Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
del Museo
Fundación y primera época (1771-1814)
Otra fuente de ingreso de piezas fue el intercambio con otros centros
y particulares. Entre los primeros estuvieron algunos de los más
importantes entonces en Europa, como la Royal Society o el Gabinete
Imperial de Viena, gracias a los excelentes contactos establecidos por
Dávila durante su estancia en París (Sánchez Almazán et al., 2012).
Dávila realizaba un examen personal de las piezas que iban llegando,
valorando su importancia y documentándolas, como queda reflejado en
los múltiples documentos que a este respecto se conservan en el
Archivo del Museo. Mostraba particular interés por ejemplares raros o
por aquéllos que completaran las series correspondientes de acuerdo a
la clasificación establecida en la época (Villena et al., 2009).
Desde el Real Gabinete se establecieron corresponsalías por toda la
Península para conseguir envíos regulares. Se dio igualmente orden
para que se incorporasen al centro piezas destacadas de gabinetes
particulares, como el del conde de Saceda o el del infante don Luis de
Borbón (hermano de Carlos III) o procedentes de la Casa de la
Geografía. Entre las piezas notables que ingresaron cabe destacar el
meteorito de Sena, caído en 1773; la colección iconográfica de Van
Berkheij, cuyo inventario fue realizado en buena medida por el propio
Dávila en los últimos meses de su vida; los corales y peces enviados
desde Baleares por el pintor Cristóbal Vilella (Azcárate y Salinero,
1995); el célebre megaterio (Megatherium americanum), que llegó en
1788 proveniente de Río Luján, en tierras argentinas, y que fue la
primera reconstrucción y montaje que se hizo de un vertebrado fósil,
descrito por Cuvier; la colección de peces, esponjas y decápodos de
Antonio Parra, que vino de Cuba en 1789, y una remesa de azufre
cristalizado de Conil (Cádiz) traída por Javier Molina en 1792 (Barreiro,
1944). También ingresaron diversos objetos de las culturas
precolombinas procedentes de las excavaciones realizadas en la época
y piezas de arte chino enviadas desde Filipinas (Sagaste, 2016).
Megatherium americanum
La primera publicación del Real Gabinete fueron los dos tomos de
Bru, Colección de láminas que representan los animales y
monstruos del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid (1784-
1786). Posteriormente apareció el Diccionario histórico de los Artes
de Pesca nacional (1791-1795), de Bru y Antonio Sáñez Reguart.
Ante la falta de espacio en el RGHN se proyectó construir un nuevo
edificio que lo albergase y a tal fin se le pidió a Dávila en 1785 que
redactara una Nómina de las piezas que se creen necesarias para la
colocación del Real Gabinete de Historia Natural y de curiosidades
del Arte que en él se contienen. La obra, dirigida por el arquitecto Juan
de Villanueva, albergaría muchos años después el Museo del Prado.
Tras la muerte de Dávila en 1786, la dirección efectiva del Real Gabinete
recayó en Clavijo, a pesar de que el director nominal era Izquierdo.
Hasta su salida del RGHN en 1802, Clavijo desplegó una gran actividad.
Además de promover y apoyar todo tipo de expediciones científicas,
como la de Malaspina (1789-1794), la de los hermanos Heuland a
Bolivia y Chile (1795-1800) (Divito, 1978) y el viaje de Humboldt (1779-
1804) (Puig-Samper, 1991), impulsó la creación de una Real Escuela de
Mineralogía en el Real Gabinete y la publicación en 1799 de los Anales
de Historia Natural, de los cuales aparecieron 21 números entre 1799
y 1804. En esta publicación, que a partir del número 7 cambió su nombre
por el de Anales de Ciencias Naturales, colaboraron, entre otros, el
mineralogista alemán Christian Herrgen, el botánico español José
Cavanilles y el químico francés Louis Proust.
La guerra contra Napoleón, ruinosa en tantos aspectos para España,
también lo fue para el Real Gabinete, que cerró sus puertas e
interrumpió sus enseñanzas y sufrió el saqueo de las fuerzas francesas
en su retirada de 1813, con la colaboración del disecador Pascal
Moineau. La derrota napoleónica trajo la reclamación por parte del
gobierno español de los objetos robados, que se restituyeron en parte
(Barreiro, 1944). En 1814 se reanudó la actividad del centro, bajo la
dirección de Manuel Cástor, y en 1815 el Real Gabinete pasó a
llamarse Real Museo de Ciencias Naturales.
