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Los Zenú
Los Zenú
en Barrancabermeja
Una comunidad indígena que logró sobreponerse a los embates de la guerra se niega a
desaparecer de la faz de la tierra. Hoy esta asentada en el Puerto Petrolero y lucha por preservar
su autonomía y costumbres ancestrales.
Suministrada / VANGUARDIA
Las danzas y ritos ancestrales siguen haciendo parte de la cultura en el cabildo Zenú. Invocan a la naturaleza y
al viento a través de ellos.
Suministrada / VANGUARDIA
Más de 100 niños hacen parte de la comunidad indígena Zenú, en Barrancabermeja.
Marcelo Almario Chávez / VANGUARDIA
En total viven 125 familias en el asentamiento, 64 de ellas son de la comunidad Zenú.
Un reencuentro con los antepasados, con el universo indígena, realizó Vanguardia. La búsqueda
de los sobrevivientes de una comunidad de aborígenes que se resiste a desaparecer en medio de
la jungla de cemento, a la que desterrados de sus territorios ancestrales, en los departamento de
Córdoba y Sucre, se vieron obligados a radicarse.
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Anclada en la vorágine de la modernidad, la comunidad indígena Zenú habita hace más de dos
años un área de dos hectáreas y media, en predios de Ferticol, en Barrancabermeja.
Hoy afrontan una lucha titánica para que el Ministerio del Interior los reconozca como cabildo,
pero además, que legalice las tierras donde están asentados, porque aseguran que no tienen para
donde coger.
En 1989 inició la diáspora de esta comunidad, cuyas familias navegaron el río Magdalena para
desembarcar en tierras bermejas.
Desde San Andrés de Sotaviento, Tuchín, Chimá, Momil, Purísima y Comején, en Córdoba; y
San Antonio de Palmito, Sampués y Sincelejo, en Sucre, salieron desplazados por los grupos al
margen de la ley.
Son en la actualidad 125 familias las que están asentadas en predios de Ferticol, sobre la vía
que comunica a Barrancabermeja con el corregimiento El Llanito, de las cuales 64 pertenecen a
la comunidad Zenú, cuyo cabildo rige los destinos del resguardo.
“Paramilitares y Farc obligaron al desplazamiento forzado de las comunidades indígenas. Hubo
amenazas, desplazamiento forzado y asesinatos. Dos tíos míos fueron asesinados”, contó con
nostalgia el cacique Antonio Velázquez Mendoza, quien con bastón de mando en mano guiaba
los pasos de este reportero que logró que las puertas del asentamiento, asegurado con candado,
le fueran abiertas para revelar al mundo exterior los secretos de la única comunidad indígena
que permanece vigente en el Puerto Petrolero.
Junto a Guirden, caminaba hacia el lugar donde la comunidad realiza los rituales y ceremonias
Beatriz Helena Alemán Parra, gobernadora del cabildo, quien recordó los días de la violencia,
cuando a una pequeña de 13 años, miembro de su familia los paramilitares, se la llevaron para
reclutarla.
Horrores de la guerra, que ni los 622 kilómetros que los separa de su lugar de origen han
podido desaparecer de sus vidas.
Amenazas y atentados
En mayo del año pasado el cacique Guirden fue objeto de un atentado a bala que desconocidos
realizaron, los intrusos dispararon contra su rancho.
“Piensan que como pertenecemos a una comunidad indígena somos diferentes, pero no, somos
personas normales. Muchos nos han tildado de guerrilleros, porque no compartimos que
ingresen a vender vicio, a someter a los niños, que vengan grupos armados a amenazar, a
someter a la comunidad. A nosotros nos gusta vivir en paz, en tranquilidad, en armonía con la
naturaleza”, manifestó el líder del pueblo indígena, rodeado por el alguacil mayor y los cinco
alguaciles menores que hacen cumplir los estatutos de convivencia.
Meses más tarde, en octubre, una orden de desalojo alteró nuevamente la tranquilidad de la
comunidad. A los Zenú les dieron cinco días para abandonar el predio.
Fue una mala racha, a la que le pusieron el pecho recurriendo a un ancestral rito, de danza y
compartir de chicha, para pedirle a la madre naturaleza que erradicara las malas energías.
Los Zenú por tres décadas han logrado mantener sus costumbres, su cosmogonía, su forma de
relacionarse con la naturaleza, en medio de una ciudad como Barrancabermeja, donde la
modernidad avanza a pasos agigantados.
“Lo único que queremos es tener un lugar donde vivir en paz, criando a nuestros hijos,
cuidando la naturaleza, lejos de la violencia”, manifestó con voz firme la gobernadora del
cabildo, Beatriz Alemán.
Buscando la legalización
Una importante visita tuvieron los indígenas Zenú, la tarde del jueves. Al cabildo llegó el
secretario del Interior de Santander, Édgar Fandiño Bohórquez . El funcionario de la
Gobernación de Santander se sentó a la mesa con los representantes de la comunidad y se
comprometió con la gobernadora y el cacique a “gestionar el reconocimiento del cabildo ante el
Ministerio del Interior, y a dialogar con las directivas de Ferticol para llegar a acuerdos en
materia de legalización de los predios ocupados”. “Con el secretario del Interior de Santander
se conversó acerca de la problemática del cabildo, de la seguridad, de la influencia y
hostigamientos de los grupos armados que operan en la comuna Tres de Barrancabermeja. Pero
además se habló de la legalización de los terrenos. Se llegó a un acuerdo de abrir el portón, para
permitir la libre locomoción”, aseguró el cacique.
Barrancabermeja Cultura y costumbres.....
Nuestra ciudad es rica en dichos, costumbres y creencias que nos
identifican como barranqueños de corazon.
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