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Rito
Sagrada Ordenación Diaconal
de los Acólitos:
MONICIÓN DE ENTRADA
ANTÍFONA DE ENTRADA
Jn 12, 26
El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde
yo esté, ahí estará también mi servidor.
Luego,
Amén.
SALUDO
El Obispo extendiendo las manos, saluda al pueblo:
Y con tu Espíritu.
ACTO PENITENCIAL
El Obispo invita a los fieles al arrepentimiento
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Oremos.
Dios nuestro, que enseñaste a los ministros de tu
Iglesia a no buscar que alguien los sirva, sino a servir a
todos, concede a estos hijos tuyos (Carlos Alberto
Zambrano Rondón y José Ramiro Rondón Chacón), que
has elegido para el ministerio del diaconado, ser
infatigables en el don de sí mismos, constantes en la
oración y alegres y bondadosos en el ejercicio de su
ministerio.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
Palabra de Dios.
El pueblo responde:
Te alabamos, Señor.
Lector:
Lector:
Palabra de Dios.
El pueblo responde:
Te alabamos, Señor.
R. Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mi amor, dice el Señor;
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
R. Aleluya.
El pueblo responde:
Gloria a ti, Señor.
MONICIÓN
Presente.
Y se acercan al Obispo a quien hace una reverencia.
MONICIÓN
HOMILÍA
MONICIÓN
EXAMEN
Después, el Obispo pregunta simultáneamente a los elegidos, de pie ante él,
diciendo:
Sí, quiero
Obispo:
Sí, quiero.
Obispo:
Sí, prometo.
El Obispo concluye:
Amén.
LETANÍAS DE LOS SANTOS
MONICIÓN
Viene el momento de la postración, signo de humildad y
pequeñez del hombre ante Dios. Mediante este gesto, los
elegidos piden la fuerza y la protección de Dios Padre, para
ejercer el Ministerio que hoy la Iglesia les confiere. Nosotros,
como partícipes de esta celebración, nos unimos en oración,
cantando las letanías de los Santos, pidiendo que Dios
consagre, bendiga y santifique a estos hermanos nuestros,
elegidos para el Orden del diaconado.
Seguidamente, todos se levantan. El Obispo, dejando la mitra, de pie, con
las manos juntas y de cara al pueblo, hace la invitación.
Obispo:
Amén.
El presbítero Julio González, dice:
IMPOSICIÓN DE MANOS
MONICIÓN
La imposición de manos y la oración consecratoria son el centro
de la Ordenación diaconal. Con este gesto es invocado el
Espíritu Santo en su plenitud, ya sea para realizar una
curación, transmitir una gracia, un carisma o consagrar a un
elegido para una función determinada.
Padre celestial,
Dios de poder y sabiduría,
que distribuyes las responsabilidades,
los oficios y los ministerios,
inmutable en ti mismo,
todo lo renuevas y ordenas,
por tu palabra, tu sabiduría y tu fuerza,
Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro;
por tu providencia eterna,
todo lo tienes previsto
y concedes en cada momento lo que conviene.
Tú haces crecer a la Iglesia, cuerpo de Cristo,
y, enriquecida con dones diversos,
hermosamente construida con miembros distintos
y unificada mediante admirable estructura,
la edificas como templo de tu gloria.
Así, estableciste, Señor,
que hubiera tres órdenes de ministros
para tu servicio,
del mismo modo que, en la antigua alianza,
habías elegido a los hijos de Leví
para que sirvieran al templo
y, como herencia,
poseyeran una bendición eterna.
Así, también, en los comienzos de la Iglesia,
los Apóstoles de tu Hijo,
movidos por el Espíritu Santo,
eligieron siete hombres de buena fama,
como auxiliares suyos en el servicio cotidiano;
mediante la oración e imposición de manos,
los dedicaron al servicio de los pobres,
para poder entregarse ellos, con mayor empeño,
a la oración y a la predicación de la palabra.
Te pedimos, Señor,
que mires también con bondad
a estos, sus siervos,
a quienes consagramos para el Orden del diaconado
al servicio del altar.
ENVÍA SOBRE ELLOS, SEÑOR,
EL ESPÍRITU SANTO,
PARA QUE, FORTALECIDOS
CON TU GRACIA DE LOS SIETE DONES,
DESEMPEÑEN CON FIDELIDAD SU MINISTERIO.
Derrama sobre ellos en abundancia
todas las virtudes:
el amor sincero,
la solicitud por los enfermos y los pobres,
la autoridad discreta,
la pureza sin tacha,
una vida siempre según el Espíritu;
cumplan en todo tus mandamientos,
y que el ejemplo de su castidad
suscite la imitación del pueblo santo.
Que, sostenidos por el testimonio
de su buena conciencia,
perseveren firmes y constantes en Cristo,
de forma que, imitando en la tierra a tu Hijo,
que no vino a ser servido, sino a servir,
merezcan reinar con él en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
IMPOSICIÓN DE LA ESTOLA Y LA DALMÁTICA
Acabada la oración Consecratoria el Obispo, con la mitra puesta se sienta.
El ordenado se pone de pie. El padrino le coloca la estola según el modo
diaconal y lo reviste con la dalmática.
MONICIÓN
MONICIÓN
MONICIÓN
El Obispo dice:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Amén.
PREFACIO DE ORDENACIONES II
Cristo, origen de todo ministerio eclesial.
CP Padre misericordioso,
te pedimos humildemente
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
Junta las manos y dice:
estos ✠ dones,
este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,
Con las manos extendidas, prosigue:
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con
claridad, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.
Después prosigue:
Después dice:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Después el Obispo, con las manos extendidas, dice:
Te pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo,
por manos de tu ángel,
para que cuantos recibimos
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
al participar aquí de este altar,
Se endereza y se signa, diciendo:
Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria,
por siempre Señor.
Después el Obispo, con las manos extendidas, dice en voz alta:
CP Señor Jesucristo,
que dijiste a tus Apóstoles:
«La paz les dejo, mi paz les doy»,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia,
y conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
El pueblo responde:
Amén.
El Obispo dice a la asamblea
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
Mt 20, 28
El Hijo del hombre no vino para ser servido sino para servir
y dar su vida en rescate por una multitud.
Oremos
Amén.
Concluida la oración, todos se sientan y uno de los ordenados diáconos
habla brevemente al pueblo desde el atril o lugar preparado.
MONITOR:
BENDICIÓN FINAL
El Neo Diácono invita al pueblo a recibir la bendición con estas palabras: