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GIRARDOT
ENSAYO BIOGRAFICO
J
ACA
Pgs.
IV
''2 3 - 5 8 (z l 2 - é >
CONTENIDO
V
el 3 de ju lio de 1810. El viaje de Girardot de Bogotá a Cali.
La Batalla del Bajo Palacé, descrita por A rroyo y Valencia,
por Baraya, por Girardot y por el Tte. Coronel Lozano
Cleves. La medalla de Popayán. Poema “ Palacé” de A lberto
Carvajal - Después de Palacé, según las cartas de Girardot.
La indecisión de Baraya. El final de la campaña. El re
greso de Girardot a Santafé.
A péndice N? 2.
B ibliografía
VI
ATANASIO GIRARDOT
E. U. W.
VII
OBRAS DEL AUTOR
“ El Rubaiyata” — Ornar K hayyám — Versión en alejandrinos
M inerva- Bogotá 1936 ........................................ 157 pp.
“ Gatología”
Ediciones Santa Eulalia- B ogotá- 1961 ... 142 pp.
“ Retratos de C olón”
Banco de la R epú blica- B ogotá- 1969 . . . 124 pp.
VIII
Enri que Ur i be Wh i t e
Ensayo b i o g r á f i c o sobre
Atanasio Girardot
B O G O T A - 197 1
FUERZAS MILITARES DE COLOMBIA
COMANDO GENERAL
Bogotá, D .E . Abril 29 de 1.971
Señor Doctor
ENRIQUE URIBE WHITE
La Ciudad. -
d. Atentamente,\
XII
A l Dr. Bernardo J. Caycedo, de Bogotá, por la misma ra
zón, y por haber puesto a disposición del presente autor
su rica biblioteca de historia.
A l Dr. Jaime Duarte French, D irector de la Biblioteca
“ Luis A ngel A ran go” , de Bogotá.
A l Dr. V icente Landínez Castro, al Dr. Ulises Rojas y a
don Ram ón C. Correa, de Tunja, por el examen de ar
chivos coloniales.
A don Ricardo Pérez V., de Popayán, por el envío de autó
grafos de Girardot.
A la Srta. Carlota Bustos Losada, del A rchivo Nacional, de
Bogotá, y a todos aquellos amigos, que en el mom ento
se olvidan.
□ DA
a la m uerte del Coronel Atanasio Girardot, el día de sus
exequias fúnebres, en 1813
por
JOSE FERN ANDEZ M ADRID
Presidente de la Nueva Granada en 1816.
KJWJJ •'/ v /7 f // •' •'"/ " //''■
Trascrita del “ Papel Periódico Ilustrado”, Año II, N9 35, pp.
167 y 168.
XIII
La nacional bandera, y atrevido
A la cum bre del Bárbula trepaba,
Fue Girardot herido
De una bala fatal, y en el momento,
Sobre el campo tendido,
Exhaló el héroe su postrer aliento.
Pérdida irreparable, Parca fiera!
Si unir al hilo roto de sus días
El hilo de los míos yo pudiera,
Burlada quedarías;
Mas tú, siempre inflexible, inexorable,
Confundir no querrías
Con la suya mi vida miserable.
Compatriotas, al pie de los altares
Ensanchad los opresos corazones:
Entonad pronto lúgubres cantares,
Tristes deprecaciones,
Ministros del Señor Om nipotente;
Y en himnos y oraciones
Suba hasta el cielo vuestra voz doliente.
Y al Dios de los Ejércitos, rendidos
Ofreced, compañeros, vuestro llanto;
De luto m elancólico vestidos
Venid al tem plo santo;
Presta al día la noche sus colores,
Préstale el negro manto,
Y solo se oigan ayes y clamores.
Pero, ¿qué es lo que digo? ¿Deberem os
sentir su fin glorioso, por ventura?
Si contamos sus triunfos, ¿llamaremos
Su muerte prematura?
¿Por el núm ero de años pasajeros
Que el hom bre frágil dura
Se ha de m edir la vida a los guerreros?
¡Qué! ¿no ha vivido Girardot bastante?
V ivió para su gloria demasiado,
V ivió para su patria un solo instante.
A este árbol, cargado
De frutos en su hermosa primavera,
El rayo lo ha abrasado
Cuando más esperanzas prometiera.
Tu destino, Pelópidas, fue el mismo;
El mismo, Epaminondas, fue tu hado:
Si vuestra fortaleza y patriotismo
Os han eternizado,
Hoy ju n to a vuestros nom bres inmortales
La Historia ha colocado
Un nom bre am ericano en sus anales.
A nuestros más rem otos descendientes
lo llevará en sus páginas la Historia,
Para que sus virtudes eminentes
Graben en la memoria.
No ha muerto G IR A R D O T: no, sus acciones,
Sus triunfos y su gloria—
Resuenan hoy en todas las naciones.
Apenas, cara Patria, sacudiste
El yugo de afrentosa tiranía
Cuando a los campos de Payán le viste
Que intrépido corría:
El inexperto acero descargaba.
En sangre lo teñía,
Y débil niño, al héroe presagiaba.
El le quitó la venda a la fortuna;
El fijó la inconstancia de la suerte;
No fue vencido en ocasión alguna;
Y antes bien de la m uerte
V encedor inmortal, m uerto triunfaba,
Y el cadáver inerte
Hasta el fin la victoria acompañaba.
EPITAFIO
XV
Retrato de Atanasio G IRA RD O T — Oleo sobre tela. Dimensiones (fuera
de la tabla inferior de la leyen da): lm .1 3 x Om.67. La leyenda, es
crita sobre tabla, ha sido agregada com o para llenar el marco, y es
la misma del retrato del C olegio del Rosario. — Este retrato está hoy
en la hacienda “ EL RAN CH O” (Funza), y es de propiedad de don
A lvaro De Latorre M ontoya y de su Sra. Doña Leonor Gutiérrez. Esta
lo hubo de su padre, Don Darío Gutiérrez Uricoechea, hijo a su vez
de don Miguel Leónidas Gutiérrez y de su esposa, Doña. M ercedes
Uricoechea Girardot. Desde esa época se halla en la familia. Se repro
duce por amabilidad de los actuales dueños (F ctocolor E. U. W.,
especial para el presente Estudio). Este retrato se halla reproducido
en blanco y negro en el libro “ Historia de C olom bia” , de Henao y A rru-
bla, T. II, Libr. Colombiana, Bogotá, 1920, p. 322.
XVI
Marida Mayo 31 de 1813
Mis quaridijim os padrea,Por su ca rta he v is t o q*8 mi
padre está mui r e s ta b le c id o , o ja lá continúe la mejo
r ía , .
Ayer p^ la tarde lle g u é a é sta , y me ha dad© órdn
«1 Oral, p q vaya á has*ra« cargo de la vanguardia
del Ü xórcito, Ma»a va mandando. la descubierta y ya-
pasó a un A rg ollero p la s armas.
Uno q se h izo ai siso Coronel . 1larga
do Antonio Jíicol Bricerlo hiao unas 0 0 reclu ta s
y<9«e fue contra Guadual i t e , fue hecho p rision ero sin
q v hubiese a cció n , y cor. toda su gente, pero eso
no importa un bledo ni es capa» de im pedir
nras, maniobras,
X*
Sabemos aquí p un o f i c i a l de Caracas
q se huyó de la p r ic ió n en q esta b a ,q Montsver-
de ¡ae embarcó ^con.230 ñopos,- diciendo q / iba en
a u x ilio d e lG o v de Curaaná, q la s tropas de este / /
fueron derrotad" completamente y con mucha pérdida
en tres accion es d is tin ta s qe han tenido conlo s
p a trio ta s sn Barcelona. Se asegura .q tiemblan •
lo s enemigos cada vez q® sa ha^ la de 1&e tro_
pas de la Unión Granadina.
Mis fin ísim as expr^ciones a mis
amadas, henaan&s, y sfcsds, res iban « i cons
tante a ft o .
Su fei jo'
Salud y Libertad
Atanasio
F.l).
Ortega los- saluda, . • •
XIX
GIRARDOT— 2
Se reproduce en facsímile, en tamaño 15 x 21 ctm s., esta carta autógrafa del
Héroe de Bárbula, carta que reposa en la "Biblioteca Luis Angel Arango” , de B o
gotá. Fondo García Ortiz, folder MSS N9 128 (indicación del Dr. G. Hernández de
A lba). Reproducida por cortesía del Director, Dr. Jaime Duarte French. Fue
publicada por Don Eduardo Posada en el “ Bol. de Histo. y A n t.” , de Bogotá,
V ol. IV, p. 50. — El presente autor ignora hasta la fecha el paradero de las
demás cartas publicadas por el Sr. Posada, y cóm o y por qué ésta vino a dar a
manos del Dr. L. García Ortiz. — Se halla en la página anterior.
XX
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XXI
CAPITULO I
INICIAL
- 1
Se pudiera objetar que las ilustraciones se multiplican de
masiado. Esto es subjetivo. El tema puramente “ literario” es cor
to, com o se aprecia por las breves biografías que han escrito R o
jas, Monsalve, Uricoechea y otros. La vida de Girardot cabe en
contados renglones, pero su intensidad fulgurante pide ser pro
yectada sobre representaciones gráficas de su historia, para di
luir la capacidad em otiva del lector. Este estudio no va dirigido
al apergaminado académ ico, que preferiría medias páginas de
notas en cuerpo seis, sino al lector com ún y moderno, acostum
brado hoy al libro ilustrado. Los retratos del héroe, por ejem
plo: bastaría con uno; muchos querrían saber cóm o lo pintaron
otros artistas, pues si los datos de la literatura son insuficientes
para intentar un esquema psicológico, los varios retratos col
man, en parte, esta laguna. Los mapas, otro ejem plo: no todo el
mundo sabe por dónde corre el Palacé, ni en qué lugar se alza
el fatídico cerro de Bárbula, ni sobre qué áspera topografía con
dujo Bolívar sus huestes. Y así. La única objeción válida a la
m ultiplicidad de ilustraciones sería la del editor, consideración
que se sale de esta página.
2 -
del triunfo, en el m om ento en que sus com pañeros de gloria,
viéndoles caer, acuden creyéndoles fatigados. Un grito de en
tusiasmo óyese en el cam po de los vencedores en el m om ento
de la victoria; pero al instante nótase que falta uno de los es
beltos lidiadores: ya no resuena su voz de mando, ni vese fla
mear el pabellón que ondeaba en sus manos y señalaba el punto
del peligro: está tendido en el suelo y envuelto en la bandera,
com o si al m orir hubiera querido ocultar su tragedia para no
turbar las alegrías del triunfo. Por instantes el entusiasmo trué-
case en dolor, y lágrimas silenciosas bañan la frente aún tibia
del joven guerrero; mas, de repente suena el clarín de guerra,
gritos de jú bilo suceden al pesar, y al toque fúnebre, la marcha
de los vencedores. La muerte y la fama disputándose un cadá
ver aparecen en la cum bre coronada de soldados. ¿Qué pasa?
Es la proclam ación del prim er héroe de la causa nacional: sobre
su cadáver ondea de nuevo la bandera a todo viento, y escúchase
el canto de victoria, en tanto que los huérfanos de la batalla
proclam an el nom bre del je fe caído. Tal es la historia de los
prim eros mártires de las causas nacionales en todos los pueblos
y en todos los tiempos.
- 3
cima las tropas realistas; en los declivios, los republicanos que
ascienden con el arma al brazo, y reciben a proporción que ga
nan terreno la nube de fuego que los envuelve. En m edio de
densas espirales de polvo y de hum o divísase la bandera repu
blicana que guía a los vencedores. De repente desaparece ésta,
cuando ufana tremolaba en la altura, y óyese el clarín de guerra
que anuncia la victoria. Aquella sombra que sobre la cum bre de
Bárbula se levanta, es la Musa de la Historia, que escribe la más
gloriosa página de una campaña inm ortal: la alianza de dos na
ciones hermanas, las primeras en la gloria de Am érica, las pri
meras en el triunfo, porque llevaron sus legiones hasta las ci
mas nevadas de los A n d e s ...
* * *
Nicolás SILVA G.
Conferencia leída en Popayán el 30 de Septiem bre de 1913.
4 -
José María B A R A Y A
“ Biografías Militares”
Im pr. Gaitán-Bogotá, 874.
“ Coronel Jirardot, p . 44.
SIMON BOLIVAR
L ey d e Honores a Atanasio Girardot, dada en Valencia
el 30 de Septiem bre de 1813 - Publicada en la
“ Gaceta de Caracas” , VII, del jueves 7 de Octubre de 1813.
O’Leary, “ Memorias” , Edición de Caracas, 1881,
Tom o XIII, pp. 377, 379.
6 -
:;ar los defensores del CAPITULO II
perecer antes con sus
xíer de su enemigo. La
de sus soldados, que TELON de F O N D O
Dria más com pleta pre-
de doscientos cadáveres El grito del héroe se alza hoy sobre los cielos plácidos de la
^ célebre, para con-
lento propio al genio colina de Bárbula; pero, ¿sobre qué panorama histórico se des
íueva Granada no había taca la figura de Atanasio G irardot? - Un turbión interior debía
recientem ente adquiri- sacudir el espíritu de esos mancebos, que se lanzaban a la re
Girardot salvaron a un vuelta con ojos alucinados de odio, los puños apretados y la v o
exterm inio con que la luntad en punta de lanza. ¿Qué los empujaba al sacrificio? ¿Qué
huracán arremolinaba sus ideas y batía en llama la brasa de
la audacia y el genio
su pecho?
___íente la victoria a las
, ¿e Trujillo, Mérida, Ba- A creer a ciertos historiadores del nuevo c u ñ o ... ¡nada!
» cuchillo o gemían en las Para ellos son de cartulina las figuras de la epopeya, títeres
p :r los esfuerzos con que abstractos m ovidos por hilos indescriptibles. Esa pasión que es
e Jefes de la Unión. Le tallaba en heroísmos cabe en un párrafo de erudita exégesis.
ejércitos opresores, ven- Con qué ecuanimidad contem plan esos días terribles, com o ale
lerte por libertar a V e-
lado espectador ante un cuadro de batalla, que ya no olfatea el
sobre las cum bres de hum o de la pólvora, ni escucha el cañón o el alarido de muerte.
el triunfo más deci- Era España la madre que nos legó sangre y leyenda, la que
nos envío algún fraile bueno y escribió las Leyes de Indias. Los
, Girardot, a quien m uy siglos de la conquista y la colonia, con sus depredaciones y
Venezuela su restableci- crueldades, se encierran entre com illas: “ Culpa fue de los tiem
__ más importantes, y
pos, no de España” . Cómoda frase, que gotea una verdad anémi
ica la gratitud del pue-
idores, he resuelto lo ca, pero que no explica el pensamiento ni la em oción de los que
vivieron esos tiempos. Es m uy confortable la postura del hispa
nófilo, al rum or de la alabanza de sus páginas, preñadas de no
ble com prensión y de filial amor, en total olvido de un coro de
esqueletos, cuyas vacías cuencas fulguran de desprecio, y cuyo
reir cascado pondría hielo en las venas del “ historiador” tipo
M onsalve, si lo pudiera oir, ocupado com o está en escuchar la
música de sus ditirambos .
Atanasio Girardot era un adolescente im buido de religiosi
dad, de sentimientos delicados, amante de los libros y de la
poesía, com o lo prueban sus cartas. Pertenecía a una familia
acomodada, que aún no había sufrido extorsiones ni arbitrarie
dades, antes bien, distinciones por parte de los detentadores del
poder; había sido educado en un claustro ilustre, presidido por
la mansa efigie del fundador, oyendo las enseñanzas de los más
puros intelectuales de la época; y, sin embargo, escribe una fra
se aterradora, que ni Bolívar se atrevió a estampar en su de-
CA PITU LO II
TELON de FONDO
El grito del héroe se alza hoy sobre los cielos plácidos de la
colina de Bárbula; pero, ¿sobre qué panorama histórico se des
taca la figura de Atanasio G irardot? - Un turbión interior debía
sacudir el espíritu de esos mancebos, que se lanzaban a la re
vuelta con ojos alucinados de odio, los puños apretados y la v o
luntad en punta de lanza. ¿Qué los em pujaba al sacrificio? ¿Qué
huracán arrem olinaba sus ideas y batía en llama la brasa de
su pecho?
A creer a ciertos historiadores del nuevo c u ñ o ... ¡nada!
Para ellos son de cartulina las figuras de la epopeya, títeres
abstractos m ovidos por hilos indescriptibles. Esa pasión que es
tallaba en heroísmos cabe en un párrafo de erudita exégesis.
Con qué ecuanim idad contem plan esos días terribles, com o ale
lado espectador ante un cuadro de batalla, que ya no olfatea el
hum o de la pólvora, ni escucha el cañón o el alarido de muerte.
Era España la madre que nos legó sangre y leyenda, la que
nos envío algún fraile bueno y escribió las Leyes de Indias. Los
siglos de la conquista y la colonia, con sus depredaciones y
crueldades, se encierran entre com illas: “ Culpa fue de los tiem
pos, no de España” . Cóm oda frase, que gotea una verdad anémi
ca, pero que no explica el pensamiento ni la em oción de los que
vivieron esos tiempos. Es m uy confortable la postura del hispa
nófilo, al rum or de la alabanza de sus páginas, preñadas de no
ble com prensión y de filial amor, en total olvido de un coro de
esqueletos, cuyas vacías cuencas fulguran de desprecio, y cuyo
reir cascado pondría hielo en las venas del “ historiador” tipo
Monsalve, si lo pudiera oir, ocupado com o está en escuchar la
música de sus ditirambos .
Atanasio Girardot era un adolescente im buido de religiosi
dad, de sentimientos delicados, amante de los libros y de la
poesía, com o lo prueban sus cartas. Pertenecía a una familia
acomodada, que aún no había sufrido extorsiones ni arbitrarie
dades, antes bien, distinciones por parte de los detentadores del
poder; había sido educado en un claustro ilustre, presidido por
la mansa efigie del fundador, oyendo las enseñanzas de los más
puros intelectuales de la época; y, sin embargo, escribe una fra
se aterradora, que ni Bolívar se atrevió a estampar en su de-
- 7
creto de la Guerra a Muerte, al referirse a los españoles: “ Per
mita el hado su exterminio total”. ¿Qué enherbolada espina
tendría hincada en el pecho para que así supurara de odio y
de aversión?
Esto no lo pueden explicar los defensores de España. La
luz que arrojan sobre esos tiem pos es falsa, y perfila en situa
ción grotesca a los que se hicieron matar por la entelequia que
apellidaban “ libertad” .
Bien está que alcen endechas en loor de la madre, de la ra
za y sus glorias, que son las nuestras. Pero que no falseen los
impulsos que m ovieron a los héroes, ni condenen por desafo
radas sus acciones, tratando de demostrar, a infinitos del hacha
y del grillete, que los encendía una pasión sin m otivo. Venir
ahora, por ejem plo, a decirnos que el estilo de Bolívar es rim
bom bante y pomposo, com o si no hubiesen sido dirigidas sus
proclam as a masas ineducadas, que era preciso azuzar con hie
rro candente; y eso, por un hom bre capaz de criticar a Olm edo
por el mismo defecto de que ahora lo acusan. Venir a decirnos
que eran lim pios de culpa los que descuartizaron a Galán y a
los rebeldes de Quito, y echaron álcali en las mazmorras de La
Guaira, porque hubo tres o cuatro gobernantes humanos. Como
si Atanasio Girardot, que bien inform ado estaba, no sintiera bu
llir en su sangre la venganza. Excelente, pues, al alarde de supe
rioridad mental, y el ecuánime sentir, y la hispanofilia del m o
derno escritor. Pero, al intentar ver al desnudo al sacrificado de
Bárbula, es necesario contraponer a la nueva interpretación lo
dicho por los que vivieron esos días.
Esto es lo que el lector encontrará en las páginas siguien
tes, cuya extensión — quizá— no es exagerada.
B ro n c e
de G ir a r d o t B á r b u la
8 -
ATANASIO GIRARDOT y los ESPAÑOLES
- 9
restableciendo la misma form a o estado de Gobierno en
que los encontró la invasión, y que les disolvieron sus
bárbaros o p r e s o r e s ...” “ . . . e n el expresado Cabildo abier
t o . . . dotado de energía para escarmentar a los enemigos
de la libertad am ericana” .
1813, Julio 9- De “Trujillo libre de godos”, “ ...p u e s aquí soy
todo mientras form o un Cabildo abierto, prom ulgo bandos,
em bargo bienes de godos, etc.” .
1813, Julio 25- De Guanare. “ ...lu e g o , luego m archo para San
Carlos, en donde derrotarem os a M onteverde y a sus viles
p a rtid a rios.. . ” .
Pá gi na de E d u a r d o BLANCO
" V e n e z u e la H e r o ic a " O llendoff. P a r is , sin año.
10 -
tros pies, eran los únicos perturbadores que a despecho de la
corona de España, osaban a atentar contra el silencio y la quie
tud letárgica de la Colombia.
