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ORDENACIÓN DIACONAL

Legionarios de Cristo

Parroquia de Nuestra Señora Reina de los Ángeles


San Pedro Garza García, 1 de julio de 2017
ORDENACIÓN DIACONAL
Conferida por Su Excelencia Reverendísima

MONSEÑOR ROGELIO CABRERA LÓPEZ

Arzobispo de Monterrey

Parroquia de Nuestra Señora Reina de los Ángeles


San Pedro Garza García, 1 de julio de 2017

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Coro: Los Legionarios de Cristo del Centro de noviciado y humanidades Santa
María de la Montaña.

Portada: El Lavatorio de los pies, del P. Marko Ivan Rupnik S.J (abril-mayo, 2015);
Iglesia de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, Snagov, Rumanía.
“El arte en un edificio litúrgico no es decorativo sino constitutivo del evento que
allí se celebra y de la comunidad que se reconoce en aquel edificio, imagen de la
Iglesia, de la humanidad y del universo transfigurados. Tenemos la necesidad de
un arte litúrgico que no sólo suscita admiración, sino también devoción, reverencia,
piedad, sentido religioso”. (P. Marko Rupnik, S.J.)

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NOMBRE DE LOS ORDENANDOS

Juan Miguel Guerra Treviño, L.C.

Manuel Eduardo Cervantes Rodríguez, L.C.

EL DIACONADO

El rito de la ordenación diaconal tiene lugar después del


Evangelio y se divide en tres partes: los ritos preparatorios, el rito
central de la ordenación y los ritos explicativos.

El rito preparatorio comprende la presentación del candidato,


la homilía del Obispo y las promesas del candidato de ejercitar el
ministerio según la intención de Cristo y de la Iglesia y bajo la guía
pastoral del Obispo.

El rito central comprende las letanías de los santos, la


imposición de las manos por parte del Obispo y la oración de
ordenación, que confiere al elegido el don del Espíritu Santo para el
ministerio diaconal.

Los ritos explicativos consisten en la vestición de la estola


diaconal y de la dalmática, en la entrega del libro de los Evangelios
y en el abrazo de la paz.

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RITO DE INTRODUCCIÓN
CANTO DE ENTRADA

PUEBLO DE REYES Lucien Deiss

2. Te cantamos a ti, esplendor de la gloria.


Te alabamos estrella radiante que anuncias el día.
Te cantamos, oh luz que iluminas nuestras sombras.
Te alabamos, antorcha de la nueva Jerusalén. R/.

3. Te cantamos Mesías que anunciaron los profetas.


Te alabamos, oh Hijo de Abraham e Hijo de David.
Te cantamos, Mesías esperado por los pobres.
Te alabamos, Oh Cristo nuestro Rey de humilde corazón. R/.

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INTROITO

DOMINUS SECUS MARE Mt 4,18-19; Sal 18

Dominus secus mare Galilaeae vidit El Señor, caminando por la ribera del mar
duos fratres, Petrum et Andréam, et de Galilea, vio a dos hermanos, Simón y
vocavit eos: Veníte post me: fáciam Andrés, y les llamó: «Venid en pos de mí:
vos fíeri piscatóres hóminum. R/. yo os haré pescadores de hombres.»

Caeli enárrant glóriam Dei: et ópera Los cielos cuentan la gloria de Dios, la
mánuum eius annúntiat obra de sus manos anuncia el
firmamentum. R/. firmamento.

Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu


Sancto. Sicut erat in princípio, et Santo. Como era en el principio, ahora, y
nunc, et semper, et in saecula siempre, por los siglos de los siglos.
saeculórum. Amen. R/. Amén.

SALUDO A LA ASAMBLEA
El celebrante:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo


La asamblea:

Amén.
El celebrante:

La paz esté con ustedes

La asamblea:

Y con tu espíritu.

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ACTO PENITENCIAL
El celebrante:

Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con


el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para
acercarnos a la mesa del Señor.
Después de una breve pausa de silencio, el sacerdote invoca la misericordia de Dios

Tú, que has sido enviado para sanar a los contritos de corazón:
El cantor:

El celebrante:

Tú, que has venido a llamar a los pecadores:


El cantor:

El celebrante:

Tú, que estás sentado a la derecha del Padre para interceder


por nosotros:

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El cantor:

El celebrante:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone


nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
La asamblea:

Amén.
El cantor entona el Gloria:

et in terra pax homínibus bonae voluntátis.


