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ORDEN DE PREDICADORES

VICARIATO PEDRO DE CÓRDOBA

ORDENACIÓN PRESBITERAL DE
FRAY JUAN MANUEL FEBLES CALDERÓN, O.P.
SÁBADO, 23 DE JULIO DE 2022

Iglesia del Convento de Santo Domingo – República Dominicana


“El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la
buena noticia a los que sufren” (Is 61, 12).
RITOS INICIALES Y LITURGIA DE LA PALABRA.

Estando todo dispuesto, se inicia la procesión por la Iglesia hacia el altar según el modo
acostumbrado. Precede el diácono portador del libro de los evangelios, con los demás
diáconos, si los hay; siguen el ordenando, los presbíteros concelebrantes, y finalmente, el
obispo, con sus dos diáconos asistentes ligeramente detrás de él. Llegados al altar y hecha la
debida reverencia, se dirigen todos a su respectivo lugar.

Mientras tanto se canta el canto de entrada.

MONICIÓN DE ENTRADA (Max Aníbal)


CANTO DE ENTRADA

Domingo tu voz en América.

Tu voz cruzó por los mares y se hizo llama,


el cielo de nuestra tierra te iluminó;
tu estrella llegó descalza a nuestras arenas,
y América se incendió en el fuego de Dios.

Domingo, tu voz en América,


descubre la fuerza de la Verdad;
Domingo, tu voz en América
es fuego de libertad.

Tu luz recorrió el inmenso azul del Mar Caribe,


la esclavitud de nuestro pueblo te recibió;
desnudos, tus pies, besaron tierra de los andes,
llevando sobre las montañas el nuevo sol.

Antonio de Montesinos fue la voz del indio,


Bartolomé de las Casas, el defensor.
En Lima tu palabra es el perfume de una Rosa,
Fray Juan Macías, Fray Martín y Fray Luis Bertrán.
RITOS INICIALES
Sr. OBISPO:
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu
Santo.
PUEBLO: Amén.

Sr. OBISPO:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor
del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén
con todos ustedes.

TODOS: Y con tu espíritu.


El Sr. Obispo invita a los fieles al arrepentimiento diciendo:

Sr. OBISPO:
El Señor Jesús nos invita a la mesa de la Palabra y de la
Eucaristía, nos llama ahora a la conversión.
Reconozcamos, pues, que somos pecadores e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la
confesión general:

Yo confieso ante Dios todopoderoso


y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra obra y omisión.

Y golpeando el pecho dicen:

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.


Luego prosiguen:

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,


a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
Sr. OBISPO:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

TODOS: Amén.
Y el coro entona el Kyrie. Posteriormente, el himno del Gloria.

SEÑOR TEN PIEDAD DE NOSOTROS.

Señor ten piedad


M; Señor ten piedad
Ten piedad de nosotros (2 veces)

T: (rep, 2 veces)
M; Cristo, ten piedad,
Ten piedad de nosotros
T; (repiten)

M; Cristo ten piedad


T; ten piedad de nosotros
M; Señor ten piedad
Ten piedad de nosotros (2 veces)

GLORIA.

Gloria a nuestro Dios


en lo alto de los cielos
y en la tierra paz
a los por El amados.

Señor, te alabamos,
Señor, te bendecimos,
todos te adoramos,
gracias por Tu inmensa gloria.

Tú eres el Cordero
que quitas el pecado,
ten piedad de nosotros
y escucha nuestra oración.

Sólo Tú eres Santo


Sólo Tú Altísimo
con el Espíritu Santo
la Gloria de Dios Padre.
ORACIÓN COLECTA:

Señor Dios nuestro, que para regir a tu pueblo has


querido servirte del ministerio de los sacerdotes,
concede a este diácono de tu Iglesia que ha sido elegido
para el presbiterado perseverar al servicio de tu voluntad
para que, en su ministerio y en su vida, busque
solamente tu gloria en Cristo. Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los
siglos.

TODOS: Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA: (Israel Morales)

LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 61, 1-3ª. (Belén)

El Espíritu del Señor está sobre mí,


porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad,
para proclamar el año de gracia del Señor,
el día del desquite de nuestro Dios,
para consolar a los afligidos,
los afligidos de Sión;
para cambiar su ceniza en corona,
su traje de luto en perfume de fiesta,
su abatimiento en cánticos.

