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¿QUE ES ECONOMÍA AMBIENTAL?1

Barry Field

La economía ambiental trata el estudio de los problemas ambientales con la perspectiva e


ideas analíticas de la economía. Se pudo haber pensado que la economía se ocupa en su
mayor parte de decisiones de negocios y de cómo obtener rendimientos en un sistema
capitalista. Este no es el caso. La economía es, más bien, el estudio de cómo y por qué
“las personas”, bien sean consumidores, firmas, organizaciones sin ánimo de lucro o
agencias gubernamentales, toman decisiones sobre el uso de recursos valiosos. La
economía se divide en microeconomía, la cual estudia el comportamiento de los individuos
o pequeños grupos, y en macroeconomía, que se concentra en el análisis del desempeño
económico de las economías como un todo. La economía ambiental se sitúa en los dos
campos, pero sobre todo en el de la microeconomía. Se concentra principalmente en cómo
y por qué las personas toman decisiones que tienen consecuencias ambientales. Además,
se ocupa de estudiar las maneras como se pueden cambiar las políticas e instituciones
económicas con el propósito de equilibrar un poco más esos impactos ambientales con los
deseos humanos y las necesidades del ecosistema en sí mismo.

Una de las primeras tareas, en consecuencia, será la familiarización con algunos de los
conceptos básicos y con las herramientas analíticas de la microeconomía. Sin embargo, no
se pretende pasar directamente al estudio de estos principios puesto que eso indicaría que
estamos más preocupados por las herramientas que por lo que se pueda hacer con ellas.
No tenemos interés en estas ideas por sí mismas, sino en comprender que éstas pueden
proporcionar la interpretación de por qué se degrada el ambiente natural, de cuáles son las
consecuencias y de qué se puede hacer en forma efectiva para reducir la degradación. En
consecuencia, el primer capítulo se destinará a esbozar, en términos razonablemente
sencillos, las clases de preguntas que plantean los economistas ambientales y los tipos de
respuesta que buscan. Para esto, primero se considera brevemente lo que entendemos por
“enfoque económico”, y luego se da una serie de ejemplos de los diversos problemas
ambientales que han trabajado los economistas. Más tarde, en el segundo capítulo, se
consideran los grandes vínculos que existen entre economía y ambiente. Con estos
elementos estaremos en condiciones de estudiar los principios económicos que
necesitamos más adelante.

EL ENFOQUE ECONÓMICO

¿Por qué las personas se comportan de manera tal que ocasionan la destrucción del
ambiente? Existen varias clases de respuestas para esta pregunta. Una puede ser la
siguiente: la degradación ambiental surge a partir del comportamiento humano que carece
de ética o moral. Es decir, las personas contaminan porque no tienen la solidez moral y
ética para abstenerse del tipo de comportamientos que causa la degradación ambiental. Si
esto es cierto, la forma para lograr que las personas detengan la contaminación consiste, en
cierto modo, en aumentar el nivel general de moralidad sobre lo ambiental en el seno de la
sociedad. De hecho, el movimiento ambiental ha conducido a que muchas personas se
concentren en cuestionar la ética ambiental, y hayan explorado las dimensiones morales del
impacto ocasionado por los seres humanos en el ambiente natural. Este cuestionamiento
moral, obviamente, es de fundamental interés para cualquier sociedad civilizada. Es muy
evidente que una de las principales razones que han planteado los asuntos ambientales al

1 Esta lectura está tomada de: Field, Barry, Economía Ambiental: Una introducción, Colombia, McGraw Hill,
1995, pp: 3-23.
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ponerse en el centro del interés social, corresponde al sentido de responsabilidad moral que
ha conducido a las personas a llevar sus inquietudes al campo político.

No obstante, aparecen dificultades cuando se hace depender del despertar moral, como
único modelo, el combate de la contaminación. Las personas no necesariamente disponen
de “botones” que puedan presionarse en forma instantánea para “inducir comportamientos
morales”, y los problemas ambientales son demasiado importantes como para esperar un
largo proceso de reconstrucción moral. Tampoco un sentimiento de atropello moral ayuda,
por sí mismo, a tomar decisiones sobre todos los objetivos sociales que también poseen
dimensiones éticas: vivienda, protección de la salud, educación, lucha contra el crimen, etc.
En un mundo de objetivos que compiten entre sí, las personas deben preocuparse por
hacer preguntas muy prácticas: ¿Se está apuntando hacia los objetivos ambientales
correctos? ¿En esta realidad se pueden ejecutar ciertas políticas? ¿Se está logrando un
mayor impacto con el dinero invertido? Y otras similares. Sin embargo, el principal
problema de fundamentar el enfoque del control de la contaminación estrictamente sobre el
argumento moral consiste en el supuesto básico de que las personas contaminan porque de
alguna manera son subdesarrolladas moralmente. No es el subdesarrollo moral lo que
conduce a la destrucción ambiental; más bien, es la forma como se ha organizado el
sistema económico dentro del cual las personas se dan a la tarea de hacer sus vidas.

De este modo, una segunda manera de enfocar el cuestionamiento de por qué las personas
contaminan consiste en considerar la forma como están establecidas la economía y sus
instituciones, y cómo éstas conducen a que las personas tomen decisiones que generan
destrucción ambiental. Las personas contaminan porque ésta es la forma más económica
que poseen para resolver un problema práctico muy común. Este problema consiste en la
eliminación de los productos de desecho que quedan después de que los consumidores han
terminado de utilizar algo, o después de que las firmas comerciales acaban de producir los
bienes. Las personas toman estas decisiones sobre producción, consumo y eliminación
dentro de cierto conjunto de instituciones económicas y sociales2; estas instituciones crean
los incentivos que conducen a las personas a tomar decisiones en una dirección y no en
otra. Lo que se debe estudiar es cómo funciona este proceso de incentivos, y
especialmente cómo se reestructuraría para que las personas sean dirigidas a tomar
decisiones y desarrollen estilos de vida que tengan implicaciones más favorables para el
ambiente.

Un planteamiento simplista sobre los tipos de incentivos, que se oye con frecuencia, se
basa en que la contaminación es un resultado del deseo de obtener utilidades. De acuerdo
con este punto de vista, en las economías de la empresa privada, como las de los países
occidentales industrializados, las personas son recompensadas por maximizar las
utilidades, es decir, por la diferencia existente entre el valor de lo que se produce y el valor
de lo que se utiliza en el proceso de producción. Más aún, según esta misma idea, las
ganancias que los empresarios tratan de maximizar son de carácter estrictamente
monetario. En esta precipitada búsqueda de utilidades monetarias, los empresarios no
tienen en cuenta los impactos ambientales de sus acciones porque esto “no vale la pena”.
Por consiguiente, en esta lucha incontrolada por obtener utilidades monetarias, la única
manera de reducir la contaminación ambiental es debilitar la fortaleza del deseo de obtener
ganancias.

2 Por “instituciones” se quiere significar el conjunto fundamental de organizaciones, leyes y prácticas de carácter
público y privado que utiliza determinada sociedad para estructurar su actividad económica. Los mercados
son una institución económica, así como lo son las corporaciones, el corpus de leyes comerciales, las
entidades públicas, etc.
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No obstante, esta propuesta no es suficiente para el análisis. No son solamente las


corporaciones “motivadas por la utilidad” las que causan la contaminación; los
consumidores individuales también son culpables cuando hacen cosas como derramar
disolvente de pintura en el alcantarillado, o cuando permiten que los motores de sus
automóviles se desincronicen seriamente. Puesto que los individuos no mantienen sus
estados de pérdidas y ganancias, las ganancias por sí mismas no pueden ser el motivo que
lleve a que las personas contaminen. Lo mismo se puede decir para las entidades
estatales, las cuales algunas veces han sido contaminadoras severas aun sin estar
motivadas por la búsqueda de utilidades económicas. Pero el argumento más convincente
contra el punto de vista de que la búsqueda de ganancias causa contaminación se
encuentra en los recientes acontecimientos políticos de Europa Occidental y de la antigua
Unión Soviética. Con el colapso de los regímenes excomunistas, las personas se han
concientizado de la enorme destrucción ambiental ocurrida en algunas de estas regiones; el
aire y los recursos hídricos altamente contaminados en muchas áreas constituyen los
principales impactos contra la salud humana y los sistemas ecológicos. Muchos de estos
problemas sobrepasan algunos de los peores casos de contaminación ambiental sufridos
por los países que tienen economías de mercado. Pero éstos han ocurrido en un sistema
económico donde se carecía por completo del deseo de lograr utilidades económicas. Esto
significa, sencillamente, que el interés por la utilidad económica, en sí misma no es la
principal causa de la destrucción del ambiente.

En los sectores y capítulos que siguen se subrayará la importancia de los incentivos en el


funcionamiento de un sistema económico. Cualquier sistema producirá impactos
ambientales destructivos si los incentivos del sistema no están estructurados para evitarlos.
Se debe mirar de manera más profunda el interior de cualquier sistema económico para
poder entender cómo funcionan estos sistemas de incentivos y cómo se pueden cambiar
para obtener una economía razonablemente progresiva sin efectos colaterales de desastre
ambiental.