Laudámus te, benedícimus te, adorámus te, glorificámus te, grátias
ágimus tibi propter magnam glóriam tuam,
Dómine Deus, Rex caeléstis, Deus Pater omnípotens.
Dómine Fili Unigénite, Iesu Christe,
Dómine Deus, Agnus Dei, Fílius Patris,
qui tollis peccáta mundi, miserére nobis;
qui tollis peccáta mundi, súscipe deprecatiónem nostram.

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Qui sedes ad déxteram Patris, miserére nobis.
Quóniam tu solus Sanctus, tu solus Dóminus,
tu solus Altíssimus, Iesu Christe,
cum Sancto Spíritu in glória Dei Patris. Amen.

ORACIÓN COLECTA
El celebrante:

Oremos:

Dios nuestro, que enseñaste a los ministros de tu Iglesia a no


buscar que alguien los sirva, sino a servir a todos, concede a estos
hijos tuyos que has elegido hoy para el ministerio del diaconado ser
infatigables en el don de sí mismos, constantes en la oración y
alegres y bondadosos en el ejercicio de su ministerio. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
La asamblea:

Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA
Nm 3, 5-9

Pon la tribu de Leví a la disposición del sacerdote Aarón

Lectura del libro de los Números

En aquellos días, el Señor le dijo a Moisés: «Convoca a la tribu


de Leví y ponla a la disposición del sacerdote Aarón; estarán a su

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servicio y al de toda la comunidad en lo referente al culto, en la
tienda de la reunión, y cuidarán de todos los objetos de la misma.
Aparta a los levitas y asígnalos al servicio de Aarón y de sus
descendientes».

Palabra de Dios
La asamblea:

Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Sal 22 (23)

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SEGUNDA LECTURA
Hch 6, 1-7

Eligieron siete hombres llenos del Espíritu Santo

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles

En aquellos días, como aumentaba mucho el número de los


discípulos, hubo ciertas quejas de los judíos griegos contra los
hebreos, de que no se atendía bien a sus viudas en el servicio de la
caridad de todos los días.

Los Doce convocaron entonces a la multitud de los discípulos


y les dijeron: «No es justo que, dejando el ministerio de la palabra
de Dios, nos dediquemos a administrar los bienes. Escojan entre
ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu
Santo y de sabiduría, a los cuales encarguemos este servicio.
Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».

Todos estuvieron de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre


lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón,
Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los
apóstoles y éstos, después de haber orado, les impusieron las
manos.

Mientras tanto, la palabra de Dios iba cundiendo. En Jerusalén


se multiplicaba grandemente el número de los discípulos.

Palabra de Dios
La asamblea:

Te alabamos, Señor.

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ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

El cantor:

La asamblea: Alleluia, alleluia…


El cantor:

A ustedes los llamo amigos, dice el Señor, porque les he dado


a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.

EVANGELIO
Jn 15, 9-17

No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido.

V/. El Señor esté con ustedes.


R/. Y con tu espíritu.
V/. Lectura del santo Evangelio según san Juan
R/. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre


me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis
mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo
los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he
dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea
plena.

Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros


como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos,

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que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo
que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe
lo que hace su amo: a ustedes los llamo amigos, porque les he dado
a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.

No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha


elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto
permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en
mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los
otros”.

Palabra del Señor


La asamblea:

Gloria a ti, Señor Jesús.

LITURGIA DE LA ORDENACIÓN

ELECCIÓN DE LOS CANDIDATOS


En este momento inicia el rito de la ordenación diaconal. Los candidatos serán
llamados por su nombre y responderán «Presente». El P. Paul Lara, L.C., director
territorial de Monterrey, invita a los candidatos a presentarse y pide al celebrante
que ordene para el ministerio diaconal a quienes han sido reconocido idóneos.

Todos se sientan y el director territorial dice:

Acérquense los que van a ser ordenados diáconos.


E inmediatamente los nombra individualmente;

Y cada uno de los llamados dice:

Presente.

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Se acercan al Arzobispo, a quien hacen una reverencia. Los ordenandos
permanecen de pie ante el Arzobispo, mientras el director territorial se dirige a él
diciendo:

Reverendísimo Padre, la santa Madre Iglesia pide que ordenes


diáconos a estos hermanos nuestros.
El Arzobispo le pregunta:

¿Sabes si son dignos?


