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DIÓCESIS DE GUANARE

PARROQUIA “NTRA. SRA. DE LA PAZ” – GUANARITO


PARROQUIA “ESPÍRITU SANTO”
BASÍLICA -CATEDRAL - GUANARE

Rito
Sagrada Ordenación Diaconal
de los Acólitos:

Carlos Alberto Zambrano Rondón.


José Ramiro Rondón Chacón.
Por Imposición de manos y Oración Consecratoria del
Excmo. Mons. Owaldo Enrique Araque Valero.
Obispo de la Diócesis de Guanare

Sábado, 09 de diciembre de 2023.


Guanarito - Portuguesa
RITOS INICIALES

MONICIÓN DE ENTRADA

Buenos días, estimados hermanos. Hoy nuestra Diócesis de


Guanare, el Sr. Obispo Owaldo Enrique Araque Valero,
miembros del clero, seminaristas y comunidad en general se
llenan de júbilo por la Sagrada Ordenación Diaconal de los
acólitos: Carlos Alberto Zambrano Rondón y José Ramiro
Rondón Chacón. La sagrada ordenación diaconal exige del
candidato el deseo de comprometerse íntimamente con el
anuncio de la Buena Nueva de salvación para la humanidad.

Por eso, todos llenos de alegría, pidamos al Señor de la vocación


que fortalezca el anhelo de estos hijos suyos y de todos los
seminaristas de la diócesis de Guanare y de Venezuela para
que, consagrados puedan ser testigos fieles de Jesucristo
resucitado, que sus testimonios de vida motiven a muchos otros
jóvenes para aceptar el llamado del Señor.

Nos colocamos de Pie y Así iniciamos nuestra celebración.


Empieza la procesión desde el secretarium con el ritual de costumbre: la cruz
procesional y ciriales, seminaristas ayudantes, concelebrantes, Obispo y porta
insignias.
Cuando llega al altar, el Obispo con los ministros hace la debida reverencia, besa el
altar y lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede.
Terminado el canto de entrada, el Obispo y los fieles, de pie, se santiguan,
mientras el Obispo dice:

ANTÍFONA DE ENTRADA
Jn 12, 26
El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde
yo esté, ahí estará también mi servidor.

Luego,

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.


El pueblo responde:

Amén.

SALUDO
El Obispo extendiendo las manos, saluda al pueblo:

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la


comunión del Espíritu Santo esté con todos ustedes.
El pueblo responde:

Y con tu Espíritu.

ACTO PENITENCIAL
El Obispo invita a los fieles al arrepentimiento

Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios


reconozcamos nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio.
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he
pecado mucho de pensamiento palabra obra y omisión. Por mi culpa,
por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre
Virgen, a los Ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que
intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor
El Obispo, con las manos juntas, concluye con la siguiente plegaria:

Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.

V. Señor, ten piedad. / R. Señor, ten piedad


V. Cristo, ten piedad. / R. Cristo, ten piedad
V. Señor, ten piedad / R. Señor, ten piedad

A continuación, se canta el Gloria.

Gloria a Dios en el cielo,


y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor,
Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos,
te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único Jesucristo.
Señor Dios cordero de Dios
Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra suplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque solo tú eres Santo,
solo tú Señor,
solo tú altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.
Amén.

ORACIÓN COLECTA

Oremos.
Dios nuestro, que enseñaste a los ministros de tu
Iglesia a no buscar que alguien los sirva, sino a servir a
todos, concede a estos hijos tuyos (Carlos Alberto
Zambrano Rondón y José Ramiro Rondón Chacón), que
has elegido para el ministerio del diaconado, ser
infatigables en el don de sí mismos, constantes en la
oración y alegres y bondadosos en el ejercicio de su
ministerio.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
El pueblo responde:

Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA

MONICIÓN A LA LITURGIA DE LA PALABRA.

En la historia de la salvación, Dios ha distribuido las


responsabilidades, los oficios y los ministerios de algunos de
sus hijos para el servicio de su Pueblo. En la antigua alianza, el
Señor eligió a los descendientes de Leví, por medio de Moisés,
para que sirvieran al templo y poseyeran una bendición eterna.
Así mismo, en los comienzos de la Iglesia, los Apóstoles,
movidos por el Espíritu Santo, eligieron siete hombres de buena
fama, como auxiliadores suyos en el servicio. En esta tarea los
diáconos deben seguir al Señor para que, muriendo a sí mismo
y permaneciendo en él, den fruto abundante.