INCENTIVOS: UN SENCILLO EJEMPLO EN LA UNIDAD FAMILIAR

Un “incentivo” es algo que atrae o rechaza a la gente, y que le hace modificar su


comportamiento de alguna manera. Un “incentivo económico” es eso que en el mundo
económico conduce a que las personas canalicen en ciertas direcciones sus esfuerzos de
producción y consumo económicos. A menudo se cree que los incentivos económicos
consisten en pagos en términos de bienestar material; las personas reciben un estímulo
para comportarse de manera que aumente su bienestar. Sin embargo, también existen
incentivos no materiales que conducen a que las personas modifiquen su comportamiento
económico; por ejemplo, la autoestima, el deseo de conservar un agradable ambiente visual
o el de dar buen ejemplo a los demás. Para dar un simple vistazo inicial a la importancia de
cambiar incentivos para obtener mejoramientos en la calidad ambiental, considérese el
artículo del periódico expuesto en el caso 1.1. Éste se refiere a las nuevas formas de pagar
por la disposición de basuras en un municipio de Nueva Jersey. Antes del programa, los
habitantes de esta población cancelaban un cargo fijo anual por la recolección de las
basuras. Ésta es una práctica usual en la mayor parte de las comunidades. El problema de
esta opción es que simplemente no hay incentivos para que cualquier familia individual
limite su producción de basuras, puesto que ellos pagan el mismo cargo anual por la
recolección de basuras, sin importar lo mucho o lo poco que produzcan. Esto no
representaría un problema si hubiese suficiente espacio dedicado a los basureros o rellenos
sanitarios y si no hubiese peligro de que estos terrenos contaminasen el ambiente
circundante, como los sistemas cercanos de aguas subterráneas. Sin embargo, para la
mayoría de las comunidades estas condiciones no se aplican, si es que alguna vez lo
hicieron. La comunidad de Nueva Jersey mencionada en el artículo pagaba un precio alto
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por transportar su basura sólida fuera del municipio, y se enfrentó a la pregunta de cómo
obtener una reducción significativa de la cantidad de basura sólida que producía.

La respuesta en este caso consistió en introducir un sistema que suministrara a las


personas un incentivo para que buscaran formas de reducir la cantidad de basura sólida
que ellos producían. Esto se logró al cobrar una suma por cada bolsa de basura que las
personas sacaran a las puertas de sus casas. También se agregó un pequeño cargo
mensual. Todo eso hizo que las familias tuvieran un incentivo para reducir la cantidad de
bolsas de basura que producían. Podían hacerlo mediante el reciclaje, comprando
productos que generaran menos desperdicios o colocando los restos de comida en una
abonera de compostaje. De acuerdo con el artículo, esto llevó a un fuerte incremento en la
cantidad de basura reciclada. Probablemente también supuso una reducción en la cantidad
total de basura, aunque el texto no entra en detalles. En este artículo se nombran,
igualmente, muchas otras comunidades de todo el país que han adoptado este sistema.
Por supuesto, ningún sistema es perfecto. Los incrementos en los basureros ilegales y las
dificultades en cuanto a la aplicación del plan en los edificios de apartamentos han traído
problemas. Sin embargo, el nuevo enfoque ilustra en forma muy clara los efectos de pasar
de un sistema en el cual no había incentivos para que las personas redujeran las basuras
sólidas, a un sistema en el que sí existen tales incentivos3.

INCENTIVOS: UN EJEMPLO DE NEGOCIOS

Los incentivos también son muy importantes en la reducción de la contaminación industrial.


Todas las firmas industriales trabajan dentro de un conjunto determinado de incentivos:
incrementar los beneficios si son empresas que se encuentran en las economías de
mercado, satisfacer el plan de producción anual si son empresas socialistas. Las empresas
sienten el estímulo de aprovechar cualquier factor que esté disponible con el fin de mejorar
su productividad. Una manera con la cual han hecho esto históricamente ha consistido en
utilizar los recursos ambientales para eliminar las basuras. La motivación principal para
hacer esto es que tales recursos normalmente son gratis, y cuando se utilizan los insumos
gratis, tanto como es posible, una empresa obviamente puede incrementar sus beneficios o
lograr mejor sus objetivos de producción. Esta situación es la que ha contribuido a generar
los niveles excesivos de contaminación que hay en la actualidad.

Una posible acción política consiste en aprobar y ejecutar leyes que hagan ilegal la
contaminación. Una técnica que resulta más efectiva con frecuencia, consiste en diseñar un
sistema que saque ventaja de los incentivos monetarios normales de las compañías de tal
manera que las conduzca a contaminar menos. El caso 1.2, tomado de un artículo
periodístico, ilustra una situación en la cual el Estado de Louisiana busca suministrar a las
empresas un incentivo financiero directo con el fin de reducir su comportamiento
contaminante. Consiste en relacionar los impuestos sobre la propiedad de una empresa
con su desempeño ambiental. Específicamente, cada empresa se clasifica en una escala
“... según el número de violaciones ambientales que haya efectuado, la cantidad de
químicos que libere en el ambiente y otros factores”. Cuanto peor sea la clasificación en la
escala de la empresa, menor será su exención de impuestos sobre la propiedad y, en
consecuencia, mayor será su liquidación de impuestos. Con este sistema las empresas,
presumiblemente, tendrían un incentivo directo para hacer cualquier cosa con el fin de
mejorar sus clasificaciones ambientales, por supuesto, siempre y cuando el ahorro en
impuestos sea suficientemente grande como para ser atractivo.

3 El nombre técnico para este enfoque es “determinación de precios por unidad”. Vease: U.S. Environmental
Protection Agency, Unit Pricing (EPA/530-SW-91005), washington, D.C, February 1991.
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Hay muchas preguntas sobre cómo podría funcionar el sistema, especialmente qué deben
hacer las empresas para evitar las citaciones ambientales, qué tanto refleja el puntaje de
clasificación las emisiones reales de sustancias, y otros interrogantes parecidos. Sin
embargo, la cuestión fundamental es que las autoridades han reconocido aparentemente la
importancia de cambiar los sistemas de incentivos de las empresas contaminadoras con el
fin de motivarlas para que busquen formas de reducir sus emisiones contaminantes. En los
últimos años se ha hecho mayor énfasis en cuanto a la incorporación de proyectos sobre
incentivos económicos en las políticas ambientales a nivel federal y local. La esencia de
esta propuesta consiste en reestructurar los incentivos que enfrentan las empresas y los
consumidores de tal manera que éstos movilicen sus propias energías e ingenio para hallar
formas de reducir sus impactos en el ambiente.

INCENTIVOS A LA INDUSTRIA DEL CONTROL A LA CONTAMINACIÓN

Otro punto decisivo en el cual los incentivos son vitales, y donde la economía ambiental
representa un importante papel analítico, se encuentra en el crecimiento y desempeño de la
industria del control a la contaminación. Ésta es la industria que desarrolla técnicas de
reciclaje de basuras, nuevos equipos para el control de la contaminación y nuevas
tecnologías para su monitoreo. Esta industria algunas veces manipula y trata desechos de
fabricación y a menudo se dedica a la administración de los lugares donde se depositan las
basuras. También incluye empresas que desarrollan nuevos productos favorables para el
ambiente, como los detergentes bajos en fosfatos y productos reciclables de papel.
Obviamente, se necesita una industria dinámica y progresiva para el control de la
contaminación si se desea llegar a dominar efectivamente todos los problemas actuales y
futuros del ambiente. En consecuencia, uno de los principales asuntos que deben estudiar
los economistas ambientales es el de los incentivos que se ofrecen a esta industria: qué
ocasiona que se desarrolle o decline, qué tan rápida o lentamente responde a las nuevas
necesidades, etc.

Un buen ejemplo de esto aparece ilustrado en el artículo del caso 1.3. Éste analiza las
oportunidades para que las empresas estadounidenses suministren equipo y técnicas
operatorias para el control de la contaminación en puntos de Europa que están
experimentando los efectos de nuevas regulaciones ambientales instituidas por la
Comunidad Europea (CE). La razón por la cual estas compañías se encuentran en
disposición de hacer esto se debe al clima más exigente en cuanto a política ambiental en
EEUU, que ha generado mayores incentivos para que la industria y el control a la
contaminación haga innovaciones y desarrolle mejores formas de manipulación de residuos.
Este efecto del incentivo a las leyes ambientales se descuida a menudo, aunque es un
aspecto sumamente importante del esfuerzo a largo plazo para reducir los impactos
ambientales de las economías modernas. A lo largo de este libro se hablará de este
particular incentivo.

EL DISEÑO DE POLÍTICAS AMBIENTALES

La economía ambiental tiene que desempeñar un papel importante en el diseño de políticas


públicas para el mejoramiento de la calidad ambiental. Existe un enorme rango y variedad
de programas y políticos de carácter público dedicado a los asuntos ambientales, en todos
los niveles de gobierno: locales, estatales, nacionales, federales e internacionales. Éstos
varían enormemente en su eficiencia y efectividad. Algunos han sido apropiadamente
diseñados y no se duda de sus impactos benéficos. Otros, quizá la mayoría, no estén bien
diseñados. Al no ser efectivos en costos, acaban por ocasionar gastos enormes de dinero y
por tener impactos mucho menores en la calidad ambiental, de lo que podrían generar con
un mejor diseño.
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Al problema de diseñar políticas ambientales eficientes no se le suele dar la importancia que


merece. Es fácil caer en la trampa de creer que cualquiera de los programas o políticas que
se generen de los desordenados procesos políticos ambientales represente alguna ayuda, o
que éstos, seguramente, serán mejor que nada. Pero la historia está llena de casos en los
cuales los diseñadores de políticas y los administradores públicos han concebido políticas
que no funcionan; la gente cree con frecuencia que una política sería efectiva aun cuando
cualquier análisis razonable pueda predecir lo contrario. De todo esto se deduce que es
sumamente importante estudiar la manera de diseñar políticas ambientales que sean
efectivas y eficientes.