En el actual Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) subsiste un
valioso mobiliario de la época del Real Gabinete, como la mesa de
Manila que utilizó Dávila, los muebles y el reloj fabricados en tiempos
de Floridablanca (en el actual despacho de dirección) o las mesas de
piedras duras, además de pinturas como la del oso hormiguero o el
Cuadro de la Historia natural Civil y Geográfica del reino del
Perú (Velasco, 2006; González Alcalde, 2010, 2011; Pino Díaz et al.,
2014).
Segunda época (1815-1900)
El Real Museo de Ciencias Naturales mantendrá este nombre hasta 1847, en el que pasó a
llamarse Museo de Historia Natural. En 1815 se redactó un reglamento para el museo y a éste se
incorporaron el Real Jardín Botánico, el estudio de Mineralogía y la colección del Laboratorio de
Química, así como el Observatorio Astronómico.
Se crearon en el centro las escuelas de Botánica, Zoología, Agricultura, Mineralogía y Física y
Química y se introdujo la figura del Protector, que correspondía al Ministro de Estado (Barreiro,
1944).
En 1818 apareció un libro divulgativo que gozó de gran popularidad, Paseo por el Gabinete de
Historia Natural de Madrid, de Juan Mieg, catedrático de Física y Química en Palacio. En él, de
un modo ameno y divulgativo, en forma de diálogo entre un maestro y su discípulo, el autor
describía las colecciones del centro, que le servían para hacer una Zoología divulgativa de los
animales que en ellas estaban representados. Un año después se impartió por vez primera la
enseñanza de Anatomía Comparada, a cargo de Tomás de Villanova, que en 1824 escribirá un
texto de Zoología y su obra Ornitología (Barreiro, 1944).
En esta época el museo experimentó un serio declive económico, de modo que a principios de
1824 se adeudaban en concepto de atrasos más de 50.000 reales, una cantidad respetable en la
época. Durante los años siguientes la situación no mejoraría y la crisis del erario público hizo que
en 1836 el pago del personal del museo y del Jardín Botánico se retrasara varios meses
(Barreiro, 1944). Los directores de los dos establecimientos comunicaron que se verían obligados
a clausurarlos si no se allegaban medios. A ello se unió la inestabilidad social y política reinante
en el país y que causaba frecuentes algaradas en la capital. Más de una vez se reclamó
protección para el museo, que no contaba con seguridad y estaba bajo la amenaza de las turbas
que recorrían la ciudad.
La labor del museo prosiguió, aun en tan penosas condiciones. En 1825 se terminó la
catalogación de la biblioteca y en 1828 se creó la Escuela de Taxidermia al tiempo que se
recibían diversas colecciones de importancia, en particular la de minerales y rocas del príncipe de
Anglona. En 1837 el museo pasó a dirigirse por una Junta Gubernativa, formada por catedráticos
del establecimiento. En este año fue nombrado catedrático interino de Zoología Mariano de la
Paz Graells, que ordenó una catalogación completa de los fondos del Museo en 1847. Dos años
antes, en 1845, el museo había pasado a depender de la Universidad (Barreiro, 1944).
En 1849 el naturalista Juan Vilanova y Piera fue pensionado para realizar un viaje de formación
por Europa, que le llevó a recorrer Francia, Suiza, Alemania e Italia y en el curso del cual
estableció valiosos contactos, entre ellos con los científicos Saint-Hilaire y Elie de Beaumont,
además de crear diversas corresponsalías y reunir una apreciable colección de minerales y
fósiles que ingresaron en el museo a su regreso. Vilanova se convertirá en un paleontólogo y
mineralogista de reconocido prestigio: él realizará las primeras descripciones de hallazgos de
dinosaurios en España (en Utrillas, Teruel, y Morella, Castellón) y se erigirá en el principal
defensor de la autenticidad de las pinturas de la cueva de Altamira cuando en 1879 las descubra
el santanderino Marcelino Sáenz de Sautuola, en contra del parecer de algunos de los más
notables prehistoriadores europeos de la época (Barreiro, 1944).