Y él responde:

Según el parecer de quienes los presentan, después de


consultar al pueblo cristiano, doy testimonio de que han sido
considerados dignos.
El Arzobispo:

Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador,


elegimos a estos hermanos nuestros para el Orden de los diáconos.
La asamblea:

Demos gracias, Señor.

HOMILÍA
El celebrante habla al candidato y a la asamblea sobre el ministerio del diaconado.

PROMESA DE LOS ELEGIDOS


En respuesta a las peticiones del celebrante los candidatos manifiestan
públicamente su deseo de querer recibir libremente el ministerio del diaconado y
de cumplir con devoción sus promesas: ayudar con caridad y humildad al orden
sacerdotal en el servicio del pueblo cristiano, anunciar el Evangelio a toda creatura,
vivir el celibato como signo de la propia consagración total a Cristo, cumplir
fielmente la oración de la Liturgia de las Horas por la Iglesia y por el mundo entero,
conformar totalmente la propia vida a Jesucristo y obedecer de modo filial a los
obispos y a los propios superiores religiosos

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Después de la homilía, solamente los elegidos se levantan y se ponen de pie ante el
Arzobispo, quien los interroga con estas palabras:

Queridos hijos: antes de entrar en el Orden de los diáconos


deben manifestar ante el pueblo su voluntad de recibir este
ministerio.

¿Quieren consagrarse al servicio de la Iglesia por la imposición


de mis manos y la gracia del Espíritu Santo?
Los elegidos:

Sí, quiero.
El Arzobispo:

¿Quieren desempeñar, con humildad y amor, el ministerio de


diáconos como colaboradores del Orden sacerdotal y en bien del
pueblo cristiano?
Los elegidos:

Sí, quiero.
El Arzobispo:

¿Quieren vivir el misterio de la fe con alma limpia, como dice


el Apóstol, y proclamar esta fe de palabra y obra, según el
Evangelio y la tradición de la Iglesia?
Los elegidos:

Sí, quiero.
El Arzobispo:

¿Quieren ante Dios y ante la Iglesia, como signo de su


consagración a Cristo, observar durante toda la vida el celibato por

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causa del Reino de los cielos y para servicio de Dios y de los
hombres?
Los elegidos:

Sí, quiero.
El Arzobispo:

¿Quieren conservar y acrecentar el espíritu de oración, tal


como corresponde a su género de vida y, fieles a este espíritu,
celebrar la Liturgia de las Horas, según su condición, junto con el
Pueblo de Dios y en beneficio suyo y de todo el mundo?
Los elegidos:

Sí, quiero.

El Arzobispo:

¿Quieren imitar siempre en su vida el ejemplo de Cristo, cuyo


Cuerpo y Sangre servirán con sus propias manos?
Los elegidos:

Sí, quiero, con la gracia de Dios.

Seguidamente, cada uno de los elegidos se acerca al Arzobispo y, de rodillas ante


él, pone sus manos juntas entre las manos del Arzobispo.

El Arzobispo interroga al elegido, diciendo:

¿Prometes obediencia y respeto al Obispo diocesano y a tu


Superior legítimo?

El elegido:

Sí, prometo.

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El Arzobispo concluye:

Que Dios mismo lleve a término esta obra buena que en ti ha


comenzado.

ORACIÓN LITÁNICA
Seguidamente, todos se levantan. El Arzobispo, de pie, hace la invitación:

Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que


derrame bondadosamente la gracia de su bendición sobre estos
siervos suyos que ha llamado al Orden de los diáconos.

Un cantor entona “Flectamus genua” en latín, que quiere decir, “Arrodíllense”. En


este momento, se debe de poner de rodillas toda la asamblea. Los elegidos se
postran en tierra en señal de humildad, de amor y de donación a Dios que les ha
llamado. La asamblea canta las letanías de los santos, pidiendo su intercesión por
quienes recibirán el ministerio de la ordenación diaconal.

Los cantores inician el canto de las letanías de los santos y la asamblea responde:

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V/. Sancte Ioánnes Baptísta, San Juan Bautista,
R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.
V/. Sancte Ioseph, San José,
R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.
V/. Omnes sancti patriárchæ et Santos patriarcas y profetas
profétæ rogad por nosotros.
R/. oráte pro nobis.

