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Cambio de postura filosófica medieval a la renacentista

Como vimos anteriormente, la problemática sobre la creación del universo existe desde la antigüedad,
periodo donde la mayoría de las cosmovisiones acerca del origen del mundo se explicaba a partir de un
conocimiento mítico, donde un ser superior de la creación diferente a los seres limitados se involucra con
ellos por poseer también características semejantes. Éstas no sostenían la teoría de la generación
espontánea o que el mundo se haya generado por sí mismo y a partir de la nada. Para superar las
explicaciones míticas, los primeros pensadores griegos de la época antigua pretendieron dar una respuesta
racional al problema del origen del mundo, buscando fundamentos más creíbles o lógicos. Más tarde,
durante la época medieval bajo una cosmovisión religiosa (cristianismo) se afirmó que Dios crea el
universo y lo rige todo, incluso las actividades. Pero a partir del siglo XV, el pensamiento europeo se libera
de toda atadura religiosa y se empieza a expresar a través del arte y la ciencia, apareciendo nuevas teorías
astronómicas que no estaban de acuerdo con la forma anterior de ver al mundo. Con esta nueva forma de
pensar surge en Europa Occidental una etapa de transición entre la Edad Media y los inicios de la Edad
Moderna, conocida como Renacimiento por proponer una nueva concepción del hombre, del mundo y de la
vida.
Durante el Renacimiento, los dos temas importantes de la filosofía eran estudiar al individuo y al universo.
Aunque el estudio de la naturaleza había permanecido en segundo plano por varios años, gracias al interés de
los humanistas por comprender el mundo que rodea al hombre, éste vuelve a tener gran importancia (Sáez,
2014). Fue así que en este periodo la filosofía se desarrolló bajo un enfoque humanista, en la que el punto
central del pensamiento fue el hombre y no Dios como lo había hecho el cristianismo medieval. Se empezó a
concebir al ser humano como un ente muy especial dentro de la naturaleza, que sin dejar de creer en Dios
adquiría conciencia de sí mismo, poseedor de una enorme potencialidad para hacer muchos descubrimientos,
que le servirían para modernizar el mundo. Este ascenso del hombre y la comprensión de su condición humana
significó el renacer del hombre en el mundo, ya que le permitió profundizar sus conocimientos sobre el universo
y su propia naturaleza. Juan Boscán (1487-1542), poeta y traductor español del Renacimiento, es el autor del
siguiente poema donde se manifiesta ese encuentro del hombre con sus sentimientos, ese análisis a sí mismo:

En esta época, en oposición a la interpretación teleológica o de las causas finales de la realidad realizada
por los escolásticos, las concepciones de la filosofía natural buscaron una comprensión materialista del
mundo, dando prioridad a la materia (objeto) de donde se deriva la conciencia (sujeto). Se defiende la
libertad de pensamiento y de religión, dando autonomía a la razón frente a la fe. Con el avance del
conocimiento científico, los descubrimientos geográficos y cambios sociopolíticos se crea una nueva
percepción de la realidad. La doctrina cristiana, defendida por la fe desde su aparición, fue un paradigma
contradictorio a las formas culturales establecidas antes del cristianismo, contraste que se encuentra
implícito en las mismas enseñanzas de los contenidos cristianos. Los ataques a ésta empezaron desde la
época de su fundador Jesús (siglo I), sin embargo, en cada momento de su evolución histórica contó con
filósofos e intelectuales que se ocuparon de enfrentar los embates de los académicos que rechazaban las
creencias y tradiciones del cristianismo (herejes). La fe defendida por estos pensadores no es una fe ciega,
es una actitud de espera, pero razonada, es la creencia en la existencia de un ser supremo, creador del
mundo, a quien no podemos conocer, pero cuya existencia no podemos negar, ya que limita más a la razón
el hecho de negar injustificadamente que aceptar la existencia trascendente de Dios. Desde el punto de
vista filosófico Dios existe como la causa eficiente del mundo, como un ser necesario que es imposible que
no exista.