La Environmental Protection Agency, EPA, (Agencia de Protección Ambiental), calculó que


en 1990 EEUU dedicó casi el 2% del costo total de los bienes y servicios del país al control
de la contaminación y la limpieza ambiental. Ellos esperan que este porcentaje se
incremente hasta un 2.8% a finales de los años noventa. Esto, representa sumas muy
grandes de dinero, aunque el porcentaje probablemente, debería ser mayor. Sin embargo,
es importante no fijarse exclusivamente en el porcentaje, ya sea alto o bajo comparado con
otros países. De igual o mayor importancia es que se obtenga el máximo mejoramiento
posible de la calidad a partir del dinero invertido. Aquí vale la pena citar a Reilly, director de
la EPA, quien afirma: “... con este nivel de gastos, existe una obligación muy grande de
hacerlo bien. Por “hacerlo bien” él quiere decir tener programas que obtengan el máximo
mejoramiento, en la calidad ambiental de acuerdo con los recursos gastados. Todo el
mundo tiene su propio interés: los ambientalistas, por obvias razones; los reguladores
públicos, porque ellos proponen un suministro limitado de recursos del contribuyente y una
tolerancia del consumidor, y los mismos contaminadores regulados, puesto que los temas
relacionados con la eficiencia son decisivos para el éxito de los negocios.

Para entender lo que implica “hacerlo bien”, considérese la reciente ley Clean Air Act
(1990). Esta ley contiene cientos de disposiciones que se concentran fundamentalmente en
tres problemas relacionados con la contaminación del aire: humo (smog) urbano, emisiones
de dióxido de sulfuro provenientes de las plantas de energía y efluentes de químicos
tóxicos. La ley incluye todos los tipos de factores: estándares de tubos de escape y
chimeneas, nueva tecnología para inyectores de gasolina, producción de una variedad de
automóviles poco contaminantes, nuevos estándares para las emisiones tóxicas, el
intercambio comercial de emisiones entre las plantas de energía del sur y de los Estados
centrales, y otros factores. Además, la ley regula en forma detallada; por ejemplo, que los
automóviles pertenecientes a una flota (taxis y similares) cumplan con estándares más
estrictos para los tubos de escape a partir de 1998, ¡sin embargo, exonera a aquellos
automóviles de flotas que se estacionan en lugares privados en las horas de la noche! Tras
una lectura somera, parece una ley seria, que puede tener un impacto general en un rango
amplio de problemas sobre la calidad del aire. Pero, ¿cómo se puede asegurar
razonablemente, que esta gran colección de fracciones y pedazos representa una forma
efectiva en costos de atacar estos problemas? ¿Cómo se puede asegurar que se cuenta
con la combinación ideal de técnicas y que no se tiene tan sólo un abanico desordenado de
artículos introducidos por grupos interesados en este asunto?

En consecuencia, una de las funciones fundamentales de los economistas ambientales


consiste en evadir la parafernalia política y mirar cuidadosamente los impactos de los
diferentes enfoques de política económica. Necesitamos saber si estas políticas son
efectivas en costos, es decir, si obtienen la máxima reducción posible de la contaminación
de acuerdo con el dinero invertido, y si son eficientes en el sentido de equilibrar
apropiadamente los beneficios y los costos de mejoramientos ambientales. Por tanto, el
diseño y análisis de políticas se constituye en una parte fundamental para la economía
ambiental, tema que se abordará con detalle en este libro.
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INTERROGANTES MACROECONÓMICOS: AMBIENTE Y CRECIMIENTO

Los asuntos sobre los incentivos analizados anteriormente representan problemas


microeconómicos; éstos tienen que ver con el comportamiento de los individuos o pequeños
grupos de consumidores, firmas contaminadoras y compañías que forman parte de la
industria del control de la contaminación. La macroeconomía, por otra parte, se refiere a la
estructura y desempeño económicos de un país completo tomado como una unidad.
Cuando estudiamos temas como el cambio del producto interno bruto (PIB), las tasas de
inflación y la tasa de desempleo, nos estamos refiriendo específicamente al estudio del
desempeño del país como una totalidad; es decir, se está haciendo un análisis
macroeconómico.

Existen varias preguntas importantes sobre la relación que existe entre los asuntos
ambientales y el comportamiento de la macroeconomía. Una corresponde a la relación
entre las medidas de control a la contaminación y la tasa de crecimiento económico y de
desempleo: ¿Tenderán políticas más estrictas a retrasar el crecimiento e incrementar el
desempleo y, si es así, cuánto? ¿Qué impacto tendrán las regulaciones ambientales, en
caso de que las haya, sobre la tasa de inflación? Existe un lado opuesto a estos
interrogantes macroeconómicos. Éste es el tema del artículo expuesto en el caso 1.4: los
impactos del crecimiento económico en la calidad ambiental. ¿Mayores tasas de
crecimiento, es decir, incrementos en nuestras mediciones tradicionales como el PIB,
implican mayor degradación ambiental, o lo contrario podría ser cierto? El artículo cita el
trabajo de dos economistas ambientales que estudiaron la relación entre crecimiento y
ambiente. Su conclusión es que cierta “...contaminación se incrementa durante las primeras
etapas de desarrollo de un país y luego comienza a disminuir a medida que los países
obtienen recursos adecuados para abordar los problemas de contaminación”. Esto sucede
puesto que cuando se tienen bajos ingresos las personas tienden a valorar el desarrollo por
encima de la calidad ambiental, pero a medida que obtienen más bienestar dedican más
recursos al mejoramiento de la calidad ambiental. Claramente, este tema es de gran
importancia para los países en desarrollo, tal como lo estudiaremos en el capitulo 19. En
los países desarrollados, los problemas macroeconómicos (crecimiento, recesión, inflación,
desempleo) también son temas constantes de interés nacional. De tal modo que es
importante estudiar las relaciones existentes entre estos fenómenos y los interrogantes
sobre la calidad ambiental.

ANÁLISIS COSTO EFECTIVIDAD

En la economía ambiental es común contar con diversos tipos de análisis ambiental. Uno
de estos análisis se denomina “costo-efectividad”. Éste es simplemente un análisis en el
cual se observa la manera más económica de lograr un objetivo determinado de calidad
ambiental o, expresándolo en términos equivalentes, de lograr el máximo mejoramiento de
cierto objetivo ambiental para un gasto determinado de recursos.

El caso 1.5 muestra un artículo periodístico que se concentra en este concepto de costo-
efectividad: en este caso es de alternativas técnicas para reducir el consumo de energía. El
objetivo global consiste en reducir la producción de dióxido de carbono, el principal gas
responsable del “efecto invernadero”. Lo que se plantea es el costo de diversas opciones
técnicas -estándares de eficiencia de luces, motores eléctricos, edificios de oficinas,
incentivos para energía renovable, etc.- y su efectividad en términos de reducción de la
producción de C02. Los estudios de este tipo exigen una cercana coordinación de análisis
científicos y de ingeniería para determinar parámetros técnicos realistas, y análisis
económicos para establecer los valores asociados con estos parámetros.
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ANÁLISIS COSTO-BENEFICIO

En el análisis costo-beneficio, los economistas se interesan sólo de los costos para alcanzar
determinada meta ambiental. En el análisis costo-beneficio, tanto los costos como los
beneficios de una política o programa se miden y se expresan en términos comparables. El
análisis costo-beneficio es la principal herramienta analítica utilizada por los economistas
para evaluar las decisiones ambientales. Ésta se utilizó por primera vez en EEUU a
comienzos del siglo XX para evaluar los proyectos de desarrollo hídrico del U.S. Army
Corps of Engineers. En la actualidad este análisis se utiliza en todo el sector público.
Algunas veces sirve como guía para la selección de políticas eficaces, otras veces hace uso
de él alguna institución para justificar qué desea hacer, en otras ocasiones se utiliza para
proponer o detener nuevas reglamentaciones, o restar efecto a las antiguas. Este enfoque
es tan importante y tan utilizado que se abordará en diversos capítulos de este libro
(capítulos 6, 7 y 8). En este tipo de análisis, como su nombre indica, los beneficios de la
acción propuesta se calculan y comparan con los costos totales que asumiría la sociedad si
se llevara a cabo dicha acción. Si es una propuesta para un parque público, por ejemplo,
los beneficios recreativos que suministra el parque se comparan con los costos esperados
de su construcción y el valor de emplear la tierra para este fin y no para otro. O, por
ejemplo, una propuesta de construcción de un incinerador de basuras sólidas compararía
los costos de construcción y operación del mismo, incluyendo los costos de eliminación de
las cenizas y los costos de las posibles emanaciones traídas por el aire, con los beneficios
que reportaría, como la reducción del uso de terrenos de relleno para los desperdicios
sólidos.

El enfoque costo-beneficio supone que se debe considerar tanto los beneficios como los
costos de los programas y políticas ambientales. Esto, a menudo, coloca a los estudios de
costo-beneficio en el centro de las controversias políticas sobre muchos asuntos
ambientales. En los enfrentamientos políticos que caracterizan muchos de los problemas
ambientales suelen constituirse grupos de personas cuyo mayor interés se concentra en los
beneficios, así como grupos que principalmente se interesan por los costos. Los grupos
ambientales se inclinan, normalmente, por los beneficios; los grupos de negocios se
concentran, usualmente, en los costos. Obsérvese la historia extractada del caso 1.6. Ésta
analiza algunos de los recientes esfuerzos por calcular los beneficios y costos de la
reducción de las emisiones de CO2, enfocados hacia la prevención del “efecto invernadero”.
Allí se describen cuántos grupos ambientales, históricamente un poco dudosos de la utilidad
del análisis costo-beneficio, ahora aceptan este enfoque, al comprender que análisis más
cuidadosos de programas ambientales pueden representar una mejor forma de defenderlos
en lugar de citar cualquier tipo de análisis. La aceptación final a largo plazo de programas
para proteger el ambiente depende de que las personas comprendan que sus costos
merecen la pena. El enfoque de costo-beneficio, del tipo de mediación (trade-off) es la
mejor manera de llevar a cabo esto4.

ASUNTOS INTERNACIONALES

No todos los problemas ambientales están relacionados con la contaminación, y no todos se


encuentran dentro de países individuales. En los últimos años, los asuntos internacionales
se han hecho cada vez más importantes. El artículo que aparece en el caso 1.7 aborda
específicamente el importante interrogante a nivel mundial sobre la diversidad de especies.
Debido a los desequilibrios en los hábitat, como los programas de vivienda en los países

4 Es conveniente hacer un pequeño comentario acerca del artículo publicado en el periódico. El escritor exagera
al decir que el análisis costo beneficio hubiera sido utilizado históricamente sólo por aquellos que se oponían a
los programas ambientales. Esto no es cierto. Los economistas ambientales, la mayoría de ellos fervientes
defensores del ambiente, han utilizado el análisis costo-beneficio durante décadas.
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industrializados y la deforestación en muchas economías en desarrollo, la tasa de extinción


de las especies de plantas y animales se ha incrementado enormemente por encima de su
nivel natural. En el artículo se comentan algunas de las estrategias propuestas en la
Cumbre de la Tierra de 1992, e indica algunos de los asuntos económicos relacionados.
Estos asuntos incluyen el cuestionamiento acerca de las formas más efectivas en costos
para reducir la tasa de extinción de especies, la pregunta sobre si los derechos de
propiedad nacional deberían ejercerse sobre las especies, el problema de la trasferencia
internacional de tecnología y el muy espinoso problema de la manera como los costos para
la preservación de la biodiversidad se deberían dividir entre los piases ricos y pobres.

ECONOMÍA Y POLÍTICA

Finalmente, es necesario analizar de forma abreviada el interrogante sobre cómo lograr una
política ambiental efectiva en un ámbito de políticas altamente politizado. Las políticas
ambientales no sólo afectan al entorno natural, también afectan a las personas. Esto
significa que las decisiones políticas sobre el ambiente son el resultado de un proceso
político, un proceso en el cual, al menos en los sistemas democráticos, las personas y los
grupos se unen y pugnan por la influencia y el control, donde hay intereses en conflicto,
cambios de coaliciones e intromisiones de tendencias. Las políticas que provienen de un
proceso como éste pueden tener poca relación con lo que se podría considerar como
enfoques económicamente eficientes para los problemas particulares del ambiente.
Muchas personas se han cuestionado incluso la misma idea de que un proceso político
democrático pueda o deba luchar para producir políticas que sean eficientes en cierto
sentido económico y técnico.

Y entonces, ¿dónde queda el economista ambiental? ¿Para qué invertir tanto tiempo y
energía en cuestionamientos de eficiencia y efectividad en los costos, cuando lo más
probable es que el proceso político haga caso omiso de estas consideraciones y siga su
propio camino? ¿Para qué preocuparse por incentivos económicos y eficiencia económica
cuando "todo está politizado”, como se dice comúnmente? La respuesta es que aunque se
sabe que el mundo real es de compromiso y poder, la mejor forma para que los científicos y
economistas sirvan al proceso consiste en producir estudios que sean tan claros y objetivos
como sea posible. El trabajo del político consiste en comprometerse o buscar ventaja; la
función del científico consiste en suministrar la mejor información que pueda. Para los
economistas, en efecto, esto significa estudios en los cuales la eficiencia económica
representa un papel fundamental. Y mucho más que eso. Puesto que el tema prioritario del
proceso de formulación de políticas es el de “quién obtiene qué”, los economistas
ambientales también deben abordar el interrogante de la distribución, de qué manera los
problemas y las políticas ambientales afectan diferentes grupos dentro de la sociedad.
También entra en el escenario el papel de los científicos y economistas que suministran
información a los diseñadores de políticas sobre caminos alternativas de acción. Aunque
nos concentraremos más adelante en los capítulos que parecen ser “las” políticas más
eficaces o “los” caminos de acción mininos en costos, es necesario reconocer que en el
"toma y dame" del mundo político en el cual se construyen las políticas la selección entre
alternativas siempre se encuentra en el orden del día.

Sin embargo, los economistas actuales no tienen derecho a lamentar su destino en los
procesos de políticas ambientales. Si hay algo evidente es la creciente influencia de los
economistas. Los procedimientos y los resultados del análisis de costo-beneficio se han
aceptado con mayor amplitud en las arenas de las políticas públicas y en los tribunales que
atienden los casos ambientales. Las nuevas iniciativas para el control de la contaminación,
que incorporan principios de incentivos económicos, han sido adoptadas tanto en los niveles
federales como en los estatales de EEUU. Ésta es la mayor justificación para estudiar y
comprender los fundamentos económicos de los análisis y de las políticas ambientales.
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RESUMEN

El propósito de este corto capítulo consistió en estimular el apetito por el tema de la


economía ambiental mediante la identificación de algunos de los temas principales que
comprende este campo y la breve descripción del enfoque que los economistas adoptan
en su estudio. Este capítulo también sirve para darle al lector algo para recordar. Cuando
nos involucramos en algunos de los asuntos conceptuales y teóricos que fundamentan el
tema, es fácil perder de vista lo que se está buscando. Aquí se intentaron desarrollar estos
principios de tal manera que se puedan utilizar en realidad para manejar problemas de un
mundo real como los analizados en el capítulo. Aunque los principios pueden parecer
abstractos y extraños al comienzo, recuérdese el objetivo: obtener un ambiente natural más
limpio, más saludable y más bello.

CASO 1.1: MUNICIPIOS ADOPTAN PAGOS DE ACUERDO CON LA CANTIDAD


DE BASURA QUE SE ARROJE

Robrt Hanley
Especial para The New York Times

Chester, N. J., 9 de julio.- Steve y Cally Frynsinger y sus cuatro hijos ya casi han eliminado
la necesidad de utilizar recipientes de basura de tamaño familiar.

Expertos en el reciclaje y composición de abonos, los Frysinger han reducido la cantidad de


basura que sacaban a la calle para su recolección, a un contenedor de apenas 30 libras,
una cantidad minúscula para unidad familiar de seis miembros.

Por recolectar este volumen, los Frysinger pagan US $ 1,90 mensualmente al transportador
de basura del municipio, la Waste Management de North Jersey.

Frysinger es un arquitecto que se declara partidario de un sistema de facturación que


lentamente se está arraigando en la región de Nueva York y en otras partes del país, y que
está revolucionando la eliminación de las basuras.

El nuevo sistema exige que los residentes paguen un precio fijo por cada bolsa o recipiente
de basura que generen, algo parecido a como cancelan los servicios de energía eléctrica,
acueducto y teléfono a larga distancia. En la mayor parte de los vecindarios, el sistema por
bolsa o por contenedor remplaza o reduce las tarifas fijas que los residentes pagan a los
transportadores de basura en forma directa o mediante sus impuestos sobre la propiedad.

Los proponentes dicen que la facturación por bolsa da un gran empuje al reciclaje,
reduciendo los costos por concepto de basuras y la creciente necesidad de tener terrenos
para la eliminación de desperdicios, así como incineradores que cuestan muchos millones.
Además, argumentan que promueve equidad en el cambio de gastos por concepto de
basuras por fuera de la estructura de impuestos sobre la propiedad. Ellos aseguran que no
habrá pequeñas familias que, produciendo poca basura, subsidien a grandes familias que
llenan varios recipientes en una semana.

Hasta el momento en que Chester cambió el sistema en julio de 1990, cada familia pagaba
por la eliminación de basuras US $ 30 mensualmente o US $ 360 al año. Ahora los
residentes pagan a Waste Management US $ 1,90 por cada bolsa de 30 libras que ellos
produzcan, más un cargo mensual que varía de acuerdo con una evaluación de la vivienda
y que tiene un promedio de US $ 9,50, aseguró el señor Frysinger, quien trabaja en el
11

Consejo del municipio. El cargo fijo cubre la recolección semanal de basuras y el reciclaje
de los materiales.

Un residente, con el cargo promedio por concepto de recolección y una bolsa semanal de
basuras de 30 libras, paga US $ 17,10 mensualmente o US $ 205,20 al año. US $ 154,80
menos que el cargo fijo de US $ 360 de hace dos años.

Los límites de pesos se imponen informalmente; la Waste Management dice que sus
trabajadores pueden calcular cuando un paquete supera con mucho las 30 libras y dejar de
recogerlo. Algunas personas calculan el peso de su basura y ellas mismas, en la balanza
del baño, se aseguran de que no exceda el límite.

La dedicación de la familia Frysinger para reciclar ha supuesto un ahorro de US $ 223 al


año, asegura el señor Frysinger.

Él afirma que “básicamente es posible que una familia grande recicle el 80% de su basura”.

La familia no utiliza toallas de papel en la cocina, sólo esponjas y trozos de tela, y no


compran nada que sea “excesivamente empacado”, como frutas frescas embolsadas o
ferretería en cajas recubiertas con plástico o ventanas de celofán.

Desde que en Chester se comenzó a facturar por contenedor, el municipio ha incrementado


la cantidad de basura que recicla de 540 toneladas en 1989 a 1.158 toneladas en 1991,
afirma Sara Noll, la coordinadora de reciclaje del municipio.