V/. Sancti Petre et Paule, Santos Pedro y Pablo,


R/. oráte pro nobis. rogad por nosotros.
V/. Sancte Andréa, San Andrés,
R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.
V/. Sancte Ioánnes, San Juan,
R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.
V/. Omnes sancti apóstoli et Santos apóstoles y evangelistas,
evangelísti rogad por nosotros.
R/. oráte pro nobis.
V/. Sancta María Magdaléna, Santa María Magdalena,
R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.
V/. Omnes sancti discípuli Dómini Santos discípulos del Señor,
R/. oráte pro nobis. rogad por nosotros.
V/. Sancte Stéphane, San Esteban,
R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

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V/. Sancte Ignati Antiochéne, San Ignacio de Antioquía,
R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.
V/. Sancte Laurénti, San Lorenzo,
R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.
V/. Sanctæ Perpétua et Felícitas, Santas Perpetua y Felicidad,
R/. oráte pro nobis. rogad por nosotros.
V/. Sancta Agnes, Santa Inés,
R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.
V/. Omnes sancti mártyres Santos mártires,
R/. oráte pro nobis. rogad por nosotros.

V/. Sancte Gregóri, San Gregorio,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

V/. Sancte Augustíne, San Agustín,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

V/. Sancte Athanási, San Atanasio,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

V/. Sancte Basíli, San Basilio,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

V/. Sancte Martíne, San Martín,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

V/. Sancti Cyrílle et Methódi, Santos Cirilo y Metodio,

R/. oráte pro nobis. rogad por nosotros.

V/. Sancte Benedícte, San Benito,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

V/. Sancte Francísce, San Francisco,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

V/. Sancte Domínice, Santo Domingo,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

V/. Sancte Francísce, San Francisco Javier,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

V/. Sancte Ioánnes Maria, San Juan María Vianney,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

V/. Sancta Catharína Senénsis, Santa Catalina de Siena,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

V/. Sancta Terésia a Iesu, Santa Teresa de Jesús,

R/. ora pro nobis. ruega por nosotros.

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V/. Omnes Sancti et Sanctæ Dei, Santos y santas de Dios,
R/. oráte pro nobis. rogad por nosotros.

Muéstrate propicio Líbranos, Señor

V/. Ab omni malo, De todo mal,


R/. líbera nos, Dómine. Líbranos, Señor

V/. Ab omni peccáto, De todo pecado,


R/. líbera nos, Dómine. Líbranos, Señor

V/. A morte perpétua, De la muerte eterna,


R/. líbera nos, Dómine. Líbranos, Señor

V/. Per incarnatiónem tuam, Por tu encarnación,


R/. líbera nos, Dómine. Líbranos, Señor

V/. Per mortem et resurrectiónem Por tu muerte y resurrección,


tuam,
R/. líbera nos, Dómine. Líbranos, Señor

V/. Per effusiónem Spíritus Sancti, Por el don del Espíritu Santo,
R/. líbera nos, Dómine. Líbranos, Señor

Nosotros, que somos pecadores Te rogamos, óyenos.

V/. Ut Ecclésiam tuam sanctam Para que gobiernes y conserves a


régere et conserváre dignéris, tu santa Iglesia,
R/. te rogámus, audi nos. Te rogamos, óyenos.
V/. Ut domnum apostólicum et Para que asistas al Papa y a
omnes ecclesiásticos órdines in todos los miembros del clero en
sancta religióne conserváre tu santo servicio,
dignéris,
R/. te rogámus, audi nos. Te rogamos, óyenos.

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V/. Ut hos eléctos benedícere di- Para que bendigas a estos elegidos,
gnéris,
R/. te rogámus, audi nos. Te rogamos, óyenos.
V/. Ut hos eléctos benedícere et Para que bendigas y santifiques
sanctificáre dignéris, a estos elegidos,
R/. te rogámus, audi nos. Te rogamos, óyenos.
V/. Ut hos eléctos benedícere et Para que bendigas, santifiques y
sanctificáre et consecráre digné- consagres a estos elegidos,
ris,
R/. te rogámus, audi nos. Te rogamos, óyenos.
V/. Ut operários in messem Para que envíes obreros a tu
tuam míttere dignéris, mies,
R/. te rogámus, audi nos. Te rogamos, óyenos.