Graells fue nombrado director del Museo en 1851 y durante 16 años será el máximo responsable
de esta institución y del Jardín Botánico. Dotado de gran personalidad y capacidad de trabajo, se
dedicó fundamentalmente, en el terreno científico, a la entomología. Fruto de esta labor fue la
descripción de numerosas especies, sobre todo de coleópteros y ortópteros. Su nombre quedó
asociado a la bella mariposa isabelina, denominada por él Saturnia isabellae en honor de la reina
Isabel II (más tarde, Graellsia isabelae y actualmente Actias isabellae), descubierta por Graells
en 1849 en una de sus frecuentes excursiones, en esta ocasión por los pinares del Sistema
Central. Graells organizó una nutrida red de corresponsales por toda la Península en un intento
de conseguir ejemplares que enriquecieran las colecciones del museo. También organizó e
impulsó la gran expedición española del siglo XIX, la llamada Comisión Científica del Pacífico,
que de 1862 a 1865 recorrió amplias zonas del continente americano, desde Brasil, Argentina y
Perú a California. En esta importante expedición participaron dos notables naturalistas del
museo, Marcos Jiménez de la Espada y Francisco de Paula Martínez y Sáez (López-Ocón, 2000,
2004; Puig-Samper, 1988). Asimismo dirigió durante un corto período el Jardín de Aclimatación
de Animales creado en el Jardín Botánico y que contó con el apoyo y colaboración de científicos
europeos tan influyentes como Geoffroy Saint-Hilaire (Aragón, 2005). Durante este período el
museo participó en la Comisión del Mapa Geológico de España, donde Vilanova y Piera tuvo un
destacado papel.
En 1857 se dotó al museo con un nuevo reglamento. En éste se revalidaba la adscripción del
centro a la Universidad Central, la unión con el Jardín Botánico y asimismo el cargo de director
para Graells.
En 1867 se creó el Museo Arqueológico Nacional y a él pasaron las colecciones etnográficas y
de antigüedades existentes en el Museo de Ciencias. Esta será una tónica que se repetirá más
tarde conforme se creen otros museos, a medida que disciplinas como la Antropología y la
Arqueología se vayan desarrollando en nuestro país. Así, el Museo de Ciencias ha
proporcionando piezas a lo largo de su historia a instituciones como el Museo del Prado, el
Museo Arqueológico Nacional, la Biblioteca Nacional, el Museo Nacional de Artes Decorativas, el
Museo del Traje, el Museo Nacional de Antropología o el Museo de América, entre otros.
También en 1867el Jardín Botánico y el Jardín Zoológico se segregaron del Museo de Ciencias y
se puso como directores a Miguel Colmeiro y Laureano Pérez Arcas, respectivamente. Por su
parte el museo quedó bajo la dirección de Lucas Tornos, con dependencia en parte del rector de
la Universidad y asesorado de una Junta de Profesores. Tres años más tarde volvió a sufrir el
museo una grave crisis económica por haber estado siete meses sin recibir el dinero que
reglamentariamente le correspondía (Barreiro, 1944).
En 1871 se fundó la Sociedad Española de Historia Natural y ese mismo año Jose María Solano
y Eulate publicó su Guía del Gabinete de Historia Natural. El 25 de mayo de 1875 el centro
recibió la visita del rey Alfonso XII, lo que fue aprovechado por algunos de los más notables
profesores del centro para recordar la falta de espacio y la necesidad de ampliar éste,
rememorando el antiguo proyecto de Carlos III de crear un edificio propio que albergara las
colecciones y sus dependencias. Tres años después el Museo de Ciencias participará en la
Exposición Universal celebrada en París.
En 1879 pasó al museo la colección de crustáceos recolectados por la Comisión del Pacífico,
muchos muy deteriorados, debido al tiempo transcurrido en que habían permanecido
almacenados en condiciones nada idóneas, pues desde 1865 se guardaban en un salón del
Jardín Botánico no demasiado apto para la conservación de las piezas. En 1886 ingresó en el
centro la colección de coleópteros de Laureano Pérez Arcas, formada por más de 9.000 especies
y cerca de 40.000 ejemplares (Barreiro, 1944). Ese mismo año se creó la Estación Marítima de
Zoología y Botánica Experimentales, conocida como Estación de Biología Marina de Santander,
impulsada por Augusto González de Linares. Su objetivo era establecer un centro que fomentase
los estudios de biología marina, a semejanza de los existentes en otros países, y donde pudieran
desarrollar sus investigaciones los naturalistas de nuestro país y formarse nuevos científicos,
además de proporcionar ejemplares que incrementasen las colecciones del Museo de Ciencias
(Barreiro, 1944).
