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Reconocimiento aéreo

CARRETERAS.

En esta asignatura se deberá obtener la capacidad de proyectar y construir las carreteras como vías
de comunicación entre poblaciones, de tal manera que se propicie entre estas su desarrollo técnico,
cultural, económico y social.

Resulta importante la aportación de esta asignatura debido a que como sabemos el desarrollo de
las poblaciones está en función a sus vías de comunicación, en este caso las carreteras. Porque sin
comunicación no es posible que exista desarrollo alguno.

Consiste en establecer criterios para la aplicación de las normas y especificaciones de la Secretaria


de Comunicaciones y Transporte (S.C.T.) vigentes en el desarrollo del proyecto geométrico y
constructivo de una carretera.Pero como sabemos, en toda obra de la industria de la construcción
es de suma importancia la elaboración de un anteproyecto y en este caso las carreteras no son la
excepción, por lo tanto debemos de desarrollar dicha etapa.

Este anteproyecto llamado también trazo preliminar debemos de alojarlo en una franja de terreno
que se le denomina RUTA y dentro de la cual nuestro proyecto nos debe de resultar optimo en todos
los aspectos, (social, económico, técnico, entre otros) por tal motivo para su selección nos tenemos
que apoyar en disciplinas tales como: la sociología, la economía, la topografía, la geología, la
mecánica de suelos, la hidrología, y la hidráulica.La primera actividad a realizar es localizar en un
mapa geográfico las dos poblaciones que se desean comunicar y determinar el área en estudio.
(Como se muestra en la figura)
LOCALIZACIÓN DE LAS POBLACIONES Y DETERMINACIÓN DEL ÁREA EN ESTUDIO

Posteriormente se realiza un primer vuelo o reconocimiento de tipo aéreo en una avioneta sobre la
zona en estudio, tomando fotos a escala de 1:50,000, después de este primer reconocimiento, con
toda la información obtenida de la zona en estudio y analizando las fotos en un equipo llamado
estereoscopio, la mencionada zona en estudio se reduce a un espacio menor y se continua con esta
actividad realizando un segundo reconocimiento también de tipo aéreo sobre el espacio ya
reducido, pero ahora en un helicóptero con la finalidad de que éste tenga la posibilidad de aterrizar
y los tripulantes puedan descender y obtener información mas concreta y con mayor veracidad,
tomando fotos en este segundo vuelo a escala de 1:25,000.

Con toda esta información que se considera mas exacta y fidedignea y analizando nuevamente las
fotografías que fueron tomadas en este segundo estudio de dicha zona, se puede seleccionar esa
franja de terreno que se le denomina RUTA y que es dentro de la cual se debe alojar el anteproyecto
o trazo preliminar de la carretera, consistiendo este en una poligonal abierta, la cual posteriormente
se realiza su trazo en el campo auxiliandonos con una brigada de topografía.

Como se puede observar esta actividad se relaciona con otras disciplinas como se mencionó en
párrafos anteriores, para poder llegar a seleccionar de una manera optima, en base a estos
reconocimientos aéreos esa franja de terreno llamada RUTA.
Carreteras, cambio climático y medidas de adaptación

Necesitamos nuevas previsiones que tengan en cuenta indicadores relacionados con la variabilidad
y cambio en el clima.

Siempre ha existido una estrecha relación entre el clima y la infraestructura vial; históricamente, el
diseño de carreteras ha tenido en cuenta las condiciones climáticas como la precipitación, el viento
o la temperatura. Por ejemplo, el diseño del drenaje considera posibles precipitaciones, y el cálculo
de los puentes tiene en cuenta las cargas de viento.

No obstante, los cambios acelerados que se están produciendo en las variables climáticas -que han
generado grandes pérdidas en el sector del transporte en América Latina y El Caribe- hace que nos
preguntemos si la ingeniería con la que estamos diseñando las vías es adecuada, y si estamos siendo
realistas con los estándares de inversión en este tipo de infraestructuras.

Numerosas investigaciones han mostrado que el cambio del clima potencia los fenómenos
atmosféricos y aumenta la frecuencia de eventos hidrometeorológicos extremos. En particular, la
región se caracteriza por registrar eventos extremos intensos y frecuentes sobre áreas de alta
vulnerabilidad, originada en una geología compleja (cordillera de los Andes/Amazonía), el deterioro
de las cuencas y ecosistemas en general.

Esto muestra que actualmente necesitamos nuevas previsiones que tengan en cuenta indicadores
relacionados con la variabilidad y cambio en el clima, superando la utilización tradicional de los
registros meteorológicos y considerando las previsiones futuras (para los próximos 20-70 años), con
las estimaciones de la incidencia del cambio climático.

Las necesidades de adaptación a las nuevas condiciones requerirán, en la mayor parte de los casos,
un costo adicional, cuya rentabilidad económica deberá valorarse junto con los beneficios obtenidos
de la reducción de los impactos en la red viaria.

Lo que parece obvio es que si la planificación y el diseño de la infraestructura vial siguen realizándose
de la misma forma y sin tener en cuenta estas nuevas condiciones, es muy probable que no logren
superar la vida útil para las cuales fueron diseñadas. La consecuencia de esto es que la sostenibilidad
de la infraestructura y la eficiencia económica de las inversiones pueden ponerse en duda.

Con la intención de aportar soluciones que deriven en carreteras adaptadas al clima, en CAF
publicamos la “Guía de buenas prácticas para la adaptación de las carreteras al clima”, una
publicación que contiene ejemplos, acciones y medidas de buenas prácticas que pueden ser de
utilidad para aplicar a los proyectos de carreteras.
El documento contempla tanto las carreteras de nueva construcción como la red de carreteras en
servicio y propone medidas de adaptación desde dos puntos de vista complementarios: la
planificación estratégica, que supone la creación de un marco apropiado a nivel institucional, legal
y social que permita la implantación de las medidas de adaptación; y las medidas específicaspara su
aplicación a los proyectos.
Tenemos que ver la nueva realidad climática como una oportunidad para incorporar cambios
largamente aplazados con el fin de revisar los procesos de planificación, diseño, construcción y
mantenimiento de los proyectos de carreteras en la Región, en muchos casos desarrollados con
bajos estándares técnicos en su definición e implementación.

En este sentido podría ser de interés trabajar en líneas de acción orientadas a:

1) la revisión de los criterios que se aplican para la toma de decisiones durante la evaluación de las
inversiones, donde deberían incluirse variables que tengan en cuenta la incidencia de las nuevas
condiciones del clima y la complejidad geológica;

2) la creación de fondos que permitan implementar las medidas de adaptación al clima en proyectos
de carreteras, y no sólo trabajar en líneas destinadas a atender las emergencias por desastres
naturales (medidas de acción preventiva versus medidas de acción correctiva);

3) profundizar en el conocimiento del impacto del cambio climático y su incidencia sobre la


infraestructura vial. Ante la falta de información acerca de la implicación de no actuar en el ámbito
de la adaptación al cambio climático, es necesario avanzar en la identificación de los riesgos
asociados, impactos económicos, análisis de los posibles escenarios de actuación, valoración de la
rentabilidad de las actuaciones (incluyendo el costo de no actuar), posibilidades de financiación, etc.
Esta contribución al desarrollo de proyectos viales es sólo el principio; queda un largo camino por
recorrer. La carretera no es sólo la infraestructura que vertebra los territorios y genera cohesión
social, sino la plataforma física sobre la que se apoyan sectores productivos tan importantes como
la logística, el turismo y la agroindustria, de ahí la importancia de contar con redes viales
competitivas y fiables.

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