Los detalles del sistema por contenedor varían de municipio a municipio. En Chester se
utilizan adhesivos circulares que los residentes compran en tiras de diez por valor de US $
19, o por unidad a US $ 1,90. Cada uno se adhiere a la parte superior de la bolsa en el
contenedor de 30 libras que se recoge a diario.

Otras comunidades, especialmente en el condado Columbia, Nueva York, utilizan bolsas


especiales en lugar de adhesivos puesto que estos algunas veces son despegados o
robados y reutilizados por los ladrones.

Quizá el mayor, el más antiguo y el más estudiado sistema de facturación por contenedor
en el país es el de Seattle que comenzó en 1991. Desde entonces Seattle ha incrementado
la proporción de la basura que recoge del 5 al 42%.

La principal crítica que se le hace a este tipo de facturación por bolsa o caneca es que este
sistema estimula los basureros ilegales. Pealy afirmó que unos cuantos propietarios de
Seattle probablemente han dejado la basura a cargo de los contenedores que prestan
servicio a los edificios de apartamento. Algunas compañías que utilizan privadamente
contenedores propios han comenzado a asegurarse, agregó él. Pealy comenta que las
acciones más flagrantes e ilegales tienen que ver con los desechos de construcción.

CASO 1.2: IMPOSICIÓN DE IMPUESTOS PARA DESESTIMULAR LA


CONTAMINACIÓN

Keith Schneider
Especial para The New York Times

Nueva Orleans, 24 de febrero. Después de analizar intensamente las pérdidas financieras y


ecológicas que han resultado del desarrollo industrial, Louisiana ha promulgado una nueva
reglamentación de gravámenes que vincula la cantidad de impuestos sobre la propiedad de
12

negocios que una compañía paga por su ubicación en la escala de comportamiento


ambiental.

La nueva política, establecida en diciembre, se impuso después de que funcionarios


determinaran que algunas corporaciones se estaban beneficiando de las exenciones a
impuestos al mismo tiempo que eran sancionadas por cientos de dólares por
contaminación, en un Estado que presenta uno de los peores índices de contaminación
química del país.

El gobernador Buddy Roemer y dos entidades estatales emprendieron la acción de reducir


la contaminación mientras intentaban recaudar millones de dólares en impuestos sobre la
propiedad industrial, de los cuales los mismos contaminadores habían sido exentos.

La nueva política, que ya había sido objetada en el tribunal estatal, se considera el paso
más innovador que haya adoptado cualquier Estado con el fin de relacionar específicamente
su política de impuestos con el objetivo doble de reducir la contaminación y obtener un
mejor cumplimiento de la ley ambiental.

Patrón de exenciones

Durante 65 años, un aspecto importante de la política de Louisiana para atraer la industria


consistió en exonerar durante diez años de los impuestos sobre la propiedad de negocios
locales todo lo relacionado con nuevos equipos y otros gastos de capital. Las exenciones
se renovaban hacia la mitad del período de diez años.

Bajo la nueva política, cada compañía solicitaba una exención o buscaba la renovación en
su clasificación de la escala según la cantidad de violaciones ambientales que cometía, la
cantidad de químicos que liberaba al ambiente, y otros factores. Cuando menor fuera el
registro de la compañía, menor sería el puntaje y menor su exención de impuestos.

“Nosotros no pretendimos ser el primer Estado en llevar a cabo esto”, afirmó Vicki Arroyo,
directora de políticas y planeación estatal en el Departamento of Environmental Quality. “No
obstante, cuando observamos los demás Estados para estudiar la manera en que se
vinculaba el registro ambiental de la compañía con los incentivos económicos, no pudimos
encontrar ningún otro programa”.

La señora Arroyo agregó: “Por una parte, descubrimos que teníamos compañías con serios
problemas ambientales que deberían pagar cientos de miles de dólares en multas, y por
otra, que estas mismas estaban obteniendo millones de dólares en exenciones por
concepto de impuestos. Ese no es el mensaje que queríamos enviar a la industria”.

Entre los últimos años los Estados han buscado la manera de utilizar la política de
impuestos para lograr metas ambientales, Minnesota exime algunos terrenos de impuestos
sobre la propiedad para preservar áreas cenagosas, y Nueva York y Nueva Hampshire
reducen los impuestos sobre la propiedad de tierras con humedales que son protegidas del
desarrollo. North Carolina cobra un impuesto a las placas personalizadas de circulación de
vehículos para pagar por la adquisición de terrenos no cultivados, y Maryland tiene un
programa similar para financiar la investigación ambiental en la Bahía de Chesapeake.

Missouri asigna una parte de sus impuestos a las ventas para los programas ambientales.
El Estado de Washington aplica parte de sus impuestos sobre las ventas de cigarrillos para
restringir la contaminación en Puget Sound. Y muchos Estados exoneran de impuestos
sobre la propiedad a la industria de equipos para el control de la contaminación.
13

CASO 1.3: OBTENER PROVECHO DE LA DESCONTAMINACIÓN EN LA


COMUNIDAD EUROPEA: La prioridad ecológica europea puede beneficiar a las
compañías de EEUU.

Patrick Osler

Bruselas: A comienzos de este año, una gran compañía de químicos localizada en el norte
de Europa se puso en contacto con Pall Corp. de East Hills, de Nueva York, un importante
fabricante de filtros para emanaciones.

La compañía química, que solicitó no ser identificada, está descargando metales pesados
en la atmósfera en su proceso de manufactura de plásticos. Puesto que la Comunidad
Europea, constituida por doce naciones, está a punto de aprobar una nueva ley sobre los
desechos peligrosos para regular tales metales, desea que Pall suministre un tipo de filtro
que permita que las emanaciones químicas de la compañía cumplan con las regulaciones.

“Nuestros filtros cuestan más, pero hemos estado haciendo esto durante bastante tiempo, y
tenemos una pequeña ventaja en cuanto al know-how en diseño”, afirma Adrian Fox,
vicepresidente senior de marketing encargado de las operaciones europeas de Pall, quien
explica por qué la firma europea se inclinó por una compañía estadounidense para acatar
las leyes europeas.

Unos cuantos países europeos han tenido estrictos controles ambientales durante años; sin
embargo, ahora experimentadas firmas ambientales de EEUU reciben solicitudes similares
de compañías europeas que enfrentan un alud de leyes ambientales recientemente
promulgadas y una creciente lista de leyes que esperan su aprobación.

Después de veinte años de agitación, la CE, repentinamente, está aprobando su legislación


ambiental con frenesí, y las compañías norteamericanas, las cuales han respondido durante
dos décadas a leyes similares de EEUU, se encuentran bien posicionadas para sacar
ventaja de la oportunidad.

Está en juego un mercado de servicios ambientales, el cual se espera que se triplique hasta
llegar a US $ 171,000 millones sólo en Europa Occidental, en el año 2000. La enorme
calamidad ambiental dejada por los regímenes comunistas del Este se sumará básicamente
a este mercado.

Arvin Industries Inc. de Columbus, Ind., importante fabricante de convertidores catalíticos,


ya se está tomando una parte importante del mercado de productos y servicios ambientales.

Las nuevas reglas que se pondrán en práctica en toda la Comunidad Europea forzarán a los
fabricantes de automóviles, a comienzos de año entrante, a que instalen convertidores
catalíticos en todos los nuevos automóviles para cumplir con unas restricciones de
emisiones semejantes a las que ya existen en EEUU. Los convertidores fueron exigidos en
EEUU en 1975.

Esto significa que se necesitarán casi 10 millones de convertidores. Los analistas estiman
que Arvin tendrá ventas por un valor de US $ 400 millones. Esta empresa, o la Tenneco
Inc., otro fabricante estadounidense de convertidores catalíticos, surgirán como líderes en
reñida competencia en el mercado europeo.

Las nuevas leyes ambientales de toda Europa son, en parte, una respuesta a la creciente
importancia de los “asuntos verdes” en la política europea, los cuales representan una
14

respuesta a las condiciones ambientales, que han sido tan desfavorables que la CE ya no
puede esperar más para enfrentarlos.

Tales leyes se están aprobando más ágilmente gracias a una reciente decisión del Tribunal
de Justicia de la CE que ahora permite un proceso de aprobación más sencillo.

“La legislación ambiental de EEUU supera a la legislación de la CE en cerca de 5 a 10 años,


especialmente en el área de la ejecución de leyes”, dice David Owen, jefe de
investigaciones de Ecofin, una firma de servicios financieros ambientales con sede en
Londres. “Aquí hay bastante discurso piadoso, y muchas leyes son simplemente mentiras”.

“Las firmas norteamericanas se han beneficiado al exponerse a un régimen más fuerte de


cumplimiento de leyes”, asegura Owen. “Ellos comprenden la responsabilidad. Europa aún
es ingenua frente a esto”.

El hecho de ayudar a las firmas europeas a cumplir con la legislación sobre desechos
puede suministrar grandes beneficios a las compañías norteamericanas, sobre todo en lo
relacionado con las leyes que posiblemente generen responsabilidades en transporte a
través de fronteras, la incineración y la eliminación de desechos peligrosos.

LECTURAS RECOMENDADAS

Council on Environmental quality: United States of America National Report (to the U.N.
Conference on Environment and Development), Washington, D.C., 1992.

El-Hinnawi, Essam, and Manzur H. Hashmi: The state of the environment, United Nations
Environment Program, London, Butterworth, 1987.

Magat, Wesley A. (ed.): Reform of Environmental Regulation, Cambridge, Mass, Ballinger


Publishing Company, 1982.