PRIMERA LECTURA (NÚM 3, 5-9.)

Lectura del libro de los Números

En aquellos días, el Señor le dijo a Moisés: “Convoca a la tribu


de Leví y ponla a la disposición del sacerdote Aarón; estarán a
sus servicios y al de toda la comunidad en lo referente al culto,
en la tienda de la reunión, y cuidarán de todos los objetos de la
misma. Aparta a los levitas y asígnalos al servicio de Aarón y de
sus descendientes”.

Palabra de Dios.
El pueblo responde:

Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 139, 1-4. 7-9. 13-14)


Antífona:

Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio, aleluya.


Lector:
Cantemos al Señor un nuevo canto,
que le cante al Señor toda la tierra;
cantemos al Señor y bendigámoslo. /R.

Lector:

Proclamemos su amor día tras día,


su grandeza anunciemos a los pueblos,
de nación en nación, sus maravillas. /R.

Lector:

“Reina el Señor”, anuncien a los pueblos,


él afianzó con su poder el orbe,
con toda rectitud rige a los pueblos. /R.

SEGUNDA LECTURA (HCH 6, 1-7.)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, como aumentaba mucho el número de los


discípulos, hubo ciertas quejas de los judíos griegos contra los
hebreos, de que no se atendía bien a sus viudas en el servicio
de caridad de todos los días.

Los Doce convocaron entonces a la multitud de los discípulos y


les dijeron: “No es justo que, dejando el ministerio de la palabra
de Dios, nos dediquemos a administrar los bienes. Escojan
entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del
Espíritu Santo y de sabiduría, a los cuales encargaremos este
servicio. Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de
la palabra”.

Todos estuvieron de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre


lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor,
Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los
presentaron a los apóstoles y estos, después de haber orado, les
impusieron las manos.

Mientras tanto, la palabra de Dios iba cundiendo. En Jerusalén


se multiplicaba grandemente el número de los discípulos.

Palabra de Dios.
El pueblo responde:

Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (JN 15, 9. 5.)

R. Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mi amor, dice el Señor;
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
R. Aleluya.

EVANGELIO (JN 12, 24-26.)

✠Proclamación del Santo Evangelio según San Juan

El pueblo responde:
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro


que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda
infecundo; pero si muere, producirá muchos frutos. El que se
ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este
mundo, se asegura para la vida eterna.

El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté,


también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi
Padre”.

Palabra del Señor.


El pueblo responde:
Gloria a ti, Señor Jesús.
PRESENTACIÓN DE LOS ORDENANDOS
Después del Evangelio, se inicia la ordenación de los diáconos. El obispo,
con la mitra puesta, se sienta en la sede preparada.

MONICIÓN

A partir de este instante se inicia el Rito de la Ordenación


diaconal. El presbítero: Julio Alberto González, llama a los
aspirantes al diaconado.
El presbítero llama a los candidatos, diciendo:

Acérquense los que van a ser ordenados diáconos:

*Carlos Alberto Zambrano Rondón, de la Parroquia “Nuestra


Señora de la Paz” - Guanarito.

*José Ramiro Rondón Chacón, de la Parroquia “Espíritu


Santo”, Basílica Menor Catedral - Guanare.
Los candidatos responden nominalmente:

Presente.
Y se acercan al Obispo a quien hace una reverencia.

MONICIÓN

El Presbítero Allender José Hernández Bastidas, presenta ante


el Obispo: Mons. Owaldo Enrique Araque Valero, a los
candidatos, pidiendo en nombre de la Iglesia se les conceda el
Orden del diaconado.
El Pbro. Allender Hernández prosigue:

Reverendísimo Padre, la Santa Madre Iglesia pide que ordenes


diáconos a estos hermanos nuestros.
El Obispo le pregunta:

¿Sabes si son dignos?


El Pbro. Allender Hernández prosigue:

Según el parecer de quienes los presentan y después de


consultar al pueblo cristiano, doy testimonio de que han sido
considerados dignos.
El Obispo concluye:

Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador,


elegimos a estos hermanos nuestros para el Orden de los
Diáconos y en señal de contento, les damos un aplauso.
Todos manifiestan su aceptación, diciendo:

Te damos gracias, Señor.

HOMILÍA

MONICIÓN

Ahora nos disponemos a escuchar la homilía del Sr. Obispo de


la Diócesis de Guanare, Mons. Owaldo Enrique Araque Valero.
COMPROMISO DEL CELIBATO
MONICIÓN
Dentro del rito de la ordenación diaconal, los aspirantes son
consultados para asumir el compromiso del celibato y en
presencia de todos los fieles, manifiestan la voluntad de asumir
este estilo de vida, según el deseo de Cristo y de la Iglesia.
Terminada la homilía, los elegidos se presentan ante el Obispo y
permanecen de pie ante él, mientras éste les exhorta con estas palabras:

Queridos hijos, han venido libremente a pedir el Orden del


Diaconado; ejercerán este ministerio observando el celibato, que
es a la vez signo y constante estímulo de caridad pastoral y
fuente de fecundidad espiritual en el mundo.
Movidos, pues, por el amor a Cristo y en entrega total a él,
vivirán en este estado, consagrados al Señor de una manera
nueva y más excelsa. Así, estarán unidos a Cristo de todo
corazón, se dedicarán al servicio de Dios y de los hombres con
mayor libertad de ánimo y con mayor entrega podrán así ejercer
este ministerio de salvación.
De esta manera, por su conducta y ejemplo, darán testimonio a
los hermanos de que Dios debe ser amado sobre todas las
cosas, preferido entre todas las personas y servido en todos los
hombres, nuestros hermanos.
Por tanto, ¿quieren, ante Dios y ante la Iglesia, en señal de su
entrega a Cristo, el Señor, guardar perpetuamente el celibato
por el reino de los cielos y para el servicio de Dios y de todos los
hombres?
Los elegidos:
Sí, quiero.
El Obispo añade:

El Señor les conceda perseverar en su santo compromiso.


Los elegidos responden:
Amén.
MONICIÓN
Dentro del Rito del Orden del diaconado, los aspirantes son
interrogados para asumir el compromiso de entrega al Pueblo de
Dios. Por lo tanto, en presencia del Obispo y de todos los fieles,
manifiestan la voluntad de cumplir su Ministerio, según el
deseo de Cristo y de la Iglesia bajo la autoridad del Obispo.

EXAMEN
Después, el Obispo pregunta simultáneamente a los elegidos, de pie ante él,
diciendo:

Queridos hijos: Antes de entrar en el Orden del diaconado


deben manifestar ante el pueblo su voluntad de recibir este
ministerio.
Por tanto, les pregunto:
¿Quieren consagrarse al servicio de la Iglesia por la imposición
de mis manos y la gracia del Espíritu Santo?
Los elegidos:

Sí, quiero
Obispo:

¿Están dispuestos a desempeñar, con humildad y amor, el


ministerio de diáconos, como colaboradores del Orden
sacerdotal y en bien del pueblo cristiano?
Los elegidos:

Sí, estoy dispuesto.


Obispo:

¿Están dispuestos a vivir el misterio de la fe con alma limpia, y


de palabra y obra proclamar esta fe, según el Evangelio y la
tradición de la Iglesia?
Los elegidos:

Sí, estoy dispuesto.


Obispo:

¿Quieren mantener y fomentar el espíritu de oración, que


corresponde a su manera de vida y, en este espíritu, según su
estado, cumplir fielmente con la celebración de la Liturgia de las
Horas, en nombre de la Iglesia, más aún, en nombre de toda la
humanidad?
Los elegidos:

Sí, quiero.
Obispo:

¿Quieren imitar siempre en su vida el ejemplo de Cristo, cuyo


Cuerpo y Sangre servirán en el altar?
Los elegidos:

Sí, quiero hacerlo, con la ayuda de Dios.


MONICIÓN
A continuación, cada elegido se acerca a la sede y de rodillas
ante el Pastor de esta Iglesia diocesana, pone las manos juntas
entre las del Obispo. Así, los elegidos manifiestan públicamente
su compromiso y configuración a Cristo cabeza y esposo de la
Iglesia, para estar unido y de todo corazón al servicio de Dios y
de los hombres.
Seguidamente, cada uno de los elegidos se acerca al Obispo y, arrodillado
ante él, pone sus manos juntas entre las manos del Obispo.

¿Prometes obediencia y respeto a mí y a mis sucesores?


