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Pensamiento Filosofico Medieval
Pensamiento Filosofico Medieval
SOFÍA
TEMA: 04
PENSAMIENTO FILOSÓFICO MEDIEVAL
LA FILOSOFÍA MEDIEVAL (SIGLO VI - SIGLO XV d. E.)
La caída del Imperio Romano después de haber sido asediado por un largo
periodo por los pueblos llamados “bárbaros”, creó una situación de profunda crisis
social y cultural que hizo difícil la transmisión de los avances logrados de la
Antigüedad a la Edad Media.
Todos estos libros habían sido traducidos del griego al sirio y fueron estudiados
muy intensamente en Bagdad durante el siglo IX gracias al impulso y protección
del califa Almamum. A partir de estas versiones llevadas por los árabes a Europa,
es que se conoce con mayor fidelidad a Platón y a Aristóteles. En la tarea de
difusión y comentario de sus teorías, destacaron los filósofos árabes, Avicena
(980-1037) y Averroes 0126-1198). Anteriormente, algunos elementos de la lógica
de Aristóteles fueron conocidos por obra de Boecio (470-525), quien escribió
Consolación de la Filosofía.
Un realista famoso fue San Anselno de Canterbury 0033 - 1109), quien ideó la
famosa prueba ontológica de la existencia de Dios. Afirmó que el concepto de Dios
era el universal cuya esencia era lo perfecto. Y "lo perfecto" para ser tal debe,
pues, existir si no existiera ya no sería perfecto. Consecuentemente, si la esencia
del universal Dios es lo perfecto, entonces Dios existe.
Pedro Abelardo 0079 - 1142), por su parte, rechazó tanto el realismo como el
nominalismo y desarrolló una tesis conocida como conceptualismo. Abelardo
sostuvo que los universales no pueden ser sustancias o cosas, pero tampoco
meras palabras. Según él, los universales existen primero en la mente de Dios,
pero sólo como conceptos, después, en la misma condición, en la mente humana
y en las cosas materiales como propiedades o cualidad comunes.
3.2 El problema de las dos verdades
Sin embargo, es Santo Tomás de Aquino 0225 - 1274) quien examina con más
detalle y profundidad la oposición planteada entre fe y razón, tratando de
armonizarla. De ese modo intentó delimitar los campos de la teología, a la que
correspondían las verdades reveladas, y de la filosofía, a la que correspondían
las verdades de la razón. Santo Tomás no consideraba la existencia de la
oposición o contradicción entre dichas disciplinas, ni entre sus respectivas
verdades.
La razón debía desenvolverse libremente sin temer contradecir la fe, pues esto
no ocurriría; todo lo que podía suceder es que la razón l1egara a lo que es
inaccesible por exceder sus posibilidades. Sin embargo, ciertas nociones
naturales que acepta la fe son confusas y necesitan ser probadas con ayuda de
la razón. Es el caso de la existencia de Dios: es incorrecto probarla a partir del
concepto o idea de Dios, como San Anselmo, pues ella puede ser probada a
plenitud por los efectos que produce la divinidad. Para Santo Tomás, es un
hecho que, en el mundo material que conocemos a través de la experiencia, hay
movimiento y una serie de efectos observables.
Consecuentemente, debe haber una primera fuerza o motor que origine ese
movimiento universal; ese primer motor es Dios.
Asimismo, si admitimos efectos, entonces ellos tienen causa y debe existir, por
tanto, una causa primera que no puede ser otra que la divinidad. Como es
conocido, los argumentos del primer motor y de la causa primera tienen origen
en Aristóteles; Santo Tomás los consideró válidos y los incorporó a su filosofía,
así como a otros elementos de la vasta obra del estagirita. Por ello se le atribuye
haber conciliado el cristianismo con el aristotelismo y, de esta manera, haber
armonizado razón y fe, filosofía y teología.
SAN AGUSTIN
salvada por la gracia divina, con Dios, relación en la que el mundo exterior no
cumple otra función que la de mediador entre ambas partes. De ahí su
carácter esencialmente espiritualista, frente a la tendencia cosmológica de la
filosofía griega. La obra del santo se plantea como un largo y ardiente diálogo
entre la criatura y su Creador, esquema que desarrollan explícitamente sus
Confesiones (400).
Pero su visión pesimista del hombre contribuyó a reforzar el papel que, a sus
ojos, desempeña la gracia divina, por encima del que tiene la libertad humana,
en la salvación del alma. Este problema es el que más controversias ha
suscitado, pues entronca con la cuestión de la predestinación, y la postura de
San Agustín contiene en este punto algunos equívocos.
SANTO TOMÁS
Durante estos años estuvo al cuidado de Alberto Magno, con quien entabló
una duradera amistad. Les unía además del hecho de pertenecer ambos a la
Orden dominica una visión abierta y tolerante, aunque no exenta de crítica, del
nuevo saber grecoárabe, que por aquellas fechas llegaba masivamente a las
universidades y centros de cultura occidentales.