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RITO PARA DISTRIBUIR LA SAGRADA COMUNIÓN

FUERA LA MISA

DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO


1. RITO PARA UNA CELEBRACIÓN COMUNITARIA

RITOS INICIALES
Estando ya congregada la asamblea, y dispuestas todas las cosas, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo,
y el Espíritu Santo.
Todos:
Amén.
Luego el ministro extraordinario saluda a la asamblea diciendo:
Hermanos, bendigamos al Señor,
que bondadosamente nos invita
a la mesa del cuerpo de Cristo
A lo que todos responden:
Bendito seas por siempre, Señor
Enseguida se hace el acto penitencial. El ministro invita a los presentes, diciendo:
El Señor ha dicho:
“el que esté sin pecado, que tire la primera piedra”.
Reconozcámonos, pues, pecadores
y perdonémonos los unos a los otros
desde lo más íntimo de nuestro corazón
Se hace una breve pausa de silencio. Luego hacen todos juntos la confesión de sus pecados:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión;
golpeándose en el pecho, dicen:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos,
y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mi ante Dios, nuestro Señor.
El ministro concluye:
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
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y nos lleve a la vida eterna.
Todos:
Amén.
Después, alternando con el pueblo se dice:

Señor ten piedad /Señor ten piedad


Cristo ten piedad /Cristo ten piedad
Señor ten piedad /Señor ten piedad
Se dice o se canta el Gloria
Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el
Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te
glorificamos; te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo; Señor Dios, Cordero de
Dios, Hijo del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de
nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; Tú
que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros, porque
sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el
Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
El ministro con las manos juntas dice:
Oremos
Haciendo un breve momento de silencio, y con las manos juntas prosigue:
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas los cielos y la tierra, escucha con
amor las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu
paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Todos: Amén.

CELEBRACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS


Lecturas
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 3, 3b-10.19
En aquellos días, el joven Samuel servía en el templo a las órdenes del sacerdote
Eli. Una noche, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en la suya, dentro
del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor llamó a Samuel y éste
respondió: “Aquí estoy”. Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy.
¿Para qué me llamaste?” Respondió Elí: “Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte”.
Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a llamarlo y él se levantó, fue a donde
estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?” Respondió Elí: “No te he
llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte”.

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Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido
revelada. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba
Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?”
Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo a Samuel:
“Ve a acostarte, y si te llama alguien, responde: ‘Habla, Señor; tu siervo te escucha’
“.Y Samuel se fue a acostar.
De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: “Samuel, Samuel”. Este
respondió: “Habla, Señor; tu siervo te escucha”.
Samuel creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se cumplía.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 39
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé en el Señor con gran confianza; él se inclinó hacia mí y escuchó mis
plegarias. El me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios. R.
Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No
exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: "Aquí estoy". R.
En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley
en medio de mi corazón. R.
He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo
sabes, Señor. R.

SEGUNDA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 1, 16-19
Hermanos: El cuerpo no es para fornicar, sino para servir al Señor; y el Señor,
para santificar el cuerpo. Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros
con su poder.
¿No saben ustedes que sus cuerpos son miembros de Cristo? Y el que se une al
Señor, se hace un solo espíritu con él. Huyan, por tanto, de la fornicación. Cualquier
otro pecado que cometa una persona, queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica,
peca contra su propio cuerpo.
¿O es que no saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que han
recibido de Dios y habita en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque
Dios los ha comprado a un precio muy caro. Glorifiquen, pues, a Dios con el cuerpo.
Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


R/. Aleluya, Aleluya.
Hemos encontrado a Cristo, el Mesías. La gracia y la verdad nos han llegado por
él. R/. Aleluya.

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EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Juan 1, 35-42
En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los
ojos en Jesús, que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios". Los dos discípulos, al
oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían,
les preguntó: "¿Qué buscan?" Ellos le contestaron: "¿Dónde vives, Rabí?" (Rabí
significa "maestro"). Él les dijo: "Vengan a ver".
Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las
cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron
lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés,
fue a su hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías" (que quiere decir
"el Ungido"). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste fijando en él la mirada, le dijo:
"Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás" (que significa Pedro, es decir
"roca"). Palabra del Señor

Reflexión Del Papa Francisco, Ángelus, 14-I-2018


Queridos hermanos:
Como en la fiesta de la Epifanía y en la del Bautismo de Jesús, la página del
evangelio de hoy propone también el tema de la «manifestación» del Señor… Esta
vez, es el Bautista quien lo indica a sus discípulos como el «Cordero de Dios»,
invitándolos a seguirlo. Y así es para nosotros: Aquel a quien hemos contemplado
en el misterio de la Navidad, estamos ahora llamados a seguirlo en la vida cotidiana.
Por lo tanto, el evangelio nos introduce perfectamente en el “tiempo litúrgico
ordinario”, un tiempo que sirve para animar y verificar nuestro camino de fe en la
vida habitual, en una dinámica que se mueve entre epifanía y seguimiento, entre
manifestación y vocación… El relato evangélico nos indica, además, las
características esenciales del «itinerario de fe», que es el itinerario de los discípulos
de todos los tiempos, también del nuestro, a partir de la pregunta que Jesús dirige a
los discípulos que –animados por Juan Bautista– comienzan a seguirlo: «¿Qué
buscan?».
En esta búsqueda, es fundamental el papel de un verdadero testigo: de una
persona que ha hecho antes el camino y ha encontrado al Señor. En nuestro
evangelio, Juan es ese testigo. Por eso pudo orientar a sus discípulos hacia Jesús, que
los involucra en una nueva experiencia diciéndoles: «Vengan a ver»… Sólo un
encuentro personal con Jesús genera un camino de fe y de discipulado. Podremos
tener muchas experiencias, realizar muchas cosas, establecer relaciones con muchas
personas, pero sólo el encuentro con Jesús, en esa hora que Dios conoce, puede dar
un sentido pleno a nuestra vida y hacer fecundos nuestros proyectos y nuestras
iniciativas.

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No es suficiente construirse una imagen de Dio basada sobre lo que hemos oído.
Es necesario ir en busca del Maestro Divino: ir «a donde Él vive»… Esto significa
que estamos llamados a superar una religiosidad rutinaria, reavivando el encuentro
personal con Jesús en la oración, en la meditación de la Palabra de Dios y
frecuentando los sacramentos para estar con Él y dar fruto gracias a su ayuda…
«Buscar» a Jesús, «Encontrar» a Jesús, «Seguir» a Jesús: este es el camino… ¡Que
la Virgen María nos sostenga en este propósito de ir tras sus huellas, de ir y de estar
allí donde Él habita, para escuchar su Palabra de vida, para adherirnos a Él, que quita
el pecado del mundo, para encontrar en Él esperanza e impulso espiritual!

Terminada la reflexión se dice el Credo

ORACIÓN DE LOS FIELES:


Oremos al Señor y pidámosle que escuche compasivamente nuestras plegarias:
R/. Padre bueno, escúchanos.
● Por la santa Iglesia de Dios, para que Dios, nuestro Señor, le conceda
la paz y la unidad y la proteja en todo el mundo, roguemos al Señor.
● Por los gobernantes de nuestra patria y de todas las naciones, para que
Dios dirija sus pensamientos y decisiones hacia una paz verdadera,
roguemos al Señor.
● Por los que están en camino de conversión y por los que se preparan a
recibir el bautismo, para que Dios les abra la puerta de su misericordia
y les dé parte en la vida nueva en Cristo Jesús, roguemos al Señor.
● Por nuestros familiares y amigos que no están ahora aquí con nosotros,
para que Dios escuche sus oraciones y lleve a la realidad sus legítimos
deseos, roguemos al Señor.
Terminadas las intenciones anteriores pueden añadirse las intenciones particulares de la
comunidad como pedir por los enfermos, los difuntos, las lluvias o cualquier necesidad.
Una vez concluidas todas las intenciones se hace la siguiente oración:
Oh Dios, de quien depende todo nuestro ser, actividad y vida. Concede a
nuestros campos la lluvia necesaria a fin de que asegurado nuestro sustento
podamos con tranquilidad dedicarnos a la búsqueda de los bienes eternos.
Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Terminada la oración universal es conveniente un momento de silencio considerable, enseguida
se ora por las vocaciones sacerdotales.

Oh Jesús, Pastor eterno de las almas,


dígnate a mirar con ojos de misericordia
a esta porción de tu grey amada.
Señor, estamos en gran necesidad.
Danos vocaciones, danos sacerdotes,
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religiosos, laicos y familias santas.
Te lo pedimos por la Inmaculada Virgen María de Guadalupe,
tu dulce y Santa Madre.
Oh Jesús, danos vocaciones santas
según tu corazón.

RITO DE LA COMUNIÓN

Terminada la oración por las vocaciones, el ministro coloca un corporal en el centro del altar y se
dirige al lugar donde se reserva el Santísimo Sacramento y lo coloca sobre el altar y hace
genuflexión. Mientras tanto se entona un canto eucarístico.

Luego invita a los fieles a recitar el Padrenuestro:


Estamos aquí reunidos en torno a la misma mesa
para recibir el cuerpo del Señor
como una sola familia.
Oremos como Jesús nos enseñó:
Y todos prosiguen:
Padre nuestro, que estas en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Luego invita a los fieles a darse la paz:
En la caridad de Cristo
dense fraternalmente el saludo de la paz.
Luego el ministro hace genuflexión, toma la Hostia y sosteniéndola un poco elevada sobre el
copón, dice:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y los presentes dicen:
Señor, no soy digno
de que entres a mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.

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El ministro dice en silencio:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna
Y luego comulga. Se entona un canto de comunión y enseguida da la comunión a los presentes y
dice a cada uno:
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
Amén.
Terminada la comunión, el Santísimo Sacramento se reserva nuevamente en el sagrario. Se tiene
un breve momento de silencio y luego el ministro dice:
Oremos:
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con el pan del cielo,
vivamos siempre unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Todos responden:
Amén
Después el ministro, invocando la bendición de Dios y haciéndose la señal de la cruz sobre si
mismo junto con todos los presentes, dice:
Que nos bendiga y defienda
Dios todopoderoso y misericordioso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Y todos responden:
Amén
Finalmente, el ministro dice:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz
Todos:
Demos gracias a Dios.
Hecha la debida reverencia el ministro se retira, mientras tanto se entona el canto de salida.

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