Miller, Alan S.: Gaia Connections: An introduction to Ecology, Ecoethics, and


Economics, Lanham, Md., Rowman and Allenheld, 1991.

Repetto, Robert C.: World Enough and Time: Successful strategies for resource
management, New Haven, Conn., Yale University Press, 1986.

Vig, Norman J., and Michael E. Kraft: Environment policy in the 1990’s, Washington, D.C.,
Congressional Quarterly Press, 1990.

Yandle, Bruce: The political limits of environmental regulations: Tracking the unicorn,
New York, Quorum Books, 1989.
15

EMISIONES, CALIDAD AMBIENTAL Y DAÑOS5

El texto ahora se concentrará FIGURA 2.2. Emisiones, calidad del medio y daños.
en lo que sucede al final de Fuente 1 Fuente 2
aquellas dos flechas de Insumos Insumos
descarga representadas en la Tecnología Tecnología
Productos
Productos
gráfica derecha de la figura
2.1. En forma muy simple, las Producción Reciclaje Producción
emisiones producen cambios Consumo Consumo
en los niveles de la calidad
ambiental, la cual a su vez Manipulación Manipulación
genera daños a los seres de residuos de residuos

humanos y no humanos. La
Figura 2.2 muestra una forma Emisiones
(tiempo, tipo)
Emisiones
(tiempo, tipo)
de esbozar esta relación. En
ésta se señalan dos fuentes
de emisiones; éstas podrían Agua Aire Suelos
ser firmas privadas, entidades
gubernamentales o Procesos
consumidores. Las fuentes Físicos
Químicos
reciben diversos insumos y Hidrológicos
bienes, y utilizan diferentes Metereológicos

tipos de tecnologías en la
Calidad del medio
producción y el consumo. En agua, aire, suelos
el proceso estas fuentes
generan residuos. La manera Exposiciones de humanos
como se manejan estos y no humanos, susceptibilidades
y valores
residuos tiene entonces un
efecto crítico en las etapas Daños a los sistemas
posteriores. Algunos residuos vivos y no vivos
pueden recuperarse y (Inspirado en John Braden y Kathleen Segerson, “Information Problems in the desing of
non-point source pollution policy”, en: Asociation of Environmental and Resourse
reciclarse nuevamente para la Economics (AERE), Workshop Papers, The Managemento of Non-point source
pollution, Lexington, june 6-7, 1991).
producción o el consumo.
Muchos otros pueden
recuperarse mediante procesos de tratamiento (manipulación de residuos) que los pueden
hacer más benignos cuando se expulsen. Algunos de estos procesos son estrictamente
físicos (silenciadores en los automóviles y camiones, estanques de sedimentación en
plantas de tratamientos de aguas negras, convertidores catalíticos), otros involucran
transformaciones químicas de diversos tipos (tratamiento avanzado de aguas para el
consumo doméstico).

Todas las emisiones necesariamente deben ir a uno o más de los diferentes medios
naturales, y existe una relación importante entre ellos. Hay una tendencia natural en las
discusiones de política por mantener estos medios en compartimientos separados,
abordando la contaminación del aire en forma separada de la contaminación de aguas, y así
sucesivamente. Sin embargo, estas emisiones se encuentran obviamente interconectadas;
una vez que se generan los residuos, todos los que no se reciclan deben terminar por
descargarse en uno o más de los diferentes medios naturales. Así, para determinada
cantidad de residuos totales, si se reducen las cantidades que van a un medio,
necesariamente deben incrementarse las cantidades dirigidas a los demás medios. Cuando
se elimina el dióxido de sulfuro (S02) de los gases en combustión producidos por las plantas
5 Está lectura está tomada de: Field, Barry, Economía Ambiental: Una introducción, Colombia, McGraw Hill,
1995, pp: 35-45.
16

generadoras de energía, por ejemplo, los compuestos de sulfuro no se destruyen; por el


contrario, éstos terminan convertidos en sedimentos de sulfuro que deben eliminarse de
alguna otra forma, quizá colocados en depósitos subterráneos. Si este material se incinera,
en realidad se expulsa parte de sulfuro al aire, pero aún quedan ciertas cantidades de
residuos sólidos que deben eliminarse en algún sitio.

Las corrientes de emisiones provienen de las dos fuentes diferentes, pero una vez emitidas,
éstas se fusionan en un solo flujo. En el mundo real esta mezcla puede ser compleja; por
ejemplo, los efluentes provenientes de dos procesadoras de pulpa, que se localizan en el
mismo punto de un río, pueden mezclarse completamente de tal modo que unos cuantos
kilómetros más abajo sea imposible diferenciar los efluentes de una fuente y los de otra.
Cuando hay millares de automóviles movilizándose en un área urbana, las emisiones que
producen todos se convierten en una sola mezcla uniforme. En otros casos, la combinación
es casi completa. Si una planta de energía se encuentra justamente en las afueras de la
ciudad y otra está a 20 millas contraria al viento, la planta más cercana normalmente será la
que asuma la mayor responsabilidad por el daño que ejerce en la calidad del aire para la
ciudad.

Esta mezcla de emisiones es el problema más significativo que puede manifestarse


inicialmente. Con sólo una fuente individual, la línea de responsabilidad es clara, y si se
quiere obtener un mejoramiento en la calidad del ambiente se sabe exactamente cuáles
emisiones deben controlarse. Sin embargo, con múltiples fuentes, las responsabilidades
son menos nítidas. Se sabe hasta qué punto se desea disminuir las emisiones totales, pero
no se sabe cómo distribuir esta reducción total entre las diferentes fuentes. Cada fuente,
entonces, tiene un incentivo para hacer que las demás asuman una mayor participación en
la responsabilidad por reducir las emisiones. Con cada fuente bajo esta misma
racionalidad, los programas para el control de la contaminación enfrentan un verdadero
problema de diseño y ejecución de leyes. Se encontrará este problema muchas veces en
los capítulos siguientes.

Una vez que se introduce determinada cantidad y calidad de residuos en un medio natural
particular, corresponde a los procesos físicos, químicos, biológicos, metereológicos, etc., del
sistema natural determinar cómo se traducen los residuos en niveles particulares de calidad
del ambiente. Por ejemplo, de las condiciones del viento y la temperatura dependerá la
difusión de los residuos que se arrojan en el aire, y que afectan a los vecindarios cercanos o
a las personas que viven un poco más lejos con el viento a su favor. Y puesto que estas
condiciones meteorológicas varían a diario, el mismo nivel de emisiones puede producir
diversos niveles de calidad en el ambiente en tiempos distintos. La lluvia ácida se produce
mediante procesos químicos que actúan fundamentalmente en las emisiones de dióxido de
sulfuro expulsadas corriente arriba del viento; en sentido contrario al viento el humo también
es el resultado de complejas reacciones químicas que involucran la luz solar y muchos
contaminantes diversos. Los procesos hidrológicos subterráneos afectan el transporte de
materiales desechados en terrenos destinados para el relleno de basuras, y así
sucesivamente. En consecuencia, para saber cómo afectarán las emisiones particulares los
niveles de calidad del ambiente, se debe contar con un buen conocimiento de los
funcionamientos físicos y químicos del mismo sistema natural. En esta parte es donde
confluyen las ciencias naturales y la física, para estudiar el rango completo de fenómenos
ambientales, que van desde pequeños modelos puntuales de flujo de aguas subterráneas
en un pozo particular, hasta los modelos climáticos globales pasando por los modelos
complejos de grandes lagos y cuencas hidrográficas y por los estudios de patrones de
vientos interregionales. El objetivo fundamental es determinar cómo los patrones
particulares de emisiones se convierten en modelos que corresponden a los niveles de
calidad del ambiente.
17

Finalmente, están los daños. Determinado conjunto de condiciones en el ambiente se


manifiesta en un patrón particular de exposición para los sistemas vivos y no vivos. Por
supuesto, estas exposiciones son una función no sólo de los procesos físicos involucrados,
sino también de las elecciones humanas que se hacen sobre cómo y dónde vivir, y de las
susceptibilidades de los sistemas vivos y los inertes para las cambiantes condiciones
ambientales. En conclusión, los daños se relacionan con los valores humanos. Los seres
humanos no tienen preferencias amorfas sobre todos los posibles resultados de la
interacción economía/ambiente; ellos prefieren algunos resultados sobre otros. Una parte
importante de la economía ambiental consiste en tratar de determinar los valores relativos
que las personas ponen en los diferentes resultados ambientales, tema que se volverá a
abordar en capítulos posteriores cuando se hable del análisis costo-beneficio.

TIPOS DE CONTAMINANTES

Físicamente, los residuos identificados en la figura 2.2 constituyen una amplia clasificación
de los materiales y energía que fluyen en los tres medios naturales. Es necesario distinguir
entre los amplios tipos de emisiones de acuerdo con los factores que afectan en forma
crítica sus estatus económicos.

Contaminantes acumulativos versus contaminantes no acumulativos

Una pregunta sencilla e importante sobre los contaminantes ambientales pretende saber si
éstos se acumulan con el paso del tiempo o tienden a disiparse poco después de ser
expulsados. El ejemplo clásico de un contaminante no acumulativo es el ruido; mientras la
fuente opera, el ruido se manifiesta en aire circundante, pero tan pronto deja de funcionar la
fuente, cesa el ruido. En el otro costado del espectro están los contaminantes que se
acumulan en el ambiente, prácticamente en las mismas cantidades que son emitidos. Por
ejemplo, los desechos radioactivos se descomponen con el paso del tiempo a un ritmo tan
lento con relación a los períodos de vida humana que, a pesar de todos los intentos y
propósitos, estarán con nosotros en forma permanente; este es un tipo de contaminante
estrictamente acumulativo. Otros contaminantes acumulativos son los materiales plásticos.
Durante décadas se ha emprendido la búsqueda de un plástico degradable, pero hasta
ahora el plástico es una sustancia que se descompone muy lentamente de acuerdo con los
estándares humanos; así, los desechos existentes estarán en el ambiente
permanentemente. Muchos químicos son contaminantes acumulativos: una vez que se
expulsan, básicamente quedan entre nosotros para siempre.