Plena era la confianza de los dom inadores en la presa que
retenían y en la seguridad con que se la guardaba: confianza
autorizada por la experiencia de la muerte m oral a que condena
el vasallaje: seguridad que abonaba, más que la fuerza misma
empleada en sostenerla, el v iejo nudo de tres siglos que asegu
raba al cuello de la víctim a el estrecho dogal del cautiverio.
¡Ceguedad! — Entre las sombras de lo im previsto por los
conculcadores, en todo tiem po, de los sagrados derechos de la
humanidad, está oculta esa fuerza violenta, activa, poderosa,
que animada de pronto, cam biar puede, a su arbitrio, la faz de
las naciones, y aniquilar la obra de los siglos. La fuerza se ani
ma. La revolución estalla, et mortui resurgent...
(p. X I) — A l grito de libertad que el viento lleva del uno al
otro extrem o de Venezuela, con la eléctrica vibración de un toque
de rebato, todo se conm ueve y palpita; la naturaleza misma
padece estrem ecim ientos espantosos; los ríos se desbordan e in
vaden las llanuras; ruge el jaguar en la caverna; los espíritus
se inflaman com o al contacto de una llama invisible; y aquel
pueblo incipiente, tímido, medroso, nutrido con el funesto pan
de las preocupaciones, sin ideal soñado, sin anales, sin ejem plos;
tan esclavo de la ignorancia com o de su inm utable soberano;
rebaño más que pueblo; ciego instrumento de aquel que lo di
rige; cuerpo sin alma, sombra palpable, haz de paja seco al
fuego del despotismo colonial, sobre el cual dormía tranquilo,
com o en lecho de plumas, el león robusto de Castilla; aquel
pueblo de parias transform óse en un día en un pueblo de héroes.
Una idea lo inflam ó: la em ancipación del cautiverio. Una sola
aspiración lo convirtió en gigante: la lib e r ta d ...
(p. X II) — Sobre doscientos mil cadáveres levantó Venezuela
su bandera victoriosa: y com o siempre en los fastos modernos,
la República esclarecida en el m artirio se irguió bautizada con
sangre.
II
De todas las colonias que poseyera España en la vasta re
gión del N uevo Mundo, fue Venezuela la que prim ero osó rom
per el yugo del cautiverio a que viniera uncida.
El 19 de abril de 1810, Caracas se rebela de hecho contra
la M adre Patria, y asume cuantos derechos se le hubieran ne
gado en el transcurso de tres siglos. Robustecida la noble aspi
ración en que fracasaron Gual y España en 1799, y aun más vivo
el recuerdo del suplicio afrentoso donde expirara el segundo
de tan insignes patriotas su ardiente anhelo de independencia
y libertad, algunos ciudadanos distinguidos al par que por sus
luces, por su valor social y sus virtudes, acometen la arriesgada
empresa de sustraerse del pupilaje impuesto a sus m ayores: y
- 11
logran lo que en vano intentara el General Miranda en 1806,
con el prestigio de su nom bre y el apoyo e x tr a n je r o ...
(p. 2) — De esos osarios gigantescos que hoy rem ueve el arado
y cubre de verdura eterna prim avera, se levanta, visible solo
a los ojos del espíritu, todo un m onum ento consagrado a la m e
moria de nuestros esforzados progenitores. Y si la ingratitud no
ha perm itido aún agregar al glorioso sarcófago la piedra tu-
mular, ni la colum na alegórica al cim iento de huesos que afren
ta el polvo de más de m edio siglo de abandono, no por ello los
corazones generosos palpitan con menos em oción y con menos
respeto al contem plar aquellos cam pos de reñidas batallas, donde
duerm en el sueño de los héroes, tanto guerrero ilustre y tanta
hum ilde víctim a de nuestra magna lucha.
TESIS
12 -
un crim en? El m onopolio, el privilegio, el favoritism o no fu e
ron resortes más empleados en A m érica que en la propia Es
paña. Su política económ ica respecto de las colonias pudo ser,
y era, absurda; pero ¿quién se perjudicó más con ello que la
misma España? M uchos de los errores que exclusivam ente le
atribuimos eran, además, errores de la é p o c a ...
(p. X X V II) — Había castas en Am érica, cierto, había masas
ignorantes y semi-bárbaras: por eso encontró España, entre los
americanos, quien defendiese su dom inio contra los libertado
res; por eso también es más grande la obra de nuestros proce
res, que em anciparon a Am érica contra la voluntad, en mucha
parte, del mismo pueblo emancipado.
Pero la barbarie no era de Am érica. En Am érica se desarro
llaba un drama interno: los libertadores, es decir, los civiliza
dores, luchan contra los realistas americanos, es decir, contra
enceguecidas masas fanáticas de campesinos y habitadores de
puebluchos de tierra adentro, es decir, contra la barbarie. A
España ocurre en su duelo con Am érica otro tanto; también
lucha contra su propia barbarie. Aquellos Yáñez, aquellos Cer-
veriz, aquellos Boves, aquellos Morales, aquellos Rósete, aque
llos Antoñanzas, aquellos Puy, aquellos Chepito González, re
presentan la barbarie española. En cambio, el capitán general
Cajigal, desposeído o desconocido por los caudillos, representa
el decoro, la humanidad, la civilización. El tribunal de Ja Real
Audiencia, que protestó sin descanso y con la m ayor energía,
por boca y pluma de sus más ilustres ministros, ante los tira
nuelos de la Colonia y ante Fernando VII y el gabinete español,
contra todos los desafueros y en pro de la justicia y la humani
dad, ¿qué representa? Representa la cultura de Europa, la ci
vilización ibérica, la España buena. En este pugilato entre cau
dillos feroces o m ilitarotes improvisados, de la hez social, y
honrados jueces dignos de España del siglo X IX , no luchaba la
toga contra la espada en lucha estéril o por mera rivalidad de
poderes. Luchaba la justicia oficial de una gran nación civiliza
dora, madre de pueblos y de civilizaciones, contra el crim en de
caudillos espontáneos, y, com o atrás dijim os, irresponsables. Lu
chaba España contra su propia b a rb a rie ...
- 13
GIRAROOT— 3
hermosas prendas sociales. Fue bravo, activo, previsor, incan
sable, buen amigo, y, cuando la ocasión se presentó, com o en
Santa Ana, de lealtad caballeresca.
ANTITESIS
J. M. GROOT
“ Historia Eclesiástica y Civil de de Nueva Granada” .
Ed. Rivas-Bogotá, 1891. 2^ ed.-T. III, p. 468.
TESIS
Aristides ROJAS
“ Obras escogidas” Garnier, París, 1907.
Del estudio “ B olívar” , p. 620.
14 -
ANTITESIS
A CTA DE L A INDEPENDENCIA DE VENEZUELA-
— 8 de Julio de 1811— Trascrita tanto por Aristides Rojas,
p. 143, “ Estudios Históricos” , 1927, com o por Larrazábal,
“ Vida del Libertador” , Ed. América, pp. 78 y 79.
TESIS
J. D. M ONSALVE
“ G IRA RD O T”
Imprenta Nacional, Bogotá, 1911
Párrafos Extractados de las primeras páginas.
- 15
el egregio Camilo Torres, hasta los últimos historiadores, han
sostenido que la emancipación americana fue un acto de reacción
contra la dom inación peninsular por la tiranía, las vejaciones, el
sistema de injusticias y la rapacidad del Gobierno español, ejer
cidas al favor de la abyección y del em brutecim iento en que se
procuró mantener a las colonias americanas, afirmaciones és
tas apoyadas en hechos particulares y aislados,
Cierto que los encom enderos fueron los más injustos y crue
les, pero, ¿acaso son m ejores los ricos de hoy con los pobres de
nuestros pueblos y caseríos, a quienes tratan com o siervos de
la g le b a ? ...
Ciertamente no puede negarse que entre los españoles con
quistadores y colonizadores de nuestras vírgenes montañas hubo
hom bres desnaturalizados y de la más refinada crueldad; pero
también es cierto que eran el m enor número, y que con estos
venían apóstoles de la cristiandad. . .
. . . n i resistiría un paralelo favorable a nuestra República
si, com parando tiempos, lugares, distancias y progreso general
de la civilización, quisiéramos equiparar las ventajas obtenidas
por nuestros pueblos. Las quejas al soberano por los desafueros
de las autoridades inferiores habían de elevarse a una Corte
16 -
situada en Europa, y no alcanzan esas quejas a ser oídas a
tres o cuatro miriámetros de distancia, a pesar de ferrocarri
les y telégrafos. Quejábanse nuestros padres, de la Inquisición,
del derecho penal, del torm ento y de los procedim ientos ju d i
ciales; y hoy, en tiem po de la República, la injusticia ha sido
sistemática, el torm ento infame y vergonzosas las mazmorras
en donde se recluye a los d esgra cia d os...
A l Im perio en cuyos dominios no se ocultaba el sol, no le
era dable en aquellos tiempos extender el ramo de instrucción
pública tal com o los gobiernos actuales lo atienden hoy en su
respectiva jurisdicción; pero es preciso convenir en que la do
minación española hizo cuanto a este respecto fue posible. Los
seminarios y conventos, sem illeros de buenos m onjes para las
misiones, y de jóvenes m edianamente ilustrados para el siglo, no
escasearon en las provincias del Virreinato; y en cuanto a cole
gios de enseñanza profesional, basta para un justo agradeci
m iento recordar los dos núcleos de ciencia y sabiduría del de
Nuestra Señora del Rosario y de San Bartolomé, cunas intelec
tuales de las más grandes ilustraciones que engrandecieron la
Gran Colombia. ¿Ni cóm o desconocer el florecim iento científico
que a fines del siglo X V III brilló con eternal aurora en nues
tras colonias?
- 17
capacidad de contradecir sus aseveraciones. Estigmatiza y
borra de una plumada el Sr. M onsalve las páginas más ilus
tres de nuestra historia.
EXPLICA CIO N
18 -
La masa nacional, todo el indiaje oprim ido p or el látigo del te
rrateniente peninsular, que ejercía sobre ellos un dom inio absoluto,
se sublevó radicalmente en la emergencia histórica a que nos referi
mos. La aparición de los comuneros en el plano altanero de la v io
lencia y de la agresión armada, constituye el prim er gran aconteci
miento de masas, de tendencias económ icam ente definidas, que con
un carácter revolucionario y nacionalista, aparece en la historia so
cial de Colombia. Otra cosa es que en los discursos, actas y proclamas
del gran movimiento, que terminó modalmente en las capitulaciones
de Zipaquirá, no se hubiera empleado, com o no se podía emplear,
el actual léxico social de los revolucionarios de Am érica. Pero cual
quier estudio serio, sereno, meditado que se adelante sobre la re
volución de 1780, conduce ciega, fatal y lógicamente a la materialista
conclusión de que el sentimiento económ ico, nacionalista y racial, que
alentaba a los capitanes de la revuelta, era com pleto y d e fin id o ....
Dadas las condiciones sociales, emanadas directamente de las relacio
nes económicas existentes en la Colonia en 1780, se hubiera podido
perfectam ente, previo el em puje de un hom bre de cierta ilustración
y talento, acabar totalmente con el dom inio español en la Nueva
Granada. Pero Berbeo era m ediocre, y la revolución emancipadora,
después de las capitulaciones de Zipaquirá, tuvo un cauteloso receso
de 30 años” , — Es necesaria otra cita aclaratoria:
* * *
“ Pero el m ovim iento (de los Com uneros) no llevaba por norte la
conquista de la independencia de la Patria: se grita a pleno pulmón
Viva el R ey y muera el mal gobierno, las turbas se enconan contra el
Visitador, piden la disminución de los impuestos, se querellan de Tos
atropellos que acompañan a su recaudación; com o obreros de cuyo
- 19
jornal se cercenase una parte en provecho no tanto del amo cuanto
de un indolente mayordom o, claman por un poco de comodidad. No
intentan rebelarse contra el Rey, se arman para atemorizar al G o
bierno Colonial, levantan sus quejas en estruendoso clam oreo, hacen
una huelga, no una revolución: el m ovim iento de los comuneros es
apenas el rum or de la torm enta” .
* * *
20 -
“ La sentencia pronunciada en el Cuzco el 15 de M ayo
de 1781 por el visitador general del reino, D. José A ntonio
de Areche, ordena que se arrastre al vil Tupa-Am aru hasta
el lugar del suplicio, donde presenciará la muerte de su m u
jer y de sus hijos; que luego el verdugo le cortase la len
gua; y después, amarrado o atado por los brazos y pies con
cuerdas fuertes, cuyos extrem os estuviesen atados a cuatro
caballos, fuese despedazado en cuatro partes, tirando cada
caballo en dirección opuesta; que el tronco se quemase en
la hoguera; que la cabeza se pusiese en escarpia; que la
casa del rebelde fuera arrasada, y sus bienes confiscados, y
todos los individuos de la fam ilia quedasen infames para
siempre e inhábiles para adquirir, etc., e tc.!!!”
ANTITESIS
Simón BO LIVA R
Carta al Gobernador de Curazao.
Valencia, 2 Oct., 1813.
En “ Memorias del General O’Leary - Impr. “ Gaceta” ,
Caracas, 1881, T. XIII, pp. 380, 381, 384.
- 21
hizo desaparacer de la tierra su casta prim itiva; y cuando su
saña rabiosa no halló más seres que destruir, se volvió contra
los propios hijos que tenía en el suelo que había usurpado.
Véale V.E. incitado de su sed de sangre, despreciar lo más san
to, y hollar sacrilegamente aquellos pactos que el mundo ve
nera . . .
En los valles del Tuy y Tácata, y en los pueblos del Oc
cidente, donde no parecía que la guerra civil llevara sus estra
gos desoladores, han elevado ya los malvados, monumentos
lamentables de su rabiosa crueldad. Las delicadas mujeres, los
niños tiernos, los trémulos ancianos, se han encontrado desolla
dos, sacados los ojos, arrancadas las entrañas; y llegaríamos a
pensar que los tiranos de la A m érica no son de la especie de los
h o m b re s.. . ”
M IRAN DA
Memorial a la Audiencia de Caracas.
Puerto Cabello, 8 de Marzo de 1813.
En “ Estudios Históricos” ,
de A. Rojas. Segunda serie,
Caracas, 1927-P. 213.
TESIS
Luis LOPEZ DE M ESA
“ Disertación Sociológica”
El Gráfico-Bogotá-1939. P. 304.
2 2 -
la dirección incongruente de gobiernos aturdidos, incapaces de
una adm inistración pública de su propia casa y más aún de co
lonias tan difíciles de conducir adecuadamente. No ve uno en
la conducta posterior de España un sentido técnico que pudiera
encauzar el desenvolvim iento hábil de estas dilatadas regiones,
y sin duda habríamos llegado al fin del siglo X I X con la misma
ignorancia y la misma desorientación administrativa en que nos
sorprendió la libertad. Habríamos perdido una centuria inútil
m en te___
Esto no implica ingratitud para con la Madre Ibérica: Día
por día crece entre nosotros el concepto favorable a sus virtudes,
y hoy estamos m ejor ligados a su espíritu que no en las horas
de subordinación jurídica, de adversidades ineludibles y de
choques. Magna fue la obra de sus hijos, magno el mensaje de
su estirpe generosa y recia, tan alta y ruda a la vez, tan altiva
y desinteresada, que no creo la cambiáramos por otra alguna,
así fuese de las que asumieron luégo la dirección cultural del
mundo. No nos equivocam os al pensar que a la hora de nuestra
rebelión política ella había perdido su capacidad de gobernarse,
de prosperar una sana economía, de crear nuevas orientaciones
conceptuales, de regir grandes grupos humanos. Pero, tampoco
nos equivocam os en el orgullo de su sangre, de su lengua, de
su índole, de las grandes jornadas de su trayectoria espiritual.
Gregorio MARAÑON
P rólogo en “ Historia de A m érica” ,
de Ballesteros, p. 4.
- 23
dencia, sino que para que esta se lograra era también necesa
rio el com plem ento de la diferencia ideológica, que establecía
no solo la independencia en sí, sino que presentaba también un
criterio totalmente divorciado del que se mantenía, com o teoría
de mando y gobierno, en España. Esto llevaba consigo una cen
sura ideológica y religiosa profundísima. Pero aconteció algo
peor. Esta literatura, propaganda y posición, que servía a los
fines de la independencia, fue tomando consistencia y constitu
yéndose en credo de las nuevas nacionalidades hasta el punto
de que, pasando el fervor independizante y conseguida la auto
nomía política, los españoles de Ultramar se imaginaron no ser
consanguíneos de los españoles de aquende el Atlántico, y así,
lo que había sido un arma eventual de com bate por indepen
dencia, se convirtió en una posición irreductible, y lo que en
verdad no fue más que una guerra civil entre^ españoles, ya
que toda reivindicación indigenista no constituyó el m eollo de
la d ife r e n c ia ... se convirtió en un hondo divorcio, que difícil
mente se ha ido salvando, pero que aún deja colear el monstruo
de la incom prensión, en tanto se suponga a España apartada de
los principios que dieron vida a los Estados hispanoam erica
nos. . . .
El destino de los países hispanoamericanos. — Surgidos a
la vida com o representación tangible de los principios de Liber
tad, los países hispanoam ericanos guardaron hacia España una
actitud de hostilidad ideológica que era aún torcido producto
de la propaganda política necesaria para mantener vivo el fue
go de la rebelión. La tardía posición española de reconocer las
nuevas n a cion a lida des... produjo un ahondamiento de la sima
que separaba a la m etrópoli de su antiguas colonias, problema
agravado por la duración del régim en español en una porción
del territorio americano, a m odo de perenne ejem plo — hasta
1898 en Cuba— de lo que era la “ tiranía” española.
C. PAR R A -PE R E Z
“ Páginas de Historia y de P olém ica” .
Lit. del Com ercio, Caracas, 1943.
Pp. 219 y 296. ____
24 -
No soy hispanófilo de sola p r o fe s ió n ... Soy un venezolano,
sin filias ni fobias en estas disciplinas, a quien interesan los
anales de su país sin excepción: los de la Colonia, los de la In
dependencia, los de la República. A m o nuestra historia, toda
nuestra historia, y com o es nuestra la quisiera limpia, si posi
ble, de la abom inación lanzada injustam ente por enemigos po
líticos y religiosos contra los fu n d a d o re s... de la entidad geo
gráfica, étnica y moral que se llama Venezuela, libertada des
pués por Bolívar y los demás proceres y por ellos elevada al
rango de Estado soberano. España ofrece el único ejem plo de
una gran nación condenada a causa de delitos, reales o supues
tos, por gentes que los com etieron idénticos o peores. Y si Es
paña no recusa esos jueces, incum be a los americanos recusar
los en cuanto se refiere a la parte española de la historia de
América. Es para tachar los jueces, que se reprochan a estos
sus propias faltas e hipocresía, y en manera alguna para justi
ficar crím enes o errores de nuestros antepasados. Llegó la h o
ra de establecer balance riguroso en negocio tan grave y priva
tivo com o la form ación de nuestras nacionalidades, con el activo
y el pasivo, las flaquezas innegables y la innegable grandeza. . .
Aristides ROJAS
“ Estudios Históricos” Segunda Serie.
Tip. del Comercio, Caracas, 1927.-p. 63.
ANTITESIS
Camilo TORRES
El llamado “ M emorial de A gravios”
Bogotá, 1809 (9 de N ov.)
- 25
Tomás, huyendo de la mirada inquisidora de algún fraile. Este d o
cumento, así com o los que circulaban clandestinamente, com o los de
bidos a la pluma dé Nariño, debió encender en su pecho, predis
puesto por la herencia del padre, el fervor revolucionario, el odio al
español, y la pasión que lo llevó a enrolarse en las armas de la na
ciente república, hasta m orir con el grito de libertad en sus labios. -
Por esto se hace necesar'a la trascripción extensa.
26 -
mera causa com o autor de su ser, para consigo mismo, para
con su patria, i para con sus semejantes ! ¡ Bárbara crueldad
del despotismo, enem igo de Dios, i de los hombres, i que solo
aspira a tener a éstos, com o manadas de siervos viles, destina
dos a satisfacer su orgullo, sus caprichos, su am bición i sus
pasiones !
(p. 17) — Mas, no está lejos de reform ar su error el que
lo conoce, i se puede decir que tiene andada la mitad el que lo
desea. Estos no son defectos de la nación, cuyo jenio y cuya
disposición para las ciencias es tan conocida. Son males de un
gobierno despótico i arbitrario, que funda su existencia i su po
der, en la opresión i en la ignorancia. ..