El elegido:

Sí, prometo.
El Obispo concluye:

Dios, que comenzó en ti esta obra buena, él mismo la lleve a


término.
El elegido:

Amén.
LETANÍAS DE LOS SANTOS

MONICIÓN
Viene el momento de la postración, signo de humildad y
pequeñez del hombre ante Dios. Mediante este gesto, los
elegidos piden la fuerza y la protección de Dios Padre, para
ejercer el Ministerio que hoy la Iglesia les confiere. Nosotros,
como partícipes de esta celebración, nos unimos en oración,
cantando las letanías de los Santos, pidiendo que Dios
consagre, bendiga y santifique a estos hermanos nuestros,
elegidos para el Orden del diaconado.
Seguidamente, todos se levantan. El Obispo, dejando la mitra, de pie, con
las manos juntas y de cara al pueblo, hace la invitación.

Oremos, hermanos, a Dios Padre Todopoderoso, para que


bondadosamente derrame la gracia de su bendición sobre estos
elegidos (Carlos Alberto y José Ramiro), a quienes ha llamado
para el sagrado Orden de los Diáconos.
El presbítero Julio González, dice:

Nos ponemos de rodillas.


Los elegidos se postran en tierra y se cantan las letanías.

Señor, ten piedad, Señor, ten piedad


Cristo, ten piedad, Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad, Señor, ten piedad
Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros
San Miguel, Ruega por nosotros
San Rafael, Ruega por nosotros
San Gabriel, Ruega por nosotros
Santos Ángeles de Dios, Rueguen por nosotros
San Juan Bautista, Ruega por nosotros
San José, Ruega por nosotros
Santos Pedro y Pablo, Rueguen por nosotros
San Andrés, Ruega por nosotros
Santiago, Ruega por nosotros
San Juan, Ruega por nosotros
Santo Tomás, Ruega por nosotros
San Felipe, Ruega por nosotros
San Bartolomé, Ruega por nosotros
San Mateo, Ruega por nosotros
San Simón, Ruega por nosotros
San Tadeo, Ruega por nosotros
San Matías, Ruega por nosotros
Santos Timoteo y Tito, Rueguen por nosotros
Santa María Magdalena, Ruega por nosotros
Santa Marta, Ruega por nosotros
Santos Joaquín y Ana, Rueguen por nosotros
San Esteban, Ruega por nosotros
San Ignacio de Antioquía, Ruega por nosotros
San Lorenzo, Ruega por nosotros
San Vicente, Ruega por nosotros
San Genaro, Ruega por nosotros
Santas Perpetua y Felicidad, Rueguen por nosotros
Santa Inés, Ruega por nosotros
Santa Lucía, Ruega por nosotros
Santa Cecilia, Ruega por nosotros
Santa Rosalía de Palermo, Ruega por nosotros
San Gregorio, Ruega por nosotros
San Atanasio, Ruega por nosotros
San Basilio, Ruega por nosotros
San Agustín, Ruega por nosotros
Santa Mónica, Ruega por nosotros
San Martín, Ruega por nosotros
San Antonio Abad, Ruega por nosotros
San Benito, Ruega por nosotros
San Efrén, Ruega por nosotros
San Nicolás de Bari, Ruega por nosotros
Santos Francisco y Domingo, Rueguen por nosotros
San Buenaventura, Ruega por nosotros
San Alberto Magno, Ruega por nosotros
Santo Tomás de Aquino, Ruega por nosotros
San Ignacio de Loyola, Ruega por nosotros
San Juan de la Cruz, Ruega por nosotros
San Fernando Rey, Ruega por nosotros
San Francisco Javier, Ruega por nosotros
San Francisco de Sales, Ruega por nosotros
San Vicente de Paúl, Ruega por nosotros
Santo Toribio de Mogrovejo, Ruega por nosotros
San Juan María Vianney, Ruega por nosotros
San Juan Eudes, Ruega por nosotros
San Juan de Dios, Ruega por nosotros
San Antonio de Padua, Ruega por nosotros
Santa Catalina de Siena, Ruega por nosotros
Santa Teresa de Ávila, Ruega por nosotros
San Juan de Ávila, Ruega por nosotros
San Isidro Labrador, Ruega por nosotros
Santa Rosa de Lima Ruega por nosotros
San Benito de Palermo, Ruega por nosotros
Santa Clara, Ruega por nosotros
Santa Eduviges, Ruega por nosotros
San Juan Bosco, Ruega por nosotros
San Felipe Neri, Ruega por nosotros
Santa María Goretti, Ruega por nosotros
Santo Domingo Savio, Ruega por nosotros
San Martín de Porres, Ruega por nosotros
San Carlos Borromeo, Ruega por nosotros
Santa Teresa del niño Jesús, Ruega por nosotros
San Juan XXIII, Ruega por nosotros
San Pablo VI, Ruega por nosotros
San Juan Pablo II, Ruega por nosotros
Santa Teresa de Calcuta, Ruega por nosotros
Santa Laura Montoya, Ruega por nosotros
Beata María de San José, Ruega por nosotros
Beata Candelaria de San José, Ruega por nosotros
Beata Carmen Rendiles Ruega por nosotros
Beato José Gregorio Hernández Ruega por nosotros
Todos los Santos y Santas de Dios, Rueguen por nosotros
_______________________________________________________________
Muéstrate propicio, Líbranos, Señor
De todo mal, Líbranos, Señor
De todo pecado, Líbranos, Señor
De la muerte eterna, Líbranos, Señor
Por tu encarnación, Líbranos, Señor
Por tu muerte y resurrección, Líbranos, Señor
Por el envío del Espíritu Santo, Líbranos, Señor
_______________________________________________________________
Nosotros, que somos pecadores, Te rogamos, óyenos
Para que gobiernes y
conserves a tu Santa Iglesia, Te rogamos, óyenos
Para que asistas al Papa
y a todos los ministros del clero
en tu servicio santo, Te rogamos, óyenos
_______________________________________________________________
El obispo se coloca te pie y dice lo siguiente:

Obispo:

Para que Bendigas + a estos elegidos Te rogamos, óyenos


Para que Bendigas + y
Santifiques + a estos elegidos, Te rogamos, óyenos
Para que Bendigas + Santifiques + y
Consagres + a estos elegidos, Te rogamos, óyenos
_______________________________________________________________
Continúa el Coro:

Para que concedas paz y concordia


a todos los pueblos de la tierra, Te rogamos, óyenos
Para que tengas misericordia
de todos los que sufren, Te rogamos, óyenos
Para que nos fortalezcas
y asistas en tu santo servicio, Te rogamos, óyenos
Jesús, Hijo de Dios vivo, Te rogamos, óyenos
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
Concluido el canto de las letanías, el Obispo, de pie y con las manos
extendidas, dice:

Señor y Dios nuestro, escucha nuestras súplicas, confirma con


tu gracia este ministerio que realizamos y bendice a quienes
elegimos para tu servicio. Por Jesucristo nuestro Señor.
El pueblo responde:

Amén.
El presbítero Julio González, dice:

Nos ponemos de pie.


Los elegidos se levantan, se acerca al Obispo que está de pie delante de la
sede con mitra, y se ponen de rodillas ante él.

IMPOSICIÓN DE MANOS

MONICIÓN
La imposición de manos y la oración consecratoria son el centro
de la Ordenación diaconal. Con este gesto es invocado el
Espíritu Santo en su plenitud, ya sea para realizar una
curación, transmitir una gracia, un carisma o consagrar a un
elegido para una función determinada.

Este gesto era utilizado por las primeras comunidades


cristianas, especialmente por los apóstoles; así, este poder se ha
ido transmitiendo de generación en generación.
Los elegidos se levantan; se acercan al Obispo individualmente, que está de
pie delante de la sede, y se arrodillan ante él. El Obispo le impone en
silencio las manos sobre la cabeza.
ORACIÓN CONSECRATORIA
Después de la imposición de manos del Obispo, estando los elegidos
arrodillados ante él, el Obispo, sin mitra, con las manos extendidas, dice la
Plegaria de Ordenación:

Padre celestial,
Dios de poder y sabiduría,
que distribuyes las responsabilidades,
los oficios y los ministerios,
inmutable en ti mismo,
todo lo renuevas y ordenas,
por tu palabra, tu sabiduría y tu fuerza,
Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro;
por tu providencia eterna,
todo lo tienes previsto
y concedes en cada momento lo que conviene.
Tú haces crecer a la Iglesia, cuerpo de Cristo,
y, enriquecida con dones diversos,
hermosamente construida con miembros distintos
y unificada mediante admirable estructura,
la edificas como templo de tu gloria.
Así, estableciste, Señor,
que hubiera tres órdenes de ministros
para tu servicio,
del mismo modo que, en la antigua alianza,
habías elegido a los hijos de Leví
para que sirvieran al templo
y, como herencia,
poseyeran una bendición eterna.
Así, también, en los comienzos de la Iglesia,
los Apóstoles de tu Hijo,
movidos por el Espíritu Santo,
eligieron siete hombres de buena fama,
como auxiliares suyos en el servicio cotidiano;
mediante la oración e imposición de manos,
los dedicaron al servicio de los pobres,
para poder entregarse ellos, con mayor empeño,
a la oración y a la predicación de la palabra.
Te pedimos, Señor,
que mires también con bondad
a estos, sus siervos,
a quienes consagramos para el Orden del diaconado
al servicio del altar.
ENVÍA SOBRE ELLOS, SEÑOR,
EL ESPÍRITU SANTO,
PARA QUE, FORTALECIDOS
CON TU GRACIA DE LOS SIETE DONES,
DESEMPEÑEN CON FIDELIDAD SU MINISTERIO.
Derrama sobre ellos en abundancia
todas las virtudes:
el amor sincero,
la solicitud por los enfermos y los pobres,
la autoridad discreta,
la pureza sin tacha,
una vida siempre según el Espíritu;
cumplan en todo tus mandamientos,
y que el ejemplo de su castidad
suscite la imitación del pueblo santo.
Que, sostenidos por el testimonio
de su buena conciencia,
perseveren firmes y constantes en Cristo,
de forma que, imitando en la tierra a tu Hijo,
que no vino a ser servido, sino a servir,
merezcan reinar con él en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
IMPOSICIÓN DE LA ESTOLA Y LA DALMÁTICA
Acabada la oración Consecratoria el Obispo, con la mitra puesta se sienta.
El ordenado se pone de pie. El padrino le coloca la estola según el modo
diaconal y lo reviste con la dalmática.

MONICIÓN

Desde este momento, estos hermanos nuestros, son diáconos,


por ello reciben las insignias propias de este Orden. Los
diáconos son ayudados a revestirse por sus padrinos.

La Estola: Es una banda larga y estrecha que cuelga del cuello,


utilizada por los diáconos en forma diagonal para la celebración
de los sacramentos.

La Dalmática: Vestidura que representa el reinado de Cristo, y


que el diácono se coloca sobre la estola para el ejercicio de su
ministerio.

ENTREGA DEL LIBRO DE LOS EVANGELIOS

MONICIÓN

A continuación, el Obispo, hace entrega del Libro de los


Evangelios a los nuevos diáconos para la proclamación de la
Palabra de Dios, como signo del ministerio que han de vivir.
Cada ordenado, ya con sus vestiduras diaconales, se acerca al Obispo, con
mitra quien le entrega, ante él arrodillado, el libro de los Evangelios,
diciendo:
Recibe el Evangelio de Cristo,
del cual has sido constituido mensajero;
esmérate en creer lo que lees,
enseñar lo que crees, y vivir lo que enseñas.
El diácono responde:
Amén.
ABRAZO DE PAZ

MONICIÓN

Con el abrazo de la paz, el Obispo manifiesta su alegría al


recibir a estos hermanos nuestros al ministerio del diaconado;
el Clero también le manifiesta su alegría y bienvenida.

El Obispo dice:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.

El pueblo responde:
Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono añade:


Dense fraternalmente la paz.
LITURGIA EUCARÍSTICA
Después de la incensación y del lavabo el Obispo dice:

Oren, hermanos, para que, llevando al altar los gozos y las


fatigas de cada día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:

El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para


alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de
toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

P adre santo, tu Hijo nos ha dado el ejemplo


lavando los pies a sus discípulos;
recibe los dones que presentamos en esta liturgia
y concede que al ofrecernos con ellos
nos llenemos del Espíritu de humildad y amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
El pueblo responde:

Amén.
PREFACIO DE ORDENACIONES II
Cristo, origen de todo ministerio eclesial.