Entre estos dos extremos del espectro existen muchos tipos de efluentes que son
acumulativos hasta cierto punto, pero no completamente. EI ejemplo clásico es la materia
orgánica arrojada en las masas de agua; por ejemplo los desperdicios, tratados o no, que
arrojan las plantas municipales de tratamiento de basuras. Una vez dispersados, los
desechos quedan sujetos a los procesos químicos naturales que tienden a descomponer los
materiales orgánicos en sus elementos constitutivos, haciéndolos así mucho más benignos.
El agua, en otras palabras, tiene una capacidad de asimilación natural que le permite
aceptar sustancias orgánicas y hacerlas menos perjudiciales. Mientras esta capacidad de
asimilación no exceda en ningún momento, se puede interrumpir la fuente del efluente, y en
unos cuantos días, semanas o meses, la calidad del agua volverá a su estado normal. Por
supuesto, el hecho de que la naturaleza tenga una capacidad de asimilación no significa de
manera automática que se tenga un contaminante estrictamente no acumulativo. Una vez
que las emisiones exceden la capacidad de asimilación, se inicia un proceso acumulativo.
Por ejemplo, la atmósfera de la Tierra tiene una capacidad determinada para absorber el
CO2 expulsado por la actividad humana, mientras que no se exceda su capacidad. El CO 2
es un contaminante no acumulativo. Pero si el CO2 excede la capacidad de asimilación de
18

la Tierra, como parece ocurrir en este momento, se inicia una situación en la cual las
emisiones empiezan poco a poco a acumularse.

Sea o no acumulativo un contaminante, esencialmente se tiene el mismo problema básico:


tratar de corregir los deterioros ambientales y relacionar éstos con los costos para reducir
las emisiones. Sin embargo, esta tarea es mucho más difícil para contrarrestar los
contaminantes acumulativos que para los contaminantes no acumulativos. Considérense
las gráficas de la figura 2.3. En el lado (a) se representa un contaminante no acumulativo,
mientras que en el lado (b) se esboza uno que es acumulativo. En el lado (a) la gráfica
comienza en el origen; esto implica que las concentraciones actuales en el ambiente son
proporcionales a las emisiones actuales. Las concentraciones en el ambiente están
estrictamente en función de las emisiones actuales, es decir, reducir éstas a cero conduciría
a concentraciones cero en el ambiente. No obstante, la relación es más compleja con los
contaminantes acumulativos. Las emisiones de la actualidad, puesto que se acumulan y se
suman a la concentración de contaminantes ya existentes, ocasionarán daños no sólo hoy
sino también en el futuro, quizá incluso en un futuro distante. Esto también significa que la
cantidad actual de un contaminante acumulativo en el ambiente puede estar sólo
débilmente relacionada con las emisiones actuales. La gráfica en el lado (b) comienza en
un punto alto del eje vertical a partir del origen y después tiene una pendiente menos
inclinada que la otra. De este modo, una reducción en las emisiones actuales tiene sólo un
efecto modesto en las concentraciones actuales en el ambiente. Incluso si las emisiones de
la actualidad se redujeran a cero, la calidad del ambiente se dañaría debido al efecto
acumulativo de las emisiones anteriores. El hecho de que un contaminante se acumule con
el paso del tiempo en el ambiente tiene el efecto de romper la conexión directa entre las
emisiones actuales y los daños actuales. Esto tiene varias implicaciones. Por una parte,
hace más arduo el trabajo científico. Las relaciones causa-efecto son más difíciles de aislar
cuando el tiempo interviene entre éstas. Esta circunstancia también puede hacer más difícil
que las personas se concentren en los daños producidos por las emisiones de hoy, puesto
que de nuevo puede haber sólo una débil conexión entre las emisiones de la actualidad y
los niveles de calidad en el ambiente de hoy. Aún más, por definición los contaminantes
acumulativos conducen a daños futuros, y los seres humanos han demostrado una
desalentadora prontitud para no prestar la importancia que se merecen los acontecimientos
futuros y evitar enfrentarlos en el presente.

FIGURA 2.3 Relación entre las emisiones actuales y la concentración de la


contaminación en el ambiente

(a) Contaminante no b) Contaminante


acumulativo acumulativo

Concentraciones Concentraciones
actuales en el ambiente actuales en el ambiente

Emisiones actuales Emisiones actuales

Contaminantes locales versus contaminantes regionales y globales


19

Algunas emisiones sólo tienen impacto en regiones restringidas y localizadas, mientras que
otras afectan a regiones más amplias, quizá al ambiente global. La contaminación de ruido
y la de degradación del ambiente visual son locales en sus impactos; los daños
provenientes de cualquier fuente particular, por lo regular, se limitan a grupos de personas
relativamente pequeños en una región determinada. Obsérvese que ésta es una afirmación
sobre que tan amplios son los efectos provenientes de cualquier fuente particular de
contaminación, no acerca de la importancia del problema general en un país o en el mundo.
Algunos contaminantes, por otra parte, tienen amplios impactos, en una gran región o quizá
en el ambiente global. La lluvia ácida es un problema regional; las emisiones en una región
de EEUU (y de Europa) afectan a personas en otras partes del país o de la región. Los
efectos por el agotamiento del ozono debido a las emisiones de clorofluorocarbonos en
varios países generan cambios químicos perdurables en la estratosfera de la Tierra, lo que
significa que los impactos son en verdad de orden mundial.

En condiciones constantes, los problemas ambientales a nivel local deben ser más fáciles
de manejar que los regionales o nacionales, y a su vez más sencillos de manejar que los
problemas mundiales. Si los habitantes de un barrio se ven afectados por el humo que
produce la chimenea de un vecino, es posible que encuentren la solución entre sí, o que
puedan llamar a las instituciones políticas locales para llegar a un acuerdo. No obstante si
el comportamiento de alguien ocasiona contaminación en un punto distante, las soluciones
pueden ser más difíciles. Si las personas se encuentran dentro del mismo sistema político,
se puede solicitar que las instituciones respectivas encuentren soluciones.

Durante los últimos años, sin embargo, se ha encontrado una creciente cantidad de asuntos
ambientales a nivel internacional y mundial. Hasta el momento se está muy lejos de contar
con medios efectivos para responder, debido a la naturaleza exacta de los impactos físicos,
que es difícil describir, como a las instituciones políticas internacionales necesarias que sólo
están comenzando a aparecer.

Contaminantes provenientes de fuentes puntuales versus contaminantes de fuentes


no puntuales

Las fuentes de contaminación difieren en términos de la facilidad con que pueden


identificarse los puntos reales de descarga. Es fácil identificar los puntos por los cuales una
gran planta de energía descarga las emisiones de dióxido de sulfuro; éstas salen por las
chimeneas asociadas a cada planta. Las plantas municipales de alcantarillado normalmente
tienen una sola salida por la cual expulsan todas las aguas negras. Estos se denominan
contaminantes de fuentes puntuales. Por otra parte, existen muchos contaminantes para
los cuales no existen puntos de expulsión muy definidos. Los químicos agrícolas, por
ejemplo, usualmente fluyen en la tierra en forma dispersa o disuelta, y aunque pueden
contaminar corrientes específicas o pozos subterráneos, no hay un solo conducto o tubo de
escape por el cual se expulsen estos químicos. Éste es un tipo de contaminante de fuentes
no puntuales. El flujo de aguas lluvias que se genera en el sector urbano también es un
problema importante de fuente no puntual.

Como se podría esperar, es posible que los contaminantes de fuentes puntuales sean más
fáciles de manejar que los contaminantes de fuentes no puntuales. Probablemente son más
sencillos de medir y monitorear, y más fáciles de estudiar en cuanto se refiere a las
conexiones existentes entre las emisiones y los impactos. Esto significa que será más
factible, por lo general, desarrollar y administrar políticas de control de contaminantes que
hayan sido expulsados por fuentes puntuales. Como se observará, no todos los
contaminantes se clasifican con claridad en una u otra de estas categorías.
20

Emisiones continuas versus emisiones esporádicas

Las emisiones que producen las plantas de energía eléctrica o alcantarillado son más o
menos continuas. Las plantas se diseñan para estar en funcionamiento continuamente,
aunque el ritmo de operación puede variar un poco durante un día, una semana o una
temporada. Entonces, las emisiones de estas operaciones son más o menos continuas, y el
problema político consiste en manejar el ritmo de estas descargas. Es posible hacer
comparaciones inmediatas entre los programas de control y las tasas de emisiones. Sin
embargo, el hecho de que las emisiones sean continuas no significa que los daños también
sean constantes. Los hechos meteorológicos e hidrológicos pueden convertir las emisiones
continuas en daños variables. No obstante, los programas de control a menudo son más
fáciles de ejecutar cuando las emisiones no están sujetas a grandes fluctuaciones.