V/. Ut cunctis pópulis pacem et Para que concedes paz y


veram concórdiam donáre concordia a todos los pueblos de
dignéris, la tierra,
R/. te rogámus, audi nos. Te rogamos, óyenos.

V/. Ut ómnibus in tribulatióne Para que tengas misericordia de


versántibus misericórdiam todos los que sufren,
tuam largíri dignéris,
R/. te rogámus, audi nos. Te rogamos, óyenos.

V/. Ut nosmetípsos in tuo Para que nos fortalezcas y asistas


sancto servítio confortáre et en tu santo servicio,
conserváre dignéris,
R/. te rogámus, audi nos. Te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo
V/. Iesu, Fili Dei vivi,
R/. te rogámus, audi nos. Te rogamos, óyenos.

Cristo, óyenos Cristo, óyenos

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Cristo, escúchanos Cristo, escúchanos

El Arzobispo, poniéndose de pie, dice:

Señor Dios, escucha nuestras súplicas y confirma con tu gracia


este ministerio que realizamos: santifica con tu bendición a estos
siervos tuyos que juzgamos aptos para el servicio de los santos
misterios. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos responden:

Amén.

IMPOSICIÓN DE LAS MANOS Y PLEGARIA DE ORDENACIÓN


En el origen de la elección, de la santificación y de la misión de los ministros, hay
una especial efusión del Espíritu. Por ello, no puede haber rito de ordenación, sin la
invocación del Espíritu Santo, realizada por el gesto apostólico de la imposición de
las manos. La centralidad de este gesto significa que los elegidos han sido
constituidos en el ministerio del diaconado por el don del Espíritu de Cristo
Resucitado. La asamblea acompaña estos momentos permaneciendo de pie en
silenciosa oración.

Cada uno de los elegidos se acerca al Arzobispo y se arrodilla ante él. El Arzobispo
le impone en silencio las manos sobre la cabeza.

Una vez terminada la imposición de las manos, el celebrante con los brazos
extendidos pronuncia la plegaria de ordenación. Esta plegaria constituye la forma
del sacramento: son palabras que realizan y explican el significado del gesto de la
imposición de las manos. Las palabras puestas en mayúsculas son las esenciales.
Después de la imposición de las manos y al término de la plegaria de la ordenación,
los candidatos ya son ministros ordenados de Jesucristo.

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El Arzobispo:

Asístenos, Dios todopoderoso, de quien procede toda gracia,


que estableces los ministerios regulando sus órdenes; inmutable en
ti mismo, todo lo renuevas; por Jesucristo, Hijo tuyo y Señor
nuestro – palabra, sabiduría y fuerza tuya-, con providencia eterna
todo lo proyectas y concedes en cada momento cuanto conviene.

A tu Iglesia, cuerpo de Cristo, enriquecida con dones celestes


variados, articulada con miembros distintos y unificada con
admirable estructura por la acción del Espíritu Santo, la haces
crecer y dilatarse como templo nuevo y grandioso.

Como un día elegiste a los levitas para servir en el primitivo


tabernáculo, así ahora has establecido tres órdenes de ministros
encargados de tu servicio.

Así también, en los comienzos de la Iglesia, los apóstoles de tu


Hijo, movidos por el Espíritu Santo, eligieron, como auxiliares
suyos en el ministerio cotidiano, a siete varones acreditados ante el
pueblo, a quienes, orando e imponiéndoles las manos, les confiaron
el cuidado de los pobres, a fin de poder ellos entregarse con mayor
empeño a la oración y a la predicación de la palabra.

Te suplicamos, Señor, que atiendas propicio a estos tus siervos,


a quienes consagramos humildemente para el orden del diaconado
y el servicio de tu altar.

ENVÍA SOBRE ELLOS, SEÑOR, EL ESPÍRITU SANTO, PARA QUE,


FORTALECIDOS CON TU GRACIA DE LOS SIETE DONES, DESEMPEÑEN
CON FIDELIDAD EL MINISTERIO.

Que resplandezca en ellos un estilo de vida evangélica, un


amor sincero, solicitud por pobres y enfermos, una autoridad

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discreta, una pureza sin tacha y una observancia de sus
obligaciones espirituales.