(pp. 18 y 19) — Los gobernantes de la Am érica, principal
mente los que ocupan sus altos puestos, han venido todos, o los
más, de la M etrópoli; pero con ideas de volverse a ella, a estable
cer su fortuna, i a seguir la carrera de sus empleos. Los males
de las Am éricas no son para ellos, que no los sienten; disfrutan
solo sus ventajas i sus comodidades. Un mal camino se les alla
na provisionalm ente para su tránsito: no lo han de pasar segun
da vez, i así nada les importa que el infeliz labrador, que arras
tra sus frutos sobre sus hombros, lo rieguen con su sudor, o
con su sangre. El no sufre las trabas del com ercio, que le im
posibiliten hacer su fortuna. El no ve criar a sus hijos sin edu
cación i sin letras, i cerrados para ellos los caminos de la gloria
i de la felicidad. Su mesa se cubre de los m ejores m anjares que
brinda el suelo, pero no sabe las estorciones que sufre el indio,
condenado a una eterna esclavitud, i a un ignomisioso tributo
que le impuso la injusticia i la sinrazón. Tam poco sabe las lá
grimas que le cuesta al labrador, ver que un enjam bre de saté
lites del m onopolio, arranque de su campo, i le prohíba cultivar
las plantas que espontáneamente produce la naturaleza, i que
harían su felicidad i la de su numerosa familia, juntamente con
la del Estado, si un bárbaro estanco no las tuviese prohibidas
al com ercio. El. en fin, ignora los bienes y los males del pueblo
que rije, i en donde solo se apresura a atesorar riquezas para
trasplantarlas al suelo que le vio nacer.
(p.24) — España ha creído que deben estar cerradas las
puertas de todos los honores y em pleos para los americanos. Es
tos piensan, que no ha debido, ni debe ser así: que debem os ser
llamados igualm ente a su participación, i así será nuestro amor,
i nuestra confianza más recíproca y sincera. Debem os arreglar
nos, pues, también en esta parte a lo que sea más justo: que el
español no entienda que tiene un derecho esclusivo para man
dar a las Am éricas, i que los hijos de estas comprehendan que
pueden aspirar a los mismos premios, i honores que a q u ellos....
(p. 34) — Por otra parte, señor, ¿qué oposición es esta, a
que la Am érica tenga unos cuerpos que representan sus dere
chos? ¿D e dónde han venido los males de España, sino de la
absoluta arbitrariedad de los que mandan? ¿Hasta cuándo se
- 27
nos querrá tener com o manadas de ovejas al arbitrio de m er
cenarios, que en la lejanía del pastor, pueden volverse lobos?
¿N o se oirán jamás las quejas del pueblo? ¿N o se le dará gusto
en nada? ¿ No tendrá el m enor influjo en el gobierno, para
que así lo devoren impunemente sus sátrapas, com o talvez ha
sucedido hasta aquí? Si la presente catástrofe, no nos hace pru
dentes i cautos, ¿ cuándo lo seremos? ¿ cuando el mal no tenga
rem edio? ¿ cuando los pueblos cansados de opresión, no quieran
sufrir el yugo?
Esta exposición del que fue Vicepresidente del fam oso Congreso
de Angostura, de 1819, resume de modo elocuente las quejas y el modo
de pensar y sentir de los patriotas desde los prim eros años de la co n
tienda em ancipadora. El historiador colom biano don Roberto Botero
Saldarriaga, en su libro “ Francisco Antonio Zea” (Bogotá, 1945), en
la p . 154, emite el siguiente juicio:
“ Bella producción, docum ento histórico de inapreciable valor, en
el cual el esfuerzo intelectual del gran escritor tomó impresionante
vuelo en las comparaciones de los procedim ientos de los patriotas con
los de sus crueles enemigcs, los irreconciliables realistas, durante la
guerra de emancipación. En él realzaba con alguna exageración, sir
duda, la ferocidad de los últimos y los medios pacíficos empleados por
los prim eros para lograr poner fin al conflicto que destruía los h abi
tantes de las tierras americanas” . — De esa larga exposición solo se
trascriben algunos párrafos.
28 -
las propiedades y tranquilidad de sus com patriotas por m edio
ie una capitulación, que tan presto fue concluida com o viola
d a ... No se encontraban por los caminos más que filas de pri
sioneros, ancianos, niños, sacerdotes, soldados, los más respeta-
b Ies ciudadanos y los más infelices labradores, todos atados,
iodos conducidos bárbaramente, todos sufriendo igualdad de in
sultos y de ultrajes por irrisión de la igualdad de los d e r e ch o s ...
Aragua de Oriente, que por su situación en lo interior de
los llanos, lejos de las ciudades principales, no había tomado
parte activa en los m ovim ientos políticos; esta villa pacífica y
tranquila es el teatro de la más espantosa carnicería. Su po
blación entera fue aniquilada, ¡pero, cóm o!, atravesando con el
mismo puñal a la madre y al niño entre sus brazos, rom piendo
a otras el vientre para arrancar el feto del seno maternal, mar
tirizando los tiernos jóvenes y las vírgenes inocentes con tor
mentos que el pudor y la humanidad horrorizados apartan de la
vista, variando en todos la muerte y prolongándola para conver
tirla en espectáculo. A unos los desollaban vivos y los arroja
ban a lagos infectos y aun envenenados por su naturaleza, des
palmaban a otros las palmas de los pies y los forzaban a correr
por un suelo pedregoso y ardiente; a otros les quitaban parte
de la piel de la cara, para hacerlos objetos de irrisión; a todos,
antes o después de muertos, les cortaban las orejas, que hicie
ron ramo de com ercio, vendiéndolas en Cumaná a varios cata
lanes que se com placían en adornar sus casas con estos trofeos
de la barbarie y ferocidad esp a ñ o la ... No fue menos desgracia
da la suerte de Calabozo y de San Juan de los Morros, en donde
Boves y Antoñanzas asesinaron por sus propias manos a casi
t:d os sus h a b ita n tes... Si en San Juan de los M orros dejaron
—uchos vivos, solo fue para que suspendidos en las empalizadas
hirviesen de blanco a sus soldados para ejercitarse a dar lan
zadas y sa b la z o s... Dos años habían pasado y todavía se veían
suspensos allí los e sq u e le to s...
Todo lo que respira, m uere: arden por todas partes los cam
pos y los edificios: las ciudades se convierten en sepulcros, y
por largo tiem po una atmósfera pestilente anuncia en ella una
población de muertos. Los caminos se ven cubiertos de cadáve
res de m ujeres y hom bres; unos con los ojos arrancados, otros
traspasados a lanzadas, y otros manifiestam ente arrastrados a
la cola de los caballos. En las provincias de Mérida, Barinas y
Caracas, apenas hay ciudad o lugar que no haya experim entado
semejante desolación; pero la capital misma de Barinas, Gua-
nare, Bobare, Barquisimeto, Cojede, Tinaquillo, Nirgua, Gua
yos, San Joaquín, Villa de Cura, Valles de Barlovento, han sido
los pueblos más desgraciados. Algunos fueron reducidos a ce
nizas, otros quedaron sin h a bitan tes...
Rósete se presenta disputando al antropófago Boves, a su
digno discípulo Morales y al execrable Yáñez, el honor de com
- 29
GIRARDOT— 4
petir con la peste, las viruelas, el mal venéreo y la fiebre ama
rilla en la despoblación de este hemisferio. Mientras Yáñez
marchaba degollando por Barinas, y Boves con Morales por V i
lla Cura, Rósete, para seguir a Caracas, sacrificaba ferozm ente
a los desgraciados hijos de Ocumare, unos horriblem ente muti
lados, sin diferencia de sexo o edad, otros asesinados en el tem
plo y aun sobre el ara misma del altar, atropellados el cura y
sacerdotes, saqueado y profanado el Santuario, trescientos ca
dáveres de los vecinos principales esparcidos en las calles y
sus cercanías, clavadas en las puertas y ventanas las partes
sexuales de los m u e r to s ...
¿Negarán los españoles estos hechos? ¿ P or qué no los ne
garon cuando fueron casi literalmente publicados, hace más de
cuatro años, en el m anifiesto oficial del secretario de estado
M uñoz Tébar, para justificar la declaración de la guerra a
m uerte? El silencio del gobierno e s p a ñ o l... es una prueba con
cluyente de que él mismo se reconoce culpable. Y cóm o osará
levantar la voz a vista de cuatrocientos mil cadáveres tendidos
aún sobre nuestro territorio, de ciudades convertidas en guarida
de fieras, familias numerosas acogidas a los bosques, por todas
partes ruinas, por todas partes vestigios de la industria r u r a l...
El silencio de la naturaleza, el horror de la soledad. ¡Españoles!
¿Osaréis hablar?
Si tantos horrores y maldades no pueden leerse sin indig
nación y sin un secreto deseo de ver exterm inada una raza tan
perjudicial al género humano, ¡qué efectos no habrán produ
cido en los mismos pueblos oprimidos, y pueblos extrem adam en
te irritables, dotados de una im aginación ardiente, y penetra
dos de la justicia y de la im portancia de su causa! Es imposible
form arse fuera de nuestro territorio una idea, no digo ya del
odio, sino del furor y la rabia, que anima a los americanos con
tra los españoles. Esta animosidad domina todas las pasiones,
subyuga todos los intereses, prevalece sobre el sentimiento mis
m o de la libertad y de la independencia. El Atlántico, que se
para los dos mundos, no es tan extenso com o el odio que separa
los dos pueblos.
30 -
habitantes y com etiendo las más horrendas atrocidades, que os
han de irritar y conm over cuando con documentos suficientes,
se publique para vuestra noticia el m anifiesto que califique
estos hechos.
Entretanto, con el objeto de prevenir la calumnia de nues
tros enemigos, es de nuestro interés y obligación anticiparos en
bosquejo, y sucintamente, porque no es posible de otra manera
en las actuales circunstancias, las razones que justifican nues
tra presente conducta, y que os ponen en la necesidad de abo
rrecer y detestar la de nuestros opresores, persiguiéndolos com o
a enemigos del género humano, y autores de crím enes los más
horrorosos contra la justicia y el derecho de gentes, que ha in
fringido descaradamente, sin que hasta ahora se haya visto el
castigo que debió im poner a estos malvados la nación a la que
pertenecen, y bajo cuyo nom bre han derram ado nuestra sangre,
han ultrajado nuestras personas y desolado el Estado___
Es im posible d ib u ja r ... el cuadro de esta provincia. Los
hombres más honrados: los padres de familias: niños de catorce
años: sacerdotes imitadores del Evangelio: viejos octogenarios:
innumerables hom bres que no habían tenido ni podido tener
parte en la revolución, encerrados en oscuras, húmedas y calu
rosas mazmorras, cargados de grillos y cadenas, y llenos de mi
seria: algunos m urieron sofocados en las mismas bóvedas, otros
no pudieron resistir el pesar y el martirio, y rindieron la vida
sin auxilios corporales ni espirituales, porque los negaban im
píamente o los concedían cuando ya estaba, ni acción, ni voz
el moribundo. En las calles no se oían sino clamores de las in
felices m ujeres por sus maridos, madres por sus hijos, hermanas
por sus h erm a n o s...
Prescindim os aquí de los fundam entos con que Venezuela
proclam ó su libertad e independencia; únicamente nos hemos
hecho cargo de las razones para em prender rom per el yugo de
sus actuales opresores, justificando nuestra conducta con un
bosquejo im perfecto y dim inuto de los insultos, atrocidades y
crím enes de M onteverde y sus cóm p lices. . .
A ún estoy con las armas en la mano, y no las soltaré hasta
no dejar absolutamente libres de españoles a las provincias de
V e n e z u e la ... manifestando al orbe entero que no se desprecia
y vilipendia impunemente a los a m e r ic a n o s ....
Cuartel General de Valencia, a 20 de septiembre de 1813
3<? y 1<?.
SIMON BO LIVAR.
- 31
CA PITU LO III
- 33
Nueva Granada, com o a veinte kilómetros, por el camino colo
nial, de aquella ciudad, el 2 de m ayo de 1791, día de San Ata-
nasio de A lejandría (2). Don Luis Girardot contrajo m atrim onio
en Antioquia con Doña María Díaz de Hoyos, el 11 de abril de
1790, y al año, estando ya su m ujer para dar a luz al prim ogé
nito, deeidió viajar a M edellín, por esos fragosos senderos, cru
zando en canoa el torrentoso río Cauca, llevando a Doña Josefa
“ en silleta” , sea a lom o de hom bre (com o se muestra en la
pág. 38) o a lom o de m uía. Este último sistema, en que dos
personas iban en silletas adosadas a los flancos del animal, no
era preferido, por los ram ajes que obstruían los llamados ca
minos, y por los “ canjilones” que se hacían y que a duras penas
daban paso a un jinete. Son desconocidos los m otivos por los
que Don Luis arriesgó a su m ujer, en tan delicada situación,
al duro viaje. Pero, com o se ha visto, el francés era atrabiliario
y decidido: sus razones tendría.
34 -
D I O C E S I S DE A N T I O Q U I A
MINISTERIO PARROQUIAL
li-r?, con D? I¿aría Josepha Dias, y el día 12 los veld el Pa~dre DÍ‘
Vicente Xorac&llo, Cura delSacaojal, se^ün el ord? de ara.Sta♦Madre
\ y¿&'
<k*sé> /'¿íS&3* $2 ¿r? V e ¿ C c
i*cCe*v»C> f,
J . A# . / /i. _ /** * J (k> //
ijuaJo
fe o a fa U » de la fo t o g r a f ía , toaada e*p<»cial®«Bt« _
Partida da « a t r i .o n i o da don L u í. Oirardot con d o S A U 3t
- 35
L A P A T R IA DE A T A N A SIO G IR A R D O T
M uy apreciado amigo:
Acuso recibo de su atta. carta fechada el 19 de este mes, en
la cual me solicita Ud. le refiera una conversación relacionada
con el lugar en donde nació el Cnel. Atanasio Girardot, y que
tuve con su ilustre abuelo. Dr. José María M artínez Pardo, inol
vidable com o hom bre excepcional por sus virtudes, apóstol que
consagró su vida a aliviar con su profesión de m édico las mise
rias humanas, sin exigir rem uneración alguna, y ciudadano em i
nente que prestó grandes servicios a la patria en puestos de ho
nor y responsabilidad. . . . e l Dr. M artínez Pardo me refirió lo
que oyó de propios labios de una hermana del Coronel cuando
Martínez Pardo era estudiante en el Colegio de Nuestra Señora
del Rosario.
Habla el Dr.
Martínez Pardo.
D eclaración de la hermana
de Atanasio.
Comenta Don
M iguel Martínez.
36 -
La carta arriba trascrita viene a agitar de nuevo una cues
tión que para muchos había pasado ya en autoridad de cosa
juzgada: L A P A T R IA DE G IRARD O T.
La circunstancia de haber sido bautizado Girardot en M ede-
llín ha hecho creer, no sin fundam ento, que el héroe del Bár-
bula era natural de dicha ciudad. La carta que hoy publicamos
desmiente de plano esta afirm ación.
Durante casi todo el siglo pasado se tuvo por cierto que la
patria de Girardot era la ciudad de Antioquia. El prim ero en
proclam arlo así fue el Libertador, en su famosa LE Y DE HO
NORES, dictada en el cuartel general de Valencia el 30 de sep
tiem bre de 1813, el mismo día del sacrificio. Hoy se califica de
error esta afirm ación del Libertador. Permítasenos sin embargo,
algunas reflexiones al respecto.
B olívar no
era un lerdo.
Llama desde luego la atención el que en semejantes cir
cunstancias se haya deslizado sem ejante error a semejante per
sonaje. No era Bolívar un lerdo ni m ucho menos, que no se
diera perfecta cuenta de lo que hacía o decía, y es, a nuestro
sentir, hacerle flaco favor al tacharlo de ligero e inconsiderado
al dictar tan im portante docum ento. Lo natural es — y así hemos
de suponerlo— que si el Libertador ignoraba a punto fijo la pa
tria del héroe, se hubiera tom ado el trabajo de inform arse con
los que debían saberlo, lo cual nos está demostrando que entre
los amigos, com pañeros y conm ilitones de Girardot, éste era te
nido por h ijo de esta c iu d a d ... Y avanzando más en las suposi
ciones, sin apartarnos de las reglas de la crítica histórica, he
mos de creer que fue el mismo Coronel quien les reveló el he
cho. No es, pues, aventurado suponer que el mismo Atanasio
Girardot se creía y se tenía por natural de la ciudad de A ntio
quia, y que el testim onio del Libertador es el m ismo de G i
rardot . . .
Contra J. D.
M onsalve
El conocido y sabio historiador colom biano, José D. M on
salve, en su hermosa m onografía de Girardot, se permite, no
sin cierto desenfado, y apoyándose sin duda en la partida de
bautismo (aunque no lo d ice), así no más el decreto del Liber
tador por m edio de una simple notícula al pie, que dice: “ El
Libertador sufrió esta equivocación, porque en aquel tiem po la
Provincia de Antioquia tenía por capital
nom bre” . El historiador quiere con esta explica*
barata, enm endarle la plana al Libertador y
que “ equivocación” , acusaría ignorancia en
Pero a nosotros, valga la verdad, no nos
la c o r r e c c ió n ...
D ibujo basado en la lámina 13 del “ A lbum de la
Comisión C orográfica” — Bogotá.
38 -
“ Era (G irardot) natural de Antioquia en la Nueva Grana
da” . Y más abajo, en la página siguiente, añade: “ Sus huesos
debían trasladarse a Antioquia, su patria” . ...R e s tre p o fue con
temporáneo de Girardot; Restrepo estaba en la misma ciudad
de Antioquia el día de la acción del Bárbula, 30 de Septiem bre
de 1813, ¿quién estaba en m ejores condiciones que él para de
cirnos de dónde era natural el inmortal héroe antioqueño?
. . . ¿ O se pretenderá corregir al historiador con una notícula al
pie, com o al Libertador?
Otros testimonios.
El 2 de Mayo,
día de San Atanasio
- 39
Casa que fue de la fam ilia Díaz, en la ciudad de Antioquia. Fachada
sobre la “ Calle de la A m argura” y patio del tamarindo. Se halla en
el crucero con el Callejón “ D’Elhúyar” (antiguam ente), o “ Juan Esté-
ban Martínez” , o “ Góm ez Plata” , o “ Del Corral” , o de “ Don Víctor
Pardo” .
San Jerónimo
hacía parte de la
ciudad de Antioquia
Ahora bien: se dirá que esta carta del Dr. Ortiz viene a
desmentir la tesis que venim os sosteniendo, a saber, que Girar
dot era natural de la ciudad de Antioquia. Nosotros creem os que
nó. Y esto por la sencilla razón de que San Jerónim o por aque
lla remota época era un sitio perteneciente a la ciudad de A n
tioquia, algo com o una vereda de Antioquia, com o puede serlo
hoy día el sitio de Guazabra o de Cativo. Don A lvaro Restrepo
Euse, en su Historia de Antioquia dice, en la p. 271: “ San Je
rónim o en 1780 era sitio de importancia y dependía directam en
te de la ciudad de Antioquia. En 1812 figuró com o Distrito, ca
rácter que conservó de 1820 en adelante” . Y a la manera que
el que nace hoy en el sitio im portante de Guazabra es con toda
razón natural de Antioquia, así quien en aquella época nació
en el sitio importante de San Jerónimo, es considerado con toda
razón natural de Antioquia. Girardot nació el mismo día que
salió de su casa, a pocos kilóm etros de ella y cuando aún no
había salido de Antioquia, cuando aún estaba en sus dependen
cias, y por eso Antioquia puede con perfecto derecho, y aún
debe, reclam arlo com o suyo. Antioquia le dio ser, vida, sangre,
40 -
hogar, madre, porque Doña Josefa Díaz era de esta c iu d a d ... El
es nuestro hermano, carne de nuestra carne y sangre de nuestra
sangre. H oy día en la carrera Góm ez Plata de esta ciudad, mar
cada con el núm ero 54 se señala una casa perteneciente en la
actualidad a los hijos del Sr. Esteban Martínez P. com o la casa
de habitación que fue de la fam ilia Díaz: es allí donde debiera
estar la placa conm em orativa.
En M edellín Girardot no tuvo raíces ni vinculaciones nin
gunas, ni de familia, ni de sangre, ni de vecindad, porque Gi
rardot no vivió en M edellín, no hizo más que pasar de largo
en vía para Santafé, y entonces fue bautizado allí para conti
nuar inmediatamente su viaje a la capital, donde creció y se
educó.
APENDICE
- 41
Je t* V ¿ ra c n u
• WMm
42 -
ejerciendo el modesto em pleo de escultor. En 1788 se le encuentra re
matando un solar en el barrio de San B e n ito ... A cosado por las au
toridades no le quedó al artista más recurso que poner pies en p o lv o
rosa. A bandonó la villa de la Candelaria y se fue hacia la ciudad de
A ntioquia. A llí se dedica a la minería en compañía de un señor Díaz,
con el que pocos meses después se emparienta, uniéndose en m atri
monio con su hija doña María J o s e fa ... el 11 de A bril de 1790, des
pués de saberse la muerte de su prim era consorte. Meses después lo
encontramos en Medellín, en donde lleva a la pila bautismal a su pri
mogénito. el 9 de M ayo de 1 7 9 1 .... Desde este año hasta 1797, don
Luis ensancha sus n e g o c io s .... reúne un capital no despreciable, y
sintiéndose estrecho en la plaza de la Candelaria se marcha a San
B artolom é de Honda con su m ujer e h i j o s . . . . A labem os y engrandez
camos siempre la m em oria de los inmortales h é r o e s .... pero para
ensalzarlos no inventemos leyendas.
- 43
Actual colocación del busto de Girardot, en Medellín. El muro oscuro,
de piedra, es la antigua fachada d e la Iglesia, que da al oriente. Se
derruyó la edificación que seguía, y se le hizo a la Iglesia la entrada
lateral, al Norte, que se aprecia.
44 -
L.ljfc J¡n ¿4tc*.y\cc¿J_ ¿ 0>
i ¿W i,.i,fanigii'<>~«»- iir, ^
P a r t id » áe Bautismo de M a n u e l . A tanasio QIRAROC'T Fof-rtMíf» T4*»** flFUlH**!ITt
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TsíííiW
» $0, 25 Atanasio, h ijo legítiso de Dn Luis Girardot y de
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45, 20 M k n »( 1383, t . 348, i • h i «otí m » t > k>« Ho» A » » t f 9« » « » JkitM» .
- 45
GIRARDOT— 5
Este retrato fue siempre tenido com o de Atanasio Girardot,
en tiempos cercanos, y de ahí viene la equivocación de muchos
historiadores, com o Don J. D. Monsalve, que atribuyen al héroe
ojos azules. Por los cuatro retratos distintos que aparecen en
estas páginas, se nota claramente que los ojos de Atanasio eran
de color pardo, pues cuatro artistas diferentes no pudieron ha
berse equivocado al pintar detalle tan notable. Fuera de esto,
se aprecia que los rasgos fisonóm icos de este retrato, si pareci
dos y de familia, difieren de los apreciables en las cuatro imá
genes de Atanasio; y si se observa con cuidado, se ve que el
conjunto de la fisonomía tiene marcado aire francés. La conclu
sión cae de su peso: ESTE RETRATO ES DEL PADRE, NO
DEL HIJO. A ella se puede llegar porque esta es la primera vez
que ha sido posible hacer la com paración simultánea ante re
producciones en color. En esta conclusión han estado acordes
los expertos consultados, y aún el dueño del retrato, pese a que,
al paso de las generaciones, la tradición fam iliar se haya perdido.
46 -
RETRATO DE DON LÜIS GIRARD OT Y BRESSANT
— Padre de Atanasio —
EL PADRE
- 49
lonia, así com o los libros parroquiales, no se halla m ención del
dicho m atrim onio de don Luis con doña María Teresa La Rotta
(o Larota, o la Rota, pues todos escriben el nom bre diferente
m ente), pese a las minuciosas pesquisas llevadas a cabo amable
mente, para este Estudio, por el Dr. Ulises Rojas, ilustre escritor
y Presidente de la Academ ia de Historia, por el Secretario, Don
Ramón C. Correa y por el D r. V icente Landínez Castro (2).
Ese m atrim onio queda, pues, en el lim bo de la posibilidad, aun-
que el Sr. Bernal ha sugerido una ingeniosa hipótesis, que a
su tiem po se anunciará.
La anécdota del colegio para señoritas “ Girardot Sáenz” ,
que funciona en Chapinero (B ogotá) y que tiene merecida
fama de ser una institución seria, es típica de las dificulta
des halladas en esta investigación. El presente pesquisador
se presentó al colegio y tuvo el honor de hablar con una
de las Señoritas Girardot, rectoras del instituto, averiguán
dole qué sabía ella de su familia, de donde procedían y un poco
de genealogía. La dama se lim itó a decir que nada, nada sabía,
que “ su padrecito” tenía por costumbre decir que uno era hijo
de sus obras y no de sus antepasados; y al cabo de un buen rato
en que “ su padrecito” fue m encionado muchas veces, el inves
tigador se despidió de la amable señorita sin haber obtenido
dato alguno. Lo mismo sucedió con unos presuntos descendien
tes de Girardot, que viven en la población de Güicán, en Boyacá,
Colombia, y que se les cerraron com o la legendaria ostra a los
señores de Tunja m encionados antes.
Es posible que algunos de los descendientes de don Luis,
por las ramas de las cuatro hijas, que hoy son numerosos en
Bogotá y hacen parte de familias prestantísimas, posean docu
mentos que permitan identificar el esqueleto en la alacena (“ the
ekeleton in the closet” , de que hablan los in g leses). Mas el P. I .
(presente investigador) no logró ponerse en relación con todos
ellos. Otros con más suerte, quizá hayan logrado esclarecer el
punto, que — al fin y al cabo— no es de gran importancia para
este Estudio. De manera que la siguiente Cronología se basa en
datos accesibles a todo el mundo.
No era tam poco don Luis tan mansa paloma com o nos lo
quieren pintar la infinidad de copistas, ni él mismo en las va
rias inform aciones que hizo levantar, en que se autocalifica de
50 -
“ persona de genio pacífico y amistoso” , y otras lindezas. El ilus
tre autor de las “ Genealogías de Antioquia y Caldas” , escribe:
Tam poco sale don Luis muy bien librado de la lengua del
poeta satírico y feroz realista Francisco Javier Caro, que en los
primeros años de la Independencia le dedicó estas décimas: (4)
- 51
tálicos oros y verdes, para atestar con esas “ obras de arte” las
salas de los criollos.
Tenía don Luis la tenacidad propia de su raza y las virtu
des del pequeño burgués, de las que da pruebas a lo largo de
su existencia, com erciando incansablemente, negociando con v i
veza, que en ocasiones casi se metía entre las pastas de los
códigos, ahorrando sus dineros y disponiendo de ellos, a veces,
con generosidad que da el mentis a la avaricia considerada co
m o característica del francés. Era hombre que tomaba decisio
nes fulminantes y arriesgadas, com o lo comprueba, por ejem
plo, el haber viajado de la ciudad de Antioquia a M edellín
cuando su esposa estaba en vísperas de dar a luz al prim ogé
nito, y ese seco arrancón de M edellín a Honda, sin razones que
deje vislum brar la escasa documentación.
Que era hombre de audacia y valor personal, se colige por
sus aventuras guerreras. Antes de los treinta años lucha en los
Llanos con tribus indígenas, que sacrificaron a varios de sus
compañeros. Eso, en ese tiempo, no era tarea para apocados. En
la Guerra Civil del ‘ 12 pelea en Charalá, donde lo cogen; en el
‘ 15 marcha con una expedición punitiva. Y en las montañas de
A ntioquia se m ete por cañadas y riscos, con cuadrilla de escla
vos, en rebusca de minas y de ojos de sal, y eso tam poco era
empresa para pusilánimes.
No hay duda de que su carácter era franco y cordial, pues
así lo atestiguan los que firm an las certificaciones de conduc
ta; y, com o padre, supo infundir en el hijo un tierno amor, co
mo se ve por las cartas de Atanasio. No hay datos sobre su
educación. Se dice, por tradición familiar, que nunca habló bien
el español, pues apellidaba “ Satanás” al hijo y llamaba “ Yuse-
fa ” a su m ujer Josefa. Pero, ejem plos de extranjeros que jamás
aprendieron el idioma de estas tierras y, en cambio, olvidaron
el propio, los hay a porrillo. Quizá don Luis, en su vida de
actividad, no tuvo tiempo de leer y cultivarse. Tam poco lo sa
bemos.
Cuando advino la Independencia supo ser fiel a ella; y al
llegar el Pacificador, en vez de pensar en someterse — com o
tantos lo hicieron— al Comité de Purificación, arrastrándose
ante el peninsular y pronunciando el “ pecavit” que tal vez le
hubiera salvado la cabeza, prefirió, ya con 64 años encima, em i
grar con Serviez a incorporarse a los patriotas que aún aviva
ban en los Llanos la llama de la rebelión.
52 -
No solo, pues, por haber sido el padre de tres héroes, sino
por su propio valer y sus virtudes ciudadanas, es por lo que
se contempla con respeto, no ayuno de em oción, el retrato de
ese hom bre de semblante abierto, en cuyos ojos hay el cielo de
su Francia nativa.
CRO N OLOGIA
- 53
Valonas. Esto se sabe por la Carta de Naturaleza (Docum ento
N? 2), fechada en 1802; dice que “ hace 20 años pasó a A m érica” ,
luego estaba en España en 1782: y com o también se dice que
gastó 8 años en las Guardias, se deduce que llegó a España en
1774.
1782 — ? — L legó a Am érica. Se deduce de la Carta de Natu
raleza.
1782 — ? — En Pore, en lo§ Llanos, y en Santafé, según la Cer
tificación que pide, sobre la que se oyeron varios testigos.
Es del siguiente tenor (Posada, “ D o c u m e n to s ...” p. 743 del
“ B o le tín .. . ” ).
54 -
1788-Enero 24 -Medellín — Consta en el Libro de Fundición de
Oro, que pagó derechos de sisa.
1788-Junio 2 -M edellín — En esta fecha entró a fundir $ 3016
más 7 tomines.
1788-Abril 10 -Medellín — Documento. D. Luis pide que se le
indique sitio para edificar una casa en el terreno pantanoso
que fue de D. A lejandro Alvarez.
1788-Agosto 27 -Medellín — V endió la finca “ en el pantano” a
D. Francisco José Ramos, en $ 400 oro.
Por este tiempo estaba D. Luis en aulagas, según relato de
Mesa Jaramillo:
- 55
de 1789 don Francisco de Baraya y la Campa, G obernador de
la Provincia, dirigió un oficio al Teniente de Gobernador, en
M edellín, en estos términos:
Por las Leyes r e a le s ... está prevenido a los Gobernadores y Jus
ticia cuiden de la debida unión de los matrimonios, haciendo salir y
transportar fuera d e sus jurisdicciones a los consortes que estén sepa
rados sin licencia de sus m u j-eres... Y por cuanto estoy inform ado que
a Don Luis Girardot no se le ha hecho salir por esas justicias, según
lo tengo mandado en el expediente entre ese Cabildo y el Dr. Don
Ignacio Uribe, sobre apertura de una calle por sus tierras, procederá
V m d. a que se le intime que dentro de ocho días sin más término ni
demora, salga de ese Distrito y el de todo gobierno, tres semanas, a
tmirse con su esposa; y caso de no cum plir con el prim er término le
arrestará y con un par de grillos y a su costa, lo remitirá a la plaza
de Cartagena, donde se dic-e que está su m u je r ... Dios guarde a Vmd.
muchos años.
56 -
1789-Mayo- Ciudad de Antioquia — Hemos visto que está aquí
sincerándose.
1790 -Abril 11- C. de Antioquia — Contrae matrim onio con D o
ña María Josefa Díaz de Hoyos. Véase la Partida en el próxi
mo capítulo, “ L A M A D R E ” . Asegura el Sr. Arango M ejía (11),
el hom bre docum entado sobre D. Luis, que su franchute había
tenido negocios de minería con el Sr. Díaz, padre de Dña. Ma
ría Josefa.
1791-Febrero 19-Medellín — Según Mesa y Arango, en esta fe
cha com pró la casa de la Veracruz, cuya fotografía se verá
en el Capítulo 3.
1791-Mayo 9 — Medellín— Bautizo del prim ogénito. D. Luis
y la madre venían de la ciudad de Antioquia. Atanasio na
ció en San Jerónim o.
1794-Enero 24 - (? ) — Hizo juram ento de ser fiel vasallo del Rey.
Posee 10.000 castellanos. Esto se sabe por la Carta de Na
turaleza.
1794- ? — Antioquia— Según Mesa, se le expidió título de la m i
na de “ El Zancudo” , pero Arango no lo cree, y el dato no se
ha podido com probar.
1794-Marzo 16- Antioquia — Se le concede permiso para bus
car una mina de oro en la Quebrada Amagá, con una cua
drilla de 25 esclavos (Fotocopia de docum ento enviada por don
Carlos W hite).
1795-Junio 25-Antioquia — Denuncia una mina en la Quebrada
Iguaná-Doc. N 9 450.
1795 — Octubre 14— Antioquia— Registro de un “ ojo de sal”
en la boca de Hueso hasta la quebrada de la Rienta.
1797 — Febrero 10— Medellín— Compra una esclava por 100
castellanos. (L . de Regr.)
1797 — Junio 12— Medellín— Entró a fundir $ 3.559.
1797 — Junio 14— Medellín— Entró a fundición $ 3.708.00 (L i
bros del O ro).
1797— ? — Se fue con familia y bártulos de M edellín a Honda
(12)- Este viaje de D. Luis es enigm ático. H om bre es
tablecido en M edellín, con negocios prósperos, emparentado
con fam ilia distinguida de Antioquia, ¿por qué dejaba esa pla
za para trasladarse a San Bartolom é de Honda, un pueblu-
cho entonces y no m uy importante ciudad hoy día, en clima
ardiente?
1799 — ? — Honda— Fue elegido alcalde de la Santa Herman
dad (Posada, “ Docum entos” ).
1802— Diciembre 11— Vive en San Bartolomé de Honda, pues
tal se dice a la Carta de Naturaleza, expedida en esta fe
cha (Docum ento N 9 2).
1802— Vive en Santafé, según el Padrón que trae Posada:
- 57
nuela, Dña. Bárbara y Dña. Joaquina, párvulas. Esclavos: Marcela y
Francisco, solteros, y Juana María, joven ; Rita Rodríguez, libre. A gre
gados: D . Joaquín Carrasquilla, casado en la Provincia de Antioquia;
su hija Dña. Ramona, jov en . Esclavo, Juan de Dios, adulto; criada,
Basilia, negra, esclava soltera.
1803— Junio 18— Santafé— Presenta la Carta de Naturaleza.
La certifica el Dr. Dom ingo Caycedo. (Posada, “ D ocu
mentos p. 741).
1804 — Enero 3— Santafé— Se recibe declaración de M iguel J o
sé Cadena y G odoy sobre la expedición a los Llanos. Este
dice que don Luis era “ Tallista” .
1806 — Enero 10— Santafé— Remató las mercaderías que el
Adm inistrador de la real renta de Alcabalas le em bargó
a don Pablo Fernández. Ese remate lo hizo por $ 1.290 al
contado. (12).
1809 — Marzo 23— Santafé— Pide levantar inform ación sobre
sus servicios, sobre si se ofreció él y su hijo Atanasio para
tomar las armas en defensa del amado Soberano, etc. •—
D ocum ento N° 3.
1810 — Julio 20— Santafé— Don Luis, acompañado de su hijo
Atanasio, fue de los prim eros en ofrecer sus personas a
la Junta. Caldas y Camacho publicaron un M anifiesto en
el que, por errada inform ación, incluyeron a los Girardot
entre los remisos. Atanasio reclam ó, y la Suprema Junta
dictó un auto, el 6 de Octubre de 1810, en que se dice: “ El
público de esta ciudad está convencido de los procedi
mientos del citado oficial y de su padre, D. Luis Girar
dot, el prim er europeo que se presentó en la sala del Ca
bildo la noche de la revolución a ofrecer su persona y
bienes en servicio de la Patria” . (Véase la trascripción
com pleta en el Capítulo V II).
1810— 1811— En Santafé, según se deduce por las cartas de A-
tanasio.
1811 — Abril 13— Santafé— Con esta fecha le dirige carta D
Joaquín de Caycedo.
1811 — Abril 20— Santafé— En esta fecha era Teniente C oro
nel del Batallón de Patriotas, según dice el escribano E-
lorga en el Docum ento N9 1 del Cap. V.
1811 — Julio 15— Santafé— En el Copiador de Ordenes (13) se
lee:
58 -
1812 — Junio . .— En Santafé— Nariño, preocupado con la se
guridad de la vía fluvial del Magdalena despachó una e x
pedición al mando del coronel francés don Luis Francisco
Rieux y de don Luis Girardot, a Honda, según M onsalve
(14), pero se debió devolver, pues pronto vemos a don
Luis preso por los revoltosos de Charalá.
1812 — Julio 23— Charalá— Según carta de Atanasio, los cam
pesinos de Charalá, armados de palos y lanzas, derrota
ron la colum na de Castro, en la que iba don Luis, y Jo
cogieron prisionero. Pero quedó en manos del hijo.
1812 — Septiembre 15— Santafé— Según carta de Atanasio, de
bió haber llegado a la capital, canjeado por otros prisione
ros, quizá.
1813 — Enero 27— Santafé— Aquí debe de estar, m uy tranquilo,
según carta que Atanasio escribe a sus padres.
1813 — Marzo 21— Tocaima— Aquí debe estar temperando, para
reponerse de alguna enferm edad, según carta de Atanasio.
1813 — Abril 20— Santafé— Regresó alentado, según Atanasio.
1813 — Noviembre 28— Santafé— Contesta la carta de pésame
que le dirigió Camilo Torres, por la muerte de Atanasio
en Bárbula (D ocum ento N? 4), en la que se ofrece él mis
m o para marchar a la guerra. Don Luis tenía entonces
sesenta y un años. Torres no le admitió el ofrecim iento.
1815 — Enero 2— Santafé— Llegado el Libertador a la capital,
don Luis se presentó ante él. Esto lo relata Ibáñez (15):
El 2 de Enero de 1815 se presentó ante el Libertador el conocido
francés Luis Girardot con el objeto patriótico de ofrecerle sus servicios
personales, lo cual com unicó el Secretario de Guerra Andrés R odrí
guez. Después de recordar que Atanasio y Pedro Girardot habían
muerto en los campos de batalla, B olívar dijo a Girardot:
“ He apreciado cuanto debía la generosa oblación de este padre
patriota; y para manifestarle la consideración a que se ha hecho acre
edora su ilustre familia, he dado el grado de Subteniente al joven M i
guel Girardot” .
- 59
El Congreso de las Provincias Unidas y el gobierno federal resolvieron
trasladarse a Santafé de Bogotá, lo cual se efectuó el 23 de Enero de
1815.” — B olívar salió de Santafé y estuvo en Honda el 27 de Enero
de este año. Aquí es en donde encaja la estrofa del P . Torres:
60 -
(Del Tom o I, pp. 121 y 122)
El general Servier se separó con mi per
miso del cuartel general de Achaguas para ir a descansar al campo,
por algunos días, de las fatigas de la guerra, que habían quebrantado
su salud, y se dirigió al “ Chorrerón” , lugar distante una legua de A ch a
guas, a la casa de una m ujer llamada Presentación. Estando allí,
cuatro hombres a caballo, según declaró esta m ujer, se presentaron en
las altas horas de la noche, y llamaron a la puerta dijeron que llevaban
una orden mía para el General. Contestó éste que se la mandasen;
pero los hombres replicaron que era verbal y querían comunicársela
a él en persona. Salió Servier (sic) a la puerta, y cayendo sobre él los
bandidos, que deberían ser algunos de los dispersos del Yagual, le lle
varon al bosque inmediato y allí le asesinaron. Esquisitas diligencias
se hicieron para averiguar el paradero de los autores del asesinato. La
única testigo que había no los conoció, y ningún dato posterior se p re
sentó nunca para saberlo ni sospecharlo. En aquellos tiempos en que
había tanto hom bre suelto por los campos, no perteneciente al ejército,
era una imprudencia del general haberse ido lejos de él, y mucho m a
yor cuando a él le sobraban enemigos que le habían seguido de la
Nueva Granada. Entre nosotros ninguno tenía, pues acababa, com o
quien dice, de llegar a nuestro suelo, y se había portado muy bien en
la acción del Yagual.
GIRARD OT (sic) que había tomado pasaporte para ir a la p ro
vincia de Guayana, fue alcanzado en su marcha y asesinado cerca de
las riberas del Orinoco por dos hom bres. Inmediatamente los hice p er
seguir, y habiendo aprehendido a uno de ellos, el teniente Juan Ignacio
García, le hice juzgar y fue pasado por las armas en el Yagual, ha
biendo su cóm plice, un tal Santa María, escapado a la isla de Trinidad.
III
Nota del General José Félix Blanco
La verdad histórica exige que la revolución contra el G e
neral Santander y su autoridad, de que hablan los anteriores
“ Apuntes sobre la guerra de la Independencia” , sea referida
con más im parcialidad que la con que ha sido descrita en es
ta ocasión; y com o testigo presencial de los hechos y conoce
dor de los que en ellos intervinieron, procedo a v e r ific a r lo ...
IV
Adición del propio General Blanco
Y o serví con el General Serviez en el sitio de Santafé el
año 14, y en la última campaña de Nueva Granada el año 15,
luego que llegué de la de Cartagena. Cuando ya perdim os la
- 61
esperanza de poder defender el país con nuestra escasa D ivi
sión de 1.500 soldados bisoños, contra las numerosas falan
ges de M orillo, me esforcé en persuadir al General Serviez
las ventajas de nuestra retirada sobre Venezuela, de preferen
cia a ir al Sur (P opayán), com o pensaba y lo verificó el P re
sidente Madrid con la poca tropa que guarnecía la capital. Sea
porque dicho jefe se persuadió de la exactitud de mis obser
vaciones, o sea que también oyese a otro de mi misma opi
nión, el dirigió su marcha por Caquetá y los Llanos de San
Martín a Casanare: de aquí seguimos al Apure: y se batió,
com o acaba de leerse, en la batalla de Yagual. Ocupada la is
la de Achaguas por Páez, Serviez elijió para su habitación un
pequeño rancho o bohío frente a la isla, con el río de por m e
dio, y allí vivía casi incom unicado porque apenas lo visitá
bamos el coronel Tomás M ontilla y yo. Algunos Jefes apu-
reños, que estaban pobres, desnudos, y más que todo v icio
sos, se propusieron por rica presa los baúles del General Ser
viez, porque lo juzgaban con dinero; y en una noche del mes
de noviem bre lo asaltaron, le dieron muerte horrorosa a m a
chetazos, y saquearon su tesoro, el cual rodaba, al día siguien
te apenas, en las mesas de juego, en onzas de oro. Ninguna
providencia vim os tomar al G obernador coronel José Antonio
Paredes, ni tam poco al General Páez a su regreso del sitio de
San Fernando, para siquiera cubrir el expediente, com o suele
decirse, con una lijera averiguación sumaria. ¡Juzgue el lec
tor, por los antecedentes, la acerba pena que me causó tama
ño y tan escandaloso atentado!
Como la impunidad abre la puerta al crimen, luego tuvo
lugar el hom icidio perpetrado, a orillas de la propia isla, en
las personas de los franceses Serviez y Girardot, por aprove
charse de unas botellas de oro en polvo que cargaban con
sigo. . . .
JO S E
A N T O N IO
62 -
FE DE BAU TISM O DE DON LUIS G IRA RD O T
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6IRAR00T— 6
Transcripción
Extracto de la lei del 3 año tercero, que determina el m odo
de hacer / constante el estado civil en la ciudad de París./ Art.
25, las ojas de despacho los actos del estado civil llevarán un /
sello d ob le./ Art. 26. Los extractos estos actos no podrán dar
se en estas o ja s /
64 -
cTf^ ta. X'fo tboexaf *&*,&? £ )
y m ¿ a fa ts y h v k b & y£rrnf' a fctfyuráv ¿n ¿ f >
‘fadoOarra fs/a ¿h rs Pe jxce/te v xa Sw M ar/td& c^'
¿ s ) 4aa)<Txa Stu& estff f/?e*ct¡). ¿ya$a en
66 -
todas las honras, gracias, m ercedes, franquezas, libertades, pre
eminencias, prerrogativas e inmunidades que gozan pueden y
deben gozar los que son naturales de estos Reinos de Castilla,
y encargo al Serenísim o Príncipe de Asturias, mi m uy caro y
amado hijo, y mando a los Infantes, Prelados, Duques, M arque
ses, Condes, ricos hombres, Priores de las Ordenes, Com enda
dores, Subcom endadores, Alcaides de los castillos y casas fuertes
y llanas, y a los de mi Consejo, Virreyes, Presidentes y Oidores
de mis Reales Audiencias, Gobernadores, Intendentes, C orregi
dores, Alcaldes, caballeros, escuderos, Oficiales y hom bres bue
nos de estos Reinos de Castilla y León y de todas las ciudades,
villas y lugares de las referidas Indias, Islas y Tierrafirm e del
mar Océano y de todas la demás personas de cualquier estado
y calidad que sean, guarden, cum plan y ejecuten y hagan guar
dar, cum plir y ejecutar esta mi Real Cédula, y que os hayan
y tengan a vos el referido D. Luis G IR A R D O T por natural de
estos Reinos de Castilla, para efecto de vivir y tratar y contra
tar en los de Indias y ser reputado com o otro cualesquier vasa
llo mío, sin poneros ni consentir se os ponga en ello embarazo
ni im pedim ento alguno, sin em bargo, de cualesquiera prohibi
ciones, ordenanzas, pragmáticas y sanciones generales o particu
lares de estos Reinos que hubiere encontrado, y de la Ley he
cha en Cortes de Madrid por Srs. Reyes D. Fernando y Da.
Isabel, sobre este asunto, las cuales y cada una de ellas de mi
propio motu, cierta ciencia y poderío real, absoluto, dispenso
para en este caso dejándolas en su fuerza y vigor para los de
más que se ofrezcan en adelante. Y de esta Cédula se tomará
razón en las contadurías generales de valores y distribución de
mi real Hacienda y de mi C onsejo de las Indias, dentro de dos
meses de su data, expresándose por la primera quedar satisfe-
. ío o asegurado lo correspondiente al derecho de la media anata
ie los ocho mil doscientos reales de vellón con que habéis ser-
• do conform e a lo resuelto en el arancel aprobado para esta
:.ase de gracias, lo que no ejecutándose así, quedará nula esta
merced.
Dada en Valencia, a doce de Diciem bre de mil ochocientos
y dos.
Y o El Rey.
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- 67
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68 -
a fiel vasallo: con lo demás que tenga por conveniente expo
ner en justicia: ello m ediante con el pedim ento más conform e.
A. D. suplico provea com o solicito que en lo necesario juro, etc.
LU IS G IRARDO T.
•X*
- 69
timo, la pongo en su noticia para que se sirva librar contra las
cajas nacionales de Venezuela, a efecto de percibir los sueldos
que pertenecían al Coronel Atanasio Girardot.
Dios guarde a Ud. m uchos años.
CON TESTACION
70 -
i'uraleza produjo su efecto en el sensible corazón de un pa
ire y de una madre tiernos: los ojos se nos han empapado
r. las lágrimas; pero las consolaciones de los sujetos piadosos
: _r han venido a visitarnos, la reflexión que vuestra excelencia
~ s hace, y las muchas que en semejantes lances suministra
* -T5tra sacrosanta religión, las han enjugado ya. El citado mi
' - : corrió con buen ánimo a los peligros, buscó las balas y
: i metas enemigas y ha term inado la vida en defensa de su
- ::a. Cum plió con su deber sacrificando hasta sus últimos alien-
- en la lucha de la libertad y del honor; ¡quiera el cielo
3 - r de su sepulcro broten ejércitos enteros, que acaben de
. dsumar la obra de la redenc ión total de Venezuela, y de
1 - ::ra absoluta independencia del más cruel e injusto de los
p c ie m o s ! ¡Bárbaros españoles que han arrebatado a mi hijo
: - T.'.do, cuya edad no alcanzaba a 23 años! Ojalá que tuviera
:ro capaz de tom ar las armas que en el m om ento volaría
- .gar la m uerte de su herm ano; pero siendo m uy pequeño
« rico varón que me queda, iré personalmente bajo las ór-
2 del general de la Unión, si vuestra excelencia así lo dis-
* ' t v admite mi sincero ofrecim iento, recibiendo en este caso
*1 :-:r.greso bajo su amparo y proteción, aunque nada necesitan,
a wll m ujer e hijas.
Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.
¿antafé, 28 de noviem bre de 1813.
LUIS G IR ARD O T
— Los autores que aquí se citan son los siguientes, así com o d ele
trean el apellido de la 1^ señora;
1906— Eduardo Posada, “ Documentos para la Vida de Atanasio
Girardot” — “ B ol. de Hist. y A n t .” , Bogotá, V ols. III
y I V ................................................................................La Rotta.
I>07— J .M . Mesa Jaram illo — “ Del Padre y la casa de Girar
dot” , A rt. reproducido en la misma revista anterior, V ol
IV, p . 725 y sgts...........................................................La Rotta
1911— J .D . Monsalve, “ Atanasio Girardot” (F olleto), Bogotá,
1 9 1 1 ................................................................................... La Rotta
1911— A lvaro Uricoechea, “ Atanasio Girardot” , A rt. en la R e
vista del Rosario, Bogotá, Vol. VII, N? 70 . . . . L a Rotta
‘ -42— Gabriel A rango Mejía, “ G eneología de Antioquia y C al
das” , 1942 .........................................................................Larrotta
1943— Enrique Echavarría, “ Extranjeros en A ntioquia” , M ede
llín, 1943 ......................................................................... La Rotta
.-49— S .E . Ortiz, “ Fances-es en la Independencia” , Bogotá,
1949 .................................................................................... Larrota.
— etc. —
- lir ta del D r. V icente Landínez Castro al Dr. Carlos López
N'arváez, fechada en Tunja el 24 de Junio de 1965, que obra
- 71
en el archivo del presente autor. El párrafo pertinente reza:
“ A l respecto (de la partida de matrimonio de D . Luis Girardot
con la sra. Larrotta) no quedó en la ciudad archivo parroquial
e histórico sin escudriñar, pero con el desafortunado resultado
de no hallar por ninguna parte dicho documento, com o tam
poco ninguna referencia sobre el m ism o. Inclusive escribimos
a la población de Güicán en donde residen unos presuntos des
cendientes de los Girardot, para inquirir algún dato, y ellos
n o s , contestaron en form a negativa” .
( 3) — Gabriel Arango Mejía, “ Carta abierta a don Juan de Dios U-
ribe T oro” , fechada en M edellín, 14 de Febrero de 1940. — R e
pertorio H istórico” , M edellín, Vol. X V , N<? 146, Agto., 1940.
(4 ) — Francisco Javier Caro — Poeta gaditano satírico, que zahirió
en décimas a muchos de los hombres de la Independencia de
la Nueva Granada. La perversa obra satírica de Caro se tituló
“ Nueva relación y curioso rom ance” . — Fue abuelo del lite
rato colom biano José Eusebio Caro. (Ospina “ Diccionario” ,
T. I, p . 473).
La décima está tomada de las “ Crónicas de B ogotá” , de J. M.
Ibáñez” , 2^ e d ., Bogotá, 1917, Tom o III, p . 22, 23.
( 5) — J .M . Mesa Jaramillo, obra citada arrriba, p. 725 del “ B ole
tín” . — También en la declaración del 3 de Enero de 1804, d e
Miguel José Cadena (Véase “ Cronología” ).
( 6) — A lvaro Uricoechea, obra citada arriba, p . 613.
(7 ) — Arango Mejía, Gabriel — A rt. “ Donde Nació Girardot” , “ R e
pertorio H istórico” , M edellín, V ol. X V , N? 145, p. 331.
(8 ) — Idem — “ Carta A bierta” citada arriba, p. 515.
( 9) — Idem — Idem, p. 513.
(10) — Mesa Jaramillo, obra citada arriba, p. 727.
(11) — Arango M ejía, o. c. “ Donde Nació Girardot” , p. 322.
(12) — J .D . M onsalve, “ Atanasio Girardot” , Bogotá, 1911, p. 11, nota
(3 ).
(13) — Oswaldo Díaz Díaz — “ Copiador de Ordenes del Regim iento
de Milicias de Infantería de Santafé (1810-1814)” , Revista de
las Fuerzas Armadas — Bogotá — 1963, p . 153 — F ol. 41 recto.
(14) — J .D . M onsalve, “ A ntonio de V illavicen cio” , T . I., Im pr. N a l.,
Bogotá — 1920 — p. 270.
(15) — J .M . Ibáñez, “ C r ó n ic a s ...” , Ed. d e 1917, T . III, p. 114.
(16) — El Carabaño m encionado por el Cura Torres puede ser o M i
guel o Fernando, venidos con Bolívar al ataque a Santafé. Los
Carabaños eran venezolanos. H icieron con B olívar la campaña
de Mérida y T rujillo y se acompañaron en la de Santa Marta,
en Enero de 1815. Regresaron d e Jamaica, pero, encallados
en las bocas del Atrato, fueron hechos prisioneros y M orillo
los ejecutó: a M iguel en Ocaña, el 9 de A bril de 1816; y a F er
nando en M ompós, el 11 de M arzo. A m bos fueron despeda
zados y sus m iem bros puestos en escarpia (Ospina, “ D iccio
nario. . p. 455).
(17) — El dato del asesinato de Don Luis lo trae don Ramón Azpurúa,
“ Biografía de Hombres n o t a b le s ...” , Im pr. N al., Caracas, 1877,
Tom o II, p . 20.
72 -
Don Francisco D IA Z del M A ZO , oriundo de las montañas
de Asturias, fue el progenitor de las familias del apellido que
hay en Antioquia. Nació en la villa de M erodio, jurisdicción
de Llanes, en la provincia de Oviedo. Fueron sus padres Don
Cristóbal Díaz del Mazo y Doña María Góm ez (o González)
de la Concha.
Don Francisco vino a M edellín a principios del Siglo X V III,
y contrajo m atrim onio el 13 de A gosto de 1719 con Doña J o
sefa Guerra Peláez, hija de Don Lorenzo Guerra Peláez y de
Doña María Vélez de R ivero (1).
El décim o hijo de este m atrim onio fue Don Juan Antonio
Díaz, socio de Don Luis Girardot, en Santafé de Antioquia,
en negocios de minería (2). Don Juan A ntonio contrajo matri
m onio con Doña M agdalena Hoyos, hija de Don Agustín de
H oyos y de Doña Rosa Zapata. Don A ntonio Díaz era por ese
tiempo Regidor de la ciudad de Antioquia y hermano de la
madre del Dr. Francisco A ntonio Zea (3). Del m atrimonio de
Don Juan A ntonio y Doña Magdalena nació la primogénita,
Doña M A R IA JO SEFA D IA Z DE H OYOS, quien contrajo ma
trim onio con el francés Don Luis Girardot, en Santafé de A n
tioquia, el 11 de A bril de 1790 (véase el facsím ile de la Parti
da de M atrimonio, y la respectiva Certificación del Cura Pá
rroco, Mgr. Carlos E. Vanegas, en el Capítulo “¿En dónde na
ció Girardot?” ). Doña María Josefa fue la madre de Atanasio
G IR A R D O T su prim ogénito.
- 73
ciocho años de edad, aunque, por la costum bre antioqueña
de los m atrim onios tempranos, pudo ser antes.
1790, A bril 11 - Matrimonio, en la ciudad de Antioquia con D.
Luis Girardot.
1791, M ayo 2 — Nacimiento del primogénito, Atanasio, en San
Jerónim o, jurisdicción de la ciudad de Antioquia.
1791, M ayo 9 — En Medellín - Bautismo de Atanasio.
1797 - — Reside en Medellín hasta este año, en el
que D. Luis traslada su fam ilia a Honda (1).
1797 a 1821 — Reside en Honda, según los docum entos publica
dos por E. Posada. La última certificación de conducta so
licitada por D. Luis en esta villa, es del 28 de Septiem bre
de 1801 (2). - A hí dice D. Luis que reside con su esposa
e hijos. Luego en Honda debieron nacer tres de las herma
nas de Atanasio, menos M ercedes, la menor, según el Pa
drón citado adelante.
1801 en adelante — Reside en Santafé de Bogotá. La primera
certificación que pide D. Luis en la capital es de fecha 28
de N oviem bre de 1803 (3).
1802 - En Bogotá. Según el Em padronam iento de este año, pu
blicado por Posada (4):
“ D. Luis Girardot, com erciante, casado con Da. María
Josefa Díaz. H ijos: D. Pedro, jov en ; D. Manuel Atana
sio, adulto; Da. Manuela, Da. Bárbara y Da. Joaquina,
párvulas. Esclavos: Marcela, Francisco, solteros, y Jua
na María, jov en ; Rita Rodríguez, libre. Agregados: D.
Joaquín Carrasquilla, casado en la Provincia de A n
tioquia; su hija Da. Ramona, joven. Esclavo, Juan de
Dios, adulto; criada Basilia, negra, esclava, soltera” .
Nótese que ya Manuela, Bárbara y Joaquina eran “ párvu
las” . Aún no habían nacido M ercedes ni Miguel. - El “ P e
dro” m encionado era hijo natural, com o lo apunta O ’Lea-
ry (5), citado por Mutis Durán (6). Este es el único autor
que lo califica de natural, pues todos los demás repetidores
escriben cándidam ente que Pedro era hijo de Da. María
Josefa; pero ésta, en sus dos peticiones al Congreso, solo
m enciona com o hijos varones suyos a Atanasio y a M iguel;
además, en la Fe de Bautismo de una hija de Pedro con
Da. Custodia Castro, el Cura Párroco de la Catedral de
(1) —
J .M . Mesa Jaramillo, o. cit., p. 727.
(2) —
E. Posada, o. cit., p . 742.
(3) —
Id. Id. p . 744.
(4) —
Id. Id. p . 748.
(5) —
O’Leary, “ Docum entos” , T . X V , p. 580, cit. por F . Mutis-Durán
en “ Sinforoso M utis” , B ol. de Hist. y A n t., T . VIII, N? 88, p.
220, Nota.
(6) — Posada. O. C it., p. 749.
74 -
Doña M A RIA JOSEFA D IA Z HOYOS DE GIRARD OT
Miniatura sobre m arfil (foto E. U. W .) enmarcada en placa
de mármol blanco con adornos de cobre. Dimensiones: óvalo, 8 x 5Vz
cms. M arco: 13 x 10 cms.
Pertenece a Don Roberto PAR IS GAITAN , de Bogotá. La heredó
de su madre, Doña Susana Gaitán Sordo de París, que fue casada con
Don Luis María París. Doña Susana fue hija del General Don A ure’ io
Gaitán Díaz, quien casó con Doña Josefa Sordo Girardot, abuela de
Don Roberto. Doña Josefa fue hija de Don Juan Sordo, quien casó
con Doña Joaquina Girardot Díaz, tatarabuela de Don Roberto. Doña
Joaquina fue hija de Don Luis Girardot y de Doña María Josefa Díaz;
era, pues, hermana del procer Atanasio.
Esta fotografía y las demás de los objetos y retratos que reposan
en poder de Don Roberto París Gaitán, fue tomada por amabilidad
de este gentil caballero.
Bogotá, en 9 de Diciem bre de 1813, dice que “ de la abuela
paterna no dieron razón” .
1804, Enero 3. En esta fecha está docum entada la permanencia
de D. Luis en Bogotá.
1809, M ayo 23 — Lo mismo en esta fecha.
1809 - — Don Luis otorga poder en favor de Dña.
María Josefa (1).
1810 - — D ice J. D. M onsalve: (2).
“ Cuando estalló la R evolución de 1810 fue Doña Jose
fa Díaz una de las señoras más e n tu sia sta s...”
aunque no se halla
mencionada en la lista que dan los historiadores, de
damas patriotas activas durante el 20 de Julio y días
subsiguientes.
1810 — N oviem bre 27. — P or carta de Atanasio en esta fecha,
y por las demás que escribe desde la Campaña del Sur,
se atestigua la presencia de Doña Josefa en Bogotá; así
com o por la carta que Baraya le escribe, desde Cali, el
13 defebrero de 1811 (3).
Por este tiem po Doña María Josefa debía residir en
la casa que don Luis m enciona com o “ de su habitación”
(D ocum ento 1), “ en la colación de la Catedral, en la
Tercera Calle Real, a mano izquierda, com o quien va pa
ra el puente de San Francisco” .
1811 — A bril 20. — Doña María Josefa debe haber sabido del
docum ento que su esposo don Luis otorga en la fecha a
Manuela, hija de ambos (5).
1811 — Nov. 20. — Por carta de Atanasio sabemos que ya vi
ven en la casa de Bogotá “ M ercedes y M iguelito” (4).
1812 — Enero 10. — Regreso de Atanasio, de la Campaña del
Sur.
1812 — Enero 12. — Se despide Doña María Josefa de su hijo
Atanasio, que sale para la Campaña de la Guerra Civil,
y luego para Venezuela, para no volver a verlo.
1812 — A bril 8. — Por carta de Atanasio se sabe que Manuela,
la hermana, casada con Francisco Urdaneta, ha dado a
luz al prim ogénito (6).
1812 — Junio 8. — Atanasio contesta a su madre una carta en
que ésta le cuenta las habladurías que sobre él corren en
Bogotá (7).
- 77
1812 — Septiem bre 15. — Por carta de Atanasio a su madre se
sabe que don Luis, el padre, que había sido hecho prisio
nero por las tropas federalistas de Baraya, el 19 de julio,
ha debido regresar a Bogotá.
1812 — Octubre 28. — Doña María Josefa, enferma, debe estar
en Fusagasugá, temperando, según carta de Atanasio (1).
1813 — Enero 5. — Atanasio en Monserrate. Caballero infor
ma (2).
“ A las 12 Vz atacó Girardot a Monserrate y duró c-1
fuego vivo hasta los % para las 2, que nos ganó el
p u n to. . .
Atanasio perm aneció inactivo en Monserrate, por un
ardid de Nariño, durante el ataque a Santafé por las tro
pas de Baraya, que fue hecho prisionero. Atanasio se re
tiró con su destacamento a Tunja. Dice M onsalve:
“ Debido al encarnizam iento que tanto el hijo com o la
madre em plearon contra el partido centralista, (ésta)
fue encarcelada por el Gobierno del General Nari
ño” (3).
Parece que solo se le dio la casa por cárcel, y no hay da
to sobre cuándo se le devolvió la libertad.
1813 — Febrero 8. — Girardot dice en carta a su padre: “ . . .
Vean si consiguen mis baúles, que me hacen mucha falta;
ellos con nadie pelearon, ni fueron aprehendidos en cam
po de batalla” . — P or lo que se ve que Nariño secuestró
bienes a la familia. No sería la última vez.
1813 — Marzo 21 — En Tocaima. Por carta de Atanasio se sa
be que D. Luis ha estado enferm o, y que la familia está
en Tocaima. A hí también m enciona sus baúles y dice que
se alegraría de que el tirano (N ariño) engruese su bolsa
con ellos.
1813, A bril 20 — En carta de Cúcuta, Atanasio cree que “ por
las transaciones” ya les habrán entregado a sus padres
sus baúles, o les hayan concedido indulto, o los hayan re
matado.
1813, M ayo 18 — Dice Caballero (4 ): “ Se com enzaron a rem a
tar en pública almoneda la ropa que se les cogió a los
enemigos el 9 de enero, y la madre de Atanasio Girardot
hacía gala de pujar las fincas que conocía ser de su h ijo” .
1813, M ayo 31 — Véase en el Cap. “ La Campaña Admirable”
la carta autógrafa de Atanasio a sus padres, que están en
Santafé.
(1) — Id ., p. 44.
(2) — Caballero, “ Particularidades de Santa Fé” (El“ Diario” ), Bibl.
Nal. — Bogotá, 1946, p. 105.
(3) — J .D . Monsalve, “ M ujeres de la Independencia” , p. 185.
(4) — “ D iario” de Caballero, p . 137.
78 -
1813, Junio y Julio. — Atanasio escribe cartas desde Trujillo.
1813, Julio 2 — Véase la carta autógrafa que don Antonio de
V illavicencio escribe a Doña M aría Josefa (1).
1813, Julio 25 — De Guanare, a sus padres. Es la última carta
de Girardot, entre las que reproduce don Eduardo Posa
da (2) - Se repite que el presente autor no ha logrado
dar con los papeles originales, ni con más docum entos so
bre esta Campaña.
1813, Septiem bre 30 — Muere Girardot en Bárbula. No hay
constancia de cóm o vino la madre a saber la muerte del
hijo.
1813, Octubre 14 — La carta (publicada en la “ Gaceta de Ca
racas” ) en la que el Libertador da cuenta a Don Luis G i
rardot, de la m uerte de Atanasio. Véase reproducida en
el Cap. “El Padre”.
1813, Nov. 18 — La carta, de Tunja, de don Camilo Torres, en
que anuncia a don Luis la muerte del héroe (También
reproducida en el Cap. m encionado).
1814, D iciem bre 12 — El Libertador, con las tropas de Tunja,
entra a Bogotá. Dice M onsalve (3):
Cuando B olívar vino a Bogotá después de su desgraciada campaña
de 1813-14, y derribó la dictadura de don Manuel Bernardo Alvarez,
uno de los prim eros actos de urbanidad que hizo fue el de presentarse
en la casa de don Luis Girardot y doña Josefa Díaz a darles el pésame
por la muerte de aquel denodado adalid, que al rendir su vida tron
chaba las más bellas esperanzas para la fam ilia y la Patria; ambos
cónyuges estuvieron de acuerdo en redoblar sus servicios a la Indepen
dencia y le entregaron al futuro Libertador el otro hijo, único varón
que les quedaba, M iguel de solo doce años de edad. “ Con el valor de
una numantina — dice la Historia— la matrona antioqueña le presentó
ai Libertador a su hijo menor M iguel Girardot, diciéndole: “ Se lo en
trego para que a su lado y bajo sus órdenes, mi hijo combata hasta
vencer o m orir por la libertad de la Patria” .
1814 - 1815 — Sabemos por el Dr. Oswaldo Díaz (4), que D o
ña Josefa residía en Santafé y visitaba la casa de Doña
Rosalía Sumálave de Alm eyda, que se había establecido
en la capital, con su familia, en 1814, en la casa de las
“ treinta y nueve llaves” , en la hoy Carrera 5^ entre Ca
lles 11 y 12. Es curioso que esa casa fue de la testamen
taría de don M anuel Díaz de Hoyos, personaje que lleva
los mismos apellidos de Doña María Josefa; pero ésta so
lo tuvo dos hermanos, don Juan José y don Francisco (se
gún Arango M ejía). El siguiente párrafo del Dr. Díaz nos
da idea de la vida que doña María Josefa llevaba en San-
tafé por esta época:
- 79
La casa de los Alm eydas se hallaba situada en el centro mismo de
la ciudad, y en el sector socialmente m ejor co n sid e ra d o ...
En Santafé doña Rosalía Sumalave y sus cuatro hijos hicieron
amistad con algunas fam ilias de alta clase social y de reconocido pa
triotism o. Leyendo las declaraciones de las cuatro Alm eydas se puede
reconstruir la tertulia que se reunía en la casa de las treinta y nueve
llaves. Unas veces a las once, otras a las cin co. O al caer de la noche
com o es co stu m b re en el p aís acudían a aquella mansión las señoras
Ponces, doña Ignacia y doña Rosa; doña Antonia Ricaurte; doña Eu
sebia Caicedo Santamaría, esposa de don Gaspar A lonso de Valencia;
doña Francisca, esposa de don José María Quijano; doña Ignacia Cai
cedo Sánchez, cuñada del Capitán Antonio Baraya; doña Josefa P iedra-
hita de García Rovira y sus hermanas Mariana, María A ntonia y Ca
tarina; d o ñ a Jo s e fa D ía z de G ira r d o t, m ujer de don Luis y madre de
Atanasio, con sus hijas Bárbara y Joaquina; y las dos señoras Saave-
dras, doña Francisca y doña C lem encia. Todas estas damas pertene
cían a la flor y nata de la sociedad y de las ideas libertadoras, y esta
lista coincide muy exactam ente con la de los confinam ientos y pros
cripciones que ordenaron los pacificadores. Mientras ellas hablaban de
cosas de mujeres o escuchaban los cuento s de p u ro p asatiem p o que les
refería Pedro Torneros, “ Jo a q u ín C éspedes co n tab a h is to ria s de Q u ili-
chao, P o p a y á n y su p r o v in c ia ” , y don Joaquín Chacón hablaba con los
hermanos de cosas del cam po. También frecuentaban la casa don L i
brado y don Mariano Santamaría, don Vicente Piedrahíta, don Joaquín
y don Ramón Morales y dos clérigos, don Ignacio y don Gabriel Olejua,
quienes también se vieron en el caso de purificarse.
T odo lo anterior nos muestra qué centro de adhesión republicana
fue aquella casa en los días de la entrada de M orillo, y en qué m elan
cólica desolación debió trocarse el amable ambiente de otro tiempo,
cuando las prisiones, las ejecuciones y confinamientos dispersaron a los
habituales tertulianos. No está por demás recordar la form a dolorosa
y cruel com o fueron castigadas las mujeres partidarias de la indepen
dencia. En pueblos rem otos y miserables fueron confinadas las señoras
de las más linajudas familias, bajo la estrecha vigilancia de curas y de
alcaldes; en tanto que las de más hum ilde condición se veían forzadas a
coser para la tropa, a servir en las panaderías y cocinas del ejército, o a
trabajar en otros oficios aún más abatidos. Servidum bre más incómoda
era la de tener que alojar en casas de fam ilia a los oficiales ex p ed icio
narios, algunos de ellos impertinentes y perdonavidas. Hartas penas te
nían qué contar ahora las señoras: la viudedad de doña Josefa Díaz,
cuyo marido fue muerto misteriosamente en el Llano; el desamparo de
doña Josefa Piedrahíta de García Rovira, cuya brevísima luna de miel
concluyó con la prisión y muerte de don Custodio; el destierro de las
más íntimas amigas y la incertidum bre por la suerte de los suyos, ya
que todas las señoras mencionadas tenían déudos cercanísimos en las
prisiones donde diariamente se form aba el cortejo fúnebre camino del
suplicio.
* * *
80 -
AM BRO SIO ALM EYDA
. . . . s e inm iscuye ahora de manera tan íntima en la vida
de doña María Josefa, que es preciso hacer un bosquejo bio
gráfico del que fue su segundo marido.
Había nacido en Pam plona el 7 de diciem bre de 1785 (1),
hijo del m atrim onio de don Juan G regorio Alm eyda (con “ y ”
griega escribe el apellido el Dr. Díaz; con “ i” latina, Febres
Cordero) con doña Rosalía Zum álave y Belén (con “ z” y es
drújulo, Febres; con “ s” y grave, Díaz). Don Juan Gregorio
era uno de los más acaudalados vecinos de Cúcuta, poseía in
mensas extensiones de tierras, com o los 40 kilómetros cuadrados
de la Comunidad de los Almeydas.
A m brosio “ era un hom bre extraordinariam ente audaz, do
tado de un nervioso e inquieto espíritu de acom etividad cons
tante al enemigo, de ingenio perspicaz, regularmente cultiva
do y dueño de vigorosas energías, que sabía poner en prác
tica a riesgo de parecer t e m e r a r io ....” (2).
En su rom ance Los G uerrilleros, doña Josefa A cebedo de
Gómez describe así el físico de A m brosio:
Buen mozo, pálido, flaco,
de cara fresca y risueña,
alto de cuerpo, delgado
y con nariz aguileña (3).
Am brosio se integró al m ovim iento revolucionario, firm ó
el Acta de Independencia de Pamplona, del 31 de ju lio de
1810. Dice el Dr. Díaz: “ No hemos podido allegar datos sobre
la conducta y actuaciones de Am brosio A lm eyda durante el
lapso trascurrido desde la creación de la Junta de Pamplona
hasta el m om ento en que Bolívar, vencedor de Correa, en
tró a la ciudad de Cúcuta el 28 de febrero de 1813. “ - Ocu
rrió entonces el incidente que agrió las relaciones entre B olí
var y Alm eyda, causada por reclam aciones del último sobre
confiscaciones de bienes de sus familiares, lo que no fue óbi
ce para que los patriotas lo nombraran alcalde de la ciudad.
Dice Díaz “ que en ese choque inicial está la explicación de
que seis años más t a r d e ... la figura de Am brosio se esfum e
y se borre en el m om ento en que el Libertador asume el m an
do del ejército y, más tarde, el gobierno de la República” (4).
En los tres años siguientes al ’ 13, dice Febres, “ los A lm ey
das se nos ocultan en la historia de la lucha en C olom bia” . —
En el año de 1814 lo patriotas se vieron obligados a emigrar
- 81
SI R AR D O T — 7
de los valles de Cúcuta; damas y m ujeres del pueblo iban a
pie, camino de Pam plona; “ cargando en la cabeza los menes
teres más com unes” ; pero Doña Rosalía no llegó a Bogotá
tan falta de recursos, pues com pró casa; y A m brosio se daría
trazas de salvar buena parte de su fortuna, ya que en julio
de 1814 com pró la inmensa hacienda de Tibabuyes y La Can
tera, por los lados de Funza y Cota, en la sabana de Bogotá,
con ayuda financiera de don Luis Girardot. Y sus relaciones
con doña María Josefa serían de tal suerte, que el 9 de no
viem bre de 1815 la señora recibió de Am brosio siete mil cua
trocientos pesos fuertes y canceló la obligación (1).
El T e r r o r — Pero la Patria Boba se hizo trizas. En 1816 lle
gan a Santafé M orillo y Enrile. “ Vuestros padres, vuestros hi
jos, hermanos y esposos han sido traidores al Rey, y por tan
to deben perder sus bienes y sus vidas” . El Terror. Patriota
que no logra huir y ocultarse es arcabuceado sin piedad. “ Las
m ujeres, las hijas o hermanas de los patriotas que habían
muerto en los patíbulos o que gemían en los calabozos, se ha
llaban sumidas en la más espantosa miseria, sin apoyo algu
no, y secuestrados o confiscados sus b ie n e s ... ¿Quién podría
pensar en afligir más a estas desgraciadas? M orillo y Enrile,
confinándolas a otros lugares, algunos remotos de Santafé,
haciendo salir dentro de cuarenta y ocho horas a damas de
licadas, a p ie ........ A cada juez y cura del lugar del destierro
les dirigió una circular im p re sa ... .en que pintaban a las se
ñoras desterradas com o impías, irreligiosas y de malas cos
tumbres, encargándoles que celasen mucho sobre sus accio
nes, vestido y m o r a lid a d ....” (2).
Las Guerrillas — Sin embargo, la Nueva Granada, a dife
rencia de otras partes de las posesiones españolas, no se su
mió en la abyección. Por todas partes surgieron guerrillas,
que lucharon casi inermes contra las tropas aguerridas del
Pacificador y sus sicarios. La libertad halló refugio en Casa-
nare. “ Las acciones victoriosas de los Llanos, que tanto alar
maban a M orillo, alentaron precisam ente a los patriotas ocul
tos en el interior del reino” , dice Díaz; y Restrepo: “ . . . c o
menzaron (por m ayo de 1817) a levantarse otras partidas de
guerrillas contra el gobierno del rey Fernando, especialm en
te en las provincias del Socorro y Tunja. Distinguióse en la
primera la de “ N iebla” , cuyo verdadero nombre era José Ig
nacio Ruiz, a la que siguieron después las partidas armadas
de los dos hermanos Salazares y de Ignacio C a lv o ... A pesar
de los grandes esfuerzos (de los españoles) para destruirlas
enteramente, jamás lo pudieron conseguir; batidas y dispersa
das en un lugar, aparecían en otro. Los habitantes patriotas
82 -
las socorrían en cuanto les era posible; esta conducta dio m o
tivo a Sámano para seguir derramando la sangre america
na” (1).
La fuga
El 23 de septiem bre recibió Sámano una com unicación del
Ayudante M ayor, que describe “ en su adm irable sencillez” el
procedimiento (p. 71).
- 83
El cabo Torneros se había llegado a la luz que había en el cuerpo
de guardia en ademán de encender un cigarro y la apagó y mandó al
mismo centinela subiese a encenderla en una de las cuadras del cuar
tel y cree y es d-2 presumir que en ese tiempo lo verificasen (la fuga)
pues cuando éste bajó con la luz ya no encontró al expresado cabo
Torneros que con su armamento se había marchado, y a poco tiempo
se advirtió la falta de éstos (los A lm eydas) por el cabo Miguel Estacio
que fue a relevar los centinelas y dio parte de las faltas que n o t ó ...
84 -
La guerrilla de los Almeydas
- 85
Qué era una guerrilla
86 -
ayudantes o de los capitanes debió ser Am brosio Alm eyda.
“ Así pues, los Alm eydas se hallaban en un plano de estrecha
camaradería y participaban en esa hermosa hermandad que
entre los oficiales granadinos se había establecido para com
partir las penas, los peligros, las alegrías, las escasas raciones
y las grandiosas esperanzas de libertad que constituían la vida
llanera, prólogo de la epopeya libertadora” (Díaz, p. 193).
Regresa Ambrosio Almeyda a Santafé “ Concluía la cam
paña libertadora y establecido definitivam ente el gobierno re
publicano, terminan los servicios militares de Am brosio A l
meyda. Su historial, su grado, sus méritos, le abrían un por
venir brillante en la carrera de las a rm a s... Su fortuna, sus re
laciones también le hacían fácil el ingreso a la administración
que comenzaba a organizarse, dirigida por el General Santan
der, su paisano, y amigo constante de su familia. Sin embargo,
la figura de A lm eyda comienza a desvanecerse para la vida pú
blica. Es com o si este patriota, que había visto su vida en un
hilo y que había com prom etido toda su inmensa fortuna en los
momentos difíciles de la patria, voluntariam ente se oscurecie
ra a la hora del triunfo y de las recompensas. Acaso la expli
cación se halle en su áspero encuentro con Bolívar en 1813, en
Cúcuta” (Díaz, p. 259).
SE REAN U DA L A “ C R O N O LO G IA ” DE DOÑA
M A R IA JOSEFA
- 87
Relación de los individuos que se deben perseguir hasta conseguir
prenderlos, y si se verifica, se m e remitirán al punto donde me halle:
...El C o ro n e l L u is G ir a r d o t.
Entregada por M orillo a Sámano y autorizada con su firma, el 18
de Noviem bre de 1816 (1 ).
88 -
Pedía que no se la obligara a representar en papel sellado,
es decir, pedía amparo de pobreza en el ju icio que adelan-
taba con el fin de que le devolvieran sus bienes. A l prin
cipiar la R evolución la señora Díaz de Girardot tenía por
sí una fortuna m ayor de doscientos m il pesos, y habitaba
una casa de la Tercera Calle Real, la más rica de la capital,
y esa dama al presente era una mendiga, o poco m enos” .
Dice Monsalve (1): “ Por consecuencia de tan desgra
ciados acontecim ientos, doña Josefa Díaz, que en tiempo do
holganza renunció la pensión concedida por Bolívar, por
el Decreto de H onores a la m em oria de Atanasio, según el
cual se le concedió por toda la vida del goce de los sueldos
que ganaba el héroe, vino a quedar en la más absoluta m i
seria, y llorando su desgracia en compañía de sus cuatro
hijas, Manuela, Mercedes, Bárbara y Joaquina Girardot” .
1819 - A gosto 10 — Entra Bolívar triunfante a Santafé. Cesan
las tribulaciones de Doña María Josefa.
'.321 - M ayo 13 — Contrae m atrim onio en Bogotá con A m bro
sio Alm eyda. Dice el Dr. Díaz que “ hay algo de extraño er
esta unión” . Véase el párrafo com pleto en el Docum ento
N? 5, anexo. Doña Josefa, nacida en 1772, frisaba en los
49 años. Am brosio, nacido en 1785, tenía 36 años; es decir,
la nueva esposa le llevaba al novio 13 años. No es esta di
ferencia de edades lo que sorprende al Dr. Díaz: las m u je
res antioqueñas suelen conservar su encanto hasta avanza
dos años, y el tem ple de esta señora no era com o para de
jarla ajar por sus padecim ientos; tam poco, com o él lo dice,
el interés, pues doña María Josefa “ era m ujer de muchos
bienes (ya la República le habría devuelto lo confiscado
por los españoles), y su capital fue apreciado en quince
mil pesos, en 1821. Lo que el Dr. Díaz deja leer entre líneas
es su no com prensión del hondo afecto de Alm eyda por
Barbarita, hija de Doña María Josefa; afecto por demás
com prensible dadas las relaciones íntimas de las dos fam i
lias, y el carácter de las hijas de la matrona, com probado
por las uniones felices que todas efectuaron, dando origen
a estimable y prestante descendencia.
Lo que no se com prende es que en
1823 - M ayo 12 — doña María Josefa dirija una petición al Con
greso (D ocum ento anexo N Q 4), reclamando los sueldos caí
dos de Atanasio, y diciendo que se halla reducida a soste
nerse con cuatro hijas que le han quedado (¡ya todas m uy
bien casadas!); cuando hace solo dos años que contrajo m a
trim onio con un caballero riquísim o; cuando había apor
tado $ 15.000.00, y cuando ya debía haber entrado en pose
sión de sus bienes confiscados; que no debieron ser des-
- 89
preciables, a juzgar por lo poco que de su enorme capital
pudo Don Luis llevar consigo al Llano (unas botellas de
oro en polvo, que fueron causa de su m uerte). Sin em bar
go, dado el carácter “ adquisitivo” de su raza antioqueña,
Doña María Josefa tam poco debió considerar despreciable
la gruesa suma que le adeudaba la Nación.
LA LO SA DEL CEMENTERIO DE B O G O TA
El mismo don Aristides termina el artículo acabado de
citar así:
“ En el cem enterio de Bogotá hay una losa que cubre una
bóveda: en ella se lee;
JOSEFA D IAZ
Madre de Atanasio Girardot
M urió a los 84 años de edad.
92 -
DOCUMENTOS
E x tr a c t o )
En la ciudad de Santafé, a 20 de A bril de 1811, ante el escribano
- ablico del número y testigos, pareció presente don Luis Girardot,
ecino y del com ercio de ella, a quien doy fe conozco, y d ijo : Que te
le n d o tratado don Francisco Urdaneta, ayudante del Batallón P r o -
ncial de esta capital, el contraer matrimonio con doña Manuela Gi-
-rdot, legítima hija del otorgante, se halla éste en la precisión de
- segurar en favor de la contrayente la cantidad de cuatro m il pesos
.ertes da su dote com o lo ha ofrecido. Y poniéndolo en ejecución en
¿ vía y form a que más haya lugar en derecho, otorga que se obliga a
c o n o c e r com o reconocerá, en favor de su citada hija, la cantidad de
-ítro mil pesos fuertes por vía de dote que le asigna desde esta fecha,
izándole desde el día en que se efectúe el matrimonio, anualmente
cantidad de doscientos pesos d e rédito para sostener con ellos las
. ¿iones matrimoniales. Con declaración que este principal de los
: - ; : r o mil pesos ha de quedar en poder del otorgante por los días de
í - vida, cargados y fincados sobre su casa de habitación situada en la
: - ión de esta catedral, en la Tercera Calle Real, a mano izquierda,
■ : quien va para el puente de San Francisco, que linda por el cos-
: derecho con casa de don Francisco Suescún, y por frente calle
por medio con las del doctor don Francisco Javier de Vergara y
Francisco Domínguez, cuya casa es suya p r o p ia ... Y firm an siendo
ios don José Galviz, don Rafael A lvarez y don Juan Carvajal,
■reznos.