PALABRA DE DIOS.
SALMO RESPONSORIAL: SALMO 26, 1. 4. 5. 8-9B. 9C-11 (R.: 8B)

R. TU ROSTRO BUSCARÉ, SEÑOR. (Hna Ana)

El Señor es mi luz y mi salvación,


¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.

Una cosa pido al Señor,


eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro».


Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo. R.

Que tú eres mi auxilio;


no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos. R.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA: (Max Aníbal)

LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS


EFESIOS 4, 1-7. 11-13. (Un laico dominico)

Hermanos:

Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la


vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes
y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con
amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo
de la paz.

Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza


de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una
fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y
lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha
dado la gracia según la medida del don de Cristo.

Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros,


evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el
perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y
para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos
todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al
hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

PALABRA DE DIOS.
CANTO DE ACLAMACIÓN AL EVANGELIO.

Tu palabra es paz.
Su Palabra es la Verdad
Su Palabra es paz en nuestro interior,
su Palabra es fuerza redentora del amor.
Llega hacia mí como una explosión
que retumba el centro de mi pobre corazón.
Toda la Verdad, todo su poder,
todo su mensaje es fuerza viva del Amor.

MONICIÓN AL SANTO EVANGELIO: (Israel Morales)

ALELUYA (JN 10, 14).

Yo soy el buen Pastor


—dice el Señor—,
conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 10, 11-


16. (Diácono Ronny)

En aquel tiempo, dijo Jesús:


—«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las
ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las
ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el
lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no
le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías


me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al
Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil;
también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y
habrá un solo rebaño, un solo Pastor».

PALABRA DEL SEÑOR.

LITURGIA DE LA ORDENACIÓN
148. Comienza la ordenación del presbítero. El Sr. Obispo se acerca, si es necesario, a la sede
preparada para la Ordenación, y se hace la presentación del candidato.

ELECCIÓN DEL CANDIDATO

MONITOR: (Max Aníbal)

Comienza ahora la liturgia de la Ordenación. Fray Jesús


Díaz Sariego, Prior Provincial de la Provincia de Hispania,
presentará al candidato al presbiterado llamándolo por su
nombre para que el Sr. Obispo, Monseñor Jesús Castro
Marte en nombre de la Iglesia, lo elija para el Orden de los
presbíteros.

149. El ordenando es llamado por el diácono de la forma siguiente:

DIÁCONO: (Diácono Lucas)

Acérquese el que va a ser ordenado presbítero:


Fray Juan Manuel Febles Calderón, OP.

FRAY JUAN MANUEL FEBLES CALDERÓN: Presente.


Y se acerca al Sr. Obispo, a quien hace una reverencia.

150. Permaneciendo el ordenando en pie ante el Sr. Obispo, un presbítero designado por él
dice:

FRAY JESÚS DÍAZ:

Reverendísimo Padre, la santa Madre Iglesia pide que


ordenes presbítero a este hermano nuestro.

Sr. OBISPO:
¿Sabes si es digno?
FRAY JESÚS DÍAZ:
Según el parecer de quienes lo presentan, después de
consultar al pueblo cristiano, doy testimonio de que ha sido
considerado digno.

Sr. OBISPO:
Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador,
elegimos a este hermano nuestro para el Orden de los
presbíteros.
El coro junto con el pueblo cantan: Demos gracias al Señor.

HOMILÍA
151. Seguidamente, estando todos sentados, el Sr. Obispo hace la homilía, en la que, partiendo
del texto de las lecturas proclamadas en la liturgia de la palabra, habla al pueblo y al elegido
sobre el ministerio de los presbíteros.

PROMESA DEL ELEGIDO

MONITOR: (Israel Morales)


A continuación, se levantará solamente el elegido presbítero
y de pie ante el Sr. Obispo será interrogado.

SR. OBISPO:
Querido hijo: Antes de entrar en el Orden de los presbíteros
es necesario que manifiestes ante el pueblo tu voluntad de
recibir este ministerio.

¿Quiéres desempeñar con dedicación y sabiduría el


ministerio de la palabra en la predicación del Evangelio y la
exposición de la fe católica ?

FRAY JUAN MANUEL: Sí, quiero.

SR. OBISPO:
¿Quiéres celebrar con piedad y fidelidad los misterios de
Cristo, especialmente el sacrificio de la Eucaristía y el
sacramento de la Reconciliación, para alabanza de Dios y
santificación del pueblo cristiano, según la Tradición de la
Iglesia?
FRAY JUAN MANUEL: Sí, quiero.

SR. OBISPO:
¿Quiéres unirte cada día más estrechamente a Cristo, sumo
Sacerdote, que por nosotros se entregó al Padre como
víctima santa, y consagrarte a Dios junto con Él para la
salvación de los hombres?

FRAY JUAN MANUEL: Sí, quiero, con la gracia de Dios.

153. Seguidamente, el elegido se acerca al Sr. Obispo y, de rodillas ante él, pone sus manos
juntas entre las manos del Sr. Obispo, a no ser que, según la Introducción General, número 11,
se hubiese establecido otra cosa. Él Sr. Obispo interroga al elegido, diciendo:

SR. OBISPO:
¿Prometes obediencia y respeto al Obispo diocesano y a tu
Superior legítimo?

FRAY JUAN MANUEL: Sí, prometo.

SR. OBISPO:
Que Dios mismo lleve a término esta obra buena que en ti ha
comenzado.
154. Seguidamente, todos se levantan. El Sr. Obispo, dejando la mitra, de pie, con las manos
juntas y de cara al pueblo, hace la invitación:

MONITOR: (Max Aníbal)


Ahora, después de la oración del Sr. Obispo, invocaremos a
todos los Santos y Santas para que acompañen y asistan a
este hermano nuestro, elegido para el orden de los
presbíteros. Nos ponemos en pie.

SR. OBISPO:
Oremos, hermanos, a Dios padre todopoderoso,
para que derrame generosamente sus dones
sobre este elegido para el ministerio de los
presbíteros.

231. Entonces el elegido se postra en tierra y se cantan las letanías respondiendo todos; en los
domingos y durante el tiempo pascual, se hace estando todos de pie, y en los demás días de
rodillas, en cuyo caso el diácono dice:
DIÁCONO: (Diácono Freddy)
Permanecemos en pie para la oración litánica.
En las letanías, pueden añadirse, en su lugar respectivo, otros nombres de santos, por
ejemplo, del Patrono, del Titular de la Iglesia, del Fundador, del Patrono de quien recibe la
Ordenación, o algunas invocaciones más apropiadas a cada circunstancia.
Los cantores comienzan las letanías; las invocaciones sobre el elegido se hacen en singular.
LETANÍA DE LOS SANTOS

Señor, ten piedad. Seño, ten piedad


Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.
San Miguel, ruega por nosotros.
Santos Ángeles de Dios, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, ruega por nosotros
San José, ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo, rogad por nosotros.
San Andrés, ruega por nosotros
San Juan ruega por nosotros.
Santiago,
ruega por nosotros.
Santa María Magdalena,
ruega por nosotros.
San Esteban,
ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquia,
ruega por nosotros.
San Lorenzo,
ruega por nosotros.
Santa Inés,
ruega por nosotros.
San Gregorio,
ruega por nosotros.
San Ambrosio,
ruega por nosotros.
San Agustín,
ruega por nosotros.
San Atanasio,
ruega por nosotros.
San Basilio,
ruega por nosotros.
San Juan Crisóstomo,
ruega por nosotros.
San Martín
ruega por nosotros
San Benito,
ruega por nosotros
Santo Padre Francisco,
ruega por nosotros.
Santo Padre Domingo,
ruega por nosotros.
Santo Padre Domingo,
ruega por nosotros.
Santo Padre Domingo
ruega por nosotros.
Santo Tomás de Aquino,
ruega por nosotros.
San Alberto Magno,
ruega por nosotros.
San Vicente Ferrer,
ruega por nosotros.
San Luis Beltrán,
ruega por nosotros.
San Martín de Porres,
ruega por nosotros.
San Pío V,
ruega por nosotros.
San Ramón Nonato,
ruega por nosotros.
San Juan María Vianney,
ruega por nosotros.
Santa Catalina de Siena,
ruega por nosotros.
Santa Rosa de Lima,
ruega por nosotros.
Santa Inés de Montepulciano,
ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús,
ruega por nosotros.
Santos y Santas de Dios,
rogad por nosotros.
Muéstrate propicio, líbranos, Señor.
De todo mal, líbranos, Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
De la muerte eterna, líbranos, Señor.
Por tu encarnación, líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección, líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo, líbranos, Señor.
Nosotros que somos pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que gobiernes y conserves a
tu santa Iglesia, te rogamos, óyenos.

Para que asistas al Papa y a todos


los miembros del clero en tu
servicio santo. te rogamos, óyenos.
Para que bendigas a este elegido,
Para que bendigas y santifiques a te rogamos, óyenos.
este elegido,
Para que bendigas, santifiques y te rogamos, óyenos.
consagres este elegido,
te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo,
te rogamos, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos.

156. Concluido el canto de las letanías, el Sr. Obispo, en pie y con las manos
extendidas, dice:

SR. OBISPO:

Señor, Dios nuestro, escúchanos y derrama sobre este


siervo tuyo tu Espíritu Santo y la gracia sacerdotal;
concede la abundancia de tus bienes a quien consagramos
en tu presencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PUEBLO: AMÉN
IMPOSICIÓN DE MANOS Y PLEGARIA DE ORDENACIÓN.

MONITOR: (Israel Morales)


El Sr. Obispo procederá con la imposición de manos y la
plegaria de ordenación. Les invitamos a participar con
mucho recogimiento uniéndonos en oración.

157. El elegido se levanta; se acerca al Sr. Obispo, que está de pie delante de la sede y con
mitra, y se arrodilla ante él.

158. El Sr. Obispo le impone en silencio las manos cobre la cabeza. Después de la imposición de
las manos del Sr. Obispo, todos los presbíteros presentes, revestidos de estola, imponen
igualmente en silencio las manos sobre el elegido.

Después de dicha imposición de mano, los presbíteros permanecen junto al Sr. Obispo hasta
que se haya concluido la Plegaria de Ordenación, pero de modo que el rito pueda ser bien vista
por los fieles.

159. Estando el elegido arrodillado ante él, el Sr. Obispo, sin mitra, con las manos extendidas,
dice la Plegaria de Ordenación:

Asístenos, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y


eterno, autor de la dignidad humana y dispensador de todo
don y gracia; por ti progresan tus criaturas y por ti se
consolidan todas las cosas. Para formar el pueblo
sacerdotal, tú dispones con la fuerza del Espíritu Santo en
órdenes diversos a los ministros de tu Hijo Jesucristo.

Ya en la primera Alianza aumentaron los oficios, instituidos


con signos sagrados. Cuando pusiste a Moisés y Aarón al
frente de tu pueblo, para gobernarlo y santificarlo, les
elegiste colaboradores, subordinados en orden y dignidad,
que les acompañaran y secundaran.

Así, en el desierto, diste parte del espíritu de Moisés,


comunicándolo a los setenta varones prudentes con los
cuales gobernó más fácilmente a tu pueblo.

Así también hiciste partícipes a los hijos de Aarón de la


abundante plenitud otorgada a su padre, para que un
número suficiente de sacerdotes ofreciera, según la ley, los
sacrificios, sombra de los bienes futuros.
Finalmente, cuando llegó la plenitud de los tiempos,
enviaste al mundo, Padre santo, a tu Hijo, Jesús, Apóstol y
pontífice de la fe que profesamos. Él, movido por el Espíritu
Santo, se ofreció a ti como sacrificio sin mancha, y
habiendo consagrado a los apóstoles con la verdad, los
hizo partícipes de su misión; a ellos, a su vez, les diste
colaboradores para anunciar y realizar por el mundo entero
la obra de la salvación.

También ahora, Señor, te pedimos nos concedas, como


ayuda a nuestra limitación, estos colaboradores que
necesitamos para ejercer el sacerdocio apostólico.

TE PEDIMOS, PADRE TODOPODEROSO, QUE CONFIERAS


A ESTE SIERVO TUYO LA DIGNIDAD DEL PRESBITERADO;
RENUEVA EN SU CORAZÓN EL ESPÍRITU DE SANTIDAD;
RECIBA DE TÍ EL SEGUNDO GRADO DEL MINISTERIO
SACERDOTAL Y SEA, CON SU CONDUCTA, EJEMPLO DE
VIDA.

Sea honrado colaborador del orden de los obispos, para


que por su predicación, y con la gracia del Espíritu Santo, la
palabra del Evangelio dé fruto en el corazón de los hombres
y llegue hasta los confines del orbe.

Sea con nosotros fiel dispensador de tus misterios, para


que tu pueblo se renueve con el baño del nuevo nacimiento,
y se alimente de tu altar; para que los pecadores sean
reconciliados y sean confortados los enfermos.

Que, en comunión con nosotros, Señor, implore tu


misericordia por el pueblo que se le confía y en favor del
mundo entero.

Así todas las naciones, congregadas en Cristo, formarán un


único pueblo tuyo que alcanzará su plenitud en tu Reino.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina


contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
PUEBLO: Amén.

UNCIÓN DE LAS MANOS Y ENTREGA DEL PAN Y EL VINO.

160. Concluida la plegaria de Ordenación, el Sr. Obispo se sienta con mitra y el


ordenando se pone de pie y los presbíteros presentes vuelven a sus lugares pero
uno de ellos coloca la Estola al estilo presbiteral y le viste la Casulla.

MONITOR: (Max Aníbal)


Podemos sentarnos. A continuación, el ordenado será
revestido con la Estola al estilo presbiteral y la Casulla por su
madre Minerva, fray Miguel Ángel y su tía Consuelo.
Acercan la Estola y la Casulla los hermanos de Juan Manuel.

Mientras, el coro acompaña con un canto apropiado.

Gracias, quiero darte Toma mi vida, hazla de nuevo.


por amarme, Yo quiero ser, un vaso nuevo.
gracias, quiero darte (2 veces).
yo a Ti, Señor.
Hoy soy feliz, Te conocí y te amé,
porque te conocí, te pedí perdón
gracias, por amarme y me escuchaste.
a mí también. Si te ofendí,
perdóname Señor,
Yo quiero ser, Señor pues te amo,
amado, y nunca te olvidaré.
como el barro, en manos
del alfarero.

MONITOR: (Israel Morales)

El ordenado, ya con sus vestiduras presbiterales,


se acerca al Sr. Obispo quien ungirá, con el
sagrado crisma, las palmas de sus manos
arrodillado ante él.

161. Luego, el Sr. Obispo toma el gremial y, oportunamente informado el pueblo,


unge con el sagrado crisma las palmas de las manos del ordenado, arrodillado
ante él, diciendo:

Sr. OBISPO:
Jesucristo, el Señor, a quien el Padre ungió con la
fuerza del Espíritu Santo, te auxilie para santificar
al pueblo cristiano y para ofrecer a Dios el
sacrificio.
Después, el Sr. Obispo y el recién ordenado se lavan las manos, mientras se
escucha un canto apropiado.

Antífona:
Cristo, el Señor, sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec,
ofreció pan y vino.

163. Seguidamente, los fieles llevan el pan sobre la patena y el cáliz, ya con el vino y el agua
para la celebración de la misa. El diácono lo recibe y se lo entrega al Obispo, quien a su vez lo
pone en manos del ordenado, arrodillado ante él.

MONITOR:
En este momento, se le entregará al ordenado la ofrenda del
pueblo santo para presentarla a Dios. (Max Aníbal)

Sr. OBISPO:

Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios.


Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y
conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor.

MONITOR:
Finalmente, el Sr. Obispo da el abrazo de la paz al neo-
presbítero. Los sacerdotes presentes en la celebración harán
el mismo gesto como señal de acogida al ministerio. (Max
Aníbal)

Sr. OBISPO: La paz contigo.

Fray. Juan Manuel: Y con tu espíritu.

Y lo mismo hacen todos o al menos algunos de los presbíteros presentes.

165. Mientras tanto, puede cantarse el responsorio u otro canto apropiado mientras dura el
abrazo de paz a los presbíteros.
Gracias, quiero darte Toma mi vida, hazla de nuevo.
por amarme, Yo quiero ser, un vaso nuevo.
gracias, quiero darte (2 veces).
yo a Ti, Señor.
Hoy soy feliz,
porque te conocí, Te conocí y te amé,
gracias, por amarme te pedí perdón
a mí también. y me escuchaste.
Si te ofendí,
Yo quiero ser, Señor perdóname Señor,
amado, pues te amo,
como el barro, en manos y nunca te olvidaré.
del alfarero.

MONITOR:
Felicitaciones a Fray Juan Manuel Febles Calderón y
deseamos que el don de su vida a Dios y a su pueblo
acreciente la vitalidad apostólica de la Iglesia y fortalezca el
testimonio de la Orden de Predicadores.
Mientras se prepara la mesa eucarística, nosotros
continuamos alegres acompañando el coro con el canto.
(Israel Morales)

166. Prosigue la misa como de costumbre. Se dice o no el símbolo de la fe según las rúbricas;
se omite la oración universal.
LITURGIA EUCARÍSTICA

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Sr. OBISPO:
Tú has querido, Señor, que los sacerdotes estén al servicio
del altar y de tu pueblo, concédeles, por la eficacia de este
sacrificio, que su ministerio te sea siempre grato y dé frutos
permanentes en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO I DE LAS ORDENACIONES


El sacerdocio de Cristo y el ministerio de los sacerdotes

Este prefacio se puede decir en la misa de las Ordenaciones.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber


y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Ya que, por la unción del Espíritu Santo, constituyes
a tu Hijo unigénito Pontífice de la Alianza nueva y eterna,
Y en tu designio salvífico, has querido que su sacerdocio
único se perpetuara en la Iglesia.

En efecto, Cristo no sólo confiere la dignidad del sacerdocio


real a todo su pueblo santo, sino que, con especial
predilección, elige a algunos de entre los hermanos, y
mediante la imposición de las manos, los hace partícipes de
su ministerio de salvación, a fin de que renueven, en su
nombre, el sacrificio redentor, preparen para tus hijos el
banquete pascual, fomenten la caridad en tu pueblo santo, lo
alimenten con tu palabra, y lo fortifiquen con tus sacramentos.

Y, consagrando tu vida a ti y a la salvación de sus hermanos,


se esfuercen por reproducir en sí mismos la imagen de Cristo
y te den un constante testimonio de fidelidad y amor.

Por eso, Señor, con todos los ángeles y santos, te alabamos,


cantando llenos de alegría.
El coro entona el Santo (Santo, hosanna).

PLEGARIA EUCARÍSTICA III


122. El Sr. Obispo, con las manos extendidas, dice:

Sr. OBISPO:
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus
criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la
fuerza del Espíritu Santo, das vida y santicas todo, y
consagras a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor
un sacrifico sin mancha desde donde sale el sol hasta el
ocaso.

123. Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

Sr. OBISPO:
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo
Espíritu estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

de manera que sean


Cuerpo y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro,

Junta las manos:

que nos mandó a celebrar estos misterios.


124. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como
lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.

Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado, los amó hasta el
extremo
y, mientras cenaba con sus discípulos,

Toma el pan y, sosteniéndola un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan, y dando gracias te bendijo,


lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:

Se inclina un poco.

TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo
genuflexión. Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,


Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó


a sus discípulos diciendo:

Se inclina un poco.

TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE
LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES
Y POR TODOS LOS HOMBRES
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HAGAN ESTO EN
CONMEMORACIÓN MÍA.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego una de las siguientes fórmulas:

Éste es el Sacramento de nuestra fe.


Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven,


Señor Jesús!

Después el Sr. Obispo, con las manos extendidas, dice:

Sr. OBISPO:
Así, pues, Padre,
al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras
esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en
ella la Víctima
por cuya inmolación
quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos
con el Cuerpo y Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Concelebrante primero
Fray. Juan Manuel

Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que


gocemos de tu heredad
junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo, san José,
los apóstoles y los mártires,
Santo Domingo de Guzmán, san Martín de Porres,
san Juan Bautista, y todos los santos, por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.

Concelebrante segundo
Fray. Jesús:
Te pedimos, Padre,
que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en fe y
en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa Francisco,
a nuestro Obispo Francisco Osoria, a Monseñor Jesús
Castro Marte, que preside esta celebración,
al Orden Episcopal, al maestro de la Orden Fray Gerard
Timoner, a este hijo tuyo Juan Manuel Febles que ha sido
ordenado hoy presbítero de la Iglesia, a los demás
presbíteros, a los diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.

Concelebrante tercero
Fray. Eduardo.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has


congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre
misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos


y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,

Junta las manos:

Por Cristo, Señor nuestro, por quien


concedes al mundo todos los bienes.

129. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él,


a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. (Diácono
Ronny).

PUEBLO Y EL CORO: Amén, amén, amén.


RITO DE COMUNIÓN
137. Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el Sr. Obispo, con las manos juntas, dice:

El amor de Dios ha sido derramado


en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y
esperanza:

Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras


ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

140. El Sr. Obispo, con las manos extendidas, prosigue él solo:

Líbranos de todos los males, Señor,


y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados
por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la
gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos. El pueblo concluye la oración aclamando:


Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
Después el Sr. Obispo, con las manos extendidas, dice en voz
alta:

Señor Jesucristo,
que dijiste a tus Apóstoles:
«La paz os dejo, mi paz os doy»,
no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu
Iglesia, y conforme a tu palabra, concédele la paz y la
unidad.

Junta las manos.

Tú que vives y reinas


por los siglos de los siglos.

El pueblo responde: Amén.


141. El Sr. Obispo, extendiendo y juntando las manos, añade:

La paz del Señor esté siempre con vosotros.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

Diácono:

En el Espíritu de Cristo resucitado, dense fraternalmente la


paz. (Diácono Joaquín)
Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz.

CANTO DE PAZ
Paz en la Tierra.

Paz en la tierra, paz en las alturas,


que el gozo eterno reine
en nuestro corazón (Bis).

2ª voz: Dame de tu paz, paz, paz, Señor.


Dame de tu paz, paz, paz, Señor.
El mundo vive sediento de paz,
sediento de tu amor.

Da la paz hermano, da la paz,


constrúyela en su corazón
y con tu gesto afirmarás
que quieres la paz.

Que tu paz, hermano, sea don.


Es el mejor signo de amor
que tu nos puedes ofrecer,
abrazo de paz.

Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el
cáliz, diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,


unidos en este cáliz, sean para nosotros
alimento de vida eterna.

Mientras tanto se canta o se dice:

CANTO DEL CORDERO


Vamos al encuentro.

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo


Ten piedad. (Bis)
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
Danos la paz, danos la paz, danos la paz.

Si la fracción del pan se prolonga, el canto precedente puede repetirse varias veces. La última
vez se dice: danos la paz.

A continuación el Sr. Obispo, con las manos juntas, dice en secreto una de las dos oraciones
siguientes:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,


que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de
todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre
tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

146. El Sr. Obispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado
sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y, juntamente con el pueblo, añade una vez:

Señor, no soy digno


de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.

El Sr. Obispo dice en secreto:

El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.


Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo. Después toma el cáliz y dice en secreto:

La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.


Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo.

148. Después toma la Patena o la Píxide y se acerca a lo que quieran comulgar y les presenta el
pan consagrado, que sosteniéndolo un poco elevado, diciendo a cada uno de ellos:

El Cuerpo de Cristo

El que ca a comulgar responde: Amén.

El presbítero recién ordenado ayuda al Sr. Obispo en la distribución de la comunión a los fieles.

El diácono y los ministros que distribuyen la Eucaristia observan los mismos ritos. Si se
comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en su lugar.

149. Cuando el Sr. Obispo ha comulgado el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

CANTO PARA LA COMUNIÓN


Mi mayor acierto.

Encontrarte a sido mi mayor acierto, seguirte a sido mi mejor eleccion,


escuchar tus palabras mi angelical concierto, practicarlas con gozo en la
perfecta oracion.

Señor yo no te cambio, te doy gracias Jesus por lo que soy,nadie me ha


dado tanto como tu,me haz rebosado el vaso del amor(bis)
A donde ire,con quien ire,quien le dara respuestas a mi fe,donde
encontrar quien pueda dar felicidad por siempre y mucho mas(bis)
Yo se que duro es el camino, que hay muchas pruebas a vencer, que hay
que dejar padres y hermanos, renunciar al dinero y al poder.

Por eso muchos dicen no porque tu exiges mucho mas que un aleluya y
un amen tu quieres autenticidad.Y aun asi Señor no acepto tu llamada,
que puedo hacer fuera de ti, ya lo intente y no encontré nada. A dónde
iré,con quién iré, quién le dara respuestas a mi fe,donde encontrar quien
pueda dar felicidad por siempre y mucho mas..

150. Acabada la comunión, el diácono, el acólito, o el mismo sacerdote, purifica la patena sobre
el cáliz y también el mismo cáliz, a no ser que prefiera purificarlo en la credencia después de la
misa.

Si el sacerdote hace la purificación, dice en secreto:

Haz Señor, que recibamos con un corazón limpio el


alimento que acabamos de tomar, y que el don que
nos haces en esta vida nos aproveche para la vida
eterna.

151. Después el Sr. Obispo puede volver a la sede. Si se considera oportuno, se puede dejar un
breve especio de silencio sagrado o entonar un salmo o algún cántico de alabanza.

139. Luego, de pie en el altar o en la sede, el Sr. Obispo, vuelto hacia el pueblo, con las manos
juntas, dice:

Sr. OBISPO: Oremos.


Y todos, junto con el Sr. Obispo, oran en silencio durante uno momento, a no ser que este
silencio ya se haya hecho antes.

153. Luego el Sr. Obispo, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.

Que este sacrificio eucarístico que hemos ofrecido y del cual


hemos participado, santifique, Señor, a tus sacerdotes y a
todos tus fieles, para que, unidos a ti por un amor constante,
puedan servirte dignamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

PUEBLO: Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN

154. En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o
advertencia al pueblo.

155. Después tiene lugar la despedida. En vez de la acostumbrada, puede darse la siguiente
bendición.

Diácono: Inclínense para recibir la bendición. (Diácono Joaquín)


Y, seguidamente, el Sr. Obispo, con las manos extendidas sobre el ordenado y el pueblo,
pronuncia la bendición.

Sr. OBISPO:
Que Dios, que dirige y gobierna la Iglesia, te proteja
continuamente con su gracia a fin de que cumplas firmemente
el Ministerio presbiteral.

TODOS: Amén.

Sr. OBISPO:
Que Él te haga en el mundo servidor y testigo de la verdad y
del amor divino y ministro fiel de la reconciliación.

TODOS: Amén.

Sr. OBISPO:
Que te haga verdadero Pastor que distribuya a los fieles la
Palabra de la vida y el Pan vivo, para que crezcan en la
unidad del cuerpo de Cristo.

TODOS: Amén.
Sr. OBISPO:

Y a todos ustedes, que están aquí presentes, los bendiga Dios


todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

TODOS: Amén.

SR. DIÁCONO:
Anunciad a todos, la alegría del Señor resucitado. Pueden ir
en paz.

TODOS: Demos gracias a Dios.


157. Dada la bendición y despedida del pueblo por el diácono, se vuelve procesionalmente a la
sacristía al modo acostumbrado.

CANTO FINAL:

Recorriendo los caminos.


Recorriendo los caminos
Recorriendo los caminos iba el gran Predicador
llevando a todos los hombres su testimonio de
amor, sobre su frente una estrella,
es su voz fuego de Dios;
a unos los convertía, por otros pedía perdón.

Domingo, Domingo,
Domingo de Guzmán (Bis).

Por los pobres da sus libros


y por los hombres lloró,
pide por los pecadores
y de noche ruega a Dios.
A sus frailes les enseña la misión de predicar,
y luego ha de dispersarlos o el trigo se dañará.

Su nombre se hizo llama que la herejía venció,


su tea incendió a los hombres
en la verdad y el amor.
Anda por los caminos con hábito blanco y bastón,
y mientras recorre el mundo,
habla con Dios y de Dios.
Hoy recorremos sus sendas,
sus Hijos con su heredad,
canes con tea en los labios predicando la Verdad;
seremos semilla fuerte y nuevo germen de paz,
seguiremos tras las huellas de
Fray Domingo Guzmán.

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