Que tus mandamientos, Señor, se vean reflejados en sus


costumbres, y que el ejemplo de su vida suscite la imitación del
pueblo santo; que, manifestando el testimonio de su buena
conciencia, perseveren firmes y constantes con Cristo, de forma
que, imitando en la tierra a tu Hijo, que no vino a ser servido sino a
servir, merezcan reinar con él en el cielo.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo


en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
La asamblea:

IMPOSICIÓN DE LOS ORNAMENTOS DIACONALES


Terminada la plegaria de la ordenación, todos se sientan. Los recién ordenados se
revisten con los ornamentos diaconales: la estola y la dalmática, signos visibles del
carácter de su ministerio. La estola apoyada sobre el hombro indica que el diácono
recibe una nueva túnica de inmortalidad, el vestido del hombre nuevo que san
Pablo describe en sus cartas, y al mismo tiempo recuerda la toalla con la cual se
ciñó Cristo para lavar los pies de sus discípulos durante la última cena descrita por
el evangelista Juan. La dalmática, a su vez, que en el antiguo Imperio Romano
servía para distinguir a los funcionarios reales que llevaban los mensajes del
emperador a las provincias lejanas, simboliza hoy el servicio que los ministros
deben prestar como heraldos de la Palabra de Dios anunciando su Evangelio a
todos los hombres.

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La asamblea canta:

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ENTREGA DEL LIBRO DE LOS EVANGELIOS
Los ordenados recibe de manos del celebrante el libro de los Evangelios. Con este
gesto litúrgico se simboliza la estrecha y vital relación del diácono con la Palabra de
Dios: entre los diversos servicios que prestará a la Iglesia, se pone en primerísimo
lugar el anuncio del Evangelio y un particular compromiso en la obra de la
evangelización y de catequesis, que tienen en el diácono un especial animador.

Los ordenados, ya con sus vestiduras diaconales, se acercan al Arzobispo y, uno


por uno, se van arrodillando ante él. El Arzobispo entrega a cada uno el libro de los
Evangelios, diciendo:

Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido constituido


mensajero; esmérate en creer lo que lees, enseñar lo que crees, y
vivir lo que enseñas.

ABRAZO DE PAZ
El rito de la ordenación diaconal concluye con el abrazo y el beso de paz que el
celebrante da a los nuevos diáconos, como signo de la caridad de Cristo y de la
comunión fraterna que reina dentro del Pueblo de Dios.

Después de haber entregado el libro del Evangelio, el celebrante intercambia con


cada diácono el abrazo y el beso de la paz, diciendo:

La paz sea contigo.


El ordenado responde:

Y con tu espíritu.
Prosigue la Misa como de costumbre. Se omite la oración universal.

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LITURGIA EUCARÍSTICA

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS

Algunos familiares de uno de los ordenados presentarán al celebrante el pan y el


vino ante el altar, gesto que simboliza la oferta del propio hijo a Dios y a la Iglesia.

COSE STUPENDE Mons. Marco Frisina

Cose stupende si dicono di te, O Vergine Cuentan cosas maravillosas de ti, Oh


María, grandi cose il Signore ha compiuto Virgen María, el Señor ha hecho
in te, Madre di Dio. grandes cosas en ti, Madre de Dios.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


El celebrante:

Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea


agradable a Dios, Padre todopoderoso.
La asamblea:

El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y


gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
El celebrante:

Padre Santo, ya que tu Hijo quiso lavar los pies de los


discípulos para darnos ejemplo, recibe los dones que te
presentamos, y haz que, al ofrecernos a ti como oblación espiritual,
quedemos llenos del espíritu de humildad y de celo en tu servicio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

La asamblea:
Amén.

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PLEGARIA EUCARÍSTICA
Prefacio I de la misa de ordenación diaconal:

Cristo, fuente de todo ministerio en la Iglesia.

V/. El Señor esté con ustedes.


R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación


darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios
todopoderoso y eterno.

Ya que por la unción del Espíritu Santo constituiste a tu Hijo


unigénito Pontífice de la alianza nueva y eterna, y en tu designio
salvífico, has querido que haya en tu Iglesia abundancia de
ministerios.