Francisco Urdaneta
Manuela Girardot
EUGENIO DE ELO RG A.
■to al m a rg e n dice:
Y o el infrascrito escribano público, del núm ero
r - los juzgados de com ercio en esta capital, CERTIFICO: que solo
;?c: ü críticas circunstancias en que me hallaba cuando se otorgó la
~ r:e escritura otorgada por Luis Girardot a favor de su hija Ma-
: i COMO ERA SER UN TENIENTE CORONEL DEL B ATALLO N
- - ATRIOTAS, y que se miraba por este empleo com o de los prin-
n rí de esta ciudad, me hizo otorgar dicha escritura sin las form a
- 93
lidades que por la ley se requieren com o para la de la presente dote.
Y así, temeroso de una acusación que me pudiese traer algún perjuicio
a mi persona com o a mi dilatada familia, tu v e q ue o b ed ecer SUJE
TANDOME A LA IN IQU IDAD. Por tanto, y hallándome en el día en
disposición de aclarar asta verdad para descargo de mi conciencia, y
que A L DUEÑO DE L A C ASA H IPOTECADA don Juan A ntonio de
Uricoechea no se le siga algún perjuicio con el otorgamiento de dicha
escritura POR SER NULA y faltarle las rituales que exigen las leyes,
y que por virtud de esto no pueda dársele crédito ni fe alguna al tes
timonio que de ella se franqueó, pongo la presente, que firm o en San
tafé a c ato rce de Ju n io de m il ocho cien to s diez y siete.
( F d o .) EUGENIO DE E LO RG A.
EUGENIO DE ELORGA.
94 -
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ama y o istin sue como e s oe ju e stic ia . Saludo a mi am iso el C. G iraro o t, y beso lo s pies oe la s n iSas.
Agua oe O b i s p o ha s i c o más
B R IL L A R TE Y OE MAS V E N T A J A S f
Q. las be Mo n s e r r a t e y Ve n t a q u c m a d a : na c u bierto oe «lo ria a Giraroot y a sus o f ic ia l e s . Cr e o 9. el Co i -
SRESO LE NASA C O R O I E L Y CONCEDA UN ESCUDO OE «ALON A L A TROPA Y O F I C I A L E S . L a S M U S E RE S DE L A C l U B A O DE
(R ú b r ic a )
96 -
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- 97
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vina precipitada tomó algunas disposiciones sobre sus bienes. De los
quince mil pesos que entraron en su poder por el matrimonio, ya se
había descargado de cinco mil entregando a las cuatro hijas de Girar-
dot parte de sus tutelas y entregando mil com o parte del pago de una
casa comprada a Javier Uriooechea. Para el pago de los diez mil res
tantes destinó un globo de su hacienda de la Cantera. Dos de las esti
pulaciones llaman la atención: “ Ite m C u b rie n d o a la seño ra B á r b a r a
G ir a r d o t tres m il cu a tro cie n to s pesos que le adeu do en e fe c tiv o d inero,
con el p re m io de u n seis po r c ie n to que en un año h ace a su f a v o r . —
It e m : m ás q u in ie n to s pesos que le re s ta n d e l v a lo r de su tu te la y he
carg a d o an te s” . El docum ento está firm ado en Tocaima a 20 de D iciem
bre de 1826 y firman com o testigos Vicente A lm eyda y Francisco Qui-
jan o. A continuación lleva esta anotación: “ N o p o d rá re v o c a rlo n ad ie
sin n u estro c o n se n tim ie n to y acep tam o s el p re sen te d o cum ento en caso
de m u e rte de A lm e y d a . ” Y firman María Josefa Díaz y Bárbara G i
ra rd ot.” — “ Sais días después Alm eyda otorgaba ante el mismo escri
bano su testamento. En substancia contiene las mismas cláusulas del
documento de Tocaim a. Solo m erecen observación las siguientes: E n
el v a lo r de d ich o te rre n o (Tibabuyes) d ejo c u a tro m il pesos a m i a h i
ja d o A ta n a s io h ijo d el señ o r Jo s é M a r ía M e n é n d e z y de la señ o ra B á r
b a ra G ir a r d o t p a r a que, cu an d o ten g a la co rre s p o n d ie n te edad , se le
e n tre g u e n , pues se los cedo g racio sa m en te y p o r p u ro a fe c to ” .
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100
16- Cor m e s e r t a c .^ oe s * a ra ¡ eta
Nay o b c 1823-........ (?) P IO C te R A T IF Q . IA ITESOLOC.
SARA PARA <¡. OCURRA AL REP . BC ACUCROO A LA Lev ARCHIVO NACIONAL - BOGOTA
c
Ej c c r t i v o . FRRRAMCRTAL Y 4 . SC MAHBER
■His t o r ia 1- Tomo 3, f o lio 684.
E l P r e s i s !* PASAR LOS SUCLIOS CAÍSOS
D. Ca t c e m oh Co r . At a r a s io Gir a r o o t .
SEÑOR
i . os
Ni h ij o At a r a s io , b e s p u c s oc avcr s e r v ir * , RO ROS OSLISAROR Cl A« TP* A SOLICI
SERSE LOS PRIMEROS HOMERTOR DE LA TRAHSFORMAC. POLÍTICA TAR CL CMM-
TO
cr la Nie v a £rarara , r o stes ieroo cl s is t e m a mismo PUM . RC LA LCV ACORBABA.PCRO CR CL RÍA,VARI ARAR CSTAS
QSE LA REPRR. NA AlOPfAOO, MAIClrf SE ORR. OCL CORORE-^ P . LA PCBBIBA OCL IRICO RIJO 0. MC QBCRAVA V q! FALLECI6
SO, TAJO LAS OSS. SEL ExMO. ACTSAL LlSERTAROR Y PRESIS . A TAMV. «LORIOSAMERTE CR LA CamP. SC VCBCZSCLA. LA SC MI
£ ■
LIVERAR CL TERRITORIO BE VCREZBELA. El SE R IS IR O R ll ER ESA ESPOSO CR CL LLARO, LA RC MIS VICBCS O.CORPIRCAR. LOS
CAMPA9A HAS. CL CASO OE LLCRAR A PERECER P . SO ARROJO CR CSPAÍOLCS, LA SE ALLARME REROCIBA BC SOSTCRCBMC COR QSATRO
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LA ACCIOR BC B aRSULA! SUS SCRVICIOS, SU VALOR Y VIRTR- R IJA S Q, MC MAR QSCOABO,RO PCRMITCR MAS . . . CILCRSI*
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BES LO ICIEROH TAR RECOMERBARLE 0. CL GCPC SUPREMO CR CR CSTA PARTC, V A SÍ RCCLAMARRO CL CSMPLIM, SE CSTA LCV
FUCRZA BC SOS PACSLTABCS AC0RB¿ LA LCV IMPRCSA CR LA CORFORMC A LA PRRBAMCRTAL BC COLOMBIA CR ORC R E . . . .
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CSTÍ IRSCRTA LA CARTA OP. 0 . CL ElMO. SR. PRCSIR • O IA IR IÍ A FORMC A LA CXPRCSARA LCV LOS SSCLBOS | MC CORRCSPORR»,
MI RCf !°M A RIBO ,P? Q. RIRARC COSTRA ^AS CAJAS HACIORALCS RCRERVARRO CL RRCCLAMO M LOS O 8C MC ASCRBA1 P . QSARM
BC VCHCZUCLA LOS SSCLBOS CORRCSPONB . A MI R IJO . L a CO VARIARAS LAS CIRCMRST. LO PCRMITAR LOS FORROS BC RS. NCRA"
MOS i l Al « . BISFRITAVA Y LAS CIRCSRRTARC. TAR VARIAS RIO CSABRTO : TODO TICRC LRCAR CR JU ST IC IA . BoROTÍ Na-
yo 12 RC 1823. SEÜOfi „ , .
Ma r ía J o sefa Oí a s .
Petición que hace la madre de Atanasio Girardot al Congreso de 1823, para que
se le paguen, desde ese año, los sueldos caidos de su hijo, según la Ley de 1813.
Uv-1 »
Petición que de Doña JO SEFA D IA Z hace al CONGRESO de
1848. Tomada de “El Cundinamarquez”, periódico oficial i or-
gano de los intereses del Estado” . A ño I Núm. 2 — FU NZA,
13 de agosto de 1861” . — A rch ivo Posada, Acad. Col Hist.
102 -
ufanar pudieran al más elevado mortal, concluye con un ofre
cim iento que a nom bre del G obierno nos hizo el Libertador, i
que vosotros podéis ver en la Gaceta de Carácas, cuyo precioso
docum ento os acom paño.—
También se hallan entre los docum entos que tengo el ho.-
nor de dirijiros el oficio que el Poder Ejecutivo federal dirigió
a mi esposo en 18 de noviembre de 1813, la patriótica respuesta
de mi esposo, i la nota oficial que, a consecuencia de esta, le
fué dirigida por el señor Presidente del Congreso, la cual ter
mina de esta manera: “pero tened entendido que sin el nuevo
sacrificio que ofreceis de nuestra persona, vuestra familia, que
rida ya para la patria, quedará desde este momento bajo la pro
tección del Congreso, que algún día quizá no será vana.”
En la penosa i dura contienda de nuestra independencia,
no solo fui conturbada por la pérdida de mi hijo Atanasio. Mas
tarde tuve que deplorar un nuevo golpe que me reservaba ad
verso siempre mi destino. Mi hijo M iguel, único apoyo que en
mi aflicción i desamparo que me quedaba, ardiendo en amor
patrio, i llena el alma con el grandioso ejem plo que su herma
no le había dado sobre las cum bres del Bárbula, murió igual
mente por su patria, lidiando con valor i bizarría en la reñida
i sangrienta acción del Sombrero.
Mi esposo, el señor Luis Jirardot, fue uno de los primeros
patriotas que dieron en esta capital el grito de Libertad, asocia
do a los mártires de tan justa causa. Su nom bre se encuentra
por do quiera que se registren las pájinas de aquella era bri
llante i asombrosa. Su ventajosa posición mercantil le propor
cionaba m edios útiles para socorrer con sus propios recursos
al Gobierno. De su propio peculio, entre otras cantidades, fa ci
litó $ 20,000 a la nación para equipar la espedición que fue ven
cida i destrozada en el infausto Cachiri. Sacrificando en aras
de la Patria su destino, su fam ilia, su fortuna: también perdió
por ella la vida en la Isla de Achaguas, para donde había m ar
chado entre los valientes que comandaba Serviez, los cuales
casi todos perecieron heroicam ente en los Llanos.
Mas, para qué cansaros, señores, con la triste relación de
tantas desventuras? Quién de vosotros ignorar podrá los he
chos que refiere, ni podrá en duda poner mi verídico relato?
En los docum entos de la vida pública del Libertador, se hallan
consignados infinitos docum entos que atestiguan los servicios
de mis hijos, i los injentes sacrificios de mi fam ilia por la Pa
tria. En ellos vereis un decreto del Libertador señalándome el
sueldo íntegro de mi hijo Atanasio com o pensión vitalicia que
aliviase mi viudez, mi total ruina i deplorable desamparo.
Hoi, señores, agoviada bajo el peso de los tiempos, blan
queada mi cabeza por el frió hielo de mis largos años i de las
borrascas que han com batido mi existencia, caminando con pa
so entorpecido, pero rápido, al hondo abism o del lúgubre se
- 103
pulcro; tocando casi, con mi vida octojenaria, los últimos lin
deros que separan al m undo de la eternidad, la em pobrecida
m adre del coronel Atanasio Jirardot, os pide una pensión justa
i legal, para socorrer su miseria, para arrastrar los días de su
decrepitud con menos tristeza, i para poder cerrar sus ojos i dar
su último suspiro, bendiciendo con alma agradecida a los dig
nos lejisladores de su patria en el año de 1848.
104 -
CAPITULO VI
GIRARDOT
en el C o l e g i o del R o s a r i o
Roberto BOTERO S A L D A R R IA G A
“ Francisco Antonio Zea”
Ediciones del Concejo, Bogotá, 1945.
- 107
Provincia (pues el que habían fundado los jesuítas se suprimió
en tiempos de Carlos III) y apenas si funcionaban sendas es
cuelas elementales en las cuatro poblaciones principales; y que
los vecinos de las otras ocurrían, cuando podían, y a su costa, a
maestros ambulantes e ineptos para enseñar las primeras letras
a sus hijos. Tal cual fam ilia pudiente mandaba algunos de sus
m iem bros a educarse a Santafé” .
Guillerm o HERNANDEZ DE A L B A
“ Panorama de la Universidad en la Colonia”
Revista de las Indias-Bogotá N<? 6,
Julio de 1937.
108 -
en ella cursaren puedan recibir los respectivos grados e insig
nias de manos del rector, gozando de todos los privilegios espi
rituales y temporales concedidos a los que se graduaban en las
demás Universidades de España. De un golpe, la cultura que
florece en Salamanca y sus Colegios M ayores trata de trasplan
tarse a la balbuciente colonia indiana; preciso es recordar cóm o
uno mismo es el plan de estudios de uso en la Península y en las
posesiones de Ultramar. Déjese, de una vez por todas, la repetida
cantinela contra la Madre España de habernos mantenido en la
ignorancia; lo sucedido es m uy distinto. Cuando a las colonias
llegó la cultura española ya el sol se había puesto en Flandes y
la especulación filosófica llevada hasta la locura, y el prurito
real en torno de la iglesia católica convertida a sangre y fuego
en única confesión, elevó muralla inexpugnables en torno a Es
paña y sus colonias que, haciendo vida y pensamiento común,
recogiéronse com o tortugas ante el m undo o c cid e n ta l...
(p. 75) — Indefinidam ente suspendida la ejecución de la
bula de 1580, que autoriza a constituir la Universidad e estudios
generales, en 1625 el A rzobispo de Santafé y el prior de los
Predicadores, redactan los estatutos para la colación de grados,
nombran a Santo Tomás por patrono y señalan la iglesia m ayor
para otorgar los grados de doctores y maestros, y el Colegio de
Santo Tomás para los grados inferiores, “ dando la form a con
que se habían de hacer los exám enes y conferir los grados y que
hubiese acompañamiento de a caballo para los de maestro y
doctor en teología” .
(p. 76) — Cinco años después publícase la definitiva sen
tencia en torno a la herencia de Gaspar Núñez, y entra la orden
dominicana en la tranquila adm inistración del Colegio, instituto
acreditado ahora con los honores de Universidad pública, los
mismos concedidos a su convento hacía media centuria. Cedió
la com unidad m erced tánta al Colegio de Santo Tomás, y desde
entonces la ciudad del licenciado cordobés trocase en sede uni
versitaria porque nace la Real y Pontificia Universidad To-
mística, entidad cuasi m oral donde con larga mano e indulgen
cia otórganse insignias y grados a estudiantes del colegio dom i
nicano y colegiales del insigne Colegio M ayor del Rosario del
real p a tro n a to ... La publicación de la bula pontificia, con cuya
autoridad se erigió la Universidad Tom ística reviste caracteres
de solemnidad inusitada. El 4 de agosto de 1639, en pos del se
ñor presidente Saavedra Guzmán, quien luce sus m ejores galas;
ministros togados, alguaciles, capitulares del m uy ilustre regi
miento, hidalgos y ricos-hom es de Santafé; su ilustrísima el
arzobispo fray Cristóbal de Torres, seguido de su provisor y
vicario general, cabildo eclesiástico y prebendados, se dan cita
en los claustros m agníficos de Santo Dom ingo, de donde debe
partir el desfile que, recorriendo en paseo ecuestre las principa
les calles de la ciudad, daría testimonio de cóm o se erige la
Universidad de Santo T o m á s ...
- 109
(p. 79) — El inmortal arzobispo Torres, abriéndose paso
por entre rencores y partidos, planta su tienda triunfadora en
1653; es la suprema creación, el Colegio M ayor del Rosario,
cuyas constituciones son las de la república y donde sacerdotes
y civiles encuentran en la carrera de las letras nuevo y fecundo,
desconocido cam po: podrán los colegiales ser catedráticos, pa
santes y rectores, preeminencias hasta entonces reservadas a
los religiosos que rigen las dos pretendidas Universidades. Es el
claustro institución nacional, las colegiaturas se reparten entre
los hijos todos del N uevo Reino, que a la hora de la revaluación
se hallarán unidos para impulsar con un solo sentimiento a la
república, a la que imponen el estatuto rosarista.
Así corre un siglo largo que hace de los criollos, oidores,
obispos y altas dignidades. Un suceso sin precedentes, la expul
sión de los jesuítas del Nuevo Reino en 1767, pone de m anifies
to el maduro pensamiento criollo en materia de educación. Sur
ge M oreno y Escandón, protesta viva a la filosofía aristotélica,
en plena decadencia universal. Por primera vez se atreve a se
ñalar la ética com o de necesario estudio, se vuelve los ojos a la
verdadera realidad nacional, y se abren los claustros al m en
guado aborigen, señalando el ascenso de la cultura, que llega
a la cum bre con una moderada experim entación que organiza
el precursor de la pedagogía moderna, tesoro escondido de nues
tra historia, el absolutista y refinado arzobispo-virrey Caballero
y Góngora, quien con ojo de minero encuentra cualquier día
de su visita pastoral a la joya más preciada de la cultura his
pana, el sabio Mutis, convirtiéndose así la propia España en
mentora de la generación de la Independencia.
P or primera vez en la historia colonial los criollos están
frente a su pueblo. Los han traído M oreno y Escandón, Mutis
y Caballero y Góngora; el prim ero con su PLAN DE ESTUDIOS,
de atrevida redacción; aquel con su cátedra de matemáticas en
el Colegio M ayor, y éste con su acción incomparable. Tan rudo
es el cam bio que los antiguos profesores tienen que aprender
de nuevo, abjurar del ergo fatídico y de la filosofía decadente
para entregarse a la experim entación, “ porque un reino lleno
de preciosísimas producciones que utilizar, de montes que alla
nar, caminos que abrir, de pantanos y minas que desecar, de
aguas que dirigir, de metales que depurar, ciertamente nece
sita de sujetos que sepan conocer y observar la naturaleza y
m anejar el cálculo, el compás y la regla, que de quienes en
tienden del ente de razón, y la primera materia y la form a
sustancial” . Jamás se oyeron en la olvidada colonia frases de tan
exacto realismo, com o las que acabamos de trascribir del arzo
bispo-virrey, y en cuyo fondo anima la idea de Patria.
(p. 80) — De la nueva escuela salen Félix de Restrepo, que
lleva la renovación a Popayán, y quien desde su cátedra de
filosofía m odela a Torres, Caldas, Ulloa y P om bo. De la escuela
rosarista de Mutis salen Pedro Fermín de Vargas el revolucio
n o -
nario, par del Precursor; Cortés y Ron, el sabio ignorado; Va-
lenzuela el naturalista, Lozano el zoólogo; mientras San Bar
tolom é tiene al otro Valenzuela, a Gutiérrez de Caviedes el ca
nonista, a García Rovira el filósofo, a Benítez el jurisconsulto,
a Cabal el ingeniero. Las ciencias no guardan secreto: todo se
estudia, todo se investiga.
Los rectores y catedráticos de entrambos colegios bogota
nos, el M ayor del Rosario y San Bartolom é, son los que dejan
oír su palabra revolucionaria en septiem bre de 1809; son los
signatarios del Acta gloriosa, al tiem po que los catedráticos
integran la Junta Suprema y los discípulos form an en los ejér
citos de la revolución. Y serán los prim eros en incluir entre
los deberes del Estado el m antenim iento de la instrucción pú
blica. Serán apóstoles de ella a la manera de José León Arm ero,
en Honda, e iniciado el m ovim iento de Julio, Torres y Gutiérrez
de Caviedes, el Demóstenes y el Catón granadino com o les
llamaron, presentándose ante el claustro de la Universidad To-
mística, cuyo rector firm ó también el Acta, a explicar a frailes
y seglares los deberes del Instituto ante la Patria.
- 111
do por la Sagrada C ongregación ante Pablo V y Urbano
VII, contra Galileo, que lo enseñaba.”