El giro copernicano

Entre los siglos XV y XVI, la cultura del Renacimiento trae consigo una nueva teoría, colocando al hombre
en el centro de todo y, a partir de él se buscarán explicaciones válidas, reales y vivenciales. La sociedad se
volvió demasiado humanista, provocando que la Iglesia entrara en crisis, evidenciándose un claro rechazo a
la filosofía medieval.
Desde el siglo XV, la búsqueda de la objetividad dio origen a la ciencia moderna y uno de los precursores de
sus principios básicos fue Leonardo da Vinci (1452 - 1512), así como el clérigo, matemático y astrónomo
polaco Nicolás Copérnico (1473 - 1543) con sus avances en astronomía.
La revolucionaria aportación de Copérnico fue la teoría heliocéntrica del sistema solar: es decir, descubrió
que los planetas, incluida la tierra, giran en torno al sol y no éste en torno a nosotros, como se daba por
sentado con la teoría geocéntrica de Ptolomeo (siglo II). En realidad, esta verdad astronómica ya había sido
concebida por Aristarco de Samos en el siglo III a. C., pero se había descartado en favor de la versión que
agradaba a la Iglesia católica. Y quedó abandonada hasta que Copérnico desarrolló su obra Las revoluciones
de las esferas celestes, en la cual sostenía que el sol era el centro del universo y que la tierra se movía en el
cielo como un planeta más. Éste y otros descubrimientos increíbles del Renacimiento impulsaron un
cambio que permitiría entender nuestro lugar en el universo.
Galileo Galilei (1564-1642) creyó en la teoría heliocéntrica de Copérnico, lo cual lo llevó a escribir un
diálogo en el que los protagonistas eran Ptolomeo y Copérnico, motivo por el cual es amonestado y
requerido por el Santo Oficio, para que públicamente se retractara de los contenidos del escrito, puesto que
dicha teoría no se podía demostrar ni concebir como verdadera. Recluido en una vieja finca, Galileo murió
sin poder defender la teoría heliocéntrica que finalmente sustituiría a la teoría geocéntrica. Tomando en
cuenta el anterior descubrimiento astronómico, se puede decir que el giro copernicano que se experimenta
en el Renacimiento es que, así como Copérnico coloca al sol en el centro del sistema heliocéntrico, el ser
humano se convierte en el centro de la reflexión filosófica.

La dignidad del hombre en Pico Della Mirandola

En 1486, en pleno auge del Renacimiento, el humanista y filósofo italiano Giovanni Pico Della Mirandola
publicó en Roma las 900 tesis sobre moral, dialéctica, filosofía, física, matemáticas y otras ramas de la
ciencia. Estas proposiciones fueron recopiladas de las más diversas fuentes culturales, tanto de los filósofos
y teólogos latinos como de los árabes, los peripatéticos y los platónicos. Su intención fue demostrar la
verdadera naturaleza del cristianismo y con ello promover un debate público sobre los principales
problemas filosóficos y teológicos, donde deberían participar los hombres más instruidos de su tiempo. Sus
teorías fueron combatidas duramente por los tribunales de la Iglesia romana y trece de sus tesis fueron
condenadas por los teólogos de la época, motivo por el cual fue perseguido por hereje y pasó tres meses
encerrado en la torre del castillo de Vincennes en Francia.
Pico escribió como introducción a sus tesis el Discurso sobre la Dignidad del Hombre, en el que afirma:

He leído en los antiguos escritos de los árabes, padres venerados, que Abdala el Sarraceno, interrogado acerca
de cuál era a sus ojos el espectáculo más maravilloso en esta escena del mundo, había respondido que nada veía
más espléndido que el hombre.
Sin embargo, al meditar sobre el significado de estas afirmaciones, no me parecieron del todo persuasivas las
múltiples razones que son aducidas a propósito de la grandeza humana: que el hombre, familiar de las criaturas
superiores y soberano de las inferiores, es el vínculo entre ellas; que por la agudeza de los sentidos, por el poder
indagador Pico Della Mirandola 1463-1494 de la razón y por la luz del intelecto, es intérprete de la naturaleza;
que, intermediario entre el tiempo y la eternidad es (como dicen los persas) cópula, y también connubio de todos
los seres del mundo y, según testimonio de David, poco inferior a los ángeles. Cosas grandes, sin duda, pero no
tanto como para que el hombre reivindique el privilegio de una admiración ilimitada. Porque, en efecto, ¿no
deberemos admirar más a los propios ángeles y a los beatísimos coros del cielo?...
Recuperado de: https://biblioteca.acropolis.org/ discurso-sobre-la-dignidad-del-hombre/

Según él, la dignidad del hombre no radica en qué llegue a ser, sino en la posibilidad de elegir lo que quiere
ser, y en hacer de eso que elija la ocasión de su realización y elevación, o de su degradación y desdicha. Esta
acentuación de la posibilidad en lugar de la determinación tiene consecuencias importantes. Entre ellas, la
emergencia del carácter público de los saberes, que se impone como un rasgo moderno del pensamiento
filosófico, y la creciente valoración de la praxis filosófica como diálogo capaz de alcanzar la concordia –no la
homogeneidad– en la pluralidad de voces que llegan desde la tradición.
En su discurso antagónico a la filosofía medieval, con un sentido antropológico, externa que el hombre no
logra su dignidad por ser hijo de Dios, sino por sus facultades mentales, destacando especialmente el valor
central y absoluto del ser humano, por estar dotado de una libertad total para elegir su destino y una
capacidad ilimitada de conocimiento. Por tal motivo, ha sido definido como el manifiesto del pensamiento
renacentista.
Los dos fundamentos capitales de su filosofía fueron: la íntima concordancia de las principales expresiones
filosóficas y religiosas del pensamiento y la concepción del universo compuesto por tres órdenes de
realidad: el mundo intelectual, de Dios y de los ángeles, el mundo de las esferas celestes y el mundo
sublunar o terrestre (Ruiz, 2004). El hombre, como centro del universo, es un microcosmos que participa
de las tres órdenes y que gracias a su total libertad puede crearse su propia condición.
Por sus tesis sobre la superioridad y el protagonismo del hombre en el universo, y sobre la libertad de la
conciencia y la voluntad humana, Pico es considerado una de las figuras centrales del humanismo. La
importancia de su pensamiento radica en postular una posible transformación de la vida personal, lo cual
hace factible la generación de un cambio en la sociedad y así lograr un clima de tolerancia y convivencia
pacífica.
En definitiva, Pico Della piensa que la dignidad del ser humano no depende de Dios, sino de su capacidad
intelectual y ésta le otorga la libertad de discernir entre el bien y el mal, lo que le hace superior a cualquier
otro ser.

