
por cierto, muy buenas razones para que la Justicia ocupe un lugar de máxima
prominencia en la crítica de las estructuras jurídicas; sin embargo, es importante
advertir que solo se trata de un segmento de la moral y que las normas jurídicas y
su administración pueden tener excelencias de tipos diferentes.
De un padre que ha tratado con crueldad a su hijo se dirá por lo común, que
ha hecho algo moralmente malo, o aun malvado, pero sería extraño escuchar
que alguien criticara su conducta como injusta. Injusto sería apropiado si el Padre
hubiera elegido arbitrariamente a alguno de sus hijos para aplicarle un castigo más
severo que los otros culpables de la misma falta.
Estos, no son los únicos contextos en los que se hacen estimaciones en términos de
Justicia o equidad. No solo aludimos a las distribuciones o a las compensaciones
como “justas o equitativas”; también decimos que un Juez es justo o injusto, y que
una persona ha sido condenada justa o injustamente. Estas son aplicaciones
derivadas; son explicables una vez que se entiende la aplicación primaria de la
noción de justicia a cuestiones de distribución y compensación.
Pero las advertencias enfáticas de lo que las reglas exigen, las apelaciones a
la conciencia, y la confianza en la eficacia de la culpa y el remordimiento, son las
formas de presión características, y más salientes, usadas en apoyo de la moral
social.
Hay muchos tipos diferentes de relaciones entre el derecho y la Moral, y nada hay
que pueda estudiarse provechosamente, en forma separada, como la relación entre
uno y otra. En cambio, es importante distinguir algunas de las muchas cosas
diferentes que se pueden decir al afirmar o al negar que el derecho y la moral están
relacionados. Hart hace hincapié en examinar algunas cuestiones que se refieren a
las relaciones entre el derecho y la moral, y enfrenta el análisis del Conflicto entre
el derecho natural y el Positivismo Jurídico. Con respecto a esto, opina que se debe
entender por “positivismo Jurídico” la afirmación simple de que en ningún sentido
es necesariamente verdad que las normas jurídicas reproducen o satisfacen ciertas
exigencias de la moral, aunque de hecho suele ocurrir así.
Pero precisamente porque quienes adoptaron este punto de vista han guardado
silencio, o discrepado agudamente, respecto de la naturaleza de la moral, es
menester considerar dos formas de rechazo del Positivismo Jurídico. Una de éstas
se expresa con la mayor claridad en las teorías del Derecho Natural: hay ciertos
principios de conducta humana a ser descubiertos por la razón de los hombres, con
los que el derecho elaborado por éstos debe concordar para ser válido. La otra,
adopta un punto de vista diferente sobre la moral, menos racionalista, y ofrece una
versión distinta de las maneras en que la validez jurídica se relaciona con el valor
moral.
Unidad 7
El debate Hart-Dworkin
b) Normas y principios.
Sabemos que Hart sostiene que el derecho se identifica por su origen, en algún
hecho social al que los participantes de la práctica jurídica reconocen autoridad
generadora de normas válidas (regla de reconocimiento) y, que el derecho así
reconocido es válido independientemente de su adecuación moral.
A grandes rasgos, entonces, puede decirse que la tesis de Hart asume tres ideas
fundamentales:
Tesis Dos (Tesis de las fuentes sociales): ésta sostiene que es posible
identificar lo que el derecho indica, atendiendo a lo que dice un grupo de personas
(legisladores, jueces) o la forma en que actúa un grupo considerable de personas.
En definitiva, se afirma que los últimos tests de validez jurídica descansan en una
práctica social.
Con respecto a la tesis de las fuentes sostenida por Hart a través de su regla de
reconocimiento, Dworkin sostiene que el criterio de la fuente social u origen no
confiere fuerza autoritativa a los principios, pues éstos, debido a su carácter
inespecífico y no concluyente, no pueden identificarse por criterios
convencionales. En efecto, los principios surgen por un sentido de conveniencia,
se suprimen por desgaste y se identifican por su mayor peso o fuerza
argumentativa en la confrontación o competencia con otros principios en un caso.