Entre sucesivas indefiniciones administrativas y una clara falta de voluntad para promover el
buen funcionamiento del museo, en 1895 se emitían desde el Ministerio de Fomento dos
órdenes para el traslado del centro de la sede que desde la fundación del Real Gabinete
ocupaba en la calle de Alcalá. La primera, del 3 de agosto de 1895, instaba a llevar todo el
material del museo al Palacio de Museos y Bibliotecas del Paseo de Recoletos (actualmente
edificio de la Biblioteca Nacional y del museo de Arqueología). La segunda orden, del 28 de
septiembre del mismo año, daba un plazo de 48 horas para que el traslado se verificase a la
mayor brevedad, compatible –se decía absurdamente- con la seguridad. Los más eminentes
naturalistas del país, entre ellos Marcos Jiménez de la Espada, Francisco de Paula Martínez y
Sáez, Ignacio Bolívar y Santiago Ramón y Cajal, dirigieron un escrito al Ministerio destacando los
graves perjuicios que supondrían para el museo un traslado en esas condiciones. También se
reunieron con el Presidente del Consejo de Ministros, Cánovas del Castillo, pero todo fue inútil. El
museo sufrió el traslado, aunque éste se prolongó hasta el año siguiente, pues era imposible
hacerlo con la premura que se había fijado, y las colecciones se amontonaron en los sótanos de
la Biblioteca Nacional y el Museo de Arqueología y también, en lo que se refiere a la parte de
Antropología y Entomología, en el Museo del doctor Velasco, donde se ubica hoy el Museo
Nacional de Antropología. Decía el padre Barreiro:
«En semejantes condiciones dio comienzo el éxodo del Museo, desfilando por la calle de Alcalá
los ejemplares del mismo conducidos en angarillas ante la curiosidad del público y la indignación
de los naturalistas y Profesores. Allí, en los bajos del Palacio de Museos y Bibliotecas y sobre el
mismo suelo, quedaron hacinadas y sin orden alguno por largo tiempo las colecciones que a
costa de tantos gastos y de tantos sudores se habían ido reuniendo desde hacía ya más de un
siglo, quedando así paralizada la vida en el Museo en el siglo XIX. Con razón pudo decir Cazurro
que el Museo había muerto y que era preciso un milagro para que resurgiera de sus cenizas.»
En el año 1900 llega al gobierno de la nación la idea clara de lo que la institución del Museo de
Ciencias Naturales es y representa, qué gobierno y qué medios necesita. En 1901 Ignacio
Bolívar es nombrado director.
Con Bolívar el Museo encontró nueva sede, aunque compartida con la Escuela Técnica Superior
de Ingenieros Industriales (ETII), en el Palacio de Exposiciones de las Artes y la Industria
construído en 1887 en el Alto del Hipódromo, que es su situación actual.
Empieza ahora el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) como un centro nacional
dedicado inseparablemente a la conservación de fondos objetivos y documentales de la
naturaleza, al avance de su conocimiento por la investigación, y a la extensión de estos
conocimientos mediante las exposiciones y cursos. Esta triple función de los museos se
reafirmará en los años sesenta después de ser cuestionada en distintos países del mundo.
En tiempos de Bolívar mejoraron notablemente las colecciones del Museo en cantidad y
calidad. Cabe destacar las de meteoritos; la de diatomeas de Ernesto Caballero con sus diarios,
instrumental y libros; varios fondos entomológicos de los hermanos Bolívar, de Escalera, y
algunos donados por entomólogos de otros países entre ellos la colección Seebold; de
invertebrados entre los cuales la colección de J. González-Hidalgo, la de F. Azpeitia, de Barreiro;
varios también de minerales, de fósiles y de objetos prehistóricos, además de los obtenidos en
trabajos de investigación de personal del Museo, entre los que destacamos las colecciones de
los Hernández-Pacheco y de Royo Gómez, y los de las excavaciones de Torralba del Moral por el
Marqués de Cerralbo.