El universo animado de Giordano Bruno

Otro de los grandes pensadores del Renacimiento es, indudablemente, el italiano Giordano Bruno, quien se
convirtió en uno de los primeros mártires de la ciencia, esto por defender la libertad de pensamiento y
proponer un nuevo paradigma científico para buscar la verdad, opuesto a los dogmas de la anterior visión
del mundo. Logró el conocimiento de todas las ciencias posibles de su época en el convento de los
dominicos de Nápoles, al cual ingresó en 1563 y donde reposaban los restos de Santo Tomás de Aquino.
Debido a que su insaciable deseo de conocimiento rebasó los estrechos límites de los dogmas escolásticos,
en 1576 abandonó su país de origen y la Orden donde había recibido su primera ordenación sacerdotal.
Esto para evitar los efectos de una constante persecución, pues había sido acusado de hereje. Después de
permanecer en Toulouse, Francia (donde recibe el doctorado en Artes y la Cátedra de filosofía e imparte
conferencias sobre astronomía durante dos años) y París (donde Enrique VIII le confiere una cátedra
remunerada), el filósofo emprende viaje a Inglaterra, allí publica sus obras más conocidas. Las teorías de
Giordano se anticiparon a la ciencia moderna. Las más notables fueron las que versan sobre el universo
infinito y la multiplicidad de los mundos (1584), en ellas rechazó la astronomía geocéntrica tradicional e
intuitivamente fue más allá de la teoría heliocéntrica copernicana, que aún mantenía un carácter finito, un
universo con una esfera de estrellas fijas.
Giordano sustenta que todo el universo está hecho de una misma materia y lo vivifica una misma alma: De
esta suerte sabemos que, aunque estuviésemos en la luna o en las otras estrellas, no estaríamos en un lugar
muy diferente a éste, ni quizá peor. Del mismo modo otros cuerpos cósmicos pueden ser tan buenos o aún
mejores por sí mismos, por la felicidad mayor de los principios de vida que les son propios. Así conocemos
tantas estrellas, astros y divinidades, cientos de millares con el ministerio de contemplar al eficiente
primero, universal, infinito y eterno (Dios).
En su visión del cosmos, Bruno, acorde a la teoría heliocéntrica de Copérnico, sostuvo que si Dios era
infinito también el espacio podría serlo; las estrellas eran otros soles, rodeados de otras tierras y esos otros
mundos también estaban habitados. Argumentó que la rotación diurna aparente de los cielos era una
ilusión causada por la rotación de la tierra alrededor de su eje. De esta forma demostró la diferencia entre
la apariencia de las cosas y la verdadera realidad. Todo es relativo y todas las cosas dependen del
observador (Giordano, 1973). Las ideas filosóficas de Bruno defendieron la infinitud del universo,
concebido no como un sistema de seres rígidos ordenados desde la eternidad, sino como un conjunto que
se transforma continuamente, que pasa de lo inferior a lo superior y viceversa. Afirmaba que Dios está en
todas las cosas, está presente en cada una de las partes. De tal modo, no hay parte alguna del universo, de la
creación, que esté carente de la presencia de Dios. Por lo tanto, no existen dos infinitos (Dios y el mundo),
sino uno solo porque en el infinito todo coincide.
Desde la visión de Giordano Bruno, el universo era infinito, el alma del universo era Dios y las cosas
materiales no son más que manifestaciones de un único principio infinito. También dijo que el sistema solar
es uno más entre otros parecidos o mayores, cuyo número es ilimitado, y que el sol no ocupa un lugar
privilegiado, pues un universo infinito carece de centro (Giordano, 1973). Defendió su idea de que todo lo
que hay en la tierra tiene alguna forma de vida dentro de sí, pero sus ideas liberales fueron demasiado para
la Iglesia de la época.
Haciendo una recapitulación de los sucesos, podemos considerar que los descubrimientos astronómicos de
Nicolás Copérnico, las aportaciones científicas de Galileo Galilei, las tesis humanistas de Giovanni Pico Della
Mirandola, las teorías cosmológicas de Giordano Bruno y demás expresiones del Renacimiento dieron lugar
al desenfreno de las mentes atrapadas por las ideas religiosas, que durante la época medieval habían
presentado y vivido un mundo irreal, en el que personajes pseudo-religiosos se habían enaltecido en el
poder social y político. La filosofía de la época moderna es el resultado del crecimiento artístico, científico y
espiritual provocado durante el Renacimiento, manifestado mediante una actitud de rebeldía, rechazo o
protesta hacia las formas en que se vivían los principios esenciales de la doctrina cristiana.

Material tomado del libro de Filosofía editado por el Cobaev.

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