Según Dworkin, por tanto, el derecho no sólo tiene reglas, como supone Hart, sino
también principios. Son de estos últimos elementos de los que no podría dar cuenta
la teoría de Hart. Si una teoría quiere preciarse de tal, tiene que tratar de describir
todos los fenómenos que analiza y es un fenómeno comprobable que los juristas
usan principios y no sólo reglas y, que cuando desacuerdan sobre las exigencias de
la regla de reconocimiento (unos dicen que es válido lo que dice el Congreso, otros
la Constitución) siguen acordando en que hay una forma de solucionar el caso.
Siguen creyendo que hay derecho a pesar del desacuerdo sobre reglas
i) los juristas disienten sobre qué dice el derecho, pero siguen pensando que existe
una respuesta jurídica para solucionar el caso;
ii) los juristas utilizan unos parámetros distintos a las reglas para solucionar una
infinidad de casos.
Normas y Principios.
Los principios son definidos por Dworkin en un sentido amplio como estándares que
no son reglas. Cabe distinguir dentro del dominio de los principios dos clases
diferentes, a saber: a. principios en sentido estricto o estándares que son
exigencias de justicia, equidad o alguna otra dimensión moral y, b.
directrices o estándares que proponen un objetivo colectivo político,
económico o social -por ejemplo, defensa nacional, bienestar social,
promoción de la salud o la educación, etc.
Dworkin distingue dos modos de tratamiento teórico de los principios: por un lado,
pueden ser analizados como vinculantes jurídicamente para los jueces, con lo
cual, los principios constituyen criterios que se imponen al tribunal para decidir en
un sentido o en otro en cumplimiento de derechos y obligaciones jurídicamente
preexistentes, aún en casos difíciles. Este es el modo de analizarlos que Dworkin
considera correcto. Por otro lado, pueden ser tratados, como Hart lo hace según
este autor, como no vinculantes jurídicamente para los jueces, de modo que se
los utiliza en casos difíciles como parte de la elección discrecional del juez cuando
decide un caso difícil creando ex post facto derechos y obligaciones nuevos.
Ronald Dworkin opone a las tesis del positivismo la tesis de los derechos, según
la cual:
El deber del juez es descubrir qué derechos tienen las partes aún en los casos
difíciles.
Las decisiones judiciales siempre son y deben ser generadas por principios-
derechos.
Unidad 8
a) “ahora salgo para allá” pueden significar que José se dispone a viajar a
Viedma el lunes próximo, o que Juana sale de la esquina de corrientes y callao
hasta el Congreso, el 15 de noviembre del año 2010
Esto ocurre porque la Lógica (al menos, la parte de la lógica que estamos
estudiando) se maneja a través de los llamados valores de verdad, que, -en un
sistema bivalente como el que analizamos – son dos: verdadero o falso.
Ahora bien, en el lenguaje natural solemos vincular entre sí, dos o más enunciados
para formar un enunciado más complejo, de tal modo que el valor de verdad del
enunciado resultante depende de cierta combinación de los valores de verdad de
sus componentes. Así, por ejemplo, “no llueve” será verdadero si “llueve” es falso
y viceversa. “llueve y hace frío” sólo será verdad si es verdad que llueve y
también es verdad que hace frío, y será falso aunque llueva, si hace calor, y
aunque hiele sino llueve.
“Kpq” “ “p.q”
“Apq” “ “p v q”
“JPQ” “ “p = q”
“Cpq” “ “ p > q”
“Epq” “ “ p = q”
También algunos autores reemplazan “-“ “por “ “ o por “ “; “.” Por “ “: “ “ por
“ “ o “ =” por “ “.
Por el modo en que afectan esta conectivas a las variables a las que se refieren, se
dividen monádicas y diádicas o binarias. El signo “-“es monádico, porque solo
afecta a una proposición: la representada por la fórmula de la derecha. Así, la
verdad de la fórmula “-p” dependerá del valor de “p” modificado por el operador “
–“
Ahora bien, en el lenguaje natural solemos vincular entre sí dos o más enunciados
pata formar un enunciado más complejo, de tal modo que el valor de la verdad del
enunciado resultante depende de cierta combinación de los valores de verdad de
sus componentes. Así “no llueve” será verdadero si “llueve” es falso y viceversa.
“Llueve y hace frío” sólo será verdad si es verdad que llueve y también es verdad
que hace frío, y será falso aunque llueva si hace calor, y aunque hiele, si no llueve.