V. El Señor esté con ustedes.


R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
alabarte y darte gracias,
Padre santo, Dios omnipotente y misericordioso,
de quien proviene toda paternidad
en la comunión del Espíritu.
En tu Hijo Jesucristo, sacerdote eterno,
siervo obediente,
pastor de los pastores,
has puesto el origen y la fuente de todo ministerio,
en la viva tradición apostólica
de tu pueblo peregrino en el tiempo.
Con la variedad de los dones y de los carismas
tú eliges dispensadores de los santos misterios,
para que en todas las naciones de la tierra
se ofrezca el sacrificio perfecto,
y con la palabra y los sacramentos
se edifique la Iglesia,
comunidad de la nueva alianza,
templo de tu gloria.
Por este misterio de salvación,
unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos con gozo el himno de tu alabanza:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
PLEGARIA EUCARÍSTICA I CANON ROMANO
El Obispo, con las manos extendidas, dice:

CP Padre misericordioso,
te pedimos humildemente
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
Junta las manos y dice:

que aceptes y bendigas


Traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el vino conjuntamente,
diciendo:

estos ✠ dones,
este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,
Con las manos extendidas, prosigue:

ante todo, por tu Iglesia santa y católica,


para que le concedas la paz, la protejas,
la congregues en la unidad
y la gobiernes en el mundo entero,
con tu servidor el Papa Francisco,
conmigo, indigno siervo tuyo,
y todos lo demás Obispos que, fieles a la verdad,
promueven la fe católica y apostólica.
CONMEMORACIÓN DE LOS VIVOS

C1 Acuérdate, Señor, de tus hijos, familiares, amigos,


padres formadores, bienhechores, seminaristas
y de todos los aquí reunidos,
cuya fe y entregas bien conoces;
por ellos y todos los suyos,
por el perdón de sus pecados
y la salvación que esperan,
te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen,
este sacrificio de alabanza,
a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
CONMEMORACIÓN DE LOS SANTOS

C2 Reunidos en comunión con toda la Iglesia,


veneramos la memoria,
ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María,
Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;
la de su esposo, san José;
la de los santos Apóstoles y mártires
Pedro y Pablo, Andrés,
Santiago y Juan,
Tomás, Santiago, Felipe,
Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo;
Lino, Cleto, Clemente,
Sixto, Cornelio, Cipriano,
Lorenzo, Crisógono,
Juan y Pablo,
Cosme y Damián,
y la de todos los santos;
por sus méritos y oraciones
concédenos en todo tu protección.
Con las manos extendidas, prosigue:

CP Acepta, Señor, en tu bondad,


esta ofrenda de tus siervos,
y de toda tu familia santa;
te la ofrecemos también por tus hijos:
Carlos Alberto y José Ramiro,
que han sido llamados al Orden de los diáconos;
conserva en ellos tus dones
para que fructifique lo que han recibido de tu bondad.
Extendiendo las manos sobre las ofrendas, dice:

CC Bendice y santifica esta ofrenda, oh Padre,


haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti,
de manera que sea para nosotros
Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado,
Jesucristo, nuestro Señor.
Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con
claridad, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.

El cual, la víspera de su Pasión,


Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan en sus santas y venerables manos,


Eleva los ojos,

y, elevando los ojos al cielo,


hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso,
dando gracias te bendijo,
lo partió,
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

«TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.»
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo
adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,


Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó este cáliz glorioso


en sus santas y venerables manos,
dando gracias te bendijo,
y lo dio a sus discípulos, diciendo
Se inclina un poco.

«TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.»
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora
haciendo genuflexión.

Después dice:

CP Éste es el Misterio de la fe.


Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Después el Obispo, con las manos extendidas, dice:

CC Por eso, Padre,


nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo,
al celebrar este memorial de la muerte gloriosa
de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor;
de su santa resurrección del lugar de los muertos
y de su admirable ascensión a los cielos,
te ofrecemos, Dios de gloria y majestad,
de los mismos bienes que nos has dado,
el sacrificio puro, inmaculado y santo:
pan de vida eterna
y cáliz de eterna salvación.
y prosigue:

Mira con ojos de bondad esta ofrenda


y acéptala,
como aceptaste los dones del justo Abel,
el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe,
y la oblación pura
de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Inclinado, con las manos juntas, prosigue:

Te pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo,
por manos de tu ángel,
para que cuantos recibimos
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
al participar aquí de este altar,
Se endereza y se signa, diciendo:

seamos colmados de gracia y bendición.


CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS

C3 Acuérdate también, Señor,


de tus hijos: Obispos y sacerdotes difuntos,
Mons. Ángel Adolfo Polachini Rodríguez,
Mons. Alejandro Figueroa Medina,
Mons. José Sotero Valero Ruz,
Mons. Rodrigo Antonio Marín Pimentel,
Pbro. Ramiro Gutiérrez,
Ildefonso Rondón, Marcela Moreno, Francisco Rondón,
Eudina Rondón, Antonio Zambrano, Teodosio
Bustamante, Jesús Andrés Rosales, José Ramiro
Rondón, Elba Chacón, Inés Giraldo, Saúl Giraldo, Nubia
Giraldo, Yanet Giraldo, Miriam Mosquera,
que nos han precedido con el signo de la fe
y duermen ya el sueño de la paz.
Después, con las manos extendidas, prosigue:

A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo,


concédeles el lugar del consuelo,
de la luz y de la paz.
Junta las manos.

Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo:

C4 Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,


Con las manos extendidas prosigue:

que confiamos en tu infinita misericordia,


admítenos en la asamblea
de los santos Apóstoles y mártires
Juan el Bautista, Esteban,
Matías y Bernabé,
Ignacio, Alejandro,
Marcelino y Pedro,
Felicidad y Perpetua,
Águeda, Lucía,
Inés, Cecilia, Anastasia,
y de todos los santos;
y acéptanos en su compañía,
no por nuestros méritos,
sino conforme a tu bondad.
Junta las manos, y prosigue:

CP Por Cristo, Señor nuestro,


Por quien sigues creando todos los bienes,
los santificas, los llenas de vida,
los bendices y los repartes entre nosotros.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:

CC Por Cristo, con él y en él,


a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:

Amén.
RITO DE COMUNIÓN

CP Antes de participar en el banquete de la Eucaristía,


signo de reconciliación
y vínculo de unión fraterna,
oremos juntos como el Señor nos enseñó:

Padre nuestro que estas en el cielo


santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como nosotros también perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos deje caer en la tentación,
y líbranos del mal.

CP Líbranos de todos los males, Señor,


y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo responde:

Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria,
por siempre Señor.
Después el Obispo, con las manos extendidas, dice en voz alta:
CP Señor Jesucristo,
que dijiste a tus Apóstoles:
«La paz les dejo, mi paz les doy»,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia,
y conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
El pueblo responde:

Amén.
El Obispo dice a la asamblea

Nos preparamos para la comunión cantando el Cordero.


Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una
parte del mismo en el cáliz, diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,


unidos en este cáliz,
sean para nosotros
alimento de vida eterna.

Mientras tanto se canta:


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.

A continuación el obispo, con las manos juntas, dice en secreto:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,


que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre,
de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos
y jamás permitas que me separe de ti.
CP Este es el cordero de Dios
que quita el pecado el mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
El pueblo responde:

Señor no soy digno


de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN
Mt 20, 28

El Hijo del hombre no vino para ser servido sino para servir
y dar su vida en rescate por una multitud.

ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Oremos

Concede, Señor a tus hijos alimentados con esta Eucaristía,


ser fieles ministros del Evangelio, de los sacramentos y de la
caridad, para bien de tu pueblo y gloria de tu nombre.

Por Jesucristo, nuestro Señor.


El pueblo responde:

Amén.
Concluida la oración, todos se sientan y uno de los ordenados diáconos
habla brevemente al pueblo desde el atril o lugar preparado.

MONITOR:

Palabras de acción de gracias por parte de los neo-diáconos.

BENDICIÓN FINAL
El Neo Diácono invita al pueblo a recibir la bendición con estas palabras:

Inclínense para recibir la bendición.


Y, seguidamente, el Obispo, con las manos extendidas, pronuncia la bendición:

El Señor esté con ustedes.


El pueblo responde:
Y con tu Espíritu.
y prosigue:

Dios Padre, que los ha llamado


para el servicio de los hombres en su Iglesia,
les conceda una gran solicitud hacia todos,
especialmente hacia los pobres y afligidos.
R. Amén.
El Señor, que les ha confiado
la misión de predicar el Evangelio de Cristo,
les ayude a vivir según su Palabra
para que sean sus testigos entusiastas y sinceros.
R. Amén.
El Señor que los hizo dispensadores de sus sacramentos
les conceda ser imitadores de su Hijo Jesucristo
para ser en el mundo ministros de unidad y de paz.
R. Amén.
Luego recibe el báculo, y dice:

La bendición de Dios todopoderoso,


Padre, ✠ Hijo ✠ y Espíritu ✠ Santo
descienda sobre ustedes.
R. Amén.
El Diácono dice:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
Dada la bendición y despedido el pueblo por el diácono, se vuelve procesionalmente
a la sacristía al modo acostumbrado.

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