En efecto, Cristo no sólo confiere la dignidad del sacerdocio


real a todo el pueblo santo, sino que, con especial predilección elige
a algunos de entre los hermanos, y mediante la imposición de las
manos, los hace partícipes de su ministerio de salvación, a fin de
que fomenten la caridad en tu pueblo santo, lo alimenten con la
palabra, lo fortifiquen con los sacramentos y, consagrando su vida a
ti y a la salvación de sus hermanos, se esfuercen por reproducir en
sí mismos la imagen de Cristo y te den un constante testimonio de
fidelidad y de amor.

Por eso, Señor, con todos los ángeles y santos, te alabamos,


cantando llenos de alegría:

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El cantor: La asamblea:

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El celebrante, con los brazos extendidos, dice:

Padre misericordioso, te pedimos humildemente por


Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos X
dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por
tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la
congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu
servidor el Papa Francisco, conmigo, indigno siervo tuyo, y todos
los demás obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y
apostólica.
Conmemoración de los vivos:

Acuérdate, Señor, de tus hijos, y de todos los aquí reunidos,


cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el
perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y
ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios,
vivo y verdadero.
Conmemoración de los santos:

Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la


memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de
Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los
santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés y la de todos los
santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu
protección.
Nueva intercesión:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos, y de


toda tu familia santa; te la ofrecemos también por tus hijos que han
sido llamados al Orden de los diáconos; conserva en ellos tus dones
para que fructifique lo que han recibido de tu bondad.

30
Epíclesis y oración consecratoria:

Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda, haciéndola


perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros
Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.
Relato de la institución:

El cual, la víspera de su Pasión, tomó el pan en sus santas y


venerables manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre
suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a
sus discípulos, diciendo:

TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI


CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.
El celebrante presenta al pueblo la hostia consagrada y la adora haciendo
genuflexión.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en


sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a
sus discípulos, diciendo:

TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ


DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR USTEDES Y POR MUCHOS PARA EL
PERDÓN DE LOS PECADOS. HAGAN ESTO EN
CONMEMORACIÓN MÍA.

El celebrante presenta al pueblo el cáliz y lo adora haciendo genuflexión.

El celebrante:

Éste es el Sacramento de nuestra fe.

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La asamblea:

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven,


Señor Jesús!

El celebrante, con los brazos extendidos, prosigue:

Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al


celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo,
nuestro Señor; de su santa resurrección del lugar de los muertos y
de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria
y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio
puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna
salvación.

Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como


aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro
padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote
Melquisedec.

Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta


ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por
manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados
de gracia y bendición.

Conmemoración de los difuntos:

Acuérdate también, Señor, de tus hijos, que nos han precedido


con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. A ellos, Señor,
y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo,
de la luz y de la paz.

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu


infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos

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apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, y
de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros
méritos, sino conforme a tu bondad.

Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando todos los
bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes
entre nosotros.

La plegaria eucarística termina con la aclamación solemne de la gloria de Dios


ratificada y concluida por el pueblo.

El celebrante:

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la


unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de
los siglos.

La asamblea:

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RITO DE COMUNIÓN

PADRE NUESTRO
El celebrante:

Praeceptis salutaribus moniti Fieles a la recomendación del


et divina institutione formati, Salvador y siguiendo su divina
audemus dicere: enseñanza, nos atrevemos a decir:

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El celebrante:

Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en


nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos
siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador
Jesucristo.
La asamblea:

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

RITO DE LA PAZ
El celebrante:

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz les dejo,
mi paz les doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de
tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú
que vives y reinas por los siglos de los siglos.
La asamblea:

Amén.
El celebrante:

La paz del Señor esté siempre con ustedes.


La asamblea:

Y con tu espíritu.
El diácono:

Dense fraternalmente la paz.


Los presentes se intercambian un gesto de paz como signo de comunión fraterna.

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AGNUS DEI
El cantor: La asamblea

El celebrante:

Éste es el Cordero de Dios, Jesucristo, que quita el pecado del


mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
La asamblea:

Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra


tuya bastará para sanarme.
El celebrante comulga el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Posteriormente, también los fieles comulgan.