Entre los programas de investigación científica cabe mencionar los de estructuras minerales con
aplicación de técnica radiológica, de L. Fernández-Navarro y G. Martín Cardoso; los trabajos para
el Mapa Geológico Nacional, de Tectónica, Geomorfología y Paleontología de Salvador Calderón,
Royo Gómez y Eduardo Hernández-Pacheco; J. Gómez de Llarena; las investigaciones en
Genética de Antonio de Zulueta; las de Emilio Fernández- Galiano sobre fisiología del
movimiento en Protozoos y tejidos contráctiles de Metazoos. La colaboración con el Ministerio de
Fomento en el Estudio y Extinción de Plagas Forestales. Estos y otros contribuyeron al progreso
de las ciencias así como los estudios y publicaciones sobre fauna ibérica entre ellos el catálogo
de Mamíferos de España por Angel Cabrera y el de Peces por Luis Lozano; sobre moluscos de
Florentino Azpeitia, Ortópteros de Bolívar y otros. En Antropología y Prehistoria destacaron
Barras de Aragón, Odón de Buen, H. Obermaier, J. Cabré, P. Werrert, N. Pérez de Barradas y el
Marqués de Cerralbo y el sacerdote Lorenzo Sierra.
En 1912 comenzó a publicarse la serie Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales en
1925 la revista Eos, y en 1915 las monografías Memorias de la Comisión de Investigaciones
Paleontológicas y Prehistóricas (CIPP) hasta 1934. La labor expositiva del Museo en esta
época creó realizaciones de máxima calidad. Desde su ingreso en el MNCN en 1911, Luis
Benedito al frente del Laboratorio de Taxidermia preparó y montó excelentes naturalizaciones de
algunos grandes mamíferos, y un gran número de vitrinas magistrales. Le ayudaron al principio
zoólogos como Angel Cabrera y Juan Carandell que entraron como disecadores y su hermano
José María; luego Benedito hizo escuela con los taxidermistas Conrado Chaves y Manuel García
Llorens. Los hermanos Benedito acertaban a dar movimiento y vida a sus aves y mamíferos
naturalizados; los disponía, en un entorno admirablemente reproducido del natural dentro de la
vitrina, y a menudo en grupos con un sentido singular del comportamiento biológico y a la vez de
la composición en obras de arte. Se ayudaban para ello con fotografías tomadas en la naturaleza
y minucioso diseño gráfico.
El MNCN de Madrid fue uno de los ocho en el mundo que recibieron en 1913
reproducciones del esqueleto de Diplodocus carnegiei, gran dinosaurio herbívoro del
Jurásico de Wyoming, con el patrocinio de A. Carnegie.
Cuarta época: Disgregación (1936-1984)
La Guerra Civil en 1936 ocasionó un nuevo retroceso al MNCN, parte de su dirección (los
Bolívar, padre e hijo, José Royo Gómez, etc.) se fue a la Delegación en Valencia. En Madrid
quedó al frente de la institución Antonio de Zulueta como director en funciones y las colecciones
más valiosas se trasladaron al Banco de España. A pesar de las adversas condiciones y del
peligro para la integridad del personal, el Museo siguió funcionando durante la guerra.
Al terminar la contienda , todos los centros pertenencientes a la Junta para Ampliación de
Estudios (JAE) pasaron a depender del recien fundado Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC) en 1939, el MNCN fue declarado uno de sus centros
propios. Dividido, sin embargo, en tres Institutos: El "Lucas Mallada" de Geología, el Instituto de
Entomología y el Instituo "José de Acosta" de Zoología.
En esta época la plantilla de personal del Museo decayó gravemente, pues eran cubiertas las
plazas que quedaban vacantes, salvo escasas excepciones. Se sufrió un grave desorden,
deterioros y pérdidas en las colecciones.
Como logros positivos en esta época cabe citar varios estudios de la archivera Mª Angeles
Calatayud, nuevas naturalizaciones por el equipo de Taxidermia y una original sala de
exposiciones de Geografía Física.
http://www.muncyt.es/portal/site/MUNCYT/menuitem.38a8e0db13dba4987d40f71001432ea0/?
vgnextoid=3e27ad016b21a510VgnVCM1000001d04140aRCRD