Esta función vinculatoria es cumplida en castellano por palabras tales como “y”,
“o”, “si”, “aunque”, “pero”, “sin embargo”, “si y sólo si”, “siempre que” y otras;
pero no siempre es tan fácil, dentro de la clásica ambigüedad del lenguaje natural,
establecer unívocamente el tipo de relación que se busca expresar. Si alguien nos
dice, por ejemplo, “esta noche iré al cine a comer” no sabemos con seguridad si
pretende elegir una de dichas actividades o si también deja abierta la posibilidad de
hacer ambas cosas.
Por el modo en que las conectivas afectan a las variables a que se refieren, se
dividen en monádicas y diádicas o binarias. El signo “-“es monádico porque solo
afecta una proposición; la representada por la fórmula a la derecha. Así, la verdad
de la fórmula “-p” dependerá del valor de verdad de “p” modificado por el
operador “-“ Las demás conectivas mencionadas se llaman diádicas porque
afectan a dos proposiciones conjuntamente: las situadas a derecha e izquierda del
signo que se trate. Por ejemplo: el valor de “p.q” depende del valor de verdad de
“p” y del valor de verdad de “q”, combinados en la forma indicada por “.”
Aparte de las variables y de las conectivas, la lógica cuenta también con signos
auxiliares, que hacen las veces de signos de puntuación y sirven para separar, en
caso necesario, unas fórmulas de otras. Se trata de los paréntesis “() “ ; los
corchetes las barras y las llaves.
Una fórmula está siempre compuesta, en forma exclusiva, por los signos
apuntados, que constituyen –por así decirlo- su elenco estable. Ningún actor ajeno
a la compañía puede introducirse en la función (“llueve . Hace frío”; “llueve y p”; “p
. Hace frío”) pues el resultado no sería una fórmula (sería algo así como mezclar,
en una sola frase, palabras de varios idiomas diferentes.
“(p. q) r v (q s) “
Por último, no basta que los actores estén en escena para constituir una función
teatral; además es necesario que desempeñen su papel según cierto libreto y de
acuerdo con ciertas reglas que definen esa actividad. Del mismo modo, los
componentes de una fórmula no pueden estar mezclados al azar; han de respetar
las llamadas reglas de formación, o normas sintácticas convencionales que rigen
la estructura simbólica de las fórmulas. Estas reglas de formación pueden
enunciarse así:
Conviene aquí hacer una importante aclaración sobre los signos auxiliares. Su
función consiste en eliminar ambigüedades: sin ellos, la expresión “-p”.q”, por
ejemplo, podría interpretarse de dos maneras:
a) (-p . q), donde el operador monádico afecta sólo a la fórmula “p”, o bien
b) – (p . q), donde el operador monádico afecta a la fórmula “(p . q)”
Así como el lenguaje natural vincula dos o mas enunciados para formar un
enunciado complejo, el lenguaje simbólico combina las variables –por medio de las
conectivas- para constituir fórmulas compuestas. Por asociación de ideas con el
modo en que los átomos de elementos simples constituyen las moléculas de los
compuestos químicos, la lógica ha adoptado aquí una nomenclatura con
reminiscencias de la física nuclear, una fórmula atómica es aquella constituida
exclusivamente por una variable proposicional, no modificada por operador alguno:
“p” por ejemplo. Las fórmulas en las que aparece un operador monádico (“-q”) o
que resultan de una combinación de fórmulas unidas por conectivas diádicas (“ r v
s” , “z w” ) se llaman moleculares.
LAS CONECTIVAS
1. Casos posibles.-
______
P Q_
V V
F V
V F
F F
¿Por qué esta diferencia en el número de casos posibles? Porque a cada variable
proposicional corresponden dos casos (V y F); y, como una combinación de
variables debe prever cada uno de los casos de la segunda (y aun todo esto para
cada uno d e los casos de la tercera, si la hubiere), existe entre el número de
variables y el de casos una relación matemática: a una variable, corresponden dos
casos; a dos variables, cuatro; a tres variables, ocho; a cuatro variables, dieciséis,
etc. El número de casos posibles, pues, es 2n, donde “n” es el número de variables
proposicionales presentes en una fórmula y la base 2 representa la dualidad de los
valores de verdad en la lógica binaria: V y F.
P Q r
_________
V V V
F V V
V F V
F F V
V V F
F V F
V F F
F F F
Negación.-
P -P
V F
F V
Como puede observarse, una fórmula verdadera negada es falsa, y una fórmula
falsa negada es verdadera.