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CANTOS DE COMUNIÓN
YO CONTIGO IRÉ Marco Frisina

2. Mis labios se cierran y mi lengua enmudece


Si abres tú mi boca, entonces cantaré.
Mi corazón tiembla y las fuerzas me
abandonan. Tócame con tu mano y ya no
temeré R/.
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3. Siento en mí tu impulso y tu fuerza me
sostiene. Enseñaré a tu pueblo qué es la
libertad. Siento en mí tu mano que me guía en
el camino. Seré profeta y guía de quien te
quiera hallar R/.

PESCADOR DE HOMBRES Cesáreo Gabaráin

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2. Tú sabes bien lo que tengo, 2. Tú necesitas mis manos,
En mi barca no hay oro ni Mi cansancio que a otros
espadas, tan sólo redes y mi descanse; amor que quiera
trabajo. R/. seguir amando. R/.

HEME AQUÍ Marco Frisina

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ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
El celebrante:

Concede, Señor, a tus siervos, alimentados con esta Eucaristía,


procurar tu gloria y la salvación de tus hijos, siendo siempre fieles
ministros del Evangelio, de los sacramentos y de la caridad. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
La asamblea:

Amén.

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MAGNÍFICAT
Después de la oración final se canta el «Magníficat» para agradecer al Señor.

El celebrante:

Ahora con las palabras del Magníficat de María demos gracias


a Dios por las maravillas que su Espíritu ha obrado en estos nuevos
diáconos.

El cantor

Proclama mi alma la grandeza del Señor


La asamblea

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;

3. Quia respéxit humilitátem an- 3. Porque ha mirado la humillación


cíllæ suæ: * ecce enim ex hoc de su esclava. Desde ahora me
beátam me dicent omnes ge- felicitarán todas las generaciones.
neratiónes.
4. Quia fecit mihi magna qui po- 4. Porque el Poderoso ha hecho obras
tens est. * et sanctum nomen eius. grandes por mí: su nombre es santo,

5. Et misericórdia eius in pro- 5. Y su misericordia llega a sus fieles


génies et progénies * timéntibus de generación en generación.
eum.
6. Fecit poténtiam in bráchio suo: 6. Él hace proezas con su brazo:
* dispérsit supérbos mente cordis dispersa a los soberbios de corazón:
sui.
7. Depósuit poténtes de sede, * et 7. Derriba del trono a los poderosos y
exaltávit húmiles. enaltece a los humildes.

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8. Esuriéntes implévit bonis: * 8. A los hambrientos los colma de
et dívites dimísit inánes. bienes y a los ricos los despide vacíos.

9. Suscépit Israel púerum suum, 9. Auxilia a Israel, su siervo,


* recordátus misericórdiæ. acordándose de su misericordia,

10. Sicut locútus est ad patres 10. Como lo había prometido a


nostros, * Abraham et sémini eius nuestros padres en favor de Abrahám
in sǽcula. y su descendencia por siempre.

11. Glória Patri, et Fílio, * et Spi- 11. Gloria al Padre, y al Hijo, y al


rítui Sancto. Espíritu Santo.

12. Sicut erat in princípio, et 12. Como era en el principio, ahora y


nunc, et semper, * et in sǽcula siempre, por los siglos de los siglos.
sæculórum. Amen. Amén.

RITO DE CONCLUSIÓN
El celebrante, con las manos extendidas sobre los ordenados y sobre el pueblo,
pronuncia la bendición

V/. El Señor esté con ustedes.


R/. Y con tu espíritu.

V/. Que Dios, que los ha llamado al servicio de los hombres en


su Iglesia, les conceda un gran celo apostólico hacia todos,
especialmente hacia los pobres y afligidos.
R/. Amén

V/. Que Él, que les ha confiado la misión de predicar el


Evangelio y de servir al altar y a los hombres, los haga en el
mundo ardientes testigos suyos y ministros de la caridad.
R/. Amén

V/. Que Él, que los hizo dispensadores de sus sacramentos, les

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conceda ser imitadores de su Hijo Jesucristo, para ser en el
mundo ministros de la unidad y de la paz.
R/. Amén

V/. Y a todos ustedes, que están aquí presentes, los bendiga


Dios todopoderoso, Padre X Hijo X y Espíritu X Santo.
R/. Amén

El diácono:

Pueden ir en paz.

La asamblea:

Demos gracias a Dios.

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CANTO FINAL
TE SEGUIRÉ Marco Frisina

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Por el Reino de Cristo a la Gloria de Dios.

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