112 -
L A INSTRUCCION EN VEN EZUELA
- 113
(p. 90) — En cuanto a libros y periódicos extranjeros, el
Consejo de Indias, los Capitanes Generales y la A udiencia im
pedían por todos los medios posibles su entrada y circulación,
especialm ente si trataban de materias filosóficas y políticas. Los
que poseían libros o papeles considerados com o “ subversivos, se
exponían a las penas más severas. El 11 de diciem bre de 1797 la
Audiencia de Caracas declara que los que recibieren tales li
bros o papeles, “ y no los entregaren inmediatamente a las ju s
ticias, los que tuvieren noticias de ellos y no lo com unicaren a
las mismas justicias, los que los pasaren a otras manos, o de
cualquier form a divulgaren sus doctrinas, o no impidieren su
extensión, cuanto esté de su parte” , incurrirán “ en las penas
de azotes, presidio, y en la de m uerte según las circunstancias
del caso” .
(p. 91) — Cuando com enzó el siglo X IX , a pesar del sistema
español de trabas y aislamiento, y no obstante la tendencia con
servadora de la Universidad de Caracas, se había ya constituido
en Venezuela una clase social superior, por sus riquezas y por
sus dotes intelectuales, la cual propendió naturalmente a pre
dom inar en el destino de la Colonia. Muchos m iem bros de las
familias ricas, nobles y mantuanas ( 1 ), se contagiaron al fin del
espíritu revolucionario europeo, leyendo ocultamente libros nue
vos o viajando a países extraños. Y esta infiltración de la co
rriente revolucionaria de Francia y los Estados Unidos, junto
con la revivicencia de antiguas instituciones españolas com o la
autonomía m unicipal y provincial, explican el súbito empeño
de los colonos venezolanos en atacar, en sus fundam entos mis
mos, la organización política implantada por sus antepasados.
114 -
a) CO LEGIALES — Estos disfrutaban de las becas de fun
dación, o posteriorm ente establecidas por benefactores del
Claustro. Vestir esta beca era uno de los m ayores honores aca
démicos. Entre los colegiales se escogía por elección las dignida
des del claustro, de rector para abajo. Para recibir esta m erced
debían presentar inform ación de hidalguía.
b) M AN TEISTA o externos, o capistas. Estos realizaban to
dos lo estudios académicos, pero sin recibir ninguno de los ho
nores del claustro.
c) FA M ILIA R E S — Los que a cam bio de prestar servicios
domésticos en el Colegio, recibían en él su educación.
El Colegio, com o vimos, fue autorizado por Real Cédula de
Felipe IV, el 31 de D iciem bre de 1651, y fundado por Fray Cris
tóbal de Torres el 9 de Enero de 1653 (1). Según Uricoechea y
Posada (2) se llamó primeram ente COLEGIO ORDINIS PREDI-
CATORUM , SAN CTI TOM AE AQU IN ATIS, C IV ITA TIS SAN C-
TAE FIDEI IN DIARU M OCCIDENTALIUM , aunque la sola
mención del antiguo nom bre hace montar en santa ira al actual
e ilustre Rector, el santo hom bre, Protonotario A postólico y li
terato de reconocidas ejecutorias, M onseñor José Vicente Cas
tro Silva, con cuya amistad se honra, hace muchísimos años, el
autor de este Estudio, y a cuya proverbial amabilidad se debe
el que haya sido posible usar de los archivos y la Biblioteca
del Colegio.
CIRARDOT— 9
5 de Septiem bre y el 30 de O ctubre. Pero — com o se ha d i c h o -
la m ayor parte de los docum entos relacionados con Girardot se
han perdido, y son m uy pocos los conservados por la familia.
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NOTA
Los sitios en donde los facsímiles se han recortado para no ex
tender el espacio con datos que no obran al caso, están marcados
con líneas de estrellas. También se ha indicado los folios res
pectivos del “ Libro de Exámenes” .
NOTA
Este libro, (original) ha sido puesto en manos del autor del pre
sente estudio por el Sr. Dr. Guillerm o Hernández de Alba, Cro
nista de Bogotá y del Colegio, a quien se expresan — com o en
tantas partes en estas páginas— los debidos agradecimientos.
118 -
A TA N A SIO GIRARDOT
f. E .U .W .
1N N O M I N E JliS U C H R J S l I
a. ufojfAjt.i; a R»>xa » to4 i r a¡h ,¡ itii ndi í #¡
n<>€ i HRlHlilVI T HÜKM A 5NAT IS AM« N.
t- Vi t n .f » & S<j~» i» <«!*&■■* ( h - f n n f">i ¡ . «>»<<«* $$ ► '' 'I ¡-<.«*Vw
r * - ■**' ^
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/a ¿m &£**.
ATANASIO GIRARDOT
JMM0R7AL POR SU NGMBRL
i POR SO SACRIFICIO
EN DEFENSA DE LA LIBERTAD
GLORIA OE SU PATRIA
í ORNAMENTO DE ESTE COLEGÍS
-ármol adherida QUE L E ENSENO Colegio de Nuestra Sra.
: costado orien- KMO'ñ A LA ñEPU8L|{ A del Rosario en Bogotá.
-ifro inferior del CORTO EN AÑOS
Texto de Monseñor
URCO EN MERECIMIENTOS
J. V. Castro Silva
HALLO EN LA CIMA D a BARBULA
EL 30 DE SEPTIEMBRE BE I8i3
FJN A SU VIDA
PRINCIPIO A SU MEMORIA
f MONUMENTO Á SUS HAZAÑAS
- 121
Portada de la Capilla del Colegio de Nuestra Señora del Rosario
(llamada “ La Bordadita” ).
122 -
LIBROS que Atanasio GIRARD OT pudo haber leído cuando estudió
en el C olegio M ayor de Nuestra Señora del Rosario, en Bogotá.
*3. ty V
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mcrBrnM i* IHamhv. *
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I—m¿ro;vRc*íársr«iíííví«w»í’-ríU
y' *í.- ’ > *V T < ; k »
- 123
A TA N A SIO GIRARDOT
Lápiz de José María Espinosa - Museo Nacional, Bogotá, Salón
Eduardo Santos, N? 1952 - Dimensiones: 18 x 26 cms.
Coronel GIRARDOT.
124 -
CAPITULO VII
ACTUACION de GIRARDOT
el 2 0 de Julio de 1810
- 125
que se sucedieron los triunfos y los desastres, el martirio
y las victorias, en todo el continente americano; sublime,
com o el gigantesco alum bram iento en que aparecen diez na
ciones ante la faz del m undo; y entre aquella falange de
héroes había un joven gallardo, de pecho levantado, de ru
bios cabellos lacios, de tez sonrosada y mirada penetrante:
ese era A T A N A SIO G IR A R D O T, quien abandonó entonces
su carrera y tom ó la que debía inmortalizar su nombre.
126 -
C A L D A S — La rivalidad que ha existido de tiempo inm e
morial en la Am érica entre los españoles europeos y los indíge
nas de este vasto continente; la rivalidad, casi increíble entre
el español y sus descendientes, se exaltó en 1794. En esta época
desgraciada vio la capital y el Reino lo más precioso de su ju
ventud en los calabozos; vio gem ir sobre la cama del torm ento
a uno de nuestros hermanos. La esposa vio al esposo, el padre
al hijo marchar con cadenas a la Península: este suelo se em
papó con lágrimas de todos los am erica n os... El americano
odió más al G obierno español en su corazón, y solo callaba por
que lo hacía callar la bayoneta. Este odio silencioso pero con
centrado, em pezó a explicarse un poco con los sucesos de Quito
del 10 de agosto de 1809; las prisiones de Nariño, de Miñano,
de Gómez, de Azuero, de Rosillo y de otros inflamaron los áni
mos, pero sin salir el descontento general del recinto dom éstico;
se murmuraba con calor pero al oído. La escena trágica y san
grienta de Pore hizo hablar más recio; los m ovim ientos de Ca
racas, de Cartagena, del Socorro y de Pamplona reanimaron los
corazones, hasta el punto que una sola palabra bastó para rom
per nuestro silencio y los diques de nuestro sufrim iento el 20
de Julio de 1810.
- 127
Interrumpe el diálogo el Doctor Osvvaldo Díaz Díaz (1).
128 -
ACEVEDO — A yer 20 fueron a prestar un ram illete a don
José González Llórente para el refresco de V illavicencio, a eso
de las once y m edio del día, en su tienda en la primera Calle
Real, y dijo que no lo daba; y que se c a g ... en V illavicencio
y en todos los americanos; al m om ento que pronunció estas
palabras le cayeron los Morales, padre e h ijo; se juntó tánto
pueblo, que si no se refugia en casa de Marroquín, lo matan.
En seguida, com o a eso de las dos de la tarde, descubrieron al
A lcalde toda la conspiración. El pueblo no le perim itió actuar:
descerrajaron la casa de Infiesta, Jefe de ella, y si no lo rodean
algunos patriotas, brillaban los puñales sobre su pecho, lo mis
mo que sobre Llórente, a quien también sacó de su casa con
Trillo y Marroquín, que escapó vestido de m ujer, pero le c o
gió el alcalde Góm ez en una sala de armas. El V irrey mandó
escolta para auxiliar a la Junta. Y o estaba en mi casa con otros
amigos, cuando a la! oración vino el pueblo y me llevó a Cabildo,
pidiendo las cabezas de Alba, Frías y otras, con la libertad de
Rosillo. La plaza estaba com pletam ente llena de gente y las
calles no daban p a s o ...
- 129
dió otros Vocales, insistiendo en que iba a forzar la prisión
de Rosillo. La aplaqué, ofreciéndole que el prim er acto del
nuevo Gobierno sería la libertad de este ilustre V ocal; que
usara el pueblo con dignidad de sus derechos y no com prom e
tiera con violencias la seguridad de ningún ciudadano. Oyó
mi v o z .. . Era tal la confusión que nadie se entendía. El pue
blo gritaba que si no era cierto que tenía que pelear con t i
ranos, se le entregase la Artillería. El V irrey la puso a la dis
posición de don José Ayala, quien con cien paisanos se unió a
su Comandante. Pidió también una Compañía para guardia de
las Casas Consistoriales, comandada por Baraya, y la mandó:
pero no cesaban las descon fian zas...
C A L D A S — A las seis y media de la noche hizo el pueblo
tocar a fuego en la Catedral y en todas las iglesias para lla
mar de todos los puntos de la ciudad el que faltaba .Estos cla
mores en todo tiem po horrorosos, llevaron la consternación y
espanto al corazón de todos los funcionarios del G obierno.
Tem bló el V irrey en su palacio, y conoció tarde que las ar
mas, esas armas en que tanto había confiado, eran ya unos ins
trumentos impotentes y débiles, y que no obrarían sino su
r u in a ... Las armas cayeron de su manos y pasaron a las del
pueblo sin ruido y sin estrago. Este punto es capital y m ere
ce detallarse.
Dos eran los objetos de tem or y de desconfianza que agi
taban al pueblo: el Batallón A uxiliar y el parque de Artillería.
El pueblo de Santafé les será eternamente reconocido a los pa
triotas don José María M oledo y don Antonio Baraya. El pri
mero ofreció desde los primeros m om entos que el A uxiliar no
obraría contra nuestra libertad, y él mismo se entregaba c o
mo rehenes en manos de un pueblo entusiasmado por su inde
pendencia: él no desamparó la plaza, ni las casas consistoriales,
y el pueblo justo pagó sus servicios nom brándolo V ocal en la
Junta que establecía. El segundo (Baraya) siempre m anifes
tó sin temores su amor al pueblo y a la Patria, siempre habló
contra nuestros opresores, y nosotros siempre lo mirábamos
com o un antemural y com o el que neutralizaba las opiniones
del batallón. ¡Cuánto le debe la Patria! El aquietó el pueblo
en los m om entos de su furor, él respondió con su cabeza por
la quietud del batallón, y que si obraba, obraría por la liber
tad; él dio órdenes, él dio consejos, él trajo su compañía a la
p la z a ... (Subraya el presente autor).
130 -
La Guía de Forasteros dice: “ Batallón A uxiliar de In
fantería del N uevo Reino de Granada. Fue creado en 1783.
Consta de cinco Compañías al nuevo pie dado a la infante
ría del ejército. Su uniform e: casaca, chupa, calzón; forro
y collarín blanco: vuelta y solapa encarnada; vivos verdes,
botón blanco, con dos órdenes en la chupa. Comandante: el
teniente coronel don Juan Sámano. Sargento M ayor, el te
niente coronel don Joseph María M oledo” .
“ . .. d i o la com andancia del Batallón A uxiliar al mismo
don Juan Sámano; continuó en el grado de m ayor de la
plaza el cuñado de aquel (A lb a ); dio los cordones de cade
tes a dos hijos del m ismo Oidor, que dentro de pocos días
fueron oficiales, com o lo fueron también Llórente, GIRAR-
DOT y otros de aquella facción antiam ericana” . — A quí ci
ta Posada, equivocando título y autores, el “ M anifiesto” de
Caldas y Camacho, al que se refiere después la reclam ación
de Don Luis Girardot y de Atanasio. Sigue Posada: (1).
Sin embargo, no hubo ni un tiro ni el 20 ni en los si
guientes días. Era que aquellas tropas estaban ya minadas
por las ideas revolucionarias. No fue el miedo, no fue la
ineptitud, sino el patriotism o lo que hizo tener ociosas las
armas en aquella hora suprema.
TORRES Y PEÑA
El V irrey, a instancias del Comandante don
José M oledo, había creado un nuevo batallón, de que se benefi
ciaron algunas plazas de oficiales, y cupo una al hijo de un
mercader francés LUIS G IRARD OT, que se llamaba A T A N A -
SIO, a quien su padre, pronunciando muy mal el castellano, de
cía “ Satanás” . Este fue el que se hizo tan fam oso por su im
pavidez y atrevim iento, que lo condujeron a perecer en Puerto
Cabello; cuyo corazón introdujo en Caracas el ridículo fana
tismo de Simón Bolívar, en form a de procesión (Torres y Peña
escribe en 1814). (p. 116).
- 131
INTROMISION DEL PRESENTE AUTOR
Hemos de estudiar
más adelante cóm o la virtud principal del carácter de Atanasio
Girardot fue la lealtad sin vacilaciones hacia su jefe inmediato.
Así, con Baraya en la Campaña del Sur; y, por seguir siéndole
leal, abandonó el partido centralista y a su héroe Nariño, que no
era su jefe, y del que se expresa, en una de sus cartas, en tér
minos entusiastas; así con Bolívar, en la Campaña Adm irable,
en la que se demuestra com o el más leal de los tenientes del
Libertador, aquel en quien podía confiar de m odo absoluto. De
manera que, siendo Atanasio teniente del Batallón Auxiliar,
comandado por Baraya, el 20 de Julio, no es aventurado supo
ner que estuvo a su lado en todo m om ento de ese día.
CALDAS
El Coronel don Juan Sámano pasó toda la noche en
cerrado en el cuartel con el batallón sobre las armas. A las
cinco de la mañana del 21 prestó su juram ento de fidelidad a
la Suprema Junta, y quedaron las armas en las manos del nue
vo Gobierno. Estas fueron las operaciones del Batallón Auxiliar.
ACEVEDO
Tenem os que ir a las nueve a la primera s e s ió n ...
El pueblo no creyó los juram entos de Sámano. “ Quito — grita
ban— y el Socorro acusan a estos pérfidos” . Sámano consignó
el bastón m uy sentido. Y o aplaqué al pueblo. Hay en este m o
mento, que son las ocho de la mañana, sobre cuatro mil hombres
a caballo, que han entrado de la Sabana, y mi casa no se en
tiende. Toda la noche ha estado el pueblo frente a mi balcón
gritando vivas; mi m ujer y mis hijos no se han acostado. Esto
fuera una Troya si el V irrey no se porta com o se portó. Las
campanas no han cesado de tocar a fuego; todo iluminado. El
pueblo registró todas las casas sospechosas, pero no hizo daño
alguno: solo recogió las armas y municiones. En este estado
nos hallamos. Adiós, mi querido primo.
EL “ D IA R IO POLITICO DE SA N TA FE DE B O G O T A ” , en
su núm ero 15, de Octubre 15 de 1810, relata los sucesos del
“ Día 24 de Ju lio” . En la página 126 del libro citado de Martí
nez y Ortiz, se lee:
JUICIOS
H abiendo reclam ado don A T A N A SIO G IRARDOT, Teniente
del Batallón A uxiliar de esta capital, las expresiones relativas
132 -
a su persona que contiene el M anifiesto publicado sobre los
motivos de nuestra revolución, se dictó por la Suprema Junta
el auto siguiente:
APENDICE
-mtonio de Torres y Peña
rias sobre la revolución”
Bogotá, 1950 - pp. 39, 40.
- 133
este reino se extiende regularm ente el significado de la voz
chapetón para denotar al que no está práctico en las costum
bres o usos del p a ís ...
* * *
-Xliliú
134 -
S I N O P S I S
- 135
APENDICE N<? 1
PEDRO GIRARDOT
Era el hijo m ayor de Don Luis, según lo atestigua José
María Baraya en sus “ Biografías M ilitares” , Bogotá-1874, p.51.
El resto de autores nada dicen al respecto, y el Padrón de 1802
(véase en el Capítulo “ EL P A D R E ” ) dice: “ Don Pedro, joven:
don Manuel Atanasio, a d u l t o ...” , por lo que se deduciría que
Pedro era m enor que el héroe de Bárbula. No se ha podido ha
llar dato fidedigno alguno.
Pedro fue un procer de la Independencia, que rindió heroi
camente su vida por la Patria; m erece no solo gratitud sino
respeto. Parece que era hijo natural de D. Luis, de madre des
conocida. El único autor que lo m enciona com o hijo natural es
F. Mutis-Durán en el artículo “ Don Sinforoso M utis” , “ Boletín
de Historia y Antigüedades” , Bogotá, T. VIII, N? 8 8 , Sept., 1912.
p. 220, nota. Los demás consultados lo consideran hijo legítimo.
Pero Doña María Josefa Díaz, madre de Atanasio, en sus dos
peticiones al Congreso, solo m enciona com o hijos varones suyos
a Atanasio y a Miguel. El prim ero no menciona a Pedro en sus
cartas, llenas de recuerdos para M iguel y sus hermanas. A de
más, en la partida de bautismo de la hija de don Pedro María.
Concepción, con su esposa Doña Custodia Castro, se dice:
“ ...A b u e lo s paternos, D. Pedro Girardot, subteniente, y de la
abuela no dieron razón” . La partida está fechada en la Iglesia
Parroquial de San Carlos (Santafé) el 9 de D iciem bre de 1813.
El, Pedro, padre de la niña, debió ser hijo del hermano medio
de Atanasio, su hom ónim o, que ya tenía edad para ser padre y
abuelo. De otra manera no se entiende la partida, certificada
para este Estudio, en Bogotá, Junio 11 de 1965, por el Rvdo.
Padre Carlos José Rom ero. Además, es asunto que solo debe
interesar a los descendientes, si los hay.
El Pedro Girardot que nos interesa aquí era Sargento de
Nacionales en la acción de Ventaquemada, de la Guerra Civil;
“ ofreció decir m ucho” sobre A ntonio Ricaurte, según el Dr.
Bernardo J. Caycedo, en la p. 62 de su libro “ Grandezas y M i
serias de dos V ictorias” , ya citado. Después hizo parte de la
desgraciada expedición de Nariño contra Sámano, la que salió de
Bogotá el 23 de Septiem bre de 1813. Probablem ente se halló en
el com bate de Calibío, el 15 de Enero de 1814, en el que fue derro
tado el español; y siguió con las tropas del Precursor hasta el san
griento com bate del Juanambú, el 28 de A bril del mismo año,
en el que perdió la vida com batiendo com o un valiente. Dice
Nariño del E jército Republicano, en Juanambú el 29 de Abril
(O ’Leary, “ M em orias” , edición de 1881, T. X III, p. 508):
306 -
“ No es para este m om ento la descripción de este día
m em orable. Después de haber subido denodadamente nues
tras tropas por una pendiente de cosa de seiscientas varas,
y desalojado el enem igo de veintisiete trincheras, fueron re
chazados de una gran trinchera que atraviesa el cerro, a
donde se acojieron los enemigos, y desde donde en medio
de un vivísim o fuego arrojaban enormes piedras. A l pie de
esta trinchera, entre m uchos cadáveres de valientes solda
dos, están los del Capitán don Isaac Calvo y del Subteniente
Don P edro Girardot. ¡Los ojos se hum edecen al contem plar
los semblantes de estos dos valerosos republicanos, que pa
rece se están todavía sonriendo de la misma m u e r t e !...” .
El General A ntonio Obando, en su Autobiografía, reprodu
cida en el “ Bol. de Hist. y A nt.” , Vol. VIII, pp. 533, 534, también
menciona la m uerte de Pedro Girardot en ese combate, com o
también el secretario de Nariño, don A lejandro Osorio, en su
“ Diario” (Boletín citado, T. VIII, p. 740); José María Espinosa,
en “ Memorias de un abanderado” , edición de 1876, p. 62, m en
ciona com o muertos en el com bate de Juanambú a “ los valientes
oficiales Pedro Girardot (herm ano del fam oso Atanasio) e Isaac
C a l v o ...” .
P A R T ID A DE BAU TISM O
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