Conjunción.-
P Q P.Q
V V V
F V F
V F F
F F F
La fórmula resultante se lee “p. q”, y su tabla de verdad corresponde,
aproximadamente, al uso de la mayoría de las palabras o expresiones idiomáticas
que en el lenguaje natural se clasifican como conjunciones. De este modo, “p . q”
podría interpretarse como “llueve y hace frío”, o “quise llamarte pero mi teléfono se
descompuso”. En cada uno de estos ejemplos se afirman dos estados de cosas
conjuntamente, por lo que al combinación de ambas aserciones resultará verdadera
si y solo si los dos estados de cosas afirmadas son reales; es decir, en el primero
de los 4 casos posibles de l tabla de verdad correspondiente.
Disyunción.-
¿Qué afirmo al decir que “llueve o hace frío”? ¿Doy por sentado que si llueve no
hace frío y que si hace frío no llueve? ¿O acepto que pueden ocurrir ambas cosas?
Aquí el lenguaje natural nos tiende habitualmente una trampa por su ambigüedad,
y a la lógica corresponde desentrañar su sentido.
P Q p=q
V V F
F V V
V F V
F F V
V V V
F V V
V F V
F F F
Ambas disyunciones tienen algo en común, como surge de las tablas de verdad
enunciadas; para ser verdaderas exigen por lo menos uno de sus componentes lo
sea. En otras palabras, son falsas cuando sus dos componentes son falsos. La única
diferencia reside en la solución que cada conectiva prevé para el primero de los
casos posibles: aquel en que sus dos componentes son verdaderos. Una de las
disyunciones lo admite (lo incluye) como caso de verdad de la fórmula compuesta,
en tanto la otra lo rechaza (lo excluye) al tomarlo como falso. Si volvemos a los
ejemplos del principio, descubriremos que la disyunción del menú fijo era
excluyente, en tanto la de la oferta de la librería era incluyente.
Nos guiaremos por este criterio y diremos, en general, que una disyunción es
verdadera cuando por lo menos uno de los términos disyuntos es verdadero (es
decir, llamaremos disyunción a secas a la disyunción incluyente). Cuando se trate
de la excluyente, la calificaremos como tal y usaremos el símbolo correspondiente
(“ = “).
CONDICIONAL.-
V V V
F V V
V F F
F F V
Podemos advertir que el condicional expresa cierta situación que en los hechos
puede darse respecto de dos estados de cosas: uno cuya descripción
simbolizaremos como “P” y otro simbolizaremos como “Q”. Normalmente decimos
que el antecedente es condición del consecuente; pero lógicos y filósofos – que
hilan más fino- distinguen dos tipos de condición, la necesaria y la suficiente.
P q p=q
_________________
V V V
F V F
V F F
F F V
Al leer una formula bicondicional suele utilizarse la expresión “si o si”. De este
modo, “p`=q” puede interpretarse como me gusta el asado si y solo si está bien
cocido”, de donde resulta que si está bien cocido me agrada y de otro modo no; e
inversamente, que si me gusta está cocido y si no me gusta no lo está.
La implicación Formal
Tautología.-
Al analizar las tablas de verdad de las conectivas hemos observado que la verdad
de una fórmula molecular depende del valor de verdad que se asigne a cada una de
las fórmulas atómicas que la componen; así por ejemplo:
P P v -P
V VV F
F FV V
Como la formula propuesta solo tiene una variable (“p”), los casos son 2 = 2. En
el primero P es verdadero y, consiguientemente, -p es falso; en el segundo ocurre a
la inversa. Pero, como la disyunción resulta Verdadera cuando cualquiera de
los términos disyuntos lo es, nuestra fórmula se revela como verdadera para todos
los casos posibles.
Pero, ¿fumar hace realmente daño? Esta pregunta tiene importancia médica, social
y económica, pero no perturba la placidez de la lógica.
Estas fórmulas cuya tabla de verdad arroja valor positivo para todos los casos
posibles se llaman tautológicas. Tienen la ventaja de ser siempre verdaderas con
independencia de su contenido, pero –por esto mismo- tienen también una
desventaja: no proporcionan ninguna información sobre el mundo que nos rodea.