Sin embargo, muchos contaminantes son emitidos esporádicamente. El ejemplo clásico es


el de los derramamientos accidentales de petróleo o de químicos. En este caso, el
problema político consiste en diseñar y manejar un sistema que reduzca la probabilidad de
descargas accidentales. Sin embargo, cuando se presenta un efluente esporádico no habrá
necesidad de medir ningún factor, al menos a corto plazo. Por ejemplo, aunque no ha
habido descargas radiactivas en escala en las plantas de energía nuclear de EEUU, podría
darse un problema de “contaminación” si éstas han sido administradas de tal manera que
incrementan la probabilidad de una descarga accidental en el futuro. Con el fin de medir las
probabilidades de emisiones esporádicas es necesario tener datos sobre los accidentes
reales durante un período largo, o calcularlos a partir de datos de ingeniería e información
similar. Y más adelante hay que determinar los seguros que se desean tener contra estos
acontecimientos periódicos.

Daños ambientales no relacionados con emisiones

Hasta aquí el análisis se ha concentrado en las características de los diferentes tipos de


contaminantes ambientales relacionados con la descarga de residuos de materiales o de
energía. Sin embargo, existen muchas instancias importantes en cuanto al daño de la
calidad ambiental que no pueden ser atribuidos a descargas de residuos. La transformación
de tierras en áreas para vivienda y el comercio destruye el valor ambiental de los terrenos,
bien sea su valor como ecosistema, como hábitat o humedad, o su valor como paisaje.
Otras formas de utilización de la tierra, como la explotación forestal o minera, también
pueden tener impactos sustanciales. En estos casos nuestra tarea consiste en comprender
los incentivos que tienen las personas cuyas decisiones generan estos impactos, y cambiar
estos incentivos cuando sea conveniente. Aunque no haya emisiones físicas para
monitorear y controlar, existen efectos que pueden evaluarse y manejarse con políticas
apropiadas.

SELECCIONES A CORTO PLAZO

Hasta el momento, la mayor parte de la discusión se ha concentrado en los vínculos físicos


entre los insumos, los residuos, las emisiones y los niveles de calidad en el ambiente.
Estas relaciones son el interés fundamental de los científicos que trabajan en problemas
ambientales. Ahora es posible desplazar el análisis hacia la competencia del economista
para examinar las correspondencias inherentes a la relación entre la producción de
mercado y la calidad ambiental. Esto también suministrará al lector una herramienta para
analizar las diferencias entre las decisiones ambientales a corto plazo y a largo plazo.

La relación fundamental aparece expuesta en la figura 2.4. Ésta representa diversas curvas
de posibilidad de producción (CPP) entre la producción llevada al mercado y la calidad
ambiental. La CPP es una forma de representar en forma de diagrama la selección que
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enfrenta un grupo de personas entre dos resultados deseables. Considérese por ahora el
lado (a) de la figura 2.4. El eje vertical presenta un índice de la producción económica
agregada en una economía, es decir, el valor total de mercado de los bienes económicos
convencionales comercializados en determinada economía durante un año. El eje
horizontal presenta un índice de la calidad ambiental, obtenido a partir de los datos sobre
las diversas dimensiones del ambiente circundante, por ejemplo, concentraciones volátiles
de SO2, niveles de ruido urbano y datos sobre la calidad del agua. La relación en la curva
muestra las diferentes combinaciones de estos dos resultados (producción de mercado y
calidad ambiental), los cuales se encuentran disponibles para un grupo de personas que
tienen una asignación fija de recursos con los cuales deben trabajar6.

La curva de posibilidad de producción está determinada por las capacidades técnicas de la


economía y por los factores ecológicos (metereología, hidrología, etc.) del sistema natural
en el cual se localiza determinado país. Ésta dice, por ejemplo, que si el nivel actual de
producción económica es C1 se puede obtener un incremento hasta C2 sólo a costa de la
disminución de la calidad ambiental desde e1 hasta e2. Pero mientras la CPP es una
restricción técnica, la elección de una sociedad para localizarse en su CPP constituye un
asunto de selección social, esto depende de los valores relativos que le asignen las
personas a esa sociedad en cuanto a la producción económica convencional y la calidad
ambiental.

FIGURA 2.4: Curvas de posibilidad de producción para las generaciones actuales y futuras

(a)
(b)
CPP actual Dentro de
sesenta años
Bienes Bienes
de mercado de mercado

C2

C3

C1

e2 e1 e3 e2

La curva actual de posibilidad de producción representa una relación competitiva entre la


calidad ambiental y la producción de mercado. Más de un factor implica menos del otro. Si
el interés en general se concentra en observar que sucede en un período relativamente
largo, la sola CPP puede ser engañosa. Esto se debe a que, a largo plazo, la calidad
ambiental puede ser menos sustitutiva y más complementaria en cuanto a las producciones
económicas convencionales. A largo plazo, el entorno natural desempeña el papel de
insumo de capital ambiental como insumo para el sistema de producción; una baja
significativa del capital ambiental puede tener serios efectos negativos en la capacidad del

6
En los extremos se han trazado las CPP mediante líneas discontinuas. No es claro que nivel de producción
económica se obtendría a un nivel “cero” de calidad ambiental, ni lo que ésta sería a un nivel “cero” de
producción económica. Entonces, estos puntos extremos son esencialmente indefinidos, y la concentración
estará en los puntos ubicados en el interior de los diagramas.
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sistema económico para sostenerse por sí mismo. Una curva de posibilidad de producción
esboza las mediaciones (trade-offs) que enfrenta la generación de hoy. Pero ¿qué hay con
respecto a las generaciones futuras? Una forma de concebir esto consiste en considerar
los impactos de nuestras decisiones actuales sobre las curvas de posibilidad de producción
de las generaciones futuras. Considérese el lado (b) de la figura 2.4. Éste señala la curva
de posibilidades de producción para las personas de dentro de, digamos 60 a 80 años, la
generación constituida por nuestros bisnietos. De acuerdo con la CPP actual, se podrían
escoger las combinaciones (c1, e1), o (c2, e2), o cualesquiera otras en la curva. Pero el
futuro no es independiente de la selección que se haga ahora. Por ejemplo, es concebible
que la degradación exagerada del ambiente en este momento afectará posibilidades
futuras; por ejemplo, al agotar recursos importantes o al contaminar intensamente de tal
manera que se ocasionen deterioros irreversibles, o simplemente al descargar un
contaminante que tenga larga permanencia y afecte generaciones futuras. En efecto, esto
podría desplazar la futura CPP llevándola a donde estaría en otras circunstancia. Esto se
representa en el lado (b) del diagrama. Nuestros bisnietos se enfrentarán con un conjunto
reducido de posibilidades si se las compara con las opciones que tenemos en la actualidad.
La generación futura, la que se halla en la parte interna de la curva de posibilidades de
producción, aun puede tener el mismo nivel de producción de mercado que el que se posee
en la actualidad (c2), pero sólo a un nivel inferior de calidad ambiental (e3) comparado con el
actual. De manera alternativa, podrá disfrutar del mismo nivel de calidad ambiental, pero
sólo con un nivel reducido de producción de mercado (c3).

Por supuesto, hay que reconocer que la influencia de las decisiones actuales sobre las
futuras posibilidades de producción es mucho más compleja que lo que podría sugerir este
análisis. No es sólo la degradación ambiental la que afecta a las condiciones futuras, sino
también los desarrollos técnicos y los cambios que se registran en las habilidades humanas.
De este modo, las decisiones actuales podrían desplazar la futura CPP hacia adentro o
hacia afuera, dependiendo de muchos y grandes factores dinámicos que son difíciles de
predecir. Sin embargo, es necesario estar muy atentos para evitar las decisiones actuales
que pudieran conllevar el efecto de desplazar las futuras CPP hacia la izquierda. Esta es la
esencia de muchos análisis recientes sobre la sostenibilidad. “Sostenibilidad” significa que
las curvas futuras de posibilidad de producción no son afectadas en forma negativa por lo
que se hace en la actualidad. Esto no significa que se tenga que maximizar la calidad
ambiental de hoy, puesto que esto implica producción cero de bienes y servicios. Quiere
decir simplemente que han de reducirse los impactos ambientales en la actualidad lo
suficiente como para evitar el desplazamiento negativo de las curvas futuras de
posibilidades de producción en comparación con las posibilidades de producción actuales.
El concepto de sostenibilidad se abordará en diversos apartados de este libro.

PREGUNTAS Y TEMAS DE ANÁLISIS

1. Una cantidad determinada de un residuo, descargado en determinado tiempo y lugar,


puede no constituir un contaminante. ¿Por qué es cierto esto?

2. ¿Por qué los contaminantes acumulativos de larga permanencia son mucho más
difíciles de manejar que aquellos contaminantes no acumulativos de corta duración?

3. Considere la contaminación visual que se produce cuando se construye una fábrica


antiestética en un área con un panorama agradable; ¿estamos ante un contaminante
acumulativo o no acumulativo? ¿Cómo se consideraría un terreno abrupto que se
dedica a la explotación minera? ¿Y qué tal la basura urbana?

LECTURAS RECOMENDADAS
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Ayres, Robert U,: Resources, Environment and Economics, Applications of the


Materials/Energy Balance Principle, John Wiley and Sons, New York, 1978.

Baumol, William, and Wallace Oates: Economics, Environmental Policy and the Quality of Life,
Prentice-Hall, Englewood Cliffs, N.J., 1979.

Council on Environment Quality: Environmental Quality, Washington, D:C:, published annually.

Enthoven, Alain C., and A. Myrick Freeman III (eds.): Pollution, Resources and the Environment,
Norton, New York, 1973.

Kneese, Allen V.: Economics of the Environment, Penguin Books, New York, 1977.

Kneese, Allen V., and Blair T. Bower: Environmental Quality and Residuals management, Johns
Hopkins Press for Resources for the Future, Baltimore, Md., 1979.

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