La verdad absoluta suele ser trivial; y, salvo cuando se trata de fórmulas muy
complicadas, resulta tan sabida que no despierta gran interés. Imaginemos un
hombre que pasará la vida enunciando únicamente las más solemnes tautologías:
“mañana habrá tormenta, o no la habrá”; “si un animal tiene 5 patas, tiene
seguramente 5 patas”; “la existencia de un río que n os lleva hacia el
infinito…o bien es alguna otra cosa”. Tal persona no correría jamás el riesgo de
afirmar algo falso, pero su charla resultaría tan insulsa que nadie querrá oírla:
ninguna de sus afirmaciones contendrá datos empíricos.
Y sin embargo, no por ser vacías de contenido, las tautologías son inútiles;
en muchos casos su verdad formal no es evidente, y se requiere un detenido
examen para advertirla. Además, si descubrimos que un enunciado encierra una
tautología dejaremos de inmediato de discutir sobre ella, perderemos interés en la
averiguación de sus presupuestos empíricos (ya que no los tiene) y – lo que es mas
importante – podremos utilizarla como puente para razonamientos mas complejos.
Por esto la lógica trata muy especialmente sobre las tautologías, y por esto
empleamos hoy máquinas –computadoras- que son formidables constructoras de
relaciones tautológicas: dados un programa y los datos con que se la alimenta, la
máquina produce una respuesta que resulte formalmente verdadera bajo condición
de la verdad de aquellas premisas.
CONTRADICCIÓN
P P . –P
V VF F
F FF V
Al construir la tabla de verdad de esta conjunción advertimos que para todos los
casos posibles (que son dos) su valor de verdad es F. esto indica que cualquier
proposición con semejante estructura lógica (“la luna es redonda, pero no es
redonda”; “no es que yo sea racista, pero siempre he sostenido que hay
razas insoportables”) es falsa en cualquier circunstancia, independientemente de
la verdad o falsedad de P y aun del significado que momentáneamente atribuyamos
a la variable.
Para decirlo con mayor rigor, una fórmula es contingente si y sólo si resulta
verdadera por lo menos en uno de sus casos posibles y falsa por lo menos en otro.
Cumplida estas condiciones, poco importa que sean más los casos de verdad que
de falsedad, o viceversa, toda fórmula que no sea tautológica ni
contradictoria es contingente.
IMPLICACION.-
P Q P>Q
V V V V V
F V F V V
V F V F F
F F F V F
P > (P v Q)
Una interpretación adecuada sería, por ejemplo, “si soy abogado, soy abogado y
violinista”. Nótese que para ser abogado o violinista basta con ser abogado y basta
también con ser violinista (sin excluir por cierto, la eventualidad de un letrado
aficionado al violín): todo abogado es abogado o violinista (o zapatero o
astronauta); de modo que el condicional de nuestro ejemplo es tal que la
afirmación del antecedente nos obliga a afirmar el consecuente. Para probarlo,
construyamos una tabla de verdad en la que “P” corresponda a “soy abogado” y “Q”
a “soy violinista”
P Q P > (P v Q)
___________________
V V V V V V V
F V F V F V V
V F V V V V F
F F F V F F F
Cuando por razones lógicas dos proposiciones tienen siempre el mismo valor de
verdad, podemos formar con ellas un bicondicional tautológico. Esto ocurre, por
ejemplo, con el enunciado “soy abogado si y solo si soy abogado”, cuya estructura
corresponde a la fórmula “P=P” y cuya tabla de verdad es la siguiente:
P Q = P
_____________
V V V V
F F F F
Asó como todo condicional tautológico expresa una implicación, todo bicondicional
tautológico expresa una equivalencia. Dos enunciados son equivalentes cuando
media entre ellos una relación tal que la verdad de uno garantiza formalmente la
del otro y viceversa, y que la falsedad de uno asegura formalmente la falsedad del
otro y viceversa.
UNIDAD 9
MODALIDADES ALETICAS Y DEÓNTICAS
Estos modos, como se ha tratado de mostrar, están en estrecha relación lógica con
la verdad. Dichas modalidades son denominadas aléticas (es decir:
modalidades de la verdad). Estas modalidades lógicas aléticas no valen sin
reservas cuando tratamos con enunciados precriptivos. Fue Hume quien indicó que
del hecho que una proposición sea verdadera, necesaria o posible, nada puede
inferirse con respecto a su obligatoriedad.
Una norma puede ser también analizada como un enunciado moralizado, es decir,
como un enunciado que establece que una conducta es obligatoria, prohibida o
permitida. Estas modalidades se denominan modalidades deonticas: modos de
obligación o deber.-
M (posible) P (permitido)
- M (imposible) - P (prohibido)
- M – (necesario) - P – (obligatorio)
Luego en la fórmula vacía “P….”, el vacío “….” Habrá de llenarse con el nombre
o la descripción de una acción.
Supongamos ahora que “P” designa una acción cualquiera, tal como usar sombrero.
La lectura de nuestras fórmulas sería entonces, la siguiente:
Hasta ahora nos hemos manejado con un solo operador: “P”. Sin embargo,
habíamos hablado de tres conceptos deónticos, permitido, prohibido y obligatorio.
Es hora de introducir, pues, los dos operadores faltantes:
“Ph p” se leerá, a su vez, como existe una norma que prohíbe usar sombrero” o
“esta prohibido usar sombrero”.
INTERDEFINIBILIDAD Y EQUIVALENCIA.-
Pp = -O-p = -Ph p
- Pp = O-p = Ph p
-P-p = Op = Ph-p
Los operadores “O” y “Ph” pueden ser definidos mediante el operador “P” y la
negación “-“ , o, lo que es lo mismo, los conceptos de obligatoriedad y de
prohibición pueden definirse en términos de permisión con la ayuda de la negación.
Si es obligatorio usar sombrero, será cierto que no está permitido no usarlo; y si
usar sombrero está prohibido, usarlo no está permitido.
Principios Lógicos:
5) Modus Tollens: es el modo negativo, del modo que niega negando: dado el
condicional (p > q), la negación del consecuente que lleva a negar el antecedente
p.
Las Normas no son ni verdaderas ni falsas, aunque pueden ser válidas o inválidas,
obedecidas o desobedecidas, justas o injustas, etc. Las proposiciones normativas,
en cambio, son verdaderas o falsas, pero no pueden ser justas o injustas,
obedecidas o desobedecidas, y carece de sentido afirmar que son válidas.
Unidad 10
Cada situación individual que de lugar a esta cuestión jurídica será un elemento de
ese conjunto que denominamos universo del discurso. Todos los elementos del
discurso tienen en común una propiedad que es definitoria del conjunto de ellos,
esto es, del universo del discurso.
El ámbito fáctico del modelo queda determinado por todos los casos elementales
posibles. Los casos elementales especificados, son casos simples en el sentido de
que no pueden subdividirse en otros casos. Los casos complejos, en cambio, son
analizables en términos de los casos elementales y, equivalen a la disyunción de
dos o más casos elementales.
Cada uno de los casos especificados son casos en los que surge la cuestión de
determinar el status normativo de la acción de restitución del inmueble. El paso
siguiente consiste en especificar el carácter deóntico que posee la acción en cada
uno de esos casos elementales. El dominio de todas las respuestas o soluciones
posibles a esta cuestión normativa es lo que se denomina el ámbito normativo del
problema.
1. OR = PR. –P-R.
2. PhR = -PR. P-R
3. FR = PR. P-R
Cada una de las expresiones precedentes (PR, OR, etc) serán llamadas soluciones y
cada solución determina deónticamente algún contenido normativo – acción
elemental. Cuando la solución determina todos los contenidos que corresponden a
los elementos del UA decimos que es una solución maximal.
CONCEPTO DE CASO.-
Un Conjunto de propiedades forman una división sí, y solo si, cumplen las tres
condiciones siguientes:
a) Las propiedades son lógicamente disyuntivas (exhaustivas del UD). Esto
significa que todo elemento del UD tiene necesariamente (por razones lógicas)
alguna de las propiedades del conjunto.
c) Ninguna de las propiedades es lógicamente vacía. Esto quiere decir que ninguna
de las propiedades es lógicamente imposible, aunque pueda darse el caso que
resulte, de hecho, vacía.
Podemos definir ahora el Universo de Casos como todo conjunto de Casos que
forman una división.
Casos Individuales: a los elementos del UD. Dichos casos son situaciones o
acontecimientos que se dan en una ocasión temporal y espacial determinada. El UD
es el conjunto de casos individuales o particulares que comparten una cierta
característica o propiedad común que los define como miembros del UD.
Casos genéricos: a todo subconjunto de una misma propiedad que define el UD.
Los casos genéricos pueden ser ejemplificados por un número infinito de casos
individuales, por ejemplo, el divorcio por presentación conjunta de Juan y María.